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Grabado de época (a) |
El general Sir William Howe, comandante en jefe de las fuerzas británicas durante la Guerra de Independencia Americana, perdió su perro durante la batalla de Germantown, el 4 de octubre de 1777. Con el nombre de su dueño grabado en el collar, el perro había acompañado a su dueño en el campo de batalla, pero lo había abandonado con el ejército equivocado. El general George Washington, gran amante de los perros, cuidó de que lo alimentaran y cuidaran y dos días más tarde ordenó que fuera devuelto a las líneas británicas con la siguiente nota escrita por su edecán:
\»Con los cumplidos del General Washington al General Howe, tiene asimismo el placer de devolverle un perro, que accidentalmente cayó en sus manos, y que por la inscripción del collar, parece pertenecer al General Howe\»
La anécdota es anterior a las guerras napoleónicas, pero muestra claramente la consideración que tenían algunos perros en tiempos de guerra. Desde mediados del siglo XVII, ya se pueden distinguir dos grupos de canes: los perros en guerra, aquellos perros mascotas, favoritos de sus amos, que se llevaron con ellos durante el servicio activo, y los perros de guerra, los perros propios de cada regimiento o brigada, que siguieron al tambor y tuvieron una participación plena en funciones como centinelas y perros de vigilancia, aunque el ejército francés, por ejemplo, en algunos casos también los utilizó para llevar la munición (13), los regimientos prusianos tenían a sus propios perros centinelas y sus perros portadores de despachos y por último, el ejército austríaco, tenía algunos perros enfermeros, cuya raza eran dogos alemanes, para llevar auxilio en el campo de batalla a los soldados heridos.
La clásica expresión de \»el perro del regimiento\» nos recuerda la relación increíblemente cercana entre el hombre y su mejor amigo en el fragor de la batalla y cómo la muerte de un perro podía llegar a ser objeto de profunda tristeza para todo el regimiento. Los ejércitos del gran imperio de Napoleón no poseyeron nunca tropas o unidades de perros organizados militarmente. Esta época se caracterizó por lo general, por un uso más individual del perro. La saga napoleónica sin embargo incluye varias anécdotas que describen el papel valiente y ejemplar del perro en el frente de batalla. Numerosas brigadas poseían a sus perros, así como en el seno de las tropas enemigas prusianas, austríacas, inglesas, rusas y portuguesas.
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\»La marcha de los ingenieros, por Ferrer Dalmau, con un perro acompañando la marcha de los soldados. El cuadro representa al Regimiento Real de Minadores-Zapadores abandonando Alcalá de Henares el 24 de mayo de 1808. Ellos fueron la primera unidad en sublevarse contra los franceses en los albores de la Guerra de la Independencia. (b) |
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En 1796, una Tasa para perros (\»Dog Tax Bill\») fue propuesta en el Parlamento británico por John Dent, en un intento de encontrar fondos para la guerra con Francia. Los debates y discusiones fueron apasionados y mientras que los partidarios de la medida recalcaban el carácter de mercancia de lujo de las mascotas, para los contrarios, la relación entre perro y hombre no debía estar sujeta a tasas. Se argumentaba que el perro era un miembro más de la casa y que la relación entre perro y amo podría transformarse de amistad a servitud.
Dent argumentaba que los perros comían una gran cantidad de comida, limitando las provisiones del país. La tasa haría que la comida fuese más barata, disminuirían los casos de rabia y se podría tener una gran fuente de ingresos. Aunque su propuesta fue rechazada, el mismo mes una Tasa para perros fue introducida por William Pitt, El Jóven. Al contrario que la propuesta de Dent que no hacía distinciones, la nueva medida intentó tasar a los perros como \»artículos de lujo\» y distinguir entre los pobres y los ricos. Los propietarios de perros de carreras y todos aquellos con dos o más perros fueron tasados con 5 shillings por perro. Aquellos que sólo tuvieran un perro doméstico y ya sujetos a otras tasas en la casa, sólo deberían pagar 3 shillings. La tasa permaneció inalterable hasta 1882. (1)
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Los nombres y las historias de los perros y sus hazañas han llegado hasta nosotros por el registro escrito de los mismos e incluso Napoleón dejó constancia escrita de muchos de ellos. Vamos a tratar de repasar los nombres de algunos de estos perros singulares cuyos nombres han quedado unidos para siempre a la epopeya de las guerras napoleónicas, sintetizando las diferentes fuentes consultadas, y recomendando muy particularmente la magnífica página web de Christian Cadoppi (
Moustache, le petit cabot de l\’Empire), llena de información e historias sobre el particular y que dedica, al igual que yo estas dos entradas, a todos los apasionados de los perros y de la historia napoleónica.
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\»El perro herido del regimiento\», por Horace Vernet (1819) (c) |
LOS PERROS EN LAS GUERRAS NAPOLEÓNICAS
CANICHES EN LA GUERRA
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\»Coquin de temps\» (d) |
Los perros jugaron un importante papel en las guerras napoleónicas. Entre los perros que en ellas participaron se encontraron muchos caniches. En Rusia, el sargento Adrien Bourgogne (ya tratado en nuestra entrada Adrien Bourgogne en Rusia) se encontró con un hombre llevando un caniche llamado Mouton a su espalda, debido a que las cuatro patas del perro se habían congelado por las bajas temperaturas y no podía caminar. Mouton había venido de España en 1808, estuvo en Alemania, en las batallas de Aspern-Essling y Wagram y volvió a España en 1810 habiendo atravesado toda Europa con el regimiento. En la primavera de 1812 partió hacia Rusia, se perdió en Sajonia, pero reconociendo un uniforme del regimiento siguió el camino de la columna hasta Moscú.
Otro caniche que encontramos en la campaña de Rusia, Moffino fue separado de su dueño, un cabo italiano, en el caos del cruce del río Berezina en 1812. Se dice que Moffino hizo todo el camino de regreso a Italia, donde se reunió finalmente con su dueño en Milán un año más tarde.
Barbuche fue uno de tres inseparables compañeros durante las campañas de Italia, los otros eran un jóven tambor llamado Petit Jean y su sargento, Fougasse. Barbuche perdió una pata tratando de defender a Petit Jean que murió en batalla. Tras la guerra, Barbuche y Fougasse cuidaron uno del otro, haciendo números de circo, que era lo que hacían cuando conocieron a la madre de Petit Jean.
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El caniche Sancho (e) |
Un caniche francés, Sancho, fue adoptado el mismo año por el Marqués de Worcester tras la batalla de Salamanca, que había encontrado al perro sobre la tumba de su amo, un teniente francés, y lo acompañó de vuelta a Londres. Buff, otro caniche de color negro acompañó a su dueño, el teniente coronel Chestmaster, durante la campaña de España.
Después de la batalla de Talavera (27-28 de de julio de 1809), el general escocés Graham, posteriormente Lord Lynedoch, supo de un perro que yacía sobre la tumba de su amo, un oficial español y que se negaba a comer. Mandó que el perro fuera llevado a sus habitaciones, pero el criado volvió sin él y dijo que el perro no permitía que se le acercara. El general Graham le ordenó tomar la cantidad de soldados que fueran necesarios para llevarselo. Después de un tiempo, el perro, de nombre Muchuch fue enviado a Escocia, a la casa de su amigo Graham de Fintry que residía en Edimburgo. En esa casa permaneció algunos años siendo el deleite de todos. Era una gran caniche, de color marrón, y había perdido parte de una de sus orejas por un tiro en una batalla. En esos días los cañones del castillo anunciaban muchas victorias, y cuando se disparaban, Muchuch entraba en un estado de gran excitación; la puerta de casa se abrió, y corrió directo hacia el Castillo y directamente a la batería de cañones, entre los hombres. Después de un tiempo se le esperaba con regularidad en tales ocasiones, y se le daba la bienvenida entre la mayor parte de los soldados. Con frecuencia salía a pasear con la institutriz y las jóvenes: una mañana, en el Parque del Rey, tuvo un ataque de asma, y un soldado amablemente les ayudó a llevarlo a una corriente de agua y luego a Holyrood. Después de haber escuchado su historia les pidió permiso para familiarizarlo con la guardia en el Palacio y los soldados tributaron todo su respeto al viejo héroe. Muchuch terminó sus días en paz, en Fintry.

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\»Soldado herido\», por Horace Vernet. (f) |
PERROS AL RESCATE
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S. Bernardo (f1) |
Durante más de 200 años, los perros trabajaron con los monjes del Monasterio de San Bernardo, rescatando a más de 2000 personas. Se asignaban guías de montaña a los viajeros que eran acompañados por perros. Sus amplios pectorales eran útiles en la limpieza de caminos a través de la nieve, y también mostraban un excelente sentido de la orientación. Podían encontrar su camino a través de la niebla y las tormentas de nieve, y tenían una nariz lo suficientemente sensible para descubrir personas enterradas en la nieve. A Barry, uno de los perros más famosos que vivió en el monasterio, se le atribuye el rescate de 40 personas en las profundas nieves o en las avalanchas de los pasos de alta montaña. Vivió en el monasterio de 1800 a 1812. Su cuerpo se muestra hoy en el Museo de Historia Natural de Berna. Otro perro del hospicio, llamado Paris, salvó la vida, despues del paso del ejército francés en 1800 por sus nevados desfiladeros, a tres soldados que se extraviaron en ellos. En lo único que puede considerarse a este animal como perro digno de ser empleado en la guerra es en la habilidad especial que poseia para mandar el ejercicio, no dejando pasar por el camino a soldado alguno sin que antes hubiese echado el arma al brazo.
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Bonaparte en el San Bernardo (g) |
Además de los perros de la raza llamada de San Bernardo cabe mencionar la de los perros franceses que en la misma campaña de 1800 consiguieron salvar un precipicio. Pertenecian á un batallon francés de la columna Bethencourt, del Simplón, y queriendo reunirse con los soldados que acababan de atravesar la sima por medio de una cuerda tendida de uno a otro lado, perecieron tres de los cinco que lo intentaron en las aguas que rodaban con estrépito al fondo del abismo, y los dos restantes escaparon del peligro, reuniéndose llenos de contusiones con sus amos, a quienes no quisieron abandonar. (11)
NAPOLEON Y LOS PERROS
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Napoleón en Bassano (h) |
Napoleón otorgaba claramente un papel al perro de mero guardián. Durante su expedición a Egipto en 1798 y en 1799, Bonaparte aconsejó a sus lugartenientes (correspondencia a Marmont, 21 de enero de 1799) a cargo de la guarnición de ciudad de Alejandría, unos días antes la batalla de las Pirámides, que usaran perros callejeros en la ciudad para fortalecer las patrullas y los puestos de guardia en las murallas de la ciudad. Por contra, Napoleón tenía fobia a los gatos y nunca fue un aficionado a los perros, y lejos de detestarlos, por contra, en ocasiones reconocía su valor, e incluso estando en Venecia, prohibió por decreto una práctica monstruosa, la de utilizar perros como proyectiles para disparar con un cañón, como era costumbre en esa ciudad, durante las fiestas.
En la batalla de Bassano, el 8 de septiembre de 1796, en Italia, Napoleón mismo se conmovió a la vista de un perro, que permanecía sentado en la desesperación al lado del cuerpo sin vida de su amo. El fiel perro se desplazaba alternativamente desde él hasta su amo caído, un granadero enemigo, y el Emperador le relató a Les Cases estas líneas cuando ya se encontraba en el exilio en Santa-Helena, en diciembre de 1815:
«
J’ai réalisé que ce soldat devait avoir des amis chez lui et dans son régiment; et maintenant il était étendu abandonné de tous, excepté de son chien…J’ai été spectateur, imperturbable, de batailles qui décidèrent de l’avenir de nations. Sans aucune larme, j’ai donné des ordres qui envoyèrent à la mort des milliers d’hommes. Et là, ici, je suis ému, profondément ému, ému aux larmes…Et par quoi ? Par la douleur d’un chien…1 »
Tras la batalla de Marengo, en 1800, Napoleón escribió en sus memorias, \»Caminé sobre el campo de batalla y vi entre los muertos un caniche moribundo otorgando un último lamido en la cara de su amigo muerto. Nunca nada en cualquiera de mis campos de batalla me ha causado una emoción semejante\».
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Fortune, el afortunado carlino de la Emperatriz Josefina en su noche de bodas.
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Fortune (i) |
Napoleón con evidentes prisas aquella noche se preparaba para subir las escaleras cuando llegó Fortune que se había quedado plantado en el primer piso y comenzó a gruñir al extraño con la intención de evitar que entrara en el apartamento de su amante. Napoleón trató de calmar la evidente hostilidad del animal y se acercó para acariciarlo, pero de repente el asnimal mostró sus dientes afilados y empezó a gruñir más fuerte. El general, irritado, apartó al pequeño perro con el pie para poder pasar. El perro que gruñía cada vez más, saltó entonces a los brazos de Josefina, que llegaba por detrás, lanzando una negra mirada hacia Napoleon. Éste que no quería contrariar a su esposa, no dijo nada más y penetró, detrás de Josefina y detrás del perro, en el cuarto, viendo que en su noche de boda tendría que compartir la cama con el carlino de su nueva esposa. Una vez dentro, los recién casados se enlazaron fogosamente, sin prestar atención al animal. Pero el can, quizás actuando en defensa de su dueña, durante la noche de amor entró en modo de ataque y hundió sus dientes en la pantorrilla desnuda de Napoleón, con la consiguiente cicatriz que llevó este para el resto de su vida.
Pese a todo, no todas las acciones de Fortune eran destructivas. Antes de su matrimonio con Napoleón, Josefina fue encarcelada durante la Revolución francesa. Ella fue capaz de pasar mensajes a los que podrían ayudar a salvarla metiendo mensajes bajo el amplio collar aterciopelado de Fortune.
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El pastor del Abruzzo, compañero de Napoleón en Elba (j) |
Durante su primer exilio en la isla de Elba, un pastor del Abruzzo (Italia), con pelaje blanco y de aspecto rústico pero majestuoso, de nombre desconocido, habría gozado de la compañia y caricias de Napoleón en su estancia en la isla.
De vuelta a Francia fue cuidado por la Sra. Bertrand, esposa del general, y disecado tras su muerte. Con los años, y algún cambio de dueño, el perro sería donado finalmente al Museo del Ejército, en Paris, donde tras su restauración en 1910, ha reposado todos estos años detrás de una vitrina.
Por último, en Santa Elena, rendirá homenaje a su lealtad. El 16 de septiembre de 1816, hacía buen tiempo en la isla y el exiliado Emperador salió a pasear. Por el camino, vió que la señora de Montholon (Charles Tristan, marqués de Montholon, general que acompañó a Napoleón en Santa-Helena), perseguía a un perro que se le se había acercado.
– \»¿No os gustan los perros, Madame?\»
– \»No, Sire\»
– \»Si no os gustan los perros, no os gusta la fidelidad, no os gusta que os sean fiel, pues entonces vos no sois fiel\».
SEMPER FIDELIS
Tras el fallido atentado de la máquina infernal contra Napoleón, éste hizo arrestar al Duque de Enghien por sospechar de él y lo hizo detener cerca de la frontera francesa, en una de las acciones más controvertidas y rechazadas de su reinado. Como iba a prepararse para un largo viaje, pidió que dos amigos le acompañaran, pero sus captores no se lo permitieron, aunque permitieron a regañadientes que lo acompañara su caniche, Mohiloff, un presente del rey de Suecia, para que pudiera estar con él. El duque de Enghien fue transportado en secreto a la fortaleza de Vincennes y pasado por las armas sin juicio o advertencia previos (un acto condenado enérgicamente por Talleyrand); Mohiloff insistió en quedarse con su amo hasta el último momento; tuvo que ser retirado a la fuerza de su tumba y ya, sin dueño, fue adoptado finalmente por el comandante de la fortaleza. (14)
EL PERRO DEL GENERAL MOREAU
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Dogo alemán © Eric Isselée (k) |
El General Jean-Victor Moreau fue uno de los generales franceses más distinguidos de la época Revolucionaria y del Consulado.
Vencedor de la famosa batalla de Hohenlinden, en 1800, su estrella y fama corrían paralelos a los del mismo Napoleón. Pero complicado en la conspiración de Cadoudal y de Pichegru contra este, fue condenado a 2 años de prisión, pena que le fue conmutada por la del destierro, primero en el sur de España y luego en los Estados Unidos, instalándose finalmente en una finca en Filadelfia en 1805.
Moreu tenía una gran pasión por los perros grandes y en su exilio estadounidense, se proveyó de una gran perrera, que con los años ya había ganado notoriedad. Para su regreso a Europa, en 1813 reclamado por el Zar de Rusia como consejero militar, desembarcó en Suecia, sin olvidar a su perro favorito, un enorme dogo alemán, que seguia a su amo a todas partes. Durante la batalla de Dresde, el general Moreau fue herido de gravedad por el impacto de una bala de cañón. Transportado al cuartel general del Zar para ser amputado, el perro fue abandonado en el lugar. Más tarde, según las memorias del capitán Parquin, un paisano sajón llevó al gran perro hasta las líneas francesas, en cuyo collar de cobre se había escrito \»Yo pertenezco al General Moreau\».
PERROS EN LA CAMPAÑA DE ESPAÑA
Otro perro que no tenía ningún nombre guerrero ni terrible se llamaba
Patablanca. Patablanca era dueño de M. Burat, alférez abanderado del 116º Regimiento de línea francés. En el camino de Valea, su destacamento fue atacado por tropas portuguesas. Rodeado por todas partes el abanderado defendía su enseña, pero finalmente sucumbió a los atacantes. Lleno de desesperación gritó \»¡
A mí, Patablanca!\». El perro se abalanzó sobre los atacantes, mordiendo a varios y logró que emprendieran la retirada. El perro poco despues logró, lamiendo el semblante de su amo, hacerle volver en si, y al abrir éste los ojos con trabajo vió tendido a su lado al pobre animal, cuyos intestinos asomaban a través de una ancha herida recibida en el costado izquierdo, que aún tuvo fuerzas para vendar con un pedazo de su corbata empapada en el agua de una fuente vecina.
Desde 1810 muchos franceses utilizaron la sagacidad de los perros en tierras españolas. Mientras se hallaba por aquella época en Burgos, Teresa Figueur, llamada \»Sin penas\», dragon voluntario y antiguo soldado de la república, ocultó en una cuadra abandonada los perros vagabundos que por un bando del alcalde estaban amenazados de muerte, y acostumbrándolos a conocer el uniforme francés los fue regalando a cada uno de los convoyes que por la ciudad pasaban, diciendo al encargado de custodíarlos, según puede verse en el relato de su vida escrito por ella misma: \»Durante la noche, y tambien por el día, al marchar por estos caminos cubiertos de emboscadas un perro es un guarda seguro, un explorador útil, ó cuando menos un compañero alegre y cariñoso. En muchas ocasiones he tenido la satisfaccion de apreciar los buenos resultados de una idea provechosa, encaminada por cierto a distinto objeto, pues al adoptarla no cedí más que a un sentimiento de compasion, fútil seguramente en apariencia\». (11)
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Galgo por Paul de Vos. (1636) (l) |
En España, por otra parte, había gran afición a la caza con lebreles, los galgos, que eran de una gran belleza. Durante las campañas en suelo español, todos los oficiales que eran cazadores tenían cada uno un par de lebreles que servían, durante la etapa, para cazar lo que fuera suficiente para la cena; esto lo hacía un feliz aliciente para el rancho y la olla podrida2 españoles. En las planicies de Torquemada, de Valladolid y de Salamanca, mientras las columnas desfilaban por la carretera principal, a menudo se procuraba cazar liebres en los terrenos en las inmediaciones de la misma. Alguna vez, alguna partida de guerrilleros emboscados trataba de dar caza al contingente francés, que a su vez se convertía en liebre queriendo ser cazada, saliendo de estampida para encontrar refuerzos, no es que se tuviera que pagar una multa, sino la horca, algo muy desagradable en cualquier época del año. (2)
El regimiento de Elzéar Blaze3, oficial en las filas francesas, relata lo curioso que era ver a su regimiento a la vuelta de España: más de cien lebreles lo acompañaban en su marcha por Francia, y durante el camino, los oficiales cazaban como estaban habituados en la Península, haciendo algún que otro desmán4.
WATERLOO
Durante la batalla de Waterloo, Dash, un perro inglés de guerra, un apuesto setter llevado de su casa por el teniente William Hay, del 12º de Dragones Ligeros, murió cuando el regimiento cargó para rescatar a los sobrevivientes de la brigada de caballería pesada.
PERROS DE SERVICIO
Una interesante historia se contaba de un perro mestizo que acompañaba al ejército francés, que que tuvo éxito en detectar la presencia de un espía disfrazado de Austria que había logrado abrirse camino en el campo francés. Esta es el primer incidente reportado de un perro distinguiéndose como detector de espías (5)
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\»En el pozo\», por Keith Rocco. (m) |
Después de las guerras napoleónicas, había un número ingente de soldados con ceguera y, en 1819, movido por su situación, Johann Wilhelm Klein, director del Instituto Vienés para Ciegos, publicó un \»Libro para enseñar a los ciegos\», describiendo el entrenamiento de un perro con una correa rígida para guiar a los ciegos; Klein creía que el caniche y el perro pastor eran los mejores para la tarea de hacer de guías.
\»Jamáis de plus rare trésor
Ne fut donné par la fortune;
Ce chien de race non commune
Valait cent fois son pesant d\’or;
Issu d\’un chien courant d\’Hector,
Il était petit fils d\’un limier de la lune.\» 5
– – – o – – –
(1) \»Me di cuenta de que ese soldado debía tener amigos en casa y en su regimiento; y ahora yacía abandonado por todos, excepto su perro… yo había sido un espectador, imperturbable, de batallas que decidieron el futuro de las naciones. Sin lágrimas, había dado las órdenes que enviaron a la muerte de miles de personas. Y ahora, aquí estoy conmovido, profundamente conmovido, conmovido hasta las lágrimas … y por qué? Por el dolor de un perro … \». El texto sigue con estas palabras: \»Estoy seguro de que en ese instante me sentí más preparado que en cualquier otro momento de mostrar misericordia hacia un enemigo suplicante. Podría entender en ese momento el matiz de piedad que llevó a Aquiles para dar el cadáver de su enemigo, Héctor, a Príamo llorando.\» Y recordando en la memoria un perro -un recuerdo que le persiguió durante el resto de su vida- Napoleón capta algo elemental sobre el núcleo emocional de lo que sucede entre soldados y perros en la guerra -de hecho, en la vida. Puede resultar sorprendente que el hombre que dijo cosas como \»el derramamiento de sangre es uno de los ingredientes de la medicina política\», pudiera componer algo tan profundamente tierno y conmovedor.(12)
(2) La olla podrida es el nombre popular de un guiso de la cocina española presente ya en la gastronomía de la Edad Media y que se trata de un cocido típico de los meses de invierno o con mal tiempo y que tiene especial tradición en Extremadura y Castilla y León.
(3) Blaze se unió al Ejército francés en 1805, primero como velite de la Guardia y luego como cadete en la academia militar de Fontainebleau. Recibió su comisión como subteniente en 1807 y luchó en todas las campañas importantes desde aquel año hasta 1815.
(4) \»Un jour, nous étions casernés à Courbevoie; vingt officiers partirent à cheval avec quarante lévriers , et se lancèrent à travers champs; tous les pauvres lièvres qui furent vus furent pris. Les Chasseurs, en vrais hussards, tournant autour de Paris, traversèrent les plaines des Sablons et de Saint-Denis ; après avoir exploré les environs de Vincennes, ils tombèrent sur Charenton, Villejuif, Arcueil, Montrouge, Vaugirard, puis ils rentrèrent à Courbevoie , en passant par Saint-Cloud et Suresne. Leur voyage fut une grêle, une trombe, un déluge pour les malheureux lièvres; chaque chasseur en avait une demidouzaine pendus par les pattes à l\’arçon de sa selle. Les gardes-champêtres criaient , les gardes-chasse aboyaient, les paysans beuglaient; mais leurs vociférations étaient emportées par le vent , un temps de galop empêchait encore qu\’on ne les entendit. Oh! que ces officiers de l\’Empire étaient mauvais sujets! Quand je pense que j\’étais de ce nombre , le remords vient souvent me tirailler les entrailles\».
(5) \»Jamás un más raro tesoro
Fue dado por la fortuna;
Este perro de raza poco común
Valía cien veces su peso en oro;
A partir de un lebrel de Héctor,
Era hijo pequeño de un sabueso de la luna\».
(Les trois chiens, poema, Paris, 1729)
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Fuentes:
(1) \»The Dog Book: Dogs of historical Distinction\»- Kathleen Walker-Meikle, Old House Books, 2014
(2) \»Le chasseur au chien courant\» – Elzéar Blaze, Société Typographique Belge, Adolphe Wahlen et Cie, Bruxelles, 1838
(3) – \»The Complete Guide to Poodles: All about Poodles\» – Jean Luclere, For Dogs Sake!®, 2013
(4) – https://es.wikipedia.org/wiki/Olla_podrida
(5) – \»Dogs in War, Police Work and on Patrol\» – Charles F. Sloane, 46 J. Crim. L. Criminology & Police Sci. 385 (1955-1956)
(6) – \»999 and other working dogs\»- Verité Reily Collins, WSN Ed., 2005
(7) – https://longoio2.wordpress.com/category/dogs/page/2/%5B01/08/2016 12:06:00], sobre una conferencia a cargo de Velia Gini Bartoli y Simonetta Giurlani Pardini en Lucca, en 2014.
(8) – \»Le chien de Guerre utilisations à travers les conflits\» – Sébastien, Jean, Louis Polin, Tesis doctoral en veterinaria, Facultad de Medicina de Creteil, 2003
(9) – \»Animals in the military: From Hannibal\’s Elephants to the Dolphins of the U.S. Navy\» – John Kistler, ABC-CLIO, junio 2011
(10) – http://www.chien.com/chien-50/les-chiens-a-la-guerre-823.php
(11) – \»Los perros de guerra. Estudio histórico\» – Ed. de la Barre Duparq, Madrid, Imprenta del Correo Militar, 1874
(12) – http://foreignpolicy.com/2015/06/19/rebeccas-wdotw-napoleons-poignant-reflection-of-a-dog-he-encountered-during-war/
(13) – \»Fort Robinson and the American Century, 1900-1948\» – Thomas R. Buecker, University of Oklahoma, 2004
(14) – http://www.poodlehistory.org/PARMY.HTM
(15) – \»1001 Reasons to love dogs\» – Christine Miele&Mary Tiegreen, Stewart, Tabori&Chang, New York, 2006
(16) – http://k9history.com/battle-dogs.htm
(17) –
http://dariocaballeros.blogspot.com.es/2013/12/job-jacques-marie-gaston-onfray-de.html(18) –
http://ferrerdalmaunoticias.blogspot.com.es/2011/05/la-gesta-de-los-gastadores.html(19) –
http://moustache-empire.pagesperso-orange.fr/napoleon_et_les_chiens.HTM(20) –
http://moustache-empire.pagesperso-orange.fr/le_chien_du_general_moreau.htm(21) – \»Canine Commandos: The Heroism, Devotion, and Sacrifice of Dogs in War\» – Nigel Cawthorne, Ulysses Press, 2012
Imágenes:
a) – https://www.amazon.com/dp/1596090324/ref=rdr_ext_tmb#reader_1596090324. Portyada para el libro \»General Howe\’s Dog: George Washington, the Battle for Germantown and the Dog Who Crossed Enemy Lines\», de Caroline Tiger, Chamberlain Bros, 2005
b) – http://www.elgrancapitan.org/ferrer-dalmau/images/20110828160243_ingenierosred2.jpgc) – By Horace Vernet – Web Gallery of Art: Image Info about artwork, Domini públic, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=15466164
c) – http://www.elgrancapitan.org/ferrer-dalmau/images/20110828160243_ingenierosred2.jpg
d) – http://1.bp.blogspot.com/-XWnz3-i_Tik/ULRxThpzarI/AAAAAAAABEM/u3YCSbeOPRo/s1600/Picture+2.png
e) – http://www.poodlehistory.org/PARMY.HTM
f) – http://www.aupresdenosracines.com/wp-content/uploads/2015/09/Vernet-Soldat-Blesse.jpg
f1) – \»1001 Reasons to love dogs\» – Christine Miele&Mary Tiegreen, Stewart, Tabori&Chang, New York, 2006
g) – http://www.allposters.com.br/-sp/Italian-Campaign-Napoleon-Crosses-the-Alps-He-is-Received-by-the-Monks-of-Mont-Saint-Bernard-posters_i1862079_.htm
h) – https://es.pinterest.com/pin/160159330471694609/
i) – https://es.pinterest.com/pin/160159330472283352/
j) – http://www.musee-armee.fr/collections/base-de-donnees-des-collections/objet/autre-animal-naturalise-des-collections-du-musee-ce-chien-berger-des-abruzzes-compagnon-de-napo.html
k) – https://perros.paradais-sphynx.com/razas-caninas/dogo-aleman.htm, sobre una fotografía © Eric Isselée
l) – http://revistajaraysedal.es/diez-cuadros-de-caza/10/ y también en: https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/un-galgo-al-acecho/70cf5b6a-c548-4cfb-ab5c-639fc363f592
m) – http://histoireschiens.canalblog.com/ y tambien: http://www.keithrocco.com/home.php
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Qué bonita historia!Súper interesante, seguiré leyendo cada una de estas publicaciones sobre la historia de los perros. ¡Muchas gracias por tanta información! Saludos
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