La Guerra Peninsular: La guerra marítima de Napoleón, por Kenneth G. Johnson

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A menudo cuando se estudia la Guerra de la Independencia de España el elemento naval se trata en un plano secundario o menor dando más énfasis a las operaciones militares terrestres y a las batallas campales. Este enfoque es a todas luces incompleto, por cuanto la península con sus miles de kilómetros de costa era un elemento fundamental en el aprovisionamiento de materiales, suministros armas y transporte de tropas, en el hostigamiento a los enclaves ocupados por el enemigo y en la estrategia naval en el Mediterráneo y Atlántico en el conflicto entre las grandes potencias de la época.

Kenneth G. Johnson en este artículo (que amablemente nos ha permitido traducir) nos lo recuerda, como arranque del mismo y punto fundamental de su narrativa, el tener en cuenta que la guerra de Independencia tuvo su génesis en la ocupación encubierta de España por las tropas imperiales francesas uno de cuyos objetivos principales era ocupar los principales puertos españoles e intentar liberar a lo que quedaba de la escuadra francesa que se hallaba refugiada en Cádiz, tras la derrota de Trafalgar.

LA GUERRA MARÍTIMA DE NAPOLEÓN EN LA PENÍNSULA

El renovado interés en la brutal guerra de guerrillas durante la Guerra de Independencia española, gracias en parte a las guerras en Irak y Afganistán, ha llevado a un resurgimiento en los estudios académicos, que han examinado temas que van desde los orígenes sociales de la guerrilleros españoles a la eficacia de las tácticas francesas de contrainsurgencia.1 Mientras tanto, el duque de Wellington atrae continuamente la fascinación de los historiadores anglófilos.2 Sin embargo, el enfoque en la campaña de Wellington y la guerrilla española ha creado un retrato incompleto de la guerra. Con ganas de representar la expedición británica a la Península Ibérica o el ascenso de la insurgencia española, los historiadores con demasiada frecuencia pasan por alto los orígenes de la guerra, por lo que pasan por alto su influencia en la fase inicial de la guerra. Se debe recordar que Napoleón invadió la Península Ibérica principalmente como parte de su guerra marítima contra Gran Bretaña y que muchos de los iniciales movimientos de tropas franceses tenían como objetivo asegurar Portugal
y los activos navales de España. Además, incluso después del fracaso inicial de Napoleón, la Guerra Peninsular siguió siendo en parte una guerra marítima, ya que las armadas jugaron un papel papel importante en el suministro de los ejércitos británicos y franceses.

Le regain d’intérêt pour la guérilla brutale pendant la guerre d’Espagne, en partie grâce aux guerres en Irak et en Afghanistan, a conduit à une résurgence des études universitaires, qui ont examiné des sujets allant des origines sociales des guérilleros à l’efficacité des tactiques françaises de contre-insurrection.1 Pendant ce temps, le duc de Wellington attire continuellement la fascination des historiens anglophiles.2 Cependant, l’accent mis sur la campagne de Wellington et la guérilla espagnole a créé un portrait incomplet de la guerre. Désireux de décrire l’expédition britannique dans la péninsule ibérique ou la montée de l’insurrection espagnole, les historiens négligent trop souvent les origines de la guerre, négligeant ainsi son influence sur la première phase de la guerre. Il faut se rappeler que Napoléon a envahi la péninsule ibérique principalement dans le cadre de sa guerre maritime contre la Grande-Bretagne et que bon nombre des premiers mouvements de troupes françaises visaient à sécuriser le Portugal et les actifs navals de l’Espagne. De plus, même après l’échec initial de Napoléon, la guerre de la Péninsule est restée en partie une guerre maritime, car les marines ont joué un rôle important dans le ravitaillement des armées britanniques et françaises.

La pérfida «Albion» había dominado durante mucho tiempo los planes estratégicos de Napoleón. Con la firma del Tratados de Tilsit en julio de 1807 y el final de la Cuarta Coalición, Napoleón fue capaz de volver su atención del Continente y volver a su enfoque de su incesante enemigo al otro lado del Canal. En efecto, Incluso antes de la batalla de Friedland, Napoleón había informado a su Ministro de Marina, Denis Decrès, que: «Todo me lleva a creer que la guerra en el continente se acabó. Ahora se debe hacer todo lo posible para la Armada«.3 Si bien la campaña naval de 1805 culminó en el desastre frente al Cabo Trafalgar, Napoleón no había perdido la esperanza de renovar la campaña naval contra Gran Bretaña. De hecho, muchos de los diseños estratégicos de Napoleón de 1807 a 1808 fueron dirigido específicamente a aumentar las fuerzas navales a su disposición. En una carta a su hermano Luis en abril 1808, Napoleón presentó un análisis preciso de la guerra naval llevada hasta entonces. Mientras que las potencias continentales de Europa «también tenían colonias y un comercio marítimo estaban desunidas; Inglaterra había luchado con sus Armadas por separado; ha triunfado en todos los mares; todas las armadas han sido destruidas. Rusia, Suecia, Francia, España, que poseen tantos medios para tener barcos y marineros, no se atreven a aventurar una escuadra fuera de sus puertos.» Incluso si una «coalición de potencias marítimas» pudiera formarse, Napoleón pensó que era «imposible» mantenerse debido a «distancias y diferencias en intereses nacionales«.4 Por lo tanto, las maniobras de Napoleón para expandir el Imperio francés y su control sobre los aliados pueden verse en gran parte como su plan para unir a los armadas de la Europa continental bajo su mando directo, además de ampliar el alcance del sistema de embargos de Napoleón conocido como el Sistema Continental. Con su hermano Louis gobernando
Holanda y una alianza establecida con Rusia, Napoleón centró su atención en Dinamarca, los estados italianos, Portugal y finalmente España.

La perfide « Albion » a longtemps dominé les plans stratégiques de Napoléon. Avec la signature des traités de Tilsit en juillet 1807 et la fin de la Quatrième coalition, Napoléon a pu détourner son attention du continent et se concentrer sur son ennemi implacable d’outre-Manche. En effet, avant même la bataille de Friedland, Napoléon avait fait savoir à son ministre de la Marine, Denis Decrès, que: «Tout porte à croire que la guerre du Continent est finie. Tout doit maintenant être fait pour la Marine».3 Bien que la campagne navale de 1805 se soldant par un désastre au large du cap Trafalgar, Napoléon n’avait pas abandonné l’espoir de renouveler la campagne navale contre la Grande-Bretagne. En fait, de nombreuses conceptions stratégiques de Napoléon de 1807 à 1808 visaient spécifiquement à augmenter les forces navales à sa disposition. Dans une lettre à son frère Louis en avril 1808, Napoléon présente une analyse précise de la guerre navale menée jusqu’alors. Alors que les puissances continentales de l’Europe «avaient aussi des colonies et un commerce maritime étaient désunies; l’Angleterre avait combattu avec ses marines séparées ; elle a triomphé sur toutes les mers ; toutes les marines ont été détruites. La Russie, la Suède, la France, l’Espagne, qu’elles ont tant beaucoup de moyens d’avoir des navires et des marins, ils n’osent pas risquer une flotte hors de leurs ports.» Même si une «coalition des puissances maritimes» pouvait être formée, Napoléon pensait qu’il était «impossible» de tenir en raison des «distances et des différences d’intérêts nationaux«.4 Ainsi, les manœuvres de Napoléon pour étendre l’Empire français et son contrôle sur les Alliés peuvent être considéré en grande partie comme son plan d’unir les marines de l’Europe continentale sous son commandement direct, ainsi que d’étendre la portée du système d’embargos de Napoléon connu sous le nom de système continental. Avec son frère Louis au pouvoir en Hollande et une alliance établie avec la Russie, Napoléon tourna son attention vers le Danemark, les États italiens, le Portugal et enfin l’Espagne.

La derrota en la batalla de Trafalgar (21/10/1805) selló el destino de la flota franco-española y de los intentos de Napoleón de disputarle a corto plazo el dominio de las costas europeas a la Royal Navy. (c)
La défaite à la bataille de Trafalgar (21/10/1805) scelle le sort de la flotte franco-espagnole et les tentatives de Napoléon de défier la Royal Navy pour le contrôle des côtes européennes à court terme. (b)

Con su sustancial armada, Dinamarca se vio envuelta rápidamente en esta renovada guerra naval. Atrapada entre las crecientes demandas tanto de Gran Bretaña como de Francia, Dinamarca intentó permanecer neutral; un arreglo, sin embargo, que no complació a ninguno de los beligerantes. Ya asustado por la perspectiva de que la flota danesa cayera en manos de Napoleón, el gabinete británico convenció al rey Jorge III a mediados de julio de 1807 para que autorizara una expedición para vigilar Copenhague y posiblemente tomar la ciudad si fuera necesario. El 26 de julio, el almirante James Gambier partió hacia Copenhague con 17 barcos más numerosos barcos más pequeños que transportaban alrededor de 18.000 soldados.5 Mientras tanto, el 31 de julio, Napoleón ordenó a su ministro de Relaciones Exteriores, Charles de Talleyrand, que presionara a Dinamarca «tienen que elegir entre hacer la guerra contra Inglaterra o contra mí«.6 Mientras que los daneses rechazaron las demandas británicas y francesas, los británicos tomaron la iniciativa lanzando un ataque preventivo el 16 de agosto sin una declaración formal de guerra.7 Cuando los informes del ataque llegaron a Napoleón, ofreció asistencia militar a Dinamarca, pero no se preocupó de inmediato ya que «una ciudad tan grande y fortificada [como Copenhague] no será tomada en dos meses, y el hielo proporcionará los medios para asegurarla«.8 Sin embargo, después de resistir solo varios días de bombardeo, los daneses se rindieron. Como parte de los términos, los daneses entregaron su flota a los británicos. Si bien los británicos consideraron que solo 4 de los 15 barcos de línea daneses merecían ser reparados, esto fue de poco consuelo para Napoleón. Incluso si la mayoría de los barcos necesitaran reparaciones importantes, Napoleón podría haber usado su propia existencia para atar un número igual de barcos británicos al Báltico. Un golpe importante adicional fue la pérdida de más de 20.000 toneladas de pertrechos navales muy necesarios, incluidos troncos y mástiles que a menudo escaseaban en Francia.9 Según Joseph Fouche, Ministro de Policía de Napoleón, la noticia de este evento llevó a Napoleón a una «rabia violenta» que no se había visto desde el asesinato del zar Pablo I que había echado a perder las esperanzas de Napoleón de un acercamiento a Rusia.10

Avec sa marine substantielle, le Danemark a été rapidement entraîné dans cette nouvelle guerre navale. Pris entre les demandes croissantes de la Grande-Bretagne et de la France, le Danemark a essayé de rester neutre; un arrangement, cependant, qui ne plaisait à aucun des belligérants. Déjà effrayé par la perspective que la flotte danoise tombe aux mains de Napoléon, le cabinet britannique convainc le roi George III à la mi-juillet 1807 d’autoriser une expédition pour jalonner Copenhague et éventuellement prendre la ville si nécessaire. Le 26 juillet, l’amiral James Gambier partit pour Copenhague avec 17 navires et de nombreux navires plus petits transportant environ 18.000 soldats.5 Entre-temps, le 31 juillet, Napoléon ordonna à son ministre des affaires étrangères, Charles de Talleyrand, de faire pression sur le Danemark «ils doivent choisir entre faire la guerre contre l’Angleterre ou contre moi.»6 Tandis que les Danois rejetaient les demandes britanniques et françaises, les Britanniques prirent l’initiative en lançant une frappe préventive le 16 août sans déclaration formelle de guerre.7 Lorsque les rapports de l’attaque parvinrent à Napoléon, il offrit une assistance militaire au Danemark, mais ne fut pas immédiatement inquiété car «une ville aussi grande et fortifiée [comme Copenhague] ne sera pas prise avant deux mois, et la glace fournira les moyens de la sécuriser«.8 Cependant, après avoir résisté seulement plusieurs jours de bombardement, les Danois se sont rendus. Dans le cadre des conditions, les Danois ont remis leur flotte aux Britanniques. Alors que seuls 4 des 15 navires de ligne danois ont été jugés par les Britanniques comme méritant d’être réparés, cela n’a guère réconforté Napoléon. Même si la plupart des navires avaient besoin de réparations majeures, Napoléon aurait pu utiliser son existence même pour attacher un nombre égal de navires britanniques à la Baltique. Un coup dur supplémentaire a été la perte de plus de 20.000 tonnes de stocks navals indispensables, y compris des troncs et des mâts qui étaient souvent rares en France.9 Selon Joseph Fouché, ministre de la Police de Napoléon, la nouvelle de cet événement a conduit Napoléon à une «rage violente» inédite depuis l’assassinat du tsar Paul Ier qui avait anéanti les espoirs de Napoléon d’un rapprochement avec la Russie.10

«La noche más terrible». Vista de Kongens Nytorv en Copenhague durante el bombardeo inglés de Copenhague por la noche entre el 4 y el 5 de septiembre de 1807. (c)
«La nuit la plus terrible». Vue de Kongens Nytorv à Copenhague pendant le bombardement anglais de Copenhague la nuit du 4 au 5 septembre 1807. (c)

La estrategia marítima de Napoleón también tenía como objetivo expandir la presencia naval francesa en el Mediterráneo, particularmente a lo largo de la península italiana. A principios de julio de 1807, Napoleón informó a su hijastro y virrey del Reino de Italia, Eugene Beauharnais, que «la guerra continental probablemente terminará pronto«, recomendando que se impulsara la construcción naval para tener fuerzas suficientes «para controlar el Adriático«.11 Sin embargo, Napoleón tenía la mirada puesta más allá, ya que planeó anexionar toda la costa del Adriático de los Estados Pontificios para el Reino de Italia, extendiendo así su costa hasta llegar al Reino de Nápoles.12 En particular, Napoleón estaba interesado en el puerto de Ancona mientras buscaba determinar cuántos barcos cabían en el puerto.13 Las tropas francesas e italianas rápidamente se apoderaron de la costa del Adriático de los Estados Pontificios en noviembre de 1807, como precursor de la anexión formal al Reino de Italia en abril de 1808.14

La stratégie maritime de Napoléon visait également à étendre la présence navale française en Méditerranée, notamment le long de la péninsule italienne. Début juillet 1807, Napoléon informe son beau-fils et vice-roi du royaume d’Italie, Eugène Beauharnais, que «la guerre continentale sera probablement bientôt terminée», recommandant de faire avancer la construction navale afin de disposer de forces suffisantes «pour tenir l’Adriatique».11 Cependant, Napoléon avait d’autres vues, car il envisageait d’annexer toute la côte adriatique des États pontificaux au royaume d’Italie, étendant ainsi son littoral jusqu’au royaume de Naples.12 En particulier, Napoléon était intéressé dans le port d’Ancône alors qu’il cherchait à déterminer combien de navires le port pouvait contenir.13 Les troupes françaises et italiennes s’emparèrent rapidement de la côte adriatique des États pontificaux en novembre 1807, précurseur de l’annexion formelle au Royaume d’Italie en avril 1808.14

Federico VI de Dinamarca (1d)
Jean A. Junot (2d)
Eugène de Beauharnais (3d)

En la costa occidental de Italia, Napoleón estaba igualmente ocupado. En mayo de 1808, Napoleón ordenó la anexión del Reino de Etruria, un estado cliente de Francia que había sido creado en la Toscana en 1801. Napoleón sintió que incorporar este territorio era necesario para «aumentar nuestra costa y, por lo tanto, el número de nuestros marineros«. Además, esto también pondría una zona de seguridad alrededor del puerto de La Spezia, que Napoleón ordenó transformar en un puerto militar igual a Tolón.15 Para facilitar el establecimiento de este nuevo puerto, todas las instalaciones navales de Génova serían transferidas a La Spezia. La ubicación central de este puerto facilitó la importación de madera de las montañas de los Apeninos y otros recursos de Livorno. Napoleón quería que este puerto fuera capaz de construir 3 barcos y 2 fragatas a la vez.16 De hecho, Napoleón imaginó que La Spezia eventualmente reemplazaría a Tolón como principal puerto militar de Francia en el Mediterráneo.17 Así, Napoleón extendió su control a casi toda la costa italiana a lo largo de los mares Mediterráneo y Adriático. Cuando se ve en este contexto más amplio, es difícil descartar los intereses navales de Napoleón como un factor principal para atraer a Francia a la Guerra Peninsular. Si bien la extensión del Sistema Continental sirvió como justificación para el ataque a Portugal, Napoleón también estaba interesado en obtener el control de los recursos marítimos de Portugal, en particular de su flota.18 Los historiadores han desestimado la importancia de la armada portuguesa, afirmando que «la mayoría de sus barcos de línea eran meros «4ª clase».19 De hecho, la armada portuguesa en Lisboa constaba de siete barcos armados con 74 cañones o más y cuatro barcos con 64 cañones o menos.20 Si bien no era tan sustancial como la flota danesa que se rindió recientemente, incluso los expertos navales británicos contemporáneos elogiaron a la marina portuguesa, cuya construcción era «igual, si no superior a la británica«.21 La plétora de órdenes de Napoleón al general Jean-Andoche Junot, comandante de la invasión de Portugal, le reclamaban continuamente el asegurar la flota portuguesa en Lisboa.22 Según Napoleón, «Tu misión será perfectamente hermosa si puedes capturar la flota«.23 Con este fin, Napoleón envió un contingente de varios cientos de oficiales navales franceses y artilleros para tripular rápidamente los barcos portugueses capturados.24 Escapando por poco del avance de los ejércitos francés y español, la familia real portuguesa huyó hacia la seguridad de Brasil el 29 de noviembre de 1807 a bordo de 8 barcos de línea, 4 fragatas y muchos barcos más pequeños.25 Al entrar en Lisboa al día siguiente, Junot descubrió que los portugueses habían dejado atrás solo 4 barcos y 5 fragatas.26 Con varios de ellos en estado ruinoso y sin posibilidad de reparación, los franceses finalmente salvaron solo dos barcos de 74 cañones y 3 fragatas.27 Una vez más, los esfuerzos de Napoleón para expandir rápidamente su armada mediante la captura de una armada extranjera habían sido frustrados una vez más.

Sur la côte ouest de l’Italie, Napoléon était également occupé. En mai 1808, Napoléon ordonna l’annexion du royaume d’Étrurie, un État client français qui avait été créé en Toscane en 1801. Napoléon estimait que l’incorporation de ce territoire était nécessaire pour «augmenter notre côte, et donc le nombre de nos marins«. De plus, cela mettrait également une zone de sécurité autour du port de La Spezia, dont Napoléon ordonna la transformation en un port militaire égal à Toulon.15 Pour faciliter l’implantation de ce nouveau port, toutes les installations navales de Gênes seraient transférées à La Spezia. L’emplacement central de ce port facilitait l’importation de bois des montagnes des Apennins et d’autres ressources de Livourne. Napoléon voulait que ce port soit capable de construire 3 navires et 2 frégates à la fois.16 En fait, Napoléon prévoyait que La Spezia finirait par remplacer Toulon en tant que principal port militaire français en Méditerranée.17 Ainsi, Napoléon étendit son contrôle à presque la toute la côte italienne le long des mers Méditerranée et Adriatique. Vu dans ce contexte plus large, il est difficile de rejeter les intérêts navals de Napoléon comme un facteur primordial pour attirer la France dans la guerre péninsulaire. Alors que l’étendue du système continental a servi de justification à l’attaque contre le Portugal, Napoléon était également intéressé à prendre le contrôle des ressources maritimes du Portugal, en particulier sa flotte.18 Les historiens ont rejeté l’importance de la marine portugaise, déclarant que «la plupart de leurs les navires de ligne n’étaient que de la «4e classe»».19 En fait, la marine portugaise à Lisbonne se composait de sept navires armés de 74 canons ou plus et de quatre navires de 64 canons ou moins.20 Bien qu’elle ne soit pas aussi importante que la flotte danoise récemment rendue, même les experts navals britanniques contemporains ont fait l’éloge de la marine portugaise, dont la construction était «égale, sinon supérieure, à celle des Britanniques«.21 La pléthore d’ordres de Napoléon au général Jean-Andoche Junot, commandant de l’invasion du Portugal, l’appelait continuellement pour sécuriser la flotte portugaise à Lisbonne.22 Selon Napoléon, «Votre mission sera parfaitement belle si vous pouvez capturer la flotte«.23 À cette fin, Napoléon envoya un contingent de plusieurs centaines d’officiers de marine et d’artilleurs français pour équiper rapidement les navires portugais capturés.24 Échappant de peu à l’avancée des armées françaises et espagnoles, la famille royale portugaise s’enfuit vers la sécurité du Brésil le 29 novembre 1807 à bord de 8 navires de ligne, 4 frégates et de nombreux navires plus petits.25 Entrant à Lisbonne le lendemain, Junot découvre que les Portugais n’ont laissé derrière eux que 4 navires et 5 frégates.26 Avec plusieurs d’entre eux dans un état de délabrement irréparable, les Français n’ont finalement sauvé que deux navires de 74 canons et 3 frégates.27 Encore une fois, les efforts de Napoléon pour étendre rapidement sa marine en capturant une marine étrangère avaient été ratés une fois de plus.

«Vista del puerto de Lisboa. Tomada desde el centro del puerto, entre el monte Santa Catalina y el pueblo de Almada, a bordo del buque de guerra San Sebastián.” (1788), por Alexandre Jean Noël. (e)
Vue du Port de Lisbonne Selon le titre, elle a été prise «du centre du port, entre le mont Sainte-Catherine et le village d’Almada, à bord du navire de guerre Saint-Sébastien.» (1788), par Alexandre Jean Noël(e)

Ya descontento con las maquinaciones de Godoy, Carlos IV y el príncipe Fernando, la decisión de Napoleón de derrocar a la monarquía borbónica española se basó también en su deseo de controlar los activos navales de España. Teniendo en cuenta el descontento verbal de Napoleón con los retrasos menores en su programa de construcción naval en los puertos franceses, italianos y holandeses, la absoluta escasez de cualquier actividad vigorosa en los puertos españoles debe haber sido exasperante. Al justificar la guerra, Napoleón vio a España como:

«mal gobernada, sirviendo mal o nada a la causa de Francia contra Inglaterra. Su armada está descuidada; apenas se pueden contar varios barcos en sus puertos y están en las peores condiciones. Los almacenes carecen de provisiones; los trabajadores y marineros no están pagados. En los puertos no se realizan reparaciones, construcciones ni armamentos. El desorden más horrible reina en todas las ramas de la administración».

Acusando a España de «abandonar su armada«, Napoleón se enojó porque «la situación en España comprometía la seguridad de Francia y el destino de la guerra contra Inglaterra. El país europeo que ofrece los mayores medios marítimos es el que menos tiene«.28 Napoleón creía que una vez bajo su control, España podría concentrar todos sus medios para restablecer su otrora orgullosa armada.29 Una vez que la invasión encubierta francesa de España estuvo en marcha, Napoleón bombardeó repetidamente a su comandante, el mariscal Joachim Murat, con solicitudes de detalles sobre el estado de la marina española y órdenes de movilizar las flotas españolas lo antes posible. La impaciencia de Napoleón era clara: «Debo tener barcos porque quiero dar un gran golpe hacia el final de la temporada«.30

A principios de 1808, los planes de Napoleón para atacar a Gran Bretaña contaban con su control sobre las armadas de Portugal y España. En marzo, Napoleón esperaba amenazar a Inglaterra con expediciones desde Cádiz, Lisboa, Boulogne, Brest y Texel.31 En abril, Napoleón creía con optimismo que tendría 111 barcos de línea a su disposición para noviembre, incluidos 25 barcos españoles, 3 barcos ex-españoles entregados a los franceses y 4 barcos equipados desde Lisboa.32 A mediados de mayo, el optimismo de Napoleón parecía haber disminuido un poco, ya que solo contaba con los españoles para aumentar su flota de Tolón con varios barcos.33 No mucho después, Napoleón cambió su enfoque de operaciones futuras a septiembre de 1809, donde calculó que tendría «119 barcos bajo [su] dirección inmediata«, incluidos 10 barcos holandeses, 1 barco danés, 3 barcos ex-portugueses y 20 barcos españoles.34 El estallido de la insurrección española finalmente disuadió a Napoleón de cualquier noción de contar sobre flotas de la Península Ibérica para su guerra naval contra Gran Bretaña.

Déjà mécontent des machinations de Godoy, Carlos IV et du prince Ferdinand, la décision de Napoléon de renverser la monarchie espagnole des Bourbons était également fondée sur son désir de contrôler les actifs navals de l’Espagne. Compte tenu du mécontentement verbal de Napoléon face aux retards mineurs de son programme de construction navale dans les ports français, italiens et néerlandais, la rareté totale de toute activité vigoureuse dans les ports espagnols a dû être exaspérante. En justifiant la guerre, Napoléon considérait l’Espagne comme :

«mal gouvernée, servant mal ou pas du tout la cause de la France contre l’Angleterre. Sa marine est négligée ; plusieurs navires se comptent à peine dans ses ports, et ils sont dans le plus mauvais état. Les magasins manquent de vivres; les ouvriers et les marins ne sont pas payés. Aucune réparation, construction ou armement n’est effectué dans les ports. Le désordre le plus horrible règne dans toutes les branches de l’administration

Accusant l’Espagne «d’abandonner sa marine«, Napoléon s’indigne que «la situation en Espagne mette en péril la sécurité de la France et le sort de la guerre contre l’Angleterre. Le pays européen qui offre le plus de moyens maritimes est celui qui en a le moins«.28 Napoléon croyait qu’une fois sous son contrôle, l’Espagne pourrait concentrer tous ses moyens pour rétablir sa marine autrefois fière.29 Une fois l’invasion française secrète de l’Espagne en cours, Napoléon a bombardé à plusieurs reprises son commandant, le maréchal Joachim Murat, avec des demandes de détails sur l’état de la marine espagnole et des ordres pour mobiliser les flottes espagnoles dans les plus brefs délais. L’impatience de Napoléon était claire: «Il me faut des navires parce que je veux faire un grand coup vers la fin de la saison.»30

Au début de 1808, les plans de Napoléon pour attaquer la Grande-Bretagne comptaient sur son contrôle sur les marines du Portugal et de l’Espagne. En mars, Napoléon s’attendait à menacer l’Angleterre avec des expéditions en provenance de Cadix, Lisbonne, Boulogne, Brest et Texel.31 En avril, Napoléon était optimiste sur le fait qu’il aurait 111 navires de ligne à sa disposition d’ici novembre, dont 25 navires espagnols, 3 d’anciens navires que les Espagnols ont remis aux Français et 4 navires équipés de Lisbonne.32 À la mi-mai, l’optimisme de Napoléon semble avoir quelque peu diminué, car il ne compte que sur les Espagnols pour augmenter sa flotte toulonnaise de plusieurs navires.33 Peu de temps après, Napoléon reporta ses opérations futures sur septembre 1809, où il estima qu’il aurait «119 navires sous [sa] direction immédiate», dont 10 navires hollandais, 1 navire danois, 3 navires ex-portugais et 20 navires espagnols.34 Le déclenchement de l’insurrection espagnole a finalement dissuadé Napoléon de toute idée de compter sur des flottes de la péninsule ibérique pour sa guerre navale contre la Grande-Bretagne.

James Gambier (1f)
Denis Decrès (2f)
Honoré J.A. de Ganteume (3f)

Para derrotar a los británicos, Napoleón adoptó una estrategia de tres frentes. Primero, lanzó una serie de embargos contra el comercio británico, conocidos colectivamente como el Sistema Continental. Aunque comenzó en noviembre de 1806, el embargo económico de Napoleón sobre Gran Bretaña no fue una amenaza sustancial hasta que fue reforzado por alianzas con Rusia y Dinamarca, la extensión del control francés de la costa italiana y el cumplimiento forzoso de Portugal y España. Si bien el elemento más referenciado de la estrategia de Napoleón, de ninguna manera fue el único componente. Ya que no buscaba invadir Inglaterra directamente, Napoleón preparó sus fuerzas navales para amenazar con ataques contra las posesiones coloniales británicas o sus aliados.35 Con las flotas repartidas por todo el continente europeo, Napoleón sintió que la situación podría «dar lugar a grandes oportunidades contra Inglaterra«.36 En particular, Napoleón veía a Irlanda, las colonias en América, Surinam, Brasil, Argel, Túnez, Egipto y Sicilia como «puntos vulnerables».37 Si bien un plan para invadir Sicilia en febrero de 1808 solo resultó en el reabastecimiento de la guarnición en Corfú, la flota de Tolón pudo regresar a puerto sin ser molestada.38 Aunque decepcionado con el ataque abortado en Sicilia, Napoleón creyó erróneamente que el regreso seguro de la flota «prueba que en el mar, en la posición en la que estamos, podemos hacer lo que queramos«.39 En mayo, Napoleón consideró despachar sus flotas de Brest y Lorient para amenazar las colonias de Inglaterra en el Océano Índico y la flota de Tolón para invadir Argel, Sicilia o Egipto, mientras que las flotas del Canal amenazaban con lanzar un ataque contra Irlanda.40 Sin embargo, a principios de julio, con «los asuntos en España habiendo empeorado seriamente«, Napoleón estaba menos inclinado a «arriesgar una cantidad tan grande de fuerzas en el mar, así como en tierra».41 Esperaba que una vez que su hermano José asumió el trono que las cosas mejorarían, sin embargo, esta oportunidad nunca se materializó.

El tercer elemento de la estrategia de Napoleón incorporó un concepto conocido como «flota en existencia». La idea era que la existencia misma de barcos franceses obligaría a los británicos a gastar más recursos en su armada para contrarrestar esta amenaza. Napoleón empujó a Decrès para armar continuamente más barcos en toda Europa, ya que obligaría a «los ingleses a gastar mucho y diseminar sus fuerzas, porque están obligados a tener barcos en los mares alrededor de España, Portugal, América, Báltico, etc.«.42 Su objetivo era «hostigar [a los ingleses] con gastos y fatiga«. Al obligar a Inglaterra a enviar expediciones a Sicilia y Suecia, mientras mantenía flotas en el Báltico y el Mediterráneo, Napoleón buscó obligar a Gran Bretaña a pedir prestado más dinero, mientras que el Sistema Continental dañaría la economía británica, disminuyendo así los ingresos fiscales del gobierno británico. Napoleón «deseaba poner todas [sus] fuerzas en juego en [sus] puertos, además de zarpar«. Como entendió Napoleón, el concepto de flota en existencia solo funcionaba de manera efectiva si las flotas amenazaban activamente al enemigo. El Emperador ordenó que un pequeño escuadrón de Brest y varias fragatas de Nantes salieran a menudo y «pasaran el verano jugando al pilla-pilla«.43 Más allá del costo de mantener las estaciones en el extranjero, tener que permanecer constantemente en el mar, particularmente durante el invierno, afectó a la armada británica. Entre 1808 y 1810, la armada británica perdió dos navíos de línea, 14 fragatas y 45 barcos más pequeños en el mar.44 Por lo tanto, la estrategia de Napoleón contra Gran Bretaña abarcó ataques directos a sus posesiones coloniales, al mismo tiempo que debilitaba su economía mediante el embargo de su comercio y obligando a Gran Bretaña a gastar más en su Armada para defender sus intereses generales.

Pour vaincre les Britanniques, Napoléon a adopté une stratégie à trois fronts. Tout d’abord, il a lancé une série d’embargos contre le commerce britannique, connus collectivement sous le nom de Système Continental. Bien qu’il ait commencé en novembre 1806, l’embargo économique de Napoléon sur la Grande-Bretagne n’était pas une menace substantielle jusqu’à ce qu’il soit renforcé par des alliances avec la Russie et le Danemark, l’extension du contrôle français de la côte italienne et la conformité imposée par le Portugal et l’Espagne. Bien que l’élément le plus référencé de la stratégie de Napoléon, ce n’était en aucun cas le seul composant. Ne cherchant pas à envahir directement l’Angleterre, Napoléon a préparé ses forces navales pour menacer d’attaquer les possessions coloniales britanniques ou leurs alliés.35 Avec les flottes réparties sur le continent européen, Napoléon a estimé que la situation pourrait «donner lieu à de grandes opportunités contre l’Angleterre».36 En particulier, Napoléon considérait l’Irlande, les colonies des Amériques, le Suriname, le Brésil, Alger, la Tunisie, l’Égypte et la Sicile comme des «points vulnérables»37. Alors qu’un projet d’invasion de la Sicile en février 1808 n’aboutit qu’au ravitaillement de la garnison de Corfou, la flotte de Toulon put regagner le port sans encombre.38 Bien que déçu de l’attaque avortée de la Sicile, Napoléon crut à tort que le retour sain et sauf de la flotte «prouvait qu’en mer, en position à nous pouvons faire ce que nous voulons«.39 En Mai, Napoléon envisagea d’envoyer ses flottes de Brest et Lorient pour menacer les colonies anglaises dans l’océan Indien et la flotte de Toulon pour envahir Alger, la Sicile ou l’Égypte, tandis que les flottes de la Manche menaçaient de lancer une attaque contre l’Irlande.40 Cependant, début juillet, «les affaires d’Espagne s’étant sérieusement aggravées», Napoléon était moins enclin à «risquer une si grande nombre de forces en mer ainsi que sur terre.»41 Il espérait qu’une fois son frère Joseph monté sur le trône, les choses s’amélioreraient, cependant, cette opportunité ne s’est jamais matérialisée.

Le troisième élément de la stratégie de Napoléon incorporait un concept connu sous le nom de «flotte en stock». L’idée était que l’existence même des navires français obligerait les Britanniques à consacrer plus de ressources à leur marine pour contrer cette menace. Napoléon a poussé Decrès à armer continuellement plus de navires dans toute l’Europe, car cela obligerait «les Anglais à dépenser beaucoup et à étaler leurs forces, car ils sont obligés d’avoir des navires dans les mers autour de l’Espagne, du Portugal, de l’Amérique, de la Baltique, etc.«42 Son but était de «harceler [les Anglais] de dépenses et de fatigue». En forçant l’Angleterre à envoyer des expéditions en Sicile et en Suède, tout en maintenant des flottes dans la Baltique et la Méditerranée, Napoléon a cherché à forcer la Grande-Bretagne à emprunter plus d’argent, tandis que le système continental nuirait à l’économie britannique, diminuant ainsi les recettes fiscales du gouvernement britannique. Napoléon «a voulu mettre toutes [ses] forces en jeu dans [ses] ports, ainsi que mettre les voiles«. Comme Napoléon l’avait compris, le concept de flotte existant ne fonctionnait efficacement que si les flottes menaçaient activement l’ennemi. L’Empereur ordonna à une petite escadre brestoise et à plusieurs frégates nantaises de sortir souvent et de «passer l’été à jouer au chat».43 Au-delà du coût d’entretien des stations outre-mer, le fait de devoir rester constamment en mer, en particulier pendant l’hiver, a pesé sur la marine britannique. Entre 1808 et 1810, la marine britannique a perdu deux navires de ligne, 14 frégates et 45 navires plus petits en mer.44 Ainsi, la stratégie de Napoléon contre la Grande-Bretagne comprenait des attaques directes contre ses possessions coloniales, tout en affaiblissant simultanément son économie en interdisant son commerce. et forçant la Grande-Bretagne à dépenser plus pour sa marine pour défendre ses intérêts généraux.

Territorios reclamados u ocupados por los británicos antes de 1793 hasta 1814 (g).
Territoires revendiqués ou occupés par les Britanniques avant 1793 à 1814 (g).

El deseo de Napoleón de controlar los activos marítimos de Portugal y España no solo precipitó la Guerra de la Independencia, sino que también tuvo un papel clave en la conducción de la propia invasión. Antes del estallido de las hostilidades con España, Napoleón deslizó en secreto tropas francesas a través de la frontera para que estuvieran en el lugar para llevar a cabo su intento de golpe, utilizando como pretexto la preparación de una expedición naval desde Cádiz. Esta artimaña permitió a los franceses acumular fuerzas cerca de Madrid, que estaba ubicada a lo largo de la supuesta ruta a Cádiz.45 Una vez que las tropas francesas ocuparon Madrid, Napoleón ordenó a Murat que enviara fuerzas para asegurar los principales puertos españoles de Cádiz, Cartagena y Ferrol.46 Mientras tanto, Napoleón tuvo que manejar decenas de miles de tropas españolas y portuguesas cuyo apoyo a la toma de poder francesa era, en el mejor de los casos, sospechoso. Para disminuir cualquier posibilidad de problemas, Napoleón distribuyó estas tropas sospechosas a través de su Imperio. Después de invadir Portugal, Junot enviaría de cinco a seis mil soldados portugueses a Francia.47 Al tomar el control de España, Napoleón ordenó que 8.000 soldados españoles se dirigieran a Portugal para reforzar a Junot, mientras retiraba 6.000 soldados franceses de Portugal para ayudar a asegurar España.48 Era especialmente imperativo tomar rápidamente el control de Cádiz, ya que un escuadrón francés de cinco barcos había estado confinado aquí durante varios años, los restos de la enorme flota franco-española que se hizo añicos en Trafalgar en 1805. Mientras que Napoleón ordenó 10.000 tropas españolas, bajo el mando del general español Marqués de Socorro, para asegurar Cádiz y el área alrededor de Gibraltar, el Emperador no confiaba en dejar sin supervisión una fuerza española tan grande.49 Así, Napoleón envió al general Pierre Antoine Dupont con una pequeña fuerza de 9.000 soldados franceses y un contingente nominalmente suizo de 8.000 hombres a Cádiz para asegurarse de que los españoles se mantuvieran en línea.50 De manera similar, Napoleón envió al mariscal Bon-Adrien Jeannot de Moncey con una división para asegurar Valencia y eventualmente Cartagena, mientras que el general Guillaume Duhesme tomaría Barcelona.51 Repartidas por toda España, estas fuerzas estaban mal situadas para hacer frente al estallido de la insurrección española. Mientras Duhesme tomaba Barcelona por sorpresa el 29 de febrero de 1808, pronto se vio asediado por un ejército español más numeroso. Mientras que Moncey pudo extraer sus fuerzas después de varios intentos fallidos de asaltar Valencia, Dupont no fue tan afortunado. Una combinación de refuerzos insuficientes, números abrumadores de españoles y una serie de errores atroces por su parte, Dupont entregó todo su mando, en total más de 17.000 hombres, en Bailén a mediados de julio de 1808 sin llegar nunca a Cádiz. Mientras tanto, en Portugal, los británicos habían desembarcado un gran fuerza expedicionaria bajo el mando de Sir Arthur Wellesley. Después de sufrir varias derrotas, el Ejército de Portugal de Junot se vio atrapado en una situación precaria. Sin embargo, Wellesley fue reemplazado por nuevos líderes británicos, quienes optaron por otorgar términos sorprendentemente generosos a Junot en la Convención de Sintra. El ejército de Portugal no solo retuvo su equipo, sino que también se le otorgó un pasaje seguro y gratuito de regreso a Francia a bordo de barcos británicos. Fue solo este cambio fortuito en el liderazgo británico lo que salvó a Junot de sufrir un destino similar al de Dupont. Por lo tanto, fue el plan demasiado ambicioso de Napoleón para apoderarse rápidamente de las flotas y los puertos de Portugal y España lo que dejó al ejército francés extendido por la Península Ibérica. Con cuerpos a menudo fuera de su alcance para apoyarse entre ellos, estas unidades aisladas se enfrentaban a serios riesgos de ser aplastadas.

Le désir de Napoléon de contrôler les actifs maritimes du Portugal et de l’Espagne a non seulement précipité la guerre d’Espagne, mais a également joué un rôle clé dans la conduite de l’invasion elle-même. Avant le déclenchement des hostilités avec l’Espagne, Napoléon a secrètement glissé des troupes françaises à travers la frontière pour être en place pour mener à bien sa tentative de coup d’État, en utilisant la préparation d’une expédition navale de Cadix comme prétexte. Cette ruse a permis aux Français de rassembler des forces près de Madrid, qui était située le long de la route supposée de Cadix.45 Une fois que les troupes françaises ont occupé Madrid, Napoléon a ordonné à Murat d’envoyer des forces pour sécuriser les principaux ports espagnols de Cadix, Carthagène et Ferrol.46 Pendant ce temps, Napoléon a dû gérer des dizaines de milliers de soldats espagnols et portugais dont le soutien à la prise de contrôle française était au mieux suspect. Pour atténuer tout risque de trouble, Napoléon répartit ces troupes suspectes dans tout son empire. Après avoir envahi le Portugal, Junot enverra cinq à six mille soldats portugais en France.47 Après avoir pris le contrôle de l’Espagne, Napoléon ordonna l’envoi de 8.000 soldats espagnols au Portugal pour renforcer Junot, tandis qu’il retirait 6.000 soldats français du Portugal pour aider à sécuriser l’Espagne.48 Il était surtout impératif de prendre rapidement le contrôle de Cadix, car une escadre française de cinq navires y était confinée depuis plusieurs années, les restes de l’immense flotte franco-espagnole qui tomba en pièces à Trafalgar en 1805. Alors que Napoléon en commanda 10.000 troupes espagnoles, sous le commandement du général espagnol Marqués de Socorro, pour sécuriser Cadix et les environs de Gibraltar, l’empereur n’avait pas confiance en laissant une si grande force espagnole sans surveillance.49 Ainsi, Napoléon envoya le général Pierre Antoine Dupont avec une petite force de 9.000 soldats français et un contingent nominalement suisse de 8.000 hommes à Cadix pour s’assurer que les Espagnols ont gardé en ligne.50 De même, Napoléon envoie le maréchal Bon-Adrien Jeannot de Moncey avec une division pour sécuriser Valence et de temps en temps Carthagène, tandis que le général Guillaume Duhesme prendrait Barcelone.51 Réparties dans toute l’Espagne, ces forces étaient mal placées pour faire face au déclenchement de l’insurrection espagnole. Alors que Duhesme prend Barcelone par surprise le 29 février 1808, il se retrouve bientôt assiégé par une armée espagnole plus nombreuse. Alors que Moncey a pu rassembler ses forces après plusieurs tentatives infructueuses de prendre d’assaut Valence, Dupont n’a pas eu cette chance. Une combinaison de renforts insuffisants, d’un nombre écrasant d’Espagnols et d’une série d’erreurs flagrantes de sa part, Dupont rendit tout son commandement, en tout plus de 17.000 hommes, à Bailén à la mi-juillet 1808 sans jamais atteindre Cadix. Pendant ce temps, au Portugal, les Britanniques avaient débarqué un important corps expéditionnaire sous le commandement de Sir Arthur Wellesley. Après avoir essuyé plusieurs défaites, l’Armée du Portugal de Junot se retrouve prise dans une situation précaire. Cependant, Wellesley a été remplacé par de nouveaux dirigeants britanniques, qui ont choisi d’accorder à Junot des conditions étonnamment généreuses à la Convention de Sintra. L’armée française a non seulement conservé son équipement, mais a également obtenu un retour sûr et gratuit vers la France à bord de navires britanniques. Ce n’est que ce changement fortuit de leadership britannique qui a évité à Junot de subir le même sort que Dupont. Ainsi, c’est le plan trop ambitieux de Napoléon de s’emparer rapidement des flottes et des ports du Portugal et de l’Espagne qui a laissé l’armée française dispersée à travers la péninsule ibérique. Avec des corps souvent hors de portée pour se soutenir, ces unités isolées couraient de sérieux risques d’être écrasées.

Entrada de tropas imperiales en la Península hacia los puertos españoles y portugueses, entre octubre de 1807 y junio de 1808. (h)
Entrée des troupes impériales dans la Péninsule vers les ports espagnols et portugais, entre octobre 1807 et juin 1808. (h)

La geografía de la Península Ibérica también aseguraba que el poder marítimo jugaría un papel importante, particularmente en el ámbito del apoyo logístico. Esto fue más evidente para los británicos, cuya armada les permitió no solo desplegar un ejército en ultramar sino también financiar los ejércitos de sus aliados ibéricos.52 En comparación con los británicos, las operaciones navales francesas en apoyo de la campaña española han sido generalmente olvidados en las narrativas de la Guerra de la Independencia, a pesar de su importante impacto en el curso de la guerra. Aunque Francia compartía frontera con España, los Pirineos presentaban un importante obstáculo para trenes de suministro terrestres. Tan pronto como Barcelona cayó en manos francesas, Napoleón planeó utilizar este puerto para recibir los envíos de trigo y galletas de Marsella.53 Durante un tiempo, Napoleón incluso contemplaba enviar provisiones a Junot en Portugal utilizando barcos más pequeños, que podrían navegar en aguas costeras poco profundas y, por lo tanto, evadir a los cruceros británicos.54 En agosto, con Barcelona sitiada por tierra por un ejército español y bloqueada en el mar por una flota británica, Napoleón tuvo que desviar los envíos de provisiones a la cercana Port-Vendres. En el transcurso de octubre y noviembre, los trabajadores en Marsella cargaron 30 barcos mercantes con alrededor 500.000 raciones. Divididos en dos grupos, estos barcos con escolta ligera zarparon a finales de 1808.55 Mientras que la segunda división llegó a salvo a Port-Vendres, la mayor parte de la primera división fue capturada por el famoso capitán británico, Thomas Cochrane, en diciembre de 1808, quien había estado quemando estaciones de telégrafo francesas a lo largo de la costa mediterránea.56 Las pérdidas sufridas por este convoy pueden haber sido el catalizador para que Napoleón ordenara posteriormente pequeños escuadrones para escoltar futuros convoyes. A finales de marzo de 1809, Napoleón ordenó al almirante Honore Ganteaume, comandante de la flota de Tolón, que enviara una escuadra de 5 barcos y 2 fragatas para escoltar varios transportes a Barcelona.57 El 24 de abril, la escuadra del almirante Julien Cosmao partió con 17 transportes cargados con 100.000 kilos de pólvora, un millón de balas y 25.000 quintales de trigo y harina. Después de descargar estos suministros en loa bahía de Rosas, Cosmao navegó de regreso a Tolón el 30 de abril sin ser molestado, aunque por poco se encontró con una flota británica de 14 barcos.58 Dado el éxito de esta salida, otro envío de un millón de balas, cien mil kilos de pólvora, 32,000 quintales de trigo, harina, galletas se cargó a bordo de 17 transportes en septiembre. Inicialmente, Ganteaume contemplaba zarpar con los 15 barcos de la flota de Tolón, creyendo que superaba en número a la flota británica de 11 barcos bajo el mando del almirante Cuthbert Collingwood. Cuando Collingwood abandonó su estación frente a Tolón, Ganteaume sospechó que la flota británica había regresado a su puerto en Menorca. Ganteaume, aprovechando esta oportunidad, optó por enviar sólo una pequeña escuadra de 3 barcos, 2 fragatas y 2 embarcaciones menores, al mando del contralmirante François Baudin, para escoltar el convoy hasta Barcelona.59 Sin embargo, la partida de Baudin el 21 de octubre , no pasó desapercibido ya que Collingwood había dejado dos fragatas británicas para seguir a Toulon; corrieron a Menorca para informar de los movimientos franceses.60 Aunque la flota británica efectivamente había zarpado hacia Menorca, Collingwood no permaneció mucho tiempo en el puerto. Al escuchar los rumores de la partida inminente de la flota de Toulon, Collingwood ya había zarpado con 15 barcos y 2 fragatas el 13 de octubre. Deduciendo fácilmente que el convoy francés se dirigiría a Barcelona, Collingwood estableció un crucero para interceptar a Baudin y su convoy.61 Al divisar el convoy francés en la mañana del 23, Collingwood envió al contraalmirante Thomas Martin con los ocho de sus barcos más rápidos para perseguirlos. Mientras una de las fragatas francesas corría de regreso a la seguridad de Marsella, el resto del escuadrón de Baudin huyó hacia el norte, hacia la costa francesa. Aunque una fragata británica logró capturar cinco transportes, la mayoría del convoy francés eludió la captura y continuó su curso. Mientras tanto, al llegar al puerto de Cette, solo un navío de línea de Baudin y una fragata pudieron navegar con éxito en las aguas poco profundas; los otros dos barcos encallaron.62 Temiendo su captura, los franceses prendieron fuego a ambos barcos. En cuanto al convoy, los barcos restantes llegaron a la bahía de Rosas y comenzaron a descargar rápidamente su carga. Para cuando los británicos pudieron lanzar una expedición exitosa para aislar a los barcos franceses durante la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, los barcos ya habían logrado descargar la mitad de su carga de manera segura en tierra.63 Por lo tanto, los esfuerzos de Frances para reabastecer su Las fuerzas en España por mar habían tenido un éxito mixto y pérdidas significativas. Mientras Napoleón pensaba en intentar otro envío a fines de 1810, advirtió a Decrès que «sobre todo, no quiero arriesgar ninguno de mis navíos de línea, quiero usar solo fragatas«. Incluso contempló si una cantidad suficiente. de los suministros pasarían, incluso si solo un tercio de los barcos llegara a su destino.64 Finalmente, Napoleón abandonó todos los planes para enviar suministros a España, prefiriendo intentar que la campaña se financiara sola a través de contribuciones forzadas del pueblo español.

La géographie de la péninsule ibérique garantissait également que la puissance maritime jouerait un rôle important, notamment dans le domaine du soutien logistique. C’était surtout évident pour les Britanniques, dont la marine leur permettait non seulement de déployer une armée outre-mer mais aussi de financer les armées de leurs alliés ibériques.52 Comparées aux Britanniques, les opérations navales françaises en soutien à la campagne d’Espagne ont été largement oubliées dans les récits de la Guerre d’Espagne, malgré son impact important sur le déroulement de la guerre. Bien que la France partageait une frontière avec l’Espagne, les Pyrénées présentaient un obstacle majeur aux trains de ravitaillement terrestres. Dès que Barcelone tombe aux mains des Français, Napoléon prévoit d’utiliser ce port pour recevoir des expéditions de blé et de galettes de Marseille.53 Pendant un certain temps, Napoléon envisage même d’envoyer des fournitures à Junot au Portugal en utilisant des navires plus petits, qui pourraient naviguer dans les eaux côtières. et ainsi échapper aux croiseurs britanniques.54 En août, alors que Barcelone était assiégée sur terre par une armée espagnole et bloquée en mer par une flotte britannique, Napoléon dut détourner les expéditions de ravitaillement vers le port voisin. Au cours des mois d’octobre et de novembre, les ouvriers marseillais ont chargé 30 navires marchands d’environ 500.000 rations. Divisés en deux groupes, ces navires légèrement escortés mirent les voiles à la fin de 1808.55 Alors que la 2e Division atteignit Port-Vendres sans encombre, la majeure partie de la 1re Division fut capturée par le célèbre capitaine britannique, Thomas Cochrane, en décembre 1808, qui avait brûlé des Français stations télégraphiques le long de la côte méditerranéenne.56 Les pertes subies par ce convoi peuvent avoir été le catalyseur de la commande ultérieure par Napoléon de petits escadrons pour escorter les futurs convois. Fin mars 1809, Napoléon ordonne à l’amiral Honoré Ganteaume, commandant la flotte de Toulon, d’envoyer une escadre de 5 navires et 2 frégates pour escorter divers transports vers Barcelone.57 Le 24 avril, l’escadre de l’amiral Julien Cosmao il part avec 17 transports chargés de 100.000 kilos de poudre à canon, un million de balles et 25.000 quintaux de blé et de farine. Après avoir déchargé ces approvisionnements dans la baie de Rosas, Cosmao retourna à Toulon le 30 avril sans encombre, bien qu’il se heurta de peu à une flotte britannique de 14 navires.58 Compte tenu du succès de cette sortie, une autre cargaison d’un million de balles, cent mille kilos de poudre à canon, 32.000 quintaux de blé, farine, biscuits ont été chargés à bord de 17 transports en septembre. Au départ, Ganteaume envisageait de mettre les voiles avec les 15 navires de la flotte de Toulon, estimant qu’il était plus nombreux que la flotte britannique de 11 navires sous l’amiral Cuthbert Collingwood. Alors que Collingwood quittait sa station au large de Toulon, Ganteaume soupçonnait que la flotte britannique était revenue à son port de Minorque. Ganteaume, profitant de cette opportunité, choisit de n’envoyer qu’un petit escadron de 3 navires, 2 frégates et 2 navires plus petits, sous le commandement du contre-amiral François Baudin, pour escorter le convoi vers Barcelone.59 Cependant, le départ de Baudin le 21 octobre , ne passa pas inaperçu puisque Collingwood avait laissé deux frégates britanniques suivre Toulon; ils se précipitent à Minorque pour signaler les mouvements français.60 Bien que la flotte britannique ait effectivement mis le cap sur Minorque, Collingwood ne reste pas longtemps au port. Aux rumeurs du départ imminent de la flotte de Toulon, Collingwood avait déjà appareillé avec 15 navires et 2 frégates le 13 octobre. Déduisant aisément que le convoi français se dirige vers Barcelone, Collingwood installe un croiseur pour intercepter Baudin et son convoi.61 Repérant le convoi français le matin du 23, Collingwood envoie le contre-amiral Thomas Martin avec les huit de ses navires les plus rapides pour les chasser. Alors que l’une des frégates françaises retournait à la sécurité de Marseille, le reste de l’escadre de Baudin s’enfuyait vers le nord en direction de la côte française. Bien qu’une frégate britannique ait réussi à capturer cinq transports, la majeure partie du convoi français a échappé à la capture et a poursuivi sa route. Pendant ce temps, arrivés au port de Cette, seuls le navire de ligne de Baudin et une frégate ont pu naviguer avec succès dans les bas-fonds; les deux autres navires s’échouèrent.62 Craignant d’être capturés, les Français mirent le feu aux deux navires. Quant au convoi, les navires restants atteignirent la baie de Rosas et commencèrent à décharger rapidement leur cargaison. Au moment où les Britanniques ont pu lancer une expédition réussie pour isoler les navires français dans la nuit du 31 octobre au 1er novembre, les navires avaient déjà réussi à décharger la moitié de leur cargaison en toute sécurité à terre.63 Ainsi, les efforts des Françaises pour réapprovisionner ses forces en Espagne par voie maritime avaient rencontré un succès mitigé et des pertes importantes. Alors que Napoléon envisageait de tenter une autre expédition à la fin de 1810, il prévint Decrès que «par dessus tout, je ne veux risquer aucun de mes navires de ligne, je ne veux utiliser que des frégates«. Il a même envisagé si un montant suffisant. des ravitaillements passeraient, même si seulement un tiers des navires arrivaient à destination.64 Finalement, Napoléon abandonna tout projet d’envoi de ravitaillement en Espagne, préférant plutôt essayer de faire financer la campagne par des contributions forcées du peuple espagnol.

Mapa donde se grafían de manera general los intentos de avituallamiento por mar de los franceses desde Marsella al ejército de ocupación en Cataluña. Por parte inglesa, la situación de Menorca y sus puertos, permitía que en un día, con vientos moderados, se pudiera llegar a las costas españolas, francesas o a las islas italianas. (i)
Carte où sont représentées les tentatives françaises d’approvisionnement par mer de Marseille à l’armée d’occupation en Catalogne. Côté anglais, la situation de Minorque et de ses ports fait qu’en une journée, avec des vents modérés, il est possible de rejoindre les côtes espagnoles et françaises ou les îles italiennes.(i)

En general, los esfuerzos de Napoleón por expandir rápidamente su armada para derrotar a Gran Bretaña en la guerra marítima terminaron con pésimos resultados. No solo no logró hacerse con el control de las flotas danesa, portuguesa y española, sino que su estrategia también le costó siete de sus preciosos barcos. Ya atrapado en el puerto de Cádiz por un vigilante bloqueo británico, el escuadrón de cinco barcos del almirante Francois Rosily pronto se vio amenazado por la misma ciudad que lo había cobijado durante los últimos dos años y medio. Los problemas estallaron durante la noche del 27 de mayo y finalmente culminaron unos días después cuando una turba mató a puñaladas al general español Marqués de Socorro. Rosily intentó sacar a su flota de esta situación cada vez más precaria declarando neutralidad, pero sus esfuerzos fueron rechazados tanto por británicos como por españoles. Al ver a los españoles instalar morteros y cañones para bombardear sus barcos, Rosily intentó navegar con su flota hacia el cercano arsenal de Carraca, donde esperaba que sus tripulaciones pudieran ocupar las fortificaciones y resistir hasta que la fuerza del general Dupont los relevara. Sin embargo, soplaron vientos contrarios durante varios días, frustrando la táctica desesperada de Rosily cuando los españoles finalmente dedujeron sus intenciones y cortaron esta vía de escape hundiendo varias carracas en el estrecho canal que conducía al arsenal. Después de rechazar varios llamados a la rendición y resistir un bombardeo masivo durante varios días, Rosily finalmente se rindió «para no derramar inútilmente sangre de las tripulaciones y evitar la destrucción total de los barcos«.65 Junto con los dos barcos hundidos de Baudin, la pérdida de estos cinco barcos fue un revés adicional para los planes marítimos de Napoleón. Mientras que sus armadas continuaron creciendo lentamente a través de un programa de construcción ampliado, nunca logró los más de 100 barcos de línea que había esperado.

En conclusión, es importante recordar que la Guerra Peninsular comenzó como una guerra naval. Napoleón no solo quería apoderarse de armadas extranjeras para sus propios proyectos, sino que también quería acceder a su suministro de marineros y almacenes navales. Estos intereses apremiantes, junto con el exceso de confianza, llevó a Napoleón a dispersar demasiado sus fuerzas en la Península Ibérica. Sin estar preparadas para la feroz resistencia española, las fuerzas francesas dispersas se vieron asaltadas por fuerzas españolas numéricamente superiores, particularmente Dupont, cuya rendición en Bailén fue un duro golpe para el prestigio marcial francés. Además, el poder marítimo desempeñó un papel fundamental en el abastecimiento de los ejércitos durante la Guerra de la Independencia. Incapaz de enviar provisiones sin peligro significativo, Napoleón tomó la fatídica decisión de colocar el peso de la logística en la población española. Por supuesto, el carácter de la guerra cambió drásticamente con el estallido de la insurrección española a mediados de 1808. Esta última fase de la guerra ha captado la atención de historiadores y teóricos militares. Sin embargo, es importante recordar cuáles eran los objetivos de guerra originales de Napoleón para comprender mejor por qué los franceses sufrieron un revés tan importante durante la fase inicial de la guerra en 1808.

En général, les efforts de Napoléon pour étendre rapidement sa marine afin de vaincre la Grande-Bretagne dans la guerre maritime se sont soldés par des résultats lamentables. Non seulement il n’a pas réussi à prendre le contrôle des flottes danoise, portugaise et espagnole, mais sa stratégie lui a également coûté sept de ses précieux navires. Déjà piégé dans le port de Cadix par un blocus britannique vigilant, l’escadron de cinq navires de l’amiral François Rosily se trouva bientôt menacé par la ville même qui les abritait depuis deux ans et demi. Les troubles ont éclaté dans la nuit du 27 mai et ont finalement culminé quelques jours plus tard lorsqu’une foule a poignardé à mort le général espagnol Marqués de Socorro. Rosily a tenté de sortir sa flotte de cette situation de plus en plus précaire en déclarant la neutralité, mais ses efforts ont été repoussés par les Britanniques et les Espagnols. Voyant les Espagnols installer des mortiers et des canons pour bombarder leurs navires, Rosily tenta de faire naviguer sa flotte vers l’arsenal voisin de Carraca, où il espérait que ses équipages pourraient occuper les fortifications et tenir jusqu’à ce que la force du général Dupont les relève. Cependant, des vents contraires ont soufflé pendant plusieurs jours, contrecarrant la tactique désespérée de Rosily lorsque les Espagnols ont finalement compris ses intentions et coupé cette voie de fuite en coulant plusieurs caraques dans l’étroit chenal qui menait à l’arsenal. Après avoir refusé plusieurs appels à la reddition et résisté à un bombardement massif pendant plusieurs jours, Rosily finit par se rendre «pour ne pas verser inutilement le sang des équipages et empêcher la destruction totale des navires».65 Avec les deux navires sabordés de Baudin, la perte de ces cinq navires était un nouveau revers pour les plans maritimes de Napoléon. Alors que ses marines continuaient de croître lentement grâce à un programme de construction élargi, il n’a jamais atteint les 100+ navires de ligne qu’il avait espérés.

En conclusion, il est important de rappeler que la guerre de la péninsule a commencé comme une guerre navale. Napoléon voulait non seulement s’emparer des marines étrangères pour ses propres projets, mais voulait également accéder à leur approvisionnement en marins et en magasins navals. Ces intérêts pressants, couplés à un excès de confiance, ont conduit Napoléon à trop disperser ses forces sur la péninsule ibérique. Non préparées à une résistance espagnole féroce, les forces françaises dispersées se sont retrouvées agressées par des forces espagnoles numériquement supérieures, en particulier Dupont, dont la reddition à Bailén a porté un coup sévère au prestige martial français. De plus, la puissance maritime a joué un rôle fondamental dans le ravitaillement des armées pendant la guerre d’Espagne. Incapable d’envoyer des ravitaillements sans danger significatif, Napoléon prit la décision fatidique de faire peser le fardeau de la logistique sur la population espagnole. Bien sûr, le caractère de la guerre a radicalement changé avec le déclenchement de l’insurrection espagnole au milieu de 1808. Cette dernière phase de la guerre a retenu l’attention des historiens et des théoriciens militaires. Cependant, il est important de se rappeler quels étaient les objectifs de guerre initiaux de Napoléon afin de mieux comprendre pourquoi les Français ont subi un revers aussi important lors de la phase initiale de la guerre en 1808.

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1Por ejemplo, Charles J. Esdaile, Fighting Napoleon: Guerrillas, Bandits and Adventures in Spain, 1808-1814 (New Haven CT, 2004), Ronald Fraser, Napoleon’s cursed war: Spanish popular resistance in the Peninsular War, 1808-1814 (New York, 2008), Mark A. Reeves, The Iberian Leech: Napoleon’s Counterinsurgency Operations In The Peninsula, 1807-1810 (MA Thesis, US Army Command and Staff
College, 2005).

2Recientes ejemplos incluyen Joshua Moon, Wellington’s Two-Front War: The Peninsular Campaigns at Home and Abroad, 1808-1814 (Norman OK, 2011) and Huw J. Davies, Wellington’s Wars: The Making of a Military Genius (New Haven CT, 2012)

3Napoleon Bonaparte a Denis Decrès, 4 June 1807, 12848, Correspondance de Napoleon Ier [CN], XV, 382.

4Napoleon Bonaparte a Louis Bonaparte, 3 April 1808, 13718, CN, XVI, 470-4

5Eventualmente, esta flota se reforzaría a 25 navíos de línea y 40 fragatas y embarcaciones más pequeñas a mediados de agosto.(Finalement, cette flotte serait renforcée à 25 navires de ligne et 40 frégates et navires plus petits d’ici la mi-août.) Rory Muir, Britain and the Defeat of Napoleon, 1807-1815 (New Haven, 1996), 23-4; William James, Naval History of Great Britain, IV, 284-5.

6Napoleon a Talleyrand, 31July 1807, #12962, CN, XV, 459-60.

7Muir, 24.

8Napoleon a Champagny, 29 August 1807, #13089, CN, XV, 559.

9William James, Naval History of Great Britain, IV, 295.

10Fouché, Memoires de Joseph Fouche (1824), I, 362-3.

11Napoleon Bonaparte a Eugene Beauharnais, 4 July 1807, 12850, CN, XV, 385.

12Napoleon Bonaparte a Eugene Beauharnais, 5 August 1807, #13000, CN, XV, 478.

13Napoleon Bonaparte a Denis Decrès, 23 Oct 1807, 13292, CN, XVI, 114.

14Napoleon Bonaparte a Eugene Beauharnais, 3 Oct 1807, 13210, CN, XVI, 64; Napoleon Bonaparte a Champagny, 2 April 1808, #13714, CN, XVI, 468; Napoleon Bonaparte a Eugene Beauharnais, 2 April 1808, #13716, CN, XVI, 469.

15Napoleon a Cambacérès, 11 May 1808, #13846, CN, XVII, 87-8; Napoleon al Prince Camille Borghese, 11 May 1808, #13855, CN, XVII, 94.

16Napoleon a Denis Decrès, 11 May 1808, #13848, CN, XVII, 88-9.

17Si bien La Spezia sería el principal puerto militar y la construcción se trasladaría a Port-de-Brouc, al oeste de Marsella, Tolón ya no construiría barcos, sino que simplemente los equiparía o repararía. (Alors que La Spezia serait le principal port militaire et que la construction serait déplacée à Port-de-Brouc, à l’ouest de Marseille, Toulon ne construirait plus de navires, mais se contenterait de les équiper ou de les réparer.) Notes to Minister of Interior and Navy, 7 October 1809, #15905, CN, I9, 551.

18Napoleón ordenó a Talleyrand que informara al ministro portugués que tenía hasta el 1 de septiembre para cerrar los puertos portugueses a Inglaterra. Al mismo tiempo, debía hacer planes con los españoles para enviar 20.000 soldados a Bayona el 1 de septiembre. (Napoléon ordonna à Talleyrand d’informer le ministre portugais qu’il avait jusqu’au 1er septembre pour fermer les ports portugais à l’Angleterre. En même temps, il devait faire des plans avec les Espagnols pour envoyer 20 000 hommes à Bayonne le 1er septembre.) Napoleon to Talleyrand, 19 July 1807, #12928, CN, XV, 433.

19Esdaile, Napoleon’s Wars (New York, 2011), 320.

20Los barcos de cuarta categoría seguían siendo útiles, ya que los británicos todavía usaban varios barcos de 64 cañones para tareas de escolta o se convertían en grandes transportes. (Les navires de quatrième rang étaient toujours utiles, car les Britanniques utilisaient encore un certain nombre de navires de 64 canons pour le service d’escorte ou convertis en grands transports.) List of the Portuguese Fleet that came out of the Tagus on the 29th of November 1807, Naval Chronicle, I8, 508; List of Portuguese ships that remained in Lisbon. Naval Chronicle, I8, 509.

21Naval Chronicle, I8, 330.

22Napoleón a Junot, 31 October 1807, #13314, CN, XVI, 128-30; Napoleón a Junot, 8 November 1807, #13340, CN, XVI, 147-8; Napoleón a Junot, 12 November 1807, #13351, CN, XVI, 156.

23Napoleón Bonaparte a General Junot, 8 Nov 1807 13340, CN, XVI, 147-8.

24 Napoleón a Decrès, 2 Nov 1807, #13320, CN, XVI, 134-5 ; Napoleon to Junot, 12 Nov 1807, #13351, CN, XVI, 156.

2584 cañones (1) – Principe Reale, 74 guns (4) – Rainha de Portugal, Conde Henrique, Meduza, Principe de Brazil ; 64 cañones (3) – “Alfonso d’Alburquerque, D. Joao de Castro, Martino de Freitas. Fragatas (4) – Menerva (44), Golfinho (36), Urania (32), y otro desconocido. Bergantines (3), Goletas (1) List of the Portuguese Fleet that came out of the Tagus on the 29th of November 1807, Naval Chronicle, I8, 508.

2674 cañones (2) – Maria Prima [inservible, para ser batería flotante, pero aún no instalada], Vasco de Gama [En reparación y casi listo]; 64 guns (2) – S. Sebastiano [inservible sin una reparación completa], Princesa de Beira [condenado, a ser una batería flotante]. Fragates (5) – Fenix (48) [necesita reparación a fondo], Amazona (44) [necesita reparación a fondo], Perola (44) [necesita reparación a fondo], Tritao (40) [reparación pasada], Veney (30) [reparación pasada]. List of Portuguese ships that remained in Lisbon. Naval Chronicle, I8, 509.

27Dispatch by Sir Sidney Smith, 1 December 1807, Naval Chronicle, I8, 508-9.

28Se considera que este informe refleja los puntos de vista de Napoleón, ya que editó en gran medida este informe. (Ce rapport est considéré comme reflétant les vues de Napoléon alors qu’il a fortement modifié ce rapport). Minister of Foreign Relations to Napoleon, 24 April 1808, #13776, CN, XVII, 33-36.

29Napoleón al Czar Alexander of Russia, 8 July 1808, 14170, CN, XVII, 359-60.

30Napoleón a Murat, 9 May 1808, #13835, CN, XVII, 80-1 ; Napoleón a Murat, 11 May 1808, #13858, CN, XVII, 96-7; Napoleón a Murat, 11 May 1808, #13859, CN, XVII, 97-8; Napoleón a Murat, 14 May 1808, #13885, CN, XVII, 121-4; Napoleón a Murat, 16 May 1808, #13906, CN, XVII, 142-3; Napoleón a Murat, 19 May 1808, #13939, CN, XVII, 162-3; Napoleón a Murat, 28 May 1808, #14013, CN, XVII, 224-6; Napoleón to Murat, 28 May 1808, #14014, CN, XVII, 226-7.

31Napoleón a Decrès, 29 March 1808, #13698, CN, XVI, 454-5.

32Napoleón a Decrès, 12 April 1808, #13738, CN, XVI, 493-4.

33Napoleón a Decrès, 13 May 1808, #13877, CN, XVII, 112-4.

34Con 42 barcos franceses y 35 más en construcción, Napoleón esperaba tener 77 barcos franceses, complementados con 42 barcos extranjeros. Curiosamente, 18 de los 35 barcos se estaban construyendo en puertos no franceses. (Avec 42 navires français et 35 autres en construction, Napoléon s’attendait à avoir 77 navires français, complétés par 42 navires étrangers. Fait intéressant, 18 des 35 navires étaient construits dans des ports non français.) Napoleon to Decrès, 28 May 1808, #14005, CN, XVII, 218-220.

35«Inglaterra, preocupada por Irlanda, amenazada en la India por un ejército francés y ruso, finalmente será llevada ante los principios de la razón.» («L’Angleterre, troublée par l’Irlande, menacée dans l’Inde par une armée française et russe, sera enfin amenée devant les principes de la raison.») Napoleón a Louis Bonaparte, 17 Feb 1808, #13573, CN, XVI, 337.

36Napoleón a Decrès, 29 March 1808, #13698, CN, XVI, 454-5.

37Napoleón a Decrès, 12 April 1808, #13738, CN, XVI, 493-4.

38Napoleón a Joseph, 15 February 1808, #13561, CN, XVI, 332; Napoleón a Decrès, 29 Mar 1808, #13698, CN, XVI, 454-5; Napoleón a Joseph Bonaparte, 29 March 1808, 13701, CN, XVI, 457; Napoleón a Joseph Bonaparte, 18 April 1808, #13763, CN, XVII, 23-25.

39Napoleon to Decres, 11 May 1808 #13850, CN, XVII, 89.

40Napoleon a Decrès, 12 April 1808, #13737, CN, XVI, 492-3; Napoleón a Decrès, 13 May 1808, #13877, CN, XVII, 113-4; Napoleón to Decrès, 17 May 1808, #13915, CN, XVII, 149; Napoleón a Decrès, 26 May 1808, #13997, CN, XVII, 207-12.

41 Napoleón a Decrès, 7 July 1808, #14161, CN, XVII, 353.

42 Napoleón a Decrès, 8 May 1808, #13829, CN, XVII, 75.

43Napoleón en realidad se refiere al juego de «barres», que es una versión medieval del pilla-pilla. (Napoléon fait en fait référence au jeu des «barres» qui est une version médiévale du chat). Napoleón a Decrès, 12 May 1808, #13873, CN, XVII, 107-9.

44See William James, Naval History, Vol. 4.

45Napoleón a Murat, 14 March 1808, #13652, CN, XVI, 417; Napoleón to Murat, 16 March 1808, #13656, CN, XVI, 420-1.

46Napoleón a Murat, 7 May 1808, #13823, XVII, 72-3; Napoleón a Murat, 8 May 1808, #13830, XVII, 75-77.

47Napoleón ordenó a Junot que concediera el derecho a retirarse a un soldado portugués, después de tomar su arma. (Napoléon ordonna à Junot d’accorder le droit de retraite à un soldat portugais, après avoir pris son fusil.) Napoleon to Junot, 12 November 1807, #13351, CN, XVI, 156-8; Napoleon to Junot, 20 December 1807, #13406, CN, XVI, 204-6

48Napoleón a Murat, 9 May 1808 #13835, CN, XVII, 80-1.

49Napoleón a Murat, 6 May 1808, #13818, CN, XVII, 69; Napoleón a Murat, 7 May 1808, #13823, CN, XVII, 72-3; Napoleón a Murat, 13 May 1808, #13879, CN, XVII, 115-8; Napoleón a Murat, 14 May 1808, #13885, CN, XVII, 121-4

50Napoleón a Murat, 10 May 1808 #13839, XVII, 82-3; Napoleón to Murat, 11 May 1808, #13856, CN, XVII, 94-6; Napoleón a Berthier, 18 May 1808, #13929, CN, XVII, 158-9; Napoleón to Murat, 18 May 1808, #13930, CN, XVII, 160; Napoleón a Murat, 19 May 1808, #13938, CN, XVII, 164-6; Napoleón a Murat, 22 May 1808, #13965, CN, XVII, 186-7.

51Napoleon al General Clarke, 28 January 1808, #13496, CN, XVI, 281-2; Napoleón a Murat, 30 May 1808, #14029, CN, XVII, 242-4;

52Ver Brian De Toy, «Wellington’s Lifeline» Naval Logistics in the Peninsula» Consortium on Revolutionary Europe: Selected Papers, 1995, 359-368 Paul C. Krajeski, «British Military and Naval Cooperation, 1808: The Precondition for Allied Victory in the Peninsular War,» Consortium on Revolutionary Europe: Selected Papers, 1998, 481-91; C.D. Hall, Wellington’s Navy: Sea Power and the Peninsular War, 1807-1814. (Chatham Publishing, 2004).

53Parece que este envío temprano nunca fue porque el grano llegó tarde y los barcos fueron retenidos por un agente de aduanas en Marsella. (Semble que cette expédition précoce ne soit jamais partie car les céréales sont arrivées en retard et les navires ont été retenus par un agent des douanes à Marseille.) Napoleón a Clarke, 10 March 1808, CN, 13635, XVI, 406 ; Napoleón a Cretet, Minister of Interior, 11 March 1808, #13638, XVI, 409; Vincent Brun, Guerres maritimes de la France: Port de Toulon, ses armements (H. Plon, Paris: 1861), vol. 2, 491.

54Napoleón a Junot, 30 May 1808, #14032, CN, XVII, 245-6; Napoleón a Champagny, Minister of Foreign Relations, 1 June 1808, #14037, CN, XVII, 253.

55Brun, Guerres maritimes de la France, vol. 2, 492.

56Cochrane a Collingwood, 28 September 1808, Naval Chronicle, vol. 21, 73-4; Cochrane a Collingwood, 2 January 1809, Naval Chronicle, vol. 21, 499.

57Napoleón a Ganteaume, 29 March 1809, #14970, CN, I8, 401-2.

58Brun, Guerres maritimes de la France, vol. 2, 504-5.

59Brun, Guerres maritimes de la France, vol. 2, 507-9

60Collingwood to Secretary of the Admiralty, 30 October 1809, Naval Chronicle, vol. 22, 500-1.

61Private letter from aboard HMS Sultan, 1 Nov 1809, Naval Chronicle, vol. 22, 457-60.

62 Estos dos barcos pudieron regresar sanos y salvos a Toulon el 19 de noviembre. (Ces deux navires ont pu rentrer sains et saufs à Toulon le 19 novembre).

63Collingwood al Secretary of the Admiralty, 30 October 1809, Naval Chronicle, vol. 22, 500-1; Martin a Collingwood, 27 October 1809, Naval Chronicle, vol. 22, 501-2; Collingwood al Secretary of the Admiralty, 1 November 1809, Naval Chronicle, vol. 22, 502-3; Hallowell a Collingwood, 1 Nov 1809, Naval Chronicle, vol. 22, 503-5

64Napoleon to Decrès, 20 Sept 1810, #16935, CN, vol. 21, 137-8; Napoleon to Decrès, 28 Sept 1810, #16955, CN, vol. 21, 147-8.

65Las fuerzas españolas tenían hasta 162 cañones, 33 morteros, 46 cañoneras y 14 bombarderos al final. (Les forces espagnoles avaient jusqu’à 162 canons, 33 mortiers, 46 canonnières et 14 bombardiers à la fin.) Account given to Emperor, 15 June 1808 , SHD – Marine, CC7 Alpha 2186; Tomás de Morla, Captain General, a Admiral Rosily, 9 June 1808, SHD – Marine, CC7 Alpha 2186; Admiral Rosily a Thomas Morla, Captain General, 10 June 1808 @ 3:45 PM , SHD – Marine, CC7 Alpha 2186; Rosily a Decrès, 3 September 1808, SHD – Marine, CC7 Alpha 2186.


El profesor Kenneth G. Johnson obtuvo su doctorado en historia diplomática y militar de la Universidad Estatal de Florida en 2006. Especializado en la historia de la Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas, su disertación doctoral fue una biografía del almirante Louis Thomas Villaret de Joyeuse, un destacado almirante francés durante la Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas. Además de enseñar en la Academia Militar de los Estados Unidos y en la Universidad Estatal de Florida, el profesor Johnson ha dado conferencias como invitado en el Naval War College.

Ha presentado aspectos de su investigación en la Conferencia de la Sociedad de Historia Militar y el Consorcio sobre la Era Revolucionaria, 1750-1850. También ha contribuido con artículos a la Encyclopedia of the French Revolutionary and Napoleonic Wars (ABC-CLIO, 2006) y a la base de datos en línea United States at War: Understanding Conflict and Society (ABC-CLIO, 2006).

le professeur Kenneth G. Johnson a obtenu son doctorat en histoire diplomatique et militaire de la Florida State University en 2006. Spécialisé dans l’histoire de la Révolution française et des guerres napoléoniennes, sa thèse de doctorat était une biographie de l’amiral Louis Thomas Villaret de Joyeuse, un éminent amiral français pendant la Révolution française et les guerres napoléoniennes. En plus d’enseigner à l’Académie militaire des États-Unis et à l’Université d’État de Floride, le professeur Johnson a précédemment donné des conférences au Naval War College.

Il a présenté des aspects de ses recherches à la Conférence de la Société d’histoire militaire et au Consortium sur l’ère révolutionnaire, 1750-1850. Il a également contribué des articles à l’Encyclopédie des guerres révolutionnaires et napoléoniennes françaises (ABC-CLIO, 2006) et à la base de données en ligne United States at War: Understanding Conflict and Society (ABC-CLIO, 2006)


Fuentes:

1 – «The Peninsular War: Napoleon’s Maritime War» – Kenneth G. Johnson, Air Command and Staff College, Napoleonic Scholarship – The Journal of the International Napoleonic Society Number 5, December 2013

2 – «The Peninsular War Atlas» – Colonel Nick Lipscombe, Osprey Publishing, 2010

Imágenes:

a – Imagenes superpuestas c- y h-

b – By Clarkson Frederick Stanfield – [1], Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1624092

c – By Christian August Lorentzen – 1. upload: http://collection.smk.dk/#/en/detail/KMS3468 2.upload: http://www.smk.dk, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=66376258

d – 1. By Friedrich Carl Gröger – http://www.rosenborgslot.dk, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=975175 ; 2. By Vincent-Nicolas Raverat – https://art.rmngp.fr/fr/library/artworks/vincent-nicolas-raverat_andoche-junot-1771-1813-general-de-division_huile-sur-toile, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=97576086; 3. By anònim – http://notesdemusees.blogspot.com/2021/04/06b-premier-empire-famille-imperiale.html, Domini públic, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=119347108

e – https://www.bl.uk/collection-items/vue-du-port-de-lisbonne

f – 1. By William Beechey – National Maritime Museum, Greenwich, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7734633; 2. By René Théodore Berthon – http://reproductions.chapitre.com/repro/BERTHON-RENE-THEODORE/VICE-AMIRAL-DENIS-DUC-DECRES-MINISTRE-DE-LA-MARINE-EN-1801.html, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3726111; 3. Par Jaugrand — Travail personnel, CC BY-SA 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=53985699

g- Mapa del autor a partir de «Illustration from page 521 of The outline of history; being a plain history of life and mankind, the definitive edition revised and rearranged by the author, by H.G. Wells, illustrated by J. F. Horrabin», «The British Empire in 1815 [Mercator’s Projection]» y https://www.bbc.co.uk/history/british/empire_seapower/britain_empire_01.shtml

h – Mapa del autor a partir del «Atlas to Alison’s History of Europe, 1850», by Alex. Keith Johnston, published by William Blackwood and Sons in 1850. Plate 48. «Map of Spain and Portugal to illustrate the campaigns of 1808 etc.» http://www.maproom.org/00/13/present.php?m=0048

i – Mapa del autor a partir de Google MyMaps.

Sable de Oficial de caballería ligera. Etapa consulado – Primer Imperio

Tiempo de lectura: 6 minutos

Soy bastante aficionado a la época napoleónica, pero nunca he pensado en dedicarme a la compra de objetos de dicho período, aunque hay muchas personas que decoran, algunas con mucho gusto, sus casas con objetos de la era napoleónica o de otras época. Pero, el año pasado, por esos pensamientos que nacen en uno y parecen grabarse a fuego decidí intentar adquirir un sable de caballería de la época napoleónica, no me importaba la nación en concreto. Tras algunas búsquedas dentro y fuera de España, decidí ir a lo seguro y contactar con la web de Bertrand Malvaux, una casa con sede en Francia especializada en la venta de objetos de militaria de diversa índole, así como los peritajes y las subastas, entre otros. Buscaba un arma que fuese si era posible de oficial, sencilla, y con la tradicional guardia de una sola rama o montante, como los sables ingleses del modelo 1796, y que también es típica de los algunos sables de la época del Consulado y la primera parte del Imperio Francés.

Lo que he pretendido con la entrada de esta semana es mensurar esta arma, con la ayuda de un pie de rey y un metro y acotar todas las partes del sable y la vaina, por si puede ser de información para los aficionados a este tipo de armas y también para lograr conocer yo mismo un poco más este tipo de sables, que teniendo un peso – este modelo – de 1,8 kg (3,1 kg enfundado en la vaina) y añadiendo la velocidad del caballo (unos 30-35 km/hora1) y la del brazo del jinete, podían provocar unas heridas de consideración en el enemigo por la acción del corte del filo del sable, o que estas le fueran directamente mortales.

Al empuñar el arma se aprecia la calidad del arma, lógicamente con el filo desgastado por el uso y el tiempo transcurridos, pero con la curiosidad que el mayor peso de la hoja se denota en el tercio final de la punta, para lograr que el impacto con el enemigo fuese más contundente. Existe un documental producido por el History Channel, presentado por el actor británico Sean Bean («Sean Bean On Waterloo»), que se puede ver a día de hoy en la web de YouTube y que analiza el impacto de este tipo de armas de caballería y las heridas que podían producir.

SABLE DE OFICIAL DE CABALLERÍA LIGERA

El certificado de la casa Bertrand Malvaux, nos define las principales características del arma:

«Sable con guarnición de latón. La guardia tiene un gavilán al estilo húngaro decorado con dos filetes. La virola en forma ovoide de crucero. Monterilla de cola larga. El puño de ébano finamente cuadriculado. La hoja curva con los lados huecos, de una longitud total de 84 cm, damasquinado grabado en su primer tercio con un verso del Corán. Resto de corbata (principio de la hoja) de piel de cordero. Vaina de latón, boquilla sobresaliente, brazaletes de fianza decorados con líneas, batiente de latón.
El sable está en buen estado, con fisura en un lado de la puño, un sable nunca limpiado desde la época.»
[1]

Hemos tratado de transcribir lo mejor posible las dos inscripciones que se hallan en el primer tercio de la hoja del sable, por ambos lados.

El relieve es apenas perceptible, así como los caracteres alineados. Según el dictamen de Malvaux se trata de un versículo del Corán [1].

Izquierda: Las diferentes partes que constituyen un sable y su vaina y sus equivalencias en francés:

Pomo: Olive plate de rivure

Monterilla: Calotte

Guarda/Guardamano: Garde

Puño: Poignée

Virola: Croisière

Gavilán: Quillon

Vaina: Fourreau

Boquilla: Cuvette

Anillas: Anneaux de bélières

Filo: Fil / Tranchant

Contrafilo: Contre-pointe

Batiente: Dard du fourreau

Punta: Pointe de la lame

Hoja: Lame

– – – – – – o – – – – – –

1https://www.youtube.com/watch?v=7vlgLkQ1pt4&ab_channel=DocumentaryDetectiveIII


Fuentes:

1 – Bertrand Malvaux. Certificat d’Authenticité. 14/10/2022

2 – http://holawkc.blogspot.com/2010/07/partes-del-sable.html

3 – https://www.sabresempire.com/

4 – https://www.zendalibros.com/los-sables-que-llevaban-los-hombres-que-lucharon/

5 – https://www.sabresempire.com/2012/03/terminologie-monture-des-epees.html

Imágenes:

a – Imágenes modificadas a través de las fotografías originales que acompañaban el certificado expedido por el vendedor.

b – Fotos del autor.

«Monsieur N» (2003), de Antoine de Caunes

Tiempo de lectura: 20 minutos

Cartel anunciador de la película.

Antoine de Caunes realizó su segundo film «Monsieur N» en el año 2003, con coproducción franco-británica, rodada en Paris y con exteriores en Sudáfrica (cerca de Ciudad del Cabo), representando una creíble isla de Santa Elena. Los vestuarios y decorados bien trabajados, y un apreciable guión de René Manzor y Pierre Kubel con unos elaborados diálogos aunque con algunos giros complicados en la historia, y que enmascaran hábilmente el verdadero objetivo del film: dar al espectador una trama histórico-dramática con una versión final sobre uno de los tantos y consabidos «¿Y si?» de la épica napoleónica: ¿Murió Napoleón realmente en Santa Elena?

A traves de los ojos y narración del joven oficial inglés Basil Heathcote (el único personaje ficticio de la historia), desfilan todos los actores de la trama jugando su papel «orbitando» (expresión extraída de un diálogo de la película) alrededor de la figura de Napoleón (un gran Philippe Torreton, al que ya conocíamos de la notoria «Capitan Conan») y con el contrapunto manifiesto del gobernador Hudson Lowe (un estupendo Richard E. Grant), el obsesivo gobernador militar y guardián del corso.

Las diferentes líneas narrativas se van entretejiendo con astucia: el romance imposible (alejado de la realidad histórica) de Betsy Balcombe (figura ya tratada en nuestro blog: Napoleón en las memorias de Betsy Balcombe (1815-1818) enfrentado a la amante manifiesta e interesada de Napoleón, Albine de Montholon, las relaciones de los tres generales de Napoleón: el fiel Bertrand, el socarrón y bravucón Gorgaud, el taciturno y consentidamente engañado Montholon, el enigmático amigo de la infancia, Cipriani, corso como él, la relación siempre tirante y a punto de explotar de Lowe con Napoleón y el amor no correspondido entre Heathcote y la joven Balcombe, que se desarrollan paralelamente en un ambiente opresivo y cerrado tanto dentro como fuera de Longwood (la casa-prisión de Napoleón), sea para los prisioneros franceses como para sus guardianes británicos, aumentado por la rigidez extrema de las medidas del ordenancista Lowe.

Una película más que recomendable, más apreciable para el aficionado a la época que podrá disfrutar de los pequeños y grandes detalles de este artesano fresco de Antoine de Caunes.

EL ARGUMENTO

Un sequito de militares y civiles se halla en un prado en una noche lluviosa en un prado en la isla de Santa Elena. Entre los asistentes los generales franceses Bertrand y Gourgaud, Emmanuel de Las Cases, hijo del memorialista, y Saint-Denis (Alí), además de los sirvientes de Longwood supervivientes. Es el 15 de octubre de 1840, cuando previo permiso del gobernador y gobierno ingleses, se abre el féretro de Napoleón, fallecido unos decenios antes en la isla, en el año 1821. Se produce uno de los varios «flashbacks» de la película y vemos al joven teniente inglés Basil Heathcote (Jay Rodan), llegando a Santa Elena junto con el recién nombrado gobernador militar Sir Hudson Lowe (Richard E. Grant). En el puesto militar de Deadwood, se encuentra formado el destacamento de soldados británicos que custodian al ilustre prisionero de la isla – Napoleón Bonaparte (Philippe Torreton) y su corto séquito de acompañantes – y Lowe aprovecha para dirigirles una seca proclama a sus soldados y oficiales.

El nuevo gobernador de manera resuelta se dispone a visitar al «general» Napoleón, pero se encuentra en el porche de la casa con el general Bertrand (Roschdy Zem) que le barra el paso y que le indica que el emperador ya le informará de cuando le puede recibir. Lowe, profundamente disgustado, se retira de la casa, sin apercibirse que es observado por el propio Napoleón con un catalejo por un agujero entre las persianas. Finalmente Lowe es recibido por Napoleón, que le afea su conducta como militar y le recuerda que su mando con la unidad de lo «Corsican Rangers» era el de un grupo de traidores. Lowe que no puede reprimir su enfado, le espeta a Napoleón si se refiere a Waterloo, con la que será su última batalla. «La última será la última», dice Napoleón. El tono de la conversación sube entre los dos y Napoleón le reprocha su condición de carcelero a Lowe. Este se gira disgustado para marcharse, pero de pronto, Napoleón se le acerca: «Señor, he sido oficial desde la edad de 16 años y 15 días. Ningún soldado, bueno o malo, guarda secretos para mi. Conozco su mente mejor que él mismo. Así que, no se preocupe. Yo nunca estaré lejos de usted. Usted me encontrará, aquí», dice señalándose la cabeza con sus gafas.

Mientras Heathcoate es asignado para vivir en Longwood, la mohosa casa asignada a Napoleón y su puñado de sirvientes, y tiene órdenes de asegurarse de ver al prisionero dos veces al día. Como gobernador del remoto islote, la principal responsabilidad de Lowe y sus 3.000 soldados y oficiales es asegurarse de que Napoleón Bonaparte no escape, por lo que planea reforzar las medidas de seguridad, instalando un perímetro de seguridad con torres de vigilancia alrededor de Longwood y poniendo más soldados de vigilancia. Formando parte del séquito de Napoleón se encuentra Cipriani (Bruno Putzulu), un compañero corso y amigo de toda la vida de Napoleón, que dirige la administración de la casa.

El corso caído en desgracia todavía tiene muchos admiradores y simpatizantes tanto en Europa como en América, pero la más cercana es Betsy Balcombe (Siobhan Hewlett), la joven hija adolescente de los Balcombe, que guardan una excelente relación con el emperador, ya que lo habían alojado en sus dominios en sus primeros momentos en la isla. Betsy juguetea mientras el Emperador se encuentra narrando sus batallas al general Montholon (Stephen Freiss). De repente, Betsy tratando de hablar de Waterloo le dice que «la responsabilidad de la victoria y de la derrota recaen en el comandante en jefe». Napoleón se retira unos pasos de Betsy entre disgustado y pensativo, pero se gira y la mira burlonamente: «¿Debería decirte por qué perdí en Waterloo? Tape sus oídos, Montholon. La verdad y la historia son pobres compañeros de cama.» Se acerca a Betsy y le susurra al oído: «Yo perdí… porque me levanté muy tarde«. El joven Heathcoate está enamorado de Betsy, que solo tiene ojos para Napoleón. Pero no es hasta 1840, en la ceremonia en París (otro de los «flashbacks») durante el cual los restos de Napoleón desfilan solemnemente por París nevando para ser enterrados en Les Invalides, y Heathcoate, al ver a Betsy ya adulta entre la multitud solemne, empieza a rastrear y a entrevistarse con los antiguos miembros del emperador en Longwood. Por otra parte Albine (Elsa Zylberstein), esposa de Montholon, es la amante consentida de Napoleón, que aspira así a tener una parte de la herencia, y ve con celos el acercamiento de Betsy a Napoleón.

El gobernador Lowe está muy preocupado por el hecho de que el cautiverio de Napoleón le está costando a Inglaterra 8 millones de libras esterlinas al año y está irritado por el gasto proyectado en caso de que “¡Viva otros 20!”. Su mantenimiento es costoso y en una reunión con el Dr. O’Meara (Stanley Townsend) para conocer el estado de salud del prisionero, le sugiere que podría hacer que dicho problema se resolviera, envenenando a Napoleón. «¿Doctor, ha leído a Ricardo III?«. O’Meara, al comprender la indirecta, se opone totalmente a la idea: «No puedo creer lo que me está pidiendo». «Yo sólo le he preguntado si había leído a Ricardo III.» […] «Usted es un soldado y obedecerá», le replica. «Yo sólo obedeceré una orden escrita», le contesta indignado el doctor, levantándose y dejando la habitación.

Napoleón, aunque preso intenta mantener estilo de vida sin renunciar al protocolo. En una comida en la llanura, con los Balcombe como invitados, el señor Balcombe (Richard Heffer) le habla de las simpatías que despierta su figura a Napoleón. Pero su pequeño círculo se consideran unos prisioneros al tiempo que su emperador y los criados impacientes quisieran cobrar su supuesta herencia. En los murmullos de sus simpatizantes Napoleón se incomoda: «…Todos hablais de partir. Elba no pudo retenerme. Santa Elena tampoco podrá.» El general Gorgaud (Frederic Pierrot) por su parte, intenta elaborar un plan de evasión de la isla para Napoleón, con partidarios en el extranjero, y para ello contactan con el general holandés Van Hogendorp (Bernard Bloch) que se encontraba en 1817 exiliado en Río de Janeiro para que les ayude en el plan de rescate. Tiempo más tarde, Cipriani muere de una úlcera en el estómago y es enterrado.

Años más tarde, Basil Heathcote, ya coronel, se entrevista con el general Gorgaud y este le confiesa el plan de escape urdido para liberar a Napoleón. Gorgaud se hizo expulsar por los ingleses por una presunta desavenencia con Napoleón y para tomar contacto en La Ascensión con Van Hogendorp y sus seguidores para mostrarles el plan de huida, urdido por el propio Napoleón. En el día del cumpleaños del gobernador Lowe se organiza una baile con los oficiales ingleses, franceses y algunos de los habitantes de la isla. Es el día elegido para la fuga. Bertrand se ausenta disimuladamente del baile y avisa a Napoleón que la partida de rescate ha desembarcado en una noche de neblina.

Pero Napoleón rehúsa en último momento escapar y manda avisar a Heathcote para que aprese a «unos bucaneros que han venido a secuestrarme». Los guardias acuden al punto donde se encuentran Van Hogendorp y sus hombres y se entabla la lucha con descargas de fusiles, que hace que estos tengan que volver a embarcar apresuradamente, dejando varios muertos en la playa. Al día siguiente, Lowe interroga a Heathcote, sobre cómo Bonaparte conocía los detalles del desembarco y llega a la conclusión que los Balcombe han ayudado a Napoleón a escapar, por lo que expulsa a la familia de la isla. Betsy y Napoleón se despiden y Heathcote ve partir en barco a los Balcombe con sentimientos encontrados.

Al día siguiente, Lowe va a ver a Napoleón y le pregunta porqué no escapó, pudiéndolo hacer, y porqué le informó del desembarco. Y Napoleón, sumergido en uno de sus baños calientes le responde: «Un hombre que escapa admite que es un prisionero». Luego le propone un trato a Lowe: que sea enterrado en el Sena, después que Napoleón muera en la isla a cambio de una suma de dinero, ya que, como le dice Napoleón, cuando vuelva a Inglaterra el gobierno ni le pagará la pensión, por su papel en su cautiverio.

Napoleón finalmente muere en Santa Elena y su pequeño séquito, ya sin Gorgaud y Albine Montholon, le velan póstumamente. Heathcote sigue con sus pesquisas y finalmente se entrevista con Hudson Lowe, que vive en una mísera habitación en Inglaterra. Convencido que Lowe tiene la clave del paradero del cuerpo de Napoleón, le interroga sobre su supuesto trato con el emperador, a cambio de dinero. En otro de los «flashback» de la película, Napoleón trata de convencer a Lowe de que ponga el cuerpo de Cipriani en lugar del suyo en la tumba, y Heathcote llega a la conclusión que Napoleón ha escapado finalmente de la isla y Cipriani es el que realmente está enterrado en los Inválidos.

REPARTO:

Napoleón: Philippe Torreton

Hudson Lowe: Richard E. Grant

Basil Heathcote: Jay Rodan

Albine de Montholon: Elsa Zilberstein

Marshal Bertrand: Roschdy Zem

Cipriani : Bruno Putzulú

General Montholon: Stéphane Freiss

General Gourgaud: Frédéric Pierrot

Betsy Balcombe: Siobhán Hewlett

Thomas Reade: Peter Sullivan

Dr. O’Meara: Stanley Townsend

Ali: Igor Skreblin

Fanny Bertrand: Blanche de Saint-Phalle


Fuentes:

1 – «Monsieur N» (2003), 120 min., realizada por Antoine de Caunes. Producción: Canal +, France 3 Cinéma, France Télévision Images 2 et alt.

2 – https://historia.nationalgeographic.com.es/a/napoleon-y-su-destierro-y-muerte-santa-elena_7243

3 – https://www.despertaferro-ediciones.com/2021/le-retour-des-cendres-napoleon-regresa-a-francia/

4 – https://www.napoleon.org/histoire-des-2-empires/articles/monsieur-n-un-film-dantoine-de-caunes-2003/

5 – https://www.imdb.com/title/tt0308595/

6 – https://www.filmjabber.com/movie-synopsis/monsieur-n.html

7 – https://variety.com/2003/film/reviews/monsieur-n-1200543525/

8 – http://www.frenchfilms.org/review/monsieur-n-2003.html

9 – https://www.sensacine.com/peliculas/pelicula-42093/

10 – https://www.iol.co.za/entertainment/whats-on/monsieur-n-913782

Imágenes:

a – «Monsieur N» (2003), 120 min., realizada por Antoine de Caunes. Producción: Canal +, France 3 Cinéma, France Télévision Images 2 et alt.

b – https://www.rottentomatoes.com/m/monsieur_n#&gid=1&pid=1

Maties Ramisa Verdaguer, una perspectiva del conflicto en la Cataluña de 1808-14.

Tiempo de lectura: 50 minutos

Esta semana contamos con la presencia en «El Rincón de Byron» o mejor dicho las palabras de Maties Ramisa Verdaguer, historiador barcelonés, catedrático de Bachillerato y profesor en la Universidad de Vic, autor de varios libros, escritos y conferencias sobre el periodo de 1808-14 en Cataluña, que ha tenido la amabilidad de atendernos y comentar con nosotros una serie de cuestiones sobre su actividad docente, la Guerra de Independencia en Cataluña a la que ha dedicado parte de su obra en diferentes medios, su visión del tratamiento del conflicto por parte de los historiadores contemporáneos, el papel de la Juntas en Cataluña, la intervención británica en el Levante y Mediterráneo, el papel de los catalanes en las Cortes de Cádiz, así como ese esperado por muchos retorno del Fernando VII al trono español, que retornaría al antiguo régimen absolutista y acabaría con las esperanzas de muchos de un cambio de rumbo en la política española de la época.

Ya sin más preámbulos os dejamos con las palabras de Maties Ramisa y su visión del conflicto de 1808-14 en España, Cataluña y el Mediterráneo.

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ENTREVISTA M. RAMISA

* ¿Qué enseñanzas o consejos podrían darse a los jóvenes historiadores e investigadores que al igual que en tu caso, quieran dedicar su tiempo y energías a escribir e investigar sobre diferentes aspectos de la Guerra de Independencia en Cataluña (o Guerra del Francés), por ejemplo? ¿Qué errores crees que cometiste al acometer tus estudios e investigaciones que crees que se podrían haber evitado?

«Respecto de los consejos, pienso que el primero sería el de tener motivación para el estudio de esta época y encarar el trabajo sin prejuicios previos. Es decir, no ver de entrada «buenos» y «malos», a los que hay que confirmar en su bondad o maldad por medio de una investigación. A veces las escuelas historiográficas predisponen un poco hacia el maniqueísmo, y por ello creo que el joven investigador debería relativizar la información previa recibida sobre el período en cuestión para no estar condicionado por ella.

Por ejemplo, en el tema de la Guerra de la Independencia o Guerra del Francés está claro que hay unos invasores y unos invadidos, pero una vez estás inmerso en ella te das cuenta que, como en todas partes y en todas las épocas, hay buenos y malos a nivel personal en cada bando. Ni todos los franceses son malvados ni todos los guerrilleros patriotas son honrados y virtuosos. Militares como los generales Duhesme o Lechi fueron duros y crueles, pero el mariscal MacDonald y el general Decaen fueron personas correctas e incluso compasivas. Sí que queda claro, de todos modos, que la lógica de conquista militar impuesta por Napoleón era abominable, y con ese telón de fondo nefasto debía actuar la gente.

Otro consejo obvio sería el de intentar comprender a las personas de aquella época partiendo de la mentalidad dominante entonces, y no de los conceptos actuales. Por ejemplo en los aspectos de la religiosidad y el respeto a las jerarquías que imperaban. También me parece recomendable partir de un buen conocimiento bibliográfico del tema y de las fuentes que habrán de manejarse. Si el futuro investigador es orientado respecto de las fuentes o archivos por un historiador veterano experto, mucho mejor.

Yo me acerqué al tema de la guerra de la independencia por el halo romántico que desprendía para mí. Los grabados de guerrilleros y paisanos combatiendo contra los ejércitos imperiales excitaron mi imaginación y me proporcionaron «combustible» para acometer mis investigaciones, que de hecho me ha durado hasta hoy. Pero me faltó una parte del conocimiento bibliográfico necesario y previo -que tuve que completar sobre la marcha- y también alguien que me asesorara sobre las fuentes. Estas dos carencias dificultaron mis investigaciones.»

* ¿Crees que el tratamiento que se le da actualmente a la Guerra de Independencia en Cataluña en la docencia y en los institutos catalanes es el correcto por contenidos y duración frente a otros períodos históricos que se han dado en tierras catalanas? ¿Crees que los jóvenes catalanes están bien informados o conocen todo lo que transcurrió en el Principado entre los años 1808 y 1814?

«Los jóvenes catalanes no están informados en absoluto de lo que sucedió entre 1808 y 1814. En lo que atañe al conocimiento de contenidos históricos concretos, la situación ha ido a peor en las últimas décadas en Cataluña. Veinte años atrás, los currículums de Ciencias Sociales en la ESO y de Historia en el Bachillerato contenían mucha más historia que en la actualidad.

Por ejemplo, en el cuarto de ESO se estudiaba entonces la historia del mundo contemporáneo a partir de finales del siglo XVIII, con un adecuado nivel de concreción. Por lo tanto, el alumno, aunque no llegaba a conocer la guerra de la Independencia en la Península, sí que estudiaba el imperio napoleónico y, dentro de él, una referencia muy breve a la ocupación francesa de España. Tenían un marco de los acontecimientos. Los que seguían estudiando y cursaban el Bachillerato tenían la Historia de España en el segundo curso, de carácter obligatorio, que empezaba precisamente con una visión sucinta del siglo XVIII en Cataluña y en el conjunto de España, y continuaba con los temas de la Guerra del Francés, las Cortes de Cádiz y la restauración del absolutismo. Y más importante aún, estos temas estaban incluidos en la prueba de Selectividad.

Además, los alumnos de Bachillerato podían cursar la asignatura optativa de Historia del Mundo Contemporáneo en el primer curso, donde se profundizaban los conocimientos adquiridos en el cuarto de ESO sobre la revolución francesa y el imperio napoleónico.

Esta estructura curricular fue cambiando desde finales de la primera década del siglo XXI. La Historia de segundo de bachillerato, la única que se ocupaba del período de 1808 a 1814 en toda la etapa de la ESO y del Bachillerato, perdió casi todo su contenido del siglo XIX, ya que se decidió que en la prueba de Selectividad tan solo se exigiría la materia a partir de la Restauración de 1875. Por lo tanto, el período decimonónico anterior se trataba en pocos días a principios de curso, como una simple introducción. Y en ella, con suerte, se hacía una breve alusión a la guerra de la Independencia.

Este es el currículum de Historia de segundo de bachillerato que se ha mantenido hasta ahora en Cataluña, y que creo que perdurará hasta 2023, momento en que debería cambiar por otro a causa de la nueva Ley de Educación, ignoro con qué contenidos. Es decir, desde hace muchos años no se estudia con cierto rigor, en los institutos Cataluña, la historia del país anterior a 1875.

Por lo que respecta al cuarto curso de ESO, continua hoy vigente la historia del mundo contemporáneo, cuyo contenido en historia ha quedado algo descafeinado por la introducción de otros conceptos interdisciplinares (dimensión cultural y artística, dimensión ciudadana) y procedimentales. Si bien en el temario se alude a aspectos de la historia de Cataluña y del conjunto de España (siglo XVIII, revolución industrial, catalanismo y su evolución, II república, guerra civil y franquismo) es difícil que puedan tratarse correctamente dada la extensión del programa. Y en cambio, desaparece cualquier mención específica a la Revolución Francesa y al imperio napoleónico, englobados en un genérico «liberalismo y revoluciones burguesas».

En conclusión y respondiendo a la primera parte de la pregunta, el tratamiento que se da a la guerra de la Independencia en Cataluña en la enseñanza secundaria es sencillamente inexistente, como buena parte de la historia del país anterior al siglo XX. Por ejemplo, en el tercer curso de la ESO, la historia de España y de Cataluña de la Edad Moderna se engloba en este solo epígrafe: «Formación y evolución de la monarquía hispánica. Cataluña dentro de la monarquía de los Austria: permanencia de las instituciones y conflicto político».»

* En tu opinión, ¿qué diferencias más significativas has encontrado en el tratamiento de los historiadores franceses (e ingleses, si es el caso) y españoles del siglo XIX que consultaste o tuviste acceso en tus investigaciones, sobre el tratamiento de la Guerra de Independencia en Cataluña (o Guerra del Francés) en general? ¿Crees que los historiadores contemporáneos de esos mismos países han variado su visión de lo que fue el conflicto, o aún arrastramos los “vicios” o malas interpretaciones de épocas pasadas?

«Como otros grandes acontecimientos históricos, con el paso del tiempo la guerra de la Independencia ha ido perdiendo a ojos de los historiadores sus aristas más marcadas de tipo religioso, político o mítico. La lejanía ha permitido a los estudiosos ir variando el enfoque para situarse en un terreno más desapasionado con el fin de intentar ganar en objetividad. En palabras de Jean-René Aymes, ha existido un proceso de «desheroización». Eso no significa que no siga habiendo algunas importantes divergencias entre los historiadores.

En el ámbito de las causas de la guerra y de la resistencia anti-francesa, la idea que la población luchaba por los grandes principios de monarquía, religión y patria ha perdido terreno frente al concepto de pelea por los intereses más cercanos de la gente, como la familia, los medios de vida y el territorio próximo. Eso no quiere decir que no se valoren también los primeros. Por otra parte, la invasión napoleónica externa perpetrada con alevosía como factor principal y evidente del conflicto, que nos transmitieron los historiadores decimonónicos, fue impugnada por una corriente historiográfica del siglo XX en favor de una interpretación que privilegiaba la crisis interna de la época de Carlos IV y Godoy como factor desencadenante. Hoy día parece haberse vuelto implícitamente a los primeros planteamientos de resistencia a la invasión externa y de deseo de independencia.

En Cataluña, el combate de la población en favor de la independencia española que valoraban los grandes historiadores catalanes del siglo XIX, como Bofarull y Blanch, fue matizado por otros autores a partir del surgimiento del catalanismo político, que no se encontraba cómodo con aquellos planteamientos. Pero actualmente la historiografía catalana continua remarcando la oposición en Cataluña a las tropas imperiales al lado del conjunto de España, por medio de la tesis del «doble patriotismo». Además, ha quedado claro a partir de todas las fuentes que la resistencia patriótica en Cataluña fue superior a la de otras regiones españolas.

Un factor de consenso en la historiografía es la consideración de que la guerra de Independencia fue clave en la fundamentación de la identidad nacional española, iniciada en las Cortes de Cádiz y afianzada con muchas dificultades a lo largo del siglo XIX.

Dos «mitos» transferidos también por los historiadores decimonónicos han sido revisados por la historiografía actual, a mi juicio correctamente. De un lado, el del alzamiento masivo y unánime del pueblo contra la invasión francesa; se ha comprobado que la realidad no era tan heroica, que hubo mucha deserción en las filas españolas y mucha reluctancia de la gente común y de los privilegiados a pagar los impuestos, las requisiciones y los préstamos forzados.

De otro lado, tampoco se admite sin matizaciones severas el papel patriótico y militar de la guerrilla, que a menudo caía en la extorsión y el bandidaje sobre la misma población que proclamaba defender. En cambio, en su lugar existe una cierta revalorización del papel del ejército regular.

Las Juntas fueron esenciales para llenar el vacío de poder a partir de 1808 y alcanzaron una gran representación popular, pero hoy en día también se destacan sus defectos: rencillas entre ellas y con los militares, ineficiencia e intromisión inadecuada en las cuestiones bélicas y estratégicas. A ello se refiere una frase de la época, la «funesta manía de dar batallas».

La consideración de los afrancesados como traidores ha dado paso a una evaluación más humana de ese fenómeno, que elimina el componente de culpabilidad de estas personas y que en algunos autores llega a una valoración francamente positiva de los colaboracionistas. En Cataluña es el caso del afrancesado ampurdanés Tomás Puig.

Pocos historiadores franceses se han sentido atraídos por el estudio de la invasión napoleónica en la península, quizás por razones obvias. En cambio, hemos podido aprovechar multitud de Memorias escritas por militares napoleónicos que han arrojado mucha luz sobre la contienda. Entre los historiadores galos que han trabajado en la guerra de Independencia española -y específicamente en Cataluña- cabe destacar a Conard, Desdevises, Michonneau y Aymes. Todos ellos han realizado una labor muy laudable, los dos primeros en la vertiente positivista y documental a principios del siglo XX, y los dos restantes en perspectivas más sociológicas y culturales.

Por lo que se refiere a los historiadores anglosajones, su aportación a la Peninsular War ha sido muy considerable. Van desde las gigantescas obras decimonónicas de Napier, Oman y Fortescue, a las modernas visiones de Lovett, Glover, Esdaile y Lipscombe. Los primeros hacen hincapié en el considerable esfuerzo británico en España, poco secundado por un país primitivo y desorganizado, que contaba con un ejército desastroso y una población poco laboriosa y atada a la religión. No distinguen entre España y Cataluña, excepto por una mayor resistencia antinapoleónica y consistencia social en esta última. Oman es más comprensivo con la situación española.

Del segundo grupo de historiadores destaca el prolífico Esdaile, que ha presentado abundantes propuestas revisionistas sobre la guerra de la Independencia. Insiste también en el desorden y la ineficacia del ejército español, y en el decisivo papel de Wellington en la derrota francesa. Pero además considera que el levantamiento popular en masa a favor del lema Dios, Patria y Rey es poco más que una invención, y que las realizaciones atribuidas a la guerrilla son un mito. Quizás su planteamiento más polémico es la afirmación de que la guerra de la Independencia en España influyó poco en la derrota final de Napoleón, una tesis que contradice el pensamiento de casi todo el conjunto de la historiografía.»

* El papel de las Juntas, con sus diferentes subdivisiones en las diversas provincias, fue singular en términos de autoridad política y organización -con muchas veces pocos medios (y dinero)- del esfuerzo para la guerra. En el caso de sus relaciones con la rama militar, ¿su impacto podríamos considerarlo un elemento más negativo que positivo teniendo en cuenta que entre 1808 y 1814 se sucedieron hasta 17 capitanes generales en Cataluña?

«Las Juntas fueron vitales para salvar el vacío de poder que se produjo al principio de la guerra, después de la abdicación de los monarcas españoles, y continuaron siéndolo durante buena parte del conflicto para organizar la parte política y económica del país, en un ambiente de gran desarticulación administrativa provocado por la invasión. Fueron decisivas también para allegar recursos y hombres para la guerra.

Pero el poder de las Juntas tuvo también su lado negativo. La falta de cooperación entre ellas a nivel provincial fue bastante escandaloso. Por ejemplo, la Junta de Valencia ayudó muy poco a Cataluña y Aragón en la lucha que estas dos últimas provincias libraban contra los napoleónicos desde el primer día. Hay que tener en cuenta que Valencia no fue invadida hasta finales de 1811, y por lo tanto tenía hasta esta fecha buena parte de sus recursos intactos.

Otro factor perjudicial fue la incapacidad de coordinar los diversos ejércitos españoles hasta que el mando supremo fue otorgado a Wellington a finales de 1812, debido en buena parte al hecho de que cada región hacía bastante la guerra por su cuenta. Por lo que se refiere a Cataluña, las relaciones entre el poder civil de la Junta y el militar del capitán general fueron casi siempre tensas y abocaron a crisis frecuentes. Ello explica el continuo cambio del alto mando militar en el Principado.

Las tensiones en Cataluña se produjeron a causa del aprovisionamiento del ejército y del reclutamiento de soldados, que dependían hasta 1812 en última instancia de la Junta Superior. También fueron debidas a las intromisiones que practicaba la Junta en los temas militares, apoyada por la opinión pública del Principado, defendiendo siempre la táctica de batallas campales contra el enemigo, que se revelaron funestas desde el principio.

Con ello no pretendo exculpar a los oficiales del ejército, a menudo poco preparados y poco motivados, e inclinados al caudillismo; pero hay que decir que la junta catalana y la élite civil que la respaldaba tuvieron una parte de responsabilidad en las derrotas militares, tanto por la estrategia que preconizaban como por su ineficacia en proveer de hombres y recursos suficientes a los militares, y por el notable hostigamiento que les procuraban.

De todos modos, en el ambiente de desarticulación administrativa y política de España provocado por la invasión napoleónica, que tuvo su reflejo ampliado en Cataluña, la pugna y rivalidad entre los diferentes poderes era una situación previsible, que los ingleses contemplaron atónitos cuando desembarcaron en la Península para ayudar en la resistencia.»

* El papel de los generales de los ejércitos españoles de la época salvo honrosas excepciones, no dejó de ser bastante discreto, cuando no claramente deficiente. ¿Crees que la historia ha sido justa con ellos? ¿Podrían haber hecho más de lo que hicieron con el material humano y bélico de que disponían?

«Los generales españoles fueron de una categoría mediocre con contadas excepciones. Entre los que actuaron en Cataluña solo pueden salvarse parcialmente Enrique O’Donnell, Luis Lacy, Pedro Sarsfield y el barón de Eroles. Todos estos hombres tuvieron, cada uno a su estilo, coraje, visión militar y liderazgo con las tropas. El primero, además, fue muy bien valorado por los ingleses en los primeros años de la guerra.

Pero incluso estos militares empañaron su trayectoria en el transcurso del conflicto. El carácter inconstante y pasional de O’Donnell le llevó a abandonar el ejército de Cataluña en dos ocasiones; Lacy evolucionó hacia el pretorianismo y el despotismo en 1812, hasta que fue destituido por la Regencia. Sarsfield y Eroles fueron buenos militares, pero se hallaban en un segundo plano.

Los demás que pasaron por la capitanía general de Cataluña quedaron por debajo de las expectativas: el Marqués de Palacio, lento y aficionado al ceremonial; Vives, anciano y carente de habilidades militares; Blake, aparentemente el más académico pero que fracasaba casi siempre en el campo de batalla; el marqués de Campoverde, aupado por un grupo radical en Tarragona y pronto desbordado por los acontecimientos; y Copons, un militar profesional aunque desprovisto de carisma y empuje.

¿Podían haber hecho más de lo que hicieron? Creo que un poco sí, pero no mucho más. Las unidades que mandaban Sarsfield y Eroles, O’Donnell y Lacy eran algo más disciplinadas y eficientes que la media, lo cual significa que se podía mejorar el material bélico y humano puesto a su disposición. Pero había unos vicios de base que eran muy difíciles de subsanar: mala calidad y falta de formación de los oficiales intermedios, que eran incapaces de disciplinar y dirigir las tropas;  tendencia de estas a la indisciplina y a la deserción, en buena parte porque no confiaban en sus mandos; y propensión a la desbandada de tropas y oficiales frente a una embestida del ejército napoleónico.

El ejército español, en otros tiempos brillante y disciplinado, empeoró claramente durante la guerra de la Independencia a causa del desorden y desorganización general, la falta de adiestramiento de las tropas, la improvisación en la creación de unidades y en la obtención de los oficiales, la intervención popular en la guerra y la falta de un mando único, entre otras cosas. En este ambiente, los generales se quemaban pronto, debido a los fracasos militares.

Pienso que la historia ha sido justa con estos militares de categoría regular, muchos de los cuales al terminar la guerra se integraron en la cainita política de aquellos años, que les proporcionó casi siempre escasos éxitos y muchos sinsabores. Aunque uno pueda sentir pena por sus trayectorias humanas.»

* El papel de la guerrilla en Cataluña, al igual que se dio en el resto de España, un movimiento local e irregular de resistencia contra el invasor, ¿crees que tenía las mismas características o difería de las que se dieron en el resto de España? ¿Entraría en el terreno de lo anecdótico que la guerrilla diera tan buenos frutos en algunas acciones campales de la guerra contra la Convención (la denominada Guerra Gran en Cataluña) y en cambio su aportación en las batallas campales de la Guerra en Cataluña fue meramente anecdótica, cuando no muy discreta o directamente negativa?

«La aportación de la guerrilla durante la guerra de la Independencia española ha tenido un gran predicamento en el recuerdo de aquella época y en la historiografía. Pienso que se la ha mitificado en exceso, seguramente a causa de la oleada de revoluciones liberales del siglo XIX. De hecho, creo que tuvo más importancia como instrumento ideológico y político que como herramienta militar.

En todas partes, por ejemplo en Cataluña, la guerrilla sirvió para frenar las posibilidades de componendas con los ocupantes franceses, para perseguir a los colaboracionistas y para castigar a los pueblos que pagaban impuestos a los napoleónicos. También buscaba a los evadidos a territorio imperial para escapar de la quinta, e impulsaba la cohesión nacional frente a los invasores. Es decir, ejercía de «policía patriótica».

En el terreno estrictamente militar, en cambio, su contribución fue bastante menor. Hay que valorar el clima de desgaste y a veces de terror que expandieron los guerrilleros entre los soldados y oficiales napoleónicos, que se refleja mucho en la correspondencia de estos últimos. Pero casi no participaron en las batallas campales, no era su terreno. De entre los generales franceses, Suchet fue el único que supo implantar un sistema efectivo de contrainsurgencia.

En Cataluña los guerrilleros y sus jefes fueron ya entonces adorados y mitificados por la población, que a menudo los contraponía ventajosamente a los oficiales del ejército regular. De ello se valió, por ejemplo, Francisco Milans del Bosch, que se creó una facción favorable para oponerse a las órdenes del capitán general marqués de Campoverde. En cambio, las autoridades civiles del Principado eran unánimes en el rechazo a los somatenes, miqueletes y guerrilleros por su indisciplina y altos costes de mantenimiento.

Y es que, con el paso del tiempo, los defectos de la guerrilla se hicieron cada vez más evidentes. Habían sido útiles para hostilizar a los bonapartistas y entorpecer sus comunicaciones, pero en 1812, cuando el ejército de Wellington pasó a la ofensiva definitiva y los contingentes españoles habían recuperado terreno, los grupos guerrilleros eran ya más un lastre que algo útil para los aliados. Muchos de ellos bordeaban el bandolerismo e imponían severas cargas sobre la población, y fueron absorbidos o eliminados. Es lo que realizó el capitán general Luis Lacy en Cataluña, aunque se enfrentó a una fuerte oposición de los contrarios a una militarización total, entre los que había una parte de las fuerzas vivas del territorio.

La tendencia actual de la historiografía es la de rebajar la valoración de la guerrilla y realzar algo la aportación del ejército regular. Es el caso de historiadores como Antonio Moliner y Charles Esdaile.

Este último es bastante radical y considera un mito las realizaciones atribuidas a la guerrilla durante la guerra de la Independencia.

Si bien la cuestión es algo compleja, porque no se puede contraponer de forma nítida la guerrilla y el ejército regular. Los oficiales -por ejemplo en Cataluña- mandaban contingentes de los dos tipos al mismo tiempo, que compartían el aprovisionamiento. En general, las guerrillas estaban bajo supervisión militar. Además, los mejores líderes surgidos de la guerrilla escalaban con rapidez el escalafón militar. Este fue el caso del barón de Eroles y de José Manso. Es decir, había una imbricación entre guerrilla y ejército que no se puede obviar.

Creo que la guerrilla que actuó en Cataluña fue bastante similar a la del resto de España. Quizás la  diferencia fue que en el Principado se movilizaron también cuerpos tradicionales como los Sometents y los Miquelets, que se conducían a nivel militar al estilo guerrillero. De otro lado, no tengo referencias de la supuesta eficacia de la guerrilla durante la Guerra Gran en las operaciones militares españolas en la zona pirenaica.

Al contrario, lo poco que conozco de aquellas campañas me suena a lo que se produjo después de 1808: dificultades del reclutamiento en Cataluña, falta de recursos, escasez de tropas regulares y de voluntarios, inoperancia de los somatenes, fracaso en la creación de un gran cuerpo de migueletes -de los 20.000 previstos solamente se consiguieron 13.000- e importancia de la deserción. Al principio los españoles tuvieron éxito gracias a la buena dirección del general Ricardos y el efecto sorpresa.»

* Con el fenómeno de los afrancesados o partidarios del gobierno de José I, en alguna conferencia has comentado que fue minoritaria y algunas veces más por mero interés más que por pura convicción ideológica. ¿No crees que Cataluña al estar más próxima geográficamente con las ideas de la Revolución que otras partes de España, éstas tendrían que haber tenido un impacto más significativo entre sus élites y su burguesía, o los prejuicios contra las ideas revolucionarias y el conservadurismo pesaban más en la sociedad catalana de la época? 

«Los afrancesados de convicción fueron siempre una pequeña minoría en Cataluña, lo cual no quiere decir que las tendencias liberales no comenzaran a expandirse entre las élites de las ciudades y la población urbana. No se puede confundir liberalismo con afrancesamiento. La sociedad catalana de la época rechazó mayoritariamente las extralimitaciones radicales de la revolución francesa de la época de Robespierre y después también repudió el dominio feroz de Napoleón.

Pero el liberalismo moderado se iba abriendo paso en los grupos dirigentes, y un liberalismo más radical se instalaba en grupos todavía muy pequeños de las ciudades que no tenían aún capacidad política. La mentalidad seguía siendo muy teñida por la religión. Durante la guerra predominó entre los dirigentes del Principado un pensamiento conservador y reformista, partidario de mantener el statu quo aunque introduciendo reformas: limitar el poder del rey, restablecer unas Cortes al estilo tradicional, mejorar el sistema fiscal y la economía, potenciar la instrucción de los jóvenes, implantar el proteccionismo, modernizar la aplicación de la justicia y de la administración pública, etc. Esto equivalía poco más o menos al posterior liberalismo moderado. Brotes de radicalismo aparecieron en los primeros años de la guerra, pero no tuvieron demasiado eco entre los habitantes. Y la población rural continuaba siendo de ideología absolutista.

Pero una cosa eran estas ideas de reforma en sentido liberal -probablemente imitadas de Francia- y otra muy distinta la adhesión a la ocupación bonapartista, que era lo que significaba el afrancesamiento. La conformidad con el dominio de Napoleón encontró pocos partidarios. Hubo algunos entre los funcionarios y los juristas, como el ampurdanés Tomás Puig, movidos por la idea que el emperador modernizaría la decadente España borbónica, o simplemente por el deseo de mantener el cargo y aspirar a más, o por la creencia que se situaban en el bando ganador. Los colaboradores voluntarios con las tropas francesas fueron pocos, si bien muchas personas fueron obligadas a cooperar bajo amenazas cuando los soldados imperiales entraban en una localidad.

Es decir, en la parte urbana de Cataluña estaba penetrando el pensamiento liberal originario de Francia, pero la gran mayoría de los habitantes se oponían al dominio del estado francés no solo por razones ideológicas, sino también por el resentimiento acumulado en los últimos siglos contra las agresiones galas, y también porque la influencia del país vecino perjudicaba la economía catalana. Esto último ocurría por dos vías: la entrada masiva de negociantes y de productos franceses, y el entorpecimiento del comercio con las colonias americanas.»

* Estudiosos como Antonio Grajal de Blas se han dedicado a cuantificar estadísticamente las bajas de oficiales imperiales en toda la península, en los numerosos combates que se sucedieron. En la primera clasificación que tuvo por territorios, el primer lugar lo ocupaba Cataluña con unos 1.950 oficiales napoleónicos muertos y heridos, teniendo esta cifra más importancia todavía por haber actuado en este territorio las tropas aliadas (británicas) de manera bastante puntual y localizada. ¿La sociedad catalana se implicó más o con más medios en la lucha contra el invasor que en otros lugares de España o cabrían otras explicaciones?

«Todas las fuentes (españolas, francesas, británicas) hablan de una superior implicación de Cataluña en la lucha contra el francés durante la guerra de Independencia respecto a otras regiones españolas.  Los militares franceses hablan de ello, así como los ingleses, empezando por el mismo Wellington. El contraste de la resistencia en el Principado con la que hubo en Andalucía o Valencia lo deja bastante claro.

¿A qué fue debida esta resistencia mayor? Pienso que el sentimiento antifrancés estaba más extendido en las regiones fronterizas que en otras que habían padecido menos las incursiones galas en los siglos anteriores. Cuando los británicos aluden a las regiones de la península que luchan con más vigor contra los napoleónicos citan a Navarra, Aragón y Cataluña, y seguramente no es casualidad.

Otra probable causa de la resistencia catalana radica en el perjuicio económico que provocó el dominio francés, tal como he citado en la respuesta anterior. Desde la mitad del siglo XVIII el comercio catalán con las colonias americanas de España era pujante y había contribuido mucho a la mejora económica de la provincia, que en aquella época todo el mundo admitía. El entorpecimiento de este lucrativo negocio y la presencia creciente en Barcelona de mercaderes galos, que dominaron  las transacciones de la ciudad durante la guerra, contribuyó sin duda al posicionamiento de las élites barcelonesas contra la ocupación. De hecho, la ciudad de Barcelona se vació de habitantes cuando fue sometida por las huestes del general Duhesme.

Por último, creo que la resistencia catalana se debió también al grado superior de organización y de cohesión social existente en Cataluña. Las élites y el pueblo se hallaban más trabados y mejor coordinados que en otras partes, y los dirigentes parecían más activos. La Junta Superior de Cataluña era respetada y en su seno se representaba a todos los corregimientos. El Principado fue la única región española donde tuvieron lugar varios Congresos Provinciales con el fin de allegar hombres y recursos para la lucha.

Los catalanes lucharon, sí, pero de forma algo desorganizada, a su aire, tal como venían haciendo desde siempre. Rehusaron tanto como pudieron la integración al ejército regular y, al igual que en el resto de España, sus combatientes carecían del suficiente adiestramiento y disciplina. Además, les faltó en general una buena dirección militar, todo lo cual provocó que la efectividad de su esfuerzo fuera discreto. De ello se quejaban los ingleses.»

* La lucha contra las tropas imperiales no solo se daba en el campo de batalla, y se elaboraron diferentes periódicos en Barcelona, Gerona, Tarragona, Vich (en esta última señalabas que incluso se llegaron a imprimir dos periódicos de diferentes tendencias…). ¿Era fluida la transmisión de los sucesos de una punta a otra de España, a pesar de la ocupación imperial?  ¿Crees que el papel de los periódicos en la sociedad y en el conflicto fue similar al actual, aunque el valor informativo fuera en ocasiones menor que el esperado valor propagandístico?

«Aunque la prensa periódica existía con anterioridad, durante la guerra de la Independencia hubo una explosión de publicaciones en toda España, a causa del ansia de la población por conocer qué estaba pasando y más tarde para averiguar la evolución del conflicto; dicho impulso informativo también fue posible debido al ambiente de libertad que se respiraba con la caída de la monarquía absoluta. En noviembre de 1810 las Cortes de Cádiz emitieron un decreto sobre libertad de imprenta que amplió en gran medida las posibilidades informativas y de opinión, aunque siguieron existiendo las juntas de censura.

Una parte de las Gacetas que se publicaban eran meramente informativas, y a veces se limitaban a reproducir comunicados gubernamentales o escritos de otros periódicos. Fue el caso de la Gaceta de la Junta Superior de Cataluña. Pero pronto surgieron periódicos que incorporaban opinión en sus contenidos, y que fueron muy numerosos en las capitales importantes como Cádiz y Palma de Mallorca, las dos llenas de refugiados.

Pero incluso en ciudades más modestas como Vic y Manresa se crearon pequeños y efímeros periódicos que reseñaban los últimos sucesos y contenían juicios de valor y pensamientos políticos, ávidamente consumidos por un público lector ilustrado. A partir de 1812, con la ampliación del foso ideológico entre conservadores y liberales, la efervescencia en la prensa aumentó mucho.

Información y propaganda eran vehiculadas al unísono por la prensa de entonces, lo mismo que ahora, aunque hay que tener en cuenta la escala de cada época. En aquel tiempo los periódicos solían tener un único redactor, y su capacidad para captar las noticias era mínima. Solían reproducir los comunicados militares o copiar a otros medios de las capitales, incluso el Moniteur de París.

Las dificultades para transmitir la información y la correspondencia de un lado a otro del país eran máximas. El correo marítimo era el medio más rápido, aunque el servicio era irregular. Los británicos tenían pequeñas corbetas y bergantines que realizaban esta función en el Mediterráneo para uso propio, y los españoles disponían asimismo de barcos con algún armamento que se desplazaban regularmente de Cataluña hasta Cádiz y viceversa, repartiendo los paquetes de correspondencia y los papeles informativos por el litoral. De esta manera, las noticias tardaban entre algunos días y dos semanas en conocerse.

Pero por el interior las cartas y las novedades se demoraban mucho más. Los controles militares, los obstáculos, la destrucción y el bandolerismo dificultaban el tránsito. Arthur Wellesley se informaba de los acontecimientos de la costa mediterránea un mes después de sucedidos, si no más. Dentro del Principado las informaciones viajaban a mayor velocidad en la parte patriota, vehiculadas a veces por un sistema de señales luminosas emitidas de un promontorio a otro del terreno. Pero las unidades napoleónicas podían estar varios meses incomunicadas, sin contacto alguno con sus mandos superiores.»

* En tus trabajos has tratado la figura del comodoro Edward Codrington, que al igual que otros británicos como el capitán Cochrane o el almirante Pellew, adquirieron fama durante la guerra marítima en el Levante y Cataluña. La Royal Navy bloqueaba Barcelona, atacaba los corsarios franceses y los escasos intentos de avituallar a las tropas imperiales por mar que se dieron, al tiempo que ayudaban en dar golpes de mano con las tropas patriotas o simplemente transportándolas de un lugar a otro de la costa. Como un observador exterior, parece que la relación fue mucho más fluida y fructífera que la que se daba en el frente occidental con las tropas anglo-portuguesas de Wellington, muchas veces truncada por los recelos, desconfianzas y los agravios. ¿La política mediterránea de Gran Bretaña durante la Guerra Peninsular fue diferente aquí que en el resto del territorio español o no difirió en absoluto?

«La política mediterránea de Gran Bretaña durante la guerra peninsular se basó en asegurarse el control del mar por medio de la Royal Navy y en eliminar del todo la navegación francesa y de los países satélites de Bonaparte. En un principio contó con dos bases importantes, Malta y Sicilia, y por descontado con el enclave de Gibraltar. A partir del estallido de la insurrección española, se añadió la base de Mahón, un punto perfecto para vigilar todo el Mediterráneo occidental y bloquear la escuadra francesa en Tolón.

El gobierno de Londres apostó con decisión por ayudar a España y Portugal, y mantuvo este apoyo durante toda la guerra. No hubo diferencias en ese sentido entre la parte mediterránea y la parte atlántica de la Península, excepto por el hecho que esta última contó con el cuerpo expedicionario de Wellington, y la parte oriental solamente con los buques de la Navy hasta 1812.

Es decir, los ejércitos españoles de la zona mediterránea no tuvieron ayuda terrestre inglesa hasta que en el verano de 1812 llegó el cuerpo expedicionario anglo-siciliano. Pero la asistencia que prestó la flota británica fue importante, y sin ella difícilmente se hubiera podido sostener la lucha. Los navíos ingleses aportaban todo tipo de suministros, dinero, armamento, vestuario y municiones, trasladaban de una parte a otra del litoral las tropas españolas, ayudaban en los asedios de las plazas costeras -como Rosas y Tarragona-, bombardeaban las columnas francesas que transitaban por el litoral, cooperaban en operaciones militares en coordinación con los patriotas -como en la toma de las islas Medas y de Palamós, y en ataques para recuperar Tarragona-, y daban información relevante.

En tierra, y junto al cuartel general de cada zona, había los military agents, oficiales de enlace dependientes del embajador británico en Cádiz, Henry Wellesley, y posteriormente de su hermano Arthur Wellesley, duque de Wellington. Estos militares coordinaban la ayuda británica para cada provincia de las vertientes norteña y oriental de España, y asesoraban al capitán general español. Algunos de ellos incluso crearon y mandaron sus propias divisiones, formadas por soldados españoles y desertores napoleónicos. Entre los military agents hay que destacar a Doyle, Whittingham y Roche.

La llegada de la expedición anglo siciliana a Alicante en 1812 no cambió mucho el estado de las cosas. Había generado muchas expectativas, especialmente en Cataluña, pero no respondió a ellas en absoluto. La gestión de este cuerpo, dependiente del gobernador inglés de Sicilia, Lord Bentinck, fue bastante calamitosa -tuvo seis o siete generales en jefe en menos de dos años- y en su composición había pocos soldados británicos.

No fue capaz de empujar a Suchet hacia el Norte ni de recuperar Tarragona. Lo único realmente positivo que conllevó la existencia de la expedición fue que obligó a Suchet a permanecer en Valencia con todas sus tropas, sin poder destacar contingentes que frenaran el avance de Wellington por el oeste. De otro lado y como es natural, también hubo tensiones entre ingleses y españoles en esta parte mediterránea de la península, entre las que destacaron el intervencionismo del comodoro Codrington en la gobernación de Cataluña, y el de los almirantes ingleses en las Baleares. De todos modos, británicos y españoles se vieron obligados a colaborar hasta el fin de la guerra, no tenían alternativa.»

* La labor legislativa de las Cortes de Cádiz fue enorme, en la que algunas decenas de diputados catalanes también estuvieron presentes, e incluso llegaron a estar presididas en su momento por un catalán, Ramón Lázaro de Dou y de Bassols. ¿Cádiz fue el primer intento serio de modernizar (y unificar) un país que arrastraba la losa de las estructuras del Antiguo Régimen? ¿Se puede decir que los diputados catalanes obtuvieron una lectura positiva de lo allí acordado para sus intereses en Cataluña y para con el resto de España? 

«En principio se puede contestar que sí a las dos preguntas. Cádiz fue el primer intento serio de modernizar y unificar España, y los diputados catalanes obtuvieron una lectura positiva de lo acordado allí. El primer cometido -modernizar el país y superar el Antiguo Régimen- lo emprendieron los diputados de Cádiz con entusiasmo, y en poco tiempo sentaron las bases legislativas del desmantelamiento del absolutismo y del feudalismo anterior.

Al comienzo, el ambiente en las Cortes era de consenso. La guerra golpeaba fuerte y eran necesarias las reformas. Los liberales se pusieron a la cabeza, ayudados por el ambiente especial de Cádiz, y lideraron la adopción de medidas muy avanzadas para la época, que no fueron matizadas por una segunda cámara, porque no existía. Pronto se evidenció otro sesgo acentuado de las Cortes: el poder legislativo dominaba por completo todo el sistema, sobre todo al ejecutivo, que no tenía la suficiente autonomía para actuar. Así que la Regencia -el poder ejecutivo- fue relevado al gusto del Parlamento, con consecuencias no siempre positivas para la gobernanza.

En marzo de 1812 se promulgó la Constitución, el resultado más importante de las Cortes. Los británicos la conceptuaron de demasiado ideológica y difícilmente aplicable, y tuvieron razón. Ya en aquellos momentos el consenso entre los diputados había desaparecido y se imponía el sectarismo. Los grupos conservador y absolutista se vieron excluidos de la carta magna y organizaron una fuerte oposición a la misma. La mayoría de los diputados catalanes se inclinó por un conservadurismo reformista. De aquí a las guerras civiles del siglo XIX había solo un paso.

Es decir, en mi opinión las Cortes de Cádiz fueron el primer intento de superar el Antiguo Régimen y modernizar el país, pero lo hicieron sin buscar el consenso y desde una perspectiva partidista que llevó al enfrentamiento. Además, el articulado de Cádiz era difícil de aplicar, como lo demuestra que los mismos liberales progresistas renunciaron a reimplantar esta Constitución décadas más tarde. Tampoco el sector conservador -los liberales moderados del futuro- buscaron demasiado el consenso cuando gobernaron. Ello implicó que, en un país donde el poder civil de la clase media era frágil, llenara el hueco el ejército, y la inestabilidad política fuera la norma.

De todos modos, a principios de 1814 los diputados catalanes, en sintonía con la élite del Principado, todavía hacían una lectura positiva del sistema liberal que regía en España desde 1812, ya que prometía el proteccionismo y una cierta rebaja de impuestos para la región, dos cuestiones muy valoradas. Además, las élites catalanas aceptaban el estado unitario y renunciaban a los antiguos fueros. Aunque en aquellos momentos la realidad existente era la bancarrota económica, el caos fiscal debido a la falta de previsión de los liberales al implantar la «contribución única», y la imposición de la constitución a la fuerza en muchos lugares, a causa de la resistencia conservadora.»

* Para finalizar nuestra entrevista, una vez entrado Fernando VII otra vez en España por Cataluña, con la ciudad de Barcelona aún en poder de los franceses, su comitiva tuvo un recibimiento multitudinario por donde pasaba, como se dice el verdadero retorno del hijo pródigo. Luego vendría la restauración de la política absolutista del Antiguo Régimen, la Inquisición, y la persecución de muchas ideas por las que muchos habían luchado y dado la vida en su nombre. ¿Cuál fue la política de Fernando VII con respecto a Cataluña una vez reinstaurado el monarca en el poder? ¿El no haber tenido la visión de adoptar una política un poco más liberal o aperturista entonces, ha lastrado la política y sociedad españolas durante estos últimos doscientos años? ¿Fue, históricamente hablando, una oportunidad perdida?

«El retorno de Fernando VII en marzo de 1814 fue aclamado mayoritariamente por las masas después de seis años de una guerra dura y destructiva. La gente quería volver a la normalidad y veían en el monarca la personificación de una nueva vida libre de la pesadilla que habían vivido. Por eso lo llamaban «El Deseado». Pero la ilusión no duró mucho. A los pocos meses ya se percibía un ambiente enrarecido y el deterioro de la imagen del rey.

El brusco retorno al absolutismo no fue una buena solución ni para la economía ni para la política. Gran Bretaña dominaba entonces el tablero europeo, y Henry Wellesley ya había advertido al rey que era mejor que cumpliese la promesa que había hecho en su primera proclama de mayo de reunir Cortes estamentales, y le reclamó además que liberara algunos presos políticos liberales. Pero Fernando se enrocó en su gobierno despótico e incompetente, que agravó los problemas económicos del país y fue incapaz de sacar alguna tajada del Congreso de Viena.

Hay que decir que Fernando tampoco tenía una situación fácil. La rebelión de las colonias de América absorbía las energías del país y le impedía recibir las remesas de antaño, la situación en España se había polarizado de manera inusitada después de la Constitución de 1812, la economía estaba en bancarrota a causa de la guerra, e Inglaterra se negaba a conceder nuevos préstamos. Pero un gobierno más templado y con cierto diálogo con los liberales -por medio de una reunión de las Cortes tradicionales o por otros sistemas, aprovechando el prestigio que tenía la monarquía- hubiera sido sin duda un bálsamo para el país y hubiera sido más aceptado por el conjunto de las élites y por las potencias europeas.

Nada de eso se produjo, y empezó la nefasta dinámica de los pronunciamientos militares, que perduró durante buena parte del siglo XIX; a esto se añadió la problemática de la sucesión, que ahondó en las diferencias y provocó tres guerras civiles. Quizás por todo ello pueda hablarse de «oportunidad perdida» durante el reinado de Fernando, aunque por descontado nunca sabremos lo que habría sucedido si hubiera actuado de otro modo.

Cataluña comenzó a pesar mucho desde entonces en la política española gracias a su desarrollo económico -que el conflicto paralizó durante más de dos décadas- y también por las turbulencias políticas. En este último aspecto, hay que señalar que los extremismos se incrustaron ya en aquellos tiempos en el Principado y dificultaron mucho la gobernabilidad del mismo durante todo el ochocientos.

Por un lado, un potente grupo de realistas provocó disturbios en 1822 y en 1827, motivo por el cual el mismo rey viajó a Cataluña en la última fecha para apaciguarlo. De otro lado, un notable núcleo liberal se asentó en la costa, especialmente en Barcelona y Tarragona, y estuvo detrás de la tentativa de Lacy de 1817 y de los desórdenes del Trienio liberal.

No pienso que Fernando VII tuviera una política específica para Cataluña, pero es cierto que debió prestar atención a la problemática de esta provincia tanto en la vertiente económica como en la política, una situación que se repitió con sus sucesores. Así mismo, un grupo de negociantes  catalanes se instaló en Madrid en esta época y tuvo bastante influencia en el devenir del país, en especial en el sector financiero y en el viraje del monarca hacia un régimen más mesurado en sus últimos años. Entre ellos destacó Gaspar de Remisa.»

* Agradecer muy especialmente a Maties Ramisa Verdaguer que nos haya atendido para la elaboración de esta entrada para «El Rincón de Byron». 


Maties Ramisa Verdaguer (Gurb, Barcelona, 1952) es licenciado en Historia por la Universidad de Barcelona. Ha ejercido de catedrático de Bachillerato y de profesor de la Universidad de Vic. Es Doctor en Historia por la Universidad de Barcelona (1991) con la tesis «La Guerra del Francès al Corregiment de Vic, 1808-14».

Ha participado en diversos proyectos de investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona como “Memoria y olvido de la Constitución, 1812-1912” ; “Mito y realidad de la Guerra de la Independencia”; “Cultura y Sociedad en la Guerra de la Independencia”; e “Historia del Parlamentarismo”.

Se ha especializado en la investigación del período de la Guerra de la Independencia en Cataluña. Fruto de ello han sido, entre otros, los siguientes libros y artículos:

  • «Els catalans i el domini napoleònic», Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1995
  • “La administración bonapartista”, capítulo en la obra de Antonio Moliner (ed.), La Guerra de la Independencia en España, 1808-1814, Barcelona, Ed. Nabla, 2007
  • «Polítics i militars a la Guerra del Francès, 1808-1814», Lérida, Institut d’Estudis Ilerdencs, 2008
  • La ocupación española del Rosellón en 1815”, Hispania, 2015, vol. LXXV, nº. 251, págs. 725-752; ISSN: 0018-2141, e-ISSN: 1988-8368
  • “El Comodoro Edward Codrington en Cataluña durante la Peninsular War (1810- 1813)”, Hispania Nova, 19 (2021): 1 a 34

Actualmente está a punto de salir de la imprenta un nuevo libro, fruto de sus investigaciones en Reino Unido, titulado «La intervención británica durante la Peninsular War. Campañas en Cataluña, Valencia, Murcia y Baleares (1808-1814)«, editado por las Publicaciones de la Universitat de València.


Imágenes:

0 – https://www.youtube.com/watch?v=Mc04PXLoK0Q&ab_channel=PEHOCOLOT – Momento de la conferencia «Les guerres entre Carlins i Liberals s XIX – impartida por Maties Ramisa por YouTube – PEHOC OLOT (30/10/2020)

a – https://fr.todocoleccion.net/livres-occasion-histoire-moderne/la-guerra-frances-corregiment-vic-1808-1814-maties-ramisa-catalan-ano-1993~x73683015

b – https://www.irmu.org/centers/monograph/848

c – https://www.amazon.es/catalans-domini-napole%C3%B2nic-Biblioteca-Oliba/dp/8478266518/ref=sr_1_5?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&crid=34OTIFSZ3LSLA&keywords=maties+ramisa&qid=1677787839&sprefix=maties+ramis%2Caps%2C208&sr=8-5

d – https://static.fnac-static.com/multimedia/Images/ES/NR/53/60/7d/8216659/1507-1.jpg

e – https://www.researchgate.net/publication/297727390_La_ocupacion_espanola_del_Rosellon_

en_1815

Una ruta por los Sitios. Zaragoza 1808-1809 (y II)

Tiempo de lectura: 20 minutos

Esta semana os traemos la segunda y última parte del recorrido que nuestro perruno e incansable corresponsal Byron realizó por la Muy Noble y Muy Heroica ciudad de Zaragoza, la Zaragoza de los Sitios de 1808 y 1809 en marzo del año pasado, aprovechando asimismo la visita que hicimos a sus jornadas de Recreación histórica en marzo del año pasado y aprovechando también que esta semana se cumplen 214 años de la rendición de la ciudad ante las tropas imperiales francesas y aliadas, tras un cruentísimo y prolongado asedio.

En 1874, Benito Pérez Galdós ya reflejaba con su oficio habitual en «Zaragoza», uno de sus primeros Episodios Nacionales, el estertor de la moribunda ciudad:

«Ya las campanas no tocaban a alarma, porque no había campaneros: ya no se oían pregones, porque no se publicaban proclamas; ya no se decía misa, porque faltaban sacerdotes; ya no se cantaba la jota, y las voces iban expirando en las gargantas a medida que iba muriendo gente. De hora en hora el fúnebre silencio iba conquistando la ciudad. Sólo hablaba el cañón, y las avanzadas de las dos naciones no se entretenían diciéndose insultos. Más que de rabia, las almas empezaban a llenarse de tristeza, y la ciudad moribunda se batía en silencio para que ni un átomo de fuerza se le perdiera en voces importunas.

La necesidad de la rendición era una idea general; pero nadie la manifestaba, guardándola en el fondo de su conciencia, como se guarda la idea de la culpa que se va a cometer. ¡Rendirse! Esto parecía una imposibilidad, una obra difícil, y perecer era más fácil.»

«Siege de Saragosse du 25 Janvier j’usqu’au 19 Février 1809», grabado, dibujo de Johann Moritz Rugendas y grabado de Kopfer. (b)

UN RECORRIDO POR LA ZARAGOZA DE LOS SITIOS – SEGUNDA PARTE

CASA NATAL DE PALAFOX
En el siglo XVII compraron la casa los marqueses de Lazán para utilizarla como casa familiar. Allí nació José de Palafox en 1775, Con el tiempo, el caserón fue Capitanía General de Aragón. En 1890 era propiedad de los condes de Bureta, que cedieron el edificio a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul.

EL GENERAL PALAFOX
(Zaragoza, 1775-Madrid, 1847). El pueblo zaragozano puso a prueba a las entonces invencibles tropas napoleónicas durante la Guerra de Independencia en los asedios que sufrió la ciudad en 1808 y 1809. Los hombres y mujeres que la defendieron entraron en el relato histórico para siempre. Uno de ellos fue José de Palafox y Melci. Nacido en Zaragoza en 1775, fue educado en las Escuelas Pías por el padre Basilio Boggiero. Sus paisanos lo pusieron al frente de la sublevación y fue proclamado capitán general el 27 de mayo de 1808, tomando a su mando la defensa de Aragón y de la ciudad durante los dos asedios.

Panel informativo Los Sitios de Zaragoza 1808 1809
Retrato del Excmo. Sr. D. José Rebolledo de Palafox y Melci (1776-1847) . Marcelino de Unceta y López, 1874

Es ya célebre su frase “Guerra y cuchillo”, negativa con la que respondió a los emisarios franceses que le instaban a la rendición. Después de dos meses de resistencia y encarnizadas batallas, con una población diezmada por la epidemia de tifus, del que Palafox también enfermó, cederá sus poderes a una Junta que, tras analizar la situación, capituló ante el ejército francés el 20 de febrero de 1809.

Prisionero en Francia hasta 1814, cuando regresó a España, después de ser de nuevo nombrado capitán general del Aragón, declinó al poco tiempo el cargo en su hermano el marqués de Lazán, se fue a Madrid para no regresar a Zaragoza hasta muchos años después de su muerte, ocurrida en 1847. Sus restos descansan en la cripta de la Basílica del Pilar.


PLAZA DE LA MAGDALENA
El barrio de la Magdalena se extiende en el extremo oriental de la calle Mayor, siguiendo la traza del decumano romano. La iglesia parroquial es conocida desde 1126 aunque sea de estilo mudéjar, sufrió importantes reformas en época barroca. A partir del s. XIII se establecieron en este entorno instituciones docentes, que dieron lugar a la creación, por privilegio real, de la Universidad de Zaragoza en 1583. Se instalaron casas de estudiantes, colegios y el propio edificio de la Universidad levantado por el patrocinio de Pedro Cerbuna y con el apoyo del Arzobispado y el Concejo municipal. Destruido parcialmente durante los Sitios de 1808, fue reformado, hasta su definitiva remodelación en 1913.

Iglesia de la Magdalena, en la plaza del mismo nombre.
El Excmo. S.D. José Rebolledo de Palafox y Melci. (José Pasqual de Quinto y de los Ríos. Los Sitios de zaragoza. 1808-1809)


PLAZA DE SAN MIGUEL

En la lucha que Zaragoza sostuvo contra las tropas francesas durante la Guerra de Independencia, el barrio de San Miguel desempeñó un papel destacado.

La parroquia de San Miguel se situaba en la época de los Sitios inmediata a una de las puertas de la ciudad, la llamada puerta Quemada. Por ella entraron los franceses durante el primer asedio, librándose encarnizadas luchas casa por casa. El barrio quedó prácticamente deshabitado, incluso la imagen de su popular Cristo se trasladó a la cercana iglesia de la Magdalena para protegerlo. Durante el segundo asedio se colocaron dentro de la iglesia dos cañones con dirección al puente de San José sobre el rio Huerva para defender esta entrada de la ciudad.

En la plaza de San Miguel se situó también la puerta del Duque de la Victoria. Era en realidad un arco triunfal para conmemorar la visita del general Espartero a la ciudad. Fue demolida en el año 1919 y hoy queda un mural pintado en un edificio cercano como recuerdo.

Iglesia de San Miguel y Puerta del Duque. Fototipia Castañeira y Álvarez. Madrid. Archivo Municipal de Zaragoza.
Vista del convento de Carmelitas Descalzos de San José en el año 1806, tomada desde la ribera izquierda del río Huerva en las proximidades del ábside de la parroquia de San Miguel de los Navarros (Dibujada por Luis Lejeune y grabada por Perdoux para el Viaje por España)

LA CAMPANA DE LOS PERDIDOS

La espléndida torre mudéjar de la iglesia de San Miguel albergó una campana llamada de los Perdidos, que desde el siglo XVI tocaba treinta y tres toques al anochecer con el fin de guiar a los que se encontraban en los campos extramuros, pues era frecuente que la gente no encontrara el camino de vuelta a la ciudad por las nieblas y la falta de iluminación. A principios del siglo XVI, el clero de San Miguel decidió colocar una gran lámpara en lo alto del campanario para que, ayudada por espejos, hiciera como un faro cuya luz sirviera de punto de referencia en el campo. Pero durante una tormenta, el cierzo atacó el faro en 1556.

Iglesia de San Miguel de los Navarros, con su torre mudéjar. Desde el s. XVI albergaba una campana llamada de los Perdidos, que tocaba treinta y tres toques al anochecer, con el fin de guiar a los que se encontraban en los campos extramuros, pues era frecuente que la gente no encontrara el camino de vuelta a la ciudad por las nieblas y la falta de iluminación.

CALLE DEL HEROISMO
Contigua a la plaza de San Miguel se encuentra la calle del Heroísmo donde se produjeron luchas cuerpo a cuerpo entre sitiadores y sitiados. Antes de los Sitios se llamaba calle Quemada por ser el lugar de reunión del gremio de carboneros, que ennegrecían con sus braseros encendidos las paredes vecinas.

Al final de la calle se situaba una de las puertas de la ciudad, la puerta Quemada. Esta calle cambió de nombre tras los asedios por Heroísmo, recordando la resistencia de los defensores zaragozanos.

Calle del Doctor Alejandro Palomar, con el Coso al fondo de la foto.
Calle del Heroísmo.
Placa en la casa llamada de Los sitios en la calle del Doctor Alejandro Palomar, núm.16.

EL REDUCTO DEL PILAR
Una vez concluido el primer Sitio, el coronel de Ingenieros Antonio Sangenís y Torres diseñó las nuevas obras defensivas. Como obras exteriores fortificadas se utilizaron el castillo de La Alfajería y el convento de San José, y se construyó una cabeza de puente en el río Huerva, cerca de Santa Engracia, denominado Reducto del Pilar, y otro en las Tenerías.

Superior: El coronel de Ingenieros Antonio Sangenís y Torres. Derecha: Proclama de 27 de mayo de 1808, estableciendo el estado militar en la ciudad y organizando compañías.

EL PASEO DE LAS DAMAS
Los franceses ajardinaron esta zona y se le dio el nombre de paseo de las Damas por frecuentarla las mujeres de los oficiales franceses. Un nombre que no ha cambiado en la actualidad.

Cien años después de los Sitios, en enero de 1909, se inauguró en esta glorieta un obelisco conmemorativo, obra de Ricardo Magdalena, en homenaje a los defensores del reducto del Pilar. Posteriormente sería sustituido por el actual grupo escultórico del arquitecto, escultor y pintor español Federico Amutio.

El monumento a los defensores del reducto del Pilar, en la confluencia del Paseo de las Damas y el Paseo de Sagasta. La escultura de bronce del escultor Federico Amutio, titulada «Por la Patria, 1808.»

POR LA PATRIA
El invencible ejército napoleónico había sido incapaz de ocupar Zaragoza durante el primer Sitio. La experiencia del asedio reveló que la zona de Santa Engracia, y sus proximidades, era una de las más débiles, por lo que se fortaleció la defensa de cara a un previsible segundo ataque.
Palafox encomendó al coronel de Ingenieros Antonio Sangenís y Torres que perfeccionase las defensas de Zaragoza, una ciudad llana y carente de fortificaciones naturales, consiguiendo significativas obras de campaña.

El perímetro defensivo de loa ciudad se cerró con una nueva línea de murallas; el Arrabal se fortificó, se patrullaba el Ebro con cañoneras y dos fortificaciones exteriores protegían los puentes sobre el río Huerva, el convento de San José y el reducto del Pilar.


¡ZARAGOZA RESISTE!
El reducto del Pilar era un fuerte construido en la actual Glorieta de Sasera, con la finalidad de cruzar fuego contra la infantería francesa, evitando que se aproximaran a la muralla de la ciudad por esta zona. Era una obra de campaña cerrada y protegida por un gran foso excavado , que terminaba por ambos lados en el río Huerva y estaba unido por trincheras con Santa Engracia.

Defendido por unos 400 hombres y 8 piezas de artillería, en su puerta rezaba un letrero: “Reducto de la Virgen del Pilar, inconquistable por tan sagrado nombre. ¡Zaragozanos, venced o morid por la Virgen del Pilar!”

Tras varias semanas de asedio, con la fortaleza totalmente destruida el coronel Domigo Larripa ordenó la retirada, dejando como obsequio una trampa explosiva y destruyendo la pasarela del Huerva.

La Basílica de Santa Engracia a la izquierda, entre los siglos XVI y XIX, con su portada renacentista. El monasterio fue volado por las tropas francesas la noche del 13 al 14 de agosto de 1808, durante la retirada del primer Sitio. La portada sufrió grandes daños y el resto del edificio fue reducido a ruinas.
En el centro de la plaza de Los Sitios se erige el monumento a los Sitios de Zaragoza realizado en 1908 por Agustín Querol.
Antigua escuela de Artes Aplicadas, en la Plaza de Los Sitios.
Plaza conmemorativa con los nombres de algunos de los defensores de la ciudad.


SEMINARIO DE SAN CARLOS
El conjunto del Real Seminario de San Carlos se empezó a levantar, por orden de la Compañía de Jesús, bajo el nombre de iglesia de la Inmaculada y el Padre Eterno, en el siglo XVI sobre los terrenos de la antigua sinagoga del barrio judío.

A mediados del siglo XVIII, tras la expulsión de los jesuitas, la iglesia adoptó su actual nombre en honor al rey Carlos III. Por aquí pasaron jesuitas tan ilustres como Baltasar Gracián, uno de los escritores más importantes del Barroco español, que dio clase en sus aulas y escribió aquí algunas de sus obras; o San José de Pignatelli, que fue uno de los principales artífices de la restauración de los jesuitas después de su desaparición.

Ruinas del seminario. «Vistas por la noche quando los patriotas que no podian asistir a la defensa de las puertas, a la luz de sus linternas y de los incendios, causados por las bombas, buscaban entre los escombros a los muertos para darles sepultura» (c)


A principios del siglo XVIII, se redecoró la iglesia con una estética barroca muy cercana al gusto del rococó. El 27 de junio de 1808, durante el primer asedio de los franceses a la ciudad de Zaragoza, se produjo una gran explosión en el polvorín general de la ciudad ubicado en este edificio, actual Seminario de San Carlos. Sorprendentemente, a pesar de la voladura del polvorín en junio de 1808, que se llevó por delante del edificio, la decoración se ha conservado íntegramente.


EL POLVORIN DE LA CIUDAD EN LOS SITIOS DE ZARAGOZA
Un carretero que abastecía de munición a sectores cercanos, dejó caer fortuitamente una chispa de su cigarro provocando la explosión.

La gran cantidad de pólvora que aquí se almacenaba tuvo consecuencias desastrosas materialmente, destruyendo el estallido parte del barrio de la Magdalena. El hundimiento del edificio y de las casas colindantes, el horror por el elevado número de víctimas y el asalto de los franceses aprovechando el caos producido, pusieron a la ciudad al borde del colapso.

Como consecuencia y medida protectora, en los preparativos para el segundo asedio de 1809, una de las primeras previsiones del mando fue la de diversificar la munición en pequeños almacenes repartidos en diferentes puntos de la ciudad.

“El día 27 de junio, a las tres de la tarde, temblaron todos los edificios y creyeron los habitantes que iban a ser sepultados en sus ruinas. Ni el trueno más estrepitoso, ni el ruido de cien cañones disparados a la par es comparable con el que se percibió. El estremecimiento fue universal, llenóse todo de un humo denso que oscureció la atmósfera; las gentes salieron de sus casas llenas de pavor y, sin poder romper el llanto, pálidos y confusos, no sabían a donde dirigirse” (Agustín Alcalde Ibieca, 1830).

Una de las fachadas de la iglesia de San Carlos, que muestra los
impactos de bala de la época de los Sitios.
Superior: Fachada posterior del Seminario de San Carlos. Derecha: «Defensa heroica de Zaragoza. Ilustración e Arturo Mélida, para la edición Episodio Nacional, Zaragoza, de Pérez Galdós, publicado en 1882.


LA PÓLVORA DE VILLAFELICHE
La localidad de Villafeliche, en la ribera baja del río Jiloca, a unos 90 kilómetros de Zaragoza, tuvo un importante papel en la defensa de la ciudad. La producción de pólvora de sus molinos permitió mantener el suministro a los defensores, incluso con la voladura del polvorín principal.

Molino de Villafeliche, donde se producía la pólvora.

Fuentes:

1 – «Le siège de Saragosse 1808 – 1809» – Colonel (h) Jean-Louis TRAVERS, 2017

2 – Paneles informativos Ruta los Sitios de Zaragoza 1808-1809

3 – https://www.youtube.com/watch?v=KZe5jm0RV1M&ab_channel=Mimuseoymibiblioteca-JUANCARLOSMENARAMIREZ

4 – https://es.wikipedia.org/wiki/Bas%C3%ADlica_de_Santa_Engracia_(Zaragoza)

5 – «Zaragoza» – Benito Pérez Galdós, Episodios Nacionales (Primera Serie), Marzo-Abril de 1874

Imágenes:

a – https://palauantiguitats.com/wp-content/uploads/2017/03/G00451.jpg / «Alarma en la Torre del Pino», Fernando Bambrila y Juan Gálvez, 1812

b – https://palauantiguitats.com/grabado/siege-de-saragosse-du-25-janvier-jusquau-19-fevrier-1809/

c – https://palauantiguitats.com/wp-content/uploads/2017/03/G00457.jpg

d – fotografías del autor.

e – Paneles informativos Ruta los Sitios de Zaragoza 1808-1809

Una ruta por los Sitios. Zaragoza 1808-1809 (I)

Tiempo de lectura: 20 minutos

Esta semana os damos cuenta del recorrido que nuestro perruno e incansable corresponsal Byron realizó por la Muy Noble y Muy Heroica ciudad de Zaragoza, la Zaragoza de los Sitios de 1808 y 1809 en marzo del año pasado, aprovechando asimismo la visita que hicimos a sus jornadas de Recreación histórica y aprovechando también que hoy mismo se cumplen 214 años de la rendición de la ciudad ante las tropas imperiales francesas y aliadas, tras un cruentísimo y prolongado asedio recogido por el Jefe de batallón de ingenieros francés, Jacques-Vital Belmas (1792-1864), en su magna obra «Journaux des Siéges faits ou soutenus par les français dans la péninsule, de 1807 a 1814«, publicada entre 1836 y 1837:

«Al día siguiente, 21 de febrero al mediodía, la guarnición salió por la puerta del Portillo. Por ella pasaron junto al mariscal Lannes y depusieron las armas al pie del castillo. Treinta y un mil hombres de que se componía al principio del sitio, no pasaba de ocho mil doscientos. Estos desafortunados eran dolorosos de ver. Todavía recogimos un número bastante grande de soldados, que se habían escondido en las casas; y, añadiéndolos a los que habían sido apresados ​​en el suburbio, el número de prisioneros ascendía a doce mil. El resto de la guarnición estaba en el hospitales o había perecido por el hierro y la enfermedad… Así cayó Zaragoza, tras el asedio de cincuenta y dos días de excavación de trincheras, de los cuales veintinueve se habían empleado en obtener el dominio del recinto, y veintitrés para andar de casa en casa.«

«Journaux des sièges faits et soutenus…» de J. Belmas, citado por el coronel (h) Jean-Louis Travers. [1]
«Les défenseurs de Saragosse» (1893), obra del pintor Maurice Henry Orange, causó una gran impresión en el Salón de Artistas de Paris de ese mismo año, presentando una imagen digna y orgullosa de los defensores de Zaragoza que desfilan ante sus vencedores formados presentando armas, una imagen innovadora por parte de un pintor francés lo que generó comentarios elogiosos y le valió a su autor una medalla de segunda clase en el prestigioso certamen.

UN RECORRIDO POR LA ZARAGOZA DE LOS SITIOS – PRIMERA PARTE

La Puerta del Carmen en una postal antigua datada en 1904 (a)

PUERTA DEL CARMEN
Es una de las históricas puertas de entrada de la ciudad de Zaragoza. Fue construida por el arquitecto Agustín Sanz en 1792. Su estructura, a modo de arco triunfal romano, sufrió una intensa actividad bélica durante los Sitios de Zaragoza, en la Guerra de la Independencia.

La batalla de las Eras, el 15 de junio de 1808, tuvo lugar en el explanada que ocupa la antigua estación de ferrocarril y anexos, desde el Portillo hasta el Paseo de Teruel. El resultado de la acción fue la pérdida por parte francesa de varios cientos de vidas. La Puerta del Carmen fue rebasada otras dos veces, obligándose a los defensores a recuperarla.

«La batalla de las Eras». Grabado de Fernando Brambila, a partir de un dibujo de Juan Gálvez (1812). «En la qual los Franceses intentando forzar el punto de Buena Vista y penetrar en Zaragoza, fueron rechazados gloriosamente por los Aragoneses y forzados á situarse fuera del tiro de cañón de la Ciudad_Este combate se dió en 15 de junio de 1808._» (b)
La Puerta del Carmen por su fachada principal por donde discurre la N-330.

EL SIMBOLO DE LOS SITIOS
Durante los preparativos del primer Sitio y ante la ausencia todavía de tropas en la ciudad se formaron compañías de voluntarios que, ante una simbólica bandera, juraron defender su patria ante la puerta del Carmen.

En el primer Sitio sufrirá varios ataques , pues en tres ocasiones el ejército francés intentó entrar en la ciudad por ese punto. El 15 de junio, en la llamada batalla de las Eras; el 2 de julio cuando los franceses penetraron por esta puerta hacia el Portillo; y el 4 de agosto, cuando los franceses eligieron de nuevo la puerta del Carmen para entrar en la ciudad, pero fueron detenidos, recuperando la puerta una vez más los defensores. En los muros de la puerta se pueden ver todavía los numerosos impactos de artillería que sufrió durante los enfrentamientos. Por un lado, algunos orificios de bala de fusil y numerosas señales de cañones franceses; por el otro, el que miraba al interior de la ciudad, solo señales de fusiles aragoneses.

La Puerta del Carmen por su fachada posterior, punto de partida (o final) de la Avenida de César Augusto.

MARÍA AGUSTÍN LINARES
(Zaragoza, 1786-1831). De la parroquia de San Pablo, hija de Antonio, natural de Bádenas, y de Catalina Linares, natural de Rueda de Jalón. Contrajo matrimonio con Pedro Roncal el 12 de mayo de 1805. Destacó en la defensa en los dos Sitios. Durante el primero, participó activamente abasteciendo de munición, comida y bebida a los defensores en los puestos de combate. Y será cumpliendo estas tareas cuando, al traspasar la puerta del Carmen hacia el actual paseo de María Agustín, que lleva su nombre como homenaje, recibió una herida en el cuello, que la dejó inútil del brazo izquierdo de por vida. Se le concedió una pensión vitalicia y un escudo de defensor de la patria. Murió el 22 de noviembre de 1831, completamente olvidada.

María Agustín Linares, grabado de época. (c)
Plaza de Miguel Salamero, en obras en el momento de la visita. Recibe su nombre de Miguel Salamero, defensor de la huerta y el Convento de Santa Fe en los Sitios de Zaragoza y vecino del barrio de San Pablo.
El Palacio de los Condes de Morata o de los Luna, Sede del Tribunal Superior de Justicia de Aragón, de estilo renacentista (s. XVI). En su fachada, una placa en recuerdo a Pedro Mª Ric y Montserrat, Regente de la Real Audiencia de Aragón y Presidente de la Junta Suprema en febrero de 1809.

SAN JUAN DE LOS PANETES
La inclinada torre de la iglesia de San Juan de los Panetes, del siglo XVI, sirvió durante el primer asedio, según los relatos de mosén Ramón Cadena, de atalaya espía para un vigía francés, que dirigía desde lo alto las baterías francesas de la zona hasta que fue descubierto.

San Juan de los Panetes tiene una torre octogonal hecha con ladrillo, con una ligera inclinación hacia la Plaza del Pilar. La torre fue edificada en el siglo XVI, siendo uno de los primeros elementos en construirse. Su influencia es principalmente mudéjar aragonés con un toque renacentista.

San Juan de los Panetes, con su torre octogonal confeccionada en ladrillo, con una ligera inclinación hacia la Plaza del Pilar. La torre fue edificada en el siglo XVI, siendo uno de los primeros elementos en construirse.

PINTURA DE LA HISTORIA
Entre las obras artísticas que ilustran los episodios de los asedios de Zaragoza por los franceses destaca ésta, de Federico Jiménez Nicanor, que narra el episodio en que los defensores, situados entre la iglesia de San Juan de los Panetes y el Pilar, ondean la bandera negra con el lema “El Pilar no se rinde” ante las invitaciones de los franceses para que abandonaran la lucha. El cuadro se guarda en El Prado y fue adquirido en 1887, En la Exposición Aragonesa de 1886 obtuvo medalla de segunda clase. Como ilustrador colaboró en varias publicaciones madrileñas, especialmente en el periódico Globo.

«Episodio de la defensa de Zaragoza frente a los franceses (El Pilar no se rinde)» (1885), óleo sobre tela, 243 x 320 cm (d)

DEPÓSITO DE PÓLVORA EN LOS SITIOS DE ZARAGOZA
En su sótano se albergó uno de los pequeños polvorines entre los que se diversificó la reserva de maestranza, para evitar otro desastre como el ocurrido el 27 de junio de 1808, al estallar el gran depósito almacenado en el Seminario de San Carlos debido a una chispa de cigarro, volando por los aires el edificio y sus alrededores, lo que supuso una verdadera tragedia para la ciudad.
El origen de esta iglesia se remonta a los siglos XI y XII, una iglesia medieval que se derribó para construir una nueva en 1725. Su nombre proviene que aquí se repartían panecillos para los pobres.

«Ruinas del Seminario, causadas por la explosión del 27 de junio de 1808» – Grabado de Fernando Brambila, a partir de un dibujo de Juan Gálvez. Perteneciente a la serie denominada Ruinas de Zaragoza, que consta de 36 estampas, divididas en tres series de doce estampas. La primera muestra los retratos de los más distinguidos defensores de la ciudad durante la Guerra de la Independencia; la segunda, vistas generales de las ruinas; y la última, acontecimientos bélicos. Fue editada en Cádiz el 1812. (e)

PUENTE DE PIEDRA
El puente de piedra de Zaragoza se construyó en el siglo XV, en el mismo lugar que ocupara el antiguo puente romano. El puente actual es de estilo gótico, y es el más antiguo que se conserva sobre el rio Ebro.

El puente más emblemático de la ciudad ha experimentado numerosos avatares a lo largo de su historia. Durante los asedios que sufrió Zaragoza por los ejércitos napoleónicos durante la Guerra de Independencia fue también escenario de múltiples combates y feroces sucesos.

El Puente de Piedra de Zaragoza, bañado por las aguas del Ebro, configurado con 7 pilares de sillería, y tiene aproximadamente unos 225 metros de longitud.

EL PUENTE EN LOS SITIOS
Durante el primer asedio de 1808, el teniente Luciano de Tornos logró frenar en el puente la estampida popular que huía hacia el Arrabal de la ciudad producida tras una dura ofensiva francesa el 4 de agosto. Tornos, amenazándolos con un cañón desde el convento de San Lázaro, logró que volvieran a la ciudad a combatir.
El puente era la única conexión entre la ciudad y el Rabal. Si este caía, el puente sería ocupado por el enemigo quedando la ciudad desprotegida. Y así sucedió durante el segundo Sitio, cuando el 18 de febrero de 1809 las baterías francesas arrasaban el convento de San Lázaro y batían el puente para impedir cualquier ayuda de la ciudad. Zaragoza capitularía tres días más tarde.
Muy cerca del puente de Piedra se encuentra la arboleda de Macanaz, un lugar de paseo y recreo para los zaragozanos desde hace siglos y donde, en 1809, tras los asedios, fueron enterrados en una fosa común los restos de miles de defensores.

CRUZ CONMEMORATIVA
Una estela coronada con una cruz de piedra colocada en la arcada del puente de Piedra, indica el lugar donde los sacerdotes y consejeros de Palafox, Basilio Boggiero y Santiago Sas, fueron asesinados y arrojados al Ebro por los franceses cuando la ciudad ya había capitulado, incumpliendo los acuerdos de dicha capitulación.
El monumento también recuerda al barón de Warsage, encargado de la defensa del Arrabal durante el segundo Sitio y herido de muerte por una bala de cañón francesa el 18 de febrero de 1809, cuando intentaba llegar al Arrabal para tomar el mando de su defensa

EL RIO EBRO EN LOS SITIOS
EL rio Ebro jugó también un papel destacado en la defensa de la ciudad. Además de destacar como vía de comunicación en el avance francés hacia la capital tuvo también una gran importancia estratégica. En el segundo Sitio, tropas procedentes de Murcia y Cartagena acudieron en ayuda de la defensa zaragozana que con sus cañoneras patrullaban el rio asegurando la defensa del Ebro y controlaban los movimientos enemigos.

Una panorámica del rio Ebro, con el Puente de Piedra a la izquierda y la Basílica de Nuestra
Señora del Pilar en el centro, desde el puente de Santiago.

CASA NATAL DE PALAFOX
La casa natal de Palafox cuando comenzaron los asedios fue convertida en sede de su Estado Mayor hasta ser trasladado a primera línea, al palacio episcopal. Junto a la gran puerta principal, la placa conmemorativa, colocada por la Junta del I Centenario, dice: A PALAFOX/Al gran Caudillo defensor de Zaragoza/en los Sitios de 1808 y 1809/LA PATRIA Y LA CIUDAD/por él/ gloriosamente defendidas/1er . Centenario de los Sitios.

La Basílica de Nuestra Señora del Pilar (concluida en 1754), una de los dos catedrales de Zaragoza junto con la Seo, por su fachada del Paseo de Echegaray, cercana al rio Ebro, en la que aún se pueden apreciar los impactos de los proyectiles franceses en sus muros.

LA SEO
Palafox, parroquiano de la Seo por nacimiento, fue bautizado en esta cercana Catedral de San Salvador. En su archivo parroquial se encuentra, cuidadosamente guardada, su partida de bautismo.

La Plaza de La Seo, en el centro la Catedral del Salvador con su torre y a la derecha el moderno Museo del Foro de Caesaraugusta. En la parte superior izquierda, un placa conmemorativa a Palafox, en el I Centenario de los Sitios, ubicada en la calle Palafox, que discurre perpendicular a la parte posterior de la catedral.

PALACIO EPISCOPAL
Durante los Sitios, el actual Palacio Episcopal fue el cuartel general de Palafox. Desde la parte alta del Edificio podía seguir con detalle la suerte de su destacamento dispuesto en el Arrabal, al otro lado del río. Sus archivos aún conservan documentos de la época destrozados por la metralla de los cañones y perforaciones de balas.

Nuestro recorrido con el Timeline de Google Maps, a la izquierda con un mapa de la Zaragoza actual y a la derecha superpuesto a un mapa de los sitios, unos 14 kilómetros en total, aunque tan solo una parte del recorrido total oficial. La primera parte de este recorrido comprende hasta la Catedral de la Seo. El cruce por dos veces del rio Ebro se debió a nuestra visita a los campamentos de los participantes en la excelente Recreación de Los Sitios de Zaragoza – 2022.


Fuentes:

1 – «Le siège de Saragosse 1808 – 1809» – Colonel (h) Jean-Louis TRAVERS, 2017

2 – Paneles informativos Ruta los Sitios de Zaragoza 1808-1809

3 – https://www.youtube.com/watch?v=KZe5jm0RV1M&ab_channel=Mimuseoymibiblioteca-JUANCARLOSMENARAMIREZ

4 – https://www.zaragoza.es/cont/paginas/noticias/planos_qr_01-1.pdf

Imágenes:

Portada – http://www.flg.es/agenda-de-actividades/exposiciones-temporales/exposicion-ruinas-zaragoza-dibujos-estampas-coleccion-lazaro#.Y_Ss0nbMKUk – Exposición Ruinas de Zaragoza. Dibujos y estampas de la Colección Lázaro

a – Paneles informativos Ruta de los Sitios 1808-1809

b – https://palauantiguitats.com/wp-content/uploads/2017/03/G00453.jpg

c – https://www.alcalasubastas.es/es/lote/92-1452-1452/852-126-fernando-brambilla-1763-1834-y-juan-galvez-1774-1847r

d – De Trabajo propio, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2436794

e – https://palauantiguitats.com/grabado/ruinas-del-seminario/

Las acciones corsarias en las costas españolas durante la Guerra de Independencia.

Tiempo de lectura: 35 minutos

Hoy dedicamos nuestra entrada semanal a la Guerra del corso en España entre 1808-1814, un episodio que no es muy tratado en la historiografía del conflicto que centra sus textos en los grandes enfrentamientos navales como Trafalgar o el Cabo San Vicente, y que sin embargo es una manera de hacer la guerra que discurre de manera complementaria a los mismos, buscando principalmente dispersar las fuerzas enemigas, no dispersar en exceso las propias y dañar el comercio del enemigo hasta obligarle a pedir la paz.

Paralelamente a la guerra terrestre, las costas españolas vieron un continuado devenir de acciones navales a pequeña escala entre los buques corsarios franceses y aliados, que se disputaban las capturas o luchaban por la protección de los buques de transporte con materias primas y armamento, vitales para el esfuerzo de guerra en ambos bandos.

La estrategia empleada por los corsarios por a capturar un barco era el abordaje, a fin de causar el menor daño posible a la embarcación y la su carga, ya que era el potencial botín, y, por tanto, eran bastante remisos a utilizar la artillería contra el buque. En las imágenes que se han conservado de corsarios franceses de la época, los representan persiguiendo a su víctima para abordarla por el lado de popa (trasero) y el bauprés (el mástil saliente de la proa decantado de un costado para utilizarlo de improvisada pasarela de abordaje. [1]

Nous consacrons aujourd’hui notre entrée hebdomadaire à la Guerre corsaire en Espagne 1808-1814, un épisode peu traité par l’historiographie du conflit qui concentre leurs textes sur les grands affrontements navals comme Trafalgar ou le cap San Vicente, et qui pourtant c’est une manière de faire la guerre qui leur est complémentaire, cherchant principalement à disperser les forces ennemies, non à disperser excessivement les leurs et à nuire au commerce de l’ennemi au point de l’obliger à réclamer la paix.

Parallèlement à la guerre terrestre, les côtes espagnoles ont vu un flux continu d’actions navales à petite échelle entre navires corsaires français et alliés, qui se disputaient les captures ou luttaient pour la protection des navires de transport de matières premières et d’armement, vitaux pour l’effort de guerre sur des deux côtés.

La stratégie utilisée par les corsaires pour capturer un navire était l’abordage, afin de causer le moins de dégâts possible au navire et à sa cargaison, puisqu’il s’agissait du butin potentiel, et, par conséquent, ils étaient assez réticents à utiliser l’artillerie contre le navire. Dans les images qui ont été conservées des corsaires français de l’époque, ils les représentent pourchassant leur victime pour l’approcher par la poupe (arrière) et le beaupré (le mât saillant de la proue incliné d’un côté pour l’utiliser comme une passerelle d’embarquement improvisée. [1]

«Entre las guerras que en el mundo han sido, una de las más interesantes es la guerra de España dentro del marco de la estrategia general, que abraza la acción de los ejércitos y de las flotas. Predominan en ella mutuas relaciones y se desarrollan en gran parte, por operaciones combinadas de gran envergadura y alcance»

Almirante Raoul V. P. Castex [12]

«Parmi les guerres qui se sont déroulées dans le monde, l’une des plus intéressantes est la guerre d’Espagne dans le cadre de la stratégie générale, qui embrasse l’action des armées et des flottes. Les relations mutuelles y prédominent et s’y développent en grande partie , par des opérations combinées de grande ampleur et portée»

Amiral Raoul V. P. Castex [12]
El barco East Indiaman Kent (izquierda) luchando contra el Confiance, un barco privado comandado por el corsario francés Robert Surcouf en octubre de 1800. Pintura de Ambroise Louis Garneray. (b)
L’East Indiaman Kent (à gauche) combattant la Confiance, un navire privé commandé par le corsaire français Robert Surcouf en octobre 1800. Peinture d’Ambroise Louis Garneray. (b)

EL CORSO ESPAÑOL AL FINAL DEL ANTIGUO RÉGIMEN

La guerra contra la Convención (1793-1795) no significó un aumento de la flota corsaria española, ya que, pese a los estragos de la Revolución en los mandos de la marina francesa, el arma corsaria francesa era superior en número y el comercio francés marítimo no era todo lo numeroso en aquel momento para justificar una inversión en ese sentido. Entre 1797 y 1801 hay cerca de unas 80 embarcaciones dedicadas al corso, pero también para defender los buques mercantes (el llamado “corso y mercancía”) hacia Hispanoamérica, preparados para actuar desde los puertos gallegos y desde San Sebastián.

LE COURSE ESPAGNOL A LA FIN DE L’ANCIEN REGIME

La guerre contre la Convention (1793-1795) ne signifiait pas une augmentation de la flotte corsaire espagnole, puisque, malgré les ravages de la Révolution dans les commandements de la marine française, l’arme corsaire française était supérieure en nombre et le commerce maritime français était pas tous nombreux à l’époque pour justifier un investissement dans ce sens. Entre 1797 et 1801, il y a environ 80 navires dédiés à la course, mais aussi à la défense des navires marchands (ce que l’on appelle «la course et la marchandise») vers l’Amérique latine, prêts à agir depuis les ports galiciens et depuis Saint-Sébastien.

EL CORSO EN EL CANTÁBRICO

Solo en el año 1799, tras la Paz de Basilea (1795) y la apertura de hostilidades contra Gran Bretaña, los buques del Cantábrico Occidental con base en puertos gallegos con patente de corso lograron apresar 21 mercantes ingleses y ciudades como Vigo vivieron una etapa de prosperidad. Hasta 1808 se armaron en Galicia 20 barcos corsarios y 6 mercantes pidieron patente de corso y mercancía para sus viajes a Ultramar, y desde San Sebastián también se armaron siete lanchas que actuaban desde Galicia.

La experiencia y el adiestramiento en el combate naval llevarían a que, el 9 de junio de 1808, los vigueses capturaran al buque de guerra francés Atlas, de 74 cañones, que llevaba en la bahía de Vigo desde el 28 de julio de 1805 (Villeneuve no contó con él y no estuvo presente en Trafalgar), y que estuvo sirviendo como buque-hospital hasta 1806. La águila que estaba a bordo es la que se exhibe en el Museo Naval de Madrid. [4]

Por su parte en el Cantábrico oriental debido a la ausencia de buques de la armada española que pudieran defender las aguas con garantías, se intentó promover el armamento de diferentes embarcaciones en corso, quedando en manos de los vascos la defensa de sus costas. Pero los los corsarios guipuzcoanos, que habían gozado de la hegemonía en el cantábrico, habían desaparecido rápidamente alcanzando niveles de actos anecdóticos, debido al desarrollo del libre comercio con América durante el s. XVIII, actividad mucho más rentable y menos arriesgada que la del corso. En total el número de patentes de corso que se otorgaron en el Señorío de Vizcaya y la provincia de Guipúzcoa entre los tres períodos de guerra durante el reinado de Carlos IV, fueron alrededor de las 50 embarcaciones. En general, del puerto de Bilbao fue de donde más corsarios salieron, seguido del de San Sebastián y en menor porcentaje Bermeo, Lekeitio y Pasaia. En el conflicto con Francia fueron cuantas más fianzas se constataron, aunque la diferencia de cifras con el período bélico con Inglaterra no está tan alejada. [17]

LE COURSE EN LA MER CANTABRIQUE

Ce n’est qu’en 1799, après la Paix de Bâle (1795) et l’ouverture des hostilités contre la Grande-Bretagne, que des navires basés dans les ports galiciens avec des lettres de marque réussirent à s’emparer de 21 marchands anglais et que des villes comme Vigo connurent une période de prospérité. Jusqu’en 1808, 20 navires corsaires et 6 navires marchands étaient assemblés en Galice, demandant des lettres de marque et des marchandises pour leurs voyages outre-mer, et sept vedettes opérant depuis la Galice étaient également assemblées depuis Saint-Sébastien.

L’expérience et l’entraînement au combat naval conduiront à la capture du navire de guerre français Atlas, avec 74 canons, le 9 juin 1808, qui était dans la baie de Vigo depuis le 28 juillet 1805 (Villeneuve il ne comptait pas sur lui et il n’était pas présent à Trafalgar), et qui servit de navire-hôpital jusqu’en 1806. L’aigle qui était à bord est celui exposé au Musée Naval de Madrid. [4]

De son côté, dans la partie orientale de la mer Cantabrique, en raison de l’absence de navires de la marine espagnole capables de défendre les eaux avec des garanties, une tentative a été faite pour promouvoir l’armement de différents navires corsaires, laissant la défense de leurs côtes entre les mains des Basques. Mais les corsaires du Gipuzkoa, qui avaient joui de l’hégémonie dans la mer Cantabrique, avaient rapidement disparu, atteignant des niveaux d’actes anecdotiques, en raison du développement du libre-échange avec l’Amérique au cours du s. XVIII, activité beaucoup plus rentable et moins risquée que la course. Au total, le nombre de lettres de marque qui ont été accordées dans le Señorío de Vizcaya et la province de Guipúzcoa entre les trois périodes de guerre sous le règne de Charles IV, était d’environ 50 navires. En général, le port de Bilbao était celui où partaient le plus de corsaires, suivi de Saint-Sébastien et, dans une moindre mesure, de Bermeo, Lekeitio et Pasaia. Dans le conflit avec la France, plus de garanties ont été trouvées, bien que la différence de chiffres avec la période de guerre avec l’Angleterre ne soit pas si éloignée. [17]

Una imagen de un combate al abordaje entre un navío inglés el Windsor Castle, de 150 toneladas, y el francés Jeune Richard, de 250 toneladas. (c)
Image d’un abordage entre un navire anglais, Le Château de Windsor, de 150 tonneaux, et le français Jeune Richard, de 250 tonneaux. (c)

EL CORSO FRANCÉS Y ESPAÑOL EN ANDALUCÍA

En Andalucía los puertos de Málaga (ya 1796 en pleno periodo revolucionario) y Almería fueron los únicos en practicar el corso por parte francesa en aquella parte del litoral español y el propio Soult, verdadero virrey de la región, en carta a Berthier (5 de octubre de 1810) no dejaba de incentivar la ilegal práctica solicitando 400 marinos más para reforzarla en los dos puertos, a pesar de todo el impacto negativo que tenía para la economía de la zona. Sobre unos 19 barcos corsarios (faluchos y jabeques entre otros) fueron armados en Málaga, entre marzo y noviembre de 1810, que era considerado como una verdadera base de entrenamiento, un “semillero” de corsarios.

Almería, más distante y aislada, servía como descarga para la actividad de Málaga, bloqueada en varias ocasiones por la Royal Navy, y que el 29 de abril de 1812 realizó un ataque nocturno demoledor al puerto, que se saldó con varias decenas de muertos y heridos, las baterías costeras de defensa destruidas y dos embarcaciones capturadas.

En los puertos ocupados por los franceses debía haber una flotilla más o menos amplia que se dedicaba al corso, pero también a otras actividadesI. Los capitanes debían ser franceses, o de una zona agregada al Imperio, aunque varios españoles ostentaron el empleo (cerca de un 20%), a pesar de algunas deserciones que llevaron a Soult a prohibir el reclutamiento de marinos españoles. Los hubieron detestados, algunos hasta denunciados por los jefes josefinos españoles y otros condecorados con la Legión de Honor. Para los corsarios, como en el caso de uno de los más famosos corsarios de la zona Serafín Seriolo, la actividad era harto lucrativa, llegando a constituir una flotilla de corsarios a su mando. Soult y anteriormente el general Sébastiani incentivaron como hemos comentado la actividad, y el primero exigía una parte de las capturas para el ejército (1/3 o 4/5 partes) y extendiendo la comisión hasta las capturas hechas en puertos tan distantes como Génova o Porto-Ferraio.

La actividad corsaria francesa disminuiría a partir de la toma de Badajoz por los británicos en 1812 y el aislamiento de las fuerzas francesas de tierra en Andalucía, aumentada por el efecto del bloqueo naval británico y el apoyo de los Regentes berberiscos, que próximos a Inglaterra comenzaron a capturar a su vez barcos franceses. [2]

Por parte española, hasta mayo de 1808, España y Francia, unidas contra Inglaterra, permiten una gran actividad corsaria en la zona contra barcos neutrales o ingleses, aunque éstos iban siempre armados hasta los dientes. A partir de ahí, cambian los bandos, España se alía con Inglaterra, y las acciones de corso conjuntas descienden radicalmente.

LE COURSE FRANÇAIS ET ESPAGNOL EN ANDALOUSIE

En Andalousie, les ports de Málaga (déjà en 1796 en pleine période révolutionnaire) et d’Almeria étaient les seuls à pratiquer la course du côté français dans cette partie de la côte espagnole et Soult lui-même, véritable vice-roi de la région, en une lettre à Berthier (5 octobre 1810) ne cesse d’encourager la pratique illégale en demandant 400 marins supplémentaires pour la renforcer dans les deux ports, malgré tout l’impact négatif qu’elle a sur l’économie de la région. Environ 19 navires corsaires (felouques et chébecs entre autres) furent armés à Malaga, entre mars et novembre 1810, qui était considérée comme une véritable base d’entraînement, une «source» pour les corsaires.

Almería, plus éloignée et isolée, servit de relais à l’activité de Malaga, bloquée à plusieurs reprises par la Royal Navy, et qui le 29 avril 1812 mena une attaque nocturne dévastatrice sur le port, qui fit plusieurs dizaines de morts et blessés, les batteries de défense côtière détruites et deux navires capturés.

Dans les ports occupés par les Français, il devait y avoir une flottille plus ou moins nombreuse vouée à la course, mais aussi à d’autres activitésI. Les capitaines devaient être français, ou originaires d’une région rattachée à l’Empire, même si plusieurs Espagnols occupaient le poste (près de 20 %), malgré quelques désertions qui conduisirent Soult à interdire le recrutement de marins espagnols. Ils avaient été détestés, certains même dénoncés par les chefs josefinos espagnols et d’autres décorés de la Légion d’Honneur. Pour les corsaires, comme dans le cas de l’un des corsaires les plus célèbres de la région, Serafín Seriolo, l’activité était très lucrative, constituant une flottille de corsaires sous son commandement. Soult et précédemment le général Sébastiani encourageaient l’activité, comme nous l’avons dit, et le premier exigeait une partie des captures pour l’armée (1/3 ou 4/5 parts) et étendait la commission aux captures faites dans des ports aussi éloignés que Gênes ou Porto Ferraio.

L’activité corsaire française va décroître après la prise de Badajoz par les Britanniques en 1812 et l’isolement des forces terrestres françaises en Andalousie, accentué par l’effet du blocus naval britannique et le soutien des régents barbaresques qui, proches de l’Angleterre, commencent capturer à leur tour des navires français. [2]

Du côté espagnol, jusqu’en mai 1808, l’Espagne et la France, unies contre l’Angleterre, autorisent une grande activité corsaire dans la région contre des navires neutres ou anglais, bien qu’ils soient toujours armés jusqu’aux dents. Dès lors, les camps changent, l’Espagne s’allie à l’Angleterre, et les actions corsaires conjointes chutent radicalement.

Balandra española (1807) del porte de 19 cañones ciñendo el viento por estribor (d)
Sloop espagnol (1807) de la taille de 19 canons au près à tribord. (d)

LOS CORSARIOS FRANCESES Y ESPAÑOLES EN CATALUÑA Y LEVANTE

En la zona noreste de las costas de Cataluña, existían Juntas locales de corsarios en Sant Feliú de Guíxols i Palamós (las más numerosas) y en otras localidades como Rosas, Bagur o Cadaqués. Iniciada la guerra, el principal objetivo de las juntas locales, coordinadas en ocasiones con las autoridades militares españolas, era dificultar les comunicaciones e intentar que el subministro de provisiones que llegaba por mar a las tropas imperiales de Barcelona se viera interrumpido. También los corsarios franceses desde Portvendres actuaban en las costas catalanas por lo que también eran un objetivo de los corsarios locales, así como los buques mercantes al servicio de FranciaII.

La actividad para las Juntas de corsarios, sobre todo entre 1808-1809, resultó ser un negocio muy lucrativo, interceptando numerosos laudes cargados de cuarteras (unos 70 Kg.) de trigo y de arroz que se dirigían a Barcelona para sostener a la guarnición de la ciudad, embarcaciones con soldados y correspondencia para el general Duhesme, y dirigiendo las capturas hacia los puertos de Palamós y Sant Felíu de Guixols. Lógicamente dichos puertos se consideraron objetivos de las tropas imperiales francesas, siendo conquistados los diferentes pueblos costeros y ya en septiembre de 1809, la actividad corsaria catalana había disminuido, que no cesado, en la zona. Con el tiempo a partir de 1811 el puerto de Palamós se convirtió en un centro administrativo para los franceses al mando de un Intendente de Marina.

La ocupación francesa de los puertos de Cadaqués, Roses y Palamós favoreció la llegada de barcos corsarios franceses desde Marsella que tenían la doble misión de entorpecer las comunicaciones entre las embarcaciones catalanas y los ingleses y evitar el comercio con otros puertos libres del Principado (a la vez que ofrecían mayor protección a las naves francesas que hacían la ruta por la costa). Algunos de estos corsarios franceses no sólo fondearon a menudo en el puerto de Palamós, sino que también se acercaban parar vender sus capturas o en otros puertos dominados por los franceses, como en el caso de los barcos “Vengeance” del capitán F. Blanc el  “Filibustier”, capitaneado por Cipriano Caraccioli (de Córcega) y armado en Barcelona por un comerciante marsellés. [1].

En la zona sureste de Cataluña, tras el cese de hostilidades entre los gobiernos de España e Inglaterra, que también practicó el corso en aguas catalanas, conduciendo sus capturas al puerto de VilanovaIII y entregándolas a la autoridad naval. Al mismo tiempo armadores de corso privados, españoles y británicos, hacían su guerra personal, afanando todo lo que encontraban por delanteIV.

Como un ejemplo concreto en el puerto de Tarragona, el Juzgado Militar de Marina emitía un veredicto sobre la legalidad de la captura y se vendía en subasta pública. Lo curioso de estas subastas es que si se celebraba en un puerto dominado por los franceses, podían acudir personas que residían en zonas “no dominadas” por los franceses y comprar embarcaciones para la causa española.

En tierras del reino de Valencia el fenómeno sería parecido. La conquista de los territorios por las tropas del por entonces general Suchet y sobre todo la rendición de la capital Valencia en enero de 1812, conllevó que se pudiera aprovechar su puerto como base logística para los transportes y la actividad de los corsarios franceses. Prueba de ello fue el hallazgo en julio del 2017V de los restos del buque corsario francés Zéphir o Zefarin que fue hundido según las crónicas entre los días 13 y 14 de mayo de 1813, en el contexto de los episodios bélicos navales que se producían en la zona. Al parecer el Zéphir o Zefarin procedente de Valencia, que navegaba bordeando la costa fue detectado por una fragata inglesaVI que haría embarrancar al corsario en la costa frente a los Molinos de Polart en Denia (Valencia).

LES CORSAIRS FRANÇAIS ET ESPAGNOLS EN CATALOGNE ET AU LEVANT

Dans la partie nord-est de la côte catalane, il y avait des Juntas corsaires locaux à Sant Feliú de Guíxols et Palamós (le plus nombreux) et dans d’autres villes comme Rosas, Bagur ou Cadaqués. Une fois la guerre déclenchée, l’objectif principal des Juntas locaux, parfois coordonnées avec les autorités militaires espagnoles, était de rendre les communications difficiles et d’essayer d’empêcher que l’approvisionnement en ravitaillement qui arrivait par voie maritime aux troupes impériales à Barcelone ne soit interrompu. Les corsaires français de Portvendres opéraient également sur les côtes catalanes, c’est pourquoi ils étaient aussi la cible des corsaires locaux, ainsi que des navires marchands au service de la FranceII.

L’activité des Juntas de corsaires, surtout entre 1808-1809, s’est avérée être une activité très lucrative, interceptant de nombreuses laudes chargées de cuarteras (environ 70 kg.) de blé et de riz qui se dirigeaient vers Barcelone pour soutenir la garnison de la ville, bateaux avec soldats et correspondance pour le général Duhesme, et dirigeant les prises vers les ports de Palamós et Sant Feliu de Guixols. Logiquement, ces ports étaient considérés comme des objectifs des troupes impériales françaises, les différentes villes côtières étant conquises et déjà en septembre 1809, l’activité corsaire catalane avait diminué, voire cessé, dans la région. Au fil du temps, à partir de 1811, le port de Palamós est devenu un centre administratif pour les Français sous le commandement d’un intendant de la marine.

L’occupation française des ports de Cadaqués, Roses et Palamós a favorisé l’arrivée de navires corsaires français en provenance de Marseille, qui avaient la double mission d’entraver les communications entre navires catalans et anglais et d’empêcher le commerce avec les autres ports francs de la Principauté (à l’époque offrait une plus grande protection aux navires français qui faisaient la route le long de la côte). Certains de ces corsaires français mouillaient non seulement souvent dans le port de Palamós, mais venaient également vendre leurs prises ou dans d’autres ports dominés par les Français, comme dans le cas des navires «Vengeance» du capitaine F. Blanc le «Filibustier», commandé par Cipriano Caraccioli (Corse) et assemblé à Barcelone par un négociant marseillais. [1].

Dans la zone sud-est de la Catalogne, après la cessation des hostilités entre les gouvernements espagnol et anglais, qui pratiquait également la course dans les eaux catalanes, emmenant ses prises au port de VilanovaIII et les remettant à l’autorité navale. Dans le même temps, les propriétaires corsaires, espagnols et britanniques, menaient leur guerre personnelle, pressant tout ce qu’ils trouvaient devantIV.

À titre d’exemple concret dans le port de Tarragone, le Tribunal Militaire de la Marine a rendu un verdict sur la légalité de la capture et il a été vendu aux enchères publiques. Ce qui est curieux dans ces ventes aux enchères, c’est que si elles se tenaient dans un port dominé par les Français, des personnes résidant dans des zones «non dominées» par les Français pourraient venir acheter des bateaux pour la cause espagnole.

Dans les terres du royaume de Valence, le phénomène serait similaire. La conquête des territoires par les troupes du général Suchet et surtout la capitulation de la capitale, Valence, en janvier 1812 signifiaient que son port pouvait servir de base logistique pour le transport et l’activité des corsaires françaises. Preuve en est la découverte en juillet 2017V des restes du navire corsaire Français «Zéphir» ou «Zefarin» qui aurait été coulé selon les chroniques entre le 13 et le 14 mai 1813, dans le cadre des épisodes de guerre navale survenus dans la région. Apparemment, le Zéphir ou Zefarin venant de Valence, qui longeait la côte, a été détecté par une frégate anglaiseVI qui s’échouerait sur le corsaire sur la côte devant les moulins de Polart à Denia (Valence).

El corsario Les Trois Monts Rouges del capitan François Rougemont atacado por dos bricbarcas de guerra aproximándose a la costa de Barcelona, el 17 de julio de 1810, cuya metralla resistió dos horas y entró en el puerto a las ocho de la mañana. Se puede distinguir al fondo la silueta de la montaña de Montjuich y en el centro la torre del fuerte de La Linterna (e)
Corsarie Les Trois Monts Rouge, capitaine François Rougemont, attaqué par deux Bricks de Guerre a l’Aterrage de Barcelone le 17 Juillet 1810 à la Mitraille desquels il a resisté deux heures et est entré dans le port à huit heures du matin. En arrière-plan, on distingue la silhouette de la montagne de Montjuich et au centre la tour du fort de La Linterna (e)

EL CORSO ESPAÑOL EN LAS ISLAS BALEARES

Por lo que respecta a las Islas Baleares, los corsarios de inicios del s. XIX trabajaban para el “Reial Consolat de Mar i Tierra”, organismo privado que controlaba el comercio, y que estuvo vigente durante 300 años antes del estallido de la Guerra de Independencia.

Los corsarios isleños en las baleares defendían los convoyes de barcos, algunos de hasta un centenar de embarcaciones, que viajaban desde Mallorca hacia Tarragona y Cádiz cargados de arroz, legumbres, cereales, cañones, plata, papel moneda o tropas con los que abastecer la Península. Con el final de la guerra y por Real Orden comenzó el declive del “Consolat”, y de los corsarios que a falta de oficio la mayoría tuvieron que desguazar sus barcos, siendo algunos muy nombrados como el ibicenco Antonio Riquer o Fabio Buccelli, este último «quien había estado al mando de la Armada nacional» y «no eran hombres de guerra, eran de escolta». [5]

LE COURSE ESPAGNOL AUX ÎLES BALÉARES

En ce qui concerne les îles Baléares, les corsaires au début du s. XIX ont travaillé pour le «Reial Consolat de Mar i Tierra», un organisme privé qui contrôlait le commerce et qui était en vigueur pendant 300 ans avant le déclenchement de la guerre d’Espagne.

Les corsaires insulaires des îles Baléares ont défendu les convois de navires, certains allant jusqu’à une centaine de navires, qui voyageaient de Majorque à Tarragone et Cadix chargés de riz, de légumineuses, de céréales, de canons, d’argent, de papier-monnaie ou de troupes pour approvisionner le Péninsule. Avec la fin de la guerre et par ordre royal, le déclin du «Consolat» a commencé, et des corsaires qui, faute de commerce, ont dû pour la plupart démolir leurs navires, certains d’entre eux étant bien connus, comme l’Ibizan Antonio Riquer ou Fabio Buccelli, ce dernier «qui avait commandé la Marine nationale» et «ce n’étaient pas des hommes de guerre, c’étaient des escortes». [5]

Relación orientativa de los días de ocupación por las tropas imperiales de las poblaciones y puertos costeros durante la guerra. En aquellas poblaciones con una ocupación más prolongada, se observa, lógicamente, una presencia más acusada de corsarios franceses y de buques de transportes para el aprovisionamiento de las tropas.
Relation indicative des jours d’occupation par les troupes impériales des villes et ports côtiers pendant la guerre. Dans les villes d’occupation plus longue, il y a, logiquement, une présence plus marquée de corsaires français et de navires de transport pour ravitailler les troupes

LA REGLAMENTACIÓN CORSARIA EN ESPAÑA

Durante los siglos anteriores surgieron diferentes reglamentaciones para regular la guerra de corso en España. Dentro del periodo que nos ocupa, a últimos del s. XVIII se promulgaría la Real Cédula de 1779, seguida de la Ordenanza del corso de 11 de Octubre de 1796, con la adición de 21 de mayo de 1799 y finalmente a principios del s. XIX, la Ordenanza de 20 de junio de 1801, que estará vigente durante la parte final del reinado de Carlos IV y durará hasta la Codificación (mediados s. XIX)

El buque corsario debía arbolar el pabellón del país beligerante y debía llevar la patente expedida por autoridad legítima. La actividad del buque estaba destinada a la visita (si era el caso) o captura de buques, incluso los neutrales que transportaran contrabando de guerra. Los efectos capturables no podían ser los personales de los tripulantes, al no tener la condición de comerciales. Por tanto, podemos hablar de 4 momentos en el encuentro de un buque corsario con su teórica presa: detención, visita del buque, pesquisas (averiguaciones) y ocupación de la mercancía o captura del buque, aunque esta última correspondiera a un buque de guerra en sentido estricto. Si había resistencia, se daba lugar a la lucha armada. [4]

LES REGLEMENTATIONS CORSAIRES EN ESPAGNE

Au cours des siècles précédents, différentes réglementations ont surgi pour réglementer la guerre corsaire en Espagne. Dans la période qui nous concerne, à la fin de l’art. XVIII l’arrêté royal de 1779 serait promulgué, suivi de l’ordonnance corsaire du 11 octobre 1796, avec l’ajout du 21 mai 1799 et enfin au début de l’art. XIX, l’ordonnance du 20 juin 1801, qui sera en vigueur pendant la dernière partie du règne de Charles IV et durera jusqu’à la codification (milieu du XIXe siècle)

Le navire corsaire devait battre pavillon du pays belligérant et porter le brevet délivré par l’autorité légitime. L’activité du navire visait à visiter (le cas échéant) ou à capturer des navires, y compris des navires neutres qui transportaient de la contrebande de guerre. Les effets qui pouvaient être captés ne pouvaient pas être les effets personnels des membres de l’équipage, puisqu’ils n’avaient pas le statut commercial. On peut donc parler de 4 moments dans la rencontre d’un navire corsaire avec sa proie théorique: détention, visite du navire, enquêtes (investigations) et occupation de la marchandise ou capture du navire, bien que cette dernière corresponde à un navire de guerre en sens strict. S’il y avait résistance, la lutte armée avait lieu. [4]

(1) Normalmente era gente del gremio de la mar, comerciantes o pescadores, que cuando estallaba una guerra decidían dedicarse al corso. Era una actividad completamente legal, que estaba incluso regulada por reales patentes concedidas por la Corona Española. Actuaban por un interés económico, pero también por motivaciones ideológicas, para defender al Rey de sus enemigos y de paso hacer caja. Todo el mundo salía ganando. [15]

(1) Normalement, il s’agissait de gens de la guilde de la mer, marchands ou pêcheurs, qui, lorsqu’une guerre éclatait, décidaient de faire la course. C’était une activité tout à fait légale, qui était même réglementée par des brevets royaux accordés par la Couronne espagnole. Ils agissaient par intérêt économique, mais aussi pour des motivations idéologiques, pour défendre le Roi de ses ennemis et, accessoirement, gagner de l’argent. Tout le monde gagnait. [15]

*Podían proveerse en los Arsenales y Almacenes Reales, siempre que no fueran de uso para la Armada y dando un plazo de 6 meses de pago si no podían pagara al contado.  

**Excepto personal de reserva en servicio del Rey o que estuviera actualmente en él.

***En el caso sobre todo de las embarcaciones neutrales, especialmente con las de las naciones cuyas banderas gozaran de inmunidades o privilegios fundados en los tratados o convenios hechos con ellas. Por RO 20.05.1806, se exceptuó también a los buques con pabellón norteamericano por regla general.

****También los corsarios podían acudir a los tribunales si no estaban de acuerdo con las sentencias.

*Ils pouvaient être fournis dans les Arsenaux et les Entrepôts Royaux, tant qu’ils n’étaient pas utilisés par la Marine et donnant un délai de paiement de 6 mois s’ils ne pouvaient pas payer comptant.

**Sauf les personnels de réserve au service du Roi ou qui y étaient actuellement.

*** Dans le cas surtout des navires neutres, en particulier ceux des nations dont les pavillons jouissent d’immunités ou de privilèges fondés sur des traités ou des accords conclus avec eux. Par RO 20.05.1806, les navires battant pavillon nord-américain étaient également exemptés en règle générale.

**** Les corsaires pouvaient également aller en justice s’ils n’étaient pas d’accord avec les peines.

PREMIOS POR LAS PRESAS Y PRISIONEROS QUE SE HICIEREN (art. 7º Ordenanza 20 junio 1801)
RÉCOMPENSES POUR LES BARRAGES ET LES PRISONNIERS QU’ILS FONT (art. 7 Ordonn. 20 juin 1801)
Rs. Vn*
Por cada cañón del calibre de á 12 ó mayor, tomado en bajel de guerra enemigo:
Pour chaque canon de calibre 12 ou plus, tiré d’un navire de guerre ennemi :
1.200
Por cada cañón de 4 á 12, ídem:
Pour chaque canon de 4 à 12, idem :
800
Por cada prisionero hecho en los buques de guerra:
Pour chaque prisonnier emmené sur des navires de guerre :
200
Si las embarcaciones fueren Corsarias, por cada cañón apresado de á 12, ó mayor calibre:
Si les navires étaient des corsaires, pour chaque canon capturé de calibre 12 ou supérieur :
900
En las mismas por cada uno de 4 á 12:
De même pour chacun de 4 à 12 :
600
Por cada prisionero:
Pour chaque prisonnier :
160
En los bajeles mercantes por cada cañón de á 12, ó mayor calibre:
Dans les navires marchands pour chaque canon de calibre 12 ou plus :
600
Por cada uno desde á 4 á 12:
Pour chaque canon de 4 à 12 :
400
Por cada prisionero:
Pour chaque prisonnier :
120
Rs. Vn* = 1 real de Vellón con un valor aproximado de 0,616 € (2014) / Rs. Vn* = 1 Real de Vellón d’une valeur approximative de 0,616 € (2014) [7]

LA REGLAMENTACIÓN CORSARIA EN FRANCIA

En el caso de Francia, que tenía una reglamentación de la guerra del corso similar a la española, la actividad estaba controlada por el “Conseil des Prises”, instituido por decreto del 6 de Germinal del Año VIII. Una vez comprobada la legalidad de la captura, antes de cualquier distribución, se deducía del 13 al 15% de la suma obtenida para diversos fines, incluido el 6% para Aduanas. El resto iba en una proporción de 2/3 a los armadores. Pero en principio sólo recibían su dinero en la liquidación general del crucero, mientras que la tripulación recibía 1/3 que les correspondía tras cada venta de captura, calificada como liquidación parcial. La escala era la siguiente: doce partes para el capitán, diez para el primer oficial, seis a ocho para los oficiales, dos a cuatro para el mayordomo, una y media para los marineros y media para los grumetes. [13]

RÉGLEMENTATION CORSAIRE EN FRANCE

Dans le cas de la France, qui disposait d’une réglementation de la guerre corsaire semblable à celle d’Espagne, l’activité était contrôlée par le «Conseil des Prises», institué par décret du 6 germinal de l’an VIII. Une fois la légalité des prises vérifiée, avant toute distribution, 13 à 15 % de la somme obtenue étaient prélevés à des fins diverses, dont 6 % pour la douane. Le reste est allé dans une proportion de 2/3 aux propriétaires. Mais en principe ils ne recevaient leur argent qu’à la liquidation générale de la croisière, alors que l’équipage recevait 1/3 qui lui correspondait après chaque vente de prise, qualifiée de liquidation partielle. Le barème était le suivant : douze parts pour le capitaine, dix pour le second, six à huit pour les officiers, deux à quatre pour le intendant, une et demie pour les matelots, et demie pour les mousses. [13]

– – – o – – –

“El corso era una inversión capitalista para los armadores y una forma de vivir con poco esfuerzo para los marineros”

Agustín Corrales Elizondo [4]

«La course était un investissement capitaliste pour les armateurs et un mode de vie sans effort pour les marins»

Agustín Corrales Elizondo [4]

¿Qué armamento llevaba un corsario? / Quelles armes portait un corsaire ?

Armamento que llevaba el jabeque corsario «Intrépido», según el inventario del 1 de agosto de 1813. AHT [1]

Artilleria, municiones, Armas Blancas y de Chispa

– 2 cañones de a 8 de hierro con 2 cureñas para ídem, 2 Banquetas, 2 Almohadas, 3 Astas con atacador y Lanada, 1 ídem con cuchara y sacatrapo.

– 41 Balas rasas de a 8, 4 Palanquines guarnecidos con vetas de cáñamo, 4 Planchadas de plomo, 2 Bragueros de gancho.

– 2 cañones de a 6 de hierro con 2 cureñas para ídem; 2 Banquetas; 2 Almohadas; 4 Palanquines guarnecidos con vetas de cáñamo; 2 Bragueros de gancho, 2 Astas con atacador y lanada, 1 Ídem con cuchara; 1 ídem con sacatrapo, 3 Espeques, 1 Pie de cabra.

– 49 Balas rasas de a 6, 29 Ídem de diferentes calibres, 18 saquillos de metralla del calibre de a 6, 1 Pasabalas de a 6, 1 Molde de madera para hacer cartuchos de a 6.

– 25 Cartuchos de a 6 llenos de pólvora, 200 Libras de pólvora en 2 barriles, 4 Guardacartuchos, 1 Cajón de embage, 5 ChiflesVII con agujas.

– 55 Libras de cuerda mecha, 150 libras de metralla suelta, 10 Paquetes de cartuchos de fusil con bala, 50 libras de balas de fusil; 2 Sacatrapos y rascador de fusil

– 1 Destornillador, 6 Botafuegos, 3 Cananas, 1 Mechera de hoja de lata, 8 trabucos, 28 fusiles, 16 Pistolas, 24 Sables, 27 Bayonetas, 1 Caja grande con cerradura y llave para poner las armas

– 200 Libras de jarcia trozada para tacos

Armement porté par le corsaire chébec «Intrépide», selon l’inventaire du 1er août 1813. AHT [1]

Artillerie, munitions, armes blanches et à étincelles

– 2 canons en fer 8 livres avec 2 affûts à canon pour le même, 2 tabourets, 2 oreillers, 3 hampes avec écouvillon et laine, 1 même avec cuillère et tire-bourre.

– 41 Balles rases de 8 livres, 4 Palanquins garnis de veines de chanvre, 4 Plaques de Plomb, 2 Fermes à Crochet.

– 2 canons en fer 6 livres avec 2 affûts pour le même; 2 bancs ; 2 oreillers ; 4 palanquins garnis de veines de chanvre ; 2 fermes à crochets, 2 hampes avec écouvillon et laine, 1 idem avec cuillère ; 1 idem avec tire-bourre, 3 Espeques, 1 Pied de chèvre.

– 49 balles rases de 6 livres, 29 Idem de différents calibres, 18 pochettes de metraille calibre 6 livres, 1 pasabalas calibre 6 livres, 1 Moule en bois pour fabriquer des cartouches 6 livres.

– 25 Cartouches de 6 livres pleines de poudre à canon, 200 Livres de poudre à canon dans 2 fûts, 4 Protège-cartouches, 1 Tiroir d’emballage, 5 SiffletsVII avec aiguilles.

– 55 livres de corde d’allumette, 150 livres de metraille lâche, 10 paquets de cartouches de fusil avec balle, 50 livres de balles de fusil ; 2 tire-bourres et grattoir du fusil.

– 1 Tournevis, 6 Boutefeus, 3 Cartouchières, 1 Allumette en Tôle, 8 Tromblons, 28 Fusils, 16 Pistolets, 24 Sabres, 27 Baïonnettes, 1 Grande boite avec serrure et clé pour mettre les armes

– 200 livres de gréement haché pour les queues


UN POCO DE LÉXICO

Bergantín. – Es la embarcación de dos palos (mayor y trinquete), con su bauprés, velas cuadradas, estáis, foques, etc.

Corsario. – El corsario actúa con una autorización escrita de su soberano, atacando a barcos enemigos o a neutrales con contrabando de guerra y librando sus presas a los tribunales de su país.

Falucho. – Su aparejo principal consiste en un solo palo muy inclinado hacia proa, en el cual se larga una vela latina.

Filibustero. – Los filibusteros o bucaneros atacaban a los buques del país enemigo, sin ningún permiso oficial, pero estando protegidos por el gobierno del Soberano contrario.

Jabeque. – Embarcación del Mediterráneo , que navega á vela y remo, tiene tres palos arbolados; el trinquete en latino, el mayor casi en candela y el mesana en cangrejo.

Laúd. – Embarcación pequeña , también del Mediterráneo , larga y angosta, semejante á un falucho, sin foque, aletas ni mesana. Usase también en la pesca. Algunos llevan un pequeño palo de mesana y un botalón para un foque.

Pirata.– El pirata, se encuentra en disposición de atacar a todo barco que se encuentre en su camino y no ha de rendir cuentas a ningún tribunal.

Polacra o Polacra goleta. – Barco de vela de dos palos, de una o dos piezas, sin cruzamiento y sin cofas, con vergas, pareados como los de los bergantines.

UN PEU DE LEXIQUE…

Brick. – C’est le bateau à deux mâts (grand-voile et misaine), avec son beaupré, ses voiles carrées, ses étais, ses focs, etc.

Corsaire. – Le corsaire agit avec une autorisation écrite de son souverain, attaquant des navires ennemis ou neutres avec de la contrebande de guerre et remettant ses prises aux tribunaux de son pays.

Felouque. – Son gréement principal est constitué d’un seul mât très incliné vers la proue, dans lequel une voile latine est larguée.

Flibustiers. – Les flibustiers ou boucaniers ont attaqué les navires du pays ennemi, sans aucune autorisation officielle, mais étant protégés par le gouvernement du souverain adverse.

Chébec. – Navire de la Méditerranée, qui navigue à la voile et à la rame, a trois mâts en bois ; le cliquet en latin, le major presque en candela et l’artimon en crabe.

Barque. – Petite embarcation, également méditerranéenne, longue et étroite, semblable à une felouque, sans foc, ni nageoires ni artimon. Également utilisé dans la pêche. Certains portent un petit mât d’artimon et une bôme de foc.

Pirate. – Le pirate est en mesure d’attaquer n’importe quel navire qui se trouve sur son chemin et n’a pas à rendre compte à un tribunal.

Goélette Polacra ou Polacra. – Bateau à voile à deux mâts, une ou deux pièces, sans traverse et sans hune, à vergues, appariées comme celles des brigantins.

– – – – – – o – – – – – –

IEl apoyo táctico al ejército de tierra imperial, la defensa costera, vigilancia del contrabando, transporte de víveres o minerales estratégicos y la evacuación de heridos. [2]

II«Ynsiguiendo las órdenes del Sor Gobernador de la Plaza de Rosas, hemos salido esta manana de aquel puerto, con el objeto de hacer el crucero de estas costas, para interceptar alguno de los buques ricamente cargados que segun noticia positiva de dicho caballero Gobernador, se proponen salir cuanto antes de Barcelona con destino a Francia» (Relación de José Bajandas, corsario de Palamós que operaba en la bahía de Rosas) [1]

IIIVilanova era un población poco frecuentada por los franceses excepto cuando pasaban a cobrar los impuestos sobre el que gravaban a la población. En el caso de que, por azar del destino, una embarcación llegara con su captura a puerto en aquel momento, los soldados también se apresuraban a apoderarse del botín, y el patrón tenía que volver a “comprar” su propia embarcación. [1]

IV«El capitán Jolm (sic) del bergantín inglés «Mentor», armado para el corso, anclado en la rada de Vilanova, manifestó, el 5 de diciembre de 1811, por medio de su intérprete Pere Farlet, comerciante de la villa, que habían finalizado amistosamente los tratos que el propio capitán había mantenido tocando a la captura que hizo, el día 3 del mismo más, del laúd de transporte llamado «San Antonio», de un arqueo de 8 toneladas, que patroneaba Sebastián Bas de matrícula de Vinaroz. El barco fue intervenido, en las aguas de la bahía de Vilanova, a 8 millas de tierra (unos 13 kilómetros). Pactaron que, abonándole 400 duros de plata (entre 4.000-5000 €), al capitán John, el laúd volvería a manos de los antiguos propietarios. El escribano de marina legalizó la operación. Otra operación fue la del comodoro Edward Codrington, como comandante del barco insignia de la flota británica «Blake», el día 31 de diciembre de 1812, que entregó en el Juzgado Real Militar de Marina, un laúd de transporte de un arqueo de 10 toneladas, para que fuera vendido y el importe resultante entregado al barón de Eroles. Este barco había sido también capturado en el puerto de Tarragona la noche del 27 de septiembre de 1812.» [1]

VUn descubrimiento realizado el 29 de julio de 2007, por una familia francesa que veraneaba en Denia, y que se mantuvo en el más absoluto sigilo, principalmente para evitar daños al yacimiento. Se trataba de los restos de un barco corsario hundido frente a las costas de Denia con cerca de un centenar de tripulantes en el año 1813, en plena Guerra de la Independencia. El hallazgo fue posible gracias a la familia francesa de los Marrel, que en una inmersión localizó los restos a unos 350 metros frente a la costa de les Marines y a tres metros y medio de profundidad, semienterrados por la arena. El padre, Julianne Marrel, lo puso en conocimiento del área municipal de Arqueología. El hallazgo se bautizó como el yacimiento arqueológico subacuático INVJASUB 811. Derelicte Orianne. Corsario francés Zefarin. Lleva el nombre de Orianne, la hija de Julianne Marrel, que lo descubrió entre la arena. [3]

VI13 y 14 de mayo de 1813
«Dia 13 = Se mantuvo hasta medio dìa frente à Denia y à cosa de las 2 se fuè hacia el mar, porque divisó al Corsario Zefarin francés que venìa costeando desde Valencia, hechò 4 botes al agua y le embistieron, la fragata no podia cubrir porque no havia viento, las 4 lanchas le hicieron embarrancar al corsario frente los molinos de Polart, la fragata se hizo ir à bordo cerca de ella dos parejas de Gandia, y una de Denia que pasavan por su frente y dos lauds que pasaron cargados de sal para Valencia para valerse de todos ellos en caso necesario; acudió tropa de Ondara y Denia à defender al corsario, y la gente de este juntamente con la tropa hicieron mucho fuego y las 4 lanchas tiraron muchos cañonazos y fusileria, este durò desde las 2 hasta las 7 de la tarde, en que parò totalmente el fuego, se dijo aquella noche que el barco del corsario havia quedado destrozado, y se havìan ahogado todos ò muchos de los marineros ò los havìan muerto, eran unos 100 de tripulación, y que soldos havian quedado muchos muertos y los otros se retiraron à Ondara, mañana se dirà; en este dia à las 8 de la mañana se llevaron algunos cajones de moneda de la Admon acompañados de guardas, y tropa y por la tarde à las 7 los señores de la ciudad hicieron pregon para que todos los vecinos acudiesen à pagar dentro del tercero dia la reparticion de carne que se havia hecho para contratación de raciones de carne.
Dia 14 = Estuvo la fragata toda la mañana à vista del corsario que estava bajo el agua casi todo, y trabajavan los marineros para ver si sacarian alguna cosa y sacaron un cañon que lo pusieron con su carreta detras de uno de los molinos para de allo hacer fuego en caso que viniesen las lanchas de la fragata, y à las 5 de la tarde se arrimó la fragata muy à tierra y tirò mas de 30 cañonazos al corsario y gente que trabajavan para ver si la sorprendian y la sacarian, el cañon de detrás del Molino tirò algunos cañonazos à la fragata pero no le hizo nada, y la fragata despues de haver ajuntado à los marineros y ver destrozado del todo el barco corsario, ser fuè hacia fuera.»

VIIFrasco de cuerno, cerrado con una boquilla, en el cual solía guardarse la pólvora fina para cebar las piezas de artillería. (RAE)

IAppui tactique à l’armée de terre impériale, défense côtière, surveillance de la contrebande, transport de vivres ou de minerais stratégiques et évacuation des blessés. [2]

II«Suivant les ordres du gouverneur de la Plaza de Rosas, nous avons quitté ce port ce matin, dans le but de faire la croisière de ces côtes, pour intercepter certains des navires richement chargés qui, selon des nouvelles positives dudit monsieur gouverneur , ils proposent de quitter Barcelone au plus vite pour la France» (Relation de José Bajandas, corsaire de Palamós qui opérait dans la baie de Rosas) [1]

IIIVilanova était une ville rarement fréquentée par les Français sauf lorsqu’ils allaient percevoir les impôts sur lesquels ils taxaient la population. Au cas où, par hasard, un bateau arriverait au port avec sa capture à ce moment-là, les soldats se précipiteraient également pour saisir le butin, et le patron devait à nouveau «acheter» son propre bateau. [1]

IV«Le capitaine Jolm (sic) du brick anglais «Mentor», armé pour la course, ancré dans la rade de Vilanova, déclara, le 5 décembre 1811, par l’intermédiaire de son interprète Pere Farlet, un marchand de la ville, qu’ils avaient conclu à l’amiable les affaires que le capitaine lui-même avait soutenu concernant la capture qu’il a faite, le 3 du même jour, du luth de transport appelé «San Antonio», pesant 8 tonnes, commandé par Sebastián Bas, immatriculé Vinaroz. Le navire est intervenu dans les eaux de la baie de Vilanova, à 8 milles de la terre (environ 13 kilomètres). Ils ont convenu qu’en payant 400 duros d’argent (entre 4.000 et 5.000 €) au capitaine John, le luth reviendrait aux mains des anciens propriétaires. Le notaire a légalisé l’opération. Une autre opération fut celle du commodore Edward Codrington, en tant que commandant du vaisseau amiral de la flotte britannique «Blake», le 31 décembre 1812, qui livra un luth de transport de 10 tonnes à la Royal Military Court of the Navy, de sorte qu’il fut vendu et le montant résultant livré au baron d’Eroles. Ce navire avait également été capturé dans le port de Tarragone dans la nuit du 27 septembre 1812.» [1]

VUne découverte faite le 29 juillet 2007 par une famille française qui passait l’été à Denia, et qui a été gardée dans le secret absolu, principalement pour éviter d’endommager le site. Il s’agissait des restes d’un navire corsaire coulé au large de Denia avec près d’une centaine de membres d’équipage en 1813, pendant la guerre d’Espagne. La découverte a été possible grâce à la famille française des Marrel, qui lors d’une plongée a localisé les restes à environ 350 mètres au large des Marines et à une profondeur de trois mètres et demi, à moitié ensevelis sous le sable. Le père, Julianne Marrel, a informé le domaine municipal d’archéologie. La découverte a été nommée site archéologique sous-marin INVJASUB 811. Derelicte Orianne. Le corsaire français Zefarin. Il porte le nom d’Orianne, la fille de Julianne Marrel, qui l’a découvert dans le sable. [3]

VI13 et 14 mai 1813

«Jour 13 = Il est resté jusqu’à midi devant Denia et vers 2 heures il s’est dirigé vers la mer, car il a repéré le corsaire français Zefarin qui venait le long de la côte depuis Valence, il a mis 4 bateaux à l’eau et ils l’a percuté, la frégate n’a pas pu couvrir Parce qu’il n’y avait pas de vent, les 4 bateaux ont fait échouer le corsaire devant les moulins Polart, la frégate a fait embarquer près d’elle deux couples de Gandia, et un de Denia qui passaient par son front et deux luths qui passaient chargés d’aller à Valence pour les utiliser tous si nécessaire; des troupes d’Ondara et de Denia sont venues défendre le corsaire, et son peuple avec les troupes a fait beaucoup de feu et les 4 bateaux tiré de nombreux coups de canon et de mousqueterie, cela a duré de 2 heures jusqu’à 7 heures de l’après-midi, lorsque le feu s’est complètement arrêté, on a dit cette nuit-là que le navire du corsaire avait été détruit, et tous ou plusieurs des marins s’étaient noyés ou ils était mort, il y avait environ 100 membres d’équipage, et que les soldats havian q J’ai eu beaucoup de morts et les autres se sont retirés à Ondara, demain on le dira ; Ce jour-là à 8 heures du matin, ils ont pris des caisses de monnaie à l’administration accompagnées de gardes et de troupes et l’après-midi à 7 heures, les seigneurs de la ville ont fait une proclamation pour que tous les habitants viennent payer dans le troisième jour le distribution de viande qui avait été faite pour contracter des rations de viande.
Jour 14 = La frégate était là toute la matinée en vue du corsaire qui était presque complètement sous l’eau, et les marins travaillaient pour voir s’ils sortiraient quelque chose et ils sortirent un canon qu’ils placèrent avec leur charrette derrière l’un des moulins pour qui font feu au cas où les lancements de la frégate arriveraient, et à 5 heures de l’après-midi la frégate s’est approchée du sol et a tiré plus de 30 coups de canon sur le corsaire et les gens qui travaillaient pour voir s’ils la surprendraient et la sortiraient, le canon de Derrière le Moulin, il tira quelques coups de canon sur la frégate mais n’y fit rien, et la frégate, après avoir rassemblé les marins et vu le navire corsaire complètement détruit, sortit.»

VIIJarre en corne, fermée par un embout buccal, dans laquelle de la poudre fine servait à amorcer les pièces d’artillerie. (RAE)


Fuentes:

1 – «Aproximació a l’activitat corsària, a les costes de la província marítima de Tarragona, durant la guerra del Francès» – Josep Maria Sanet  i Jové, Revista TAG, Setembre 2002

2 – «Deux modèles économiques de la course française dans l’Espagne occupée : Almería et Málaga (1810-1812)» – Jean-Marc Lafon, Revue d’Histoire Maritime nº 17, PUPS, 2013

3 – https://lamarinaplaza.com/2017/09/01/hallan-en-denia-los-restos-de-un-barco-corsario-frances-hundido-en-la-guerra-de-la-independencia/

4 – «Regulación del corso y la piratería marítimas» – Agustín Corrales Elizondo, “Piratería y Corso en la Edad Moderna”. XXIX Jornadas de Historia Marítima. Ciclo de Conferencias – IHCN, Marzo 2004

5 – https://www.ultimahora.es/noticias/cultura/2013/01/22/90420/investigador-publica-datos-ineditos-sobre-corsarios-locales.html

6 – «Defensa de costas» – Francisco de Francisco y Díaz, Establecimiento tipográfico del Colegio de Santiago, Valladolid, s. f.

7 – https://laramblacofradiera.blogspot.com/2014/07/el-valor-del-dinero-en-el-siglo-xvii.html

8 – https://www.lavozdegalicia.es/noticia/vigo/vigo/2015/05/10/corsarios-mar-vigo/0003_201505V10C9991.htm

9 – «El cors a l’Empordà durant la Guerra del Francès» – Gabriel Martin Roig, Revista del Baix Empordà / pàgina 6, 2010

10 – «La piratería y el corso en Flandes y el Cantábrico» – Enrique Otero Lana, “Piratería y Corso en la Edad Moderna”. XXIX Jornadas de Historia Marítima. Ciclo de Conferencias – IHCN, Marzo 2004

11 – «La Marina en la Guerra de la Independencia I» – XXXV Jornadas de Historia Marítima. Ciclo de Conferencias, IHCN, Octubre 2007

12 – «La Marina en la Guerra de la Independencia», Carlos Martínez Valverde (Cp. Navío), Editora Nacional, Madrid, 1974

13 – «Alger et les corsaires françaises 1808-1814» – Pierre Boyer, Navigation et migrations en Méditerranée, 1990, pages 377 à 390

14 –  «Les Corsaires et la Guerre Maritime» – Henry Brongniart, Augustin Challamel, Ed., Paris, 1904

15 – https://www.lavozdigital.es/cadiz/20100204/sociedad/corsarios-espanoles-dieron-mucha-20100204.html

16 – https://www.consorciomilitarmenorca.com/es/un-corsario-menorquin-a-principios-del-siglo-xix/

17 – «El cantábrico oriental en tiempos de Carlos IV (1788-1808): El corso y la defensa de la frontera marítima» – Irune Zabala Espinosa – https://www.euskonews.eus/0677zbk/kosmo67701es.html

18 – https://www.oroitza-histoire-d-hendaye.fr/Hendaye_1813.eB.htm

19 – «Vous irez porter le fer et la flamme : les corsaires français de la Révolution française et du Premier Empire en Caraïbe, 1793-1810″ – Myriam Alamkan, Matoury: Ibis rouge, c2015.

Imágenes:

a – https://www.artcurial.com/sites/default/files/lots-images/2017-12-06-21/2017_10378957_0.jpg, por Antoine Roux père Marseille, 1765 – 1835

b – By Ambroise Louis Garneray – Photo: © Teddy SeguinSource: http://www.culture.gouv.fr/Wave/image/joconde/0577/m021400_009601_1.jpg (Joconde), Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=167194

c – https://collections.rmg.co.uk/media/328/635/pw4766.jpg
Capt. Rogers of the Windsor Castle Packet of 150 Tons & only 28 Men Capturing the Le Jeune Richard French Privateer of 250 Tons & 92 Men (National Maritime Museum, Greenwich, London)
William Henry Brooke, 1 Oct 1807

d – By Berlinguero, Agustin (artist); Gasco (engraver); Rodriguez (engraver) – http://collections.rmg.co.uk/collections/objects/111490.html, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=67399147 – Spanish Sloop of 18 cannon under full sail. One of a series of 10 plates, of the classes and rates of all the ships that make up the Royal Navy of Spain, year 1807. (1932)

e – https://www.artcurial.com/sites/default/files/lots-images/2017-12-06-21/2017_10378957_0.jpg, por Antoine Roux père Marseille, 1765 – 1835

Pintura. El arte de… Oskar Rex

Tiempo de lectura: 10 minutos.

Esta semana damos un breve repaso a la vida y obra del pintor Oskar Rex, pintor austriaco de nacimiento, que vivió durante su juventud en Praga y a los 24 años se trasladó a París para perfeccionar su arte. Entre sus obras destacan temas costumbristas, religiosos, orientalistas, imágenes de la ciudad de Praga, realizó una serie de estampas del ejército austriaco de la época para algunas editoriales y obtuvo cierta notoriedad internacional cuando realizó una exposición de unas 30 obras que se expuso en unas 38 ciudades que tenían como motivo diversas etapas de la vida de Napoleón Bonaparte.

EL APUNTE

Firma del pintor.

Oskar Rex nació el 26 de marzo de 1857 en la ciudad austriaca de Graz, en el seno de una familia de médicos. Su abuelo, Franz Rex, era nativo de Brno y cirujano en ejercicio en Praga y su padre, Ignác Rex, médico militar, se desempeñó como jefe de personal en Arzt y director del hospital de la guarnición de Praga. Su madre sería Emmanuela, de soltera Schützová ó Schultz, el matrimonio tendría a siete hijos. Su hermano el Dr. Hugo Rex fue médico y profesor en la Universidad Alemana de Praga. Oskar crecería en la misma ciudad de Praga y en 1878 viajó a Munich para estudiar en la Academia de Bellas Artes.

Oskar Rex se casó dos veces: la primera esposa fue Marie, nacida Eudes, (nacida en 1860), y tras su fallecimiento se casó con Nora, nacida Thébauet (nacida en 1867). El matrimonio no tuvo hijos.

En 1881 se trasladó a París, donde perfeccionó su formación en los talleres de Jules Lefebvre, Gustave Boulanger y Mihály Munkaczy. Pintor para quien la historia raya a menudo en la anécdota, Rex heredó de su primer maestro, el pintor húngaro Julius de Benczur, el gusto por los materiales, los tejidos, la brillantez y de Munkaczy los colores audaces y la teatralidad. En 1889 participó en la exposición de la asociación de arte de Munich. En 1891, uno de sus dibujos se mostró en la exposición anual de artistas plásticos en Viena. Regresó a Praga alrededor de 1890. Poco antes de 1900 diseñó un ciclo sobre los episodios más destacados de la vida de Napoleón. En la Exposición Universal de París de 1900, una de sus obras recibió una medalla de bronce.

Rex se hizo famoso poco antes de la Primera Guerra Mundial cuando presentó un ciclo de más de 30 pinturas de escenas de la vida de Napoleón en 38 ciudades. El Château de Malmaison conserva cuatro de ellos en sus colecciones, ambos sobrios y “hablantes”, un buen ejemplo de la “narrativa” napoleónica que floreció en el siglo XIX en Francia pero también en Europa. [2]

En 1926, tras una larga estancia en el extranjero, regresa a Praga, donde en junio de 1927 se tuvo que someter a una compleja operación ocular, que amenazaba con dejarlo ciego.

Oskar Rex murió el 8 de febrero de 1929 en la misma ciudad de Praga.

Como nos suele suceder con algunos de los pintores del s. XIX que tratamos, tenemos relativamente poca información de la vida y obra de Oskar Rex, por lo que hemos podido transcribir una noticia aparecida en un diario checo un día después de su muerte y donde, dicho sea de paso, el autor no nos deja que digamos una buena semblanza artística del difunto:

«Voilà un homme!» (1914), reprod. 8×12″ (a)

«El pintor Oskar Rex, natural de Praga, murió el viernes a la edad de 72 años. El difunto pasó la mayor parte de su vida en el extranjero, principalmente en París, y era conocido en su país a través de reportajes e imágenes en revistas alemanas y francesas. Por eso también, cuando hace tres años actuó en Praga (en Topice) con una exposición colectiva – la primera – su nombre y obra eran nuevos para el público contemporáneo. Rex tenía la misma edad que Hynais, solo tres años más joven; como él, vivió en París y toda su obra es expresión de su época. Era como Lefebvre y Munkaczy, pero influyó particularmente en la escena de la vida de Cristo con su eficaz pseudoorientalismo. Rex también pintó un ciclo de imágenes de la vida de Cristo, pero con una pompa mucho más estridente que la cesión de grandes velas de Meyerbeer, de Munkaczy. Cristo, en el sentido de Renan, está despojado de todo misticismo, por lo que lo que queda es una historia seca y cruel sobre un heraldo incomprendido de una nueva verdad, condenado en interés de la casta gobernante y crucificado entre dos matones. No son en absoluto religiosos, ni son géneros históricos presentados con cierto naturalismo en los detalles del tema, sino con un frío academicismo en la expresión de lo que en el arte de la época se llamaba verdad objetiva. De la misma manera se concibe y presenta su ciclo napoleónico, donde además muele toda la monumentalidad espiritual en un pequeño género realista. El verdadero significado de este artista radica en el dibujo detallado, detallado y, a menudo, en la comprensión periodística de la situación, que no tuvo ninguna influencia en el mundo de la pintura checa, aparte del hecho de que en realidad vivió toda su vida, similar a la de V. Sochor, 2 años mayor que él, que queda como único monumento de aquella generación artística» [3]

OBRA ESCOGIDA

«Napoléon, Et vous là-bas!», óleo sobre madera, 60×49.5 cm (b)
«Reclutamiento del ejército», óleo sobre panel de madera, 44×81 cm (c)
«Napoleón en un muelle», 10″x 16-3/4″ (d)
«Le dernier Adieu», óleo sobre panel, 43×81 cm (e)
«C’est fini…» (c. 1900), óleo sobre panel (f)
«Napoleón y la criada», óleo sobre lienzo, 103.5×73 cm (g)
«Napoleón y Josefina», óleo sobre lienzo, 103.5×73 cm (h)
«Adieu, ma belle France!» (i)
«Una escena galante”, óleo sobre lienzo, 60.5 x 50 cm (j)
«Tout est pour toi» (k)
«María Antonieta bajo arresto» (l)
 «Dans le parc de Malmaison», imágen por cortesía de la Sra. Lisa Pascaretti  (m)

Fuentes:

1 – https://www.wikiwand.com/cs/Oskar_Rex

2 – «Oscar Rex, peintre de la légende napoléonienne» – Dossier de presse, Château de Malmaison, 24 noviembre 2021 a 7 de marzo de 2022

3 – «Narodny Listy» nº 41, crónica de «jrm», de 10 de febrero de 1929,

4 – https://www.liveinternet.ru/users/3162595/post465507552/

5 – https://archive.org/details/allgemeineskns41ml/page/49/mode/1up

6 – https://cs.wikipedia.org/wiki/Oskar_Rex

7 – https://en.wikipedia.org/wiki/Oscar_Rex

8 – «Prager Tagblatt» nº 149, 24 de junio de 1927

Imágenes:

a – https://www.ebay.com/itm/293813160097

b – https://www.invaluable.com/auction-lot/oscar-rex-1857-1929-92-c-f2c42eaaeb

c – https://www.invaluable.com/auction-lot/oscar-rex-army-recruitment-78-c-e7743e8900?objectID=136783297&algIndex=undefined&queryID=823e195fc4e639820587633752d0194e

d – https://www.invaluable.com/auction-lot/oskar-rex-austria-1857-1929-908-c-ebfbb73fef?objectID=92734161&algIndex=undefined&queryID=9917994f360a086a8279482e3bce81ad

e – Photo (C) RMN-Grand Palais (musée des châteaux de Malmaison et de Bois-Préau) / Franck Raux

f – Fotografía del autor.

g – https://www.dorotheum.com/en/l/6507315/

h – https://www.dorotheum.com/en/l/6507315/

i – Photo (C) RMN-Grand Palais (musée des châteaux de Malmaison et de Bois-Préau) / Gérard Blot

j – https://www.galerieplatyz.cz/aukce/detail/oskar-rex-galantni-scena

k – https://pbs.twimg.com/media/FikL8n1WAAAogSc?format=jpg&name=900×900

l – De Oscar Rex – http://www.duesseldorfer-auktionshaus.planetactive.com/, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=652794

m – https://pointespalettespartition.wordpress.com/2022/07/08/promenade-dete-au-chateau-de-malmaison/ 

Los Brusi: Resistencia e imprentas durante la Guerra de Independencia

Tiempo de lectura: 25 minutos

El nombre de Brusi, va íntimamente ligado a la longeva existencia del «Diario de Barcelona«, en su momento uno de los decanos de la prensa española y europea y que fue publicado, con algunas interrupciones, entre los años 1792 y 2009. Antonio Brusi y su esposa Eulalia Ferrer fueron un poderoso binomio para la impresión de publicaciones de apoyo a la causa patriota en Cataluña como portavoz oficioso de la Junta Superior de la región y al mismo tiempo de soporte en el esfuerzo de guerra para la administración y el ejército con toda documentación que necesitase de su difusión en papel, tanto en varias zonas de Cataluña como en la distante isla de Mallorca. El apoyo a la causa y a Fernando VII, la habilidad empresarial y olfato comercial de Antonio Brusi, el infatigable apoyo y actividad de su mujer y sus siempre buenas relaciones con las autoridades del momento, le llevarían a desbancar, entre recelos y polémicas, a sus rivales más directos y lograr que una vez acabada la guerra, ser el único diario que pudo seguir con su actividad, ya que por Real Decreto: «que en vista del mal uso que se hace de la imprenta haciéndola servir para desahogos y querellas personales, quedan suspendidos todos los periódicos de España excepto la Gaceta y Diario de Madrid y el de Barcelona» (RD 4/1815). [5]

El matrimonio tuvo varios hijos (siete, de los cuales sobrevivieron dos niñas y un niño) y su descendiente, Antonio Brusi y Ferrer, primer marqués de Casa-Brusi, como empresario y periodista llevaría al ya famoso «Diario de Barcelona«, de un tono marcadamente conservador, a unas cotas de popularidad y difusión que solo harían que crecer en el futuro.

Izquierda: Una portada de la «Gazeta Militar y Política del Principado de Cataluña» del 19 de febrero de 1809. Impresa por Brusi en la calle Bajada del Rosario, en la ciudad de Tarragona, daba cuenta de los partes de Guerra remitidos al Secretario de Estado y del Despacho de Guerra, Antonio Cornel, de los movimientos de las tropas del Duque del Infantado desde Sta. Cruz de Almudéla, la carga de los buques que entraban en el puerto, tenía una «Copia del Suplemento de la gazeta del Gobierno en que se dan las noticias militares de nuestros Exércitos» y textos patrióticos, como: «Los esfuerzos del Patriotismo Español en la actual guerra hace 8 meses que se ven patentes: el amor á la Patria, aquel dulce amor que elevó á los Griegos y Romanos, y á los descendientes del gran Pelayo, y de los Alfonsos y otros Reyes de Castilla, Aragón, Navarra y Portugal, á un grado superior de gloria, se ve revivir hoy aun en aquellos que viven lejos de su Patria;…»

EL MATRIMONIO BRUSI-FERRER…¿O FERRER-BRUSI?

Antonio Brusi y Mirabent, nació en Barcelona en 1775, mientras que su mujer Eulalia Ferrer y Montserrat, nacería cinco años más tarde, en 1780, en la misma ciudad Condal. Antonio, que provenía de una familia acomodada de comerciantes, aprendió el oficio de librero e impresor de la mano de otro famoso impresor barcelonés de la época, Juan Francisco Piferrer, que imprimió en su taller multitud de publicaciones para la oligarquía administrativa y la élite de los gremios de la ciudad. El novel librero ya en 1798 había instalado su primera librería1 en Barcelona, en la calle Bajada de la Cárcel, esquina con la calle de la Frenería. Por su parte, Eulalia pertenecía a una familia de impresores y libreros, ya documentada desde el siglo XVII, y como heredera de su difunto padre a los 12 años recibió en herencia uno de los negocios de librería más importantes de la Barcelona de la época, Casa Ferrer, ubicado en la calle Libretería, 2 (hoy núm. 22).

Como solía pasar entre las familias pudientes de la época – donde los intereses económicos y de patrimonio eran una parte fundamental de las uniones, además de la proximidad de sus respectivos negocios – con el tiempo se llegó a la celebración de los esponsales de los herederos de ambas familias, Brusi y Ferrer, en el año 1799 (otras fuentes citan el año 1800 [7]). Uno de los capítulos matrimoniales que se querían establecer por parte de la família de la novia es que que Brusi tomaría el apellido Ferrer (al igual que la abuela de la novia hizo en 1732, aportando la fortuna familiar en su matrimonio con otro librero). Esta fórmula no sería aceptada por Brusi cuando se lo propusieron [5] (otras fuentes lo ven directamente como un incumplimiento del contrato por su parte [3] y [8]). Fuera como fuese, un año después llegaría el primer cambio ya que «la librería de Antonio Brusi que la tenía en la esquina de la Frenería y la tienen ahora en la misma Libretería la que seguirá en adelante con el nombre de los consortes Antonio Brusi y Ferrer». [5], señal que el rentable negocio era compartido por los dos cónyuges. Desde la primera publicación, que vería la luz en 1801 hasta prácticamente el inicio de la Guerra de la Independencia, el pie de imprenta era compartido por ambos apellidos.

LOS BRUSI EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA – EL DIARIO DE BARCELONA

1er número del «Diario de Barcelona»

El «Diario de Barcelona«, que iría indisolublemente unido en el tiempo a la familia Brusi y sus herederos, hasta conocerse popularmente como «El Brusi«, en realidad fue fundado y editado en su primer número de 1 de octubre de 1792, por Pedro Pablo Hudson de Lapazaran, un oficial de la Corona de origen napolitano que se había instalado en la Corte de Madrid. El mismo Hudson había solicitado por escrito al Ayuntamiento de Barcelona poder incluir en la cabecera del «Diario…» el escudo de la ciudad, como reafirmación de su denominación. Su sede se encontraba en la calle Palma de San Justo.

Hudson es considerado por muchos como uno de los primeros representantes del moderno periodismo, publicando durante 18 años un diario que no podía publicar notícias de actualidad – reservadas a las gacetas oficiales – pero si que fue precursor de un periodismo cultural, científico2 y de servicios, en ocasiones también se dedicó a la crítica literaria y entre 1793 y 1797 incluyó algunas partes con poemas con versos en catalán. Pero con la ocupación de Barcelona en 1808, el «Diario de Barcelona» se pone voluntariamente al servicio del invasor, antes de ser incautado y administrado directamente por las autoridades francesas en marzo de 1810, como «Diari del Gobern de Cataluña y de Barcelona«, bilingüe catalán-francés hasta septiembre, y como «Diario del Gobierno de Cataluña y de Barcelona«, bilingüe castellano-francés, hasta marzo de 1814. El hecho de editar e imprimir esos diarios oficiales3, determinaron que su fundador fuera considerado un colaboracionista con el enemigo a los ojos de la resistencia patriota.

Por su parte, desde el inicio de la guerra, Antonio Brusi, hombre marcadamente politizado y partidario de la lucha contra el invasor, recibía la correspondencia de los conspiradores anti-napoleónicos para intentar liberar la Barcelona ocupada por las tropas del general Duhesme, formando por tanto parte de los implicados. La policia iba detrás de la pista de los conspiradores y sus colaboradores y en algún momento, Antonio y Eulalia tuvieron que abandonar precipitadamente Barcelona para no ser arrestados y encarcelados. Marcharon hacia Tarragona, ciudad que no había sido ocupada aún por los imperiales y donde Antonio Brusi estableció una imprenta traída desde Barcelona e instalada en la Bajada del Rosario (más tarde destruida por los franceses en 1811), ofrecería sus servicios a las autoridades políticas y militares y, lo más importante, solicitó el permiso Real de impresión del «Diario de Barcelona«, lo que representó una hábil maniobra empresarial de cara al futuro.

Publicación en Mallorca en 1811.

El privilegio le sería concedido el 28 de octubre de 1809: «R.O. de la J. Suprema del Reino en la que atendiendo á que es francés el Editor del Diario de Barcelona se concede, para cuando nuestras armas hayan recobrado dicha ciudad la impresión del DIARIO DE BARCELONA A ANTONIO BRUSI, pudiendo sin embargo empezar a publicarlo desde luego donde se halle«; de ahí que los diarios editados por Brusi hasta ese momento llevarían otro nombre: primero la «Gaceta Militar y Política del Principado de Cataluña» [5], que sería el periódico de la Junta Suprema de Cataluña4, que se publicó del 23 de agosto de 1808 hasta 1814, con una breve interrupción en marzo de 1810, y con una periodicidad semanal, una «Gazeta de Cataluña» de la Diputación General de Cataluña que la sucedió, que duró al menos hasta 1815. [10] Pero al mismo tiempo comenzarían los litigios con otros impresores y libreros (una constante en la vida de los Brusi durante y después de la guerra), como con su antiguo maestro Juan F. Piferrer que le reclamaba el privilegio de impresión de la «Gazeta de Cataluña» que le había retirado el monarca Carlos IV en 1806. [5]

Durante toda la Guerra de la Independencia, Brusi permaneció al lado de la Junta Superior de Cataluña, sus autoridades y su ejército, imprimiendo desde diferentes sitios las publicaciones oficiales y llegando a obtener un certificado de “Buen patriota” en 1810. Estableció una imprenta ambulante con la que seguía a la Junta Superior en sus forzados traslados de sede (hasta doce) por causa de la guerra, editando sucesivamente en Villafranca del Penedés, Martorell, Sant Feliu del Llobregat, de nuevo Tarragona, Villanueva y la Geltrú, Manresa y otra vez Tarragona.

Cuando después de un asedio de casi dos meses la ciudad de Tarragona cayó en manos de las tropas de Suchet el 29 de junio de 1811, se activó la organización para que los Brusi pudieran huir y, a pesar de haber perdido casi la totalidad de la imprenta y sus accesorios, embarcarían hacia Mallorca5 después de la pérdida de la ciudad. A la llegada a las Baleares, su actitud será aún mucho más activa contra los franceses como lo demuestran muchas de sus publicaciones, pero también le sirve el hecho a la familia Brusi-Ferrer como un periodo para estabilizarse económicamente. Antonio Brusi monta una imprenta en Palma de Mallorca donde publican el «Diario de Palma» y donde junto con su mujer realizan parte de su vida social, ya que la imprenta, al parecer, era una «especie de reunión y entrevista de los refugiados catalanes». [5]

Ejemplar del 6 de junio de 1814

Antonio volvería varias veces Cataluña (entre enero y abril de 1812 viajó por varias poblaciones) para continuar sirviendo al gobierno con sus imprentas móviles y seguir la evolución de sus negocios y delegaciones6. Su mujer, Eulalia, quedó al frente del «Diario de Mallorca» y gracias a un poder general otorgado por Antonio a su mujer en 1811, le permitió a su vez otorgar poderes especiales en Mallorca, salvando la incapacidad legal que sufrían las mujeres casadas para actuar con plena eficacia jurídica en el tráfico comercial y mercantil en aquella época. Con la constitución de la Diputación de Cataluña, siguiendo su con su olfato empresarial, solicitaría en febrero de 1813 el cargo de Impresor Real.

La esposa, hermanos e hijos de Antonio Brusi regresarían finalmente a la Península en octubre de 1813. La guerra llega a su fin y en 1814 el general Copons, respetando el privilegio Real otorgado en su momento, autorizó a Brusi a publicar el «Diario de Barcelona», hecho que se produjo el día 6 de junio de 1814. Antonio Brusi obtiene de esta manera un lugar de privilegio en la sociedad barcelonesa lo que le habilita a acceder a los principales centros de decisión y pronto abrirá nuevos negocios en el año 1819: la fabricación de tipos y sería el introductor comercial de la litografía en España en 1820, que por privilegio Real se le permitirá explotar en exclusiva durante cinco años.

EPÍLOGO

Desgraciadamente, Antonio Brusi no disfrutaría de la nueva posición tan costosamente alcanzada ya que murió en Barcelona el 27 de octubre de 1821, víctima de la fiebre amarilla, dejando como herederos a su mujer, a su hijo Antonio y a sus hijas. A los 41 años, la heredera Eulalia Ferrer, convertida ahora en viuda Brusi, se vio al frente de un montón de actividades productivas y mercantiles (imprenta, publicación de un diario, establecimiento de fundición de letras, litografía y venta de publicaciones), además de llevar un hogar con cinco hijos menores.

Entre los años 1820 y 1830, la imprenta de Eulalia Brusi, viuda e hijos era con diferencia la más importante de las 36 que había en la ciudad de Barcelona. Uno de sus ahijados, Pablo Soler, sustituyó al difunto Brusi en la dirección del Diario, hasta el regreso del hijo primogénito de la familia de una prolongada estancia viajando por Europa (entre 1834 y 1836 viajó por Francia, Inglaterra, Bélgica, Suiza, Alemania, Austria, Rusia, Suecia y Dinamarca) y al ser designado por la Junta de Comercio de Barcelona para viajar también a París y Londres, singladura que finalizó en 1838, tomando por entonces las riendas del negocio.

Con apenas 700 suscriptores ese año, el nuevo director se rodeará de los mejores profesionales en la ciudad y logrará una profunda transformación de los contenidos del periódico que le llevarán a tener en 1865 más de siete mil suscriptores. Además la Casa Brusi fue durante años la proveedora principal del Estado y del Ayuntamiento en librería, papelería e impresión, con la excepción relativa del Trienio Constitucional, durante el cual se llevaría bien con los sectores liberales moderados, a pesar de su singladura anterior.

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1«Antoni Brusi, maestro librero, ha abierto su nueva tienda de librería, situada en la Bajada de la Cárcel, esquina a la calle de Frenería, compuesta de libros de la mejor literatura, así estrangeros como nacionales. Publica lista de las obras«. (Diario de Barcelona del 29 noviembre de 1798) [5]

2«Husón relató la estancia en Barcelona por motivos de salud del Sr. Blanchard (El 7 de enero de 1785, Jean-Pierre Blanchard y John Jeffries cruzaron por primera vez el Canal de la Mancha en dirección Inglaterra-Francia en un globo inflado con hidrógeno), «uno de los primeros Aeronautas del Orbe», recordando que 22 años antes había iniciado sus ascensiones en globos aerostáticos y ya había realizado 59″ (1807). [7]

3La administración francesa publicó hasta 7 periódicos en 3 poblaciones – Barcelona, Gerona y Figueras – frente a otros 30 periódicos publicados en otras 10 poblaciones – además de Gerona – por las autoridades catalanas y algunos editores privados.

4Fue impreso sucesivamente en Tarragona, Vilafranca del Penedès, Martorell, Sant Feliu de Llobregat, Alicante, Valencia, Vilanova, Manresa, Vic y Berga. [10]

5Como recogen las fuentes, el embarque de los ciudadanos y militares de la caída ciudad fue todo lo accidentado que pudo ser en semejantes circunstancias, cuando todo el mundo quiso ponerse a salvo de los vencedores imperiales. Los domésticos se esforzaban por llevar los baules y mercancías de sus amos: «Un dependiente del impresor Brusi, a quien había sido confiado un gran talego lleno de monedas de oro, cayó al mar por haber zozobrado el bote que le conducía al barco. Unos marineros se echaron al agua y después de largos momentos de angustia fue sacado a salvo, ya sin sentido, pero abrazado fuertemente al depósito encomendado a su fidelidad.» [15]

6«[Durante la guerra] Brusi también trabajaba para la artillería de campaña, para el hospital, hacía los certificados, los vales para el racionamiento, guías, libros abecedario, circulares y ordenes del Estado Mayor, tablas de control de los soldados, de sus vestuarios y armamento, de los transportes, hospitales y estado y control de los alimentos, pasaportes, padrón de extranjeros, y un largo etcétera. Además por si fuera poco, encuadernaba y vendía papel.» [5]


Fuentes:

1 – «Cataluña y los inicios de la prensa periódica en España» – Jaume Guillamet, UPF (Barcelona), 2021, pp. 51-66,

2 – «Impressores i llibreteres a la Barcelona dels segles XVIII i XIX – Àngels Solà, Recerques 56 (2008), pp 91-129

3 – «Semblanza de Eulàlia Ferrer Montserrat, Viuda de Antonio Brusi Mirabent (Barcelona, 1780-1841)» – Marta Ortega Balanza, 2021, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes – Portal Editores y Editoriales Iberoamericanos (siglos XIX-XXI) – EDI-RED, en http://www.cervantesvirtual.com/obra/eulalia-ferrer-montserrat-viudad-de-antoni-brusi-mirabent-editora-impresora-barcelona-1780-1841-semblanza-1051409/

4 – «Las élites económicas barcelonesas. 1714-1919» – José Miguel Sanjuan Marroquin, Programa de Doctorando en Historia Económica, Universitat de Barcelona, 2018

5 – «Antoni Brusi Mirabent (1775-1821). De artesano a industrial» – Montserrat Comas i Güell, Biblioteca – Museu Balaguer (Vilanova i la Geltrú), DOSSIER: Aproximaciones a la Guerra de la Independencia, Jerónimo Zurita, 83. 2008: 85-108

6 – «Monarquía, imperios y pueblos en la España Moderna» – Actas de la IV Reunión Científica de la Asociación Española de Historia Moderna, Alicante, 27-30 de mayo de 1996, CAM, UA, A.E.H.M., 1997

7 – «Pedro Pablo Husón de Lapazarán. Els inicis del periodisme cultural i científic» – Jaume Guillamet i Lloveras (https://raco.cat/index.php/TreballsComunicacio/article/view/185/325459)

8 – http://www.edicions.ub.edu/premsa/blog.aspx?ed=202111&idn=84

9 – https://www.lavanguardia.com/vida/20161110/411762521336/una-exposicion-recorre-la-historia-del-diario-de-barcelona-desde-1792-a-2009.html

10 – https://www.enciclopedia.cat/gran-enciclopedia-catalana/gaceta-militar-y-politica-del-principado-de-cataluna

11 – «Del privilegi reial a Internet: El cicle històric de Diario de Barcelona» – Jaume Guillamet, UPF, Ponencia del proyecto de investigación “Catàleg històric general de la premsa en català”.

12 – https://dbe.rah.es/biografias/9213/antonio-brusi-y-mirabent

13 – «Barcelonines. 1001 històries» – Nuria Miret, L’ARCA, 2017

14 – «Els pobles del Gran Penedés al Brusi» – Manuel Bofarull i Terrades, 2015 (193638-Text de l’article-412448-1-10-20150714)

15 – «Mallorca durant el setge de Tarragona de 1811» – Román Piña Homs, Universitat de les Illes Balears, MRAMEGH, 25 (2015), 209-222

Imágenes:

a – https://ahcbdigital.bcn.cat/hemeroteca/visualitzador/ahcb-d016468

b – https://arca.bnc.cat/arcabib_pro/ca/inicio/inicio.do

Shannon Selin, imaginando los límites de la historia napoleónica.

Tiempo de lectura: 20 minutos

Esta semana tenemos como invitada a Shannon Selin, que gentilmente ha accedido a entrevistarse con nosotros y hablar sobre Napoleón, sus seguidores, sus detractores, de su libro «Napoleon en América», su interesantísimo blog y muchas cuestiones más. Shannon no es una nueva invitada en El Rincón de Byron, ya que en su momento amablemente nos autorizó a traducir su interesante artículo La España anterior a la guerra de Independencia.

Esperamos que podáis disfrutar de la lectura de la entrevista y las opiniones de Shannon Selin tanto como lo hemos hecho nosotros.

This week we have as a guest Shannon Selin, who has kindly agreed to meet with us and talk about Napoleon, his followers, his detractors, his book «Napoleon in America», his excellent blog ​​and many other issues. Shannon is not a new guest at El Rincón de Byron, since at the time she kindly authorized us to translate her interesting article «Spain before the Peninsular War«.

We hope you enjoy reading Shannon Selin’s interview and thoughts as much as we have.

ENTREVISTA / INTERVIEW SHANNON SELIN

* Si no hemos leído mal, empezaste con tu web Shannon Selin. Imaginando los límites de la historia (https://shannonselin.com) en el año 2013. Ahora, en el año 2023, diez años después, ¿sientes que has llegado al punto que te propusiste cuando empezaste este proyecto? ¿Cuál es el mayor desafío que plantea escribir sobre hechos y personajes que vivieron hace 200 años?

«Comencé con el sitio web como un complemento en línea de mi novela, «Napoleón en América». La intención era que fuera un lugar donde los lectores pudieran encontrar más información sobre Napoleón y otros personajes históricos que aparecen en la novela, así como los escenarios en los que transcurre la novela. Cuando terminé, continué escribiendo sobre otras cosas interesantes que encontré al hacer la investigación para la novela y su secuela. Ahora hay más de 300 artículos en el web y sigo añadiendo nuevos. Me gusta escribirlos y disfruto de los comentarios de los lectores, de quienes he aprendido mucho.

El mayor desafío de escribir sobre personas de hace 200 años – especialmente cuando se escribe sobre ficción – es tratar de ponerse en el estado de ánimo del siglo XIX; en otras palabras, imaginar cómo la gente estaría actuando y respondiendo a los eventos y al mundo que los rodeaba. Es difícil dejar de lado las presuposiciones del siglo XXI. Para ayudarme con esta tarea, leo muchas cartas, memorias y diarios de la época sobre la que escribo.»

* En tus artículos hablas predominantemente del siglo XIX, quizás uno de los más siglos convulsos en la historia moderna reciente. ¿Qué es lo que te llama tanto la atención sobre este periodo? ¿Por qué crees que junto con el desarrollo tecnológico, social, cultural y avances filosóficos también estaban los grandes movimientos revolucionarios y todo un sucesión de guerras prácticamente a lo largo de todo el siglo?

«Escribo principalmente sobre principios del siglo XIX porque es cuando Napoleón en América está ambientada. Una de las cosas que me gusta de este período es que está lo suficientemente cerca como para ser reconocible, pero lo suficientemente distante como para ser extraño. Encuentro increíble que personas que conocía bien, en particular mis bisabuelos, que nacieron a principios de la década de 1880, conocían a personas que estaban vivas cuando Napoleón estaba vivo. Hace que 200 años atrás parezca menos lejano. No tengo la pericia para hablar de las revoluciones y guerras de todo el siglo, pero mirando a Francia en el período postnapoleónico, las ideas de la Revolución Francesa no fueron más allá con el regreso de los reyes Borbones al trono. Luis XVIII se vio obligado a conceder su pueblo una constitución (la Carta de 1814) que preservó muchas libertades y reformas. Sin embargo, su sucesor, Carlos X, fue más reaccionario. Creció la oposición liberal hacia él, y hubo disturbios populares debido a las malas cosechas y la depresión económica. En 1830, el rey cerró los periódicos de la oposición, disolvió la Cámara baja del Parlamento, de mayoría liberal, y convocó a nuevas elecciones en las que sólo pudieran votar los más ricos. El resultado fue un revolución en París, que condujo a la abdicación de Carlos X. Fue reemplazado por su primo lejano, Luis Felipe, que era un monarca más moderado, aunque favorecía a una pequeña élite de propietarios terratenientes y él mismo fue derrocado por una revolución en 1848.»

* Has basado buena parte de sus artículos en la figura de Napoleón, no sólo en el conquistas o batallas en las que participó, sino en aspectos tan diversos como las canciones que se hacían sobre él, sus habilidades en el billar o sus pensamientos sobre las mujeres o la religión. ¿Podemos decir que Napoleón fue un personaje avant la lettre para su época? En tu opinión, ¿Cuál es el aspecto más sorprendente de la mentalidad o los hábitos de Napoleón?

«Napoleón fue en gran medida un hombre de su tiempo, en términos de su actitud hacia las mujeres y la forma en que modeló su reinado en el modelo de las monarquías hereditarias europeas existentes. Donde él se adelantó un poco a su tiempo fue en las innovaciones de la meritocracia y la propaganda, en las cuales era un maestro Uno de sus hábitos más sorprendentes era que le gustaba pellizcar a la gente en las orejas y la nariz. Lo hacía en señal de cariño, pero los pellizcos eran tan fuertes que hacían la gente gritara de dolor.»

* Napoleón concedió un papel secundario a la mujer según la época, y que también dejó reflejado en su Código Napoleónico. Adam Zamoyski, en un interesante video de YouTube, fue de la opinión de que siempre se sentía más cómodo con mujeres sin experiencia a las que podía, en alguna manera, modelar. ¿Podemos pensar que Napoleón se movió demasiado abruptamente de su inexperiencia y enamoramientos juveniles (con esas cartas apasionadas de Italia a Josefina) a los comportamientos cínicos y casi insensibles del gobernante que acumuló amantes de una noche, incluso entre las damas de la corte, y donde pesaba más un vientre con un heredero que el papel de una buena emperatriz?

«Para Napoleón, tener un heredero era la definición de una buena emperatriz. Cuando la escritora Germaine de Staël le preguntó a Napoleón cual era la mujer más grande del mundo, él respondió: “la que ha dado a luz el mayor número de hijos”. Cuando se casó con Josefina, él esperaba que ella pudiera tener hijos, y cuando supo que su infertilidad se debía a ella (esto quedó claro después de que engendró un hijo ilegítimo), anuló el matrimonio para poder volver a casarse.»

* En un artículo específico tratas sobre si Napoleón fue bueno o malo, y como reflejaste en el artículo, no es una pregunta fácil de responder en un personaje tan poliédrico como el corso. Lejos de la propaganda pro-napoleónica que tanto caló en la sociedad francesa a finales del siglo XIX o de las comparaciones modernas de Napoleón como un proto-Hitler, cual es el Napoleón de Shannon Selin?

«Napoleón era ambicioso, inteligente, confiado, ingenioso, oportunista, impaciente, dominante y manipulador, a veces despiadado ya veces generoso. Era complejo al igual que su legado también lo es.

«Napoleon in America» (ed. 2021) por Shannon Selin

*En tu libro «Napoleón en América» planteas qué hubiera pasado si Napoleón hubiera llegado finalmente a América del Norte, en Nueva Orleans y los posibles desarrollos históricos que podrían haber ocurrido con esta nueva situación. América del Norte fue uno de los destinos considerados después la derrota en Waterloo y la campaña de los 100 días pero, ¿eres conocedora sobre si Napoleón pensó en América del Norte como un destino cuando planeó su primer escape del isla de Elba? Otro no desdeñable «¿Y si?» sería plantearse cuál hubiera sido el futuro de Napoleón si los gobernantes ingleses le hubieran permitido finalmente permanecer confinado en Gran Bretaña. ¿Fue algo factible en ese momento y si hubiera sido posible, cómo crees que su figura habría influido en una sociedad como la británica?

«Deduzco que, como subterfugio, Napoleón proporcionó al Inconstante, el barco en el que escapó de Elba, comida y bebida para 120 hombres durante tres meses, para dar la impresión de que estaba planeando un largo viaje, quizás a América. Hablé de su deseo de ir a Estados Unidos después de la derrota de Waterloo en mi artículo titulado “¿Por qué Napoleón no escapó a los Estados Unidos?

Que se hubiera permitido quedarse a Napoleón en Gran Bretaña es otro interesante «¿Y si?. Él tenia algunos partidarios destacados en Inglaterra. Eran principalmente Whigs liberales que se opusieron al gobierno del partido Tory y no querían que los Borbones fueran restaurados en el poder en Francia. Napoleón también fue un objeto de fascinación entre el pueblo británico. Grandes multitudes salieron a verlo y aplaudirlo cuando estaba prisionero en el barco británico Bellerophon frente a la costa sur de Inglaterra en 1815. La prensa Whig estaba a favor de dejarlo vivir en Gran Bretaña como exiliado. Algunas personas, incluyendo el duque de Wellington pensó que debería ser encarcelado en Gran Bretaña. Pero varios británicos conservadores pensaron que debería ser ejecutado, por lo que hay formas menos agradables de este «¿Y si? pudiera haber sido. Después de que fue exiliado en Santa Elena, Napoleón trató de jugar con la simpatía por él en Gran Bretaña. llevando a cabo una campaña de propaganda para mejorar su reputación y hacer que su trato sea el gobernador de St. Helena pareciera horrible. Probablemente habría resultado aún más problemático para el gobierno británico si se hubiera quedado en Gran Bretaña.«

* Vinculada con la pregunta anterior, varias figuras de la órbita napoleónica fueron a Estados Unidos Estados en un momento u otro después del año 1815, especialmente su hermano José Bonaparte, aunque hubo varios otros casos. ¿Hubo algún intento serio de revivir el legado napoleónico en los EE.UU.? ¿Hubo también una recepción favorable de los gobernantes estadounidenses hacia todos esos exiliados?

«Inicialmente, los estadounidenses consideraron favorablemente a los exiliados napoleónicos, aunque el presidente y el secretario de Estado no se entrevistaron con José Bonaparte porque eso hubiera molestado a las relaciones americanas con la monarquía francesa restaurada. En 1817, el Congreso de los Estados Unidos concedió a un número de exiliados franceses pudieran asentarse en Alabama. Sin embargo, la simpatía por los exiliados comenzó a evaporarse cuando muchos de los bonapartistas que tenían participaciones en la colonia de Alabama vendieron sus concesiones de tierras para ayudar a financiar una expedición armada a Texas, que entonces estaba bajo el dominio español. Yo escribí más sobre esto en mis artículos titulados «¿Qué pensaron los estadounidenses de loa exiliados napoleónicos?» y “El general Charles Lallemand: Invasor de Texas”.

* Otro de los personajes que has tratado con cierta asiduidad es el duque de Wellington, otro de los grandes generales de la época y que algunos califican como la némesis de Napoleón, un punto de vista que no compartimos especialmente, ya que, entre otros, como Nick Lipscombe nos comentó: «Uno era un funcionario y el otro un autócrata». Más allá de haber nacido el mismo año, haber estudiado en Francia y haber compartido alguna amante a lo largo del tiempo, ¿por qué crees que amamos a Napoleón y criticamos a Wellington, o por qué amamos a Wellington y criticamos a Napoleón?

«Los anglófilos, así como aquellos que piensan que Napoleón era en algún sentido «malo», tienden a preferir a Wellington, mientras que los francófilos y aquellos que piensan que el Emperador era «bueno», tienden a preferir a Napoleón.»

* En varios libros que he podido leer de autores americanos o en conferencias por Internet, siempre he percibido que hubo un intento de explicar la historia en general, y la historia napoleónica en particular, desde una perspectiva muy didáctica que como aficionado que siempre he apreciado y que no he percibido tan marcadamente en los autores europeos, quizá más académicos. ¿Cree que el tratamiento de la figura y época de Napoleón en EE.UU. varía significativamente del que se le da en el Viejo Continente? ¿Qué autores europeos (o de otras latitudes) te han influenciado más para tus artículos o tu libro?

«Creo que Napoleón tiende a ser tratado más favorablemente en los Estados Unidos. Mi biografía favorita de Napoleón es la serie de tres volúmenes de Philip Dwyer, un australiano («Napoleon: El camino al poder, Ciudadano Emperador: Napoleon en el poder y Napoleon: Pasión, Muerte y Resurrección). Sin embargo, me ha influido más leer cosas escritas por personas que conocieron bien a Napoleón, incluidos Claude-François de Méneval, Louis-Joseph Marchand, Henri-Gatien Bertrand, Louis-Étienne Saint-Denis y otros.»

* ¿Puedes hablarnos de tus proyectos futuros o si pronto veremos una segunda parte de tu novela «Napoleón en América»?

«Estoy trabajando en la secuela de Napoleón en América, llamada Napoleón en Texas, que espero terminar el próximo año. Gracias por estas excelentes preguntas y la oportunidad de aparecer en El Rincón de Byron».

* Agradecer muy especialmente a Shannon Selin que nos haya atendido para la elaboración de esta entrada para «El Rincón de Byron». 


* If we have not read wrong, you started with your website Shannon Selin. Imagining the bounds of history (https://shannonselin.com) in the year 2013. Now in the year 2023, ten years later, do you feel that you have reached the point that you set out for when you started this project? What is the biggest challenge posed by writing about events and characters that lived 200 years ago?

«I started the website as an online companion to my novel, «Napoleon in America». The intention was for it to be a place where readers could find more information about Napoleon and the other historical figures who appear in the novel, as well as the settings in which the novel takes place. When I finished that, I continued to write about other interesting things I came across when doing research for the novel and its sequel. There are now over 300 articles on the site and I keep adding new ones. I like writing them and I enjoy the comments from readers, from whom I have learned a lot.

The biggest challenge of writing about people from 200 years ago – especially when writing fiction – is trying to put oneself in a 19 th -century frame of mind; in other words, to imagine how people would be acting and responding to events and the world around them. It is hard to set aside 21 st -century presuppositions. To help me with this task, I read a lot of letters, memoirs and diaries from the period I write about.»

* In your articles you speak predominantly of the 19th century, perhaps one of the most convulsive centuries in recent modern history. What is it that draws your attention so much about this period? Why do you think that together with the technological, social, cultural and philosophical advances there were also the great revolutionary movements and a whole succession of wars practically throughout the all-century?

«I write mainly about the early 19 th century because that is when Napoleon in America is set. One of the things I like about the period is that it is close enough to be recognizable, yet distant enough to be foreign. I find it amazing that people that I knew well, in particular my great-grandparents, who were born in the early 1880s, knew people who were alive when Napoleon was alive. It makes 200 years ago seem less far away. I do not have the expertise to speak about the revolutions and wars of the entire century, but looking at France in the post-Napoleonic period, the ideas of the French Revolution did not go away with the return of the Bourbon kings to the throne. Louis XVIII was forced to grant his people a constitution (the Charter of 1814) that preserved many liberties and reforms. However, his successor, Charles X, was more reactionary. Liberal opposition to him grew, and there was popular unrest due to harvest failures and economic depression. In 1830, the king shut down opposition newspapers, dissolved the liberal-majority lower house of parliament, and called for new elections in which only the wealthiest could vote. The result was a revolution in Paris, which led to Charles X’s abdication. He was replaced by his distant cousin, Louis Philippe, who was a more moderate monarch, although he favored a small, land-owning elite and was himself overthrown by a revolution in 1848.»

* You have based a good number of your articles on the figure of Napoleon, not only about the conquests or battles in which he participated, but in aspects as diverse as the songs that were made about him, his billiards skills or his thoughts on the women or religion. Can we say that Napoleon was a character avant la lettre for his time? In your opinion, what is the most surprising aspect of Napoleon’s mentality or habits?

«Napoleon was very much a man of his time, in terms of his attitude to women and the way he patterned his reign in the model of the existing European hereditary monarchies. Where he was slightly ahead of his time was in innovations of meritocracy and propaganda, of which he was a master. One of his more surprising habits was that he liked to pinch people on the ears and the nose. He did this as a sign of affection, but the pinches were so harsh that they made people cry out in pain.»

* Napoleon granted a secondary role to women according to the time, and which he also left reflected in his Napoleonic Code. Adam Zamoyski, in an interesting YouTube video, was of the opinion that he was always more comfortable with inexperienced women whom he could, in some way, model. Can we think that Napoleon moved too abruptly from his inexperience and youthful infatuations (with those passionate letters from Italy to Josephine) to the cynical and almost insensitive behavior of the ruler who accumulated one-night lovers, even among court ladies, and where a womb with an heir weighed more than the role of a good empress?

«For Napoleon, bearing an heir was the definition of a good empress. When the writer Germaine de Staël asked Napoleon who was the greatest woman in the world, he replied, “she who has borne the greatest number of children.” When he married Josephine, he expected that she would be able to have children, and when he learned that their infertility was due to her (this became clear after he fathered an illegitimate son), he had the marriage annulled so that he could remarry.»

In a specific article you deal with whether Napoleon was good or bad, and as you reflected in the article, it is not an easy question to answer in a character as polyhedral as the Corsican. Far from the pro-Napoleonic propaganda that so permeated French society at the end of the 19th century or from the modern comparisons of Napoleon as a proto-Hitler, who is Shannon Selin’s Napoleon?

«Napoleon was ambitious, intelligent, confident, resourceful, opportunistic, impatient, domineering, and manipulative, sometimes ruthless and sometimes generous. He was complex and his legacy is complex.»

* In your book «Napoleon in America» you raise the what-if about Napoleon finally arriving in North America, in New Orleans and the possible historical developments that could have occurred with this new situation. North America was one of the destinations considered after the defeat at Waterloo and the 100 days campaign, but are you aware of the fact that Napoleon thought of North America as a destination when he planned his first escape from the island of Elba? Another not insignificant what-if would be to consider what Napoleon’s future would have been like if the English rulers had allowed him to finally remain confined to Great Britain. Was it something feasible at the time and if it had been possible, how do you think his figure would have influenced a society like the British one?

I gather that as a subterfuge Napoleon furnished the Inconstant, the ship on which he escaped from Elba, with food and drink for 120 men for three months, to give the impression he was planning a long voyage, perhaps to America. I discuss his desire to go to America after the Waterloo defeat in my article entitled “Why didn’t Napoleon escape to the United States?

«Napoleon being allowed to stay in Britain is another interesting “what-if.” He had some prominent supporters in England. They were primarily liberal Whigs who opposed the ruling Tory Party and did not want the Bourbons restored to power in France. Napoleon was also an object of fascination among the British people. Huge crowds came out to see and applaud him when he was a prisoner on the British ship Bellerophon off the south coast of England in 1815. The Whig press was in favor of letting him live in Britain as an exile. Some people – including the Duke of Wellington – thought he ought to be imprisoned in Britain. But a number of British conservatives thought he should be executed, so there are less pleasant ways this “what-if” could go. After he was exiled to St. Helena, Napoleon tried to play upon the sympathy for him in Britain by conducting a propaganda campaign to improve his reputation and make his treatment by the St. Helena governor appear awful. He probably would have proven even more troublesome for the British government had he been in Great Britain.»

* Linking with the previous question, several figures of the Napoleonic orbit went to the United States, at some point or another after the year 1815, especially his brother Joseph Bonaparte, although there were several other cases. Was there any serious attempt to revive the Napoleonic legacy in the US? Was there also a favorable reception from the US rulers towards all those exiles?

«Initially the Americans regarded the Napoleonic exiles favorably, although the president and the secretary of state did not meet with Joseph Bonaparte because that would have upset American relations with the restored French monarchy. In 1817, the US Congress granted a number of the French exiles land in Alabama. However, sympathy for the exiles started to evaporate when many of the Bonapartists who had stakes in the Alabama colony sold their land grants to help finance an armed expedition to Texas, which was then under Spanish rule. I write more about this in my articles entitled “What did Americans think of the Napoleonic exiles?” and “General Charles Lallemand: Invader of Texas.

* Another of the characters that you have treated with some regularity is the Duke of Wellington, another of the great generals of the time and that some describe as Napoleon’s nemesis, a point of view that we do not share specially, since, among others, as Nick Lipscombe declared to us, «One was a civil servant and the other was an autocrat.» Beyond being born the same year, having studied in France and having shared a lover over time, why do you think we love Napoleon and criticize Wellington, or why do we love Wellington and criticize Napoleon?

«Anglophiles, as well as those who think Napoleon was in some sense “bad,” tend to prefer Wellington, whereas Francophiles, and those who think the Emperor was “good,” tend to prefer Napoleon.»

* In several books that I have been able to read by American authors or in conferences on the Internet, I have always perceived that there was an attempt to explain history in general, and Napoleonic history in particular, from a very didactic perspective that as a fan I have always appreciated and that I have not perceived so markedly in European authors, perhaps more academic. Do you think that the treatment of the figure and time of Napoleon in the US varies significantly from how it is treated in the Old Continent? Which European authors (or from other latitudes) have influenced you the most for your articles or your book?

«I think that Napoleon tends to be treated more favorably in the United States. My favorite biography of Napoleon is the three-volume series by Philip Dwyer, an Australian (Napoleon: The Path to Power, Citizen Emperor: Napoleon in Power, and Napoleon: Passion, Death and Resurrection). However, I have been more influenced by reading things written by people who knew Napoleon well, including Claude-François de Méneval, Louis-Joseph Marchand, Henri-Gatien Bertrand, Louis-Étienne Saint-Denis and others.»

* Can you tell us about your future projects or if we will soon see a second part of your novel Napoleon in America?

«I am working on the sequel to Napoleon in America, called Napoleon in Texas, which I hope to finish in the coming year. Thank you for these excellent questions and the opportunity to appear on El Rincón de Byron».

* Special thanks to Shannon Selin for helping us doing this entry for «El Rincón de Byron».


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Shannon Selin ha trabajado en tareas que involucraban una gran cantidad de escritura de no ficción, incluida la investigación universitaria, la redacción técnica y el trabajo para el gobierno, a saber, el Departamento de Relaciones Exteriores de Canadá y el Ministerio de Salud de la Columbia Británica. Ha publicado numerosos artículos, capítulos de libros y monografías en los campos de la seguridad internacional y la sanidad.

Al darse cuenta de que necesitaba hacer lo que siempre quiso hacer, Shannon ahora escribe ficción histórica a tiempo completo. Sus cuentos han aparecido en The Copperfield Review y CommuterLit.com, y es colaboradora de History of Royals y Military History Now. Su novela «Napoleón en América», que imagina lo que podría haber sucedido si Napoleón Bonaparte escapara de Santa Elena y terminara en los Estados Unidos en 1821, se publicó en 2014. Shannon está trabajando en la secuela, «Napoleón en Texas».

Shannon tiene una licenciatura en Ciencias Políticas de la Universidad de Saskatchewan y una maestría en Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia Británica.

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Shannon Selin worked at jobs that involved a lot of non-fiction writing, including university research, technical writing and working for government, namely Canada’s Department of Foreign Affairs and British Columbia’s Ministry of Health. She has published many articles, book chapters and monographs in the fields of international security and health care.

Realizing that she needed to do what she always wanted to do, Shannon now writes historical fiction full time. Her short stories have appeared in The Copperfield Review and CommuterLit.com, and she is a contributor to History of Royals and Military History Now. Her novel Napoleon in America, which imagines what might have happened if Napoleon Bonaparte escaped from St. Helena and wound up in the United States in 1821, was published in 2014. Shannon is working on the sequel, Napoleon in Texas.

Shannon has a BA in Political Science from the University of Saskatchewan and an MA in Political Science from the University of British Columbia.