Hoy, 2 de diciembre de 2015, se cumplen 210 años de la batalla de Austerlitz, una de las batallas más famosas en la Historia moderna. Considerada como una de las obras maestras de Napoleón, y probablemente la más determinante, acabando con su victoria con la Tercera Coalición de naciones que se había aliado contra él.
La leyenda de Austerlitz adjudica la iniciativa del fuego de antorchas de paja a no menos de una docena de testigos. Resulta imposible emitir un juicio. Lo único que cuenta son los resultados1. Os dejamos ahora con algunos testimonios de soldados que estuvieron en este singular y famoso momento que transcurrió en la hoy localidad checa de Jiříkovice:
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Napoleón entre sus tropas (1) |
VIVENCIAS Y MEMORIAS
El Barón de Marbot nos relata en sus memorias sus vivencias de aquella noche:
\»El 1 de diciembre, víspera de la batalla, Napoleón, que dejó Brno por la mañana, había empleado toda la jornada examinando las posiciones, y por la tarde había establecido su cuartel general en la retaguardia del centro del ejército francés, en un punto donde su ojo abarcaba los vivacs de ambas partes y la tierra que iba a ser su campo de batalla al día siguiente.
Había otro edificio en este lugar, un pobre granero: alguien colocó los mapas y cartas del Imperio, y se estableció en persona con su numeroso Estado Mayor y su guardia en medio de un gran fuego. Afortunadamente, no había nieve, y aunque hacía mucho frío, me acosté en la tierra y me quedé dormido; pero pronto estuvimos preparados para montar a caballo y acompañar al Emperador en la visita que haría a sus tropas. No había luz de la luna y la oscuridad de la noche se incrementó con una espesa niebla que hizo muy difícil el caminar.
Los Cazadores a caballo de la escolta del Emperador pensaron en encender antorchas hechas con madera de abeto y paja, lo cual fue de gran ayuda. Las tropas vieron llegar un grupo de jinetes tan iluminados, reconocieron al Estado Mayor General Imperial, y en ese momento, como si fuera por arte de magia, vimos una gran línea de fuegos de nuestros vivacs iluminados por miles de antorchas llevadas por los soldados que, en su entusiasmo, saludaron a Napoleón aún más animados ya que el día siguiente era el aniversario de la coronación del emperador, coincidencia que les pareció de buen augurio. El enemigo tuvo que sorprenderse cuando, desde lo alto de la colina vecina, vieron en medio de la noche sesenta mil antorchas y oyeron repetir mil veces los gritos de \»¡Viva el Emperador!\» unidos a los sonidos de la música de muchos regimientos franceses. Todo era alegría, luz y movimiento en nuestros campamentos, mientras que en el lado austro-ruso, todo estaba oscuro y silencioso\»2.
Vayamos al relato que nos cuenta un soldado de infantería de la Guardia, Jean-Baptiste Barrès:
\»Poco después, el emperador llegó a nuestro campamento para vernos o para leer una carta que alguien acababa de darle. Un soldado de caballería tomó un puñado de paja y lo encendió para que le fuera más fácil leer la carta. El emperador fue de un campamento a otro, y lo seguimos encendiendo antorchas para iluminar su camino. A medida que su visita transcurría e iba más allá, el número de antorchas se incrementó. Los hombres lo siguieron, gritando \»¡Viva el Emperador!\» Estos gritos de afecto se expandieron con entusiasmo en todas direcciones como un reguero de pólvora. Todos los soldados, sargentos y oficiales agarraron antorchas improvisadas y en menos de un cuarto de hora toda la Guardia, todos los granaderos juntos, hicieron lo mismo, el Quinto Cuerpo a nuestra izquierda y por delante de nosotros, el Cuarto a nuestra derecha, así como el Tercero más lejos y por delante, y por último el Primero que se encontraba una media legua atrás. Había luces por todas partes, una oleada de entusiasmo que fue tan repentino que el emperador debió haberse deslumbrado. Fue una magnífica vista, tremendo…3\»
El veterano Jean-Stanislas Vivien recordaba unos años después, en 1834:
«Durante la velada que precedió a la batalla, mientras visitaba de incógnito los vivacs, es reconocido por las tropas. De inmediato los soldados encienden innumerables gavillas de paja, improvisando así una iluminación apoteósica, saludando al Emperador y vitoreándolo al tiempo con clamores apasionados y mil veces repetidos de “¡Vive l’Empereur!”»4.
En sus famosas memorias, el capitán Jean-Roch Coignet mantiene el mismo discurso:
\»
Para iluminar su camino, Brune y algunos granaderos a caballo de su escolta llevaron antorchas encendidas: era la señal para una iluminación general. Cada uno cogió, de los vivacs un puñado de paja en cada mano y lo encendió. Pronto todo fue brillante, todo el frente de nuestro ejército, un sinnúmero de luces; entonces, cuando el emperador pasó, fue recibido por los aplausos frenéticos, la música sonaba, los tambores batían en los campos5\».
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Napoleon visitando los distintos campamentos (I) |
LA NOCHE MÁS FELIZ DE MI VIDA
En esta Avenida de las luces, espontáneamente se oían los versos de la emblemática canción \»
Veillons au salut de l\’Empire\», Napoleón vio a un viejo granadero que venía hacia él, quien le dijo en un tono de respeto -que no disminuía utilizando la forma de
tu– que los soldados veteranos utilizaban para dirigirse a él:
\»Emperador [sic], te prometo que, en nombre de los granaderos del ejército, sólo tendrás que luchar mañana con los ojos. Y vamos a traerte las banderas y los cañones del ejército ruso para celebrar el aniversario de tu coronación!\»
Más movido por los sentimientos de lo que él deseaba traslucir, Napoleón murmuró a los mariscales que lo habían acompañado de patrulla en esa noche:
\»Esta es la mejor noche de mi vida, y no me gusta pensar que mañana vamos a perder muchos de estos valientes.\»2
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La noche de vigilia en Austerlitz (II) |
Sin embargo, la paja seguía ardiendo rápido y, ocultos, los habitantes observaban con tristeza cómo partes de sus casas y graneros desaparecieron en el frío de la noche. Y no fue esta una ocasión excepcional, ya que los soldados franceses, con el fin de mantenerse calientes, estuvieron quemando todo lo que encontraron: marcos de ventanas, puertas y árboles caídos también.6
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Fuentes:
(1) – \»Austerlitz. La Batalla de los Tres Emperadores\» – Pierre Miquel, Ed. Ariel, 2008
(6) – Napoleonic Moravia European History Within reach – DRING Consulting s.r.o. – © 2012 RDASM. Regional Development Agency of South Moravia, all rights reserved –
http://www.morava-napoleonska.cz/en/
Gráficos:
(I) – \»Napoleon visiting the Bivouacs on the Eve of the Battle of Austerlitz, 1st December 1805 (oil on canvas), Bacler d\’Albe, Baron Louis Albert (1761-1824) / Chateau de Versailles, France / Giraudon / The Bridgeman Art Library
(II) – \»The Night Watch at Austerlitz, engraved by E. Giradel\» oil on Canvas. by Auguste Raffet
http://www.wikigallery.org/wiki/painting_229986/Auguste-Raffet/The-Night-Watch-at-Austerlitz,-engraved-by-E.-Giradel
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