El ejército español en Hamburgo en 1807-1808, por Th. Holtzmann

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De resultas de la Cuarta Guerra de Coalición y la doble derrota prusiana en Jena y Auerstedt, el 14 de octubre de 1806, la captura de la ciudad de Lübeck y la capitulación del mariscal Blücher1 cerca de Ratkau, las tropas francesas llegaron finalmente al territorio de Hamburgo2 y para evitar males mayores para la ciudad, la contribución pedida por los franceses se arregló finalmente con una cantidad que costaría a las arcas del erario público 368.000 francos de la época.

Sorpresivamente para sus habitantes, las primeras tropas francesas que entraron en la ciudad de Hamburgo3 fueron 2.000 hombres de infantería italiana y 600 soldados de caballería holandeses que fueron alojados no sin dificultades en la ciudad. Pero con el tiempo las tropas se diseminaron por las poblaciones vecinas y posteriormente entraron las primeras tropas francesas del general de división Boudet (el 19º regimiento de infantería y el 23º regimiento de chasseurs à cheval).

Pero la sorpresa de los hamburgueses continuaría con la llegada en junio de un contingente de soldados bajitos, corpulentos, con aire despreocupado y bonachón, de miradas tranquilas y a menudo curiosas. El relato de dicha entrada y su estancia posterior en la ciudad nos lo relata Th. Holtzmann en su libro «Das spanische Militär in Hamburg 1807-1808«.

LOS ESPAÑOLES DEL CONTINGENTE DE LA ROMANA EN HAMBURGO

Pedro Caro y Sureda, III marqués de la Romana, por Eduardo Carrió (b)

El 12 de junio de 1807, las tropas españolas llegaron por vez primera a la ciudad de Hanover y el 23 de julio el nuevo gobernador del emperador para las regiones hanseáticas, el Príncipe de Ponte-Corvo (el mariscal francés Bernadotte, futuro rey de Suecia), hizo su entrada en Hamburgo. El príncipe estaba acompañado en aquellos momentos por el marqués de la Romana4, general en jefe de las Reales Tropas Españolas, y semanas más tarde, el 4 de agosto, llegaron los primeros soldados españoles, que consistían en unos 200 soldados catalanes con un capitán y dos tenientes, que fueron alojados en la zona del mercado de caballos.

Aparecieron sin embargo los primeros roces en dicho lugar de algunos soldados con los ciudadanos y aunque el intendente local trató el tema con esperada discreción, el marqués de la Romana también tuvo que usar sus dotes de persuasión para calmar los ánimos, disculpándose ante los agredidos y castigando a los culpables, granjeándose así las primeras muestras de respeto entre los habitantes. También ordenó que, en situaciones similares, el intendente enviara siempre una guardia compuesta por ocho hombres y dos suboficiales del regimiento de Barcelona y un intérprete de español (Philipp Bonhiver, hijo de un capitán español de la Real Guardia de Alabarderos) para atemperar los ánimos de los soldados. Al mismo tiempo, se prohibió a los soldados españoles que portaran cuchillos.

El 8 de agosto de 1807 tuvo lugar un gran espectáculo para los habitantes de la villa hanseática, la entrada del cuerpo de ejército español del marqués de la Romana, formado por los regimientos de línea Cataluña y Barcelona, así como los regimientos de granaderos de La Princesa5, Guadalajara, Zamora y Asturias. Le seguía un regimiento de cazadores a pie, los regimientos de cazadores a caballo de Almansa y Villaviciosa, los regimientos de dragones del Infante, del Rey y Algarve, varios batallones de artillería del Extremadura, uno de mineros-zapadores, y el cuerpo de pioneros junto con muchos vehículos del ejército y carros de proveedores, y toda una procesión de conductores de mulas. Incluso mujeres y niños en gran número acompañaban a los soldados.

Un plano de la ciudad de Hamburgo en 1800, con algunos de los edificios y lugares que se comentan en el texto. El paseo del Jungfernstieg que se menciona es la estrecha franja que discurre entre el Alster Sea y el Kleine Alster (b)

Los soldados españoles pronto se convirtieron en invitados muy populares en Hamburgo, eran muchachos jóvenes y vivaces, y en general corpulentos, firmes, reservados, poco exigentes, satisfechos con poco pero también más generosos, de naturaleza muy sumisa, pero también bastante supersticiosa y sensual. Siempre alegres y de buen humor, especialmente cuando la gente trataba de entender su idioma. Primeramente los soldados tuvieron recelos al ser la ciudad de Hamburgo una ciudad protestante, pero pronto los recelos religiosos se olvidaron y se volvieron amistosos y confiados congraciándose con las locales familias a través de su amor por los niños.

A menudo recorrían las calles a lomos de sus mulas, sentados de lado a la manera de las mujeres, o más tarde, cuando llegaba el invierno, recostados sobre el hielo, que les ofrecía una diversión muy extraña, se alegraban sólo al sonreír con los niños que los aclamaban. Pronto se convirtieron en los más íntimos de los compañeros de casa en sus aposentos, los trabajadores más duros en la cocina y la bodega, y los mimados de la clase sirvienta femenina; apenas habían pasado dos meses cuando no se encontraba una casa en la que los criados, especialmente las criadas, no supieran hacerse entender con los soldados españoles, lo que antes había sido mucho más difícil con los italianos y los franceses.

Los trajes de los soldados españoles, especialmente en los domingos y las fiestas católicas, eran coloridos y ricamente adornados con galones dorados; los oficiales bajo un gran sombrero triangular de mariscal, con medias de seda blanca y zapatos de charol con hebillas, una espada de salón muy larga y delicada al costado, montaban sus pequeños caballos andaluces para dar un paseo y estaban visiblemente complacidos en el paseo marítimo de Jungfernstieg6 cuando la gente se admiraba y maravillaba con su colorido uniforme; tampoco era raro que un oficial a caballo apareciera con un paraguas rojo cuando hacía mal tiempo. Los soldados comunes vestidos de manera más sencilla, a menudo caricaturesca, la parte inferior del cuerpo en ropa de civil y la parte superior en ropa militar, sentados en la mula, encantados, cómodos con el cigarro en la boca, en el paseo a la vista del espectador.

Eran muy amantes de la música en especial de los ritmos jenízaros (NT: ¿árabes?), y entonaban alegremente sus cánticos nacionales aunque también con otros cánticos tendían a la melancolia al verse lejos de su patria y en tales ocasiones había una expresión exterior de orgullo en sus movimientos.

Sus excesos en Hamburgo fueron menores que los de las otras tropas, y tales excesos se debieron principalmente a su carácter celoso. Apasionados por los juegos de cartas, ni siquiera las entradas de las iglesias se libraron de ellos. Un domingo por la tarde, durante el servicio, unos soldados del Regimiento de Barcelona a las puertas de la Iglesia Jacobi, frente a la casa del pastor, se dispusieron a jugar a las cartas. Cuando intentaron arrestarlos, se precipitaron por la iglesia y causaron tal alboroto que el pastor tuvo que dejar de predicar. También en este caso habló posteriormente el marqués de la Romana que expresó personalmente su pesar y emitió una orden del día:

«En lo sucesivo, todos los soldados españoles cuando pasen por una iglesia, presentarán armas o, en su defecto, se quitarán el tocado, sea gorra o gorro de uniforme».

La fachada renacentista del Kaisershof, alrededor de 1790 (c)

El general en jefe de todas las tropas españolas, marqués de la Romana, tenía una fisonomía de lo más significativa, mostrándose como un español genuino y orgulloso con su presencia. Su conversación sorprendió a la gente de Hamburgo con su conocimiento de la literatura alemana ya que años atrás había estudiado en Leipzig; era cuidadoso en sus discursos y sobre todo evitaba cualquier contacto con la política. Mostró claramente cómo le disgustaba ser una carga para los demás; era extremadamente amable y cortés con sus anfitriones. Sorprendió a la mujer de la casa donde se aposentaba cuando se mudó a su residencia permanente en el Hotel Kaiserhof en el Ness, con una preciosa joya que él mismo había ayudado a seleccionar de un joyero para una dama a la que admiraba mucho.

El 15 de agosto de 1807 se celebró por primera vez en Hamburgo el cumpleaños de Napoleón y se ofreció a los habitantes de Hamburgo un magnífico espectáculo militar de los soldados extranjeros, con el Príncipe de Ponte–Corvo en el campo del Espíritu Santo pasando una gran revista de todas las tropas francesas y españolas acuarteladas aquí y en las inmediaciones al mando del Marqués de la Romana. Con música y tambores, todos los regimientos con banderas ondeantes, los oficiales con uniformes tachonados de oro sobre caballos bellamente enjaezados, los soldados con los trajes más limpios y coloridos, de todas partes de la ciudad y sus alrededores, marcharon hacia la revista en el campo desde la madrugada. Por la noche se celebró el cumpleaños del Emperador de Francia a expensas de la ciudad en el Salón Apolo con un gran baile paré7, una gran iluminación y una cena con 400 cubiertos, presidida por el Príncipe de Ponte-Corvo y el Marqués de la Romana. El salón estaba adornado con pinturas circulares que representaban las regiones más exquisitas del Principado de Ponte-Corvo en Italia, y estaba iluminado con miles de velas de cera.

Pero se desplegaron más tropas en la zona y a principios de setiembre, el contingente de 40.000 hombres, compuesto por franceses, españoles, italianos y holandeses, se concentró bajo el mando del Príncipe de Ponte-Corvo entre los ríos Trave, Elba y Weser. Hamburgo se convirtió en una gran plaza de armas donde se pasaba revista en las plazas públicas y en las calles se escuchaban constantemente tambores y silbatos. El 3 de septiembre se colocó en las esquinas de las calles un aviso relativo a la alimentación de los oficiales, suboficiales y soldados extranjeros, publicado por orden del Príncipe de Ponte-Corvo en alemán, francés y español:

Orden del dia
del 8 vo cuerpo del gran exercito en el
Quartel general de Hamburgo.

Los Sargentos, Cabos y Soldados rasos non podran exigir de los Patrones, para su alimentacion diaria, sino:

1 – Media libra de carne buena

2 – Libra y media de pan

3 – Versas8 o legumbres, o sino arroz

4 – Una limeta9 de cerveza

5 – una copita de aguardiente

Si los arriba citados militares quisieran obligar al Patron a darlés mas, seran castigados.

El presente mandato continuara nuevamente a executarse.

Hamburgo, a 3 de Setiembre de 1807.

Par orden de S. A. S. el S.
Principe de Ponte-Corvo,
el General, Xefe del Estado mayor-general
Gerard.


La relación entre la población y los españoles en particular se hizo muy amistosa gracias a su buena y respetable conducta y cuando el 11 de noviembre el marqués de la Romana, con motivo de la celebración del cumpleaños del rey de España, se proclamó un día de celebración para todos los soldados españoles, toda la población celebró este día con ellos, y las banderas españolas amarillas y rojas ondeaban a menudo junto a las de la ciudad. Por la noche el marqués ofreció un espléndido baile en el Salón Apolo, en presencia del Príncipe de Ponte-Corvo. El salón, espléndidamente iluminado, con emblemas militares y enteramente adornado con cristales de espejo (a un costo de 90.000 francos), también contenía una decoración de todas las banderas de los Estados de la Confederación del Rin; debajo de éstos había una mesa de 500 cubiertos, en la que intervinieron el príncipe y el marqués, junto con su generalidad en uniforme de gala, así como todas las autoridades de la ciudad. Esto también contribuyó al hecho de que los españoles disfrutaran de mayor popularidad aquí, y también en otros aspectos se ganaron la atención de la gente de Hamburgo.

Un Oficial del regimiento Guadalajara, y otro de caballería en uniforme de gala.

Su modestia continuada, su carácter serio y su comportamiento honroso hasta caballeresco con las mujeres y las niñas, así como la forma en que éstas permanecían indiferentes a sus costumbres y sus creencias y pululaban llenas de sentidos sentimientos por Dios y su patria, sus casi patriarcales hábitos, así como su sencillez y franqueza les ganaron en todas partes una simpatía que todavía fue recordada calurosamente por todos los hamburgueses durante mucho tiempo. Las clases trabajadoras asistían con toda seriedad a sus grandes misas, que celebraban de manera solemne en las plazas públicas y luego, durante las estaciones más duras, en espaciosos edificios, por ejemplo, en el granero de Schuback en Cremon y en el campo, en la casa del jefe de la comunidad de Tatenberg.

El baile era la diversión favorita de los soldados: los salones, grandes o pequeños, eran tan frecuentados por ellos que a menudo llegaban demasiado tarde a sus cuarteles, perturbaban la paz de los residentes y, finalmente, incluso cometían violaciones. Por lo tanto, el Senado de la ciudad emitió una notificación, como antes, en alemán, francés y español, contra la admisión de suboficiales y soldados rasos de la tropa aquí acuartelados en las pistas de baile y tabernas en la ciudad y su área a partir de las 19 horas.


Botones de uniformes españoles cerca de Hamburgo

Arqueólogos voluntarios de Mecklemburgo-Pomerania Occidental se dedican a la búsqueda de restos arqueológicos, como los que encontraron Ricky y Danny Vogt cerca de Boizenburg (Elbe) y la cercana Bahlen.

Una pieza de Boizenburg lleva la inscripción CAVALL.A ALGARBE. Sin embargo, el regimiento no estaba estacionado en Boizenburg y sus alrededores. Primero estuvo en Vierlanden (15 de septiembre de 1807), luego en Stade (15 de diciembre de 1807) y Harburg (1 de marzo de 1808). Por lo tanto, se puede suponer que el botón actual probablemente llegó a Boizenburg durante una marcha o una ocasión similar con una estadía breve.

Las otras tres piezas están etiquetadas como REYNA (= Reina) Fueron recuperadas cerca de Boizenburg y el cercano Bahlen. Sin embargo, la inscripción por sí sola no es suficiente para asignar de forma fiable los tres botones a una unidad. 

En el ejército de España alrededor de 1800, varios regimientos llevaban el nombre de «de la Reina», uno en la infantería y tres en la caballería. En general, es problemático ya que en 1807/08 ninguno de los cuatro regimientos de la ‘Reina’ estaba con el Cuerpo de la Romana en el norte de Alemania. 

Sin embargo, esta aparente contradicción podría resolverse con relativa facilidad. Las tropas que se dirigieron al norte en 1807 fueron reforzadas con dotaciones nominales gracias a las donaciones de otras unidades. Es revelador en este punto que el regimiento de caballería de línea «del Rey», recibió caballos del regimiento de caballería de línea «de la Reina» cuando marchaba vía Burgos, a los que los presentes botones pueden tener relación. 

No se pudo determinar si, además de los corceles, también los jinetes cambiaron de unidad. Es posible, pero igualmente probable que los uniformes viejos o excedentes o partes de los mismos fueran entregados, quizás también por la infantería. Quizás los botones del uniforme se perdieron durante los descansos de la marcha, pero quizás también durante las caminatas fuera de servicio. [2]

*Fig. 1: Boizenburg, distrito de Ludwigslust-Parchim. Botón de uniforme del Regimiento de Caballería del Algarve. Aleación de cobre con lámina de plata repujada aplicada, 17 mm aprox., 1,78 g. Foto: LAKD MV, Arqueología Estatal, S. Suhr. / Fig. 2: Boizenburg, distrito de Ludwigslust-Parchim. Botón de uniforme de un regimiento denominado ‘de la Reina’. Las marcas del fabricante son visibles en la parte posterior. Aleación de cobre, aproximadamente 15 mm, 2,36 g. Foto: LAKD MV, Arqueología Estatal, S. Suhr.


Por las noches, el acuartelamiento y el toque de silencio parecían despertar más atractivo por las tardes en el pueblo que en los soldados. Generalmente tenía lugar una hora después de que se cerrara la puerta, después del anochecer, el tambor mayor tenía consigo todos los tambores de uno o más regimientos, de 30 a 40 o incluso más tambores, alineados en el gran Neumarkt, desde donde los acompañaba con un tamborileo constante ejerciendo todos los movimientos hábiles y posibles con su gran bastón ricamente adornado, marchando al paso hasta sus alojamientos. Los otros tambores tocaban juntos o individualmente en sus cuarteles que a menudo se encontraban en partes distantes de la ciudad.

Los españoles tenían un cuerpo de música con tambores, y esta música vespertina militar diaria era acompañada por las calles por la gente que entraba y salía, a menudo hasta 200 personas de ambos sexos de todas las clases de la población, para el particular deleite de la lozana juventud de la época, que participaba en innumerables ocasiones. Por el lado militar, se emitió la orden de que, en un momento determinado después de este recital de tambores, el baile en todos los salones y posadas tenía que parar. Para asegurarse de que esta orden se cumpliera, las patrullas debían recorrer los salones de baile. Sin embargo, lo poco que se podía confiar en las patrullas para llevarse a sus propios camaradas de la pista de baile solo se puede ver en la continuación de tantos incidentes de ese tipo, de los que todavía se habló a menudo en años posteriores10.

Varias escenas divertidas tuvieron lugar cuando llegó la primera nevada en noviembre; los soldados españoles catalanes y andaluces nunca habían visto caer la nieve11.

Cuando por fin se detuvo el hielo del Alster, el observador vio una imagen muy divertida de nuestros muchachos enseñando a los españoles a deslizarse y patinar. Así transcurrió el invierno de forma tolerable para las tropas españolas, celebrando con la gente de Hamburgo la celebración de la Navidad y el comienzo del nuevo año de manera popular.

Después de que estallara la guerra entre Suecia y Dinamarca a finales de febrero de 1808, en la que Inglaterra se puso del lado de Suecia, el primer destacamento del ejército francés combinado recibió órdenes de apoyar a Dinamarca contra Suecia, desde Hamburgo vía Altona y Blankenese hasta Holstein – bajo el mando del Príncipe de Ponte-Corvo – y el 5 de marzo casi todos los regimientos españoles abandonaron Hamburgo para operar en el norte. La despedida de los españoles fue conmovedora para la población femenina de las clases serviles y para la querida juventud de Hamburgo. Las criadas de Hamburgo derramaron muchas lágrimas por los alegres e inocentes jóvenes españoles, y todo Hamburgo rezumaba simpatía, preocupado por su destino futuro.

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1El propio Blücher llegó más tarde a Hamburgo como prisionero y permaneció allí hasta que fue canjeado por el general francés Víctor el 18 de marzo de 1807.

2El coronel Almeille apareció con una tropa de cazadores a caballo transportando prisioneros y heridos el 16 de noviembre en Hamm (a dos días a pie de Hamburgo), se instaló allí en la casa del jardín de un senador, vendió parte del botín que había tomado en Lübeck y amenazó con ocupar la ciudad de Hamburgo.

3La ciudad de Hamburgo era miembro de la medieval Liga Hanseática, una ciudad estado libre del Sacro Imperio Romano, siendo brevemente anexionada por Napoleón entre 1810 y 1814, como capital del departamento de las Bouches-de-l’Elbe. Durante la campaña de 1813 el mariscal Davout fue encargado de organizar la defensa de Hamburgo desde mes de mayo contra fuerzas aliadas combinadas rusas, alemanas y suecas, tarea a la que el talentoso mariscal se aplicó contra viento y marea, de una manera férrea y negándose a rendirse incluso después de la abdicación de Napoleón, sospechando que era una treta enemiga. Finalmente solo rindió la ciudad cuando llegaron noticias del nuevo gobierno provisional el 27 de mayo de 1814.

4Pedro Caro y Sureda, marqués de la Romana, nacido en 1761 en Sevilla, muerto en 1811 en Santarém.

5El Regimiento de granaderos de La Princesa era uno de los más destacados cuerpos de la tropa, que el nuevo rey español José, hermano de Napoleón, consideraba especialmente sospechoso por su fervor patriótico. Por lo tanto, Napoleón había ordenado enviarlo hacia el norte, lo envió en marchas forzadas directamente a través de Francia y a través del Rin hasta el norte de Alemania, y así, después de prolongadas dificultades, la ciudad de Hamburgo se convirtió en la primera guarnición permanente de este regimiento desde que dejó España.

6Un paseo grandioso y elegante a orillas de los lagos Alster, Jungfernstieg cuenta en la actualidad con tiendas y lugares de interés turístico.

7Vendría a ser un como un baile de etiqueta, con vestimenta muy arreglada.

8¿Verduras?

9Botella de vientre ancho y corto, y cuello bastante largo. (R.A.E.)

10Una tarde apareció una patrulla de soldados españoles en un salón de baile en el casco antiguo y encontró a varios de los compañeros de armas de su propio regimiento bailando alegremente; por persuasión, los primeros deciden participar en el baile. Una hora más tarde llegó una segunda patrulla, que no lo hizo mejor, y si hubiera llegado todo el regimiento, el baile no se habría detenido durante la noche, si no fuera por los celos propios de los españoles con respecto al sexo femenino, por una reyerta general en que habían incurrido, por lo que se descubrió el delito de ambas patrullas y terminó con la aparición de algunos oficiales con soldados de otro regimiento y arrestando a los peores pendencieros y a los jefes de patrulla, y enviando a los demás soldados a sus cuarteles bajo aviso.

11Marianne Prell describe con encanto una escena así en sus «Memorias de la época francesa»: Los españoles estaban haciendo ejercicio en el prado frente a la puerta de piedra cuando empezó a nevar. Era evidente el asombro de los soldados españoles; cogieron los copos de nieve en sus manos y se sorprendieron al verlos derretirse instantáneamente. Luego persiguieron los copos, pero su mejor diversión fue después, cuando todo el prado estaba por la mañana lleno de nieve, para luego bombardearse unos a otros con bolas de nieve como los muchachos de Hamburgo. Nunca habían experimentado tanta diversión en la nieve en la cálida España.


Fuentes:

1 – «Das spanische Militär in Hamburg 1807-1808» – Th. Holtzmann, Verlag von Jürgensen&Becker, Hamburg, 1907

2 – https://www.kulturwerte-mv.de/Landesarchaeologie/Fund-des-Monats/Bisherige-Beitr%C3%A4ge/2017-03-Spanische-Uniformkn%C3%B6pfe-%E2%80%93-Napoleonischen-Kriege/?fbclid=IwAR11KUsz1G1DYZw4a693KFYaHFqu1FQlz9gy-MpelU_FU-x8coiNX2PYUzA

Imágenes:

a – «Das spanische Militär in Hamburg 1807-1808» – Th. Holtzmann, Verlag von Jürgensen&Becker, Hamburg, 1907

b – De Vicente López Portaña – [2], Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=45769725

c – https://mapas.owje.com/13609_un-plano-de-la-ciudad-de-hamburgo-1800.html

d – https://www.kulturwerte-mv.de/Landesarchaeologie/Fund-des-Monats/Bisherige-Beitr%C3%A4ge/2017-03-Spanische-Uniformkn%C3%B6pfe-%E2%80%93-Napoleonischen-Kriege/?fbclid=IwAR11KUsz1G1DYZw4a693KFYaHFqu1FQlz9gy-MpelU_FU-x8coiNX2PYUzA