El teniente general Sir John Moore, Moore de Coruña (y II)

Seguimos compartiendo con vosotros la segunda parte de nuestra cronología de la trayectoria del militar británico Sir John Moore. Su hasta entonces exitosa carrera le granjeó el respeto y la consideración de los ministros de la época, en especial William Pitt, que solía tener su opinión en cuenta. Pero su fama también se vió empañada por sus relaciones incómodas y hasta peligrosas con las autoridades locales en las misiones que tuvo en Córcega, Sicilia y Suecia que le comportó algunas críticas, como si el taimado campo de la política fuera incompatible con su conducta plana y directa como soldado. 

Tras una huída de Suecia digna de guión cinematográfico, donde se encontraba de hecho arrestado por sus desavenencias con el monarca sueco, al llegar a suelo inglés se le encomendó tomar parte en una expedición encaminada a ocupar España o Portugal, donde los franceses se habían extendido como una imparable fuerza invasora. Una vez desembarcados en suelo portugués, las desavenencias en la expedición aparecieron pronto entre un joven Wellesley y sus jefes, y la marcha errática de la campaña llevó a la tan singular Convención de Cintra, siendo repatriados los franceses en barcos ingleses y convirtiéndose rápidamente en un escándalo, tanto en Lisboa como en Londres. Moore, al ser tercero en la cadena de mando quedó como única opción válida para el ministro Castlereagh, que le encomendó el mando del numeroso contingente y ayudar al gobierno y a los ejércitos españoles. 

Pero la expedición comenzó con mal pie: las tropas habían estado mucho tiempo inactivas, los suministros escaseaban así como las equipaciones para una campaña en invierno, lo que demoró la marcha del ejército, que también marchaba sin una idea clara de quién sería su interlocutor o sus medios al otro lado de la frontera. Podeis consultar la campaña en España de John Moore más promenorizadamente en las entradas que le dedicamos en su día en La Retirada de La Coruña. El propio Napoleón le dedicó elogiosas palabras, unos cumplidos que siendo para un enemigo británico no dejaban de tener aún más signicado. 

John Moore, por Thomas Lawrence (1800-1804) © National Portrait Gallery, London

CRONOLOGÍA (Cont.)

1801 – El 9 de enero Moore llegó a Jaffa, para entrevistarse con el visir turco cuyo campamento estaba a una milla de distancia. Al llegar, propuso el plan de actuación a los turcos1 que fue aceptado. Pero al volver a dar su reporte a Abercrombie, ambos se convencieron que no podrían tener apoyo de los turcos, al menos en las primeras operaciones. Se reconoció la costa y se hicieron los preparativos para el desembarco. A primera hora de la mañana del 10 de marzo la reserva comandada por Moore, los Guardias, y otra brigada, comandada por los generales Ludlow y Cootes, fueron embarcados en botes; esta primera división, ascendía a cinco mil quinientos hombres. Los franceses permanecían esperando el desembarco, con los cañones preparados. Finalmente Cochrane, el jefe naval al cargo del desembarco dirigió el contingente de botes hacia la playa, siendo bombardeados desde la costa y el castillo de Aboukir por los franceses. A pesar de las cuantiosas bajas, los británicos pudieron apoderarse de la primeras defensas de la costa y por la tarde desembarcó el resto del ejército, a pesar de perderse los transportes que llevaban las mulas y parte de los caballos. El 12 de marzo el ejército avanzó en dos columnas con la reserva en cabeza de las dos. Tras dos encuentros con los franceses, el ejército había penetrado sólo unos 20 kilómetros y se veía obligado a detenerse para ser aprovisionado por la flota. Por otra parte, la ayuda turca era inexistente y la inteligencia de la escasez de franceses en Egipto, sobre la cual la expedición había sido planeada por el gabinete británico se comprobó que había sido una falacia.  

Pero Jacques-François Menou2, el comandante en jefe francés decidió dejar las alturas y atacar a los británicos en la planicie, estando estos acampados a unos 6 kilómetros de Alejandría. El 21 de marzo se libró la batalla de Alejandría (o de Canope).  En esta acción murieron y resultaron heridos cerca de mil trescientos británicos. Los franceses perdieron cuatro mil hombres. El capitán Anderson, el edecán el general Moore, se vió envuelto en una carga de los húsares franceses, y resultó gravemente herido: el general, también, casi había caído en sus manos, y la bala que atravesó su pierna puso en peligro la pérdida del miembro; pero esto pudo evitarse por severas operaciones. Estuvo confinado durante mucho tiempo y reducido a un estado de salud de mucha debilidad; sin embargo, en el mes de mayo se recuperó tanto como para poder usar muletas, y fue trasladado en un barco a la localidad de Rosetta, a orillas del Nilo.


Mapa de la batalla de Alejandría (o de Canope), por William Fadden (b)

Los franceses se retiraron con el avance de las tropas británicas y tropas turcas que habían desembarcado tras la batalla, y que operaban ya conjuntamente. Moore llegó a El Cairo el 29 de junio con la herida aún abierta, y se enteró de la capitulación francesa. Desde Inglaterra llegó un refuerzo de 1800 soldados y el general Hutchinson, el sucesor de Abercrombie, se preparó para asediar Alejandría. Se iniciaron las conversaciones de paz y el 29 de julio las tropas francesas, escoltadas por tropas británicas al mando de Moore y turcas, alcanzaron Rosetta y en diez días comenzó el embarque de las tropas para Francia3. Se concedió un permiso a Moore para dejar Egipto y regresar a Inglaterra debido a las noticias de la mala salud de su padre, lo que también facilitó su recuperación.  

1802 – Los preámbulos de las negociaciones de paz con Francia llevaron a una reducción del ejército, y Moore, destinado en Brighton, se vió involucrado en el proceso de relevo de oficiales y soldados. El 27 de marzo finalmente se firmó la Paz de Amiens entre Inglaterra y Francia. El 21 de mayo fue nombrado comandante de todas las tropas en el distrito del Sur de Inglaterra. A mediados de junio, se hizo cargo del mando del distrito y se trasladó a Canterbury. En octubre se ordenó su traslado a Chatam4, donde se encontraban los cuarteles de la misma zona donde se hallaba el campo de Shorncliffe.

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LA GÉNESIS DE LAS TROPAS LIGERAS BRITÁNICAS

Durante las guerras con los franceses y en la guerra de Independencia en Norteamérica, las tropas británicas se vieron forzadas a adoptar algunos sistemas para contrarrestar las acciones de los indios y de los habitantes de los bosques. Howe en el año 1758 comenzó a entrenar tropas ligeras y el brigadier Forbes declaraba: “Debemos aprender el arte de la guerra de los indios”. George Washington, al servicio de los ingleses, quería que los soldados y los oficiales vistiesen como los indios. Otros oficiales formaron grupos con los mejores tiradores de cada regimiento. Las principales acciones se peleaban en zonas muy boscosas y los tiradores americanos provocaban estragos entre las tropas, que necesitaban ser contrarrestados. En 1798, el mismo Howe formó una brigada consistente en un destacamento de la artillería Real a caballo, dos Tropas de caballería ligera y dos compañías ligeras que se ejercitaban en la costa de Essex, con un nuevo sistema de entrenamiento. Moore por su parte elogiaba en sus escritos el buen comportamiento que habían tenido en Egipto los Corsican Rangers, del capitán Lowe (el futuro Sir Hudson Lowe, gobernador militar de Santa Elena en el exilio de Napoleón). 

Pronto se vio la necesidad de transcribir en papel las experiencias acumuladas y un importante manual para el entrenamiento de las tropas ligeras fue escrito por Francis de Rottenburg, coronel del 5/60º regimiento, “Regulations for the Exercise of Riflemen and Light Infantry and Their Conduct in the Field”, basado en un manual anterior escrito por el alemán Johann von Ewald. El duque de York ordenó traducer el manual de Rottenburg al inglés para que pudiera distribuirse y usarse. Otro importante manual sobre las tropas ligeras fue “Instructions Concerning the Duties of Light infantry in the Field”, escrito por el general Jarry que había servido en el ejército de Federico el Grande. Ambos manuales se convirtieron en la base del programa de entrenamiento del 95º regimiento y otros regimientos ligeros en Shorncliffe

El mismo Moore era conocido como un soldado moderno, de la era de la Iluminación, que era consciente de los muchos acontecimientos y especulaciones de los teóricos militares. Se sabe que muchas de sus opiniones sobre disciplina y formación eran contrarias a las prácticas y normas aceptadas celebradas en ese período. Sabía que había mejores métodos para mejorar la moral y la disciplina, y que \»azotar y colgar\» no era el camino. Era muy consciente de que el Ejército necesitaba un cambio. Tenía que cambiar: era, a finales del siglo XVIII, una institución necesitada de revisión y reorganización drástica. Moore fue el verdadero catalizador para el desarrollo e implantación de las tropas ligeras: la formación del campo de Shorncliffe, no solo creó la división de infantería ligera que actuó en España durante la Guerra de Independencia, también fue la introducción de una nueva forma de disciplina totalmente diferente a la de su tiempo.

Sir John Moore creía en:

– Desarrollar la inteligencia y no reprimirla.

– Hacer que el desarrollo del hombre contribuya a la efectividad de la unidad en su conjunto.
– Conseguir el celo tanto del soldado como del oficial en la perfección del conjunto. [4] y [5] 

Mapa de 1801 que muestra el reducto de Shorncliffe a la izquierda y el campamento a la derecha. (c)

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1803 – A principios de enero, John Moore seguía en Chatam. El 8 de marzo el rey anunció al Parlamento que era necesario prepararse para la guerra. En el mes de mayo se reabrieron las hostilidades con Francia. El 2 de junio, Moore se trasladó a Sandgate para tomar el mando de una brigada, frente a la prevista invasión francesa y estando Sir David Dundas al mando de todo el distrito del sur.

1804 – El 28 de septiembre se le informa que será nombrado caballero de la Orden de Bath, KB como se llamaba por entonces. Con relación a España, según la inteligencia inglesa, Godoy, en tratos con Napoleón, solo esperaba que la flota con tesoros volviera de Sudamérica para declarar la guerra, por lo que un escuadrón al mando del hermano de John Moore, Graham Moore, interceptó los barcos españoles en una clara acción hostil de guerra. Esperando la declaración de guerra por parte española, los mandos ingleses decidieron atacar El Ferrol, que según los informes se encontraba con escasas defensas. Moore dudaba de la exactitud de los informes y quiso comprobar la situación personalmente, por lo que zarpó de Plymouth a principios de diciembre para verificar la posibilidad real de un ataque a la plaza. El 18 de diciembre desembarcó con el almirante Cochrane en la bahía de Betanzos. A cinco millas de El Ferrol vieron soldados por lo que pensaron haber sido descubiertos. Pudieron ser rescatados finalmentepor unos botes, a pesar de que parte de algunos marineros fueron capturados en la playa. Tras unos días anclados con la flota cerca de la costa con rachas de mal tiempo, Moore regresó a Inglaterra.

El puerto de El Ferrol, donde John Moore casi fue capturado como espía. (d) 

1805 – A primeros de enero, Moore regresó a Plymouth, desaconsejando a Pitt el pretendido ataque a El Ferrol. El 7 de abril el 52º regimiento le obsequió con una estrella de diamantes de la caballería. El 29 de septiembre de 1805, Moore se encontraba frente a las costas de Boulogne, junto con Sídney Smith, para verificar la viabilidad de un hipotético ataque a la costa francesa, pero al que al parecer tampoco gozó de su aprobación.

1806  El 21 de enero muere William Pitt. Napoleón colocó a un hermano en el trono de Holanda y a otro en el trono de Las Dos Sicilias, después de expulsar a Fernando VI de Nápoles, que tuvo que refugiarse en Palermo junto con la reina. Fox, nombrado nuevo Secretario de Exteriores, ante la deriva de Napoleón planea en mayo una operación en el Mediterráneo en Sicilia y Calabria, contando con su hermano al mando (el general Fox, por entonces gobernador de Gibraltar). El 4 de julio los británicos al mando de Sir John Stuart vencieron a un contingente francés en la batalla de Maida6, y en el mes de junio Moore es enviado como segundo al mando, permaneciendo con la flota varios meses en el área del estrecho de Mesina. Las fuerzas inglesas en Sicilia aumentaron hasta los 12.000 hombres, pero los aliados sufrieron un gran revés el 18 de julio cuando terminó el largo asedio francés de Gaeta y la guarnición napolitana capituló. La rendición liberó a las fuerzas francesas para efectuar ulteriores operaciones en Calabria. Pero la expedición británica había logrado con éxito su principal objetivo, que era evitar cualquier invasión temprana de Sicilia y también alargó la revuelta, que los franceses no controlarían hasta 1807. El 29 de diciembre, Moore desembarcó en la bahía de Palermo, dos semanas después que el general Fox.

1807 – Pero los objetivos estratégicos conseguidos no eran del agrado inglés: el representante inglés ante la corte napolitana exiliada, Drummond, cayó bajo la influencia de los reyes depuestos, con lo que la posición inglesa empeoró y las nuevas hostilidades emprendidas en un nuevo teatro de operaciones contra los antiguos aliados turcos acabaron en un fiasco. El 9 de julio el general Fox fue reclamado en Inglaterra y Moore se quedó al mando de las tropas, hasta el 30 de octubre, cuando embarcó él mismo hacia Gibraltar, presuntamente para dirigirse hacia Portugal. El día que llegó a su destino, Lisboa cayó en manos francesas, y la familia real portuguesa zarpó con la escolta del hermano de Moore, el comodoro Graham Moore.

John Moore, por J. Northcote (e)

1808 – El 1 de junio llegó a Portsmouth. Por entonces, Suecia, aliada de Inglaterra, estaba en guerra con Prusia y Dinamarca y Rusia había invadido la Finlandia sueca, sin declaración de hostilidades. Moore fue puesto al frente de un contingente de tropas en ayuda de los suecos que llegó a Gotemburgo el 17 de mayo. Pero Moore, que solo veía a su alcance coordinar operaciones de defensa, no compartía el punto de vista del rey sueco, Gustavo IV, para emprender ataques y operaciones anfibias. Finalmente, el 14 de junio acudió a entrevistarse con el rey en Estocolmo, y este le propuso el desembarco de las tropas inglesas en Finlandia. Moore no era partidario de tal plan, considerándolo una locura, e intentó ponerse en contacto a su vez con el gobierno inglés. El 24 de junio, Gustavo IV mandó arrestar a Moore y este logró huir con la ayuda de personal de la embajada inglesa. El 29 de junio el buque inglés Victoria ancló en Gotemburgo y un extraño con gorro de campesino saltó inesperadamente a bordo. Moore estaba a salvo. El 3 de julio, la flota inglesa zarpó con su inesperado invitado, y alcanzó las costas de Dover el 15 de julio.

Pronto conoció los detalles de lo que sería su próximo destino: Moore iría a Portugal o España, con las tropas que había traído de Suecia, y se uniría a otras tropas que al mando de Arthur Wellesley habían zarpado de Cork y otras que se encontraban en la bahía de Cádiz al mando de Brent Spencer. Pero Moore solo sería tercero en el mando, por detrás de Sir Hew Dalrymple y Sir Harry Burrard7. Moore expresó su desaprobación al secretario de Guerra, Castlereagh, por el trato recibido y por la aparente crítica de sus gestiones con su huida de Suecia, aunque aceptó finalmente el mandato. El último día de julio zarpó de Inglaterra para no volver más.

El objetivo era el cuerpo expedicionario francés de Junot, aislado en Portugal. Wellesley había desembarcado en la bahía de Mondego (a medio camino entre Oporto y Lisboa), y Moore recibió instrucciones de Burrard de permanecer frente a Vigo, esperando instrucciones. La flota de Moore avistó Vigo el 17 de agosto, pero Moore siguió descendiendo y llegó a Oporto el 18 de agosto. Los 18.000 hombres de Wellesley se creían cerca de Obidos, y se había confirmado su unión con el contingente de Brent Spencer. Pero Burrard creía que Wellesley se había internado demasiado y ordenó a Moore que desembarcara en la bahía de Mondego para cubrir una posible retirada, pero hasta el 22 de agosto no se pudo comenzar a desembarcar. Moore alcanzó la bahía de Maceira el 24 de agosto y se enteró de la derrota francesa en Vimeiro y la retirada a Lisboa del ejército de Junot.   

Moore siguió supervisando el desembarco de tropas, algunas de las cuales no pisaban tierra firme desde la expedición de Suecia8. Llegado al cuartel general, Moore se enteró de la tregua pedida por Junot el 22 de agosto y que este pedía la repatriación de sus tropas en los barcos ingleses. John Moore se contentaba con ser un mero espectador. Wellesley, que había llevado el peso de la acción no confiaba en sus superiores y Moore le daba la razón. Los términos de la convención fueron ratificados el 31 de agosto en Lisboa y como el 1 de septiembre el cuartel general británico se trasladó a Cintra, la convención recibió su nombre de aquella localidad. A pesar de lograr el objetivo de liberar Portugal del ejército francés, los portugueses vieron contrariados la cantidad de enseres saqueados que se llevaban los franceses. Se produjeron inmediatas reacciones de desaprobación en Lisboa y Londres, y el ministro Tory se vio forzado a instruir un consejo de guerra.

Por su parte Wellesley intentó contactar con Moore y reunirse con él para comentar la situación y que, si él dejaba Portugal, presionaría para que Moore fuera el comandante en jefe. Moore se mostró cauto, pero tampoco tenía gran cosa a perder9. Pero la intercesión de Wellesley resultó innecesaria: su barco se cruzó con una fragata que llevaba el nombramiento de Moore como comandante en jefe del ejército, destinado a cooperar con los españoles y expulsar a los franceses de la Península. Moore mezcló su excitación con una lógica cautela: “No había habido un mando igual desde Marlborough para un oficial británico. Como llegaron a escogerme no puedo decirlo, pero me han dado suficiente prueba de no han sido parciales hacia mí.”. Las instrucciones de Castlereagh eran vagas y existía una total incógnita con respecto a la manera con que se iba a cooperar con los españoles.

Moore decidió juntar sus tropas en el norte de España y para ello podía hacer dos cosas: ir por mar hasta La Coruña (que en octubre planteaba sus riesgos) o adentrarse tierra dentro hacia la frontera española. Pero los problemas empezaron a surgir: las tropas del ejército de Portugal habían estado inactivas desde Vimeiro y sin equipación adecuada para el invierno; la moral empezaba a resquebrajarse y hubo episodios de tifus y disentería entre la tropa. Moore multiplicaba su actividad, pero se encontraba fuertemente contrariado por la poca preparación de las tropas y sus suministros antes de conferírsele el mando y la poca información sobre el estado de las rutas antes de empezar la marcha. Desgraciadamente, los mapas parecían inservibles y los ingenieros portugueses le habían informado que las dos rutas desde Lisboa eran inadecuadas para la caballería y mucho menos para la artillería. Para colmo de males, la Junta Central no causó buena impresión en el enviado británico, Bentinck, que la encontró lenta y apática, e informó que los ejércitos españoles estaban fragmentados y la rivalidad parecía presidir la relación entre sus respectivos generales.   

El 13 de noviembre Moore llegó a Salamanca, su objetivo más inmediato. Le esperaban malas noticias: Burgos había sido tomada y a continuación los franceses entraban en Valladolid, a cuatro días de marcha de Salamanca. Los ministros en Londres desconocían la gravedad de la situación y los despachos enviados desde Downing Street carecían de sentido una vez le llegaban a Moore. Moore desconfiaba del apoyo español, cuya distribución aislada de sus ejércitos no entendía, y pronto chocó con el enviado británico extraordinario en Madrid, John Hookham Frere, que era partidario de resistir a los franceses. Las divisiones inglesas estaban aisladas entre sí y él mismo corría el riesgo de ser aniquilado por los franceses. Moore permanecía en Salamanca el 28 de noviembre, cuando se enteró de la derrota española de Castaños en Tudela, y que los franceses pronto tendrían 110.000 soldados en la Península. Moore reunió a sus oficiales para comunicarles su intención de retirarse, que recibieron la noticia con pesimismo. Únicamente La Romana escribió el día 30 a Moore desde León proponiendo la unión de sus fuerzas con los británicos. Llegaban noticias de una esperada insurrección en Madrid que eran vistas con escepticismo por Moore. Frere aumentaba su presión sobre Moore, enviándoles distintos emisarios y misivas para que pasara a la acción, prometiéndole el concurso de la causa española. Finalmente, Moore se decidió por la acción: hizo que Baird regresara a Astorga, anulando sus órdenes de retirada, y sus subordinados vieron que al fin lucharían contra los franceses.

La marcha de las tropas de Moore desde Portugal y su retirada hacia Galicia. (f)

Pero llegaron noticias de la caída de Madrid. Moore aún pensó que los franceses se quedarían por los alrededores de Madrid y aún seguiría la insurrección en Zaragoza. Un correo francés fue interceptado por los españoles y Moore se enteró por el contenido de sus misivas que los franceses creían que se retiraba hacia Portugal. Moore decidió aprovechar la oportunidad e ir al encuentro de Soult, dirigiendo sus todas sus tropas hacia la localidad de Toro, entre Salamanca y Valladolid10. Pero escribió al general Craddock, al mando de las tropas británicas en Portugal, que, si tenía que retirarse, todos los transportes requeridos tenían que trasladarse a Vigo. Los británicos se internaron aún más en territorio enemigo. Baird se unió a Moore, pero el tiempo se recrudeció y los hombres tenían que marchar por caminos con un palmo de nieve. El 21de diciembre se produjo el choque en Benavente entre los húsares británicos y un contingente de dragones franceses, que fueron derrotados. El éxito fue efímero: Soult, alertado por la presencia inglesa se preparó para la batalla y procuró tener más refuerzos y medios disponibles. Peor aún, un correo español enviado por La Romana advirtió a Moore que Napoleón marchaba con toda su fuerza hacia el norte para sorprender a los británicos, una amenaza que no podía obviar de ninguna manera y que trastocaba toda la ofensiva. Moore ordenó finalmente la retirada. El contingente británico empezó con dificultades la retirada, que se fueron agrandando a medida que aumentaban las millas y la presión francesa, que obligaba a la caballería británica a cubrir regularmente al ejército en acciones esporádicas con los franceses. Moore llegó a Astorga el 30 de diciembre, con la tropa en estado de total confusión, con hombres rezagados que en muchos casos se entregaron al pillaje y al alcohol, y con problemas con las tropas de La Romana, que también habían llegado a Astorga.

Aguatinta sobre la batalla de La Coruña, por M. Dubourg, grabado por Clarke según W. Heath. (g)
1809 – A principio de enero Moore decidió dirigirse hacia La Coruña, que creía con más posibilidades para proteger el embarque de las tropas, lo que obligó a varias unidades a deshacer el camino hacia Vigo que ya habían comenzado a efectuar. Finalmente el 7 y 8 de enero Moore esperó en Lugo a las fuerzas de Soult, que creía tener enfrente solo a la retaguardia británica, y se vio frenado abruptamente por la artillería inglesa. Soult esperó los refuerzos de Ney que se dirigieron para flanquear a los británicos. A las 10 de la noche se ordenó la retirada por parte de Moore, ante la escasez de provisiones y suministros de guerra. Una tempestad acompañó la retirada de las tropas: las lámparas de señalización se perdieron, así como los guías perdieron también el camino. Finalmente se llegó a la localidad de Betanzos, pero por el camino algunos estimaban que se perdió un gran número de soldados rezagados, casi mayor que el de víctimas en la retirada. 
El 11 de enero finalmente las tropas alcanzaron la ciudad de La Coruña. Los ingenieros volaron el último puente y tras revisar la llegada de las tropas desde la carretera, Moore se dirigió a sus cuarteles en Canton Grande: desde los balcones podía ver en la bahía  algunos barcos de transportes pero el grueso de la flota no había llegado aún, por lo que irremisiblemente tendría que librar batalla. El día 12 y 13 se hicieron los preparativos para la defensa, y la explosión de almacenes y reservas de pólvora para no dejarlos al enemigo. El 14 de enero apareció la flota y al anochecer del mismo día comenzó el embarque del grueso de la artillería y caballería. El 16 de enero comenzó la batalla de Elviña o de Coruña, con superioridad artillera por parte de los franceses y con la crucial villa de Elviña como objeto primero de la encarnizada lucha. Moore acudía al frente para inspirar a los hombres, ya que las pérdidas por la artillería enemiga comenzaban a hacer mella, pero tras resultar herido Baird, el propio Moore fue alcanzado por una bala de cañón, que le dejó un impacto tan profundo que dejaba al descubierto su pulmón. Fue trasladado a la retaguardia por un grupo de Highlanders hasta una oscura y vacía habitación de sus cuarteles, ya que sus objetos personales habían sido embarcados. El teniente general Sir John Moore falleció alrededor de las 20:00 horas y fue enterrado en las murallas de la ciudad. Al amanecer del 18 de enero la brigada de Beresford que había actuado como retaguardia fue embarcada. Al entrar los franceses en La Coruña, su homólogo francés, el mariscal Soult, quedó tan impresionado por la conducta de Moore que ordenó que se erigiera un monumento a su enemigo caído como señal de respeto.

\»Así murió sir John Moore a los cuarenta y siete años de edad, después de haber realizado uno de las retiradas más difíciles de los que se tiene constancia y de haber asegurado la seguridad del ejército que se le había confiado. Pocas muertes han provocado mayor sensación en el momento en que se produjeron. La Cámara de los Comunes aprobó un voto de agradecimiento a su ejército y ordenó que se le erigiera un monumento en la Catedral de San Pablo. Glasgow, su ciudad natal, erigió una estatua de bronce en su memoria, a un costo de más de 3.000 libras. El alcance de sus méritos no ha dejado de ser objeto de controversia; pero parece que ahora todos, excepto los cegados por el celo partidista, admiten generalmente que, en proporción a los medios que se le encomendaron, eran muy grandes.\» [8]

Poema sobre la muerte de Sir John Moore, por Charles Wolfe. (h)

– – – o – – –

1I found in the evening, with the Vizir, only two persons, the Reis Effendi and Kaia Beg, the former of whom interpreted. I stayed, with them near three hours, and had an opportunity to explain fully the plan proposed by Sir Ralph [Abercrombie], and everything contained in my instructions. They talked a great deal in Turkish; the Vizir made a few objections, not very important, which I answered, upon the whole, he seemed much pleased, and said he should be happy that the operations should commence soon.

2Tras la muerte de Kléber, asesinado por un fanático, el mando del contingente francés en Egipto recayó en Jacques-François Menou. Menou lo sucedió como general en jefe. No era tan popular como Kléber y carecía del apoyo manifiesto de los demás oficiales y algunos lo tildaban de excéntrico. Se casó con la hija de un rico egipcio, se convirtió al Islam y pasó a llamarse Abdallah.

3Los británicos tampoco se irían de vacío: como varios sarcófagos y obeliscos antiguos, la famosa piedra de granito con triple inscripción de Rosetta, varias estatuas, manuscritos orientales y otras antigüedades coptas, fueron arrebatadas a los saqueadores franceses y embarcadas para el Museo Británico (sic). 

4El 2 de octubre de 1802, Moore envió al teniente coronel Stewart una ruta para “la marcha del cuerpo de Rifles bajo su mando”, y al final de la carta escribió; “I hope you will find the station at Shorncliffe adapted both to your target practice and field movements.”

5My situation must have been most unpleasant as I must have concealed my real name and, had it been discovered, they might have thought themselves to treat me as a spy. It was my confidence in the Admiral which led me into the scrape; he should have known better how matters stood

6Durante la campaña en el sur de Italia en 1806, el ejército francés de Jean Reynier se encontró con un enfrentamiento inesperado con el ejército expedicionario británico de Sir John Stuart, cuyo desenlace correspondió al ejército más perseverante. La batalla de Maida nunca habría ocurrido sin la insistencia en que las fuerzas británicas deberían evacuar y asegurar Sicilia a principios de 1806. Sin embargo, independientemente de las críticas, los mayores laureles se debían al hombre detrás del mosquete, ya que Maida fue sin duda una batalla de soldados. No hubo elaborados planes de ataque o un uso astuto del sigilo, solo un duro trabajo que requería descargas constantes y gran coraje frente a un enemigo experimentado. La correspondencia del brigadier general Lowry Cole fechada el 11 de julio acredita acertadamente a sus tropas con la victoria: \»Todo se debe a la firmeza, la buena disciplina y la valentía de las tropas, sin las cuales debimos haber sido derrotados\». [6]

7La elección de los dos primeros parecía fuera de toda comprensión: Dalrymple había sido gobernador en Guernsey y Gibraltar, pero su último hecho de armas databa de 14 años antes, y Burrard, a la sazón con 63 años, tenía un historial parecido desde su último servicio activo. Las intrigas políticas eran moneda corriente y los políticos Tories, no confiaban en Moore. Este escribió en su diario: “Ministers had done everything in their power to give it to Sir Arthur Wellesley; but he was so young a lieutenant general that the Duke [of York] had objected to it, and afraid of disgusting the army and the nation by such an appointment, they had given it up. Disappointed in their favourite object, they were determined it should not be given to me, and, to prevent the possibility of its falling to me, Sir Harry Burrard was named as second [4]

8Un testigo describió la escena: “Había soldados, caballos, marineros, cañones, carros, algunos de los cuales se estaban montando, montañas de galletas del barco, petates, balas de heno, barriles de carne y ron… dragones ocupados cogiendo y ensillando sus caballos. Pero estos no podían ser montados, ya que, debido a la larga permanencia en el buque, en la que habían estado de pie, habían perdido el uso de las patas, y en el momento que un jinete montaba en ellos, el caballo se doblaba”. [4]

9El encuentro fue registrado en el diario de Moore: “If he is sincere, and I have no reason to doubt him, his conduct is very kind. If he should be otherwise, I am no worse than it was, for I said nothing to him to him that I would not have said to anybody with whom I had conversed upon this subject” [4]

10El riesgo era evidente para Moore. Soult tendría unos 18.000 hombres y él contaba con al menos el doble. Una victoria sobre Soult esperaba que diera el necesario impulso para que las fuerzas españolas pudieran unirse, aparte del efecto psicológico de vencer a los franceses en suelo español. Pero al mismo tiempo descuidaba su línea de retirada prevista hacia Galicia abandonando Benavente. Es más, La Romana también tenía previsto retirarse hacia Galicia o Portugal (no podía hacerlo hacia Cantabria porque los puertos de montaña estuvieron impracticables, circunstancia muchas veces omitida por algunos historiadores británicos) con lo que las provisiones escasearían aún más.

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Fuentes:
1) – \»The life of Lieutenant-General Sir John Moore, K.B\» (2 vols.) – James Carrick Moore – London, 1834
2) – \»The diary of Sir John Moore (2 vols.)\» – MG Sir J.F. Maurice, K.C.B.- London, 1904
3) – \»Sir John Moore and the Universal Soldier\» (Vol. 1) – Stephen Summerfield y Susan Law, Ken Trotman Publishing, 2016
4) – \»Moore of Corunna\» – Roger Parkinson, Hart-Davis MacGibbon, 1976
8) – https://electricscotland.com/history/other/moore_john1.htm
Imágenes:
a) – https://www.npg.org.uk/collections/search/portrait/mw04504/Sir-John-Moore
b) – By William Fadden, Geographer to His Majesty & to His Royal Highness the Prince of Wales – As stated on the map: Published by W. Fadden, Geographer to His Majesty & to His Royal Highness the Prince of Wales, Charing Cross, May 28th 1801., Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=25900990
c) – By The original uploader was Rifleman jay at English Wikipedia. – Transferred from en.wikipedia to Commons by Oxyman using CommonsHelper., Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7993854

d) – \»Moore of Corunna\» – Roger Parkinson, Hart-Davis MacGibbon, 1976
e) – By James Northcote – Art UK, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=91963295

f) – \»Moore of Corunna\» – Roger Parkinson, Hart-Davis MacGibbon, 1976
g) – https://collection.nam.ac.uk/detail.php?acc=1971-02-33-532-11
h) – https://www.nam.ac.uk/sites/default/files/styles/slice_sm/public/2017-10/1029038_slice.jpg?itok=nwp7WJAM

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