Esta semana os traemos la segunda y última parte del recorrido que nuestro perruno e incansable corresponsal Byron realizó por la Muy Noble y Muy Heroica ciudad de Zaragoza, la Zaragoza de los Sitios de 1808 y 1809 en marzo del año pasado, aprovechando asimismo la visita que hicimos a sus jornadas de Recreación histórica en marzo del año pasado y aprovechando también que esta semana se cumplen 214 años de la rendición de la ciudad ante las tropas imperiales francesas y aliadas, tras un cruentísimo y prolongado asedio.
En 1874, Benito Pérez Galdós ya reflejaba con su oficio habitual en «Zaragoza», uno de sus primeros Episodios Nacionales, el estertor de la moribunda ciudad:
«Ya las campanas no tocaban a alarma, porque no había campaneros: ya no se oían pregones, porque no se publicaban proclamas; ya no se decía misa, porque faltaban sacerdotes; ya no se cantaba la jota, y las voces iban expirando en las gargantas a medida que iba muriendo gente. De hora en hora el fúnebre silencio iba conquistando la ciudad. Sólo hablaba el cañón, y las avanzadas de las dos naciones no se entretenían diciéndose insultos. Más que de rabia, las almas empezaban a llenarse de tristeza, y la ciudad moribunda se batía en silencio para que ni un átomo de fuerza se le perdiera en voces importunas.
La necesidad de la rendición era una idea general; pero nadie la manifestaba, guardándola en el fondo de su conciencia, como se guarda la idea de la culpa que se va a cometer. ¡Rendirse! Esto parecía una imposibilidad, una obra difícil, y perecer era más fácil.»
«Siege de Saragosse du 25 Janvier j’usqu’au 19 Février 1809», grabado, dibujo de Johann Moritz Rugendas y grabado de Kopfer. (b)
UN RECORRIDO POR LA ZARAGOZA DE LOS SITIOS – SEGUNDA PARTE
CASA NATAL DE PALAFOX En el siglo XVII compraron la casa los marqueses de Lazán para utilizarla como casa familiar. Allí nació José de Palafox en 1775, Con el tiempo, el caserón fue Capitanía General de Aragón. En 1890 era propiedad de los condes de Bureta, que cedieron el edificio a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul.
EL GENERAL PALAFOX (Zaragoza, 1775-Madrid, 1847). El pueblo zaragozano puso a prueba a las entonces invencibles tropas napoleónicas durante la Guerra de Independencia en los asedios que sufrió la ciudad en 1808 y 1809. Los hombres y mujeres que la defendieron entraron en el relato histórico para siempre. Uno de ellos fue José de Palafox y Melci. Nacido en Zaragoza en 1775, fue educado en las Escuelas Pías por el padre Basilio Boggiero. Sus paisanos lo pusieron al frente de la sublevación y fue proclamado capitán general el 27 de mayo de 1808, tomando a su mando la defensa de Aragón y de la ciudad durante los dos asedios.
Panel informativo Los Sitios de Zaragoza 1808 1809
Retrato del Excmo. Sr. D. José Rebolledo de Palafox y Melci (1776-1847) . Marcelino de Unceta y López, 1874
Es ya célebre su frase “Guerra y cuchillo”, negativa con la que respondió a los emisarios franceses que le instaban a la rendición. Después de dos meses de resistencia y encarnizadas batallas, con una población diezmada por la epidemia de tifus, del que Palafox también enfermó, cederá sus poderes a una Junta que, tras analizar la situación, capituló ante el ejército francés el 20 de febrero de 1809.
Prisionero en Francia hasta 1814, cuando regresó a España, después de ser de nuevo nombrado capitán general del Aragón, declinó al poco tiempo el cargo en su hermano el marqués de Lazán, se fue a Madrid para no regresar a Zaragoza hasta muchos años después de su muerte, ocurrida en 1847. Sus restos descansan en la cripta de la Basílica del Pilar.
PLAZA DE LA MAGDALENA El barrio de la Magdalena se extiende en el extremo oriental de la calle Mayor, siguiendo la traza del decumano romano. La iglesia parroquial es conocida desde 1126 aunque sea de estilo mudéjar, sufrió importantes reformas en época barroca. A partir del s. XIII se establecieron en este entorno instituciones docentes, que dieron lugar a la creación, por privilegio real, de la Universidad de Zaragoza en 1583. Se instalaron casas de estudiantes, colegios y el propio edificio de la Universidad levantado por el patrocinio de Pedro Cerbuna y con el apoyo del Arzobispado y el Concejo municipal. Destruido parcialmente durante los Sitios de 1808, fue reformado, hasta su definitiva remodelación en 1913.
Iglesia de la Magdalena, en la plaza del mismo nombre.
El Excmo. S.D. José Rebolledo de Palafox y Melci. (José Pasqual de Quinto y de los Ríos. Los Sitios de zaragoza. 1808-1809)
PLAZA DE SAN MIGUEL
En la lucha que Zaragoza sostuvo contra las tropas francesas durante la Guerra de Independencia, el barrio de San Miguel desempeñó un papel destacado.
La parroquia de San Miguel se situaba en la época de los Sitios inmediata a una de las puertas de la ciudad, la llamada puerta Quemada. Por ella entraron los franceses durante el primer asedio, librándose encarnizadas luchas casa por casa. El barrio quedó prácticamente deshabitado, incluso la imagen de su popular Cristo se trasladó a la cercana iglesia de la Magdalena para protegerlo. Durante el segundo asedio se colocaron dentro de la iglesia dos cañones con dirección al puente de San José sobre el rio Huerva para defender esta entrada de la ciudad.
En la plaza de San Miguel se situó también la puerta del Duque de la Victoria. Era en realidad un arco triunfal para conmemorar la visita del general Espartero a la ciudad. Fue demolida en el año 1919 y hoy queda un mural pintado en un edificio cercano como recuerdo.
Iglesia de San Miguel y Puerta del Duque. Fototipia Castañeira y Álvarez. Madrid. Archivo Municipal de Zaragoza.
Vista del convento de Carmelitas Descalzos de San José en el año 1806, tomada desde la ribera izquierda del río Huerva en las proximidades del ábside de la parroquia de San Miguel de los Navarros (Dibujada por Luis Lejeune y grabada por Perdoux para el Viaje por España)
LA CAMPANA DE LOS PERDIDOS
La espléndida torre mudéjar de la iglesia de San Miguel albergó una campana llamada de los Perdidos, que desde el siglo XVI tocaba treinta y tres toques al anochecer con el fin de guiar a los que se encontraban en los campos extramuros, pues era frecuente que la gente no encontrara el camino de vuelta a la ciudad por las nieblas y la falta de iluminación. A principios del siglo XVI, el clero de San Miguel decidió colocar una gran lámpara en lo alto del campanario para que, ayudada por espejos, hiciera como un faro cuya luz sirviera de punto de referencia en el campo. Pero durante una tormenta, el cierzo atacó el faro en 1556.
Iglesia de San Miguel de los Navarros, con su torre mudéjar. Desde el s. XVI albergaba una campana llamada de los Perdidos, que tocaba treinta y tres toques al anochecer, con el fin de guiar a los que se encontraban en los campos extramuros, pues era frecuente que la gente no encontrara el camino de vuelta a la ciudad por las nieblas y la falta de iluminación.
CALLE DEL HEROISMO Contigua a la plaza de San Miguel se encuentra la calle del Heroísmo donde se produjeron luchas cuerpo a cuerpo entre sitiadores y sitiados. Antes de los Sitios se llamaba calle Quemada por ser el lugar de reunión del gremio de carboneros, que ennegrecían con sus braseros encendidos las paredes vecinas.
Al final de la calle se situaba una de las puertas de la ciudad, la puerta Quemada. Esta calle cambió de nombre tras los asedios por Heroísmo, recordando la resistencia de los defensores zaragozanos.
Calle del Doctor Alejandro Palomar, con el Coso al fondo de la foto.
Calle del Heroísmo.
Placa en la casa llamada de Los sitios en la calle del Doctor Alejandro Palomar, núm.16.
EL REDUCTO DEL PILAR Una vez concluido el primer Sitio, el coronel de Ingenieros Antonio Sangenís y Torres diseñó las nuevas obras defensivas. Como obras exteriores fortificadas se utilizaron el castillo de La Alfajería y el convento de San José, y se construyó una cabeza de puente en el río Huerva, cerca de Santa Engracia, denominado Reducto del Pilar, y otro en las Tenerías.
Superior: El coronel de Ingenieros Antonio Sangenís y Torres. Derecha: Proclama de 27 de mayo de 1808, estableciendo el estado militar en la ciudad y organizando compañías.
EL PASEO DE LAS DAMAS Los franceses ajardinaron esta zona y se le dio el nombre de paseo de las Damas por frecuentarla las mujeres de los oficiales franceses. Un nombre que no ha cambiado en la actualidad.
Cien años después de los Sitios, en enero de 1909, se inauguró en esta glorieta un obelisco conmemorativo, obra de Ricardo Magdalena, en homenaje a los defensores del reducto del Pilar. Posteriormente sería sustituido por el actual grupo escultórico del arquitecto, escultor y pintor español Federico Amutio.
El monumento a los defensores del reducto del Pilar, en la confluencia del Paseo de las Damas y el Paseo de Sagasta. La escultura de bronce del escultor Federico Amutio, titulada «Por la Patria, 1808.»
POR LA PATRIA El invencible ejército napoleónico había sido incapaz de ocupar Zaragoza durante el primer Sitio. La experiencia del asedio reveló que la zona de Santa Engracia, y sus proximidades, era una de las más débiles, por lo que se fortaleció la defensa de cara a un previsible segundo ataque. Palafox encomendó al coronel de Ingenieros Antonio Sangenís y Torres que perfeccionase las defensas de Zaragoza, una ciudad llana y carente de fortificaciones naturales, consiguiendo significativas obras de campaña.
El perímetro defensivo de loa ciudad se cerró con una nueva línea de murallas; el Arrabal se fortificó, se patrullaba el Ebro con cañoneras y dos fortificaciones exteriores protegían los puentes sobre el río Huerva, el convento de San José y el reducto del Pilar.
¡ZARAGOZA RESISTE! El reducto del Pilar era un fuerte construido en la actual Glorieta de Sasera, con la finalidad de cruzar fuego contra la infantería francesa, evitando que se aproximaran a la muralla de la ciudad por esta zona. Era una obra de campaña cerrada y protegida por un gran foso excavado , que terminaba por ambos lados en el río Huerva y estaba unido por trincheras con Santa Engracia.
Defendido por unos 400 hombres y 8 piezas de artillería, en su puerta rezaba un letrero: “Reducto de la Virgen del Pilar, inconquistable por tan sagrado nombre. ¡Zaragozanos, venced o morid por la Virgen del Pilar!”
Tras varias semanas de asedio, con la fortaleza totalmente destruida el coronel Domigo Larripa ordenó la retirada, dejando como obsequio una trampa explosiva y destruyendo la pasarela del Huerva.
La Basílica de Santa Engracia a la izquierda, entre los siglos XVI y XIX, con su portada renacentista. El monasterio fue volado por las tropas francesas la noche del 13 al 14 de agosto de 1808, durante la retirada del primer Sitio. La portada sufrió grandes daños y el resto del edificio fue reducido a ruinas.
En el centro de la plaza de Los Sitios se erige el monumento a los Sitios de Zaragoza realizado en 1908 por Agustín Querol.
Antigua escuela de Artes Aplicadas, en la Plaza de Los Sitios.
Plaza conmemorativa con los nombres de algunos de los defensores de la ciudad.
SEMINARIO DE SAN CARLOS El conjunto del Real Seminario de San Carlos se empezó a levantar, por orden de la Compañía de Jesús, bajo el nombre de iglesia de la Inmaculada y el Padre Eterno, en el siglo XVI sobre los terrenos de la antigua sinagoga del barrio judío.
A mediados del siglo XVIII, tras la expulsión de los jesuitas, la iglesia adoptó su actual nombre en honor al rey Carlos III. Por aquí pasaron jesuitas tan ilustres como Baltasar Gracián, uno de los escritores más importantes del Barroco español, que dio clase en sus aulas y escribió aquí algunas de sus obras; o San José de Pignatelli, que fue uno de los principales artífices de la restauración de los jesuitas después de su desaparición.
Ruinas del seminario. «Vistas por la noche quando los patriotas que no podian asistir a la defensa de las puertas, a la luz de sus linternas y de los incendios, causados por las bombas, buscaban entre los escombros a los muertos para darles sepultura» (c)
A principios del siglo XVIII, se redecoró la iglesia con una estética barroca muy cercana al gusto del rococó. El 27 de junio de 1808, durante el primer asedio de los franceses a la ciudad de Zaragoza, se produjo una gran explosión en el polvorín general de la ciudad ubicado en este edificio, actual Seminario de San Carlos. Sorprendentemente, a pesar de la voladura del polvorín en junio de 1808, que se llevó por delante del edificio, la decoración se ha conservado íntegramente.
EL POLVORIN DE LA CIUDAD EN LOS SITIOS DE ZARAGOZA Un carretero que abastecía de munición a sectores cercanos, dejó caer fortuitamente una chispa de su cigarro provocando la explosión.
La gran cantidad de pólvora que aquí se almacenaba tuvo consecuencias desastrosas materialmente, destruyendo el estallido parte del barrio de la Magdalena. El hundimiento del edificio y de las casas colindantes, el horror por el elevado número de víctimas y el asalto de los franceses aprovechando el caos producido, pusieron a la ciudad al borde del colapso.
Como consecuencia y medida protectora, en los preparativos para el segundo asedio de 1809, una de las primeras previsiones del mando fue la de diversificar la munición en pequeños almacenes repartidos en diferentes puntos de la ciudad.
“El día 27 de junio, a las tres de la tarde, temblaron todos los edificios y creyeron los habitantes que iban a ser sepultados en sus ruinas. Ni el trueno más estrepitoso, ni el ruido de cien cañones disparados a la par es comparable con el que se percibió. El estremecimiento fue universal, llenóse todo de un humo denso que oscureció la atmósfera; las gentes salieron de sus casas llenas de pavor y, sin poder romper el llanto, pálidos y confusos, no sabían a donde dirigirse” (Agustín Alcalde Ibieca, 1830).
Una de las fachadas de la iglesia de San Carlos, que muestra los impactos de bala de la época de los Sitios.
Superior: Fachada posterior del Seminario de San Carlos. Derecha: «Defensa heroica de Zaragoza. Ilustración e Arturo Mélida, para la edición Episodio Nacional, Zaragoza, de Pérez Galdós, publicado en 1882.
LA PÓLVORA DE VILLAFELICHE La localidad de Villafeliche, en la ribera baja del río Jiloca, a unos 90 kilómetros de Zaragoza, tuvo un importante papel en la defensa de la ciudad. La producción de pólvora de sus molinos permitió mantener el suministro a los defensores, incluso con la voladura del polvorín principal.
Molino de Villafeliche, donde se producía la pólvora.
Fuentes:
1 – «Le siège de Saragosse 1808 – 1809» – Colonel (h) Jean-Louis TRAVERS, 2017
2 – Paneles informativos Ruta los Sitios de Zaragoza 1808-1809
Esta semana os damos cuenta del recorrido que nuestro perruno e incansable corresponsal Byron realizó por la Muy Noble y Muy Heroica ciudad de Zaragoza, la Zaragoza de los Sitios de 1808 y 1809 en marzo del año pasado, aprovechando asimismo la visita que hicimos a sus jornadas de Recreación histórica y aprovechando también que hoy mismo se cumplen 214 años de la rendición de la ciudad ante las tropas imperiales francesas y aliadas, tras un cruentísimo y prolongado asedio recogido por el Jefe de batallón de ingenieros francés, Jacques-Vital Belmas (1792-1864), en su magna obra «Journaux des Siéges faits ou soutenus par les français dans la péninsule, de 1807 a 1814«, publicada entre 1836 y 1837:
«Al día siguiente, 21 de febrero al mediodía, la guarnición salió por la puerta del Portillo. Por ella pasaron junto al mariscal Lannes y depusieron las armas al pie del castillo. Treinta y un mil hombres de que se componía al principio del sitio, no pasaba de ocho mil doscientos. Estos desafortunados eran dolorosos de ver. Todavía recogimos un número bastante grande de soldados, que se habían escondido en las casas; y, añadiéndolos a los que habían sido apresados en el suburbio, el número de prisioneros ascendía a doce mil. El resto de la guarnición estaba en el hospitales o había perecido por el hierro y la enfermedad… Así cayó Zaragoza, tras el asedio de cincuenta y dos días de excavación de trincheras, de los cuales veintinueve se habían empleado en obtener el dominio del recinto, y veintitrés para andar de casa en casa.«
«Journaux des sièges faits et soutenus…» de J. Belmas, citado por el coronel (h) Jean-Louis Travers. [1]
«Les défenseurs de Saragosse» (1893), obra del pintor Maurice Henry Orange, causó una gran impresión en el Salón de Artistas de Paris de ese mismo año, presentando una imagen digna y orgullosa de los defensores de Zaragoza que desfilan ante sus vencedores formados presentando armas, una imagen innovadora por parte de un pintor francés lo que generó comentarios elogiosos y le valió a su autor una medalla de segunda clase en el prestigioso certamen.
UN RECORRIDO POR LA ZARAGOZA DE LOS SITIOS – PRIMERA PARTE
La Puerta del Carmen en una postal antigua datada en 1904 (a)
PUERTA DEL CARMEN Es una de las históricas puertas de entrada de la ciudad de Zaragoza. Fue construida por el arquitecto Agustín Sanz en 1792. Su estructura, a modo de arco triunfal romano, sufrió una intensa actividad bélica durante los Sitios de Zaragoza, en la Guerra de la Independencia.
La batalla de las Eras, el 15 de junio de 1808, tuvo lugar en el explanada que ocupa la antigua estación de ferrocarril y anexos, desde el Portillo hasta el Paseo de Teruel. El resultado de la acción fue la pérdida por parte francesa de varios cientos de vidas. La Puerta del Carmen fue rebasada otras dos veces, obligándose a los defensores a recuperarla.
«La batalla de las Eras». Grabado de Fernando Brambila, a partir de un dibujo de Juan Gálvez (1812). «En la qual los Franceses intentando forzar el punto de Buena Vista y penetrar en Zaragoza, fueron rechazados gloriosamente por los Aragoneses y forzados á situarse fuera del tiro de cañón de la Ciudad_Este combate se dió en 15 de junio de 1808._» (b)
La Puerta del Carmen por su fachada principal por donde discurre la N-330.
EL SIMBOLO DE LOS SITIOS Durante los preparativos del primer Sitio y ante la ausencia todavía de tropas en la ciudad se formaron compañías de voluntarios que, ante una simbólica bandera, juraron defender su patria ante la puerta del Carmen.
En el primer Sitio sufrirá varios ataques , pues en tres ocasiones el ejército francés intentó entrar en la ciudad por ese punto. El 15 de junio, en la llamada batalla de las Eras; el 2 de julio cuando los franceses penetraron por esta puerta hacia el Portillo; y el 4 de agosto, cuando los franceses eligieron de nuevo la puerta del Carmen para entrar en la ciudad, pero fueron detenidos, recuperando la puerta una vez más los defensores. En los muros de la puerta se pueden ver todavía los numerosos impactos de artillería que sufrió durante los enfrentamientos. Por un lado, algunos orificios de bala de fusil y numerosas señales de cañones franceses; por el otro, el que miraba al interior de la ciudad, solo señales de fusiles aragoneses.
La Puerta del Carmen por su fachada posterior, punto de partida (o final) de la Avenida de César Augusto.
MARÍA AGUSTÍN LINARES (Zaragoza, 1786-1831). De la parroquia de San Pablo, hija de Antonio, natural de Bádenas, y de Catalina Linares, natural de Rueda de Jalón. Contrajo matrimonio con Pedro Roncal el 12 de mayo de 1805. Destacó en la defensa en los dos Sitios. Durante el primero, participó activamente abasteciendo de munición, comida y bebida a los defensores en los puestos de combate. Y será cumpliendo estas tareas cuando, al traspasar la puerta del Carmen hacia el actual paseo de María Agustín, que lleva su nombre como homenaje, recibió una herida en el cuello, que la dejó inútil del brazo izquierdo de por vida. Se le concedió una pensión vitalicia y un escudo de defensor de la patria. Murió el 22 de noviembre de 1831, completamente olvidada.
María Agustín Linares, grabado de época. (c)
Plaza de Miguel Salamero, en obras en el momento de la visita.Recibe su nombre de Miguel Salamero, defensor de la huerta y el Convento de Santa Fe en los Sitios de Zaragoza y vecino del barrio de San Pablo.
El Palacio de los Condes de Morata o de los Luna, Sede del Tribunal Superior de Justicia de Aragón, de estilo renacentista (s. XVI). En su fachada, una placa en recuerdo a Pedro Mª Ric y Montserrat, Regente de la Real Audiencia de Aragón y Presidente de la Junta Suprema en febrero de 1809.
SAN JUAN DE LOS PANETES La inclinada torre de la iglesia de San Juan de los Panetes, del siglo XVI, sirvió durante el primer asedio, según los relatos de mosén Ramón Cadena, de atalaya espía para un vigía francés, que dirigía desde lo alto las baterías francesas de la zona hasta que fue descubierto.
San Juan de los Panetes tiene una torre octogonal hecha con ladrillo, con una ligera inclinación hacia la Plaza del Pilar. La torre fue edificada en el siglo XVI, siendo uno de los primeros elementos en construirse. Su influencia es principalmente mudéjar aragonés con un toque renacentista.
San Juan de los Panetes, con su torre octogonal confeccionada en ladrillo, con una ligera inclinación hacia la Plaza del Pilar. La torre fue edificada en el siglo XVI, siendo uno de los primeros elementos en construirse.
PINTURA DE LA HISTORIA Entre las obras artísticas que ilustran los episodios de los asedios de Zaragoza por los franceses destaca ésta, de Federico Jiménez Nicanor, que narra el episodio en que los defensores, situados entre la iglesia de San Juan de los Panetes y el Pilar, ondean la bandera negra con el lema “El Pilar no se rinde” ante las invitaciones de los franceses para que abandonaran la lucha. El cuadro se guarda en El Prado y fue adquirido en 1887, En la Exposición Aragonesa de 1886 obtuvo medalla de segunda clase. Como ilustrador colaboró en varias publicaciones madrileñas, especialmente en el periódico Globo.
«Episodio de la defensa de Zaragoza frente a los franceses (El Pilar no se rinde)» (1885), óleo sobre tela, 243 x 320 cm (d)
DEPÓSITO DE PÓLVORA EN LOS SITIOS DE ZARAGOZA En su sótano se albergó uno de los pequeños polvorines entre los que se diversificó la reserva de maestranza, para evitar otro desastre como el ocurrido el 27 de junio de 1808, al estallar el gran depósito almacenado en el Seminario de San Carlos debido a una chispa de cigarro, volando por los aires el edificio y sus alrededores, lo que supuso una verdadera tragedia para la ciudad. El origen de esta iglesia se remonta a los siglos XI y XII, una iglesia medieval que se derribó para construir una nueva en 1725. Su nombre proviene que aquí se repartían panecillos para los pobres.
«Ruinas del Seminario, causadas por la explosión del 27 de junio de 1808» – Grabado de Fernando Brambila, a partir de un dibujo de Juan Gálvez. Perteneciente a la serie denominada Ruinas de Zaragoza, que consta de 36 estampas, divididas en tres series de doce estampas. La primera muestra los retratos de los más distinguidos defensores de la ciudad durante la Guerra de la Independencia; la segunda, vistas generales de las ruinas; y la última, acontecimientos bélicos. Fue editada en Cádiz el 1812. (e)
PUENTE DE PIEDRA El puente de piedra de Zaragoza se construyó en el siglo XV, en el mismo lugar que ocupara el antiguo puente romano. El puente actual es de estilo gótico, y es el más antiguo que se conserva sobre el rio Ebro.
El puente más emblemático de la ciudad ha experimentado numerosos avatares a lo largo de su historia. Durante los asedios que sufrió Zaragoza por los ejércitos napoleónicos durante la Guerra de Independencia fue también escenario de múltiples combates y feroces sucesos.
El Puente de Piedra de Zaragoza, bañado por las aguas del Ebro, configurado con 7 pilares de sillería, y tiene aproximadamente unos 225 metros de longitud.
EL PUENTE EN LOS SITIOS Durante el primer asedio de 1808, el teniente Luciano de Tornos logró frenar en el puente la estampida popular que huía hacia el Arrabal de la ciudad producida tras una dura ofensiva francesa el 4 de agosto. Tornos, amenazándolos con un cañón desde el convento de San Lázaro, logró que volvieran a la ciudad a combatir. El puente era la única conexión entre la ciudad y el Rabal. Si este caía, el puente sería ocupado por el enemigo quedando la ciudad desprotegida. Y así sucedió durante el segundo Sitio, cuando el 18 de febrero de 1809 las baterías francesas arrasaban el convento de San Lázaro y batían el puente para impedir cualquier ayuda de la ciudad. Zaragoza capitularía tres días más tarde. Muy cerca del puente de Piedra se encuentra la arboleda de Macanaz, un lugar de paseo y recreo para los zaragozanos desde hace siglos y donde, en 1809, tras los asedios, fueron enterrados en una fosa común los restos de miles de defensores.
CRUZ CONMEMORATIVA Una estela coronada con una cruz de piedra colocada en la arcada del puente de Piedra, indica el lugar donde los sacerdotes y consejeros de Palafox, Basilio Boggiero y Santiago Sas, fueron asesinados y arrojados al Ebro por los franceses cuando la ciudad ya había capitulado, incumpliendo los acuerdos de dicha capitulación. El monumento también recuerda al barón de Warsage, encargado de la defensa del Arrabal durante el segundo Sitio y herido de muerte por una bala de cañón francesa el 18 de febrero de 1809, cuando intentaba llegar al Arrabal para tomar el mando de su defensa
EL RIO EBRO EN LOS SITIOS EL rio Ebro jugó también un papel destacado en la defensa de la ciudad. Además de destacar como vía de comunicación en el avance francés hacia la capital tuvo también una gran importancia estratégica. En el segundo Sitio, tropas procedentes de Murcia y Cartagena acudieron en ayuda de la defensa zaragozana que con sus cañoneras patrullaban el rio asegurando la defensa del Ebro y controlaban los movimientos enemigos.
Una panorámica del rio Ebro, con el Puente de Piedra a la izquierda y la Basílica de Nuestra Señora del Pilar en el centro, desde el puente de Santiago.
CASA NATAL DE PALAFOX La casa natal de Palafox cuando comenzaron los asedios fue convertida en sede de su Estado Mayor hasta ser trasladado a primera línea, al palacio episcopal. Junto a la gran puerta principal, la placa conmemorativa, colocada por la Junta del I Centenario, dice: A PALAFOX/Al gran Caudillo defensor de Zaragoza/en los Sitios de 1808 y 1809/LA PATRIA Y LA CIUDAD/por él/ gloriosamente defendidas/1er . Centenario de los Sitios.
La Basílica de Nuestra Señora del Pilar (concluida en 1754), una de los dos catedrales de Zaragoza junto con la Seo, por su fachada del Paseo de Echegaray, cercana al rio Ebro, en la que aún se pueden apreciar los impactos de los proyectiles franceses en sus muros.
LA SEO Palafox, parroquiano de la Seo por nacimiento, fue bautizado en esta cercana Catedral de San Salvador. En su archivo parroquial se encuentra, cuidadosamente guardada, su partida de bautismo.
La Plaza de La Seo, en el centro la Catedral del Salvador con su torre y a la derecha el moderno Museo del Foro de Caesaraugusta.En la parte superior izquierda, un placa conmemorativa a Palafox, en el I Centenario de los Sitios, ubicada en la calle Palafox, que discurre perpendicular a la parte posterior de la catedral.
PALACIO EPISCOPAL Durante los Sitios, el actual Palacio Episcopal fue el cuartel general de Palafox. Desde la parte alta del Edificio podía seguir con detalle la suerte de su destacamento dispuesto en el Arrabal, al otro lado del río. Sus archivos aún conservan documentos de la época destrozados por la metralla de los cañones y perforaciones de balas.
Nuestro recorrido con el Timeline de Google Maps, a la izquierda con un mapa de la Zaragoza actual y a la derecha superpuesto a un mapa de los sitios, unos 14 kilómetros en total, aunque tan solo una parte del recorrido total oficial.La primera parte de este recorrido comprende hasta la Catedral de la Seo. El cruce por dos veces del rio Ebro se debió a nuestra visita a los campamentos de los participantes en la excelente Recreación de Los Sitios de Zaragoza – 2022.
Fuentes:
1 – «Le siège de Saragosse 1808 – 1809» – Colonel (h) Jean-Louis TRAVERS, 2017
2 – Paneles informativos Ruta los Sitios de Zaragoza 1808-1809
Ya a pocas jornadas de las fiestas navideñas, rememoramos la batalla de Molins de Rey (Molino del Rey en el mapa de la batalla), que se dirimió hace 214 años a unos 20 km. de Barcelona, cerca del rio Llobregat. La batalla tomó el nombre de la localidad de Molins de Rey, aunque el verdadero lugar de la batalla estuviera más próximo a la Sant Vicenç dels Horts (St. Visens en el mapa de la batalla) en el lado opuesto del rio. Los meses anteriores, dicha zona ya había sido escenario de varios enfrentamientos entre las tropas del conde de Caldagués que defendían la Línea del Llobregat y las tropas francesas que salían desde la Barcelona ocupada por el general Duhesme y que a la postre quedarían bloqueadas en la capital catalana por las tropas del general en jefe español, Vives, hasta la llegada del 7º cuerpo de ejército de Gouvion Saint-Cyr el día 17 de diciembre de 1808.
Las tropas españolas mandadas por Teodoro Reding [el comandante en jefe, Juan Miguel Vives, se hallaba en Villafranca (Vilafranca del Panadés) a unos 30 km del puesto de mando español], circunstancia significativa en el inicio de la batalla, no solo por los retrasos en el envío de órdenes, sino que el propio Vives se presentó en el campo de batalla a las 10 horas de la mañana, con la batalla prácticamente decidida. Los soldados no tenían capotes ni barracas y soplaba un fuerte viento desde las montañas, llegando a nevar la noche anterior. La posición española era «buena» defensivamente a priori, pero con algunos inconvenientes serios, entre ellos que las tropas estaban distribuidas (divididas) entre dos colinas cortadas por sendos torrentes que dificultaban la visión del enemigo y las transmisiones de órdenes. Asimismo, las tropas de élite (Guardias y granaderos) estaban formadas para proteger la retirada prevista en su momento, y no intervinieron prácticamente en la batalla.
Por su parte el futuro mariscal Saint-Cyr con sus tropas franco-italianas, hizo gala de su buen oficio que ya había mostrado en Cardedeu y también mostraría en Valls, dos meses después. Rápidas (y ordenadas) transiciones de las tropas, evoluciones hacia el enemigo a menudo en columna también con batallones adelantados y un adecuado apoyo de la caballería, y eso sin un apoyo significativo de la artillería propia. Una vez desbordado el enemigo y puesto en fuga, la persecución de los fugitivos llegaría a las puertas de Tarragona y sellaría el destino del comandante en jefe español.
Hemos traducido el relato de la batalla del propio Saint-Cyr, que es una buena fuente que hemos tratado de profundizar/aclarar con algunas notas puntuales al final del texto, también contrastado con la versión de la batalla de Francisco X. Cabanes, por entonces alférez de las Reales Guardias Valonas y oficial de Estado Mayor. Asimismo os incluimos algunas fotografías de algunos lugares significativos en la batalla y un pequeño video de las evoluciones aproximadas en la batalla.
Quelques jours avant les fêtes de Noël, nous rappelons la bataille de Molins de Rey (Molino del Rey sur la carte de la bataille), qui s’est installée il y a 214 ans à environ 20 km. de Barcelone, près de la rivière Llobregat. La bataille tire son nom de la ville de Molins de Rey, bien que le lieu réel de la bataille soit plus proche de Sant Vicenç dels Horts (St. Visens sur la carte de la bataille) de l’autre côté de la rivière. Au cours des mois précédents, cette zone avait déjà été le théâtre de plusieurs affrontements entre les troupes du comte de Caldagués qui défendaient la ligne Llobregat et les troupes françaises qui avaient quitté Barcelone occupée par le général Duhesme et qui seraient finalement bloquées dans la capitale catalane par les troupes du général en chef espagnol Vives jusqu’à l’arrivée du 7e corps d’armée de Gouvion Saint-Cyr le 17 décembre 1808.
Les troupes espagnoles commandées par Teodoro Reding [le commandant en chef, Juan Miguel Vives, se trouvait à Villafranca (Vilafranca del Panadés) à environ 30 km du poste de commandement espagnol], une circonstance significative au début de la bataille, non seulement parce que des retards dans l’envoi des ordres, mais Vives lui-même est apparu sur le champ de bataille à 10 heures du matin, la bataille étant pratiquement décidée. Les soldats n’avaient ni manteaux ni casernes et un vent fort soufflait des montagnes, et il avait neigé la nuit précédente. La position espagnole était «bonne» défensivement a priori, mais avec de sérieux inconvénients, notamment le fait que les troupes étaient réparties (divisées) entre deux collines coupées par deux torrents distincts qui rendaient difficile voir l’ennemi et de transmettre des ordres. De même, les troupes d’élite (gardes et grenadiers) ont été formées pour protéger le retrait prévu à l’époque, et elles n’interviennent pratiquement pas dans la bataille.
De son côté, le futur maréchal de Saint-Cyr avec ses troupes franco-italiennes affiche ses bons offices, qu’il a déjà manifestés à Cardedeu et qu’il manifestera également à Valls deux mois plus tard. Transitions rapides (et ordonnées) des troupes, évolutions vers l’ennemi souvent en colonne également avec des bataillons avancés et un soutien adéquat de la cavalerie, et ceci sans un soutien significatif de leur propre artillerie. Une fois l’ennemi débordé et mis en fuite, la poursuite des fugitifs atteindra les portes de Tarragone et scellera le sort du commandant en chef espagnol.
Nous avons traduit le propre récit de la bataille de Saint-Cyr, qui est une bonne source que nous avons essayé d’approfondir/clarifier avec quelques notes spécifiques à la fin du texte, également en contraste avec la version de la bataille de Francisco X. Cabanes, à cette époque enseigne des Gardes Royales Wallonnes et officier d’État-Major. Nous incluons également quelques photographies de certains endroits importants et une petite vidéo de l’évolution approximative de la bataille.
«A la guerre, on ne doit jamais baser ses calculs sur les fautes que l’ennemi fera ; mais, au contraire, les établir en lui supposant de la raison et du bon sens. Alors on ne peut plus se tromper qu’à son propre avantage : autrement, il est difficile d’éviter les désastres où sont tombés ceux qui ont compté, pour réussir, sur les fautes de leurs adversaires.»
Mariscal Gouvion Saint-Cyr («Journal des Opérations de l’Armée de Catalogne en 1808 et 1809»)
Litografía de M.C. Langlois sobre la batalla (1826-30) / Lithographie de M.C. Langlois sur la bataille (1826-30)
LOS ANTECEDENTES / ANTÉCÉDENTS
Los españoles habían aprovechado esto para reunir a sus fugitivos y concentrar su ejército: esto era lo que se deseaba para combatirlos de nuevo, sin buscarlos demasiado lejos. Les hubiera gustado que se les diera más tiempo para facilitar la ejecución de las órdenes dadas a Lazan y Milans1 de incorporarse al ejército en el Llobregat; pero una mayor demora hubiera sido contraria a los intereses del ejército francés, y se acercó enseguida a combatir al ejército español, antes de la llegada de estas divisiones.
El enemigo se mostró tranquilo y confiado en la excelente posición que ocupaba; nadie temía que pensara en abandonarla durante la noche; porque ¿Dónde podría encontrar uno mejor? La de Ordal, que también había atrincherado, era buena, varios generales españoles la preferían, se dice, pero el general francés la consideraba muy inferior a la de Llobregat; en vez de cubrir, como éste, los caminos de Tarragona y Zaragoza, sólo defiende el de Tarragona; es más apretado; los movimientos allí no son tan libres; no ves muy bien las disposiciones que puede hacer el enemigo para atacarlo, mientras que en el Llobregat sólo puede ocultarte las que no quieres ver. Finalmente, la de Ordal tiene los inmensos inconvenientes de ser menos apta para el desarrollo de todas las armas, de carecer de agua, y de poder ser fácilmente flanqueada por San Sadurní y Martorell.
No sabíamos que a la hora de nuestra llegada los generales españoles estaban reunidos en consejo de guerra2, y que discutían la cuestión de saber si debían dejar la posición ocupada y retirarse a la de Ordal.
Nos parece que la opinión que casi prevaleció en el consejo de guerra de los generales españoles, es la que prevalece en casi todos los que se reúnen en semejantes circunstancias; uno siempre encuentra defectos y serias desventajas en la posición actual, mientras que otra más lejana parece tener, hasta el momento en que uno llega allí, sólo ventajas que desaparecen a su vez, en favor de una tercera más lejana aún.
Hemos visto repetirse tantas veces lo que acabamos de decir, que no podemos evitar sentir lástima por el general que ha tenido la desgracia de recurrir a un consejo de guerra, asistencia que, en vez de serle útil, casi siempre no hace más que aumentar su turbación e indecisión. Además, era demasiado tarde después de nuestra llegada al Llobregat para llevar a cabo un movimiento de retirada sin peligro: el general español sólo tuvo el tiempo estrictamente necesario para preparar una lucha que podía tener lugar de inmediato, y que se pospuso hasta la mañana siguiente sólo porque el general francés necesitó todo el día para completar la operación que proponía.
Al reconocer las disposiciones del enemigo, nos dimos cuenta de que esperaba vernos llegar por el hermoso puente del Molino del Rey; maniobramos para dejarlo con esta opinión, e incluso para confirmarlo en ella. Independientemente de la barricada y el parapeto ejecutados en la cola del puente, de las dos torres de mampostería que las defendían, así como de los dos grandes reductos colocados detrás y provistos de considerable artillería que hacían imposible la salida desde este puente, todavía había juntado la mayor parte de su artillería de campaña allí.
Chabran se colocó en Molino del Rey, para seguir llamando la atención del enemigo sobre este punto; tuvo que ocultar a sus tropas, todo lo que pudo, para que estuvieran menos expuestas al fuego de la artillería española que, siendo de gran calibre, les hubiera causado grandes sufrimientos; recibió, para el día siguiente, la orden de realizar los movimientos oportunos para hacer creer al enemigo que querían avanzar por el puente, sin dejarse ver demasiado, y colocar un cañón de cuatro en la salida de la villa de Molino, para convencer mejor al enemigo de que era el comienzo de una batería que se quería establecer allí, para proteger la salida, y hacerle dirigir gran parte de sus bocas a este punto de fuego; se recomendó al general Chabran que luego retirara esta pieza detrás de las casas, cuando estuviera demasiado desgastada por el fuego de los reductos, o para animar al enemigo con la persuasión de haberla desmontado; para comenzar de nuevo a mostrarla cuando ya no dispararan, y repetir esta maniobra hasta el momento en que viera la derecha y el centro del ejército español flanqueados y acorralados cerca del puente: entonces se le ordenó que avanzara con el vigor más grande, para tener una gran participación en el éxito que se esperaba para el día siguiente.
Cayó mucha nieve durante la noche; nuestros jóvenes reclutas, y especialmente los italianos, que formaban la mayor parte del ejército, y la mayoría de los cuales no tenían capotes, encontraban el vivaque muy duro, la madera escasa y las noches, las más largas del año.
Les Espagnols en avaient profité pour réunir leurs fuyards et concentrer leur armée : c’est ce qu’on avait désiré pour les combattre de nouveau, sans les aller chercher trop loin. Ils auraient bien voulu qu’on leur laissât plus de temps pour faciliter l’exécution des ordres donnés à Lazan et à Milans1 de rejoindre l’armée sur le Llobregat ; mais un plus long délai eût été contraire aux intérêts de l’armée française, et elle s’approcha de suite pour combattre l’armée espagnole, avant l’arrivée de ces divisions.
L’ennemi paraissait rassuré et confiant dans la belle position qu’il occupait ; on ne craignit pas qu’il songeât à l’abandonner durant la nuit ; car où pouvait-il en trouver une meilleure? Celle d’Ordal qu’il avait aussi retranchée était bonne, plusieurs officiers-généraux espagnols la préféraient, dit-on, mais le général français la jugeait bien inférieure à celle du Llobregat ; au lieu de couvrir, comme cette dernière, les routes de Tarragone et de Saragosse, elle ne défend que celle de Tarragone ; elle est plus resserrée; les mouvements n’y sont pas aussi libres; on n’aperçoit pas aussi bien les dispositions que l’ennemi peut faire pour l’attaquer, tandis que sur le Llobregat il ne peut vous cacher que celles que vous ne voulez pas voir. Enfin celle d’Ordal a les inconvénients immenses d’être moins propre au développement de toutes les armes, de manquer d’eau, et de pouvoir être facilement tournée par San Sadurni et Martorell.
Nous ignorions qu’au moment de notre arrivée, les généraux espagnols fussent assemblés en conseil de guerre2, et qu’ils discutassent la question de savoir si l’on quitterait la position occupée pour se retirer sur celle d’Ordal.
Il nous semble que lavis qui faillit prévaloir dans le conseil de guerre des généraux espagnols est celui qui prévaut dans presque tous ceux qu’on assemble en pareille circonstance ; on y trouve toujours des défauts et des inconvénients graves à la position présente, tandis qu’une autre plus éloignée ne paraît avoir jusqu’au moment où on y arrive que des avantages qui disparaissent à leur tour, en faveur d’une troisième plus en arrière encore.
Nous avons tant vu se répéter ce que nous venons de dire, que nous ne pouvons-nous empêcher de plaindre le général assez malheureux pour recourir à un conseil de guerre, assistance qui, au lieu de lui être utile, ne fait presque toujours qu’augmenter ses embarras et son indécision. Au reste, il était trop tard après notre arrivée sur le Llobregat, pour exécuter sans danger un mouvement de retraite : le général espagnol n’avait plus que le temps strictement nécessaire afin de se préparer à un combat qui pouvait avoir lieu de suite, et qui ne fut remis au lendemain matin que parce que le général français avait besoin de la journée entière pour compléter l’opération qu’il se proposait.
En faisant la reconnaissance des dispositions de l’ennemi, on s’aperçut qu’il s’attendait à nous voir arriver par le beau pont de Molino del Rey ; on manœuvra pour le laisser dans cette opinion, et même pour l’y confirmer. Indépendamment de la coupure et de l’épaulement exécutés à la queue du pont, des deux tours, en maçonnerie qui les défendaient, ainsi que les deux grandes redoutes placées en arrière et garnies d’une artillerie considérable qui rendait le débouché de ce pont impossible, il y avait encore aggloméré la majeure partie de son artillerie de campagne.
Chabran fut placé à Molino del Rey, pour continuer d’attirer l’attention de l’ennemi sur ce point ; il devait masquer ses troupes, autant qu’il le pourrait, pour qu’elles fussent moins exposées au feu de l’artillerie espagnole qui, étant de gros calibre, les aurait fait beaucoup souffrir; il reçut, pour la journée du lendemain, l’ordre d’exécuter les mouvements propres à laisser croire à l’ennemi qu’on voulait déboucher par le pont, sans trop se découvrir, et de placer une pièce de quatre à la tête du village de Molino , de manière à mieux convaincre l’ennemi que c’était le commencement d’une batterie que l’on voulait y établir, pour protéger le débouché, et à lui faire diriger sur ce point une grande partie de ses bouches à feu; on recommandait au général Chabran de retirer ensuite cette pièce derrière les maisons, quand elle serait trop fatiguée par le feu des redoutes, ou pour encourager l’ennemi par la persuasion de l’avoir démontée ; de recommencer à la montrer quand il ne tirerait plus, et de répéter cette manœuvre jusqu’au moment où il verrait la droite et le centre de l’armée espagnole tournés et acculés près du pont: il lui était enjoint de déboucher alors avec la plus grande vigueur, afin d’avoir une grande part au succès que l’on espérait de la journée du lendemain.
Il tomba, dans la nuit, beaucoup de neige ; nos jeunes conscrits, et surtout les Italiens, qui formaient la majeure partie de l’armée, et dont la plupart n’avaient point de capotes, trouvèrent le bivouac fort dur, le bois étant rare et les nuits les plus longues de l’année.
[nº 1] Ayuntamiento de Sant Feliu de Llobregat. En esta población se ubicó el cuartel general de Saint-Cyr el día 20 de diciembre. / Mairie de Sant Feliu de Llobregat. Le quartier général de Saint-Cyr était installé dans cette commune le 20 décembre.
[nº 1] La Iglesia Catedral de San Lorenzo en la misma plaza del ayuntamiento. Datada en el s. XIX, fue destruida en 1936 y reconstruida en 1955. / L’église cathédrale de San Lorenzo sur la même place que la mairie. Daté dans le s. XIX, il fut détruit en 1936 et reconstruit en 1955.
[nº 2] El rio Llobregat, en un punto muy cercano al vado de paso de las tropas franco italianas. Es de suponer que el paisaje no habrá variado mucho a excepción de los viaductos superiores de las autovías. / La rivière Llobregat, en un point très proche du passage à gué des troupes franco-italiennes. Vraisemblablement, le paysage n’aura pas beaucoup changé à l’exception des viaducs supérieurs des autoroutes.
Vista al sudeste desde el camino a la Ermita de San Antonio / Vue vers le sud-est depuis la route de l’Ermitage de Saint Antoine.
[nº 3] Ermita de San Antonio (1664), reconstruida en 1958. (St. Antoine en el mapa de la batalla) / Ermitage de Saint Antoine (1664), reconstruit en 1958. (St. Antoine sur la carte de la bataille).
[nº 3] Vista hacia el noroeste, desde la Ermita de San Antonio. Las tropas españolas estaban ubicadas en las alturas cercanas a Sant Vicenç del Horts (S. Visens en el mapa) y frente al puente de Carlos III. / Vue vers le nord-ouest, depuis l’Ermitage de Saint Antoine. Les troupes espagnoles étaient situées sur les hauteurs près de Sant Vicenç del Horts (S. Visens sur la carte) et devant le pont du Charles III ou des Quinze arcades.
LOS COMANDANTES Y SUS TROPAS / LES COMMANDANTS ET LEURS TROUPES
Teniente general del Ejército español y capitán general de Cataluña. / Lieutenant général de l’armée espagnole et capitaine général de Catalogne.
Durante su dilatado servicio participó en todos los conflictos bélicos que España vivió en su época como la Guerra contra la Convención y la Guerra de la Independencia. Alcanzó el empleo de capitán propietario de su compañía el 29 de octubre de 1772 (a los diecisiete años). Llegaría a teniente coronel, pero cuando murió el padre en 1794, se fue a Schwyz para hacerse cargo de la dirección de la familia. En 1798 acaudilló la sublevación de algunos cantones contra Napoleón. En 1801 fue nombrado primer Landamman (presidente de la Dieta) de Suiza. Vuelto a España, en 1808 con sus tropas que formaban parte del ejercito del general Castaños, venció al general francés Dupont en la batalla de Bailén. Se le concedió el ascenso a teniente general. Posteriormente se desplazó con su división para formar parte del ejército de la derecha o de Cataluña. Tras la renuncia del general Vives fue nombrado capitán general de Cataluña. Intentó reconstruir el ejército tras los reveses sufridos en Cardedeu y Molins de Rey, pero el 25 de febrero de 1809 fue vencido y herido en la batalla de Valls. Restablecido en marzo, cayó enfermo por una infección y murió el 23 de abril en Tarragona.
Au cours de son long service, il a participé à toutes les guerres que l’Espagne a connues à son époque, comme la guerre contre la Convention et la guerre d’Espagne. Il accède au poste de capitaine-propriétaire de sa compagnie le 29 octobre 1772 (à dix-sept ans). Il deviendra lieutenant-colonel, mais à la mort de son père en 1794, il se rend à Schwyz pour prendre la direction de la famille. En 1798, il dirigea le soulèvement de certains cantons contre Napoléon. En 1801, il est nommé premier Landamman (président de la Diète) de Suisse. De retour en Espagne, en 1808 avec ses troupes qui faisaient partie de l’armée du général Castaños, il vainquit le général français Dupont à la bataille de Bailén. Il est promu lieutenant-général. Plus tard, il s’est déplacé avec sa division pour faire partie de l’armée de droite ou de Catalogne. Après la démission du général Vives, il est nommé capitaine général de Catalogne. Il tente de reconstruire l’armée après les revers subis à Cardedeu et Molins de Rey, mais le 25 février 1809, il est vaincu et blessé à la bataille de Valls. Rétabli en mars, il tomba malade d’une infection et mourut le 23 avril à Tarragone.
Laurent de Gouvion Saint-Cyr (13.4.1764 Toul – 17.3.1830 Hyères)
General y posteriormente mariscal del Imperio, conde y marqués. / Général puis maréchal d’Empire, comte et marquis.
Su declarado enemigo, MacDonald, resumió su persona en respuesta a la pregunta de Luis XVIII acerca de si era un perezoso: ”No estoy al tanto de ello”, dijo el Duque de Tarento, y siguió: «Él es un hombre de gran capacidad militar, firme, honesto, pero celoso del mérito de otros. En el ejército se le considera como un ”mal compañero de viaje”. De la manera más fría posible permitió a sus compañeros ser golpeados, sin tratar de ayudarlos, y luego los criticó después. Pero esta opinión, no es poco común entre los soldados, es quizás exagerada, y es admitido que posee una gran calma y grandes capacidades».
Son ennemi déclaré, MacDonald, résumait sa personne en réponse à la question de Louis XVIII de savoir s’il était paresseux : « Je n’en ai pas conscience », dit le duc de Tarente, poursuivant : « C’est un homme d’une grande capacité militaire, ferme, honnête, mais jaloux du mérite des autres. Dans l’armée, il est considéré comme un «mauvais compagnon de route». De la manière la plus froide possible, il a laissé battre ses compagnons, sans chercher à les aider, puis les a critiqués plus tard. Mais cette opinion, assez courante chez les militaires, est peut-être exagérée, et l’on admet qu’il possède un grand calme et de grandes capacités.»
En su momento ya tratamos la biografía de Gouvion Saint-Cyr en / A l’époque on traitait déjà de la biographie de Gouvion Saint-Cyr dans:
EJÉRCITO ESPAÑOL DE CATALUÑA (14.000 aprox.) [1] (s/Sañudo)
División Reding [Regimiento 1º de Granada (2 b), Regimiento de Baza (2 b), Regimiento de Almería (2 b)]
División Conde de Caldagués [Regimiento de Soria, Regimiento 2º de Saboya, Voluntarios de Palma]
División Gregorio Laguna (ó Cuadrado) [Regimiento Provincial Granaderos de Castilla La Vieja y Regimiento Provincial Granaderos de Castilla La Nueva]
División Gómez de Laserna [Regimiento de Granada, Voluntarios de Tarragona]
Brigada Caballería (De Witte) [Húsares de Granada, Caballería de línea de Santiago]
Reserva* [Granaderos, Guardias Españolas y Valonas]
Artillería [25 cañones medios y ligeros en 4-5 baterías y 8 cañones pesados]
* Estaban destinados a cubrir la prevista retirada del ejército, formados en línea en el Camino Real. / Ils étaient destinés à couvrir le retrait prévu de l’armée, formées en ligne sur le Camino Real.
7º CUERPO DE EJÉRCITO IMPERIAL (21.500 aprox.) [1] (s/Oman)
División Souham [Regimientos Ligeros 1º y 2º, Regimientos de Línea 7º, 42º y 67º y Regimiento 24º de dragones]
División Pino [Regimientos Ligeros italianos 1º y 2º, Regimientos de Línea italianos 4º, 5º y 6º y 7º y Regimiento 7º de dragones italianos]
División Chabot [Regimiento de Línea 2º napolitano y Cazadores de los Pirineos Orientales y Regimiento de Reales Cazadores italianos]
Division Chabran [Regimiento 2º suizo y Regimientos de Línea 2º, 7º, 10º, 37º, 56º y 93º y Regimiento provisional 14º de coraceros ]
Artillería: [probablemente sobre 2 baterías que interviniesen, aparte el parque de artillería salido de Barcelona que no intervino, situado en la orilla derecha del Llobregat]
Nota: «Tomó en seguida el mando de la derecha el brigadier Gómez de Laserna, el mariscal de campo Cuadrado el de la izquierda, el coronel Silva y el teniente coronel José Bodet el de la columna que compuesta de 2.000 hombres todos granaderos, guardias españolas y valonas, se había mandado formar en masa en el camino real, al objeto de cubrir la retirada á todos los cuerpos de la derecha y de la izquierda, pasó á mandar la caballería el mariscal de campo de De Witte, la retaguardia el coronel Desvalls, y el conde de Caldagués permaneció con todo el Estado Mayor en uno de los reductos del camino al lado del general Reding.» [2]
Remarque: « Immédiatement le brigadier Gómez de Laserna prit le commandement de la droite, le mariscal de campo Cuadrado celui de gauche, le colonel Silva et le lieutenat-colonel José Bodet celui de la colonne qui, composée de 2.000 hommes, tous grenadiers, gardes espagnols et wallons, avait commandé de former en masse sur le Chemin Royale, afin de couvrir la retraite de tous les corps à droite et à gauche, le mariscal de campo De Witte vint commander la cavalerie, le colonel Desvalls l’arrière-garde, et le comte de Caldagués il resta avec tout l’Ètat-major dans un des redoutes sur la route à côté du général Reding. [2]
Mapa con las disposiciones iniciales de los dos ejércitos, basado en el original del Atlas de las Operaciones en Cataluña del mariscal Gouvion Saint-Cyr en 1808 y 1809. También señalamos la posición de las fotografías del reportaje que acompaña al artículo. / Carte avec les dispositions initiales des deux armées, d’après l’original de l’Atlas des opérations en Catalogne du maréchal Gouvion Saint-Cyr en 1808 et 1809. Nous indiquons également la position des photographies dans le rapport qui accompagne l’article.
[nº 4] Vista hacia el sur desde la Riera de Torrellas, en la montaña donde se ubicaba el extremo del ala española y objeto del ataque de las tropas de la brigada italiana del general Jacques Fontane (llamado Fontana). / Vue au sud depuis la Riera de Torrellas, sur la montagne où se trouvait l’extrémité de l’aile espagnole et l’objet d’attaque par les troupes de la brigade italienne du général Jacques Fontane (appelé Fontana).
[nº 5] Plaza de la Vila en Sant Vicenç dels Horts, frente al Ayuntamiento. / Carré de la Vila à Sant Vicenç dels Horts, devant la mairie.
[nº 6] Vista hacia el norte, a los pies del cerro Castellar donde se situaba la 1ª línea española y algunas piezas de artillería. / Vue vers le nord, au pied de la colline de Castellar où se trouvaient la 1ère ligne espagnole et quelques pièces d’artillerie.
[nº 6] Camino de la fuente de San José (hoy desaparecida), con las posiciones españolas (foto anterior) a la izquierda. / Chemin vers la fontaine du Saint Joseph (aujourd’hui disparue), avec les positions espagnoles (photo précédente) sur la gauche.
[nº 6] Torrentera que discurre al pie de la posición, en la derecha de la foto anterior. / Torrent qui coule au pied de la position, à droite de la photo précédente.
EL INICIO Y DESARROLLO DE LA BATALLA / LE DÉBUT ET LE DÉVELOPPEMENT DE LA BATAILLE
Al día siguiente, 21 de diciembre, de madrugada, es decir, a las siete de la mañana, la división de Pino cruzó el Llobregat por el vado, frente a San Feliu, y perpendicular a la derecha del enemigo, mientras el general Souham cruzaba este río por otro vado cerca de San Juan Despí. Tan pronto como el general español notó este movimiento, se dio cuenta del error que había cometido al reunir todos sus recursos frente al puente de Molino del Rey, mientras que había varios vados en el río más abajo, uno de los cuales estaba especialmente mal guardado. Tenía la mayor ansiedad por su derecha, que vio en el aire y a punto de ser flanqueada. Fontane, con la primera brigada de la división Pino, se instaló en las alturas de Llors3 y Santa Coloma, que el enemigo defendía débilmente; y se apresuró a ceder para rectificar su posición, y ponerla en relación con nuestro movimiento ofensivo, que no había previsto: nada hubiera gustado más a Fontane que aprovechar este momento para seguir el ataque por la derecha del ejército español; pero su brigada, al tener que cubrir y proteger el paso del resto de la tropa, se vio obligada a tomar posición en la meseta de Llors. La segunda brigada de Pino, comandada por Mazuchelli, siguió el movimiento de la primera, y se colocó al pie de los altos de Llors y Santa Coloma, enmascarada, en columna, y lista para avanzar.
El general Chabot, con sus tres batallones, cruzó entonces el mismo vado y se colocó a la izquierda del general Pino. Un batallón de vélites4 italianos, que habían sido traídos de Barcelona, para ser utilizados en caso de necesidad, permanecieron en la margen derecha, cerca del vado de San Feliu, para custodiar la artillería y la impedimenta: Souham, que había subido la margen derecha del Llobregat desde San-Juan Despí, vino a apoyar a su izquierda contra la división de Pino, formando la suya en dos columnas de ataque. Antes de su llegada, Chabot, teniendo más distancia por recorrer, ya había sido dirigido de tal manera que volviera a la derecha del enemigo en la nueva posición que acababa de tomar. El enemigo, viendo este movimiento, se creyó obligado a extender su línea de batalla, y al extenderla la debilitó y facilitó nuestro ataque.
La segunda brigada de Pino, Mazuchelli, siguió el movimiento de Chabot, presionando hacia la izquierda, y formó la segunda columna de ataque. La de Fontane estaba, como hemos dicho más arriba, destinada a permanecer en reserva. Las dos brigadas de Souham siguieron el movimiento de la de Mazuchelli y subieron juntas, en cuanto recibieron la orden, en la montaña sobre la que se encontraba la derecha del ejército español.
La gran seguridad que el enemigo había mostrado el día anterior, a nuestra llegada; la tranquilidad que aún conservaba al ver un movimiento tan decidido y ofensivo; la precisión y el orden con que acababa de rectificar su posición, todo hacía creer que estaba bien resuelto, y que estaba decidido a vengarse de la batalla de Cardedeu5.
A medida que se acercaban nuestras columnas, los españoles les disparaban por filas, pelotones y batallones, que anunciaban más instrucción de la que se les suponía, pero que eran del todo inútiles, porque todavía estábamos fuera de su alcance. Un poco más tarde ejecutaron, con pocas tropas y gran precisión, un finísimo cruce de línea, adelantado, pero igualmente inútil. Luego partieron para cargarnos con bayonetas; admirando su semblante, redoblamos el paso para acortar su camino; pero, en el momento de juntarnos con ellos, y cruzar la bayoneta, dieron media vuelta, huyeron y revivieron la derrota de Cardedeu, después de haber disparado unas andanadas de fusilería de sus reservas, aunque nosotros luchábamos sólo con la primera línea este fuego ejecutado tan a destiempo, hirió a mucha de su gente, y aumentó el desorden. La derecha del enemigo, vuelta por Chabot con sus napolitanos, fue, como habíamos propuesto, echada hacia atrás, por detrás de su centro, y ésta, atacada por la brigada de Mazuchelli y la división francesa de Souham, fue echada hacia atrás a su izquierda: de modo que todo juntos, atropelladamente y en la mayor confusión, fueron conducidos de vuelta al puente del Molino del Rey, quedando cortadas sus comunicaciones de retirada: la de Villafranca por Chabot, la de Martorell por Chabran, mediante un destacamento que había hecho pasar por un vado que estaba encima del puente.
Si Chabran hubiera avanzado en este momento, dos tercios del ejército enemigo habrían quedado en nuestras manos o habrían sido destruidos. Desde la parte del puente en su poder vio este desorden sin moverse, y no emergió hasta el momento de la llegada de las tropas de Souham al puente; demasiado tarde para que este éxito fuera completo, como lo habríamos obtenido si hubiera cedido antes a las solicitudes del general Rey.
Sólo las tropas españolas en el mundo son capaces de salir de allí. ¿Pero cómo lo han hecho? Arrojando vergonzosamente sus armas, y abandonando todo en su equipación que pudiera impedir su carrera o entorpecer su paso por bosques, rocas, etc., etc. Sin embargo, no habrían logrado desaparecer así en medio de las dificultades de su situación, si Chabran hubiera avanzado con tiempo suficiente en el puente del Molino del Rey.
Chabran persiguió entonces a los enemigos en dirección a Igualada, hasta Martorell, donde tomó posición; Chabot hasta San Sadurní, y el resto de la tropa, por la carretera general de Tarragona, hasta Villafranca, donde se estableció el cuartel al día siguiente; Souham estableció el suyo en el Vendrell, sus tropas en la margen izquierda del Gaya, después de haber perseguido a los fugitivos hasta las puertas de Tarragona: el día 22, Pino tomó posición en Villafranca, Villanova y Sitges.
Durante tal asunto y una persecución de quince horas, sólo se pudo lograr de mil a mil doscientos prisioneros, entre los que se encontraban el general Caldagués, al mando del ala derecha del ejército6, su jefe de Estado Mayor, los coroneles Silva, Desvalls y O’Donovan, seis tenientes coroneles y otros oficiales en proporción.
Le lendemain, 21 décembre, à la pointe du jour, c’est-à-dire, à sept heures du matin, la division Pino traversa le Llobregat au gué, en face de San Feliu, et perpendiculairement à la droite de l’ennemi, dans le temps que le général Souham traversait cette rivière à un autre gué près San Juan Despí. Aussitôt que le général espagnol aperçut ce mouvement, il sentit la faute qu’il avait faite d’agglomérer tous ses moyens devant le pont de Molino del Rey, tandis qu’il y avait sur la rivière plusieurs gués au-dessous, dont un surtout trop faiblement gardé. Il eut les plus grandes inquiétudes pour sa droite, qu’il voyait en l’air et près d’être tournée. Fontane, avec la première brigade de la division Pino, s’établit sur les hauteurs de Llors3 et de Santa Coloma, que l’ennemi défendit faiblement; et se hâta de céder pour rectifier sa position, et la mettre en rapport avec notre mouvement offensif, qu’il n’avait point prévu : Fontane n’eût pas demandé mieux que de profiter de ce moment pour suivre l’attaque de la droite de l’armée espagnole; mais sa brigade, devant couvrir et protéger le passage du reste des troupes, fut obligée de prendre position sur le plateau de Llors. La deuxième brigade de Pino, commandée par Mazuchelli, suivit le mouvement de la première, et vint se placer au pied des hauteurs de Llors et Santa Coloma, masquée, en colonne, et prête à déboucher.
Le général Chabot, avec ses trois bataillons, passa ensuite le même gué, et vint se placer à la gauche du général Pino. Un bataillon de vélites4 italiens, que l’on ‘avait fait venir de Barcelone, pour s’en servir si cela devenait nécessaire, resta sur la rive droite, près du gué de San-Feliu, pour garder l’artillerie et les équipages : Souham qui, de San Juan Despí avait remonté la rive droite du Llobregat, vint appuyer sa gauche à la division Pino, la sienne étant formée en deux colonnes d’attaque. Avant son arrivée, Chabot, ayant plus de chemin à faire, avait déjà été dirigé de manière à tourner la droite de l’ennemi dans la nouvelle position qu’elle venait de prendre. L’ennemi, voyant ce mouvement, se crut obligé d’étendre sa ligne de bataille, et en l’étendant, il l’affaiblit et facilita notre attaque.
La deuxième brigade de Pino, Mazuchelli, suivit, en appuyant à gauche, le mouvement de Chabot, et forma la seconde colonne d’attaque. Celle de Fontane était, comme on l’a dit plus haut, destinée à rester en réserve. Les deux brigades de Souham suivirent le mouvement de celle de Mazuchelli et elles gravirent ensemble, aussitôt qu’elles en reçurent l’ordre, la montagne sur laquelle était placée la droite de l’armée espagnole.
La grande sécurité que l’ennemi avait montrée la veille, à notre approche ; la tranquillité qu’il conservait encore en voyant un mouvement aussi décidé et aussi offensif ; la précision et l’ordre avec lesquels il venait de rectifier sa position, tout portait à croire qu’il était bien résolu, et qu’il voulait fermement prendre sa revanche de la bataille de Cardedeu5.
A l’approche de nos colonnes, les Espagnols firent sur elles divers feux de file, de peloton et de bataillon qui annonçaient plus d’instruction qu’on ne leur en supposait, mais qui étaient assez inutiles, car nous étions encore hors de la bonne portée de la mousqueterie. Un peu après ils exécutèrent, avec quelques troupes et beaucoup de précision, un très-beau passage de ligne, en avant, mais tout aussi inutile. Ensuite ils s’ébranlèrent pour nous charger à la baïonnette ; admirant leur contenance , nous doublâmes le pas pour leur abréger le chemin; mais, au moment de les joindre, et de croiser la baïonnette, ils se retournèrent, s’enfuirent , et recommencèrent la déroute de Cardedeu, après avoir fait quelques décharges de mousqueterie de leurs réserves, quoique nous fussions aux prises avec la première ligne seulement; ce feu exécuté si mal à, propos, blessa beaucoup des leurs, et augmenta le désordre. La droite de l’ennemi, tournée par Chabot avec ses Napolitains fut, comme on se l’était proposé, rejetée derrière son centre, et celui-ci attaqué par la brigade Mazuchelli et la division française de Souham, fut rejeté sur sa gauche : de sorte que tous ensemble, pèle mêle et dans la plus grande confusion, furent acculés au pont de Molino del Rey, les communications de retraite leur étant coupées : celle de Villafranca par Chabot, celle de Martorell par Chabran, au moyen d’un détachement qu’il avait fait passer à un gué qui se trouvait au-dessus du pont.
Si Chabran eût débouché dans ce moment, les deux tiers de l’armée ennemie seraient restés dans nos mains, ou détruits. De la partie du pont en son pouvoir il vit ce désordre sans s’ébranler, et ne déboucha qu’au moment de l’arrivée des troupes de Souham au pont ; trop tard pour rendre ce succès complet comme nous devions l’obtenir s’il eût cédé plus tôt aux sollicitations du général Rey.
Il n’y avait dans le monde que les troupes espagnoles capables de se tirer de là. Mais, comment le firent-elles? En jetant honteusement leurs armes, et abandonnant de leur équipement tout ce qui pouvait les empêcher de courir ou gêner leur passage à travers les bois, les rochers, etc., etc. Toutefois elles n’auraient pas réussi à disparaître ainsi au milieu des difficultés de leur situation, si Chabran avait débouché assez à temps du pont de Molino del Rey.
Chabran poursuivit ensuite les ennemis dans la direction d’Igualada, jusqu’à Martorell, où il prit position ; Chabot jusqu’à San Sadurni, et le reste des troupes, sur la grande route de Tarragone, jusqu’à Villa Franca, où s’établit, le lendemain, le quartier-général ; Souham établit le sien à Vendrell, ses troupes sur la rive gauche de la Gaya, après avoir chassé les fuyards devant lui jusqu’aux portes de Tarragone : le 22, Pino prit position à Villafranca, Villanova et Sitges.
Pendant une telle affaire et une poursuite de quinze heures, on ne put atteindre que mille à douze cents prisonniers, parmi lesquels se trouvaient le général Caldagués, commandant l‘aile droite de l’armée6, son chef d’état-major, les colonels Silva, Desvalls et O’ Donovan, six Lieutenants-colonels et d’autres officiers en proportion.
Secuenciación de la batalla a partir del mapa original del Atlas de las Operaciones en Cataluña del mariscal Gouvion Saint-Cyr en 1808 y 1809 / Séquencement de la bataille à partir de la carte originale de l’Atlas des opérations en Catalogne par le maréchal Gouvion Saint-Cyr en 1808 et 1809.
Cuadro sobre la batalla realizado en 1809 por el pintor francés Joseph-Bernard Flaugier, que fue un encargo de las autoridades militares francesas en Barcelona. / Peinture sur la bataille réalisée en 1809 par le peintre français Joseph-Bernard Flaugier, commandée par les autorités militaires françaises à Barcelone. (a)
[nº 7] El puente moderno actual sobre la Riera de Cervelló, camino por el que avanzó el 24º de dragones francés hacia la cabeza del puente de Molins. / Le pont moderne actuel sur la Riera de Cervelló, le chemin le long duquel les 24e dragons français ont avancé vers la tête du pont de Molins.
[nº 8] Superior: Posición aproximada a la derecha del puesto de mando español, la carretera hacia Tarragona quedaría a la izquierda, fuera de la imagen; Inferior: Una reproducción del antoguo puente de las Quince arcadas, mandado construir por Carlos III, se tardaron cuatro años en su construcción (1763-1767), empleando prisioneros argelinos. / En haut : Position approximative à droite du poste de commandement espagnol, la route de Tarragone serait à gauche, hors de l’image ; En bas : Une reproduction de l’ancien Pont des Quinze Arches, commandé par Charles III, dont la construction a duré quatre ans (1763-1767), en utilisant des prisonniers algériens.
EPÍLOGO / ÉPILOGUE
El brigadier Laserna y otros oficiales murieron a causa de sus heridas en Tarragona. Se recogió una gran cantidad de armas abandonadas por los prófugos; se tomaron todos sus cañones en número de cincuenta7, por lo menos la mitad de grueso calibre; una bandera y muchas municiones, que se necesitaban con suma urgencia, no teniendo ni siquiera Barcelona para soportar un asedio de quince días, ni para abastecer el consumo diario del ejército durante un mes. En Villafranca y sus alrededores se encontraron tres millones de cartuchos de fusil; sesenta mil polvo; una cantidad de hierro fundido y un excelente cargador de armas nuevas, de fabricación inglesa.
La derrota de los españoles fue completa; una parte se detuvo sólo en el Ebro; pero unos quince mil hombres8 de su ejército lograron volver a entrar aislados o en pequeñas tropas en la plaza de Tarragona, prefiriéndola a cualquier otra para estar más cerca de los ingleses que acudían siempre en su ayuda, y les proporcionaban todo de lo que tenían necesidad, especialmente equipo y armamento.
Los españoles, siguiendo su costumbre cuando eran derrotados, despidieron al general Vives, a quien habían preferido al marqués del Palacio9, lo metieron en la cárcel10 y dieron el mando al general Reding, de nación suiza, oficial valiente, lleno de vigor, por quien los españoles estaban entusiasmados, a quien habían colmado de honores tras el asunto de Bailén11, y que personalmente se ha destacado en los asuntos de Cataluña desde su llegada. Este nombramiento devolvió la esperanza al ejército enemigo y facilitó su reorganización; Reding se ocupó de ello con gran actividad y talento, y las plazas fuertes de la provincia le proporcionaron. [3]
Le brigadier Laserna et d’autres officiers moururent de leurs blessures à Tarragone. On ramassa une grande quantité de fusils abandonnés par les fuyards ; on prit tous leurs canons au nombre de cinquante7, la moitié au moins de gros calibre ; un drapeau et beaucoup de munitions dont on avait le plus urgent besoin, Barcelone même n’en ayant pas pour soutenir un siège de quinze jours, ou pour fournir à la consommation journalière de l’armée pendant un mois. On trouva à Villa-Franca et dans ses environs trois millions de cartouches à fusil ; soixante milliers de poudre ; quantité de fers coulés, et un beau magasin de fusils neufs, de fabrique anglaise.
La déroute des Espagnols fut complète ; une partie ne s’arrêta qu’à l’Èbre ; mais environ quinze mille hommes8 de leur armée parvinrent à rentrer isolément ou par petites troupes dans la-place de Tarragone, la préférant à toute autre pour être plus à portée des Anglais qui venaient toujours à leur secours, et leur fournissaient tout ce dont ils avaient besoin, plus particulièrement l’équipement et l’armement.
Les Espagnols, suivant leur usage quand ils étaient battus, destituèrent le général Vivès, qu’ils avaient préféré au marquis del Palacio9, le jetèrent en prison10, et donnèrent son commandement au général Reding, suisse de nation, brave officier, plein de vigueur, dont les Espagnols étaient enthousiasmés, qu’ils avaient comblé d’honneurs après l’affaire de Baylen11, et qui s’est personnellement distingué dans les affaires de Catalogne, depuis son arrivée. Cette nomination ramena l’espérance dans l’armée ennemie, et facilita sa réorganisation ; Reding s’en occupa avec beaucoup d’activité et de talent, et les places fortes de la province lui en fournirent les moyens. [3]
Copia de una parte de un plano de España editado en Londres en 1810. / Copie d’une partie d’une carte d’Espagne publiée à Londres en 1810.
En total, Saint-Cyr va salió el 20 de diciembre de Sant Andreu de Palomar con unos 20.000 soldados de infanteria, unos 1.500 de caballería y 48 piezas de artilleria. Tras la batalla, Chabran persiguió al enemigo en dirección a Igualada, hasta Martorell, donde tomó posición; Chabot hasta San Sadurní, y el resto de la tropa, por la carretera general de Tarragona, hasta Villafranca, donde se estableció el cuartel al día siguiente; Souham estableció el suyo en el Vendrell, sus tropas en la margen izquierda del río Gaya, después de haber perseguido a los fugitivos hasta las puertas de Tarragona: el día 22, Pino tomó posición en Villafranca, Villanova y Sitges. Ordal era el punto de retirada previo a Tarragona que quedó desguarnecido y sin haber sido reforzado.
Au total, Saint-Cyr sort le 20 décembre de Sant Andreu de Palomar avec environ 20 000 fantassins, environ 1 500 cavaliers et 48 pièces d’artillerie. Après la bataille, Chabran poursuit l’ennemi dans la direction d’Igualada, jusqu’à Martorell, où il prend position ; Chabot à San Sadurní, et le reste des troupes, le long de la route principale de Tarragone, à Villafranca, où le quartier général a été établi le lendemain; Souham établit la sienne à El Vendrell, ses troupes sur la rive gauche du fleuve Gaya, après avoir poursuivi les fugitifs jusqu’aux portes de Tarragone : le 22, Pino prend position à Villafranca, Villanova et Sitges. Ordal était le point de retrait choisi par les Espagnols avant Tarragone, qui était laissé sans surveillance et sans avoir été renforcé.
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1Las divisiones del teniente general marqués de Lazan, Luis de Palafox y Melzi (que provenía del frente de Aragón), con algo menos de 4.000 hombres y la 4ª división del coronel Francisco Milans del Bosch, con unos efectivos similares.
2El mismo día que los franceses llegaron al rio (sobre las 14:00 h. del día 20) Reding convocó en consejo de guerra a todos los generales y jefes, para determinar si convenia mas esperar al enemigo, retirarse por Ordal o directamente hacia Tarragona. Unánime fue la opinión de dirigirse a Tarragona, aunque algunos quisiesen que no fuese sin conservar en lo posible el punto de Ordal. [2]
Reding le envió un despacho al general en jefe, Vives, relatando el consejo de guerra y pidiéndole órdenes. El correo enviado a Vives no había llegado a su cuartel en Villafranca hasta pasadas las nueve de la noche (eran unas 7 horas de camino). Vives respondió que, si era imposible mantener el puesto de Llobregat, había que retirarse a Ordal, donde estaría en persona antes de que llegara el ejército. Esta orden fue despachada de cerca de la medianoche. Reding lo recibió a las cuatro y media de la mañana (durante la jornada del 21), pero la respuesta no era determinante sobre aguantar la posición, y ya no quedaba tiempo para la retirada sin ser vistos por las tropas enemigas. [3]
3Un caserío o masía no identificado en la actualidad. Podría referirse a la masía de Can Munné o Can Mallol, cercanas a dicha zona. No hemos encontrado ninguna denominación parecida a «Llors» en planos posteriores de Santa Coloma de Cervelló.
4Por decreto del 20 de junio de 1805, Napoleón I creó el cuerpo de Vélites Reales, destinado en particular a convertirse en un caldo de cultivo para los futuros oficiales del ejército, reclutados entre las familias más ricas de Italia. [7]
5La batalla de Llinars o batalla de Cardedeu se produjo el 16 de diciembre de 1808 cerca de Cardedeu, en tierras del Vallés Oriental, entre las tropas españolas del general español Juan de Vives y las tropas del general francés Gouvion Saint-Cyr, con victoria de las armas imperiales.
6El brigadier Gómez de Laserna estaba al mando del ala derecha española. El conde de Caldagués permaneció en el puesto de mando de Reding, frente al puente de Molins de Rey. Cuando las tropas francesas flanquearon el ala derecha españolas y aparecieron en las alturas para cortar la retaguardia española, Caldagués fue enviado con parte de la columna central que estaba formada en la carretera de Tarragona. El conde de Caldagués fue uno de los muchos émigrés, que se vieron forzados a exiliarse de Francia con el triunfo de la Revolución, prestando sus servicios en el ejército español. Tras la batalla fue hecho prisionero al día siguiente en Vendrell.
7Segun Cabanes [3] cita que «toda nuestra artillería cayó en poder de los franceses» y según Sañudo, citado por Lipscombe, en total la artillería española desplegaba ese día unos 25 cañones medios y ligeros y 8 cañones pesados. [1]
8El número de tropas que atribuye Saint-Cyr a los españoles por sus comentarios debería suponer cerca de unos 20.000 hombres (recordemos que no estaban las tropas de Lazan y de Milans, con los que si que se podría haber llegado a esa cifra), y subjetivamente, se igualan en el relato los dos bandos de la batalla, cuando hemos visto que había clara superioridad por parte imperial en los efectivos. Como suele suceder en la mayoría de crónicas de la época, averiguar el número de muertos, heridos y prisioneros es una labor detectivesca y muy aproximativa, sin contar con fuentes primarias. Cabanes [3] cita «muchos muertos y 400 prisioneros», el propio Saint-Cyr cita que «sólo se pudo alcanzar de mil a mil doscientos prisioneros» sin citar el número de muertos. Albert Gil en su trabajo [10] enumera 1.200 prisioneros citando a Saint-Cyr y «1.000 soldados españoles murieron o fueron gravemente heridos durante la batalla» y 25 cañones capturados. Por parte francesa, el boletín 26 del ejército francés en España (Monitor de 17 de enero 1809) firmado por el jefe de Estado Mayor, el general Louis-Emmanuel Rey, habla de «unos cuantos hombres muertos y 60 heridos». Consultando la excelente web https://www.tablasmartinien.es/, nos da para los oficiales franceses e italianos, un número de 7 capitanes y 1 subteniente heridos.
9Domingo Mariano Traggia Uribarri, Marqués del Palacio, fue nombrado capitán general de Cataluña el 6 de julio de 1808 y tras una ardua labor en el ejército, haber podido ayudar a levantar el 2º asedio de Gerona y derrotar a los franceses en Sant Cugat el 12 de octubre de 1808, en septiembre de año fue reclamado por la Junta Central y el 30 de ese mes fue nombrado componente de la Junta Superior Militar en la Corte en Andalucía, tomando el general Juan Miguel Vives y Feliú – que había llegado de Mallorca – su relevo como capitán general el día 28 de septiembre.
10Su fracaso en el sitio de Barcelona (17 de diciembre de 1808) y las derrotas en las batallas de Cardedeu (16 de diciembre) y Molins del Rei (21 de diciembre) aunque no concurriera prácticamente en esta última, decidió la suerte de Vives. La muchedumbre en Tarragona le amenazaba de muerte e hizo trasladar la Junta Superior a Tortosa. Parte por conocer lo falso de su posición y por el interés mismo de la causa, parte por proponer su remoción el representante de la Suprema del Reino, Tomás Veri, dimitió Vives el mando que hubo de conferir interinamente la Junta de Cataluña a Teodoro Redding, «el cual, decía ésta en su manifiesto de enero próximo, por su fama y concepto público era el mas á propósito para reanimar la confianza del pueblo y del soldado.» No hemos encontrado referencias sobre su presunto encarcelamiento.
11Iniciada la Guerra de la Independencia (1808 – 1814), Theodor Reding von Biberegg encabezó la Junta de Málaga. Pronto fue nombrado General en Jefe de las tropas del reino de Granada y luego Comandante General de la 1ª División del Ejército de Andalucía, demostrando a sus hombres que era posible derribar la mítica invencibilidad napoleónica, convirtiéndose en verdadero artífice de la primera victoria en campo abierto sobre las tropas de Napoleón en España, el 19 de Julio de 1808 en la localidad jienense de Bailén. [12]
1Les divisions du lieutenant-général marquis de Lazan (venu du front d’Aragon) avec un peu moins de 4.000 hommes et la 4e division du colonel Francisco Milans del Bosch, avec des effectifs similaires.
2Le jour même où les Français arrivèrent au fleuve (vers 14 heures le 20), Reding convoqua un conseil de guerre à tous les généraux et chefs, pour déterminer s’il valait mieux attendre l’ennemi, se retirer par Ordal ou directement vers Tarragone. L’avis était unanime de se rendre à Tarragone, bien que certains aient voulu que ce ne soit pas sans préserver au maximum le point d’Ordal. [2]
Reding a envoyé une dépêche au général en chef, Vives, racontant le conseil de guerre et demandant ses ordres. Le courrier envoyé à Vives n’était arrivé à son quartier général de Villafranca qu’après neuf heures du soir (c’était environ 7 heures sur le chemin). Vives répondit que, s’il était impossible de tenir le poste à Llobregat, il fallait se retirer à Ordal, où il serait en personne avant l’arrivée de l’armée. Cette commande a été expédiée vers minuit. Reding le reçoit à quatre heures et demie du matin (dans la journée du 21), mais la réponse n’est pas décisive pour la tenue de la position, et il ne reste plus le temps de se retirer sans être vu des troupes ennemies. [3]
3Une ferme actuellement non identifiée. Cela pourrait faire référence à la ferme Can Munné ou Can Mallol, près de cette zone. Nous n’avons trouvé aucune dénomination similaire à «Llors» dans les cartes ultérieurs de Santa Coloma de Cervelló.
4Par décret du 20 juin 1805, Napoléon Ier créait le Corps des Vélites Royaux, destiné notamment à devenir un vivier de futurs cadres de l’armé, recrutés parmi les familles les plus aisées d’Italie. [7]
5La bataille de Llinars ou bataille de Cardedeu eut lieu le 16 décembre 1808 près de Cardedeu (Vallés Orientale), entre les tropes espagnoles du général Juan de Vives et les tropes impériales du général Gouvion Saint-Cyr, avec victoire des armes impériales.
6Le brigadier Gómez de Laserna commandait l’aile droite espagnole. Le comte de Caldagués reste au poste de commandement de Reding, face au pont de Molins de Rey. Lorsque les troupes françaises flanquent l’aile droite espagnole et apparaissent sur les hauteurs pour couper l’arrière espagnole, Caldagués est envoyé avec une partie de la colonne centrale qui s’est formée sur la route de Tarragone. Le comte de Caldagués était l’un des nombreux émigrés, contraints à l’exil de France avec le triomphe de la Révolution, servant dans l’armée espagnole. Après la bataille, il est fait prisonnier le lendemain à Vendrell.
7Selon Cabanes [3] il cite que « toute notre artillerie est tombée aux mains des Français » et selon Sañudo, cité par Lipscombe, au total l’artillerie espagnole a déployé ce jour-là quelque 25 canons moyens et légers et 8 canons lourds. [1]
8Le nombre de troupes que Saint-Cyr attribue aux Espagnols d’après ses propos devrait être d’environ 20.000 hommes (rappelons que les troupes de Lazan et de Milans n’étaient pas là, avec qui ce chiffre aurait pu être atteint), et subjectivement, les deux armées à la bataille sont égales dans le récit, alors qu’on a vu qu’il y avait une nette supériorité du côté impérial en termes de troupes. Comme cela arrive habituellement dans la plupart des chroniques de l’époque, connaître le nombre de morts, de blessés et de prisonniers est un travail de détective et très approximatif, sans avoir de sources primaires. Cabanes [3] cite « de nombreux morts et 400 prisonniers », Saint-Cyr lui-même cite que « on ne put atteindre que mille à douze cents prisonniers » sans citer le nombre de morts. Albert Gil dans son ouvrage [10] recense 1.200 prisonniers citant Saint-Cyr et « 1000 soldats espagnols morts ou gravement blessés au cours de la bataille » et 25 canons capturés. Du côté français, le bulletin 26 de l’armée française en Espagne (Moniteur du 17 janvier 1809) signé par le chef d’état-major, le général Louis-Emmanuel Rey, parle de «quelques hommes tués et 60 blessés». En consultant l’excellent site https://www.tablasmartinien.es/, il nous donne, seulement pour les officiers français et italiens, un nombre de 7 capitaines et 1 sous-lieutenant blessés.
9Domingo Mariano Traggia Uribarri, marquis del Palacio, a été nommé capitaine général de Catalogne le 6 juillet 1808 et après un travail acharné dans l’armée, il a pu aider à lever le 2e siège de Gérone et à vaincre les Français à Sant Cugat le 12 Octobre 1808, en septembre il fut réclamé par le Conseil central et le 30 de ce mois, il fut nommé membre du Conseil militaire supérieur de la Cour d’Andalousie, prenant le général Juan Miguel Vives y Feliú – arrivé de Majorque – sa relève en tant que capitaine général le 28 septembre.
10Son échec au siège de Barcelone (17 décembre 1808) et les défaites aux batailles de Cardedeu (16 décembre) et de Molins del Rei (21 décembre), bien qu’il n’ait pratiquement pas assisté à cette dernière, décidèrent du sort de Vives. La foule de Tarragone le menaça de mort et fit transférer la Junta Supérieur à Tortosa. En partie parce que connaissant la fausseté de sa position et pour l’intérêt même de la cause, en partie en proposant sa destitution le représentant de la Cour Suprême du Royaume, Tomás Veri, Vives a démissionné du commandement que la Junta de Catalunya devait conférer temporairement à Teodoro Redding, « qui, disait cette dernière dans son manifeste de janvier prochain, en raison de sa notoriété et de l’opinion publique, il était le plus apte à ranimer la confiance du peuple et du soldat ». Nous n’avons trouvé aucune référence à son emprisonnement présumé.
11Après le début de la guerre d’Espagne (1808-1814), Theodor Reding von Biberegg dirigea la Junta de Málaga. Il fut bientôt nommé général en chef des troupes du royaume de Grenade puis commandant général de la 1ère division de l’armée d’Andalousie, démontrant à ses hommes qu’il était possible de renverser la mythique invincibilité napoléonienne, devenant le véritable artisan de la première victoire en rase campagne sur les troupes de Napoléon dans l’Espagne l’Europe, le 19 juillet 1808 dans la ville de Baylén à Jaén. [12]
Fuentes:
1 – «The Peninsular War Atlas» – Col. Nick Lipscombe, Osprey Publishing, Great Britain, 2010
2 – “Historia de la Guerra de la Independencia en el antiguo Principado“. Tomo I – Adolfo Blanch, Imprenta y Librería Politécnica de Tomás Gorchs, Barcelona, 1861
3 – «Journal des Opérations de l’Armée de Catalogne en 1808 et 1809» – Maréchal Gouvion Saint Cyr, Chez Anselin et Pochard, Paris, 1821
4 – «Estados de la organización y fuerza, de los ejércitos españoles…» – Sección Historia Militar [Cabanes], Imprenta Viuda e hijos de Antonio Brusí, Barcelona, 1822
5 – «Batalla de Cardedeu 1808» – VV.AA., Museu Arxiu Tomàs Balvey / Ajuntament de Cardedeu, 2008
6 – «Inventari de masies i elements singulars del municipi de Santa Coloma de Cervelló» / Volum 2.2: Fitxes elements inventariats – Ajuntament de Santa Coloma, SPAL, desembre 2011
14 – «Historia de las operaciones del Exército de Cataluña en la guerra de la Usurpación. Campaña Primera» – Francisco X. Cabanes, Imprenta de Brusi, Tarragona, 1809 / Barcelona, 1815
La ciudad de Peñíscola, a unos 150 km de Valencia, posee un interesante núcleo antiguo, coronado por la que fue morada del Papa Benedicto XIII, el Papa Luna, un castillo fortaleza del s. XIV, que ocupa un imponente peñón que se alza a unos 64 m sobre el nivel del mar. El peñón estaba unido a la península por una franja de arena de unos 60 m que desaparecía durante los temporales, transformando a Peñíscola en un verdadero islote fortificado. En 1811, con las tropas del Ejército de Aragón del mariscal Suchet situadas entre Cataluña y Valencia, la fortaleza jugó un activo papel de apoyo a las tropas y a la flota aliadas. A finales de ese año, el nuevo gobernador, el brigadier Pedro García Navarro, ante la más que previsible llegada de las tropas imperiales mejoró las defensas de la ciudad, inutilizando los dos puentes que salvaban el riachuelo que fluía paralelo a la costa, inundando la zona lacustre y posicionando baterías en el exterior. La obra más importante la ubicó delante de la rampa de entrada, donde erigió una media luna llamada “La Preciosa”, que cerraba el paso entre los dos baluartes principales [3]. Una vez conquistada Valencia el 9 de enero, Suchet volvió su mirada hacia Peñíscola, a la que había dejado bloqueada por unas pocas tropas y caballería y dio ordenes para preparar el asedio del enclave, al que sus tropas denominaban «Pequeño Gibraltar».
Fotografía de Peñíscola (2006) desde la ciudad antigua. El istmo totalmente urbanizado en la actualidad, en 1812 solo se verían los caminos que salían hacia Benicarló a la derecha, paralelo a la playa y hacia Torre Blanca, que discurría por las montañas. Un canal de agua salada discurría también paralelo a la costa y al camino hacia Benicarló.
MOVIMIENTOS Y ACCIONES PREVIOS
En el mes de septiembre de 1811, en su movimiento ofensivo sobre Sagunto y Valencia, el mariscal Suchet, para contener la guarnición de Peñíscola y proteger la marcha de los convoyes, había dejado en Benicarló un batallón del 114º y 25 dragones, y en Torre Blanca un puesto del 2º del Vístula. Había aplazado, hasta después de la toma de Valencia, el asedio de este pequeño lugar que, por la fuerza de su posición, había recibido de los soldados el nombre de Pequeño Gibraltar. Los españoles no siendo bloqueados solo desde lejos, realizaron varias incursiones.
Vista de Peñíscola según el Atlas de las memorias de las campañas en España del mariscal Suchet. ❶ (b)
El día 1 de octubre una columna de quinientos o seiscientos hombres salió de Peñíscola con una pieza de cañón, y se dispuso a atacar un puesto del 114º regimiento de línea que ocupaba una casa almenada, en el punto donde la carretera de Peñíscola se une a la gran ruta de Tortosa. El jefe de batallón Ronfort, comandante en Benicarló, inmediatamente salió al encuentro de los españoles, los atacó y capturó a un oficial y ocho soldados; pero no pudo impedir que volaran la casa almenada que habían tomado, ni que entraran de nuevo en Peñíscola con la pieza de cañón que traían.
En noviembre, la guarnición de Peñíscola intentó dos veces establecerse en una torre llamada Torre Nueva , situada en la costa a más de media legua de la plaza del lado de Valencia; fue expulsada con pérdidas por los comandantes de Benicarló y Torre Blanca, pero en diciembre logró alojarse allí y colocó allí a ochenta hombres, incluidos cuarenta zapadores al mando de un oficial ingeniero.
El mariscal Suchet, ordenó atacar a cañonazos dicha torre y arrasarla hasta los cimientos. Durante la noche del 6 al 7 de diciembre, el comandante del batallón Ronfort procedió allí, y colocó doscientos hombres de élite del 114º en el camino de Peñíscola, mientras que el Capitán Bonafous de la artillería estableció una batería de dos cañones de a 8 a ciento veinte yardas de la torre. De día comenzaron estas dos obras para disparar, pero tuvieron poco efecto, la puerta de la torre estaba cubierta por un parapeto de tierra. Ya varios artilleros franceses habían sido heridos, y seis lanchas desde Peñíscola avanzaban en ayuda de la torre, cuando para acabar con ella, el comandante del batallón Ronfort marchó con sus granaderos a veinte pasos de la torre y disparó la fusilería más enérgica. Al mismo tiempo, el capitán de E.M. Delaveine, el teniente Mabire y algunos soldados se precipitaron bajo una lluvia de balas y piedras hacia la puerta de la torre y colocaron allí dos barriles de pólvora. Al verlo, la guarnición aterrorizada levantó la bandera blanca y se rindió. Las lanchas españolas llegaron poco después, pero los cañones franceses pusieron en acción cerca del mar y las obligaron a salir a alta mar. La pólvora encontrada en la torre se usó para volarla. Los imperialestuvieron dos hombres muertos y siete heridos.
LA FORTALEZA DE PEÑÍSCOLA EN 1812
Peñíscola está situada sobre una roca escarpada que estaba conectada con la costa únicamente por un istmo de arena de unos doscientos metros de largo y que a su vez se cubría de agua durante las mareas altas. Este pequeño lugar, distante unos 5 kilómetros del Camino Real que discurría de Tortosa a Valencia, no podía tener mayor influencia en esta ruta sino por las incursiones que pudiera efectuar su guarnición; pero, en el plano marítimo, su importancia era mucho mayor, encontrando los buques aliados un buen punto de apoyo en la costa y un lugar donde poder aprovisionarse de agua.
Por el lado de tierra, la ciudad estaba defendida por un frente abaluartado, asentado sobre la roca afilada excavada en un pico, y que dominaba el istmo de unos quince a veinte metros. Sobre el resto del recinto, la roca, bañada por un profundo mar, se elevaba verticalmente a más de treinta metros de altura. La cresta estaba coronada por un muro almenado, con baterías dirigidas a mar abierto. Un antiguo castillo templario, construido en el punto más alto de la roca, a cincuenta metros sobre el nivel del mar, servía de refugio al pueblo; había cuarteles cubiertos para unos ochocientos hombres y todos los enseres necesarios para la defensa, y una escalera excavada en la roca conducía a un embarcadero donde las chalupas españolas podían llegar con la mar tranquila.
Mapa de Peñíscola con sus fortificaciones principales ❷ (c)
El lugar tenía unos dos mil habitantes y una guarnición de unos mil hombres1 a las órdenes del brigadier García Navarro2, que había sido hecho prisionero por los franceses en Falset en 1810, aunque pudo escaparse. Tenía provisiones para seis meses, tres molinos de sangre (movidos por energía animal o humana), pasajes subterráneos a prueba de bombas, munición considerable y sesenta y seis cañones en sus baterías. Del mismo seno de la peña sobre la que se asienta la villa brotaban varios manantiales de agua dulce, que abastecían las necesidades de la guarnición y de los habitantes. La dificultad de los caminos en el frente de la península se veía aumentada por la existencia de un extenso pantano, ocupando todo el terreno bajo entre el mar y el pie de la sierra que había sido inundado por medio de una presa elevada sobre el canal que lo cruzaba. Cuatro cañoneras defendían los accesos a la playa y una escuadra inglesa navegaba a corta distancia del lugar. [1]
LEYENDA
A. Castillo; B. La Preciosa; C. Entrada de la plaza y cuerpo de guardia; D. Bastión del Calvario; E. Bastión de San Jaime; F. Bastión de San Fernando; H. Bastión del Olvido; K. Bocloglio; L. Escalera del Papa Luna; M. Bastión nuevo; N. Bastión del Príncipe; O. Bastión de la Reina; P. Bastión de Bufador; Q. Torre del Papa Luna. R. Bastión de Santa Ana; S. Bastión de Santa María; T. Almacenes de pólvora; a. Entrada al Castillo; b. Almacén de pólvora; c. Cisterna; d. Cocinas; e. Puerta de la escalera del Papa Luna; f. Puente levadizo; g. Iglesias; h, Cementerio; k. Letrinas; l. Entrada de las casamatas del bastión de San Fernando; m. Descenso abovedado para llegar al puerto; n. Puerta de entrada al bastión de San Jaime; o. Puerta de comunicación con el mar; p. Puerta del puerto; q. Fuente de agua dulce; r. Hornos; s. Cuerpo de guardia; t. Puerta de San Vicente (tapiada); u. Almacenes de la Artillería; v. Escalera para descender al subterráneo; x. Fuente de la villa; y. Fuente y abrevadero; z. Bufador.
EL ASEDIO DE PEÑÍSCOLA
La caída de Valencia, que tuvo lugar el 9 de enero, permitió al mariscal dirigir la división de Musnier a Peñíscola para sitiarla; pero los acontecimientos llamaron a esta división en Cataluña, el general Severoli vino a sustituirla el 20 de enero con dos batallones del 1er regimiento de línea italiano, dos batallones del 114º, un batallón del 1º del Vístula, dos compañías de artillería y dos compañías de zapadores. Estas tropas se colocaron en las alturas y en la playa cerca de la plaza, a saber: los italianos a la derecha; el Batallón del Vístula , la artillería, los zapadores y el parque de asedio en el centro; y un batallón del 114º a la izquierda, se hicieron algunos atrincheramientos entre la inundación y la orilla para contener las salidas de la guarnición.
Mapa de Peñíscola del Atlas de las memorias de las campañas en España del mariscal Suchet [2]. Hemos destacado los principales puntos: ❶ Vista panorámica de Peñíscola; ❷ La fortaleza unida por un istmo y la salida para las rutas hacia Benicarló al norte (con puestos de control franceses) y Torre Blanca al sur; ❸ Leyenda; ❹ Pantano impracticable; ❺ Línea de paralelas y trincheras de unos 418 metros; ❻ Artillería en cerros cercanos: II (3 obuses de 8 pulgadas y dos piezas de 24 pulgadas) y III (4 piezas de 24 pulgadas); ❼ Artillería en las paralelas: 6 (4 morteros de 12 pulgadas), IV (4 piezas de 24 pulgadas) y V (4 piezas de 24 pulgadas y un obús de 6 pulgadas); ❽ Cuatro chalupas cañoneras al norte y dos bergantines ingleses al sur ayudaban a la defensa de la plaza. (d)
El sitio de Peñíscola ofrecía grandes dificultades, el general Severoli quiso intentar hacerse dueño de él por la vía de las negociaciones; pero rechazadas las proposiciones que le hizo al gobernador, resolvió emprender las operaciones de sitio, comenzando por bombardear la ciudad. El general Valée, comandante de la artillería del ejército de Aragón, vino a fijar el emplazamiento de la batería número 1, de cuatro morteros de 12 pulgadas, que se construyó a casi mil doscientos metros del lugar, detrás de un altozano (cerro de poca altura en terreno llano), y un poco más arriba del camino de Benicarló que, por esta parte, corre a lo largo del pie de la montaña. Esta batería inició su fuego el 28 de enero y lo continuó dia y noche.
1ª , 2ªy 3ª noche del 31 de enero al 3 de febrero: En la noche del 31 de enero al 1 de febrero, el Mayor Plagniol, con mil trabajadores, abrió una parte de la paralela detrás de la inundación, mirando al sur hacia la playa. Este paralela se prolongó en las noches siguientes apretando cada vez más el istmo y el frente de ataque (hasta un total de 215 toesas, unos 418 m.). El coronel de artillería Raffron estableció inmediatamente en las alturas y en las paralelas cinco baterías para contrarrestar las del lugar, a saber:
Número 2, dos cañones de 24 libras y tres obuses de 6 pulgadas; Número 3, de cuatro piezas de 24; Número 4, de cuatro piezas de 24; No. 5, cuatro cañones de 24 libras y un obús de 6 pulgadas; Nº 6, cuatro morteros.
El intercambio artillero era intenso entre los sitiadores y la plaza: los morteros disparaban noche y día llegando a hundir una cañonera, mientras que la artillería de la fortaleza, que podía batir todo el frente a ambos lados del istmo y la playa disparaba balas y metralla cerca de las baterías destinadas a hacer brecha.
Según J. Belmas, apenas había comenzado el sitio, cuando un navío que se había armado por los franceses en el puerto de Denia tomó en el mar una barca que llevaba despachos del gobernador de Peñíscola al comandante general de Alicante. Por la presencia de ánimo de un voltigeur que estaba a bordo del barco, el despacho fue retirado del agua tal como acababa de ser arrojado a ella. Este despacho informó al mariscal Suchet del malestar que reinaba entre la guarnición y los ingleses. El general García-Navarro se expresaba con indignación con sus aliados, que le exigieron la entrega del lugar, y declaró que prefería someterse a los franceses, como había hecho Valencia y el resto de España. El conocimiento de estas disposiciones determinó al general en jefe a hacer que se ofreciera de nuevo la capitulación al gobernador. El 2 de febrero se envió al lugar el teniente de Estado Mayor Charles Prunel y se acordó con el General García Navarro en base a una convención de que la fortaleza sería entregada al ejército francés, con la condición de que la guarnición se retirara a donde quisiera [1]. Según J. Hernández, «Pese a que contaba con los hombres, armas y municiones necesarios para resistir el gobernador Navarro capituló a comienzos de febrero de 1812 tras dos semanas de bombardeo, una “traición” para los españoles. Sin embargo, las fuentes coetáneas (tanto españolas como inglesas) revelan que Navarro quiso evitar que la plaza se convirtiese en un “segundo Gibraltar” si cedía su control a Inglaterra [3].
FUERZAS IMPERIALES EN EL ASEDIO [10] (≈ 3.500 h.)
114º Regimiento de Línea (2 batallones) 1er Regimiento Italiano de Línea (2 batallones) 2º Regimiento de la Legión del Vístula (1 batallón) 8/1º Artillería a Pie (3 oficiales / 95 soldados/artill.) l0/1º Artillería a Pie (3/88) 6/4º (bis) Tren Batallón (1/98) 1/4º Tren Batallón Italiano (2/80) 7/2º Batallón de Zapadores (Desconocido) 7ª Compañía Italiana de Zapadores (3/70)
FUERZAS ESPAÑOLAS EN LA DEFENSA (≈ 600 h.)
Regimiento de Infantería de Cazadores de Valencia (?)
3er batallón de cazadores de Orihuela
Real Cuerpo de Ingenieros
Artillería
Otros.
El castillo templario que domina el territorio se edificó entre 1294 a 1307, sobre los restos de la antigua alcazaba árabe.
Del despacho de 17 de enero3 del propio García Navarro al ministro de la Guerra (antes de la capitulación), se reiteraba en un primer despacho enviado con fecha 1 de diciembre, donde informaba del mal estado de las cureñas de las piezas de la Plaza, el estado inacabado de las defensas que había previsto él mismo, el mal estado de la tropa en cuanto a número, armamento, uniformidad y calzado así como, no podía ser de otra modo, la falta de dinero, que reclamaba urgentemente para poder aprovisionarse en los pueblos vecinos. Aparte también informaba de la falta de ayuda por parte de la marina británica4. Sin la posibilidad de ser socorrido por tierra e improbablemente por mar, era cuestión de tiempo que pudiera seguir la misma suerte que Valencia y que habían seguido otras fortalezas con más medios, y más con un jefe enemigo tan competente como Suchet. El acuerdo fue aceptado por los defensores y García Navarro5 firmó la capitulación. A pesar de abandonar la plaza, los españoles salvaban toda la guarnición de ser hecha prisionera (excepto su jefe y algunos oficiales6, que se incorporaron a las filas josefinas) y los imperiales se ahorraban un asedio que se antojaba muy complicado y que hubiera requerido tiempo y sacrificios. El 4 de febrero se tomó posesión de Peñíscola por parte de las tropas de Severoli, donde se encontraron 74 cañones y bastantes provisiones. El contingente del ejército de Aragón en el asedio solo sufrió unos sesenta hombres muertos o heridos [1].
Para los franceses el lugar sería muy útil para la defensa de la costa, por la protección que allí hallaban los corsarios y las demás naves perseguidas por los aliados. Las fortificaciones fueron puestas en orden; en el baluarte izquierdo del frente de tierra se hizo un atrincheramiento interior, forrado de artillería, y se prepararon obstáculos en las salidas de las calles y en las casas para poder, si fuera necesario, defender el terreno pie a pie como hasta el castillo.
Peñíscola permanecería en poder de los imperiales hasta 1814. Desde enero de aquel año el ejército español del general Elío la sometió a un duro asedio, que dejó en ruinas la fortaleza y el caserío adyacente y provocó muchas víctimas entre la guarnición francesa, la cual se rindió finalmente el 25 de mayo de 1814 [11]. El asedio por parte española esta vez fue mucho más difícil: el tiempo había sido durísimo y las paralelas a las primeras obras del fuerte se habían visto entorpecidas con frecuencia por las lluvias y por la escasa calidad del terreno arenoso, que se inundaba continuamente.
Ermita de la Virgen de la Ermitana (1708-14), construida anexada al castillo.
Una dependencia abovedada del castillo.
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1El Estado Militar de 1808 cita para Peñíscola 1 compañía del Cuerpo de Inválidos Hábiles (desde 1729 por R.O. las Unidades de Inválidos eran consideradas como unidades militares y en servicio), al mando del teniente coronel D. Manuel Loriente. El estadillo militar de X. Cabanes para el 2º ejército en fecha 15 de agosto de 1811, lista en la guarnición de Peñíscola un solo batallón con un total de 44 oficiales y 1290 hombres [7].
2García Navarro, Pedro. Cartagena (1781 – 1864). Brigadier de los Reales Ejércitos y Oficial de la Armada destinado en la ciudad de Cartagena. En enero de 1807 es ascendido a teniente de fragata. Al comienzo de la Guerra de la Independencia se incorpora a los batallones de tropas de Marina que se suman a las fuerzas del ejército organizado en la región de Levante. Rápidamente ascendido participa en la mayor parte de los combates librados en Aragón y Valencia. En 1810, tras las derrotas de María y Belchite, manda una pequeña fuerza situada en la línea del río Algas, protegiendo la plaza de Tortosa. Tras la conquista de Tortosa y el avance de Suchet hacia Valencia, García Navarro es nombrado gobernador de la plaza de Peñíscola (en septiembre de 1811). La entrega del castillo fue considerada como una traición, circunstancia agravada por la adhesión de García Navarro a la causa del rey José I». En 1814 se exilió a Francia, aunque pudo volver amnistiado tras el Trienio Liberal.[4]
3Comunicación del Gobernador de Peñíscola al Ministro de la Guerra manifestando el tristisimo estado en que se halla la plaza y remitiendo copia de un mensaje de un Comandante de las fuerzas francesas en Benicarló intimando la rendición y la contestación por el Gobernador de Peñíscola. Tiene la fecha de 17 de enero.
«Exmo. Señor.
En mi oficio de primero de diciembre manifesté a V.E. el deplorable estado de esta Plaza y à pesar de mis continuas reclamaciones à todas las Autoridades, no he podido lograr se mejore. No es posible esplicar a V.E. mi situación deplorable: Los enemigos me intimaron ayer la rendicion: Me hallo falto de quasi todos los articulos necesarios para vivir. Las obras q. emprendi con toda la eficacia posible se hallan a poco mas de la mitad. La Guarnicion es la mitad que devía ser, se halla desnuda, descalza, y sin pagar y en peor estado del q. manifesté à V.E. en mi citado oficio; Pues en una promocion que se ha hecho han sido promovidos los sugetos mas malos y postergados los pocos venemeritos. No puedo comprender Señor Excemo. Que sin estudio se me haya abandonado hasta el punto de no embiarme ningun Socorro, de no concederme siquiera un Armero, quando manifestava, estan inutiles quasi todos los fuciles del Batton. de Oriha. El curenaje todo deteriorado, y no he podido conseguir Individuo alguno de Maestranza: Hasta las Proviciones enfin con q. el Gobierno Yngles auxiliaba esta Plaza, han sido embargadas en Denia; Y en fin Señor Excmo. Parece que todo estava dispuesto como si el intento fuera entregarnos: Yó no haré tan horrible imputacion à ninguno, pero pública es. Si, todas las reclamaciones q. he hecho sin comprender la estraña razón por quienes no han sido atendidas.
La Copia numº. Primº. Enterará a V.E. de la intimacion q. me ha hecho el Enemigo y la numº dos, de mi modo de pensar.
Espero que V.E. lo hará todo presente à S.A. asegurandole que si llegan prontos auxilios de armas, curenaje, y en especial dinero (pues con este sacaré medios de Subsistencia de los mismos Pueblos q. ocupa el Enemigo) se conservará este Punto à nuestro desgraciado Monarcha.»
Dios guie à V.E. muchs años. Peniscola, 17 de enero de 1812. Excmo. Señor Pedro García Navarro // Excemo. Sor Ministro de la Guerra
4El poco o nulo apoyo británico que esgrimía el gobernador no deja de ser un punto controvertido. Mientras que García Navarro se quejaba en su despacho que el flujo de suministros por parte de la flota inglesa se había interrumpido, Suchet en su escrito al mayor general Berthier, fechado en Valencia a 7 de marzo [13], informaba que «Cinc volies anglaises croisaient au large et communiquaient avec la place, qui recevait ainsi des secours continuels de dehors.«. Un subteniente de Ingenieros, Benito Bolarin, destacaba en su declaración tras el asedio que la plaza estaba bien surtida de munición entre la que se encontraba, “los que desembarcó un bergantín ingles el mismo día de la rendición”.
5La declaración de Juan de Bayona, teniente del Regimiento de Infantería de Cazadores de Valencia y ayudante del brigadier García Navarro, en el Cuartel General de Murcia, realizada posteriormente el 6 de marzo, nos permite conocer la composición de la Junta de Peñíscola que aprobó la rendición: comandante de Artillería Salvador de Olta (citado en otra declaración como José Acosta), teniente de rey de la plaza, Álvarez, capitán graduado de teniente coronel, Braulio Enrique, capitán del 3º de Orihuela, José Gómez de Bustamante, capitán del mismo, Francisco Cano, comandante del batallón de Orihuela, Isidro Monrabal, y el sargento mayor de la plaza, Francisco Peroldo. Al parecer, sólo Braulio Enrique mantuvo la decisión de resistir, ya que “todo el mundo estaba muy acollonado”, a pesar de que la plaza “estaba provista abundantemente de víveres y municiones”. [9]
6Gracias a la amable contribución de Antonio Grajal en FB, reproducimos la carta de uno de esos oficiales a los mandos franceses:
«En los documento del fondo Suchet se puede ver la mezquina deserción de Genaro Gilabert teniente agregado del 3er batallón de cazadores de Orihuela. CARTA DE GENARO GILABERT
Señor Baron de Harispe, Mi general
Don Genaro Gilabert, teniente agregado del 3er batallón de cazadores de Orihuela a V.S, respetuosamente expone que en el día 23 del corriente salió de la plaza de Peñíscola trayendo en su compañía 6 prisioneros franceses que había en aquella, cuya concreción le costó 80 duros por cuya razón a quedado sin dinero alguno para mantenerse y equiparse de lo muy necesario y siendo su idea de pasarse, el continuar el servicio a S.M.C. Nvo. Sob, Jose I para continuar su carrera y ser más atendido en el ejército Francés, que lo ha visto en España; y habiendo servido en caballería. A V.S. rendidamente le suplica que se digne destinarlo en la división de su mando y agregándole en el Estado Mayor, para que con más seguridad pueda estar al lado de V.S. y acreditar (…) en el servicio de seguridad a su persona; mandando se le socorra con algún dinero para su equipo.
Mientras tanto tiene el honor de quedar siempre esperando las órdenes de V.S. Con la mayor consideración.
Alcoy 30 de enero de 1812 // Genaro de Gilabert
RELACIÓN QUE PRESENTA (A LOS FRANCESES) EL TENIENTE DON GENARO DE GILABERT DEL ESTADO QUE TIENE LA PLAZA DE PEÑÍSCOLA
1. La plaza no tiene más fortificación que la fuerza de la muralla por la naturalidad de la península.
2. Tiene formada una batería fuera de la muralla en la subida al camino titulada «Batería Preciosa» defendida por 30 hombres y 4 piezas de a 4 y 2, una de doce de hierro, y puede ser asaltada por las troneras y ser sorprendida yendo por la orilla del (…) e levante.
3. Tiene la plaza como unas 18 a 24 piezas menores de calibre y las más de hierro.
4. Tiene la plaza de guarnición como unos 500 a 600 hombres poco instruidos y muy mal contentos por la desnudez y mal trato.
5. Tiene la plaza el puerto libre para embarcarse cuando quieran, pero no hay barcos para verificarlo.
6. Tiene la plaza víveres para 10 meses y (…) bacalao, sardina, atún. Harina no tiene para más de 5 ó 6 meses
7. Tiene municiones escasas para 7 (?) meses.»
Perspectiva desde el paseo situado sobre el istmo y el casco antiguo amurallado a la derecha.
Fuentes:
1 – «Journaux des sièges faits ou soutenus par les Français dans la péninsule de 1807 à 1814…» / Tomo 4º- J. Belmas, Firmin Didot Frères et Cie, PAris, 1837
2 – «Mémoires du Maréchal Suchet, Duc d’Albufera, sur ses campagnes en Espagne, depuis 1808 jusqu’en 1814» / ATLAS – Louis Suchet, Anselin, Successeur de Magimel, Paris, 1834
3 – «Perfeccionamiento y funciones de una fortaleza costera valenciana. La llave «inatacable de Peñíscola» (ss. XVI-XIX)» – Javier Hernández Ruano, 2021. Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación PGC2018-094150-B-C21, titulado Privilegio, trabajo y conflictividad. La sociedad moderna de los territorios hispánicos del Mediterráneo occidental entre el cambio y las resistencias.
5 – «Guerra de la Independencia. Historia militar de España de 1808 a 1814». Tomo XIII – José Gómez de Arteche y Moro, Ediciones SIMTAC, Valencia, 2001
7 – «Esplicación del cuadro Histórico-cronológico de los movimientos y principales acciones…» – Sección de Historia Militar, Barcelona, 1822
8 – «Comunicación del Gobernador de Peñiscola al Ministro de la Guerra sobre el estado en que se hallaba la plaza.» – Archivo Histórico Nacional, DIVERSOS-COLECCIONES,127,N.85
9 – «La Guerra de la Independencia en la provincia de Castellón 1812» – Ricardo Pardo Camacho, Aula Militar «Bermúdez de Castro», Castellón, 2009
b, c, d – «Mémoires du Maréchal Suchet, Duc d’Albufera, sur ses campagnes en Espagne, depuis 1808 jusqu’en 1814» / ATLAS – Louis Suchet, Anselin, Successeur de Magimel, Paris, 1834
El parque urbano de la Ciudadela de Barcelona ocupa la mayor parte de los terreno de la antigua fortaleza de la Ciudadela (1716-1868), un claro ejemplo de la arquitectura de los ingenieros militares del siglo XVIII. Durante el período de la Guerra de Independencia fue ocupada con alevosía por las tropas italo-francesas del general Duhesme y durante la posterior ocupación a su función estrictamente militar añadió también la función de presidio «oficial» de la ciudad (compartido en ocasiones con el castillo de Montjuich) que otorgaría a la fortaleza un papel siniestro durante todo el conflicto y las posteriores revoluciones liberales, lo que llevó a pedir su derribo al Consistorio a la Corona hasta en cuatro ocasiones tras la guerra, hasta que finalmente se autorizó su demolición en el año 1868, ganando para la Barcelona en expansión de la época un considerable y necesario espacio.
Panorámica de la Ciudadela en 1874 (b)
UN POCO DE HISTORIA
Barcelona, ya desde la primera mitad del siglo XVI comenzó a aplicar el trazado de murallas con baluartes a su perímetro defensivo. El proyecto de edificar una ciudadela se remonta a mediados del s. XVII, (marqués de los Balbases, 1640), con dos ubicaciones posibles: una en el baluarte de Levante y Mediodía por el norte (donde finalmente se construyó) y otra en las Reales Atarazanas, en el extremo opuesto por el sur. Tras unos breves años de silencio, el proyecto se reemprendió en 1660 con las mismas ubicaciones planeadas.
El marqués de Verboom (c)
La difícil situación económica de la monarquía española por aquella época retrasó el proyecto y el inicio de las obras hasta comienzos del s. XVIII. Ya en julio de 1705 en el contexto de la guerra – pero antes del ataque de Felipe V a la ciudad – se retomó la idea de una ciudadela para la Ciudad condal. Después de la victoria Borbónica en el conflicto, Felipe V encargó al ingeniero general flamenco Jorge Próspero de Verboom1 (7 de marzo de 1715) que proyectara una ciudadela, si bien otro oficial borbónico, el conde de Lecheraine, presentó a su vez un proyecto alternativo. El principal reclamo de este último es que preveía aprovechar el ya existente baluarte de Levante de la muralla original.
Tras las oportunas deliberaciones, el proyecto de Verboom sería el elegido por varios motivos: había sido discípulo del gran Vauban, tenía solidos conocimientos matemáticos y ya había estado presente en la ciudad en calidad de prisionero de guerra (1710-1713) hasta su liberación en un intercambio de prisioneros. Parece que durante su presidio gozó de cierta libertad de movimientos que aprovechó para estudiar las fortificaciones de la ciudad y que, como era de esperar, se aprovechó para el posterior asedio a la misma. [1]
Verboom proyectaría la Ciudadela en su ubicación definitiva, ya que le permitía por una parte dominar el centro más poblado de la ciudad y por otra fortalecer una de las zonas más débiles del perímetro amurallado. La fortaleza tenia forma de pentágono con cinco baluartes (de la Reina, del Rey, del Príncipe, de Don Felipe y de Don Fernando) de unos 320 m de distancia entre ellos, con otros tantos revellines (lo que le otorgaba una planta de estrella de 10 puntas), con unas murallas de una altura promedio de 8 metros y se proyectó que fuera ocupada por unos 8.000 hombres con la finalidad de mantener un control militar permanente, ocupando en total una superficie de 1.111.389,5 m². [2]
La Ciudadela en el Plano Topográfico de Juan López, de 1807.
Se comenzó a construir en el año 1716, para lo cual hubo que derruir parte del existente barrio de La Ribera, varios conventos y unas 1.000 casas, desalojando a sus habitantes, lo que provocó una pronta problemática con las autoridades de la ciudad, ya que también se les cargó con el gasto de los derribos2. Los principales edificios del complejo se acabaron en el año 1721, pero no se terminó su construcción por entero hasta el año 1751. La Ciudadela conservó no obstante la torre medieval de San Juan (Sant Joan), que fue integrada en el conjunto y que fue durante varios años la cárcel de la ciudad. Aquel conjunto se rodeó con un foso con la vertiente externa formando una entrada encubierta y, más hacia fuera, por la explanada, un espacio sin obstáculos y en ligero desnivel que la aislaba tanto de la ciudad como del campo abierto. Otros elementos que se edificaron como complemento a dicha fortaleza, fueron el fuerte de don Carlos, por el lado de mar, construido en la época de Carlos III, y el fuerte Pío, por el lado norte, dando vista al fértil llano de Barcelona. [5]
Plano en relieve de la Ciudadela de Barcelona, con los edificios que aún se conservan marcados en naranja.
A pesar de su inherente función defensiva, los barceloneses veían con recelo la existencia de la fortaleza, y ya en el año 1794 el Consistorio pidió al rey oficialmente su derribo, que obviamente no fue admitido.
Tras la Guerra de Independencia, el crecimiento demográfico de Barcelona era un hecho (a principios de siglo ya contaba con cerca de 185.000 habitantes), lo que implicaba un crecimiento urbanístico para el cual la fortaleza era un freno manifiesto, por lo cual se decidió derribar las murallas, aunque las sucesivas peticiones de los regidores a la autoridad real en 18403, 1845 y 1862 fueron desestimadas. Con la Revolución de Septiembre de 1868, el nuevo responsable del gobierno español el reusense Juan Prim y Prats decretó la cesión de la fortaleza a la ciudad, con el compromiso de edificar un parque público, que los gastos de la demolición corrieran a cargo del Ayuntamiento y la construcción de casamatas alternativas para el alojamiento de los soldados. A partir del año 1869 el Ayuntamiento de Barcelona encargó todo los proyectos y gestiones del derribo de la Ciudadela y de la construcción del Parque a una comisión de regidores, que estuvo presidida durante un tiempo por Francesc de Paula Rius i Taulet.
La Ciudadela durante su demolición, con el puente sobre el foso, la puerta principal, la iglesia, el palacio del gobernador y al fondo el arsenal. (d)
Transcurrieron más de diez años desde el inicio del derribo de las murallas (1869) en varias etapas hasta la cesión del solar de la Ciudadela y hasta la decisión de su uso. Se erigió un monumento ecuestre al general Prim entre 1882 y 1887 (que aún puede observarse en el parque de la Ciudadela, aunque fuese derribado puntualmente en 1936 y vuelto a erigir en 1948). Del complejo de la fortaleza quedaron sólo los principales edificios internos: la capilla, el palacio del Gobernador (actualmente, un instituto de enseñanza secundaria) y el arsenal, que en 1888 fue convertido en Palacio Real y en 1931 y, nuevamente, en 1979 en sede del Parlamento de Catalunya.
La ciudadela de Barcelona en el s. XIX.
LA CIUDADELA DURANTE EL PERIODO 1808-1814
En los dos dias que precedieron á la entrada de las tropas francesas en Barcelona, el recién incorporado capitán general conde de Ezpeleta intentó seguir el proceder de su antecesor en el mando el conde de Santa Clara, a pesar de que las instrucciones desde la Corte no fueran todo lo precisas que se hubieran necesitado en aquellos momentos más allá del de proporcionar a los soldados franceses lo que necesitaran para su alojamiento y avituallamiento y que hasta fueran mejor tratadas que las españolas. El Ayuntamiento, por otra parte, se resistía enérgicamente a la entrada de soldados extranjeros cuya fuerza excedia en mucho a la de los soldados españoles que guarnecían la Plaza. Finalmente tras acalorados debates se accedió a la admisión de los franceses dentro de la Plaza, pero sin concederles otros cuarteles que los de la ciudad, y sin ser admitidos en la Ciudadela, Monjuich y Atarazanas.
Ocupación de la Ciudadela de Barcelona y castillo de Montjuich por los franceses el 29 de febrero de 1808.
Finalmente las tropas franco-italianas entraron la tarde del 13 de febrero de 1808 en la ciudad de Barcelona. Tras algunos desfiles y actos protocolarios, el 29 de febrero a las 11:30 h., tras una revista de tropas en la esplanada cercana a la fortaleza, el general italiano Lechi se dirigió directamente a caballo con sus edecanes a la misma, y detrás el resto de tropas que se hallaban en formación. A las 13:00 horas salió apresuradamente el gobernador de la Ciudadela, Juan Viard de Santilly4, para comunicarle a Ezpeleta que los franceses se habían apoderado de la fortaleza, quedando presa la guarnición española que la custodiaba.
La torre de San Juan, que se constituyó en el presidio de la ciudad. (f)
El 1 de marzo, se sacaron los enseres y muebles de la guarnición española, al hasta entonces gobernador se le mandó ocupar otros aposentos más reducidos en el mismo lugar y a las 4 de la tarde, salieron de la Ciudadela las tropas españolas, siendo casi toda de Guardias Españolas y Valonas5, que tuvieron que pasar la noche anterior al raso en la plaza de la Ciudadela. Los oficiales y la tropa, que iba con sus fusiles, se dirigieron al Baluarte de Medio-Dia, al Colegio Tridentino y al Convento de San Agustín. La fuerza francesa que se quedó en la Ciudadela, era de dos batallones del 2º de napolitanos, con unos 2.386 efectivos.
A partir de entonces, la Ciudadela, aparte de sus funciones defensivas y de alojamiento de soldados, se constituyó en almacén de víveres para la tropa y depósito de trigo de las poblaciones cercanas, depósito de armas (muchas de ellas españolas extraídas primeramente de las Atarazanas) y presidio para los contrarios a la ocupación, para rehenes de las autoridades francesas como personas de rango (el mismo conde de Ezpeleta), burgueses pudientes, religiosos y con el tiempo también para los prisioneros de guerra que eran conducidos a Barcelona. También la Ciudadela fue ocasionalmente objetivo del fuego de las fragatas británicas que bloquearon Barcelona por mar durante casi todo el conflicto.
Los reos delComplot de la Ascensiónque se produjo en el año 1809, que ya tratamos en nuestro blog. El grabado recoge parte de la fachada de la Ciudadela, la torre de San Juan y la Iglesia interiores, así como su puente levadizo en el margen izquierdo.
Con el transcurso de los acontecimiento y a medida que avanzaba la guerra, en Barcelona se centralizaban los convoyes que regresaban a Francia, con los soldados y el fruto del expolio por parte varios de los oficiales. El propio Suchet acudió a la ciudad en dos ocasiones en 1813 y en 1814. Ya al finalizar la guerra y publicado el armisticio, con el último gobernador militar de Barcelona, Habert, aún exigiendo las contribuciones para todo el año 14 y sin tener relativa prisa para entregar la plaza. El 28 de mayo de 1814 quedó liberada la ciudad de Barcelona con la entrada del coronel José Manso al frente de su división, siendo elegido ese mismo día gobernador de la Ciudadela.
LA CIUDADELA EN LA ACTUALIDAD
La mayoría de los terrenos que ocupaba la Ciudadela están ocupados por un parque público con el mismo nombre, que durante muchos años fue el único que tuvo Barcelona. De la antigua fortaleza solo se conservan tres edificaciones: la Iglesia (Parroquia Castrense, s. XVIII), el antiguo Palacio del gobernador (actualmente el IES Verdaguer) y el arsenal (actual Parlamento de Cataluña).
LA IGLESIA
Perfil de la Iglesia de la Ciudadela (1724) . AGS. Secretaría de Guerra, Legajos (g)
LA CASA DEL GOBERNADOR
EL ARSENAL
Alzado frontal del arsenal de la Ciudadela de Barcelona (1717). AGS. Secretaría de Guerra, Legajos, 03303 (h)
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1«Esta tarea ocupó prioritariamente al ingeniero, tal como se hace patente a través de los numerosos planos y proyectos que hizo como planteamiento previo de la obra, así como por los que fue realizando en el transcurso de los trabajos de construcción para dar respuesta a los problemas que iban surgiendo. Evidencia de la concentración de esfuerzos de Verboom en la tarea, es el que en abril de 1715 escribía al ministro del Despacho de la Guerra, Miguel Fernández Durán, disculpándose por no poder atender a la constitución de la Academia para la formación de los ingenieros por estar muy ocupado en el proyecto de la ciudadela de Barcelona. Fue también él quien en 1715 diseñó la medalla conmemorativa de la ceremonia de colocación de la primera piedra de la ciudadela y se ocupó personalmente del desarrollo de las obras, lo que le llevó a solicitar el 1 de enero de 1718 el nombramiento de gobernador de la fortaleza, lo que le fue concedido el día 13 de mayo del mismo año». [7]
2La mayoría de sus habitantes no serían realojados hasta el año 1753, en el recién construido barrio de la Barceloneta.
3Ya en el año 1841 la nombrada Junta de Vigilancia de Barcelona inició el derribo de la muralla aunque, cuando fue suprimida el mismo año, el regente Espartero la hizo restaurar. [6]
4Juan Viard de Santilly (ó Santilli). Nació en Mâcon (Borgoña, Francia) el 8 de noviembre de 1754. Cadete de las Reales Guardias Valonas, participó en la Guerra contra la Convención Nacional francesa y en la campaña del Ejército español en el frente de Aragón (1793-1795). Fue coronel de infantería (25-12-1793). Fue herido en Lescun (4-9-1794). Fue capitán interino, segundo comandante de las tropas ligeras de Navarra (11-9-1794), capitán de fusileros del regimiento de las Reales Guardias valonas (3-8-1795), brigadier de infantería (4-9-1795) y gobernador de la Ciudadela de Barcelona (24-4-1798). Fue suspendido del cargo por las autoridades napoleónicas de empleo (29-2-1808) y desterrado a Francia (22-7-1810). Fue el último gobernador militar de la Ciudadela.
5Citando a Francisco X. de Cabanes, en junio de 1808, cifra las siguientes fuerzas regulares en Barcelona: Guardias Españolas (1.200) y Valonas (900), de otros cuerpos (600), Reg. de Borbón de caballería (100), 1er reg. de artillería (600) y de Marina, 1 bergantín y 6 faluchos. O sea 3.580 hombres y 120 caballos
Fuentes:
1 – “Poliorcètica Defensiva: La Ciutadella De Barcelona, Contextualització I Característiques Bàsiques” –Miquel Gea y Laia Santinach,QUARHIS, Època Ii, Núm. 6 (2010), pp. 178-195
2 – “Gaudí en el Parque De La Ciudadela” – Laura Muñoz Hornillos, Proyecto Final de Carrera. Expresión Gráfica Arquitectónica II – Arquitectura Técnica 2006-2007
3 – “Un parque para Barcelona. La evolución histórico-formal del Parque de la Ciudadela” – Ester Benatar Zamora. Aula 7, 2020
8 – «Els governadors de la Ciutadella de Barcelona durant el segle XVIII» – Rafael Cerro Nargánez, Revista de Dret Històric Català [Societat Catalana d’Estudis Jurídics], vol. 18 (2019), p. 145-177 ISSN (ed. impresa): 1578-5300 / ISSN (ed. digital): 2014-0010
Maximilien Sébastien Foy, uno de los generales franceses más respetados de la última etapa del Imperio, escribió entre 1816 y 1817 una “Historia de la Guerra de la Península bajo Napoleón”, que fue publicada póstumamente en 1828 por su mujer, Élisabeth Augustine Daniels. Foy recopiló abundantes informaciones, correspondencias, órdenes oficiales, buscó el testimonio de sus antiguos compañeros armas, viajó dos veces a Inglaterra, se entrevistó con los españoles fugitivos en Francia, siempre revisando y tratando escrupulosamente la información que iba encontrando.
Estando destinado en Turquía con el general Sébastiani, Foy se unió al cuerpo de ejército de Junot que invadió Portugal; fue encargado de la inspección de las fortalezas del país en diciembre de 1807 y resultaría herido en agosto del año siguiente en la batalla de Vimeiro.
Foy no vivió directamente los hechos de del 2 de mayo de 1808, pero hemos querido recuperar sus palabras como una visión alternativa de un militar francés de la época que estuvo destinado en Portugal y España y por tanto tanto pudo tener una opinión formada del país, sus gentes y sus costumbres en aquellos convulsos años.
Maximilien Sébastien Foy, l’un des généraux français les plus respectés de la dernière étape de l’Empire, écrivit entre 1816 et 1817 une «Histoire de la guerre de la Péninsule sous Napoléon», publiée à titre posthume en 1828 par son épouse, Élisabeth Augustine Daniels. Foy a recueilli d’abondantes informations, correspondances, ordres officiels, recherché le témoignage de ses anciens compagnons d’armes, s’est rendu deux fois en Angleterre, a interrogé les Espagnols fugitifs en France, passant toujours en revue et traitant scrupuleusement les informations qu’il a trouvées.
Alors qu’il était en poste en Turquie avec le général Sébastiani, Foy rejoignit le corps d’armée de Junot qui envahit le Portugal; il est chargé d’inspecter les forts du pays en décembre 1807 et sera blessé en août de l’année suivante à la bataille de Vimeiro.
Foy n’a pas vécu directement les événements du 2 mai 1808, mais nous avons voulu récupérer ses propos comme une vision alternative d’un militaire français de l’époque qui était en poste au Portugal et en Espagne et aurait donc pu se faire une opinion du pays, son peuple et ses coutumes en ces années convulsives.
El Palacio Real de Madrid Le Palais Royal de Madrid
El Palacio Grimaldi, llamado de Godoy, casi enfrente del Palacio Real, ocupado por Murat como su residencia en Madrid. Le palais Grimaldi, appelé Godoy, presque en face du Palais Royal, occupé par Murat comme sa résidence à Madrid.
LOS SUCESOS DEL 2 DE MAYO DE 1808
El 2 de mayo fue el día fijado para la partida de la Reina de EtruriaI, sus hijos y su hermano, don Francisco de PaulaII. Los dos últimos correos de Bayona habían fallado y la ansiedad había aumentado. Desde la mañana, la plaza frente al palacio se llenó de gente, y en especial de mujeres que contemplaban con tristeza los preparativos del viaje. A las nueve en punto, la Reina partió, llevándose a su hijo e hija con ella. Todavía había dos carruajes que estaban siendo cargados apresuradamente. Alguien dice que uno de ellos era para el Infante Don AntonioIII. Entonces todos se van. En una hora, la capital quedará viuda de toda la familia de sus reyes. Personas adscritas al servicio de la corte informan que don Francisco no quiere irse, y que derrama lágrimas a raudales. Ante esta historia, las mujeres lloran, los hombres se desesperan.
Entonces sale del palacio un oficial francés, Auguste LagrangeIV. Su pelliza blanca y su pantalón gamuzaV identifican a un edecán de Murat. “Aquí está, ha venido a llevarse a nuestro infante”. Estas palabras circulan rápidamente. El oficial francés es rodeado, insultado, empujado. Se defiende por un tiempo. Estaba a punto de morir, cuando pasó una patrulla de la Guardia Imperial, diez granaderos calaron la bayoneta y lo liberaron.
LES ÉVÉNEMENTS DU 2 MAI 1808
Le 2 mai était le jour fixé pour le départ de la reine d’ÉtrurieI, de ses enfants et de son frère, don Francisco de PaulaII. Les deux derniers courriers de Bayonne avaient manqué, et l’inquiétude en était devenue plus grande. Dès le matin, la place devant le palais fut couverte de peuple, et surtout de femmes qui considéraient tristement les apprêts du voyage. A neuf heures, la Reine partit, emmenant son fils et sa fille. Restaient encore deux voitures qu’on chargeait avec précipitation. Quelqu’un dit que l’une d’elles est pour l’infant don AntonioIII. Ainsi ils s’en vont tous. Dans une heure, la capitale sera veuve de la famille entière de ses rois. Des personnes attachées au service de la cour rapportent que don Francisco ne veut pas partir, et qu’il verse des larmes en abondance. A ce récit, les femmes pleurent, les hommes se désespèrent.
Alors sort du palais un officier français, Auguste Lagrange. Sa pelisse blanche et son pantalon cramoisiV font reconnaître un aide-de-camp de Murât. «Le voilà, il est venu pour enlever notre infant.» Ces paroles circulent rapidement. L’officier français est entouré, insulté, pressé. Il se défend quelque temps. Il allait périr, lorsqu’une patrouille de la garde impériale venant à passer, dix grenadiers croisent la baïonnette et le délivrent.
Grabado de Tomás López Enguídanos (1814) sobre los disturbios en el Palacio Real el 2 de mayo. (a) Gravure de Tomás López Enguídanos (1814) du combat autour du Palais Royal le 2 mai. (a)
El Gran Duque se alojaba en el hotel del Príncipe de la Paz, cien toesasVI detrás del palacio. Su batallón de piquete se apresuró con dos piezas de cañón para disolver la muchedumbre. Pero ya se había extendido un movimiento eléctrico de un extremo al otro de la villa. La Plaza Mayor y la calle de Alcalá se llenan en un instante. Sólo se escuchan vociferaciones mezcladas con el redoble del tambor y el sonido de la trompeta llamando a las tropas a sus puestos de armas. Los españoles están persuadidos de que los franceses han jurado su ruina; ningún francés duda de que hay un vasto complot tramado para masacrar al ejército. Los habitantes se apoderan de escopetas de caza, espadas antiguas y, a falta de armas, toman palos. Los soldados sorprendidos solos en las casas y en la calle son asesinados o desarmados.
Los oficiales de estado mayor y los portadores de órdenes de caballería son derribados de sus caballos. Se lanzan piedras y se disparan disparos a través de las ventanas. Algunas mujeres enojadas vierten agua hirviendo desde los balcones. Cincuenta combates singulares se traban a la vez. Los españoles son particularmente inexorables con algunos mamelucos de la Guardia que caen en sus manos, felices de golpear al mismo tiempo a un francés y a un musulmán!2
Le grand-duc était logé dans l’hôtel du prince de la Paix, à cent toisesVI derrière le palais. Son bataillon de piquet accourt avec deux pièces de canon pour dissoudre le rassemblement. Mais déjà un mouvement électrique s’était communiqué d’un bout à l’autre de la ville. La Plaza-Mayor et la rue d’Alcala se remplissent en un instant. On n’entend que vociférations mêlées au roulement du tambour et au son de la trompette qui appellent les troupes à leurs places d’armes. Les Espagnols sont persuadés que les Français ont juré leur ruine ; pas un Français ne doute qu’il n’y ait un vaste complot ourdi pour égorger l’armée. Les habitants se saisissent de fusils de chasse, de vieilles épées, et, au défaut d’armes, ils prennent des bâtons. Les soldats surpris isolément dans les maisons et dans la rue sont assassinés ou désarmés.
Des officiers d’état-major et des cavaliers porteurs d’ordre sont renversés de cheval. On jette des pierres et on tire des coups de fusil par les fenêtres. Quelques femmes furieuses versent de l’eau bouillante de dessus les balcons. Cinquante combats singuliers s’engagent à la fois. Les Espagnols sont particulièrement inexorables envers quelques mameloucks de la garde qui tombent entre leurs mains, heureux de frapper du même coup un Français et un Musulman!2
Nuestro recorrido de las calles del Madrid de 1808, con las descripciones e imágenes de los lugares. El polígono con línea negra delimita los límites aproximados de la ciudad a finales de 1820. También situamos a las unidades imperiales acantonadas alrededor de la ciudad. // Notre tour des rues de Madrid en 1808, avec des descriptions et des images des lieux. Le polygone ligné noir décrit les limites approximatives de la ville à la fin des années 1820. Nous avons également placé les unités impériales stationnées autour de la ville.
Las tropas han tomado las armas, el escenario va a cambiar. Los oficiales generales mandan destacamentos de infantería para derribar las puertas de las casas desde donde se realizan los disparos y para vengarse de los agresores. Tres o cuatro tiros de metralla arrasaron con esta hermosa calle de Alcalá, que por su anchura y su trazado daba tanto campo al fuego de la artillería. El jefe de escuadrón DaumesnilVII, al frente de la caballería de la Guardia Imperial, carga contra la multitud. Los lanceros polacos infunden entonces en el alma de los españoles las primeras impresiones de un terror que se hará mayor a medida que sean más conocidos.
Les troupes ont pris les armes, la scène va changer. Les officiers-généraux commandent des détachements d’infanterie pour enforcer les portes des maisons d’où partent les coups de fusil et pour tirer vengeance des agresseurs. Trois ou quatre coups de canon à mitraille balayent cette belle rue d’Alcala, qui par sa largeur et son alignement offre tant de prise au feu de l’artillerie. Le chef d’escadron DaumesnilVII, à la tête de la cavalerie de la garde impériale, charge sur la multitude. Les lanciers polonais jettent alors dans l’âme des Espagnols les premières impressions d’une terreur qui deviendra plus grande à mesure qu’on les connaîtra davantage.
La calle de Alcalá desde la Plaza del Sol. La Rue Alcalá depuis la Plaza del Sol.
La misma calle con la Iglesia del Buen Suceso, hoy desaparecida (b). La même rue avec l’Église du Bon Succès, aujourd’hui disparue.(b)
Uno de los grabados de la serie del 2 de mayo, con la Iglesia del Buen Suceso al fondo y parte de la fachada de la Real Casa de Correos en el margen derecho. Une des gravures de la série du 2 mai, avec l’Iglesia del Buen Suceso en arrière-plan et une partie de la façade de la Real Casa de Correos sur la marge droite.
La Real Casa de Correos (1768) sirvió de presidio improvisado a las tropas francesas. La Real Casa de Correos (1768) servait de prison improvisée aux troupes françaises.
Placa conmemorativa, aunque los primeros combates se dieron en el Palacio Real. Plaque commémorative, bien que les premiers combats aient eu lieu au Palais Royal.
La guarnición española permaneció encerrada en sus cuarteles, esperando que le dieran órdenes de actuar. Había un parque de artilleríaVIII situado junto a la puerta de Fuencarral, diez mil fusiles en cajas y veintiséis cañones montados sobre afustes. La gente quería apoderarse de ellos. Los artilleros que custodiaban el parque se opusieron al principio, pero al escuchar que sus compañeros de infantería fueron asaltados en los cuarteles, y viendo llegar hacia ellos una columna francesa que marchaba a la carga, se unieron a los insurgentes.
La garnison espagnole resta enfermée dans ses quartiers, attendant qu’on lui donnât des ordres pour agir. Il y avait au parc d’artillerieVIII situé près de la porte de Fuencarral, dix mille fusils encaissés et vingt-six pièces de canon montées sur affuts. Le peuple voulut s’en emparer. Les canonniers qui gardaient le parc s’y opposèrent d’abord, mais entendant dire que leurs camarades de l’infanterie étaient attaqués dans les casernes, et voyant arriver à eux une colonne française qui marchait au pas de charge, ils se joignirent aux insurgés.
Dibujo para abanico inglés para la exportación con temas de la Guerra de Independencia (1813) (c) Dessin pour éventail anglais destiné à l’exportation avec des thèmes de la guerre d’Espagne (1813) (c)
Comandados por dos valientes oficiales de su cuerpo, don Luis Daoiz y don Pedro VelardeIX, y ayudados por sus compatriotas que se encargaron ellos mismos de los cañones, pusieron tres piezas en batería, y comenzó a disparar metralla. La columna francesa estaba formada por el quinto regimiento de infantería provisional, procedente del convento de San BernardinoX, muy cerca de allí. El general de brigada LefrancXI, que lo comandaba, sólo dio tiempo a los españoles para disparar doce o trece descargas de sus cañones. Se apoderó del parque a la bayoneta y recuperó las armas, cuyas cajas los insurgentes comenzaban a destrozar. Este fue el episodio más sangriento del día 2 de mayo. Allí perecieron Daoiz y Velarde. La historia conservará sus nombres, como los primeros mártires por la causa de la independencia de su país.
Commandés par deux braves officiers de leur corps, don Luiz Daoiz et don Pedro VelardeIX, et aidés par leurs compatriotes qui s’attelèrent eux-mêmes aux canons, ils mirent trois pièces en batterie, et commencèrent à tirer à mitraille. La colonne française était formée du cinquième régiment d’infanterie provisoire, venu du couvent de San-BernardinoX, tout près de-là. Le général de brigade LefrancXI qui la commandait, ne donna aux Espagnols que le temps nécessaire pour faire douze ou treize décharges de leurs bouches à feu. Il enleva le parc à la baïonnette et reprit les fusils dont les insurgés commençaient à briser les caisses. Ce fut là l’épisode le plus sanglant de la journée du 2 mai. Là périrent Daoiz et Velarde. L’histoire conservera leurs noms, comme des premiers martyrs pour la cause de l’indépendance de leur pays.
En el centro de la plaza del Dos de Mayo se conserva el arco monumental que daba entrada al cuartel de artillería de Monteleón. La placa conmemorativa se ubica en uno de los edificios con fachada a la plaza. Au centre de la Plaza del Dos de Mayo est conservée l’arc monumental qui donnait accès à la caserne d’artillerie de Monteleón. La plaque commémorative est située dans l’un des bâtiments avec une façade à la place.
A los primeros disparos, el Gran Duque de Berg, el Mariscal Moncey y los oficiales generales que no estaban al mando de las tropas, se habían trasladado a la cima de la colina de San VicenteXII, en una posición que domina la parte occidental de la ciudad. El regimiento de fusileros de la Guardia Imperial se había reunido en este punto. Varios miembros de la Junta acudieron allí y suplicaron al Gran Duque que detuviera el derramamiento de sangre. El secretario de Guerra O’FarrilXIII y el ministro de Hacienda AzanzaXIV recorrieron las calles a caballo, agitando pañuelos blancos en el aire en señal de reconciliación. Salvaron la vida de muchos de sus conciudadanos. Invitados por ellos, los miembros de los cabildos se distribuyeron entre los diferentes barrios para proclamar allí una amnistía general. Varios oficiales de ambas naciones se sumaron a esta misión de paz. El motín había comenzado a las diez de la mañana, a las dos de la tarde todo estaba acabado. Las tropas y la artillería apostadas a cierta distancia de Madrid habían partido, pero no entraron en la ciudad. En todo este tumulto, la pérdida de los franceses no ascendió a trescientos hombres muertos o heridosXV; la pérdida de los españoles fue menos considerable.
Aux premiers coups de fusil, le grand-duc de Berg, le maréchal Moncey et les officiers généraux qui ne commandaient pas de troupes, s’étaient portés en haut de la côte de Saint-VincentXII, dans une position qui domine la partie ouest de la ville. On avait réuni sur ce point le régiment de fusiliers de la garde impériale. Plusieurs membres de la Junte y accoururent et supplièrent le grand-duc de faire cesser l’effusion du sang. Le ministre de la guerre O’FarrilXIII et le ministre des finances AzanzaXIV parcoururent les rues à cheval, en agitant en l’air des mouchoirs blancs en signe de réconciliation. Ils sauvèrent la vie à un grand nombre de leurs concitoyens. Sur leur invitation, les membres des conseils se distribuèrent les différens quartiers pour y proclamer l’amnistie générale. Plusieurs officiers des deux nations s’adjoignirent à cette mission de paix. L’émeute avait commencé à dix heures du matin, à deux heures après midi tout était fini. Les troupes et l’artillerie cantonnées à quelque distance de Madrid s’étaient ébranlées, mais elles n’entrèrent pas dans la ville. Dans tout ce tumulte, la perte des Français n’alla pas à trois cents hommes tués ou blessésXV; la perte des Espagnols fut moins considérable.
La Puerta de Toledo, antigua puerta sur de Madrid. Los madrileños intentaron cerrar el acceso a la ciudad, pero la caballería pesada imperial lo impidió. La Puerta de Toledo, l’ancienne porte sud de Madrid. Les Madrilènes tentèrent de fermer l’accès à la ville, mais la cavalerie lourde impériale l’en empêcha.
La lucha había cesado, pero la paz no se había hecho. Poco importa a los soldados si el amor a la patria y el odio a la opresión han puesto las armas en manos de sus adversarios; las únicas guerras que son justas a sus ojos son las guerras honestas, las declaradas de antemano, donde la querella se dirime a cielo abierto, y donde nos abrazamos después. Los madrileños acababan de sorprenderlos uno a uno, desarmados, inofensivos, y los habían masacrado a puerta cerrada. Sin embargo, cuando los franceses recobraron sus fuerzas reuniéndose, las usaron moderadamente, pues pocos enemigos habían caído bajo sus golpes, y se contentaron con tener prisioneros a varios hombres presos con las armas en la mano. El Gran Duque juzgó que esto no era suficiente para garantizar el orden público y que la autoridad debía recuperar sus derechos. El movimiento del 2 de mayo, premeditado o no, fue una verdadera agresión por parte de los españoles. En la tarde del mismo día y del día siguiente, algunos de los prisioneros tomados durante el tumulto, y otros que las patrullas encontraron armados, comparecieron ante una comisión militar. Fueron condenados a muerte, como cabecillas o cómplices de la revuelta, y fueron fusilados presididos por el paseo del Prado.
Le combat avait cessé, mais la paix n’était pas faite. Peu importe aux soldats si l’amour de la patrie et la haine de l’oppression ont mis les armes à la main de leurs adversaires ; il n’y a de guerres justes à leurs yeux que les guerres loyales, celles déclarées à l’avance, où la querelle se vide à ciel ouvert, et où l’on s’embrasse après. Les habitants de Madrid venaient de les surprendre un à un, désarmés, inoffensifs, et les avaient massacrés à huis-clos. Cependant, quand les Français eurent retrouvé leur force en se réunissant, ils en avaient fait un usage modéré, car peu d’ennemis étaient tombés sous leurs coups, et ils s’étaient contentés de retenir prisonniers plusieurs hommes arrêtés les armes à la main. Le grand-duc jugea que ce n’était pas assez pour la garantie de l’ordre public, et que l’autorité devait reprendre ses droits. Le mouvement du 2 mai, prémédité ou non, était une véritable agression de la part des Espagnols. Dans la soirée du même jour et le lendemain, quelques-uns des prisonniers faits pendant le tumulte, et d’autres que les patrouilles rencontrèrent armés, comparurent devant une commission militaire. On les condamna à mort, comme chefs ou complices de révolte, et on les fusilla préside la promenade du Prado.
«Fusilamiento de patriotas en el Buen Suceso» (1866), José Marcelo Contreras, óleo sobre lienzo «Exécution de patriotes dans le Buen Suceso» (1866), José Marcelo Contreras, huile sur toile
Entre los condenados había hombres que no habían luchado y cuyo único delito era portar un cuchillo grande u otros instrumentos afiladosXVI. Fueron ejecutados sin concederles la asistencia de un sacerdote que los consolara en su último momento, y esta circunstancia ulceró aún más a un pueblo religiosoXVII. El dolor y el odio han exagerado el número de víctimas; no pasó de cincuenta personas.3 Sea como fuere, de ella salieron calamidades sin fin. Nunca perdonarán los españoles a los franceses ejecuciones tan rápidas e inesperadas. El nombre de Murat será transmitido por ellos a la posteridad, cargado de invectivas.
Il se trouva parmi les condamnés des hommes qui n’avaient pas combattu, et dont- le seule rime fut d’être porteurs d’un grand couteau ou d’autres instruments tranchantsXVI. On les fit périr sans leur accorder l’assistance d’un prêtre qui les consolât à leur dernier moment, et cette circonstance ulcéra encore davantage un peuple religieuxXVII. La douleur et la haine ont exagéré le nombre des victimes ; il n’a pas dépassé cinquante personnes3 Quoi ‘il en soit, des calamités infinies sont sorties de là. Jamais les Espagnols ne pardonneront aux Français des exécutions si promptes et si inattendues. Le nom de Murat sera transmis par eux à la postérité, chargé d’invectives.
«El 3 de mayo de 1808 en Madrid», o “Las ejecuciones» (1814), de Francisco de Goya (d) «3 mai 1808 à Madrid» ou «Les exécutions» (1814), pour Francisco de Goya (d)
Se han emitido juicios muy opuestos sobre las causas del levantamiento de Madrid. Unos, impresionados por el avance indeciso y tortuoso de la Junta de Gobierno, han pretendido un plan de vísperas sicilianas; decían que la ciudad se llenó repentinamente de extranjeros de diferentes partes del reino, que la conspiración iba a estallar durante la noche, y que todos los franceses habrían sido atacados en los cuarteles y degollados en sus alojamientos. Los demás pensaron que un general de carácter moderado y espíritu conciliador habría perdonado a los vencidos de los males que luego cayeron sobre los vencedores; llegaron a acusar al Gran Duque de Berg de haber causado los problemas, para colocar más rápidamente una corona real en su cabeza, demostrando a Napoleón cuán necesario era un rey soldado para domar a los castellanos. Estas dos opiniones también nos parecen carentes de plausibilidad. Nada, en el movimiento, revela el menor rastro de premeditación. Murat estaba lejos de tener un alma atroz, y sabía que la elección del Emperador relativa al trono de España estaba hecha. Para explicar lo sucedido se conocen bastantes disposiciones del pueblo español y del ejército francés.
On a porté des jugements tout opposés sur les causes du soulèvement de Madrid. Les uns, frappés de la marche indécise et tortueuse de la Junte de gouvernement, lui ont prêté un projet de vêpres siciliennes ; ils ont dit que la ville s’était remplie tout-à-coup d’étrangers venus des différentes parties du royaume, que la conjuration devait éclater pendant la nuit, et que tous les Français auraient été assaillis dans les casernes et égorgés dans leurs logements. Les autres ont pensé qu’un général d’un caractère modéré et d’un esprit conciliant aurait épargné aux vaincus des maux qui plus tard sont retombés sur les vainqueurs; ils ont été jusqu’à accuser le grand-duc de Berg d’avoir provoqué des troubles, afin de mettre plus vite une couronne royale sur sa tête, en démontrant à Napoléon combien un roi soldat était nécessaire pour dompter les Castillans. Ces deux opinions nous paraissent également dépourvues de vraisemblance. Rien, dans le mouvement, ne décèle la moindre trace de préméditation. Murât était loin d’avoir l’âme atroce, et il savait que le choix de l’Empereur relativement au trône d’Espagne était arrêté. Pour expliquer ce qui est arrivé, il y a bien assez des dispositions connues du peuple espagnol et de l’armée française.
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Gazette Nacionale ou Moniteur Universel del 16 de mayo de 1808, nº 137 (pp. 2) (e)
El Moniteur de 16 de mayo de 1808, recoge la copia de la servil circular dirigida por el Consejo de la Suprema y General Inquisición a todos los tribunales del Reino, «Las lamentables consecuencias que tuvo en esta residencia el escandaloso motín del pueblo contra las tropas del EMPERADOR FRANCÉS, el día 2 del corriente mes, hizo necesaria la más activa vigilancia de todas las autoridades…», así como las noticias de Bayona fechadas el 11 de mayo, que informaba, entre otros, de la partida del príncipe de Asturias y los infantes Carlos y Antonio hacia Valençay, de los españoles desplazados a Bayona para la convocatoria de Cortes y la nota acababa con un premonitorio: «Todo está perfectamente tranquilo en España, y las cosas están en las mejores condiciones allí.»
Le Moniteur du 16 mai 1808, recueille la copie de la circulaire servile adressée par le Conseil de l’Inquisition Suprême et Générale à toutes les cours du Royaume, «Les suites facheuses qu’a eues dans cette residence, le 2 du mois courant, l’emeute scandaleuse du bas peuple contre les troupes de l’EMPEREUR FRANÇAIS, a rendu necessaire la plus active vigilance de toutes les autorités…», ainsi que la nouvelle de Bayonne en date du 11 mai, qui signale, entre autres, le départ du Prince des Asturies et les infants Carlos et Antonio vers Valençay, des Espagnols déplacés à Bayonne pour la convocation de Cortes et la note se terminait par un prémonitoire: «Tout est parfaitement tranquille en Espagne, et les choses y sont sur le meilleur pied»
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El efecto inmediato del cañonazo del 2 de mayo y de los fusilamientos del Prado fue aterrorizar a los habitantes de Madrid. Los que ejercían alguna influencia en la ciudad sólo pensaban en implorar clemencia. El Consejo Supremo de la Inquisición fue en su sumisión más allá que la otras autoridades; su celo lo llevó a apelar a los ministros de religión, para dirigir la animadversión del pueblo contra los instigadores de excesos similares al escandaloso motíndel 2mayo4. La actitud de los franceses fue nada menos que tranquilizante; sus órdenes del día y sus proclamas, prometiendo el olvido del pasado, amenazaban con castigos más fuertes en caso de reincidencia. El Infante Don Francisco partió para Bayona, y fue seguido, con un intervalo de veinticuatro horas, por el Infante Don Antonio. Este mismo príncipe pidió unirse al rey, su sobrino, para escapar así de obligaciones que alguien más hábil que él no habría cumplido mejor. Entonces se desvaneció la consideración que su rango reflejaba en los demás miembros del cuerpo del que era presidente. Habiendo expresado el Gran Duque de Berg su deseo de asociarse a las deliberaciones del gobierno, la Junta aventuró algunas reflexiones y terminó por ceder. Pocos días después, la presidencia fue adquirida por el Gran Duque, con apariencia de legalidad, por un decreto de Carlos IV, que le instituyó Teniente General del reino.
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Nota: Las notas en números romanos se han añadido para esta entrada. Las notas originales permaneces con su numeración.
1Se denominan tropas de piquete a las que están reunidas en armas y listas para actuar cuando y donde se necesiten sus servicios.
2Ha quedado en los habitantes de la Península, desde la invasión de los moros, un profundo horror por la vestimenta de los musulmanes.
3El manifiesto justificativo del consejo de Castilla, redactado y publicado en Madrid en el mes de agosto de 1808, después de que el ejército francés hubo evacuado esta capital, eleva la pérdida de los españoles, en el motín del 2 de mayo, a ciento cuatro hombres muertos, cincuenta y cuatro heridos y treinta y cinco perdidos (extraviados). El manifiesto utiliza la expresión unos pocos (algunos pocos) cuando habla de los fusilados ese día y los siguientes.
El Gran Duque de Berg sabía, antes del 2 de mayo, que la corona de España estaba reservada para alguien distinto a él. La falta de éxito de su misión debe atribuirse a su celo más ardiente que ilustrado por el servicio del Emperador, y a la manía bastante común entonces de juzgar a los castellanos a quienes nadie entendía, por los italianos a quienes había tratado durante mucho tiempo. «El día de ayer entrega España al Emperador«. Así lo expresó Murat, en la mañana del 3 de mayo, en un estallido de presuntuosa confianza. «Di más bien que se lo quita para siempre«, respondió el secretario de Guerra O’Farril. Ignoraba entonces este leal español que furiosos consejos lo habían presentado a él y al capitán general de Castilla la Nueva, don Francisco-Xavier de Negrete, como agentes de Inglaterra y cabecillas de un complot, que se había hablado en los salones del Gran Duque para someterlos a juicio a ambos, y que esta absurda idea había sido rechazada por la enérgica intercesión del Mariscal Moncey, cuyo corazón sangraba al ver la injusticia.
4Véase en el Moniteur de 16 de mayo de 1808 la carta escrita el 6 del mismo mes por el Consejo Real de la Inquisición a los tribunales del Santo Oficio de Madrid y del Reino.
IMaría Luisa Josefina de Borbón (1782-1824). Sexta hija de Carlos IV y de María Luisa de Borbón-Parma. Reina consorte de Etruria, por su matrimonio con Luis de Etruria. Tataranieta de Luis XV de Francia.
IIFrancisco de Paula Antonio María de Borbón y Borbón-Parma (1794-1865). Hijo de Ca rlos IV y de María Luisa de Borbón-Parma. Tataranieto de Luis XV de Francia.
IIIÍdem anterior.
IVEl Jefe de escuadrón (futuro coronel) Auguste Lagrange, edecán de Murat. En 1811 desembarcó en Gravelinas junto con Exelmans (fugado de Inglaterra) para unirse a Murat que era rey de Nápoles. El 2 de mayo había sido enviado para revisar la situación en palacio, y al parecer fue protegido del populacho en primera instancia por un oficial de las Guardias walonas, Miguel Desmaissières y Flores [6] que se interpuso entre él y la muchedumbre, antes de la llegada de la patrulla que los salvó a los dos.
VLos príncipes al mando de un cuerpo de ejército podían asignar un color particular al uniforme «a la húsar» de sus edecanes. Los de S.A.I. el Gran Duque de Berg visten el color amaranto con el color gamuza distintivo y las trenzas en dorado. Fue el propio Murat quien, mediante una nota de abril de 1807, reguló el uniforme de sus edecanes. [12]
VIAntigua medida francesa de longitud, equivalente a 1,946 m.
VIIEl futuro general Pierre Daumesnil (1776-1832), el famoso defensor de Vincennes en 1814. El 2 de mayo cuando sonó la alarma, Daumesnil ordenó a su escuadrón de cazadores de la Guardia que ensillaran y los condujo a través de la ciudad hasta donde se encontraba Murat. En el camino fueron asaltados con agua hirviendo, ladrillos y fuego de mosquetes que evitaron lo mejor que pudieron. Daumesnil pidió permiso para tomar represalias, pero Murat le ordenó que dirigiera a los cazadores y mamelucos para escoltar a su ayudante con órdenes para el general Gobert. Daumesnil condujo a 300 jinetes al galope, pero se encontraron con insurgentes armados que intentaban matarlos. Abriéndose paso, avanzaron bien, pero luego el caballo de Daumesnil murió de un disparo y él resultó herido en el muslo. Mientras la multitud lo rodeaba, Daumesnil casi fue muerto hasta que un lugarteniente de los mamelucos lo rescató. [7]
VIIIEl parque de artillería de Monteleón.
IXLos capitanes Luis Daoíz y Torres (1767-1808) y Pedro Velarde y Santillán (1779-1808). Militares pertenecientes al arma de artillería, fueron los únicos militares de graduación, junto al teniente de infantería Jacinto Ruiz Mendoza, que se sumaron a la revuelta contra los franceses.
XEl antiguo convento de San Bernardino, fundado en 1572, estaba situado sobre las huertas de Leganitos, a la derecha del camino del Pardo, en el mismo lugar que años mas tarde acogería el asilo de San Bernardino, inaugurado en 1834 y que fue derribado después de la Guerra Civil. [10]
XIEl general de brigada Jacques Lefranc (1750-1809). El 21 de enero de 1807 es destinado al Corps d’observation des Côtes de l’Océan, El 14 de diciembre se hace cargo de la 1ª brigada de la división Gobert, y el 2 de mayo de 1808 se apodera del Cuartel de Monteleón. [4]
XIIAntiguamente se pretendía equiparar la topografía del viejo Madrid con la de Roma, haciendo alusión aunque de manera imprecisa a la presencia de «siete colinas» en la capital española. No hemos localizado la tal colina de San Vicente, que probablemente fuera la cuesta de San Vicente, ubicada cerca del Templo de Debod y el Palacio Real.
XIIIGonzalo O’Farrill y Herrera (1754-1831). Cuando Fernando se vio obligado a marchar hacia Bayona, reclamado por Napoleón, quiso que O’Farrill formara parte de la Junta Suprema que dejó en Madrid para resolver las materias gubernativas más urgentes. Tras los sucesos de Bayona, juró fidelidad a José Bonaparte y aceptó seguir ejerciendo el Ministerio de Guerra con el nuevo Rey
XIVMiguel José Azanza de Alegría (1746-1826). Fue nombrado responsable de Hacienda de la Junta Suprema de Gobierno presidida por el infante Antonio, antes de la salida de Carlos IV de Madrid. Tras la partida de los miembros de la familia real, Azanza mantuvo la opinión contraria a otros miembros de la Junta que pretendían organizar una resistencia a ultranza. Debido a la posición que adoptó la Junta, durante el 2 de mayo, la Junta encomendó a Azanza y al general O’Farril negociar la paz con el Gran Duque de Berg, éste accedió y los comisionados recorrieron las calles de Madrid para calmar los ánimos.
XVJosé Manuel Guerrero Acosta, a pesar de la manida controversia de las cifras de bajas, citando a varios autores (Gómez de Arteche, Grandmaison, Titeux entre otros) y los datos encontrados en los «Archives de la Guerre» de Vincennes y el Archivo Histórico Nacional, cifra las bajas francesas en treinta y ocho (dos oficiales) muertos y ciento cincuenta y nueve (trece o más oficiales) heridos. [2]
XVISegún Antonio Fernández García, «Que se considerara delito la posesión de un arma blanca incriminaba a buena parte de los habitantes, en una sociedad donde casi todos los varones usaban navaja. Una de las primeras víctimas, el cirujano Ángel de Rivocaba, fue fusilado en el acto al ser sorprendido con el instrumental que portaba para una operación. Fue asaltado y cercado por una guardia el Hospital General, presumiblemente para localizar a los heridos en los enfrentamientos. Y ha quedado constancia documental de nombres de lavanderas, chisperos, tejedores, fusilados en los aledaños de la Puerta del Sol, en la plazuela de los Pájaros (actual Pontejos), cuando todavía la Comisión encabezada por Grouchy, a pocos metros, estudiaba las medidas represivas» [3]
XVIIEl mismo Fernández García, «A uno de los viajeros que nos ha dejado un relato más detallado de la ciudad, Bourgoing (Barón de), le asombró el número de iglesias, ciento treinta y tres conventos, setenta, según sus noticias, pero más todavía le sorprendía el trato reverencial a los religiosos, a quienes se les cedía el paso o se les invitaba a las casas, y la imagen del viático en procesión entre hombres descubiertos o arrodillados. Al toque de las campanas del Angelus cesaban ruidos y movimientos; hombres y mujeres se ponían de rodillas en hogares, plazas y hasta en medio de la calle.» [3]
L’effet immédiat du canon du 2 mai et de la fusillade du Prado fut d’attirer les habitants de Madrid. Ceux qui exerçaient quelque influence dans la ville ne pensèrent qu’à implorer merci. Le conseil suprême de l’inquisition alla dans sa soumission plus loin que les autres autorités; son zèle le porta à faire un appel aux ministres de la religion, pour diriger l’animadversion du peuple contre les instigateurs d’excès pareils à l’émeute scandaleuse du 2 mai4. L’attitude des Français n’était rien moins que tranquillisante; leurs ordres du jour et leurs proclamations, en promettant l’oubli du passé, menaçaient de punitions lus fortes en cas de récidive. L’infant don Francisco partit pour Bayonne, et fut suivi, à vingt-quatre heures d’intervalle, par l’infant don Antonio. Ce prince demanda lui-même à rejoindre le Roi son neveu, afin d’échapper de cette manière à des obligations qu’un plus habile que lui n’aurait pas mieux remplies. Alors s’évanouit la considération que son rang reflétait sur les autres membres du corps dont il était le président. Le grand-duc de Berg ayant témoigné le désir d’être associé aux délibérations du gouvernement, la Junte hasarda quelques réflexions, et finit par céder. Peu de jours après, la présidence fut acquise au grand-duc, avec l’apparence de la légalité, par un décret de Charles IV, qui l’instituait lieutenant-général du royaume.
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Remarque : Des notes en chiffres romains ont été ajoutées pour cette entrée. Les notes originales restent avec leur numérotation.
1On appelle troupes de piquet celles réunies en armes et prêtes à agir quand et où on a besoin de leurs services.
2Il est resté aux habitants de la Péninsule , depuis l’invasion des Maures, une horreur profonde pour l’habit des Musulmans.
3Le manifeste justificatif du conseil de Castille, composé et publié à Madrid dans le mois d’août 1808, après que l’armée française avait évacué cette capitale, porte la perte des Espagnols, dans l’émeute du 2 mai, à cent quatre hommes tués, cinquante-quatre blessés et trentecinq égarés (extraviados). Le manifeste emploie l’expression quelques-uns (algunos pocos) en parlant de ceux qui ont été fusillés le jour même et les jours suivans.
Le grand-duc de Berg savait, avant le 2 mai, que la couronne d’Espagne était en réserve pour un autre que pour lui. Il faut attribuer le peu de succès de sa mission à son zèle plus ardent qu’éclairé pour le service de l’Empereur, et à la manie assez commune alors de juger des Castillans que personne n’entendait, par les Italiens qu’on avait long-temps pratiqués. «La journée d’hier donne l’Espagne à l’Empereur». Ainsi s’exprimait Murât, le 3 mai au matin, dans un accès de confiance présomptueuse. «Dites plutôt qu’elle la lui enlève pour toujours», répondit le ministre de la guerre O’Farril. Ce loyal Espagnol ignorait alors que des conseils furieux l’avaient présenté lui et le capitaine-général de la Nouvelle-Castille don Francisco-Xavier de Negrète, comme des agens de l’Angleterre et des chefs de complot, qu’il avait été question dans les salons du grand-duc de faire le procès à tous deux, et que cette idée absurde avait été rejetée par l’intercession énergique du maréchal Moncey, dont le coeur saignait à la vue de l’injustice.
4Voyez dans le Moniteur du 16 mai 1808 la lettre écrite le 6 du même mois par le conseil royal de l’inquisition aux tribunaux du saint-office de Madrid et du royaume.
IMaria Luisa Josefina de Bourbon (1782-1824). Sixième fille de Carlos IV et María Luisa de Borbón-Parme. Reine consort d’Étrurie, pour son mariage avec Luis de Etruria. Arrière-arrière-petite-fille de Louis XV de France.
IIFrancisco de Paula Antonio María de Borbón y Borbón-Parme (1794-1865). Fils de Carlos IV et María Luisa de Borbón-Parme. Arrière-arrière-petit-fils de Louis XV de France.
IIIIdem ci-dessus.
IVLe chef d’escadron (futur colonel) Auguste Lagrange, aide de camp de Murat. En 1811, il débarque à Gravelines avec Exelmans (évadé d’Angleterre) pour rejoindre Murat, roi de Naples. Le 2 mai, il avait été envoyé pour examiner la situation dans le palais et le départ des membres royaux, et était apparemment protégé de la foule en premier lieu par un officier des Gardes wallons, Miguel Desmaissières y Flores [6] qui s’est interposé entre lui et la foule, avant l’arrivée de la patrouille qui les a sauvés tous les deux.
VLes Princes commandant un corps d’Armée peuvent affecter une couleur particulière pour l’habit à la hussarde de leurs aides de camp. Ceux de S.A.I. le Grand Duc de Berg portent le couleur amarente avec le couleur distinctive chamois et les tresses en or. C’est Murat lui-même qui par une note d’avril de 1807 règle l’uniforme de ses aides de camp. [12]
VIAncienne mesure française de longueur, équivalente à 1,946 m.
VIILe futur général Pierre Daumesnil (1776-1832), célèbre défenseur de Vincennes en 1814. Le 2 mai, lorsque l’alerte retentit, Daumesnil ordonne à son escadron de chasseurs de la Garde de se mettre en selle et les conduit à travers la ville jusqu’à l’endroit où se trouve Murat. En cours de route, ils ont été assaillis d’eau bouillante, de briques et de tirs de mousquet qu’ils ont évités du mieux qu’ils pouvaient. Daumesnil a demandé la permission de riposter, mais a reçu l’ordre de Murat de conduire les chasseurs et les mamelouks pour escorter son aide avec des ordres pour le général Gobert. Daumesnil a conduit 300 cavaliers au galop, mais a été accueilli par des insurgés armés essayant de les tuer. En perçant, ils ont bien progressé, mais le cheval de Daumesnil a été abattu et il a été blessé à la cuisse. Alors que la foule l’entourait, Daumesnil a failli être tué jusqu’à ce qu’un lieutenant mamelouk le sauve. [7]
VIIILe caserne de Monteleón.
IXCapitaines Luis Daoíz y Torres (1767-1808) et Pedro Velarde y Santillán (1779-1808). Les soldats appartenant à l’arme d’artillerie, étaient les seuls officiers, avec le lieutenant d’infanterie Jacinto Ruiz Mendoza, qui a rejoint la révolte contre les Français.
XL’ancien couvent de San Bernardino, fondé en 1572, était situé dans les vergers de Leganitos, à droite du Camino del Pardo, au même endroit qui, des années plus tard, abriterait l’asile de San Bernardino, inauguré en 1834 et qui a ensuite été démoli de la guerre civile espagnole. [10]
XIGénéral de brigade Jacques Lefranc (1750-1809). Le 21 janvier 1807, il est affecté au Corps d’observation des Côtes de l’Océan. Le 14 décembre, il prend la tête de la 1ère brigade de la division Gobert, et le 2 mai 1808, il s’empare de la caserne de Monteleón. [4]
XIIAutrefois, il était prévu d’assimiler la topographie du vieux Madrid à celle de Rome, faisant allusion, bien qu’imprécisément, à la présence de «sept collines» dans la capitale espagnole. Nous n’avons pas localisé la colline de San Vicente, qui était probablement la pente de San Vicente, située près du Temple de Debod et du Palais Royal.
XIIIGonzalo O’Farrill et Herrera (1754-1831). Lorsque Fernando a été contraint de marcher sur Bayonne, exigé par Napoléon, il a voulu que O’Farrill fasse partie du Conseil suprême qu’il a laissé à Madrid pour résoudre les questions gouvernementales les plus urgentes. Après les événements de Bayonne, il jure allégeance à José Bonaparte et accepte de continuer à exercer le ministère de la Guerre auprès du nouveau Roi.
XIVMiguel José Azanza de Alegría (1746-1826). Il a été nommé chef du Trésor du Conseil suprême du gouvernement présidé par l’infant Antonio, avant le départ de Carlos IV de Madrid. Après le départ des membres de la famille royale, Azanza a maintenu l’opinion contraire aux autres membres du Conseil qui entendaient organiser une résistance implacable. En raison de la position adoptée par le Conseil, le 2 mai, le Conseil a chargé Azanza et le général O’Farril de négocier la paix avec le grand-duc de Berg, qui a accepté et les commissaires ont fait le tour des rues de Madrid pour calmer les esprits.
XVJosé Manuel Guerrero Acosta, malgré la polémique éculée sur les chiffres des victimes, citant divers auteurs (Gómez de Arteche, Grandmaison, Titeux, entre autres) et les données trouvées dans les «Archives de la Guerre» de Vincennes et les Archives Historiques Nationales de Madrid, met les pertes françaises à trente-huit (deux officiers) tués et cent cinquante-neuf (treize officiers ou plus) blessés. [10]
XVISelon Antonio Fernández García, «Le fait que la possession d’un couteau soit considérée comme un crime a incriminé une bonne partie des habitants, dans une société où presque tous les hommes utilisaient un couteau. L’une des premières victimes, le chirurgien Ángel de Rivocaba, a été abattu sur le fait lorsqu’il a été surpris avec les instruments qu’il transportait pour une opération. L’hôpital général a été agressé et encerclé par un garde, vraisemblablement pour localiser les blessés dans les affrontements. Et il existe des preuves documentaires des noms des blanchisseuses, des prolos, tisserands, fusillés aux abords de la Puerta del Sol, dans la Plazuela de los Pajaros (aujourd’hui Pontejos), alors que la Commission dirigée par Grouchy, à quelques mètres de là, étudiait les mesures répressives» [3]
XVIIFernández García lui-même, «L’un des voyageurs qui nous a laissé un récit plus détaillé de la ville, Bourgoing (Baron de), a été étonné par le nombre d’églises, cent trente-trois couvents, soixante-dix, selon ses nouvelles, mais plus encore il était surpris par le traitement révérencieux des religieux, qui étaient cédés ou invités dans les maisons, et l’image du viatique en procession entre hommes découverts ou agenouillés, hommes et femmes s’agenouillaient dans les maisons, sur les places et même au milieu de la rue.» [3]
Fuentes:
1 – «Histoire de la guerre de la Péninsule sous Napoléon: précédée d’un tableau politique et militaire des puissances […]». Tome III. 3eme edition. – Maximilien Foy, Baudouin Frères Ed., Paris, 1828
2 – «Los franceses en Madrid.1808» – VV.AA, Revista de Historia Militar, Núm. Extraordinario, Ministerio de Defensa, 2004
3 – «MADRID, revista de arte, geografía e historia«. Núm. 9 – VV.AA., Comunidad de Madrid, 2007
4 – «Dictionnaire biographique des généraux et amiraux français de la Révolution et de l’Empire : 1792-1814«. Tome 2 – Georges Syx, Georges Saffory, Ed., Paris, 1934
5 – «Nouvelle biographie générale depuis les temps les plus reculés«. Tome Seizième. – Firmin Didot Frères Ed., 1851
6 – «The Foreign monthly review and continental literary journal«, London, 1839
El Parque del Oeste alberga este pequeño cementerio, el lugar de enterramiento más antiguo de Madrid que se conserva. Fue construido en 1796 como cementerio de la Real Parroquia de San Antonio de Padua de la Florida, reservado en su momento a los empleados de aquella Real Hacienda.
En la madrugada del 3 de mayo de 1808, 43 hombres fueron fusilados en la montaña de Príncipe Pío (más o menos en el lugar que ocupa hoy la base del teleférico) y sus cuerpos permanecieron en una acequia durante 9 días hasta que fueron trasladados al cementerio de La Florida. Allí, recibieron sepultura bajo la lápida que puede verse en el jardín situado sobre la cripta de la antigua ermita. [2]
Rodeado por un muro de ladrillo, el cementerio cuenta con una pequeña capilla con cripta, a la que se accede por un paseo arbolado, una columna conmemorativa y tres lápidas que conmemoran el fusilamiento, uno de los cuales presenta una reproducción en mosaico del cuadro de Goya «El tres de mayo de 1808 en Madrid». En la capilla hay un sencillo altar y una escalera que baja a la cripta, en cuyo interior descansan los restos de los fusilados, sepultados en dos cajones de plomo y zinc. [3]
Puerta principal de entrada al recinto, junto a la Escuela de Cerámica de Madrid.
Parte superior de la entrada de forja.
Placa conmemorativa,
En 1982 se instaló una reproducción en cerámica del famoso cuadro de Goya conmemorativo de los fusilamientos del 2 de mayo, junto a un pequeño pebetero.
Las dos placas conmemorativas con inscripciones en el lado superior izquierdo de la entrada a la capilla: «Aquí yacen las cenizas de las 43 víctimas fusiladas en la montaña del Príncipe Pío.» (placa superior) y «Chamberí a sus hijos inmolados. El 3 de mayo de 1808» (placa inferior).
La parte trasera del recinto, que limita con una zona ajardinada.
En el mismo lugar se halla un conjunto escultórico con cuatro bloques de hormigón, dedicado al célebre pintor aragonés Goya, enterrado en la ermita de S. Antonio de la Florida.
Ya desde la antigüedad el rastro de los ejércitos ha sido seguido por muchedumbres más o menos numerosas de mujeres o compañeras de soldados, prostitutas y toda clase de personajes con los oficios más dispares pero algunos necesarios en el esfuerzo de guerra. Estos ejércitos «paralelos» han sido tratados en pocas ocasiones o con poco detalle por ser un aspecto poco «llamativo» en la historia de las campañas militares, pero muy real desde el punto de vista humano.
Se calcula de una manera muy conservativa que unas 1.500 esposas de soldados fueron transportadas a Portugal en 1808 por cuenta del gobierno inglés, aparte de un pequeño contingente con las mujeres de oficiales, sargentos y cabos que pudieron llegar a pagarse su pasaje [2]. De la mano de Nick Lipscombe veremos las peculiaridades de la relación del ejército británico en la Península con aquellas mujeres, lo fueran de oficiales, soldados o simplemente compañeras de viaje de los mismos, pero que compartían en todas las ocasiones todos los rigores, privaciones y evidentemente los peligros de la campaña militar, tanto en en tierras portuguesas primero como luego en suelo español.
MUJERES Y ESPOSAS ACOMPAÑANDO A LOS EJÉRCITOS EN LA PENÍNSULA
«Royal Artillery camp followers» (1810). (a)
Llegamos a un tema que en lo que a mí respecta, es realmente un área que creo que muchos otros, digamos, directores o historiadores no cubren con suficiente detalle, y ese es el asunto de las esposas y los acompañantes de los ejércitos. Es un área donde no hay absolutamente ninguna duda, muchos historiadores y yo escucho con bastante frecuencia documentales de televisión donde la gente habla de que las esposas son acompañantes de los ejércitos, y siguen el drama y todo ese tipo de cosas.
Bueno, sí y no. Y si tomamos la terminología estricta de los civiles acompañando a los ejércitos, las esposas no eran acompañantes de los ejércitos como tales y quiero explicar porqué ese es el caso. Ahora, el regimiento que tenía que prestar algún tipo de servicio en el exterior o en expediciones, se le permitía tomar una proporción de las esposas de los soldados a una escala de entre cuatro y seis por compañía. Asumiendo que si el batallón tiene alrededor de unos mil efectivos como hemos dicho, con diez compañías de cien soldados, yo diría que en expediciones ciertamente en el período en que estaban llegando a tiempo para la Península, donde estaban reclutando a muchos jóvenes y no hay duda cuando llegas a una época cuando la nación está en guerra las filas del ejército se llenan de nuevos reclutas. Entonces, la cantidad de soldados y tomamos en cuenta a los soldados y no a los oficiales, las esposas de los oficiales acampaban donde querían, así que ese es un tema aparte, y volveremos al mismo en un momento.
El número de soldados que se habrían casado calculo que no eran más del 35%. Así que probablemente estaremos hablando de trescientos cincuenta hombres que tenían esposas que podían o no acampar en las expediciones. Entonces, si calculamos de cuatro a seis por compañía, diez compañías, sesenta de ellas podrían acampar, eso es algo menos del 20%, sesenta de los casados; el personal, las esposas que podían o no podían unirse a ellos en las expediciones. Ahora bien, muy a menudo la decisión de quién iría se dejaba hasta los últimos minutos. A veces una gran cantidad de chicas que seguían a sus maridos hasta el puerto de embarque y luego muchas se retiraban la noche antes de que el barco zarpara, y las que sacaban la paja más larga se unían a sus maridos en las listas del regimiento (“muster roll”) y esa es la clave: una vez que se acordaba incluirlas en los efectivos del regimiento, sabían que estaban en las listas del batallón del regimiento y eso significaba que el gobierno tenía la responsabilidad de moverlas, alimentarlas, protegerlas, brindarles otros elementos rudimentarios de apoyo, ahora, por supuesto, había muchas situaciones diferentes, volveremos a los roles de esposas que ingresaban en las listas del regimiento en un segundo, pero eso significaba que todas esas chicas que no eran llevadas al extranjero en la expedición, serían en un batallón del orden de doscientas cincuenta a trescientas, realmente tenían tres opciones: regresar con sus madres o sus familias, juntarse en grupos y tratar de trabajar para mantenerse en torno al área de reclutamiento del regimiento o en las aldeas en las que vivían o los pueblos, o literalmente no tenían otra opción que ponerse en las calles.
Y eso era en realidad bastante frecuente, no había medios para un soldado, si estaba en servicio en el extranjero, de enviar dinero para mantener a su esposa y a toda la familia, no había transferencias bancarias ni nada por el estilo, no había ningún sistema del regimiento de la manera que algunos de ustedes pueden entender el sistema de un regimiento y, de hecho, es justo decir que el sistema de regimiento probablemente haya cerrado el círculo, desde el período que cubrieron las reformas en las que todo se basaba en el regimiento, el regimiento lo era todo, se ocupaba en el lugar y del tiempo de todas las familias siempre que su batallón o batallones del regimiento estuvieran en expediciones. Creo que ahora también se cierra el círculo, por ejemplo, en tiempos de mi padre en el ejército, cuando los oficiales se desplegaban en las operaciones en el exterior, alguien iba a la casa del oficial y se ocupaba de cortar el césped, mantener los tratamientos del jardín, etc., etc., eso ya estaba llegando a su fin durante mi carrera, ya no sucedió más. Hubo mucha gente que decía, bueno, saben por qué alguien debería ir a cortarles el césped, hacer esto, hacer aquello, y esa es, por supuesto, una de las principales razones por las que todo el asunto llegó a su fin, pero el cortar el césped eran los sesgos de la paja que rompió el lomo del camello, fue lo que terminó con el asunto, porque era mucho más que cortar el césped, era cuidar lo que quería tu esposo ausente y, por supuesto, cuando digo esposo, pero quiero decir que podría ser que la mujer estuviera lista, que ella esté sirviendo y el esposo tal vez en casa cuidando a los niños, así que de otra manera en estos días.
Ahora, volviendo a las sesenta o más esposas que estaban allí, realmente se convirtieron en un gran problema, aunque no solo para el regimiento sino también para el propio Wellington y sus colaboradores del Estado Mayor. Un oficial del 34º regimiento describió a un grupo de esposas siguiendo a su batallón:
“Como las esposas de los soldados subalternos se amontonan en el batallón descomponiéndolo, pero contrario a toda la disciplina militar, no estaban bajo control, bloqueaban las estrechas masas y condicionaban los avances del ejército con sus burros”.
«Serro de Estrello on De Neve. The March of Baggage following the Army – May 16th 1811» (1812). (b)
Pero estas mujeres fueron en algunos casos bastante notables, eran duras como clavos, saqueadoras expertas, con una furiosa parte de sentido común y la excelencia de su propio batallón, por supuesto, llegando a luchar entre ellas, de hecho con otras esposas de oficiales o con esposas de soldados, no oficiales, absolutamente no, con otros soldados o esposas de soldados, muchas de ellas habiendo enviudado por dos o tres veces. Porque cuando un hombre resultaba muerto, otro miembro del regimiento se proponía rápidamente a su esposa y eso puede sonar extraño, pero dado que en los viejos tiempos tendría un largo y arduo viaje de regreso a Inglaterra o Irlanda, la mayoría decidía quedarse con el nuevo cónyuge y tomar un nuevo nombre y, a medida que avanzaba la campaña, muchos soldados y algunos oficiales ofrecieron a sus esposas españolas o portuguesas que se unieran a ellos en las listas del regimiento, etc. Pero, por supuesto, había muchas otras chicas que se incluyeron como esposas de hecho, que no estaban en la lista del regimiento y, por lo tanto, eran acompañantes del ejército, en esto hay una clara distinción.
Ahora hay un relato de un testigo presencial muy interesante aquí de Benjamin Harris, que era fusilero con los el 95º regimiento, los Rifles, en el primer enfrentamiento de toda la campaña, en Roliça, el 17 de agosto de 1808:
“Cuando se pasó lista después de la batalla, las mujeres que extrañaron a sus maridos se acercaron al frente de la fila para preguntarles a los supervivientes si sabían algo sobre ellos. Entre otros nombres escuché el de Cochan, nombrado con voz de mujer, sin que le respondieran. El nombre me llamó la atención, y observé a la pobre mujer que lo había llamado, mientras lloraba frente a nosotros, y aparentemente temerosa de hacer más preguntas sobre su esposo. Ningún hombre había respondido a su nombre, ni tenía nada que dar cuenta de su destino. Yo mismo lo había visto caer, como se dijo antes, mientras bebía de su cantimplora; pero cuando miré a la pobre criatura que sollozaba ante mí, me sentí incapaz de contarle su muerte. Finalmente, el capitán Leech la observó y llamó a la compañía:
«¿Algún hombre aquí sabe lo que le ha pasado a Cochan? Si es así, que hable de inmediato».
A esta orden, inmediatamente conté lo que había visto y conté la forma de su muerte. Después de un tiempo, la Sra. Cochan parecía ansiosa por buscar el lugar donde cayó su esposo y, con la esperanza de encontrarlo aún con vida, me pidió que la acompañara por el campo. Ella confiaba, a pesar de lo que le había dicho, en encontrarlo aún con vida.
«¿Crees que podrías encontrarlo?» dijo el Capitán Leech, al ser referido.
Le dije que estaba seguro de que podía, ya que había observado muchos objetos mientras buscaba refugio durante la escaramuza.
«Ve entonces», dijo el capitán, «y muéstrale el lugar a la pobre mujer, ya que parece tan deseosa de encontrar el cuerpo».
En consecuencia, me abrí paso por el terreno en el que habíamos luchado, ella me seguía y sollozaba detrás de mí, y, llegando rápidamente a la lugar donde yacía el cuerpo de su esposo, se lo señaló.
Pronto descubrió que todas sus esperanzas eran en vano; abrazó un cadáver rígido, y después de levantarse y contemplar su rostro desfigurado durante algunos minutos, con las manos entrelazadas y laslágrimas rodando por sus mejillas, sacó un libro de oraciones de su bolsillo y, arrodillándose, repitió el servicio por los muertos sobre el cuerpo. Cuando hubo terminado pareció bastante consolada, y aproveché para hacerle señas a un ingeniero que vi cerca con otros hombres, y juntos cavamos un hoyo, y rápidamente enterramos el cuerpo. La Sra. Cochan luego volvió conmigo a la compañía a la que se había unido su esposo, y se acostó en el páramo cerca de nosotros. Yacía entre otras mujeres, que estaban en las mismas circunstancias angustiosas que ella, con el cielo como dosel y un césped como almohada, porque no teníamos tiendas con nosotros. ¡Pobre mujer! La compadecí mucho; pero no hubo remedio. Si hubiera sido duquesa, le habría sucedido lo mismo. Era una mujer hermosa, recuerdo, y la circunstancia de haber visto caer a su marido y haberla acompañado a encontrar su cuerpo, engendró una especie de intimidad entre nosotros. La compañía a la que había pertenecido Cochan, acongojada como estaba, ahora era su hogar…”
No hay constancia de si la Sra. Cochan se volvió a casar o no con alguien del 95.º de Rifles y permaneció en el batallón, pero creo que las posibilidades son extremadamente altas. El informe sobre las mujeres británicas con la 4ª división en noviembre de 1813 muestra que el 7º regimiento de infanteríatenía solo 17, bueno, el 20º regimiento de infantería tenía 42, el 23º regimiento de infantería tenía 29, el 27º regimiento de infantería, 54 y el 40º regimiento de infantería, 55. Hay unas pocas bajas registradas por acción enemiga de todos modos, pero al menos setenta murieron de esta manera durante la retirada de Burgos en 1812, la esposa del sargento Maybe fue alcanzada por una bala de cañón, muerta instantáneamente. Hay una serie de escapadas por los pelos. Lady Woolgrave, la esposa de John E. Woolgrave, un comandante en el 15º de dragones ligeros, a menudo cabalgaba con su esposo y en una ocasión estuvo a punto de ser hecha prisionera. Audazmente presentó su bolsillo de este lado (a la vista) del jinete francés y la dejó escapar.
Quizá las hazañas más valientes sean las de la mujer del sargento Reston (Agnes Reston) en Cádiz en 1810. Reston se encontraba en el fuerte de Matagordo que estaba siendo bombardeado por los cañones franceses al cruzar la bahía. Agnes ayudaba al cirujano a vendar las heridas de los soldados, recogía agua del pozo en el centro del fuerte, cargaba sacos de arena y ayudó a reparar muchos de los puentes volados por los cañones franceses. Y lo que me lleva muy adecuadamente a los roles de estas esposas que no estaban simplemente allí para ser la esposa del sargento Reston: tenían muchas responsabilidades, eran madres de estos jóvenes soldados, eran enfermeras y médicos. Llevaban agua, se les conocía como cantineras («cantinière»), existían mujeres en el ejército francés para llevar agua a los hombres. Y el agua era un componente vital para mantener al soldado y su capacidad de lucha en el campo de batalla y también durante las largas marchas.
Agnes Reston en el fuerte de Matagordo. (c)
En la batalla, como todos sabemos, cuando nos ponemos ansiosos, con las manos sudorosas operando bajo el sol aquí, en Iberia, un entorno y clima muy extraños para muchos de estos hombres. Además ellos han de llevar a cabo lo que se llama morder la bala («biting the bullet»), es decir los cartuchos que vienen con esa bala de mosquete enrollada con la pólvora en un pequeño sobre de papel. Lo que hacían cuando cargaban sus mosquetes es que mordían la bala, la sostenían en la boca y luego volcaban parte de la pólvora del envoltorio en la cacerola del mosquete.
Veremos algunos mosquetes en algunos de los museos a los que vamos, en un par de museos, y todo lo que se necesita saber sobre el procedimiento para cargar el mosquete. Era bastante laborioso, pero teníamos la cacerola y con la chispa del pedernal, lo que inicia, por supuesto, la ignición del propulsor en el cañón. Pero para todos nosotros recordar el baile de los grifos de la ducha cuando éramos niños que caía todo el chorro en la boca y eso era exactamente lo mismo con la pólvora negra que llevaba mucha sal y otros productos químicos. La sal que secaba las bocas de los soldados, que la sostenían en la boca, luego, por supuesto, los elementos de la pólvora que se deslizaban también por la boca. Por lo tanto, el agua era un tema absolutamente vital, llevarla a los soldados en el fragor de la batalla era un asunto extremadamente peligroso y hay muchos relatos aquí en Salamanca. En ese caso los soldados llevaban el agua pero también muchas de las muchachas se dedicaban a llevarle agua a los hombres para que pudieran seguir combatiendo.
Quizás la más famosa de todas las historias de una esposa que acompañaba a su esposo y sus hazañas durante la Guerra de la Independencia fue la de la señora Petty Skiddy, la esposa del cabo Dan Skiddy del 34º de infantería durante la angustiosa retirada de Burgos en 1812, llevó a su esposo durante ciento veinte millas (unos 195 kilómetros). Dan Skinner simplemente se sentó en un lado de la carretera y le dijo: «Me siento, estoy agotado y si haces eso, y los franceses te capturan, es probable que te persigan, pero en realidad sería raro igualmente ser hecho prisionero. Es demasiado difícil considerarlo, o puedes adivinar tu suerte”. Bueno, entonces ella cogió a su esposo sobre su hombro y luego lo llevó más de cien millas de regreso y lo puso a salvo. Ambos sobrevivieron para contarlo, y en adelante Petty Skiddy fue famosa en todo el batallón. Y había un par de maniquíes bastante encantadores reunidos en el Museo del Ejército Nacional que lo representaban igual pero desafortunadamente estuvimos hablando de ello en la cena de anoche, pero el Museo del Ejército Nacional («National Army Museum») se ha vuelto un poco minimalista en vez del Museo Imperial de la Guerra («Imperial War Museum»), por lo que todas esas exhibiciones bastante ad-hoc ahora se están desechando.
Ahora también hablaremos sobre las esposas de los oficiales en ese período y mencioné a la esposa de John Woolgrave. Una de las esposas más conocidas fue la del Capitán Kerry. La esposa del capitán Kerry, Jill, siendo este el principal edecán del general Hill. Preparaba el té para el personal de la 2ª división y montaba una pequeña recepción cuando la división se instalaba en un lugar por unos días.
El mismo Wellington se vio inmerso en el matrimonio más desafortunado que conocemos, con Kitty Pakenham. Tenía unas fuertes objeciones a tener demasiadas mujeres en el frente, le gustaba bastante tener una o dos, pero de hecho en esa personalidad y sospecho que en esa crianza se casó con Wellington, pero eran una distracción, sintió que eran una indudable distracción y se extendía a los hijos, es decir estos acompañantes del ejército trazaban el camino en el asunto de la guerra. Un prisionero francés describió una vez a una familia inglesa de un militar que pasó cerca de él en la ciudad amurallada de Elvas, en la cual pasaremos esta noche. Este es el Capitán Lejeune:
«El capitán», este es él describiendo a este capitán, militar inglés «montaba el primero en un muy buen caballo resguardándose del sol con la sombrilla. Luego venía su esposa, muy lindamente vestida con el sombrerito de paja, montada en una mula y cargando, no solo un parasol, sino un perrito negro en sus rodillas con un recipiente para poder darle leche. Al lado de señora, una niñera irlandesa cargando a un bebé tan embelesado para la esperanza de la familia. Un granadero, un sirviente del capitán, venía detrás y, de vez en cuando, levantaba el largo vestido de su ama con su larga palo. El último en la procesión venía un burro, cargado con un abundante y diverso equipaje que incluía una tetera, una jaula de canarios y estaba custodiado por un sirviente inglés en librea montado y llevando un largo látigo de posta con el que ocasionalmente hacía caminar al burro por su lugar.”
Tropas británicas en marcha (1810) (d)
Me encanta esa descripción. Pregúntense por Wellington para con estos y entiendan por qué se opuso tan fuertemente a las mujeres en el frente. Masséna, un hombre del que vamos a escuchar mucho, un personaje muy interesante, el mariscal Masséna, fue simplemente brillante durante las segunda campaña en Italia, allá por el siglo XVIII. En el momento en que llegó a comandar el ejército en Portugal, en 1810, cuando apareció tenía no menos de catorce edecanes; si se considera que Wellington tenía el mismo número en la batalla de Waterloo y considerando que Masséna probablemente estaba envejeciendo, francamente no quería el trabajo. De hecho fue invitado a tomar el té en el Palacio de Malmaison y la historia cuenta que después de haber rechazado tres veces la propuesta fue convocado a tomar el té en la residencia del Emperador en Malmaison, donde le dijeron – enfáticamente – que iría a España y tomaría el mando de este nuevo Ejército de Portugal. Ahora, uno de estos edecanes era un gentil capitán Denis, cuya hermana Henrietta estaba con Masséna, tenía que ser la amante de Masséna para esta aventura en España y se hizo conocida como Madame X1. Y hablaremos bastante sobre Madame X y no voy a mostrar todos mis argumentos esta etapa, solo darles unas pinceladas para las conversaciones que vendrán más tarde.
Pasemos a los acompañantes del ejército y quiénes serían acompañantes del ejército y ellas eran las esposas, pero la historia de cualquier ejército era extensa y notarían que los acompañantes del ejército consistían también en los carros del comisariado, que transportaban los suministros, los intendentes, los carros que transportaban las provisiones del ejército, enseres de los oficiales, los equipos para los campamentos, dinero, dinero, la caja de pagos, etc. Las vacas, caballos y mulas que transportaban el equipaje privado de los oficiales estaban incluidos en este grupo y el personal en el grupo incluía a los sirvientes de todos esos oficiales, los conductores y la intendencia, los policías, los sastres, y justo al fondo, las prostitutas.
También incluía a las esposas de hecho («common-law wives») porque no estarían en las listas del regimiento como he dicho. Una caravana de acompañantes en la Península con un ejército con las costumbres del siglo XVIII y en parte debido también al carácter de las naciones anfitrionas como aquí que nada era obtenido con la facilidad y el resultado neto es que estos grandes y extensas caravanas se hicieron más grandes y más extensas a medida que la campaña se desarrollaba.
La multitud de mulas y caballos presuponía que los conductores locales en la intendencia serían capaces de manejar esto y este no fue el caso en absoluto y, de hecho, muchos de estos propietarios de estas mulas, estas recuas de mulas o las recuas de bueyes, como se les conocía, tenían una reputación bastante mala y muchos se quedaron después de unos días con una gran cantidad de equipaje que se les había encomendado mover, particularmente aquellos que dijeron que trasladarían el «equipo» de los oficiales y que seguramente desaparecerían en la noche con todo el equipo de los oficiales para no ser vistos nunca más. Y, por supuesto, muchas de las personas en este grupo, pero debo decir que algunas de las esposas también fueron unas saqueadoras despiadadas y despojadoras de heridos y volveremos a ello hoy más tarde.
Roderick Merchant, del 36º de infantería, recordaba a una voluntaria portuguesa bastante seguro de quien era cuando escribió: “Desdobló ante mí y los demás un gran trozo de papel marrón en el que cuidadosamente había doblado, como un sándwich, varios pares de orejas de franceses».
Ahora bien, las mujeres de hecho o concubinas en campaña no tenían estatus oficial como dije ni apoyo: no tenían derecho a acompañar al ejército y no tenían derecho a ser repatriadas con su pareja y todo el resto del ejército al terminar la guerra. Por el año 1814, en Francia principalmente en Bayona y Burdeos, muchas de estas chicas se quedaron abandonadas en tierra. William Brass recuerda:
“Aquellas que habían seguido a los hombres a lo largo de los campos de batalla, curando sus heridas y compartiendo todos los rigores de la campaña con fidelidad y heroísmo ahora se quedaron en las playas mirando a los barcos que desaparecían y que se alejaban con sus compañeros y único medio de sustento. Seguro que no hubo escenas más conmovedoras en ningún momento que durante el período. Y hubo muchos lloros y lamentos de las Señoras.”
Y ese es un punto interesante porque muchos se unieron con chicas españolas y portuguesas, muchos de los soldados británicos encontraron particularmente a las señoritas españolas muy atractivas por razones obvias y tenemos una historia encantadora con la que terminamos hoy sobre un oficial del ejército británico que rescató a una niña española2 y la historia es interesante y termina en Sudáfrica, y que algunos de ustedes ya juzgarán de qué se trata.
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Ediciones Osprey trata también en de las acompañantes de los ejércitos en este caso en el ejército francés. (e)
ACOMPAÑANTES EN EL EJÉRCITO FRANCÉS: Los soldados del ejército francés podían casarse pero solo si demostraban que la unión tendría algún beneficio para el regimiento, ya que la mujer poseía un oficio útil como lavandera o costurera, de modo que podía mantenerse sin ser una carga para el regimiento. Esto significaba que el matrimonio era una empresa rentable para la pareja, especialmente cuando al soldado se le concedía permiso para servir como proveedor del batallón, y el reglamento controlaba el número de mujeres adscritas oficialmente al regimiento.
El ejército francés emitió numerosas regulaciones durante el período para controlar el número de mujeres que seguían a los ejércitos, estipulando el número que podía incorporarse oficialmente al regimiento. Estas mujeres desempeñaban su cometido en el suministro de alimentos, bebidas, tabaco, pipas de arcilla e incluso papel para escribir a las tropas. También había otros tipos de seguidores del campamento; los que no pertenecían a ningún regimiento pero podían seguir a los ejércitos y montar restaurantes y cafés en las principales zonas de los países conquistados. Además, estaban las blanchiseuses o lavanderas, que eran las esposas de los soldados a las que se pagaba para lavar la ropa del regimiento, con detalles interesantes sobre cómo se realizaba el lavado de la ropa. [4]
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1Masséna, visto el resultado de la campaña, se arrepentiría con el tiempo de haberla llevado consigo.
2Juana María de los Dolores de León Smith se había quedado huérfana con su hermana en Badajoz. Durante el sangriento y controvertido último asedio de la ciudad, las hermanas buscaron protección del caos del asedio y se encontraron con algunos oficiales británicos que encontraron acampando fuera de las murallas de la ciudad. Uno de ellos era el oficial Harry Smith, del 95.º Regimiento de Rifles, con quien se casó unos días después. Juana se haría popular entre los soldados y compartió el destino de su marido en España y posteriormente en Sudáfrica. Conocida como Lady Smith en sus últimos años, Juana Smith se conmemora directamente con el nombre de Ladysmith en Sudáfrica, en Canadá y en Whittlesey (Inglaterra), en la ciudad natal de su marido.
Nick Lipscombe MSc, FRHistS, es un historiador especializado en las Guerras Napoleónicas y, en particular, en la Guerra de Independencia. Ha escrito numerosos libros y artículos sobre asuntos relacionados con las guerras napoleónicas. Su primer libro, »An Atlas and Concise Military History of the Peninsular War» («Un Atlas y concisa historia militar de la guerra peninsular») se publicó en 2010 y fue seleccionado como el Libro del Año por el Daily Telegraph (Historia). Está reconocido como una autoridad mundial en las batallas y campos de batalla de la Península Ibérica y el sur de Francia. Su última obra es «The English Civil War: An Atlas and Concise History of the Wars of the Three Kingdoms 1639–51″, esta vez versando sobre los campos de batalla de la Guerra civil Inglesa.
Nick nació en 1958 en Angers (Francia) y sirvió durante treinta y cuatro años en el ejército británico, donde vivió un considerable servicio operacional. Fue condecorado con la estrella de bronce de Estados Unidos en 2006 (http://nick-lipscombe.net/).
2 – «Following the drum: British women in the Peninsular War» – Sheila Simonson, Dissertations and Theses. Paper 3137, Portland State University, 1981. (https://doi.org/10.15760/etd.3129)
a – Westall, Richard, «Royal Artillery camp followers» (1810). Prints, Drawings and Watercolors from the Anne S.K. Brown Military Collection. Brown Digital Repository. Brown University Library.
b – St. Clair, Thomas Staunton, «Serro de Estrello on De Neve. The March of Baggage following the Army – May 16th 1811» (1812). Prints, Drawings and Watercolors from the Anne S.K. Brown Military Collection. Brown Digital Repository. Brown University Library.
d – «British troops on the march» (1810). Prints, Drawings and Watercolors from the Anne S.K. Brown Military Collection. Brown Digital Repository. Brown University Library.
Nuestro corresponsal Byron acudió presto para cubrir la V edición de la Recreación de los Sitios de Zaragoza, que se desarrolló este fin de semana pasado en las calles de la Inmortal ciudad. Por problemas de agenda solo pudimos asistir a uno de los días, por lo que el reportaje fotográfico que acompañamos se limita al sábado por la mañana y mediodía, un día que – afortunadamente – Helios tuvo a bien bañar con sus calurosos rayos tras unos días de pronóstico climatológico incierto.
Desafortunadamente tampoco pudimos cubrir por la tarde como deseábamos la recreación del 1er sitio en la calle del Coso, porque el horario nos coincidía con el de nuestra vuelta a la estación de tren.
Tan solo aprovechar estas líneas para felicitar a la organización y a todos los participantes en la recreación por el nivel conseguido. Esta clase de actos siempre son arduos de organizar y requieren de una gran inversión en tiempo, conversaciones, incontables trámites y la indispensable ayuda de mucha gente detrás en labores que pocas veces son visibles. También queremos destacar la nutrida asistencia del público zaragozano para ver los desfiles, que siempre es un acicate indispensable para redondear actos como el que tuvimos la suerte de asistir y que nos dejó con ganas repetir la experiencia en un futuro.
Esta semana recorreremos las calles de la ciudad de Toledo, que el historiador romano Tito Livio ya describió como «una pequeña ciudad, pero fortificada por su enclave» y cuyo centro histórico fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1986. Veremos algunos de sus antiguos edificios que nos recuerdan algunos de los aspectos de la ocupación francesa que tuvo la ciudad durante el periodo que abarca desde finales de 1808 hasta 1813, de la mano de algunos de los textos del que fuera Cronista Oficial de la provincia de Toledo, Fernando Jiménez de Gregorio, que subrayaba la importancia de los eventos acaecidos:
«El hecho que comentamos ha sido uno de los más trascendentales de los doscientos últimos años, sólo comparable con la última contienda civil. Por ello su estudio se hace imprescindible para conocer y explicar nuestra más reciente historia y poner, en lo posible, remedio a sus errores y despropósitos.»
El puente de Alcántara, que sigue siendo una de las puertas de entrada a la ciudad. El 24 de mayo de 1809 José Bonaparte haría entrada en Toledo por este punto y saldría por la Puerta de Bisagra en dirección a Madrid. Según el cronista, no hubo entusiasmo ciudadano, «por falta de afecto que le tenían». [1]
LUGARES DEL TOLEDO NAPOLEÓNICO
Toledo, la Toletum de los romanos, que a través de los tiempos se convertiría en capital del reino visigodo, para convertirse en un importante enclave mozárabe y algunos siglos más tarde el centro de poder del emperador Carlos I, como la “Imperial Toledo”, fue uno más de los escenarios de los diversos vaivenes del conflicto armado de la Guerra de Independencia a partir de 1808, con una especial relevancia por su situación central en la Península, que la convertía en lugar de paso para las rutas hacia Portugal, Levante o el sur de la Península, y por su proximidad con la capital Madrid.
A finales de abril de 1808 la frecuencia cada mayor de presencia de tropas francesas provocaba recelos entre la población, acrecentados por la falta de estabilidad en la jefatura del reino por los hechos del Motín de Aranjuez. Siguiendo órdenes de Murat, el contingente de la división de Dupont en ruta hacia Andalucía (el mismo que sería derrotado en Bailén) tenía dispuesto alojarse en Toledo. Como era costumbre, se procedería al reparto de boletos para el alojamiento de las tropas imperiales en las casas de la ciudad: entre el 20 y 21 de abril corrió el rumor que Fernando VII denegaba el alojamiento a las tropas francesas, lo que provocó que, pese al inicial desmentido del corregidor Joaquín Santamaría, no se calmaran los ánimos de los exaltados habitantes y se originó un motín popular que al día siguiente se cebó en las casas del corregidor y diversos regidores, saqueando, robando sus enseres y muebles, que serían quemados en una gran hoguera en la Plaza de Zocodover.
Plaza de Zocodover
Proclama dirigida a los habitantes de Toledo, por el marqués de Coupigny.(a)
Tras la sonora victoria de Bailén uno de sus protagonistas, Antoine de Malet, marqués de Coupigny llegó con sus tropas de la 2ª División del ejército de Andalucía a la ciudad, entrando el 22 de agosto de 18081. Pero tras la retirada de las tropas francesas por encima de la línea del Ebro, se produjo la fulgurante entrada de Napoleón al frente de sus tropas por el norte del país para restablecer el ultrajado honor imperial y su dominio en la Península.
Una vez conseguido otra vez el dominio de la mayoría del territorio español – aunque con varias bolsas de resistencia patriota, en forma de maltrechos ejércitos regulares y partidas de guerrilleros – la imperial Toledo fue ocupada militarmente. El 13 de diciembre 1808, las tropas del mariscal Víctor, duque de Bellune, entraron en la ciudad y durante dos días la soldadesca dio rienda suelta a sus instintos, principalmente atentando contra edificios religiosos2. Casi un año después, se suprimieron las órdenes religiosas, con incautación de sus propiedades y el día 15 de septiembre de 1809 recibieron la orden de abandonar sus monasterios y conventos.
Plano de nuestro itinerario por Toledo. El recorrido es de aproximadamente unos 5 km.
Edificio del Alcázar de Toledo. El 31 de enero de 1810 sufrió un incendio cuando los franceses mantenían un gran contingente de hombres y artillería en el Alcázar quedando en pie solamente la estructura principal del edificio. [6]
La Catedral Primada de Toledo (s. XIII), de estilo gótico de influencia francesa,construida sobre los cimientos de la antigua catedral visigótica.Con la ocupación francesa vería como se requisaban sus caudales en monedas y objetos de plata, convenientemente inventariados.
El Palacio Arzobispal, sede del gobierno francés en Toledo. Como exigencia de los ocupantes, los gastos del mismo correrían por cuenta del Ayuntamiento, circunstancia inusual hasta la fecha.
Ayuntamiento de Toledo. Al igual que en el resto de España, se sucedieron diversas etapas en las instituciones administrativas, desde el Antiguo Régimen borbónico, seguido por la administración impuesta por los invasores, que precedió a una breve etapa de acuerdo con la Constitución de 1812, para volver a las estructuras absolutistas con el regreso de Fernando VII.
Monasterio de San Juan de los Reyes, incendiado durante la ocupación francesa.
La cercanía de Toledo a Madrid (unos 70 km) también hizo que la ciudad se convirtiera, en varias ocasiones, en un lugar de paso de los viajes del impuesto nuevo monarca, José Bonaparte, entre los meses de abril de 1809 y enero de 1810, fuera por motivos propagandísticos3 o por necesidades militares, como sucedió durante la campaña de Talavera.
A nivel administrativo, el nuevo sistema josefino estableció la división francesa basada en prefecturas, y en 1810 la nueva Prefectura de Toledo se dividía a su vez en en tres subprefecturas, Toledo, Ocaña y Casarrubios del Monte. [1]
El palacio Lorenzana, que albergaría la Universidad de Toledo hasta 1845. Su fachada principal de orden jónico con la escalera de doble tramo y dos esculturas de Mariano de Salvatierra que representan la Ciencia y la Fama. La Universidad sería escenario de la creación del Batallón de Voluntarios de Honor (4/11/1808), integrado por profesores, alumnos, empleados y otros voluntarios ajenos a la institución universitaria4. El batallón se extinguió en 1810, siendo agregados sus restantes miembros en otros cuerpos como Distinguidos o como guardia de honor de la Junta Central tras los muros de Cádiz ese mismo año.
El guerrillero Juan Palarea (b)
Ya desde el mismo 1810 por exigencia de las autoridades y administración francesas se sucedieron las demandas en forma de contribuciones extraordinarias de varias decenas de millones de reales, tanto a la ciudad como los territorios limítrofes, que se repetirán en los años 1811 y 1812, aparte de las cuotas cotidianas por enseres y bebidas. Además de las contribuciones mencionadas se hacían frecuentemente derramas para el acopio de diversos cereales como trigo, cebada y paja [1] para soldados y caballerías.
Con los avatares de la guerra, también llegaron en su momento a Toledo las tropas inglesas de Wellington y las españolas aliadas de su ejército, así como algunas partidas guerrilleras como las de Juan Palarea «El médico» que el 20 de agosto de 1812 entró en la ciudad y se hizo cargo de la comandancia militar; las necesidades de avituallamiento de las tropas españolas en forma de requisas y contribuciones también chocaron con los intereses locales y al igual que con los ocupantes imperiales, se repitieron las maneras expeditivas de los militares para obtenerlas. Tras un breve paréntesis de desocupación francesa, el mariscal Soult se presentó en Toledo y volvió a exigir el pago de contribuciones, no solo en Toledo sino en Talavera y poblaciones vecinas a lo largo de 1812, que unido a las malas cosechas que se padecieron ese año incrementó las escaseces y la hambruna entre la población.
Panorámica de la parte norte de la ciudad desde la bajada de la calle Real del Arrabal.
Las estrechas calles del casco antiguo…
…un reclamo a tiempos pasados.
Las consecuencias de la guerra fueron, al igual que en casi todo el resto de España, catastróficas a todos los niveles: Toledo se resintió durante muchas décadas de la pobreza en que le dejó la reiterada ocupación, la sociedad se ruralizó al perder su incipiente industria local y artesanal, se empobrecieron sus conjuntos urbanos por la destrucción de sus palacios y casas de religiosos, junto con la irreparable desaparición de obras de arte y archivos tanto parroquiales y municipales y la sociedad en su conjunto padeció la miseria y privaciones por todas las villas de la provincia. [1]
Fachada exterior de la Puerta Nueva de Bisagra, con la conocida águila bicéfalaimperial .
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1”PROCLAMA DEL MARQUES DE COUPIGNY, COMANDANTE GENERAL DE LA SEGUNDA DIVISIÓN DEL EXERCITO DE ANDALUCÍA, A LOS HAVITANTES DE TOLEDO, CON MOTIVO DE LA ENTRADA DE LAS TROPAS DE SU MANDO EN ESTA CAPITAL
HABITANTES DE TOLEDO.
Hoy empezará a entrar en esta Ciudad la Segunda División del Exercito glorioso de Andalucia: la obediencia, y disciplina que sus Soldados han observado, y la justa confianza en los Gefes militares que los dirigen, han proporcionado sin duda unas Victorias, que harán inmortal nuestra Nacion, y afirmará la grata independiencia á que aspiramos. Por lo que os he merecido al llegar á esta Ciudad, (cuya gratitud será eterna en mi Corazon,) no dudo un momento del agasajo, y alegria, con que recibireis á mis valerosas Tropas, y de la intima amistad, y armonía que reynará entre ellas y vosotros. Todo desorden, toda confusion, y todo alvoroto popular en las actuales circunstancias, será un inconveniente, será un grande obstaculo para nuestra organizacion, y ulteriores convinaciones. Semejante sistema, cooperaria á los perfidos designios del Enemigo. La observancia de las Leyes, la tranquilidad, y subordinacion á los Magistrados en los Moradores de las Andalucias, han sido el ante muro, y principal movil de nuestros triunfos.
Salgo garante de la regularidad, y conducta de mis Soldados; y el que falte á los precisos deveres que lo constituyen; sufrirá inmediatamente el justo castigo.
Toledanos: me prometo que dareis exemplo de quietud, seguridad, y respeto á las Autoridades que os rigen: descansad en sus disposiciones; para que nuestras glorias no terminen, y tenga infaliblemente efecto el noble, y glorioso fin de nuestros afanes, y sacrificios. Quartel General de Toledo á veinte y dos de Agosto de mil ochocientos ocho. = Coupigny.”
2«Prendieron fuego al monasterio de San Juan de los Reyes, al de la Sisla, a la casa del arcediano de Talavera y a los conventos de Mínimos, Agustinos calzados, Mercedarios y Trinitarios descalzos. Incendiaron también el Carmen, Santísima Trinidad Calzada, Franciscanos descalzos, San Pedro Mártir e igual suerte cupo al colegio de Santa Catalina. Destruyen las ermitas de Santa Bárbara, la Guía, la Virgen del Valle, la Bastida, Nuestra Señora de la Cabeza y San Roque. Saquean la casa de la Dignidad titulada de Hurraca y la secretaría del Consejo de la Gobernación. Se llevan de la Obra y Fábrica de la Catedral setenta mil reales en metálico y hacen un inventario de la plata, que terminan llevándose también.» [1]
3La primera visita tuvo lugar el 24 de abril del 1809 y abandona nuestra ciudad al día siguiente para Madrid, vía Illescas. Acompañan al Regenerador, como burlonamente le motejan, algunos ministros. Visita la Catedral, la Universidad y el Alcázar. Se muestra sencillo de atuendo y de trato, tanto que las gentes no saben quién es el rey. Entrega valiosos regalos, entre ellos al oficiante de la misa que oye en la capilla de la Virgen del Sagrario. A petición del clero regular recibe a una comisión de cuatro prelados y después de tenerlos en pie durante los quince minutos que dura la audiencia, les acusó de ser los culpables de la situación de rebeldía del pueblo y les amenaza con deportarles. Salieron, dice el confidente, «hechos unos monos». [1]
4«Durante el mes de noviembre se recibieron 400 jóvenes de los 600 previstos, se encuadraron, y aunque sin apenas armamento se inició la instrucción, a la vez que se nombraron los distintos empleos de oficiales entre las distintas clases del profesorado, incluyendo 1 capitán, 4 tenientes primeros, 3 tenientes segundos, y 4 subtenientes, así como los oficiales superiores. Se definió también el uniforme que se vestiría: casaca larga de color natural de la lana, con vueltas, collarín y solapa de terciopelo carmesí, vivos y forro blancos, ojal y botón plateados, calzón y chaleco blancos y botín negros, y se eligió como bandera de la unidad, una blanca en la cual campeaba el escudo de la universidad toledana con la rueda del martirio de santa Catalina.» [2]
Fuentes:
1 – “Toledo y su provincia en la Guerra por la Independencia de 1808” – Fernando Jiménez de Gregorio, Temas Toledanos Serie VI, Toledo, 1980
2 – “Guía de la Guerra de la Independencia en la Provincia de Toledo” – VV.AA., Diputación Provincial de Toledo, 2008