"Waterloo" – Una nueva historia de la batalla y sus ejércitos, de Gordon Corrigan

La verdad es que no tenía intención de leer ningún libro sobre la batalla de Waterloo (al menos éste año), porque sólo falta que se produzca una conmemoración señalada para que empiecen a salir como setas títulos más o menos afortunados sobre el evento lo que en mi caso me produce cierto repelús, si bien reconozco que todo lo que aporte nuevas -y coherentes- ideas a un hecho histórico, bienvenido sea, tarde pero bienvenido.
Me dejé convencer por el amigo Jaume que amablemente me prestó el ejemplar que había comprado y también objeto de la entrada de hoy , \»Waterloo – Una nueva historia de la batalla y sus ejércitos\», que acabé de leer esta misma semana.

EL LIBRO

Su autor, Gordon Corrigan, inglés septuagenario, ex-militar y con otros títulos sobre historia militar de diferentes épocas escritos en su haber, también convidado en algún documental de TV sobre ésta  batalla, se centra básicamente en los diferentes aspectos de los tres ejércitos implicados: su constitución, historia, métodos de reclutamiento, políticas de ascensos, descripción de los respectivos  estados mayores, carrera de sus generales y comandantes al mando, etc, todo ello a través de la narración de la campaña, lo que da una visión más profunda de determinados aspectos de la vida militar de la época (el haber profesado la carrera militar tiene su ventaja); el autor da toda una serie de explicaciones y opiniones que aclaran varios puntos del cómo y porqué los ejércitos eran mandados como eran mandados y luchaban como luchaban, haciendo ocasionales parangones con el ejército británico de hoy en día y salpicado todo ello con notas de humor más o menos afortunado a pié de página .

Lo que el libro no es es una nueva historia de la batalla, como reza el subtítulo. La narración de los hechos la podríamos encontrar en cualquier libro de historia de la batalla de las decenas de títulos ya editados recientemente, por ejemplo los de Roberts. El título, por tanto, es un poco engañoso, ya que sin obviar la batalla como trasfondo, en realidad es un estudio/ensayo sobre la actividad militar de los ejércitos implicados en aquellos días.

Portada del libro. (2)

Como en parte me esperaba, al hablar de la campaña de España (\»Peninsular War\» para los ingleses), destila el mismo típico chauvinista punto de vista que impregna los libros ingleses de historia del período post-contienda, desde Napier hasta nuestros días, por el que la campaña se limitó a los únicos esfuerzos del contingente anglo-portugués y su comandante amén de cuatro guerrilleros voluntariosos. Decir que el papel del ejército regular español, se  minimiza es decir poco: se ignora completamente, reduciéndolo al papel de \»unidades estancadas\» en varios puntos, que sólo hacían que recibir derrota tras derrota*; los saqueos de Badajoz, Ciudad Rodrigo y San Sebastián, por parte del ejército británico se minimizan o se silencian completamente; la retirada a Galicia de Moore con sus consabidos saqueos y desmanes varios, se citan sólo como meros episodios de indisciplina de algunas unidades: ¡Hombre, Gordon, se te ve el plumero!.

Lo que en mi opinión si que puede justificar y recomendar la lectura del libro -de hecho lo justifica- es todo el análisis desde el punto de vista militar -y a ratos bastante objetivo y desmitificador- de los entresijos del ejército inglés de la época, desde detalles como la paga de los soldados de acuerdo con su empleo, la promoción de los mandos por el sistema de compra de los títulos versus el sistema francés de promoción por el historial, las innovaciones en los materiales (mosquetes como el famoso Brown Bess, la artillería con mejoras respecto la francesa y hasta los primigenios cohetes utilizados en Leipzig y Waterloo) hasta el abundante entrenamiento de fuego de fusilería de los infantes, lo que justifica en parte que el ejército inglés tuviera al final de la contienda y durante las décadas posteriores uno de las mejores ejércitos del continente.

Os transcribo un fragmento del libro que relata algunos de los ejemplos de promoción para la carrera de los soldados y oficiales del ejército inglés:
\»En tiempos de guerra, un ascendido desde las filas podía continuar su carrera por los rangos libres de compra comandando un pelotón suicida. Cuando un fuerte o una ciudad fortificada estaba siendo asediada, había tres modos mediante los cuales los atacantes podían conseguir entrar: por encima, por debajo o a través. «Por encima» significaba trepando, colocando escalas contra las murallas para que las tropas al ataque subieran por ellas; un método muy peligroso si los defensores estaban mínimamente atentos, pero fue trepando como las tropas británicas entraron en Badajoz en 1812. «Por debajo» significaba excavando minas bajo las murallas y luego quemando el entibado, de tal modo que se hundieran tanto el túnel como las murallas que había sobre él; una tarea larga y dificil, y por lo general imposible si el objetivo estaba construido sobre roca, como Ciudad Rodrigo, tomada en 1812. «A través» significaba bombardear las murallas con cañones de asedio -de 24 o 32 libras- hasta que se creaba una brecha, mediante la cual los atacantes podían intentar entrar. Una vez creada la brecha y cuando los ingenieros la consideraban «practicable» -lo cual significaba que podía ser subida por un soldado sin utilizar las manos-, se necesitaba que un pequeño grupo de soldados se apoderara de la brecha y la conservara para permitir que el cuerpo principal entrara y derrotara a la guarnición que la defendía. Ese grupo de hombres era conocido en inglés como forlorn hope («vana esperanza»), un término muy adecuado procedente del holandés verloren hoop («sin esperanza») y el oficial que lo mandaba era ascendido un rango sin necesidad de comprarlo si sobrevivía, lo que con frecuencia no era el caso. 
En Badajoz, las últimas palabras del mayor Peter O\’Hare, del 95º de fusileros, mientras encabezaba el pelotón suicida contra la brecha fueron: «Teniente coronel o fiambre en un par de horas». Para O\’Hare fue fiambre, mientras que el teniente de veintidós años John Gurwood, del 52º de infantería ligera, que encabezó el pelotón suicida en Ciudad Rodrigo, acabó con solamente una herida superficial en la cabeza, recogió su capitanía y estuvo con su regimiento en Waterloo.\»

CONCLUSIONES:

🙂 : Altamente recomendable para conocer todos los recovecos e interioridades del ejército inglés de la época y algunos parangones con el actual. 

😦 : En muchos aspectos el libro destila la típica visión británica del siglo XIX de la Guerra de Independencia que pervive aún hoy. En mi modesta opinión, hubiera sido deseable un mayor rigor y objetividad para abordar -aunque sea puntualmente- una temática que el autor claramente no ha profundizado, contentándose con interpretaciones diecinovescas ya más que superadas hoy en día.

 

Nuestra puntuación:

(*)  Nadie puede obviar que el papel del ejército regular español de la época fue de todo menos distinguido, hecho que es explicable por varios motivos. Con todo, cuando estuvo bien equipado y dirigido, el infante español luchó tan bien como el que más y Wellington mismo llevó consigo un contingente de tropas españolas en su entrada en Francia, luchó en toda la campaña hasta la batalla de Toulouse, entre otras tantas. Si hubieran sido tan rematadamente malos, se entiende que el Duque y Generalísimo español no hubiera ni siquiera tenido en mente contar con dicho contingente. Por otra parte, si las unidades de ejército español hubieran sido tan estáticas y poco participativas, la retirada de Suchet hacia los Pirineos tampoco se hubiera producido de la manera que se produjo.

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Fuente:

(1) \»Waterloo\» – Una nueva historia de la batalla y sus ejércitos. – Gordon Corrigan – La Esfera de los Libros, SL, 2015

(2) http://www.esferalibros.com/autor/gordon-corrigan/

4 comentarios en “"Waterloo" – Una nueva historia de la batalla y sus ejércitos, de Gordon Corrigan

  1. Lo que más me escoció del libro de Corrigan fue lo que decía de que España la conquistaron los franceses en 1807 cuando los españoles estaban durmiendo la siesta. El comandante Corrigan parece que se cree el hijo no reconocido de los Monty Python. Si no llega a ser por nuestra Infantería pesada en Bailén, de Britain no quedan ni los restos para las Navidades de 1809. Y lo saben, que diría el meme de Julio Iglesias.Te recomiendo \»El memorial de Waterloo\», una novela histórica que cuenta todo el tinglado desde el punto de vista de un oficial español que acaba de capitán de enlace en la batalla tras salir vivo de la Francia de los Cien Días, donde los sicarios de Fernandito VII lo han mandado a espiar (y/o de paso a ver si lo matan porque es de los que juró la constitución de 1812).La ha sacado Amazon hace poco.Un saludo.

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  2. Hola Juan,En primer lugar gracias por tu comentario y por la recomendación. La tendré en cuenta aunque ahora estoy un poco saturado de Waterloo desde las celebraciones del bicentenario del año pasado. :)De acuerdo totalmente contigo en que Corrigan se lo tendría que hacer mirar, o como mínimo consultar fuentes que no fueran sólo las inglesas del siglo XIX, que ya sabemos que no son muy objetivas con los españoles que digamos. Napier y Oman ya están un poco superados a estas alturas, pero aún hoy en día hay ingleses que los siguen considerando las tablas de la ley. Por contra y por suerte, si que es cierto que hay otro grupo de escritores/historiadores de habla inglesa que, como mínimo, intentan ser más imparciales con los hechos de la época: Esdaile, Roberts, Lipscombe o Peter Hofschröer por citar unos pocos. A éste último algunos ingleses lo tienen como un lunático, sólo porque se atreve a reivindicar el papel de los prusianos en Waterloo: como eso obscurece evidentemente los méritos del Sr. Duque, ya no les entra por el ojillo. Te recomiendo yo tambien los libros de Hofschröer sobre Waterloo, ya que despejan muchas dudas. Por último también citar la web de \»Napoleon, His Army and Enemies\», que tiene innumerables artículos sobre la época, algunos bastante buenos, y que cuando habla de \»The Spanish Ulcer\», hace unos comentarios bastante ecuánimes en mi opinión.Un saludo desde Barcelona.

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  3. Hola Chorch, gracias por tu erudita respuesta. A Hoffschroer -o como se diga- lo conozco, por lo menos de leídas. Se pasa un poco con el tema por lo que veo, pero no está mal. Reivindica bastante a los holandobelgas, que prácticamente detienen ellos solos el avance dando tiempo a británicos y prusianos entre el 15 y el 16 de junio.Lo he descubierto en otro libro al que me ha llevado -a través de Hibernian soldier books- la novela que te decía. Se titula \»El Waterloo de los Pirineos\» y habla de cómo un gran Ejército español desplegado en el Pirineo es el que pone el punto final a la aventura napoleónica.Otra versión de los hechos minoritaria porque también debe escocer bastante. Si el Ejército hubiera sido británico… claro, pero como eran españoles… Cuánto más leo sobre el tema más flipo con estos goles que la pérfida Albión nos mete por la escuadra día sí y día tambiénUn saludo.

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  4. Hola de nuevo Juan,Muchas gracias, pero dejémoslo en respuesta de simple aficionado al género ya que no me tengo por más. Peter Hofschröer reivindica el papel de los belga-holandeses (ignoraron en Quatre-Bras las órdenes de Wellington, lo que permitió conservar dicho cruce vital) y sobretodo el de los prusianos, que fue determinante para la victoria final en Waterloo. Con referencia a nuestra Guerra de Independencia, habría que preguntarse en primer lugar: ¿quién se cree que sólo el ejército anglo-portugués de Wellington, con unos 50.000 y pico efectivos en su momento de mayor auge podría liberar solito el territorio español ocupado en 1811 con unos 300.000 franceses y pico?. La famosa leyenda negra por parte de los ingleses hacia los españoles ha pesado demasiado en los escritos y relatos -no sólo de la época napoleónica- desde el s. XIX hasta hace prácticamente bien pocos años, que con una nueva generación de historiadores (también ingleses), más distanciados en el tiempo, con más objetividad y con acceso a muchas más fuentes escritas (archivos militares y nacionales de varios países) y una manera diferente de contar la historia, nos permite ver dicho periodo de una manera más objetiva y probablemente más fidedigna.

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