"Waterloo. La creatividad destructiva", por Alessandro Barbero (y II)

Waterloo. La creatividad destructiva (cont.)

Y entonces esta infantería avanza, 15,000 hombres, todos en filas regulares, con el mosquete a la espalda, que avanzan contra el enemigo. El enemigo dispara, dispara con los cañones porque están lejos porque los mosquetes de esta época -que han sustituido a los arcabuces- han perfeccionado a los arcabuces, los mosquetes disparan a un centenar de metros, más lejos prácticamente no sirven. Para buena parte de ellos, la marcha hacia el enemigo de estos soldados van hacia adelante y de tanto en tanto llega una bala de cañón que vuela en medio de ellos, no explota, porque aun no se han inventado las granadas explosivas o son muy raras. Normalmente la bala de cañón es una bola que vuela a la altura de un hombre y que si impacta en una fila de hombres puede derribar al primero, al segundo, al tercero, al cuarto a veces al quinto tal vez y todos avanzan esperando no ser ellos a los que derribe la bala. Pero los generales saben que no es así. Es necesario saber que el 1% moriran seguro, si va mal, el 5%, y si va muy mal el 10%. No importa. Tengamos presente la expresión carne de cañón: esto quiere decir la carne de cañón, quiere decir que los generales saben que perderán una parte de sus hombres, pero no importa. Todo el ejército ha sido construido para que los hombres sepan que han de avanzar hacia delante, que el honor lo impone, si son verdaderos hombres es lo que hay que hacer, en cualquier caso si desertan serán castigados. Por eso no han sido adiestrados de otra manera que no sea la de avanzar hacia adelante. 
Tropas francesas alineadas. (Waterloo, 1970)
Éste ataque de Napoleón podría haber acabado la batalla de Waterloo y, en efecto, la línea inglesa enfrente de ellos ya se estaba tambaleando viéndoles a avanzar, cuando sucede una cosa. Wellington tenía una única reserva en la zona, una división de caballería, un millar de jinetes de caballería ligera. La envía hacia allí. Esta colina pequeña que impide que los franceses vean lo que sucede más allá . Avanzan todos en fila, entreviendo apenas la infantería inglesa enfrente de ellos que está retrocediendo, apenas llegan a la cima de la colina, de golpe ven enfrente que se les abalanzan un millar de jinetes con los sables desenvainados que están viniendo contra ellos. No están cargando al galope como se ve en los cuadros porque el terreno era irregular, los ingleses estaban saliendo de una pendiente  y comúnmente no se cargaba nunca al galope porque los caballos después de pocos minutos al galope no podían más y el mayor peligro era que los caballos al final, desfondados, resultaran inútiles. Estaban avanzando casi al paso, según dicen los testimonios, y todavía la infantería francesa que marchaba hacia delante bajo el fuego, viendo morir a la gente cuando llegaban las balas de los cañones, en los últimos cien metros también bajo las balas de los mosquetes, en medio del humo, y que todavía marchaban hacia adelante porque su adiestramiento la forzaba a avanzar hacia adelante, los tambores tocaban y en ese momento tocaban excesivamente, la gente había aprendido a avanzar con un paso cadencioso marchaba hacia adelante, en masa, todos juntos, con el compañero de aquí y de allá, otro detrás y otro delante, y los oficiales que gritaban: “¡Viva el Emperador! ¡El Emperador recompensará al que llegue el primero a la línea enemiga!”.

Toda esta gente que ha marchado hacia adelante, que siente la victoria ya en las manos, viendo llegar sobre ellos esta marea de gente a caballo, con los sables desenvainados, de golpe, le entra el pánico y comienza a retroceder después a huir desesperadamente. Toda esta masa de infantería, 15.000 hombres, huye del peligro y perseguida por la caballería inglesa que obviamente sablea y abate. Y de, como decir, como si para Napoleón fuera necesario en ese momento acordarse de que la racionalidad no lo es todo, que los ejércitos no son engranajes. Los ejércitos están de siempre compuestos de seres humanos que tienen emociones, pasiones. El adiestramiento los hace olvidar pero después en el momento de la batalla por supuesto que la gente de pronto se da cuenta de lo que está sucediendo, se dan cuenta de que están arriesgando la piel, entonces aparece todo aquello que el adiestramiento te ha hecho olvidar y te das cuenta del pánico.


 

La cabalgada de los Scots Greys, inmortalizada en multitud de medios. (Waterloo, 1970)
Y así Napoleón vuelve a estar en el punto de partida. Su ofensiva ha sido frenada. No se viene abajo. Aún tiene tiempo. Aún no hay rastro de los prusianos, aún tiene muchas fuerzas intactas, aún su famosa reserva de 37 batallones, preparada, en el centro. Se trata por tanto de encontrar otro punto débil en la formación enemiga. 

Manda que avance su caballería a ver qué es lo que puede hacer. Y de pronto los ingleses formados en la cresta abandonan sus cañones porque será imposible pensar de defender si la caballería entra en acción y cada uno de los batallones forman en cuadro que es la formación que hablábamos primero que de cada lado sea una selva de mosquetes y bayonetas que permiten resistir a la caballería. La bayoneta es el motivo por el que ya no se usa la pica como se usaba en el siglo XVI, porque al mismo tiempo el hombre que dispara tiene también una larga punta de lanza que le permite mantener a distancia a la caballería enemiga. Se forman estos cuadros y esta fase de la batalla de Waterloo es una de las fases más surrealistas. Porque los franceses tienen otra vez la impresión de haber vencido: su caballería ha tomado los cañones ingleses, la infantería inglesa está allí: inglesa, alemana, holandesa, está allí detrás, inmovilizada, en cuadros. Todos los generales ingleses están dentro de los cuadros, Wellington está dentro de uno de los cuadros. Si los 500-700 hombres que hay alrededor se espantaran, si huyeran todos los coraceros franceses, él incluido, se perderían. No se pueden dar ya órdenes. Pero la caballería no ataca los cuadros. Porque el cuadro es una formación pensada adrede para que la caballería no la pueda atacar; no porque el jinete no quiera, los jinetes querrían, los oficiales querrían, pero son los caballos los que no quieren. Los caballos no van contra un muro de puntas de acero. No van contra los cuadros. Muchas descripciones son clarísimas: los coraceros llegaban veloces, aminoraban y después los mismos caballos espumeando se frenaban a pocos metros de las puntas de las bayonetas, Y van adelante durante un tiempo del medio dia hacer este juego medieval los coraceros están allí, en medio de los cuadros. Wellington dice “será el momento en que la caballería enemiga paseaba entre nosotros como si hubiera sido la nuestra”. 

Los cuadros no disparan, porque una de las cosas que enseñan los oficiales es a no disparar cuando están en cuadro. Porque si se dispara se crea desorden, no harán nada porque con tanto miedo dispararan alto y si los coraceros enemigos se ven disparados tomarán coraje y cualquier cosa puede suceder. Por eso los infantes de los cuadros no disparan. Los coraceros no pueden entrar dentro y esperan a ver. Hay infinitos pequeños duelos, jugados entre los oficiales ingleses que buscan tener en pie, agarrados a sus hombres, diciendo: “nada de pánico. Permanece firme, porque si permaneces firme es el único modo de salvarse. Si alguno comienza a huir, estamos acabados”. Y los oficiales de los coraceros franceses que se desplazan entre los cuadros para ver cualquier cuadro, los de la milicia, si comienza a entrarle el miedo, porque si se ve que entra el miedo, que comienzan a oscilar las bayonetas, entonces se desplaza un escuadrón de coraceros con aspecto feroz y quién sabe si comenzaran a escapar. Y aquí el papel de los oficiales es decisivo.

Y este es el otro aspecto en el que me voy a detener un momento antes de continuar con el relato de esta batalla. Los oficiales. Los oficiales de este ejército ¿quienes son? Habiamos dicho que el ejército inglés y el francés eran muy diferentes. Un ejército de profesionales del antiguo régimen, como el inglés, un ejército de conscriptos, moderno podríamos decir nosotros, el de Napoleón. Tambien con los oficiales sucedia lo mismo. En el antiguo régimen, ¿cómo se llegaba a oficial? Convenía a ser posible ser noble, y si no ser recomendado y con buenas relaciones, y después ¿qué? de una manera del todo privada se iba, se presentaba uno a un coronel y éste decía: “Bien, hay un puesto , te cojo en mi regimiento”. Cuando ciertos gobiernos del antiguo régimen, si tienen una corte en la que el coronel tenía que pagar para coger en su regimiento a jóvenes de buena familia, ciertos gobiernos han pensado podemos pagar nosotros y como consecuencia en Inglaterra, el gobierno de Su Majestad ha comenzado a vender puestos de oficial en los regimientos y los nobles los compraban y tambien los hijos del rico industrial, del rico negociante, pero para muchos nobles estaba muy bien. El Duque de Wellington había seguido esta secuencia: se convirtió en coronel sin haber combatido en una batalla. Simplemente comprando un puesto de subteniente muy jóven, después de teniente seis meses, de capitán tres años después. Él era de buena familia, con buenas relaciones, mucho dinero. De este modo se hacían los oficiales en el ejército inglés.
 
Entonces se comprende que si la masa de soldados está formada por desesperados que se han enrolado porque no tenían trabajo y los oficiales son gente de la buena sociedad que han comprado su empleo, no hay comunicación posible que no sea el lenguaje de dar órdenes y el de obedecer. Comenzamos a comprender porqué el ejército inglés ha sido el último de entre los europeos que ha abolido los castigos corporales. En el ejército de Napoleón, un conscripto no podía ser atado a cuatro estacas y golpeado. En el ejército inglés, sí. Y esto se producía regularmente.

Ataque de los cuadros ingleses.(Waterloo, 1970)
Abro un paréntesis. Poco antes de Waterloo hay testimonios belgas, de autoridades locales belgas que se dirigen a los generales ingleses, diciendo: “Por favor, detengan estos castigos corporales sobre sus soldados porque la gente se escandaliza un poco”. Porque en el Continente no se emplean más. ¿En el ejército frances? En el ejército francés que era un ejército moderno, salido de la Revolución, la gran mayoría de los oficiales eran soldados que habían sido promocionados porque habían demostrado valor, bravura, competencia y habían sido promocionados. Mirad, no se podía haber imaginado una diferencia mayor. De una parte un ejército que refleja exactamente la estructura privilegiada, ferozmente privilegiada y jerárquica, del mundo antiguo, del antiguo régimen, de la otra un ejército que refleja los valores nuevos, la igualdad, la movilidad social. Cada soldado se decía: “tengo el bastón de Mariscal”. Poquísimos se convertían en mariscales de Francia, pero muchos se convertían en oficiales. La estadística dice que poco menos de 3/4 partes de los oficiales que han servido bajo Napoleón comenzaron como soldados simples. Como simples soldados quería decir.

Después de todo, ¿porqué digo esto? En mi opinión son tantas las consideraciones que vengo haciendo en esta conferencia, por ejemplo: qué consolador sería para la historia que reflejara que el ejército moderno hubiera sido el que ganara en Waterloo. Pero esto no es así. El ejército arcaico que reflejaba un mundo superado es el que ha ganado. El ejército francés ha sido derrotado. Y, ¿en qué situación? Con aquellos cuadros de gente que debía ser tenida en el puño de sus oficiales le hace preguntarse a uno si no era mejor el sistema inglés por el que los soldados veían al oficial como a un señor, a un gentilhombre, un hombre que naturalmente tenía el derecho de mandar y que tenía también el derecho de suministrar 300 latigazos si alguno se pasaba de la raya. La disciplina de hierro ha permitido a los cuadros ingleses permanecer firmes en aquella situación, mientras muchos testimonios decían que el ejército de Napoleón en Waterloo era un bellísimo ejército, constituido todo por veteranos, gente muy motivada, pero al mismo tiempo indisciplinada, caótica, desobediente, preocupada, gente que sospechaba de los oficiales que fueran unos traidores, un ejército en el que se daban las discusiones políticas, quién estaba en secreto con los Borbones, en realidad. Los soldados no respetaban a sus oficiales como hubieran debido respetarlos.

El hecho es que la caballería francesa no consigue atacar a los cuadros y se malogra en esta actividad, en estas tentativas continuas de los pequeños combates, a veces les disparan, se estancan, los caballos se estancan, finalmente no es así como Napoleón atravesará las lineas. Y mientras a Napoleón se pregunta en qué parte atacará con su gran reserva ha visto que la situación aún está clara, y mientras Wellington resiste pensando si llegarán finalmente los prusianos. Porque Wellington sabe que pende de un hilo, porque por ahora está resistiendo, pero no tiene claro cuanto tiempo podrá resistir, cuando los prusianos en un cierto momento, llegan. En cierto punto aparecen las primeras columnas prusianas, sobre el flanco del ejército de Napoleón. Y una de las paradojas es que Wellington no se da cuenta. Porque él esperaba que estuvieran más próximos, que vinieran a rellenar el hueco que tenía en su formación. Los prusianos han llegado por otro camino y han aparecido justo en la retaguardia de Napoleón. Una cosa enormemente útil, por otro lado, porque amenazan tomar el flanco y la espalda de Napoleón. Y cuando Napoleón se da cuenta ya están muy próximos, es una zona forestal, de bosques. Emergen del bosque y se dan cuenta los generales prusianos que dicen: “No hemos visto a los centinelas franceses porque vigilaban la otra parte, y hemos continuado avanzado adelante”.

Cuando Napoleón se da cuenta, no puede hacer otra cosa que tomar parte de sus reservas y enviarla a enfrentarse a los prusianos. Tenía habíamos dicho 37 batallones, una masa suficiente para superar el frente de Wellington, aún en este momento. Pero ahora están los prusianos avanzando. Por ello toma el 6º Cuerpo de ejército de Mouton, 15 batallones, y lo manda a enfrentarse a los prusianos. Él mientras tanto continua comprobando el terreno, a probar de hacer caer las posiciones más avanzadas de los ingleses, para hacer espacio y lanzar finalmente la carga final. Los prusianos avanzan, y los 15 batallones franceses son insuficientes. Son buenos, son los mejores, los prusianos son conscriptos frescos, que no obstante combaten bien, han sufrido muchas pérdidas, pero están animados por un odio fanático contra los franceses, y están avanzando de todos modos. Los 15 batallones franceses están avanzando lentamente hasta una gran poblado llamado Plancenoit que está prácticamente en la retaguardia de la formación francesa. Y allí se atrincheran y desde allí van a actuar. Y en un cierto momento vienen a decirle a Napoleón, cuidado que Plancenoit está cayendo. Los cañones prusianos están tan avanzados que sus proyectiles impactan en la zona donde Napoleón está observando el frente. 

Las tropas prusianas aparecen en la retaguardia y flanco de los franceses. (Waterloo, 1970)

¿Y qué está pasando en el frente de Wellington? Está yendo bien, los franceses conquistan las posiciones, hay una gran granja fortificada, La Haye Sainte, en el centro del formación y los franceses la están conquistando. Si la toman tienen el espacio abierto, allí se podrá lanzar la gran carga de la reserva y hundir el frente de Wellington. Pero los prusianos están llegando. Napoleón aún tenía reservas. Tenía 37 batallones, de los cuales ya ha usado 15. Le quedan 22, la Guardia. Toma los peores, la Joven Guardia, 8 batallones, y los manda a Plancenoit. Y la Joven Guardia llega, reconquista Plancenoit, desaloja a los prusianos y se mantiene firme. Mientras tanto los franceses conquistan la granja en el centro de la formación y de pronto tienen enfrente las posiciones enemigas ya a la vista, han conquistado la cresta, los ingleses están detrás, a la vista. Preparados para el esfuerzo final. 
Mientras tanto los prusianos están insistiendo, obstinadamente, a costa de pérdidas terribles. Wellington aún no sabe que están combatiendo allí, consulta su reloj y se pregunta porqué no llegan, malditos prusianos! Todavía ellos están combatiendo allí, durante horas, muy lejos detrás de la formación de Napoleón. También la Jóven Guardia se consume en esta hoguera, en este poblado que ya está en ruinas, quemado. Los prusianos ya están saliendo fuera de este poblado.

La lucha de franceses y prusianos en Plancenoit

Napoleón hace una cosa que no hubiera debido hacer. 37 batallones en el inicio, 15 ya utilizados, más 8 de la Jóven Guardia… Ya ha utilizado 23, le quedan 14. Mejor dicho 13, porque uno lo mantiene en la retaguardia, con su tesoro, su carroza y sus caballos… Porque no se sabe nunca… 13. ¿Cuantos puede sacrificar para aún frenar a los prusianos?: 2… Con muchísima voluntad, dos de los mejores, los granaderos-cazadores de la Vieja Guardia, los mejores soldados del mundo. Un millar de hombres, en total, no tiene más. Dentro de Plancenoit habrán unos 18.000 prusianos. Los dos batallones de la Vieja Guardia son mandados a Plancenoit, cargan a la bayoneta, arrollan a todo lo que se encuentran por delante, reconquistan el poblado, logran poner en fuga a los prusianos con una violencia tal que su comandante tiene que impedir que degollen a los prisioneros, como ya habían comenzado a hacer. Por otra parte los prusianos bayonetaban a menudo a los heridos franceses. Tal era el fuerte odio que las largas guerras napoleónicas habían provocado entre prusianos y franceses.

Por lo tanto la ofensiva prusiana, de nuevo en el punto de partida. Son las 7 de la tarde, han tenido pérdidas terribles y no han logrado desalojar a los franceses de este maldito poblado. Pero a Napoleón sólo le restan 11 batallones para el ataque final. Había calculado de hacerlo con 37, mirad pues, le quedan 11. Adelanta sus cañones para disparar las últimas municiones contra las filas de los cuadros ingleses y entonces todos los testimonios del lado inglés dicen: “ha sido el momento más aterrador, porque los cañones franceses se acercaban a 300 metros y tiraban con metralla”. Es el momento en que en torno a Wellington han caído uno detrás de otro sus edecanes, sus amigos, él permanede ileso milagrosamente. Dirá después: “el dedo de Dios ha estado sobre mi”. Porque a su alrededor todos han sido muertos o heridos. Es el momento en que algunos de los batallones del ejército de Wellington comienzan de verdad a derrumbarse. Porque cuando te llegan los cañones a 300 metros, y comienzan a disparar metralla ni tan siquiera la disciplina impartida con el bastón puede mantener firmes a los hombres. Tras lo cual los cañones franceses agotan su munición. Conviene mandar dentro a la reserva, a la Guardia. Y Napoleón envía a la Guardia, que es lo que le queda. Los 11 batallones que le quedan. La Guardia avanza, los prusianos han vuelto a atacar en Plancenoit, Napoleon aún a los mantiene allí. Pero el ataque final contra Wellington que tendría que haberse hecho con más de 30 batallones, se realiza con un tercio de las fuerzas que había previsto utilizar.

Y en este punto, este ataque, a pesar de la fama mundial de la Guardia, a pesar que estos soldados sean los mejores del mundo, pero tienen delante un adversario digno de ellos, este ataque, lo saben todos, fracasa. El último ataque de la Vieja Guardia, fracasa. La Guardia avanza, ellos también en formación cerrada, como les han enseñado, con el mosquete a la espalda, avanza bajo el fuego, bajo el fuego de los cañones. Wellington envía hacia adelante todo lo que tiene, toda la infantería inglesa que le queda, porque infantería holandesa alemana, están casi agotados, no es momento para enviarles adelante. Manda adelante todos los ingleses que le quedan, que son verdaderos soldados, soldados veteranos y estos con su fuego, frenan a los franceses. Sus oficiales decían: “debíamos avanzar y parecía, literalmente, como esta masa se desmenuzaba golpeada por el viento.

Avanzaban hasta donde pudieron, pero no pueden hacer más. Aún aguantan un poco, obstinadamente, y después qué podían hacer: comienzan a retroceder. Y en todo el ejército francés, cuando se da cuenta que la Guardia retrocede se decide que, en general, estaba bien, pero todo era inútil y mañana será otro día, se vuelve a casa. El entero ejército francés viendo fallar este ataque, decide que es inútil continuar, considerándolo bien. Querían mucho al Emperador, pero no se puede pretender demasiado del hombre. El entero ejército francés comienza a retirarse: es una retirada relativamente ordenada, está claro, casi ningún regimiento pierde sus banderas, sus águilas. Pero poco a poco se van rompiendo porque mucha gente por su cuenta se dice: “yo por mi parte ya he acabado, vuelvo a casa”. Dos o tres días después, en Francia queda más o menos la mitad del ejército. No tiene más. No son todos muertos, heridos o prisioneros, muchísimos se han vuelto a sus casas.

Y esta es la batalla de Waterloo. Después de lo cual, ¿qué es lo que sucede? Sucede que se comienzan a escribir las memorias, y allí sí que se ejercita la creatividad. Napoleón escribe unas extraordinarias memorias, que como fuente histórica son completamente inútiles, ya que miente descaradamente, en todos los aspectos, y dice: “No es en absoluto culpa mia, yo he dado las órdenes a Grouchy, el comandante del ala derecha, de unírseme en Waterloo. Si él hubiera venido hubieramos cogido entre dos a los prusianos y les hubieramos exterminado”. En realidad si uno estudia, como hacen los historiadores, como lo he hecho también yo sobre los mapas y calcula las distancias y el tiempo, las órdenes de Napoleón eran irrealizables. Su fuerza del ala derecha no hubiera podido nunca llegar a tiempo al campo de Waterloo. Pero él ha escrito esto y esta es una de las versiones que ha pasado a la historia.

La historiografia inglesa que es absolutamente dominante en este ámbito y que consigue hacer pasar esta batalla como la victoria inglesa, haciendo olvidar que habían holandeses, belgas prusianos, etc. La historiografía inglesa dice no obstante, nosotros nos mantuvimos firmes, la infantería inglesa es la mejor del mundo, los franceses vinieron, los ingleses les esperaron, los franceses ya se sabe son gente continental, emotiva, latinos, ruidosos, indisciplinados, la infantería inglesa la mejor del mundo se mantuvo firme, inmóvil, en silencio, y los han rechazado con su fuego superior. Y los ingleses han vencido la batalla. El problema que estos autores ingleses han tardado en darse cuenta, que durante horas y horas durante la jornada, los prusianos, muy lejos de ellos, detrás de las líneas de Napoleón, desde el lado de los ingleses no les veían, no sabían que estaban, por horas y horas los prusianos lo han logrado, sacrificando a millares de hombres, y han obtenido un resultado decisivo. Han consumido las reservas de Napoleon. Si los prusianos no hubieran llegado, y Napoleón hubiera podido atacar con 30 batallones, y no con 11, habría sin duda hundido la línea de Wellington, y la batalla de Waterloo se hubiera definido de otro modo.

Un hecho es que la historiografía alemana ha perdido la guerra de los historiadores. En el siglo XIX ha intentado escribir libros donde se decía eramos nosotros los que habíamos ganado, después ya sabemos que el siglo XX ha sido como ha sido. La historiografía militar alemana considerando todas las cosas ha perdido toda razón de ser y, oficialmente, todos saben, yo mismo, yo mismo hubiera contado la de los ingleses. Y es difícil huir de los estereotipos. Yo mismo hubiera dicho el ejército inglés, los cuadros, y los cuadros, la mayor parte estaban hechos de jóvenes holandeses, belgas, alemanes, reclutados entre la milicia, en el último momento, y que sus oficiales nóbles han sabido mantener firmes y que no huyeran, pero delante de ellos siempre están los ingleses.

Esta es la batalla de Waterloo. Yo he querido no tanto contar la batalla sinó también tratar de dar algunos apuntes de cómo estaban formados estos ejércitos, y sobre como reflejaban las contradicciones de la sociedad de la época. La contradicción absoluta más clara de todas, no me puedo olvidar de ella, pero la digo una vez más, el hecho que el país que por un lado estaba haciendo la Revolución Industrial, Inglaterra, tuviera un ejército tan arcaico, que reflejaba valores ya superados. Creo que esto es una lección a sacar de todo ello, no sé bien cuál será, pero en todo caso no la encontraremos creo esta tarde.

Revisión trad.: Antonio Moya Batalla

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Fuentes:

https://www.youtube.com/watch?v=XXWob8GTIvw

Imágenes:

– © Mosfilm / Dino de Laurentiis Cinematografica – Waterloo film (1970)

– By Adolf Northern (November 6, 1828 – May 28, 1876) – http://www.lessing-photo.com/dispimg.asp?i=26030464+&cr=1&cl=1, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4955408

2 comentarios en “"Waterloo. La creatividad destructiva", por Alessandro Barbero (y II)

  1. Gracias, Fequito, y bienvenido a El Rincon de Byron. Efectivamente, una muy buena conferencia del autor de \”La Batalla\” que desmitifica de una manera muy comprensible algunas de las \”verdades\” que se han escrito a lo largo de los años de esta famosa confrontación.

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