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Esta semana recorreremos las calles de la ciudad de Toledo, que el historiador romano Tito Livio ya describió como «una pequeña ciudad, pero fortificada por su enclave» y cuyo centro histórico fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1986. Veremos algunos de sus antiguos edificios que nos recuerdan algunos de los aspectos de la ocupación francesa que tuvo la ciudad durante el periodo que abarca desde finales de 1808 hasta 1813, de la mano de algunos de los textos del que fuera Cronista Oficial de la provincia de Toledo, Fernando Jiménez de Gregorio, que subrayaba la importancia de los eventos acaecidos:
«El hecho que comentamos ha sido uno de los más trascendentales de los doscientos últimos años, sólo comparable con la última contienda civil. Por ello su estudio se hace imprescindible para conocer y explicar nuestra más reciente historia y poner, en lo posible, remedio a sus errores y despropósitos.»

LUGARES DEL TOLEDO NAPOLEÓNICO
Toledo, la Toletum de los romanos, que a través de los tiempos se convertiría en capital del reino visigodo, para convertirse en un importante enclave mozárabe y algunos siglos más tarde el centro de poder del emperador Carlos I, como la “Imperial Toledo”, fue uno más de los escenarios de los diversos vaivenes del conflicto armado de la Guerra de Independencia a partir de 1808, con una especial relevancia por su situación central en la Península, que la convertía en lugar de paso para las rutas hacia Portugal, Levante o el sur de la Península, y por su proximidad con la capital Madrid.
A finales de abril de 1808 la frecuencia cada mayor de presencia de tropas francesas provocaba recelos entre la población, acrecentados por la falta de estabilidad en la jefatura del reino por los hechos del Motín de Aranjuez. Siguiendo órdenes de Murat, el contingente de la división de Dupont en ruta hacia Andalucía (el mismo que sería derrotado en Bailén) tenía dispuesto alojarse en Toledo. Como era costumbre, se procedería al reparto de boletos para el alojamiento de las tropas imperiales en las casas de la ciudad: entre el 20 y 21 de abril corrió el rumor que Fernando VII denegaba el alojamiento a las tropas francesas, lo que provocó que, pese al inicial desmentido del corregidor Joaquín Santamaría, no se calmaran los ánimos de los exaltados habitantes y se originó un motín popular que al día siguiente se cebó en las casas del corregidor y diversos regidores, saqueando, robando sus enseres y muebles, que serían quemados en una gran hoguera en la Plaza de Zocodover.


Tras la sonora victoria de Bailén uno de sus protagonistas, Antoine de Malet, marqués de Coupigny llegó con sus tropas de la 2ª División del ejército de Andalucía a la ciudad, entrando el 22 de agosto de 18081. Pero tras la retirada de las tropas francesas por encima de la línea del Ebro, se produjo la fulgurante entrada de Napoleón al frente de sus tropas por el norte del país para restablecer el ultrajado honor imperial y su dominio en la Península.
Una vez conseguido otra vez el dominio de la mayoría del territorio español – aunque con varias bolsas de resistencia patriota, en forma de maltrechos ejércitos regulares y partidas de guerrilleros – la imperial Toledo fue ocupada militarmente. El 13 de diciembre 1808, las tropas del mariscal Víctor, duque de Bellune, entraron en la ciudad y durante dos días la soldadesca dio rienda suelta a sus instintos, principalmente atentando contra edificios religiosos2. Casi un año después, se suprimieron las órdenes religiosas, con incautación de sus propiedades y el día 15 de septiembre de 1809 recibieron la orden de abandonar sus monasterios y conventos.






La cercanía de Toledo a Madrid (unos 70 km) también hizo que la ciudad se convirtiera, en varias ocasiones, en un lugar de paso de los viajes del impuesto nuevo monarca, José Bonaparte, entre los meses de abril de 1809 y enero de 1810, fuera por motivos propagandísticos3 o por necesidades militares, como sucedió durante la campaña de Talavera.
A nivel administrativo, el nuevo sistema josefino estableció la división francesa basada en prefecturas, y en 1810 la nueva Prefectura de Toledo se dividía a su vez en en tres subprefecturas, Toledo, Ocaña y Casarrubios del Monte. [1]


Ya desde el mismo 1810 por exigencia de las autoridades y administración francesas se sucedieron las demandas en forma de contribuciones extraordinarias de varias decenas de millones de reales, tanto a la ciudad como los territorios limítrofes, que se repetirán en los años 1811 y 1812, aparte de las cuotas cotidianas por enseres y bebidas. Además de las contribuciones mencionadas se hacían frecuentemente derramas para el acopio de diversos cereales como trigo, cebada y paja [1] para soldados y caballerías.
Con los avatares de la guerra, también llegaron en su momento a Toledo las tropas inglesas de Wellington y las españolas aliadas de su ejército, así como algunas partidas guerrilleras como las de Juan Palarea «El médico» que el 20 de agosto de 1812 entró en la ciudad y se hizo cargo de la comandancia militar; las necesidades de avituallamiento de las tropas españolas en forma de requisas y contribuciones también chocaron con los intereses locales y al igual que con los ocupantes imperiales, se repitieron las maneras expeditivas de los militares para obtenerlas. Tras un breve paréntesis de desocupación francesa, el mariscal Soult se presentó en Toledo y volvió a exigir el pago de contribuciones, no solo en Toledo sino en Talavera y poblaciones vecinas a lo largo de 1812, que unido a las malas cosechas que se padecieron ese año incrementó las escaseces y la hambruna entre la población.



Las consecuencias de la guerra fueron, al igual que en casi todo el resto de España, catastróficas a todos los niveles: Toledo se resintió durante muchas décadas de la pobreza en que le dejó la reiterada ocupación, la sociedad se ruralizó al perder su incipiente industria local y artesanal, se empobrecieron sus conjuntos urbanos por la destrucción de sus palacios y casas de religiosos, junto con la irreparable desaparición de obras de arte y archivos tanto parroquiales y municipales y la sociedad en su conjunto padeció la miseria y privaciones por todas las villas de la provincia. [1]

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1”PROCLAMA DEL MARQUES DE COUPIGNY, COMANDANTE GENERAL DE LA SEGUNDA DIVISIÓN DEL EXERCITO DE ANDALUCÍA, A LOS HAVITANTES DE TOLEDO, CON MOTIVO DE LA ENTRADA DE LAS TROPAS DE SU MANDO EN ESTA CAPITAL
HABITANTES DE TOLEDO.
Hoy empezará a entrar en esta Ciudad la Segunda División del Exercito glorioso de Andalucia: la obediencia, y disciplina que sus Soldados han observado, y la justa confianza en los Gefes militares que los dirigen, han proporcionado sin duda unas Victorias, que harán inmortal nuestra Nacion, y afirmará la grata independiencia á que aspiramos. Por lo que os he merecido al llegar á esta Ciudad, (cuya gratitud será eterna en mi Corazon,) no dudo un momento del agasajo, y alegria, con que recibireis á mis valerosas Tropas, y de la intima amistad, y armonía que reynará entre ellas y vosotros. Todo desorden, toda confusion, y todo alvoroto popular en las actuales circunstancias, será un inconveniente, será un grande obstaculo para nuestra organizacion, y ulteriores convinaciones. Semejante sistema, cooperaria á los perfidos designios del Enemigo. La observancia de las Leyes, la tranquilidad, y subordinacion á los Magistrados en los Moradores de las Andalucias, han sido el ante muro, y principal movil de nuestros triunfos.
Salgo garante de la regularidad, y conducta de mis Soldados; y el que falte á los precisos deveres que lo constituyen; sufrirá inmediatamente el justo castigo.
Toledanos: me prometo que dareis exemplo de quietud, seguridad, y respeto á las Autoridades que os rigen: descansad en sus disposiciones; para que nuestras glorias no terminen, y tenga infaliblemente efecto el noble, y glorioso fin de nuestros afanes, y sacrificios. Quartel General de Toledo á veinte y dos de Agosto de mil ochocientos ocho. = Coupigny.”
2«Prendieron fuego al monasterio de San Juan de los Reyes, al de la Sisla, a la casa del arcediano de Talavera y a los conventos de Mínimos, Agustinos calzados, Mercedarios y Trinitarios descalzos. Incendiaron también el Carmen, Santísima Trinidad Calzada, Franciscanos descalzos, San Pedro Mártir e igual suerte cupo al colegio de Santa Catalina. Destruyen las ermitas de Santa Bárbara, la Guía, la Virgen del Valle, la Bastida, Nuestra Señora de la Cabeza y San Roque. Saquean la casa de la Dignidad titulada de Hurraca y la secretaría del Consejo de la Gobernación. Se llevan de la Obra y Fábrica de la Catedral setenta mil reales en metálico y hacen un inventario de la plata, que terminan llevándose también.» [1]
3La primera visita tuvo lugar el 24 de abril del 1809 y abandona nuestra ciudad al día siguiente para Madrid, vía Illescas. Acompañan al Regenerador, como burlonamente le motejan, algunos ministros. Visita la Catedral, la Universidad y el Alcázar. Se muestra sencillo de atuendo y de trato, tanto que las gentes no saben quién es el rey. Entrega valiosos regalos, entre ellos al oficiante de la misa que oye en la capilla de la Virgen del Sagrario. A petición del clero regular recibe a una comisión de cuatro prelados y después de tenerlos en pie durante los quince minutos que dura la audiencia, les acusó de ser los culpables de la situación de rebeldía del pueblo y les amenaza con deportarles. Salieron, dice el confidente, «hechos unos monos». [1]
4«Durante el mes de noviembre se recibieron 400 jóvenes de los 600 previstos, se encuadraron, y aunque sin apenas armamento se inició la instrucción, a la vez que se nombraron los distintos empleos de oficiales entre las distintas clases del profesorado, incluyendo 1 capitán, 4 tenientes primeros, 3 tenientes segundos, y 4 subtenientes, así como los oficiales superiores. Se definió también el uniforme que se vestiría: casaca larga de color natural de la lana, con vueltas, collarín y solapa de terciopelo carmesí, vivos y forro blancos, ojal y botón plateados, calzón y chaleco blancos y botín negros, y se eligió como bandera de la unidad, una blanca en la cual campeaba el escudo de la universidad toledana con la rueda del martirio de santa Catalina.» [2]
Fuentes:
1 – “Toledo y su provincia en la Guerra por la Independencia de 1808” – Fernando Jiménez de Gregorio, Temas Toledanos Serie VI, Toledo, 1980
2 – “Guía de la Guerra de la Independencia en la Provincia de Toledo” – VV.AA., Diputación Provincial de Toledo, 2008
3 – https://www.europeana.eu/en/item/110/_pandora_0000008933
4 -«El general Palarea. Un médico murciano en la Guerra de la Independencia» – Juan Torres Fontes, PDF Universidad de Murcia, 2009
5 – https://www.britannica.com/place/Toledo-Spain
6 – https://es.wikipedia.org/wiki/Alc%C3%A1zar_de_Toledo
7 – https://www.defensa.gob.es/portaldecultura/cultural/fortificaciones/castillaLaMancha/
fortificacion_45.html
Imágenes:
a – https://www.europeana.eu/en/item/110/_pandora_0000008933
b – «El general Palarea. Un médico murciano en la Guerra de la Independencia» – Juan Torres Fontes, PDF Universidad de Murcia, 2009
c – Fotos del autor.