Francisco Vela Santiago, ilustraciones con historia en la guerra de la Independencia

Francisco Vela Santiago

Las puntuales entrevistas que realizamos en el blog son un apartado al que tenemos un particular aprecio, ya que nos permiten compartir con el entrevistado un interés y el saber por un momento histórico y producen o mejor dicho propician un intercambio de ideas que es de las experiencias más gratificantes a las que puede aspirar cualquier estudioso o entusiasta de una materia.

Esta semana contamos con la presencia en «El Rincón de Byron» de un convidado especial, Francisco Vela Santiago, autor de varios títulos sobre las batallas de nuestra Guerra de Independencia y que ha tenido la amabilidad de atendernos y dedicarnos una parte de su tiempo. Francisco Vela Santiago nació en Madrid en 1960. Estudió en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Madrid, obteniendo el título de diseñador gráfico publicitario en 1986, dedicándose desde entonces al campo de la delineación y trabajando en proyectos de arquitectura para varios estudios de ámbito nacional.

Se inició en la Historia como simple aficionado en el año 1993, en cuyo estudio ha profundizado y le ha llevado en los últimos años a publicar varios trabajos en distintas editoriales especializadas en Historia Militar, de muy distintas épocas, pero centrado sobre todo en la época napoleónica. Su última obra sobre las campañas de la Guerra de Independencia es: «Guerra de Independencia en Cataluña, 1808-1809. Rosas, Cardedeu, Molins de Rey y Valls«, salido de la imprenta en septiembre de este mismo año y editado, al igual que varias de sus obras anteriores, por Almena Ediciones.

Francisco Vela Santiago: «Efectivamente, no soy historiador, ni militar, tan solo un dibujante que en un momento de su vida tropezó con un libro de historia militar, los ya clásicos de San Martín sobre la guerra de la Independencia y que quedó marcado por ello en esa época, como bien podría haberlo hecho en otra. Reconozco la suerte que tuve de hacerlo con unos libros extraordinarios, que despertaron mi interés y luego mi pasión, de forma desaforada.»

(F.V.S.): «Bien, no sé cómo afrontar esta pregunta en tan solo unas líneas. Pero veamos, la documentación necesaria para afrontar las ilustraciones tiene dos facetas: la extranjera y la española. De la primera es fácil hallar información, tanto digital como gráfica, pues en países como Francia, Gran Bretaña, Alemania, Italia, etc. el estudio sobre sus ejércitos es algo innato, incluso subvencionado. Museos, Bibliotecas, Universidades, Asociaciones Culturales y organismos oficiales como municipios o ministerios ponen todas las facilidades para su estudio y difusión. En España, ocurre todo lo contrario, fuera de instituciones oficiales muy puntuales, el estudio y difusión apenas ha existido. Incluso museos de reconocido prestigio se hallaban medio abandonados, sin fondos para su conservación ni catalogaciones adecuadas, pues ni asesores tenían. Afortunadamente, eso está cambiando.

Sobre la última parte de la pregunta, en el ejército español de esta época, existían reglamentos muy extensos y específicos, que a la hora de la verdad quedaban siempre a merced de los presupuestos y la dispersión geográfica de las unidades. De lo que puedo estar seguro es que a la hora de la uniformidad, ni generales, ni coroneles, ni nadie, decidían sobre el diseño de los vestuarios. Tan solo, al estallar la guerra y desbocarse el alistamiento, hubo que vestir a tanta gente con lo que se tenía a mano y por ello gran cantidad de unidades de nueva creación vestían el consabido y sufrido pardo.«


«Reconocer que no hay dos banderas iguales, pese a un reglamento muy claro, y gozar con el detalle de cada una de ellas, y mostrarlas en mis láminas me ha supuesto un inmenso placer».


(F.V.S.): «Pues, empezando por la parte final, claro que he variado mucho la técnica de mis dibujos. De los primeros trabajos ilustrativos a las últimas infografías, un mundo de posibilidades se fue abriendo a mis manos. Desde que comencé con el diseño por ordenador, también he ido profundizando en el detalle y en el colorido. Y muy especialmente en el diseño de las banderas, en las que he descubierto un especial talento y disfrute. Reconocer que no hay dos banderas iguales, pese a un reglamento muy claro, y gozar con el detalle de cada una de ellas, y mostrarlas en mis láminas me ha supuesto un inmenso placer. 

He de reconocer que el uso de la tecnología facilita mucho las cosas, en especial con mi programa de dibujo, el AUTOCAD, donde se pueden copiar, mover, girar o invertir con tan solo un golpe de ratón, y colorear, degradar o delinear con más facilidad y rapidez que a mano. Aunque también he de reconocer que a veces echo de menos aquellos días de lápiz, pincel y acuarela.»

(F.V.S.): «Hay que diferenciar claramente sobre los historiadores contemporáneos, aquellos que vivieron o conocieron los hechos contados en memorias e historias, con los más actuales, que se basan en aquellos. De los primeros es necesario incidir en el hecho de que cuentan su verdad, la vivida o contada por ellos o por gente cercana a ellos, de forma que apenas se presta atención, o mejor dicho, apenas se estudia a fondo la parte contraria. Por ejemplo, en mis últimas obras, había que consultar las memorias de generales y oficiales franceses para saber su parte de la historia, pero había que leer, por el contrario, la de españoles o ingleses para contrastarlas todas. Con ambas versiones es con lo que se hace la Historia real. 

Sobre la última parte de la pregunta, por desgracia, he de reconocer que nada ha variado en autores extranjeros sobre su concepción de nuestra guerra. Salvo honrosas excepciones, cada historiador cuenta la guerra como le es más rentable. Por ejemplo, un historiador británico, subvencionado por una universidad de su país, sabe que debe escribir la guerra como mejor se vende allí, que al fin y al cabo es de quien vive. Y esto es verídico. Por otro lado, la desconfianza gala a los estudios sobre la guerra de España, les ha llevado a ignorar por completo los estudios ajenos a su interés. Por ejemplo, cuando se inauguró el monolito conmemorativo sobre la batalla de Talavera, hubo que convencer a Francia de que mandara una delegación militar con la absoluta confianza en que no serían ninguneados o humillados. Tal es el concepto que tienen allí de nuestra guerra. Ni que decir tiene que se les trató de primera y se fueron tan encantados como sorprendidos.»


«… Salvo honrosas excepciones, cada historiador cuenta la guerra como le es más rentable.«


(F.V.S.): «Es cierto que, según que batallas, la situación de un ejército en una posición dominante le da ventaja, pero esto ocurría con todos los contendientes, pues todos tuvieron que enfrentarse a ese problema. En Medina de Rioseco, el ejército español aguantó en el alto de Valdecuevas hasta que fue flanqueado por la caballería francesa. En Bailén, sin embargo aguantó todos los envites imperiales gracias al preciso uso de su artillería. Pero en Espinosa de los Monteros, el uso quirúrgico de los voltigeurs franceses pusieron en fuga a todo el ejército asturiano bien posicionado en la sierra de las Peñucas. Los británicos también tuvieron su momento, cuando en Talavera aguantaron en el cerro Medellín todos los ataques de Víctor. Y todo esto sin contar los sitios, donde la posición dominante del sitiado acababa siempre, salvo alguna excepción, como en Burgos, abrumada por la artillería del sitiador.»

(F.V.S.): «Nunca sabremos que podría haber pasado de seguir vivo el marqués de la Romana. Que era un general muy bien considerado tras su épica odisea desde Dinamarca y la magistral gestión que hizo del ejército de la Izquierda tras relevar en el mando al general Blake, es algo muy conocido y estudiado, pero su temprana muerte, en 1811, nos negó su presencia y relevancia. Sería largo y farragoso hacer un compendio de quien fue el mejor general, sería además injusto para muchos de ellos, desconocidos o ignorados por los grandes historiadores. Yo, personalmente y aunque me está mal el reconocerlo, tengo mis preferencias: Zayas, Girón, Lacy, Herrasti, Santocildes… Reding, aunque por desgracia también murió muy pronto, en 1809, en Tarragona.»

(F.V.S.): «Además de la mala política de remonta previa a la guerra, es también necesario añadir la saca de monturas de guerra y tiro para la expedición a Dinamarca. Más de cuatro mil caballos excelentes que quedaron allí tras la fuga del marqués de la Romana, al no poder embarcarlos en los buques ingleses. Esto dejó al resto de unidades con apenas monturas para uno o dos escuadrones operativos, lo que enfrentados a la todopoderosa caballería imperial, siempre con tres o cuatro escuadrones, no les dejaba muchas opciones. Aun así, tuvo sus momentos: la carga de Borbón y Farnesio en Bailén; del Rey en Talavera; de Almansa y Montesa en Miajadas…»

(F.V.S.): «Está claro que la nula bibliografía española sobre este periodo en la narrativa histórica es fruto de un desinterés particular de las editoriales y de la escasa cultura militar de nuestros compatriotas. Salvo muy raras excepciones, de todos conocidos, el panorama literario es escaso. Por otro lado, he de reconocer que el profundo conocimiento del tema es un lastre a la hora de afrontar una novela histórica, ya que me considero un ávido lector que se siente frustrado por tan poco rigor histórico, en especial por parte anglosajona, cuyo desconocimiento de nuestro ejército y su consabido desprecio por todo lo hispano nos han dejado obras realmente bochornosas. Y creo que todos estamos pensando en el mismo caso, el esperpéntico Sharpe y sus fusileros, pfff!»


«Está claro que la nula bibliografía española sobre este periodo en la narrativa histórica es fruto de un desinterés particular de las editoriales y de la escasa cultura militar de nuestros compatriotas. Salvo muy raras excepciones, de todos conocidos, el panorama literario es escaso.»


(F.V.S.): «En estos momentos me encuentro trabajando en la batalla de Sagunto y la rendición de Valencia en 1812, para la colección de “Guerreros y Batallas” donde he publicado hasta ahora la mayoría de mis obras. Y como el tema se va agotando, ya quedan pocas batallas campales importantes, si que me gustaría abrir “otros frentes” como bien dice, en especial el tema biográfico enlazado con el militar. Un personaje que siempre me ha fascinado es el general don Pedro Agustín Girón, marqués de las Amarillas, y desde hace mucho me siento muy atraído por su vida, es fascinante, no solo por ser hijo de don Jerónimo Girón, virrey de Navarra, sobrino político del general Castaños y padre del futuro creador de la Guardia Civil, Francisco Javier Girón (más conocido como duque de Ahumada), sino porque dejó unas memorias muy interesantes donde no deja títere con cabeza y que son poco conocidas.

También tengo otros proyectos, uno en especial gráfico sobre la artillería española de la época napoleónica, ya que es un tema poco estudiado, y mucho menos donde se muestren todos los tipos de piezas, obuses, morteros, carros, bagajes, etc. Pero éste es un trabajo arduo y lento que no se si lo llevaré a buen término.»

Agradecer muy especialmente a Francisco Vela Santiago que nos haya atendido para la elaboración de esta entrada para el «El Rincón de Byron».


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