Película. "El coronel Chabert" (1994), de Yves Angelo

Hablar de \»El Coronel Chabert\», novela escrita en 1832, es hablar de Honoré (Honorato) de Balzac, el famoso novelista francés. Creo recordar que Jean Tulard mencionaba que para comprender la época de Napoleón había que leer a Balzac, y en el caso de El Coronel Chabert, la afirmación es plenamente vigente. No hablaremos de la novela, pero si del film de Yves Angelo del año 1994, que  es la traslación al celuloide de la novela original, con un gran reparto encabezado por Gerard Depardieu y Fanny Ardant y secundados por un excelente Fabrice Luchini como el procurador Derville, el gran testigo de la  trágica trama. 
La película, a mi particularmente me gustó mucho, sigue el desarrollo del libro con ligeras modificaciones, los actores nos brindan unas más que notables interpretaciones, acertados diálogos y ambientación, así como una destacable banda sonora certifican en su conjunto esta notable adaptación cinematográfica y nos dan una clara muestra del gran conocimiento del alma humana y la sociedad de su tiempo que caracterizan a las obras de Balzac.
Cartel publicitario de la película (a).

EL ARGUMENTO

El 8 de febrero de 1807… desde el amanecer hasta el anochecer… la batalla de Eylau costó a la Francia de Napoleón 10.000 muertos. Como era costumbre, al finalizar la batalla los cuerpos eran despojados de sus uniformes, calzado, armas y pertenencias y, cuando el tiempo lo permitía, eran enterrados en fosas comunes. En el despacho del procurador Derville la actividad es frenética. Un individuo golpea la puerta y pregunta por el procurador, ya que ha intentado hablar cinco veces con él. Este no se encuentra en su despacho y le informan que si quiere hablar directamente con él tendrá que regresar a la 1 de la mañana. El hombre se marcha con semblante serio y los empleados discuten entre ellos:
\»—¡Vaya un tipo más célebre! dijo Simonín sin esperar á que el anciano hubiese cerrado la puerta.

—Tiene trazas de ser un desterrado, dijo uno de los pasantes.
—No, es algún coronel que reclamará atrasos, dijo el primer pasante.
—Pues yo creo que es algún antiguo portero, dijo Godeschal.
—¿Cuánto apostamos á que es noble? exclamó Boucard.
—Yo apuesto á que ha sido portero, replicó Godeschal; pues los porteros son los únicos seres dotados por la naturaleza de carriques usados, grasientos y deshilachados por abajo, como lo está el de ese buen hombre. ¿No se han fijado ustedes en sus botas rotas y en la corbata que le sirve de camisa? Estoy seguro que acostumbra á dormir debajo de los puentes.
—Muy bien podría ser noble y haber tirado del cordón, dijo Desroches. Eso lo hemos visto más de una vez.
—No, repuso Boucard en medio de la risa general, sostengo que ha sido cervecero en 1789 y coronel bajo la República.
—¡Ah! apuesto un espectáculo, para todo el mundo, a que no ha sido militar, dijo Godeschal.
—Aceptado, replicó Boucard.
—¡Caballero, caballero! gritó el aprendiz pasante abriendo la ventana.
—¿Qué haces, Simonín? preguntó Boucard.
—Le llamo para preguntarle si es coronel ó portero; él seguramente debe saberlo.
Todos los pasantes se pusieron á reír. Cuando el anciano subía ya la escalera, Godeschal dijo:
—¿Y qué vamos á decirle ahora?
—Dejadlo de mi cuenta, respondió Boucard.
El pobre hombre entró tímidamente, bajando los ojos, sin duda para no revelar su hambre mirando con demasiada avidez los comestibles.
—Caballero, le dijo Boucard, ¿quiere usted tener la amabilidad de decirnos su nombre, a fin de que el principal sepa si…?
—Chabert.
—¿El coronel muerto en Eylau? preguntó Huré, el cual, como no hubiese dicho nada aún, deseaba añadir alguna nueva burla á todas las demás.
—El mismo, señor mío, respondió aquel desgraciado con pasmosa sencillez.
Y se retiró.\»

El hombre que dice ser Chabert (Gerard Depardieu) camina por las calles adoquinadas y recuerda su vida anterior, en su casa amueblada con todos los lujos y tembién recuerda a su por entonces bella mujer -su viuda- (Fanny Ardant) y ahora vuelta a casar con el conde Ferraud. (André Dussollier).  El conde era hijo de un antiguo consejero del parlamento de París, que había emigrado durante la época del Terror, y que, si había salvado la cabeza, había perdido toda su fortuna. Volvió á su patria bajo el consulado y permaneció constantemente fiel á los intereses de Luis XVIII, á cuyo servicio estaba su padre antes de la Revolución. El matrimonio, en el fondo no dejaba de ser una apariencia: la entonces viuda de Chabert necesitaba un apoyo y lo logró en el aristócrata. Este, aunque bastante bien posicionado gracias a la dote de la viuda, veía como su círculo de allegados le criticaba por estar con una mujer que no dejaba de ser un recuerdo (o un lastre) que llamaba demasiado a los tiempos del odiado Napoleón. 

  

Finalmente el procurador (Fabrice Luchini) recibe de madrugada en su despacho a Chabert. Éste le relata su increíble historia, y como pudo sobrevivir a la sangrienta batalla de Eylau, siendo recogido por una mujer y llevado al hospital de la villa de Heilsberg. Chabert quiere entablar una demanda contra su ex-mujer, recuperar sus bienes y su posición. Derville se despide, cogiendo su caso y dándole una pequeña asignación para sus gastos hasta que consiga ganar el pleito. Boucard (Daniel Prévost), el secretario del procurador, le comenta sus temores sobre la identidad del pretendido coronel. Derville le contesta finalmente: \»Incluso si pierdo mi dinero… No me arrepentiré. Habré visto al actor más hábil de nuestro tiempo.\» 

\»—Caballero, dijo el difunto, sin duda sabe usted que yo he mandado un regimiento de caballería en Eylau. Yo contribuí con mucho al éxito de la célebre carga que hizo Murat, carga que decidió la victoria. Desgraciadamente para mí, mi muerte es un hecho histórico, consignado en las Victorias y Conquistas, donde se hace un detallado relato del mismo. Nosotros dividimos en dos las tres líneas rusas que, como se hubiesen cerrado inmediatamente, nos obligaron á atravesarlas en sentido contrario. En el momento en que íbamos á unirnos al emperador, después de haber dispersado á los rusos, me encontré con un cuerpo de caballería enemiga y me precipité valerosamente sobre él. Dos oficiales rusos, dos verdaderos gigantes, me atacaron á la vez. Uno de ellos me aplicó un sablazo, que partió en dos un gorro de seda negra que tenía en la cabeza, abriéndome profundamente el cráneo. Yo caí del caballo. Murat vino en mi auxilio, con toda su gente, que eran mil quinientos hombres poco más ó menos. ¡Mi muerte fue anunciada al emperador, el cual, por prudencia (y porque me quería un poco), quiso saber si no había alguna probabilidad de salvar al hombre á quien debía aquel vigoroso ataque, y envió, para que me reconociesen y trasladasen á las ambulancias, á dos cirujanos, diciéndoles, sin duda con alguna indiferencia, porque tendría mucho que hacer: \»Vayan ustedes á ver si vive aún por casualidad mi pobre Chabert.\» Aquellos matarifes, que acababan de verme pisoteado por los caballos de dos regimientos, no se tomaron la molestia de tomarme el pulso, dijeron que yo estaba bien muerto, y mi acta de defunción fue, pues, probablemente extendida, siguiendo las reglas establecidas por la jurisprudencia militar.\»

Chabert se despide del procurador, y este le anima: \»Recuperará su riqueza, coronel\». El coronel vive muy humildemente en un cobertizo, con abundantes recuerdos del Emperador. Derville visita unos días después a Chabert en su casa, Junto con su amigo (ex-ordenanza del coronel) Boutet (Patrick Bordier), dan clases de esgrima en medio de una calle embarrada a un grupo de jóvenes. Chabert le dice: \»El combate con sable es una ciencia. Para el calvario, la ciencia de la supervivencia. La supervivencia es el deber de un soldado.\» Derville ha conseguido informes y declaraciones en Alemania sobre la estancia del coronel, pero intuye lo complicado de la demanda: \»Personas poderosas pueden influir en los tribunales\». Chabert le espeta: \»La Justicia es justicia, ¿no?. \»Sí, pero simplemente justicia\», le contesta el procurador. Derville es al mismo tiempo abogado de la condesa, y le visita en su palacio, para ver las posibilidades de un arreglo económico para Chabert.

En el patio embarrado, Chabert se sienta un momento y alzando la vista sin mirar a ninguna parte rememora los instantes previos a la carga de caballería, el despliegue de las tropas, la tensa espera, los guiones al viento, los sables desenvainados y preparados…  
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Filmando la carga de Eylau
Una imagen de la película (b)

Una de las escenas más reproducidas de la película es la reproducción de la famosa carga de caballería de Eylau, uno de los famosos momentos de las guerras napoleónicas, cuando Napoleón ordenó cargar contra las líneas rusas a Murat, con un considerable número de regimientos, totalizando del orden de unos 9.000 y pico jinetes (otros aportan cifras entre 10-12.000 e incluso más).

Sobre el realismo de las escenas, yo me quedaría  con el atronador sonido de los cascos de los jinetes, que en la realidad aún tendría que ser considerablemente más impactante. Cabría hacer, sin embargo, una serie de puntualizaciones. El éxito de una carga de caballería pesada de la época se basaba en el momento de llegada de toda esa masa crítica, rodilla con rodilla, luego era importante no perder la formación, o hacerlo lo mínimo posible. Por ello, y para intentar no agotar a los caballos antes de tiempo, muchas veces se realizaban las cargas prácticamente al trote, no al galope tendido como en la película, que parece seguir la moda de la llegada del 7º de caballería en las películas del Oeste de John Ford u otros similares. Comentario aparte las inclemencias del tiempo (En Eylau hubieron ventiscas de nieve en algunos momentos) o lo abrupto del terreno que aún supondrían más trabas para la caballería. Otro punto son los guiones de la caballería: en el caso de la película se muestra uno con fondo rojo y con las inscripciones \»República Francesa\» \»El 1er Cónsul al 1er regimiento de coraceros. Valor y Disciplina\». Napoleón fue proclamado emperador de los franceses por el Senado francés en mayo de 1804 y la coronación tuvo lugar el 2 de diciembre del mismo año. Eylau tuvo lugar el 7-8 de febrero de 1807, luego no tendría sentido llevar dicho guión. He leído en algún foro que como la Guardia Republicana francesa fue la que ejecutó la carga, por ello llevaba ese estandarte, pero no dejaría de ser un anacronismo. Por último, en las cargas de caballería de la época napoleónica no se desenvainavaban las espadas desde el inicio. Primero porque eran un indicativo para el enemigo de que se iba a cargar, y segundo porque podía haber maniobras posteriores que implicasen una variación en la trayectoria de la pretendida carga. Y normalmente las indicaciones se daban por parte de los cornetas, que iban juntos en paralelo a las formaciones. Existen en Youtube algunas filmaciones de la misma Guardia Republicana francesa, con unas formaciones más precisas, históricamente hablando.

No obstante la belleza y detalle de la filmación nos hacen olvidarnos por momentos de algunas de las consideraciones anteriores o de otras que pudieran surgir.
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El atronador sonido de miles de cascos de caballo retumban en el aire. Finalmente, los coraceros franceses colisionan con las tropas rusas y se desarrolla la lucha cruentamente. La imagen se apaga con la última visión de un soldado ruso acuchillando en plena matanza. Derville logra finalmente que la condesa y Chabert se reúnan en su despacho (separados por una habitación) para lograr un trato conciliador y pretendiendo una buena compensación económica para el coronel. Pero la condesa no está de acuerdo con la cantidad que le propone el procurador y comienza a protestar vivamente: Chabert se levanta repentinamente y empieza a reprocharle:
\»—¡Sí, pleitearemos! exclamó con voz sorda el coronel, que abrió la puerta y apareció de pronto ante su mujer, llevando una mano metida en el bolsillo del chaleco y la otra tendida hacia la audiencia.
—¡Es él! se dijo para sí la condesa.
—¡Demasiado caro! repuso el veterano. Le he dado á usted cerca de un millón y regatea usted mi dicha, mi felicidad. Pues bien, ahora exigiré su persona y su fortuna. Existe entre nosotros comunidad de bienes, puesto que el matrimonio no ha sido anulado.
—Pero este caballero no es el coronel Chabert, exclamó la condesa fingiendo la mayor sorpresa.
—¡Ah! dijo el anciano con tono profundamente irónico, ¿quiere usted pruebas? Yo la conocí á usted en el Palais Royal…
La condesa palideció, y al observar esto el veterano conmovióle el vivo sufrimiento que causaba á una mujer amada en otro tiempo con ardor, y se detuvo; pero fue objeto de una mirada tan impregnada de veneno, que de pronto prosiguió diciendo:
—Usted estaba en casa de…
—Por favor, caballero, dijo la condesa al procurador, permitidme que me retire. Yo no he venido aquí para oír estos horrores.
Y se levantó y salió. Derville se apresuró á seguirla, pero la condesa parecía volar y no logró alcanzarla. Cuando volvió á su despacho, el procurador encontró al coronel con un acceso de rabia, caminando á grandes pasos.
—En aquella época, cada uno tomaba la mujer donde le parecía; pero yo estuve desacertado en la elección é hice mal con fiarme de las apariencias, decía. Esa mujer no tiene corazón.
—Ahora yo estoy seguro de su identidad. Cuando usted apareció, la condesa hizo un movimiento cuyo móvil no deja lugar á duda. Pero ahora, usted ha perdido su causa, porque su mujer sabe que está usted desconocido.
—¡La mataré!
—Lo cual sería una locura, pues le cogerían á usted y le guillotinarían como a un miserable. Por otra parte, acaso erraría usted el golpe, lo cual sería imperdonable.\»

Tras la violenta discusión, Chabert sale de la oficina de Derville y baja las escaleras del edificio, lento y apesadumbrado. De repente, en un rellano, una mano femenina enguantada se aproxima lentamente y se deposita en su pecho. \»Señor, lo reconocí. Por favor entienda. ¿Cómo podría admitir mis errores… confesar delante de toda esa gente?\». La condesa invita a su ex-marido a que suba a su carruaje y se dirigen a su casa de campo en Groslay. Chabert es el invitado de la condesa durante unos días. Finalmente, encaran la cuestión y el tema económico vuelve a salir. Chabert acaba diciendo: \»Bien, veamos: ¿Qué necesito? Una casita en el campo. En la región de Boutin. Dará lecciones de esgrima. Conejos, gallinas… pesca, leña para invierno… un periódico y mi tabaco. Con 1.000 al mes viviré como un príncipe.\» La condesa replica: \»¿Quién puede vivir con 1.000 al mes?\». \»No siempre he tenido una centésima parte de eso\», le contesta.  

Chabert pasea por los jardines de la casa, y a lo lejos distingue a los dos hijos de la condesa. Esta al ver a Chabert con sus hijos sale corriendo a los jardines, desesperada. No le ha dicho a su marido que Chabert está en la casa, y teme que estos se lo digan a su padre y, por tanto, poder perderlos. Sensible a la situación de su ex-mujer, Chabert intenta acabar de una vez con la cuestión: \»Para mí, está resuelto. Lo pensé anoche. He tomado mi decisión. No te preocupes. Dame 12.000 francos al año… más coche y caballo, y eso es todo. No volverás a oír hablar de tu marido muerto.\». Pero la condesa no está segura: \»Pero… podrías cambiar de opinión… mañana, o dentro de una hora.\». \»Es así como me ves?\», le dice él. \»No. Confío en tu generosidad. Pero tu decisión te obliga a hacer un voto de silencio. Una mentira permanente. Estás mejor muerto.\», le replica. Chabert sentencia \»La muerte es más suave de lo que piensas.\». La condesa le convence para que un notario (que ella había hecho venir) redacte un acuerdo para que, aparte de otras cuestiones económicas, Chabert renuncie a utilizar su nombre \»por adquirirlo fraudulentamente\». Este exclama, entre pensativo y enfadado: \»¿Cómo te imaginaste que firmaría un papel así? Quería ver hasta dónde llegaría esta farsa. No pensé que pudieras caer tan bajo.\»
\»Disipada la cólera, el coronel no se sentía con fuerzas para volver á repetir el salto que había dado. La verdad se le había aparecido en toda su desnudez. Las palabras de la condesa y la respuesta de Delbecq le habían descubierto el complot de que iba á ser víctima. Los cuidados que le habían sido prodigados eran un cebo para cogerle en el lazo. Aquellas palabras fueron una especie de gota de algún veneno sutil, que determinó en el anciano la vuelta de sus dolores físicos y morales. Chabert se encaminó hacia el kiosco por la puerta del parque, caminando lentamente como hombre anonadado. Para él no había, pues, ni paz ni tregua. Desde aquel momento era preciso comenzar con aquella mujer la guerra odiosa de que le había hablado Derville, era necesario entrar en una vida de procesos, alimentarse de hiel y beber cada mañana un cáliz de amargura. Además, ¡pensamiento horrible! ¿dónde encontrar el dinero necesario para pagar las costas de las primeras instancias? El pobre militar sintió tan gran horror á la vida, que si hubiera tenido en aquel momento una pistola, se hubiera levantado la tapa de los sesos. Después se apoderó de él la incertidumbre de ideas que, desde su conversación con Derville en casa del vaquero, habían cambiado su moral. Por fin, llegado ante el kiosco, subió á la habitación que ocupaba su mujer, á la cual encontró sentada en una silla. La condesa examinaba el paisaje y afectaba una actitud llena de calma, ostentando esa impenetrable fisonomía que saben tomar las mujeres determinadas á todo; se enjugó los ojos como si hubiese derramado lágrimas, y con gesto distraído se puso á jugar con la cinta color de rosa de su cintura. Sin embargo, á pesar de su aparente seguridad, no pudo menos de estremecerse al ver en su presencia á su venerable bienhechor, de pie, con los brazos cruzados, el rostro lívido y la frente severa.

—Señora, dijo después de haberla mirado fijamente durante un momento y después de haberla hecho enrojecer, no la maldigo a usted, la desprecio. Ahora, doy gracias á la casualidad que nos ha desunido. Yo no la amo y ni siquiera siento deseos de venganza. No quiero nada suyo. Viva usted tranquila confiada en mi palabra, que vale más que los garrapatos de todos los notarios de París. No reclamaré nunca el nombre que, sin duda, le ha honrado. En lo sucesivo yo no soy más que un pobre diablo llamado Jacinto, que sólo exigirá su vida. Adiós.\»

Chabert le escribe una carta a Derville, informándole que a partir de ese momento permanecerá en el anonimato y despidiéndose: \»… Pero, ¿qué más pueden hacer los desafortunados? Aman, y eso es todo. Los hombres buenos como usted anteponen los buenos pensamientos a la ropa fina. No temo el desprecio de nadie. Adiós y gracias\». Derville va a visitar a los condes y da a conocer al conde, junto a la condesa, que Chabert está vivo. Éste, entre sorprendido y extrañado declara que es imposible. Su mujer le dice \»Ahora es el momento de decidir, Armand. Si me arrastras a la corte… tendrán que declararlo vivo.  Se le retiran sus reclamos… pero esto te libera de las cadenas del matrimonio. ¿No es así? Es cierto que nadie en Francia puede tener dos esposas…\». \»O dos maridos.\», sentencia Derville, que se despide de los condes. Pasa el tiempo y Chabert, ahora residente de un hospicio, se halla sentado en el patio. Derville le ha traido queso y vino y un buen trozo de pan; \»¡Buenos días, coronel Chabert! le dice Derville.\» \»¡Nada de Chabert, nada de Chabert! yo me llamo Jacinto, respondió. Yo ya no soy hombre, soy el número 164, séptima sala\», mirando a Derville con una tímida ansiedad, mezcla de anciano y de niño. \»Pero puedo describir la Muerte. La muerte es roja, luego azul. Y luego hace frío. Sobre todo, es silenciosa. La muerte es el silencio de la muerte.\»


\» —¡Qué destino! exclamó Derville. Salido del hospicio de niños, vuelve a morir al hospicio de ancianos, después de haber ayudado en el intervalo á Napoleón a conquistar Egipto y Europa. ¿Sabe usted, querido mío, repuso Derville después de una pausa, que existen en nuestra sociedad tres seres, el sacerdote, el médico y el hombre de justicia que no pueden estimar el mundo? Usan hábitos negros, sin duda porque llevan luto por todas las virtudes y por todas las ilusiones. Pero el más desgraciado de los tres es el procurador. Cuando el hombre va a buscar al sacerdote, lo hace impulsado por el arrepentimiento, por los remordimientos por creencias que le hacen interesante, que le engrandecen y que consuelan el alma del mediador, cuya labor no deja de ser agradable, pues tiende a purificar, a reparar y a reconciliar. Pero nosotros los procuradores vemos siempre repetirse los mismos malos sentimientos, sin que nada los corrija, y nuestros estudios son sumideros que no es posible sanear. ¡Cuántas cosas no he aprendido yo ejerciendo mi profesión! Yo he visto morir a un padre en un granero sin medio alguno de subsistencia, abandonado por dos hijos a los que había dado cuarenta mil francos de renta. Yo he visto quemar testamentos; yo he visto madres despojando de lo suyo á sus hijos, maridos robando á sus mujeres y mujeres matando á sus maridos, sirviéndose del amor que les inspiraban para volverles locos ó imbéciles, a fin de vivir en paz con un amante. He visto madres que daban todos los gustos al hijo habido en el primer matrimonio, para acarrearle la muerte y poder enriquecer al hijo del amor. No puedo decirle á usted todo lo que he visto, pues he presenciado crímenes contra los cuales es impotente la justicia. Todos los horrores que los novelistas creen inventar están siempre muy por debajo de la verdad. Usted va a tener ahora el disgusto de conocer todas esas cosas allí, dijo señalando á París; yo me voy á vivir al campo con mi mujer: París me causa horror.\»

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Fuentes:

1) – \»Le Colonel Chabert\» (1994) – Films Par Film, Canal+, DD Productions, Orly Films, Panavision, Sédif Productions, TF1 Films Production
2) – https://h-france.net/fffh/classics/chabert-vs-chabert/

3) – https://cutleblog.wordpress.com/2012/03/26/cinephage-le-colonel-chabert-ep-1525/
4) – \»El coronel Chabert\» – Honoré de Balzac, editado por Edu Rosby, octubre 2016
Imágenes:

a) – https://img.discogs.com/v1vLPx-WmlX8hRhttnH5FnOq4fE=/fit-in/600×586/filters:strip_icc():format(jpeg):mode_rgb():quality(90)/discogs-images/R-10727155-1523302820-6198.jpeg.jpg

b) – https://i.pinimg.com/originals/ba/b8/85/bab88565f6704ce6faaf26a6161bda1d.jpg
c) – \»Le Colonel Chabert\» (1994) – Films Par Film, Canal+, DD Productions, Orly Films, Panavision, Sédif Productions, TF1 Films Production

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