Periódicamente os traemos una breve repaso a la vida de algunos de los cientos de personajes que poblaron los años de la época napoleónica. Esta semana nos toca el turno de repasar la carrera de un general francés, Bon Adrien Jeannot de Moncey (1754-1842), posteriormente Mariscal del Imperio y duque de Conegliano. Desde su juventud se vio llamado a la carrera de las armas, dejando a un lado los estudios de magistratura que había iniciado siguiendo los pasos de su padre. Analizando su figura, llama la atención el buen desempeño de su carrera desde su juventud, lo que le llevó a una lenta pero ascendente sucesión de empleos en el escalafón militar, y otro detalle importante, la simpatía que generaba entre muchos de los militares de su tiempo, desde primeros \»espadas\» como Davout hasta hábiles generales como Foy. Se casó con Charlotte Prospère Remillet (1761 – 1842), con la que tuvo tres hijos.
Su carrera militar, aparte de Italia y Holanda, le llevaría a luchar en tres períodos diferentes por tierras españolas: durante la guerra de la Convención por tierras vascas, durante la Guerra de Independencia por tierras de Valencia, Aragón y Navarra, y finalmente en la invasión francesa de 1823 por tierras de Cataluña. Bajo el mando del Emperador, después de la campaña de Rusia en la que no participó, no sería prácticamente empleado, hasta la invasión aliada de Francia en 1814, cuando Napoleón le encargó el 11 de enero -y es un detalle muy significativo- ser el segundo al mando en la defensa de Paris: \»«C\’est à vous et au courage de la garde nationale que je confie l\’impératrice et le roi de Rome… ». Moncey contaba entonces con 60 años cumplidos. Tras la caída del Emperador, fue despojado de sus cargos y condecoraciones como muchos altos mandos napoleónicos, pero con el paso de los años, volvería a ser restaurado en sus títulos y empleado nuevamente ¡casi a los 70 años! en la invasión absolutista de España de los 100.000 Hijos de San Luis. A Moncey el destino le guardaría un último e inesperado cometido, que fue el de recibir los restos de Napoleón siendo gobernador de los Inválidos de París en el frío invierno de 1840.
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\»Monumento al mariscal Moncey\» (1864), por Jean-Baptiste Carpeaux (a)
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Un personaje que se atrevió a cuestionar la invasión de Rusia al mismo Napoleón o la de mostrarse contrario a su nombramiento como Presidente del consejo de guerra contra Ney, por parte de Luis XVIII, no nos puede dejar indiferentes en su conducta como hombre, como militar y su alto concepto del honor. Quizás un párrafo del libro de R.F. Derdelfield sobre los mariscales de Napoleón sirva para ilustrar su carrera:
\»De todos los mariscales de Napoleón, Moncey fue probablemente el único que tuvo la grandeza de él. Era un hombre guapo, modesto, de temperamento parejo, que disfrutaba mucho de la vida de soldado como alternativa al estudio de las leyes. Siendo todavía un muchacho, se había escapado tres veces para unirse al ejército. Dos veces lo trajeron a casa y lo devolvieron a una oficina. Después de la tercera ausencia, dejaron la disputa y Bon Adrien, de veinte años, pudo permanecer en la Gendarmería. Cuando la Revolución estalló, su temperamento lo inclinó hacia los republicanos y comenzó a elevarse en las filas, pero aunque los años venideros le ofrecieron riqueza, honores, un ducado y varias campañas fallidas, no es por esto que se le recuerda sino por una sola carta que escribió al final de esta historia. Solo la carta hace más que una biografía para revelar qué tipo de hombre era.\» (3)
CRONOLOGÍA
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El mariscal Moncey (b) |
1754 – Bon Adrien Jeannot de Moncey nació en Moncey (Provincia del Franco-Condado) en Besançon, el 31 de julio de 1754. Su padre, Françis-Antoine era abogado del parlamento de la ciudad de Besançon, pero no ejercía las funciones. Quería destinar a su hijo a la carrera de la magistratura, y el joven Bon Adrien comenzó sus estudios en el colegio de Besançon. Su padre quiso que su hijo siguiera sus propias actividades más pacíficas, pero sentía la llamada de la espada antes que la de la toga. Los dos hermanos de su madre, Elizabeth-Guillaume, estaban al servicio del Rey en los caballeros de Saint-Louis y diversos familiares eran asimismo militares en aquellos tiempos.
1768 – El joven Adrian, cautivado por un amor por la vida militar tan común en la juventud de la época, se alistó cuando alcanzó los quince años en el regimiento Conti de infantería, con el permiso paterno. Pero pronto, disgustado, le pidió a su padre, al cabo de seis meses, que redimiera su permiso, como se hacía en aquellos tiempos y prosiguió sus estudios de derecho.
1769 – El 15 de octubre se alistó en el regimiento de infantería de Champagne, sirviendo como granadero hasta 1773.
1773 – Participó en la campaña de las costas de Bretaña emprendida contra un previsible ataque inglés, en la que lució sus cualidades, pero no habiendo sido designado oficial, disgustado de nuevo, compró su permiso y volvió a sus estudios de derecho, que le serían útiles en el futuro en su cargo de inspector general de la Gendarmería.
1774 – El 18 de abril entró a formar parte del regimiento de la Gendarmería de la guardia, en la compañía denominada de los Ingleses.
1776 – Salió del regimiento con licencia el 15 de agosto. La licencia, firmada por el marqués de Autichamp, llevaba esta anotación: \»
Dejó el servicio por mala conducta y ligereza. Buen desempeño, pero un poco lamentable, no reanudar\».
1778 – El 20 de agosto es nombrado subteniente de dragones en la legión de los voluntarios de Nassau-Siegen.
1779 – El 16 de agosto es nombrado subteniente en el cuerpo de infantería de Nassau-Siegen.
1782 – El 30 de agosto de 1782 es nombrado segundo teniente.
1785 – El 1 de julio es nombrado teniente en el mismo cuerpo, denominado ahora Montréal.
1788 – Pasa al 5º batallón de los Cazadores cántabros.
1791 – El 12 de abril, gana su capitanía que le había costado 23 años de duro servicio.
1793 – En la primavera de 1793, Moncey con sus Cazadores cántabros estaba en la vanguardia del ejército de los Pirineos Occidentales cuando el general Caro(I), comandante del ejército español, atacó el 6 de junio por la mañana el campo francés, con varios regimientos y artillería, esperando sorprender al campamento francés. A los primeros tiros, Moncey advirtió al general Genetiere y se precipitó sobre el enemigo, pero superado por los españoles retrocedió hasta el campamento de Chateau-Pignon, lleno de nuevos reclutas que despavoridos se refugiaron bajo los cañones de Saint-Jean-Pied-de-Port. Moncey, habiendo hecho gala de su bravura y sangre fría, fue nombrado Jefe de batallón el 26 de junio.
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Moncey en 1792. (c) |
1794 – El 6 de febrero, el general Caro vuelve a atacar a los franceses en su campo de Hendaya, pero es rechazado por los franceses, contribuyendo Moncey al éxito de la jornada y siendo nombrado provisionalmente como general de brigada(II), cargo en el que sería posteriormente ratificado. Unos meses después es promovido a general de división (el 9 de junio). Es enviado a los Pirineos Occidentales para defender las fronteras de Francia contra la invasión desde España. Tras el éxito de Dugommier en el Este, se resolvió invadir España a su vez por Cataluña y Navarra. El ejército avanzó en tres columnas a través de tres diferentes pasos, estando Moncey al mando de la tercera. Forzó el paso designado para él, invadió el valle de Baztan, tomó San Sebastián, y al día siguiente luchaba a las puertas de Tolosa.
Por sus éxitos, basados en su energía y buen hacer fue nombrado comandante en jefe del Ejército de los Pirineos Occidentales (el 17 de agosto), sustituyendo al general Muller. Cuando conoció su nombramiento, Moncey escribió a la Convención para que no se le ratificara en el cargo, ya que no se sentía cualificado para el mismo. En la Convención hicieron oídos sordos a sus temores, y los acontecimientos demostraron su acierto: ya en su nuevo empleo, derrotó a los españoles en Lecumberri y Villa Nova, pasó el río Deva, volvió a vencer al enemigo en Villa Real y Mondragón, tomó Bilbao, y derrotó finalmente a las tropas españolas en Vitoria, invadiendo toda Vizcaya(III).
1795 – Con sus victorias fuerza a que el ejército español cruce el río Ebro, lo que forzó a España a firmar la paz en San Sebastián. El 22 de julio el tratado de Basilea fue ratificado por los dos gobiernos, garantizando el fin de la Guerra de la Convención entre la República Francesa y la Monarquía española
(IV). Godoy envió dos miembros del Consejo de Castilla para negociar con Moncey el retorno de la inmensa cantidad de material de guerra que había quedado en los arsenales de Bilbao, a cambio de una suma de dinero considerable, pero éste se negó.
Con su salud afectada por las rudas campañas en las que participó, el 26 de agosto escribe a los Representantes del Pueblo para poder descansar y tomar las aguas en Bagnères, y para no estar mientras inactivo solicita el mando de la 11ª división militar, ya que la sede estaba entonces en Bayona. A continuación como contestación recibe un decreto de la Convención nombrándolo Jefe del ejército de las Costas de Brest(V), pero debido a su estado de salud insiste en poder obtener un destino más sedentario. Finalmente el 15 de septiembre recibe el nombramiento como general divisionario comandante de la 11ª división militar.
1797 – El 8 de julio envía a París a su jefe de estado mayor, Lamarque, para procurar la licenciatura de los 4 batallones de soldados vascos que habían servido junto a los franceses. Tres se licenciaron y el cuarto quiso seguir sirviendo en las filas francesas. El 26 de octubre, debido al clima de agitación política que se vive en Francia, por sus simpatías por destacados realistas como Pichegru y por su negativa a luchar en La Vendée, es cesado en su cargo de comandante de la 11ª división militar.
1799 – El 20 de septiembre el Directorio vuelve a poner a Moncey en activo. El general, que estaba entonces en París, fue nombrado miembro de una comisión de oficiales generales para expresar su opinión sobre importantes operaciones militares que se estaban preparando para este momento. A finales de año Moncey fue nombrado otra vez comandante de la 11ª División, con cuartel en Bayona. Antes de que pudiera tomar el mando, recibió la orden de acudir a Nantes para tomar el mando de la 12ª división militar, formando una de las divisiones del ejercito de Inglaterra. Esta última orden fue de inmediato revocada y Moncey tuvo que irse inmediatamente a Lyon, para comandar la 19ª división militar.
La situación por entonces en la zona de Lyon no era nada halagüeña: los bandidos asaltaban constantemente los caminos, los oficiales de varias medias-brigadas que el General Moncey tenía con la orden de dirigirse hacia Tours, no recibían sus pagas desde hacía meses y no se podía pagar a los que alimentaban y alojaban a los soldados durante su estancia en Lyon. Para colmo de males se sufrío el robo del Correo de Lyon, que transportaba varios millones en
assignats para el ejército de Italia de Bonaparte
(el Correo de Lyon, por Jean Tulard). El general Moncey organizó en las principales carreteras un servicio de gendarmería que se apoyaba en los destacamentos de tropas.
1800 – El 24 de marzo es nombrado por Bonaparte lugarteniente del general Moreau, general en jefe del ejército del Rín. Pero Moreau escribió posteriormente al ministro de la Guerra, que él no lo ha bía pedido para dicho cargo, y que apreciando a Moncey lo enviaría como comandante de las tropas francesas en Suiza, instrucciones que le dan el 24 de abril. Moncey establece su cuartel general en Berna. Bonaparte, al mando del ejército de la reserva, marchó sobre los Alpes y fijó su cuartel general en Ginebra. Insta a Moncey a que esté en el Simplón con 3.500 hombres, pero este sólo puede reunir un regimiento de 2.400 hombres, sin descuidar el paso del Gotardo y los almacenes habilitados en Zurich. Finalmente Moncey pasa el Gotardo, sus tropas ocupan Lugano y recibe la orden del Primer Cónsul de desplazarse rápidamente hacia Milán.
Tras la difícil y decisiva victoria de Marengo(VI) conllevando el cese de las hostilidades, el 26 de junio se le nombra jefe de la 1ª división del ejército de Italia, que estaría brevemente al mando de Masséna, y luego de Brune. Se producen puntualmente altercados con los austriacos por determinadas posesiones a evacuar según el tratado de paz.
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Blasón del mariscal Moncey (d) |
1801 – Nombrado inspector jefe de la Gendarmerie.
1804 – Nombrado mariscal del Imperio y Presidente del colegio electoral de su departamento de Doubs.
1805 – Recibe el título de Gran Águila de la Legión de Honor.
1807 – A mediados de diciembre se le comunica su nombramiento como Jefe del Ejército de las Costas del Océano, que se encontraba reunido en Burdeos, como acción previa para iniciar la invasión de España.
1808 – El 15 de febrero Moncey estaba con 30.000 hombres entre Burgos y Aranda de Duero, en plena ruta hacia Madrid. Por Decreto del 19 de marzo Napoleón lo eleva a la dignidad de
duque de Conegliano. Es enviado hacia Valencia a la cabeza de 10.000 hombres, para observar el área entre el bajo Ebro y Cartagena, y si fuera posible, conquistar la ciudad, donde la insurrección había sido más fuerte. En Cuenca se entera que un ejército de 30.000 hombres se dirige para atacarlo y como la insurrección en la provincia estaba creciendo resolvió marchar contra Valencia, enviando un despacho al general Chabran, que él creía en Tortosa, para marchar junto a él y unirse el 27 o el 28 del mes.
Forzando el río Cabriel, continuó su marcha sin interrupciones y tomó posición en Otriel. Pero oyendo que los patriotas llegaban en número de doce mil dirigiéndose a Las Cabreras, en su flanco izquierdo se desvió para atacarlos(VII). Tras derrotarlos siguió su avance hacia Valencia, llegando ante las puertas de la ciudad el 27, pero no había ni rastro de Chabran. Sin noticias de este último, dispuso sus fuerzas, abrió su artillería, y conminó a la ciudad a rendirse. Pero Valencia no era un objetivo nada fácil, estando amurallada, con ochenta mil habitantes e inundadas sus trincheras por el agua. Solo era factible un ataque a través de las puertas o asaltar la ciudad con un golpe de mano con ayuda desde dentro. Pero el ataque no tuvo éxito. No habiendo recibido inteligencia de Chabran, con un bajo nivel de municiones y unos mil heridos, levantó el asedio y se retiró hacia Quarte.
Al oír en este lugar que el general español estaba en marcha desde Almansa para interceptar las comunicaciones del ejército francés, resolvió avanzar y atacarlo antes de que pudiera abandonar el reino de Murcia, desde donde se dirigía. Moncey, ya con cincuenta y cuatro años de edad, exhibió una gran resolución y rapidez de movimientos. El capitán-general Cerbellón se vio obstaculizado en su marcha por la repentina aparición del mariscal francés ante él, y rápidamente se posicionó detrás del río Júcar con sus 7-8000 hombres. Moncey, sin embargo, forzó el paso, y Cerbellón se retiró a algunas alturas que enfilaban el camino alto hacia Almansa, tratando de tomar posesión de los desfiladeros antes de la ciudad, y allí disputar la entrada con el enemigo. Pero la rapidez de movimiento de Moncey lo derrotó nuevamente; marchando durante toda la noche, desplegó su ejército en la garganta principal y recibió a los españoles con una descarga de artillería cuando se acercaban por la mañana. Habiéndolos dispersado, entró triunfante en la ciudad.
Toda la provincia poco después se alzó armas, y su posición se volvió peligrosa, siendo enviado Caulincourt para reforzarlo. Así fortalecido, comenzó a marchar de vuelta sobre Valencia. Pero Savary, encargado del mando principal por un corto tiempo en esta provincia, alteró los movimientos de su división, hecho que provocó algunos malentendidos, ya que el Duque de Rovigo lo reclamó en Madrid. Napoleón y Berthier refrendaron su conducta a pesar de no haber podido conquistar Valencia e incluso Napoleón lo veía con buenos ojos como gobernador de Madrid. Poco después le ordenaron que sitiara Zaragoza. Al llegar ante la ciudad, conminó a los habitantes para que se rindieran e impidieran la masacre que debía producirse si el asedio continuaba. En pocos días, sin embargo, fue reemplazado por Junot.
Las operaciones de Moncey no fueron especialmente brillantes, y no podrían serlo con una fuerza tan pequeña; con todo en varias batallas y encuentros venció a un número de tropas igual a todo su ejército, demostrando que era todo menos un líder inactivo e ineficiente.
1809 – Llamado a París por Napoleón, fue enviado en septiembre a Flandes para repeler a los ingleses, que habiendo desembarcado en Walcheren amenazaban con un descenso sobre Amberes. El fracaso de esa expedición lo dejó sin empleo activo.
1811 – Moncey regresó a Francia en 1811, donde organizó divisiones de reserva para el Ejército del Norte. Napoleón le confió solo órdenes en la reserva, con la dirección de la Gendarmería, que siempre se consideró como uno de los mejores medios de su gobierno. Moncey tiene por ello poderes muy extensos: está dotado de un presupuesto considerable y solo reporta al propio Emperador. De alguna manera es el controlador, el supervisor de la policía de Fouché y el de todos los departamentos, todos los prefectos, quienes le rinden cuentas a su vez.
1812/1813 – Al tiempo fue nombrado jefe del ejército de Reserva en el norte. Cuando Napoleón proyectó su fatal campaña rusa, Moncey, entonces con una edad considerable, protestó con franqueza en contra, por lo que no volvió a ser empleado en el frente. Después de su desastroso final, hizo poco hasta que los aliados invadieron Francia.
1814 – Nombrado el 11 de enero mayor general de la Guardia Nacional en Paris y Moncey había sido encargado de defender la capital a las puertas de la ciudad. Antes de que la ciudad capitulase, luchó bravamente en la puerta de Clichy(VIII), junto con 6.000 ciudadanos y soldados.
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Mapa con las posiciones de los dos ejércitos y destacada en negro la Puerta de Clichy (e) |
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\»La Barrière de Clichy, défense de Paris le 30 mars 1814\», por Horace Vernet (f) |
\»La situación expuesta en la pintura de Vernet se detalla en varias escenas que reflejan el voluntarismo de los combatientes en una lucha sin embargo vana, una mezcla de acciones y abatimiento. El segundo plano llama la atención en primer lugar. En el centro, sobre un caballo en movimiento, el mariscal. Moncey le da una orden al Coronel Odiot y extiende su brazo derecho a los hombres que luchan en la retaguardia. A la izquierda del mariscal, los soldados se paran frente al pabellón de la barrera de Clichy, prolongada por una empalizada de madera defensiva. En primer plano, ligeramente descentrado a la derecha, en un espacio relativamente claro que concentra la mirada, una mujer vestida con ropa ligera se sienta en un pequeño baúl, rodeada por unos pocos objetos de la vida cotidiana que podría llevarse en su huida. Agarrando a un niño pequeño contra su corazón, su cabeza inclinada, sus ojos perdidos, simboliza la desesperación y el resultado negativo de la lucha. A la derecha, cerca de la mujer, dos jóvenes pupilos de la Guardia están sentados, heridos, acentuando la impresión de abatimiento en esta parte de la escena. A la izquierda, en contrapunto, un lancero representado de perfil mira a Moncey a su derecha, mientras que su cuerpo se dirige hacia la izquierda (hacia los soldados heridos), una distorsión que acentúa la impresión de acción. El tercer plano, en tonos más uniformes y oscuros, muestra a los hombres que resisten contra el invasor, perdidos en el humo de los tiroteos. Finalmente, en el fondo, se encuentra la taberna del padre Lathuille, que sirvió de cuartel general al mariscal Moncey. Gracias a una puesta en escena precisa y realista, que combina coraje y desesperación, Horace Vernet, mientras coloca en buen lugar a su patrocinador, rinde tributo a través de Odiot, al heroísmo y el patriotismo de los voluntarios comprometidos en la defensa de su ciudad.\» [Por Irène Delage-2013] (9)
Durante la primera Restauración es nombrado ministro de Estado y miembro de la Cámara de los Pares, y confirmado en su antiguo cargo de Inspector de la Gendarmería.
1815 – Durante el periodo de los 100 días, Moncey debido a su cargo es de los primeros en avisar del desembarco de Napoleón a Luis XVIII y de la posterior defección del mariscal Ney. Moncey, ansioso por no violar el juramento que acababa de prestar al Rey, escribió al emperador una carta digna, solicitando permiso para visitar sus propiedades del Franco-Condado y permanecer ajeno a los acontecimientos y también reclamando consideración para su hijo que estaba al mando del 3er regimiento de húsares. El emperador Napoleón le contestó positivamente en una carta datada el 23 de marzo (derecha) y siendo nombrado Par.
Tras la caída definitiva de Napoleón, en la segunda Restauración, Luis XVIII le castigó por su deserción nombrándolo Presidente del consejo de Guerra instruido contra el mariscal Ney. Moncey escribió audazmente al rey(IX) negándose a tener algo que ver con el juicio del héroe de la campaña de Rusia, un hecho que causó sensación. Como respuesta, el 24 de julio el Rey le suspendió en sus funciones, le despojó de sus títulos y honores y fue enviado tres meses al presidio del castillo de Ham, pero el comandante de batallón prusiano al mando de la fortaleza se negó a encerrarlo. Demostrando ser un hombre de honor, Moncey se “encarceló” voluntariamente en una posada frente a la prisión, y al término de la misma se encerró en el castillo de su propiedad, previa autorización de Luis XVIII. Ridiculizado por la opinión pública, el Rey le devolvería posteriormente todos sus honores y dignidades.
1816 – El Rey le devolvió su título de duque el 5 de marzo y su bastón de mariscal el 3 de julio.
1819 – Fue restaurado en su título de de Par de Francia.
1820 – El 5 de abril es nombrado gobernador de la 9ª división militar.
1823 – Fue empleado otra vez en el servicio activo en la campaña de España con el ejército al mando del Duque de Angulema, como comandante del 4º cuerpo de ejército, destinado a la invasión de Cataluña. Aparte de sus divisiones cuenta con un cuerpo auxiliar español de vanguardia al mando del Barón de Eroles. Entra en España por el Col de Perthus, ocupando La Junquera, Puigcerdá, Rosas y Figueras. Los generales constitucionales Milans del Bosch, Llobera y una división de Mina le esperan en Castellfollit. Moncey va a su encuentro, pero estos se retiran hacia Moyá y Castelltersol. Desde Gerona, donde establece su cuartel general, se prepara para bloquear Barcelona a comienzos de septiembre. La ciudad capituló el 2 de noviembre.
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El cuerpo expedicionario francés en 1823 (g) |
1830 – Después de sus numerosas y dolorosas campañas, se vio afectado en por un enorme hidrocele (por derrame). Dominique Jean Larrey le operó de acuerdo con su método y logra curarle de la enfermedad.
1833 – Nombrado gobernador de Los Inválidos el 17 de diciembre, y a pesar de su edad y achaques demostró ser más enérgico de lo que su estado hacía suponer.
1840 – Recibió los restos de Napoleón cuando fueron trasladados a Francia en diciembre. El día 15 se celebró la ceremonia funeraria en la Iglesia de San Luis de los Inválidos, a la que asistió a pesar de su delicado estado de salud y el frío reinante en la capital. Cuando acabó la ceremonia, dijo “Ahora, volvamos a casa para morir”.
1842 – Murió en París el 20 de abril. Fue enterrado en la Bóveda de los Gobernadores de la catedral de Saint-Louis des Invalides, lugar que le reservaba de oficio su cargo de gobernador del lugar. Su efigie también se encuentra en uno de los pilares de la catedral y su nombre está inscrito en el Arco de Triunfo de l’Étoile.
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Vista de la plaza de Clichy y del monumento al mariscal Moncey. (h) |
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(I) – Ventura Caro y Fontes (Valencia, 1731-1808). Hijo de José Caro y Roca, primer marqués de la Romana, y de Patricia Fontes. Militar de carrera, durante el reinado de Carlos IV, ante la alarmante situación creada por la Revolución Francesa y el deterioro de las relaciones entre los dos países, le fue encomendada, el 10 de enero de 1793, la capitanía general de Guipúzcoa y el mando del ejército de los Pirineos Occidentales. Como reconocimiento a su actuación en el frente, le fue concedida, el 4 de abril de 1794, la Gran Cruz de Carlos III. Pero sus continuas peticiones de refuerzos fueron desatendidas desde Madrid, lo que le llevó a presentar su dimisión, que fue aceptada el 22 de julio de 1794.
(II) – «Après quelques combats heureux, les rigueurs de la saison forcèrent l\’armée française à prendre ses quartiers d\’hiver; sg, position était admirable : elle s\’étendait sur une ligne dont la droite appuyée à la mer se prolongeait jusqu\’à la vallée d\’Aspeytia, le centre occupait les vallées de Lérin et de Bastan, la gauche rentrait sur le territoire de la République et s’appuyait à la place de Villefranche; l\’armée française, qui comprenait soixante-seize bataillons, occupait vingt lieues de terrain en pays ennemi.»
(III) – […] «Arrêtons que le citoyen Moncey, actuellement chef de bataillon dans la cinquième demi-brigade d\’infanterie légère, est nommé provisoirement général de brigade dans l\’armée des Pyrénées-Occidentales» […] «Arrêtons en outre que copie en forme de la présente nomination sera envoyée à la Convention nationale, au Comité de Salut public et au Conseil exécutif, pour obtenir leur approbation et la confirmation du grade conféré au citoyen Moncey.»
Pinet aîné, Cavaignac, Monestier, A Bayonne, le 30 pluviôse an II.
(IV) – Como recompensa por el éxito de tratado, Manuel Godoy, primer Secretario de Estado y del Despacho, recibió de los reyes el título de \»Príncipe de la Paz\», algo que iba en contra de la tradición de la Monarquía Hispánica que sólo reconocía el título de príncipe al heredero al trono —en este caso al varón primogénito de los reyes, Fernando, Príncipe de Asturias.
(V) – Siendo nombrado Jefe del Ejército de las Costas de Brest, tenía que desplazar sus divisiones estacionadas en San Sebastián, Hernani y Tolosa, hacia la Vendée. Después de la brillante conclusión de la campaña anterior, la perspectiva de esta campaña desalentaba a Moncey: «Il est bien cruel de se battre contre des Français qui défendent leur opinion». Opinión peligrosa para la época.
(VI) – Sus historiadores lo han ubicado estando presente en la batalla de Marengo, pero en el día de esa gran victoria para los franceses el futuro mariscal custodiaba el Tessino, a la espera de órdenes de Bonaparte.
(VII) – \»Cuando se acercó a ellos, su ojo experimentado vio inmediatamente la posición ventajosa que habían tomado. Su centro estaba detrás de un profundo y estrecho desfiladero, alineado con Rocas precipitadas, sobre las que se recogieron multitudes de campesinos armados, mientras que las dos alas se extendían a lo largo del lado de una montaña escarpada y rocosa. Situó su artillería. en el centro, y manteniendo a su caballería rondando para atraer la atención del enemigo, despachó al general Harispe para forzar su flanco. El plan fue exitoso, y el enemigo fue derrotado en todos los puntos\»
(VIII) – \»El muro de los agricultores en general, a menudo discontinuo, no ofrecía la adecuada seguridad defensiva. Se habían emprendido algunos trabajos para fortificar los suburbios exteriores, rellenar con empalizadas los huecos de los muros circundantes (que podemos ver en la pintura de Vernet), y proteger las puertas con almenas. Del 27 al 28 de marzo, los aliados tomaron posiciones en Pantin, Bondy y la llanura de Saint-Denis. Lanzaron su ataque en la mañana del 30 de marzo. El mariscal Moncey desarrolló su acción contra las tropas rusas en la barrera de Clichy, al frente de un grupo diverso formado por un pequeño grupo de más de 1.000 hombres, voluntarios, soldados discapacitados y estudiantes de escuelas politécnicas y veterinarias. La pérdida de posiciones francesas en la mañana en Pantin, Belleville, Romainville y Les Buttes – Chaumont, provocó la rendición firmada por el mariscal Marmont en la noche del 30 al 31. Marzo En la mañana del 31 de marzo, a las 12 en punto, los Aliados entraron por la Porte Saint-Martin.\»(9)
(IX) – «Sire, Votre Majesté daignera-t-elle me permettre d\’élever ma faible voix jusqu\’à elle ? Sera-t-il permis à celui qui ne dévia jamais du sentier de l\’honneur d\’appeler l\’attention de son souverain sur les dangers qui menacent sa personne et le repos de l\’État? Placé dans la cruelle alternative de désobéir à Votre Majesté ou de manquer à ma conscience, j\’ai dû m\’expliquer à Votre Majesté; je n\’entre pas dans la question de savoir si le maréchal Ney est innocent ou coupable; votre justice et l\’équité de ses juges en répondront à la postérité, qui pèse dans la même balance les rois et les sujets… Sont-ce les alliés qui exigent que la France immole ses citoyens les plus illustres? Mais Sire, n\’y a-t-il aucun danger pour votre personne et votre dynastie à leur accorder ce sacrifice?\»
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Fuentes:
1) – \»Napoleon and his Marshals\» – J.T. Headley, A.L. Burt, New York, 1918
2) – \»Napoleon\’s Marshals\» – R.P. Dunn-Pattison, M.A., Little, Brown&Co., Boston, 1909
3) – \»Napoleon\’s Marshals\» – R.F. Delderfield, Cooper Square Press, New York, 2002
4) – \»Le Maréchal Moncey, Duc de Conegliano. Lettres et documents\» – Calmann Lévy, Ed., Paris, 1902
5) – https://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_de_Basilea (22_de_julio_de_ 1795)
6) – https://www.amazon.fr/Gendarmes-policiers-dans-France-Napol%C3%A9on/dp/2110936436
7) – http://dbe.rah.es/biografias/10783/ventura-caro-y-fontes
8) – https://www.frenchempire.net/biographies/moncey/
9) – https://www.napoleon.org/histoire-des-2-empires/tableaux/la-barriere-de-clichy-defense-de-paris-le-30-mars-18
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