El Castillo de Malmaison (I)

Hay lugares y edificios dentro del universo napoleónico que aunque no tengan relación con ningún hecho de armas, resuenan con fuerza en la mente de los amantes de la época. Uno de los lugares cuyo eco resuena con más fuerza es el Château de Malmaison, un ejemplo claro de lugar fuertemente ligado a la Francia napoleónica y sobretodo a una de sus propietarias, Josefina de Beauharnais, primera esposa de Napoleón y Emperatriz de Francia, que decoró y reconvirtió a su gusto tanto el edificio como los jardines, dotándolo de un gran invernadero para plantas exóticas (se dice que los barcos de la Royal Navy que aprehendían barcos franceses o aliados de estos, no requisaban las plantas o especies que iban destinadas a la Emperatriz) y de diversas especies de animales de latitudes más calidas. 

Pero Malmaison(1) también tuvo su papel en la política del Primer Consul y luego Emperador: entre otras cosas, se debatió el proyecto de ley para la creación de la orden de la Legión de Honor, la conferencia sobre el Concordato con la Santa Sede, la ratificación del tratado de San lldefonso que llevó a Luisiana a Francia y también es aquí donde Bonaparte siguió en 1804, hora por hora, el arresto y la ejecución del Duque de Enghien, uno de los períodos más turbulentos y oscuros de su reinado.

Visitar Malmaison es visitar a Napoleón pero sobretodo revisitar a Josefina, una figura quizás no muy bien tratada por la historia, a la que forzando nuestra imaginación podríamos observar paseando por los jardines salpicados de arbustos exóticos, sonriendo al Primer Cónsul después de uno de sus maratonianos consejos de Estado o departiendo con su hija Hortensia en cualquiera de las estancias decoradas al gusto neoclásico imperante en la época. Comencemos pues nuestra visita(2)
Fachada principal del castillo en la actualidad.

Grabado de época de la fachada principal. (a)

INTRODUCCIÓN

Pabellón de entrada.

Una casa de campo a media hora de París, eso era Malmaison en el momento de su adquisición, en 1799, por Josefina Bonaparte; tal como sigue en pie hoy, milagrosamente conservada gracias a la generosidad un mecenas y filántropo Daniel Iffla, conocido como Osiris (1825-1907).

A su regreso de Egipto, Bonaparte confirmó la compra y se convirtió en el verdadero propietario del dominio. Los arquitectos Percier y Fontaine fueron elegidos para restaurar el castillo: al mismo tiempo que efectúan trabajos de consolidación, se comenzará durante el año 1800 a reorganizar las piezas, decorándolas y amueblándolas en el gusto neoclásico, el más arqueológico, inspirado principalmente en la Roma antigua y Pompeya, así como los jardines anexos.

El entonces primer cónsul y su esposa lo visitan regularmente viviendo el complejo su período de máximo esplendor. Se sucedían las recepciones, bailes, entretenimiento, paseos, comedias en el pequeño teatro, en las que a veces participaban los habitantes e invitados de la casa. Entre 1800 y 1802, el castillo estará dotado con una Sala de Juntas como en el palacio de las Tullerías, siendo los ministros convocados frecuentemente para largos consejos de donde saldrá entre otras la obra civil producida durante el Consulado.
En otoño de 1802, Josefina considera ya Malmaison como su propiedad particular y se esfuerza por embellecer y transformar el área, que irá ampliando poco a poco. Deja rienda suelta a su pasión por la botánica aclimatando plantas exóticas, para las que construye un gran invernadero, introduciendo animales raros, como canguros, cisnes negros, y desarrollando un importante crianza de la oveja merina en el cobertizo instalado cerca del estanque de Saint-Cucufa. Desde 1805 el arquitecto Berthault crea uno de los primeros parques ajardinados de Francia. Pero después de su divorcio de Napoleón en 1809, Josefina se quedó la propiedad así como todas sus colecciones.

Recepción en la Malmaison en 1802 (1893). François Flameng – Óleo sobre panel, 106x139cm, Hermitage St. Petersburgo (b)

 
Finalmente es en este castillo que muere, el 29 de mayo de 1814. Su hijo, el príncipe Eugenio, lo heredó pero su viuda cedió Malmaison en 1828 al banquero sueco Jonas Hagerman quien dividió la primitiva propiedad de 1978. En 1842, la reina Cristina de España, viuda del rey Fernando VII, compró el castillo por un precio de 500.000 F, se estableció allí durante su exilio en Francia y luego lo revendió en 1861 por 1.100.000 F a Napoleón III, nieto de Josefina, quien lo transformó en un museo. Dañado por los combates de la guerra de 1870, seguido por la instalación de una caserna en el castillo, el dominio se vende en 1877 por el Estado a un marchante de bienes que subdivide el dominio poco a poco. En 1896, el financiero Daniel Iffla, llamado Osiris (1825-1907), adquirió el castillo con su pequeño terreno de 6 hectáreas, lo restauró y lo ofreció al Estado en 1903, para crear un museo napoleónico, abierto al público dos años después, en 1905. [1 y 2]

VISITA AL CASTILLO DE MALMAISON

EL VESTÍBULO DE HONOR

El arreglo del vestíbulo fue el primer trabajo realizado por Percier y Fontaine. La restauración de 1991-1992 hizo aparecer delicados falsos granitos, falso mármol y falso pórfido de origen, pero no pudieron restaurar el ingenioso sistema de ventanas corredizas colocadas en los arcos centrales, que permitieron abrir la pieza sobre la sala de billar y el comedor. Al igual que en las otras salas del castillo, el inventario realizado en 1814 después de la muerte de Josefina, permitió evocar los muebles originales, vendidos en 1829. Además de las doce sillas estampadas de Jacob Frères y entregadas a la biblioteca de Murat en el Elíseo, figuran cuatro bustos de miembros de la familia imperial que reemplazaron a los existentes de los emperadores romanos.

LA SALA DE BILLAR

Ya con este uso en un inventario de 1703, la sala de billar fue redecorada en 1800 por Percier y Fontaine, y reemplazada en 1812 por simples paneles moldeados rematados por arcadas diseñadas por Louis Martín Berthault, nombrado arquitecto de Malmaison en 1805. En la restauración de 1994-1995, el color verde está realzado con redes de amaranto en las paredes que se oponen a la tierra de Egipto, puertas y persianas. Las mesas de juego originales han sido reemplazadas por una mesa de cuadrilla, una mesa de juego del Príncipe Eugenio y por un imponente billar estampado Marhurin-Louis Cosson, del castillo de Bussy-Raburin en Borgoña. Los quince taburetes en X cubiertos con marroquinado rojo, así como las dos consolas doradas semicirculares de Jacob-entregadas en 1808 para la gran galería del castillo que extendía la sala de música, pero que fue destruida alrededor de 1830.

La pieza conservó su uso como sala de billar con Josefina. En sus memorias, Mademoiselle Avrillon, primera dama de cámara de la Emperatriz, indicaba que:

\»en sortant de table, Sa Majesté passait dans la salle de billard, où elle faisait une o deux parties, ce dont elle s\’acquittait très bien.\»

LA ANTECÁMARA DEL SALÓN

El encargado del servicio estaba en esta sala, que también se usaba para almacenar las mesas de juego cuando no se usaban en la sala de billar.

EL COMEDOR

Del 1703, todo da un giro excepcional para la época, se menciona un comedor esclarecido por cuatro ventanas en esta ubicación. Percier y Fontaine lo ampliarán agregando la parte semicircular, en el suelo cubierto con un pavimento suntuoso de mármol blanco y negro. Encargarán al pintor Louis Lafitre una serie de seis bailarinas pompeyanas pintadas en estuco, que forman la parte principal de la decoración. Restaurado en 1985 y 1987, el comedor ha encontrado su decoración original enriquecida en 1812 por Berthault, con las arcadas de madera adornada con grupos de frutas destacándose sobre un fondo de uvas. El original mobiliario de caoba, muy sencillo, se vendió con todos los muebles en 1829 y fue reemplazado por doce sillas y una mesa del Palacio de las Tullerías, que complementa las tres consolas entregadas por Fontainebleau.

EL SALÓN DORADO

El salón de compañía, hoy llamado \»Salón dorado\», ya se encuentra en este lugar al final del siglo XVII, recibiendo dos decoraciones diferentes, una en 1800 y la otra en 1810-1811. No subsiste de la primera etapa más que las dos grandes pinturas sobre el tema de Ossian (Poeta escocés, famoso por sus escritos y del gusto de Napoleón) fueron pintadas por Gérard y por Giroder. Los seis sillones de caoba adornados con cabezas egipcias atribuidas a los hermanos Jacob y cubiertas de terciopelo azul, así como la chimenea ofrecida al Primer Cónsul por el Papa Pío VII en 1802, pero que lamentablemente perdió sus incrustaciones de piedras duras como resultado de los combates de 1871.

\»La Emperatriz recibiendo la visita del emperador Alejandro\», por Hector Vigier (Salón de 1865). Esta pintura muestra el estado de la estancia después del divorcio. (e)

CONTINUARÁ…

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(1) – El origen del nombre de Malmaison está probablemente vinculado a las invasiones normandas del siglo IX, cuando las bandas de vikingos estaban devastando la región con motivo de sus incursiones a lo largo del Sena desde su guarida en Rueil. La \’mala domus\’ (\»mala casa\» en latín), citada por primera vez en 1244, como se puede recordar. A principios del siglo XIV, una casa señorial se menciona bajo el nombre de \»da Malmaison\». No es hasta la era napoleónica, cuando la Malmaison se convertirá en “Palacio imperial de Malmaison\» y cuando el artículo ligado al nombre será suprimido. La propiedad es adquirida en 1390 por un comerciante, un burgués de París, Guillaume Goudet, de descendencia ducal, hasta 1763. La construcción del castillo actual se empieza entre 1610-1620 por Christophe Perrot (1573-1641), consejero del Parlamento de París, que realizó el cuerpo central y el pabellón de la sala del consejo. El marido de su hija, Jacques-Honoré Barentin. (1628-1689), él mismo un parlamentario, terminó el castillo en 1686-1687, construyendo el pabellón del salón dorado, luego los dos alas albergando la sala de música y una biblioteca.
A partir de 1737 el castillo se alquilaba ricos financieros, antes de ser vendido en 1771 a uno de los banqueros más grandes del reino, Jean-Jacques Le Couteulx du Molay. Su esposa acogió en la Malmaison a una compañía selecta: escritores, el Padre Delille, el Barón Grimm o Bernardin. St. Pierre, el poeta italiano Alfieri, la célebre retratista Vigée-Lebrun y a hombres con ideas modernas como el Padre Sieyes. Alrededor de 1780, Couteulx amplió el castillo, prolongando su fachada por las dos alas cortas y retrazando su jardín a la inglesa. La Revolución hizo que se separaran de Malmaison, que vendieron a Josefina el 21 de abril de 1799. Ésta estaba buscando, siguiendo el deseo de Bonaparte (entonces comprometido en la campaña de Egipto) el adquirir un terreno cerca de Paris. Sin embargo, sin dinero, debió pedir un préstamo de 15.000 francos al intendente de los Couteulx para pagar un depósito sobre el precio de venta. [1]

2) – La visita en si no fue todo lo extensa que deseamos ya que algunas dependencias se nos quedaron por el camino, debido al poco tiempo disponible que teníamos y a los horarios bastante restringidos de visita del museo.

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Fuentes:

1) – \»Musée national des châteaux de Malmaison et de Bois-Préau\» – Amaury Lefebure y Bernard Chevallier, Ed. Artlys, 2015
2) – \»Le château de La Malmaison. Histoire – Description. Catalogue des objets exposés\» – M. de Lescure, Henry Plon Ed., Paris, 1867
3) – Paneles informativos el castillo.

Imágenes:

a) – \»Le château de La Malmaison. Histoire – Description. Catalogue des objets exposés\» – M. de Lescure, Henry Plon Ed., Paris, 1867
b) – http://lespetitsmaitres.com/2016/03/francois-flameng-1856-1923-un-maitre-de-leclectisme/
c) – \»Musée national des châteaux de Malmaison et de Bois-Préau\» – Amaury Lefebure y Bernard Chevallier, Ed. Artlys, 2015
d) – Fotografías propias del autor
e) – By Unknown – https://www.liveinternet.ru/users/3251944/post413968615/, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=74907062

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