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Nick Lipscombe |
Esta semana iniciamos el mes de junio y lo hacemos con una interesante serie de tres entradas dedicadas a la conferencia impartida por Nick Lipscombe1 en el National Army Museum2 en el año 2015, que podeis ver también en el canal Youtube, y que versó sobre las relaciones entre \»Wellington y sus artilleros\», teniendo como telón de fondo las nada fáciles relaciones entre el Duque, como comandante en jefe (C-in-C) del ejército británico en España, de 1808 a 1814 y los sucesivos comandantes de su arma de artillería durante la Guerra de Independencia (la Peninsular War para los escritores ingleses) así como la Campaña de Bélgica de 1815. Os reproducimos el contenido de la conferencia gracias a la amable autorización del propio Nick Lipscombe, que nos introduce con gran amenidad en los entresijos del arma de artillería del ejército británico durante la Guerra de Independencia, sus logros, organización, armamento, sus comandantes y, como no, las no siempre fluidas relaciones con su comandante en jefe, el Duque de Wellington.
CONFERENCIA: \»Wellington y sus artilleros\»
Esta pintura muy bien ambientada obra de Christopher Collingwood representa la Tropa G de los artilleros de la Real Artillería Montada a eso de las cinco de la tarde en la cresta de la parte central derecha aliada de Mont Saint Jean en Waterloo.
Tres horas más tarde, después de haber estado en acción durante ocho horas enteras y de hecho también en la acción del día anterior durante la retirada del ejército de Wellington de Quatre Bras, la tropa fue casi aniquilada. Y hay muy pocos, si es que hay alguno, que en realidad hayan estudiado la batalla de Waterloo que no estarían de acuerdo con un historiador reciente, Jack Weller, cuando escribió que la artillería de Wellington hizo más por él en la batalla de Waterloo que en cualquier otra batalla.
Sin embargo, había un hombre que no estaba de acuerdo con esto, el verdadero artífice de la victoria aliada en Waterloo. El Duque de Wellington iba a escribir al Maestre General de la Artillería el 21 de diciembre desde su sede en París, seis meses después de la batalla, donde se encontraba al mando de los ejércitos de ocupación. Y él escribió que no estaba realmente muy satisfecho con la artillería en la batalla de Waterloo. Y procedió a hacer cuatro acusaciones diferentes en una larga carta.
La primera, que habían fallado en mantener una reserva; la segunda, que habían llevado cabo fuego de contra-batería, esto es disparar sobre las baterías francesas; la tercera, que no habían buscado refugio dentro (que es una palabra clave) de los cuadros de la infantería durante las cargas de caballería de las cuatro en punto a las seis en punto, a primera hora de la tarde; y finalmente, el último golpe de gracia, el hecho de que habían huído del campo de batalla.
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George Wood |
Durante la batalla de Waterloo, este hombre de aquí, George Wood, fue el CRA o el comandante de la Artillería Real. Y él era un oficial de artillería muy capaz. Pero no era el oficial de la elección de Wellington. Y por lo tanto era una relación condenada al fracaso desde el principio. Antes de que el barro se hubiera secado en los campos de Mont Saint Jean, Wood había caído en desgracia con Wellington por haber fallado en la supervisión de la artillería a raíz de la llegada de los prusianos al campo de batalla y en agrupar toda la artillería francesa abandonada.
Iba a escribir a un amigo y colega suyo, y un ex CRA de Wellington, Alexander Dickson, que había acabado de regresar de la debacle en Nueva Orleans y estaba en la batalla. Pero le escribe a Dickson, \»Mi sol se pone y voy a pedir permiso para regresar a Inglaterra, habiendo recibido la reprimenda más severa ante todo el estado mayor y los sirvientes por no haber trasladado la artillería que capturamos… pero más cuando nos encontremos\». Y John Fortescue, el autor de esa obra magnífica de la historia del ejército británico, escribió que no puede haber ninguna duda de que no había simpatías entre el general y sus artilleros. Llegó a la conclusión de que le resultaba difícil entender que todos los fallos fueran sólo de una parte.
¿Cómo fue esta relación para que alcanzase este punto de inflexión? ¿Realmente los artilleros habían servido tan mal a Wellington desde su meteórico ascenso como el más joven teniente general en el ejército británico en agosto de 1808 hasta -e incluyendo- su magnífica victoria en Waterloo en 1815?
Para entender esto, tenemos que fijarnos en el propio Ejército, la forma en como se estructuraba y cómo la artillería encajaba en él. Ahora bien, un general napoleónico tenía tres componentes en batalla: la infantería, la caballería y la artillería. La artillería no era un elemento de apoyo en el combate. Y curiosamente, yo estaba ayer en la Escuela de Artillería y asistí a una presentación de un joven oficial que hizo un trabajo maravilloso pero, por supuesto, estaba bajo la impresión que la artillería en la era napoleónica era un elemento de apoyo.
No lo era, era un componente más en la lucha. Y la habilidad de un general napoleónico era la de como entrelazar esos tres componentes juntos en el campo de batalla para lograr sus objetivos tácticos y posteriormente operacionales. Hoy en día esto es bastante sencillo, y sin embargo es un punto que claramente ha confundido a los historiadores de las Guerras de la Península [Guerra de la Independencia]. No todos los historiadores que escribieron sobre la batalla de Waterloo, pero sin duda los que cubrieron la Guerra de la Independencia que la precedió. Ellos han tendido a ver la artillería, como digo, como un elemento de apoyo en el combate. Algunos de ellos incluso la han ignorado por completo. Y es curioso que los historiadores franceses que cubrieron el Ejército francés durante las guerras revolucionarias y la Grande Armée durante las guerras napoleónicas no hayan cometido el mismo error. Pero hay una serie de sencillas explicaciones para ello.
Ahora bien, no hay duda de que la guerra en la Península Ibérica, que duró desde 1808 hasta abril de 1814 hasta que Soult fue derrotado en las afueras de Toulouse, fue un asunto complejo y complicado.
Complejos también fueron los registros británicos de la guerra. El primer hombre que se embarcó en ello fue Robert Southey. No sólo fue Southey el laureado poeta, sinó que también fue un profundo admirador de España. Y esto, como sucedió, fue su perdición, en su primer volumen de la guerra, publicado en 1821, le dio demasiada importancia a España, su gente y en particular a sus militares.
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William Napier |
Esto abrió la puerta para el segundo protagonista: William Napier, un veterano del 43º [regimiento de a pie] que se encontraba entonces en apuros y, con el impulso de dos encargos del Edinburgh Review, fue el encargado de escribir una historia de la Guerra de la Independencia. El problema con el trabajo de Napier es que era tanto xenófobo como centrado en la infantería. Él adoraba como unos héroes a Moore y Wellington y, se podría argumentar, que también a Napoleón. Estaba fuertemente influenciado por los whigs y estaba casado con la sobrina del antiguo primer ministro, Charles James Fox. Estos factores juntos no hacen una buena combinación.
Muchas de las deficiencias de Napier, sin embargo, fueron incluidas en el trabajo seminal de Sir Charles Oman de la Guerra de la Independencia en el siglo 20. Sin embargo, la contribución y los logros de la artillería fueron en gran medida pasados por alto.
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Sir Charles Oman |
Por tanto, los registros británicos de la guerra habían sufrido así de un error múltiple y, en las palabras de Andrew Roberts, que dijo que \»La historia podría no repetirse pero los historiadores sin duda se repiten el uno al otro\» y este es el caso del registro de la historia y la contribución de los artilleros durante las guerras napoleónicas. Pero también la organización del ejército británico es culpable.
Y para entender cómo evolucionó esta, tenemos que remontarnos al siglo XVII, Oliver Cromwell y el Ejército del nuevo modelo. Construido, por supuesto, por el Parlamento para hacer frente a la Corona, teniendo éxito al hacerlo, y que luego se volvió contra su propio creador, el propio Parlamento. Y esto, a su vez, dio lugar a una antipatía constitucional y un profundo prejuicio social contra el Ejército que se prolongó durante todo el siglo XVIII. El poder estaba en manos de los civiles, mientras que los oficiales militares se limitaron a cuestiones puramente profesionales.
Acepto que no se pueda ver -y espero que no esté demasiado lejos de la cobertura de estos micrófonos, por lo que si lo hago, háganmelo saber que no se puede oír lo que estoy diciendo- pero esta fue la estructura de mando y administración del ejército británico a finales del siglo XVIII y al inicio de las guerras napoleónicas.
Había, en efecto, cuatro áreas completamente diferentes las cuales tenían la responsabilidad de áreas limitadas de las fuerzas armadas, desde el nivel político estratégico a través de la estratégia a la operativa y hasta el nivel táctico en el campo de batalla.
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Estructura del ejército británico en la época de Wellington. |
Viendo a través de estos, desde el lado izquierdo de la diapositiva hacia la derecha, la primera de estas organizaciones era el Tesoro. Y no es sorprendente que el Tesoro tuviera la responsabilidad por el dinero a través de la Tesorería General. Pero también tenían la responsabilidad de esta organización, la Comisaría. Y así todos los almacenes del ejército y los medios para su transporte eran objeto del Ministro de Economía. Extraordinario.
La siguiente organización es el Gabinete de la Guerra. En realidad no es tan viejo como se podría pensar, se estableció en la década de 1790, y la posición del Secretario de Estado para la Guerra se estableció en 1794. El problema es que eran responsables del Gabinete de la Guerra para el día a día del Ejército, su política y planes, pero la Secretaría de Estado de Guerra tenía una triple asignación por lo tanto no tenía el tiempo para dedicarse a cuidar el día a día del negocio. Así que la Secretaría de Guerra fue la encargada para hacerlo. Y este era un puesto mucho más antiguo, establecido también en el siglo XVII. Tenía la responsabilidad, entre otras cosas, de los planes y políticas en materia médica.
Ahora llegamos a la Guardia Montada [Horse Guards]. El Comandante en Jefe del Ejército, y el comandante en jefe titular para las fuerzas armadas, era por supuesto el monarca. En períodos de crisis y de guerra, también se nombraba un Comandante en Jefe para la Guardia Montada [Horse Guards]. Y dió la casualidad de que en 1794 éste era el hijo menor del rey, Federico, el Duque de York, que acababa de regresar de una fallida expedición a los Países Bajos. Sin embargo, el Duque de York se mantuvo en ese puesto a lo largo de las guerras napoleónicas a excepción de dos años, 1809 y 1810, e hizo un trabajo de primera clase.
Pero no fue el Ejército porque tenía sus estructuras alrededor de dos de los tres componentes en la batalla, es decir, la infantería y la caballería. Pero el tercer componente en la batalla, la artillería, fue objeto de esta organización de aquí, la Junta de Artillería.
El Consejo de la Artillería [Board of Ordnance] se creó en 1544 durante el reinado de Enrique VIII y sus funciones iniciales eran cuidar y procurar cañones, armas, también las de pequeño calibre y la munición para la Armada. Y posteriormente se añadió el Ejército. También tenía responsabilidades en materia de fortificaciones. Así que todos los ingenieros, la ingeniería militar recayó también bajo sus auspicios. Y esto incluye la responsabilidad de la selección, la formación y los nombramientos de los oficiales de la Artillería Real y los ingenieros reales. Su jefe era el Maestre General de la Artillería y alrededor de 1793 y pueden ver ahora un patrón que al inicio de las guerras revolucionarias francesas se desechó y la estructura comenzó a cambiar un poco y adaptarse a la situación en que el país se encontraba en 1793, y aunque es un militar es un puesto político. Esto, por supuesto, fue cambiado a la caída del gobierno. Si añadimos a esto que otra organización que es el Ministerio del Interior, porque el Ministro del Interior tenía la responsabilidad del voluntariado y las fuerzas de la milicia, se puede ver que en realidad ahora que hemos llegado hasta aquí, cuatro gabinetes de personal, porque, debido a que el Consejo de la artillería, el Maestre General era un puesto en el gabinete.
Así que tenemos al Canciller, Secretario de Estado para la Guerra, Ministro del Interior y el Maestre General de la Artillería en el gabinete en un momento en que el Consejo de Ministros sólo tenía 12 asientos. Así que se pueden imaginar lo difícil que debía haber sido. Era casi imposible en tiempos de paz y ruinoso en la guerra. Llevó a lealtades divididas y a frustraciones absurdas. Y en ninguna parte fue esto más notorio que para la Artillería Real que tenía que satisfacer a tres jefes -el Maestre General de la Artillería, el Rey o el Comandante en Jefe (C-in-C) en los Horse Guards, por lo menos, y por supuesto al comandante en jefe en el campo de batalla que estaba dirigiendo las operaciones, que durante la mayoría de este período fue el Duque de Wellington.
Vale la pena muy rápidamente sólo observar el mismo mando y administración para la Royal Navy. No representa una amenaza para el Parlamento y es un diagrama de flujo, militar y jerárquico, que encontraríamos muy apropiado aún hoy en día.
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Estructura de la marina Real británica en la época de Wellington. |
Todo pasa a través de un solo conducto, el Almirantazgo, y vale la pena señalar que incluso el Consejo de la Artillería, que como he dicho tenía la responsabilidad de los cañones navales, se ha integrado mucho más a la perfección en el sistema de mando y control navales.
Seguirá en la 2ª parte.
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(1) Nick Lipscombe nació en Angers, Francia, en 1958. Sirvió durante 30 años en el Ejército Británico. Su interés en la historia militar le llevó a estudiar en la Real Academia Militar de Sandhurst, concentrándose en la era napoleónica y en las Guerras de la Península (Guerra de Independencia) en particular. Es Presidente de Peninsular War 200, la organización oficial del Reino Unido para la conmemoración de las Guerras de la Península. Ha publicado varios libros y escritos sobre el tema: \»Wellington\’s guns\», \»The Peninsular War Atlas\», \»The Peninsular War Atlas (revisited)\», \»Waterloo. The decisive victory\», \»Bayonne & Toulouse. 1813-14. Wellington invades France\», entre otros. Habla alemán y español, trabaja normalmente en Portugal y vive en España con su familia. (https://ospreypublishing.com/store/contributors/nick-lipscombe).
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Fuentes:
– https://www.youtube.com/watch?v=3HTUyYa4qHE
Imágenes:
-http://www.aceculturaltours.co.uk/images/uploads/Tour_directors/TDs_Resized_for_Web/Nick-Lipscombe-ACE-Tour-Director.
– https://www.youtube.com/watch?v=3HTUyYa4qHE / © Nick Lipscombe