Pocos militares españoles de la época poseen el mérito de haber tomado parte en el asedio a Gibraltar, formar con su regimiento a las ordenes del general Ricardos en los Pirineos en la Guerra de la Convención, haber sido ayudante de campo del propio Príncipe de la Paz en 1801, volver a invadir Portugal desde el campo de Gibraltar en 1807, combatir a las puertas de Tarragona, ser hecho prisionero en la batalla de Valls en 1809 formando parte del E.M del general Teodoro Reding, ser deportado a Francia y a su retorno formar parte del ejército de los Pirineos Orientales al mando del general Castaños en 1815.
Esta semana os traemos un resumen cronológico de la carrera del teniente general Francisco Javier Sentmenat y Vera de Santa Pau, V marqués de Castelldosrius y XXI barón de Santa Pau, Grande de España y Académico de Honor de las Nobles Artes. Aparte de su amplio historial militar fue nombrado Director General de Artillería y senador por la provincia de Barcelona en 1837-1838, 1838-1839, 1839, 1840, 1841 y 1842.
En la imagen superior podéis observar un retrato suyo realizado en 1841 obra de Vicente López Portaña, vistiendo uniforme de teniente general de Artillería, ostentando las grandes cruces y bandas de las órdenes de Carlos III, Isabel la Católica y la militar de San Hermenegildo.
CRONOLOGÍA
1767 – Nace el 3 de enero en Murcia (otras fuentes citan el día 7), Francisco Javier de Oms, y de Santa Pau, Olim de Senmenat y Vera, Castilla y Saurín, Lanuza, Desbach y Cabrera de Aragón, Señor de la casa de Oms y adyacentes, barón de Santa Pau y marqués de Castelldosrius. Hijo del teniente general Manuel de Sentmenat y Castellá, IV marqués de Casteldosrius y de María Dolores de Vera y Saurin, siendo su familia originaria de Cataluña, asimismo contaba entre sus antepasados con algunos distinguidos miembros1.
1774 – De bien joven se decantó por la carrera de las armas, y por los méritos de su padre, el 8 de febrero obtuvo la Gracia del rey de que se le considerase como cadete del regimiento de caballería de la Reina, aunque sin antigüedad ni gozar del prest (sueldo).
1777 – El 8 de julio se inaugura oficialmente su hoja de servicios, siendo incorporado al regimiento de caballería de Alcántara, también en calidad de cadete.
1779 – El 9 de mayo se le confiere el grado de alférez y es agregado al regimiento de dragones del Rey.
1780 – Es transferido nuevamente al regimiento de Alcántara el 1 de mayo.
1781 – El 4 de mayo obtiene el empleo de capitán.
1782 – En la guerra contra Inglaterra, tomó parte en el sitio de la plaza de Gibraltar, de capitán agregado a los Voluntarios de Crillon, realizando servicios de avanzada y luego siendo ayudante del propio general duque de Crillon, hasta el final de la guerra.
1783 – Recibe el grado de teniente coronel, en la promoción general del 1 de enero, probablemente también en atención a su título de barón de Santa Pau, como se le nombraba en el despacho oficial.
1784 – El 28 de enero se le concede el sueldo de capitán vivo2 según reglamento, teniendo la calidad de poder ser un reemplazo a la primera vacante en el regimiento sin necesidad de despacho oficial.
1785 – Al no haber vacantes en su regimiento pasa al regimiento de Montesa el 30 de enero, al mando de una compañía.
1789 – El 4 de mayo pasa al de Carabineros, y el 19 del mismo mes obtiene el empleo de coronel.
1791 – El 17 de abril obtiene el empleo de teniente coronel.
1793 – El 2 de enero es transferido al regimiento de caballería de Calatrava. Con su regimiento participa en la Guerra de la Convención contra la República Francesa, formando parte del ejército que invadió el Rosellón al mando del general Ricardos, del 16 de abril al 8 de diciembre. El 18 de mayo en la batalla de Masdeu, se distinguieron el barón de Santa Pau y su regimiento de Calatrava cargando varias veces contra el enemigo, consiguiéndose posteriormente la conquista de la fortaleza de Bellegarde. Participó también en la acción del puerto de Oriol, del 29 al 30 de junio, en el triunfo sobre las tropas francesas en Pontellas y en la batalla de Truillás el 22 de septiembre.
A pesar de la victoria en la batalla de Truillás (o Trullars), el ejército español se retiró a El Pertús por la llegada de refuerzos franceses al frente. (b)
A pesar de la victoria en esta última batalla, no se pudo avanzar en la progresión territorial, los franceses tomaron la ofensiva y las tropas españolas se retiraron a Boulou, que fue atacada por el enemigo durante 24 días, en los cuales el barón acudió a su defensa, realizando varias salidas y acciones contra el enemigo. Durante toda la guerra ejerció en calidad de coronel del regimiento, por enfermedad de su superior y un mes de la brigada, ya que no quedaban más oficiales en los cuerpos que la formaban.
1794 – Terminada la guerra, permaneció al frente de su regimiento, hasta que fue disuelto oficialmente el cuerpo de ejército de que formaba parte, y el 3 de mayo fue agregado de teniente coronel al Estado Mayor de la plaza de Barcelona. El 23 de julio de se casó con doña María Teresa de Sagarriga y de Pinós, con la que no tuvo sucesión.
1796 – A la muerte de su padre hereda el título de marqués de Castelldosrius.
1795 – El 5 de noviembre fue agregado, con empleo de coronel, al regimiento de caballería de Algarve, con antigüedad de 19 de septiembre de 1789.
1801 – Se declara la guerra a Portugal, el ya conocido como marqués de Castelldosrius fue empleado como ayudante de campo del generalísimo Godoy, el futuro Príncipe de la Paz. Acabada la breve contienda, el 5 de noviembre obtiene el mando en propiedad del regimiento de caballería de Santiago.
Firma de Castelldosrius (c)
1802 – El 5 de junio es nombrado gentilhombre de cámara de S.M y el 5 de octubre es ascendido a brigadier de caballería.
1807 – Destinado al campo de Gibraltar, formando parte del ejército de Castaños, con dos escuadrones de su regimiento formó parte de la división al mando del general Juan Carrafa, napolitano al servicio de España, entrando en Portugal en septiembre, cooperando con el ejército francés de Junot y ocupando las provincias de Entre-Douro y Minho.
1808 – Pero con la tensa situación política en Madrid, el marqués de Castelldosrius que primeramente entró en Lisboa y se hallaba seguidamente de guarnición en Santarem con su regimiento, fue conducido a Lisboa donde fue desarmado y arrestado con su regimiento y sus superiores el 11 de junio. La cautividad duraría hasta el 15 de septiembre, cuando fueron puestos en libertad debido a las capitulaciones que se llevaron a cabo entre franceses e ingleses.
Vuelto a España se destinó al marqués al ejército de Cataluña, y se encontró en plena acción defendiendo la ciudad de Tarragona de los ataques de los franceses. Por sus méritos y arrojo, el entonces general en jefe del ejército, Teodoro Reding, lo puso al mando de la primera división del ejército que se encontraba establecida en la localidad de Valls.
1809 – El 30 de enero3 es nombrado Mayor general de caballería del ejército, con empleo de brigadier. El 23 de febrero con un regimiento de caballería y un batallón de infantería ataca un convoy de víveres francés que se dirigía hacia Montblanch. El 25 de febrero de 1809 participa en la Batalla de Valls, apoyando la retirada del ejército tras la derrota fue hecho prisionero en una carga del escuadrón italiano de dragones Napoleón. Tras la batalla, los prisioneros españoles fueron escoltados directamente hacia Barcelona donde llegaron entre el 1 y 6 de marzo, por su propio pie, unos 1050 soldados y 78 oficiales, el marqués de Castelldosrius entre ellos. De Barcelona partió hacia Francia, donde permaneció en un depósito de prisioneros hasta su vuelta a España.
El 24º de dragones francés pasa por el puente de Goi hacia las posiciones españolas en la batalla de Valls.
1814 – Regresa a España el 18 de mayo. Fue habilitado por Fernando VII por RO del 23 de julio en el ejercicio de su empleo y en el abono de sus sueldos. El 25 de agosto se le confiere el empleo de mariscal de campo. Es destinado el 6 de octubre al ejército de Castilla la Nueva, concediéndosele cuartel para la plaza de Madrid.
1815 – El 6 de mayo es trasladado al ejército de observaciones de los Pirineos Orientales que se puso al mando del general Castaños. El reconocimiento de sus virtudes por parte de Castaños, hacen que se le confiera por parte del gobierno el destino como gobernador militar y político de la plaza de Cádiz, con el mando interino de la capitanía general de Andalucía el 26 de octubre.
1816 – El 16 de enero toma posesión de la plaza del gobierno militar de Cádiz. Se le concede la Gran Cruz de San Carlos el 9 de octubre y la de San Hermenegildo el 13 de junio.
1819 – El 9 de septiembre cesa en sus funciones en el gobierno militar de Cádiz. Es llamado a Madrid, donde se le nombra teniente general, confiriéndosele asimismo el mando del 2º regimiento de infantería de la Guardia Real. También fue nombrado consejero en clase de nato del Consejo Supremo de la Guerra.
1820 – Jura y acoge con entusiasmo la Constitución.
1821 – El 29 de septiembre contrae matrimonio en segundas nupcias con María Teresa Trejo del Campo.
1822 – El 9 de febrero, debido a las agitaciones políticas del momento en el país, se le concede el mando militar en Cataluña y cesa en el mando del 2º de Guardias. El mismo día, pide que se le exonere del nombramiento de capitán general de Cataluña y que se le conceda plaza de cuartel en Madrid o Barcelona. El día 12 de febrero se le admite la renuncia y su destino a la plaza de Barcelona. El 9 de agosto es nombrado comandante general del 7º distrito militar (Madrid), pero renuncia asimismo al puesto. El monarca no renuncia a tenerlo a su servicio y el 20 de noviembre es nombrado comandante gobernador de Madrid.
1823 – El 7 de abril empezaron a atravesar la frontera los 100.000 hijos de San Luis. Castelldosrius fue nombrado segundo general en jefe del 3er ejército, que se encontraba en Madrid al mando del Conde de La Bisbal. Este fue destituido por intrigas posteriormente y el mando se le otorgó al propio Castelldosrius. Este se dio cuenta que su fuerza estaba muy diseminada no teniendo garantías para defender Madrid y se retiró, situando las tropas entre Talavera de La Reina y el puente de Almaraz. Los franceses le atacaron en Talavera de la Reina y se retiró hacia Trujillo, entregando el mando al general López Baños, dirigiéndose él hacia Badajoz, donde tomó posesión de la comandancia militar que le había sido conferida el 22 de mayo. Debido a los disturbios en que se hallaba la región, dividida en partidarios de los liberales y de los monárquicos, dictó un duro bando el 2 de julio, para tratar de reprimir los disturbios, cuando la provincia ya se hallaba invadida por las fuerzas realistas. El 6 de julio se le exoneró de su mando y se le confirió plaza en Barcelona Mientras estuvo en su mando en Badajoz, rechazó las repetidas ofertas que le hizo desde Sevilla el general francés Bourmont para que capitulara sus fuerzas de Extremadura. Pidió permiso para pasar a Lisboa para embarcar hacia Barcelona, pero se le negó el permiso por parte de las autoridades lusas.
Busto del marqués de Castelldosrius, obra de Francisco Perez del Valle, en el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid. (d)
1824 – Estando en Badajoz, le sorprendió el periodo absolutista de gobierno; se presentó al general Laguna, mando militar en Extremadura, para que se le expidiera un pasaporte hasta Barcelona. Pero como el nombramiento databa del periodo Constitucional, y estos habían sido abolidos por Fernando VII, Laguna le dijo que lo tenía que consultar. El marqués de Castelldosrius siguió confiado en Badajoz. El 16 de febrero, fruto de intrigas y de falsos informes, se le comunicó que se le llevaba preso al cuartel de artillería, sin más comunicación que con su mujer y un criado. El 20 de febrero fue conducido preso al castillo de Olivenza, donde permaneció 40 días. No gozó de la Amnistía general del 1 de mayo, y a pesar de permitírsele transitar por el recinto exterior de la fortaleza y posteriormente por Badajoz, fue de nuevo encerrado en Olivenza. Finalmente se ordenó que su causa se juzgase en Cáceres donde fue enviado y encerrado en la cárcel pública.
1830 – Tras seis años de proceso, se condenó al marqués a pena de destierro de Madrid y sitios reales, aunque se conmutó la condena por ocho años de prisión en el castillo de S. Antón de La Coruña, donde fue trasladado el 21 de diciembre.
1831 – Fue autorizado a residir con su esposa en la ciudad el 21 de marzo, donde se restableció también de su salud, aquejada por los recientes años de penurias. Su situación duraría hasta la muerte de Fernando VII en 1833.
1834 – El 18 de abril de 1834, la Reina Regente restituyó a Castelldosrius en sus honores, sueldo y condecoraciones.
1836 – El 29 de febrero de 1836 es nombrado capitán general interino de Galicia.
1837 – En noviembre se verificaron las elecciones para Diputados y Senadores, y la provincia de Barcelona propuso al marqués de Castelldosrius como senador y el 14 de ese mes recibió el nombramiento real, que ejercería posteriormente en varios mandatos.
1839 – Por RO de 2 de septiembre pasa a desempeñar la Dirección general de Artillería en pleno conflicto de las guerras carlistas y prepara varias disposiciones4 para que el arma para fuera lo más efectiva en la campaña, a pesar de las penurias del erario público. Se le otorga la Gran Cruz de Isabel La Católica.
1840 – Se le suspendió de la Dirección General de Artillería y la Regencia provisional del reino le señaló el 29 de noviembre su plaza de cuartel en Madrid, asistiendo a las sesiones del Senado en esa legislatura y tomando parte en las discusiones para el asunto de la Tutela real. Acabadas dichas deliberaciones, ya no tomó parte en temas públicos y su salud fue degenerando progresivamente.
1842 – Muere sin sucesión, la tarde del 1 de febrero en Madrid.
– – – – – – o – – – – – –
1Manuel de Sentmenat (1651-1710), recibió de Carlos II el título de marqués de Castelldosrius. A la muerte de Carlos II era embajador en Francia, correspondiéndole la entrega al duque de Anjou, futuro rey Felipe V, del testamento de aquél. En dicho acto se dice que exclamó: “Señor, desde este momento no hay Pirineos” y por tal acto fue nombrado por Felipe V grande de España (1701), y posteriormente virrey del Perú (1706-1710), desde donde en gran manera apoyó económicamente al monarca, gracias a la producción de las minas y los impuestos. [8]
2Desde los tiempos de Felipe V en los regimientos en que se daba lugar a un sobrante de oficiales, pasaron a denominarse «reformados» en oposición a los que quedaban en activo, a los que se conoció a partir de entonces como «vivos» [6]
3En la relación del ejército de 25 de enero de Cabanes, ya consta con ese cargo. [4]
4Organizó 6 baterías de a lomo para el ejército del Norte; La promoción a subtenientes de 20 sargentos primeros como subalternos; La promoción de los alumnos de la Academia como subtenientes; que la brigada montada de la Guardia Real se incorporase al cuerpo; para reemplazar las pérdidas por bajas o promociones se aumentaron hasta 60 plazas de cadetes supernumerarios; se organizaron dos brigadas de montaña de 6 baterías cada una y se arreglaron los trenes de asedio que sirvieron en Aragón, sin contarse los del Centro y Cataluña.
Fuentes:
1 – «Biografía del Excelentísimo Señor Marques de Castelldosrius» – Estado Mayor General del Ejército, Imprenta militar, Madrid, 1854
Como solemos hacer habitualmente, y más con esta nuestra entrada número 400 en el blog, repasamos la vida de Emma Hamilton, la futura Lady Hamilton. La época napoleónica está marcada con la presencia de varios personajes femeninos que tuvieron, a veces contra todo pronóstico, una honda influencia en la época y en sus contemporáneos. El caso de Emma Hamilton aún es más excepcional por haber nacido en la pobreza en 1765, haberse convertido por azar del destino en musa de artistas famosos que la reprodujeron hasta la saciedad en cuadros, grabados y estatuas, fue la esposa de un embajador influyente, un ícono cultural -y escandaloso- en la Inglaterra de principios del XIX, y que se convertiría también por azar de ese mismo destino en la amante reconocida de un marino tan famoso y carismático como Lord Nelson, aunque a la muerte del mismo también se enfrentaría a la cárcel y moriría paradójicamente en la pobreza en un país que había sido acérrimo enemigo del suyo. En palabras de Kate Williams, coautora del libro «Emma Hamilton. Seducción y Celebridad»: «Emma Hamilton tuvo un ascenso asombroso, de la pobreza extrema en el norte de Inglaterra. Se esperaba muy poco de ella hasta el momento en el que era una de las las mujeres más famosas de Europa, sin duda la mujer más famosa de Inglaterra. Objeto de habladurías, festejada, discutida, copiada. Se convirtió en una celebridad, se podría decir la primera celebridad, y viniendo desde la nada.»
Con dicho argumento, el celuloide tampoco se ha resistido a llevar a la pantalla la vida de Emma Hamilton en varias ocasiones, interpretada por Liane Haid en la versión muda «Lady Hamilton» (1921), por Vivien Leigh en la glamourosa «That Hamilton Woman» (1941) y la desmitificadora (quizá demasiado) versión con Glenda Jackson en «A Bequest to the nation» (1973). Pero no parece que el séptimo arte, al igual que la Historia, hayan dado todavía con la verdadera dimensión de la vida y obra de Lady Emma Hamilton.
Retrato de Emma Hamilton (1791), por A. Kauffmann, dibujo con tizas blanca y negra (a)
«Después de que Nelson muriera en la batalla de Trafalgar en muchos sentidos se vuelve menos un héroe naval y más una deidad nacional. Su fama y reputación son tan colosales que debido a esto Emma es vista cada vez más a través del prisma de la grandeza de Nelson y lo que esto significa es que la asombrosa vida, rica y vibrante, que ella ha vivido se destila hasta el simple estereotipo de que ella era la amante del gran hombre pero al mismo tiempo para un público victoriano bastante moralista la noción de que su héroe era también un adúltero fue profundamente problemático para las personas que estaban más satisfechas en dejar caer la culpa y las críticas por esa relación ilícita sobre los hombros de Emma y ahora comenzamos a verla como una seductora, alguien que atrajo al Almirante fuera de su deber y del honor.»
Quintin Collville, Conservador de Historia Naval NMM
CRONOLOGÍA
Estudio de Emma Hart como Circe (c. 1782), por George Romney. (b)
1765 – Emily (o “Emi”) Lyon nació presuntamente el 26 de abril, en la villa de Nesse, en Wirral, en el condado de Cheshire en Inglaterra. Sus padres Henry Lyon y Mary Kidd, de Awarden, eran de origen muy humilde. Parece ser que su padre, el herrero local, murió el mismo año de su nacimiento y su madre volvió con su hija a casa de su abuela materna en Hawarden (Gales). Siempre se la ha descrito como hija única, pero parece que tuvo un hermano o medio-hermano, Charles. Pasó su infancia en el mismo Hawarden, en extrema pobreza, y allí creció rápidamente en estatura y madurez, más allá de su edad.
1777 – Su madre se fue a trabajar a Londres y ella empezó a trabajar a los 12 años como como empleada doméstica en la casa de Hawarden del Dr. Honorato Leigh Thomas, un cirujano que trabajaba en Chester. Su dura jornada comenzaba a las 5 de la mañana y no finalizaba hasta que se acostaba toda la familia, por lo que la jovencísima Emma que no aguantaba dicho horario y lo odiaba absolutamente, fue despedida a los pocos meses.
1780 – Cuando Emma tenía unos quince años, se trasladó con con su madre a la capital y allí parece que encontró empleo con el Dr. Budd, un cirujano de renombre, en Chatham Place, cerca del mercado de St. James; también quiso comenzar a actuar en el teatro Drawery Lane, en Covent Garden, propiedad de Richard Brinsley. Pero no trabajaría como actriz, sino como asistenta de la dueña del vestuario y también como sirvienta para otras actrices, entre ellas Mary Robinson. Luego, Emma trabajó como modelo y bailarina en el «Temple of Health and Hymen» para James Graham, un médico «curandero» escocés, o sea, un charlatán de la época que daba conferencias sobre la procreación y cobraba £ 50 por noche para que las parejas disfrutaran de su Gran Cama Estatal Celestial, en la que «se podrían crear bebés perfectos«. En realidad, Emma no tenía muchas opciones: una chica joven y bonita con ninguna conexión social podía ser solo actriz, sirvienta o prostituta: ella probó las dos primeras y fracasó, así que no tuvo más opción que convertirse en prostituta, aunque por entonces el 8% de las mujeres en aquellos días eran prostitutas y además ella estaba en el Covent Garden, un ambiente muy deseable por entonces. Paralelamente, la joven Emily se enamoró de un rico propietario, Sir Harry Fetherstonhaugh, un verdadero «playboy» de la época que organizaba sonadas fiestas en su propiedad de Uppark House en Sussex, que duraban en algunas ocasiones hasta tres días. Emma, de la que se rumoreaba que en las fiestas bailaba desnuda para los amigos de Harry, encima de la mesa del comedor, quedó pronto encinta de su amante. Pero Emma no dejaba de ser un capricho hasta que Fetherstonhaugh, harto de ella, la dejó a finales de año, sin un centavo y embarazada.
Sir Harry Fetherstonhaugh (c)
1781 – Emma trabajó también para Madame Kelly, que regentaba un prostíbulo muy elegante al que solía acudír la alta nobleza. Se comenzó a llamar a sí misma “Emily Hart” y vivió durante un año fuera de la casa materna. A finales de junio o principios de julio trajo al mundo a una niña a la que dio su mismo nombre, Emma, y que fue cuidada por su abuela hasta los tres años1.
1782 – Emma pronto se hizo amiga de Charles Francis Greville2, hijo del conde de Warwick, al que había conocido en las fiestas de la casa de Uppark House. Greville quedó muy impresionado por su belleza y le pagó el viaje a Londres y la acogió como su amante, con la condición de que su hija fuera acogida. Greville mantuvo a Emma en una pequeña casa en Edgware Row, en Paddington Green, en ese momento un pueblo en las afueras rurales de Londres. Hizo los arreglos para que la madre de Emma, entonces en sus treinta, que ahora había tomado el nombre de Cadogan, viviera con ella como ama de llaves. Greville también le enseñó a comportarse con más elegancia y, después de un tiempo, comenzó a invitar a algunos de sus amigos a conocerla. También puso sus esperanzars en ganar mucho dinero con una serie de pinturas suyas que le habría encargado al artista George Romney.
George Romney (1784) (d)
1783-1784 – Greville introdujo a Emma al pintor George Romney y esta posó regularmente como modelo3 en el estudio del artista, en Cavendish Square. La relación entre este pintor, nacido en Lancashire, y la mujer que había salido de los burdeles del Londres del siglo XVIII no fue física, por lo menos no en un sentido convencional. Romney expresó su pasión por Hamilton a través del arte, pintándola una y otra vez en multitud de poses y vestuarios. Era la época del resurgimiento neoclásico, cuando los actores en el escenario adoptaban posturas retóricas grandiosas, y los pintores como Jacques-Louis David en Francia y Joshua Reynolds en Gran Bretaña ilustraron momentos clave del mito y la historia grecorromana. Los retratos de Romney de Emma Hamilton interpretando los muchos papeles de la vida se convirtieron en grabados y se hicieron muy populares en la sociedad de la época. [9]
El tío de Greville, Sir William Hamilton, que era un reputado vulcanólogo y especialista en arte y al mismo tiempo había sido embajador en Nápoles los últimos 20 años, regresó a Inglaterra por aquella época y visitó a su sobrino y a su amante, a la que encontró muy atractiva. Greville se hallaba en apuros económicos para mantener su “nido de amor” y por otra parte había conocido a una rica heredera, la Honorable Henrietta Willougby. Le escribió una carta a su tío, en la que le confesaba que “Emma era la única mujer con la que se había acostado sin ofender sus sentidos, y no existía una compañera de cama más limpia y dulce.» Sir William quedó intrigado por la tentación y sugirió que estaría contento de poder acoger a Emma y su madre para que viajaran con él a Italia, donde también podría tomar clases de canto. Ella acogió la idea con entusiasmo, sin darse cuenta de que el ya cincuentón Hamilton se había quedado prendado de su belleza y el mismo Greville la veía como un obstáculo para su ambición de escalar socialmente y poder casarse con una heredera con mejores posibilidades económicas.
Izquierda: «Emma Hart con un sombrero de paja» (c.1782), óleo sobre lienzo, obra de George Romney. (e) Derecha: «Lady Hamilton como Naturaleza» (1782), óleo sobre lienzo, también obra de George Romney (f)
Sir William Hamilton (g)
1786 – A principios de año, Emma en compañía de su madre y bajo la escolta del pintor Gavin Hamilton, pariente de Sir William, partieron para la ciudad de Nápoles, a la que llegaron el día de su cumpleaños, el 26 de abril de ese año. Pronto Emma se dio cuenta de la realidad de su posición y escribió a Greville varias veces. Greville siempre contestaba con evasivas. Pero pronto su belleza no pasó desapercibida en los círculos de la corte ni en la sociedad de Nápoles. Sir William Hamilton fue más que leal a su promesa de darle a su amante el mejor entrenamiento para su voz que Italia pudiera ofrecer por lo que, con sus lecciones de canto, su trabajo como modelo para los artistas contratados por Sir William, y la ronda diaria de alegres fiestas sociales, los días de Emma estaban completamente ocupado. La casa del embajador en Caserta era un desfile continuo de pintores, escultores y esmaltadores.
Cuando el embajador estaba ausente, Emma mantenía abierta la casa exactamente de la misma manera que cuando estaba con ella, y con su consentimiento y deseo extendió su hospitalidad a todos sus amigos ingleses y napolitanos con tanta libertad y autoridad como si ella fuera su esposa además de su amante.
1791 – Sir William Hamilton volvió a Londres llevando consigo a Emma, con el objetivo de hacerla su esposa, para lo cual requería del permiso del rey. La sociedad de Londres parecía satisfecha con recibir a la bella cantante y actriz, ahora esposa del embajador: el director de la Ópera le ofreció un contrato de 2.000 libras anuales con una participación en los beneficios, propuesta que fue rechazada por el embajador, pero por contra la reina Carlota se negó a recibirla en la corte por su pasado anterior. Partieron de vuelta hacia Italia, donde la nueva Lady Hamilton tenía una alta posición social en la corte con los reyes de Nápoles.
Dibujo de Angelica Kauffmann de Lady Hamilton (h)
1793 – Su asistencia a la compañía de la reina María Carolina de Nápoles, que era hermana de María Antonieta (de ahí su odio por Napoleón y la República Francesa), en sus apartamentos privados era muy habitual4. Su popularidad era tan grande que estaba por encima de los prejuicios de los partidos políticos, y aunque los jacobinos no tenían simpatía por los ingleses como nación, considerándolos como los protectores de la opresión, tenían, tanto ahora como más tarde, cuando la pasión política era muy alta, un verdadero respeto y admiración por la esposa del embajador británico. Aquel mismo año recibió la visita de un joven oficial naval, Horacio Nelson, que traía despachos para Sir William. Nelson, por entonces casado a sus 34 años, recibió una calurosa acogida, más allá quizás de la debida a un oficial de un moderado rango.
1796 – El Palacio Real era por aquellos años un hervidero de espías que trabajaban tanto para el rey como para su hermano, el rey de España, Carlos IV. El contacto con la Reina y la confianza que esta depositaba en ella, hizo que transigiera en darle información de las intrigas políticas europeas, en especial de la Francia revolucionaria y que esta transmitiera dicha información al embajador y por lo tanto al gobierno británico.
1798 – El rey Fernando de Nápoles se había visto obligado a firmar un tratado de alianza con Francia y a liberar a los líderes del partido jacobino que habían sido encarcelados. Lady Hamilton apeló al gobierno británico por el peligro para la corte de Nápoles y pidiendo el auxilio de la Royal Navy. El conde de St. Vincent le contestó que enviaría un “caballero de superior destreza”, el contraalmirante Sir Horacio Nelson, al que se le encomendó perseguir la flota francesa que parecía querer atacar Nápoles o Sicilia. La flota británica fue dispersada por una violenta tormenta y le era imprescindible poder atracar en puertos sicilianos – a pesar de no poderlo hacer por el tratado de Nápoles con la República Francesa – para poder reparar sus barcos.
Lady Hamilton usó su gran influencia con la reina para obtener la autorización necesaria para que Nelson obtuviera suministros frescos para su flota en Siracusa y otros puertos sicilianos. La importante ayuda recibida permitiría que Nelson siguiera su persecución de la flota francesa, a la que finalmente daría caza y derrotaría en la bahía de Aboukir. La noticia de la victoria fue recibida con inmensa alegría en la corte de Nápoles y por la propia Emma5, y aún más con el regreso del victorioso Nelson. El almirante estaba débil y enfermo con fiebre, y Lady Hamilton le atendió con devoción en la embajada. La esposa de Fernando le instigó a tomar ventaja de la ausencia de Napoleón en Egipto y de las victorias de Nelson en la guerra. Marchó con sus ejércitos contra los franceses y entró en Roma (29 de noviembre). Sin embargo, con la derrota de algunas de sus columnas tuvo que regresar precipitadamente a Nápoles. Con la consiguiente aproximación de las tropas francesas, Emma procuró que la familia real huyera con la flota inglesa de Nelson a bordo del Vanguard hacia Sicilia6, dejando su capital en un estado de anarquía. Nelson estaba muy impresionado con el control de las emociones de Emma y su carino se había intensificado por la situación en que se encontraban a sí mismos y cuando llegaron a Sicilia sus sentimientos se había intensificado aún más.
1799 – En enero las fuerzas francesas crearon en Nápoles la República Partenopea, pero fue de corta duración. Cuando unas pocas semanas después las tropas francesas volvieron al norte de Italia, una insurrección instigada por el Cardenal Ruffo, el vicario general del reino, puso en pie de guerra a los campesinos calabreses y a los lazzaroni (los más pobres de las clases más bajas), permitiendo que Fernando regresara a la capital al año siguiente, y comenzando la represión contra los rebeldes, en la que Nelson y Lady Hamilton también se vieron involucrados7. Lord Nelson, a su vuelta a Sicilia, aceptó un título ducal junto con tierras del rey Fernando; aunque se comentó que no aceptó hasta que Lady Hamilton le instó a que lo aceptara.
La flota británica al mando de Sir Horacio Nelson anclada en la bahía de Nápoles, el 17 de junio de 1798 (j)
1800 – El día de Año Nuevo vio a la flota inglesa de Nelson en Palermo, en plenas festividades. Nelson disfrutaba paseando por las calles de Palermo en compañía de Lady Hamilton, ésta a menudo disfrazada de incógnito, aunque pronto el secreto dejó de serlo y varios oficiales de la flota reconocieron a la pareja8. Seguidamente el gobierno inglés fue apercibido de la conducta de Nelson, y mandó al diplomático Arthur Paget a que supervisara la conducta de los Hamilton. Por entonces, extrañamente, Lady Hamilton fue propuesta para la Cruz de la Orden de Malta9 por el zar ruso Pablo I, pero requerido el necesario permiso a la corte inglesa, de esta solo se consiguió el silencio. Otro ejemplo notable de favor real con el que se distinguió a Emma Hamilton, no puede pasarse por alto; aunque era una que le daba poco crédito a su sensibilidad o la de su marido. El rey de Nápoles pidió que ella consintiera en permitir que se hiciera un modelo de ella al natural; y esto en realidad se hizo para complacer el gusto del monarca y la vanidad de la dama, cuya figura de mármol adornaría los aposentos reales con toda la elegancia de Venus.
A la inmediata llegada de Paget a Sicilia, los Hamilton zarparon en el Foudroyant hacia Palermo en compañía de Nelson; llegados a su destino, poco después, la comitiva junto con la reina y cuatro de sus hijos se embarcaron todos juntos hacia Leghorn donde desembarcaron el 16 de junio. En Leghorn se dieron algunos disturbios por la noticia de la llegada de tropas francesas, y a la mañana siguiente partieron hacia Florencia, donde permanecieron dos días, dirigiéndose después hacia Ancona donde embarcaron en dos fragatas rusas hacia Trieste, de donde la reina se trasladó a Viena, seguida de Nelson y Lady Hamilton, donde permanecieron seis semanas. También fueron hospedados durante cuatro días por los príncipes de Esterhazy en Eisenstadt y Haydn interpretó en un gran concierto su “Oratorio de la Creación” en honor de los invitados.
Desde allí se dirigieron a Praga para encontrarse con el Archiduque Carlos y después de una espléndida recepción partieron hacia Dresde, y el 10 de octubre hacia Hamburgo, donde Nelson fue bienvenido y homenajeado. Estando en la ciudad hanseática, Nelson escribió a Inglaterra para pedir una fragata para él y sus acompañantes; como no se le pudo garantizar, contrataron un velero en Cuxhaven, que después de una difícil travesía llegó a Yarmouth el 6 de noviembre. Tres días después, Nelson y los Hamilton llegaron a Londres, donde todo el mundo quería congeniar con el héroe del Nilo y los glamurosos Hamilton. En vez de separarse se alojaron en el mismo hotel, donde la mujer de Nelson y su padre ya ocupaban habitaciones10, lo que no parecía afectar a Lady Hamilton, a pesar de las habladurías que despertaba su pretendida relación con Nelson, no solo en Italia sino en la propia Inglaterra y de cuyos extremos había sido apercibida por sus amigos y por su antiguo protector, Greville. Nelson tomó una casa en Dover Street (actual Arlington Street) junto a su esposa, y recibía varias visitas, Lady Hamilton entre ellas. Aunque tanto Nelson como Lady Hamilton estaban casados, ella tenía razón en pensar que por la edad de su marido el dia de su emancipación no podía estar muy lejana, pero no al contrario. A esto se le puede atribuir el odio rencoroso que Lady Hamilton concibió contra Lady Nelson por alejar de ella los afectos y cortesías de su marido.
Junto al de Nelson, este retrato al pastel de Emma está firmado y fechado en 1800 por el artista Johann H. Schmidt, de la corte ducal de Sajonia. Dibujó este par de retratos de Nelson y Emma Hamilton en Dresde, a partir de sesiones tomadas allí en el Hotel de Pologne, a principios de octubre de ese año, donde se alojaron durante su regreso a Inglaterra desde Nápoles, con Sir William Hamilton. Nelson posteriormente lo colgó en su camarote cuando estaba en el mar, incluso en el «Victory» desde 1802 hasta su muerte en Trafalgar y, según Emma, lo llamó su «Ángel de la guarda». – National Maritime Museum, Greenwich, London, Ingram Collection (k)
Sir William Hamilton, que estaba muy avanzado en años, se encontraba frecuentemente aquejado de dolencias más o menos ficticias, que surgían con ocasión de enfermedades frecuentes, y otros síntomas que requerían reclusión. Lady Hamilton y su marido se instalaron en el núm. 23 de Piccadilly, con vistas al Green Park, residencia que también frecuentaba asiduamente Lord Nelson, que cada vez estaba más seguro de separarse de su mujer.
La mansión de Fir Hill, breve morada de los Hamilton y Lord Nelson (l)
Nelson y los Hamilton también vivieron brevemente en Fir Hill, una sorprendente propiedad georgiana en la ruta entre Londres y Portsmouth, base de la Royal Navy de Nelson. La casa de cinco habitaciones pertenecía al capitán Charles Powell Hamilton, que no solo era primo de Sir William, sino también gran amigo de Nelson. Invitó al trío a quedarse en la propiedad que se encuentra en el pueblo de Droxford, en el valle Meon de Hampshire, un punto de parada conveniente en el viaje desde la casa del grupo en el sur de Londres hasta Portsmouth. Una carta de un compañero invitado, escrita 25 años después de la muerte de Nelson en la batalla de Trafalgar en 1805, cuenta cómo el gran marino optaba por el dormitorio más pequeño porque le recordaba el tiempo que pasaba en el mar. El 19 de diciembre, dejando a Lady Nelson en Londres para pasar su Navidad sola, Nelson partió con los Hamilton hacia Fonthill en Wiltshire, en una visita a Vathek Beckford, que era primo de Sir W. Hamilton; era una especie de viaje triunfal, festejados en Salisbury, y escoltados a Fonthill por los voluntarios del Yeomanry y bandas de música. Nelson regresó a Londres 29 de diciembre, y aproximadamente quince días después se produjo la ruptura final entre él y su esposa y nunca volvieron a vivir juntos.
Frances «Fanny» Nelson (m)
1801 – A principios de enero, concretamente el día 13, Nelson dejó de ver a su mujer, Fanny11. El 30 o 31 de enero nació una niña en la casa de los Hamilton, hija de Emma. La niña fue entregada en adopción durante algunos años a una tal Sra. Gibson, durante los cuales Nelson lo visitó regularmente, según la hija de esta última, y que tendría en sus pensamientos12. Lord Nelson no hizo de la casa de los Hamilton su hogar cuando estaba en Londres hasta después del nacimiento de su hija Horacia y a su regreso de una expedición en el Báltico.
Durante el verano, Sir William Hamilton sugirió a Nelson que comprase una propiedad en Merton Place, en Surrey, a 8 millas de Londres, y esta adquisición fue para acomodar a todas las partes bajo un mismo techo y dejar la finca como testimonio de su amistad con Emma. Aunque él accedió fácilmente a los deseos de su amigo, tomó cuidado de modificar su propio testamento en consecuencia; y sabiendo que su viuda estaría así cómodamente resuelta, le legó sólo £ 700 al año, dejo todo el resto de su propiedad, que era considerable, a su sobrino, y otros parientes.
En octubre, su señoría se reunió con sus amigos en Merton, entre cuyo lugar y la casa de Sir William en Piccadilly se dividió el invierno con considerable alegría, y una ronda perpetua de visitantes, entre los que se encontraban varios de la familia Nelson, en particular el actual jefe de esa casa, quien indiscutiblemente estaba lejos de ser deficiente en sus atenciones al ídolo de las devociones de su hermano. No se puede acusar a este noble Lord de haber mostrado ningún celo contra el ascendiente de Lady Hamilton sobre la mente de su ilustre pariente; ni mostró jamás la menor desaprobación de esa autoridad que ella ejercía, donde la presencia de una esposa hubiera sido un objeto más apreciado.
MERTON PLACE: EL REPOSO DEL GUERRERO
Grabado de época de la finca (n)
Fue la única casa que Nelson alguna vez tuvo y vivió. Compró la casa en 1801 y vivió allí desde 1801 a 1803, y también en otoño de 1805, antes de su muerte en la batalla de Trafalgar. Nelson vivía allí con Lady Emma Hamilton y su esposo, Sir William Hamilton. El más bien «arreglo» de ese inusual estilo de vida, un «ménage à trois», escandalizó a la sociedad británica y aparentemente Lady Hamilton se refirió al hogar como «tria juncta, in uno» o «tres unidos en uno» (el lema de los Caballeros de la Orden de Bath a los que tanto Nelson como Sir Hamilton pertenecían). A pesar de pasar mucho tiempo en el mar, Nelson era de corazón un hombre de campo y disfrutaba mucho de la la tranquilidad y el encanto de la zona, a la que él se refería como «querido, querido Merton». Lady Hamilton también se refería a Merton Place como «Paraíso Merton». La casa se conocía originalmente como «Moat House Farm», construida alrededor de 1750 por Henry Pratt. Después fue propiedad de Sir Richard Hotham, un rico fabricante de sombreros; y luego más tarde, la propiedad pasó a Charles Greave, socio de una imprenta local de calicó (tela delgada de algodón).
Habiéndose separado de su esposa, Fanny, en 1801, Nelson compró la casa por £ 9000 (con el apoyo financiero de su amigo Alexander Davison) – a pesar de un informe del topógrafo muy desalentador. Inicialmente, era una propiedad de un ala con un anexo, pero bajo la supervisión de Lady Hamilton, la casa fue renovada y ampliada. Los jardines tenía un canal, que incluía un foso (suministrado por el río Wandle), y se le conocía como «El Nilo» en honor de la primera batalla naval de Nelson. La casa se usaba con frecuencia para el entretenimiento de los invitados, incluidos familiares y compañeros oficiales navales y Emma se hizo famosa por organizar grandes cenas y fiestas. En 1805, la hija de Nelson y Emma, Horacia, se unió al hogar habiendo vivido anteriormente en otro lugar con una nodriza para evitar el escándalo. Antes de su muerte, Nelson había soñado con retirarse en Merton Place con Emma. Tras la muerte de Nelson, su lujoso estilo de vida la llevó a contraer una gran deuda, y a pesar de un grupo de amigos que actuaban como fideicomisarios, se vio obligada a vender Merton Place, que fue comprada por la familia Goldsmith. La casa quedó vacía, y finalmente fue derribada en 1823.[10]
1802 – En el verano, Lord Nelson, acompañado por su hermano, con Sir William y Lady Hamilton, hizo un recorrido por los condados de las Midlands hasta Gales del Sur. El objeto del viaje era supervisar los terrenos propiedad de Lord Hamilton en Gales, y este siguió por diversos lugares de Inglaterra, como Oxford, Gloucester, Monmouth, Brecon, Milford Haven (donde el 1 de agosto se celebró con una gran comida el aniversario de la batalla de Abukir), Swansea, Monmouth y otros lugares, siendo recibidos siempre con gran alborozo. Pero mientras la multitud aclamaba la figura de Lord Nelson, no mostraba el mismo sentimiento hacia su acompañante femenina. A principio de septiembre la comitiva llegó a Merton, donde pasaron el invierno.
Charles F. Greville (o)
1803 – En marzo Sir William Hamilton cayó seriamente enfermo y fue llevado a su casa de Piccadilly, donde murió el 6 de abril de 1803, en presencia de su mujer y de Nelson. Mediante un codicilo de su testamento, hecho aproximadamente una semana antes de su muerte, Sir William legó a Nelson un retrato de Emma en esmalte; y este, en un esfuerzo de generosidad poco común, fijó en ella, dos meses después, una anualidad de £ 1.200, a pagar en porciones mensuales. Esto era equivalente a la pensión que se había concedido a sir William al expirar su embajada y cuya continuación solicitó en vano su viuda.
Por su parte, Greville, el sobrino de Lord Hamilton y antiguo amante de Emma, obligó a la ya viuda a abandonar la casa de Piccadilly un mes después de la muerte de su marido. A pesar de los esfuerzos de Nelson, el Gobierno británico tampoco asignó ninguna pensión a Emma Hamilton como viuda de un embajador: era ya muy conocido por el gabinete que la embajada de Sicilia no había sido ni honorable en la gestión ni en la economía en los gastos.
«Doy y lego a Miss Horacia Nelson Thompson, quien fue bautizada el pasado 13 de mayo, en la parroquia de St. Mary-le-bone, en el condado de Middlesex por Benjamin Lawrence, clérigo, y John Willock, asistente del secretario (y a quien reconozco como mi hija adoptiva) la suma de £ 4.000 en dinero de Gran Bretaña, a pagar al vencimiento de seis meses después de mi fallecimiento, o antes, si es posible; y dejo a mi queridísima amiga Emma, Lady Hamilton, única guardiana de la mencionada Horacia Nelson Thompson, hasta que ella habrá llegado a la edad de dieciocho años; y los intereses de dichos £ 4.000 a pagar a Lady Hamilton, por su educación y mantenimiento. Esta solicitud de tutela yo la hago con sinceridad a Lady Hamilton, sabiendo que ella educará a mi hija adoptiva en los caminos de la religión y la virtud, y darle los éxitos que tanto la adornan y, espero, convertirla en una esposa adecuada para mi querido sobrino, Horacio Nelson, con quien deseo casarla, si demuestra ser digno, en la estimación de Lady Hamilton, de tal tesoro como estoy seguro que ella será.» [1]
Codicilo del testamento de Lord Nelson.
Lady Hamilton tomó una casa en Clarges Street, y en la que repartía el tiempo con la propiedad de Merton. La hija de Lord Nelson y Emma Hamilton fue bautizada en la iglesia de Marylebone, en el condado de Middlesex, el 13 de mayo, como Horacia Nelson Thompson. Su segundo apellido fue meramente consignado para completar el registro: Sr. y Sra. Thompson era el apellido que utilizaban cuando se escribían Nelson y Lady Hamilton.
Pero Nelson fue nombrado el 16 de mayo comandante de las fuerzas navales en el Mediterráneo, y el 18 de mayo salió hacia Porstmouth para incorporarse a su destino. No mucho tiempo después de la partida del célebre marino, Emma dio a luz otra niña, que recibió el nombre de Emma. Lady Hamilton realizaría durante el verano un viaje a Norfolk. Parece ser que meses más tarde pensó en visitar a Nelson a bordo del Victory en compañía de la sobrina de Nelson, Horacia y Oliver, pero Nelson no accedió ya que él mismo había prohibido que no se llevaran mujeres en el barco13. Por otro lado, Nelson intentó contactar con la reina de Nápoles por la situación de Lady Hamilton, pero esta le contestaba siempre con evasivas y la “eterna amistad” de antaño con la monarca había quedado sepultada por la realidad de los tiempos.
1804 – En marzo de 1804 murió la segunda hija que había tenido con Nelson, la pequeña Emma, de un ataque convulsivo. Lady Hamilton visitó los Bolton (la hermana de Nelson y su esposo) en Bradenham Hall, en Norfolk. En el mismo año pasó algún tiempo con el hermano de Nelson, el reverendo Dr. Nelson, en Canterbury. Charlotte, la hija del médico, futura Lady Bridport, residió durante meses con Lady Hamilton en Londres y Merton, hasta la muerte de Nelson. Pronto surgieron violentas disputas entre Greville y Emma por el testamento de William Hamilton y sobre todo el pago de sus anualidades. Nelson se vio tan provocado al recibir la noticia que estuvo tentado de instar un juicio ante los tribunales.
1805 – En agosto, Nelson regresó a Porstmouth, tras perseguir sin éxito a las flotas española y francesa. Lady Hamilton se encontraba en Southend con la Sra. Billington y Horacia; pero al recibir el la noticia, se apresuró en regresar a Merton, donde se había juntado también la familia del célebre marino para agasajarlo. En la misma época, la hija de ambos, Horacia, estuvo finalmente con su madre en Merton, cumpliendo un deseo largamente querido por Nelson, ya que la niña vivía con su nodriza.
Al igual que había sucedido en Nápoles, Lady Hamilton exhibía en su casa en Merton con frecuencia grupos de personajes ni un ápice más respetables que aquellos a quienes describió tan enfáticamente en Italia: cantantes de ópera y baladistas, nobles extranjeros y sus amantes, con jugadores, apostadores y músicos ingleses eran sus invitados favoritos. El 21 de octubre de 1805, Nelson pagaría con su vida la resonante victoria en Trafalgar ante la flota franco-española. Esa mañana, cuando se estaba preparando para la acción, con el enemigo a la vista, elaboró una declaración, como una especie de legado testamentario14.
La muerte de Nelson no influyó en los hábitos de Emma Hamilton ni corrigió sus amor por los placeres o moderó su propensión por la extravagancia. La consecuencia fue que pronto sintió la losa de la desenfrenada profusión y el gasto indiscriminado que prevalecía en su hogar, cuando el fondo que anteriormente habían suministrado los medios de la indulgencia se agotó. Se consoló buscando y ampliando su círculo de conocidos y amistades, que le ocasionaron un gasto adicional. Según el testamento de Nelson, que fue leído en noviembre, William (su hermano) heredó todo su patrimonio (incluido Bronte) a excepción de Merton, así como sus cuentas bancarias y posesiones. El gobierno había convertido a William en conde y a su hijo Horacio en vizconde, los títulos a los que había aspirado Nelson, y ahora también era duque de Bronte. Emma recibió £ 2.000, Merton y £ 500 libras esterlinas anuales de la finca Bronte, mucho menos de lo que tenía cuando Nelson estaba vivo, y no lo suficiente para poder mantener a Merton.
Emma esperó que el codicilo testamentario que le había sido legado fuera respetado, pero en una época en que se reverenciaba la vida privada “oficializada”, sus demandas no fueron atendidas. Pero mientras la sufrida viuda de Nelson no murmuró contra el Gobierno ni se ofendió por la conducta de sus parientes (el Parlamento le garantizó £ 2.000 anuales de por vida y moriría el 4 de mayo de 1831), la mujer que debería haber guardado un silencio absoluto fue ruidosa y vehemente sobre el tema de sus pretendidos agravios.
Funeral de Lord Nelson (p)
1806 a 1808 – El 6 de enero tuvo lugar el funeral oficial de Nelson15, pero la familia del almirante, que odiaba a Emma, no le permitió asistir. Emma mantuvo su ritmo de vida y continuó gastando en fiestas y en modificaciones de Merton para convertirlo en un monumento a Nelson. Los bienes que Nelson había pedido llegaron y tuvieron que pagarse. La anualidad de 700 libras esterlinas de la herencia de Sir William Hamilton no era suficiente para pagar las deudas y mantener el estilo de vida, y Emma se endeudó profundamente. Se mudó de Clarges Street a una casa más barata en el número 136 de Bond Street, pero no se atrevió a renunciar a Merton. Emma recibió y empleó a James Harrison durante 6 meses para escribir una vida de Nelson en dos volúmenes, que dejaba en claro que Horacia era su hija. Continuó dando fiestas en Merton, incluidos el Príncipe de Gales y los Duques de Sussex y Clarence, pero los miembros de la realeza no le devolvieron ningún favor.
1808 – No obstante algunos pocos admiradores como el duque de Queensberry no la abandonaron en sus peores momentos y este contribuyó a sus gastos hasta su muerte en 1810. Cuando su Emma se vio obligada a separarse de Merton y a dejar su carruaje, el duque le proporcionó generosamente una casa en Richmond, y le permitió una suficiencia monetaria para que pudiera volver a adquirir otro carruaje. En cerca de unos tres años, Emma tenía una deuda de más de 15.000 libras esterlinas. En junio de 1808, Merton no pudo venderse en una subasta.
En septiembre, ya desde Richmond, Emma intentó vender Merton y todo su mobiliario al al duque de Queensberry por £15.000, pero el noble rechazó la oferta. En noviembre, varios amigos de Emma intentaron remediar sus problemas económicos. Se presentó una declaración de sus deudas, y el resultado de la reunión fue que renunciara a Merton Place y a otras propiedades, en fideicomiso, en favor de Sir J. Perring, Alexander Davison, y otros tres señores, con poder para venderlos, si lo consideraban necesario, en beneficio de sus acreedores y la liquidación de sus asuntos. El grupo recaudó £ 3.000 para que pudiera afrontar sus gastos más inmediatos.
1811 – Las crónicas recogen la asistencia de Lady Hamilton a una función “Corazones de Roble”. La cantante la Srta. Wheatley, que poseía una fina voz de contralto, cantó la canción «Descansa, guerrero, descansa» que describía a un guerrero moribundo. A la mañana siguiente, Wheatley recibió una nota en la que le pedía que visitara a Lady Hamilton, quien, después de felicitar a la joven por su conmovedora interpretación de la melodía, le pidió que repitiera la balada. Finalmente la joven cantante se convirtió en institutriz musical de Horacia Nelson. Hacia finales de año, Lady Hamilton recibió una carta de su hija Emily, a quien evidentemente le habían ocultado los hechos de su parentesco y donde ella lamentaba no tener su posición, sin padres ni nombre reconocidos. La joven debería tener unos 31 años y es el último rastro que se conoce de ella.
1813 – Emma intentó que el gobierno le concediera una pensión por sus servicios prestados en el pasado y George Rose le brindó incondicionalmente toda la ayuda posible para promover sus afirmaciones. Rose le pidió que redactara una petición para presentarla al Príncipe Regente, lo cual hizo, de su propio puño y letra. En ella, declaró que Canning y Rose le habían asegurado a Lord Nelson, a bordo del Victory, en vísperas de navegar hacia Cádiz, que las promesas hechas por el Sr. Pitt a su favor se cumplirían plenamente. Cuando la petición fue presentada al Sr. Canning, así redactada, se la devolvió al Sr. Rose, diciendo que por sí mismo no había hecho tal promesa, aunque Emma asegurara que tenía una carta de Nelson relatando aquel día. Repetidamente suplicó ayuda ministerial ya solo en nombre de Horacia, encontrando inútil continuar con las solicitudes en su propia causa.
Pero las desgracias no acabaron aquí. Los acreedores, molestos por las pérdidas que habían sufrido, hicieron arrestar a Emma, en el verano de 1813, y fue trasladada a King’s Bench (una prisión al sur de Londres desde los tiempos medievales), dentro de los muros de la prisión con su hija, soportando muchas privaciones, y sintiendo la inestabilidad de la amistad y la incertidumbre del futuro.
1814 – Lady Hamilton, por temor a ser arrestada nuevamente por la demanda de un carrocero, huyó de Londres a Calais a principios de verano. Residió primero en el «Hotel Dessin», luego en una granja en el interior del país durante unos tres meses; y finalmente en unos apartamentos de la Rue Française. Sus perspectivas distaban de ser halagüeñas: a su precaria situación por falta de resursos se unieron las enfermedades que comenzaron a minar su salud.
1815 – Lady Hamilton murió el 15 de enero en la ciudad de Calais. Fue enterrada en un terreno a las afueras de la ciudad, que se utilizó como cementerio hasta 1816. El terreno fue poco después de este tiempo utilizado como almacen de madera, y todos los vestigios de las tumbas que contenía desaparecieron gradualmente. Cuando las noticias del fallecimiento de Lady Hamilton llegaron a Inglaterra, H. Cadogan y el conde del Nelson (fideicomisario de Horacia) fueron a Calais, donde el primero pagó los gastos funerarios de la difunta, que ascendían a £ 2810, y a su regreso llevó a su hija Horacia de regreso con él a su tierra natal.
Memorial a Lady Hamilton en la ciudad de Calais (q)
– – – – – – o – – – – – –
1Posteriormente (después de un breve período en Londres con su madre) depositada con Sr. John Blackburn, maestro de escuela y su esposa en Manchester. Cuando era joven, la hija de Emma veía a su madre con bastante frecuencia, pero más tarde, cuando Emma se endeudó, su hija trabajó en el extranjero como compañera o institutriz.
2Greville era una especie de agente de su tío para la venta de obras de arte, Sir William Hamilton, que era por entonces el embajador y enviado extraordinario inglés en la corte de Nápoles.
3Romney pintó unos veinticinco retratos de Emma Hart, o Lady Hamilton, como luego se convirtió, además de muchos estudios. Explotó su conocimiento limitado de mitología clásica e historia antigua para personajes que ella podría representar, y su rostro y forma ahora son familiares para todos los amantes del arte, bajo formas tan diversas como Santa Cecilia, Casandra, Diana, Ifigenia, Calipso, Juana de Arco, María Magdalena, «Sensibilidad», Circe, una sacerdotisa pitia, una hilandera, una Bacante y una Sibila, además de otras con su propio vestido, como como «Emma», sencilla y de rostro dulce, que muestra a su hermosa modelo tal como ella se le había aparecido a menudo al salir del coche de alquiler que venía de Edgeware Road. [1]
4En una carta escrita el 2 de junio de 1793, Emma escribe que “Ayer, el rey y yo cantamos duetos durante tres horas. Pero no fue bueno, ya que él canta como un rey”. [1]
5La noticia de la victoria de Nelson llegó a Nápoles, y la reina normalmente tranquila perdió el dominio de sí misma y dio paso a histéricas lágrimas de alegría, mientras que Lady Hamilton se dejaba llevar por su emoción. Debería confesar que la bella Emma era nada menos que teatral, y su característica la llevó a participar en una exposición que parece bastante sorprendente en estos días para la esposa de un embajador británico. Se condujo por las calles de Nápoles, con dos oficiales navales que habían llevado los despachos, vistiendo una banda alrededor de su frente, adornada con letras doradas con la frase «Nelson ¡y Victoria!”, mediante la cual anunció la gran noticia a la muchedumbre. Pero esta demostración no fue nada comparada con la emoción con la que saludó al propio almirante cuando llegó triunfante a Nápoles. Al subir a bordo de su buque insignia, el Vanguard, Lady Hamilton abrazó al héroe tuerto, en una especie de éxtasis de gratitud, y exclamando «Oh Dios, ¿es posible?” Cayó en un repentino desmayo. «Se cayó en mi brazo«, le escribió Nelson a su esposa, «más muerta que viva. Sin embargo, las lágrimas pronto arreglaron las cosas«. Ella pudo ocultar su emoción durante la llegada del Rey, que subió a bordo del barco de Nelson con el saludo de «Libertador y preservador«, pero Nelson se sintió más conmovido por el homenaje apasionado de la bella mujer que por el agradecido cumplido de Fernando.
6El relato de Nelson es breve e indudablemente preciso: «On the 21st, at 8.30 P.M., three barges with myself and Captain Hope landed at a corner of the Arsenal. I went into the palace and brought out the whole royal family, put them into the boats, and at 9.30 they were all safely on board.»
7Lord Nelson, en una letra a Mrs. Cadogan, dijo de ella: «She (Lady H.) is perfectly well, but has her time so much taken up with excuses from rebels, Jacobins, and fools, that she is every day most heartily tired. We are restoring happiness to the kingdom of Naples, and doing good to millions.» Según el capitán Brenton (que no tenía un particular aprecio por Lady Hamilton): «Sir William and Lady Hamilton, and Lord Nelson, saved many.«
8De hecho, algunos oficiales como el comodoro Troubridge, aun siendo partidarios de Nelson, lamentaban que permaneciera en Palermo, donde su presencia no era necesaria y dejara descuidados otros frentes en el Mediterráneo.
9Lady Hamilton había intercedido para que la reina de Nápoles enviara tres barcos a Malta cargados de maíz y unos subsidios de £ 7.000 ya que la isla pasaba por entonces una época de hambruna y escasez.
10«On the arrival of Lord Nelson and his fellow travellers in London, November 9, 1800, the party separated; Sir William and Lady Hamilton going to Mr. Beckford’s house in Grosvenor Square, which had been placed at their service, and Nelson to his wife and father, at Nerot’s Hotel, King Street, St. James.«
11Nelson probablemente vio a su mujer por última vez el 13 de enero de 1801, el día que partió hacia Plymouth para navegar con la expedición a Copenhague. Su última carta le fue escrita a ella a bordo del St. George frente a Copenhague el 1 de marzo de 1801. Durante su ausencia en el Báltico, de marzo a junio de 1801, la brecha entre la pareja parecía haberse ampliado, y Nelson resolvió hacer definitiva la separación. El 25 de abril le escribió a su agente y amigo, Alex Davison: «Querido Davison, —Lo harás, en el momento adecuado y antes de mi llegada en Inglaterra, decirle a Lady N. que espero, y por que le he hecho una concesión tan generosa (£ 1.600 por año), para quedarme solo, y sin ningún pregunta de ella, porque antes de vivir la vida infeliz que tuve la última vez que vine a Inglaterra, me quedaría en el extranjero para siempre. Mi mente está fija como el destino; por lo tanto enviarás mi determinación en cualquier forma que consideres apropiada; y créeme siempre tu amigo fiel y obligado, Nelson y Bronte«.
12El 21 de octubre de 1803, cuando se encontraba a las afueras de Toulon, Nelson escribió a su hija: «Mi querida niña, —recibe esta primera carta de tu más que cariñoso padre«, y terminando con, «Ten la seguridad de que soy, mi querida Horacia, tu más que afectuosos padre, Nelson y Bronte«.
13El pensamiento de Nelson era claro: “I know my own dear Emma,” dijo, “if she will let her reason have fair play, will say I am right: but she is, like Horatia, very angry if she cannot have her own way. Her Nelson is called upon, in the most honourable manner, to defend his country! Absence to us is equally painful: but if I had either stayed at home, or neglected my duty abroad, would not my Emma have blushed for me? She could never have heard of my praises; and how the country looks up. … I am writing, my dear Emma, to reason the point with you ; and I am sure you will see it in its true light.» [1]
14«Considerando que los eminentes servicios de Emma Hamilton, viuda del muy honorable Sir William Hamilton, han sido los de mayor servicio a nuestro rey y a nuestro país, a mi conocimiento, sin que ella reciba recompensa de nuestro rey o de nuestro país:
Primero, que obtuvo la carta del Rey de España, en 1796, a su hermano el rey de Nápoles, informándole de su inclinación a declarar la guerra a Inglaterra; a partir de cuya carta, el ministerio envió órdenes al entonces Sir John Jervis, de dar un golpe, si la oportunidad lo concedía, ya fuera contra los arsenales de España, o sus flotas: que ninguno de estos se hizo, no es culpa de Lady Hamilton; la oportunidad podría haber sido ofrecida.
En segundo lugar, la flota británica bajo mi mando nunca podría haber vuelto por segunda vez a tiempo a Egipto, ¿no había sido la influencia de Lady Hamilton con la reina de Nápoles que causó que se escribieran cartas al gobernador de Siracusa, que iba a faciliatar a la flota para abastecela con todo, en caso de que atracaran en algún puerto en Sicilia. Pusimos rumbo a Siracusa y recibimos cada suministro; se fue a Egipto y se destruyó la flota francesa.
Si yo pudiera haber recompensado estos servicios, ahora no los reclamaría a mi país. Pero como que no ha estado en mi poder, dejo a Emma Hamilton, por tanto, un legado para mi rey y país ; que le darán una amplia provisión para mantener su estátus en la vida.
También dejo a la beneficencia de mi país mi hija adoptiva, Horacia Nelson Thompson; y deseo que use, en el futuro, el nombre de Nelson solamente.
Estos son los únicos favores que le pido a mi rey y patria, en este momento, cuando voy a pelear en su batalla.
¡Que Dios bendiga a mi rey y a mi país, y a todos los que aprecio! Mis parientes es innecesario mencionarlos; ellos, por supuesto, serán ampliamente proveidos.«
15«Nelson fue enterrado finalmente en la Catedral de San Pablo, de Londres. Tal vez se pregunten por qué si él era un héroe no estaría enterrado en la abadía de Westminster y eso fue en realidad a su elección, porque pensó que la abadía de Westminster era un lugar bastante cercano al río y con riesgo de inundaciones, por lo que quería estar en una tumba donde no hubiera riesgo de inundación, ¿no es extraño que un hombre que pasó toda su vida en el mar esté preocupado por las inundaciones después de su muerte?» [8]
Fuentes:
1) – “Memoirs of Emma Lady Hamilton, with anecdotes of her friends and contemporaries” – W.H. Long, New Edition, W.W. Gibbings, London, 1891
2) – “The life of Lady Hamilton” – J.T. Herbert Baily, Frederick A. Stokes Co., New York, 1900
3) – “Emma. Lady Hamilton. An old story retold” – Hilda Gamlin, London y Liverpool, 1891
4) – “Nelson’s letters to Lady Hamilton” – Sisley’s Ltd.,
5) – “Emma Hamilton: Seduction and Celebrity” – Q. Colville y K. Williams, Thames & Hudson; 1ª edición (22 Noviembre 2016)
d) – By George Romney – one or more third parties have made copyright claims against Wikimedia Commons in relation to the work from which this is sourced or a purely mechanical reproduction thereof. This may be due to recognition of the «sweat of the brow» doctrine, allowing works to be eligible for protection through skill and labour, and not purely by originality as is the case in the United States (where this website is hosted). These claims may or may not be valid in all jurisdictions. As such, use of this image in the jurisdiction of the claimant or other countries may be regarded as copyright infringement. Please see Commons:When to use the PD-Art tag for more information., Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6364805
De los recuerdos que uno conserva de su infancia, al cabo de tantos años, sobrevive entre ellos el de una calle, la calle Manso, que estaba (y aún está) cerca del colegio al que asistía en aquellos años en Barcelona. El recuerdo no tendría nada de particular en la creencia que sería algún personaje conocido de la historia (uno de tantos).
Lo que uno desconoce, hasta que tiene la suerte de leerlos, son los méritos del personaje y su extensa biografía, en unos tiempos donde, para bien o para mal, la trayectoria de muchos militares -militares en general- de la Guerra de Independencia, excepto los «habituales» de siempre, ha quedado poco menos que en el olvido, es un aliciente conocer la trayectoria de José Manso y Solá.
En palabras de su biógrafo, Isidro Clopas Batlle, no es un héroe olvidado pero si poco evocado, debido principalmente a la falta de datos biográficos; nacido en Borredá (Barcelona), sería de profesión molinero; con el tiempo se desplazaría a Barcelona, en el año 1808, donde ejercería primero de molinero y luego de comerciante de telas. Gracias a una intachable carrera llegaría al empleo entre otros de Capitán General de Castilla La Vieja en 1834, y alcanzaría la notoriedad pública y militar como Excelentísimo Sr. D. José Manso y Solá, con los títulos de Conde del Llobregat, Vizconde de Montserrat, Teniente general decano de los Ejércitos nacionales, Senador del Reino y Caballero Gran Cruz de la Real y distinguida Orden española de Carlos III, de la Americana de Isabel La Católica y de las Militares de San Fernando y San Hermenegildo, Comendador de la Orden de San Luis de Francia, Gran Cruz de la Orden de Cristo y Gentil hombre de cámara de S.M.
CRONOLOGÍA
Uno de los primeros dibujos de Manso.
1785 – Nace en la localidad de Borredá, en la provincia de Barcelona y fue bautizado el dia 26 en la Iglesia Parroquial de la Abadía de Ripoll. Se crió hasta los doce años en la casa paterna.
1797 – De los 12 a los 14 años trabajó en el molino de un tío suyo, en el Llusanés, cerca de Borredá.
1799 – A los 14 años pasó a Ripoll a trabajar con un primo suyo que molía trigo para el famoso monasterio. Se traslada luego a Barcelona donde trabaja en dos molinos y comienza a dedicarse al comercio de lanas y bayetas fabricadas en Borredá. Tal era la ocupación de Manso cuando se entera de la derrota francesa en el Bruch.
1808 – Vuelva a Borredá y organiza una compañía de miqueletes de su propio dinero. Se ofrece a servir como teniente de la misma, cuyo despacho obtiene finalmente el 4 de julio de 1808. Organiza e instruye a sus reclutas y pasa a Tarragona donde es armada su compañía. Se traslada luego a Villafranca del Penedés, para reunirse con el resto de compañías para formar el Tercio de Berga.
Se presenta voluntario y logra entrar en la Gerona del segundo sitio, con 800 onzas de oro para su gobernador. Pasa con su tercio a la guarnición de Rosas, sitiada por los franceses. Enferma en la misma y es trasladado al Hospital Militar de Gerona por los ingleses. Regresa a Borredá y de allí a Igualada, donde se incorpora al tercio de supervivientes de las compañías perdidas en Rosas, siendo nombrado teniente de una de ellas y ayudante del general de la división, Agustín Armada.
La guarnición francesa del fuerte de San Pedro Mártir se rinde a fuerzas de Manso. (a)
1809 – A principios de año se halla en Esparraguera. Intenta atacar Tarrasa pero fracasa y se ha de retirar. Es agregado al batallón ligero de Tarragona, donde conoce al coronel Pedro Sarsfield. En marzo pasa a la 1ª sección de las Legiones Catalanas, en la Línea del Bajo Llobregat. El 12 de mayo en Martorell se aprueban los primeros planes para emboscadas que le hicieron famoso. Ataca con éxito a una fuerza de 50 jinetes y 50 infantes cerca de la ermita de Bellvitge. Es ascendido a capitán el 15 de mayo. El 3 de junio ataca al destacamento del fuerte-atalaya de San Pedro Mártir, cerca de Sarriá. El 8 de junio sale de Martorell para atacar una batería francesa en la Cruz Cubierta, en la que toma prisionero y pertrechos, atacando seguidamente un grupo de coraceros cerca del actual barrio barcelonés de Sants.
El 21 de junio ocupa con 800 hombres la localidad de Vallirana y fortifica sus alrededores. El 27 del mismo mes auxilia en Martorell a una compañía de Cazadores de Antequera, que se hallaban bajo un ataque francés. Durante julio y agosto emprende acciones contra los franceses, consiguiendo arrojarlos de Molins de Rey, después de cuatro días de ataques. Por estas acciones recibe el empleo de teniente coronel el 29 de septiembre. En octubre toma el mando de la vanguardia del Llobregat y sitúa su cuartel en Pallejá. El 26 de diciembre desaloja a los franceses de Sant Boi, obligándoles a cruzar por segunda vez el Llobregat.
El capitán Manso derrota a una columna francesa en la Cruz Cubierta. (a)
1810 – En enero pasa a las órdenes del marqués de Campoverde, que le encomienda el mando de la vanguardia de su división. El 21 de enero, Campoverde ataca Santa Perpetua y Mollet y Manso contribuye en gran medida a la victoria. El 19 de mayo ataca un ejército de 1.500 hombres fortificados en Sant Feliu de Llobregat y tras continuos combates los hace retirarse y refugiarse en Barcelona.
Cuando MacDonald intenta pasar por la carretera de Ordal con 10.000 soldados y caballería al Campo de Tarragona. lo detiene durante cuatro días. El 20 de septiembre ataca en otra emboscada a 60 soldados y 9 coraceros. No deja escapar a ningún soldado y regresa con los prisioneros a su cuartel de Pallejá. El 12 de octubre el general francés Mathieu ataca a Manso en su cuartel y éste lo rechaza a pesar de estar en inferioridad numérica. El 7 de noviembre, Manso le devuelve la visita y ataca con todas sus fuerzas más un destacamento de húsares sobre Sarriá a las fuerzas que salieron de Barcelona para atacarlo.
El 15 y 16 de noviembre, con un escuadrón de caballería de 40 voluntarios ataca otra vez el fuerte-atalaya de San Pedro Martir con una guarnición de 100 hombres. Le hostiga el fuego de artillería del castillo de Montjuich y la muralla de San Antonio, pero regresa a su cuartel con los prisioneros. Al día siguiente, una columna francesa vuelve a atacar el cuartel de Pallejá y Manso los rechaza, con 800 infantes, dos regimientos de caballería y tres piezas de artillería que tenía emplazadas frente al castillo.
En los últimos dias de diciembre, el general en jefe del ejército de Cataluña, Enrique O’Donell, le quiere conferir el mando de un batallón del Ultonia, compuesto por voluntarios y quintos. O’Donell, herido en la batalla de la Bisbal es enviado a Mallorca y reemplazado por el mariscal de campo Miguel Iranzo, pero su mando no duraría por disensiones políticasI.
Castillo de Pallejá, cuartel de Manso y sus cazadores de Cataluña (b).
1811 – El general Marqués de Campoverde no le dio finalmente el mando del batallón de Ultonia a Manso, que el propio exmolinero había instruido y organizado en el Palau. Participa no obstante en el intento fracasado de liberación del castillo de Montjuich el 19 de marzo (Asalto frustrado al Castillo de Montjuich). Manso resulta gravemente herido en la refriegaII.
El 2 de mayo, Suchet llega a Tarragona para sitiarla. La plaza contaba con 8.000 defensores y 5 buques ingleses en su puerto. El Marqués de Campoverde acudió a la defensa con 10.000 soldados y 1.200 jinetes, situándose en el pueblo del Pla del Penedés. Manso está al mando de las tropas ligeras, formando parte de la división del Barón de Eroles, a las órdenes del marqués. Mientras Suchet ataca firmemente la plaza, Campoverde permanece inexplicablemente inactivo todo el tiempo. Finalmente Tarragona es tomada la noche del 28 de junio. Manso es enviado por Campoverde al Llobregat con las compañías de tiradores de Barcelona, Villafranca y Manresa, un escuadrón de suizos y unos pocos soldados de caballería de Santiago. Los restos del ejército se internaron en dirección a Manresa e Igualada, para continuar hacia Berga y Cardona. El 9 de julio El general Luis Lacy, llegado de Cádiz, toma el mando del ejército de CataluñaIII en sustitución de Campoverde.
La Junta Superior del Principado, refugiada en Monsterrat la declara plaza fuerte, a pesar de las pocas e inexpertas tropas que la ocupan. El teniente coronel de Ingenieros, Ramón Plana, encargado de fortificar las ermitas cercanas, informa de la fragilidad de las defensas y sus defensores y pide refuerzos a Lacy sin éxito. El Barón de Eroles se obstina en la defensa a pesar de las desventajas tan grandes. Suchet ocupa Montserrat desde el 25 de julio hasta el 11 de octubre. Manso que se hallaba en el monasterio se retiró precipitadamente hasta las ruinas del castillo de Collbató. El Moniteur francés del 14 de agosto publicó la noticia de la conquista de la montaña.
Manso pasó al Vallés desde Montserrat para reorganizarse y a continuación al Maresme, por Badalona y Masnou. El general Mathieu intenta prenderle varias veces sin éxito. Manso se dirige a Vich, donde se encuentra Lacy que le confía el mando del recientemente creado Batallón de Cazadores de Cataluña, que participa en el ataque del Barón de Eroles al fuerte-atalaya de Montcada el 21 de septiembre.
El 11 de octubre junto con el Barón de Eroles conquistan Cervera, tras haberse refugiado la guarnición francesa en la Universidad de dicha población. El 12 de octubre sitia Bell-Puig, con una guarnición francesa de 300 hombres, y logra su rendición. El 24 de octubre con 5.000 hombres y 250 jinetes arrojan a los franceses de Puigcerdá.
El Puente del Diablo y el antiguo cuartel de caballería, escenarios de las acciones de José Manso.
1812 – El 12 de enero el Barón de Eroles y Manso atacan una columna francesa de 1.000 soldados y 50 jinetes que salía de Tortosa para Tarragona. Hicieron 800 prisioneros y se retiraron a Altafulla (Tarragona). El 24 de enero son atacados por una columna francesa de los generales Lamarque y Mathieu, que les obliga a retirarse de la zona. El Barón de Eroles establece su cuartel en Martorell, volviendo Manso a Pallejá, vanguardia de la Línea del Llobregat. El 14 de marzo de 1812 Manso es nombrado comandante de Infantería. Participa en el frustrado ataque de Olot el 16 de abril, a las órdenes de Milans del Bosch. El general Lacy por su parte intenta tomar la ciudad de Mataró, también sin éxito.
Desde 1811 que los franceses habían abandonado Montserrat, el coronel inglés Edward Green se apoderó de la montaña y la fortificó. Mathieu salió por segunda vez de Barcelona para atacar Montserrat. Manso ataca la columna francesa la noche del 27 a 28 de julio y hasta el mediodía, pero hubo de retroceder ante la desigualdad numérica. Los franceses ocuparon la montaña y capturaron a Green y al batallón anglo-catalán que mandaba. Los franceses destruyeron esta vez el monasterio mediante cinco hornillos de pólvora. El 1 de agosto las tropas francesas intentan capturar a Manso en Olesa de Montserrat pero han de abandonar el ataque. El 15 de agosto es nombrado coronel y el 1 de septiembre comandante general de la 4ª sección del 1er ejército, siendo incorporado a la división del Barón de Eroles. El 7 de septiembre la división fue atacada en Pallejá por 3.000 soldados y 100 caballos. Manso con sus cazadores rechazó a la división francesa en sus reiterados ataques.
El 2 de noviembre de 1812 presenta batalla a los franceses con las fuerzas de Lacy en Puiggraciós. En este encuentro, el 2 de noviembre de 1812, contiene junto con Lacy a un contingente francés de 12.000 infantes, 600 caballos y artillería con la que los imperiales querían ocupar Vich, cuartel general de Luis Lacy. Las luchas por ocupar la ermita de Puiggraciós fueron constantes entre los Cazadores de Cataluña que la ocupaban y los franceses. Al final, el ejército español se retiró a las alturas inmediatas a Puiggraciós. Los franceses ocuparon Vich dejando no obstante 700 muertos y 400 heridos. Al regreso de este contingente a Barcelona, fue atacado por Manso en la «Casa Massana» cerca del Bruch.
Plano militar de 1840 donde se muestran los accesos al Paso de Can Masana (Museo del Bruch).
En Barcelona, hubo un intento de envenenamiento por parte de algunos barceloneses del pan de la guarnición ocupante de la Ciudadela. Pero los barceloneses acudían a diario a comprar el pan sobrante de la tropa invasora, cuya venta se toleraba, por lo que también habrían sido envenenados los civiles de la ciudad. Conocido el complot, Manso urgió a Lacy para que escribiera al general Decaen para convencerle que ellos no habían instigado tales actos, que no los utilizarían en la contienda para que ésta fuera sólo librada con los medios convencionales y pedía clemencia para los detenidos. El prestigio de Manso entre los franceses creció y con Lacy lograron que los franceses no reprodujeran otro proceso como el de la Ciudadela (El Complot de la Ascensión).
El 20 de diciembre atacó por sorpresa la ciudad de Mataró a pleno día, haciendo una treintena de prisioneros.
1813 – El 16 de enero atacó Villanueva y La Geltrú, donde una columna francesa de 2.000 infantes y 50 caballos había ido a reclamar la contribución. El 24 de enero la Regencia del Reino (R.O. 3/3/1813) sustituyó al General Luis Lacy por el Mariscal de Campo Francisco Copons y Navia.
Acciones en 1812 y 1813 de Manso como jefe de la 2ª brigada de la 1ª división del 1er ejército.
El 17 de mayo de 1813 participa junto con Copons en la Batalla de La Bisbal, donde las tropas españolas derrotaron a dos divisiones francesas al mando de los generales Espert de La Tour, Desvaux y Mathieu, en ruta hacia Barcelona. El 15 de junio ataca y derrota en el Arco de Bará a la misma división de Espert de La Tour a su regreso a Tortosa. En julio vuelva al llano de Barcelona, y ataca a los franceses en la carretera de Barcelona a San Clemente (24 de julio) y en San Sadurní de Noya (7 de agosto). El 5 de septiembre, fuerzas francesas procedentes de Barcelona al mando del Barón de Habert, atacaron por última vez el cuartel de Manso en Martorell, teniéndose que retirar, y el 10 de septiembre por la noche Manso ataca en Pallejá a un destacamento de caballería de húsares, acuartelados en el castillo Su destacamento, formado con los batallones de Cazadores de Cataluña, Fernando VII y Barcelona captura un centenar de monturas. El 13 de septiembre, entre Monjos y Ordal, el ejército al mando de William Clinton topa con una división al mando de Suchet. Manso cubre la retirada del contingente aliado por espacio de cinco horas. Por esta acción, el gobierno le concede la Cruz de San Fernando. El 2 de diciembre expulsa de Sabadell a la división del General Musnier, liberando a la población.
Manso expulsa a los franceses de Sabadell en 1813. (a)
José Manso en 1814. (a)
1814 – El 16 de enero Copons ataca a las tropas de Suchet en Molins de Rey, y estas han de retroceder hasta Barcelona. El 1 de febrero, Suchet sale de Barcelona con sus tropas en dirección a Gerona, dejando al Baron de Habert con 8.000 hombres. El 22 de marzo, Fernando VII entra en España por Cataluña, después de haber abandonado Valençay. El 30 de marzo le recibe Manso en San Andrés de Palomar con sus tropas. El 28 de abril al amanecer, el Barón de Habert abandona Barcelona con sus tropas. El mismo día, dos horas más tarde, el Batallón de Cazadores entra en la ciudad y Manso toma su nuevo cargo de gobernador de la Ciudadela de Barcelona, en el que asistió a los prisioneros de guerra que volvían de Francia. Junto con el Barón de Eroles presidió los actos de homenaje póstumo al teniente general Mariano Álvarez de Castro y a las víctimas del proceso de la Ciudadela. El 31 de octubre es ascendido a brigadier de infantería.
1815 – El 29 de noviembre es condecorado por el Rey con la Orden Militar de San Fernando y una pensión vitalicia de 10.000 reales anuales. El 26 de diciembre se casa en Barcelona con Felipa de Juliol y Quevedo.
1816 – Coopera con el general Castaños, nuevo capitán general de Cataluña, en la realización de obras públicas como el canal de la izquierda del Llobregat, llamado de la Infanta Carlota. Manso es nombrado comandante del Cordón Sanitario de la costa de Levante.
1821 – Solicita el gobierno del castillo de Hostalrich, ante las agitaciones entre liberales y tradicionalistas, y deja Barcelona. Cunde la anarquía y algunos pueblos de Cataluna se rebelan contra la Constitución liberal, que Fernando VII obligadamente había restablecido el 19 de marzo del año anterior.
1822 – Nombrado Comandante General de la Provincia de Tarragona, logra apaciguar la rebelión armada de los habitantes de la Conca de Barberá, que esgrimían las tradicionales proclamas de Patria y Libertad, Religión y Rey. Se desplaza a la comarca del Priorato, donde un contingente armado realista de unos 4.000 hombres le ataca. Manso, al frente de sus tropas los rechazó, llegando a Falset el 7 de diciembre de 1822. El 31 de diciembre logra la rendición de Mora de Ebro. El 21 de noviembre se reúnen las potencias en Verona para ayudar moral y materialmente a la Monarquía reinante.
1823 – El 20 de Marzo Fernando VII sale de Madrid con la familia real. El 22 de mayo entraban en la capital española los franceses del Duque de Angulema y los realistas españoles. Manso se hallaba situado en Villafranca del Penedés observando los movimientos franceses y realistas. El 28 de julio fue instado por el mariscal francés Moncey a someterse. Éste rehúsa y abandona la plaza de Tarragona para no verse rodeado y se refugia con parte de su ejército en Vendrell. Se convino un armisticio entre las partes. Moncey ofrece a Manso el mando de una brigada de su ejército con sus hombres, pero vuelve a rehusar. Inesperadamente se le ofrece el gobierno civil de Villafranca, que finalmente acepta. Las tropas constitucionales de Barcelona capitulan el 1 de noviembre y el Capitán general Espoz y Mina abandona la ciudad para el destierro en un buque francés. Manso se encarga interinamente de la gobernación de Tarragona, que posteriormente deja, así como su faja de mariscal, ya que había sido nombrado por el gobierno constitucional, y volvió a su empleo de Brigadier.
1824 – A primeros de año se halla sujeto a depuración, junto a otros militares constitucionales.
1827 – En febrero estalla en Catalunya la rebelión de los «malcontents» (descontentos) que ocupan militarmente varias poblaciones para destronar a Fernando VII y proclamándose partidarios del Infante Don Carlos. Se le da el mando a primeros de marzo de la 4ª brigada de voluntarios de Cataluña. El Capitán general de Cataluña, Marqués de Campo Sagrado envía tropas con batallones de realistas moderados para hacer frente a la insurrección. Manso tiene el mando de uno de esos batallones. Recibe al Rey en Cambrils, éste ofrece el indulto a los rebeldes y vuelve la calma a la región.
1828 – Fernando VII le devuelve la faja de mariscal por Real Despacho de 30/01/1828 y a primeros de abril recibe el diploma de comendador de la Orden de San Luis de Francia. El 21 de abril es nombrado gobernador de Málaga.
1831 – El 1 de diciembre se produce el desembarco en Fuengirola de Torrijos, cerca de Málaga. Torrijos y sus hombres son apresados y ajusticiados el dia 11. Manso, disgustado con los hechos, presenta su dimisión y pide la plaza de gobernador de Valencia, que no se le concede.
1832 – El 10 de febrero es nombrado comandante general de las Provincias Vascongadas. Pero el 9 de abril toma posesión del Gobierno de Cádiz, que estaba inmersa en disturbios. Una vez pacificada la ciudad, manda reedificar la catedral, incendiada en la segunda mitad del siglo XVIII. El 17 de octubre el Infante Don Carlos es declarado usurpador por el gobierno y estalla la guerra civil carlista.
1833 – El 15 de diciembre es nombrado gobernador de Gerona.
1834 – Llegado a Madrid, se le informó que quedaba sin efecto su destino y el 14 de enero se le concede la Gran Cruz de Isabel la Católica. El 20 de junio es nombrado capitán general de Castilla La Vieja, tras haberlo sido interinamente. Logra la pacificación de Castilla y el 9 de agosto es nombrado teniente general.
1835 – Tras una primera Real Orden para ser nombrado capitán general de Cataluña, ya que Barcelona estallaba en disturbios y asesinatos, a su pesar, el 29 de agosto se le vuelve a nombrar capitán general de Castilla La Vieja. Los liberales iniciaron una campaña en su contra y el ministro de la Guerra, Rodil, le hace comparecer en un consejo de guerra, del cual es exonerado tras haberse cesado al ministro.
1837 – El 11 de septiembre, ante la tentativa del Pretendiente de ocupar Madrid, Manso es encargado de la defensa de la zona de Atocha y las avenidas del Retiro. Don Carlos se retiró hacia el norte. El 29 de noviembre se le nombra capitán general de Galicia, pero dimitió a los pocos meses.
1842 – El 13 de octubre se le concede la Gran Cruz de San Hermenegildo.
1843 – Nombrado por tercera vez capitán general de Castilla La Vieja el 31 de julio. Pacifica la región.
1844 – Nombrado por Isabel II, el 17 de mayo, Conde de Llobregat y Vizconde de Montserrat. El 20 de julio se le otorga la Gran Cruz de la Orden de Cristo, por sus servicios en la frontera con Portugal, dejando que varios regimientos sublevados portugueses se refugiaran en España y pacificando la zona. Acaba con el contrabando de telas, pólvora, azufre y explosivos en el pueblo de Villalón, que se arrastraba durante años.
José Manso, Capitán General en 1848. (a)
1845 – El 16 de agosto es nombrado capitán general de Aragón. Dimite del cargo en diciembre para ocupar su puesto en el Senado.
1846 – El 19 de febrero es nombrado capitán general de Valencia.
1847 – El 27 de febrero es nombrado capitán general de Castilla La Nueva. El 1 de abril es vuelto a nombrar capitán general de Valencia. El 6 de septiembre pasa a ser nombrado capitán general de Granada, cargo que finalmente no ocupará. El general Francisco Serrano ocupará el mando, sin darle ninguna explicación a Manso, que fue detenido a mitad de camino, en Ocaña. Vuelto a MadridIV, y queriendo cortar el conflicto, Manso pedirá el retiro, que obtiene a finales de 1847.
1855 – Invitado a sus 70 años por el gobierno francés para visitar la Exposición Universal de ParisV.
1863 – Muere en Madrid a los 78 años.
– – – – – – o – – – – – –
ILa capitulación de Tortosa y la rendición del castillo del Coll de Balaguer, desataron una tormenta política. El 3 de enero en Reus se proclama al general Marqués de Campoverde como general en jefe del ejército de Cataluña. El Congreso Provincial de Tarragona el 5 de enero propone a Iranzo como jefe civil y a Campoverde como jefe militar. Iranzo dimite y le siguen algunos generales de su Estado Mayor.
II“En medio de la obscuridad y desorden de la retirada, Manso cayó del caballo y permaneció sin sentido en el camino hasta que un capitán, Juan Pablo Par, y algunos soldados le recogieron. Había perdido la dentadura.” [1]
IIISegún parte del 23 de julio firmado por el general Sanjuán, jefe de Estado Mayor de Campoverde, las fuerzas que quedaban para la defensa de Cataluña eran 2.813 hombres distribuidos en las plazas que quedaban aún: Vich, Berga,Cardona y la Seo de Urgel, y en el castillo de Figueras, aunque este se rindió el 19 de agosto.
IVEl ayudante de Manso, Francisco López de Fabra relataba parte del suceso: «Preguntado por mi General que le parecía su resolución, le contesté: «…perfectamente; pero me parece que debería V. dejar el bastón de mando clavado en el craneo del Ministro que se ha atrevido a firmar ese decreto». «¡Pensamientos de jóven! Esto ha terminado, Francisco!», fue la respuesta de mi General«. [1]
VEl 12 de mayo de 1855 le escribe a su ex secretario y ayudante Antonio Buxeres desde Paris: «Estoy asombrado: ¡Qué perfección en la agricultura, la mecánica, artes y qué riqueza en las obras públicas! Deploro, Antonio, la fatalidad que nos obligó a la guerra. Saben más que nosotros y nos hubieran enseñado«.
Fuentes:
1) – «El invicto Conde del Llobregat y los hombres de Cataluña en la Guerra de Independencia» – Isidro Clopas Batlle, Publicaciones de la Sección de Prensa de la Diputación Provincial de Barcelona, 1961 2) – http://www.turismoruraltarragona.com/la_bisbal_del_penedes.php
Seguimos esta semana con la apasionante cronología de la trayectoria militar del mariscal francés Gouvion St. Cyr:
CRONOLOGÍA (Cont.)
1803 – Es enviado para mandar el ejército en Faenza, que estaba destinado a ocupar el reino de Nápoles después de la ruptura del tratado del tratado de Amiens. Durante los dos años pasados al mando del ejército de ocupación tuvo muchas oportunidades de mostrar su paciencia y habilidades diplomáticas. La corte de Nápoles tenía que ser tratada con honor, pero vigilándola con el mayor cuidado, haciendo todos los esfuerzos para mantener exteriormente una apariencia de gran cordialidad mientras que las demandas de Napoleón tenían que satisfacerse hasta la última letra. La situación se complicaba aún más por la interferencia continua de Murat, que mandaba el ejército de Italia, y que deseaba que el Ejército de Nápoles estuviera bajo su control. La más estricta disciplina tenía que ser mantenida entre las tropas para evitar que los napolitanos tuvieran alguna excusa que utilizar contra el ejército de ocupación. Con tanto éxito St. Cyr a mantuvo a sus tropas en su puño que el ministro napolitano escribió en su despacho a la Reina, «Señora, no podemos sacar nada en ese punto; estos hombres no son soldados, son monjes«.
A pesar de los muchos momentos de ansiedad estos dos años en Nápoles fueron agradables para el general, que se deleitaba en la compañía afín de los muchos hombres de letras que estaban en su ejército ya que, como Paul Louis Corné escribió sobre él: «es un hombre de mérito, un hombre culto, tal vez el más sabio de los hombres en el noble arte de la matanza, un hombre agradable en la vida privada, un gran amigo mío«.
1804 – St. Cyr encontró su nombre excluido de la lista de Mariscales, y el nombramiento de Coronel-General de los coraceros (6 de julio) y el de Gran Águila de la Legión de Honor (2 de febrero de 1805) no provocó ninguna modificación en la gran decepción que tuvo.
1805 – El estallido de la guerra con Austria en el otoño hizo que Napoleón le retirara del ejército de ocupación de Nápoles y St. Cyr fue enviado apresuradamente hacia el norte llegando a tiempo para ayudar a Masséna a expulsar a los austriacos de Estiria y Carintia. Se distinguió en gran medida a sí mismo en Castel Franco, donde con una fuerza más pequeña capturó la totalidad de una columna enemiga bajo el mando del mismo Príncipe de Rohan. Un mes más tarde fue enviado de nuevo a toda prisa con treinta mil hombres para volver a invadir Nápoles, que Napoleón había dado como reino a su hermano José, pero al enterarse de que iba a actuar subordinado a Masséna, renunció a su mando y se retiró a París. Esta conducta desafiante aumentó la aversión de Napoleón para él, y se le ordenó perentoriamente -bajo pena de muerte- volver a Nápoles, donde permaneció hasta agosto de 1806.
1806 – El 15 de diciembre es nombrado Comandante en Jefe del 1er Cuerpo de la Reserva (Campo de Boulogne) en lugar del mariscal Guillaume Brune.
1808 – No fue hasta dos años después de que el emperador empleó una vez más a St. Cyr en el servicio activo. Pero la tarea que le requirió llevar a cabo fue una que haría que cualquier general preocupado por su reputación, dudaría en llevar a cabo. Para Napoleón lo envió con una fuerza abigarrada de unos cuarenta y ocho mil suizos, italianos y alemanes para restaurar el prestigio de Francia en la región montañosa de Cataluña, y terminó sus órdenes con las palabras, «Mantenga Barcelona para mi; si se pierde no podrá volverse a conquistar ni con ochenta mil hombres».
En Barcelona permanecía el general francés, Duhesme, que había sido acorralado en la ciudad por tropas regulares y guerrilleros españoles después de la noticia del gran desastre francés en Bailén. Era absolutamente vital para los franceses auxiliar a Duhesme antes que la falta de provisiones y suministros le obligara a rendirse. Pero antes de que se pudiera concretar cualquier avance era necesario conquistar la fortaleza de Rosas, que yacía en el lado derecho de la carretera de Francia a Barcelona; St. Cyr tomó exitosamente por asalto la ciudadela de Rosas (5 de diciembre) que estaba protegida por los cañones de la flota de Lord Dundonald.
Operaciones de St.Cyr a finales de 1808, entrando por la frontera y liberando Barcelona.
Aún así el problema de liberar Barcelona era una tarea difícil. Había dos líneas alternativas de avance: la primera y más fácil discurría a lo largo de la costa, pero se exponía a los cañones de la flota inglesa; la otra ruta era una simple pista a través de las montañas, y en consecuencia era extremadamente difícil debido a las excelentes oportunidades que le daba a las guerrillas. Pero St. Cyr, manteniendo sus diecisiete mil hombres bien agrupados y tomando todas las precauciones contra emboscadas, rompió con éxito a través de las líneas de regulares y guerrilleros, vence en la batalla de Cardedeu (16 de diciembre) y consecutivamente libera Barcelona del bloqueo patriota (17 de diciembre) y vence en la batalla de Molins de Rey (21 de diciembre).
Los franceses intentan asaltar la ciudad de Gerona y son rechazados en el baluarte de Sta. Clara.
1809 – Vence en la batalla de Valls (25 de febrero) y sigue avanzando por la costa en dirección hacia Tarragona. Ocupa Reus y vence también en la acción de Fornell. Su avance fue detenido por la rápida reorganización de los ejércitos españoles en Cataluña y se hizo evidente que, hasta que Gerona -desde donde se dominaba la carretera por montaña hacia Francia- fuese conquistada, las fuerzas francesas en el sur siempre estarían amenazados en su línea de comunicaciones con Francia. En consecuencia, el emperador le ordenó regresar para asistir general Verdier para capturar esta importante ciudad. Gerona había sido alguna vez una fortaleza, pero ahora simplemente estaba defendida con una débil muralla. Pero el valor de la gente del pueblo y su patriotismo estaba inflamado por el ejemplo de Zaragoza, y su espíritu animado por su gobernador, Alvarez de Castro, cuyo orden: «El que hable de capitulación o derrota será condenado a muerte«, fue recibida con gritos de deleite. Debido a las peleas entre St. Cyr y Verdier, a la dureza de la defensa, y sobre todo al éxito constante del general español Blake en la entrada de suministros y ayuda en la ciudad, el estado de sitio, que comenzó mediante el minado y el asalto, se convirtió gradualmente en una mero bloqueo, que se prolongó durante seis meses y medio.
Por fin, el emperador, enojado con la disputa constante entre los comandantes y al prolongado asedio, reemplazó al mariscal Augereau por Saint-Cyr. Sin embargo, el Mariscal Augereau esperó para hacerse cargo de su mando hasta que pareciera que había una posibilidad razonable de éxito, y por lo tanto esperó en Perpiñán las noticias de la proximidad del fin del asedio. Por fin St. Cyr, disgustado renunció a su mando, sin esperar a la llegada de Augereau. El emperador marcó este acto de insubordinación enviándolo bajo arresto a su casa de campo y le privó de todos sus títulos (14 de noviembre). Uno de los pocos generales franceses que nunca sufrieron una derrota en España pasó prácticamente los siguientes dos años de su vida en desgracia y sin empleo mientras que, día a día, las armas francesas estaban sufriendo reveses en la Península.
1811 – Reinstituido en el Consejo de Estado.
1812 – No fue hasta 1812 que el Emperador devolvió a St. Cyr al empleo activo y le asignó el mando del VI Cuerpo (Cuerpo de bávaros) de ejército, el cual, junto con el II Cuerpo bajo el mando del mariscal Oudinot, se emplearon en la línea de la Dwina para cubrir las comunicaciones de las fuerzas que avanzaban sobre Moscú. La campaña en Rusia mostró que al general en su mejor momento y en su peor momento. En las operaciones alrededor de Polotsk su gran habilidad táctica le permitió a las pequeñas fuerzas bajo su mando desbaratar una y otra vez los esfuerzos del comandante ruso, Wittgenstein, pero debido a su falta de supervisión antes de que el invierno llegara al VI Cuerpo, que entró en Rusia con 25.000 hombres, se había reducido a 2.700 bayonetas. No fue hasta que su cuerpo casi hubiera desaparecido que se puso a sí mismo y obligó a sus subordinados a cuidar el bienestar y disposiciones de sus hombres.
Por otra parte, cuando se le colocó bajo el mando del mariscal Oudinot, mientras llevaba a cabo todas las órdenes que se le transmitían, invariablemente se negó a ayudarle con su consejo, e incluso durante la primera batalla de Polotsk, cuando se le preguntó su opinión, él simplemente se inclinó y dijo: «Mi Señor Mariscal!» y prosiguió diciendo: «Como le han nombrado Mariscal, usted debe saber más sobre el asunto que un simple general, como yo; salga de la situación lo mejor que pueda.» Pero tan pronto como una herida causada a Oudinot le obligó a retirarse del campo de batalla tomó las riendas del mando, y tan grande fue la influencia y la confianza que inspiró que en pocas horas el ejército que Oudinot había dejado disperso y deprimido de espaldas a un río, avanzaba victoriosamente y barriendo todo a su paso.
Pero, tan buen soldado como era cuando estaba al mando, por desgracia no quería actuar en cooperación con los demás, y cuando al final del mes de octubre Victor, con veinte y cinco mil soldados, llegó para reforzarlo, aprovechó la oportunidad por una herida de renunciar a su mando y volver a Francia. Como uno de sus críticos dice: «Todo lo que St. Cyr necesitaba para ser un consumado comandante era una parte más pequeña del egoísmo, y el conocimiento para unir a hombres y oficiales a él por la atención a sus necesidades.» Aún así, Napoleón reconoció sus servicios contra Wittgenstein nombrándole, al final, Mariscal del Imperio (27 de agosto). Un ataque de tifus y problemas con los vasos sanguíneos ven privado al Emperador de la ayuda de su nuevo Mariscal hasta después del armisticio de Dresde.
1813 – En la campaña de Alemania ambos entraron en contacto más cercano, y Napoleón vio rápidamente que impetuoso y celoso como era St. Cyr, sin duda su claridad de ideas hizo que sus consejos fueran de la mayor importancia, mientras que St. Cyr caía rápidamente bajo el encanto del gran Emperador. En consecuencia a lo largo de la campaña de Napoleón llegó a pedirle consejo, que nunca fue rechazado. Recordando también su gran reputación como un maestro de la guerra de montaña, el emperador le confió la obligación de mantener los pasos de las tierras altas que llevaban por Pirna a Dresde, mientras que él mismo corría hacia Silesia. En la gran batalla alrededor de Dresde, veinte mil reclutas a mando del Mariscal jugaron su papel acertadamente.
St. Cyr con el resto de tropas francesas resistiendo en la ciudad de Dresde el acoso de las tropas prusianas, rusas y austriacas.
Napoleón, para cubrir sus propios errores, hizo recaer el desastre de Vandamme en St. Cyr y Marmont, pero en su carta privada al Mariscal colocó la culpa a Vandamme, como escribió, «Que infeliz Vandamme, quien parecía haberse suicidado, no tenía un centinela sobre el monte ni una reserva en ningún lugar«. Cuando el emperador regresó de nuevo a Leipzig confió la defensa de Dresde a St. Cyr, dejándole veintidós mil soldados y provisiones para ocho días. Después de un asedio de un mes, el Mariscal fue obligado por la falta de polvora a rendirse con honores de guerra, pero los aliados, después de la evacuación de la ciudad, se negaron a cumplir con los términos de la rendición, y él y sus tropas fueron retenidos como prisioneros de guerra; en consecuencia, no tomó parte en la campaña de 1814.
1814 – Regresa a Francia en junio. Nombrado Par de Francia el 4 de junio.
1815 – Durante la campaña de los Cien Días permaneció tranquilamente en su casa de campo, aunque es nombrado Miembro del Consejo de Defensa de Paris después de Waterloo. A pesar de sus puntos de vista políticos, St. Cyr no traicionó a sus amigos que se habían pasado al lado de Napoleón. Él trató de ayudar a su amigo el mariscal Ney, acusado de traición por haber ayudado a Napoleón, al tratar de conformar un jurado formado por compañeros del Mariscal, con la esperanza de que iban a absolver a Ney. Sin embargo, St. Cyr fue rechazado por sus colegas, que se negaron incluso a formar parte del jurado, y Ney fue ejecutado como traidor. St. Cyr votó por la deportación. En la segunda Restauración fue llamado para llevar a cabo las funciones de Ministro de la Guerra sustituyendo a Davout (8 de julio al 25 de septiembre), disolviendo el antiguo ejército para organizar las nuevas fuerzas de la Francia; su mandato fue corto, ya que se negó a servir a un ministerio que proponía ceder territorio francés al enemigo.
1816 – Nombrado Gran Cruz de San Luis el 3 de mayo.
1817 – En mayo de 1817, con la llegada al poder de un ministerio liberal, una vez más asumió el cargo, y durante este período se pusieron los cimientos del Estado Mayor General del Ejército, se mejoraron los reglamentos y la burocracia militar. También instituyó medidas para proteger a los veteranos de las Guerras Napoleónicas. Trabajó para transformar un ejército para la nación y no para el uso de un monarca en particular, lo que le vale el título de “Reorganizador del Ejército”. Como recompensa es nombrado Marqués (31 de agosto). Es nombrado Ministro de Marina (del 23 de junio al 12 de septiembre).
1819 – Renuncia a su cargo y se retira de la vida pública en 1824.
1830 – Muere en Hyères el 17 de marzo. De todos sus dones, sin duda, el más útil fue su frialdad absoluta: no importa lo mal que fuese el combate, no importa si su carruaje saliera corriendo y le llevara directamente a través de una brigada de caballería enemiga, nunca se revolvió, nunca perdió su clara intuición de la situación. Su declarado enemigo, MacDonald, resumió su persona en respuesta a la pregunta de Luis XVIII acerca de si era un perezoso: ”No estoy al tanto de ello”, dijo el Duque de Tarento, y siguió:
”Él es un hombre de gran capacidad militar, firme, honesto, pero celoso del mérito de otros. En el ejército se le considera como un ”mal compañero de viaje”. De la manera más fría posible permitió a sus compañeros ser golpeados, sin tratar de ayudarlos, y luego los criticó después. Pero esta opinión, no es poco común entre los soldados, es quizás exagerada, y es admitido que posee una gran calma y grandes capacidades”.
Fuentes:
1). «Ridley Scott: The Pocket Essential Guide», Bryan J. Robb, Matrix Digital Publishing (April 1, 2005
2). “Napoleon’s Marshals”- R. P. Dunn-Pattison, Essex Street W.C., London, 1909
La escena transcurre en un brindis en un banquete de boda en la Francia de la Restauración:
– CHEVALIER: «Demos gracias por el retorno a salvo de Su Sagrada Majestad, Luis XVIII. ¡Dios salve al Rey!«
– INVITADOS: «¡Dios salve al Rey!«
– CHEVALIER: «¡Y que el Diablo se lleve al Ogro a Santa Helena!«. [Risas]. Este lado de la tumba parece un lugar justo y adecuado para él. [Comentarios]. [Dirigiéndose entonces a D’Hubert] «Vamos, Señor, usted es un Realista ahora, como el resto de nosotros. ¿Donde sinó querría estar?«
– INVITADO: [Dirigiéndose a Chevalier] «Una sola celebración por el momento, Señor, ¿no opina igual?«
– CHEVALIER: «No, no creo. El chico es un Realista. Y yo podría darle mejores noticias: ha sido convocado para asistir al mariscal Saint-Cyr, en París. Tendrá un empleo en el ejército del Rey. Asi que, diganos: ¿Qué destino elegiría para el Ogro?» [Más comentarios de los asistentes].
– GENERAL D’HUBERT: «Creo que el emperador eligió su propio destino. Era su costumbre hacerlo así. Aprendí mi oficio a su servicio, al igual que el mariscal Saint-Cyr. El ejército del rey tendrá más realistas que monárquicos.»
La escena en «Los Duelistas», la excelente película de Ridley Scott. El caballero Chevalier en primer término a la derecha, y D’Hubert, cuarto en la mesa por su lado.
El guionista Gerald Vaughan-Hughes escribió el guión de «Los Duelistas» que representó a la postre la ópera prima del cineasta Ridley Scott -en mi opinión una de las mejores películas que se ha rodado sobre la época napoleónica- y que esperamos comentar más detalladamente en un futuro en nuestro blog. La escena no viene descrita en el libro de Joseph Conrad del mismo título y en el que se basa el guión, aunque sí se trata en la película… ¿pero quién era este Mariscal Saint Cyr?. Personaje más que controvertido entre el generalato napoleónico y con su Primer Cónsul -luego Emperador-, sus reiteradas insoburdinaciones y desplantes le granjearon la enemistad del primero y el distanciamiento rencoroso con el segundo (que no toleraba fácilmente un desacato), llegando incluso a episodios de arresto domiciliario más o menos prolongados. Pero bien es cierto que dichos episodios mas pronto o más tarde pasaban al olvido y tras cada nueva llamada a filas, fuera cual fuera la dificultad del encargo, el talento y dotes de Gouvion Saint Cyr (posteriormente sólo Saint-Cyr), quedaban siempre en destacado lugar y sin duda a la altura de los mejores estrategas y tácticos del Primer Imperio. Os hacemos una entrega en dos partes de un resumen de su trayectoria, que no es nuestro tratamiento habitual pero creemos que el personaje lo merita sobradamente.
CRONOLOGÍA
Gouvion St. Cyr, de un grabado a partir de una pintura de J. Guerin.
1764 – El 13 de abril nace Laurent Gouvion Saint-Cyr, el hijo de un pequeño propietario y peletero de la localidad de Toul. Sus padres se separaron cuando el era aún muy joven por lo que desde una temprana edad al niño faltó la atención de una madre. Su padre, con relaciones en el arma de artillería, lo envió a la Escuela de Artillería, en el mismo Toul.
1782 – A la edad de dieciocho años el futuro Mariscal decidió abandonar la carrera de las armas por la del arte, prefiriendo la libertad de la vida de un artista a la aburrida rutina del servicio en la guarnición. Parte hacia Roma para estudiar pintura, en la que permanece durante dos años con ocasionales viajes hasta Sicilia.
1789 – Se establece en Paris, con un gran conocimiento del arte y con cierta habilidad en su técnica. Laurent Gouvion, empapado en la tradición clásica, con desprecio de la aburrida autoridad y lleno de entusiasmo juvenil aclamó con alegría el estallido de la Revolución.
1792 – A finales de año, el joven pintor era demasiado entusiasta, estudiante de los hombres y las cosas para no percibir «el peligro que amenazaba a la República» y, como todos los hombres de pensamiento de la época, «se hundió en el asombro, por no decir la imprudencia, por la necedad de la Convención, que en lugar de tratar de disminuir el número de sus enemigos, parecía resuelta a aumentarlos con sucesivos insultos, no sólo contra los reyes, sino contra todos los gobiernos existentes.» A pesar de esto, cuando Europa amenazó a Francia, Laurent Gouvion fue uno de los primeros en darse de alta como voluntario en el 1er batallón de Cazadores Republicanos. Su personalidad y formación previas se hicieron notar; al mes de su alistamiento fue elegido capitán, en cuyo empleo se unió al ejército del Rin bajo el mando del general Custine. Al llegar al frente el capitán de voluntarios pronto encontró posibilidades para sus dotes. En un ejército totalmente desorganizado un buen dibujante con ojo para el país no era un activo despreciable. Gouvion fue transferido al departamento topográfico del Estado Mayor. Añadió el nombre de su madre, -St. Cyr-, a su apellido, debido a la constante confusión que surgía debido al número de Gouvions empleados en el ejército.
La austeridad de su modo de vida, su sincero patriotismo y laboriosa perseverancia, dejó una huella indeleble en todos: Desaix estaba intoxicado con el amor de la gloria, lleno de ardiente entusiasmo, simpático en un grado extraordinario, muy susceptible a la influencia del momento, mientras que St. Cyr amaba el deber como la regla de su vida, modelando sus acciones por las leyes estrictas de cálculo, era absolutamente impermeable a la influencia externa, y nunca supo lo que era a dudar de sus propias fuerzas. Pero a pesar de sus grandes dotes, tenía muchos defectos: era muy celoso y sin saberlo permitió que sus propios intereses afectaran sus cálculos, en consecuencia, desde muy temprano en su carrera sus compañeros generales odiaban tener que cooperar con él, y se le etiquetó como «un mal compañero de viaje.» Además, siendo un excelente estratega y táctico, los detalles de la administración le aburrían. Nunca llevó a cabo una inspección, ni visitaba los hospitales y dejaba los hilos de la administración en manos de sus subordinados; en consecuencia, tanto como sus tropas confiaban en él en el campo de batalla, les disgustaba en los cuarteles ya que, a pesar que su disciplina era de lo más severa, no hacía nada para proveerles de sus necesidades o diversiones.
1795 – Hasta la paz de Campo Formio, St. Cyr compartió la suerte y vicisitudes del Ejército del Rin, en el que sirve como subordinado a Hoche, Jourdan y Moreau.
1797 – Comandante del flanco izquierdo del Ejército del Rin (14 de Enero) y Comandante del flanco derecho del Ejército de Alemania (2 de noviembre).
1796 – La batalla de Biberach, en 1796, fue su triunfo personal. Con un solo cuerpo de ejército derrotó a tres cuartas partes de la totalidad del ejército enemigo y lo condujo a la derrota con unas pérdidas de cinco mil prisoneros. Pero a pesar de esta victoria y numerosas menciones en despachos, al ser presentado al Director Rewbell, después del tratado de Campo Formio, se le preguntó, «¿En qué ejército ha servido?» Era necesaria una explicación, con lo que el director, encontrando que el general entendía y hablaba italiano, lo envió a su vez para tomar el mando del Ejército de Roma.
1798 – El 26 de marzo llegó a Roma y comenzó su primer mando independiente. Su tarea era difícil. Los oficiales del ejército se habían sublevado contra Masséna, que no había hecho ningún intento para pagarles a ellos o a sus tropas, pero que había aprovechado su estancia para amasar una fortuna para sí mismo. El nuevo general tenía orden de arrestar a ciertos oficiales y restaurar la disciplina. Era una tarea adecuada para su talento, y a los cuatro días de su llegada los descontentos fueron detenidos y se sofocó el motín. Su siguiente deber, según la orden del Directorio, era eliminar al Papa de Roma; por una extraña coincidencia, el oficial encargado de escoltar a su Santidad a la Toscana era un tal coronel Calvin. St. Cyr, muy contra su voluntad había llevado a cabo las órdenes del Directorio, pero su siguiente acción fue espontánea y dictada por su propia idea de justicia. Era la hora de la expoliación: un comité designado por el Directorio estaba ocupado en el transporte a Francia de todas las obras maestras del arte italiano, y los recién nombrados Cónsules de la República Romana estuvieron asimismo plenamente comprometidos en dichos actos de vandalismo. Cuando el general oyó que la magnífica Ofrenda de diamantes pertenecientes a la familia Doria había sido robada de la Iglesia de Santa Inés para exhibirse en los cuellos de las esposas de los cónsules, ordenó que la pieza fuera devuelta a sus propietarios. Los cónsules apelaron al Directorio; así que después de un mando de cuatro cortos meses, St. Cyr fue reclamado acusado de “abuso de poder” sólo para ser enviado otra vez para reanudar su antiguo empleo como comandante de división en el Ejército del Rin.
1799 – En junio de 1799, fue enviado a toda prisa a Italia para ayudar a Moreau, que estaba tratando de detener el avance victorioso de los austriacos y rusos. Llegó a tiempo para tomar parte en la reñida batalla de Novi, y para ayudar a organizar una obstinada resistencia en las laderas de los Apeninos. Antes de la batalla de Novi tuvo conocimiento del temible Suvorov. El general ruso, que confiaba en sus propios ojos más que en los informes de sus exploradores, montó un día hasta las líneas de las patrullas francesas vestido con su uniforme habitual, una camisa y un par de pantalones, y después de un reconocimiento apresurado regresó a su campamento y dio su célebre orden: «Dios lo quiere, el Emperador lo ordena, Suvorov al mando, que mañana el enemigo sea conquistado.» Novi agregó brillo a la reputación de St. Cyr; fue su tenaz resistencia en el flanco derecho y su admirable manejo de la retaguardia el que impidió que los aliados victoriosos lanzaran a los derrotados franceses por los pasos hacia el mar. Pero Novi fue una tarea fácil en comparación con lo que vendría a continuación.
Los pasos de los Apeninos tenían que mantenerse y Génova defendida por un puñado de hombres desanimados por la derrota y medio amotinados por la falta de alimento necesario. Era una turba, no un ejército; no había intendencia, sin cofre de la paga y sin almacenes de ropa. Mientras tanto, Génova permanecía en un estado de latente rebelión en la retaguardia. La tarea se adaptaba al personaje; con una serie de inteligentes fintas y maniobras en el valle del Bormida, engañó al enemigo, restableció gradualmente la moral de sus tropas, y fue capaz de regresar rápidamente a Génova con tres batallones en el psicológico momento en que una rebelión estaba comenzando. Con una calma absoluta, dijo a las autoridades civiles que prepararan alojamientos para ocho mil soldados, de los cuales los pocos que estaban con él constituían la vanguardia. Las autoridades, alteradas por su súbita aparición, no dudaron de la llegada de esta ingente fuerza y posteriormente St. Cyr fue capaz de ocupar todas las plazas fuertes de la ciudad con el puñado de soldados que llevaba consigo para, a continuación, detener a los cabecillas de la rebelión. Mientras tanto, el juicioso establecimiento de comedores comunitarios en las calles alivió las necesidades de la población.
Apenas Génova fue pacificada cuando el general se enfrentó a un caso mucho más grave. El hambre había conducido a los soldados al motín, e incluso las posiciones avanzadas anunciaron su retirada del contacto con el enemigo y su intención de regresar a Francia. Fue sólo por un préstamo forzoso del Gobierno de Liguria, y apelando a un discurso más emotivo de su patriotismo, que fue capaz de convencer a los amotinados para volver a su deber, diciéndoles que si ellos dejaban sus banderas, pretendía «con los generales, oficiales y suboficiales mantener las posiciones ocupadas por el ejército». Además para animarles inició una serie de pequeñas escaramuzas, que restauraron la moral y condujeron a la batalla de Albano, donde infligió una derrota tan severa a los austriacos que Génova se vió libre durante un tiempo de todo peligro. A su vez, el Primer Cónsul, al enterarse de la victoria de Albano, envió a Saint Cyr una espada de honor, una hoja de Damasco en una vaina ricamente grabada con el pomo con incrustaciones de diamantes, que había sido originalmente destinada para el sultán. Pero a pesar de esta recompensa mediante la recepción de la primera espada de honor jamás dada por Napoleón, nunca fue un persona grata para este último.
1800 – A principios de año es apartado del Ejército de Italia y se le envía como lugarteniente a Moreau, que estaba operando en el valle del Danubio, mientras que Bonaparte se reservaba el teatro de Italia para sí mismo. Fue un hecho desafortunado para St. Cyr que se suponía que debía pertenecer a la facción de Moreau, por lo que la relación entre el general y el Primer Cónsul se hizo más desagradable. Moreau no se molestaba en ocultar su disgusto por Bonaparte, y al escuchar el rumor de que el primer cónsul tenía la intención de tomar el mando del Ejército del Rin y colocarlo como segundo al mando, perdió los estribos y dijo a su estado mayor durante una cena: «que que no quería un figurín a lo Luis XIV en su ejército, y que si llegaba el Primer Cónsul, él se iría.»
Mientras tanto, surgió una gran fricción entre el general y su nuevo comandante en jefe. St. Cyr, orgulloso de sus últimos logros, había criticado severamente los planes y organización de su jefe, que estaba extremadamente indignado por la idea que nadie debía dudar de su capacidad para manejar un ejército de ciento treinta mil hombres y al mismo tiempo los cuerpos de reserva con veinticinco mil hombres más; por lo que Moreau menospreció los logros de St. Cyr. Éste mostró su habilidad acostumbrada como táctico en D’Engen, Mosskirch, y Biberach, a pesar que no pudo mantenerse en contacto con las columnas a su derecha e izquierda, y aumentó su reputación como un celoso luchador. La segunda batalla de Biberach (9 de mayo) fue una obra maestra de audacia, y hasta el día de su muerte el general al recordar su éxito siempre mantuvo: «En aquel día yo fui un hombre.» Durante las operaciones alrededor de Ulm, las relaciones se hicieron aún más tensas, y St. Cyr aprovechó la ocasión, con la excusa de una herida para exigir su regreso a Francia. El primer cónsul mostró la actitud que siempre tomaba con aquellos que no le gustaban, pero temía. Recompensó a St. Cyr, haciendo de él un Consejero de Estado, y, al mismo tiempo lo apartó enviándolo a una misión diplomática a España.
1801 – Es enviado a España al mando del ejército combinado hispano-francés destinado a la invasión de Portugal (Guerra de las Naranjas) y es nombrado Gran Oficial de la Legión de Honor. Cuando el tratado de paz con Portugal fue firmado, sucedió a Luciano Bonaparte, como embajador en Madrid.
1802 – El general permanece en Madrid como diplomático hasta el mes de agosto de 1802, y pasa un corto período de permiso en París.
CONTINUARÁ EN LA 2ª PARTE.
Fuentes:
1). Ridley Scott: The Pocket Essential Guide, Bryan J. Robb, Matrix Digital Publishing (April 1, 2005)
d). (Blasón) By Jimmy44Image created for the Blazon Project of the French Wikipedia – Own workiThe source code of this SVG is valid.This vector image was created with Inkscape by Jimmy44., CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=4297180
Retrato de Catherine Hubscher, Duquesa de Dantzig (I)
Entre los personajes femeninos con nombre propio de la época napoleónica encontramos aquellos que formaron parte de la nobleza -o la realeza- y aquellos nombres comunes que formaban parte de la vida militar, tanto acompañando a los ejércitos (cantineras, vivandières, etc), como integrados en sus filas y, pese a todos los convencionalismos de la época, luchando a la altura de sus homónimos masculinos.
El personaje del que trataremos a continuación poseyó «lo mejor de ambos mundos» ya que, pese a su origen humilde, llegó a ostentar un título nobiliario por su matrimonio con un mariscal del Imperio francés. Con sus maneras y lenguaje llano -algunos dirían a menudo vulgar-, directo y sobre todo mordaz, llegó a encontrar la complicidad de la Emperatriz Josefina, el rechazo y la simpatía por igual de Napoleón y fue objeto de las habladurías de los corrillos del Paris de la época.
NOTAS BIOGRÁFICAS
Catherine Hubscher, nació en Alsacia, en Neuhausen, aldea dependiente de la comuna de Goldbach, en el valle de Saint-Amarin (Alta Alsacia). A muy temprana edad y huérfana de padre leñador, empezó a trabajar para una familia de tintoreros que se habían atrevido a lanzar pinturas de la India, industria que obtendría un rápido desarrollo en Alsacia. Posteriormente trabajó a los 11 años en una industria algodonera, en Willer, golpeando la ropa blanca. El trabajo la robustece, pero hace que su carácter y modales dejen que desear. Por mediación de un hermano, a los 26 años se traslada a Paris para trabajar como planchadora y lavandera en el bulevar Poissonnière.
Conoce a François Joseph Lefebvre, un cabo-primero de Alsacia como ella quien después de haber sido agente rural entró en el ejército. Se casaron el 1 de marzo 1783, mientras Lefebvre era ascendido a sargento. Iletrada en el momento de su matrimonio (no supo firmar en el Acta de matrimonio), con el tiempo y la ayuda de su marido (antiguo profesor de lenguas), acabaría escribiendo en francés y alemán. El hecho de aprender a escribir a los 30 años denota una enérgica voluntad y una gran firmeza de carácter, al mismo tiempo que muestra la unión entre los dos: «J’oublie que je suis duchesse, mais jamais je n’oublierai que je suis la femme de Lefebvre», diría en el momento de la llegada de los títulos nobiliarios1.
La carrera militar de Lefebvre va rápidamente de ascenso en ascenso al igual que la de varios de sus contemporáneos en el ejército. General de Brigada en 1793, senador en 1800 y Mariscal del Imperio en 1804. Durante la guerra de la Cuarta Coalición, en 1807, Napoleón le ordena que tome Danzig, importante punto estratégico y logístico en el flanco izquierdo del ejército francés.
Se inició un férreo asedio de cincuenta y dos días a trinchera abierta y, cuando Kalkreuth (comandante prusiano de la plaza) capituló y dio su palabra de honor para si y los suyos de no llevar armas en un año completo, no pudo presentar más que ocho mil combatientes. Dos meses antes se había encerrado en la ciudad con diez y ocho mil soldados. El ejército francés capturó ochocientos cañones y almacenes inmensos. Los resultados del sitio fueron también considerables: quedaron cubiertos el flanco izquierdo y la retaguardia franceses y a Prusia ya no le quedó más puerto en el Báltico que Pillau4.
Carta de la duquesa (II)
Como recompensa, Napoleón le otorga el título de Duque de Danzig, por lo tanto Catherine pasa a ser también Duquesa. La corte napoleónica se burla abiertamente de ella y de su manera de hablar, pero no le importa en absoluto. Como señaló Sir Thomas Wyse: «La duquesa no fue tan afortunada como muchos de sus semejantes, en la eliminación de las huellas de su origen y la «blanchisseuse» ocasionalmente nadaba como aceite en la superficie de las conversaciones de salon.9».
Según las Memorias de la Duquesa de Abrantes (esposa de Junot): «En cuanto a la mariscala Lefebvre o la duquesa de Dantzig, como se quiera llamarla, estaba muy bien todavía cuando hicieron duque a su marido, un año antes que a todos los demás. M. de Cramayel, gobernador de palacio, compuso unos versos satirizando cierta aventura de un diamante robado que la duquesa encontró en un sitio en donde a nadie se le ocurriría ir a buscarlo**, aventura que ella contaba llamando a cada cosa por su nombre propio… y hasta impropio, a todo el que quería oírla. Y a decir verdad, todos quisimos oírla4».
Apoya en cuerpo y el alma a su marido y no deja de criticar al emperador abiertamente estando él presente… tiene el don de divertir o hacer enfadar a Napoleón al mismo tiempo y, especialmente, las bromas que provocan la ira de Talleyrand, que desarman por completo a uno de los diplomáticos más inteligentes. Nadie se atrevía a hablar en contra de Talleyrand, excepto Catherine Hubscher, la «blanchisseuse» (la lavandera).
Castillo de Combault (III)
Después de la caída del Imperio, se negó a aparecer en público, diciendo con humor: «J’allais aux Tuileries quand c’était chez nous, maintenant que c’est chez eux, je ne m’y sentirais plus chez moi».
Lefebvre muere en 1820 y su cuerpo fue trasladado al cementerio de Père Lachaise. Catherine murió en 1835 a los 84 años. Propietaria del castillo de Combault (población de la que Lefevbre fue alcalde de 1813 a 1820), lo revende 3 años antes de su muerte. Un día que la mujer del prefecto se encontraba de visita en su castillo -el actual hotel de la villa de Pontault-Combault- abrió un armario en el que se organizaban diferentes trajes que ella y su marido habían usado desde su juventud: «Aquí, dijo, una galería de ropa aunque de variada condición. Éramos cuidadosos en mantener todo esto… esta es la forma de no olvidar». La pieza de teatro de Sardou y Moreau inmortalizará para la posteridad a Madame Sans-Gêne en 1893**.
Hoy en día sigue siendo un personaje icónico, representando la sencillez, la humanidad, el valor y la fidelidad a toda prueba5.
ANÉCDOTAS Y CHASCARRILLOS VARIOS
♦ Un día, cuando la mariscala Lefebvre fue a ver a la Emperatriz Josefina con la señora de Lannes, futura duquesa de Montebello, el chambelán de la entrada le dijo a en la puerta que Su Majestad no recibía a ninguna persona.
— «¿Cómo, cómo, nadie?», gritó la mariscala. «Dile que son la mujer de Lefebvre y la de Lannes».
El chambelán, que no fue nada discreto repitió los detalles del encuentro y la anécdota provocó las risotadas de todo Paris2.
♦ La esposa del mariscal salió un día para ver hoteles, deseando comprar uno. Entró en una sala, alrededor de la cual habían unos armarios enrejados y guarnecidos con tafetán verde. — «¿Qué es lo que es esto?» preguntó al conserje. — «Señora mariscala, es una biblioteca». — «¿Y que es lo que tiene de bueno?». — «Es para guardar los libros, señora». — «Bah. ¡Esto es una tontería!. Mi marido no es un lector, ni yo soy una lectora, así que me haré mi frutero, esto valdrá más». En efecto, esa sala tuvo ése destino lo que le daba a todo el piso un olor poco agradable3.
Catherine Hubscher ó Madame Sans-Gêne (IV)
♦ Se presentó a la Emperatriz para darle las gracias por la merced que el Emperador acababa de hacerle [el título de duquesa]. La Emperatriz estaba en las Tullerías, en el gran salón amarillo. Llegó la mariscala Lefebvre. El ujier, acostumbrado a anunciarla por este nombre, entra para recibir órdenes del chambelán de servicio, pues la mariscala no había solicitado audiencia. Sale el ujier y le dice como de costumbre : — «La señora mariscala puede entrar». La mariscala le mira de reojo pero no dice una palabra. Entra en el salón, la Emperatriz se levanta del sofá en que usualmente se sentaba, junto a la chimenea y da algunos pasos hacia ella, diciéndole con aquella gracia encantadora que, cuando quería, ponía en todo: — «¿Cómo está la señora duquesa de Dantzig?». La mariscala, en vez de responderle, le hace un guiño de inteligencia y volviéndose en seguida hacia el ujier, que en aquel instante cerraba la puerta, le dice: — «¡Anda, hijo mío, chúpate ésa!4».
♦ Una vez, en la época en que los cinco reyezuelos*** cambiaban sus coronas directorales por oro a puñados y algunas veces por un terrible destierro más allá de los mares, se les ocurrió a algunos de los que quedaban, buscar un colega de inteligencia leve y mano pesada, para defender el Luxemburgo en caso de que lo atacase aquel pueblo-rey que se había convertido en esclavo. Escribieron, pues, a Lefebvre, que estaba en el ejército del Sambre y el Mosa****, proponiéndole la corona directorial. El buen hombre consultó a su mujer. Ella era sensata y en aquella ocasión le hizo ver claro: — «Tienes que contestar que «no». ¿Qué irías tú a hacer en medio de todo eso? Quédate aquí. Muy mal deben andar por allá abajo, cuando quieren hacer rey a un imbécil como tú4».
– – – – – – o – – – – – –
(*) – «Elle arriva un jour pour déjeuner avec l’Impératrice qui était aux Tuileries, entourée de toutes ses dames. Sa Majesté trouve à la maréchale un air effaré qui ne lui était pas ordinaire; et avec sa grâce habituelle, lui demande avec intérêt ce qui lui donnait de l’inquiétude ou du chagrin. — Oh! madame, c’est une longue histoire que je veux bien raconter à Votre Majesté; mais pour cela il faut qu’elle fasse en aller ces pisseuses (les dames du palais) qui ricanent là en me regardant. — Veuillez bien, mesdames, passer dans le salon de service, leur dit Joséphine, persuadée qu’il s’agissait d’un secret de famille. — Eh bien, maintenant, madame la duchesse, contez-moi vos peines. — Je n’en ai plus, madame; mais voyez-vous, je suis encore tout émue d’un malheur qui m’a menacé ce matin. — Oh ! mon Dieu, votre fils s’est-il battu ? — Pas si bête. — Le maréchal?… — Il n’est pas question de lui : j’ai cru avoir perdu mon gros diamant ; j’étais sûre de l’avoir laissé dans ma chambre; en y rentrant je ne le trouve plus. Je questionne sur les personnes qui y sont été ; on m’dit comme ça qu’y gnian que mon frotteur. Il était dans le salon qu’il finissait ; je le fais entrer chez moi, et je lui dis : Coquin, t’as mon gros diamant, je veux l’ravoir parce que j’y tiens ; c’est l’premier que Lefebvre m’a donné ; rends-le-moi et je ne te ferai rien. Mon gaillard me répond qu’il ne l’a pas. Il était nègre, je ne vois pas s’il rougit ; mais je continue à y dire que je veux mon gros diamant, et lui ordonne de se fouiller. Rien dans les mains, rien dans les poches, qu’il me dit ; eh bien, guerdon, déshabille-toi. II veut faire des difficultés ; mais on ne me fait pas aller comme ça ; déshabille-toi, gueux ; nu que j’te dis, ou je te ferai tuer par mes domestiques. Enfin, il se met nu comme un ver, et j’ai trouvé mon gros diamant. Le voilà. Une mijaurée l’aurait perdu tout de même.»3
(**) – En realidad el nombre de Madame Sans-Gêne se atribuyó por los soldados a Thérèse Figueur, dragón de caballería de 1793 à 1815, nunca a Catherine Hubscher; el talento de M. Sardou fue el que creó la leyenda3. Aparte de la famosa pieza de teatro, también ha sido llevada al cine en varias ocasiones con el mismo argumento: en 1909, por el danés Viggo, por la artista Réjane (1911, realización de André Calmettes), por Gloria Swanson (1925, Léonce Perret), d’Arletty (1941, Roger Richebé), Sofía Loren (1961, Christian-Jaque), etc.
(***) – Los cinco miembros del Directorio de la Francia Revolucionaria. Los miembros originales (con el tiempo hubieron variaciones en sus miembros) fueron Jean-François Reubell, Paul Barras, Louis-Marie de La Révellière-Lépeaux, Étienne-François Le Tourneur y Lazare Carnot6.
(****) – El Ejército del Sambre y el Mosa (Armée de Sambre-et-Meuse) era uno de los dos ejércitos en la época revolucionaria junto con el Ejército del Rin y Mosela (Armée de Rhin-et-Moselle) que se encontraban más allá de las fronteras del este de Francia. Posteriormente los dos ejércitos se unirían para crear el Ejército de Alemania (Armée d’Allemagne). Originariamente el Ejército del Sambre y el Mosa, se creó a partir del flanco derecho del Ejército del Norte, del flanco izquierdo del Ejército del Rin y del Ejército de las Ardenas (que fue disuelto)7.
Fuentes:
1 – «Le Maréchal Lefèbvre Duc de Dantzig (1755-1820)«, Joseph Wirth, Perrin Éditeurs, Paris, 1904
2 – «Le bouchin des méchancetés: Et autres traits d’esprit» – F.X. Testu, Ed. Robert Laffont SA, Paris, 2014
3 – «Mémoires sur l’Impératrice Joséphine. La Cour de Navarre & Malmaison«, Georgette Ducrest, Arthème Fayard Ed., Paris, 1829
4 – «Memorias sobre la vida de Napoleón» – Duquesa de Abrantes, Editorial Surco, Barcelona, 1945
II – http://www.the-saleroom.com/en-gb/auction-catalogues/ader-sarl/catalogue-id-srade10008/lot-c740f5c9-9359-468f-9694-a3f60117ad28. Lettre signée « Duchesse de Dantzig », Courbault 9 juin 1825, à son neveu M. Annequin ; 1 page in-4, adresse (petits trous par corrosion d’encre, qqs fentes aux plis). La lettre du baron Pluvinel n’est pas parvenue à Courbault. « Mais comme cette pièce ne t’es pas absolument nécessaire, j’espère qu’elle ne retardera pas ton départ. Ainsi donc je te souhaite un bon voyage et beaucoup de prospérité dans ton nouvel état »… Très rare. Librairie Les Autographes, 2007. (por Ader Nordmann)
Hablar de Louis Alexandre Berthier, Mariscal, Príncipe de Wagram, Soberano Príncipe de Neuchâtel y Valangin (1753-1815), es hablar de uno de los personajes principales en el entorno más próximo a Napoleón. Tras una dilatada carrera militar, Berthier se consagró como la mano derecha del Emperador gracias a sus dotes de trabajo y meticulosidad unidos a una inusitada capacidad para sintetizar y traducir en posteriores órdenes todas las disposiciones y directrices previamente dictadas por Napoleón. No siempre apreciado por éste último y blanco algunas veces de sus ataques de cólera, no impidio que Berthier fuera un acompañante fiel en casi todas las campañas militares del Imperio.
Su muerte en extrañas circunstancias en 1815 impidió que asistiera al acto final de la tragedia napoleónica en la campaña de Bélgica y que fuera echado de menos por todos y muy especialmente por el emperador francés:
«Si j’avais eu Berthier, je n’aurais pas eu ce malheur«, como confesó el mismo Napoléon a Les Cases, en Santa-Helena, a proposito de la derrota de Waterloo.(1)
Su nombre ha pasado a ser sinónimo del Jefe de Estado Mayor eficiente en todas las circunstancias.
CRONOLOGÍA
1753 – Nace el 20 de noviembre en Versalles.
1766 – Recibe su comisión en los ingenieros gracias a los servicios de su padre.
1781 – Destinado al cuerpo expedicionario francés en Norteamérica, empleado en el estado mayor del general Conde de Rochambeau.
1783 – Vuelve de América con el grado de capitán y es enviado a Prusia bajo el mando del Marqués de Custine, para estudiar la organización militar del gran Federico.
1788 – Sirve como brigadier mayor en el campo de instrucción de Saint Omer. Condecorado con la cruz de San Luis.
1789 – Con el grado de Teniente Coronel es jefe de estado mayor del Barón de Besenval, comandando las tropas alrededor de Paris.
1791 – Después de la caída de la Bastilla y que Lafayette como organizador de la Guardia Nacional le nombrara asistente intendente general, se le encomienda la organización e instrucción de 30 batallones de voluntarios acantonados entre el Somme y el Mosa.
1792 – Tras estallar la guerra, es destinado como Mayor General y jefe de Estado Mayor de su antiguo jefe Rochambeau.
1793 – Cae en desgracia por su íntima relación con los nobles del viejo Ejército Real y sus conexiones familiares. El ejército no puede contar con su concurso a pesar del reclamo de sus servicios por varios jefes militares en el frente.
1795 – Con la caída de los Jacobinos, es restituido en su rango y enviado como jefe de estado mayor de Kellermann, al mando del Ejército de los Alpes, y antes de que acabe el año su trabajo sirve de modelo para el resto de ejércitos de la república.
1796 – Bonaparte reclama a Berthier como su jefe de Estado Mayor, relación que dura hasta 1814.
1800 – Transferido desde la Oficina de Guerra hasta el mando de las tropas del Ejército de la Reserva. Después de la batalla de Marengo es destinado a Madrid como Embajador Extraordinario.
Escudo de amas de Berthier, Mariscal de Francia y príncipe de Neuchâtel.3
1805 – Ya como Mariscal es nombrado Mayor General y Jefe de Estado Mayor del Ejército del Océano. Después del tratado de Pressburg y el retorno de Napoleón a Paris, Berthier queda al mando del ejército francés.
1806 – Napoleón le confiere el Principado de Neuchâtel, con el título de Príncipe y Duque. Tras algunos desajustes, en sólo tres días organiza el transporte de suministros para el inicio de la campaña contra Prusia.
1807 – Organiza los suministros de la campaña como mayor General y alternando su cargo en la Oficina de Guerra supervisa al mismo tiempo las fuerzas francesas en Italia y Nápoles.
1808 – Contrae matrimonio con Isabel, la hija de Guillermo, Duque de Baviera, dejando a su antiguo amor, Madame Visconti. Participa en la entrada de las tropas de Napoleón en España. A la vuelta del Emperador a Francia permanece con el rey José.
1809 – En el preludio de la campaña contra Austria Berthier toma el mando temporal de las tropas en Baviera. La llegada de Napoleón al frente corrige el error inicial de Berthier de dejar aislado al Cuerpo del Mariscal Davout frente a los austriacos. Uno de los pocos errores significativos de su carrera, que le granjean asimismo la enemistad del famoso mariscal.
1810 – Enviado a Viena como Embajador Extraordinario para reclamar la mano de la Archiduquesa Maria Luisa para su Emperador.
1812 – Tras la desastrosa campaña de Rusia, queda como mayor general para ayudar a Murat con los restos del ejército. Tras la huida de Murat nombra al Príncipe Eugène como el sucesor de Murat.
1813 – El 9 de Febrero regresa a Paris. Campaña de Alemania y derrota en Leipzig.
1814 – Campaña de Francia. Tras la abdicación de Napoleón, dirige la retirada de los restos del ejército y prepara la guardia que ha de acompañar al Emperador a la isla de Elba, pero sin acompañarle en su destierro. En el nuevo régimen de Luis XVIII, Berthier acepta una de las capitanías de las nuevas compañías de guardias reales y unido al hecho de que, como Mariscal más mayor, acompaña al resto de mariscales para conocer al Rey en Compiègne, provoca que sea visto como un traidor por Napoleón y los Imperialistas.
1815 – Con el regreso de Napoleón a Francia, abandona Francia y se retira a Bamberg. Muere por una caída que se atribuye a un suicidio en su casa.4
Una pincelada en forma de retazos de memorias de un oficial ingles en la Guerra de Independencia:
Samuel Ford Whittingham
El 19 de enero de 1841 fallecía en la India, en Madrás, un Teniente General del Ejército español. La noticia en sí no tendría mayor trascendencia histórica que la de la mera anécdota, curiosa por lo poco común y acrecentada por el hecho de que este general del Ejército español resultaba ser un inglés, nacido en Bristol. Sin embargo, con la muerte de Sir Samuel Ford Whittingham se terminaba para siempre la trayectoria de un hombre caracterizado por una honda pasión por España, en buena medida su segunda patria, por cuya independencia y libertad luchó y a la que dedicó no pocos esfuerzos y una buena parte de su vida. Sir Samuel Ford Whittingham, llamado «Samford» por sus amigos como resultado de la contracción de sus dos nombres de pila, era conocido en España como D. Santiago Whittingham, y así aparece mencionado en los textos y testimonios de aquel período.1
Comenzó su carrera militar en Inglaterra hasta 1804, año en el que es enviado a España en misión secreta por el primerministro William Pitt y siendo ascendido a capitán al año siguiente. Posteriormente participó en el desastroso ataque a Buenos Aires siendo hecho prisionero y regresando a Inglaterra poco después.
Su singladura en nuestra Guerra de Independencia se destaca a partir del año 1808 en que toma parte en la batalla de Bailén como observador en el ejército de Castaños, y ese mismo año es ascendido a coronel de caballería por la Junta Central. Al año siguiente se incorpora al destacamento de Albuquerque en La Mancha y por su comportamiento en los combates de Mora y Consuegra es ascendido a brigadier.
Asiste a las órdenes de Cuesta a la batalla de Medellín y participa como oficial de enlace en el cuartel general de Wellington en la batalla de Talavera.2
En 1810 contrae matrimonio con Magdalena Creus, hija de un intendente del ejército Real. Nombrado comandante de una división de caballería participa en 1811 en la batalla de Chiclana. Durante 1812 y 1813 participa en diversas operaciones en el este de España. Tras la proclamación de Fernando VII en Valencia, acompaña al monarca a Madrid, siendo promovido a Teniente General. Fue promovido a coronel en el ejército inglés y nombrado ayudante de campo del Príncipe Regente. En la campaña de los cien días regresa a España siendo destinado al ejército de Observación de la Derecha, al mando de Castaños.4
Cabría destacar como hecho anecdótico que habiendo regresado a Inglaterra en julio de 1835, casi se bate en duelo con Sir William Napier, por el tratamiento que éste había dado a las tropas españolas en su «History of the War in the Peninsula«, pero el asunto fue arreglado sin que la sangre llegtara al rio por Sir Rufane Donkin, a la postre Topógrafo-General en el Board of Ordnance.5
WHITTINGHAM EN LA BATALLA DE TALAVERA
Os relacionamos un par de momentos de la batalla en los que Samuel Whittingham intervino, en la noche previa y durante la batalla:
“…Hacia las diez de la noche, los franceses destacaron partidas de infantería ligera para tirotear la línea, probablemente al objeto de comprobar su situación. Pero nuestros jóvenes soldados españoles, alarmados, comenzaron un fuego tan denso y sostenido que Sir Arthur (Wellesley), que llegó en ese momento se acercó y me dijo:
– “Whittingam, si disparan así de bien, mañana venceremos; pero no hay nadie a quien disparar, intenta parar el fuego”.
– “Llevo algún tiempo intentándolo en vano», repliqué, y mientras estaba hablando, tres batallones aterrorizados por su propio ruido, huyeron del campo de batalla. El General me dijo:
– “ Whittingam observa el feo hueco que han dejado esos compañeros. Vete a la segunda línea e intenta taparlo…”
Durante la noche, una falsa alarma envió a retaguardia a todos nuestros criados y equipajes y se llevaron también nuestros caballos. Fui afortunado al montar el caballo extraviado de un dragón, que se cruzó en mi camino…”
“…Un regimiento de caballería española cargó a la línea francesa con éxito brillante. Al coronel que encabezó la carga le rompieron un brazo de un tiro, pero el efecto fue decisivo. Estaba yo dándole órdenes a uno de mis batallones cuando una bala me alcanzó en la boca, llevándose una gran parte de mi dentadura, me rompió la mandíbula y salió por detrás de la oreja. Me quedé aturdido y cubierto de sangre, pero no caí del caballo…”
Mapa de la batalla de Talavera
Entretanto [posteriomente en el relato], Whittingam, herido del tiro en la boca en el Pajar de Vergara, sube al cerro Medellín para informar al general Wellesley del fin del combate:
“…Al cesar el ataque sobre nuestra izquierda, fui a la izquierda de la línea para informar a Sir Arthur del resultado. En el camino encontré un piquete que llevaban al coronel Gordon a la retaguardia; había sido herido gravemente aunque su vida no peligraba.
En ese momento una granada explosionó justo sobre él y le mató así como a los que le transportaban. En el camino hacia Sir Arthur, paré en el hospital de sangre y me examinaron la herida, pero no pudieron hacer nada ni siquiera para detener la hemorragia. Cuando subí la cuesta donde estaba el general y su Estado Mayor, sir Arthur me llamó:
– «¡Ah!, Whittingham, quiero que me lleves un mensaje al duque de Albuquerque.”
Pero cuando vió el estado en que me encontraba, giró sobre sus talones y no dijo nada más. Me senté sobre la hierba con Lord Fife y Burghersh, bebí un cubilete de jerez y fumé algunos buenos cigarros con el lado sano de la boca.”
“Hacia las siete de la tarde los franceses estaban en plena retirada y Lord Fife, Lord Burghersh y yo fuimos hacia Talavera. Sin embargo no habíamos avanzado cien yardas, cuando una granada cayó justo delante de nuestros caballos. Lord B. Desmontó instantáneamente y se tiró al suelo, mientras Lord Fife se retorcía de risa llamándome para que viera la extraordinaria longitud de Lord B., el cual insistía que estaba a salvo de todas las heridas mortales. Fue el único inteligente de nuestro grupo porque la granada explosionó y nos cubrió de polvo y arena. Tuvimos mucha suerte. En Talavera me recibieron muy amablemente en el hospital de la Guardia, pero el cirujano, falto de experiencia en heridas de bala, erró el diagnóstico completamente y entablilló mi fractura de mandíbula con una maderita; de este modo enterró en la carne lacerada todas las astillas del hueso de la mandíbula, junto con los trozos de bala y los dientes. El dolor fue tan intenso que antes de que alcanzara mi aposento, me arranqué todo el vendaje y lo tiré.» [En el combate de Muchamiel (Alicante) en 1812, Whittingham recibirá otra herida similar en el lado opuesto de la cara.3]
a. Mapas de la Guerra de la Independencia. Biblioteca virtual Ministerio de defensa
b. De Vendramini, J.. Graveur – Este archivo procede de la biblioteca digital Gallica, y está disponible en línea con el identificador ARK ark:/12148/btv1b84135497, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=30114080