El general Cuesta y Sir Arthur Wellesley ante el puente sobre el Alberche, por Leopoldo Stampa

Hoy tenemos el privilegio de acoger en nuestro blog la aguzada pluma de Leopoldo Stampa Piñeiro, quien nos acercará a un episodio quizá secundario, pero de relevancia en el marco de las relaciones hispano-británicas durante la campaña de Talavera de 1809, calificada por el historiador Gómez de Arteche como ejemplo de la “esterilidad militar de una campaña”, y situado en los días previos a la batalla de Talavera librada a finales de julio de aquel año.

A grandes rasgos, a primeros de julio de 1809 habían comenzado las acciones conjuntas hispano-británicas de los ejércitos del general Wellesley (futuro Wellington) y el general Cuesta, desde la frontera de Portugal, avanzando sobre la línea del Tajo hacia Madrid, teniendo enfrente el 1.er cuerpo de ejército del mariscal francés Victor que, tras algunas acciones de retaguardia, retiró su cuerpo de ejército tras la línea del río Alberche, a unos escasos seis kilómetros de la ciudad de Talavera de la Reina, siendo esta ocupada por las tropas aliadas que ya se enfrentaban a importantes problemas de abastecimiento. Wellesley, con la inteligencia que el cuerpo de Victor frente a ellos se hallaba aislado momentáneamente, vio la ocasión de atacar las posiciones imperiales ideando un movimiento envolvente por la villa de Cazalegas para la tarde del día 23 de julio, pero Cuesta pareció no compartir el audaz punto de vista de su aliado y fue más partidario de posponer el ataque al día siguiente.

La historiografía anglosajona de la llamada Peninsular War del s. XIX y principios del XX, representada, entre otros, por el entonces mayor general William F. P. Napier, el poeta Robert Southey o el historiador Charles Oman, descalificaron la conducta del general español Cuesta de las más burdas maneras, curiosamente sin coincidir ninguna de ellas y yendo desde la pretendida pereza o despreocupación por parte de Napier: «…, and when Sir Arthur came to arrange these with Cuesta, the latter was gone to bed!»I («…, y cuando Sir Arthur fue a acordarlos con Cuesta, ¡este ya se había acostado!».), las creencias religiosas por parte de Robert Southey: «So unaccountable was this conduct in Cuesta, that it has been supposed he scrupled at fighting upon a SundayII («Tan inexplicable fue esta conducta en Cuesta, que se ha supuesto que tenía reparos en luchar en domingo».) o la pretendida tozudez senil de Cuesta por parte de Oman en enturbiar la suerte de la campaña: «… by Cuesta’s inexplicable and perverse refusal to fight on July 23 upon the line of the AlbercheIII («… por la inexplicable y perversa negativa de Cuesta a luchar el 23 de julio en la línea del Alberche.»). Aún podríamos añadir un cuarto, el comandante de ingenieros inglés John T. Jones, que alude también en este caso a la frívola tozudez del «old gentleman«: «…, but General Cuesta, on the most frivolous pretences, determined to delay the action till the following day;«IV («…, pero el general Cuesta, con los pretextos más frívolos, decidió retrasar la acción hasta el día siguiente;»). Cabría también contemplar algunos ejemplos de historiadores españoles, como el conde de Toreno, que atribuye el fallo de acabar con Victor a la «inoportuna prudencia de Cuesta«V o Gómez de Arteche más comprensivo: «No por eso justificamos al general Cuesta que debió deferir á la generosa iniciativa de su colega para no perder la primera y mejor ocasión que se le presentaba de hallar sólo á su frente el l.er cuerpo de ejército francés, con el que acaso habría podido acabarse aquella tarde«VI.

Con la perspectiva que dan los años, las actitudes actuales y las investigaciones más recientes en las fuentes documentales, nadie mejor que Leopoldo Stampa para arrojarnos algo de luz sobre el «fallido» ataque aliado del 23 de julio de 1809 en la línea del Alberche…

I«History of the War in the Peninsula«, Tomo II, Filadelfia, 1842, pagina 21 – II«History of the Peninsular War«, Tomo III, Londres, 1828, páginas 402-403 – III«A History of the Peninsular War«, Vol. II, Oxford, 1903, página 492 – IV«Account of the War in Spain, Portugal and the South of France», Vol. I, Londres, 1821, página 222 – V«Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución de España«, Tomo III, Madrid, 1835, páginas 47-48 – VI«Guerra de la Independencia«, Tomo VI, Madrid, 1886, página 281.


Con el ejército hispano-británico en Talavera, el río Alberche era el único obstáculo que separaba a los contendientes. La decisión de entablar combate era ahora aliada y lo que debía decidirse no era un asunto menor. El mariscal Victor con el 1er Cuerpo de Ejército (tres divisiones además de otra división adicional de Caballería) se mantenía en observación enfrente, hasta que la unión del 4º Cuerpo de Sebastiani (tres divisiones y la división de caballería del general Merlin) a tres o cuatro días de marcha, pudiera producirse1. Cruzar el Alberche para atacar a las fuerzas francesas suponía una arriesgada maniobra que posiblemente tendría un desenlace muy sangriento. En la zona próxima al puente de tablas, que es la que era la determinada para que las fuerzas de Cuesta cruzasen a la otra orilla, el paso del río solo podía producirse vadeando el mismo río o por el puente de madera medieval sobre el Alberche o atravesando otros vados más arriba del puente.

Las semanas previas a esto que narramos, habían sido inusualmente húmedas y lluviosas para las fechas de verano. El Tajo había tenido una acometida por las aguas caídas, según comunicó Cuesta al Secretario Cornel con crecidas inusuales que causaron daños:

“Acabo de recibir noticia de que una avenida del Tajo ha inutilizado para algunos días el puente de barcas establecido en Almaraz …” 2.

El general Venegas, a escasos kilómetros de allí (cerca de Toledo), escribirá tres días después que el tiempo se había metido en agua en esa época:

“…llevamos tres días de continua lluvia como si fuese invierno”.

Y el Alberche, que en esa zona se juntaba con el Tajo, no resultaba vadeable:

“Individuos de la municipalidad de Talavera me habían asegurado que no estaba vadeable el Alberche” 3.

General Gregorio García de la Cuesta (a)
Arthur Wellesley como Mayor general en 1804 (b)

El Alberche, afluente del Tajo, posiblemente estaría en sus mismas condiciones y confluían ambos en las inmediaciones del puente. Los vados próximos a él, con la crecida de caudales de ambos ríos, le habían asegurado a Cuesta que estaban impracticables. Era conocido el viejo refrán talaverano:

“Si el Alberche y el Tajo se amistan, Talavera Dios te asista”

En cuanto al puente en sí, hay varias informaciones sobre su estructura y solidez. Un mes antes de esto que narro, el 6 de julio de 1809, uno de los oficiales de enlace británicos, el coronel Roche, había enviado una carta confidencial recogiendo los informes de los distintos espías enviados manifestando que estaba roto. Wellesley lo debía saber:

“…there is no Bridge over the Alberche but that broke down by the enemy” 4 .

Bien pudiera haber sido reparado desde entonces por los franceses, pero…

“no parecía en estado de transitar por él la artillería y como era mucha la que tenían los enemigos en la cabeza opuesta, se hacía muy difícil la empresa, en medio del día y con tropas la mayor parte nuevas” 5.

Independientemente de ello, el puente viejo o medieval, como se le conocía, era una obra muy estrecha y poco sólida6.

“Al fin de la citada vega se pasa el Alberche sobre puente de tablas; y aunque sus pilares son de fábrica, cada año hay que componerlo para evitar los males que en él suelen acaecer con frecuencia”.

Debemos recordar la esa debilidad, que era conocida y notoria, cuando se piensa en el riesgo que entrañaría el paso de carruajes y mucho más lo sería para el cruce de la pesada artillería española. En último extremo, debe suponerse que los franceses habrían terminado por deteriorarlo aún más tras su retirada.

El mariscal Claude-Victor Perrin (c)
Horace François Bastien Sébastiani de La Porta (d) 

El día 22 Wellesley, por su parte, ya había tomado la decisión de atacar a los franceses cruzando el Alberche por los vados de Cazalegas, situados aguas arriba del puente a una legua y media del punto donde se encontraba Cuesta, es decir a poco más de 7 kilómetros7 . Según las noticias estos pasos resultaban más practicables que los que estaban frente a Cuesta próximos al puente. La intención era desbordar la derecha de Victor al otro lado del río, de modo que Wellesley previó el ataque para el 24 de julio. En la noche del 22 al 23, informó a Cuesta que se proponía forzar el paso del río para envolver la derecha enemiga, para lo que solicitó la acción de Cuesta a través de los otros vados más próximos al puente de manera que el tratase de rodear la izquierda de Victor. El propio general Cuesta lo relata en su “Manifiesto”:

“Los ejércitos aliados procedieron a ocupar los puntos que respectivamente se habían propuesto, y bivaquearon (sic) toda la noche del 22 en la inmediación del Alberche, frente al ejército de Victor, que como se dijo antes tenía su quartel general en Cazalegas y ahora había reconcentrado sus fuerzas entre dicho puesto y la confluencia del Alberche con el Tajo, cuya posición acordé con el general Wellesley se reconociese en la mañana siguiente” 8.

El inglés lo tenía claro y al amanecer del 23, envió a las divisiones Sherbrooke y Mackenzie hacia Cazalegas. Pero en la zona de Cuesta la situación, como ya hemos visto, no era tan clara. Ese día 23 Cuesta y Wellesley reconocieron el terreno y conferenciaron como habían decidido la noche anterior.  

Posiciones aliadas e imperiales en la jornada del día 23, mapa basado en las fuentes consultadas y el mapa topográfico de 1886 (Hoja del MTN50). El frente se extendía en unos 10 kilómetros, aproximadamente. Las cifras suelen coincidir entre las fuentes, otorgando unos 25.000 hombres a Victor, unos 20.000 a Wellesley y unos 28-32.000 a Cuesta, como vemos con una proporción de 1:2 entre los dos bandos.

Relata el general Cuesta en su “Manifiesto9 , que de hecho son sus Memorias, centradas de manera muy singular en las batallas de Talavera y Almonacid,  que ese polémico día 23, en el que debía decidirse el ataque del ejército aliado para el 24, reconoció el terreno con Arthur Wellesley (futuro lord Wellington).

“Reconocida luego por el general inglés la parte del frente relativa a su ejército y el vado por donde podía pasar, a una legua más arriba del citado puente, vino a encontrarse conmigo a medio camino entre Talavera y el Alberche como a las once del día y me propuso que atacase al enemigo inmediatamente, pero opiné que debía diferirse hasta la madrugada siguiente” 10.

Y desde luego el tema de debate debió ser el puente sobre el Alberche y sus condiciones:

“Después de amanecido el 23 nos dirigimos ambos (Welleslley y Cuesta, como habían acordado la noche anterior) a la inmediación del puente de madera sobre el Alberche, desde donde se descubrían bocas de fuego y fuerzas que defendían el paso”.

Resulta esclarecedor el testimonio del teniente de Ingenieros Rice Jones11, un testigo ocular de la conferencia entre los dos generales:

“Al amanecer (del día 23) recorrí a pie el campamento británico, pero pasaron horas antes de que pudiera encontrar a mi criado. Inmediatamente monté en mi caballo al objeto de encontrar al coronel Fletcher quien me había nombrado ayudante suyo. Me uní a la columna que avanzaba con la esperanza de que pronto llegaría allí, pero al oír que estaba Sir Arthur Wellesley cerca del puente sobre el Alberche me dirigí a allí…”

Jones coincide con el momento en que se inician los reconocimientos del terreno, “al amanecer”, aunque se retrasase al no encontrar a su ayudante y se entretuviera buscando a su superiorel coronel Fletcher. No olvidemos que Rice Jones, como joven oficial de Ingenieros estaba a las órdenes inmediatas del coronel Fletcher, quien estaba al mando del exiguo Cuerpo de Reales Ingenieros británico. De manera que con todos esos vaivenes llegó algo tarde donde estaba ya reunido un grupo de oficiales cerca del puente sobre el Alberche, rodeando a los generales Cuesta y Wellesley que estaban conferenciando. Con ellos – según señala Rice Jones-  se encontraban, evidentemente Fletcher a quien Jones estaba buscando, el coronel Macdott y Samford Whittingham entre otros. Este último que era uno de los oficiales de enlace británicos en el ejército español, posiblemente actuase como intérprete entre Cuesta y Wellesley y Fletcher.

Imagen de enero de 2023, de los restos del viejo puente, del que aún subsisten los pilares, algunos reforzados con una camisa de ladrillos. (e)

Si el coronel Fletcher, Jefe de los Royal Engineers, se encontraba reunido con Cuesta y Wellesley en las proximidades del puente, no cabe duda que la discusión versaría sobre las condiciones estructurales del mismo, su estado para el paso de la artillería, carros de municiones

Rice Jones indica que:

“…reconocí las orillas del río con el coronel Macdott…”

Y Cuesta que:

[Se empleó toda] “esa tarde en un prolijo reconocimiento de la posición del enemigo y distribución de sus fuerzas” [y posiblemente en la viabilidad de los accesos para entablar el ataque].

Cuesta al final, impuso su criterio de no atacar a lo que se avino Wellesley. Cuando llegó Rice Jones al grupo de Wellesley:

“…le encontré (a Fletcher) conferenciando con Sir Arthur Wellesley y Cuesta…; cuando Sir Arthur montó a caballo me vi obligado a seguirle; se dirigió hacia el Ejército y les ordenó regresar al vivac que habían ocupado por la noche; el ataque se pospuso hasta el día siguiente”.

Obviamente Jones, que solo era un joven teniente, no se enteraría entonces directamente del contenido de la conversación, aunque es obvio que las órdenes que Wellesley dio de regresar al vivac, hablaban por si solas. No hace falta ser muy imaginativo para deducir que Fletcher comentaría a su subordinado las razones del aplazamiento del ataque. Rice Jones las resume en su “Diario”:

“Sir Arthur, sin embargo, pensó aplazar prudentemente el ataque hasta la mañana siguiente (del día 24); en particular, según se dijo, por deseo del General Cuesta (…) No me sorprendería que nos hubiese costado un gran número de hombres y dudo mucho que los españoles hubieran sido capaces de forzar el puente, ya que el enemigo había tenido mucho tiempo para prepararnos una calurosa recepción” 12.

En la sección de Additional Manuscripts de la Biblioteca Británica, dentro de su correspondiente serie, obtuve una copia de la carta que Wellesley remitió sobre el asunto del aplazamiento del ataque del día 23. Wellesley se la dirigió al Ministro Plenipotenciario Frere, que representaba al Reino Unido en ausencia del embajador. En el escrito ofrece su sincera opinión sobre el aplazamiento de ataque. Y lo hace de modo muy discreto, confidencial, para que no trascienda, He aquí el contenido:  

Wellesley to Frere. Talavera July 24th 1809. Private and Confidential

“…He (Cuesta) continued to lose the whole of yesterday in which although his troops were under Arms and some in March he did nothing, owing to the whimsical behavior of his disposition; but that omission I consider fortunate, as we have dislodged the French without a battle, in which the chances were not much in our favor13.

Este dato poco conocido y apenas desvelado en ningún libro de historia británica, es capital para interpretar correctamente los hechos. Tradicionalmente los historiadores que han estudiado el episodio del abortado paso del Alberche el día 23 de julio, culpan a Cuesta de la inacción. El estereotipo del relato siempre suele ser el mismo, de acuerdo con el cual el general Cuesta pretextando unas vagas excusas e incluso estando ausente del terreno, deja en la estacada al Ejército británico que estaba dispuesto a lanzarse sobre las fuerzas francesas al otro lado del Alberche.

Cuesta failed to co-operate”; “Cuesta refused to attack because it was a Sunday”; “Cuesta failed to appear”; “…could not get any agreement from the testy old Cuesta” y todo tipo de sandeces de ese estilo. Todo ello pertenece al mundo de la leyenda tergiversada y maliciosa. No se investiga; se leen dos capítulos de Napier y tres párrafos de Oman y nada más. Aunque, eso sí, se pontifica con afirmaciones rotundas como si el autor de este tipo de frases hubiera estado presente el 23 de julio en Talavera.

El mencionado aplazamiento del paso del río por parte del ejército combinado ha sido utilizado sistemáticamente como pieza de convicción por los historiadores y comentaristas británicos y como arma arrojadiza para justificar el abandono de las operaciones por parte de Wellesley, una vez informado de la derrota austríaca en Wagram y armisticio de Znaïm, que ponía fin a la estrategia trazada entre Londres y Viena en el mes de junio, de distraer fuerzas francesas del frente central creando tres operaciones de distracción en la periferia continental europea (Sicilia, Walcheren y Extremadura-Toledo, amenazando Madrid), pero esa es otra cuestión…

Al enterarse más tarde de la polémica suscitada por Wellesley, Cuesta se extrañó que el general británico hubiera querida atacar sin reconocer el terreno. Y lo dijo y lo escribió:

“Yo no vi ni supe que Sir Arthur Wellesley ansiase por atacar al enemigo el día veinte y tres sin reconocerle antes en la orilla izquierda del Alberche” 14.

El general Cuesta, como el propio Welleslley y el alférez Aitchison, se alegró también de que ese ataque improvisado se hubiera suspendido:

“Lo cierto es que me alegré después de haberlo omitido en aquel día, puesto que por la noche se retiraron los enemigos y evitaron al ejército un combate que hubiera sido sangriento, pues era preciso forzar el puente, cuya cabeza opuesta estaba bien guarnecida de artillería” 15.

La situación aproximada en el mapa en los días previos al intento de ataque del día 23 de julio. Tras la suspensión del ataque, Cuesta se arriesgó en perseguir en solitario a Victor el día 24, pero las fuerzas de Sebastiani y José I ya se habían unido a Victor el día 26, y chocarían con los españoles en Torrijos, sin poder contar con el concurso de Venegas, que había fracasado en el seguimiento de Sebastiani desde La Mancha.

En resumen:

Cierto es que la superioridad numérica aliada en ese momento era evidente, y eso fue lo que le empujó a Wellesley a proponer un ataque inmediato, pero para hacer valer esa ventaja numérica era fundamental la capacidad de una acometida conjunta y coordinada hispano-británica cruzando el río, que por parte de las fuerzas de Cuesta se anunciaba complicado. La posición de Wellesley en los pasos vadeables de Cazalegas era mucho mejor. Había elegido la porción más grande y sabrosa de la tarta, pero Cuesta se habría enfrentado a un desastre que hubiera incidido más tarde sobre las unidades de Wellesley.

Las unidades de Cuesta hubieran tenido un cruce del río imposible. Después de un paso complicado a través de un estrecho puente medieval, cuya estructura y fundamentos pueden verse hoy día porque eran y son de piedra16. En una de las últimas reparaciones que tuvo, se le agregó un refuerzo de ladrillo. Una vez que las fuerzas y las piezas de la artillería española hubieran accedido al estrecho puente, deberían haber marchado sobre una superficie que entonces no se asentaba sobre un armazón y tablado firme (se quisiera o no, era el único paso obligado para la artillería), y terminado de atravesarlo, les esperaban defendiendo la otra ribera las piezas de las baterías de artillería de Victor, enfilándoles. 

El vadeo de los pasos próximos al puente hubiera sido igualmente penoso para los batallones de Infantería de Cuesta, al hacerlo a través de unos pasos del río poco transitables. Mucho más peligroso hubiera sido el desenlace del cruce del río, pues su única salida era desembocar en un enorme llano, en la zona conocida como Las Vegas, donde además de la artillería francesa en espera, la caballería francesa, inferior en número, pero superior en calidad a la hispano-británica, hubiera cosechado ventajas evidentes.

Por eso me complace comprobar que el mismo Wellesley coincide con esta opinión, reconociendo que la acción del 23, preparada la víspera y que él mismo quiso ejecutar a todo trance hasta que mantuvo la conversación con Cuesta, habría dado lugar a una batalla“in which the chances were not to much in our favor”, y estimó la decisión de no haber atacado “fortunate”. Eso sí, en carta privada y confidencial.

El reconocimiento del terreno de Cuesta “con el general Wellesley”, aconsejó variar el plan inicial, pero Wellesley no informó de los detalles y de las razones específicas por las que el ataque se pospuso cuando remitió su informe al Secretario de Guerra, Castlereagh. Simplemente mencionó lo siguiente:

“Las columnas se formaron ayer para atacar aquella posición, pero se difirió el ataque hasta esta mañana según deseo del general Cuesta” 17.

Posiblemente era más práctico no dar explicaciones a Castlereagh de por qué se había tenido que modificar su idea inicial de un ataque al no haber valorado suficientemente las circunstancias adversas del terreno.

El mismo día 23 de julio, escribió una carta el Secretario Cornel, equivalente a lo que sería hoy día el Ministro de Defensa18:

“He gastado la mañana en reconocer con el general Wellesley la posición del enemigo, que ha reunido sus fuerzas a la otra orilla del Alberche, determinado a defender el paso. Nosotros hemos resuelto atacarlo mañana al romper el día y esta noche he destacado mi 5ª división con 300 caballos para el vado de Cardiel (…) para que pasen el río al amanecer y ataquen al enemigo por el flanco derecho mientras que los ingleses y españoles pasan por otros vados y le atacan por todo el frente”.

Con un cambio de planes, el general Cuesta y Wellesley decidieron, al día siguiente utilizar esta vez los vados de Cazalegas y otros y olvidarse del puente, para ir contra los franceses, al día siguiente. Pero fue tarde. Las fuerzas de Victor se habían retirado. Así lo relató el alferez Aitchison:

“Sin embargo de nuevo nos pusimos sobre las armas a las cuatro y media de la mañana del veinticuatro. Varias columnas, españolas y británicas, llagaron de nuevo a sus bases de partida para el ataque, pero ahora no se divisaba ningún enemigo, los centinelas se habían retirado al aproximarse nuestra División de vanguardia; el Ejército español cruzó el Alberche en su persecución e igualmente lo hicieron los Dragones británicos y una división de infantería, pero a todos los británicos se les dio la orden de hacer alto” 19.

El día 25 el 1er Cuerpo de Ejército del mariscal Victor se unió al 4º  Cuerpo de Ejército del general Sebastiani en Toledo. Se terminó la inferioridad francesa, y les dieron dos sustos a los aliados, el día 26 en Torrijos-Alcabón a Cuesta y el 27 en Salinas a Wellesley.

Leopoldo Stampa, Sotogrande 4 de agosto de 2025


  1. La unión de ambos cuerpos de Ejército tuvo lugar el día 25 de julio en Toledo ↩︎
  2. Carta del general Cuesta a Cornel el 23 de julio de 1809. ↩︎
  3. Gregorio García de la Cuesta. “Manifiesto que presenta a la Europa el capitán general de los Reales Egércitos Don Gregorio García de la Cuesta sobre sus operaciones militares y políticas desde el mes de junio de 1808 hasta el 12 de agosto en que dejó el mando del egército de Estremadura”. Imp. Miguel Domingo (Palma de Mallorca 1811).  Pág. 58. ↩︎
  4. Carta del coronel Roche al general Wellesley. Casas del Puerto de Miravete 6 de julio de 1809. Wellington Papers WPI Vol. I /267/26. University of Southampton. “No hay mas puente sobre el Alberche que el que ha roto el enemigo↩︎
  5. Cuesta. Vid. Supra. ↩︎
  6. Antonio Ponz. “Viaje por España”. 1748 ↩︎
  7. La legua equivalía a 4,8 kilómetros. ↩︎
  8. Ibidem. ↩︎
  9. Cuesta. Vid. Supra Nota a pie de la pág. 58 ↩︎
  10. Vid. Supra. Pág 57. ↩︎
  11. Rice Jones. “An Engineer under Wellington in the Peninsula: The Diary and Correspondence of Lieutenant Rice Jones during 1808-9-10-11-12”. Pág. 34. Ed Shore Cambridge 1986. ↩︎
  12. Rice Jones. Vid. Supra. Pág. 34 ↩︎
  13. Additional Manuscripts (Add. Mss) 37286. 24 july 1809.  British Library. London.
    “De Wellesley a Frere. Talavera 24 de julio de 1809. Privada y Confidencial”.
    “Todo el día de ayer (Cuesta) continuó malgastándolo y a pesar de que sus tropas estaban sobre las armas y algunas en marcha, no hizo nada, debido al caprichoso comportamiento de su temperamento; pero esta omisión la considero afortunada porque hemos desalojado a los Franceses sin dar una batalla en las que las posibilidades no estaban mucho en nuestro favor”. ↩︎
  14. Cuesta. Vid. Supra. Pág. 90 ↩︎
  15. Idem. ↩︎
  16. Aunque el puente está en ruinas y solo queden en pie dos ojos del mismo. ↩︎
  17. Wellesley a Castlereagh, Talavera 24 de julio de 1809. ↩︎
  18. Servicio Histórico Militar (actual Centro Cultural de la Defensa). Madrid. “El Español” Blanco White. Colección documental del Fraile. Vol. 435. Conteniendo la carta del general Cuesta al ministro Cornel. Talavera de la Reina 23 de julio de 1809. ↩︎
  19.  J. Aitchison. “An Ensign in the Peninsular War. The Letters of John Aitchison”. Ed. Thompson. Pág.53. London 1981. ↩︎

Imágenes:

a – Por Casona de Tudanca – Retrato del general Gregorio García de la Cuesta en su casa natal en Tudanca, Cantabria (España), Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=114501534

b – By Robert Home – one or more third parties have made copyright claims against Wikimedia Commons in relation to the work from which this is sourced or a purely mechanical reproduction thereof. This may be due to recognition of the «sweat of the brow» doctrine, allowing works to be eligible for protection through skill and labour, and not purely by originality as is the case in the United States (where this website is hosted). These claims may or may not be valid in all jurisdictions.As such, use of this image in the jurisdiction of the claimant or other countries may be regarded as copyright infringement. Please see Commons:When to use the PD-Art tag for more information., Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6363213

c – Di Sconosciuto – http://www.virtualarc.com/officers/victor/, Pubblico dominio, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=20599888

d – By Jean-Joseph-François Tassaert – Unknown source, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2044251

e – https://maps.app.goo.gl/vGfg1BxzRgQ4CNZL6 (Imagen de Tatogamer85)


Leopoldo Stampa Piñeiro nació en Valladolid el 27 de mayo de 1949. Es Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, Diplomado en Estudios Internacionales en la Escuela Diplomática y Diplomático de carrera por oposición. Ha estado destinado como Primer Secretario de Embajada en las embajadas de Hungría (1976-1980); Representación en la OTAN, Bruselas (1982-1986); y como Consejero de Embajada en el Consulado de Houston (EEUU) en calidad de Cónsul General (1997-1998). En España desempeñó los cargos de Consejero de Asuntos Internacionales del Ministro de Defensa (1986-1989). Fue Director General de Política Exterior para América del Norte y Asia en el Ministerio de Asuntos Exteriores (1995-1997) y Director General de Relaciones Institucionales del Ministerio de Defensa (2004-2007). Ha sido Embajador de España en la República de Indonesia (1989-1993) y en la República de Singapur (1992-1993), representó a España como Embajador en Viena en la Conferencia de Seguridad en Europa (1993-1995) y Embajador en la República Islámica de Irán en dos ocasiones (2000-2004) y (2008-2011). Ascendió por Real Decreto a la categoría máxima en el escalafón diplomático como Embajador de España en 2016. Posee la Gran Cruz del Mérito Militar y la Gran Cruz del Mérito Naval con distintivo blanco, entre otras condecoraciones.

Es autor de varios títulos, como «Spain and the Moluccas. Galleons around the World» (Yakarta 1993), «Pólvora, plata y boleros» (Madrid 2011), «La batalla de Almonacid» (Madrid 2011), «La batalla de Medina de Rioseco» (Madrid 2018), «Los galeones de las especias» (Madrid 2020), «España y Persia. Relato indefinible de algunos trazos de si historia diplomática (1572-1986)» (Madrid  2022) y asimismo es coautor «Regimiento de Pavía. 500 años de historia» junto con Julio Albi (Madrid 1984), «Campañas de la Caballería española en el siglo XIX«, junto con Julio Albi (Madrid 1986), «Un eco de clarines. La Caballería española» junto con Julio Albi y Manuel Silvela (Madrid 1993), «La crisis de una alianza. la campaña del Tajo de 1809» junto con Juan José Sañudo (Madrid 1996), «Napoléon et la Campagne d´Espagne. 1807-1814» junto con Jean Tranié y J. C. Carmignani (París 1998), «Modern studies on the War in Spain and Portugal. 1808-1814» (Londres 1999), «La Guardia Real en su historia» (Madrid 2004) y»Batallas campales en 1808» junto a Juan José Sañudo (2008).

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