Manresa: la quema de papel oficial, guerra y represión

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Manresa fue una de las primeras ciudades en Cataluña en manifestarse en contra de la presencia ejercito invasor francés, quemando públicamente en 1808 el papel timbrado oficial cuyo uso se quería extender a todos los territorios ocupados. Aparte del elemento esencialmente patriótico también se mezclaban elementos de tipo social, político y de pensamiento en unos años de cambio de poder en las clases dominantes, por lo que, como señala Antonio Moliner, se produjeron en diferente lugares de Cataluña -en paralelo- manifestaciones antiseñoriales, de una marcada revuelta social contra el Antiguo Régimen. En el caso de Manresa, al igual que en otros lugares, el colapso del comercio con las colonias de América como resultado de la guerra contra Inglaterra provocó una profunda crisis económica que había dejado en la pobreza y la miseria a la mayoría de los artesanos textiles de la ciudad y a los campesinos. Estos dos colectivos serian los protagonistas más exacerbados de la revuelta, y que luego engrosarian las filas de los somatenes locales, una milicia local no exenta de experiencia combativa, como había demostrado en la guerra contra la Convención (1793-1795), cuando los somatenes locales participaron en los combates.

Manresa también se vería envuelta en varios episodios de ocupación en los años posteriores, que resultaron en saqueos y en el incendio de numerosos edificios, talleres y la destrucción de sus molinos y fábricas de pólvora, una de las industrias principales de Manresa y que habían sido de gran importancia durante casi todo el siglo XVIII y por añadidura en el esfuerzo de guerra patriota durante la guerra.

Una imagen del cuadro «La quema del papel sellado» (1895, por Francesc Cuixart Barjau). La escena es una interpretación de una pintura mural de 1811 de la masía Les Farreres de Relllinars, de la cual existe una copia del mismo Cuixart del año 1897 en el Museo Comarcal de Manresa.

Manresa, guerra y represión

“La pólvora elaborada en Manresa
en el año 1787 era todavia superior
en 1800 a todas las de Europa”

Manuel Martínez Rueda (1833)

Durante la Guerra de Independencia en Cataluña, una ciudad como Manresa tuvo una clara importancia estratégica por dos motivos principales: el primero por su situación geográfica en la Cataluña central, un territorio que no fue completamente dominado por los franceses hasta practicamente finales del año 1812, y la segunda por su industrias de molinos polvoreros hidraulicos, que eran de los más importantes en Catalunya y que proveyeron a las unidades combatientes en su lucha contra las tropas imperiales.

El 28 de mayo de 1808, se había constituido la Junta de Lérida, que envió varios comisionados para fomentar la insurrección a Tortosa, Tarragona y Vich, y a la propia Manresa, donde el 2 de junio, la ciudad se convirtió también en uno de los primeros focos declarados de resistencia al invasor cuando decenas de manresanos (muchos de ellos jóvenes trabajadores que vivien en la miseria por la paralización de la industria manufacturera y el comercio, y que más tarde ingresarían en las filas del somatén) quemaron públicamente en la Plaza Mayor de la ciudad el papel timbrado oficial con el nombre del lugarteniente general del Reino y mariscal Joachim Murat -impuesto en todo el territorio ocupado- y que acababa de llegar con unas altas contribuciones impuestas por los invasores. Ese mismo día el gobernador militar y político, Francisco Codony de Paladella, dirigió un bando invitando al pueblo a la calma y a empuñar las armas contra los franceses. Los comisionados de los gremios recurrieron a las autoridades constituidas y a los propietarios y gente rica de la ciudad para formar una Junta de Gobierno1. Immediatamente las autoridades hicieron público un bando que reconocía a Fernando VII «como rey y señor natural» y pedía el alistamiento de los ciudadanos para tomar las armas y la preservación del orden y la disciplina. Posteriormente eses mismo papel timbrado vería su sello substituido por el escudo de Manresa.

En la foto superior la Plaza mayor en el año 1912 con la Casa Consistorial (1777) de estilo barroco al fondo (Foto: J/Obradors / Archivo Comarcal del Bages) y en la inferior la fachada en la actualidad.
Placa conmemorativa colocada en el centenario de los hechos (texto traducido del catalán de la época) en la esquina del pórtico de la fachada lateral del Ayuntamiento de Manresa.

Seguidamente las tropas francesas del general Schwartz partieron hacia Lérida, también con el objetivo de castigar la rebeldía de Manresa y apoderarse de sus molinos de pólvora. El día 6 de junio se dirimió el 1er combate del Bruc, donde los imperiales fueron rechazados por los somatenes de la zona en el cuello del Bruc y donde se usaron por primera vez de balas cónicas de hierro, que tenían la capacidad de agujerear las coraza de las tropas de vanguardia imperiales2. Los manresanos las habían hecho con las barras que aguantaban las persianas de los balcones debido a la escasez de plomo. Seguidamente, en medio de todo este fervor combativo y de resistencia la Junta de Manresa propuso el 8 de junio la idea de crear un organismo superior que englobara todo el movimiento de resistencia a nivel de toda Cataluña, pero, fue la ciudad de Lérida quién llevó a cabo esta resolución3.

«Batalla del Bruc» (1946) – Obra de Albert Pujol y Estanislau Vilajosana en el Ayuntamiento de Manresa

Unos días más tarde, el 14 de junio, los imperiales volvieron, esta vez al mando del general Chabran, con una columna con un número mayor de efectivos. Volverían a intentar forzar el paso por las agrestes montañas y también esta vez con idéntico resultado. (en nuestro blog tratamos en su momento dichos combates).

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LAS FÁBRICAS DE PÓLVORA DE MANRESA

Las primeras fábricas de pólvora en Manresa databan de mediados del siglo XVI. El año 1717 se tomó control por parte de las autoridades de las fábricas de pólvora, el refino y los utensilios que habían en la ciudad. Las fábricas de pólvora proveyeron desde entonces a los almacenes reales, y ya en 1741 se tuvo que construir otro edificio para poder dar respuesta a la altas demandas de material. La fabricación de pólvora no obstante no estaba exenta de peligrosidad, y puntualmente se producían explosiones con el resultado de algunos muertos y heridos. A pesar de la creación de alguna compañía para la fabricación de «sal saturno», parece ser que la práctica habitual era la de alquilar los molinos. Ya en el año 1769 existían tres molinos de pólvora, ubicados cerca del rio Cardener y en el año 1789 constaban ya cuatro fábricas de pólvora.

En el año 1798 Manresa era una de las grandes fábricas reales –sinó la más avanzada– de pólvora de España, juntamente con las de Villafeliche, Alcázar de San Juan, Granada y Múrcia. Un Edicto Real de 1802 mandaba que la fábrica de Manresa, por su situación, falta de ahorro de transporte, trabajaría solamente para el abastecimiento de los estancos y consumo del público bajo la dirección del ramo de la Real Hacienda. Durante la Guerra de Independencia se podía leer en la prensa: «Manresa libre, pólvora fabrica, que a todo el principado comunica». Incluso en Manresa en julio de 1808 se proyectó la instalación de una fábrica de armas de fuego para luchar contra los franceses, con la ayuda de los armeros de Ripoll. No es extraño que la ciudad fuera uno de los puntos que los franceses quisieran atacar para sacar de circulación su actividad polvorera y armamentística y aunque estos últimos lograran dañar la maquinaria, la actividad polvorera se volvería a rehacer de nuevo4.

Imagen superior: Plano de una de las fases de fabricación de los molinos de pólvora como el de Manresa («Arte de fabricar el salitre y la pólvora», Manuel Martínez Rueda 1833).
Imagen inferior: Fotografía aérea de Manresa de 1929, de José Gaspar i Serra / ICC. Se señala con un trazo rojo la ubicación de los antiguos molinos polvoreros.

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Las dos victorias dieron moral a los sublevados patriotas pero también provocaron la aparición de disturbios populares en varios lugares y en la propia Manresa, donde el día 2 de julio unos exaltados asesinaron al gobernador militar de la ciudad, Codony de Paladella, acusado de colaboracionista con el enemigo, y tres prisioneros, uno de los cuales era frances. El alcalde Joaquin de Torres también huiría de la ciudad y fue encarcelado en Guisona. El orden fue restablecido por un capitán, Francisco Riera, quien dispuso rondas callejeras, encarceló a los culpables y constituyó una nueva Junta de gobierno, compuesta por 8 eclesiásticos y religiosos y 18 seglares. No obstante, el el 10 de julio hubo otro alboroto con el resultado de un muerto y dos heridos. A partir de entonces, los ciudadanos más ricos se fueron de Manresa para evitar el pago de las exorbitantes contribuciones y para evitar más asesinatos. Las cosechas y los rebaños perdidos y el mantenimiento del colapso comercial provocaron una crisis económica de grandes proporciones y la miseria de la mayoría de la población2 .

La plaza Mayor – desde la calle del Obispo – que tiene su origen en el mercado que se celebraba desde el s. XI.
Iglesia de Santa Lucía, en la misma via de San Ignacio, calle afectada por los incendios de la guerra.
La calle de Sobrerroca fue una de las que sufrieron los incendios por los ocupantes franceses. A la izquierda una imagen de la torre medieval de Sobrerroca, de planta cuadrada, que quedó escondida por las casas vecinas hasta el derribo de las mismas en 1966. En la imagen derecha inferior, vemos la misma calle en un plano de 1847 del arquitecto Antonio Rovira y Trias.

Esta situación ya se mantendría durante toda la guerra, agravada por cinco incursiones del ejercito imperial en Manresa entre 1810 y 1812. Entre el 16 de marzo y el 4 de abril de 1810 entró en la ciudad un contingente de casi 8.000 soldados comandados por el general Schwartz. El 5 de noviembre se produjo la primera operación de castigo, con el incendio de unas cincuenta casas, el saqueo de edificios y el ajusticiamiento de tres personas en el balcón del Ayuntamiento. Pero los hechos más graves de la ocupación francesa se produjeron el 30 de marzo de 1811 con la quema de la ciudad (al menos cuatrocientos cuarenta edificios de los 1.730 de que constaba) por parte de los 8.000 hombres del general Macdonald, que previamente la habían saqueado y habían ejecutado a seis personas. 

Los principales lugares con edificios incendiados fueron la via de San Ignacio (antiguo torrente) con 29 casas quemadas, la torre del Portal de Sobrerroca [núm. 2] con 42 casas quemadas, la contigua calle Serarols (29 casas quemadas), la plaza del Carmen, la calle Cap del Rec y la plaza Mayor, con 33 casas quemadas2.

A finales de julio el mismo general volvió a Manresa procedente de Vich y ejecutó a cuatro personas más. El último incidente grave se produjo entre el 15 y el 19 de noviembre de 1812 cuando pasó por la ciudad el ejercito del general Decaen, procedente de Vich. Al parecer el general tuvo de detener un nuevo incendio de la ciudad -se quemaron algunas casas- porque sus soldados estaban enfurecidos por no encontrar comida durante el saqueo. También se destruyeron los molinos polvoreros. 

Retrato de Ramón Montañá y Coca (1904), canónigo de la Seo de Manresa y comandante general de somatenes de Manresa que lucharon en las batallas del Bruch, el 6 y 14 de junio de 1808.
Retrato de Mauricio Carrió y Serracanta (1905), convertido en símbolo de la lucha manresana contra las tropas napoleónicas. Participó en la quema de papel sellado y en las batallas del Bruch. El año 1811 recibió del general Lacy el nombramiento de capitán, y después de comandante.

A partir de 1813 el esfuerzo de guerra francés se debilitó considerablemente como resultado del envío de tropas para la campaña de Rusia y las acciones militares se limitaron a pequeñas incursiones de castigo que no afectaron significativamente a la ciudad. En febrero de 1814 las tropas francesas se retiraron a Francia y la ciudad de Manresa, al igual que muchas otras ciudades del Principado, quedó sumida en una profunda crisis económica que alteró la distribución de la riqueza y cambió de manos el poder político en la villa2 .

Algunos de los personajes destacados en la cantesa fueron Mauricio Carrió y el canónigo Montañá, que tienen ambos calles dedicadas en la ciudad. El primero fue un militar de origen campesino que se destacó posteriomente en las diversas guerras carlistas y el segundo fue uno de los eclesiásticos importantes que formaron parte de la Junta de Gobierno y Defensa de la ciudad, fue enviado a Barcelona para espiar la reacción de los franceses a la revuelta manresana en junio de 1808 y también fue dirigente del somatén en las dos batallas del Bruc.

El viejo puente romano con la Seo de Manresa (1322) en el centro al fondo de la imagen. Por este puente salió el somatén por la carretera de Can Maçana, hacia el Bruch, el 6 de junio de 1808.

NOTA: Agradecer al Sr. Domènech, del Ayuntamiento de Manresa, las facilidades para poder realizar las fotografías en la Galería de manresanos ilustres y en la escalera del Consistorio.


Fuentes:

1) – «Movimientos populares de Cataluña en la Guerra del Francés» – Antonio Moliner Prada, Universidad de Alicante

2) – «Itineraris de la Guerra del Francès: Una passejada per la Història dels territoris de parla catalana» – Núria Sauch Cruz (Coord.) – Institut Ramon Muntaner i Ajuntament del Bruc, mayo de 2008

3) – «El movimiento Juntista en Lérida a principios de la Guerra de Independencia» (1808) – Antoni Sánchez i Carcelén, 06/07/2009

4) – «Les fàbriques de pólvora a Manresa i al Bages» – Jaume Plans i Maestra, Hivern 2009 – Dovella, 06/02/2012

5) – «Manresa» – Antonio Gallardo, Biblioteca de Turismo de la Sociedad de Atracción de Forasteros. Volumen XXX.- Barcelona – Julio / Diciembre, 1933

6) – «El Pou de la gallina» – Junio 2008 – Núm. 233 – https://docplayer.es/71068551-Conxita-parcerisas-jordi-badia.html

7) – «Cataluña Armería de los Borbones» – Ricard Martí Morales, Ed. Salvatella, 2004

8) – https://www.manresa.cat/web/menu/7398-segle-xix-de-la-guerra-del-frances-a-la-ciutat-industrial

Imágenes:

a) – Imágenes del autor.

b) – Paneles informativos monumentos ciudad de Manresa