Maties Ramisa Verdaguer, una perspectiva del conflicto en la Cataluña de 1808-14.

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Esta semana contamos con la presencia en «El Rincón de Byron» o mejor dicho las palabras de Maties Ramisa Verdaguer, historiador barcelonés, catedrático de Bachillerato y profesor en la Universidad de Vic, autor de varios libros, escritos y conferencias sobre el periodo de 1808-14 en Cataluña, que ha tenido la amabilidad de atendernos y comentar con nosotros una serie de cuestiones sobre su actividad docente, la Guerra de Independencia en Cataluña a la que ha dedicado parte de su obra en diferentes medios, su visión del tratamiento del conflicto por parte de los historiadores contemporáneos, el papel de la Juntas en Cataluña, la intervención británica en el Levante y Mediterráneo, el papel de los catalanes en las Cortes de Cádiz, así como ese esperado por muchos retorno del Fernando VII al trono español, que retornaría al antiguo régimen absolutista y acabaría con las esperanzas de muchos de un cambio de rumbo en la política española de la época.

Ya sin más preámbulos os dejamos con las palabras de Maties Ramisa y su visión del conflicto de 1808-14 en España, Cataluña y el Mediterráneo.

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ENTREVISTA M. RAMISA

* ¿Qué enseñanzas o consejos podrían darse a los jóvenes historiadores e investigadores que al igual que en tu caso, quieran dedicar su tiempo y energías a escribir e investigar sobre diferentes aspectos de la Guerra de Independencia en Cataluña (o Guerra del Francés), por ejemplo? ¿Qué errores crees que cometiste al acometer tus estudios e investigaciones que crees que se podrían haber evitado?

«Respecto de los consejos, pienso que el primero sería el de tener motivación para el estudio de esta época y encarar el trabajo sin prejuicios previos. Es decir, no ver de entrada «buenos» y «malos», a los que hay que confirmar en su bondad o maldad por medio de una investigación. A veces las escuelas historiográficas predisponen un poco hacia el maniqueísmo, y por ello creo que el joven investigador debería relativizar la información previa recibida sobre el período en cuestión para no estar condicionado por ella.

Por ejemplo, en el tema de la Guerra de la Independencia o Guerra del Francés está claro que hay unos invasores y unos invadidos, pero una vez estás inmerso en ella te das cuenta que, como en todas partes y en todas las épocas, hay buenos y malos a nivel personal en cada bando. Ni todos los franceses son malvados ni todos los guerrilleros patriotas son honrados y virtuosos. Militares como los generales Duhesme o Lechi fueron duros y crueles, pero el mariscal MacDonald y el general Decaen fueron personas correctas e incluso compasivas. Sí que queda claro, de todos modos, que la lógica de conquista militar impuesta por Napoleón era abominable, y con ese telón de fondo nefasto debía actuar la gente.

Otro consejo obvio sería el de intentar comprender a las personas de aquella época partiendo de la mentalidad dominante entonces, y no de los conceptos actuales. Por ejemplo en los aspectos de la religiosidad y el respeto a las jerarquías que imperaban. También me parece recomendable partir de un buen conocimiento bibliográfico del tema y de las fuentes que habrán de manejarse. Si el futuro investigador es orientado respecto de las fuentes o archivos por un historiador veterano experto, mucho mejor.

Yo me acerqué al tema de la guerra de la independencia por el halo romántico que desprendía para mí. Los grabados de guerrilleros y paisanos combatiendo contra los ejércitos imperiales excitaron mi imaginación y me proporcionaron «combustible» para acometer mis investigaciones, que de hecho me ha durado hasta hoy. Pero me faltó una parte del conocimiento bibliográfico necesario y previo -que tuve que completar sobre la marcha- y también alguien que me asesorara sobre las fuentes. Estas dos carencias dificultaron mis investigaciones.»

* ¿Crees que el tratamiento que se le da actualmente a la Guerra de Independencia en Cataluña en la docencia y en los institutos catalanes es el correcto por contenidos y duración frente a otros períodos históricos que se han dado en tierras catalanas? ¿Crees que los jóvenes catalanes están bien informados o conocen todo lo que transcurrió en el Principado entre los años 1808 y 1814?

«Los jóvenes catalanes no están informados en absoluto de lo que sucedió entre 1808 y 1814. En lo que atañe al conocimiento de contenidos históricos concretos, la situación ha ido a peor en las últimas décadas en Cataluña. Veinte años atrás, los currículums de Ciencias Sociales en la ESO y de Historia en el Bachillerato contenían mucha más historia que en la actualidad.

Por ejemplo, en el cuarto de ESO se estudiaba entonces la historia del mundo contemporáneo a partir de finales del siglo XVIII, con un adecuado nivel de concreción. Por lo tanto, el alumno, aunque no llegaba a conocer la guerra de la Independencia en la Península, sí que estudiaba el imperio napoleónico y, dentro de él, una referencia muy breve a la ocupación francesa de España. Tenían un marco de los acontecimientos. Los que seguían estudiando y cursaban el Bachillerato tenían la Historia de España en el segundo curso, de carácter obligatorio, que empezaba precisamente con una visión sucinta del siglo XVIII en Cataluña y en el conjunto de España, y continuaba con los temas de la Guerra del Francés, las Cortes de Cádiz y la restauración del absolutismo. Y más importante aún, estos temas estaban incluidos en la prueba de Selectividad.

Además, los alumnos de Bachillerato podían cursar la asignatura optativa de Historia del Mundo Contemporáneo en el primer curso, donde se profundizaban los conocimientos adquiridos en el cuarto de ESO sobre la revolución francesa y el imperio napoleónico.

Esta estructura curricular fue cambiando desde finales de la primera década del siglo XXI. La Historia de segundo de bachillerato, la única que se ocupaba del período de 1808 a 1814 en toda la etapa de la ESO y del Bachillerato, perdió casi todo su contenido del siglo XIX, ya que se decidió que en la prueba de Selectividad tan solo se exigiría la materia a partir de la Restauración de 1875. Por lo tanto, el período decimonónico anterior se trataba en pocos días a principios de curso, como una simple introducción. Y en ella, con suerte, se hacía una breve alusión a la guerra de la Independencia.

Este es el currículum de Historia de segundo de bachillerato que se ha mantenido hasta ahora en Cataluña, y que creo que perdurará hasta 2023, momento en que debería cambiar por otro a causa de la nueva Ley de Educación, ignoro con qué contenidos. Es decir, desde hace muchos años no se estudia con cierto rigor, en los institutos Cataluña, la historia del país anterior a 1875.

Por lo que respecta al cuarto curso de ESO, continua hoy vigente la historia del mundo contemporáneo, cuyo contenido en historia ha quedado algo descafeinado por la introducción de otros conceptos interdisciplinares (dimensión cultural y artística, dimensión ciudadana) y procedimentales. Si bien en el temario se alude a aspectos de la historia de Cataluña y del conjunto de España (siglo XVIII, revolución industrial, catalanismo y su evolución, II república, guerra civil y franquismo) es difícil que puedan tratarse correctamente dada la extensión del programa. Y en cambio, desaparece cualquier mención específica a la Revolución Francesa y al imperio napoleónico, englobados en un genérico «liberalismo y revoluciones burguesas».

En conclusión y respondiendo a la primera parte de la pregunta, el tratamiento que se da a la guerra de la Independencia en Cataluña en la enseñanza secundaria es sencillamente inexistente, como buena parte de la historia del país anterior al siglo XX. Por ejemplo, en el tercer curso de la ESO, la historia de España y de Cataluña de la Edad Moderna se engloba en este solo epígrafe: «Formación y evolución de la monarquía hispánica. Cataluña dentro de la monarquía de los Austria: permanencia de las instituciones y conflicto político».»

* En tu opinión, ¿qué diferencias más significativas has encontrado en el tratamiento de los historiadores franceses (e ingleses, si es el caso) y españoles del siglo XIX que consultaste o tuviste acceso en tus investigaciones, sobre el tratamiento de la Guerra de Independencia en Cataluña (o Guerra del Francés) en general? ¿Crees que los historiadores contemporáneos de esos mismos países han variado su visión de lo que fue el conflicto, o aún arrastramos los “vicios” o malas interpretaciones de épocas pasadas?

«Como otros grandes acontecimientos históricos, con el paso del tiempo la guerra de la Independencia ha ido perdiendo a ojos de los historiadores sus aristas más marcadas de tipo religioso, político o mítico. La lejanía ha permitido a los estudiosos ir variando el enfoque para situarse en un terreno más desapasionado con el fin de intentar ganar en objetividad. En palabras de Jean-René Aymes, ha existido un proceso de «desheroización». Eso no significa que no siga habiendo algunas importantes divergencias entre los historiadores.

En el ámbito de las causas de la guerra y de la resistencia anti-francesa, la idea que la población luchaba por los grandes principios de monarquía, religión y patria ha perdido terreno frente al concepto de pelea por los intereses más cercanos de la gente, como la familia, los medios de vida y el territorio próximo. Eso no quiere decir que no se valoren también los primeros. Por otra parte, la invasión napoleónica externa perpetrada con alevosía como factor principal y evidente del conflicto, que nos transmitieron los historiadores decimonónicos, fue impugnada por una corriente historiográfica del siglo XX en favor de una interpretación que privilegiaba la crisis interna de la época de Carlos IV y Godoy como factor desencadenante. Hoy día parece haberse vuelto implícitamente a los primeros planteamientos de resistencia a la invasión externa y de deseo de independencia.

En Cataluña, el combate de la población en favor de la independencia española que valoraban los grandes historiadores catalanes del siglo XIX, como Bofarull y Blanch, fue matizado por otros autores a partir del surgimiento del catalanismo político, que no se encontraba cómodo con aquellos planteamientos. Pero actualmente la historiografía catalana continua remarcando la oposición en Cataluña a las tropas imperiales al lado del conjunto de España, por medio de la tesis del «doble patriotismo». Además, ha quedado claro a partir de todas las fuentes que la resistencia patriótica en Cataluña fue superior a la de otras regiones españolas.

Un factor de consenso en la historiografía es la consideración de que la guerra de Independencia fue clave en la fundamentación de la identidad nacional española, iniciada en las Cortes de Cádiz y afianzada con muchas dificultades a lo largo del siglo XIX.

Dos «mitos» transferidos también por los historiadores decimonónicos han sido revisados por la historiografía actual, a mi juicio correctamente. De un lado, el del alzamiento masivo y unánime del pueblo contra la invasión francesa; se ha comprobado que la realidad no era tan heroica, que hubo mucha deserción en las filas españolas y mucha reluctancia de la gente común y de los privilegiados a pagar los impuestos, las requisiciones y los préstamos forzados.

De otro lado, tampoco se admite sin matizaciones severas el papel patriótico y militar de la guerrilla, que a menudo caía en la extorsión y el bandidaje sobre la misma población que proclamaba defender. En cambio, en su lugar existe una cierta revalorización del papel del ejército regular.

Las Juntas fueron esenciales para llenar el vacío de poder a partir de 1808 y alcanzaron una gran representación popular, pero hoy en día también se destacan sus defectos: rencillas entre ellas y con los militares, ineficiencia e intromisión inadecuada en las cuestiones bélicas y estratégicas. A ello se refiere una frase de la época, la «funesta manía de dar batallas».

La consideración de los afrancesados como traidores ha dado paso a una evaluación más humana de ese fenómeno, que elimina el componente de culpabilidad de estas personas y que en algunos autores llega a una valoración francamente positiva de los colaboracionistas. En Cataluña es el caso del afrancesado ampurdanés Tomás Puig.

Pocos historiadores franceses se han sentido atraídos por el estudio de la invasión napoleónica en la península, quizás por razones obvias. En cambio, hemos podido aprovechar multitud de Memorias escritas por militares napoleónicos que han arrojado mucha luz sobre la contienda. Entre los historiadores galos que han trabajado en la guerra de Independencia española -y específicamente en Cataluña- cabe destacar a Conard, Desdevises, Michonneau y Aymes. Todos ellos han realizado una labor muy laudable, los dos primeros en la vertiente positivista y documental a principios del siglo XX, y los dos restantes en perspectivas más sociológicas y culturales.

Por lo que se refiere a los historiadores anglosajones, su aportación a la Peninsular War ha sido muy considerable. Van desde las gigantescas obras decimonónicas de Napier, Oman y Fortescue, a las modernas visiones de Lovett, Glover, Esdaile y Lipscombe. Los primeros hacen hincapié en el considerable esfuerzo británico en España, poco secundado por un país primitivo y desorganizado, que contaba con un ejército desastroso y una población poco laboriosa y atada a la religión. No distinguen entre España y Cataluña, excepto por una mayor resistencia antinapoleónica y consistencia social en esta última. Oman es más comprensivo con la situación española.

Del segundo grupo de historiadores destaca el prolífico Esdaile, que ha presentado abundantes propuestas revisionistas sobre la guerra de la Independencia. Insiste también en el desorden y la ineficacia del ejército español, y en el decisivo papel de Wellington en la derrota francesa. Pero además considera que el levantamiento popular en masa a favor del lema Dios, Patria y Rey es poco más que una invención, y que las realizaciones atribuidas a la guerrilla son un mito. Quizás su planteamiento más polémico es la afirmación de que la guerra de la Independencia en España influyó poco en la derrota final de Napoleón, una tesis que contradice el pensamiento de casi todo el conjunto de la historiografía.»

* El papel de las Juntas, con sus diferentes subdivisiones en las diversas provincias, fue singular en términos de autoridad política y organización -con muchas veces pocos medios (y dinero)- del esfuerzo para la guerra. En el caso de sus relaciones con la rama militar, ¿su impacto podríamos considerarlo un elemento más negativo que positivo teniendo en cuenta que entre 1808 y 1814 se sucedieron hasta 17 capitanes generales en Cataluña?

«Las Juntas fueron vitales para salvar el vacío de poder que se produjo al principio de la guerra, después de la abdicación de los monarcas españoles, y continuaron siéndolo durante buena parte del conflicto para organizar la parte política y económica del país, en un ambiente de gran desarticulación administrativa provocado por la invasión. Fueron decisivas también para allegar recursos y hombres para la guerra.

Pero el poder de las Juntas tuvo también su lado negativo. La falta de cooperación entre ellas a nivel provincial fue bastante escandaloso. Por ejemplo, la Junta de Valencia ayudó muy poco a Cataluña y Aragón en la lucha que estas dos últimas provincias libraban contra los napoleónicos desde el primer día. Hay que tener en cuenta que Valencia no fue invadida hasta finales de 1811, y por lo tanto tenía hasta esta fecha buena parte de sus recursos intactos.

Otro factor perjudicial fue la incapacidad de coordinar los diversos ejércitos españoles hasta que el mando supremo fue otorgado a Wellington a finales de 1812, debido en buena parte al hecho de que cada región hacía bastante la guerra por su cuenta. Por lo que se refiere a Cataluña, las relaciones entre el poder civil de la Junta y el militar del capitán general fueron casi siempre tensas y abocaron a crisis frecuentes. Ello explica el continuo cambio del alto mando militar en el Principado.

Las tensiones en Cataluña se produjeron a causa del aprovisionamiento del ejército y del reclutamiento de soldados, que dependían hasta 1812 en última instancia de la Junta Superior. También fueron debidas a las intromisiones que practicaba la Junta en los temas militares, apoyada por la opinión pública del Principado, defendiendo siempre la táctica de batallas campales contra el enemigo, que se revelaron funestas desde el principio.

Con ello no pretendo exculpar a los oficiales del ejército, a menudo poco preparados y poco motivados, e inclinados al caudillismo; pero hay que decir que la junta catalana y la élite civil que la respaldaba tuvieron una parte de responsabilidad en las derrotas militares, tanto por la estrategia que preconizaban como por su ineficacia en proveer de hombres y recursos suficientes a los militares, y por el notable hostigamiento que les procuraban.

De todos modos, en el ambiente de desarticulación administrativa y política de España provocado por la invasión napoleónica, que tuvo su reflejo ampliado en Cataluña, la pugna y rivalidad entre los diferentes poderes era una situación previsible, que los ingleses contemplaron atónitos cuando desembarcaron en la Península para ayudar en la resistencia.»

* El papel de los generales de los ejércitos españoles de la época salvo honrosas excepciones, no dejó de ser bastante discreto, cuando no claramente deficiente. ¿Crees que la historia ha sido justa con ellos? ¿Podrían haber hecho más de lo que hicieron con el material humano y bélico de que disponían?

«Los generales españoles fueron de una categoría mediocre con contadas excepciones. Entre los que actuaron en Cataluña solo pueden salvarse parcialmente Enrique O’Donnell, Luis Lacy, Pedro Sarsfield y el barón de Eroles. Todos estos hombres tuvieron, cada uno a su estilo, coraje, visión militar y liderazgo con las tropas. El primero, además, fue muy bien valorado por los ingleses en los primeros años de la guerra.

Pero incluso estos militares empañaron su trayectoria en el transcurso del conflicto. El carácter inconstante y pasional de O’Donnell le llevó a abandonar el ejército de Cataluña en dos ocasiones; Lacy evolucionó hacia el pretorianismo y el despotismo en 1812, hasta que fue destituido por la Regencia. Sarsfield y Eroles fueron buenos militares, pero se hallaban en un segundo plano.

Los demás que pasaron por la capitanía general de Cataluña quedaron por debajo de las expectativas: el Marqués de Palacio, lento y aficionado al ceremonial; Vives, anciano y carente de habilidades militares; Blake, aparentemente el más académico pero que fracasaba casi siempre en el campo de batalla; el marqués de Campoverde, aupado por un grupo radical en Tarragona y pronto desbordado por los acontecimientos; y Copons, un militar profesional aunque desprovisto de carisma y empuje.

¿Podían haber hecho más de lo que hicieron? Creo que un poco sí, pero no mucho más. Las unidades que mandaban Sarsfield y Eroles, O’Donnell y Lacy eran algo más disciplinadas y eficientes que la media, lo cual significa que se podía mejorar el material bélico y humano puesto a su disposición. Pero había unos vicios de base que eran muy difíciles de subsanar: mala calidad y falta de formación de los oficiales intermedios, que eran incapaces de disciplinar y dirigir las tropas;  tendencia de estas a la indisciplina y a la deserción, en buena parte porque no confiaban en sus mandos; y propensión a la desbandada de tropas y oficiales frente a una embestida del ejército napoleónico.

El ejército español, en otros tiempos brillante y disciplinado, empeoró claramente durante la guerra de la Independencia a causa del desorden y desorganización general, la falta de adiestramiento de las tropas, la improvisación en la creación de unidades y en la obtención de los oficiales, la intervención popular en la guerra y la falta de un mando único, entre otras cosas. En este ambiente, los generales se quemaban pronto, debido a los fracasos militares.

Pienso que la historia ha sido justa con estos militares de categoría regular, muchos de los cuales al terminar la guerra se integraron en la cainita política de aquellos años, que les proporcionó casi siempre escasos éxitos y muchos sinsabores. Aunque uno pueda sentir pena por sus trayectorias humanas.»

* El papel de la guerrilla en Cataluña, al igual que se dio en el resto de España, un movimiento local e irregular de resistencia contra el invasor, ¿crees que tenía las mismas características o difería de las que se dieron en el resto de España? ¿Entraría en el terreno de lo anecdótico que la guerrilla diera tan buenos frutos en algunas acciones campales de la guerra contra la Convención (la denominada Guerra Gran en Cataluña) y en cambio su aportación en las batallas campales de la Guerra en Cataluña fue meramente anecdótica, cuando no muy discreta o directamente negativa?

«La aportación de la guerrilla durante la guerra de la Independencia española ha tenido un gran predicamento en el recuerdo de aquella época y en la historiografía. Pienso que se la ha mitificado en exceso, seguramente a causa de la oleada de revoluciones liberales del siglo XIX. De hecho, creo que tuvo más importancia como instrumento ideológico y político que como herramienta militar.

En todas partes, por ejemplo en Cataluña, la guerrilla sirvió para frenar las posibilidades de componendas con los ocupantes franceses, para perseguir a los colaboracionistas y para castigar a los pueblos que pagaban impuestos a los napoleónicos. También buscaba a los evadidos a territorio imperial para escapar de la quinta, e impulsaba la cohesión nacional frente a los invasores. Es decir, ejercía de «policía patriótica».

En el terreno estrictamente militar, en cambio, su contribución fue bastante menor. Hay que valorar el clima de desgaste y a veces de terror que expandieron los guerrilleros entre los soldados y oficiales napoleónicos, que se refleja mucho en la correspondencia de estos últimos. Pero casi no participaron en las batallas campales, no era su terreno. De entre los generales franceses, Suchet fue el único que supo implantar un sistema efectivo de contrainsurgencia.

En Cataluña los guerrilleros y sus jefes fueron ya entonces adorados y mitificados por la población, que a menudo los contraponía ventajosamente a los oficiales del ejército regular. De ello se valió, por ejemplo, Francisco Milans del Bosch, que se creó una facción favorable para oponerse a las órdenes del capitán general marqués de Campoverde. En cambio, las autoridades civiles del Principado eran unánimes en el rechazo a los somatenes, miqueletes y guerrilleros por su indisciplina y altos costes de mantenimiento.

Y es que, con el paso del tiempo, los defectos de la guerrilla se hicieron cada vez más evidentes. Habían sido útiles para hostilizar a los bonapartistas y entorpecer sus comunicaciones, pero en 1812, cuando el ejército de Wellington pasó a la ofensiva definitiva y los contingentes españoles habían recuperado terreno, los grupos guerrilleros eran ya más un lastre que algo útil para los aliados. Muchos de ellos bordeaban el bandolerismo e imponían severas cargas sobre la población, y fueron absorbidos o eliminados. Es lo que realizó el capitán general Luis Lacy en Cataluña, aunque se enfrentó a una fuerte oposición de los contrarios a una militarización total, entre los que había una parte de las fuerzas vivas del territorio.

La tendencia actual de la historiografía es la de rebajar la valoración de la guerrilla y realzar algo la aportación del ejército regular. Es el caso de historiadores como Antonio Moliner y Charles Esdaile.

Este último es bastante radical y considera un mito las realizaciones atribuidas a la guerrilla durante la guerra de la Independencia.

Si bien la cuestión es algo compleja, porque no se puede contraponer de forma nítida la guerrilla y el ejército regular. Los oficiales -por ejemplo en Cataluña- mandaban contingentes de los dos tipos al mismo tiempo, que compartían el aprovisionamiento. En general, las guerrillas estaban bajo supervisión militar. Además, los mejores líderes surgidos de la guerrilla escalaban con rapidez el escalafón militar. Este fue el caso del barón de Eroles y de José Manso. Es decir, había una imbricación entre guerrilla y ejército que no se puede obviar.

Creo que la guerrilla que actuó en Cataluña fue bastante similar a la del resto de España. Quizás la  diferencia fue que en el Principado se movilizaron también cuerpos tradicionales como los Sometents y los Miquelets, que se conducían a nivel militar al estilo guerrillero. De otro lado, no tengo referencias de la supuesta eficacia de la guerrilla durante la Guerra Gran en las operaciones militares españolas en la zona pirenaica.

Al contrario, lo poco que conozco de aquellas campañas me suena a lo que se produjo después de 1808: dificultades del reclutamiento en Cataluña, falta de recursos, escasez de tropas regulares y de voluntarios, inoperancia de los somatenes, fracaso en la creación de un gran cuerpo de migueletes -de los 20.000 previstos solamente se consiguieron 13.000- e importancia de la deserción. Al principio los españoles tuvieron éxito gracias a la buena dirección del general Ricardos y el efecto sorpresa.»

* Con el fenómeno de los afrancesados o partidarios del gobierno de José I, en alguna conferencia has comentado que fue minoritaria y algunas veces más por mero interés más que por pura convicción ideológica. ¿No crees que Cataluña al estar más próxima geográficamente con las ideas de la Revolución que otras partes de España, éstas tendrían que haber tenido un impacto más significativo entre sus élites y su burguesía, o los prejuicios contra las ideas revolucionarias y el conservadurismo pesaban más en la sociedad catalana de la época? 

«Los afrancesados de convicción fueron siempre una pequeña minoría en Cataluña, lo cual no quiere decir que las tendencias liberales no comenzaran a expandirse entre las élites de las ciudades y la población urbana. No se puede confundir liberalismo con afrancesamiento. La sociedad catalana de la época rechazó mayoritariamente las extralimitaciones radicales de la revolución francesa de la época de Robespierre y después también repudió el dominio feroz de Napoleón.

Pero el liberalismo moderado se iba abriendo paso en los grupos dirigentes, y un liberalismo más radical se instalaba en grupos todavía muy pequeños de las ciudades que no tenían aún capacidad política. La mentalidad seguía siendo muy teñida por la religión. Durante la guerra predominó entre los dirigentes del Principado un pensamiento conservador y reformista, partidario de mantener el statu quo aunque introduciendo reformas: limitar el poder del rey, restablecer unas Cortes al estilo tradicional, mejorar el sistema fiscal y la economía, potenciar la instrucción de los jóvenes, implantar el proteccionismo, modernizar la aplicación de la justicia y de la administración pública, etc. Esto equivalía poco más o menos al posterior liberalismo moderado. Brotes de radicalismo aparecieron en los primeros años de la guerra, pero no tuvieron demasiado eco entre los habitantes. Y la población rural continuaba siendo de ideología absolutista.

Pero una cosa eran estas ideas de reforma en sentido liberal -probablemente imitadas de Francia- y otra muy distinta la adhesión a la ocupación bonapartista, que era lo que significaba el afrancesamiento. La conformidad con el dominio de Napoleón encontró pocos partidarios. Hubo algunos entre los funcionarios y los juristas, como el ampurdanés Tomás Puig, movidos por la idea que el emperador modernizaría la decadente España borbónica, o simplemente por el deseo de mantener el cargo y aspirar a más, o por la creencia que se situaban en el bando ganador. Los colaboradores voluntarios con las tropas francesas fueron pocos, si bien muchas personas fueron obligadas a cooperar bajo amenazas cuando los soldados imperiales entraban en una localidad.

Es decir, en la parte urbana de Cataluña estaba penetrando el pensamiento liberal originario de Francia, pero la gran mayoría de los habitantes se oponían al dominio del estado francés no solo por razones ideológicas, sino también por el resentimiento acumulado en los últimos siglos contra las agresiones galas, y también porque la influencia del país vecino perjudicaba la economía catalana. Esto último ocurría por dos vías: la entrada masiva de negociantes y de productos franceses, y el entorpecimiento del comercio con las colonias americanas.»

* Estudiosos como Antonio Grajal de Blas se han dedicado a cuantificar estadísticamente las bajas de oficiales imperiales en toda la península, en los numerosos combates que se sucedieron. En la primera clasificación que tuvo por territorios, el primer lugar lo ocupaba Cataluña con unos 1.950 oficiales napoleónicos muertos y heridos, teniendo esta cifra más importancia todavía por haber actuado en este territorio las tropas aliadas (británicas) de manera bastante puntual y localizada. ¿La sociedad catalana se implicó más o con más medios en la lucha contra el invasor que en otros lugares de España o cabrían otras explicaciones?

«Todas las fuentes (españolas, francesas, británicas) hablan de una superior implicación de Cataluña en la lucha contra el francés durante la guerra de Independencia respecto a otras regiones españolas.  Los militares franceses hablan de ello, así como los ingleses, empezando por el mismo Wellington. El contraste de la resistencia en el Principado con la que hubo en Andalucía o Valencia lo deja bastante claro.

¿A qué fue debida esta resistencia mayor? Pienso que el sentimiento antifrancés estaba más extendido en las regiones fronterizas que en otras que habían padecido menos las incursiones galas en los siglos anteriores. Cuando los británicos aluden a las regiones de la península que luchan con más vigor contra los napoleónicos citan a Navarra, Aragón y Cataluña, y seguramente no es casualidad.

Otra probable causa de la resistencia catalana radica en el perjuicio económico que provocó el dominio francés, tal como he citado en la respuesta anterior. Desde la mitad del siglo XVIII el comercio catalán con las colonias americanas de España era pujante y había contribuido mucho a la mejora económica de la provincia, que en aquella época todo el mundo admitía. El entorpecimiento de este lucrativo negocio y la presencia creciente en Barcelona de mercaderes galos, que dominaron  las transacciones de la ciudad durante la guerra, contribuyó sin duda al posicionamiento de las élites barcelonesas contra la ocupación. De hecho, la ciudad de Barcelona se vació de habitantes cuando fue sometida por las huestes del general Duhesme.

Por último, creo que la resistencia catalana se debió también al grado superior de organización y de cohesión social existente en Cataluña. Las élites y el pueblo se hallaban más trabados y mejor coordinados que en otras partes, y los dirigentes parecían más activos. La Junta Superior de Cataluña era respetada y en su seno se representaba a todos los corregimientos. El Principado fue la única región española donde tuvieron lugar varios Congresos Provinciales con el fin de allegar hombres y recursos para la lucha.

Los catalanes lucharon, sí, pero de forma algo desorganizada, a su aire, tal como venían haciendo desde siempre. Rehusaron tanto como pudieron la integración al ejército regular y, al igual que en el resto de España, sus combatientes carecían del suficiente adiestramiento y disciplina. Además, les faltó en general una buena dirección militar, todo lo cual provocó que la efectividad de su esfuerzo fuera discreto. De ello se quejaban los ingleses.»

* La lucha contra las tropas imperiales no solo se daba en el campo de batalla, y se elaboraron diferentes periódicos en Barcelona, Gerona, Tarragona, Vich (en esta última señalabas que incluso se llegaron a imprimir dos periódicos de diferentes tendencias…). ¿Era fluida la transmisión de los sucesos de una punta a otra de España, a pesar de la ocupación imperial?  ¿Crees que el papel de los periódicos en la sociedad y en el conflicto fue similar al actual, aunque el valor informativo fuera en ocasiones menor que el esperado valor propagandístico?

«Aunque la prensa periódica existía con anterioridad, durante la guerra de la Independencia hubo una explosión de publicaciones en toda España, a causa del ansia de la población por conocer qué estaba pasando y más tarde para averiguar la evolución del conflicto; dicho impulso informativo también fue posible debido al ambiente de libertad que se respiraba con la caída de la monarquía absoluta. En noviembre de 1810 las Cortes de Cádiz emitieron un decreto sobre libertad de imprenta que amplió en gran medida las posibilidades informativas y de opinión, aunque siguieron existiendo las juntas de censura.

Una parte de las Gacetas que se publicaban eran meramente informativas, y a veces se limitaban a reproducir comunicados gubernamentales o escritos de otros periódicos. Fue el caso de la Gaceta de la Junta Superior de Cataluña. Pero pronto surgieron periódicos que incorporaban opinión en sus contenidos, y que fueron muy numerosos en las capitales importantes como Cádiz y Palma de Mallorca, las dos llenas de refugiados.

Pero incluso en ciudades más modestas como Vic y Manresa se crearon pequeños y efímeros periódicos que reseñaban los últimos sucesos y contenían juicios de valor y pensamientos políticos, ávidamente consumidos por un público lector ilustrado. A partir de 1812, con la ampliación del foso ideológico entre conservadores y liberales, la efervescencia en la prensa aumentó mucho.

Información y propaganda eran vehiculadas al unísono por la prensa de entonces, lo mismo que ahora, aunque hay que tener en cuenta la escala de cada época. En aquel tiempo los periódicos solían tener un único redactor, y su capacidad para captar las noticias era mínima. Solían reproducir los comunicados militares o copiar a otros medios de las capitales, incluso el Moniteur de París.

Las dificultades para transmitir la información y la correspondencia de un lado a otro del país eran máximas. El correo marítimo era el medio más rápido, aunque el servicio era irregular. Los británicos tenían pequeñas corbetas y bergantines que realizaban esta función en el Mediterráneo para uso propio, y los españoles disponían asimismo de barcos con algún armamento que se desplazaban regularmente de Cataluña hasta Cádiz y viceversa, repartiendo los paquetes de correspondencia y los papeles informativos por el litoral. De esta manera, las noticias tardaban entre algunos días y dos semanas en conocerse.

Pero por el interior las cartas y las novedades se demoraban mucho más. Los controles militares, los obstáculos, la destrucción y el bandolerismo dificultaban el tránsito. Arthur Wellesley se informaba de los acontecimientos de la costa mediterránea un mes después de sucedidos, si no más. Dentro del Principado las informaciones viajaban a mayor velocidad en la parte patriota, vehiculadas a veces por un sistema de señales luminosas emitidas de un promontorio a otro del terreno. Pero las unidades napoleónicas podían estar varios meses incomunicadas, sin contacto alguno con sus mandos superiores.»

* En tus trabajos has tratado la figura del comodoro Edward Codrington, que al igual que otros británicos como el capitán Cochrane o el almirante Pellew, adquirieron fama durante la guerra marítima en el Levante y Cataluña. La Royal Navy bloqueaba Barcelona, atacaba los corsarios franceses y los escasos intentos de avituallar a las tropas imperiales por mar que se dieron, al tiempo que ayudaban en dar golpes de mano con las tropas patriotas o simplemente transportándolas de un lugar a otro de la costa. Como un observador exterior, parece que la relación fue mucho más fluida y fructífera que la que se daba en el frente occidental con las tropas anglo-portuguesas de Wellington, muchas veces truncada por los recelos, desconfianzas y los agravios. ¿La política mediterránea de Gran Bretaña durante la Guerra Peninsular fue diferente aquí que en el resto del territorio español o no difirió en absoluto?

«La política mediterránea de Gran Bretaña durante la guerra peninsular se basó en asegurarse el control del mar por medio de la Royal Navy y en eliminar del todo la navegación francesa y de los países satélites de Bonaparte. En un principio contó con dos bases importantes, Malta y Sicilia, y por descontado con el enclave de Gibraltar. A partir del estallido de la insurrección española, se añadió la base de Mahón, un punto perfecto para vigilar todo el Mediterráneo occidental y bloquear la escuadra francesa en Tolón.

El gobierno de Londres apostó con decisión por ayudar a España y Portugal, y mantuvo este apoyo durante toda la guerra. No hubo diferencias en ese sentido entre la parte mediterránea y la parte atlántica de la Península, excepto por el hecho que esta última contó con el cuerpo expedicionario de Wellington, y la parte oriental solamente con los buques de la Navy hasta 1812.

Es decir, los ejércitos españoles de la zona mediterránea no tuvieron ayuda terrestre inglesa hasta que en el verano de 1812 llegó el cuerpo expedicionario anglo-siciliano. Pero la asistencia que prestó la flota británica fue importante, y sin ella difícilmente se hubiera podido sostener la lucha. Los navíos ingleses aportaban todo tipo de suministros, dinero, armamento, vestuario y municiones, trasladaban de una parte a otra del litoral las tropas españolas, ayudaban en los asedios de las plazas costeras -como Rosas y Tarragona-, bombardeaban las columnas francesas que transitaban por el litoral, cooperaban en operaciones militares en coordinación con los patriotas -como en la toma de las islas Medas y de Palamós, y en ataques para recuperar Tarragona-, y daban información relevante.

En tierra, y junto al cuartel general de cada zona, había los military agents, oficiales de enlace dependientes del embajador británico en Cádiz, Henry Wellesley, y posteriormente de su hermano Arthur Wellesley, duque de Wellington. Estos militares coordinaban la ayuda británica para cada provincia de las vertientes norteña y oriental de España, y asesoraban al capitán general español. Algunos de ellos incluso crearon y mandaron sus propias divisiones, formadas por soldados españoles y desertores napoleónicos. Entre los military agents hay que destacar a Doyle, Whittingham y Roche.

La llegada de la expedición anglo siciliana a Alicante en 1812 no cambió mucho el estado de las cosas. Había generado muchas expectativas, especialmente en Cataluña, pero no respondió a ellas en absoluto. La gestión de este cuerpo, dependiente del gobernador inglés de Sicilia, Lord Bentinck, fue bastante calamitosa -tuvo seis o siete generales en jefe en menos de dos años- y en su composición había pocos soldados británicos.

No fue capaz de empujar a Suchet hacia el Norte ni de recuperar Tarragona. Lo único realmente positivo que conllevó la existencia de la expedición fue que obligó a Suchet a permanecer en Valencia con todas sus tropas, sin poder destacar contingentes que frenaran el avance de Wellington por el oeste. De otro lado y como es natural, también hubo tensiones entre ingleses y españoles en esta parte mediterránea de la península, entre las que destacaron el intervencionismo del comodoro Codrington en la gobernación de Cataluña, y el de los almirantes ingleses en las Baleares. De todos modos, británicos y españoles se vieron obligados a colaborar hasta el fin de la guerra, no tenían alternativa.»

* La labor legislativa de las Cortes de Cádiz fue enorme, en la que algunas decenas de diputados catalanes también estuvieron presentes, e incluso llegaron a estar presididas en su momento por un catalán, Ramón Lázaro de Dou y de Bassols. ¿Cádiz fue el primer intento serio de modernizar (y unificar) un país que arrastraba la losa de las estructuras del Antiguo Régimen? ¿Se puede decir que los diputados catalanes obtuvieron una lectura positiva de lo allí acordado para sus intereses en Cataluña y para con el resto de España? 

«En principio se puede contestar que sí a las dos preguntas. Cádiz fue el primer intento serio de modernizar y unificar España, y los diputados catalanes obtuvieron una lectura positiva de lo acordado allí. El primer cometido -modernizar el país y superar el Antiguo Régimen- lo emprendieron los diputados de Cádiz con entusiasmo, y en poco tiempo sentaron las bases legislativas del desmantelamiento del absolutismo y del feudalismo anterior.

Al comienzo, el ambiente en las Cortes era de consenso. La guerra golpeaba fuerte y eran necesarias las reformas. Los liberales se pusieron a la cabeza, ayudados por el ambiente especial de Cádiz, y lideraron la adopción de medidas muy avanzadas para la época, que no fueron matizadas por una segunda cámara, porque no existía. Pronto se evidenció otro sesgo acentuado de las Cortes: el poder legislativo dominaba por completo todo el sistema, sobre todo al ejecutivo, que no tenía la suficiente autonomía para actuar. Así que la Regencia -el poder ejecutivo- fue relevado al gusto del Parlamento, con consecuencias no siempre positivas para la gobernanza.

En marzo de 1812 se promulgó la Constitución, el resultado más importante de las Cortes. Los británicos la conceptuaron de demasiado ideológica y difícilmente aplicable, y tuvieron razón. Ya en aquellos momentos el consenso entre los diputados había desaparecido y se imponía el sectarismo. Los grupos conservador y absolutista se vieron excluidos de la carta magna y organizaron una fuerte oposición a la misma. La mayoría de los diputados catalanes se inclinó por un conservadurismo reformista. De aquí a las guerras civiles del siglo XIX había solo un paso.

Es decir, en mi opinión las Cortes de Cádiz fueron el primer intento de superar el Antiguo Régimen y modernizar el país, pero lo hicieron sin buscar el consenso y desde una perspectiva partidista que llevó al enfrentamiento. Además, el articulado de Cádiz era difícil de aplicar, como lo demuestra que los mismos liberales progresistas renunciaron a reimplantar esta Constitución décadas más tarde. Tampoco el sector conservador -los liberales moderados del futuro- buscaron demasiado el consenso cuando gobernaron. Ello implicó que, en un país donde el poder civil de la clase media era frágil, llenara el hueco el ejército, y la inestabilidad política fuera la norma.

De todos modos, a principios de 1814 los diputados catalanes, en sintonía con la élite del Principado, todavía hacían una lectura positiva del sistema liberal que regía en España desde 1812, ya que prometía el proteccionismo y una cierta rebaja de impuestos para la región, dos cuestiones muy valoradas. Además, las élites catalanas aceptaban el estado unitario y renunciaban a los antiguos fueros. Aunque en aquellos momentos la realidad existente era la bancarrota económica, el caos fiscal debido a la falta de previsión de los liberales al implantar la «contribución única», y la imposición de la constitución a la fuerza en muchos lugares, a causa de la resistencia conservadora.»

* Para finalizar nuestra entrevista, una vez entrado Fernando VII otra vez en España por Cataluña, con la ciudad de Barcelona aún en poder de los franceses, su comitiva tuvo un recibimiento multitudinario por donde pasaba, como se dice el verdadero retorno del hijo pródigo. Luego vendría la restauración de la política absolutista del Antiguo Régimen, la Inquisición, y la persecución de muchas ideas por las que muchos habían luchado y dado la vida en su nombre. ¿Cuál fue la política de Fernando VII con respecto a Cataluña una vez reinstaurado el monarca en el poder? ¿El no haber tenido la visión de adoptar una política un poco más liberal o aperturista entonces, ha lastrado la política y sociedad españolas durante estos últimos doscientos años? ¿Fue, históricamente hablando, una oportunidad perdida?

«El retorno de Fernando VII en marzo de 1814 fue aclamado mayoritariamente por las masas después de seis años de una guerra dura y destructiva. La gente quería volver a la normalidad y veían en el monarca la personificación de una nueva vida libre de la pesadilla que habían vivido. Por eso lo llamaban «El Deseado». Pero la ilusión no duró mucho. A los pocos meses ya se percibía un ambiente enrarecido y el deterioro de la imagen del rey.

El brusco retorno al absolutismo no fue una buena solución ni para la economía ni para la política. Gran Bretaña dominaba entonces el tablero europeo, y Henry Wellesley ya había advertido al rey que era mejor que cumpliese la promesa que había hecho en su primera proclama de mayo de reunir Cortes estamentales, y le reclamó además que liberara algunos presos políticos liberales. Pero Fernando se enrocó en su gobierno despótico e incompetente, que agravó los problemas económicos del país y fue incapaz de sacar alguna tajada del Congreso de Viena.

Hay que decir que Fernando tampoco tenía una situación fácil. La rebelión de las colonias de América absorbía las energías del país y le impedía recibir las remesas de antaño, la situación en España se había polarizado de manera inusitada después de la Constitución de 1812, la economía estaba en bancarrota a causa de la guerra, e Inglaterra se negaba a conceder nuevos préstamos. Pero un gobierno más templado y con cierto diálogo con los liberales -por medio de una reunión de las Cortes tradicionales o por otros sistemas, aprovechando el prestigio que tenía la monarquía- hubiera sido sin duda un bálsamo para el país y hubiera sido más aceptado por el conjunto de las élites y por las potencias europeas.

Nada de eso se produjo, y empezó la nefasta dinámica de los pronunciamientos militares, que perduró durante buena parte del siglo XIX; a esto se añadió la problemática de la sucesión, que ahondó en las diferencias y provocó tres guerras civiles. Quizás por todo ello pueda hablarse de «oportunidad perdida» durante el reinado de Fernando, aunque por descontado nunca sabremos lo que habría sucedido si hubiera actuado de otro modo.

Cataluña comenzó a pesar mucho desde entonces en la política española gracias a su desarrollo económico -que el conflicto paralizó durante más de dos décadas- y también por las turbulencias políticas. En este último aspecto, hay que señalar que los extremismos se incrustaron ya en aquellos tiempos en el Principado y dificultaron mucho la gobernabilidad del mismo durante todo el ochocientos.

Por un lado, un potente grupo de realistas provocó disturbios en 1822 y en 1827, motivo por el cual el mismo rey viajó a Cataluña en la última fecha para apaciguarlo. De otro lado, un notable núcleo liberal se asentó en la costa, especialmente en Barcelona y Tarragona, y estuvo detrás de la tentativa de Lacy de 1817 y de los desórdenes del Trienio liberal.

No pienso que Fernando VII tuviera una política específica para Cataluña, pero es cierto que debió prestar atención a la problemática de esta provincia tanto en la vertiente económica como en la política, una situación que se repitió con sus sucesores. Así mismo, un grupo de negociantes  catalanes se instaló en Madrid en esta época y tuvo bastante influencia en el devenir del país, en especial en el sector financiero y en el viraje del monarca hacia un régimen más mesurado en sus últimos años. Entre ellos destacó Gaspar de Remisa.»

* Agradecer muy especialmente a Maties Ramisa Verdaguer que nos haya atendido para la elaboración de esta entrada para «El Rincón de Byron». 


Maties Ramisa Verdaguer (Gurb, Barcelona, 1952) es licenciado en Historia por la Universidad de Barcelona. Ha ejercido de catedrático de Bachillerato y de profesor de la Universidad de Vic. Es Doctor en Historia por la Universidad de Barcelona (1991) con la tesis «La Guerra del Francès al Corregiment de Vic, 1808-14».

Ha participado en diversos proyectos de investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona como “Memoria y olvido de la Constitución, 1812-1912” ; “Mito y realidad de la Guerra de la Independencia”; “Cultura y Sociedad en la Guerra de la Independencia”; e “Historia del Parlamentarismo”.

Se ha especializado en la investigación del período de la Guerra de la Independencia en Cataluña. Fruto de ello han sido, entre otros, los siguientes libros y artículos:

  • «Els catalans i el domini napoleònic», Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1995
  • “La administración bonapartista”, capítulo en la obra de Antonio Moliner (ed.), La Guerra de la Independencia en España, 1808-1814, Barcelona, Ed. Nabla, 2007
  • «Polítics i militars a la Guerra del Francès, 1808-1814», Lérida, Institut d’Estudis Ilerdencs, 2008
  • La ocupación española del Rosellón en 1815”, Hispania, 2015, vol. LXXV, nº. 251, págs. 725-752; ISSN: 0018-2141, e-ISSN: 1988-8368
  • “El Comodoro Edward Codrington en Cataluña durante la Peninsular War (1810- 1813)”, Hispania Nova, 19 (2021): 1 a 34

Actualmente está a punto de salir de la imprenta un nuevo libro, fruto de sus investigaciones en Reino Unido, titulado «La intervención británica durante la Peninsular War. Campañas en Cataluña, Valencia, Murcia y Baleares (1808-1814)«, editado por las Publicaciones de la Universitat de València.


Imágenes:

0 – https://www.youtube.com/watch?v=Mc04PXLoK0Q&ab_channel=PEHOCOLOT – Momento de la conferencia «Les guerres entre Carlins i Liberals s XIX – impartida por Maties Ramisa por YouTube – PEHOC OLOT (30/10/2020)

a – https://fr.todocoleccion.net/livres-occasion-histoire-moderne/la-guerra-frances-corregiment-vic-1808-1814-maties-ramisa-catalan-ano-1993~x73683015

b – https://www.irmu.org/centers/monograph/848

c – https://www.amazon.es/catalans-domini-napole%C3%B2nic-Biblioteca-Oliba/dp/8478266518/ref=sr_1_5?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&crid=34OTIFSZ3LSLA&keywords=maties+ramisa&qid=1677787839&sprefix=maties+ramis%2Caps%2C208&sr=8-5

d – https://static.fnac-static.com/multimedia/Images/ES/NR/53/60/7d/8216659/1507-1.jpg

e – https://www.researchgate.net/publication/297727390_La_ocupacion_espanola_del_Rosellon_

en_1815

Jacinto J. Marabel, la memoria del conflicto en tierras extremeñas.

Tiempo de lectura: 35 minutos

Esta semana contamos con la presencia de Jacinto J. Marabel, asesor jurídico, profesor, escritor e historiador pacense que ha tenido la deferencia de dedicarnos su tiempo para responder a nuestras preguntas en el blog. Con él tratamos de varias cuestiones relativas al período 1808-12 en Extremadura en general y en Badajoz en particular, como la ocupación francesa, los asedios sufridos, el comportamiento de la guerrilla, los militares de ambos bandos y como no, a esa batalla de La Albuera que ha tratado también en su último libro, publicado este mismo año 2022. Solo nos resta dejaros con su lectura, que os recomendamos para hacernos todos una idea más objetiva de lo que representó aquel periodo de nuestra Historia en tierras extremeñas.

ENTREVISTA

● (El Rincón de Byron): La Guerra de la Independencia es un tema que has tratado en varias ocasiones en tu bibliografía. ¿A grandes rasgos, qué es lo que te mueve a revisitar este periodo histórico de nuestra Historia? ¿Crees que la Guerra de la Independencia como se ha contado hasta ahora aún necesita de nuevas reinterpretaciones con la perspectiva de los años? ¿Los historiadores extranjeros, franceses y británicos principalmente, crees que han variado su visión del conflicto, o aún se arrastran algunas posturas historicistas del pasado?

(Jacinto J. Marabel): «A mi juicio la llamada Guerra de la Independencia fue una segunda Guerra de Sucesión. Al igual que cien años antes, lo que en realidad estaba en juego era un cambio de dinastía en España, en este caso Bonapartes por Borbones. Por otro lado, siempre ha sido así: la llegada de un rey extranjero, Carlos V, provocó una guerra civil en Castilla; no digamos ya con el breve reinado de Amadeo de Saboya, cuya abdicación implicó un cambio de régimen y el advenimiento de la República. Ocurre que esta ocasión, la sucesión dinástica implicaba una serie de reformas de calado, administrativas e ideológicas fundamentalmente, heredadas de la Revolución francesa, que contaban con la oposición frontal del estamento nobiliario y religioso, al considerar mermados sus privilegios. Desde este punto de vista fue una Guerra Civil, solapada a una guerra de ocupación, puesto que la principal fuerza militar que podía oponer el rey José era la francesa, pero nunca una Guerra de Independencia. Las instituciones no perdieron su soberanía. El único poder legítimamente constituido era el que había sido instaurado por el Estatuto de Bayona, nuestra primera Carta Magna, puesto que, con las cautelas o pretextos que se quiera, fue avalado por una asamblea de representantes nacionales. Esta legalidad comenzaría a ser cuestionada a finales de 1810, cuando las Cortes de Cádiz comenzaron a debatir una nueva Constitución. Y dos años más tarde, con dos regímenes constitucionales vigentes en España, este último acabó imponiéndose favorecido por la evolución de las campañas militares y el declive de Napoleón en Europa. Los Borbones regresaron al poder y entonces comenzó a acuñarse el término “independencia”, que enmascaraba un conflicto que el conde de Toreno, no olvidemos, siempre denominó con propiedad “Revolución”, para referirse al mismo. Reconozco que puede ser una interpretación un tanto arriesgada, pero creo que es la que resulta más acorde con la perspectiva histórica que tenemos hoy en día. Es también una visión radicalmente opuesta a la de los historiadores foráneos, cuya visión del conflicto ha estado tradicionalmente unida a las operaciones militares: como parte de la liberación de Portugal, en el caso de los británicos, o como una más de las campaña desarrolladas en el ámbito europeo, por parte de los franceses».

● (El Rincón de Byron): ¿Qué faceta cultivas con más satisfacción, la de columnista habitual en un diario de tu Comunidad o escribir artículos o libros que siempre exigen un esfuerzo de preparación y tiempo mayores?  ¿Nos podrías hacer partícipes de tus proyectos futuros, o si ya estás trabajando en estos momentos en alguna publicación que verá la luz próximamente? 

(Jacinto J. Marabel): «Ambas son gratamente satisfactorias. Es cierto que escribir en un diario implica siempre mayor celeridad además de un apego constante a la actualidad que resulta contraproducente en el caso de la investigación histórica o jurídica en las que habitualmente me muevo, pero el camino es similar en una u otra área y el resultado igual de satisfactorio. Trato de compensar, eso sí, la faceta académica y profesional, la organización de las clases en la Facultad de Derecho, los artículos jurídicos comprometidos o las conferencias, con mi pasión por la Historia Militar. Y en este sentido siempre tengo varios proyectos abiertos a la vez. El más inmediato es un estudio sobre el regreso de los excombatientes extremeños cautivos de Abd el-Krim tras el desastre de Annual, que saldrá a la luz en los próximos días.»

● (El Rincón de Byron): En tu experiencia y estudio, las leyes, ordenanzas o fueros locales en Extremadura en general y Badajoz en particular, ¿eran respetados o incorporados por los ocupantes franceses o toda la legalidad quedaba supeditada al capricho o la voluntad de los gobernadores militares o civiles impuestos por las tropas francesas? ¿Crees que la administración local con la ocupación francesa tuvo algún rasgo positivo en las vidas y quehacer diario de las gentes del lugar? 

(Jacinto J. Marabel): «Esta es una cuestión interesante, porque administrativamente el país quedó dividido en dos a partir de 1808. En la periferia, las Juntas se erigieron en soberanas dentro de su respectivo territorio, sin aceptar la legalidad del régimen josefino, el ordenamiento jurídico que se fundamentaba en el mencionado Estatuto de Bayona, e iniciaron una caótica producción normativa que en muchos casos resultaba contradictoria entre sí, además de extremadamente difícil de aplicar en un país en guerra. La labor de las Cortes de Cádiz irá dirigida fundamentalmente a homogeneizar este marco normativo, pero en el caso de Extremadura, los territorios que quedaron bajo la demarcación josefina, el Comisario Regio Francisco Therán, conocido intendente ilustrado de Sanlúcar de Barrameda, tuvo una profusa actividad normativa. Muchos de sus decretos se conservan en el Archivo Histórico Nacional y son accesibles digitalmente a través del portal PARES. También se conservan numerosos bandos y edictos en los que el gobernador francés de Badajoz, el general Armand Philippon, aplica la Ley y rige en definitiva la vida de los vecinos. La ciudad pasó dos años en estado de sitio, el primero bajo la jurisdicción del mariscal de campo Rafael Menacho y el segundo del general Philippon, bajo gravámenes y requisas diarias, por lo que no creo que en estas condiciones quepa valorar si una legislación fue más positiva que otra para sus habitantes.»

«Badajoz durante el asedio de junio de 1811″, imagen de «A Series of Views of the Principal Occurences of the Campaigns in Spain and Portugal», grabado por Charles Turner y publicado en 1812. (a)

● (El Rincón de Byron): En el año 2012 la Revista de Estudios Extremeños publicó tu trabajo sobre la causa que se instauró contra el gobernador de Badajoz durante el 1er asedio francés, José Imaz Altolaguirre, que se desarrolló durante dos años, por haber rendido la ciudad. ¿Crees que su opción era la más coherente, optar por la rendición, o parece que la única salida honrosa que tenían las guarniciones y sus comandantes era la de perecer defendiendo la ciudad? ¿No podría resultar paradójico que se destinaran recursos a que se instruyeran largas causas militares como la que nos ocupa, en pleno conflicto, y con un ejército como el español que presentaba significativas carencias en su funcionamiento?

(Jacinto J. Marabel): «Efectivamente, puede resultar sorprendente. Esto se debe sin duda a que existe una visión romántica del Arte de la Guerra, según la cual la guarnición de una fortificación en la que se había practicado brecha debía rendirse al ejército sitiador. Cuando esto sucedía, los defensores tenían la opción de entregar las armas o arriesgarse a sostener un asalto a sangre y fuego, en el que, en caso de triunfar, el enemigo tenía carta blanca para robar, violar o asesinar a la población civil a su antojo. La decisión del brigadier Imaz entraba dentro de la lógica en la que primaba proteger a los habitantes, porque los soldados siempre podían escapar de las cuerdas de presos, regresar a sus unidades y continuar la lucha contra los franceses. Con este método, las plazas solían ser reconquistadas en poco tiempo, por lo que era habitual rendirlas para ahorrar hombres y sufrimiento, aunque también era frecuente que los responsables de la capitulación fueran juzgados luego en un Consejo de Guerra, que por norma no quedaba en nada. Así que, en efecto, puede parecer paradójico que en el contexto de una guerra se destinaran recursos a este tipo de causas, pero en una ciudad asediada como Cádiz la influencia de los diarios era muchas veces superior a la propia lógica militar.»

● (El Rincón de Byron): Durante mayo y diciembre de 1808 se dieron algunos disturbios en Badajoz que degeneraron en revueltas populares, el asesinato de personalidades como Noriega y que se reprodujeron en otras poblaciones con más o menos virulencia, como Usagre y Olivenza. En otras ciudades españolas se dieron episodios parecidos, que también llegaron a provocar el asesinato de algunas autoridades y el saqueo de sus propiedades. ¿Dónde crees que acababa la presunta espontaneidad del populacho y comenzaba un verdadero movimiento político para cambiar el rumbo de las instituciones? ¿La caída en desgracia de Godoy y de sus partidarios también tuvo su eco significativo en Extremadura?

(Jacinto J. Marabel): «Está claro que las revoluciones se inician siempre desde arriba, el pueblo es un mero instrumento al servicio de los intereses de las élites. La caída en desgracia de Godoy arrastró el régimen clientelar que lo sustentaba. Los partidarios de la facción rival comenzaron a perseguir a quienes habían sido favorecidos por el mismo o se mostraban tibios con las decisiones que a tomar a partir de entonces. Las represiones políticas de mayo de 1808 están en el origen del conflicto civil que asoló al país durante seis años. En la cadena de linchamientos que se sucedieron en Badajoz, Cádiz y Cartagena, las juntas se autoproclamaron soberanas, asumiendo el poder político y militar, cuando éste se mostró contrario a los intereses de las élites locales. En el caso de Badajoz este poder fue ejercido por el brigadier de artillería Juan Galluzo y Paéz, que poco más tarde y dada su escasa experiencia en dirigir grandes masas de hombres, sería sustituido por el imberbe conde de Belveder. La decisión condujo a la derrota de Gamonal, por lo que poco a poco, la influencia de las juntas fue decayendo en beneficio de aquellos otros generales que, como el carismático Pedro Caro y Sureda, contaban con el apoyo de amplios sectores del Ejército. Por otro lado, los disturbios de diciembre de 1808 en Badajoz no tuvieron nada que ver con los de mayo, sino que fueron producto más bien del clima de pánico originado por las oleadas de refugiados que acabaron asentándose en la ciudad, procedentes de Madrid. La entrada de Napoleón en la capital provocó el éxodo masivo de las familias adineradas, que trataron de escapar a Portugal, por entonces libre de franceses, a través de Badajoz. El aluvión de gentes difundiendo noticias sobre el avance imparable del Emperador hacia el sur de España, coadyuvó al linchamiento de todo aquel sospecho de afrancesado, que contó una vez más con el beneplácito de las autoridades.»

● (El Rincón de Byron): El colaboracionismo con las tropas ocupantes no fue un fenómeno extraño en España durante la contienda, fuera por convencimiento intelectual o el mero interés material. ¿El colaboracionismo o la resistencia ante el invasor serían similares al que se pudo producir en el resto de España, o piensas que en Extremadura tuvieron algún rasgo distintivo?

(Jacinto J. Marabel): «Por lo que he comentado antes, yo no hablaría de colaboracionismo. Hubo una administración vinculada al régimen del Estatuto de Bayona, junto a un sistema paralelo, constituido por la Regencia y las juntas provinciales en una primera fase, cuya legitimación podría ser igualmente cuestionada, que finalmente convergen en la Constitución de Cádiz y en el triunfo de un régimen sobre otro, de una dinastía sobre otra. El caso de Extremadura fue similar al de Andalucía, pues hasta 1810 se mantuvo libre de la influencia josefina, pero a partir de entonces la provincia fue dividida en prefecturas y la capital pasó a Mérida, mientras la plaza de Badajoz se mantenía aislada y en estado de sitio. Curiosamente, en febrero de 1810, con el Quinto Cuerpo del mariscal Mortier cercando la plaza y tres cuartos de Extremadura en poder de los franceses, Badajoz eligió los diputados que habrían de representarla en las Cortes Constituyentes. Es un caso único de una ciudad en estado de sitio celebrando pacíficamente elecciones legislativas, con la particularidad añadida de que un ordenamiento jurídico, consolidado y opuesto, continuaba vigente apenas unos metros más allá del glacis de la muralla.»

● (El Rincón de Byron): Una pregunta habitual para nuestros entrevistados pero que nos parece ilustrativa para comprender parte de nuestra Guerra de Independencia. El papel de los generales españoles de los ejércitos de la época, salvo honrosas excepciones, no dejó de ser bastante discreto, cuando no claramente deficiente. ¿Crees que la historia ha sido justa con ellos? ¿Podrían haber hecho más de lo que hicieron con el material humano y bélico de que disponían? ¿El papel de las Juntas en general, podríamos considerarlo un elemento más negativo que positivo en el comportamiento y rendimiento de los generales españoles?

(Jacinto J. Marabel): «Creo que esta pregunta podría hacerse respecto de los generales de todos los ejércitos contendientes. Sin duda el papel más controvertido fue el de los generales británicos, empezando por su propio comandante. Sus intervenciones están plagadas de errores y negligencias que costaron miles de vidas, muchas más, en términos porcentuales, que las achacadas a los españoles. La propaganda se encargó de minimizarlas, extremando las de nuestros compatriotas. Por continuar con el ejemplo de Extremadura, cabe recordar que en el otoño posterior a la retirada de Talavera, Wellington sesteó con sus tropas en las inmediaciones del Guadiana, dejando que una epidemia de fiebre amarilla las diezmara; meses más tarde, la ejecución de los dos primeros sitios a la ciudad de Badajoz fue un completo desastre, con cientos de muertos y heridos, a los que hubo que sumar las miles de bajas originadas por los torpes despliegues ordenados en la batalla de La Albuera; por último, el asalto de 1812 acabó con una división completa desangrada en los fosos de La Trinidad, producto de la brutal y obcecada decisión de enviar oleadas y oleadas de hombres a morir, en el vano intento de tomar las brechas, cuando estaba claro que la ciudad era imposible de ser conquistada por aquel punto. Badajoz cayó gracias a una compañía de mercenarios alemanes, que encontraron una tronera abandonada por la que acceder a la alcazaba para sorprender al puñado de defensores por la espalda. La historia ha sido injusta con nuestros generales, que desgastaron y derrotaron a los ejércitos franceses, con una loable precariedad de medios y sin mando único que centralizara las campañas, en unos términos que no admiten comparación con los británicos. En cuanto a la intervención de las juntas, en buena medida las derrotas de los ejércitos españoles durante la primera fase del conflicto (1808-1810), estuvieron originadas por la patrimonialización que ejercieron sobre ellos. En este sentido, la intervención de la Junta de Asturias por el marqués de La Romana fue el punto de inflexión que recondujo la dirección de las operaciones militares por el estamento militar. No es casualidad que poco más tarde surgiera el Cuerpo de Estado Mayor y que las campañas comenzaran a tomar definitivamente un rumbo razonable.»

● (El Rincón de Byron): El papel de la guerrilla que se pudo dar en Extremadura durante la Guerra de la Independencia, ¿crees que tenía las mismas características o difería de las que se pudieron dar en el resto de España? ¿Sus acciones repercutieron positiva o negativamente en la población? Y desde un punto de vista militar, ¿sus acciones fueron significativas en el desarrollo del conflicto armado?

(Jacinto J. Marabel): «Salvo el período que fue de febrero a junio de 1809, Extremadura se mantuvo libre de franceses hasta 1810. En enero de este último año, el duque de Alburquerque se llevó el Ejército de Extremadura a Cádiz y quedó la región quedó totalmente desprotegida. Se salvó España a costa de Extremadura y comenzaron a organizarse partidas para frenar las primeras incursiones francesas. Algunos de estos primeros guerrilleros, como José Valladares, Pedro Velasco, Fernando Vera, Juan Antonio Orovio, Juan López Padilla, Francisco Cortes o el dominico Fray Celedonio Durán, que habían militado antes en el Batallón de Estudiantes, en los Leones Enfurecidos o en el Cuerpo de Cruzada Sacro-Militar, creados en el furor de los primeros meses de guerra, acabaron acogidos al Corso Terrestre. Y, como en el resto de España, el movimiento tuvo sus luces y sombras. Entre las primeras destacaron las mujeres, como Catalina Martín López de Bustamante, sobrina de Toribio Bustamante, jefe guerrillero conocido como el Caracol, que logró sorprender a un destacamento de dragones a pocos kilómetros de Badajoz, dando muerte al general Charles-Victor Woirgard, y fue recompensada con el título de alférez de caballería. También lo sería otra mujer agregada a la partida del Caracol, Francisca de la Puerta, por su participación en el combate de Fuente de Cantos. Y en las Villuercas fue famosa la partida del Lagarto, liderada por Feliciano Cuesta y sus hermanos, que emboscaron la columna del general Fréderic Vagnair de Marisy, dándole muerte y haciéndose con el tren de equipajes. Entre las sombras, Isidoro Mir Ascaso, que desobedeció al general Mendizábal agregándose cientos de hombres del 5º Ejército y, tras resultar completamente derrotado en Castañar de Ibor, acabó siendo arrestado y procesado en Cádiz.»

● (El Rincón de Byron): Napoleón se comenta que pronuncio la frase que “un ejército marchaba sobre su estómago”. Pero a ese estómago había que alimentarlo de alguna manera. La política de requisas tanto de parte francesa como de parte patriota durante la guerra en un mismo territorio en un mismo momento, ¿crees que fue uno de los factores clave del empobrecimiento manifiesto de gran parte del territorio español, del de Extremadura en particular, o habría al mismo tiempo otros factores a considerar?

(Jacinto J. Marabel): «Los orígenes del empobrecimiento de Extremadura se remontan a la Guerra de Restauración portuguesa. La región, que se había mantenido por encima de la media nacional gracias a los recursos invertidos por las familias de los grandes conquistadores, entre otros, los Orellanas, Pizarros o De Sotos, fue esquilmada económica y demográficamente. Cuarenta años más tarde, la Guerra de Sucesión acabó con las pocas industrias que sobrevivieron, por lo que no cabe culpar de todos los males a los ejércitos contendientes del período napoleónico. La situación era tal que, en abril de 1809, el mariscal Victor, cuyo cuartel general emplazó en Mérida a la espera de converger en Badajoz con el Cuerpo de Soult, que a su vez debía progresar desde Portugal, escribió al rey José quejándose por la falta de suministros y forrajes para la tropa. Un mes más tarde, la situación será tan insostenible que decidió abandonar todo el terreno conquistado y repasar de nuevo el Tajo, para poder salvarlas. Creo que, en efecto, hay otros factores a considerar más allá de la consideración de Extremadura como teatro de operaciones de varios ejércitos durante este período.»

● (El Rincón de Byron): En 2017 salió publicado tu libro Damnatio Memoriae, que trataba sobre los españoles, alemanes y portugueses que se vieron envueltos en el asedio a Badajoz en 1812. ¿Qué aspectos quisiste poner de manifiesto que no se hubieran tratado anteriormente? Aunque podamos entrar en el tópico, ¿pudo haberse minimizado el impacto de todos los hechos que acaecieron una vez rendida la guarnición francesa, o la situación resultó incontrolable en un ejército como el británico que – paradójicamente- estaba regido en su marcha diaria por la disciplina del látigo?

(Jacinto J. Marabel): «En aquel libro quería poner de manifiesto el principal mal que aqueja el estudio de período en Extremadura: la necesidad de cuestionarse la propaganda británica. En doscientos años, la única obra de referencia era un libro publicado por Román Gómez Villafranca en 1912, en el que se recogía toda la documental relacionada con el conflicto conocida hasta entonces. Es el sistema de fuentes más importante publicado hasta la fecha y muy pocos investigadores la citan. Lo habitual es copiar o traducir a los autores británicos, que además de ignorar completamente las fuentes españolas, suelen construir el relato sobre referencias accesorias y muy secundarias, dando por ciertos hechos que no se han molestado en examinar. Por esta razón, hace tres años, reuní una serie de aficionados, en torno a los cuales promoví y registré una asociación, la Asociación Histórico-Militar Alfonso IX, con el propósito de servir al estudio objetivo y riguroso de este y otros episodios históricos. El libro Damnatio Memoriae reunía los principios que plasmé en sus estatutos, para evitar, precisamente, caer en el error de todo lo publicado hasta entonces sobre los asedios de Badajoz, plagados de lugares comunes, con decenas de interrogantes que nadie se había planteado resolver. Una de esas cuestiones era la participación de las tropas alemanas, portuguesas y españolas en el Sitio de Badajoz de 1812. En aquel libro descubrí que los hechos no eran como nos los habían contado, sino que, expuestos los múltiples puntos de vista, debíamos escoger la versión más objetiva posible de los mismos. Y desde entonces, he tratado de trasladar esta misma teoría al resto de libros que he ido publicado.»

● (El Rincón de Byron): La figura de Rafael Menacho y Tutlló, militar de origen gaditano, destacado protagonista en la Guerra de la Convención donde fue herido varias veces, fue nombrado mariscal de campo en 1810 y gobernador militar de Badajoz, y en tal calidad defendió la ciudad en el asedio francés de 1811. ¿Qué aspectos podrías destacar en general del asedio por parte de los franceses y en particular de la figura de Menacho durante el asedio?  

(Jacinto J. Marabel): «Con Menacho ocurrió algo parecido. Su figura estaba rodeada de elementos míticos que entorpecían un estudio objetivo del personaje. La historiografía local tomaba los lugares comunes de Adolfo de Castro en su Historia de Cádiz, repletos de licencias literarias, así que acudí de nuevo a las fuentes primarias, impartí una serie de conferencias, escribí artículos en revistas especializadas, impulsé una estatua y apoyé la repatriación del ajuar funerario, hasta que finalmente tuve que escribir una biografía novelada para que la vida del héroe del Sitio de 1811 resultara más accesible al público generalista. La investigación me permitió derribar muchos mitos en torno a su figura: la cabeza no le había sido volada por una bala de cañón; no murió paseando sobre la muralla, como por lo demás nunca haría un general en sus cabales; nunca fue nombrado por las Cortes Benemérito de la Patria y nunca escribió una carta a su mujer en tono patriótico, entre otras cosas. Menacho fue un militar liberal, progresista en el sentido actual de izquierdas, reiteradamente ninguneado por el estamento castrense afín a los serviles, que contribuyó de su bolsillo a la aprobación de la Constitución de Cádiz. Lamentablemente, algunos prefieren seguir acudiendo a lugares comunes.» 

● (El Rincón de Byron): La batalla de La Albuera, o la “sangrienta Albuera” para los británicos, no fue una batalla determinante en el transcurso de la contienda, pero sí que ha tenido un especial eco en la historia militar por el enconamiento y desarrollo de sus acciones. Exceptuando las repatriadas tropas de La Romana, ¿crees que las unidades españolas que participaron estaban posiblemente entre las mejores del ejército español de entonces? En tu opinión, ¿Dónde falló Beresford que hubiera acertado Wellington y donde equivocó su planteamiento un militar tan “maniobrero” como Soult?    

(Jacinto J. Marabel): «Bueno, las “experimentadas” tropas de La Romana cayeron estrepitosamente en Santa Engracia tres meses antes. Las únicas unidades que se salvaron fueron las de Ballesteros, porque a principios de año habían sido adscritas al 4º Ejército. Participaron en La Albuera junto a una División del 5º Ejército, totalmente reconstruida, la Vanguardia de Lardizábal y la División de Zayas, y estas dos sí resultaron fundamentales en el transcurso de la batalla. Desplegadas en el centro y la izquierda de la defensa aliada, rechazaron sendos ataques de las columnas francesas, que sufrieron en apenas dos horas de combate frente a los españoles más de 3.000 bajas, el 40% del total de sus efectivos. El primer ataque fue rechazado casi en su totalidad por los dos batallones de Reales Guardias Españolas, la caballería del Conde de Penne evitó una masacre completa de la Brigada Colborne y el Regimiento de Irlanda, que registró 436 bajas al final de combate, esto es el 56% del total de efectivos, se sacrificó para cerrar huecos y recuperar los cañones perdidos por los británicos en la famosa carga de los polacos. Realmente, la participación de las brigadas británicas fue muy menor en el combate: las temerarias maniobras de Houghton y Colborne habría merecido un Consejo de Guerra, y pusieron en peligro el despliegue aliado. También lo habría merecido Beresford, a quien Wellington le retiró el mando tras la batalla. Lo cierto es que únicamente siguió sus indicaciones, porque la dirección de grandes masas de hombres le sobrepasaba. El mando debió corresponder a Castaños, pero este ya había avisado al británico que el lugar no era el más apropiado para presentar combate, porque dejaba una guarnición francesa a su espalda y el río Guadiana desbordado cerrándole una posible retirada a su derecha, así que rehusó inteligentemente la dirección del mismo. Se salvaron únicamente porque Soult pensaba, con razón, que en aquel lugar no podía esperarle un Ejército y que las tropas cubrían el repliegue de las divisiones que habían cercado Badajoz. En mayo de 1811, el mariscal Soult trató de repetir el movimiento envolvente que tan buenos resultados le había dado en febrero y ordenó que las dos brigadas de dragones continuasen hacia Mérida, para tomar luego la orilla derecha del Guadiana, mientras la infantería avanzaba por el sur. A la batalla de La Albuera concurrieron cuatro escuadrones de dragones, los únicos a los que les dio tiempo de regresar desde Almendralejo porque se encontraban a retaguardia de la columna. Según los órdenes de batalla, a Soult le faltaron 1.442 dragones, nueve escuadrones en total, que el día del combate se encontraban a las puertas de Mérida. Y esto pudo haber sido definitivo para decantarlo a su favor, aunque nunca lo sabremos.»

* Agradecer muy especialmente a Jacinto J. Marabel que nos haya atendido para la elaboración de esta entrada para «El Rincón de Byron».


Jacinto Jesús Marabel Matos, nacido en Badajoz, es asesor jurídico de la Abogacía General de la Junta de Extremadura y profesor de Derecho Administrativo en la Universidad. Aficionado a la Historia Militar, es fundador y secretario de la Asociación Histórica-Militar Alfonso IX. Ha publicado multitud de artículos y libros sobre la historia de Extremadura y Badajoz, entre otros, “El capitán Fariñas. Episodio del Sitio de Badajoz” (2012), Damnatio Memoriae” (2017), “Indomables. Historia del general Menacho y el cerco de Badajoz” (2019), “Badajoz, 1811” (2021) en la serie Guerreros y Batallas, y su último título, “Campaña de 1811 en Extremadura” (2022).  


Imágenes:

a – https://www.meisterdrucke.es/impresion-art%C3%ADstica/Thomas-Staunton-St.-Clair/323562/Badajoz-durante-el-asedio-de-junio-de-1811,-placa-4-de-&39;Una-serie-de-vistas-de-las-principales-apariciones-de-las-campa%C3%B1as-en-Espa%C3%B1a-y-Portugal&39;,-grabado-por-Charles-Turner,-publicado-en-1812-(aguatinta).html

b – https://cdn.zendalibros.com/wp-content/uploads/2019/04/indomables.jpg

c – https://2.bp.blogspot.com/-5SthubNJ3uk/WOuihfzyLiI/AAAAAAAAAq0/RicfFYZbjXAsJi3f7LQ4dgTC1u-SjiPswCLcB/s1600/17671014_10212366543508515_1262170198_n.jpg

d – https://imagessl1.casadellibro.com/a/l/t7/11/9788412497311.jpg

e – https://static3.hoy.es/www/multimedia/201903/31/media/cortadas/136132762–624×934.jpg

f – By Thomas Sutherland – This image is available from the National Library of WalesYou can view this image in its original context on the NLW Catalogue, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=70052941

Enrique F. Sicilia Cardona, desentrañando la historia militar

Tiempo de lectura: 80 minutos

Enrique F. Sicilia Cardona es historiador, docente, y autor de sendos títulos sobre historia militar, entre ellos, «Napoleón y Revolución. Las Guerras Revolucionarias» y «La Guerra del Rosellón (1793-1795)», este último como coautor. Hace unos pocos meses contactamos con él para poder concertar una entrevista sobre algunos de los temas que ha tratado en sus publicaciones, y amablemente accedió a concedernos una entrevista, que finalmente hoy ve la luz.

En alguna ocasión hemos comentado (supongo que en muchas) que las entrevistas son una de nuestras secciones más queridas ya que nos permiten ampliar nuestros conocimientos y puntos de vista a través del contacto con el saber y experiencia de nuestros semejantes. Aparte también hemos sido afortunados porque la inmensa mayoría de las que hemos realizado hasta ahora, gracias básicamente a nuestros entrevistados, han mejorado ostensiblemente la calidad de las preguntas en su conjunto, y la que publicamos hoy no ha sido una excepción.

Os dejamos por tanto sin más preámbulos con esta pequeña panorámica de la obra de Enrique F. Sicilia Cardona a la que nos asomamos en estos momentos.

La célebre imagen de Napoleón en la batalla de Rivoli, por Philippoteaux, también motivo 
de la portada del libro «Napoleón y Revolución» obra de nuestro entrevistado.

ENTREVISTA

(El Rincón de Byron): Manuel Godoy ha sido siempre un personaje controvertido en la historiografía española de finales del S. XVIII y principios del XIX. Polémico y denostado por la mayoría, en los altos empleos que tuvo jugó un papel destacado en las alianzas forjadas primero con Inglaterra y luego con la Francia Revolucionaria. ¿En una monarquía en crisis y con problemas de Hacienda, se pudo gobernar más eficientemente por parte del “Príncipe de la Paz” o la situación ya era insalvable para la corona española? ¿Se pudieron evitar las guerras con la Francia Revolucionaria?

(Enrique F. Sicilia Cardona): Godoy, efectivamente, sigue siendo un personaje discutido y muchos le siguen considerando un simple arribista, sin excesivas destrezas. Con una simple lectura de sus «Memorias», uno se percata de lo incongruente de esa etiqueta. Allí vemos, sobre todo, a un estadista que, sí, con sus evidentes errores como su acercamiento a Francia tras Basilea, nada nuevo durante el Siglo de las Luces, y su peligroso coqueteo posterior con Napoleón, dirigió el reino de España durante unos años cruciales y propició algunos de sus hechos más notables a finales del siglo XVIII y principios del XIX. No solo eso, pues protagonizó igualmente una de las guerras más exitosas y cortas de nuestra historia, la de las Naranjas ante Portugal, con el todavía premio de Olivenza en nuestras fronteras. Por no hablar de su clara vertiente ilustrada fomentando algunas instituciones del saber. Ahora bien, la eficiencia en su gobierno pudo mejorarse, pues no consiguió el efecto deseado. La Real Hacienda sufrió lo indecible con la deriva marcial desde 1793 en adelante (y su obligada fidelidad a la absolutista Corona, le restó la flexibilidad adecuada para solventar mejor las crisis económicas) y en el exterior estaba muy influenciado por el imán de Francia y la constante beligerancia de la talasocracia británica. Digamos que se encontró en una escena principal como actor circunstancial y, lo más importante, con el guion muchas veces escrito por otros más poderosos y sin la liquidez necesaria.

La adhesión de España a las Guerras Revolucionarias en 1793 la veo como inevitable. Los lazos de sangre borbónicos eran históricos y la implosión del sistema estamental, tras la Revolución Francesa, demandó una política de contención monárquica que parara esa probable marea radical de ciudadanía. Por ese motivo, las tropas españolas llevaban tiempo acantonadas sobre la frontera pirenaica. Carlos IV, con la decapitación de su pariente Luis XVI, estaba obligado a actuar, si bien intentó apaciguar los ánimos con la salvaguarda de la restante familia real francesa. Si a ese vínculo personal, le unimos luego la favorable probabilidad de recuperar, en esa coyuntura, un territorio como el Rosellón, perdido desde 1659 ante los franceses, tenemos dos factores probables para provocar una resolución militar: la defensa de la sangre y la restauración territorial de algo que, culturalmente, todavía se consideraba peninsular e hispánico. Me queda un tercer factor, y fue capital: la propia intransigencia revolucionaria francesa, una vez consumada la escenificación cortante sobre su rey. La Convención de esos años no era precisamente un manantial de paz.

(El Rincón de Byron): Manuel Godoy has always been a controversial character in Spanish historiography in the late 18th and early 19th centuries. Controversial and reviled by the majority, in the high jobs he held he played a prominent role in the alliances forged first with England and then with Revolutionary France. In a monarchy in crisis and with financial problems, was it possible to govern more efficiently by the «Prince of Peace» or was the situation already insurmountable for the Spanish crown? Could the wars with Revolutionary France be avoided?

(Enrique F. Sicilia Cardona): Godoy, indeed, continues to be a controversial character and many continue to consider him a simple careerist, without excessive skills. With a simple reading of their «Memoirs», one realizes the incongruity of that label. There we see, above all, a statesman who, yes, with his obvious mistakes such as his approach to France after Basel, nothing new during the Enlightenment era, and his subsequent dangerous flirtation with Napoleon, led the kingdom of Spain for a few years crucial and led to some of its most notable events in the late eighteenth and early nineteenth centuries. Not only that, because he also starred in one of the most successful and shortest wars in our history, that of the Oranges against Portugal, with the Olivenza prize still on our borders. Not to mention its clear enlightened aspect promoting some institutions of knowledge. However, the efficiency in his government could be improved, because it did not achieve the desired effect. The Royal Treasury suffered the unspeakable with the martial drift from 1793 onwards (and its forced loyalty to the absolutist Crown, deprived it of the adequate flexibility to better solve economic crises) and abroad it was greatly influenced by the imam of France and the constant belligerence of the British thalassocracy. Let’s say that he found himself in a main scene as a circumstantial actor and, more importantly, with the script many times written by other more powerful and without the necessary liquidity. The accession of Spain to the Revolutionary Wars in 1793 I see as inevitable. Bourbon blood ties were historical and the implosion of the estate system, after the French Revolution, demanded a policy of monarchical containment that would stop that probable radical tide of citizenship. For this reason, the Spanish troops had long been stationed on the Pyrenean border. Carlos IV, with the beheading of his relative Louis XVI, was obliged to act, although he tried to appease the spirits with the safeguarding of the remaining French royal family. If to this personal bond, we then add the favorable probability of recovering, at that juncture, a territory like Roussillon, lost since 1659 to the French, we have two probable factors to provoke a military resolution: the defense of blood and the restoration territorial of something that, culturally, was still considered peninsular and Hispanic. I still have a third factor, and it was capital: the French revolutionary intransigence itself, once the cutting staging of its king was consummated. The Convention of those years was not exactly a source of peace.

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(El Rincón de Byron): A pesar de los éxitos militares iniciales de la Campaña contra la Convención, con la invasión de territorio francés, el conflicto pronto cambiaría de signo y la iniciativa y los triunfos pasarían a ser de la República francesa, invadiendo una parte del territorio español que solo sería devuelta tras la Paz de Basilea. A grandes rasgos, ¿Qué factores fueron determinantes en tu opinión para que el devenir de los acontecimientos fuera tan negativo para las armas españolas y si ello fue un preludio de lo que pasaría luego en la Guerra de Independencia?

(Enrique F. Sicilia Cardona): La guerra del Rosellón o de la Convención fue una operación limitada en su concepción inicial. El reino de España proyectó una doble invasión -por País Vasco y Cataluña- para asentarse en algunos puntos clave del territorio francés y desde esas posiciones defenderse del posterior contraataque republicano. Ricardos, conocedor de esa geografía y del numeroso contingente humano que los franceses podrían oponerle, temía recular hasta Cataluña. En el momento de su muerte, en marzo de 1794, España estaba sobre territorio francés y se sostenía desde el magnífico campo fortificado de Le Boulou. La percepción negativa de esta guerra viene como consecuencia del posterior repliegue sobre Cataluña y la invasión francesa (Dugommier reorganizó y revitalizó a su ejército), pero no debemos olvidar que en 1795, con Urrutia en el teatro catalán, conseguimos una serie de notorias victorias campales sobre el río Fluviá, y en el momento de la firma de la paz de Basilea se proyectaba un ataque sobre la fortaleza de Mont Louis, guardián de la Cerdagne francesa. Es cierto que en el teatro de Navarra y Vascongadas los franceses estaban sobre el alto Ebro, pero en demasía extendidos y expuestos a un ataque en su desperdigado dispositivo. Los militares españoles no recibieron muy bien las noticias de la paz, al menos en el Rosellón, y no me cabe duda que la pervivencia del conflicto, al menos en 1795 hubiera favorecido algo más a España, por el trasvase del centro de gravedad hacia el Rhin e Italia, aunque el déficit apretaba con evidente desasosiego, y en Basilea realmente no salimos muy mal parados en términos territoriales. Otra cosa es pensar el qué hubiera sucedido tras la caída de Holanda ese mismo año, los posteriores problemas internos contra los realistas y, sobre todo, los planes del futuro Directorio. Lo dejo aquí.

Respecto a si fue un preludio esta guerra a nuestra GDI es indudable que sí. Luchamos contra el mismo enemigo, en una situación estratégica similar (dominando el mar con nuestra Armada en esos años y luego con la británica), con territorios españoles ocupados por ellos desde 1794, y con la notoria aparición, poca gente lo conoce, de la guerra irregular contra el francés. Ojo, porque el propio Ricardos también sufrió ese contratiempo guerrillero en su avance inicial por el Rosellón, en 1793 y acercándose a Perpignan, aunque los pueblos fronterizos franceses recibieron con bastante tranquilidad su incursión.

(El Rincón de Byron): Despite the initial military successes of the Campaign against the Convention, with the invasion of French territory, the conflict would soon change sign and the initiative and the triumphs would pass to the French Republic, invading a part of the Spanish territory which would only be returned after the Peace of Basel. Broadly speaking, what factors were determining in your opinion for the course of events to be so negative for Spanish weapons and if this was a prelude to what would happen later in the War of Independence?

(Enrique F. Sicilia Cardona): The Roussillon or Convention War was a limited operation in its initial conception. The kingdom of Spain planned a double invasion – by the Basque Country and Catalonia – to settle in some key points of the French territory and from those positions defend itself from the subsequent republican counterattack. Ricardos, aware of that geography and of the large human contingent that the French could oppose him, was afraid of retreating to Catalonia. At the time of his death, in March 1794, Spain was on French territory and supported from the magnificent fortified field of Le Boulou. The negative perception of this war comes as a consequence of the subsequent withdrawal from Catalonia and the French invasion (Dugommier reorganized and revitalized his army), but we must not forget that in 1795, with Urrutia in the Catalan theater, we achieved a series of notorious pitched victories. on the river Fluviá, and at the time of the signing of the peace of Basel an attack was planned on the fortress of Mont Louis, guardian of the French Cerdagne. It is true that in the theater of Navarra and Vascongadas the French were on the upper Ebro, but too extended and exposed to an attack in its scattered device. The Spanish military did not receive the news of peace very well, at least in Roussillon, and I have no doubt that the survival of the conflict, at least in 1795, would have favored Spain somewhat more, due to the shift from the center of gravity to the The Rhine and Italy, although the deficit tightened with evident unease, and in Basel we really did not fare very badly in territorial terms. Another thing is to think what would have happened after the fall of the Netherlands that same year, the subsequent internal problems against the royalists and, above all, the plans of the future Directorate. I leave it here.

Regarding whether this war was a prelude to our GDI, there is no doubt that it was. We fought against the same enemy, in a similar strategic situation (dominating the sea with our Navy in those years and then with the British), with Spanish territories occupied by them since 1794, and with the notorious appearance, few people know of it, of the irregular war against the French. Be careful, because Ricardos himself also suffered that guerrilla setback in his initial advance through Roussillon, in 1793 and approaching Perpignan, although the French border towns received his incursion quite calmly.

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(El Rincón de Byron): La guerra contra la Convención se desarrolló en prácticamente la línea de la cordillera de los Pirineos, desde el País Vasco, pasando por Aragón hasta Cataluña. En esta última, el conflicto fue conocido como Guerra Gran (Guerra Grande) y, al parecer, uno de los objetivos de Carlos IV era recuperar los antiguos territorios del Rosellón, perdidos en las guerras anteriores con Francia. ¿Te consta que la opinión pública en Cataluña o sus gobernantes fueran favorables a dicha iniciativa? ¿Las compañías de somatenes locales y los Tercios de Migueletes intervinieron en el conflicto decididamente o su presencia no tuvo un impacto significativo en el mismo?

(Enrique F. Sicilia Cardona): En Cataluña hubo un fervor considerable al comienzo de las hostilidades y en el Rosellón las tropas catalanas se distinguieron, en bastantes momentos marciales, por su rey y por España. Fíjese que cuando el conde de la Unión salió desde Barcelona en 1794 para suceder a O´Reilly -también fallecido por enfermedad- tuvo una colosal salida, en plan triunfo romano. Y en todo el reino de España hasta los reveses de ese año, la guerra fue bastante popular, pues la sociedad española estaba muy identificada con su monarquía y, sobre todo, con la defensa de su sacralidad católica. Y esos revolucionarios corta cabezas, vistos por la controlada prensa de la época como demonios, indignaron a muchos.

Respecto a los somatenes y Migueletes hay que indicar que tampoco eran ninguna novedad y ya en siglos anteriores habían dado muestras de su activación y participación. Existía esa cultura de la milicia campesina en armas, podríamos decir. Practicaban habitualmente, al conocer muy bien el terreno, una guerra de emboscadas, sorpresas y golpes de mano que alteraban la presencia del invasor francés y sus líneas de comunicación, antecedente claro de la famosísima y vital guerrilla española en la guerra contra Napoleón. Y en algunas acciones incluso estuvieron en primera línea, por ejemplo en Espolla, a finales de 1793 y al año siguiente, en el ataque a San Lorenzo de la Muga, o en la toma final de Puigcerdá en 1795. Es conocido que el conde de la Unión recurrió con pragmatismo a ellos oficializándolos y fueron una base miliciana importante en el sostenimiento del teatro catalán, siempre secundario para los franceses en estos tiempos, no lo olvidemos. Urrutia siguió esa senda en 1795 para generar una versión más militarizada e independiente tácticamente con los Migueletes.

(El Rincón de Byron): The war against the Convention took place in practically the line of the Pyrenees mountain range, from the Basque Country, passing through Aragon to Catalonia. In the latter, the conflict was known as Guerra Gran (Big War) and, apparently, one of the objectives of Charles IV was to recover the former territories of Roussillon, lost in the previous wars with France. Do you know that public opinion in Catalonia or its leaders were in favor of this initiative? Did the local Somatenes companies and the Tercios de Migueletes decisively intervene in the conflict or did their presence not have a significant impact on it?

(Enrique F. Sicilia Cardona): In Catalonia there was considerable fervor at the beginning of hostilities and in Roussillon the Catalan troops distinguished themselves, in many martial moments, for their king and for Spain. Note that when the Count of La Unión left Barcelona in 1794 to succeed O’Reilly – also deceased from illness – he had a colossal departure, in a Roman triumph. And throughout the kingdom of Spain until the reverses of that year, the war was quite popular, since Spanish society was closely identified with its monarchy and, above all, with the defense of its Catholic sacredness. And those revolutionaries cut heads, seen by the controlled press of the time as demons, outraged many.

Regarding the Somatenes and Migueletes, it should be noted that they were not new either and in previous centuries they had already shown signs of their activation and participation. There was that culture of the peasant militia in arms, we could say. They habitually practiced, knowing the terrain very well, a war of ambushes, surprises and hand blows that altered the presence of the French invader and his lines of communication, a clear antecedent of the famous and vital Spanish guerrilla in the war against Napoleon. And in some actions they were even in the front line, for example in Espolla, at the end of 1793 and the following year, in the attack on San Lorenzo de la Muga, or in the final capture of Puigcerdá in 1795. It is known that the count of The Union pragmatically resorted to them making them official and they were an important militia base in the support of the Catalan theater, always secondary to the French in these times, let’s not forget it Urrutia followed that path in 1795 to generate a more militarized and tactically independent version with the Migueletes.

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(El Rincón de Byron): La reconquista de Tolón por parte de los ejércitos revolucionarios fue uno de los primeros hechos de armas que dieron a conocer al joven Bonaparte entre sus superiores y en Paris, gracias también a la confianza depositada por el general Dugommier, su comandante en jefe. Entre las tropas defensoras, en la base naval o en sus fuertes perimetrales, aparte de fuerzas realistas francesas y diversos contingentes extranjeros, también había un fuerte contingente español de unos 6-7.000 hombre, con comandantes como Juan de Lángara o Gravina, y una buena flota de guerra. ¿Nos podrías comentar a grandes rasgos su desempeño durante el asedio y cuál fue la suerte de aquellas tropas una vez abandonada la rada de Tolón?

(Enrique F. Sicilia Cardona): Lo primero aquí es indicar que esa diversión de Tolón fue perjudicial estratégicamente para las armas españolas en el Rosellón. Me explico. Ricardos perdió, en un momento clave, las tropas de los Regimientos de infantería de Mallorca e Hibernia, los cuales embarcarían en Rosas para esa empresa hacia el puerto francés de Tolón, hablamos de casi 2.000 hombres fogueados y muy capacitados que, como dijo el propio Ricardos, le produjeron un vacío en la fase más crítica de sus operaciones, hacia finales de agosto y principios de septiembre de 1793, creo recordar. Es decir, en el momento de intentar tomar Perpignan, cosa que no se pudo realizar tras la derrota posterior de Peyrestortes. Y la fuerte armada que debía apoyarle por la costa en esos tiempos se malgastó en ese conocido pasaje militar donde el Corso obtuvo sus primeros reconocimientos oficiales. Entiendo que esa revuelta federalista francesa -contrarios a los jacobinos parisienses- y el premio de la flota francesa surta allí era una atracción necesaria para la Royal Navy, sobre todo, pero debimos participar con menos medios, la verdad.

Una vez desembarcados y asegurados en el perímetro defensivo de Tolón, las fuerzas españolas se comportaron con profesionalidad y destreza ante los republicanos franceses. Un ejemplo puede ser la reconquista de la vital posición de Mont Faron por tres columnas aliadas, una con notoria presencia española al mando del gran Gravina, en octubre de 1793, y que contraatacó a los revolucionarios comandadas ese día por un tal Víctor, sí, el futuro mariscal napoleónico que usted bien conoce, por la zona central de aquel disputado monte testigo. Tampoco lo hicieron mal en la salida de finales de noviembre hacia las obras de asedio republicanas en torno al pequeño puerto. En definitiva, el nivel táctico del ejército español a finales del XVIII no estaba ni mucho menos obsoleto, ni atrasado con respecto a las potencias imperantes. Y en ese 1793 demostraron ser superiores en batalla a los entusiastas franceses en repetidas ocasiones.

(El Rincón de Byron): The reconquest of Toulon by the Revolutionary armies was one of the first acts of arms that made the young Bonaparte known among his superiors and in Paris, thanks also to the trust placed by General Dugommier, his commander-in-chief. Among the defending troops, in the naval base or in its perimeter forts, apart from French royalist forces and various foreign contingents, there was also a strong Spanish contingent of about 6-7,000 men, with commanders such as Juan de Lángara or Gravina, and a good war fleet. Could you give us a rough comment on their performance during the siege and what was the fate of those troops once they left the roadstead of Toulon?

(Enrique F. Sicilia Cardona): The first thing here is to indicate that this diversion of Toulon was strategically detrimental to the Spanish arms in Roussillon. I explain. Ricardos lost, at a key moment, the troops of the Majorcan and Hibernian infantry Regiments, which would embark in Rosas for that company towards the French port of Toulon, we are talking about almost 2,000 skilled and highly trained men who, as said Ricardos himself, produced a vacuum in the most critical phase of their operations, towards the end of August and the beginning of September 1793, I think I remember. That is, at the time of trying to take Perpignan, which could not be done after the subsequent defeat of Peyrestortes. And the strong army that had to support him along the coast at that time was wasted in that well-known military passage where the Corso obtained its first official recognitions. I understand that this French federalist revolt – contrary to the Parisian Jacobins – and the prize of the French fleet supplied there was a necessary attraction for the Royal Navy, above all, but we had to participate with less means, really.

Once landed and secured in the defensive perimeter of Toulon, the Spanish forces behaved professionally and skilfully against the French Republicans. An example may be the reconquest of the vital position of Mont Faron by three allied columns, one with a notorious Spanish presence under the command of the great Gravina, in October 1793, and that counterattacked the revolutionaries commanded that day by a certain Victor, yes, the future Napoleonic marshal that you know well, in the central area of ​​that disputed mountain witness. They also did not do badly in the departure at the end of November towards the Republican siege works around the small port. Summing up, the tactical level of the Spanish army at the end of the 18th century was by no means obsolete, nor was it behind the prevailing powers. And in that 1793 they proved to be superior in battle to the French enthusiasts repeatedly.

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(El Rincón de Byron): Lazare Carnot fue un personaje significativo durante la época revolucionaria y sobre todo con el gobierno del Directorio. Un matemático y militar a la que sin duda la Revolución francesa le debió su propia existencia en el tiempo, con sus medidas como la “Levée en masse” y la mejora de las condiciones del ejército revolucionario, así como sus tácticas en el campo de batalla. ¿Coincides en que Carnot y sus contribuciones son un ejemplo más de ilustre olvidado por la Historia moderna, ensombrecido -quizás injustamente- por los acontecimientos posteriores o por una figura históricamente más atractiva?

(Enrique F. Sicilia Cardona): Sin lugar a dudas. Personaje sin el relumbrón histórico debido, pues Él fue el arquitecto de la respuesta masiva en 1793 que salvó a la propia Revolución, algo que el propio Jomini, mi tratadista militar favorito, confirmó. Un personaje excelso, con una gran capacidad para las ciencias matemáticas, la organización metódica y experto, como curiosidad, en abaluartamiento, y que fue fundamental en Francia, al menos, hasta 1795. En táctica marcial también destacó, como nos recuerda Bell, al apostar por la ruptura en masa en el campo de batalla, tal y como hizo en Wattignies. Sin olvidar que el propio Napoleón le debe ese ascenso posterior a la jefatura en Italia y, claro está, el Corso siempre le tuvo un gran respeto, a pesar de su oposición a la elevación personal e imperial en 1804, provocadas por el propio republicanismo pertinaz de Carnot, más los rescoldos de 1797 con el golpe de Fructidor. Para terminar, su decisiva contribución al decreto obligatorio de la Levée en Masse cambió las reglas de la guerra y esto no fue en sí una vuelta a la barbarie, como analizó Fuller, sino la evolución necesaria y racional de una nación en armas hacia la totalidad de sus recursos enfocados al único argumento posible en esos tiempos: la victoria frente a los agresores

(El Rincón de Byron): Lazare Carnot was a significant figure during the revolutionary era and especially with the government of the Directory. A mathematician and military man to whom the French Revolution undoubtedly owed its own existence in time, with its measures such as the «Levée en masse» and the improvement of the conditions of the revolutionary army, as well as its tactics on the battlefield. Do you agree that Carnot and his contributions are yet another illustrious example forgotten by modern history, overshadowed – perhaps unfairly – by later events or by a more historically attractive figure?

(Enrique F. Sicilia Cardona): Without a doubt. Character without the due historical flash, since He was the architect of the massive response in 1793 that saved the Revolution itself, something that Jomini himself, my favorite military writer, confirmed. An exalted character, with a great capacity for mathematical sciences, methodical and expert organization, as a curiosity, in basting, and who was fundamental in France, at least, until 1795. In martial tactics he also highlighted, as Bell reminds us, gambling on the mass breakout on the battlefield, just as you did at Wattignies. Without forgetting that Napoleon himself owes him that subsequent rise to leadership in Italy and, of course, the Corso always had great respect for him, despite his opposition to personal and imperial elevation in 1804, caused by stubborn republicanism from Carnot itself, plus the embers of 1797 with the Fructidor coup. Finally, his decisive contribution to the mandatory decree of the Levée en Masse changed the rules of war and this was not in itself a return to barbarism, as Fuller analyzed, but the necessary and rational evolution of a nation in arms towards totality of its resources focused on the only possible argument in those times: victory against the aggressors.

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(El Rincón de Byron): Algunos han calificado a Napoleón Bonaparte como un “hijo de la Revolución”. No es un punto de vista que compartamos ya que él estuvo alejado algún tiempo de los escenarios bélicos principales en dicho periodo debido a sus estancias en su isla natal de Córcega y sus devaneos políticos a favor y luego en contra del jefe patriota local, Pascale Paoli. ¿Cuánto le debió Napoleón a la Revolución y cuanto le debió ésta a la figura del gran corso?

(Enrique F. Sicilia Cardona): Con rotundidad, Napoleón a la revolución le debió todo, pues nunca hubiera escalado de una manera tan fulgurante en otro estado socio-político. Es más, en el Antiguo Régimen no hubiera pasado de ser un simple oficial, sin capacidad de decisión, ni mando sobre miles de hombres, pues aunque pertenecía a la nobleza local corsa, le hubiera sido complicado atraerse la atención de Francia como salvador de la patria ante enemigos exteriores. En resumidas cuentas, su evidente meritocracia hubiera tenido muy complicada salida al escenario principal. Las guerras, sin esa Revolución en curso, hubieran seguido siendo convencionales y limitadas, dirigidas por nobles de alta cuna y ante enemigos no tan predispuestos a arriesgarse durante un largo periodo. A luz de este sólido argumento contextual, respondo a la segunda parte. Para mí, como auguró el propio Guibert, Napoleón fue la culminación de la misma Revolución y hoy en día está indisolublemente unida a ella. Son complementarios, no excluyentes, y personifican, como trasunto mutuo, ese periodo clave de la Historia de la Humanidad

(El Rincón de Byron): Some have described Napoleon Bonaparte as a “son of the Revolution”. It is not a point of view that we share since he was away for some time from the main war scenes in that period due to his stays on his native island of Corsica and his political ramblings in favor and later against the local patriot chief, Pascale Paoli . How much did Napoleon owe to the Revolution and how much did it owe to the figure of the great Corsican?

(Enrique F. Sicilia Cardona): Napoleon absolutely owed everything to the Revolution, for he would never have risen so brilliantly in another socio-political state. Moreover, in the Old Regime he would not have gone from being a simple officer, without decision-making capacity, nor command over thousands of men, because although he belonged to the local Corsican nobility, it would have been difficult for him to attract the attention of France as the savior of the homeland before foreign enemies. In short, his obvious meritocracy would have had a very difficult exit to the main stage. The wars, without that ongoing Revolution, would have remained conventional and limited, led by noblemen of high birth and before enemies not so predisposed to take risks for a long period. In light of this strong contextual argument, I respond to the second part. For me, as Guibert himself predicted, Napoleon was the culmination of the Revolution itself and today he is inextricably linked to it. They are complementary, not exclusive, and personify, as a mutual transcript, that key period in the History of Humanity. 

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(El Rincón de Byron): El escritor francés Stendhal en su biografía de Napoleón contempló básicamente la primera campaña de Italia, donde ensalzaba la figura del Napoleón más «auténtico» que había habido. ¿Crees también que el mejor Bonaparte/Napoleón fue el de las campañas de Italia, o que sus campañas posteriores también dieron una medida de las capacidades de Bonaparte-Napoleón? ¿Crees que Bonaparte hubiera triunfado donde fracasó Napoleón? ¿Cuál crees que fue el verdadero punto de inflexión de su carrera?

(Enrique F. Sicilia Cardona): Bonaparte, en 1796-1797 raya a un gran nivel. Su estresante, activa e inteligente defensa de atracción en Mantua es una de las mayores gestas de su carrera. Stendhal, que sirvió con él en 1800, lo inmortaliza en su obra como tantos otros, sí, pero las voces de sus compañeros en armas durante esa campaña le hablarían de las grandes heroicidades de Bonaparte en su anterior periodo de condotiero luchando en Italia influenciando, no me cabe duda, su opinión general. No debemos olvidar que en 1796, Alvinczy, un competente oficial general austríaco de origen magiar, estuvo muy cerca de sepultar en el olvido al joven corso, con sus consecutivas victorias en la segunda batalla de Bassano y, sobre todo, en la batalla de Caldiero, hasta su angustiosa victoria de Arcole, donde Bonaparte se lo jugó todo, incluida su propia vida en pos de la victoria. Para mí, no es en las campañas de 1796-1797 donde encontramos al mejor Napoleón. Estaba todavía, como estudió Chandler, en proceso su sistema. Él, realmente, no inventó nada nuevo, pero llevó a la máxima expresión los avances teóricos de la segunda mitad del siglo XVIII y las capacidades personales del combatiente francés salido de la Revolución. Y es en 1805-1806 donde encontramos al mejor Napoleón, con la Gran Táctica en todo su esplendor. En esos años, nadie hubiera podido con él. Ni Suvórov, ni Wellington, por citar otros grandes capitanes de esta época. Hablando del ruso, pregunté al conservador jefe de su museo en San Petersburgo qué hubiera sucedido en una campaña entre el viejo y experto líder enfrentado a la estrella emergente revolucionaria. No me pudo concluir una respuesta definitiva pero, como él, creo que Suvórov hubiera tenido oportunidades de derrotarle puntualmente entre 1796 a 1800. Después, no. Y Wellington mismo hubiera sido barrido en los campos de Europa central entre 1805-06. Los ejércitos rivales no se movían a esa velocidad, ni se concentraban con sus cuerpos independientes tan rápidamente estando en marchas dispersas. A Mack se le sentencia, con razón, por lo de Ulm, pero realmente pocos mandos hubieran escapado de ese magnífico movimiento con su prestigio intacto. Esa entrenada Grande Armée y su ejecutivo bataillon-carré eran una formidable máquina militar, con una de las mejores mentes en acción dirigiéndola en esos momentos. Además, algunos de sus subordinados en puestos relevantes eran brillantes en la táctica, véase Davout o Lannes. La minusvaloración del enemigo, la soberbia personal y la apatía posterior todavía no residían en él, y sus rivales aún tenían que amoldarse a su nuevo sistema marcial. Desde su triunfo en persecución en Alemania tras Jena, vino la vigorizada y cruda realidad rusa con Bennigsen (otro mando que debería enjuiciarse mejor) en Polonia, la úlcera española, el Desastre de 1812 y la batalla de las Naciones en 1813. Solo en 1814 volvió a ser, de nuevo, enérgico, rápido y contundente, pero sin medios humanos y equinos suficientes. Y en 1815, es posible que ese joven Bonaparte hubiera vencido la primera parte de la campaña llegando hasta Bruselas pues, o bien hubiera perseguido con más ahínco a Blücher tras Ligny y, si no, hubiera atacado antes a Wellington el mismo día 17 o, por qué no, el ilustre 18 en Waterloo. En definitiva, su habitual exposición y energía de 1796-1797, claves en su estilo de mando, le hubiera dado mayores probabilidades de victoria, en esos posibles nuevos escenarios de esa campaña final. En definitiva, creo que no hubiera delegado tanto en los detalles, ni hubiera dejado alguno de esos hechos sin la definición requerida.

Es complicado discernir cuál fue el comienzo del fin en Napoleón, su curva descendente, pues tuvo muchos comienzos y finales en su increíble vida. Pero si tengo que escoger uno diría que su errónea gestión de la paz. Me explico. En sus años terminales del imperio (1812-1815) tuvo oportunidades hacia la pacificación general que él desaprovechó conscientemente, imagino que por vanidad, posición conseguida y falso convencimiento en su fortaleza. Por ejemplo, en 1813, una vez ganadas las dos costosas batallas de Lützen y Bautzen vino el armisticio de Pläswitz, a la larga un error estratégico del corso pero que, bien llevado, pudo haberle ahorrado el sufrimiento posterior. Su negación en Praga a conseguir una paz duradera en esos momentos, como otro episodio similar de 1814, tras las victorias de la maravillosa campaña de los Seis Días, han pasado algo desapercibidos por la historiografía y creo que ahí reside el inicio de su caída definitiva, ya que tras Leipzig fue siempre en contramarcha a los acontecimientos políticos y en defensiva general, no dictando ya las condiciones del escenario europeo.

(El Rincón de Byron): The French writer Stendhal in his biography of Napoleon basically contemplated the first campaign in Italy, where he praised the figure of the most «authentic» Napoleon there had ever been. Do you also think that the best Bonaparte Napoleon was the one from the Italian campaigns, or that his later campaigns also gave a measure of the Bonaparte-Napoleon capabilities? Do you think Bonaparte would have succeeded where Napoleon failed? What do you think was the true turning point of his career?

(Enrique F. Sicilia Cardona): Bonaparte, in 1796-1797, strikes a great level. His stressful, active and intelligent defense of attraction in Mantua is one of the greatest feats of his career. Stendhal, who served with him in 1800, immortalizes him in his work like so many others, yes, but the voices of his comrades in arms during that campaign would tell him of the great heroics of Bonaparte in his previous period as a condottier fighting in Italy influencing, I have no doubt, your general opinion. We must not forget that in 1796, Alvinczy, a competent Austrian general officer of Magyar origin, came very close to burying the young Corsican in oblivion, with his consecutive victories in the second battle of Bassano and, above all, in the battle of Caldiero. , until his harrowing victory at Arcole, where Bonaparte risked everything, including his own life, in pursuit of victory. For me, it is not in the campaigns of 1796-1797 that we find the best Napoleon. He was still, as Chandler studied, his system in the works. He did not really invent anything new, but he brought to the maximum expression the theoretical advances of the second half of the 18th century and the personal capabilities of the French fighter who came out of the Revolution. And it is in 1805-1806 where we find the best Napoleon, with the Great Tactic in all its splendor. In those years, no one could have beaten him. Not Suvorov, not Wellington, to name other great captains of this time. Speaking of Russian, I asked the chief curator of his museum in St. Petersburg what would have happened in a campaign between the old expert leader confronted the revolutionary rising star. He could not conclude a definitive answer for me, but, like him, I believe that Suvorov would have had opportunities to defeat him punctually between 1796 and 1800. Later, no. And Wellington itself would have been swept into the fields of central Europe between 1805-06. The rival armies did not move at that speed, nor did they concentrate with their independent corps as quickly while in scattered marches. Mack is rightly sentenced for Ulm, but few really would have escaped that magnificent move with their prestige intact. That trained Grande Armée and her bataillon-carré executive were a formidable military machine, with one of the best minds in action directing her at the time. Also, some of his subordinates in relevant positions were brilliant at tactics, see Davout or Lannes. The enemy’s underestimation, personal pride, and subsequent apathy did not yet reside in him, and his rivals had yet to adjust to his new martial system. From its triumph in persecution in Germany after Jena, came the invigorated and stark Russian reality with Bennigsen (another command that should be better prosecuted) in Poland, the Spanish ulcer, the Disaster of 1812 and the Battle of the Nations in 1813. Only in 1814 he was once again energetic, fast and forceful, but without sufficient human and equine resources. And in 1815, it is possible that this young Bonaparte had won the first part of the campaign, reaching Brussels, then, or else he would have pursued Blücher more hard after Ligny and, if not, he would have attacked Wellington earlier on the same day the 17th or, why not, the illustrious 18 at Waterloo. In short, his usual exposure and energy from 1796-1797, key to his style of command, would have given him a better chance of victory, in those possible new scenarios of that final campaign. In short, I believe that I would not have delegated so much in the details, nor would I have left any of those facts without the required definition.

It is difficult to discern what was the beginning of the end in Napoleon, his downward curve, as he had many beginnings and ends in his incredible life. But if I have to choose one, I would say its wrong management of peace. I explain. In his terminal years of the empire (1812-1815) he had opportunities towards general pacification that he consciously missed, I imagine that by vanity, position achieved and false conviction in his strength. For example, in 1813, once the two costly battles of Lützen and Bautzen had been won, the Pläswitz armistice came, in the long run a strategic error by the Corsican but which, well managed, could have saved him the subsequent suffering. His refusal in Prague to achieve lasting peace at that time, like another similar episode in 1814, after the victories of the wonderful Six Days campaign, has gone somewhat unnoticed by historiography and I believe that this is the beginning of his definitive downfall. , since after Leipzig it was always in counter-march to political events and in general defensive, no longer dictating the conditions of the European scene.

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(El Rincón de Byron): A menudo hablamos de las campañas de Italia desde el punto de vista militar, pero no hay que olvidar que, tras las victorias en los campos de batalla, el gobierno revolucionario francés (o Napoleón) reorganizaba a su antojo los territorios ocupados (las llamadas Repúblicas Hermanas) creando territorios satélites artificiales bajo la influencia francesa. ¿Crees que esta práctica de fragmentación territorial, a la larga, fue beneficiosa para la República, o lo sería posteriormente en el Imperio, o lo único que hizo fue procurarles más enemigos, atemorizados por dichas expansiones?

(Enrique F. Sicilia Cardona): Creo que fue una medida inteligente la de fragmentar en pequeños estados satélites sus conquistas. Primero, porque así le conferían una mixtura de independencia-dependencia al territorio conquistado, más nominal que real vale, pero eficiente para mantener su idiosincrasia cultural, en la propia conciencia de los lugareños. Segundo, porque a las restantes potencias no le preocuparían tanto esos territorios, al no estar unidos territorialmente a Francia, aunque sí que habría un aprovechamiento humano y comercial significativo, por ejemplo con la Confederación del Rin o el Gran Ducado de Varsovia. Si anexionas un territorio a tu estado, lo consideras como parte integrante del mismo y la ocupación tiene entonces aspiraciones de perpetuarse, mientras que a los estados satélites, los mantienes dentro de tu órbita de influencia, ya que no los consideras indivisibles a tus fronteras e internacionalmente mantienen una cierta identidad propia alejada del estado o entidad política que las tutela. El temor de las otras potencias hacia Francia fue cambiando con el tiempo, pues no es lo mismo el cordón sanitario de los primeros años revolucionarios y la intervención antirrevolucionaria, que las últimas coaliciones anti napoleónicas enfocadas en derribar al Ogro, sobre todo, con la habitual perseverancia y el poder financiero de Gran Bretaña.

(El Rincón de Byron): We often speak of Italy’s campaigns from a military point of view, but we must not forget that, after victories on the battlefields, the French revolutionary government (or Napoleon) reorganized the occupied territories at will (the so-called Sister Republics) creating artificial satellite territories under French influence. Do you think that this practice of territorial fragmentation, in the long run, was beneficial for the Republic, or would it be later in the Empire, or all it did was to procure more enemies, frightened by these expansions?

(Enrique F. Sicilia Cardona): I think it was an intelligent measure to fragment their conquests into small satellite states. First, because in this way they conferred a mixture of independence-dependence on the conquered territory, more nominal than real, but efficient to maintain its cultural idiosyncrasy, in the consciousness of the locals. Second, because the other powers would not be so concerned with these territories, as they are not territorially linked to France, although there would be significant human and commercial use, for example with the Confederation of the Rhine or the Grand Duchy of Warsaw. If you annex a territory to your state, you consider it as an integral part of it and the occupation then has aspirations to perpetuate itself, while you keep satellite states within your orbit of influence, since you do not consider them indivisible to your borders and internationally they maintain a certain identity of their own away from the state or political entity that protects them. The fear of the other powers towards France was changing over time, since the sanitary cordon of the first revolutionary years and the antirevolutionary intervention is not the same as the last anti-Napoleonic coalitions focused on overthrowing the Ogre, above all, with the usual perseverance and the financial might of Great Britain.

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(El Rincón de Byron): ¿Podrías elegir, de entre las figuras históricas de la Revolución y el Consulado, tus cinco figuras más importantes (civiles o militares) y decirnos el porqué de tu elección?

(Enrique F. Sicilia Cardona): Sí, encantado, aunque es un número corto para la elección. Son los siguientes:

•  LUIS XVI: Fue el predestinado ojo de todo el huracán revolucionario. Todo giraba en esos primeros años en torno a él. Su caída y decapitación propiciaron el cambio de régimen y provocaron acostumbrarse a la guerra durante un largo periodo dentro de la Edad Contemporánea. Siempre me he preguntado qué hubiera sucedido con otro personaje real más capacitado y firme.

• CARNOT: El organizador de la victoria y salvador de Francia hasta 1795.

• ROBESPIERRE: Epítome del político revolucionario, exaltado, controvertido, ambicioso e ideologizado. Una figura capital de esos intensos años, elevada al imaginario popular.

•  MOREAU: El otro rival en el generalato revolucionario de Bonaparte, una vez muerto Hoche. Y, de hecho, consiguió el mejor triunfo de todo el periodo marcial hasta 1802, con la batalla de Hohenlinden, en pleno consulado napoleónico. Su excesiva integridad y amor a los ideales republicanos, amén de su poca ambición política, le encaminaron hacia el exilio. Si llega a morir el Corso en aquellos años, un general capaz de llevar las riendas en el campo de batalla, por experiencia, prestigio y dotes de mando. Un maestro de la táctica del contraataque.

• NAPOLEÓN: Sobran las explicaciones. El Gran Hombre.

(El Rincón de Byron): Could you choose, from among the historical figures of the Revolution and the Consulate, your five most important figures (civil or military) and tell us the reason for your choice?

(Enrique F. Sicilia Cardona): Yes, delighted, although it is a short number for the election. They are as follows:

• LUIS XVI: It was the predestined eye of the entire revolutionary hurricane. Everything revolved around him in those early years. His fall and beheading led to regime change and led to getting used to war for a long period within the Contemporary Age. I’ve always wondered what would have happened to a more capable and assertive real character.

• CARNOT: The organizer of victory and savior of France until 1795.

• ROBESPIERRE: Epitome of the revolutionary politician, exalted, controversial, ambitious and ideologized. A capital figure of those intense years, elevated to the popular imagination.

• MOREAU: the other rival in the revolutionary generalate of Bonaparte, after Hoche died. And, in fact, he achieved the best triumph of the entire martial period until 1802, with the Battle of Hohenlinden, in the middle of the Napoleonic consulate. His excessive integrity and love for republican ideals, in addition to his low political ambition, led him into exile. If the Corso dies in those years, a general capable of taking the reins on the battlefield, by experience, prestige and command skills. A master of counterattack tactics.

• NAPOLEON: Not words. The great man.

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(El Rincón de Byron): Vemos que en tu bibliografía tienes títulos que nos hablan de conflictos en lugares tan dispares como Nieuport, en la actual Bélgica, o Sekigahara, en el Japón. ¿Te atrajeron de alguna manera en particular estas batallas o podrías haber elegido cualquier otra batalla de los siglos XVII-XVIII? ¿Crees que se podría establecer alguna analogía en las tácticas empleadas en Occidente con las empleadas en el Japón del 1600, en especial con el uso de las armas de fuego?

(Enrique F. Sicilia Cardona): Sí, la batalla de Nieuport es la primera derrota seria campal de los temibles Tercios Viejos de Flandes, las mejores tropas de aquellos tiempos. Me atrajo el discernir por qué se produjo y cómo pudieron perder ese día aquellas tropas tan temidas, tan acostumbradas a vencer, pues en castellano había poca investigación sobre la misma y nada en una monografía como la que hice. Se dice que las victorias suelen tener muchos padres, mientras que las derrotas no. Eso es lo que buscaba, material histórico sin excesiva investigación y, en pleno siglo XXI, es ahí donde debemos incidir, en lo no contado. Sekigahara tenía la particularidad de desarrollarse en el mismo 1600, pero en el confín de Asia, y con una cultura marcial, la samurái, muy diferenciada a la europea. Deseaba comparar aquellos dos sistemas marciales exitosos y tan diametralmente opuestos, sí. Una vez inmerso en ello, las sorpresas fueron considerables, pues pude comprobar el alto grado de aceleración tecnológica que habían tenido los daimios (clanes dirigidos por un señor) de esa periodo Sengoku (1467-1615), tras la llegada inesperadas de los arcabuces portugueses (con influencias técnicas de la India) a la isla de Tanegashima en 1543. Ellos crearon el llamado teppo o arcabuz japonés, un arma de antecarga más liviana que el europeo, que se disparaba con una caja menor apoyada en el carrillo, y con un grado de precisión en el disparo sensiblemente mayor. Asimismo, esa arma letal fue distribuida a unidades de infantería de origen rural llamadas ashigarus, los cuales con su entrenamiento y, sobre todo, mayor número suplantaron en el campo de batalla a la élite samurái como los principales causantes de las muertes en combate. Sus tácticas, influenciadas por las chinas, eran muy elaboradas en los despliegues para combatir y contaban con tropas uniformadas de caballería protegida samurái e infantería con largas lanzas (denominadas yaris, similares a nuestras picas), arqueros, más los decisivos teppos y una, eso sí, testimonial artillería. Con esas características en mente, voy a darle ahora un dato comparativo. Los hispánicos que lucharon en Nieuport no llegarían ni a 10.000 hombres. Bien, en Sekigahara cada ejército enemigo (alianza del Este con Tokugawa y del Oeste con Ishida) rondaría un mínimo de 60.000 a 70.000 hombres y es muy posible que fueran incluso más. Este dato numérico, apabullante, nos indica que en una confrontación entre las tropas de la Monarquía Hispánica presentes en Nieuport y las japonesas de esa misma época en Sekigahara, hubiera sido muy difícil el mantenimiento del terreno disputado por las tropas hispánicas. En los famosos combates de Cagayán (Filipinas), los españoles derrotaron contundentemente a una fuerte agrupación del wako japonés, piratería. No dudo en la alta destreza y determinación de las tropas españolas en aquellos tiempos, y en igualdad o con manejables números inferiores, no tenían rival. Ahora bien, estamos hablando de una diferencia de 50.000 a 70.000 hombres entre Nieuport y Sekigahara, a favor de los japoneses. Nuestro asentado etnocentrismo nos hace ver la Historia sólo desde nuestra óptica. Otro ejemplo atrayente y nada estudiado, Roma y sus legiones vencedoras de Aníbal en Zama. En ese mismo año, los Han de China movilizaban ejércitos de 200.000 a 300.000 hombres…

(El Rincón de Byron): We see that in your bibliography you have titles that tell us about conflicts in places as diverse as Nieuport, in present-day Belgium, or Sekigahara, in Japan. Were you attracted in any particular way to these battles or could you have chosen any other 17th-18th century battle? Do you think any analogy could be made in the tactics used in the West with those used in Japan in the 1600s, especially with the use of firearms?

(Enrique F. Sicilia Cardona): Yes, the Battle of Nieuport is the first serious pitched defeat of the fearsome Old Tercios of Flanders, the best troops of those times. I was attracted to discerning why it occurred and how those troops so feared, so accustomed to winning, could lose that day, because in Spanish there was little research on it and nothing in a monograph like the one I did. It is said that victories tend to have many parents, while defeats do not. That is what I was looking for, historical material without excessive research and, in the XXI century, that is where we must influence, in the untold. Sekigahara had the peculiarity of developing in the same 1600, but in the confines of Asia, and with a martial culture, the samurai, very different from the European one. He wanted to compare those two successful and diametrically opposed martial systems, yes. Once immersed in it, the surprises were considerable, as I was able to verify the high degree of technological acceleration that the daimyo (clans led by a lord) of that Sengoku period (1467-1615) had had, after the unexpected arrival of the Portuguese arquebuses. (with technical influences from India) to the island of Tanegashima in 1543. They created the so-called teppo or Japanese arquebus, a lighter foreload weapon than the European one, which was fired with a smaller box resting on the cheek, and with a significantly higher degree of shooting precision. Likewise, this lethal weapon was distributed to infantry units of rural origin called ashigarus, which with their training and, above all, a greater number supplanted the samurai elite on the battlefield as the main causes of deaths in combat. Their tactics, influenced by the Chinese, were very elaborate in combat deployments and had uniformed troops of protected samurai cavalry and infantry with long lances (called yaris, similar to our pikes), archers, plus the decisive teppos and one, that yes, testimonial artillery. With those characteristics in mind, I am now going to give you a comparative data. The Hispanics who fought in Nieuport would not even reach 10,000 men. Well, in Sekigahara each enemy army (East alliance with Tokugawa and West with Ishida) would be around a minimum of 60,000 to 70,000 men and it is very possible that there were even more. This overwhelming numerical data indicates that in a confrontation between the troops of the Hispanic Monarchy present in Nieuport and the Japanese of that same period in Sekigahara, it would have been very difficult to maintain the land disputed by the Hispanic troops. In the famous fighting in Cagayán (Philippines), the Spanish forcefully defeated a strong group of Japanese wako, piracy. I do not doubt in the high skill and determination of the Spanish troops in those times, and in equality or with manageable inferior numbers, they were unrivaled. Now, we are talking about a difference of 50,000 to 70,000 men between Nieuport and Sekigahara, in favor of the Japanese. Our established ethnocentrism makes us see History only from our perspective. Another attractive and unstudied example, Rome and her victorious legions of Hannibal in Zama. In that same year, the Han of China mobilized armies of 200,000 to 300,000 men

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(El Rincón de Byron): Aparte de tus actividades como historiador ejerces también labores de docencia en un colegio de tu comunidad. ¿Se explica correctamente la Historia a nuestros jóvenes estudiantes en los libros de texto? ¿No crees que hay un cierto riesgo en que algunas interpretaciones historiográficas actuales distorsionen una visión del pasado por querer explicarlo solo con valores y doctrinas modernas?

(Enrique F. Sicilia Cardona): Lo fundamental aquí no es el libro de texto. Es el propio profesor, protagonista principal de la impartición y garante de una esperada calidad que depende de su propia profesionalidad. Él o ella deben conducir al alumnado hacia un conocimiento adecuado de la Historia, que es lo fundamental, nada de bondades, búsqueda de la felicidad, miradas actuales o emociones sobredimensionadas en el Colegio. La exigencia debe estar siempre presente y la rigurosidad en lo que se plantea también. Cuando veo algo que no me convence en los temarios siempre lo indico a mi alumnado. Deben poseer ese espíritu crítico pero, para ello, antes deben formarse y estudiar unos hechos, con estructuración, constancia y motivación, si es posible. Las interpretaciones partidistas o distorsionadas con algún fin, hacen un daño estructural y mental a la primera industria de un país, la Educación. Eso es innegable y la Historia no debería servir nunca como un vehículo de adoctrinamiento o de perpetua revisión con “novedosos” mecanismos pedagógicos.

(El Rincón de Byron): Apart from your activities as a historian, you also work as a teacher at a school in your community. Is History correctly explained to our young students in textbooks? Don’t you think that there is a certain risk that some current historiographic interpretations distort a vision of the past by wanting to explain it only with modern values ​​and doctrines?

(Enrique F. Sicilia Cardona): The bottom line here is not the textbook. He is the teacher himself, the main protagonist of the teaching and the guarantor of an expected quality that depends on his own professionalism. He or she must lead the students towards an adequate knowledge of History, which is the fundamental thing, nothing of kindness, pursuit of happiness, current looks or over-dimensioned emotions in the School. The requirement must always be present and the rigor in what is raised also. When I see something that does not convince me in the syllabi, I always indicate it to my students. They must have that critical spirit but, for this, they must first train and study some facts, with structure, perseverance and motivation, if possible. Partisan or distorted interpretations for any purpose do structural and mental damage to the first industry of a country, Education. This is undeniable and history should never serve as a vehicle for indoctrination or perpetual revision with “new” pedagogical mechanisms.

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(El Rincón de Byron): ¿Nos podrías hacer partícipes de tus proyectos futuros, o si ya estás trabajando en estos momentos en alguna publicación que verá la luz próximamente? 

(Enrique F. Sicilia Cardona): Por supuesto. En pocos meses verá la luz mi quinto proyecto, siempre dentro de mi querida marcialidad del pasado, sobre la Guerra de Portugal (1640-1668) con la Editorial Actas, un conflicto determinante para la Península ibérica y que tampoco se ha analizado demasiado desde el punto de vista de las operaciones militares. Es un ensayo generalista que discurrirá por los hechos principales de aquel conflicto fronterizo. Vuelvo a los queridos Tercios y al siglo XVII, de nuevo. Y, una vez terminado, en el futuro es posible que acometa diversos artículos y profundizar en algún episodio o periodo no muy trabajado en español. Esto siempre es fundamental para mí. Huir de la ya estudiado o publicado. En la época napoleónica, ya que estamos, me interesaría algo de 1804 a 1815 ajeno al foco principal que todos sabemos. Hubo luchas en otros teatros secundarios, pero enormemente atractivos para un servidor. Hablo de campañas en Italia, Egipto, Finlandia, Tirol, Turquía, Persia, y de luchas navales, desembarcos, asedios a fortalezas y hechos no tan conocidos dentro de esta época, una de mis predilectas.

Un placer sincero esta entrevista y mi rotunda enhorabuena por su blog. En esta temática, es muy recomendable.

(El Rincón de Byron): Could you tell us about your future projects, or if you are already working on a publication that will be published soon? 

 (El Rincón de Byron): Could you tell us about your future projects, or if you are already working on a publication that will be published soon? 

(Enrique F. Sicilia Cardona): Of course. In a few months my fifth project will be released, always within my beloved martiality of the past, on the Portuguese War (1640-1668) with the Editorial Actas, a decisive conflict for the Iberian Peninsula and that has not been analyzed too much since the point of view of military operations. It is a general essay that will run through the main events of that border conflict. I go back to the dear Thirds and to the seventeenth century, again. And, once finished, in the future it is possible that I will undertake various articles and delve into an episode or period not very worked on in Spanish. This is always critical to me. Run away from the already studied or published. In the Napoleonic era, as we are, I would be interested in something from 1804 to 1815 unrelated to the main focus that we all know. There were fights in other secondary theaters , but enormously attractive for a server. I speak of campaigns in Italy, Egypt, Finland, Tyrol, Turkey, Persia, and of naval struggles, landings, sieges of fortresses and events not so well known within this time, one of my favorites.

(Enrique F. Sicilia Cardona): Of course. In a few months my fifth project will be released, always within my beloved martiality of the past, on the Portuguese War (1640-1668) with the Editorial Actas, a decisive conflict for the Iberian Peninsula and that has not been analyzed too much since the point of view of military operations. It is a general essay that will run through the main events of that border conflict. I go back to the dear Thirds and to the seventeenth century, again. And, once finished, in the future it is possible that I will undertake various articles and delve into an episode or period not very worked on in Spanish. This is always critical to me. Run away from the already studied or published. In the Napoleonic era, as we are, I would be interested in something from 1804 to 1815 unrelated to the main focus that we all know. There were fights in other secondary theaters , but enormously attractive for a server. I speak of campaigns in Italy, Egypt, Finland, Tyrol, Turkey, Persia, and of naval struggles, landings, sieges of fortresses and events not so well known within this time, one of my favorites.

A sincere pleasure this interview and my congratulations for your blog. On this subject, it is highly recommended

ENRIQUE F. SICILIA CARDONA © JULIO 2021.

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Agradecer muy especialmente a Enrique F. Sicilia Cardona sus palabras y que nos haya atendido para la elaboración de esta entrada para el «El Rincón de Byron».


Enrique F. Sicilia Cardona nació en 1973. Obtuvo la Licenciatura en Geografía e Historia (UNED) y en Ciencias de la Información-Periodismo (UCM). Es vocal de la Junta Directiva de la Asociación Española de Historia Militar (ASEHISMI, socio nº 82), y conferenciante de temas histórico-militares. Ha publicado artículos en revistas de ámbito nacional como «Historia National Geographic», «Historia y Vida», «Desperta Ferro Moderna», «Muy Historia». «Ares Enyalius», «Revista Medieval», «Revista Española de Historia Militar» y «Revista de Aeronáutica».

Es autor a título individual de los siguientes libros: «La batalla de Nieuport 1600» (Editorial Almena), «La batalla de Sekigahara 1600» (HRM Ediciones), «Napoleón y Revolución. Las Guerras Revolucionarias» (Ediciones Nowtilus) y a titulo conjunto de «La Guerra del Rosellón (1793-1795)» (HRM Ediciones).

Blog personal: http://www.esicilia.hol.es/blog/   /   FB: https://www.facebook.com/Tucididiano


Imágenes:

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Adam Gerard Quigley, o los testimonios británicos del asedio de Tarragona de 1811

Tiempo de lectura: 60 minutos

Contamos en nuestra entrada de esta semana con la grata presencia de Adam Gerard Quigley, que al igual que muchos de sus compatriotas británicos hace 200 y pico años, atravesó el Canal de la Mancha en este caso para venir establecerse en la ciudad de Tarragona el año 2006. Apasionado de la Historia, un fortuito hallazgo en un mercado de antigüedades de la ciudad catalana le llevó a tirar del hilo de la presencia del contingente británico durante el asedio de Tarragona de 1811 que iniciaron las tropas del mariscal francés Suchet.

El 23 de octubre de 2018, en el Museo del Puerto de Tarragona, tras una dilatada búsqueda a través de varios años en archivos y bibliotecas, finalmente Adam Quigley presentó el fruto de sus investigaciones, el libro Antes morir que rendirse. Testimonios británicos en el asedio de Tarragona de 1811, cuyo contenido nos comenta el mismo autor:

«Varios testimonios de una docena de británicos que participaron en el asedio, entre ellos capitanes de los buques de guerra que estuvieron delante del puerto, son el capitán Codrington, el capitán Charles Bullen, el capitán Adam, también hay personal militar, hay agentes militares enviados por el Foreign Office, como Charles William Doyle y el coronel Green. […] Son colecciones de cartas de esos oficiales y lo que encontramos es el intercambio de cartas entre, por ejemplo, Charles William Doyle y el general Contreras, el capitán Codrington y Campoverde y de esta forma sale más información que da más dimensión. […] Hay cartas muy interesantes que se han escrito a las 3 de la madrugada durante los hechos, son cartas que están reivindicando algo en acción, que se pusiesen las pilas, para hacer algo, para contraatacar, cosas así, también als cartas bastante interesantes que no tienen filtros son las cartas que escribió el capitán de la escuadra, el capitán Codrington  que escribió a su mujer, que son cartas privadas, en estas cartas explica todo lo que ha visto el mismo día y hace que estos documentos sean una fuente primaria para los historiadores.» [1]   

Os dejamos con la entrevista que amablemente nos concedió Adam Gerard Quigley, que junto a su libro nos da un nuevo y desconocido enfoque a unos hechos trascendentales en nuestra historia moderna desde la perspectiva del aliado británico.

LA ENTREVISTA

«Antes morir que rendirse»,de A. Quigley.

(El Rincón de Byron): Eres el autor del libro “Antes morir que rendirse. Testimonios británicos en el asedio de Tarragona de 1811”, sobre las acciones de los militares y marinos británicos en dicho asedio, publicado a finales del año 2018. ¿Cómo un nativo de Londres como tú se interesó por un asedio que había sucedido 207 años antes en otro país a unos 1.500 km de distancia de sus orígenes? ¿Recibiste algún tipo de apoyo oficial o subvención para el proceso de elaboración para tu libro? ¿Puedes destacar algún aspecto que te llamara la atención de manera significativa en las búsquedas que realizaste en los archivos ingleses o españoles para tu libro?

(Adam Gerard Quigley): Cuando me mudé a Tarragona en 2006, mi pasión por la historia me llevó a comenzar a leer sobre episodios del pasado de la ciudad. Un día, cuando visité el mercado semanal de antigüedades cerca de la Catedral, me encontré con una copia original de «El Sitio de Tarragona» escrita por D. Javier de Salas y publicada en 1911. La breve mención de la presencia de un escuadrón británico en Tarragona en 1811 fue suficiente para convencerme de que debería investigar más a fondo. Pronto me encontré en el Archivo Nacional de Kew, en Londres, consultando los registros originales del barco. El libro de registro del buque de guerra Blake, que era el barco del capitán Codrington, resultó ser una fuente primaria fascinante que inmediatamente transportó al lector de regreso a los eventos. Me enganchó. Durante los siguientes 5 años visité varios archivos más, incluida la Biblioteca Bodleian de la Universidad de Oxford, para compilar una base de datos fotográfica de cientos de documentos originales. Todos los gastos para este proyecto salieron de mi bolsillo.

Durante la investigación hubo muchos momentos emocionantes cuando descubrí cosas como transcripciones de conversaciones entre oficiales británicos y españoles o cartas privadas que contenían información controvertida y hasta ahora inédita. Además, pintaron una versión completamente diferente a la que se había contado hasta ahora. Estas hermosas letras, escritas con pluma y tinta, fueron una fuente primaria muy importante no solo porque fueron escritas con el sonido de los cañones en el fondo, sino porque pueden considerarse objetivas. Un momento emocionante fue cuando encontré una nota de enojo escrita en español por el oficial británico Charles William Doyle que demuestra sin lugar a dudas que Contreras no estaba defendiendo la ciudad lo mejor que podía. De hecho, muchos documentos posteriores que encontré contradicen totalmente todo lo que Contreras afirmó en su libro.

(El Rincón de Byron): You are the author of the book “Before dying than surrender. British testimonies in the siege of Tarragona in 1811”, about the actions of the British military and sailors in this siege, published at the end of 2018. How did a native of London like you get interested in a siege that had happened 207 years before in another country about 1,500 km away from your origins? Did you receive any kind of official support or grant for the process of writing your book? Can you highlight any aspect that caught your attention significantly in the searches you made in the English or Spanish archives for your book?

(Adam Gerard Quigley): When I moved to Tarragona in 2006, my lifelong passion for history naturally led me to begin reading about episodes from the past of the city. One day, when visiting the weekly antique market near the Cathedral I came across an original copy of “El Sitio de Tarragona” written by D. Javier de Salas and published in 1911. The brief mention of the presence of a British squadron in Tarragona in 1811 was enough to convince me that I should investigate further. I soon found myself in the National Archive at Kew in London, consulting the original ship’s Logs. The logbook of the warship Blake, which was captain Codrington’s ship, turned out to be a fascinating primary source that immediately transported the reader back to the events. I was hooked. For the next 5 years, I visited several more archives, including the Bodleian Library at Oxford University in order to compile a photographic database of hundreds of original documents. All expenses for this project came from my pocket.

During the research, there were many exciting moments when I discovered such things as transcripts from conversations between British and Spanish officers or private letters containing controversial and hitherto unpublished information. What’s more, they painted a completely different version of what had been told so far. These beautiful letters, written with Plume and ink, were a very important primary source not only because they were written with the sound of the cannons in the background, but because they can be considered to be objective. One exciting moment was when I found an angry note written in Spanish by the British officer Charles William Doyle which proves beyond doubt that Contreras was not defending the city to the best of his capacity. In fact, many subsequent documents I found totally contradict everything that Contreras claimed in his book.

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Charles William Doyle

(El Rincón de Byron):  Durante el asedio a Tarragona vemos figuras como Arthur Goodall-Wavell o Charles William Doyle, que contribuyeron significativamente a la defensa de la ciudad. Hay otros casos paralelos como los de Samuel Wittingham que tendría un empleo elevado, tanto en el ejército británico como en el español. ¿Cuáles crees que eran las motivaciones de estos militares ingleses, en un país tan diferente del suyo en costumbres, religión o la idiosincrasia de sus gentes? ¿Crees que las experiencias de dichos hombres, en general las de los militares y marinos ingleses que participaron en nuestra Guerra de Independencia ayudaron a variar o no la percepción de España y los españoles en Gran Bretaña en dicha época?

(Adam Gerard Quigley): Creo que la razón de Arthur Goodall Wavell para venir a España y unirse al ejército español fue puramente su sed de acción y aventura. En su registro del servicio del ejército español, que se encuentra en el archivo militar en Segovia, encontramos relatos de cómo arriesgó su vida continuamente haciendo cosas peligrosas como, en una ocasión, liderar espontáneamente una carga de caballería contra el enemigo cuando solo se le había encomendado la tarea de entregar la orden para cargar. En Tarragona se ofreció como voluntario para dirigir ataques nocturnos contra las trincheras francesas, a pesar de tener solo el uso de un brazo. Los documentos afirman que dirigió estos ataques y que fue el primero en ingresar a las trincheras enemigas. Está claro que vino a España por la adrenalina.

Por otro lado, la presencia en España de Samuel Whittingham y una docena de otros oficiales británicos, todos ellos enviados por la Oficina de Guerra como agentes militares, cuenta una historia diferente. En primer lugar, estaban cumpliendo con su deber y originalmente estaban adscritos a las fuerzas españolas como asesores con el objetivo de proporcionar armas, suministros y entrenamiento a los ejércitos españoles, así como mantener al gobierno británico actualizado con el progreso de la guerra. Sin embargo, gradualmente se involucraron en el conflicto a un nivel más personal a través de la experiencia de peligros compartidos con sus nuevos colegas españoles y posteriormente desarrollaron amistades de por vida y un sentimiento apasionado por la causa de España.

Charles William Doyle fue inmensamente popular, tal vez por su profesionalismo, pero tal vez también porque era de Irlanda y católico. Se hizo muy amigo de los héroes de Zaragoza; Palafox, la condesa de Bureta e incluso Agustina de Aragón. La única posesión de Palafox durante su cautiverio en Francia fue un retrato en miniatura de Doyle. Después de la guerra, Doyle acudió en ayuda de Palafox cuando Fernando VII lo despojó de sus posesiones.

El capitán Codrington amaba a los españoles y defendió su causa, que apasionadamente hizo suya. Sus cartas privadas están llenas de elogios por el espíritu de lucha colectiva y sus descripciones de luchadores individuales, a quienes conocía con frecuencia en persona, pueden describirse como ilustraciones casi románticas. La opinión pública en Gran Bretaña se guió por descripciones románticas que hablaban de un pueblo sacrificado y heroico en una lucha épica contra un enemigo cruel y despiadado.

(El Rincón de Byron): During the siege of Tarragona, we see figures such as Arthur Goodall-Wavell or Charles William Doyle, who contributed significantly to the defense of the city. There are other parallel cases like those of Samuel Wittingham who would have a high rank, both in the British and Spanish Army. What do you think were the motivations of these English militaries, in a country so different from theirs in customs, religion or the idiosyncrasy of their people? Do you think that the experiences of these men, generally those of the English military and sailors who participated in our War of Independence, helped to vary or not the perception of Spain and the Spanish in Great Britain at that time?

(Adam Gerard Quigley): I believe that Arthur Goodall Wavell’s reason for coming to Spain and joining the Spanish army was purely his thirst for action and adventure. In his Spanish army service record, which is in the military archive in Segovia, we find accounts of how he risked his life continually by doing dangerous things like, on one occasion, spontaneously leading a cavalry charge against the enemy when he was only tasked with delivering the order to charge. At Tarragona, he volunteered to lead nocturnal attacks on the French trenches, despite only having the use of one arm. The documents state that he led these attacks and was the first to enter the enemy trenches. It is clear that he came to Spain for the adrenaline.

On the other hand, the presence in Spain of Samuel Whittingham, and a dozen other British officers, all of whom were sent by the War Office as military agents, tells a different story. Firstly, they were doing their duty and were originally attached to the Spanish forces as advisors with the aim of providing arms, supplies, and training to the Spanish armies, as well as keeping the British government up to date with the progress of the war. However, they gradually became involved in the conflict on a more personal level through the experience of shared dangers with their new Spanish colleagues and subsequently developed lifelong friendships and a passionate feeling for the cause of Spain.

Charles William Doyle was immensely popular, perhaps because of his professionalism, but maybe also because he was from Ireland and a catholic. He became very close friends with the heroes of Zaragoza; Palafox, la Condesa de Bureta, and even Agustina de Aragon. Palafox’s only possession during his captivity in France was a miniature portrait of Doyle. After the war, Doyle came to the aid of Palafox when he was stripped of his possessions by Fernando VII.

Captain Codrington loved the Spanish and championed their cause, which he passionately made his own. His private letters are full of praise for the collective fighting spirit and his descriptions of individual fighters, whom he frequently met in person, can be described as almost romantic illustrations. Public opinion in Britain was guided by such romantic descriptions telling of a self-sacrificing and heroic people in an epic struggle against a cruel and merciless enemy.

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Medalla conmemorativa de la Acción de La Bisbal en 1810

(El Rincón de Byron): Las actividades de la Royal Navy como apoyo a acciones anfibias de fuerzas regulares e irregulares españolas, se dio desde las costas de Andalucía hasta las costas de Valencia y Cataluña. ¿Crees que hubo un buen grado de cooperación entre los mandos británicos en el mar y los generales españoles, cooperación que quizás no se dio en otros frentes de la guerra terrestre en España? ¿La iniciativa o planteamiento de dichas acciones, por lo general, era británica, española o combinada entre los dos ejércitos?

(Adam Gerard Quigley): Hubo un muy buen nivel de cooperación y se llevaron a cabo muchas misiones, tanto logísticas como militares. Uno de los mejores ejemplos fue el ataque aliado contra Begur y Palamós en septiembre de 1810, cuando se tomaron más de 1.000 prisioneros franceses, incluido el general Schwartz. En esta operación participaron unidades de infantería y caballería españolas, así como marineros británicos y marines reales. El ataque al fuerte de Palamós vio a las tropas españolas atacando desde la ciudad, mientras que los marineros ingleses, usando botes de cañón, atacaron desde el mar. Se creó una hermosa medalla de oro para conmemorar esta acción. La relación entre británicos y españoles era tan buena que en 1812, el capitán Codrington y el barón de Eroles discutieron los detalles de un ataque en el puerto de Tarragona mientras cazaban faisanes juntos cerca de Reus. Cuando Eroles solicitó el apoyo de los barcos, se lo concedieron de inmediato, como es el caso cuando los marineros británicos arrastraron dos cañones del barco de guerra Invencible hasta Perelló para ayudar a sus fuerzas a atacar una casa fortificada llena de franceses. En Roses recientemente han presentado una estatua para conmemorar las acciones del legendario Capitán Cochrane en ese lugar. En cuanto a la iniciativa de tales misiones, vino de todas las fuentes; los líderes españoles, el agente militar Doyle y los capitanes de la marina real.

(El Rincón de Byron): The activities of the Royal Navy in support of amphibious actions by Spanish regular and irregular forces, took place from the coasts of Andalusia to the coasts of Valencia and Catalonia. Do you think there was a good degree of cooperation between the British commanders at sea and the Spanish generals, cooperation that perhaps did not occur on other fronts of the land war in Spain? Was the initiative or approach of these actions, in general, British, Spanish, or combined between the two armies?

(Adam Gerard Quigley): There was a very good level of cooperation and many missions were undertaken, both logistical and military. One of the best examples was the allied attack on Begur and Palamós in September 1810, when over 1000 French prisoners were taken, including General Schwartz. This operation involved units of Spanish infantry and cavalry as well as British sailors and royal marines. The attack on the fort at Palamós saw Spanish troops attacking from the town, while English sailors, using gunboats, attacked from the sea. A beautiful gold medal was created to commemorate this action. The relationship between the British and the Spanish was so good that in 1812, Captain Codrington and the baron de Eroles discussed the details of an attack on the port of Tarragona while hunting pheasants together near Reus. When Eroles asked for support from the ships, he was granted it immediately, as is the case when British sailors dragged two cannons from the warship Invincible all the way to Perelló to help his forces attack a fortified house full of French. In Roses, they have recently unveiled a statue to commemorate the actions of the legendary Captain Cochrane in that place. As for the initiative of such missions, it came from all sources; the Spanish leaders, the military agent Doyle and the Royal navy captains themselves.

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(El Rincón de Byron): Puedes describirnos a grandes rasgos los sistemas de comunicación principal entre el Gobierno inglés, su Ministerio de Guerra o Almirantazgo y las unidades navales en la flota del Mediterráneo. ¿Cuánto tiempo podía tardar un despacho o comunicado desde Londres hasta, llegar, por ejemplo, hasta Lord Collingwood en la flota en el Mediterráneo?

(Adam Gerard Quigley): La marina real usaba barcos veloces para llevar el correo. Uno de ellos era el Hyacinth, que podía tardar hasta dos semanas en transportar un mensaje, dependiendo de los vientos y las condiciones climáticas. En una ocasión, el Hyacinth, armado con dieciocho cañones, recibió la orden de cambiar de rumbo y participar en una misión cerca de Gibraltar, donde capturó dos corsarios franceses.

En tierra, los agentes militares, al escribir a sus superiores en la Oficina de Guerra, informaban en detalle sobre lo que estaba sucediendo, qué medidas habían tomado y qué suministros se necesitaban. En las circunstancias de comunicaciones lentas, naturalmente tomaron la iniciativa ellos mismos en lugar de esperar la aprobación de una idea o plan. El capitán Codrington solía numerar sus cartas privadas, para que su esposa supiera si una había desaparecido. Un aspecto interesante es que las cartas oficiales siempre se copiaron para que el remitente conservara una copia de la misma carta. Debido a esto, es común encontrar la misma carta repetida en diferentes archivos.

(El Rincón de Byron): You can roughly describe the main communication systems between the English Government, its Ministry of War or Admiralty, and the naval units in the Mediterranean fleet. How long could take a dispatch or communication from London, to say, to get to Lord Collingwood in the Mediterranean fleet?

(Adam Gerard Quigley): The Royal Navy used fast ships to take the post. One such was the Hyacinth which could take up to two weeks to transport a message, depending on the winds and the weather conditions. On one occasion, the Hyacinth, which was armed with eighteen cannon, was ordered to change course and take part in a mission near Gibraltar, where she captured two French corsairs.

On land, the military agents, when writing to their superiors in the War Office, reported in detail on what was happening, what action they had taken, and what supplies were needed. Under the circumstances of slow communications, they naturally took the initiative themselves rather than await approval of an idea or plan. Captain Codrington used to number his private letters so that his wife should know if one had gone missing. An interesting aside is that official letters were always copied so that the sender kept a copy of the same letter. Because of this, it is common to find the same letter repeated in different archives.

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(El Rincón de Byron): Los buques de la Royal Navy, tanto en sus acciones de bloqueo a la flota francesa en Tolón como de apoyo al ejército español y hostigamiento del ejército francés, se avituallaban en diferentes puntos de la costa española, para poder obtener madera, víveres o agua. ¿Cómo se organizaban estos intercambios, directamente con las autoridades locales o había alguna coordinación con las Juntas de cada región o provincia? ¿Había algún método de pago o pagaré por parte de los marinos británicos?

(Adam Gerard Quigley): Había una flota de barcos de transporte británicos que navegaban regularmente desde Mahón, Cádiz y Gibraltar trayendo todas las municiones, agua y suministros necesarios para los barcos británicos en la costa catalana. Cuando los suministros frescos, como el vino, se obtenían localmente, se pagaban con moneda.

(El Rincón de Byron): The ships of the Royal Navy, both in their actions to block the French fleet in Toulon and to support the Spanish army and harassment of the French army, were provided at different points along the Spanish coast, in order to obtain wood, food or water. How these exchanges were organized, directly with the local authorities, or were there any coordination with the civilian authorities of each region or province? Was there a method of payment or promissory note by British sailors?

(Adam Gerard Quigley): There was a fleet of British transport ships that regularly sailed from Mahon, Cadiz, and Gibraltar bringing all the ammunition, water, and supplies necessary for the British ships on the Catalan coast. When fresh supplies, for example, wine, were obtained locally, they were paid for with coin.

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Acción entre el HMS Hydra y el Furet (27/02/1806)

(El Rincón de Byron): El fenómeno de la guerra de corso por parte de Francia no es muy conocido y se relaciona mayoritariamente con el escenario del Canal de la Mancha. ¿Hubo actividad corsaria por parte francesa en las costas españolas en el Mediterráneo durante la Guerra de Independencia?

(Adam Gerard Quigley): Había corsarios franceses operando en la desembocadura del Ebro, uno de cuyos barcos era operado por desertores españoles. En 1813, durante los naufragios de Deltebre, los corsarios capturaron a marineros británicos que recogían escombros en la playa en la desembocadura del río Ebro. También hubo una base de corsarios en el puerto de Tarragona durante su ocupación por los franceses desde 1813 hasta 1814. Estos corsarios eran principalmente franceses y habían navegado desde Tolón. Uno de esos barcos con 50 franceses a bordo fue perseguido y capturado por los británicos después de una persecución que duró medio día. Se quedó atascado en aguas poco profundas en Montgat, donde los marineros y marines británicos remaron hacia él bajo una lluvia de fuego de mosquetes que no cesó hasta que lo abordaron. Los cincuenta franceses saltaron al agua y nadaron hacia la playa. Varios británicos fueron resultaron muertos.

(El Rincón de Byron): The phenomenon of the corsair war by France is not well known and is mostly related to the scenario of the English Channel. There was corsair activity by the French on the Spanish coasts in the Mediterranean during the War of Independence?

(Adam Gerard Quigley): There were French corsairs operating at the mouth of the Ebro, one boat among them being operated by Spanish deserters. In 1813, during the Deltebre shipwrecks, corsairs captured British sailors who were collecting debris on the beach at the mouth of the Ebro River. There was also a corsair base in the port of Tarragona during its occupation by the French from 1813 to 1814. These corsairs were mainly French and had sailed down from Toulon. One such boat with 50 Frenchmen aboard was chased and caught by the British after a persecution that lasted half a day. It got stuck in shallow water at Montgat where British sailors and marines rowed towards it under a hail of musketry which didn’t cease until they boarded it. All fifty Frenchman jumped into the water and swam for the beach. Several British were killed.

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Navío de línea.

(El Rincón de Byron): Las actividades de Lord Cochrane y su navío Imperieuse en las costas catalanas serían un buen argumento para una novela, de hecho, un estudioso como Robin Pedler asegura que la película “Master and Commander” es puro Cochrane y que Patrick O’Bryen que vivió en Colliure, en la frontera con Francia, se basó en la vida de Cochrane para su héroe, Jack Aubrey. ¿Podríamos decir que Cochrane fue el marino británico más famoso, o quizás el más carismático que actuó en las costas españolas de Levante?

(Adam Gerard Quigley): Cochrane fue un hombre con iniciativa legendario. No necesitaba que los piquetes de reclutadores obligaran a los hombres a convertirse en miembros de la tripulación en su barco debido a su fama de tomar trofeos. En aquellos días, cuando se capturaba un barco, se vendía y el dinero se compartía entre la tripulación. Algunos de los marineros de Cochrane se hicieron ricos. Su acción en Roses fue increíble por el hecho de que desembarcó a la mayoría de su tripulación para ocupar el castillo de Trinidad junto a las tropas españolas, donde lucharon y rechazaron oleadas de asaltos franceses. Otro personaje carismático presente en el Mediterráneo fue el Almirante Pellew, quien, como Capitán de fragata al comienzo de las guerras revolucionarias, se hizo famoso no solo por la primera victoria en esa guerra, sino también por perseguir y combatir a los barcos franceses en la bahía de Vizcaya incluso con tormentas severas. Se decía que a los 50 años aún era más rápido para subir a la punta del mástil que la mayoría de sus marineros.

(El Rincón de Byron): The activities of Lord Cochrane and his Imperieuse ship on the Catalan coast would be a good argument for a novel, in fact, a scholar like Robin Pedler assures that the movie «Master and Commander» is pure Cochrane and that Patrick O’Bryen who lived in Colliure, on the border with France, was based on the life of Cochrane for his hero, Jack Aubrey. Could we say that Cochrane was the most famous British sailor or perhaps the most charismatic that acted on the Spanish coasts of Levante?

(Adam Gerard Quigley): Cochrane was a legendary man of initiative. He didn’t need the press-gang to force men to become crew members on his ship due to his fame at taking prizes. In those days, when a ship was captured, it was sold and the money shared amongst the crew. Some of Cochrane’s sailors became rich. His action at Roses was incredible for the fact that he disembarked most of his crew in order to occupy the Trinidad castle alongside Spanish troops, where they fought and repulsed waves of French assaults. Another charismatic character present in the Mediterranean was Admiral Pellew, who, as a frigate Captain at the beginning of the Revolutionary Wars, became famous not only for the first-ever victory in that war but also for chasing and fighting French ships in the Bay of Biscay even during severe storms. At 50 years old he was said to still be faster at climbing to the top of the mast than most of his sailors.

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Barcelona en 1806, por Delaborde (b)

(El Rincón de Byron): Barcelona, la capital del Principado, estuvo ocupada por los franceses desde febrero de 1808 hasta finales de mayo de 1814. Algunas crónicas narran la presencia de buques británicos en su cometido de bloqueo frente a las costas de Barcelona, que eran atacados por las baterías costeras de la ciudad, al parecer con escaso éxito. Más allá de estas labores de bloqueo, ¿tienes constancia que se pensara en algún momento en algún ataque anfibio o ataque combinado por mar y por tierra para liberar la capital catalana? En caso contrario, ¿crees que había alguna razón fundamental para no intentarlo? 

(Adam Gerard Quigley): Hubo un intento de Campoverde, el capitán general de Cataluña, de atacar Barcelona por sorpresa, pero fracasó. Quizás una de las razones para no intentar atacar más esa ciudad fue la naturaleza del campo circundante. Era un terreno abierto y llano cubierto por una fortificación increíblemente fuerte en Montjuich. Esto habría significado que cualquier fuerza que se acercara sería detectada fácilmente, y los franceses, que eran muy superiores en combate en terreno abierto, habrían podido desplegar sus fuerzas para repeler el ataque. Los españoles no tenían los números para llevar a cabo tales operaciones y tuvieron que atenerse a las tácticas de guerrilla.

(El Rincón de Byron): Barcelona, ​​the capital of the Principality, was occupied by the French from February 1808 until the end of May 1814. Some chronicles narrate the presence of British ships in their task of blocking off the coast of Barcelona, ​​which were attacked by the city’s coastal batteries, apparently with little success. Beyond these blockades, are you aware that an amphibious attack or a combined attack by sea and land was thought at some point to liberate the Catalan capital? If not, do you think there was a fundamental reason not to try it?

(Adam Gerard Quigley): There was an attempt by Campoverde, the Captain-General of Cataluña, to attack Barcelona by surprise, but it failed. Perhaps one of the reasons for not trying to attack that city more was the nature of the surrounding countryside. It was open and flat terrain overlooked by an incredibly strong fortification on Montjuic. This would have meant that any approaching force would be detected easily, and the French, who were far superior in combat in open terrain, would have been able to deploy their forces to repel the attack. The Spanish didn’t have the numbers to undertake such operations and had to stick to guerrilla tactics.

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(El Rincón de Byron): El frente occidental en la Guerra de Independencia debido a la presencia y acciones del ejército del Duque de Wellington, podría decirse que ha casi copado la historiografía británica y española, relegando el frente oriental a un escenario secundario. ¿Opinas que esa visión no da la verdadera importancia de la Guerra en el Levante Español?

(Adam Gerard Quigley): La lucha en la costa este fue épica en su propio sentido. Años de batallas, penurias, saqueo, sacrificio, resistencia, maniobras, emboscadas, asedios, victorias y derrotas. Sin embargo, a fin de cuentas, para Wellington y para muchos historiadores modernos era solo una cuestión de importancia estratégica, ya que evitaba que las divisiones francesas allí unieran fuerzas con otros ejércitos franceses más al oeste. Era una parte del tablero de ajedrez ocupado por peones que mantenía algunas otras piezas importantes inmovilizadas. Los historiadores británicos están asombrados de Wellington y, en general, incapaces de desviar su mirada de su posición geográfica. Creen erróneamente que toda la gloria se encontraba al oeste de Madrid.

(El Rincón de Byron): The western front in the Peninsular War due to the presence and actions of the Duke of Wellington’s army, it could be said that it has almost taken over British and Spanish historiography, relegating the eastern front to a second scenario. Do you think that this vision does not give the true importance of the War in the Spanish Levante?

(Adam Gerard Quigley): The struggle on the east coast was epic in its own sense. Years of battles, hardship, pillage, sacrifice, resistance, maneuvers, ambushes, sieges, victories, and defeats. However, in the bigger picture, it was, for Wellington and many modern historians only a matter of strategic importance in that it prevented french divisions there from joining forces with other french armies further to the west. It was a part of the chessboard occupied by pawns that kept some other important pieces pinned down. British historians are in awe of Wellington, and in the main, unable to avert their gaze from where he was geographically positioned. They mistakenly believe that all the glory was to be found in the west of Madrid.

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Adam G. Quigley en el archivo consultando el diario de a bordo del HMS Sparrowhawk, un bergantín de clase Cruiser, de 18 cañones, botado en 1807.

(El Rincón de Byron): Has realizado varias conferencias sobre el asedio de Tarragona durante estos últimos años y recorridos como guía por los principales lugares relacionados con el asedio en la capital tarraconense. ¿El público español, catalán, es receptivo para conocer la historia de estos sucesos de la Guerra de Independencia? ¿Crees que hay alguna diferencia significativa en como los ciudadanos ingleses o españoles tratan de conocer su propia Historia? 

(Adam Gerard Quigley): Durante mis conferencias y las visitas guiadas, la respuesta emocional del público español y catalán es palpable y un público entusiasta que siempre me bombardea con preguntas inteligentes. Siempre que puedo, hablo sobre la historia desde el punto de vista de las personas, evitando las cosas de los libros de texto como distancias y pesos, lo que hacía que la historia en la escuela fuera tan aburrida, y concentrándome en la experiencia humana en el contexto de condiciones adversas. La gente puede relacionarse más con eso. He notado personas con lágrimas en los ojos cuando les cuento sobre las mujeres y los niños que intentaron escapar de la ciudad. Esta reacción me dice que las historias del pasado son relevantes hoy. Hay personas que incluso han repetido el recorrido. Creo que en Gran Bretaña hay más interés en la historia, en general. El departamento de Historia de la librería Waterstones, cerca de Picadilly Circus, tiene más de 200,000 libros y la historia militar tiene un público mucho más amplio que aquí.

(El Rincón de Byron): You have held several conferences on the siege of Tarragona in recent years and tours as a guide to the main places related to the siege in the Tarragona capital. Is the Spanish public, Catalan, receptive to know the history of these events of the War of Independence? Do you think there is any significant difference in how English or Spanish citizens try to know their own history?

(Adam Gerard Quigley): During my conferences and the guided tours, the emotional response of the Spanish and Catalan public is palpable and I am always bombarded with intelligent questions by an enthusiastic public. Where I can, I speak about history from the point of view of people, avoiding the textbook stuff like distances and weights, which made history at school so boring, and concentrating on the human experience in the context of adverse conditions. People can relate to that more. I have noticed people with tears in their eyes when I tell them about the women and children who tried to escape from the city. This reaction tells me that the stories from the past are relevant today. There are people who have even repeated the tour. I think in Britain there is more interest in history in general. The history department at Waterstones bookshop near Piccadilly Circus has over 200,000 books and military history has a much broader readership than here.

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(El Rincón de Byron): Volviendo al asedio de Tarragona, como señalaste en una conferencia ya recogida en nuestro blog, hubo presencia de buques españoles ayudando a la guarnición.  ¿En general, sabes cómo se constituía la presencia de buques españoles en las costas catalanes o de Levante? ¿Estaban supeditados al mando británico o actuaban independientemente a las órdenes del Gobierno español?

(Adam Gerard Quigley): Actuaron de forma independiente y, como se puede leer en el libro, hubo, por un lado, capitanes realmente excelentes que trabajaron duro, y por otro lado, pícaros absolutos que no hicieron nada para ayudar durante el asedio, se negaron a evacuar a sus propios herido e incluso trataron de robar el dinero del ejército. Los pocos barcos que estaban presentes eran fragatas: La Paloma, La Prueba y La Diana. Codrington elogió al capitán Navarette, del Paloma, e intentó tirar de los hilos para que el segundo oficial de ese barco pudiera tomar el mando de la Prueba, cuyo capitán querían arrestar.

(El Rincón de Byron): Returning to the siege of Tarragona, as you pointed out in a conference already published in our blog, there was the presence of Spanish ships helping the garrison. In general, do you know how the presence of Spanish ships were constituted on the Catalan or Levante coasts? Were they subject to British command or did they act independently under the orders of the Spanish Government?

(Adam Gerard Quigley): They acted independently, and, as you can read in the book, there were, on the one hand, really excellent captains who worked hard, and on the other, absolute rogues who did nothing to help during the siege, refused to evacuate their own wounded and even tried to steal the army’s money. The few ships that were present were frigates; the Paloma, the Prueba, and the Diana. Codrington had high praise for captain Navarette of the Paloma, and tried to pull strings so that the second officer of that ship could take command of the Prueba whose Captain they wanted to arrest.

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(El Rincón de Byron):  Según Cobbett’s Political Register, Volume 20, el comodoro Edward Codrington escribió el 29 de junio de 1811 desde su buque “Blake” a las afueras de Tarragona:

«No puedo concluir mi historia de nuestras operaciones en Tarragona asegurándoles que el celo y el esfuerzo de los que han estado bajo mi mando, en cada rama de los diversos servicios que les han caído en suerte, ha sido llevado mucho más allá de los simples dictados del deber»

¿Crees que hace justicia al comportamiento de los militares y británicos durante el asedio? ¿Como sentó en la opinión pública inglesa o en el gobierno inglés la caída de Tarragona en 1811? ¿Varió de alguna manera significativa la estrategia de la Royal Navy por la pérdida de la capital tarraconense?

(Adam Gerard Quigley): Aquí, Codrington está hablando de las personas bajo su mando, que operaban los barcos todos los días durante el asedio; los marineros y los marines reales, que operaban las lanchas cañoneras, disparando proyectiles contra las trincheras francesas toda la noche y los oficiales como Charles Adam del Invencible, que se encargó de permitir la evacuación gratuita de civiles sin dinero a bordo de la flota británica.

La Royal Navy, y especialmente Codrington, con la colaboración de Doyle, fueron responsables de prolongar el tiempo que Tarragona podría resistir. Coordinaron el suministro de municiones y refuerzos, sin los cuales el asedio habría terminado semanas antes. Estos dos hombres fueron responsables de negociar y traer más de 7.000 refuerzos de Valencia, lo que lograron con promesas y una generosa donación de uniformes y equipos. Sin embargo, había un límite a lo que la marina podía hacer, especialmente en tierra. Podríamos especular sobre lo que habría sucedido si los marineros y los marines hubieran desembarcado en la ciudad para ayudar a la guarnición a luchar en los muros defensivos. Los marines habrían luchado y algunos de los marineros habrían ayudado con los cañones, pero otros marineros habrían encontrado rápidamente alcohol y se habrían emborrachado. Sin embargo, para Codrington estaba claro que tal medida no era necesaria porque la guarnición que defendía la ciudad era, para él, una de las mejores tropas de España. Los relatos de los eventos de Codrington en Tarragona se publicaron en los periódicos para que el público británico los leyera y todavía son capaces de provocar emociones 200 años después de los eventos. La pérdida de Tarragona fue un golpe terrible para las fuerzas que lucharon contra la invasión francesa y, a partir de ese momento, aunque continuó la coordinación entre las fuerzas terrestres y marítimas, disminuyó considerablemente.

(El Rincón de Byron): According to Cobbett’s Political Register, Volume 20, Commodore Edward Codrington wrote on June 29, 1811, from his ship «Blake» on the outskirts of Tarragona:

“I cannot conclude my history of our operations at Tarragona assuring you, that the zeal and exertion of those under my command, in every branch of the various services which have fallen to their lot, has carried far beyond the mere dictates of duty.”

Do you think it does justice to the behavior of the British and military during the siege? How did the fall of Tarragona in 1811 set in the English public opinion or the English government? Did the strategy of the Royal Navy change in any significant way for the loss of the Tarragona capital?

(Adam Gerard Quigley): Here, Codrington is talking about the people under his command, who operated the ships every day during the siege; the sailors and royal marines, who operated the gunboats, firing shells at the french trenches all night every night and the officers like Charles Adam of the Invincible, who took it on himself to allow the free evacuation of penniless civilians aboard the British fleet.

The Royal Navy, and especially Codrington, with the collaboration of Doyle, was responsible for prolonging the time that Tarragona could resist. They coordinated the supply of ammunition and reinforcements, without which, the siege would have finished weeks before it did. These two men were responsible for negotiating and bringing over 7000 reinforcements from Valencia, which they achieved with promises and a generous donation of uniforms and equipment. However, there was a limit to what the navy could do, especially on land. We could speculate about what would have happened if sailors and marines had been disembarked in the city to help the garrison fight on the defensive walls. The marines would have fought and some of the sailors would have helped with the cannons, but other sailors would have quickly found alcohol and got drunk. Nevertheless, it was clear to Codrington that no such measure was necessary because the garrison who was defending the city, was, for him, some of the finest troops in Spain. Codrington’s accounts of events at Tarragona were published in the papers for the British public to read and are still capable of stirring emotions 200 years after the events. The loss of Tarragona was a terrible blow to the forces fighting the french invasion and from that moment on, although the coordination between land and sea forces continued, it was considerably diminished.

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Agradecer muy especialmente a Adam Gerard Quigley que nos haya atendido una vez más para la confección de esta entrevista y que nos haya facilitado amablemente el material gráfico que la acompaña.


Fuentes: 

1) – https://www.tarragonaradio.cat/contingut adam_gerard_quigley_ens_presenta_el_llibre_

antes_morir_ que_rendirse_testimonis_britanics_en_el_setge_de_tarragona_de_1811/16930

2) -https://www.tarragonaradio.cat/contingut/la_tertulia_dimecres_17_doctubre/16829

Imágenes:

a) – Imágenes cedidas por Adam Gerard Quigley.

b) – https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/6/64/1806-1820%2C_Voyage_pittoresque_et

_historique_de_l%27Espagne%2C_tomo_I%2C_Vista_general_de_la_ciudad_y_del_puerto_

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