Napoleón y la sátira política. La caricatura como arma en las Guerras Napoleónicas.

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Puede decirse que pocos lideres en la Historia han sido tan caricaturizados como Napoleón Bonaparte en el periodo que abarca los años 1795 a 1821. La caricatura en sí es un recurso gráfico que se remonta en la noche de los tiempos y que por lo general nos exagera o distorsiona un motivo, comunmente un personaje, dándole un tono humorístico con mayor o menor virulencia y que busca provocar una reacción en el espectador. 

Como señala Dan Backer6, las caricaturas políticas se componen en su mayor parte de dos elementos: caricatura, que parodia normalmente al individuo (en nuestro caso Napoleón), y alusión, que crea la situación o contexto en el que se coloca al individuo (cualquiera de las situaciones históricas de su gobierno y, mayormente, sus fracasos militares o incluso sus éxitos). El fenómeno no era nada nuevo: ya en tiempos del rey francés Luis XIV, los holandeses lucharon contra las pretensiones anexionistas de este, lanzando contra su persona todo tipo de panfletos y caricaturas, reorientando de alguna manera el uso de las escenas satíricas para darle un contenido claramente político y transformándolas en una nueva arma de guerra. 

Generalmente, no son desconocidos para el aficionado los nombres de los artistas ingleses como Rowlandson, Gillray, Isaac y George Cruikshank y Woodward verdaderos guerrilleros de la imagen, y que serían los dinamizadores a gran escala de este tipo de guerra propagandística. Una interminable producción (A. M Broadley en su prefacio para «Napoleon in Caricature. 1795-1821» cuantifica del orden de 990 piezas sobre el sujeto) de hojas impresas con imágenes satíricas de la persona de Napoleón, que en todo momento era ridiculizado con un gran ensañamiento, transformado en un enano en la mano de Jorge III o del mariscal Blücher, o en objeto del sarcasmo de John Bull, negándole en todo momento el título de «emperador» hasta el extremo de ridiculizar no sólo su imagen sinó su nombre: «Boney», el pequeño Boney, es decir el «huesudo», por lo que «Boney-part» se transformaba en «porciones de hueso». 

«La corrida de toros española o el matador corso en peligro» – Descripción: Napoleón, el matador corso, ha herido con éxito a varios toros que representan a Prusia, Dinamarca y Holanda. En su intento de matar al toro español, ha sido corneado en la espalda por el animal rebelde. Aunque Napoleón ha resultado herido y José Bonaparte pisoteado en el ruedo, el toro español ha sido apuñalado por la espada de Napoleón. Las monarcas cómodamente sentadas detrás de la pared del escenario en el «Teatro de Europa» observan la pelea y animan al toro. (a)

ANTECEDENTES

Reforma Protestante s. XVI. Alemania. Sátira contra Martín Lutero (1483-1546). Grabado coloreado. (Foto por: Prisma/Universal Images Group via Getty Images) (b)

Aunque pueda parecer un elemento relativamente moderno, la primera caricatura política conocida surgió en el antiguo Egipto alrededor del año 1360 a. de J.C. También se han encontrado caricaturas en la cerámica griega antigua y en el Imperio romano aparecían invariablemente las paredes garabateadas (claro antecedente de nuestros modernos grafiteros urbanos) burlándose de comandantes militares demasiado estrictos o incompetentes, o de algunos movimientos religiosos. En la Europa occidental con el paso de los siglos, ya en tiempos de Leonardo de Vinci, la caricatura se convirtió en un medio de suscitar comentarios que tomaba los problemas diarios y los presentaba de una manera divertida -más socialmente aceptable- pero que también estaba diseñada para afectar e influenciar la opinión del espectador, que en un gran porcentaje era predominantemente analfabeto.

La invención de la imprenta cambió profundamente la caricatura política, y la reforma protestante en Alemania hizo un extenso uso de la propaganda visual: la distribución de carteles o folletos en las poblaciones resultó una eficaz estrategia para que las imágenes fueran difundidas y su mensaje gozara de la mayor comprensión posible. A medida que Occidente se distanció y diversificó de su fundamento religioso original, surgieron nuevos temas para la discusión y la posterior mofa; como tal, el atractivo y la influencia de las caricaturas en la vida pública crecieron proporcionalmente.6

Con el paso del tiempo, la transformación de las hojas o folletos ilustrados en papel diario tuvo un impacto inusitado y transformó a los ocasionales dibujantes satíricos en productores de viñetas diarias o semanales. A principios del siglo XVIII, en Inglaterra comenzó la impresión de algunas tiras satíricas que criticaban personajes por aspectos cuestionables de su vida o en general por el impacto de aspectos negativos en la sociedad, y que alcanzarían un enfoque eminentemente político alrededor de 1750, con la obra de George Townshend. Pronto la caricatura satírica se transformaría rapidamente de una curiosidad social a una herramienta política afilada.

El grabado publicado el 25 de julio de 1789 muestra un gran toro con la etiqueta «Tiers Etat – Orleans» en referencia a Louis Philippe Joseph, duque de Orleans, lanzando a María Antonieta al aire mientras Luis XVI se arrodilla en oración a la izquierda; De pie detrás del toro, en formación, están los «Corps de Garde» con jarras de cerveza, etiquetadas como «Libertas», con la cabeza espumosa, en la cabeza mientras cantan «O de Roast Beef of Old England y O de Old English Roast Beef.» (c)

Unas décadas más tarde, tanto para Francia como para Inglaterra, llegó el momento en que las caricaturas satíricas cobrarían una especial importancia. La sátira visual de la época podría servir para airear la política doméstica, pero la gente también sabía que podría llegar a producir un cambio real en los acontecimientos. Fueron varias las imágenes atrevidas, muchas producidas desde Londres, las que ayudaron a derribar el gobierno de Luis XVI y María Antonieta. La caricatura pasó a desempeñar un papel importante en la Revolución Francesa, después de lo cual nadie tuvo dudas sobre su impacto como potente elemento influenciador en las masas, y más importante, en los gobiernos.

Pero en dicha época las caricaturas británicas y francesas parecían provenir de mundos diferentes. Los dibujantes satíricos galos que habían eludido a los censores reales borbónicos pronto descubrieron que la Revolución les había dado poco respiro. Durante el efímero período del Directorio (1794-1799), los quais ribereños de París se inundaron de grabados satíricos, que no tardarían en ser prohibidos posteriormente por el gobierno francés de turno. El ambiente en el que trabajaban los dibujantes de Londres era radicalmente diferente. A pesar de que competían muchos intereses entre sí, su prensa era la más libre de Europa.1

«Demócratas franceses sorprendiendo a los fugitivos reales» – En una caricatura de James Gillray datada en 1791, se describe a «Luis XVI y María Antonieta permanecen sentados en sillas en Varennes mientras una turba armada y feroz invade la habitación a través de una puerta abierta (izquierda); el acercamiento de una multitud enojada es sugerido por un mar de cabezas, sobre las cuales se alzan las armas. El Rey se sienta de frente, la Reina a su lado de perfil a la izquierda y en el extremo derecho. Un rufián presenta un trabuco…» – 
© The Trustees of the British Museum (d)

NAPOLEÓN TRATADO COMO FIGURA SATÍRICA

Una figura como Napoleón, recién encumbrado en el poder gracias al golpe de estado de Brumario de noviembre de 1799, atrajo rápidamente el interés de los caricaturistas. Durante casi cinco años, ningún escritor satírico inglés supo realmente cómo era Napoleón (tuvieron que arreglárselas dibujando estereotipos corsos). Pero el panorama cambiaría radicalmente con el fracaso de la Paz de Amiens y la vuelta a las hostilidades. Como señala Cynthia Rose:  

«Luego, durante catorce meses, las dos naciones estuvieron en paz. Esta tregua impulsó un auge del turismo de ida y vuelta que, más tarde, ayudó a enriquecer el vocabulario cómico compartido. Cuando la paz terminó en 1803, la sátira basada en Londres explotó en una épica batalla contra todos […]. Reducido a un gnomo beligerante (y nunca reconocido como un «Emperador»), Napoleón fue colgado, apuñalado, enjaulado, asado, atacado a pedos, enterrado vivo y empalado en cualquier cosa, desde los cuernos de un toro español hasta la horca de tostar del mismo Diablo1. El gancho de su nariz se expandía semanalmente, mientras que sus muslos y pantorrillas se hinchaban con curvas «como de rana». Su retrato en caricaturas siempre fue codicioso e intemperante, con una gama de apetitos que igualaban a su arrogancia».1

También los artistas franceses lograron caricaturizar a Napoleón. Pero, además de mantener el anonimato, sus obras se distinguieron por una cierta moderación, sus ataques se limitaban a la imagen y reputación del Emperador. Entre otros aspectos, los caricaturistas franceses nunca deformaron su cuerpo real, y por lo general sus obras eran pulcras y formales. Por contra, el trabajo de los caricaturistas británico era grosero, descarado y vulgar, sin parecer respetar ningún límite: cualquier motivo era legítimo con tal de ridiculizar y mofarse del advenedizo emperador francés y sus fracasos. Al contrario que en otros países europeos, tanto los artistas como los impresores se enorgullecían de estos trabajos: normalmente cada uno llevaba la rúbrica del autor, la fecha y etiquetado.


El más mordaz de los artistas mordaces al otro lado del Canal

James Gillray (e)

James Gillray (1756 – 1815) – Nacido en Chelsea e hijo de un veterano que luchó en Fontenoy, pronto comenzó a ocupar un lugar preeminente entre los caricaturistas de la época, debido a su incomparable ingenio y humor, la variedad de sus recursos y la belleza y la claridad de la ejecución de sus escenas. Al estallar la Revolución Francesa, Gillray parecía, como muchas personas en Gran Bretaña, haber simpatizado con los ideales de libertad e igualdad que parecía contemplar esta, y celebró su primer aniversario grabando un dibujo celebrando la toma de la Bastilla por los revolucionarios.

Sin embargo cuando las noticias de ejecución de Luis XVI y la política del Terror cruzaron el Canal, Gillray representó al rey francés como un mártir y convirtió a los franceses en sans-culottes: hombres y mujeres delgados y peludos que se habían vuelto como bestias violentas y depravadas. Pero no sólo los franceses eran el objeto de la aguda y satírica visión de Gillray. Un número no despreciable de sus trabajos iban dirigidos contra la persona de su propio rey, Jorge III, y una de sus caricaturas que, con un título bíblico, mostraba al heredero recién nacido del Príncipe de Gales acurrucado en los brazos de una famosa proxeneta y con los principales políticos del país besando el trasero del bebé, le llevó a que se presentaran formalmente cargos contra él ante la ley.

Sin embargo, el diputado conservador George Canning logró que estos fueran retirados.  Gillray produjo grabados en los que imaginaba los horrores de una exitosa invasión francesa, con las calles de Londres literalmente manchadas de sangre y la destrucción de lugares emblemáticos como el Banco de Inglaterra. Los partidarios de la reforma parlamentaria y los simpatizantes republicanos en Gran Bretaña, como Charles James Fox y sus partidarios Whig, eran demonizados en estos grabados, que los mostraban regocijándose por los efectos de la Revolución y alentando a los franceses a cruzar el Canal de la Mancha para destruir el estilo de vida británico. Pero la vista de Gillray comenzó a fallar en 1806. Comenzó a usar anteojos, pero no le satisfacían. Incapaz de trabajar con sus altos estándares anteriores, James Gillray se deprimió y comenzó a beber en exceso. Produjo su última impresión en septiembre de 1809. Como resultado de su consumo excesivo de alcohol, Gillray sufrió de gota durante toda su vida. Murió, ciego y loco (en 1811 intentó suicidarse arrojándose desde un ático), diecisiete días antes de la batalla de Waterloo. Su trabajo tiene una audacia que pocos artistas han igualado hasta la actualidad.14 y 15


Estas caricaturas y series de Londres se imprimieron para varias «tiendas de caricaturas» (caricature shops) en la capital, en las que se luego se vendían directamente o se alquilaban. Las ventanas de estos locales, constantemente renovadas, se hicieron famosas por el bullicio y las multitudes que atraían. Un emigrado francés los describió en 1802: 

“… ser el primero en la tienda de Ackermann en ver el último dibujo de Gillray es un entusiasmo que no puedo describir. Cuando aparece la siguiente caricatura, es verdaderamente una locura. La gente se abre paso entre la multitud y tienes que llegar a usar los puños… todos los días, se envían lotes de estas caricaturas fuera del país».1

Ya sea que contuvieran una obra de uno o varias escenas, todas estas impresiones se vendían para ser exhibidas en las casas particulares.  Allí, se colgarían en las paredes, se pegarían en pantallas o se agregarían con orgullo a un álbum (algunas tiendas incluso armaron sus propios álbumes de caricaturas y las alquilaban por las noches). Los compradores, por lo general gente medianamente adinerada, ya que no todo el mundo podía pagar varios chelines por una caricatura, guardaban sus láminas en álbumes que depositaban en la biblioteca de sus hogares. De cuando en cuando (en un día lluvioso, por ejemplo), las sacaban para diversión de toda la familia. La oferta se adaptaba a los diversos tipos de demanda, por lo que había caricaturas dirigidas al público femenino, otras al masculino. Algunas exhibían un alto grado de sofisticación, otras mostraban un significado evidente al primer golpe de vista. En muchos casos, el gobierno amparaba la publicación de estas sátiras. Y lo hacía como hacen todos los poderes en estos casos, con dinero público destinado al pago de los artistas y los editores.18 Toda la sátira política desarrollada a través de esos años fue, en definitiva, una experiencia extremadamente social. Algunas imágenes se difundieron por todo el Continente, a veces con decenas de versiones diferentes. También se llegaron a introducir de contrabando muchas caricaturas inglesas en la propia Francia . 

«Evacuación de Malta» – Descripción: Utilizando imágenes escatológicas (un tema favorito de Gillray y de muchos otros satíricos), Gillray hace un juego de palabras visual con la palabra «evacuación». Aquí, Addington se ve obligado a ponerse en cuclillas, con el trasero desnudo, sobre un sombrero con el que evacua «Egipto», «Malta», «El Cabo de Buena Esperanza», «Guadalupe» y «Martinica». De pie frente a Addington, Napoleón agarra la corbata de Addington y lo amenaza con su espada levantada. Un oficial francés (¿Andréossi?) Mete la mano en el marco para sostener un sombrero negro debajo del trasero desnudo de Addington. Según George, las súplicas y el miedo de Addington de «ser expulsado» reflejan la renuencia inglesa a evacuar Malta. Napoleón está representado como «Little Boney». (f)
«Tiddy Doll, el gran panadero de pan de jengibre francés, fabrica un nuevo lote de reyes» – Esta sátira es una de las caricaturas de Napoleón más conocidas de Gillray. En ella, Napoleón, resplandeciente con su sombrero de tres puntas y su uniforme militar dorado con trenzas, se encuentra frente a un gran horno de panadería abovedado con la etiqueta «Nuevo – Horno francés, para pan de jengibre imperial». Lleva un delantal metido sobre su uniforme militar y usa una paleta de panadero para quitarse su último lote de reyes recién horneados que incluyen Bavaria, Wirtemburg y Baden. Las balas de cañón que se utilizarán como combustible se apilan en la base del horno detrás de los pies de Napoleón. Un montón de figuras de pan de jengibre rotas yace en el piso de la panadería para ser barridas en el cenicero en busca de pan de jengibre roto. Entre este revoltijo que está a punto de ser descartado, se encuentran emblemas de España, Italia, Austria, Venecia, Holanda y la República Francesa. El pan de jengibre que se consideraba apto para la venta se coloca en una canasta de mimbre con la etiqueta «Verdaderos reyes corsos – o consumo y exportación en el hogar», y en un saco adornado con campanas de vendedores ambulantes y con la etiqueta «¡Pan de jengibre picante! moja en mi bolsa de la suerte». En el lado derecho del horno, un cofre contiene pan de jengibre listo para hornear. Figuras de whigs notables como Charles James Fox y Richard Sheridan se colocan en la parte superior del cofre. Los cajones están etiquetados con su contenido de: reyes y reinas, coronas y cetros, soles y lunas. Talleyrand está de pie junto a un gran amasador político al fondo de la sala. Aunque está de espaldas al espectador, es fácilmente identificado por su pie cojo y por la parafernalia católica adjunta a su túnica. Ocupado en el trabajo, el comedero de Talleyrand está colmado de masa con la inscripción Hungría, Polonia, Turquía y Hanover. Un gran águila negra está encaramada en el extremo derecho de la artesa y arranca el trozo de masa etiquetado como Hanover. (g)

Una persona con una fuerte personalidad y gran inteligencia como Napoleón podía intentar obviar la importancia de los ataques a su persona y a su gobierno (aunque su ego si que se resintió, llegando incluso a presentar una «protesta diplomática» contra las caricaturas de Londres), pero era muy consciente de los peligros que planteaba la sátira política en su contra. Además de instalar una estricta censura en sus dominios, Napoleón llegó a utilizar las mismas herramientas de sus enemigos, para lo cual también se defendió con sus propias sátiras y caricaturas. Durante 1805, ordenó a su jefe de policía que “hiciera más caricaturas: un inglés, bolso en mano, suplicando a diferentes poderes para recibir su dinero, etc… ”.1

También encargó parodias cuidadosas y específicas de sus enemigos. Una de sus estrategias fue inundar las calles de Paris con grabados que se burlaban de los turistas ingleses. Por lo general, estos visitantes se mostraban lentos o intimidados, aunque felices de poder atiborrarse de la cocina gala. Sin embargo, a medida que su imperio crecía, también su control llegó más lejos. En 1806, enojado por la publicación del panfleto satírico «Alemania en su profunda humillación«2, ordenó la ejecución del editor, que se negó a su vez a revelar la identidad del autor. Mientras tanto, en Paris, una de sus creaciones clave fue la Prefectura de Policía de la capital. Fundada en parte para controlar los medios en ciudad, también publicó un boletín diario que midiera la «opinión pública» de los ciudadanos.

«Los Nobles Españoles, o Britania ayudando a la causa…» – En esta hoja, el ejército español, liderado por el rey Fernando (sic), avanza hacia un campo de batalla. El rey y los nobles llevan pancartas que proclaman «Fernando VII, Libertad o Muerte». Un gato que grita «Mewrat» (Murat era entonces el Teniente General en España de Napoleón), se adelanta a la procesión y persigue ratas, marcadas con una «diana» tricolor. Hacia la parte trasera de la procesión (arriba a la derecha), Cruikshank incluso ha incluido frailes con armas de fuego listos para unirse a la batalla. Cerca del borde superior izquierdo del marco, Britannia, sentada en las nubes, hace llover cañones, disparos y otras armas en el campo abierto. (h)
Dos campesinos rusos enseñan a «bailar» a Napoleón. Napoleón se interpone entre una figura sentada que toca un cuerno (izq.) Y una figura que sostiene un látigo (der.). El campesino con un látigo se inclina amenazadoramente hacia Napoleón y lo instruye apuntando al suelo y dirigiendo sus pies. Napoleón, a su vez, intenta complacer: levanta un brazo por encima de la cabeza y se pavonea hacia atrás con una pierna extendida frente a él. Según Broadley, las caricaturas rusas de Napoleón son prácticamente desconocidas antes de la invasión francesa. Terebenev, uno de los caricaturistas rusos más conocidos, tomó el liderazgo de sus homólogos en Gran Bretaña. A su vez, George Cruikshank grabó varios de los diseños de Terebenev para el mercado británico. Broadley atribuye esta fértil entente a que el zar se dio cuenta de la eficacia que tenían las caricaturas como propaganda patriótica en Gran Bretaña. (i)
«Boney incubando un boletín o acogedores cuarteles de invierno!!!» – Autor: George Cruikshank – Grandes montones de nieve cubren un amplio campo ruso. En el primer plano de la imagen, Napoleón (centro) da instrucciones para un boletín a un oficial (centro izquierda) y un mensajero (extremo izquierdo). El mensajero acaba de llegar y se encuentra en el borde izquierdo de la imagen. Para maniobrar en la nieve, se ha atado tablas a los pies a modo de raquetas de nieve improvisadas. Su figura está representada de perfil para resaltar su cuerpo demacrado y su ropa andrajosa, sus muslos esqueléticos desaparecen en grandes botas negras. El mensajero sostiene un minúsculo espejo a través del cual mira a Napoleón, con la boca abierta de incredulidad. Indicando su función, el mensajero se ha representado con características de caballo. Esto es especialmente notable en su rostro y en la larga cola de cerdo que sobresale de la parte posterior de su cabeza. Napoleón está enterrado hasta el cuello del abrigo por la nieve que lo cubre. Dibujado de perfil, su nariz puntiaguda y su sombrero amartillado cómicamente grande recuerdan la proa de un barco surcando las olas. Además, las plumas que se desprenden de la visera del sombrero sugieren estandartes o banderas y sirven para identificar a Napoleón entre los soldados que también nadan en la nieve. (j)

La caricatura satírica durante la Guerra de Independencia

Caricatura de José Bonaparte como 
el «Rey de Copas». Grabado, sin fecha.

Al igual que otros géneros utilizados como instrumento políticos por la causa patriota, la propagación de caricaturas satíricas dirigidas contra Napoleón vivió un gran auge en los primeros años de la guerra en nuestro país. Las caricaturas publicadas en Inglaterra fueron el referente principal para las publicaciones y se imitó inicialmente su estilo, que con el tiempo se adaptaría a los rasgos de la propia idiosincrasia. Como ejemplo, las primeras láminas vendidas en Madrid en el verano de 1808 procedían de Inglaterra.10

Pero si Napoleón era atacado por su ambición y sus imposiciones manu militari, en cambio su hermano José se convirtió en el blanco de una larga serie de chistes, coplillas, insultos y caricaturas que se difundieron ampliamente por la piel de toro, parodiando su supuesta y desmesurada afición a la bebida(en realidad no porque abusara de ella, algunos lo han definido como abstemio, sino quizás más bien por la amplia vinacoteca que poseía en palacio, del orden de algo más de 4.000 botellas inventariadas en diciembre de 18124) o representándolo en otras ocasiones a lomos de un gran pepino, con el reclamo de la italianización de su nombre (José, Pepe, Peppino).

Dicho ensañamiento no dejaba de traslucir la percepción popular que se tuvo por parte de los españoles desde un primer momento de José Bonaparte, considerándolo un monigote impuesto por su todopoderoso hermano. Dicho sea de paso, la propia política de Napoleón en España no ayudó en absoluto a José, queriendo dirigir las acciones militares en suelo español directamente desde París u obviando directamente su concurso en otros asuntos cuando le convino a sus propios intereses. Para más información, podéis consultar sobre el particular la entrada que le dedicamos a la conferencia de Thierry Lentz sobre José Bonaparte, estratega de la guerra. 

«Cada qual tiene su suerte, la tuya es de borracho hasta la muerte» (k)

Las caricaturas en España se realizaban en forma de grabados anónimos y generalmente impresos mediante el procedimiento xilográfico en madera. Se solían publicar como hojas sueltas que circularon por todo el territorio desde el principio de la guerra hasta 1813, en plena decadencia de la ocupación francesa. Algunos títulos que se recuerdan como «El Arlequín de Europa», «La salida del rey ambulante y su legión devota», «Napoleón trabajando para la regeneración de España», «Napoleón y Godoy», «Fiesta de toros en España» o «Matador corso en peligro».12 Una vez concluida la guerra de Independencia en 1814, y el retorno de Fernando al trono, con el tiempo y la llegada del Trienio Liberal, la prensa satírica política de la época se convirtió por entonces en el medio que utilizaba la burguesía de ideología liberal para difundir su ideario y criticar a los representantes del Antiguo Régimen: Fernando VII, la Iglesia y el carlismo.13


«La batalla de Vitoria» – En esta escena de la batalla, impresa en 1813, el alegre ejército británico derrota al andrajoso ejército francés ahora en rápida retirada5. Las robustas figuras de los soldados británicos contrastan con los cuerpos delgados y los rasgos grotescamente exagerados de sus homólogos franceses. En primer plano a la izquierda, un soldado británico rescata un lado de rosbif de un soldado francés que ha intentado cambiar la carne por «sopa maigre». En medio del tumulto, un soldado inglés clava su bayoneta en el trasero del mariscal Jourdan. Jourdan salta en el aire llorando; «Oh, mi Batoon.» El soldado inglés responde; «Creo que es tu trasero». Cerca, un highlander, vestido con una falda escocesa, confisca un cañón. En la parte izquierda de la hoja, Wellington se sienta a horcajadas sobre su caballo y disfruta de la escena desde su posición en una colina. Una escena colgante de Wellington y José Bonaparte (parte superior derecha), montado en una mula, proporciona un contrapunto a la heroica figura de Wellington. (l)
«Los conscriptos franceses de los años 1820, 21,22,23,24 y 25 marchan para unirse al Gran Ejército» – Obra publicada en 1813 con la autoría de George Cruikshank, otro de los famosos caricaturistas ingleses de la época, en la que se ve el empobrecido ejército francés que recurre a los ciudadanos más jóvenes en busca de nuevos reclutas. Un viejo soldado se para en medio de la imagen e intenta atraer a los niños a Rusia con promesas de «osos bailarines», «bolas de nieve» y «plumones de azúcar». También promete que regresarán a casa cubiertos de «parches de gloria» y con un nuevo «par de patas de madera». El soldado no es más que un espantapájaros; le faltan piernas por debajo de las rodillas, le falta un brazo, un ojo y la nariz. Otras cicatrices en su rostro están cubiertas con parches negros de tela de fieltro y su uniforme está desgarrado y harapiento, colgando de su cuerpo escuálido. Sin embargo, el soldado logra sonreír y hace un gesto hacia un grupo de niños que marchan, pasan la horca, cruzan la colina y se alejan. Los niños que rodean al viejo soldado, todos niños pequeños, se comportan de una manera que indica que no tienen idea de lo que realmente es la guerra. (m)
«El viaje de un héroe moderno a la isla de Elba» – Publicada en 1814, esta caricatura es una representación satírica del exilio del emperador francés Napoleón a la isla de Elba ese mismo año, con unos versos de mofa incluidos6. Esta fue la primera derrota de Napoleón ante las naciones aliadas de la Sexta Coalición, incluidas Gran Bretaña, Prusia y Rusia. Menos de un año después de que Napoleón fuera derrocado, escapó de Elba y regresó a Francia, lo que obligó a la Sexta Coalición a reformarse. Los ejércitos aliados marcharon contra él, y Napoleón fue final y definitivamente derrotado en la batalla de Waterloo. – Colección de la Librería del Congreso de EE.UU. (n)
«Cumplidos del Congreso o Little Boney…» – Caricatura publicada el 24 de julio de 1815, obra de George Cruikshank. Esta hoja imagina la rendición de Napoleón al Capitán Maitland y un grupo de marineros británicos en el barco británico, el Belerofonte, tras la derrota en Waterloo. Napoleón (centro), defendiendo su caso, se quita el sombrero y se inclina elegantemente hacia Maitland (centro derecha), quien a su vez se inclina levemente y recibe las peticiones con una sonrisa. La grotesca tripulación de Napoleón (izq.), formada por un barbero, una cocinera, una lavandera y varios marineros, se acercan dócilmente a los robustos y cordiales marineros británicos, que charlan entre sí y discuten el destino final del corso. (o)
En esta sátira publicada en 1816, obra de Cruikshank, un grupo de hombres y mujeres ingleses rebeldes pululan en la exposición del carruaje de Napoleón y sus efectos personales que se llevó a cabo en el Museo Bullock de Londres, en el Salón Egipcio, en Piccadilly. El carruaje es el principal atractivo de la exposición, que también cuenta con pinturas, telas, un juego de café, un orinal y «una de las camisas de Napoleón», entre otros elementos. Una gran multitud entra en el carruaje. La mitad de las figuras intentan abrirse camino hacia la caja, la otra mitad se sube a la parte superior. Una pareja se ha instalado en el banco del conductor y gesticula como si fuera a conducir un equipo de caballos hacia adelante. En el extremo izquierdo, una mujer lleva a su hijo a la habitación contigua y exclama: «Mira los caballos, Tommy». Un francés grotesco llora en un pañuelo delante de un busto de Napoleón. (p)

1La fuente de inspiración para los motivos era inacabable. Como resultado, Napoleón fue invariablemente retratado como un tigre sarnoso, un serpiente con doble cabeza, un gallo, un faraón cocodrilo, un  sórdido latin lover y, por supuesto, como un belicoso enano. 

2En la primavera de 1806, la editorial Stein envió al establecimiento de venta de libros Stage en Augsburgo un panfleto titulado Deutschland in seiner tiefen Erniedrigung («Alemania en su profunda humillación»), que atacaba fuertemente a Napoleón y el comportamiento de las tropas francesas en Baviera. Al enterarse del violento ataque retórico realizado contra su régimen y al no descubrir al autor real, Napoleón hizo arrestar a John Phillip Palm (el editor) y entregarlo a una comisión militar en Braunau am Inn, en la frontera entre Baviera y Austria, con instrucciones perentorias de juzgar al prisionero y ejecutarlo dentro de las veinticuatro horas. A Palm se le negó el derecho de defensa y, tras un juicio ficticio el 25 de agosto de 1806, le dispararon al día siguiente sin haber traicionado al autor del panfleto. 

3No era la única característica que se le criticaba, la de su supuesta embriaguez. Su aspecto físico no escapó tampoco de los ataques, ya que también se creía popularmente que era tuerto y calvo. [9] . Con todo, tal como señala Thierry Lentz, el propio Felipe V cuando ascendió al trono de España se le denominaba asimismo Felipe el Botella, por lo que parece un motivo histórico recurrente con los monarcas de origen extranjero en trono español. 

4https://www.facebook.com/photo?fbid=3778093235559047&set=gm.10157684837246363, publicado por Miguel Ángel García García [http://www.batalladetrafalgar.com/] 

5Sin tener en cuenta las grandes pérdidas en ambos bandos, Cruikshank describe la batalla como una salida de un día para el ejército británico con una fácil victoria sobre las tropas francesas. Según George, «La noticia de Vitoria se publicó en una Gaceta Extraordinaria el 3 de julio; los días 5, 6 y 7 de julio se iluminó Londres, y el 7 de julio hubo acción de gracias pública en San Pablo». 

6«Farewell my brave soldiers, my eagles adieu;Stung with my ambition; o’er the world ye flew But deeds of disaster so sad to rehearse, I have lived – fatal truth for to know the reverse From Moscow, from Lipsie [Leipzig]; the case it is clearI was sent back to France, with a flea in my ear.A lesson to mortals, regarding my fall;He grasps at a shadow, by grasping at all.My course it is finish’d my race it is run, My career it is ended just where it begun.The Empire of France no more it is mine, Because I can’t keep it I freely resign.«


Fuentes:

  1. «Napoleon vs. Napoleon» – Cynthia Rose, The Comics Journal, 26 de junio de 2015, en http://www.tcj.com/napoleon-vs-napoleon/#comments
  2. «Napoleon in Caricature. 1795-1821» – A.M. Broadley y J. Holland Rose, Ballantyne, Hanson&Co, London&New York, 1921
  3. «Napoleon en images. Estampes Anglaises (portraits et caricatures)» – John Grand Carteret, Librairie de Firmin-Didot et Cie., 1895
  4. «Prensa y propaganda bélica 1808-1814» – Alejandro Pizarroso Quintero, Cuadernos dieciochistas, 2007, vol. 8, pp. 203-222
  5. «Reconsidering the Decline of the Editorial Cartoon» – Ilan Danjoux, PS: Political Science and Politics , Abril 2007, Vol. 40, Nº. 2, pp. 245- 248
  6. https://xroads.virginia.edu/~MA96/PUCK/part1.html
  7. https://daily.jstor.org/cultural-history-satirical-cartoons-censorship/
  8. «Los españoles y Napoleón antes del bicentenario de la Guerra de la Independencia» – Vicente León Navarro y Rafael Fernández Sirvent, Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea, 10, 2011, pp. 299-310
  9. «La imagen de Napoleón y de José Bonaparte como enemigos de España» – Alberto Ramos Santana, Universo de micromundos. VI Congreso de Historia Local de Aragón, Proyecto de Excelencia «Las Cortes de Cádiz y el primer liberalismo en Andalucía» (PAI05-HUM-00549), Junta de Andalucía
  10. «Los españoles y José I. La imagen del rey» – Antonio Jesús Piqueres Díez, Tesis Doctoral,  Universidad de Alicante, 2015
  11. https://en.wikipedia.org/wiki/Political_cartoon
  12. http://clio.rediris.es/arte/caricaturas/caricatura.htm 
  13. https://prensahistorica.mcu.es/satirica/eu/micrositios/inicio.do
  14. https://www.tate.org.uk/whats-on/tate-britain/exhibition/james-gillray-art-caricature/james-gillray-art-caricature-french
  15. https://en.wikipedia.org/wiki/James_Gillray
  16. https://ageofrevolution.org/200-object/the-journey-of-a-modern-hero-to-the-island-of-elba/ 
  17. https://en.wikipedia.org/wiki/Johann_Philipp_Palm
  18. https://lasoga.org/como-ridiculizar-a-napoleon/, por Francisco Martínez Hoyos, 3/02/2016 

Imágenes: 

a. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:232285/

b. https://www.gettyimages.es/detail/fotograf%C3%ADa-de-noticias/protestant-reformation-16th-century-germany-fotograf%C3%ADa-de-noticias/170977816

c. https://www.loc.gov/resource/cph.3c32986/

d. https://www.britishmuseum.org/collection/object/P_1851-0901-533

e. By Charles Turner, after James Gillray – https://www.npg.org.uk/collections/search/person/ mp01777/james-gillray, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=238114

f. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:232451/

g. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:232177/

h. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:232265/

i. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:232062/

j. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:232402/

k. Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4773845

l. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:232157/

m. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:232407/

n. http://thewritersvineyard.com/2015_06_01_archive.html

o. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:232130/

p. https://repository.library.brown.edu/studio/item/bdr:232462/

Un comentario en “Napoleón y la sátira política. La caricatura como arma en las Guerras Napoleónicas.

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