Portada del libro «Soldados» de Jordi Bru, con textos de Daniel Aquillué. (a)
La Historia del s. XIX ha sido convulsa y agitada como pocos periodos históricos de la Humanidad: revoluciones sociales más o menos violentas, levantamientos armados regionales, conflictos armados generalizados entre naciones, cambios de sistemas de gobierno, etc.
Daniel Aquillué, zaragozano de nacimiento, circunstancia que ya de por sí imprime carácter y nobleza, es Doctor en Historia Contemporánea y profesor en la Universidad Isabel I, de Burgos, haciendo del estudio del siglo XIX en España uno de sus principales objetos de investigación, del que ha elaborado un buen número de artículos, publicado libros, impartido varias conferencias, y simultaneado con apariciones en los medios televisivos e Internet.
En febrero de este año tuve mi primer contacto con Daniel Aquillué, a través de un amigo común, por temas ajenos a los de la entrevista, pero que posibilitaron que se estableciera un prolongado intercambio de ideas con él a través de las redes sociales, hasta hace bien pocas semanas que le propuse realizar una entrevista para el blog, a la que accedió amablemente y que tuvo la deferencia de cumplimentar en un muy breve periodo de tiempo, por lo que de esta manera hemos podido adelantar su publicación a esta misma semana. Con Daniel Aquillué repasamos – como no podía ser de otra manera – el tratamiento actual de la Historia en la enseñanza, algunos aspectos de la guerra de Independencia, las figuras de Palafox, Godoy y Suchet, los sitios de Zaragoza o la entrada desde Francia de los «Cien Mil Hijos de San Luis», aún con la memoria reciente por la guerra de 1808 y en la que tomaron parte por ambos bandos muchos generales que habían combatido en la guerra de Independencia en suelo español.
ENTREVISTA DANIEL AQUILLUÉ
* Eres doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Zaragoza con una tesis sobre el liberalismo en el siglo XIX, una etapa que también ha sido objeto de varios de tus estudios y trabajos. ¿Qué es lo que te llama tanto la atención del siglo XIX en España sobre otros periodos históricos? ¿El devenir de los acontecimientos históricos entre 1800 y 1900 crees que nos ha condicionado en gran manera a los españoles del siglo XX y XXI?
«Debo comenzar diciendo que, de pequeño, lo que me gustaba de la historia eran los romanos, los castillos y caballeros medievales, la aventuras que leía en novelas de ambientación histórica… Y de repente, llegó el siglo XIX. Es una anécdota que cuento muchas veces: era un domingo 17 de abril de 2005, tenía 15 años, y en Torrero, en Zaragoza, vi una recreación histórica de los sucesos de 1808, realizada por la asociación Voluntarios de Aragón. Aluciné al descubrir lo que habían sido los Sitios de Zaragoza. Seguido, empecé a leer los Episodios Nacionales de Pérez Galdós y me sumergí de lleno en la vorágine decimonónica. De ahí, a la carrera, donde me topé con buenos profesores de historia contemporánea y, en concreto, con Carmen Frías. Ella nos explicaba casi con fervor revolucionario el proceso de la gran Revolución Francesa de 1789-1795. Fue imposible no cautivarse ante una historia que cambió la Historia. Así entré en el siglo XIX: por la recreación histórica, Galdós y las clases.
Tras la fascinación juvenil, llegó la investigación. Percibía que el siglo XIX no recibía suficiente atención historiográfica, a pesar de muy notables trabajos. Menos importaba aún en la cultura popular en la que, como mucho, se conocían las fechas icónicas de 1808 y 1898. En mi tesis quería encontrar a los protagonistas de la Revolución Española. Y tanto que los encontré, pero no solo en barricadas en las ciudades sino hasta en el más pequeño pueblo. Porque en el siglo XIX hubo una intensísima movilización y politización, se creía que se podía construir un mundo nuevo, todos los horizontes estaban abiertos, todo se ensayó tras el derrumbe del Antiguo régimen. Y ahí vienen los cambios y convulsiones, en España y en todas partes. Eso lo hace fascinante e interesante, sin necesidad de mitificar. Y es que, actualmente, somos herederos de los marcos políticos, sociales, culturales y económicos levantados a lo largo del XIX. ¡Cómo no me va a llamar la atención!
No somos las gentes del XIX, los contextos son muy distintos, pero el XIX sigue muy presente, en las instituciones como la monarquía parlamentaria y constitucional, las Cortes divididas en un Congreso y un Senado; en la política, con partidos que se fundaron en el XIX como el PSOE o el PNV, la división derecha/izquierda; en los discursos nacionalistas y los símbolos nacionales, pues la bandera y el himno son instituidos a lo largo del XIX; en discursos de género; en cuestiones económica, pues en el XIX se implanta el sistema capitalista y surgen las críticas al mismo; en nuestra visión del pasado histórico, tamizada por el filtro nacionalista del XIX; en la cotidianeidad, con los nombres de nuestras calles o las estatuas que las adornan, o incluso en lo que comemos, pues la tortilla de patatas es originaria del XIX, al igual que las croquetas como las conocemos, o los vinos de La Rioja. Por no hablar de algo tan español como las fiestas… Pensamos que muchas de nuestras tradiciones y fiestas son longevas cuando en realidad se inventan o se reinventan en el XIX.»
* Aparte de tus actividades como historiador y divulgador ejerces también labores de docencia a nivel universitario. Por lo general, ¿se explica correctamente la Historia a nuestros jóvenes estudiantes en los libros de texto y en los medios audiovisuales? ¿No crees que hay un cierto riesgo en que algunas interpretaciones historiográficas actuales distorsionen una visión del pasado por querer explicarlo solo con valores y doctrinas de pensamiento modernas?
«Hay buenos y malos historiadores, buenos y malos docentes, como pasa en todas las profesiones. Los libros de texto de Secundaria se suelen ajustar a lo que indican las demasiado cambiantes leyes educativas, y a veces se sintetiza mucho, dejando cosas fuera. Admiro mucho a los compañeros y compañeras que trabajan en Secundaria, en situaciones complejas, con altas ratios de alumnos y una burocracia que ahoga la docencia. En la educación universitaria hay otras problemáticas, por ejemplo, la forma de evaluación sobre los investigadores y la excesiva burocracia de la ANECA o los muy confusos cambios legislativos promovidos por el Ministerio de Universidades. Hay margen de mejora. En mi experiencia personal, ahora en la Universidad Isabel I, procuro ser cercano al alumnado y ofrecer no solo mis conocimientos sino todo un repertorio de recursos y herramientas para que puedan acercarse al pasado histórico. Hay que saber dónde buscar la información fiable, cómo analizarla, cómo interpretarla y cómo transmitirla.
Los recursos audiovisuales tienen muchas aristas. Para empezar, casi siempre prefieren la ficción con un halo historicista a un producto con rigor histórico. Hay quienes suelen sufrir son los asesores históricos. En verdad, la historia por sí misma tiene historias alucinantes, la moda de cada época es maravillosa… Y no haría falta inventar nada, pero… En cualquier caso, las producciones de cine, televisión, videojuegos pueden servir para un acercamiento a un personaje, acontecimiento o periodo histórico, y a la vez son un objeto de estudio historiográfico, porque no son inocentes y nos hablan de la época y de quiénes los crean, así como de su visión del pasado. El tema del análisis de los videojuegos está muy en boga con estudios como los de Alberto Venegas, por ejemplo.
Respecto a lo último que preguntas, hay ahora, igual que ha sucedido siempre, usos y abusos públicos de la historia, con intereses políticos e identitarios. No es algo nuevo, pero ahora lo percibimos más a través de discursos y redes sociales.
La historia, por su parte, no es algo estático ni algo que podamos cocinar a nuestro gusto. La historia se investiga, interpreta y reinterpreta constantemente. La historia se construye en cada contexto histórico. Eso hacemos los historiadores, investigar, interpretar, hacer de mediadores entre el lugar extraño que es el pasado y la sociedad presente. Y lo debemos hacer con profesionalidad, con método y con honestidad.»
* Un personaje como Manuel Godoy ha tenido siempre un aspecto controvertido en la historiografía española de finales del S. XVIII y principios del XIX. Polémico y denostado por la mayoría, en los altos empleos que tuvo jugó un papel destacado en las alianzas forjadas primero con Inglaterra y luego con la Francia Revolucionaria. ¿En una monarquía en crisis y con problemas de Hacienda, se pudo gobernar más eficientemente por parte del “Príncipe de la Paz” o la situación ya era insalvable o irreversible para la corona española? ¿Se pudieron llegar a evitar las guerras con la Francia Revolucionaria?
«Quiero comenzar señalando que me sigue sorprendiendo cómo a la altura de 2023 se siguen repitiendo, a derecha e izquierda, la propaganda del partido fernandino, de Fernando VII, para tachar a Godoy de inepto, tirano y amante de la reina María Luisa. Hay muy buenas investigaciones sobre Godoy, como las de Emilio La Parra, y sobre María Luisa, como las de Calvo Maturana, que los sitúan en su contexto histórico y destierran ese bulo de que fueran amantes e incompetentes.
También hay que aclarar algo básico: nosotros sabemos lo que pasó, pero en su momento no sabían lo que iba a pasar. Se juzga, a veces, muy a la ligera a las gentes del pasado. Carlos IV y Godoy jugaron sus cartas como pudieron en un contexto harto complicado, al que no se tuvo que enfrentar el mitificado Carlos III. La Revolución Francesa primero, Napoleón después, pusieron el mundo patas arriba, si se me permite la expresión.
La guerra en 1793 fue inevitable tras la ejecución de Luis XVI, familia de Carlos IV. Hasta entonces la había postergado, siendo que otras monarquías ya habían atacado a los revolucionarios en 1792. La Guerra de la Convención quedó prácticamente en tablas, con los dos ejércitos al borde del colapso. El retorno a la tradicional alianza hispano-francesa fue una necesidad ante el auge marítimo del Reino Unido, que amenazaba los intereses económicos de ambos países. En 1801, con la invasión de Portugal, Godoy mostró, todavía, la fuerza y poder de la monarquía española frente a un cónsul francés, Napoleón. Para 1808 todo había cambiado. En esos años que mediaron se conjugaron poco menos que los jinetes del apocalipsis contra la España peninsular: malas cosechas, epidemias de fiebre amarilla, bloqueo comercial, crisis política y acantonamiento de tropas napoleónicas. Difícil era salir airoso de esa situación. Godoy había sido el hombre fuerte de los reyes, el leal servidor de la monarquía, un hombre al margen de los partidos aristocráticos tradicionales, con poder e ideas reformistas… Debía dirigir y regenerar España, bajo la supervisión de los monarcas, en una situación convulsa e incierta. Pero ni él ni nadie pudo lidiar airosamente con el fulgurante ascenso del emperador Bonaparte.»
* Otra figura del pasado español y aragonés es la persona de José de Palafox, que ha sido ampliamente tratada y debatida. Más allá de las intrigas en el poder, su gestión militar de la guerra en los Sitios… En estos últimos años, ¿hemos pasado de la visión romántica del s. XIX de la resistencia a ultranza del pueblo unida al personaje, a la fría visión actual -cuestionable o no- de su conducta militar y personal? ¿Cuál es tu opinión personal sobre su papel durante la guerra de la Independencia?
«José de Palafox es alguien con el que debo decir que me iría de cañas, permíteme la frivolidad. Es un personaje. Me fascina. En el siglo XIX se construyó como mito de caudillo heroico, vencedor del primer Sitio de Zaragoza. Ya en 1808 y 1809 todo su círculo (sus hermanos, Garay en la Junta, Jordán de Asso con la Gaceta, Infantado, Montijo…) lo promovieron como un paladín de la causa del rey y la patria, frente a otros como el general Castaños. Actualmente ha sido revisado su papel, por ejemplo, con los trabajos de Herminio Lafoz, y hay consenso en señalar que no fue tal héroe. Yo digo que hay que bajarlo del pedestal y entenderlo como una persona de carne y hueso en un contexto excepcional. Era un joven de 32 años, cortesano, inexperto militar, aupado de forma popular al poder, declaró la guerra a Napoleón sin tener ejército alguno, siguió las doctrinas militares de su época: por eso salió a ofrecer batalla campal y perdió, por eso abandonó la teóricamente indefendible Zaragoza. Pero claro, tuvo fallos estratégicos y actuaciones muy cuestionables, ya en su momento: huyó Zaragoza a su suerte el 15 de junio y el 4 de agosto de 1808; abandonó a su ejército en la batalla de Tudela del 23 de noviembre de 1808; encerró a todo el Ejército de Reserva y parte del del Centro, que robó a Castaños, en el segundo sitio de Zaragoza… Hay que contarlo y, sobre todo, explicarlo todo. Tampoco creo que haya que llegar a las interpretaciones sobre Palafox como las que hizo el investigador Antonio Peiró en un libro reciente, bastante arriesgadas y negativas, a mi juicio.
Además, Palafox, debemos recordar, que cayó preso con la capitulación del 21 de febrero de 1809 y no regresó a España hasta 1814. Le llegó la fama de improviso, su papel fue muy breve y se perdió toda la Guerra de Independencia. En su cautiverio en Vincennes, eso sí aprovecho a leer, mucho. Era alguien realmente culto, hablaba varios idiomas y leía de todos los temas. Y se hizo liberal. El resto de su vida fue un juguete roto, no tuvo cargos realmente relevantes, demasiado leal al rey para unos, demasiado liberal para otros. Recopiló todo lo que pudo sobre los Sitios, controló el relato sobre ellos, reivindicó su papel en la historia.»
* En el año 2021 publicaste “Guerra y cuchillo: Los sitios de Zaragoza. 1808-1809” (La Esfera de los Libros, SL). ¿Qué aspectos quisiste destacar en tu obra de los sitios que no se hubieran ya tratado con anterioridad en la historiografía moderna? ¿Cómo se explicaría que, en 1808 ciudades como Zaragoza o Gerona, entre otras, optaran por la resistencia a ultranza al invasor, mientras que las dos grandes capitales del país como Madrid y Barcelona, en un caso llegaran a ofrecer las llaves de la ciudad a Napoleón tras una breve cañoneo, o Barcelona estuviera ocupada desde el principio hasta el fin de la contienda?
«Los Sitios son un tema que ha dado origen a numerosas publicaciones, pero en su mayoría parciales, centradas en aspectos o personajes concretos. Muchas de ellas hago referencia en mi libro, como no podía ser de otra forma. Sin embargo, no existía una visión actualizada, global y contextualizada de los Sitios de Zaragoza. En Guerra y cuchillo procuro un acercamiento a los Sitios desde la nueva historia militar, quiero poner rostro a la multitud defensora, explicar sus motivaciones para luchar o huir, explico el contexto que lleva a que una ciudad como Zaragoza resista el embate napoleónico, cómo no se entiende eso sin atender a un ámbito geográfico mucho más extenso y una cronología más amplia. Con este libro creo que cubro un hueco existente y es una obra en la que el lector puede comprender el año de 1808, los porqués, situarse en las calles de Zaragoza, acercarse al campo de batalla de Mallén o intentar sentir el aspecto dramático de las ruinas del 20 de febrero de 1809.
Unas ciudades resistieron y otras no. Explicarlo es hacer historia. Zaragoza, como ciudad abierta, no tenía que resistir según los ideas militares, pero ofreció resistencia por la voluntad de su población civil, fundamentalmente. Gerona, que sí era plaza fuerte, resistió asimismo por una pluralidad de motivos, pero ahí tuvo más que ver el aspecto militar. Barcelona, que estaba también fortificada, no resistió porque nunca tuvo tal opción, al ser tempranamente ocupada por las tropas napoleónicas cuando eran todavía aliadas. El caso de Madrid, en su breve resistencia del 2 al 4 de diciembre, es distinto. Era una ciudad abierta cuya defensa se había planteado en el paso de Somosierra. Fracasada esta, una parte de la población se aprestó a resistir y erigió barricadas, pero la junta optó por capitular ante Napoleón el día 4, considerando ya habían hecho amago de resistencia y que prolongarla sería desastrosa y sinsentido, que era verdad, a tenor de cómo sufrió Zaragoza. Eso sí, el pueblo madrileño ajustaría cuenta contra sus autoridades por la capitulación.»
* Tras el segundo sitio de 1809 mandado por el mariscal Lannes que culmina con la capitulación de la ciudad, generalmente no se suele hablar mucho de la Zaragoza “post-sitios”. ¿Cómo fue la ocupación francesa de la ciudad hasta su liberación en julio de 1813? ¿El papel del mariscal Suchet tuvo especial relevancia en que esta zona del país siguiera más o menos “pacificada” por el resto de la guerra?
«Sobre la ocupación napoleónica de Zaragoza hay dos grandes trabajos: el de Javier Maestrojuán y el de Sophie Darmagnac. Se destaca el buen gobierno de Suchet, como gobernador de Aragón. Actuaba con mano de hierro en guante de seda. Supo atraerse a parte de la sociedad aragonesa, incluso a personajes como Mariano Domínguez, que de intendente en el Segundo Sitio pasó a comisario bonapartista. Suchet y Honorine, su esposa, se crearon una pequeña corte en Zaragoza, mantuvieron buenas relaciones con el cabildo, hicieron muestra de devoción católica… Suchet manejó muy bien la propaganda, culpaba a los ingleses de los males de España celebraba fiestas, hacía ceremonias públicas por sus victorias para recordar quién mandaba, estableció milicias cívicas y gendarmes contra las guerrillas… Y sus campañas militares en Aragón, Cataluña y Valencia fueron exitosas hasta 1812. Gobernó cual virrey. Y consiguió el bastón de mariscal.»
* ¿El colaboracionismo con los ocupantes de afrancesados o la resistencia ante el invasor fueron similares al del resto de España en tierras de Aragón, o piensas que en la región de Aragón tuvieron algún otro rasgo distintivo que los caracterice particularmente?
«Fue similar, pues en toda España hubo afrancesados, josefinos y colaboracionistas. Cambió sobre todo dependiendo del año y los vaivenes militares. En 1810 parecía que los Bonaparte habían vencido, con lo cual la vida tenía que seguir. Es curioso ver la organización de la contraguerrilla y quienes sirvieron militarmente a José I y a Napoleón. Y ahí remito a los trabajos de Luis Sorando Muzás.»
* Una pregunta que solemos hacer en El Rincón de Byron trata sobre el papel de los generales españoles de los ejércitos de la época que, salvo honrosas excepciones, no dejó de ser bastante discreto, cuando no claramente deficiente. ¿Crees que la historia ha sido justa con ellos? ¿Podrían haber hecho más de lo que hicieron con el material humano y bélico de que disponían? ¿El papel de las Juntas en general, podríamos considerarlo un elemento más negativo que positivo en el comportamiento militar de los generales españoles?
«Hicieron lo que pudieron según su mentalidad militar de presentar batalla campal en formación de línea… pero era inviable con ejércitos de campesinos y artesanos, no profesionales, sino de leva en masa. Y más ante las columnas de infantería napoleónica y la superioridad de la caballería francesa y polaca.
Y luego, además, hubo actuaciones que dejaron mucho que desear, por no decir que fueron lamentables, como la de Lapeña en Tudela, que no acudió con el Ejército del Centro en socorro del ejército de Reserva de O’Neill, dejando su flanco derecho expuesto. Lapeña volvió a tener actuación dudosa en la batalla de la Barrosa o Chiclana en 1811, siendo criticado por los aliados británicos. También fue terrible la actuación de Aréizaga en la desastrosa batalla de Ocaña.
Por otro lado, están los generales que se levaron la fama por méritos que no fueron suyos. Los casos paradigmáticos son el de Castaños, que no venció en Bailén, y el de Palafox, que no fue responsable de la victoria en el primer sitio de Zaragoza.
Y esto nos lleva a hablar de militares profesionales que estuvieron al pie del cañón, como segundones muchas veces, y que fueron mucho más aptos: Reding, O’Neill, Saint Marc, Antonio Torres, el marqués de Lazán, Renovales, Villacampa… Y, por último, los nuevos liderazgos surgidos de la guerrilla, como Espoz y Mina o el Empecinado.»
* Una vez Fernando VII vuelve a entrar en España por Cataluña, con la ciudad de Barcelona aún en poder de los franceses, su comitiva tuvo un recibimiento multitudinario por donde pasaba, como se dice el verdadero retorno del hijo pródigo. Luego vendría la restauración de la política absolutista del Antiguo Régimen, la Inquisición, y la persecución por sus ideas de muchos que habían luchado y dado la vida en su nombre. ¿Cuál fue la política de Fernando VII con respecto a Aragón una vez reinstaurado el monarca en el poder? ¿El no haber tenido la visión de adoptar una política un poco más liberal o aperturista entonces, ha lastrado la política y sociedad españolas durante estos últimos doscientos años y se puede considerar, históricamente hablando, una oportunidad perdida?
«Hay que entender que, en 1814, Fernando VII fue tremendamente popular, era “el Deseado”. Se había construido como doble víctima de la tiranía de Godoy y de la traición de Napoleón. Además, se percibía como el rey que el pueblo había puesto en el trono con el motín de Aranjuez y que esperaban fuese un buen rey paternal tras esos años de crisis.
Fernando VII, a su regreso de Francia, pasó la Semana Santa de 1814 en Zaragoza, aclamado por la multitud. La ciudad quería mostrar al rey el sacrificio que había hecho por su causa en 1898 y 1809.
Fernando VII retorna como monarca absoluto en un contexto europeo favorable, de restauración de las monarquías tradicionales. Es la Europa del Congreso de Viena. A Francia también vuelven los Borbones con Luis XVIII. No es excepcional lo que ocurre en España. Y de hecho, en 1820 será España el faro de la segunda gran oleada revolucionaria europea y americana.
Hablar de oportunidades perdidas es una visión presentista y basada en visiones teleológicas.»
* En tu libro “España con honra: Una historia del XIX español. 1793-1923” (La Esfera de los libros, SL) tratas de la época previa, durante y posterior al siglo XIX, un siglo convulso como pocos en España y en la propia Europa, un siglo de guerras, alzamientos, represiones, etc. En el año 1823 se dio la entrada en España del ejército del Duque de Angulema o los conocidos como “Cien Mil Hijos de San Luis”, una invasión para que España no se “desviara” de la órbita de las monarquías absolutistas que no querían que progresase el fantasma de los movimientos libertarios en sus territorios. ¿Se pudo evitar en algún momento esa entrada de tropas extranjeras desde Francia, con muchos generales que habían luchado ya en la guerra de Independencia en ambos bandos, o el gobierno y la diplomacia española de entonces no supo valorar las consecuencias de su política? ¿Los movimientos de emancipación en Hispanoamérica contribuyeron a que España se encontrase en 1823 con la misma fragilidad defensiva que en 1808, o cabe explicarlo por otros factores?
«El gobierno liberal español de 1823 llamó a resistir como en 1808, pero no era el mismo contexto. El país estaba en guerra civil, los franceses se cuidaron mucho de no repetir errores anteriores, pagaron bien los suministros, fueron en ayuda del rey y se presentaron como defensores de la religión. La defensa militar no se preparó adecuadamente, los generales jugaron sus cartas y esperaron a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos… A pesar de ello, hubo resistencias en plazas fuertes como Pamplona, Barcelona, Cartagena, Cádiz… y batallas.
Los procesos de guerra civil, revolución, contrarrevolución e independencia en la américa española son tremendamente complejos. Hay que entenderlos desde el vacío de poder de 1808-1810 y todo lo que derivó de ello. La campaña de Morillo en 1815 fue exitosa militarmente, pero no políticamente. En la década de 1820, de esa forma, la monarquía española perdió sus territorios en la América continental, como le habían pasado a la británica y francesa en el siglo XVIII.»
* Para finalizar nuestra entrevista, ¿nos podrías hacer partícipes de tus proyectos futuros, o si ya estás trabajando en estos momentos en alguna publicación que pueda ver la luz próximamente?
«Me reservo mi derecho a no hablar o decir poco (Risas). No paro de trabajar, de investigar, de escribir. De momento, estoy a la espera de publicar varios artículos académicos.»
* Agradecer muy especialmente a Daniel Aquillué que nos haya atendido para la elaboración de esta entrada para «El Rincón de Byron».
Daniel Aquillué (Zaragoza, 1989) es doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Zaragoza con la tesis El liberalismo en la encrucijada: entre la revolución y la respetabilidad 1833-1843, que obtuvo una mención honorífica de la Cátedra Cervantes de la Academia General Militar. Actualmente es profesor de la Universidad Isabel I, en el Grado en Historia, Geografía e Historia del Arte.
Ha trabajado temas relacionados con la revolución liberal, las guerras carlistas, la historia local, la historia pública y la Guerra de la Independencia española. Desarrolla una amplia labor de divulgación histórica a través de diversos medios, las redes sociales y la recreación histórica.
Además, forma parte del Consejo de Redacción de la Revista Universitaria de Historia Militar y es investigador agregado del Instituto de Estudios Riojanos. Ha publicado diversos trabajos como los libros Armas y votos. Politización y conflictividad política en España, 1833-1843 (2020) y es responsable de los textos que acompañan a las fotografías de Jordi Bru en el libro Soldados (2022). En La Esfera de los Libros ha publicado Guerra y cuchillo. Los sitios de Zaragoza 1808-1809 (2021). [1]
Esta semana contamos con la presencia en «El Rincón de Byron» o mejor dicho las palabras de Maties Ramisa Verdaguer, historiador barcelonés, catedrático de Bachillerato y profesor en la Universidad de Vic, autor de varios libros, escritos y conferencias sobre el periodo de 1808-14 en Cataluña, que ha tenido la amabilidad de atendernos y comentar con nosotros una serie de cuestiones sobre su actividad docente, la Guerra de Independencia en Cataluña a la que ha dedicado parte de su obra en diferentes medios, su visión del tratamiento del conflicto por parte de los historiadores contemporáneos, el papel de la Juntas en Cataluña, la intervención británica en el Levante y Mediterráneo, el papel de los catalanes en las Cortes de Cádiz, así como ese esperado por muchos retorno del Fernando VII al trono español, que retornaría al antiguo régimen absolutista y acabaría con las esperanzas de muchos de un cambio de rumbo en la política española de la época.
Ya sin más preámbulos os dejamos con las palabras de Maties Ramisa y su visión del conflicto de 1808-14 en España, Cataluña y el Mediterráneo.
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* ¿Qué enseñanzas o consejos podrían darse a los jóvenes historiadores e investigadores que al igual que en tu caso, quieran dedicar su tiempo y energías a escribir e investigar sobre diferentes aspectos de la Guerra de Independencia en Cataluña (o Guerra del Francés), por ejemplo? ¿Qué errores crees que cometiste al acometer tus estudios e investigaciones que crees que se podrían haber evitado?
«Respecto de los consejos, pienso que el primero sería el de tener motivación para el estudio de esta época y encarar el trabajo sin prejuicios previos. Es decir, no ver de entrada «buenos» y «malos», a los que hay que confirmar en su bondad o maldad por medio de una investigación. A veces las escuelas historiográficas predisponen un poco hacia el maniqueísmo, y por ello creo que el joven investigador debería relativizar la información previa recibida sobre el período en cuestión para no estar condicionado por ella.
Por ejemplo, en el tema de la Guerra de la Independencia o Guerra del Francés está claro que hay unos invasores y unos invadidos, pero una vez estás inmerso en ella te das cuenta que, como en todas partes y en todas las épocas, hay buenos y malos a nivel personal en cada bando. Ni todos los franceses son malvados ni todos los guerrilleros patriotas son honrados y virtuosos. Militares como los generales Duhesme o Lechi fueron duros y crueles, pero el mariscal MacDonald y el general Decaen fueron personas correctas e incluso compasivas. Sí que queda claro, de todos modos, que la lógica de conquista militar impuesta por Napoleón era abominable, y con ese telón de fondo nefasto debía actuar la gente.
Otro consejo obvio sería el de intentar comprender a las personas de aquella época partiendo de la mentalidad dominante entonces, y no de los conceptos actuales. Por ejemplo en los aspectos de la religiosidad y el respeto a las jerarquías que imperaban. También me parece recomendable partir de un buen conocimiento bibliográfico del tema y de las fuentes que habrán de manejarse. Si el futuro investigador es orientado respecto de las fuentes o archivos por un historiador veterano experto, mucho mejor.
Yo me acerqué al tema de la guerra de la independencia por el halo romántico que desprendía para mí. Los grabados de guerrilleros y paisanos combatiendo contra los ejércitos imperiales excitaron mi imaginación y me proporcionaron «combustible» para acometer mis investigaciones, que de hecho me ha durado hasta hoy. Pero me faltó una parte del conocimiento bibliográfico necesario y previo -que tuve que completar sobre la marcha- y también alguien que me asesorara sobre las fuentes. Estas dos carencias dificultaron mis investigaciones.»
* ¿Crees que el tratamiento que se le da actualmente a la Guerra de Independencia en Cataluña en la docencia y en los institutos catalanes es el correcto por contenidos y duración frente a otros períodos históricos que se han dado en tierras catalanas? ¿Crees que los jóvenes catalanes están bien informados o conocen todo lo que transcurrió en el Principado entre los años 1808 y 1814?
«Los jóvenes catalanes no están informados en absoluto de lo que sucedió entre 1808 y 1814. En lo que atañe al conocimiento de contenidos históricos concretos, la situación ha ido a peor en las últimas décadas en Cataluña. Veinte años atrás, los currículums de Ciencias Sociales en la ESO y de Historia en el Bachillerato contenían mucha más historia que en la actualidad.
Por ejemplo, en el cuarto de ESO se estudiaba entonces la historia del mundo contemporáneo a partir de finales del siglo XVIII, con un adecuado nivel de concreción. Por lo tanto, el alumno, aunque no llegaba a conocer la guerra de la Independencia en la Península, sí que estudiaba el imperio napoleónico y, dentro de él, una referencia muy breve a la ocupación francesa de España. Tenían un marco de los acontecimientos. Los que seguían estudiando y cursaban el Bachillerato tenían la Historia de España en el segundo curso, de carácter obligatorio, que empezaba precisamente con una visión sucinta del siglo XVIII en Cataluña y en el conjunto de España, y continuaba con los temas de la Guerra del Francés, las Cortes de Cádiz y la restauración del absolutismo. Y más importante aún, estos temas estaban incluidos en la prueba de Selectividad.
Además, los alumnos de Bachillerato podían cursar la asignatura optativa de Historia del Mundo Contemporáneo en el primer curso, donde se profundizaban los conocimientos adquiridos en el cuarto de ESO sobre la revolución francesa y el imperio napoleónico.
Esta estructura curricular fue cambiando desde finales de la primera década del siglo XXI. La Historia de segundo de bachillerato, la única que se ocupaba del período de 1808 a 1814 en toda la etapa de la ESO y del Bachillerato, perdió casi todo su contenido del siglo XIX, ya que se decidió que en la prueba de Selectividad tan solo se exigiría la materia a partir de la Restauración de 1875. Por lo tanto, el período decimonónico anterior se trataba en pocos días a principios de curso, como una simple introducción. Y en ella, con suerte, se hacía una breve alusión a la guerra de la Independencia.
Este es el currículum de Historia de segundo de bachillerato que se ha mantenido hasta ahora en Cataluña, y que creo que perdurará hasta 2023, momento en que debería cambiar por otro a causa de la nueva Ley de Educación, ignoro con qué contenidos. Es decir, desde hace muchos años no se estudia con cierto rigor, en los institutos Cataluña, la historia del país anterior a 1875.
Por lo que respecta al cuarto curso de ESO, continua hoy vigente la historia del mundo contemporáneo, cuyo contenido en historia ha quedado algo descafeinado por la introducción de otros conceptos interdisciplinares (dimensión cultural y artística, dimensión ciudadana) y procedimentales. Si bien en el temario se alude a aspectos de la historia de Cataluña y del conjunto de España (siglo XVIII, revolución industrial, catalanismo y su evolución, II república, guerra civil y franquismo) es difícil que puedan tratarse correctamente dada la extensión del programa. Y en cambio, desaparece cualquier mención específica a la Revolución Francesa y al imperio napoleónico, englobados en un genérico «liberalismo y revoluciones burguesas».
En conclusión y respondiendo a la primera parte de la pregunta, el tratamiento que se da a la guerra de la Independencia en Cataluña en la enseñanza secundaria es sencillamente inexistente, como buena parte de la historia del país anterior al siglo XX. Por ejemplo, en el tercer curso de la ESO, la historia de España y de Cataluña de la Edad Moderna se engloba en este solo epígrafe: «Formación y evolución de la monarquía hispánica. Cataluña dentro de la monarquía de los Austria: permanencia de las instituciones y conflicto político».»
* En tu opinión, ¿qué diferencias más significativas has encontrado en el tratamiento de los historiadores franceses (e ingleses, si es el caso) y españoles del siglo XIX que consultaste o tuviste acceso en tus investigaciones, sobre el tratamiento de la Guerra de Independencia en Cataluña (o Guerra del Francés) en general? ¿Crees que los historiadores contemporáneos de esos mismos países han variado su visión de lo que fue el conflicto, o aún arrastramos los “vicios” o malas interpretaciones de épocas pasadas?
«Como otros grandes acontecimientos históricos, con el paso del tiempo la guerra de la Independencia ha ido perdiendo a ojos de los historiadores sus aristas más marcadas de tipo religioso, político o mítico. La lejanía ha permitido a los estudiosos ir variando el enfoque para situarse en un terreno más desapasionado con el fin de intentar ganar en objetividad. En palabras de Jean-René Aymes, ha existido un proceso de «desheroización». Eso no significa que no siga habiendo algunas importantes divergencias entre los historiadores.
En el ámbito de las causas de la guerra y de la resistencia anti-francesa, la idea que la población luchaba por los grandes principios de monarquía, religión y patria ha perdido terreno frente al concepto de pelea por los intereses más cercanos de la gente, como la familia, los medios de vida y el territorio próximo. Eso no quiere decir que no se valoren también los primeros. Por otra parte, la invasión napoleónica externa perpetrada con alevosía como factor principal y evidente del conflicto, que nos transmitieron los historiadores decimonónicos, fue impugnada por una corriente historiográfica del siglo XX en favor de una interpretación que privilegiaba la crisis interna de la época de Carlos IV y Godoy como factor desencadenante. Hoy día parece haberse vuelto implícitamente a los primeros planteamientos de resistencia a la invasión externa y de deseo de independencia.
En Cataluña, el combate de la población en favor de la independencia española que valoraban los grandes historiadores catalanes del siglo XIX, como Bofarull y Blanch, fue matizado por otros autores a partir del surgimiento del catalanismo político, que no se encontraba cómodo con aquellos planteamientos. Pero actualmente la historiografía catalana continua remarcando la oposición en Cataluña a las tropas imperiales al lado del conjunto de España, por medio de la tesis del «doble patriotismo». Además, ha quedado claro a partir de todas las fuentes que la resistencia patriótica en Cataluña fue superior a la de otras regiones españolas.
Un factor de consenso en la historiografía es la consideración de que la guerra de Independencia fue clave en la fundamentación de la identidad nacional española, iniciada en las Cortes de Cádiz y afianzada con muchas dificultades a lo largo del siglo XIX.
Dos «mitos» transferidos también por los historiadores decimonónicos han sido revisados por la historiografía actual, a mi juicio correctamente. De un lado, el del alzamiento masivo y unánime del pueblo contra la invasión francesa; se ha comprobado que la realidad no era tan heroica, que hubo mucha deserción en las filas españolas y mucha reluctancia de la gente común y de los privilegiados a pagar los impuestos, las requisiciones y los préstamos forzados.
De otro lado, tampoco se admite sin matizaciones severas el papel patriótico y militar de la guerrilla, que a menudo caía en la extorsión y el bandidaje sobre la misma población que proclamaba defender. En cambio, en su lugar existe una cierta revalorización del papel del ejército regular.
Las Juntas fueron esenciales para llenar el vacío de poder a partir de 1808 y alcanzaron una gran representación popular, pero hoy en día también se destacan sus defectos: rencillas entre ellas y con los militares, ineficiencia e intromisión inadecuada en las cuestiones bélicas y estratégicas. A ello se refiere una frase de la época, la «funesta manía de dar batallas».
La consideración de los afrancesados como traidores ha dado paso a una evaluación más humana de ese fenómeno, que elimina el componente de culpabilidad de estas personas y que en algunos autores llega a una valoración francamente positiva de los colaboracionistas. En Cataluña es el caso del afrancesado ampurdanés Tomás Puig.
Pocos historiadores franceses se han sentido atraídos por el estudio de la invasión napoleónica en la península, quizás por razones obvias. En cambio, hemos podido aprovechar multitud de Memorias escritas por militares napoleónicos que han arrojado mucha luz sobre la contienda. Entre los historiadores galos que han trabajado en la guerra de Independencia española -y específicamente en Cataluña- cabe destacar a Conard, Desdevises, Michonneau y Aymes. Todos ellos han realizado una labor muy laudable, los dos primeros en la vertiente positivista y documental a principios del siglo XX, y los dos restantes en perspectivas más sociológicas y culturales.
Por lo que se refiere a los historiadores anglosajones, su aportación a la Peninsular War ha sido muy considerable. Van desde las gigantescas obras decimonónicas de Napier, Oman y Fortescue, a las modernas visiones de Lovett, Glover, Esdaile y Lipscombe. Los primeros hacen hincapié en el considerable esfuerzo británico en España, poco secundado por un país primitivo y desorganizado, que contaba con un ejército desastroso y una población poco laboriosa y atada a la religión. No distinguen entre España y Cataluña, excepto por una mayor resistencia antinapoleónica y consistencia social en esta última. Oman es más comprensivo con la situación española.
Del segundo grupo de historiadores destaca el prolífico Esdaile, que ha presentado abundantes propuestas revisionistas sobre la guerra de la Independencia. Insiste también en el desorden y la ineficacia del ejército español, y en el decisivo papel de Wellington en la derrota francesa. Pero además considera que el levantamiento popular en masa a favor del lema Dios, Patria y Rey es poco más que una invención, y que las realizaciones atribuidas a la guerrilla son un mito. Quizás su planteamiento más polémico es la afirmación de que la guerra de la Independencia en España influyó poco en la derrota final de Napoleón, una tesis que contradice el pensamiento de casi todo el conjunto de la historiografía.»
* El papel de las Juntas, con sus diferentes subdivisiones en las diversas provincias, fue singular en términos de autoridad política y organización -con muchas veces pocos medios (y dinero)- del esfuerzo para la guerra. En el caso de sus relaciones con la rama militar, ¿su impacto podríamos considerarlo un elemento más negativo que positivo teniendo en cuenta que entre 1808 y 1814 se sucedieron hasta 17 capitanes generales en Cataluña?
«Las Juntas fueron vitales para salvar el vacío de poder que se produjo al principio de la guerra, después de la abdicación de los monarcas españoles, y continuaron siéndolo durante buena parte del conflicto para organizar la parte política y económica del país, en un ambiente de gran desarticulación administrativa provocado por la invasión. Fueron decisivas también para allegar recursos y hombres para la guerra.
Pero el poder de las Juntas tuvo también su lado negativo. La falta de cooperación entre ellas a nivel provincial fue bastante escandaloso. Por ejemplo, la Junta de Valencia ayudó muy poco a Cataluña y Aragón en la lucha que estas dos últimas provincias libraban contra los napoleónicos desde el primer día. Hay que tener en cuenta que Valencia no fue invadida hasta finales de 1811, y por lo tanto tenía hasta esta fecha buena parte de sus recursos intactos.
Otro factor perjudicial fue la incapacidad de coordinar los diversos ejércitos españoles hasta que el mando supremo fue otorgado a Wellington a finales de 1812, debido en buena parte al hecho de que cada región hacía bastante la guerra por su cuenta. Por lo que se refiere a Cataluña, las relaciones entre el poder civil de la Junta y el militar del capitán general fueron casi siempre tensas y abocaron a crisis frecuentes. Ello explica el continuo cambio del alto mando militar en el Principado.
Las tensiones en Cataluña se produjeron a causa del aprovisionamiento del ejército y del reclutamiento de soldados, que dependían hasta 1812 en última instancia de la Junta Superior. También fueron debidas a las intromisiones que practicaba la Junta en los temas militares, apoyada por la opinión pública del Principado, defendiendo siempre la táctica de batallas campales contra el enemigo, que se revelaron funestas desde el principio.
Con ello no pretendo exculpar a los oficiales del ejército, a menudo poco preparados y poco motivados, e inclinados al caudillismo; pero hay que decir que la junta catalana y la élite civil que la respaldaba tuvieron una parte de responsabilidad en las derrotas militares, tanto por la estrategia que preconizaban como por su ineficacia en proveer de hombres y recursos suficientes a los militares, y por el notable hostigamiento que les procuraban.
De todos modos, en el ambiente de desarticulación administrativa y política de España provocado por la invasión napoleónica, que tuvo su reflejo ampliado en Cataluña, la pugna y rivalidad entre los diferentes poderes era una situación previsible, que los ingleses contemplaron atónitos cuando desembarcaron en la Península para ayudar en la resistencia.»
* El papel de los generales de los ejércitos españoles de la época salvo honrosas excepciones, no dejó de ser bastante discreto, cuando no claramente deficiente. ¿Crees que la historia ha sido justa con ellos? ¿Podrían haber hecho más de lo que hicieron con el material humano y bélico de que disponían?
«Los generales españoles fueron de una categoría mediocre con contadas excepciones. Entre los que actuaron en Cataluña solo pueden salvarse parcialmente Enrique O’Donnell, Luis Lacy, Pedro Sarsfield y el barón de Eroles. Todos estos hombres tuvieron, cada uno a su estilo, coraje, visión militar y liderazgo con las tropas. El primero, además, fue muy bien valorado por los ingleses en los primeros años de la guerra.
Pero incluso estos militares empañaron su trayectoria en el transcurso del conflicto. El carácter inconstante y pasional de O’Donnell le llevó a abandonar el ejército de Cataluña en dos ocasiones; Lacy evolucionó hacia el pretorianismo y el despotismo en 1812, hasta que fue destituido por la Regencia. Sarsfield y Eroles fueron buenos militares, pero se hallaban en un segundo plano.
Los demás que pasaron por la capitanía general de Cataluña quedaron por debajo de las expectativas: el Marqués de Palacio, lento y aficionado al ceremonial; Vives, anciano y carente de habilidades militares; Blake, aparentemente el más académico pero que fracasaba casi siempre en el campo de batalla; el marqués de Campoverde, aupado por un grupo radical en Tarragona y pronto desbordado por los acontecimientos; y Copons, un militar profesional aunque desprovisto de carisma y empuje.
¿Podían haber hecho más de lo que hicieron? Creo que un poco sí, pero no mucho más. Las unidades que mandaban Sarsfield y Eroles, O’Donnell y Lacy eran algo más disciplinadas y eficientes que la media, lo cual significa que se podía mejorar el material bélico y humano puesto a su disposición. Pero había unos vicios de base que eran muy difíciles de subsanar: mala calidad y falta de formación de los oficiales intermedios, que eran incapaces de disciplinar y dirigir las tropas; tendencia de estas a la indisciplina y a la deserción, en buena parte porque no confiaban en sus mandos; y propensión a la desbandada de tropas y oficiales frente a una embestida del ejército napoleónico.
El ejército español, en otros tiempos brillante y disciplinado, empeoró claramente durante la guerra de la Independencia a causa del desorden y desorganización general, la falta de adiestramiento de las tropas, la improvisación en la creación de unidades y en la obtención de los oficiales, la intervención popular en la guerra y la falta de un mando único, entre otras cosas. En este ambiente, los generales se quemaban pronto, debido a los fracasos militares.
Pienso que la historia ha sido justa con estos militares de categoría regular, muchos de los cuales al terminar la guerra se integraron en la cainita política de aquellos años, que les proporcionó casi siempre escasos éxitos y muchos sinsabores. Aunque uno pueda sentir pena por sus trayectorias humanas.»
* El papel de la guerrilla en Cataluña, al igual que se dio en el resto de España, un movimiento local e irregular de resistencia contra el invasor, ¿crees que tenía las mismas características o difería de las que se dieron en el resto de España? ¿Entraría en el terreno de lo anecdótico que la guerrilla diera tan buenos frutos en algunas acciones campales de la guerra contra la Convención (la denominada Guerra Gran en Cataluña) y en cambio su aportación en las batallas campales de la Guerra en Cataluña fue meramente anecdótica, cuando no muy discreta o directamente negativa?
«La aportación de la guerrilla durante la guerra de la Independencia española ha tenido un gran predicamento en el recuerdo de aquella época y en la historiografía. Pienso que se la ha mitificado en exceso, seguramente a causa de la oleada de revoluciones liberales del siglo XIX. De hecho, creo que tuvo más importancia como instrumento ideológico y político que como herramienta militar.
En todas partes, por ejemplo en Cataluña, la guerrilla sirvió para frenar las posibilidades de componendas con los ocupantes franceses, para perseguir a los colaboracionistas y para castigar a los pueblos que pagaban impuestos a los napoleónicos. También buscaba a los evadidos a territorio imperial para escapar de la quinta, e impulsaba la cohesión nacional frente a los invasores. Es decir, ejercía de «policía patriótica».
En el terreno estrictamente militar, en cambio, su contribución fue bastante menor. Hay que valorar el clima de desgaste y a veces de terror que expandieron los guerrilleros entre los soldados y oficiales napoleónicos, que se refleja mucho en la correspondencia de estos últimos. Pero casi no participaron en las batallas campales, no era su terreno. De entre los generales franceses, Suchet fue el único que supo implantar un sistema efectivo de contrainsurgencia.
En Cataluña los guerrilleros y sus jefes fueron ya entonces adorados y mitificados por la población, que a menudo los contraponía ventajosamente a los oficiales del ejército regular. De ello se valió, por ejemplo, Francisco Milans del Bosch, que se creó una facción favorable para oponerse a las órdenes del capitán general marqués de Campoverde. En cambio, las autoridades civiles del Principado eran unánimes en el rechazo a los somatenes, miqueletes y guerrilleros por su indisciplina y altos costes de mantenimiento.
Y es que, con el paso del tiempo, los defectos de la guerrilla se hicieron cada vez más evidentes. Habían sido útiles para hostilizar a los bonapartistas y entorpecer sus comunicaciones, pero en 1812, cuando el ejército de Wellington pasó a la ofensiva definitiva y los contingentes españoles habían recuperado terreno, los grupos guerrilleros eran ya más un lastre que algo útil para los aliados. Muchos de ellos bordeaban el bandolerismo e imponían severas cargas sobre la población, y fueron absorbidos o eliminados. Es lo que realizó el capitán general Luis Lacy en Cataluña, aunque se enfrentó a una fuerte oposición de los contrarios a una militarización total, entre los que había una parte de las fuerzas vivas del territorio.
La tendencia actual de la historiografía es la de rebajar la valoración de la guerrilla y realzar algo la aportación del ejército regular. Es el caso de historiadores como Antonio Moliner y Charles Esdaile.
Este último es bastante radical y considera un mito las realizaciones atribuidas a la guerrilla durante la guerra de la Independencia.
Si bien la cuestión es algo compleja, porque no se puede contraponer de forma nítida la guerrilla y el ejército regular. Los oficiales -por ejemplo en Cataluña- mandaban contingentes de los dos tipos al mismo tiempo, que compartían el aprovisionamiento. En general, las guerrillas estaban bajo supervisión militar. Además, los mejores líderes surgidos de la guerrilla escalaban con rapidez el escalafón militar. Este fue el caso del barón de Eroles y de José Manso. Es decir, había una imbricación entre guerrilla y ejército que no se puede obviar.
Creo que la guerrilla que actuó en Cataluña fue bastante similar a la del resto de España. Quizás la diferencia fue que en el Principado se movilizaron también cuerpos tradicionales como los Sometents y los Miquelets, que se conducían a nivel militar al estilo guerrillero. De otro lado, no tengo referencias de la supuesta eficacia de la guerrilla durante la Guerra Gran en las operaciones militares españolas en la zona pirenaica.
Al contrario, lo poco que conozco de aquellas campañas me suena a lo que se produjo después de 1808: dificultades del reclutamiento en Cataluña, falta de recursos, escasez de tropas regulares y de voluntarios, inoperancia de los somatenes, fracaso en la creación de un gran cuerpo de migueletes -de los 20.000 previstos solamente se consiguieron 13.000- e importancia de la deserción. Al principio los españoles tuvieron éxito gracias a la buena dirección del general Ricardos y el efecto sorpresa.»
* Con el fenómeno de los afrancesados o partidarios del gobierno de José I, en alguna conferencia has comentado que fue minoritaria y algunas veces más por mero interés más que por pura convicción ideológica. ¿No crees que Cataluña al estar más próxima geográficamente con las ideas de la Revolución que otras partes de España, éstas tendrían que haber tenido un impacto más significativo entre sus élites y su burguesía, o los prejuicios contra las ideas revolucionarias y el conservadurismo pesaban más en la sociedad catalana de la época?
«Los afrancesados de convicción fueron siempre una pequeña minoría en Cataluña, lo cual no quiere decir que las tendencias liberales no comenzaran a expandirse entre las élites de las ciudades y la población urbana. No se puede confundir liberalismo con afrancesamiento. La sociedad catalana de la época rechazó mayoritariamente las extralimitaciones radicales de la revolución francesa de la época de Robespierre y después también repudió el dominio feroz de Napoleón.
Pero el liberalismo moderado se iba abriendo paso en los grupos dirigentes, y un liberalismo más radical se instalaba en grupos todavía muy pequeños de las ciudades que no tenían aún capacidad política. La mentalidad seguía siendo muy teñida por la religión. Durante la guerra predominó entre los dirigentes del Principado un pensamiento conservador y reformista, partidario de mantener el statu quo aunque introduciendo reformas: limitar el poder del rey, restablecer unas Cortes al estilo tradicional, mejorar el sistema fiscal y la economía, potenciar la instrucción de los jóvenes, implantar el proteccionismo, modernizar la aplicación de la justicia y de la administración pública, etc. Esto equivalía poco más o menos al posterior liberalismo moderado. Brotes de radicalismo aparecieron en los primeros años de la guerra, pero no tuvieron demasiado eco entre los habitantes. Y la población rural continuaba siendo de ideología absolutista.
Pero una cosa eran estas ideas de reforma en sentido liberal -probablemente imitadas de Francia- y otra muy distinta la adhesión a la ocupación bonapartista, que era lo que significaba el afrancesamiento. La conformidad con el dominio de Napoleón encontró pocos partidarios. Hubo algunos entre los funcionarios y los juristas, como el ampurdanés Tomás Puig, movidos por la idea que el emperador modernizaría la decadente España borbónica, o simplemente por el deseo de mantener el cargo y aspirar a más, o por la creencia que se situaban en el bando ganador. Los colaboradores voluntarios con las tropas francesas fueron pocos, si bien muchas personas fueron obligadas a cooperar bajo amenazas cuando los soldados imperiales entraban en una localidad.
Es decir, en la parte urbana de Cataluña estaba penetrando el pensamiento liberal originario de Francia, pero la gran mayoría de los habitantes se oponían al dominio del estado francés no solo por razones ideológicas, sino también por el resentimiento acumulado en los últimos siglos contra las agresiones galas, y también porque la influencia del país vecino perjudicaba la economía catalana. Esto último ocurría por dos vías: la entrada masiva de negociantes y de productos franceses, y el entorpecimiento del comercio con las colonias americanas.»
* Estudiosos como Antonio Grajal de Blas se han dedicado a cuantificar estadísticamente las bajas de oficiales imperiales en toda la península, en los numerosos combates que se sucedieron. En la primera clasificación que tuvo por territorios, el primer lugar lo ocupaba Cataluña con unos 1.950 oficiales napoleónicos muertos y heridos, teniendo esta cifra más importancia todavía por haber actuado en este territorio las tropas aliadas (británicas) de manera bastante puntual y localizada. ¿La sociedad catalana se implicó más o con más medios en la lucha contra el invasor que en otros lugares de España o cabrían otras explicaciones?
«Todas las fuentes (españolas, francesas, británicas) hablan de una superior implicación de Cataluña en la lucha contra el francés durante la guerra de Independencia respecto a otras regiones españolas. Los militares franceses hablan de ello, así como los ingleses, empezando por el mismo Wellington. El contraste de la resistencia en el Principado con la que hubo en Andalucía o Valencia lo deja bastante claro.
¿A qué fue debida esta resistencia mayor? Pienso que el sentimiento antifrancés estaba más extendido en las regiones fronterizas que en otras que habían padecido menos las incursiones galas en los siglos anteriores. Cuando los británicos aluden a las regiones de la península que luchan con más vigor contra los napoleónicos citan a Navarra, Aragón y Cataluña, y seguramente no es casualidad.
Otra probable causa de la resistencia catalana radica en el perjuicio económico que provocó el dominio francés, tal como he citado en la respuesta anterior. Desde la mitad del siglo XVIII el comercio catalán con las colonias americanas de España era pujante y había contribuido mucho a la mejora económica de la provincia, que en aquella época todo el mundo admitía. El entorpecimiento de este lucrativo negocio y la presencia creciente en Barcelona de mercaderes galos, que dominaron las transacciones de la ciudad durante la guerra, contribuyó sin duda al posicionamiento de las élites barcelonesas contra la ocupación. De hecho, la ciudad de Barcelona se vació de habitantes cuando fue sometida por las huestes del general Duhesme.
Por último, creo que la resistencia catalana se debió también al grado superior de organización y de cohesión social existente en Cataluña. Las élites y el pueblo se hallaban más trabados y mejor coordinados que en otras partes, y los dirigentes parecían más activos. La Junta Superior de Cataluña era respetada y en su seno se representaba a todos los corregimientos. El Principado fue la única región española donde tuvieron lugar varios Congresos Provinciales con el fin de allegar hombres y recursos para la lucha.
Los catalanes lucharon, sí, pero de forma algo desorganizada, a su aire, tal como venían haciendo desde siempre. Rehusaron tanto como pudieron la integración al ejército regular y, al igual que en el resto de España, sus combatientes carecían del suficiente adiestramiento y disciplina. Además, les faltó en general una buena dirección militar, todo lo cual provocó que la efectividad de su esfuerzo fuera discreto. De ello se quejaban los ingleses.»
* La lucha contra las tropas imperiales no solo se daba en el campo de batalla, y se elaboraron diferentes periódicos en Barcelona, Gerona, Tarragona, Vich (en esta última señalabas que incluso se llegaron a imprimir dos periódicos de diferentes tendencias…). ¿Era fluida la transmisión de los sucesos de una punta a otra de España, a pesar de la ocupación imperial? ¿Crees que el papel de los periódicos en la sociedad y en el conflicto fue similar al actual, aunque el valor informativo fuera en ocasiones menor que el esperado valor propagandístico?
«Aunque la prensa periódica existía con anterioridad, durante la guerra de la Independencia hubo una explosión de publicaciones en toda España, a causa del ansia de la población por conocer qué estaba pasando y más tarde para averiguar la evolución del conflicto; dicho impulso informativo también fue posible debido al ambiente de libertad que se respiraba con la caída de la monarquía absoluta. En noviembre de 1810 las Cortes de Cádiz emitieron un decreto sobre libertad de imprenta que amplió en gran medida las posibilidades informativas y de opinión, aunque siguieron existiendo las juntas de censura.
Una parte de las Gacetas que se publicaban eran meramente informativas, y a veces se limitaban a reproducir comunicados gubernamentales o escritos de otros periódicos. Fue el caso de la Gaceta de la Junta Superior de Cataluña. Pero pronto surgieron periódicos que incorporaban opinión en sus contenidos, y que fueron muy numerosos en las capitales importantes como Cádiz y Palma de Mallorca, las dos llenas de refugiados.
Pero incluso en ciudades más modestas como Vic y Manresa se crearon pequeños y efímeros periódicos que reseñaban los últimos sucesos y contenían juicios de valor y pensamientos políticos, ávidamente consumidos por un público lector ilustrado. A partir de 1812, con la ampliación del foso ideológico entre conservadores y liberales, la efervescencia en la prensa aumentó mucho.
Información y propaganda eran vehiculadas al unísono por la prensa de entonces, lo mismo que ahora, aunque hay que tener en cuenta la escala de cada época. En aquel tiempo los periódicos solían tener un único redactor, y su capacidad para captar las noticias era mínima. Solían reproducir los comunicados militares o copiar a otros medios de las capitales, incluso el Moniteur de París.
Las dificultades para transmitir la información y la correspondencia de un lado a otro del país eran máximas. El correo marítimo era el medio más rápido, aunque el servicio era irregular. Los británicos tenían pequeñas corbetas y bergantines que realizaban esta función en el Mediterráneo para uso propio, y los españoles disponían asimismo de barcos con algún armamento que se desplazaban regularmente de Cataluña hasta Cádiz y viceversa, repartiendo los paquetes de correspondencia y los papeles informativos por el litoral. De esta manera, las noticias tardaban entre algunos días y dos semanas en conocerse.
Pero por el interior las cartas y las novedades se demoraban mucho más. Los controles militares, los obstáculos, la destrucción y el bandolerismo dificultaban el tránsito. Arthur Wellesley se informaba de los acontecimientos de la costa mediterránea un mes después de sucedidos, si no más. Dentro del Principado las informaciones viajaban a mayor velocidad en la parte patriota, vehiculadas a veces por un sistema de señales luminosas emitidas de un promontorio a otro del terreno. Pero las unidades napoleónicas podían estar varios meses incomunicadas, sin contacto alguno con sus mandos superiores.»
* En tus trabajos has tratado la figura del comodoro Edward Codrington, que al igual que otros británicos como el capitán Cochrane o el almirante Pellew, adquirieron fama durante la guerra marítima en el Levante y Cataluña. La Royal Navy bloqueaba Barcelona, atacaba los corsarios franceses y los escasos intentos de avituallar a las tropas imperiales por mar que se dieron, al tiempo que ayudaban en dar golpes de mano con las tropas patriotas o simplemente transportándolas de un lugar a otro de la costa. Como un observador exterior, parece que la relación fue mucho más fluida y fructífera que la que se daba en el frente occidental con las tropas anglo-portuguesas de Wellington, muchas veces truncada por los recelos, desconfianzas y los agravios. ¿La política mediterránea de Gran Bretaña durante la Guerra Peninsular fue diferente aquí que en el resto del territorio español o no difirió en absoluto?
«La política mediterránea de Gran Bretaña durante la guerra peninsular se basó en asegurarse el control del mar por medio de la Royal Navy y en eliminar del todo la navegación francesa y de los países satélites de Bonaparte. En un principio contó con dos bases importantes, Malta y Sicilia, y por descontado con el enclave de Gibraltar. A partir del estallido de la insurrección española, se añadió la base de Mahón, un punto perfecto para vigilar todo el Mediterráneo occidental y bloquear la escuadra francesa en Tolón.
El gobierno de Londres apostó con decisión por ayudar a España y Portugal, y mantuvo este apoyo durante toda la guerra. No hubo diferencias en ese sentido entre la parte mediterránea y la parte atlántica de la Península, excepto por el hecho que esta última contó con el cuerpo expedicionario de Wellington, y la parte oriental solamente con los buques de la Navy hasta 1812.
Es decir, los ejércitos españoles de la zona mediterránea no tuvieron ayuda terrestre inglesa hasta que en el verano de 1812 llegó el cuerpo expedicionario anglo-siciliano. Pero la asistencia que prestó la flota británica fue importante, y sin ella difícilmente se hubiera podido sostener la lucha. Los navíos ingleses aportaban todo tipo de suministros, dinero, armamento, vestuario y municiones, trasladaban de una parte a otra del litoral las tropas españolas, ayudaban en los asedios de las plazas costeras -como Rosas y Tarragona-, bombardeaban las columnas francesas que transitaban por el litoral, cooperaban en operaciones militares en coordinación con los patriotas -como en la toma de las islas Medas y de Palamós, y en ataques para recuperar Tarragona-, y daban información relevante.
En tierra, y junto al cuartel general de cada zona, había los military agents, oficiales de enlace dependientes del embajador británico en Cádiz, Henry Wellesley, y posteriormente de su hermano Arthur Wellesley, duque de Wellington. Estos militares coordinaban la ayuda británica para cada provincia de las vertientes norteña y oriental de España, y asesoraban al capitán general español. Algunos de ellos incluso crearon y mandaron sus propias divisiones, formadas por soldados españoles y desertores napoleónicos. Entre los military agents hay que destacar a Doyle, Whittingham y Roche.
La llegada de la expedición anglo siciliana a Alicante en 1812 no cambió mucho el estado de las cosas. Había generado muchas expectativas, especialmente en Cataluña, pero no respondió a ellas en absoluto. La gestión de este cuerpo, dependiente del gobernador inglés de Sicilia, Lord Bentinck, fue bastante calamitosa -tuvo seis o siete generales en jefe en menos de dos años- y en su composición había pocos soldados británicos.
No fue capaz de empujar a Suchet hacia el Norte ni de recuperar Tarragona. Lo único realmente positivo que conllevó la existencia de la expedición fue que obligó a Suchet a permanecer en Valencia con todas sus tropas, sin poder destacar contingentes que frenaran el avance de Wellington por el oeste. De otro lado y como es natural, también hubo tensiones entre ingleses y españoles en esta parte mediterránea de la península, entre las que destacaron el intervencionismo del comodoro Codrington en la gobernación de Cataluña, y el de los almirantes ingleses en las Baleares. De todos modos, británicos y españoles se vieron obligados a colaborar hasta el fin de la guerra, no tenían alternativa.»
* La labor legislativa de las Cortes de Cádiz fue enorme, en la que algunas decenas de diputados catalanes también estuvieron presentes, e incluso llegaron a estar presididas en su momento por un catalán, Ramón Lázaro de Dou y de Bassols. ¿Cádiz fue el primer intento serio de modernizar (y unificar) un país que arrastraba la losa de las estructuras del Antiguo Régimen? ¿Se puede decir que los diputados catalanes obtuvieron una lectura positiva de lo allí acordado para sus intereses en Cataluña y para con el resto de España?
«En principio se puede contestar que sí a las dos preguntas. Cádiz fue el primer intento serio de modernizar y unificar España, y los diputados catalanes obtuvieron una lectura positiva de lo acordado allí. El primer cometido -modernizar el país y superar el Antiguo Régimen- lo emprendieron los diputados de Cádiz con entusiasmo, y en poco tiempo sentaron las bases legislativas del desmantelamiento del absolutismo y del feudalismo anterior.
Al comienzo, el ambiente en las Cortes era de consenso. La guerra golpeaba fuerte y eran necesarias las reformas. Los liberales se pusieron a la cabeza, ayudados por el ambiente especial de Cádiz, y lideraron la adopción de medidas muy avanzadas para la época, que no fueron matizadas por una segunda cámara, porque no existía. Pronto se evidenció otro sesgo acentuado de las Cortes: el poder legislativo dominaba por completo todo el sistema, sobre todo al ejecutivo, que no tenía la suficiente autonomía para actuar. Así que la Regencia -el poder ejecutivo- fue relevado al gusto del Parlamento, con consecuencias no siempre positivas para la gobernanza.
En marzo de 1812 se promulgó la Constitución, el resultado más importante de las Cortes. Los británicos la conceptuaron de demasiado ideológica y difícilmente aplicable, y tuvieron razón. Ya en aquellos momentos el consenso entre los diputados había desaparecido y se imponía el sectarismo. Los grupos conservador y absolutista se vieron excluidos de la carta magna y organizaron una fuerte oposición a la misma. La mayoría de los diputados catalanes se inclinó por un conservadurismo reformista. De aquí a las guerras civiles del siglo XIX había solo un paso.
Es decir, en mi opinión las Cortes de Cádiz fueron el primer intento de superar el Antiguo Régimen y modernizar el país, pero lo hicieron sin buscar el consenso y desde una perspectiva partidista que llevó al enfrentamiento. Además, el articulado de Cádiz era difícil de aplicar, como lo demuestra que los mismos liberales progresistas renunciaron a reimplantar esta Constitución décadas más tarde. Tampoco el sector conservador -los liberales moderados del futuro- buscaron demasiado el consenso cuando gobernaron. Ello implicó que, en un país donde el poder civil de la clase media era frágil, llenara el hueco el ejército, y la inestabilidad política fuera la norma.
De todos modos, a principios de 1814 los diputados catalanes, en sintonía con la élite del Principado, todavía hacían una lectura positiva del sistema liberal que regía en España desde 1812, ya que prometía el proteccionismo y una cierta rebaja de impuestos para la región, dos cuestiones muy valoradas. Además, las élites catalanas aceptaban el estado unitario y renunciaban a los antiguos fueros. Aunque en aquellos momentos la realidad existente era la bancarrota económica, el caos fiscal debido a la falta de previsión de los liberales al implantar la «contribución única», y la imposición de la constitución a la fuerza en muchos lugares, a causa de la resistencia conservadora.»
* Para finalizar nuestra entrevista, una vez entrado Fernando VII otra vez en España por Cataluña, con la ciudad de Barcelona aún en poder de los franceses, su comitiva tuvo un recibimiento multitudinario por donde pasaba, como se dice el verdadero retorno del hijo pródigo. Luego vendría la restauración de la política absolutista del Antiguo Régimen, la Inquisición, y la persecución de muchas ideas por las que muchos habían luchado y dado la vida en su nombre. ¿Cuál fue la política de Fernando VII con respecto a Cataluña una vez reinstaurado el monarca en el poder? ¿El no haber tenido la visión de adoptar una política un poco más liberal o aperturista entonces, ha lastrado la política y sociedad españolas durante estos últimos doscientos años? ¿Fue, históricamente hablando, una oportunidad perdida?
«El retorno de Fernando VII en marzo de 1814 fue aclamado mayoritariamente por las masas después de seis años de una guerra dura y destructiva. La gente quería volver a la normalidad y veían en el monarca la personificación de una nueva vida libre de la pesadilla que habían vivido. Por eso lo llamaban «El Deseado». Pero la ilusión no duró mucho. A los pocos meses ya se percibía un ambiente enrarecido y el deterioro de la imagen del rey.
El brusco retorno al absolutismo no fue una buena solución ni para la economía ni para la política. Gran Bretaña dominaba entonces el tablero europeo, y Henry Wellesley ya había advertido al rey que era mejor que cumpliese la promesa que había hecho en su primera proclama de mayo de reunir Cortes estamentales, y le reclamó además que liberara algunos presos políticos liberales. Pero Fernando se enrocó en su gobierno despótico e incompetente, que agravó los problemas económicos del país y fue incapaz de sacar alguna tajada del Congreso de Viena.
Hay que decir que Fernando tampoco tenía una situación fácil. La rebelión de las colonias de América absorbía las energías del país y le impedía recibir las remesas de antaño, la situación en España se había polarizado de manera inusitada después de la Constitución de 1812, la economía estaba en bancarrota a causa de la guerra, e Inglaterra se negaba a conceder nuevos préstamos. Pero un gobierno más templado y con cierto diálogo con los liberales -por medio de una reunión de las Cortes tradicionales o por otros sistemas, aprovechando el prestigio que tenía la monarquía- hubiera sido sin duda un bálsamo para el país y hubiera sido más aceptado por el conjunto de las élites y por las potencias europeas.
Nada de eso se produjo, y empezó la nefasta dinámica de los pronunciamientos militares, que perduró durante buena parte del siglo XIX; a esto se añadió la problemática de la sucesión, que ahondó en las diferencias y provocó tres guerras civiles. Quizás por todo ello pueda hablarse de «oportunidad perdida» durante el reinado de Fernando, aunque por descontado nunca sabremos lo que habría sucedido si hubiera actuado de otro modo.
Cataluña comenzó a pesar mucho desde entonces en la política española gracias a su desarrollo económico -que el conflicto paralizó durante más de dos décadas- y también por las turbulencias políticas. En este último aspecto, hay que señalar que los extremismos se incrustaron ya en aquellos tiempos en el Principado y dificultaron mucho la gobernabilidad del mismo durante todo el ochocientos.
Por un lado, un potente grupo de realistas provocó disturbios en 1822 y en 1827, motivo por el cual el mismo rey viajó a Cataluña en la última fecha para apaciguarlo. De otro lado, un notable núcleo liberal se asentó en la costa, especialmente en Barcelona y Tarragona, y estuvo detrás de la tentativa de Lacy de 1817 y de los desórdenes del Trienio liberal.
No pienso que Fernando VII tuviera una política específica para Cataluña, pero es cierto que debió prestar atención a la problemática de esta provincia tanto en la vertiente económica como en la política, una situación que se repitió con sus sucesores. Así mismo, un grupo de negociantes catalanes se instaló en Madrid en esta época y tuvo bastante influencia en el devenir del país, en especial en el sector financiero y en el viraje del monarca hacia un régimen más mesurado en sus últimos años. Entre ellos destacó Gaspar de Remisa.»
* Agradecer muy especialmente a Maties Ramisa Verdaguer que nos haya atendido para la elaboración de esta entrada para «El Rincón de Byron».
Maties Ramisa Verdaguer (Gurb, Barcelona, 1952) es licenciado en Historia por la Universidad de Barcelona. Ha ejercido de catedrático de Bachillerato y de profesor de la Universidad de Vic. Es Doctor en Historia por la Universidad de Barcelona (1991) con la tesis «La Guerra del Francès al Corregiment de Vic, 1808-14».
Ha participado en diversos proyectos de investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona como “Memoria y olvido de la Constitución, 1812-1912” ; “Mito y realidad de la Guerra de la Independencia”; “Cultura y Sociedad en la Guerra de la Independencia”; e “Historia del Parlamentarismo”.
Se ha especializado en la investigación del período de la Guerra de la Independencia en Cataluña. Fruto de ello han sido, entre otros, los siguientes libros y artículos:
«Els catalans i el domini napoleònic», Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1995
“La administración bonapartista”, capítulo en la obra de Antonio Moliner (ed.), La Guerra de la Independencia en España, 1808-1814, Barcelona, Ed. Nabla, 2007
«Polítics i militars a la Guerra del Francès, 1808-1814», Lérida, Institut d’Estudis Ilerdencs, 2008
“La ocupación española del Rosellón en 1815”, Hispania, 2015, vol. LXXV, nº. 251, págs. 725-752; ISSN: 0018-2141, e-ISSN: 1988-8368
“El Comodoro Edward Codrington en Cataluña durante la Peninsular War (1810- 1813)”, Hispania Nova, 19 (2021): 1 a 34
Actualmente está a punto de salir de la imprenta un nuevo libro, fruto de sus investigaciones en Reino Unido, titulado «La intervención británica durante la Peninsular War. Campañas en Cataluña, Valencia, Murcia y Baleares (1808-1814)«, editado por las Publicaciones de la Universitat de València.
Esta semana tenemos como invitada a Shannon Selin, que gentilmente ha accedido a entrevistarse con nosotros y hablar sobre Napoleón, sus seguidores, sus detractores, de su libro «Napoleon en América», su interesantísimo blogy muchas cuestiones más. Shannon no es una nueva invitada en El Rincón de Byron, ya que en su momento amablemente nos autorizó a traducir su interesante artículo La España anterior a la guerra de Independencia.
Esperamos que podáis disfrutar de la lectura de la entrevista y las opiniones de Shannon Selin tanto como lo hemos hecho nosotros.
This week we have as a guest Shannon Selin, who has kindly agreed to meet with us and talk about Napoleon, his followers, his detractors, his book «Napoleon in America», his excellent blog and many other issues. Shannon is not a new guest at El Rincón de Byron, since at the time she kindly authorized us to translate her interesting article «Spain before the Peninsular War«.
We hope you enjoy reading Shannon Selin’s interview and thoughts as much as we have.
ENTREVISTA / INTERVIEW SHANNON SELIN
* Si no hemos leído mal, empezaste con tu web Shannon Selin. Imaginando los límites de la historia (https://shannonselin.com) en el año 2013. Ahora, en el año 2023, diez años después, ¿sientes que has llegado al punto que te propusiste cuando empezaste este proyecto? ¿Cuál es el mayor desafío que plantea escribir sobre hechos y personajes que vivieron hace 200 años?
«Comencé con el sitio web como un complemento en línea de mi novela, «Napoleón en América». La intención era que fuera un lugar donde los lectores pudieran encontrar más información sobre Napoleón y otros personajes históricos que aparecen en la novela, así como los escenarios en los que transcurre la novela. Cuando terminé, continué escribiendo sobre otras cosas interesantes que encontré al hacer la investigación para la novela y su secuela. Ahora hay más de 300 artículos en el web y sigo añadiendo nuevos. Me gusta escribirlos y disfruto de los comentarios de los lectores, de quienes he aprendido mucho.
El mayor desafío de escribir sobre personas de hace 200 años – especialmente cuando se escribe sobre ficción – es tratar de ponerse en el estado de ánimo del siglo XIX; en otras palabras, imaginar cómo la gente estaría actuando y respondiendo a los eventos y al mundo que los rodeaba. Es difícil dejar de lado las presuposiciones del siglo XXI. Para ayudarme con esta tarea, leo muchas cartas, memorias y diarios de la época sobre la que escribo.»
* En tus artículos hablas predominantemente del siglo XIX, quizás uno de los más siglos convulsos en la historia moderna reciente. ¿Qué es lo que te llama tanto la atención sobre este periodo? ¿Por qué crees que junto con el desarrollo tecnológico, social, cultural y avances filosóficos también estaban los grandes movimientos revolucionarios y todo un sucesión de guerras prácticamente a lo largo de todo el siglo?
«Escribo principalmente sobre principios del siglo XIX porque es cuando Napoleón en América está ambientada. Una de las cosas que me gusta de este período es que está lo suficientemente cerca como para ser reconocible, pero lo suficientemente distante como para ser extraño. Encuentro increíble que personas que conocía bien, en particular mis bisabuelos, que nacieron a principios de la década de 1880, conocían a personas que estaban vivas cuando Napoleón estaba vivo. Hace que 200 años atrás parezca menos lejano. No tengo la pericia para hablar de las revoluciones y guerras de todo el siglo, pero mirando a Francia en el período postnapoleónico, las ideas de la Revolución Francesa no fueron más allá con el regreso de los reyes Borbones al trono. Luis XVIII se vio obligado a conceder su pueblo una constitución (la Carta de 1814) que preservó muchas libertades y reformas. Sin embargo, su sucesor, Carlos X, fue más reaccionario. Creció la oposición liberal hacia él, y hubo disturbios populares debido a las malas cosechas y la depresión económica. En 1830, el rey cerró los periódicos de la oposición, disolvió la Cámara baja del Parlamento, de mayoría liberal, y convocó a nuevas elecciones en las que sólo pudieran votar los más ricos. El resultado fue un revolución en París, que condujo a la abdicación de Carlos X. Fue reemplazado por su primo lejano, Luis Felipe, que era un monarca más moderado, aunque favorecía a una pequeña élite de propietarios terratenientes y él mismo fue derrocado por una revolución en 1848.»
* Has basado buena parte de sus artículos en la figura de Napoleón, no sólo en el conquistas o batallas en las que participó, sino en aspectos tan diversos como las canciones que se hacían sobre él, sus habilidades en el billar o sus pensamientos sobre las mujeres o la religión. ¿Podemos decir que Napoleón fue un personaje avant la lettre para su época? En tu opinión, ¿Cuál es el aspecto más sorprendente de la mentalidad o los hábitos de Napoleón?
«Napoleón fue en gran medida un hombre de su tiempo, en términos de su actitud hacia las mujeres y la forma en que modeló su reinado en el modelo de las monarquías hereditarias europeas existentes. Donde él se adelantó un poco a su tiempo fue en las innovaciones de la meritocracia y la propaganda, en las cuales era un maestro Uno de sus hábitos más sorprendentes era que le gustaba pellizcar a la gente en las orejas y la nariz. Lo hacía en señal de cariño, pero los pellizcos eran tan fuertes que hacían la gente gritara de dolor.»
* Napoleón concedió un papel secundario a la mujer según la época, y que también dejó reflejado en su Código Napoleónico. Adam Zamoyski, en un interesante video de YouTube, fue de la opinión de que siempre se sentía más cómodo con mujeres sin experiencia a las que podía, en alguna manera, modelar. ¿Podemos pensar que Napoleón se movió demasiado abruptamente de su inexperiencia y enamoramientos juveniles (con esas cartas apasionadas de Italia a Josefina) a los comportamientos cínicos y casi insensibles del gobernante que acumuló amantes de una noche, incluso entre las damas de la corte, y donde pesaba más un vientre con un heredero que el papel de una buena emperatriz?
«Para Napoleón, tener un heredero era la definición de una buena emperatriz. Cuando la escritora Germaine de Staël le preguntó a Napoleón cual era la mujer más grande del mundo, él respondió: “la que ha dado a luz el mayor número de hijos”. Cuando se casó con Josefina, él esperaba que ella pudiera tener hijos, y cuando supo que su infertilidad se debía a ella (esto quedó claro después de que engendró un hijo ilegítimo), anuló el matrimonio para poder volver a casarse.»
* En un artículo específico tratas sobre si Napoleón fue bueno o malo, y como reflejaste en el artículo, no es una pregunta fácil de responder en un personaje tan poliédrico como el corso. Lejos de la propaganda pro-napoleónica que tanto caló en la sociedad francesa a finales del siglo XIX o de las comparaciones modernas de Napoleón como un proto-Hitler, cual es el Napoleón de Shannon Selin?
«Napoleón era ambicioso, inteligente, confiado, ingenioso, oportunista, impaciente, dominante y manipulador, a veces despiadado ya veces generoso. Era complejo al igual que su legado también lo es.
«Napoleon in America» (ed. 2021) por Shannon Selin
*En tu libro «Napoleón en América» planteas qué hubiera pasado si Napoleón hubiera llegado finalmente a América del Norte, en Nueva Orleans y los posibles desarrollos históricos que podrían haber ocurrido con esta nueva situación. América del Norte fue uno de los destinos considerados después la derrota en Waterloo y la campaña de los 100 días pero, ¿eres conocedora sobre si Napoleón pensó en América del Norte como un destino cuando planeó su primer escape del isla de Elba? Otro no desdeñable «¿Y si?» sería plantearse cuál hubiera sido el futuro de Napoleón si los gobernantes ingleses le hubieran permitido finalmente permanecer confinado en Gran Bretaña. ¿Fue algo factible en ese momento y si hubiera sido posible, cómo crees que su figura habría influido en una sociedad como la británica?
«Deduzco que, como subterfugio, Napoleón proporcionó al Inconstante, el barco en el que escapó de Elba, comida y bebida para 120 hombres durante tres meses, para dar la impresión de que estaba planeando un largo viaje, quizás a América. Hablé de su deseo de ir a Estados Unidos después de la derrota de Waterloo en mi artículo titulado “¿Por qué Napoleón no escapó a los Estados Unidos?”
Que se hubiera permitido quedarse a Napoleón en Gran Bretaña es otro interesante «¿Y si?. Él tenia algunos partidarios destacados en Inglaterra. Eran principalmente Whigs liberales que se opusieron al gobierno del partido Tory y no querían que los Borbones fueran restaurados en el poder en Francia. Napoleón también fue un objeto de fascinación entre el pueblo británico. Grandes multitudes salieron a verlo y aplaudirlo cuando estaba prisionero en el barco británico Bellerophon frente a la costa sur de Inglaterra en 1815. La prensa Whig estaba a favor de dejarlo vivir en Gran Bretaña como exiliado. Algunas personas, incluyendo el duque de Wellington pensó que debería ser encarcelado en Gran Bretaña. Pero varios británicos conservadores pensaron que debería ser ejecutado, por lo que hay formas menos agradables de este «¿Y si? pudiera haber sido. Después de que fue exiliado en Santa Elena, Napoleón trató de jugar con la simpatía por él en Gran Bretaña. llevando a cabo una campaña de propaganda para mejorar su reputación y hacer que su trato sea el gobernador de St. Helena pareciera horrible. Probablemente habría resultado aún más problemático para el gobierno británico si se hubiera quedado en Gran Bretaña.«
* Vinculada con la pregunta anterior, varias figuras de la órbita napoleónica fueron a Estados Unidos Estados en un momento u otro después del año 1815, especialmente su hermano José Bonaparte, aunque hubo varios otros casos. ¿Hubo algún intento serio de revivir el legado napoleónico en los EE.UU.? ¿Hubo también una recepción favorable de los gobernantes estadounidenses hacia todos esos exiliados?
«Inicialmente, los estadounidenses consideraron favorablemente a los exiliados napoleónicos, aunque el presidente y el secretario de Estado no se entrevistaron con José Bonaparte porque eso hubiera molestado a las relaciones americanas con la monarquía francesa restaurada. En 1817, el Congreso de los Estados Unidos concedió a un número de exiliados franceses pudieran asentarse en Alabama. Sin embargo, la simpatía por los exiliados comenzó a evaporarse cuando muchos de los bonapartistas que tenían participaciones en la colonia de Alabama vendieron sus concesiones de tierras para ayudar a financiar una expedición armada a Texas, que entonces estaba bajo el dominio español. Yo escribí más sobre esto en mis artículos titulados «¿Qué pensaron los estadounidenses de loa exiliados napoleónicos?» y “El general Charles Lallemand: Invasor de Texas”.
* Otro de los personajes que has tratado con cierta asiduidad es el duque de Wellington, otro de los grandes generales de la época y que algunos califican como la némesis de Napoleón, un punto de vista que no compartimos especialmente, ya que, entre otros, como Nick Lipscombe nos comentó: «Uno era un funcionario y el otro un autócrata». Más allá de haber nacido el mismo año, haber estudiado en Francia y haber compartido alguna amante a lo largo del tiempo, ¿por qué crees que amamos a Napoleón y criticamos a Wellington, o por qué amamos a Wellington y criticamos a Napoleón?
«Los anglófilos, así como aquellos que piensan que Napoleón era en algún sentido «malo», tienden a preferir a Wellington, mientras que los francófilos y aquellos que piensan que el Emperador era «bueno», tienden a preferir a Napoleón.»
* En varios libros que he podido leer de autores americanos o en conferencias por Internet, siempre he percibido que hubo un intento de explicar la historia en general, y la historia napoleónica en particular, desde una perspectiva muy didáctica que como aficionado que siempre he apreciado y que no he percibido tan marcadamente en los autores europeos, quizá más académicos. ¿Cree que el tratamiento de la figura y época de Napoleón en EE.UU. varía significativamente del que se le da en el Viejo Continente? ¿Qué autores europeos (o de otras latitudes) te han influenciado más para tus artículos o tu libro?
«Creo que Napoleón tiende a ser tratado más favorablemente en los Estados Unidos. Mi biografía favorita de Napoleón es la serie de tres volúmenes de Philip Dwyer, un australiano («Napoleon: El camino al poder, Ciudadano Emperador: Napoleon en el poder y Napoleon: Pasión, Muerte y Resurrección). Sin embargo, me ha influido más leer cosas escritas por personas que conocieron bien a Napoleón, incluidos Claude-François de Méneval, Louis-Joseph Marchand, Henri-Gatien Bertrand, Louis-Étienne Saint-Denis y otros.»
* ¿Puedes hablarnos de tus proyectos futuros o si pronto veremos una segunda parte de tu novela «Napoleón en América»?
«Estoy trabajando en la secuela de Napoleón en América, llamada Napoleón en Texas, que espero terminar el próximo año. Gracias por estas excelentes preguntas y la oportunidad de aparecer en El Rincón de Byron».
* Agradecer muy especialmente a Shannon Selin que nos haya atendido para la elaboración de esta entrada para «El Rincón de Byron».
* If we have not read wrong, you started with your website Shannon Selin. Imagining the bounds of history (https://shannonselin.com) in the year 2013. Now in the year 2023, ten years later, do you feel that you have reached the point that you set out for when you started this project? What is the biggest challenge posed by writing about events and characters that lived 200 years ago?
«I started the website as an online companion to my novel, «Napoleon in America». The intention was for it to be a place where readers could find more information about Napoleon and the other historical figures who appear in the novel, as well as the settings in which the novel takes place. When I finished that, I continued to write about other interesting things I came across when doing research for the novel and its sequel. There are now over 300 articles on the site and I keep adding new ones. I like writing them and I enjoy the comments from readers, from whom I have learned a lot.
The biggest challenge of writing about people from 200 years ago – especially when writing fiction – is trying to put oneself in a 19 th -century frame of mind; in other words, to imagine how people would be acting and responding to events and the world around them. It is hard to set aside 21 st -century presuppositions. To help me with this task, I read a lot of letters, memoirs and diaries from the period I write about.»
* In your articles you speak predominantly of the 19th century, perhaps one of the most convulsive centuries in recent modern history. What is it that draws your attention so much about this period? Why do you think that together with the technological, social, cultural and philosophical advances there were also the great revolutionary movements and a whole succession of wars practically throughout the all-century?
«I write mainly about the early 19 th century because that is when Napoleon in America is set. One of the things I like about the period is that it is close enough to be recognizable, yet distant enough to be foreign. I find it amazing that people that I knew well, in particular my great-grandparents, who were born in the early 1880s, knew people who were alive when Napoleon was alive. It makes 200 years ago seem less far away. I do not have the expertise to speak about the revolutions and wars of the entire century, but looking at France in the post-Napoleonic period, the ideas of the French Revolution did not go away with the return of the Bourbon kings to the throne. Louis XVIII was forced to grant his people a constitution (the Charter of 1814) that preserved many liberties and reforms. However, his successor, Charles X, was more reactionary. Liberal opposition to him grew, and there was popular unrest due to harvest failures and economic depression. In 1830, the king shut down opposition newspapers, dissolved the liberal-majority lower house of parliament, and called for new elections in which only the wealthiest could vote. The result was a revolution in Paris, which led to Charles X’s abdication. He was replaced by his distant cousin, Louis Philippe, who was a more moderate monarch, although he favored a small, land-owning elite and was himself overthrown by a revolution in 1848.»
* You have based a good number of your articles on the figure of Napoleon, not only about the conquests or battles in which he participated, but in aspects as diverse as the songs that were made about him, his billiards skills or his thoughts on the women or religion. Can we say that Napoleon was a character avant la lettre for his time? In your opinion, what is the most surprising aspect of Napoleon’s mentality or habits?
«Napoleon was very much a man of his time, in terms of his attitude to women and the way he patterned his reign in the model of the existing European hereditary monarchies. Where he was slightly ahead of his time was in innovations of meritocracy and propaganda, of which he was a master. One of his more surprising habits was that he liked to pinch people on the ears and the nose. He did this as a sign of affection, but the pinches were so harsh that they made people cry out in pain.»
* Napoleon granted a secondary role to women according to the time, and which he also left reflected in his Napoleonic Code. Adam Zamoyski, in an interesting YouTube video, was of the opinion that he was always more comfortable with inexperienced women whom he could, in some way, model. Can we think that Napoleon moved too abruptly from his inexperience and youthful infatuations (with those passionate letters from Italy to Josephine) to the cynical and almost insensitive behavior of the ruler who accumulated one-night lovers, even among court ladies, and where a womb with an heir weighed more than the role of a good empress?
«For Napoleon, bearing an heir was the definition of a good empress. When the writer Germaine de Staël asked Napoleon who was the greatest woman in the world, he replied, “she who has borne the greatest number of children.” When he married Josephine, he expected that she would be able to have children, and when he learned that their infertility was due to her (this became clear after he fathered an illegitimate son), he had the marriage annulled so that he could remarry.»
In a specific article you deal with whether Napoleon was good or bad, and as you reflected in the article, it is not an easy question to answer in a character as polyhedral as the Corsican. Far from the pro-Napoleonic propaganda that so permeated French society at the end of the 19th century or from the modern comparisons of Napoleon as a proto-Hitler, who is Shannon Selin’s Napoleon?
«Napoleon was ambitious, intelligent, confident, resourceful, opportunistic, impatient, domineering, and manipulative, sometimes ruthless and sometimes generous. He was complex and his legacy is complex.»
* In your book «Napoleon in America» you raise the what-if about Napoleon finally arriving in North America, in New Orleans and the possible historical developments that could have occurred with this new situation. North America was one of the destinations considered after the defeat at Waterloo and the 100 days campaign, but are you aware of the fact that Napoleon thought of North America as a destination when he planned his first escape from the island of Elba? Another not insignificant what-if would be to consider what Napoleon’s future would have been like if the English rulers had allowed him to finally remain confined to Great Britain. Was it something feasible at the time and if it had been possible, how do you think his figure would have influenced a society like the British one?
I gather that as a subterfuge Napoleon furnished the Inconstant, the ship on which he escaped from Elba, with food and drink for 120 men for three months, to give the impression he was planning a long voyage, perhaps to America. I discuss his desire to go to America after the Waterloo defeat in my article entitled “Why didn’t Napoleon escape to the United States?”
«Napoleon being allowed to stay in Britain is another interesting “what-if.” He had some prominent supporters in England. They were primarily liberal Whigs who opposed the ruling Tory Party and did not want the Bourbons restored to power in France. Napoleon was also an object of fascination among the British people. Huge crowds came out to see and applaud him when he was a prisoner on the British ship Bellerophon off the south coast of England in 1815. The Whig press was in favor of letting him live in Britain as an exile. Some people – including the Duke of Wellington – thought he ought to be imprisoned in Britain. But a number of British conservatives thought he should be executed, so there are less pleasant ways this “what-if” could go. After he was exiled to St. Helena, Napoleon tried to play upon the sympathy for him in Britain by conducting a propaganda campaign to improve his reputation and make his treatment by the St. Helena governor appear awful. He probably would have proven even more troublesome for the British government had he been in Great Britain.»
* Linking with the previous question, several figures of the Napoleonic orbit went to the United States, at some point or another after the year 1815, especially his brother Joseph Bonaparte, although there were several other cases. Was there any serious attempt to revive the Napoleonic legacy in the US? Was there also a favorable reception from the US rulers towards all those exiles?
«Initially the Americans regarded the Napoleonic exiles favorably, although the president and the secretary of state did not meet with Joseph Bonaparte because that would have upset American relations with the restored French monarchy. In 1817, the US Congress granted a number of the French exiles land in Alabama. However, sympathy for the exiles started to evaporate when many of the Bonapartists who had stakes in the Alabama colony sold their land grants to help finance an armed expedition to Texas, which was then under Spanish rule. I write more about this in my articles entitled “What did Americans think of the Napoleonic exiles?” and “General Charles Lallemand: Invader of Texas.”
* Another of the characters that you have treated with some regularity is the Duke of Wellington, another of the great generals of the time and that some describe as Napoleon’s nemesis, a point of view that we do not share specially, since, among others, as Nick Lipscombe declared to us, «One was a civil servant and the other was an autocrat.» Beyond being born the same year, having studied in France and having shared a lover over time, why do you think we love Napoleon and criticize Wellington, or why do we love Wellington and criticize Napoleon?
«Anglophiles, as well as those who think Napoleon was in some sense “bad,” tend to prefer Wellington, whereas Francophiles, and those who think the Emperor was “good,” tend to prefer Napoleon.»
* In several books that I have been able to read by American authors or in conferences on the Internet, I have always perceived that there was an attempt to explain history in general, and Napoleonic history in particular, from a very didactic perspective that as a fan I have always appreciated and that I have not perceived so markedly in European authors, perhaps more academic. Do you think that the treatment of the figure and time of Napoleon in the US varies significantly from how it is treated in the Old Continent? Which European authors (or from other latitudes) have influenced you the most for your articles or your book?
«I think that Napoleon tends to be treated more favorably in the United States. My favorite biography of Napoleon is the three-volume series by Philip Dwyer, an Australian (Napoleon: The Path to Power, Citizen Emperor: Napoleon in Power, and Napoleon: Passion, Death and Resurrection). However, I have been more influenced by reading things written by people who knew Napoleon well, including Claude-François de Méneval, Louis-Joseph Marchand, Henri-Gatien Bertrand, Louis-Étienne Saint-Denis and others.»
* Can you tell us about your future projects or if we will soon see a second part of your novel Napoleon in America?
«I am working on the sequel to Napoleon in America, called Napoleon in Texas, which I hope to finish in the coming year. Thank you for these excellent questions and the opportunity to appear on El Rincón de Byron».
* Special thanks to Shannon Selin for helping us doing this entry for «El Rincón de Byron».
Podeis seguir el interesantísimo blog de Shannon Selin en:
You can follow Shannon Selin’s very interesting blog at:
Shannon Selin ha trabajado en tareas que involucraban una gran cantidad de escritura de no ficción, incluida la investigación universitaria, la redacción técnica y el trabajo para el gobierno, a saber, el Departamento de Relaciones Exteriores de Canadá y el Ministerio de Salud de la Columbia Británica. Ha publicado numerosos artículos, capítulos de libros y monografías en los campos de la seguridad internacional y la sanidad.
Al darse cuenta de que necesitaba hacer lo que siempre quiso hacer, Shannon ahora escribe ficción histórica a tiempo completo. Sus cuentos han aparecido en The Copperfield Review y CommuterLit.com, y es colaboradora de History of Royals y Military History Now. Su novela «Napoleón en América», que imagina lo que podría haber sucedido si Napoleón Bonaparte escapara de Santa Elena y terminara en los Estados Unidos en 1821, se publicó en 2014. Shannon está trabajando en la secuela, «Napoleón en Texas».
Shannon tiene una licenciatura en Ciencias Políticas de la Universidad de Saskatchewan y una maestría en Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia Británica.
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Shannon Selin worked at jobs that involved a lot of non-fiction writing, including university research, technical writing and working for government, namely Canada’s Department of Foreign Affairs and British Columbia’s Ministry of Health. She has published many articles, book chapters and monographs in the fields of international security and health care.
Realizing that she needed to do what she always wanted to do, Shannon now writes historical fiction full time. Her short stories have appeared in The Copperfield Review and CommuterLit.com, and she is a contributor to History of Royals and Military History Now. Her novel Napoleon in America, which imagines what might have happened if Napoleon Bonaparte escaped from St. Helena and wound up in the United States in 1821, was published in 2014. Shannon is working on the sequel, Napoleon in Texas.
Shannon has a BA in Political Science from the University of Saskatchewan and an MA in Political Science from the University of British Columbia.
Esta semana conversamos con Jonas De Neef, un joven historiador que desde el año 2020 ya ha publicado 3 libros relacionados con la época napoleónica, más concretamente: «Una carga audaz: un estudio clásico de la batalla de Somosierra (1808)» (2020), «Tras la estela del Emperador» (2021) y más recientemente «Diablos, dagas y muerte» (2022), este último sobre los relatos y experiencias de los soldados y oficiales franceses durante la Guerra de Independencia. Jonas De Neef ha tenido la deferencia de concedernos parte de su tiempo para contestarnos a una serie de preguntas sobre su trabajo, impresiones y experiencias en el estudio de las memorias y relatos de aquellos que tomaron parte en aquel conflicto.
This week we are talking with Jonas De Neef, a young historian who since 2020 has already published 3 books related to the Napoleonic era, more specifically: «An audacious charge: a classic study of the battle of Somosierra (1808)» (2020) , «In the wake of the Emperor» (2021) and more recently «Devils, daggers and death» (2022), the latter about the stories and experiences of French soldiers and officers during the the Peninsular War (1807-1814). Jonas De Neef has been kind enough to give us part of his time to answer a series of questions about his work, impressions and experiences in studying the memories and stories of those who took part in that conflict.
●¿Podrías contarnos cómo nació tu interés por las guerras napoleónicas? ¿Será algún otro conflicto bélico o sus intereses lo orientaron siempre al período 1792-1815?
«Cuando tenía 7 años, se me presentó un poco de sentido de la historia porque me encantaba jugar el videojuego ‘Age of Empires II’ en la PC. Así que cuando me interesé por primera vez en el período medieval, me encontré con la era de los mosquetes y los cañones a través de películas como ‘Barry Lyndon’, ‘El patriota’… Cuando mi padrino me sugirió visitar la recreación de Waterloo en 2008, la figura de Napoleón pasó a la vanguardia. Me enganchó desde entonces, de una manera que nunca antes lo habían hecho otros períodos de la historia.»
●¿Puedes compartir con nosotros tu método de trabajo? ¿Tienes una rutina diaria, semanal o escribes cuando tienes tiempo? ¿Cree que la digitalización de los fondos de las bibliotecas de la época ha supuesto un impulso definitivo para los estudiosos de la época napoleónica?
«Como es mi hobby y siempre que el disco duro está ahí, puedo escribir casi todos los días. Cuando me enfoco en la escritura de libros, realmente depende de mi estado de ánimo y mi carga de trabajo profesional (soy bibliotecario). Cuando quiero trabajar en los artículos de mi blog, todo depende de lo que descubro a través de la lectura (que ocupa mucho de mi tiempo libre) tanto en papel como en línea. Este último es una bendición tanto para el historiador aficionado como para el profesional, ya que se puede consultar fácilmente una gran cantidad de material. Para un ratón de biblioteca ávido como yo, puede ser abrumador tratar de mirar una cantidad casi infinita de material. Tienes que contentarte con encontrar un par de temas que puedas seguir. Ya estoy feliz de contribuir traduciendo material del francés al inglés y haciéndolo ampliamente disponible.«
● ¿Podríamos decir que las guerras napoleónicas son el primer gran conflicto del que disponemos de un gran número de cartas o memorias, tanto de soldados como de oficiales, o ya existía en el pasado el género epistolar en la milicia de principios del siglo XIX?
«Definitivamente existió antes. Cada período tiene una gran riqueza de material publicado dependiendo de lo que quieras estudiar. Pero como se mencionó en su pregunta, las guerras napoleónicas, dada la escala del conflicto, produjeron una asombrosa cantidad de relatos de testigos oculares y cartas de todas las facciones involucradas. La alfabetización mejorada en este punto contribuyó al hecho de que muchas personas escribieran lo que presenciaron dado el impacto de la guerra, y el intercambio de pensamientos a través de cartas aumentó significativamente.»
● En tu faceta de lector, ¿podrías recomendar cuáles son a tu juicio las tres mejores obras en forma de memorias o relatos que has podido leer, y las razones de tal elección?
«Las memorias en tres volúmenes de Caulaincourt son mis favoritas. Es una recopilación increíble de experiencias personales, política exterior francesa y eventos militares. Como estoy muy intrigado por Caulaincourt y como he estudiado bastante su vida, las memorias rinden homenaje al retratar lo que trató de lograr mientras servía a Napoleón. No obedeció ciegamente los caprichos de su amo, pero buscó genuinamente encontrar un término medio para su país en el gran diseño europeo.
A continuación tengo muchos relatos de soldados/oficiales favoritos: la narración de 1812 del ayudante mayor Césare de Laugier (que traduje recientemente y publicaré en un futuro próximo), los polacos Dezydery Chlapowski y Soltyk, Elzéar Blaze, Maurice de Tascher, … y muchas docenas más he leído a lo largo de los años. Todos son recuerdos muy conmovedores y fascinantes.»
● En uno de sus libros trata las memorias de los soldados franceses entre 1805 y 1814 en los ejércitos de Napoleón. ¿Varían los recuerdos de los soldados a lo largo del tiempo en cuanto a su percepción del conflicto y de la figura de Napoleón? ¿Estaban los oficiales en general conscientes del sufrimiento de sus soldados, o no era un tema que generalmente se planteaba?
«En las memorias escritas después de los hechos, el tono depende de la posición (militar) del memorialista, el período de tiempo en el que fueron escritas (después de 1815, 1830,…) y, a menudo, de sus puntos de vista políticos. Si bien la mayoría es generalmente positiva hacia el régimen y la conducta de Napoleón, se pueden encontrar comentarios críticos y también existen muchas opiniones muy opuestas (republicano, pro monárquico, …). Por lo tanto, es fascinante tratar de comprender estos puntos de vista y encontrar el término medio, la ‘verdad’ podría estar en algún punto intermedio. Las cartas de los soldados son bastante reveladoras en este sentido, ya que no están contaminadas por otras fuentes (a menudo se escriben en el campo y/o solo algunos momentos/horas después del evento) que pueden influir en el escritor para cambiar su opinión. La mayoría de ellos contienen las duras realidades de la guerra: pedidos de ayuda (falta de alimentos, ropa, refugio, dinero), noticias de compañeros soldados y familiares… Lo que aportan en términos de información sobre la vida de los soldados napoleónicos, a menudo carecen de conocimiento sobre la estrategia de la campaña, los objetivos de los comandantes (a menudo, después de que se libran las batallas, las cosas se aclaran),… La ‘memoria falsa’ también es un factor importante a tener en cuenta. Sin embargo, ofrecen el lado inverso, a menudo pasado por alto, de la ‘medalla napoleónica’.«
● Tras las guerras, surgieron un gran número de memorias de muchos oficiales napoleónicos, incluso mariscales, para narrar sus campañas o sus vivencias. En general, ¿has verificado si sus narraciones respondían a un propósito de esclarecer o narrar los hechos, o eran sólo un producto para embellecer sus hechos o exculpar sus derrotas?
«Lo he hecho, y puede ser una alegría, pero también bastante tedioso, averiguar qué es lo que realmente importa o qué sucedió realmente al leer todos estos relatos. El caso más conocido es el de la batalla de Waterloo y la conducta de Grouchy. Aquí, una investigación de archivo imparcial puede aclarar gran parte de la creación de mitos y leyendas que existen tanto por parte de Napoleón como de los Aliados (ver Gran Bretaña una vez victoriosa en 1815 y el comienzo de su imperio global). Como se dijo anteriormente, es apropiado leer y comprender los puntos de vista opuestos y comprender dónde una facción adopta una opinión extrema, para luego contrarrestarla con otra visión matizada del asunto.«
● ¿Cuándo cree que comenzó el interés real de los soldados a reflexionar sobre sus experiencias en campaña, después de la guerra o ya en medio del conflicto napoleónico? ¿A qué cree que se debe que en países como Francia haya una verdadera moda posnapoleónica en la literatura, cuando después de la Restauración se persiguió tanto a los partidarios de Bonaparte oa su memoria?
«Ya desde muy temprano, desde que estalló la Revolución, el sentido de reflexión sobre lo que estaba ocurriendo en Francia y Europa era muy evidente. Las nociones de ‘libertad, fraternidad e igualdad’ deben haber sido verdaderamente inspiradoras para muchos franceses y francesas, y suscitaron una enorme cantidad de opiniones. Dado que la Revolución Francesa supuso un gran impacto político y social y fue de naturaleza bastante agresiva, no debería sorprender que los partidarios de la monarquía sean tan elocuentes al afirmar que este cambio abrupto de régimen no era el camino a seguir.»
● En España tenemos el tema de los escritos o justificaciones que escribieron algunos comandantes al verse desacreditados y escribieron para defender su posición y su honor. En Europa tampoco era desconocido el fenómeno (creo recordar a Jomini, también escribió una obra como defensa, y no fue el único). ¿Era realmente tan importante para los militares de la época trabajar siempre que fuera en una publicación para exculparse ante la historia y, sobre todo, ante la sociedad?
«Esto es comprensible. En una era de la palabra escrita en papel destinada a la posteridad, ¿Quién no trataría de justificar sus acciones como mejor le pareciera? La forma en que percibimos ciertas figuras del período se deriva en gran medida de tales testimonios. Napoleón y sus memorias de Santa Elena es el caso más conocido. Y, de hecho, la polémica fue prominente en todas las facciones involucradas. Alexander Mikaberidze, por ejemplo, describió brillantemente cómo la nobleza rusa decidió en gran medida sobre la vida o la muerte de sus gobernantes (ver el asesinato de Pablo I), las disputas entre los oficiales y comandantes del estado mayor ‘alemanes’ y ‘verdaderos’ rusos durante la campaña de 1812. , …»
● Es interesante saber que algunos oficiales franceses seguían con interés la bolsa de valores de Londres para sus inversiones, por lo que no dudaron en consultar los diarios británicos, a pesar de ser el enemigo en la lucha, o el mismo Napoleón que se enojó con la prensa británica cuando lo ridiculizaba. ¿Crees que el papel de los periódicos en las guerras napoleónicas fue similar al actual, aunque el valor informativo fue muchas veces menor que el valor propagandístico?
«Los periódicos fueron muy influyentes, aunque no comparables en escala con las fuentes de noticias que tenemos hoy, así como en el alcance global más amplio que tienen en nuestros días (ver redes sociales). Fue más lento en la distribución, pero por lo tanto no menos eficaz. Todos los estados europeos de la época tuvieron mucho cuidado en controlar lo que ‘podría’ escribirse o no a través de los sistemas de gabinetes negros, ministerios de policía, gendarmería,… Fueron fundamentales para moldear la opinión pública ante los caprichos del gobierno que gobernó sobre él. ‘Phantom Terror’ de Adam Zamoyski es un excelente libro sobre el tema. La Guerra de Liberación de 1813 en Alemania aquí es un gran ejemplo; cómo los aliados intentaron, con gran éxito, hacer que los estados de la Confederación del Rin rompieran con el imperio de Napoleón y, en ese punto, su desbordada ambición.»
● En tu libro “Una carga audaz…”, escribiste sobre la acción o batalla de Somosierra, un episodio clásico de la Guerra en España y las Guerras Napoleónicas. ¿Por qué crees que era importante volver a revisitar la batalla y con ella las hazañas de los polacos al servicio de Napoleón? Leí que en unos recuerdos de los oficiales polacos en Somosierra que cuestionaban la presencia de De Ségur en la famosa carga contra los cañones españoles, cuando el mismo Ségur la narró. ¿A través de tus estudios también has podido confirmar este hecho?
«Sentí que el folleto original, que se publicó en 1900 e incluía detalles interesantes dado el período en que se imprimió, merecía una traducción (también fue mi primer intento de publicación). La causa de los polacos a lo largo del período napoleónico es de gran interés para mí, y Creo que Somosierra es la batalla más icónica con la que se puede conectar a estos soldados.
Se confirma a través de otros relatos de testigos presenciales y estudios que Ségur, como continuaría haciéndolo a través de otros trabajos que escribió (ver su estudio de la campaña rusa), infló su papel durante el cargo. Al parecer resultó herido durante una acción previa a Somosierra y por lo tanto no participó en la carga. Debe haber basado su historia en informes posteriores a la acción y relatos de participantes que realmente estuvieron allí. Sin embargo, esto no debería disminuir el valor del trabajo original. Debe servir como un estudio de caso sobre cómo comparar y analizar las fuentes.«
●En tu último libro tratas las memorias de los soldados franceses en España, de 1807 a 1814. La guerra de Independencia en España siempre ha tenido una visión apocalíptica en algunos aspectos, recordemos los grabados de Goya, sin ir más lejos. En cambio, un general como Suchet tuvo un éxito notable en los territorios que ocupó, con una administración, digamos, más permisiva con sus habitantes. ¿Hubo diferencias en el concepto de España y el español para los soldados franceses o sus aliados, según la zona de ocupación? ¿Hubo diferencias en las experiencias de los soldados franceses respecto a sus aliados holandeses, italianos o alemanes en la campaña de España?
«Ciertamente lo hubo. Dada la escala del país en el que operaban los franceses, la guerra de guerrillas popular que estalló, la escasez de recursos, … la conducta de los ejércitos franceses rápidamente empeoró debido a su concepto de ‘vivir de la tierra’. Con Napoleón dando órdenes a sus subordinados desde lejos, ¿cómo podría detenerse el comportamiento a menudo cruel de los invasores?
Suchet es un buen caso en el que una gran administración y comprensión de la política local podría dar buenos resultados. Otros como Soult, Ney, Victor, todos ellos bastante testarudos y propensos a volverse hacia sí mismos en lugar de cooperar, harían pagar el precio a sus hombres, cuando la mayoría de la población española y portuguesa se volvió contra ellos ante el brutal impacto de su gobernabilidad. Muchos ejemplos de esto existen al leer los testimonios de oficiales y soldados que prestan servicio en la Península. Las cartas no pueden evitar exagerar la sombría situación en la que se encontraban los hombres.»
●¿Puedes hablarnos de tus trabajos futuros y de cómo ves el panorama de la narrativa napoleónica en los tiempos actuales para el gran público?
«Me complace anunciar que espero poder publicar mi próximo libro, las memorias del ayudante mayor italiano Césare de Laugier en Rusia, en enero de 2023. También continuaré traduciendo relatos y cartas en mi blog, la mayoría de ellos gratuitos. de forma gratuita, en ko-fi.com/jdn_napoleon. Todo lo que me esfuerce por hacer en los próximos años, ¡lo encontrará en el sitio!
No hay duda de que nuestros puntos de vista sobre la época napoleónica continuarán ampliándose y cambiando, ya que muchos temas ‘nuevos’ recibirán publicaciones gracias a los esfuerzos de brillantes historiadores y entusiastas, y los temas continuarán provocando un debate positivo y cortés, sin perder de vista el contexto de la época y todos los matices que hay por ahí a tener en cuenta. Eso es lo que mantiene, y ciertamente mantendrá viva, la historia.«
* Agradecer muy especialmente a Jonas De Neef que nos haya atendido para la elaboración de esta entrada para «El Rincón de Byron».
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También podéis encontrar la traducción de relatos y cartas de la época Napoleónica en el blog de Jonas De Neef (enlace superior) / You can also find the translation of stories and letters of Napoleonic age on Jonas De Neef’s blog (upper link)
● Could you tell us how your interest in the Napoleonic wars was born? Could it have been any other military conflict or did your interests always orient you to the period 1792-1815?
«Around when I was 7 years old, some sense of history was introduced to me as I loved to play the videogame ‘Age of Empires II’ on the PC. So where I was first interested in the medieval period, I came across the age of muskets and cannons through movies such as ‘Barry Lyndon’, ‘The Patriot’, … When my godfather suggested to visit the Waterloo reenactment in 2008, the figure of Napoleon came to the forefront. It got me hooked ever since, in a way that other periods in history never did before.»
● Can you share with us your working method? Do you have a daily, weekly routine, or do you write when you have time for it? Do you think that the digitization of the library funds of the epoch has been a definitive boost for scholars of the Napoleonic era?
«As it is my hobby and whenever the drive is there, I can write almost every other day. When I focus on book writing, it really depends on my mood and work loadout professionally (I’m a librarian). When I want to work on articles on my blog, that all depends on what I discover through reading (which takes up a lot of my free time) both on paper or online. The latter is a blessing for both the amateur historian and professional alike, as a vast wealth of material can be easily consulted. For an avid bookworm like myself, it can be overwhelming trying to look through an almost infinite amount of material. You do need to be content to find a couple of subjects you can stick by. I’m already happy to contribute translating French material into English, and making it widely available.»
● Could we say that the Napoleonic wars are the first major conflict for which we have a large number of letters or memoirs, both from soldiers and officers, or had the epistolary genre in the military of the early nineteenth century already existed in the past?
«It definitely existed before. Every period has a vast wealth of published material depending on what you want to study. But as mentioned in your question, the Napoleonic Wars, given the scale of the conflict, did produce a staggering number of eyewitness accounts and letters of all the factions involved. Improved literacy at this point contributed to the fact that many people would pen down what he/she witnessed given the impact of the war, and the exchange of thoughts through letters increased significantly.«
● In your facet as a reader, could you recommend what are in your opinion the three best works in the form of memoirs or stories that you have been able to read, and the reasons for such choice?
«Caulaincourt’s three volume memoirs are my top favorite. It’s an incredible compilation of personal experiences, French foreign policy and military events. As I am very intrigued by Caulaincourt and as I’ve studied his life quite a bit, the memoirs do pay tribute in portraying what he tried to achieve whilst serving Napoleon. He didn’t blindly obey his master’s whims, yet genuinely sought to find an in-between for his country in the grand European design.
Next I have many favorite soldier/officer accounts: Adjutant-Major Césare de Laugier’s 1812 narrative (which I translated recently and will publish in the near future), the Poles Dezydery Chlapowski and Soltyk, Elzéar Blaze, Maurice de Tascher, … and many dozens more I’ve read over the years. They are all very poignant and fascinating recollections.«
● In one of your books you deal with the memoirs of French soldiers between 1805 and 1814 in Napoleon’s armies. Did the memories of the soldiers vary over time in terms of their perception of the conflict and the figure of Napoleon? Were the officers generally aware of the suffering of their soldiers, or was it not an issue that was generally raised?
«In memoirs written after the events, the tone depends on the (military) position of the memorialist, the time period they were written in (post 1815, the 1830’s, … ) and often on their political views. Whilst most are generally positive towards Napoleon’s regime and conduct, critical remarks can be found and many very opposite opinions exist as well (republican, pro monarchy, … ). Hence it is fascinating to try and understand these views and find the middle ground, the ‘truth’ might lie somewhere in between. Soldiers letters are quite eye opening in this regard, as they are not tainted by other sources (they are often written on the field and/or only some moments/hours after the event) that can influence the writer to alter his opinion. Most of them contain the harsh realities of war: calls for aid (lack of food, clothing, shelter, money), tidings of fellow soldiers and family, … What they bring to the table in terms of insights into the lives of Napoleonic soldiers, they often lack knowledge of campaign strategy, aims of commanders (often after battles are fought, things become clear), … ‘False memory’ is also an important factor to keep into account. Yet, they offer the reverse, often overlooked, side of the ‘Napoleonic medal’.«
●After the wars, a large number of memoirs emerged from many Napoleonic officers, even marshals, to narrate their campaigns or their experiences. In general, have you verified if their narrations responded to a purpose of clarifying or narrating the facts, or were they just a product to embellish their deeds or exculpate their defeats?
«I have, and it can be a joy but also quite tedious to find out what really matters or actually happened reading all these accounts. The best known case is the battle of Waterloo and Grouchy’s conduct. Here, impartial archive research can clear up a lot of the myth and legend creating that exist both on Napoleon’s part as well as the Allies (see Britain once victorious in 1815 and the start of their global empire). As said earlier, it’s appropriate to read and understand opposite views and understand where one faction takes on an extreme opinion, for then to counter it with an other, nuanced take on the matter.«
● When do you think the real interest in soldiers reflecting on their experiences on campaign began, after the war or already in the middle of the Napoleonic conflict? Why do you think it is due that in countries like France there was a true post-Napoleonic fashion in literature, when after the Restoration, the supporters of Bonaparte or his very memory were so persecuted?
«Already early on, ever since the Revolution broke out, the sense of reflection on what was transpiring in France and Europe was very apparent. The notions of ‘liberty, fraternity and equality’ must have been truly inspiring for many Frenchmen and women, and brought forth an enormous outpouring of opinions. As the French Revolution was such a political and social shock and was quite aggressive in nature, it should not be surprising that supporters of the monarchy would be quite as vocal to state that this abrupt regime change was not the way to go.»
● In Spain we have the issue of the writings or justifications that some commanders wrote when they saw themselves discredited and wrote to defend their position and their honor. In Europe the phenomenon was not unknown either (I think I remember Jomini, he also wrote a work as his defense, and he was not the only one). Was it really so important for the military of the time to work as long as it was in a publication to exculpate themselves before history and, above all, before society?
«This is understandable. In an age of the written word on paper meant for posterity, who would not try and justify their actions as they saw fit? How we perceive certain figures of the period pretty much are derived of such testimonies. Napoleon and his memoirs from Saint Helena is the most well-known case. And indeed, polemic was prominent in all the factions involved. Alexander Mikaberidze for example brilliantly described how the Russian nobility very much decided over life or death of their rulers (see the assassination of Paul I), the disputes between the ‘German’ and the ‘true’ Russian staff officers and commanders during the 1812 campaign, …»
● It is interesting to know that some French officers followed the London stock market with interest for their investments, so they did not hesitate to consult the British newspapers, despite being the enemy in the fight, or Napoleon himself who was angry with the British press when he ridiculed him. Do you think that the role of newspapers in the Napoleonic wars was similar to the current one, although the informative value was often less than the propaganda value?
«Newspapers were highly influential, though not comparable in scale with the newsfeeds we have today, as well as in the broader, global reach it has in our day and age (see social media). It was slower in distribution, but therefore not less effective. All the European states at the time took great care in controlling what ‘could’ be written or not through the systems of black cabinets, police ministries, gendarmerie, … They were essential in molding the public opinion in view of the whims of the government which ruled over it. Adam Zamoyski’s ‘Phantom Terror’ is an excellent book on the subject. The War of Liberation of 1813 in Germany here is a great example; how the Allies attempted, with a great share of success, to make the Rhine Confederation states break from Napoleon’s empire and, and that point, overstretched ambition.»
● In your book “ An Audacious Charge…”, you wrote about the action or battle of Somosierra, a classic episode in the War of Spain and the Napoleonic Wars . Why do you think it was important to revisit the battle and with it the deeds of the Poles in the service of Napoleon? I read that in some memories of the Polish officers in Somosierra they questioned the presence of De Ségur in the famous charge against the Spanish cannons, when Ségur himself narrated it. Through your studies have you also been able to confirm this fact?
«I felt the original booklet, which was published in 1900 and included interesting details given the period it was printed, merited a translation (it was also my first attempt in publishing). The cause of the Poles throughout the Napoleonic period is of great interest to me, and Somosierra, I believe, is the most iconic battle these soldiers can be connected to.
It is confirmed through other eyewitness accounts and studies that Ségur, as he would continue to do so through other works he wrote (see his study of the Russian campaign), inflated his role during the charge. He apparently was wounded during an action prior to Somosierra and therefore did not participate in the charge. He must have based his story from after action reports and accounts from participants who were actually there. This however should not diminish the value of the original work. It should serve as a case study in how to compare and analyze sources.«
● In your last book you deal with the memoirs of the French soldiers in Spain, from 1807 to 1814. The Peninsular War in Spain has always had an apocalyptic vision in some aspects, let’s remember Goya’s engravings, without going any further. By contrast, a general like Suchet had notable success in the territories he occupied, with an administration, let’s say, more permissive with its inhabitants. Were there differences in the concept of Spain and the Spanish for the French soldiers or their allies, depending on the zone of occupation? Were there differences in the experiences of the French soldiers with respect to their Dutch, Italian or German allies in the campaign in Spain?
«There certainly was. Given the scale of the country the French were operating in, the people’s – guerilla war that broke out, the scarcity of resources, … the conduct of the French armies quickly turned for the worse given their concept of ‘living of the land’. With Napoleon ordering his subordinates around from afar, how could the often cruel demeanor of the invaders be brought to a halt?
Suchet is a good case where great administration and understanding of local politics could bring forth good results. Others like Soult, Ney, Victor, all showing to be quite stubborn and prone to turn to themselves instead of cooperating, would cause their men to pay the price, when the majority of the Spanish and Portuguese population turned against them given the brutal impact of their governance. Many examples of this exist when reading the testimonies of officers and soldiers serving in the Peninsula. Letters cannot help but overstate in what a bleak situation men found themselves in.«
● You can tell us about your future works and how you see the panorama of Napoleonic narrative in current times for the general public?
«I’m happy to announce that I can hopefully publish my upcoming book, the memoirs of the Italian adjutant-major Césare de Laugier in Russia, in January 2023. I will also continue to translate accounts and letters on my blog, most of them free of charge, at ko-fi.com/jdn_napoleon . Whatever I endeavor to do next the following years, you will find on the site!
There’s no doubt about it that our views on the Napoleonic epoch will continue to expand and change, as many ‘new’ subjects will receive publications thanks to the efforts of brilliant historians and enthusiasts, and themes will continue to spark positive and courteous debate, without us losing sight of the context of the time and all the nuances that are out there to take into account. That is what keeps, and certainly will keep, history alive.»
* Special thanks to Jonas De Neef for helping us prepare this entry for «El Rincón de Byron».
Jonas De Neef (nacido en 1992) estudió Historia Moderna en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Actualmente trabaja como bibliotecario para el municipio belga de Ternat. Desde 2020 ha publicado 3 libros titulados «Una carga audaz: un estudio clásico de la batalla de Somosierra (1808)», «Tras la estela del Emperador» y más recientemente «Diablos, dagas y muerte». En su tiempo libre, escribe artículos para la Asociación Napoleónica Belga y realiza trabajos de traducción para varios historiadores de todo el mundo, centrándose principalmente en la perspectiva francesa a través de relatos de testigos presenciales. Las Guerras Napoleónicas lo fascinan desde 2008, y 14 años después, sigue siendo adicto.
Jonas De Neef (born 1992) studied Modern History at the Catholic University of Louvain, Belgium. He currently works as a librarian for the Belgian municipality of Ternat. Since 2020, he has published 3 books titled «An audacious charge: a classic study of the battle of Somosierra (1808)», «In the wake of the Emperor» and most recently «Devils, Daggers & Death». In his free time, he writes articles for the Belgian Napoleonic Association and provided translation work for several historians worldwide, mostly focusing on the French perspective through eyewitness accounts. The Napoleonic Wars fascinate him since 2008, and 14 years later, he’s still addicted.
Hoy conversamos con Jose María Leclercq, historiador y arqueólogo donostiarra que ha tenido la deferencia de dedicarnos parte de su tiempo para tratar de algunas cuestiones referentes a la guerra de Independencia en esta parte del norte de España, y en especial de ese controvertido asedio de 1813 de San Sebastián, al cual ha dedicado una apreciable parte de su vida. Es asimismo administrador de la web http://www.sansebastian1813.es/, una fuente imprescindible para conocer el desarrollo de tan cruento y triste episodio de nuestra historia reciente. Tan solo nos queda dejaros con la entrevista, y sus palabras, que nos rememoran el asedio como un triste y amargo recuerdo en el tiempo:
“Si usted nunca ha respirado la brisa del mar sobre la árida playa de San Sebastián, marche con precaución, por miedo a pisar con los pies las osamentas de sus hermanos… y rece una plegaria por el alma de sus compatriotas, si usted es francés, pues muchos franceses sucumbieron en esta jornada. Rece aún más, si usted es inglés o portugués, puesto que ingleses y portugueses cayeron por millares. Rece y llore si usted es español, puesto que ese día, la sangre española corrió por torrentes, y España perdió su libertad arrancando del exilio al rey Fernando VII.” [1]
ENTREVISTA
● (El Rincón de Byron): Fuiste galardonado el pasado enero con la medalla al Mérito Ciudadano de la ciudad, por tu “trabajo por preservar la memoria de San Sebastián, en especial del incendio que asoló la ciudad en 1813”. Solo nos cabe felicitarte y preguntar: ¿Qué es lo que te mueva a investigar estos sucesos acaecidos hace 209 años? ¿Las instituciones y organismos públicos son receptivos a este tipo de estudios históricos o hay que darse de bruces en muchas puertas para encontrar apoyos oficiales?
(José María Leclercq): «Fue una gran sorpresa para mí. Algo totalmente inesperado. La vida del historiador es un poco solitaria. Me encontraba en mi mesa, iluminado con un flexo, delante del ordenador y totalmente inmerso en mis investigaciones, abstraído del mundo que me rodea, cuando sonó el teléfono y una voz me dijo que era el alcalde de mi ciudad. Me llamaba para comunicarme personalmente que se me había concedido la Medalla al Mérito ciudadano por mis investigaciones sobre los acontecimientos de 1813 en San Sebastián.
Es muy importante para un historiador saber que tu trabajo tiene detrás seguidores que lo aprecian y valoran. Mi afán es exclusivamente divulgador. Nunca he cobrado por mis investigaciones ni un solo euro, es más, me cuestan dinero. Pero como las he concebido como si de un hobby se tratase, nunca miras esa faceta. Solamente buscas divulgar la verdad de lo que realmente ocurrió en mi ciudad en 1813.
Y aquí enlazo con tu pregunta. Uno de los diversos motivos que me llevó a profundizar en este momento histórico tan importante de San Sebastián, fue la divulgación, en distintos medios, tanto de prensa, publicaciones y panfletos, de falsedades sobre lo ocurrido y sobre sus responsables. Un historiador tiene que tratar de desempeñar siempre un mero rol de investigador, dejar de lado sus filias y fobias y dedicarse a mostrar de manera totalmente imparcial los descubrimientos que su trabajo aporta. En el caso de San Sebastián, los intereses políticos de un sector están vertiendo continuamente sobre la verdad una serie de mentiras que la distorsionan y tergiversan. Cuando una mentira se repite continuamente, al final se convierte en verdad, y máxime en el mundo que nos ha tocado vivir en el que, carente de cualquier tipo de investigación previa, el “corta pega” se ha hecho vírico «ad nauseam».
Heredé de mi padre la afición de investigar la historia. Este hecho me llevó a licenciarme en Arqueología e Historia por la Universidad de Valladolid. Tras ejercer un tiempo profesionalmente, actualmente, como ya he dicho, lo hago de forma altruista, con la gran dificultad añadida de que hoy en día los tiempos para el mundo de la cultura son muy difíciles. Lamentablemente las Instituciones Públicas no son nada receptivas en invertir dinero en estos proyectos, aunque he de romper una lanza a favor de los políticos, ya que en mi caso me veo en la obligación de entonar un «mea culpa» por mi falta de comunicación con ellos. No soy buen vendedor de ilusiones, pero tras más de veinte años dedicado a este momento histórico, no me arrepiento de los esfuerzos realizados. Compensan con creces.»
● (El Rincón de Byron): Vous avez été récompensé en janvier dernier par la Médaille du Mérite Citoyen de la ville, pour votre « travail de préservation de la mémoire de Saint-Sébastien, en particulier l’incendie qui a dévasté la ville en 1813 ». Nous ne pouvons que vous féliciter et vous demander : Qu’est-ce qui vous pousse à enquêter sur ces événements qui se sont produits il y a 209 ans? Les institutions et organisations publiques sont-elles réceptives à ce type d’étude historique ou faut-il foncer tête baissée dans de nombreuses portes pour trouver des appuis officiels?
(José María Leclercq): «Ce fut une grande surprise pour moi. Quelque chose de totalement inattendu. La vie de l’historien est un peu solitaire. J’étais à mon bureau, éclairé par une liseuse, devant l’ordinateur et totalement plongé dans mes recherches, abstrait du monde qui m’entoure, quand le téléphone a sonné et une voix m’a dit que c’était le maire de ma ville. Il m’appelait pour m’informer personnellement que j’avais reçu la Médaille du Mérite Citoyen pour mes investigations sur les événements de 1813 à Saint-Sébastien.
Il est très important pour un historien de savoir que votre travail a derrière lui des adeptes qui l’apprécient et l’apprécient. Mon désir est exclusivement informatif. Je n’ai jamais facturé un seul euro pour mes recherches, en plus elles me coûtent de l’argent. Mais depuis que je les ai conçus comme s’il s’agissait d’un passe-temps, vous ne regardez jamais cet aspect. Vous ne cherchez qu’à répandre la vérité sur ce qui s’est réellement passé dans ma ville en 1813.
Et voici le lien vers votre question. L’une des diverses raisons qui m’ont amené à plonger dans ce moment historique important à Saint-Sébastien a été la divulgation, dans différents médias, y compris la presse, les publications et les brochures, de mensonges sur ce qui s’est passé et sur les responsables. Un historien doit toujours essayer de jouer un simple rôle de chercheur, mettre de côté ses goûts et ses dégoûts et se consacrer à montrer les découvertes auxquelles son travail apporte de manière totalement impartiale. Dans le cas de Saint-Sébastien, les intérêts politiques d’un secteur déversent continuellement une série de mensonges qui déforment et déforment la vérité. Lorsqu’un mensonge se répète continuellement, il finit par devenir la vérité, et surtout dans le monde dans lequel nous avons dû vivre où, faute de tout type d’enquête préalable, les «coupures et chutes» sont devenues virales «ad nauseam» .
J’ai hérité de mon père le passe-temps de la recherche en histoire. Ce fait m’a amené à obtenir un diplôme en archéologie et histoire de l’Université de Valladolid. Après avoir exercé professionnellement pendant un certain temps, actuellement, comme je l’ai déjà dit, je le fais par altruisme, avec la grande difficulté supplémentaire que les temps du monde de la culture sont actuellement très difficiles. Malheureusement, les institutions publiques ne sont pas du tout réceptives à investir de l’argent dans ces projets, même si je dois briser une lance en faveur des politiciens, car dans mon cas, je suis obligé de chanter un «mea culpa» pour mon manque de communication avec eux. Je ne suis pas un bon vendeur d’illusions, mais après plus de vingt ans consacrés à ce moment historique, je ne regrette pas les efforts consentis. Ils compensent largement.
La ciudad de San Sebastián desde el cercano monte Igueldo. La ville de Saint-Sébastien depuis le mont Igueldo voisin.
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● (El Rincón de Byron): ¿En qué facetas crees que te ha ayudado el tener conocimientos en arqueología para tu estudio del período históricos que nos ocupa? La arqueología, ¿nos puede explicar con más exactitud cómo fueron los acontecimientos pasados, incluso mejor que las crónicas oficiales o las memorias de los participantes, o solo es un necesario complemento a estas?
(José María Leclercq): «La especial sensibilidad de un arqueólogo, sin menospreciar a nadie al no tener por qué ser exclusiva, es muy importante. Muchas veces menciono la tan usada frase «las piedras hablan a quienes sabemos escucharlas», y esa «comunicación» realmente ayuda muchas veces a interpretar momentos puntuales de la historia.
Cuando paseo por los lugares donde se desarrollaron los trágicos hechos de 1813 en San Sebastián, el poder de abstracción, reforzado por lo que un arqueólogo ve con más facilidad que otros, es importantísimo para poder conseguir, como mínimo, una somera idea de lo que sucedió hace ya 209 años.
Pero la arqueología en este caso es un elemento complementario. El estudio de la historia es algo multidisciplinar. En mi caso, para el momento histórico que investigo, tengo que acudir obligatoriamente a especialistas en historia política contemporánea, a estudiosos de historia y tácticas militares, a estudios sociales de la época, y así un largo etcétera. La correcta unión de todos estos campos logra la pócima correcta que ilumina la verdad de lo acontecido.
En mi caso todo nace de la necesidad de «ver» lo que realmente ocurrió. Quería que me lo contaran de primera mano los protagonistas. No me fiaba completamente de anteriores estudios por la sospecha de que la imagen que nos aportasen estuviese distorsionada por el autor. He actuado como una especie de Santo Tomás. No me lo creo sin haberlo visto con mis propios ojos. ¿Pero cómo conseguirlo?
Sencillo. Acudí a todos los documentos oficiales, despachos y partes de guerra existentes, gracias a los cuales pude dar a la investigación un tronco sobre el cual pueden brotar nuevas ramas. La más importante de estas últimas, y creo que novedosa, es la de tratar de «humanizar» a los protagonistas, hasta ahora meros nombres en un relato. Para lograrlo nuevamente acudí a las fuentes escritas. Los diarios, muy profusos en ese periodo histórico, nos muestran una realidad muy diferente a la fría interpretación derivada de los despachos. Encuentras historias olvidadas, anécdotas, algunas hasta graciosas en un entorno tan terrible, y sobre todo sentimientos, importantísimos para poder transmitir la realidad, y esta es, sencillamente, que los protagonistas eran personas normales, como nosotros. Tenían sus amores y odios, eran valientes, hasta temerarios, pero también los había menos arrojados. Experimentaron sentimientos contradictorios sobre el deber cumplido y el sufrimiento que causaban al enemigo y a los inocentes civiles. Lo mismo que nos ocurriría a nosotros.»
● (El Rincón de Byron): Dans quelles facettes pensez-vous que le fait d’avoir des connaissances en archéologie vous a aidé pour votre étude de la période historique qui nous concerne? L’archéologie peut-elle nous expliquer plus exactement ce qu’étaient les événements passés, mieux encore que les chroniques officielles ou les mémoires des participants, ou n’en est-elle qu’un complément nécessaire?
(José María Leclercq): «La sensibilité particulière d’un archéologue, sans rabaisser personne en n’ayant pas à être exclusif, est très importante. Je mentionne souvent la phrase très utilisée «les pierres parlent à ceux qui savent les écouter», et que la «communication» aide vraiment à interpréter des moments spécifiques de l’histoire.
Lorsque je me promène dans les lieux où se sont déroulés les événements tragiques de 1813 à Saint-Sébastien, le pouvoir de l’abstraction, renforcé par ce qu’un archéologue voit plus facilement que d’autres, est extrêmement important pour pouvoir se faire, au moins, une brève idée de ce qui s’est passé il y a 209 ans.
Mais l’archéologie dans ce cas est un élément complémentaire. L’étude de l’histoire est quelque chose de multidisciplinaire. Dans mon cas, pour le moment historique que j’enquête, je dois m’adresser à des spécialistes de l’histoire politique contemporaine, à des spécialistes de l’histoire et de la tactique militaire, à des études sociales de l’époque, etc. L’union correcte de tous ces champs permet d’obtenir la bonne potion qui éclaire la vérité sur ce qui s’est passé.
Dans mon cas, tout découle du besoin de «voir» ce qui s’est réellement passé. Je voulais que les protagonistes me le disent de première main. Je ne faisais pas entièrement confiance aux études précédentes car je soupçonnais que l’image qu’elles nous donnaient était déformée par l’auteur. J’ai agi comme une sorte de saint Thomas. Je ne peux pas y croire sans le voir de mes propres yeux. Mais comment l’obtenir?
Facile. J’ai consulté tous les documents officiels, dépêches et rapports de guerre existants, grâce auxquels j’ai pu donner à l’enquête un tronc sur lequel de nouvelles branches peuvent germer. Le plus important de ces derniers, et je pense nouveau, est celui d’essayer «d’humaniser» les protagonistes, jusqu’à présent de simples noms dans une histoire. Pour y parvenir à nouveau, je me suis tourné vers des sources écrites. Les journaux, très abondants à cette époque historique, nous montrent une réalité bien différente de la froide interprétation tirée des dépêches. Vous trouvez des histoires oubliées, des anecdotes, certaines même drôles dans un environnement aussi terrible, et surtout des sentiments, très importants pour pouvoir transmettre la réalité, et c’est simplement que les protagonistes étaient des gens normaux, comme nous. Ils avaient leurs amours et leurs haines, ils étaient courageux, voire téméraires, mais il y en avait aussi des moins audacieux. Ils éprouvaient des sentiments contradictoires quant au devoir accompli et aux souffrances qu’ils causaient à l’ennemi et aux civils innocents. La même chose qui nous arriverait.»
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● (El Rincón de Byron): Las nuevas generaciones de habitantes de San Sebastián o sus alrededores, en general los habitantes de la región, ¿crees que son sabedores o les interesa todo lo que aconteció en la ciudad de San Sebastián hace doscientos años? ¿Las escuelas e institutos o la administración pública educativa en general, crees que se preocupan de explicar adecuadamente dichos sucesos?
(José María Leclercq): «El gran problema de nuestra sociedad es el inmenso desconocimiento que tiene de su historia. La ausencia de curiosidad por saber qué ocurrió, o la razón del por qué somos lo que somos actualmente, es muy preocupante.
Una de mis actividades favoritas consiste en realizar excursiones por los lugares más significativos de la historia de 1813, y he de decir que la aceptación que tiene entre los donostiarras es enorme. Muchos de los participantes, admitiendo su total ignorancia sobre la historia en general, abren sus ojos, y espero que su curiosidad también, confesando que han disfrutado enormemente de las mil historias que les he contado. Es mi manera más directa de divulgar la historia cara a cara con mis convecinos.
Por otra parte, la web www.sansebastian1813.es, mi arma comunicadora más importante, no deja de sorprenderme. ¡Tiene ya más de 325.000 visitas! Algo increíble para una web con unos objetivos tan puntuales. Es un signo inequívoco de que realmente existe un interés por nuestra historia.
Sobre la educación en general en escuelas, colegios e institutos, prefiero no extenderme mucho. Todos sabemos cómo se encuentra la docencia en nuestro país. La historia se ha convertido en una asignatura residual, muchas veces tergiversada y desgraciadamente algo vacía de contenido. Hablando con jóvenes, estos me confiesan habitualmente un casi total desconocimiento sobre la historia de España, una historia llena de continuos conflictos militares sufridos por nuestros antepasados a lo largo del siglo XIX, y que tanta importancia han tenido para el futuro de nuestro país. Es un gran error muy grave proceder de esta manera con las nuevas generaciones que tendrán que sucedernos…»
● (El Rincón de Byron): Les nouvelles générations d’habitants de Saint-Sébastien ou de ses environs, en général les habitants de la région, pensez-vous qu’ils savent ou s’intéressent-ils à tout ce qui s’est passé dans la ville de Saint-Sébastien il y a deux cents ans? Pensez-vous que les écoles et les instituts ou l’administration publique éducative en général se préoccupent d’expliquer adéquatement les dits événements?
(José María Leclercq): «Le grand problème de notre société est l’immense méconnaissance qu’elle a de son histoire. L’absence de curiosité à propos de ce qui s’est passé, ou de la raison pour laquelle nous sommes ce que nous sommes aujourd’hui, est très inquiétante.
L’une de mes activités préférées est de faire des excursions dans les lieux les plus significatifs de l’histoire de 1813, et je dois dire que l’acceptation qu’elle a parmi les habitants de Saint-Sébastien est énorme. Beaucoup de participants, avouant leur totale ignorance de l’histoire en général, ouvrent les yeux, et j’espère aussi leur curiosité, avouant qu’ils ont beaucoup apprécié les mille histoires que je leur ai racontées. C’est ma façon la plus directe de diffuser l’histoire face à face avec mes voisins.
D’autre part, le site www.sansebastian1813.es, mon arme de communication la plus importante, ne cesse de m’étonner. Il compte déjà plus de 325 000 visites! Quelque chose d’incroyable pour un site web avec des objectifs aussi précis. C’est un signe sans équivoque qu’il y a vraiment un intérêt pour notre histoire.
Sur l’éducation en général dans les écoles, collèges et instituts, je préfère ne pas trop m’étendre. Nous savons tous ce qu’est l’enseignement dans notre pays. L’histoire est devenue un sujet résiduel, souvent déformé et malheureusement un peu vide de contenu. En parlant aux jeunes, ils m’avouent généralement une ignorance presque totale de l’histoire de l’Espagne, une histoire pleine de conflits militaires continus subis par nos ancêtres tout au long du XIXe siècle, et qui ont eu tant d’importance pour l’avenir de notre pays. C’est une très grave erreur de procéder ainsi avec les nouvelles générations qui devront nous succéder…
Recreación tridimensional de San Sebastián hacia 1800 por el arquitecto José Javier Pi Chevrot. Reconstitution tridimensionnelle de San Sebastián vers 1800 par l’architecte José Javier Pi Chevrot.
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● (El Rincón de Byron): De una manera general, ¿Cómo se desarrollaba la vida de los habitantes de San Sebastián durante la ocupación francesa? ¿Crees que la administración bajo tutela francesa fue beneficiosa para la ciudad?
(José María Leclercq): «San Sebastián siempre mantuvo unos lazos comerciales muy importantes con nuestros vecinos del otro lado de la frontera. La escasa distancia con Francia, apenas veinte kilómetros, hacen que estas relaciones proliferen. Lo mismo ocurrió con las ideas revolucionarias renovadoras que tanto asustaron a las monarquías europeas, y que se divulgaron entre las clases más acomodadas de la sociedad.
Tras ser ocupada la ciudad por las tropas imperiales francesas, la relación fue primeramente tensa. Tenemos relatos interesantísimos que nos muestran con que frialdad e indiferencia se recibió al rey José I, detalle que sorprendió muchísimo al hermano del Emperador, al ser la primera vez que los experimentaba en un reino que pensaba encontrar deseoso por aceptarlo en su trono. También tenemos historias de cómo se convocaban por la guarnición bailes entre la oficialidad francesa y las clases acomodadas donostiarras, para honrar a algunos generales. Estos podían aparentar una total armonía, pero el menor detalle hacía que la realidad aflorara. Esta ciudad sufría una ocupación militar en toda regla.
El hecho de ser una plaza militar tan fuerte la convirtió en un núcleo de acuartelamiento de tropas, entre las que destacaba la Gendarmerie Imperial, encargada de mantener limpios los caminos continuamente cortados por las partidas guerrilleras. Este detalle ocasionó que se convirtiera en una especie de cárcel, en la que eran internados muchos habitantes de las poblaciones colindantes represaliados por favorecer a esas tropas irregulares. Consecuencia de esto, fue que no fuese bien mirada por muchos vecinos… ¿Pero que podía hacer una población indefensa contra unas tropas de élite?
La ciudad permaneció cinco años bajo el poder francés, ahogada por impuestos exorbitados, obligada muchas veces a mantener a su costa a una guarnición enemiga y carente de una actividad comercial por los bloqueos continentales, con sus problemas de distribución de mercancías y la falta de materias primas para las industrias locales.
La ciudad de San Sebastián sufrió mucho durante la ocupación francesa, y jamás sospechó el final tan dramático e injusto que tendría a manos de unas tropas mal llamadas «aliadas».
● (El Rincón de Byron): En général, comment était la vie des habitants de Saint-Sébastien pendant l’occupation française? Pensez-vous que l’administration sous tutelle française a été bénéfique pour la ville?
(José María Leclercq): «Saint-Sébastien a toujours entretenu des liens commerciaux très importants avec nos voisins de l’autre côté de la frontière. La courte distance avec la France, à peine une vingtaine de kilomètres, fait proliférer ces relations. La même chose s’est produite avec les idées révolutionnaires novatrices qui ont tant effrayé les monarchies européennes et qui se sont propagées parmi les classes les plus riches de la société.
Après l’occupation de la ville par les troupes impériales françaises, les relations ont d’abord été tendues. Nous avons des histoires très intéressantes qui nous montrent la froideur et l’indifférence avec lesquelles le roi Joseph Ier a été reçu, un détail qui a beaucoup surpris le frère de l’empereur, car c’était la première fois qu’il les expérimentait dans un royaume qu’il pensait trouver disposé à accepter lui sur son trône. Nous avons également des histoires sur la façon dont les danses étaient appelées par la garnison entre les officiers français et les classes aisées de Saint-Sébastien, pour honorer certains généraux. Celles-ci pouvaient sembler en totale harmonie, mais le moindre détail faisait émerger la réalité. Cette ville souffrait d’une occupation militaire à part entière.
Le fait d’être une base militaire aussi forte en fait un noyau de cantonnement pour les troupes, parmi lesquelles se distingue la Gendarmerie Impériale, chargée de maintenir propres les routes continuellement coupées par les bandes de guérilla. Ce détail en fit une sorte de prison, dans laquelle de nombreux habitants des villes voisines furent internés en représailles d’avoir favorisé ces troupes irrégulières. La conséquence en était qu’elle n’était pas bien considérée par beaucoup de voisins… Mais que pouvait faire une population sans défense contre des troupes d’élite?
La ville est restée sous pouvoir français pendant cinq ans, étouffée par des impôts exorbitants, forcée de nombreuses fois à maintenir une garnison ennemie à ses frais et privée d’activité commerciale en raison des blocus continentaux, avec ses problèmes de répartition des marchandises et de manque de matières premières. primes pour les industries locales.
La ville de Saint-Sébastien a beaucoup souffert pendant l’occupation française, et ne s’est jamais douté de la fin dramatique et injuste qu’elle aurait aux mains de troupes mal nommées «alliées».
El monte Urgull a la izquierda y la isla de Santa Clara a la derecha. Se distingue en la cúspide del monte la estatua del Sagrado Corazón de Jesús, situada en el castillo de la Mota, que contaba para la defensa en 1813 con tres baterías de cañones. / Le mont Urgull à gauche et l’île de Santa Clara à droite. Au sommet de la montagne se trouve la statue du Sacré-Cœur de Jésus, située dans le château de La Mota, qui avait trois batteries de canons pour la défense en 1813.
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● (El Rincón de Byron): El fenómeno de los afrancesados o partidarios del gobierno de José I, ¿crees que tuvo mayor importancia en las tierras vascas en general y en San Sebastián en particular por estar más próximos geográficamente con las ideas de la Revolución que en otras partes de España o no difirió en mayor medida?
(José María Leclercq): «La posición geográfica de la ciudad favorece su comunicación con Francia, pero ya transcurrida más de una década desde el nacimiento de la Revolución francesa, sería incorrecto pensar que la divulgación de esas ideas no se encontrase distribuida de manera uniforme por toda nuestra geografía.
Esta pregunta tiene mucha importancia para explicar los acontecimientos que se sucedieron tras el saqueo y la quema de la ciudad. Uno de los argumentos de los «aliados» para justificar su inexplicable actuación fue la de acusar a los donostiarras de colaboradores y afrancesados. Esta afirmación, que sorprendentemente aún es argumentada en algunos trabajos, hirió profundamente, como es lógico, a los supervivientes de esa catástrofe. Pero más sangrante fue que encontrara eco entre nuestros mismísimos compatriotas, que seguramente por los intereses políticos y militares imperantes en ese momento, no dudaban en anteponer estas falacias a la verdad de lo acontecido.
¿Pero hubo realmente una colaboración con la defensa francesa por parte de civiles donostiarras?
Es la pregunta del millón.
Tras mis últimas investigaciones he de decir que sospecho cada vez con más firmeza que algo sí sucedió. Pero igualmente afirmo con total rotundidad que sería injusto acusar a una población entera de colaboracionismo con el enemigo por la actuación de un sector de la misma. En la actualidad no todos somos de derechas o de izquierdas, ni del Real Madrid o del Barcelona. Igualmente, en 1813 no todos los donostiarras eran afrancesados. Ni siquiera todos los enemigos de los franceses pensaba de igual manera. Había partidarios del rey Carlos IV, o de su hijo Fernando VII, y entre ellos muchos también eran claramente partidarios de la Constitución de Cádiz. No se puede generalizar nunca. Ese es el mayor error en el que caen muchos estudiosos de la historia.
Pero he de decir, que ciertamente en mi trabajo me he encontrado documentos que insinúan, sino una colaboración clara, sí que se podía haber hecho algo más en contra de los ocupantes franceses. Cartas francesas afirmando que los habitantes se comportaron ejemplarmente, o que sería difícil encontrar en Francia una población tan entregada, nos muestran una versión radicalmente diferente a la que sostuvo el Ayuntamiento donostiarra tras la catástrofe de 1813. De todas maneras, a pesar de tratarse de fuentes poco conocidas, no podemos olvidar que son relatos totalmente interesados a favor de uno de los bandos contendientes, y como tal hay que tomarlos para analizar posteriormente todo el conjunto de datos, que unos y otros aportan.
No creo que se pueda acusar a San Sebastián y sus habitantes de colaboracionismo tal y como se hizo en su momento. Seguramente la actitud de la gran mayoría de sus ciudadanos no difirió con la mostrada por los habitantes de otras ciudades españolas asediadas y lamentablemente también saqueadas por nuestros «aliados».
Lo que ocurrió realmente en San Sebastián es que a estos se les fue la mano.»
● (El Rincón de Byron): Pensez-vous que le phénomène des «afrancesados» ou partisans du gouvernement de José I avait une plus grande importance dans les terres basques en général et à Saint-Sébastien en particulier parce qu’ils étaient géographiquement plus proches des idées de la Révolution que dans d’autres parties de l’Espagne ou ne différait-elle pas davantage?
(José María Leclercq): La position géographique de la ville favorise sa communication avec la France, mais maintenant que plus d’une décennie s’est écoulée depuis la naissance de la Révolution française, il serait faux de penser que la diffusion de ces idées n’a pas été uniformément répartie dans notre géographie.
Cette question est très importante pour expliquer les événements qui ont suivi le pillage et l’incendie de la ville. L’un des arguments des «alliés» pour justifier leur action inexplicable était d’accuser les habitants de Saint-Sébastien d’être des collaborateurs et des francisés. Cette affirmation, qui étonnamment est encore argumentée dans certains ouvrages, a profondément blessé, comme il est logique, les survivants de cette catastrophe. Mais le plus sanglant a été qu’il a trouvé un écho chez nos propres compatriotes, qui sûrement en raison des intérêts politiques et militaires qui prévalaient à l’époque, n’ont pas hésité à faire passer ces sophismes avant la vérité de ce qui s’est passé.
Mais y avait-il vraiment une collaboration avec la défense française par des civils de Saint-Sébastien?
C’est la question à un million de dollars.
Après mes dernières investigations, je dois dire que je soupçonne de plus en plus fermement qu’il s’est passé quelque chose. Mais j’affirme aussi fermement qu’il serait injuste d’accuser toute une population de collaborer avec l’ennemi du fait des agissements d’un secteur de celle-ci. À l’heure actuelle, nous ne sommes pas tous de droite ou de gauche, ni du Real Madrid ou de Barcelone. De même, en 1813, tous les habitants de Saint-Sébastien n’étaient pas francisés. Même tous les ennemis des Français ne pensaient pas de la même manière. Il y avait des partisans du roi Charles IV, ou de son fils Ferdinand VII, et parmi eux, beaucoup étaient aussi clairement des partisans de la Constitution de Cadix. Vous ne pouvez jamais généraliser. C’est la plus grande erreur dans laquelle tombent de nombreux spécialistes de l’histoire.
Mais je dois dire que j’ai certainement trouvé dans mon travail des documents qui insinuent, sinon une collaboration claire, que quelque chose de plus aurait pu être fait contre les occupants français. Les lettres françaises affirmant que les habitants se sont comportés de manière exemplaire, ou qu’il serait difficile de trouver une population aussi dévouée en France, nous montrent une version radicalement différente de celle tenue par la Mairie de Saint-Sébastien après la catastrophe de 1813. En tout, dans ce cas, bien qu’il s’agisse de sources peu connues, nous ne pouvons pas oublier qu’il s’agit d’ histoires totalement intéressées en faveur de l’une des parties en présence, et en tant que telles, elles doivent être prises pour analyser ensuite l’ensemble des données, auxquelles l’une et l’autre contribuent.
Je ne pense pas que Saint-Sébastien et ses habitants puissent être accusés de collaboration comme on le faisait à l’époque. Certes, l’attitude de la grande majorité de ses citoyens ne différait pas de celle des habitants d’autres villes espagnoles assiégées et malheureusement également pillées par nos «alliés».
Ce qui s’est réellement passé à Saint-Sébastien, c’est qu’ils sont devenus incontrôlables.
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Maniquí con uniforme de Gendarme. Musée de l’Emperi. / Mannequin en uniforme de Gendarme. Musée de l’Emperi.
● (El Rincón de Byron): Napoleón decretó a finales de 1809 la creación de 20 escuadrones de gendarmes a caballo, como una especie de fuerza militar y policiaca destinada preferentemente a labores de contra-guerrilla, protegiendo rutas y enclaves ocupados básicamente en las provincias del norte de España. En tu opinión, ¿el envío de estas unidades de policía explica elocuentemente la importancia del norte de España para Napoleón y lo enconado de las acciones por parte de la acción guerrillera? El papel de la guerrilla que se dio en tierras vascas, ¿crees que tenía las mismas características o difería de las que se dieron en el resto de España?
(José María Leclercq): «La acción guerrillera en el entorno de San Sebastián es intensísima. No podemos olvidar la importancia geográfica del lugar, paso obligado de todas las columnas francesas que procedentes de Bayona se internan en nuestro país. Los ataques contra la mala, es decir, los correos, e incluso contra convoyes fuertemente armados se sucederán continuamente. La importancia de la ruta y la naturaleza del territorio, lleno de montañas, valles y bosques, favorecerá en gran medida la proliferación de estos grupos guerrilleros. Guipúzcoa se puede enorgullecer de ser una de las primeras provincias en tener en sus caminos partidas guerrilleras, de mayor o menor entidad, molestando la circulación de las tropas enemigas. Estas adquirirán, como ocurre en otros lugares de España, cada vez mayor importancia por el número de integrantes así como por el aumento de sus medios. Destacan en nuestras tierras las acciones del navarro Mina y del guipuzcoano Jáuregui, «El Pastor» entre muchos otros.
La Gendarmerie Imperial, se situó en San Sebastián como plaza principal desde el la que operar para atajar este problema. Como ya he señalado anteriormente, este detalle no granjeó grandes simpatías hacia nuestra ciudad en el resto de poblaciones, a pesar de que sus habitantes nada podían hacer al respecto. La importancia de mantener las líneas de comunicación abiertas con Francia, obligará a este cuerpo de élite a actuar sin miramientos en nuestras tierras. Sus métodos muchas veces nos recordarán a los utilizados por las unidades alemanas a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. Toma de rehenes, castigos ejemplares, quema de caseríos, deportaciones… Una atmosfera terrible para los habitantes de este país, que muchas veces, sin querer formar parte de esta guerra y limitarse a sobrevivir en sus aisladas poblaciones, se ven involuntariamente inmersos en la vorágine destructiva de la guerra.»
● (El Rincón de Byron): Napoléon décrète à la fin de 1809 la création de 20 escadrons de gendarmes à cheval, comme une sorte de force militaire et policière destinée de préférence au travail de contre-guérilla, protégeant les routes et les enclaves occupées essentiellement dans les provinces du nord de l’Espagne. Selon vous, l’envoi de ces unités de police explique-t-il avec éloquence l’importance du nord de l’Espagne pour Napoléon et l’amertume des actions de la guérilla ? Pensez-vous que le rôle de la guérilla dans les terres basques avait les mêmes caractéristiques ou était-il différent de celui du reste de l’Espagne ?
(José María Leclercq): «L’action de guérilla autour de Saint-Sébastien est extrêmement intense. On ne peut oublier l’importance géographique du lieu, étape obligée pour toutes les colonnes françaises venues de Bayonne dans notre pays. Les attaques contre les mala, c’est-à-dire les courriers, et même contre les convois lourdement armés continueront à se succéder. L’importance du tracé et la nature du territoire, plein de montagnes, de vallées et de forêts, favoriseront grandement la prolifération de ces guérillas. Guipúzcoa peut s’enorgueillir d’être l’une des premières provinces à avoir sur ses routes des groupes de guérilla, plus ou moins importants, perturbant le mouvement des troupes ennemies. Celles-ci acquerront, comme cela se produit dans d’autres endroits en Espagne, une importance croissante en raison du nombre de membres ainsi que de l’augmentation de leurs moyens. Les actions de Mina de Navarre et de Jáuregui de Gipuzkoa, «El Pastor» parmi tant d’autres, se distinguent sur nos terres.
La Gendarmerie impériale était située à Saint-Sébastien comme la place principale à partir de laquelle opérer pour résoudre ce problème. Comme je l’ai déjà souligné, ce détail n’a pas gagné une grande sympathie envers notre ville dans le reste des villes, malgré le fait que ses habitants ne pouvaient rien y faire. L’importance de garder les lignes de communication ouvertes avec la France obligera ce corps d’élite à agir sans pitié sur nos terres. Ses méthodes nous rappelleront souvent celles utilisées par les unités allemandes tout au long de la Seconde Guerre mondiale. Prises d’otages, châtiments exemplaires, incendies de villages, déportations… Une ambiance terrible pour les habitants de ce pays, qui bien des fois, sans vouloir faire partie de cette guerre et se limiter à survivre dans leurs populations isolées, sont involontairement immergés dans le maelström destructeur de la guerre.»
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Louis Emmanuel Rey, comandante de las fuerzas imperiales / Louis Emmanuel Rey, commandant des forces impériales. (b)
● (El Rincón de Byron): El asedio de San Sebastián duró desde el 7 de julio al 8 de septiembre de 1813. En tu opinión, ¿Qué explica la enconada resistencia francesa cuando ya el signo de la guerra había cambiado ostensiblemente de bando? ¿Cuáles crees que fueron los principales problemas o los fallos de los sitiadores aliados para que el asedio se prolongase durante esos dos meses?
(José María Leclercq): «El asedio realmente duró desde el 28 de junio al 9 de septiembre, día en que la guarnición francesa, tras la capitulación del día anterior, abandona sus posiciones en formación, a tambor batiente y con honores militares. Las tropas del general Mendizábal, compuestas por antiguas unidades guerrilleras son las que comenzaron el asedio a la ciudad. Estaban compuestas por tres regimientos de voluntarios guipuzcoanos y otros tres vizcaínos. Su actividad no fue muy efectiva al carecer de la artillería necesaria, para afrontar una acción de esa envergadura y enfrentarse con una guarnición muy combativa y con una moral excelente.
La duración y el enconamiento de la defensa francesa puede deberse a varios factores. El principal de ellos fue la continua esperanza de la guarnición a que el asedio fuera levantado por una ofensiva general liderada por el mariscal Soult. Hasta pocos días antes de la capitulación, no se descartó esa posibilidad. El ejemplo lo encontramos en la última negociación con los aliados que se produjo cuando los defensores se encontraban encerrados en la fortaleza del monte Urgull, sin artillería y sometidos a un aplastante fuego de artillería. Su contestación al requerimiento de rendición fue la propuesta de suspensión del fuego durante dos semanas, y si en ese tiempo no era levantado el sitio por el mariscal Soult entregarían las armas. Lógicamente fue rechazada por Wellington.
La moral de la tropa francesa era altísima. Las unidades que defendían San Sebastián eran veteranas y estaban bregadas en combate, a excepción del destacamento del 119º de línea, el más bisoño de todos. Destacaba por su combatividad el 22º y 62º de línea, y los Cazadores de Montaña a las órdenes del comandante De Lupé. La victoria al rechazar el asalto del 25 de julio, un verdadero desastre y una carnicería para los aliados, junto a las sucesivas y exitosas salidas efectuadas por la guarnición, fortalecieron enormemente la moral de resistencia. Esta alta moral y combatividad, se vio robustecida aún más por una oficialidad de gran calidad, veterana, que supo estar a la cabeza de sus hombres en todo momento. Este es uno de los motivos por los que el número de bajas entre los mandos franceses fue tan elevado. Tampoco ayudó nada a los aliados las ininterrumpidas relaciones por mar que mantuvo la ciudad con Francia, a pesar del bloqueo naval de la Royal Navy. Gracias a la continua llegada de lanchas desde San Juan de Luz, la guarnición recibía refuerzos y noticias alentadoras de la situación militar de la frontera.
Es una posibilidad no descartable que la intención primigenia de los defensores fuera cubrir el expediente con una defensa correcta, limitándose a cumplir el edicto imperial que obligaba a los gobernadores de las plazas a defender las brechas de las murallas al menos en una ocasión. Realmente este detalle nunca lo sabremos a ciencia cierta, pero la realidad es que la duración de la defensa de una plaza como la de San Sebastián, a la que muchos ingenieros militares no concedían más allá de dos semanas de resistencia a causa del pésimo estado de defensa, se prolongó excesivamente en el tiempo.
Sobre la actuación de las tropas sitiadoras habría mucho que decir. Las críticas a sus tácticas dejando de lado las leyes de la poliorcética en favor de los asedios, calificados por muchos estudiosos como «de sangre», denotan una falta de empatía y de preocupación por las vidas de sus hombres.
En el asedio de San Sebastián se dio prioridad a las prisas antes que a la seguridad. Se antepuso la impaciencia a la lógica y las consecuencias fueron las que todos conocemos, una enorme mortandad en las filas luso-británicas que podría haberse evitado fácilmente. Incluso generales como Oswald tuvieron el valor de criticar abiertamente la táctica aprobada por sus superiores durante el asedio, exponiéndose a las críticas y a ser relevado. El Tte. Gen. Graham fue muy criticado e incluso acusado de carecer de una personalidad suficientemente fuerte por haber cedido ante las premuras impuestas por razones e intereses políticos, en menos cabo de las vidas de sus subalternos.
La actuación «aliada» puede ser calificada en muchas ocasiones como suicida. Tal vez menospreciasen el espíritu de defensa francés durante el primer asalto a las brechas del 25 de julio, con sus funestas consecuencias, pero esa excusa no puede aplicarse a posteriori en el segundo asalto, el del 31 de agosto, en el que se siguió exactamente la misma táctica que el anterior. Una táctica que dejaba expuestas al terrible y destructor fuego de la defensa a las columnas en su avance hacia las brechas durante nada menos que trescientos metros.
Las acusaciones de cobardía o de falta de combatividad que se vertieron contra la 5ª división fueron totalmente injustas. La enorme lista de muertos y heridos que sufrieron en el primer asalto fallido corroboran esta afirmación. No se les puede echar nada en cara. Fueron mandados en oleadas para tomar unas brechas a fuerza de sangre.»
El teniente general Graham / Lieutenant-général Graham. (c)
● (El Rincón de Byron): Le siège de Saint-Sébastien dura du 7 juillet au 8 septembre 1813. Selon vous, qu’est-ce qui explique la farouche résistance française alors que le signe de la guerre avait ostensiblement changé de camp ? Selon vous, quels ont été les principaux problèmes ou échecs des assiégeants alliés pour que le siège dure pendant ces deux mois ?
(José María Leclercq): «Le siège dura réellement du 28 juin au 9 septembre, jour où la garnison française, après avoir capitulé la veille, abandonna ses positions en formation, tambour battant et avec les honneurs militaires. Les troupes du général Mendizábal, composées d’anciennes unités de guérilla, sont celles qui ont commencé le siège de la ville. Ils étaient composés de trois régiments de volontaires de Gipuzkoa et de trois autres de Biscaye. Leur activité n’est pas très efficace car il leur manque l’artillerie nécessaire pour faire face à une action de cette ampleur et affronter une garnison très combative au moral excellent.
La longueur et l’amertume de la défense française peuvent être dues à plusieurs facteurs. Le principal d’entre eux était l’espoir continu de la garnison que le siège serait levé par une offensive générale menée par le maréchal Soult. Jusqu’à quelques jours avant la capitulation, cette possibilité n’était pas exclue. On en trouve l’exemple dans la dernière négociation avec les alliés qui a eu lieu lorsque les défenseurs ont été enfermés dans la forteresse du mont Urgull, sans artillerie et soumis à des tirs d’artillerie écrasants. Sa réponse à la demande de reddition fut la proposition de suspendre le feu pendant deux semaines, et si le siège n’était pas levé par le maréchal Soult à ce moment-là, ils rendraient leurs armes. Logiquement, il a été rejeté par Wellington.
Le moral des troupes françaises était très élevé. Les unités qui ont défendu Saint-Sébastien étaient des vétérans et ont été battues au combat, à l’exception du détachement de la 119e ligne, le plus inexpérimenté de tous. Les 22e et 62e de ligne, et les Chasseurs de Montagne sous le commandement du Commandant De Lupé se sont distingués par leur combativité. La victoire en repoussant l’assaut du 25 juillet, véritable désastre et carnage pour les alliés, ainsi que les sorties successives et réussies de la garnison, renforcent considérablement le moral de la résistance. Ce moral et cette combativité élevés étaient encore renforcés par un officier vétéran de grande qualité, qui savait être à la tête de ses hommes à tout moment. C’est l’une des raisons pour lesquelles le nombre de victimes parmi les commandants français était si élevé. Les Alliés n’aidèrent pas non plus les relations maritimes ininterrompues que la ville entretenait avec la France, malgré le blocus naval de la Royal Navy. Grâce à l’arrivée continue de bateaux de Saint-Jean-de-Luz, la garnison a reçu des renforts et des nouvelles encourageantes de la situation militaire à la frontière.
Il est possible que l’intention initiale des défenseurs ait été de couvrir le dossier d’une défense correcte, en se limitant à se conformer à l’édit impérial qui obligeait les gouverneurs des places à défendre au moins une fois les brèches dans les murs. En fait, ce détail ne sera jamais connu avec certitude, mais la réalité est que la durée de la défense d’un lieu comme celui de Saint-Sébastien, auquel de nombreux ingénieurs militaires n’ont pas accordé plus de deux semaines de résistance en raison du terrible état de défense, a été excessivement prolongé dans le temps.
Il y aurait beaucoup à dire sur la performance des troupes assiégeantes. La critique de sa tactique, mettant de côté les lois de la poliomyélite au profit des sièges, qualifiés par de nombreux érudits de «sang», dénote un manque d’empathie et de préoccupation pour la vie de ses hommes.
Lors du siège de Saint-Sébastien, la priorité a été donnée à la hâte avant la sécurité. L’impatience l’a emporté sur la logique et les conséquences ont été ce que nous savons tous, une énorme mortalité dans les rangs portugais-britanniques qui aurait pu être facilement évitée. Même des généraux comme Oswald ont eu le courage de critiquer ouvertement les tactiques approuvées par leurs supérieurs pendant le siège, s’exposant à la critique et au soulagement. Le lieutenant-général Graham a été fortement critiqué et même accusé de manquer d’une personnalité suffisamment forte pour avoir cédé aux pressions imposées par des raisons et des intérêts politiques, au moindre de la vie de ses subordonnés.
L’action «alliée» peut souvent être qualifiée de suicidaire. Ils ont peut-être sous-estimé l’esprit de la défense française lors du premier assaut sur les brèches du 25 juillet, avec ses terribles conséquences, mais cette excuse ne peut être appliquée rétrospectivement au second assaut, le 31 août, qui a été suivi exactement de la même tactique que ci-dessus. Une tactique qui laissa les colonnes avancer vers les brèches exposées au feu terrible et destructeur de la défense sur pas moins de trois cents mètres.
Les accusations de lâcheté ou de manque de combativité portées contre la 5e division étaient totalement injustes. L’énorme liste de morts et de blessés qu’ils ont subis lors du premier assaut raté corrobore cette affirmation. Rien ne peut leur être reproché. Ils ont été envoyés par vagues pour prendre quelques brèches par la force du sang.«
«The Storming of San Sebastian» por Denis Dighton «La prise de Saint-Sébastien» de Denis Dighton (d)
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● (El Rincón de Byron): ¿No deja de ser llamativo que el asedio que sufrió San Sebastián en agosto de 1719 por las tropas del duque de Berwick se desarrollara según las reglas “civilizadas” de los asedios de la época (incluido el compromiso del duque proteger a la población), y por el contrario en 1813, casi 100 años después, con la Ilustración racionalista influenciando la cultura europea, otro duque, en este caso de Wellington, no impidiera (o pudo impedir) todos los desmanes que siguieron a aquel asedio? ¿No deja de ser aún más llamativo el desenlace, habida cuenta el importante apoyo de la Royal Navy, por lo tanto del gobierno británico, a las fuerzas españolas y guerrilleras de la región en su lucha contra los franceses a partir del año 1812?
(José María Leclercq): «El asedio de 1719 se realizó en un contexto geopolítico totalmente distinto. Las tropas francesas lideradas por Berwick no veían a los españoles realmente como enemigos. Fue una invasión impuesta a Francia por Inglaterra, consecuencia de unos tratados internacionales que esta se limitó a cumplir de la manera más «aséptica» posible. Las casas reales de Francia y España, con los lazos de sangre que las unían no se veían realmente como enemigas, pero las caprichosas relaciones internacionales y tratados de la época, junto a una poco acertada política exterior española, ocasionaron esa invasión del territorio español y consecuentemente, el asedio de San Sebastián.
La Guerra de Independencia española, Campaña Peninsular para los británicos o Guerra de España para los franceses se desarrolló de manera totalmente distinta. El espíritu caballeresco de «les guerres en dentelle» del siglo XVIII había desaparecido completamente, y los combates en territorio peninsular se caracterizaron por la falta de humanidad con el enemigo, ya sea entre combatientes en el campo de batalla, ya sea con el trato dado a los prisioneros.
La actitud de los ejércitos británicos para con la población y ciudades españolas durante su campaña peninsular daría para más de un volumen. Nadie puede entender desde la óptica actual, ni de la contemporánea a los hechos, el trato infringido a las poblaciones «liberadas» por parte de las tropas luso-británicas. Un «aliado» no actúa de esa manera.
La pregunta que igual deberíamos plantearnos los historiadores podría ser: ¿Realmente las tropas dirigidas por Lord Wellington eran tropas aliadas? Personalmente opino que fue una alianza de compromiso. Los británicos nunca estuvieron combatiendo en la península para ayudar a los españoles a liberar su territorio nacional. Su actuación atendía meramente a sus intereses geoestratégicos en su guerra contra Francia y, afortunadamente para ellos, los acontecimientos derivados del levantamiento en armas del pueblo español contra la ocupación les proporcionó un terreno adecuado para atacar a su archienemigo. Las relaciones hispano británicas nunca fueron amistosas antes de esa alianza, no podemos dejar de recordar que el estado entre nuestras naciones hasta ese momento se había caracterizado por continuas guerras y tensiones diplomáticas. La ayuda española a la secesión de las colonias norteamericanas, Trafalgar, los intentos de invasión y desestabilización de nuestros territorios de ultramar, y los ataques contra nuestras líneas marítimas comerciales, hace que esta nueva alianza tenga una incorrecta gestación.
De todo esto podemos atar cabos para entender que realmente el espíritu y las sensaciones del ejército luso-británico no eran las de encontrarse en territorio amigo. En muchas memorias redactadas por los oficiales británicos que participaron en esta campaña, se desprende ese tufillo, por calificarlo de manera elegante, de superioridad intelectual y racial hacia los españoles, acompañado siempre por comentarios despectivos hacia nuestras costumbres, instituciones y ejércitos. Como suele decirse en el sabio refranero español, «blanco y en botella».
Para finalizar esta respuesta, mencionaré un detalle importantísimo, a la vez que hiriente. Las órdenes dictadas por el Cuartel General de Lord Wellington a todas las unidades a su mando, mando que incluía a las españolas, sobre la actitud que debían observar en territorio francés una vez cruzada la frontera, supone un agravio comparativo y sangrante con la actitud demostrada por sus tropas en suelo español. Prohibió taxativamente cualquier saqueo contra la población francesa, amenazando con fortísimos castigos a cualquier regimiento que no actuase diligentemente con lo dictado. Esa preocupación nunca la mostró durante su periplo peninsular. Las ciudades de Badajoz, Ciudad Rodrigo y San Sebastián, por mencionar las más conocidas, son claros baldones que manchan los honores ganados por los ejércitos luso-británicos en su lucha contra el francés.»
● (El Rincón de Byron): Est-il encore frappant que le siège subi par Saint-Sébastien en août 1719 par les troupes du Duc de Berwick ait été mené selon les règles «civilisées» des sièges de l’époque (dont l’engagement du Duc à protéger la population), et au contraire en 1813, près de 100 ans plus tard, alors que les Lumières rationalistes influençaient la culture européenne, un autre duc, en l’occurrence Wellington, n’empêcha pas (ou pouvait-il empêcher) tous les excès qui suivirent ce siège? Le dénouement ne cesse-t-il pas d’être encore plus frappant, étant donné le soutien important de la Royal Navy, et donc du gouvernement britannique, aux forces espagnoles et de guérilla de la région dans leur lutte contre les Français à partir de l’année 1812?
(José María Leclercq): «Le siège de 1719 se déroule dans un tout autre contexte géopolitique. Les troupes françaises dirigées par Berwick ne voyaient pas vraiment les Espagnols comme des ennemis. Il s’agit d’une invasion imposée à la France par l’Angleterre, à la suite de traités internationaux que l’Angleterre se borne à respecter de la manière la plus « aseptique » possible. Les maisons royales de France et d’Espagne, avec les liens du sang qui les unissaient, ne se considéraient pas vraiment comme des ennemis, mais les relations internationales capricieuses et les traités de l’époque, ainsi qu’une politique étrangère espagnole imprudente, ont provoqué cette invasion du territoire espagnol. et par conséquent, le siège de Saint-Sébastien.
La guerre d’indépendance espagnole, la campagne péninsulaire pour les Britanniques ou la guerre d’Espagne pour les Français, se sont développées d’une manière totalement différente. L’esprit chevaleresque des «guerres en dentelle» du XVIIIe siècle avait complètement disparu, et les combats en territoire péninsulaire se caractérisaient par le manque d’humanité avec l’ennemi, soit entre combattants sur le champ de bataille, soit avec le traitement réservé aux prisonniers.
L’attitude des armées britanniques envers la population et les villes espagnoles lors de leur campagne péninsulaire donnerait pour plus d’un volume. Personne ne peut comprendre du point de vue actuel, ni du point de vue contemporain aux faits, le traitement infligé aux populations « libérées » par les troupes luso-britanniques. Un «allié» n’agit pas ainsi.
La question que nous, historiens, devrions encore nous poser pourrait être: les troupes dirigées par Lord Wellington étaient-elles vraiment des troupes alliées? Je pense personnellement que c’était une alliance de compromis. Les Britanniques n’ont jamais combattu sur la péninsule pour aider les Espagnols à libérer leur territoire national. Leurs actions n’ont servi que leurs intérêts géostratégiques dans leur guerre contre la France et, heureusement pour eux, les événements résultant du soulèvement armé du peuple espagnol contre l’occupation leur ont fourni un terrain adéquat pour attaquer leur ennemi juré. Les relations anglo-espagnoles n’avaient jamais été amicales avant cette alliance, nous ne pouvons-nous empêcher de rappeler que l’état entre nos nations jusque-là avait été caractérisé par des guerres continues et des tensions diplomatiques. L’aide espagnole à la sécession des colonies nord-américaines, Trafalgar, les tentatives d’invasion et de déstabilisation de nos territoires d’outre-mer, et les attaques contre nos lignes maritimes commerciales, signifient que cette nouvelle alliance a une gestation incorrecte.
De tout cela on peut relier les points pour comprendre que l’esprit et les sensations de l’armée luso-britannique n’étaient pas vraiment ceux d’être en territoire ami. Dans de nombreux mémoires écrits par les officiers britanniques qui ont participé à cette campagne, ce parfum se dégage, pour le classer élégamment, de supériorité intellectuelle et raciale envers les Espagnols, toujours accompagné de commentaires désobligeants envers nos coutumes, institutions et armées. Comme le dit souvent le sage proverbe espagnol, « blanc et dans la bouteille ».
Pour terminer cette réponse, je mentionnerai un détail très important, ainsi que blessant. Les ordres donnés par le quartier général de Lord Wellington à toutes les unités sous son commandement, un commandement qui comprenait les Espagnols, concernant l’attitude qu’ils devraient observer sur le territoire français une fois la frontière franchie, représentent une offense comparative et sanglante avec l’attitude montrée par ses troupes sur le sol espagnol. Il interdit strictement tout pillage contre la population française, menaçant de très fortes peines tout régiment qui n’agirait pas avec diligence avec ce qui lui était dicté. Il n’a jamais montré cette inquiétude lors de sa tournée péninsulaire. Les villes de Badajoz, Ciudad Rodrigo et Saint-Sébastien, pour ne citer que les plus connues, sont des taches évidentes qui tachent les honneurs remportés par les armées luso-britanniques dans leur lutte contre les Français.»
Croquis del asedio de 1813, en la obra del general Lamiraux del año 1900. Esquisse du siège de 1813, dans l’ouvrage du général Lamiraux de l’année 1900. [2]
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● (El Rincón de Byron): En tu opinión, ¿Qué diferencia a los historiadores franceses e ingleses, si es el caso, de los españoles del siglo XIX que han tratado en el pasado y en el presente los aspectos del asedio de 1813 y si es extensible al tratamiento de la Guerra de Independencia que se desarrolló en las Vascongadas en general?
(José María Leclercq): «Las diferencias son notables. Los analizaré diferenciados por nacionalidades.
Las que podríamos calificar como líneas editoriales, utilizando un término actual, son coincidentes entre los historiadores británicos y franceses del siglo XIX y comienzos del XX. Se limitan generalmente a describir las campañas y acciones bélicas de manera muy grandilocuente, hablándonos de regimientos, batallas, ejércitos, de sus generales y mariscales. Obvian completamente a los verdaderos protagonistas de los acontecimientos, a los soldados. Es una clara consecuencia de la mentalidad reinante en esos tiempos. Continuamente me ha llamado de manera muy poderosa la atención la enorme diferencia de trato que daban a las listas de bajas producidas en una batalla. Los oficiales siempre son nombrados, mientras que los muertos y heridos de la tropa se reducen a simples y fríos números y estadísticas. El elitismo y el clasismo eran preponderantes en esos años.
La gran diferencia entre los historiadores franceses y británicos a la hora de tratar San Sebastián, la encontramos en el tratamiento que dan a los hechos sucedidos a posteriori de la caída de la plaza. Cada uno mira para su casa. En las fuentes anglosajonas encontramos dos corrientes bien diferenciadas. Unos omiten los saqueos e incendio de la ciudad, con una clara intención de silenciarlos ante la opinión pública. Otros, los más numerosos, son los que admitiendo lo ocurrido intentan limpiar el borrón de la historia de sus ejércitos, justificando la actitud de sus compatriotas en San Sebastián. Es tratar de justificar algo realmente injustificable. Los argumentos son los de siempre, que si los donostiarras eran partidarios de los franceses y les ayudaron con las armas en la mano, que el incendio lo provocaron los defensores…, o utilizando la siempre recurrente excusa de que «son hechos inevitables en la toma de una ciudad». Personalmente nada de esto me sirve y sólo puedo buscar una excusa calificando sus trabajos como frutos de una época y unas mentalidades afortunadamente ya superadas. De estos estudios hay que aprovechar los datos correctos, y combatir con la fuerza de la pluma el resto.
La otra parte, la compuesta por historiadores franceses, adolece igualmente de un espíritu nacionalista importante. Pero no tiene nada que ocultar en la defensa de San Sebastián, todo lo contrario. Por esta razón sus trabajos muestran un orgullo nacional hacia los defensores, y a diferencia de los autores británicos, en algunos estudios incluso una cierta empatía para con los habitantes de la ciudad. Acusan directamente, sin cortapisas, a las tropas del Tte. Gen. Graham de ser las causantes de todos los desmanes que ocurrieron en las calles y casas, lo mismo que de ser los autores del incendio intencionado de la ciudad. Los califican de terribles y faltos de humanidad, sin escatimar calificativos.
El enfoque dado por los historiadores españoles del XIX es muy similar al de sus colegas franceses y británicos en cuanto a la forma de abordar y describir las acciones y batallas. Pero con el paso del tiempo, van a desarrollar afortunadamente un constante aumento del belicismo contra el «aliado» y su falta de humanidad en territorio nacional. Desgraciadamente no hay unos estudios profundos y pormenorizados sobre la defensa y/o asedio de San Sebastián por parte de historiadores españoles hasta comienzos del siglo XX, con la conmemoración del primer Centenario en 1913, que se ven completados por algunas publicaciones ya más exhaustivas y metódicas en los actos de 1963.»
Monumento erigido en San Sebastián e inaugurado por el rey Alfonso XIII el año 1913, en conmemoración del centenario del incendio y reconstrucción de la ciudad. / Monument érigé à San Sebastián et inauguré par le roi Alphonse XIII en 1913, en commémoration du centenaire de l’incendie et de la reconstruction de la ville. (e)
● (El Rincón de Byron): Selon vous, qu’est-ce qui différencie les historiens français et anglais, si tel est le cas, des espagnols du XIXe siècle qui ont traité des aspects du siège de 1813 dans le passé et le présent, et peut-on l’étendre au traitement de la guerre d’Espagne qui a eu lieu dans les Vascongadas en général?
(José María Leclercq): Les différences sont remarquables. Je les analyserai en les différenciant par nationalités.
Ce que l’on pourrait qualifier de lignes éditoriales, en utilisant un terme courant, coïncident entre les historiens britanniques et français du XIXe siècle et du début du XXe. Ils se limitent généralement à décrire des campagnes et des actions de guerre de manière très grandiloquente, nous racontant des régiments, des batailles, des armées, leurs généraux et maréchaux. Ils ignorent complètement les véritables protagonistes des événements, les militaires. C’est une conséquence évidente de la mentalité qui prévaut à cette époque. L’énorme différence de traitement accordée aux listes de victimes produites dans une bataille n’a cessé d’appeler mon attention d’une manière très puissante. Les officiers sont toujours nommés, tandis que les morts et les blessés des troupes sont réduits à de simples et froids chiffres et statistiques. L’élitisme et le classisme étaient prédominants dans ces années.
La grande différence entre les historiens français et britanniques lorsqu’il s’agit de traiter de Saint-Sébastien, on la retrouve dans le traitement qu’ils accordent aux événements survenus après la chute de la place. Chacun cherche sa maison. Dans les sources anglo-saxonnes on trouve deux courants bien différenciés. Certains omettent le pillage et l’incendie de la ville, avec la claire intention de les faire taire devant l’opinion publique. D’autres, les plus nombreux, sont ceux qui, admettant ce qui s’est passé, tentent de nettoyer la tache de l’histoire de leurs armées, justifiant l’attitude de leurs compatriotes à Saint-Sébastien. Il essaie de justifier quelque chose de vraiment injustifiable. Les arguments sont les mêmes que toujours, que si les habitants de Saint-Sébastien étaient des partisans des Français et les ont aidés les armes à la main, que l’incendie a été causé par les défenseurs…, ou en utilisant l’excuse toujours récurrente que «ces sont des faits incontournables dans la prise d’une ville». Personnellement, rien de tout cela ne me convient et je ne peux trouver d’excuse qu’en qualifiant son travail de fruit d’une époque et de mentalités heureusement déjà dépassées. A partir de ces études, il est nécessaire de tirer parti des données correctes et de combattre le reste avec la force de la plume.
L’autre partie, celle composée d’historiens français, souffre également d’un esprit nationaliste important. Mais il n’a rien à cacher dans la défense de Saint-Sébastien, bien au contraire. Pour cette raison, ses œuvres montrent une fierté nationale envers les défenseurs, et contrairement aux auteurs britanniques, dans certaines études même une certaine empathie envers les habitants de la ville. Ils accusent directement, sans hésitation, les troupes du Lieutenant-général Graham d’être la cause de tous les excès qui se sont produits dans les rues et les maisons, ainsi que d’être les auteurs de l’incendie criminel de la ville. Ils les décrivent comme terribles et manquant d’humanité, n’épargnant aucune qualification.
L’approche donnée par les historiens espagnols du XIXe siècle est très proche de celle de leurs collègues français et britanniques quant à la manière d’aborder et de décrire les actions et les batailles. Mais au fil du temps, ils vont heureusement développer une montée constante du bellicisme contre «l’allié» et leur manque d’humanité sur le territoire national. Malheureusement, il n’y a pas d’études approfondies et détaillées sur la défense et/ou le siège de Saint-Sébastien par les historiens espagnols jusqu’au début du XXe siècle, avec la commémoration du premier centenaire en 1913, qui sont complétées par des études plus exhaustives et publications méthodiques dans les actes de 1963.
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● (El Rincón de Byron): Nuestra siguiente pregunta es recurrente en “El Rincón de Byron”, pero nos parece ilustrativa para entender parte de la historia militar de nuestra Guerra de Independencia. El papel de los generales españoles de los ejércitos de la época salvo honrosas excepciones, no dejó de ser bastante discreto, cuando no claramente deficiente. Crees que la historia ha sido justa con ellos? ¿Podrían haber hecho más de lo que hicieron con el material humano y bélico de que disponían? ¿El papel de las Juntas en general, podríamos considerarlo un elemento más negativo que positivo en el comportamiento militar de los generales españoles?
(José María Leclercq): «Es una pregunta muy complicada cuya respuesta necesitaría mucho tiempo y desarrollo.
A grandes rasgos, yo diría que la historia ha sido algo injusta con los ejércitos españoles. Continuamente hurgamos en la llaga y nos regodeamos criticando y buscando chivos expiatorios en las derrotas sufridas. Es triste afirmar esto, pero somos una nación con un espíritu autodestructivo muy preocupante, y una lacerante falta de potencial para ver y valorar las grandes hazañas que han realizado nuestros antepasados. Tendríamos que aprender mucho de la cultura anglosajona y «saber venderlas» a nuestras futuras generaciones y al mundo en general, máxime en estos tiempos en que nuestra historia es criticada de manera injusta en muchas partes del globo.
Nuestro país se enfrentó con el mejor ejército del mundo en ese momento. Un ejército inmenso y poderoso que se encontraba dentro de nuestro territorio y controlaba las posiciones estratégicas más importantes. Levantarse en armas contra ese «Goliat», con la carestía de medios y de organización, fue algo digno de halago por lo que deberíamos sentirnos orgullosísimos.
Aprovecho esta pregunta para abordar un tema que no me gustaría dejar en el tintero. Desgraciadamente, en estos tiempos, estamos sufriendo los ataques de una serie de pseudo historiadores, que, alentados por fines e intenciones políticas, tratan de tergiversar partes de nuestra historia. El caso de San Sebastián no se salva de este problema. Estos últimos años, estamos asistiendo a las continuas difamaciones contra el ejército español y su actitud frente a San Sebastián, muchos personalizados en el general Castaños. Es labor de los historiadores tratar que estos ataques contra la verdad no prosperen, y una de mis motivaciones es precisamente el salvaguardar la historia de mi ciudad. La verdadera historia de lo que realmente ocurrió. Los ejércitos españoles nada tuvieron que ver en la destrucción de San Sebastián, y el general Castaños es completamente inocente de las acusaciones vertidas sobre él por este sector, que se limita a dar pábulo interesado a las acusaciones vertidas contra él por parte de los verdaderos autores de esas atrocidades.»
● (El Rincón de Byron): Notre question suivante est récurrente dans «El Rincón de Byron», mais elle semble illustrative pour comprendre une partie de l’histoire militaire de notre Guerre d’Indépendance. Le rôle des généraux espagnols des armées de l’époque, à quelques exceptions honorables près, était encore assez discret, quand il n’était pas clairement déficient. Pensez-vous que l’histoire a été juste envers eux ? Auraient-ils pu faire plus qu’ils n’ont fait avec le matériel humain et de guerre dont ils disposaient ? Pouvait-on considérer le rôle des juntes en général comme un élément plus négatif que positif dans le comportement militaire des généraux espagnols?
(José María Leclercq): «C’est une question très compliquée dont la réponse nécessiterait beaucoup de temps et de développement.
D’une manière générale, je dirais que l’histoire a été quelque peu injuste envers les armées espagnoles. Nous fouillons continuellement la plaie et nous nous délectons de critiquer et de chercher des boucs émissaires dans les défaites subies. C’est triste à dire, mais nous sommes une nation avec un esprit autodestructeur très inquiétant et un manque criant de potentiel pour voir et valoriser les grandes actions que nos ancêtres ont accomplies. Il faudrait apprendre beaucoup de la culture anglo-saxonne et «savoir la vendre» à nos générations futures et au monde en général, surtout en ces temps où notre histoire est injustement critiquée dans de nombreuses parties du globe.
Notre pays faisait face à la meilleure armée du monde à cette époque. Une armée immense et puissante qui se trouvait sur notre territoire et contrôlait les positions stratégiques les plus importantes. Se dresser en armes contre ce «Goliath», en manque de moyens et d’organisation, était une chose louable dont nous devrions être extrêmement fiers.
Je profite de cette question pour aborder un sujet que je ne voudrais pas laisser de côté. Malheureusement, en ces temps, nous subissons les attaques d’une série de pseudo-historiens qui, encouragés par des objectifs et des intentions politiques, tentent de déformer des pans de notre histoire. Le cas de Saint-Sébastien n’est pas exempt de ce problème. Ces dernières années, nous assistons à la diffamation continue contre l’armée espagnole et son attitude envers Saint-Sébastien, souvent personnalisée dans le général Castaños. C’est la tâche des historiens d’essayer de faire en sorte que ces attaques contre la vérité ne prospèrent pas, et l’une de mes motivations est justement de sauvegarder l’histoire de ma ville. L’histoire vraie de ce qui s’est réellement passé. Les armées espagnoles n’ont rien à voir avec la destruction de Saint-Sébastien, et le général Castaños est totalement innocent des accusations portées contre lui par ce secteur, qui se borne à alimenter de manière intéressée les accusations portées contre lui par les véritables auteurs de ces atrocités.«
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● (El Rincón de Byron): Para finalizar nuestra entrevista, quisiéramos saber si puedes compartir con nosotros tus proyectos presentes o futuros relacionados con el estudio de esta época tan significativa en la historia de la ciudad de San Sebastián.
(José María Leclercq): «Mi proyecto es poder plasmar estos veinte años de investigaciones en un libro, una publicación que espero sea un referente para las futuras investigaciones que se realicen sobre San Sebastián y lo que sucedió en esta ciudad en 1813. Aportará infinidad de nuevos datos, y sobre todo una novedosa visión de los hechos que, ordenada de manera cronológica, día a día, desenterrará ante los lectores la memoria y los recuerdos de los verdaderos protagonistas de «Aquel verano de 1813», los militares y los civiles donostiarras, a la postre, simples personas.»
● (El Rincón de Byron): Pour terminer notre entretien, nous aimerions savoir si vous pouvez nous faire part de vos projets actuels ou futurs liés à l’étude de cette période significative de l’histoire de la ville de San Sebastián.
(José María Leclercq): «Mon projet est de pouvoir capturer ces vingt années de recherche dans un livre, une publication qui, je l’espère, sera une référence pour les futures recherches menées sur Saint-Sébastien et ce qui s’est passé dans cette ville en 1813. Elle apportera une infinité de nouvelles données, et surtout une vision innovante des événements qui, classés chronologiquement, jour par jour, feront découvrir aux lecteurs la mémoire et les souvenirs des véritables protagonistes de «Cet été 1813», les soldats et les civils de Donostia, dans le fin, les gens simples.«
* Agradecer muy especialmente a José María Leclercq que nos haya atendido para la elaboración de esta entrada para «El Rincón de Byron». / Remerciements particuliers à José María Leclercq pour son aide dans la préparation de cette entrée pour «El Rincón de Byron».
José María Leclercq, que se define como “un donostiarra de nacimiento y corazón”, estudió Historia General en la Universidad de Deusto y se licenció en la especialidad de Arqueología por la Universidad de Valladolid, habiendo participado en multitud de excavaciones, primero como estudiante en prácticas, y luego, como colaborador y/o director de las mismas. En su web Historia Militar de San Sebastián. Vida y Asedios de una pequeña gran ciudad, nos retrata la San Sebastián de aquellos años, con sus edificios, sus habitantes, las sucesivas etapas del asedio, las unidades militares que tomaron parte, narrándonos con todo detalle uno de los últimos episodios significativos de la guerra en territorio español.
En enero de este mismo año fue galardonado con la Medalla al Mérito Ciudadano de la ciudad de San Sebastián «por su trabajo por preservar la memoria de San Sebastián, en especial del incendio de 1813».
Esta semana contamos con la presencia de Jacinto J. Marabel, asesor jurídico, profesor, escritor e historiador pacense que ha tenido la deferencia de dedicarnos su tiempo para responder a nuestras preguntas en el blog. Con él tratamos de varias cuestiones relativas al período 1808-12 en Extremadura en general y en Badajoz en particular, como la ocupación francesa, los asedios sufridos, el comportamiento de la guerrilla, los militares de ambos bandos y como no, a esa batalla de La Albuera que ha tratado también en su último libro, publicado este mismo año 2022. Solo nos resta dejaros con su lectura, que os recomendamos para hacernos todos una idea más objetiva de lo que representó aquel periodo de nuestra Historia en tierras extremeñas.
ENTREVISTA
● (El Rincón de Byron): La Guerra de la Independencia es un tema que has tratado en varias ocasiones en tu bibliografía. ¿A grandes rasgos, qué es lo que te mueve a revisitar este periodo histórico de nuestra Historia? ¿Crees que la Guerra de la Independencia como se ha contado hasta ahora aún necesita de nuevas reinterpretaciones con la perspectiva de los años? ¿Los historiadores extranjeros, franceses y británicos principalmente, crees que han variado su visión del conflicto, o aún se arrastran algunas posturas historicistas del pasado?
(Jacinto J. Marabel): «A mi juicio la llamada Guerra de la Independencia fue una segunda Guerra de Sucesión. Al igual que cien años antes, lo que en realidad estaba en juego era un cambio de dinastía en España, en este caso Bonapartes por Borbones. Por otro lado, siempre ha sido así: la llegada de un rey extranjero, Carlos V, provocó una guerra civil en Castilla; no digamos ya con el breve reinado de Amadeo de Saboya, cuya abdicación implicó un cambio de régimen y el advenimiento de la República. Ocurre que esta ocasión, la sucesión dinástica implicaba una serie de reformas de calado, administrativas e ideológicas fundamentalmente, heredadas de la Revolución francesa, que contaban con la oposición frontal del estamento nobiliario y religioso, al considerar mermados sus privilegios. Desde este punto de vista fue una Guerra Civil, solapada a una guerra de ocupación, puesto que la principal fuerza militar que podía oponer el rey José era la francesa, pero nunca una Guerra de Independencia. Las instituciones no perdieron su soberanía. El único poder legítimamente constituido era el que había sido instaurado por el Estatuto de Bayona, nuestra primera Carta Magna, puesto que, con las cautelas o pretextos que se quiera, fue avalado por una asamblea de representantes nacionales. Esta legalidad comenzaría a ser cuestionada a finales de 1810, cuando las Cortes de Cádiz comenzaron a debatir una nueva Constitución. Y dos años más tarde, con dos regímenes constitucionales vigentes en España, este último acabó imponiéndose favorecido por la evolución de las campañas militares y el declive de Napoleón en Europa. Los Borbones regresaron al poder y entonces comenzó a acuñarse el término “independencia”, que enmascaraba un conflicto que el conde de Toreno, no olvidemos, siempre denominó con propiedad “Revolución”, para referirse al mismo. Reconozco que puede ser una interpretación un tanto arriesgada, pero creo que es la que resulta más acorde con la perspectiva histórica que tenemos hoy en día. Es también una visión radicalmente opuesta a la de los historiadores foráneos, cuya visión del conflicto ha estado tradicionalmente unida a las operaciones militares: como parte de la liberación de Portugal, en el caso de los británicos, o como una más de las campaña desarrolladas en el ámbito europeo, por parte de los franceses».
● (El Rincón de Byron): ¿Qué faceta cultivas con más satisfacción, la de columnista habitual en un diario de tu Comunidad o escribir artículos o libros que siempre exigen un esfuerzo de preparación y tiempo mayores? ¿Nos podrías hacer partícipes de tus proyectos futuros, o si ya estás trabajando en estos momentos en alguna publicación que verá la luz próximamente?
(Jacinto J. Marabel): «Ambas son gratamente satisfactorias. Es cierto que escribir en un diario implica siempre mayor celeridad además de un apego constante a la actualidad que resulta contraproducente en el caso de la investigación histórica o jurídica en las que habitualmente me muevo, pero el camino es similar en una u otra área y el resultado igual de satisfactorio. Trato de compensar, eso sí, la faceta académica y profesional, la organización de las clases en la Facultad de Derecho, los artículos jurídicos comprometidos o las conferencias, con mi pasión por la Historia Militar. Y en este sentido siempre tengo varios proyectos abiertos a la vez. El más inmediato es un estudio sobre el regreso de los excombatientes extremeños cautivos de Abd el-Krim tras el desastre de Annual, que saldrá a la luz en los próximos días.»
● (El Rincón de Byron): En tu experiencia y estudio, las leyes, ordenanzas o fueros locales en Extremadura en general y Badajoz en particular, ¿eran respetados o incorporados por los ocupantes franceses o toda la legalidad quedaba supeditada al capricho o la voluntad de los gobernadores militares o civiles impuestos por las tropas francesas? ¿Crees que la administración local con la ocupación francesa tuvo algún rasgo positivo en las vidas y quehacer diario de las gentes del lugar?
(Jacinto J. Marabel): «Esta es una cuestión interesante, porque administrativamente el país quedó dividido en dos a partir de 1808. En la periferia, las Juntas se erigieron en soberanas dentro de su respectivo territorio, sin aceptar la legalidad del régimen josefino, el ordenamiento jurídico que se fundamentaba en el mencionado Estatuto de Bayona, e iniciaron una caótica producción normativa que en muchos casos resultaba contradictoria entre sí, además de extremadamente difícil de aplicar en un país en guerra. La labor de las Cortes de Cádiz irá dirigida fundamentalmente a homogeneizar este marco normativo, pero en el caso de Extremadura, los territorios que quedaron bajo la demarcación josefina, el Comisario Regio Francisco Therán, conocido intendente ilustrado de Sanlúcar de Barrameda, tuvo una profusa actividad normativa. Muchos de sus decretos se conservan en el Archivo Histórico Nacional y son accesibles digitalmente a través del portal PARES. También se conservan numerosos bandos y edictos en los que el gobernador francés de Badajoz, el general Armand Philippon, aplica la Ley y rige en definitiva la vida de los vecinos. La ciudad pasó dos años en estado de sitio, el primero bajo la jurisdicción del mariscal de campo Rafael Menacho y el segundo del general Philippon, bajo gravámenes y requisas diarias, por lo que no creo que en estas condiciones quepa valorar si una legislación fue más positiva que otra para sus habitantes.»
«Badajoz durante el asedio de junio de 1811″, imagen de «A Series of Views of the Principal Occurences of the Campaigns in Spain and Portugal», grabado por Charles Turner y publicado en 1812. (a)
● (El Rincón de Byron): En el año 2012 la Revista de Estudios Extremeños publicó tu trabajo sobre la causaque se instauró contra el gobernador de Badajoz durante el 1er asedio francés, José Imaz Altolaguirre, que se desarrolló durante dos años, por haber rendido la ciudad. ¿Crees que su opción era la más coherente, optar por la rendición, o parece que la única salida honrosa que tenían las guarniciones y sus comandantes era la de perecer defendiendo la ciudad? ¿No podría resultar paradójico que se destinaran recursos a que se instruyeran largas causas militares como la que nos ocupa, en pleno conflicto, y con un ejército como el español que presentaba significativas carencias en su funcionamiento?
(Jacinto J. Marabel): «Efectivamente, puede resultar sorprendente. Esto se debe sin duda a que existe una visión romántica del Arte de la Guerra, según la cual la guarnición de una fortificación en la que se había practicado brecha debía rendirse al ejército sitiador. Cuando esto sucedía, los defensores tenían la opción de entregar las armas o arriesgarse a sostener un asalto a sangre y fuego, en el que, en caso de triunfar, el enemigo tenía carta blanca para robar, violar o asesinar a la población civil a su antojo. La decisión del brigadier Imaz entraba dentro de la lógica en la que primaba proteger a los habitantes, porque los soldados siempre podían escapar de las cuerdas de presos, regresar a sus unidades y continuar la lucha contra los franceses. Con este método, las plazas solían ser reconquistadas en poco tiempo, por lo que era habitual rendirlas para ahorrar hombres y sufrimiento, aunque también era frecuente que los responsables de la capitulación fueran juzgados luego en un Consejo de Guerra, que por norma no quedaba en nada. Así que, en efecto, puede parecer paradójico que en el contexto de una guerra se destinaran recursos a este tipo de causas, pero en una ciudad asediada como Cádiz la influencia de los diarios era muchas veces superior a la propia lógica militar.»
● (El Rincón de Byron):Durante mayo y diciembre de 1808 se dieron algunos disturbios en Badajoz que degeneraron en revueltas populares, el asesinato de personalidades como Noriega y que se reprodujeron en otras poblaciones con más o menos virulencia, como Usagre y Olivenza. En otras ciudades españolas se dieron episodios parecidos, que también llegaron a provocar el asesinato de algunas autoridades y el saqueo de sus propiedades. ¿Dónde crees que acababa la presunta espontaneidad del populacho y comenzaba un verdadero movimiento político para cambiar el rumbo de las instituciones? ¿La caída en desgracia de Godoy y de sus partidarios también tuvo su eco significativo en Extremadura?
(Jacinto J. Marabel): «Está claro que las revoluciones se inician siempre desde arriba, el pueblo es un mero instrumento al servicio de los intereses de las élites. La caída en desgracia de Godoy arrastró el régimen clientelar que lo sustentaba. Los partidarios de la facción rival comenzaron a perseguir a quienes habían sido favorecidos por el mismo o se mostraban tibios con las decisiones que a tomar a partir de entonces. Las represiones políticas de mayo de 1808 están en el origen del conflicto civil que asoló al país durante seis años. En la cadena de linchamientos que se sucedieron en Badajoz, Cádiz y Cartagena, las juntas se autoproclamaron soberanas, asumiendo el poder político y militar, cuando éste se mostró contrario a los intereses de las élites locales. En el caso de Badajoz este poder fue ejercido por el brigadier de artillería Juan Galluzo y Paéz, que poco más tarde y dada su escasa experiencia en dirigir grandes masas de hombres, sería sustituido por el imberbe conde de Belveder. La decisión condujo a la derrota de Gamonal, por lo que poco a poco, la influencia de las juntas fue decayendo en beneficio de aquellos otros generales que, como el carismático Pedro Caro y Sureda, contaban con el apoyo de amplios sectores del Ejército. Por otro lado, los disturbios de diciembre de 1808 en Badajoz no tuvieron nada que ver con los de mayo, sino que fueron producto más bien del clima de pánico originado por las oleadas de refugiados que acabaron asentándose en la ciudad, procedentes de Madrid. La entrada de Napoleón en la capital provocó el éxodo masivo de las familias adineradas, que trataron de escapar a Portugal, por entonces libre de franceses, a través de Badajoz. El aluvión de gentes difundiendo noticias sobre el avance imparable del Emperador hacia el sur de España, coadyuvó al linchamiento de todo aquel sospecho de afrancesado, que contó una vez más con el beneplácito de las autoridades.»
● (El Rincón de Byron): El colaboracionismo con las tropas ocupantes no fue un fenómeno extraño en España durante la contienda, fuera por convencimiento intelectual o el mero interés material. ¿El colaboracionismo o la resistencia ante el invasor serían similares al que se pudo producir en el resto de España, o piensas que en Extremadura tuvieron algún rasgo distintivo?
(Jacinto J. Marabel): «Por lo que he comentado antes, yo no hablaría de colaboracionismo. Hubo una administración vinculada al régimen del Estatuto de Bayona, junto a un sistema paralelo, constituido por la Regencia y las juntas provinciales en una primera fase, cuya legitimación podría ser igualmente cuestionada, que finalmente convergen en la Constitución de Cádiz y en el triunfo de un régimen sobre otro, de una dinastía sobre otra. El caso de Extremadura fue similar al de Andalucía, pues hasta 1810 se mantuvo libre de la influencia josefina, pero a partir de entonces la provincia fue dividida en prefecturas y la capital pasó a Mérida, mientras la plaza de Badajoz se mantenía aislada y en estado de sitio. Curiosamente, en febrero de 1810, con el Quinto Cuerpo del mariscal Mortier cercando la plaza y tres cuartos de Extremadura en poder de los franceses, Badajoz eligió los diputados que habrían de representarla en las Cortes Constituyentes. Es un caso único de una ciudad en estado de sitio celebrando pacíficamente elecciones legislativas, con la particularidad añadida de que un ordenamiento jurídico, consolidado y opuesto, continuaba vigente apenas unos metros más allá del glacis de la muralla.»
● (El Rincón de Byron): Una pregunta habitual para nuestros entrevistados pero que nos parece ilustrativa para comprender parte de nuestra Guerra de Independencia. El papel de los generales españoles de los ejércitos de la época, salvo honrosas excepciones, no dejó de ser bastante discreto, cuando no claramente deficiente. ¿Crees que la historia ha sido justa con ellos? ¿Podrían haber hecho más de lo que hicieron con el material humano y bélico de que disponían? ¿El papel de las Juntas en general, podríamos considerarlo un elemento más negativo que positivo en el comportamiento y rendimiento de los generales españoles?
(Jacinto J. Marabel): «Creo que esta pregunta podría hacerse respecto de los generales de todos los ejércitos contendientes. Sin duda el papel más controvertido fue el de los generales británicos, empezando por su propio comandante. Sus intervenciones están plagadas de errores y negligencias que costaron miles de vidas, muchas más, en términos porcentuales, que las achacadas a los españoles. La propaganda se encargó de minimizarlas, extremando las de nuestros compatriotas. Por continuar con el ejemplo de Extremadura, cabe recordar que en el otoño posterior a la retirada de Talavera, Wellington sesteó con sus tropas en las inmediaciones del Guadiana, dejando que una epidemia de fiebre amarilla las diezmara; meses más tarde, la ejecución de los dos primeros sitios a la ciudad de Badajoz fue un completo desastre, con cientos de muertos y heridos, a los que hubo que sumar las miles de bajas originadas por los torpes despliegues ordenados en la batalla de La Albuera; por último, el asalto de 1812 acabó con una división completa desangrada en los fosos de La Trinidad, producto de la brutal y obcecada decisión de enviar oleadas y oleadas de hombres a morir, en el vano intento de tomar las brechas, cuando estaba claro que la ciudad era imposible de ser conquistada por aquel punto. Badajoz cayó gracias a una compañía de mercenarios alemanes, que encontraron una tronera abandonada por la que acceder a la alcazaba para sorprender al puñado de defensores por la espalda. La historia ha sido injusta con nuestros generales, que desgastaron y derrotaron a los ejércitos franceses, con una loable precariedad de medios y sin mando único que centralizara las campañas, en unos términos que no admiten comparación con los británicos. En cuanto a la intervención de las juntas, en buena medida las derrotas de los ejércitos españoles durante la primera fase del conflicto (1808-1810), estuvieron originadas por la patrimonialización que ejercieron sobre ellos. En este sentido, la intervención de la Junta de Asturias por el marqués de La Romana fue el punto de inflexión que recondujo la dirección de las operaciones militares por el estamento militar. No es casualidad que poco más tarde surgiera el Cuerpo de Estado Mayor y que las campañas comenzaran a tomar definitivamente un rumbo razonable.»
● (El Rincón de Byron):El papel de la guerrilla que se pudo dar en Extremadura durante la Guerra de la Independencia, ¿crees que tenía las mismas características o difería de las que se pudieron dar en el resto de España? ¿Sus acciones repercutieron positiva o negativamente en la población? Y desde un punto de vista militar, ¿sus acciones fueron significativas en el desarrollo del conflicto armado?
(Jacinto J. Marabel): «Salvo el período que fue de febrero a junio de 1809, Extremadura se mantuvo libre de franceses hasta 1810. En enero de este último año, el duque de Alburquerque se llevó el Ejército de Extremadura a Cádiz y quedó la región quedó totalmente desprotegida. Se salvó España a costa de Extremadura y comenzaron a organizarse partidas para frenar las primeras incursiones francesas. Algunos de estos primeros guerrilleros, como José Valladares, Pedro Velasco, Fernando Vera, Juan Antonio Orovio, Juan López Padilla, Francisco Cortes o el dominico Fray Celedonio Durán, que habían militado antes en el Batallón de Estudiantes, en los Leones Enfurecidos o en el Cuerpo de Cruzada Sacro-Militar, creados en el furor de los primeros meses de guerra, acabaron acogidos al Corso Terrestre. Y, como en el resto de España, el movimiento tuvo sus luces y sombras. Entre las primeras destacaron las mujeres, como Catalina Martín López de Bustamante, sobrina de Toribio Bustamante, jefe guerrillero conocido como el Caracol, que logró sorprender a un destacamento de dragones a pocos kilómetros de Badajoz, dando muerte al general Charles-Victor Woirgard, y fue recompensada con el título de alférez de caballería. También lo sería otra mujer agregada a la partida del Caracol, Francisca de la Puerta, por su participación en el combate de Fuente de Cantos. Y en las Villuercas fue famosa la partida del Lagarto, liderada por Feliciano Cuesta y sus hermanos, que emboscaron la columna del general Fréderic Vagnair de Marisy, dándole muerte y haciéndose con el tren de equipajes. Entre las sombras, Isidoro Mir Ascaso, que desobedeció al general Mendizábal agregándose cientos de hombres del 5º Ejército y, tras resultar completamente derrotado en Castañar de Ibor, acabó siendo arrestado y procesado en Cádiz.»
● (El Rincón de Byron):Napoleón se comenta que pronuncio la frase que “un ejército marchaba sobre su estómago”. Pero a ese estómago había que alimentarlo de alguna manera. La política de requisas tanto de parte francesa como de parte patriota durante la guerra en un mismo territorio en un mismo momento, ¿crees que fue uno de los factores clave del empobrecimiento manifiesto de gran parte del territorio español, del de Extremadura en particular, o habría al mismo tiempo otros factores a considerar?
(Jacinto J. Marabel): «Los orígenes del empobrecimiento de Extremadura se remontan a la Guerra de Restauración portuguesa. La región, que se había mantenido por encima de la media nacional gracias a los recursos invertidos por las familias de los grandes conquistadores, entre otros, los Orellanas, Pizarros o De Sotos, fue esquilmada económica y demográficamente. Cuarenta años más tarde, la Guerra de Sucesión acabó con las pocas industrias que sobrevivieron, por lo que no cabe culpar de todos los males a los ejércitos contendientes del período napoleónico. La situación era tal que, en abril de 1809, el mariscal Victor, cuyo cuartel general emplazó en Mérida a la espera de converger en Badajoz con el Cuerpo de Soult, que a su vez debía progresar desde Portugal, escribió al rey José quejándose por la falta de suministros y forrajes para la tropa. Un mes más tarde, la situación será tan insostenible que decidió abandonar todo el terreno conquistado y repasar de nuevo el Tajo, para poder salvarlas. Creo que, en efecto, hay otros factores a considerar más allá de la consideración de Extremadura como teatro de operaciones de varios ejércitos durante este período.»
● (El Rincón de Byron): En 2017 salió publicado tu libro Damnatio Memoriae, que trataba sobre los españoles, alemanes y portugueses que se vieron envueltos en el asedio a Badajoz en 1812. ¿Qué aspectos quisiste poner de manifiesto que no se hubieran tratado anteriormente? Aunque podamos entrar en el tópico, ¿pudo haberse minimizado el impacto de todos los hechos que acaecieron una vez rendida la guarnición francesa, o la situación resultó incontrolable en un ejército como el británico que – paradójicamente- estaba regido en su marcha diaria por la disciplina del látigo?
(Jacinto J. Marabel): «En aquel libro quería poner de manifiesto el principal mal que aqueja el estudio de período en Extremadura: la necesidad de cuestionarse la propaganda británica. En doscientos años, la única obra de referencia era un libro publicado por Román Gómez Villafranca en 1912, en el que se recogía toda la documental relacionada con el conflicto conocida hasta entonces. Es el sistema de fuentes más importante publicado hasta la fecha y muy pocos investigadores la citan. Lo habitual es copiar o traducir a los autores británicos, que además de ignorar completamente las fuentes españolas, suelen construir el relato sobre referencias accesorias y muy secundarias, dando por ciertos hechos que no se han molestado en examinar. Por esta razón, hace tres años, reuní una serie de aficionados, en torno a los cuales promoví y registré una asociación, la Asociación Histórico-Militar Alfonso IX, con el propósito de servir al estudio objetivo y riguroso de este y otros episodios históricos. El libro Damnatio Memoriae reunía los principios que plasmé en sus estatutos, para evitar, precisamente, caer en el error de todo lo publicado hasta entonces sobre los asedios de Badajoz, plagados de lugares comunes, con decenas de interrogantes que nadie se había planteado resolver. Una de esas cuestiones era la participación de las tropas alemanas, portuguesas y españolas en el Sitio de Badajoz de 1812. En aquel libro descubrí que los hechos no eran como nos los habían contado, sino que, expuestos los múltiples puntos de vista, debíamos escoger la versión más objetiva posible de los mismos. Y desde entonces, he tratado de trasladar esta misma teoría al resto de libros que he ido publicado.»
● (El Rincón de Byron):La figura de Rafael Menacho y Tutlló, militar de origen gaditano, destacado protagonista en la Guerra de la Convención donde fue herido varias veces, fue nombrado mariscal de campo en 1810 y gobernador militar de Badajoz, y en tal calidad defendió la ciudad en el asedio francés de 1811. ¿Qué aspectos podrías destacar en general del asedio por parte de los franceses y en particular de la figura de Menacho durante el asedio?
(Jacinto J. Marabel): «Con Menacho ocurrió algo parecido. Su figura estaba rodeada de elementos míticos que entorpecían un estudio objetivo del personaje. La historiografía local tomaba los lugares comunes de Adolfo de Castro en su Historia de Cádiz, repletos de licencias literarias, así que acudí de nuevo a las fuentes primarias, impartí una serie de conferencias, escribí artículos en revistas especializadas, impulsé una estatua y apoyé la repatriación del ajuar funerario, hasta que finalmente tuve que escribir una biografía novelada para que la vida del héroe del Sitio de 1811 resultara más accesible al público generalista. La investigación me permitió derribar muchos mitos en torno a su figura: la cabeza no le había sido volada por una bala de cañón; no murió paseando sobre la muralla, como por lo demás nunca haría un general en sus cabales; nunca fue nombrado por las Cortes Benemérito de la Patria y nunca escribió una carta a su mujer en tono patriótico, entre otras cosas. Menacho fue un militar liberal, progresista en el sentido actual de izquierdas, reiteradamente ninguneado por el estamento castrense afín a los serviles, que contribuyó de su bolsillo a la aprobación de la Constitución de Cádiz. Lamentablemente, algunos prefieren seguir acudiendo a lugares comunes.»
● (El Rincón de Byron):La batalla de La Albuera, o la “sangrienta Albuera” para los británicos, no fue una batalla determinante en el transcurso de la contienda, pero sí que ha tenido un especial eco en la historia militar por el enconamiento y desarrollo de sus acciones. Exceptuando las repatriadas tropas de La Romana, ¿crees que las unidades españolas que participaron estaban posiblemente entre las mejores del ejército español de entonces? En tu opinión, ¿Dónde falló Beresford que hubiera acertado Wellington y donde equivocó su planteamiento un militar tan “maniobrero” como Soult?
(Jacinto J. Marabel): «Bueno, las “experimentadas” tropas de La Romana cayeron estrepitosamente en Santa Engracia tres meses antes. Las únicas unidades que se salvaron fueron las de Ballesteros, porque a principios de año habían sido adscritas al 4º Ejército. Participaron en La Albuera junto a una División del 5º Ejército, totalmente reconstruida, la Vanguardia de Lardizábal y la División de Zayas, y estas dos sí resultaron fundamentales en el transcurso de la batalla. Desplegadas en el centro y la izquierda de la defensa aliada, rechazaron sendos ataques de las columnas francesas, que sufrieron en apenas dos horas de combate frente a los españoles más de 3.000 bajas, el 40% del total de sus efectivos. El primer ataque fue rechazado casi en su totalidad por los dos batallones de Reales Guardias Españolas, la caballería del Conde de Penne evitó una masacre completa de la Brigada Colborne y el Regimiento de Irlanda, que registró 436 bajas al final de combate, esto es el 56% del total de efectivos, se sacrificó para cerrar huecos y recuperar los cañones perdidos por los británicos en la famosa carga de los polacos. Realmente, la participación de las brigadas británicas fue muy menor en el combate: las temerarias maniobras de Houghton y Colborne habría merecido un Consejo de Guerra, y pusieron en peligro el despliegue aliado. También lo habría merecido Beresford, a quien Wellington le retiró el mando tras la batalla. Lo cierto es que únicamente siguió sus indicaciones, porque la dirección de grandes masas de hombres le sobrepasaba. El mando debió corresponder a Castaños, pero este ya había avisado al británico que el lugar no era el más apropiado para presentar combate, porque dejaba una guarnición francesa a su espalda y el río Guadiana desbordado cerrándole una posible retirada a su derecha, así que rehusó inteligentemente la dirección del mismo. Se salvaron únicamente porque Soult pensaba, con razón, que en aquel lugar no podía esperarle un Ejército y que las tropas cubrían el repliegue de las divisiones que habían cercado Badajoz. En mayo de 1811, el mariscal Soult trató de repetir el movimiento envolvente que tan buenos resultados le había dado en febrero y ordenó que las dos brigadas de dragones continuasen hacia Mérida, para tomar luego la orilla derecha del Guadiana, mientras la infantería avanzaba por el sur. A la batalla de La Albuera concurrieron cuatro escuadrones de dragones, los únicos a los que les dio tiempo de regresar desde Almendralejo porque se encontraban a retaguardia de la columna. Según los órdenes de batalla, a Soult le faltaron 1.442 dragones, nueve escuadrones en total, que el día del combate se encontraban a las puertas de Mérida. Y esto pudo haber sido definitivo para decantarlo a su favor, aunque nunca lo sabremos.»
* Agradecer muy especialmente a Jacinto J. Marabel que nos haya atendido para la elaboración de esta entrada para «El Rincón de Byron».
Jacinto Jesús Marabel Matos, nacido en Badajoz, es asesor jurídico de la Abogacía General de la Junta de Extremadura y profesor de Derecho Administrativo en la Universidad. Aficionado a la Historia Militar, es fundador y secretario de la Asociación Histórica-Militar Alfonso IX. Ha publicado multitud de artículos y libros sobre la historia de Extremadura y Badajoz, entre otros, “El capitán Fariñas. Episodio del Sitio de Badajoz” (2012), Damnatio Memoriae” (2017), “Indomables. Historia del general Menacho y el cerco de Badajoz” (2019), “Badajoz, 1811” (2021) en la serie Guerreros y Batallas, y su último título, “Campaña de 1811 en Extremadura” (2022).
f – By Thomas Sutherland – This image is available from the National Library of WalesYou can view this image in its original context on the NLW Catalogue, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=70052941
Enrique F. Sicilia Cardona es historiador, docente, y autor de sendos títulos sobre historia militar, entre ellos, «Napoleón y Revolución. Las Guerras Revolucionarias» y «La Guerra del Rosellón (1793-1795)», este último como coautor. Hace unos pocos meses contactamos con él para poder concertar una entrevista sobre algunos de los temas que ha tratado en sus publicaciones, y amablemente accedió a concedernos una entrevista, que finalmente hoy ve la luz.
En alguna ocasión hemos comentado (supongo que en muchas) que las entrevistas son una de nuestras secciones más queridas ya que nos permiten ampliar nuestros conocimientos y puntos de vista a través del contacto con el saber y experiencia de nuestros semejantes. Aparte también hemos sido afortunados porque la inmensa mayoría de las que hemos realizado hasta ahora, gracias básicamente a nuestros entrevistados, han mejorado ostensiblemente la calidad de las preguntas en su conjunto, y la que publicamos hoy no ha sido una excepción.
Os dejamos por tanto sin más preámbulos con esta pequeña panorámica de la obra de Enrique F. Sicilia Cardona a la que nos asomamos en estos momentos.
La célebre imagen de Napoleón en la batalla de Rivoli, por Philippoteaux, también motivo de la portada del libro «Napoleón y Revolución» obra de nuestro entrevistado.
ENTREVISTA
(El Rincón de Byron): Manuel Godoy ha sido siempre un personaje controvertido en la historiografía española de finales del S. XVIII y principios del XIX. Polémico y denostado por la mayoría, en los altos empleos que tuvo jugó un papel destacado en las alianzas forjadas primero con Inglaterra y luego con la Francia Revolucionaria. ¿En una monarquía en crisis y con problemas de Hacienda, se pudo gobernar más eficientemente por parte del “Príncipe de la Paz” o la situación ya era insalvable para la corona española? ¿Se pudieron evitar las guerras con la Francia Revolucionaria?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Godoy, efectivamente, sigue siendo un personaje discutido y muchos le siguen considerando un simple arribista, sin excesivas destrezas. Con una simple lectura de sus «Memorias», uno se percata de lo incongruente de esa etiqueta. Allí vemos, sobre todo, a un estadista que, sí, con sus evidentes errores como su acercamiento a Francia tras Basilea, nada nuevo durante el Siglo de las Luces, y su peligroso coqueteo posterior con Napoleón, dirigió el reino de España durante unos años cruciales y propició algunos de sus hechos más notables a finales del siglo XVIII y principios del XIX. No solo eso, pues protagonizó igualmente una de las guerras más exitosas y cortas de nuestra historia, la de las Naranjas ante Portugal, con el todavía premio de Olivenza en nuestras fronteras. Por no hablar de su clara vertiente ilustrada fomentando algunas instituciones del saber. Ahora bien, la eficiencia en su gobierno pudo mejorarse, pues no consiguió el efecto deseado. La Real Hacienda sufrió lo indecible con la deriva marcial desde 1793 en adelante (y su obligada fidelidad a la absolutista Corona, le restó la flexibilidad adecuada para solventar mejor las crisis económicas) y en el exterior estaba muy influenciado por el imán de Francia y la constante beligerancia de la talasocracia británica. Digamos que se encontró en una escena principal como actor circunstancial y, lo más importante, con el guion muchas veces escrito por otros más poderosos y sin la liquidez necesaria.
La adhesión de España a las Guerras Revolucionarias en 1793 la veo como inevitable. Los lazos de sangre borbónicos eran históricos y la implosión del sistema estamental, tras la Revolución Francesa, demandó una política de contención monárquica que parara esa probable marea radical de ciudadanía. Por ese motivo, las tropas españolas llevaban tiempo acantonadas sobre la frontera pirenaica. Carlos IV, con la decapitación de su pariente Luis XVI, estaba obligado a actuar, si bien intentó apaciguar los ánimos con la salvaguarda de la restante familia real francesa. Si a ese vínculo personal, le unimos luego la favorable probabilidad de recuperar, en esa coyuntura, un territorio como el Rosellón, perdido desde 1659 ante los franceses, tenemos dos factores probables para provocar una resolución militar: la defensa de la sangre y la restauración territorial de algo que, culturalmente, todavía se consideraba peninsular e hispánico. Me queda un tercer factor, y fue capital: la propia intransigencia revolucionaria francesa, una vez consumada la escenificación cortante sobre su rey. La Convención de esos años no era precisamente un manantial de paz.
(El Rincón de Byron): Manuel Godoy has always been a controversial character in Spanish historiography in the late 18th and early 19th centuries. Controversial and reviled by the majority, in the high jobs he held he played a prominent role in the alliances forged first with England and then with Revolutionary France. In a monarchy in crisis and with financial problems, was it possible to govern more efficiently by the «Prince of Peace» or was the situation already insurmountable for the Spanish crown? Could the wars with Revolutionary France be avoided?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Godoy, indeed, continues to be a controversial character and many continue to consider him a simple careerist, without excessive skills. With a simple reading of their «Memoirs», one realizes the incongruity of that label. There we see, above all, a statesman who, yes, with his obvious mistakes such as his approach to France after Basel, nothing new during the Enlightenment era, and his subsequent dangerous flirtation with Napoleon, led the kingdom of Spain for a few years crucial and led to some of its most notable events in the late eighteenth and early nineteenth centuries. Not only that, because he also starred in one of the most successful and shortest wars in our history, that of the Oranges against Portugal, with the Olivenza prize still on our borders. Not to mention its clear enlightened aspect promoting some institutions of knowledge. However, the efficiency in his government could be improved, because it did not achieve the desired effect. The Royal Treasury suffered the unspeakable with the martial drift from 1793 onwards (and its forced loyalty to the absolutist Crown, deprived it of the adequate flexibility to better solve economic crises) and abroad it was greatly influenced by the imam of France and the constant belligerence of the British thalassocracy. Let’s say that he found himself in a main scene as a circumstantial actor and, more importantly, with the script many times written by other more powerful and without the necessary liquidity.The accession of Spain to the Revolutionary Wars in 1793 I see as inevitable. Bourbon blood ties were historical and the implosion of the estate system, after the French Revolution, demanded a policy of monarchical containment that would stop that probable radical tide of citizenship. For this reason, the Spanish troops had long been stationed on the Pyrenean border. Carlos IV, with the beheading of his relative Louis XVI, was obliged to act, although he tried to appease the spirits with the safeguarding of the remaining French royal family. If to this personal bond, we then add the favorable probability of recovering, at that juncture, a territory like Roussillon, lost since 1659 to the French, we have two probable factors to provoke a military resolution: the defense of blood and the restoration territorial of something that, culturally, was still considered peninsular and Hispanic. I still have a third factor, and it was capital: the French revolutionary intransigence itself, once the cutting staging of its king was consummated. The Convention of those years was not exactly a source of peace.
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(El Rincón de Byron): A pesar de los éxitos militares iniciales de la Campaña contra la Convención, con la invasión de territorio francés, el conflicto pronto cambiaría de signo y la iniciativa y los triunfos pasarían a ser de la República francesa, invadiendo una parte del territorio español que solo sería devuelta tras la Paz de Basilea. A grandes rasgos, ¿Qué factores fueron determinantes en tu opinión para que el devenir de los acontecimientos fuera tan negativo para las armas españolas y si ello fue un preludio de lo que pasaría luego en la Guerra de Independencia?
(Enrique F. Sicilia Cardona): La guerra del Rosellón o de la Convención fue una operación limitada en su concepción inicial. El reino de España proyectó una doble invasión -por País Vasco y Cataluña- para asentarse en algunos puntos clave del territorio francés y desde esas posiciones defenderse del posterior contraataque republicano. Ricardos, conocedor de esa geografía y del numeroso contingente humano que los franceses podrían oponerle, temía recular hasta Cataluña. En el momento de su muerte, en marzo de 1794, España estaba sobre territorio francés y se sostenía desde el magnífico campo fortificado de Le Boulou. La percepción negativa de esta guerra viene como consecuencia del posterior repliegue sobre Cataluña y la invasión francesa (Dugommier reorganizó y revitalizó a su ejército), pero no debemos olvidar que en 1795, con Urrutia en el teatro catalán, conseguimos una serie de notorias victorias campales sobre el río Fluviá, y en el momento de la firma de la paz de Basilea se proyectaba un ataque sobre la fortaleza de Mont Louis, guardián de la Cerdagne francesa. Es cierto que en el teatro de Navarra y Vascongadas los franceses estaban sobre el alto Ebro, pero en demasía extendidos y expuestos a un ataque en su desperdigado dispositivo. Los militares españoles no recibieron muy bien las noticias de la paz, al menos en el Rosellón, y no me cabe duda que la pervivencia del conflicto, al menos en 1795 hubiera favorecido algo más a España, por el trasvase del centro de gravedad hacia el Rhin e Italia, aunque el déficit apretaba con evidente desasosiego, y en Basilea realmente no salimos muy mal parados en términos territoriales. Otra cosa es pensar el qué hubiera sucedido tras la caída de Holanda ese mismo año, los posteriores problemas internos contra los realistas y, sobre todo, los planes del futuro Directorio. Lo dejo aquí.
Respecto a si fue un preludio esta guerra a nuestra GDI es indudable que sí. Luchamos contra el mismo enemigo, en una situación estratégica similar (dominando el mar con nuestra Armada en esos años y luego con la británica), con territorios españoles ocupados por ellos desde 1794, y con la notoria aparición, poca gente lo conoce, de la guerra irregular contra el francés. Ojo, porque el propio Ricardos también sufrió ese contratiempo guerrillero en su avance inicial por el Rosellón, en 1793 y acercándose a Perpignan, aunque los pueblos fronterizos franceses recibieron con bastante tranquilidad su incursión.
(El Rincón de Byron): Despite the initial military successes of the Campaign against the Convention, with the invasion of French territory, the conflict would soon change sign and the initiative and the triumphs would pass to the French Republic, invading a part of the Spanish territory which would only be returned after the Peace of Basel. Broadly speaking, what factors were determining in your opinion for the course of events to be so negative for Spanish weapons and if this was a prelude to what would happen later in the War of Independence?
(Enrique F. Sicilia Cardona): The Roussillon or Convention War was a limited operation in its initial conception. The kingdom of Spain planned a double invasion – by the Basque Country and Catalonia – to settle in some key points of the French territory and from those positions defend itself from the subsequent republican counterattack. Ricardos, aware of that geography and of the large human contingent that the French could oppose him, was afraid of retreating to Catalonia. At the time of his death, in March 1794, Spain was on French territory and supported from the magnificent fortified field of Le Boulou. The negative perception of this war comes as a consequence of the subsequent withdrawal from Catalonia and the French invasion (Dugommier reorganized and revitalized his army), but we must not forget that in 1795, with Urrutia in the Catalan theater, we achieved a series of notorious pitched victories. on the river Fluviá, and at the time of the signing of the peace of Basel an attack was planned on the fortress of Mont Louis, guardian of the French Cerdagne. It is true that in the theater of Navarra and Vascongadas the French were on the upper Ebro, but too extended and exposed to an attack in its scattered device. The Spanish military did not receive the news of peace very well, at least in Roussillon, and I have no doubt that the survival of the conflict, at least in 1795, would have favored Spain somewhat more, due to the shift from the center of gravity to the The Rhine and Italy, although the deficit tightened with evident unease, and in Basel we really did not fare very badly in territorial terms. Another thing is to think what would have happened after the fall of the Netherlands that same year, the subsequent internal problems against the royalists and, above all, the plans of the future Directorate. I leave it here.
Regarding whether this war was a prelude to our GDI, there is no doubt that it was. We fought against the same enemy, in a similar strategic situation (dominating the sea with our Navy in those years and then with the British), with Spanish territories occupied by them since 1794, and with the notorious appearance, few people know of it, of the irregular war against the French. Be careful, because Ricardos himself also suffered that guerrilla setback in his initial advance through Roussillon, in 1793 and approaching Perpignan, although the French border towns received his incursion quite calmly.
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(El Rincón de Byron): La guerra contra la Convención se desarrolló en prácticamente la línea de la cordillera de los Pirineos, desde el País Vasco, pasando por Aragón hasta Cataluña. En esta última, el conflicto fue conocido como Guerra Gran (Guerra Grande) y, al parecer, uno de los objetivos de Carlos IV era recuperar los antiguos territorios del Rosellón, perdidos en las guerras anteriores con Francia. ¿Te consta que la opinión pública en Cataluña o sus gobernantes fueran favorables a dicha iniciativa? ¿Las compañías de somatenes locales y los Tercios de Migueletes intervinieron en el conflicto decididamente o su presencia no tuvo un impacto significativo en el mismo?
(Enrique F. Sicilia Cardona): En Cataluña hubo un fervor considerable al comienzo de las hostilidades y en el Rosellón las tropas catalanas se distinguieron, en bastantes momentos marciales, por su rey y por España. Fíjese que cuando el conde de la Unión salió desde Barcelona en 1794 para suceder a O´Reilly -también fallecido por enfermedad- tuvo una colosal salida, en plan triunfo romano. Y en todo el reino de España hasta los reveses de ese año, la guerra fue bastante popular, pues la sociedad española estaba muy identificada con su monarquía y, sobre todo, con la defensa de su sacralidad católica. Y esos revolucionarios corta cabezas, vistos por la controlada prensa de la época como demonios, indignaron a muchos.
Respecto a los somatenes y Migueletes hay que indicar que tampoco eran ninguna novedad y ya en siglos anteriores habían dado muestras de su activación y participación. Existía esa cultura de la milicia campesina en armas, podríamos decir. Practicaban habitualmente, al conocer muy bien el terreno, una guerra de emboscadas, sorpresas y golpes de mano que alteraban la presencia del invasor francés y sus líneas de comunicación, antecedente claro de la famosísima y vital guerrilla española en la guerra contra Napoleón. Y en algunas acciones incluso estuvieron en primera línea, por ejemplo en Espolla, a finales de 1793 y al año siguiente, en el ataque a San Lorenzo de la Muga, o en la toma final de Puigcerdá en 1795. Es conocido que el conde de la Unión recurrió con pragmatismo a ellos oficializándolos y fueron una base miliciana importante en el sostenimiento del teatro catalán, siempre secundario para los franceses en estos tiempos, no lo olvidemos. Urrutia siguió esa senda en 1795 para generar una versión más militarizada e independiente tácticamente con los Migueletes.
(El Rincón de Byron): The war against the Convention took place in practically the line of the Pyrenees mountain range, from the Basque Country, passing through Aragon to Catalonia. In the latter, the conflict was known as Guerra Gran (Big War) and, apparently, one of the objectives of Charles IV was to recover the former territories of Roussillon, lost in the previous wars with France. Do you know that public opinion in Catalonia or its leaders were in favor of this initiative? Did the local Somatenes companies and the Tercios de Migueletes decisively intervene in the conflict or did their presence not have a significant impact on it?
(Enrique F. Sicilia Cardona): In Catalonia there was considerable fervor at the beginning of hostilities and in Roussillon the Catalan troops distinguished themselves, in many martial moments, for their king and for Spain. Note that when the Count of La Unión left Barcelona in 1794 to succeed O’Reilly – also deceased from illness – he had a colossal departure, in a Roman triumph. And throughout the kingdom of Spain until the reverses of that year, the war was quite popular, since Spanish society was closely identified with its monarchy and, above all, with the defense of its Catholic sacredness. And those revolutionaries cut heads, seen by the controlled press of the time as demons, outraged many.
Regarding the Somatenes and Migueletes, it should be noted that they were not new either and in previous centuries they had already shown signs of their activation and participation. There was that culture of the peasant militia in arms, we could say. They habitually practiced, knowing the terrain very well, a war of ambushes, surprises and hand blows that altered the presence of the French invader and his lines of communication, a clear antecedent of the famous and vital Spanish guerrilla in the war against Napoleon. And in some actions they were even in the front line, for example in Espolla, at the end of 1793 and the following year, in the attack on San Lorenzo de la Muga, or in the final capture of Puigcerdá in 1795. It is known that the count of The Union pragmatically resorted to them making them official and they were an important militia base in the support of the Catalan theater, always secondary to the French in these times, let’s not forget it Urrutia followed that path in 1795 to generate a more militarized and tactically independent version with the Migueletes.
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(El Rincón de Byron): La reconquista de Tolón por parte de los ejércitos revolucionarios fue uno de los primeros hechos de armas que dieron a conocer al joven Bonaparte entre sus superiores y en Paris, gracias también a la confianza depositada por el general Dugommier, su comandante en jefe. Entre las tropas defensoras, en la base naval o en sus fuertes perimetrales, aparte de fuerzas realistas francesas y diversos contingentes extranjeros, también había un fuerte contingente español de unos 6-7.000 hombre, con comandantes como Juan de Lángara o Gravina, y una buena flota de guerra. ¿Nos podrías comentar a grandes rasgos su desempeño durante el asedio y cuál fue la suerte de aquellas tropas una vez abandonada la rada de Tolón?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Lo primero aquí es indicar que esa diversión de Tolón fue perjudicial estratégicamente para las armas españolas en el Rosellón. Me explico. Ricardos perdió, en un momento clave, las tropas de los Regimientos de infantería de Mallorca e Hibernia, los cuales embarcarían en Rosas para esa empresa hacia el puerto francés de Tolón, hablamos de casi 2.000 hombres fogueados y muy capacitados que, como dijo el propio Ricardos, le produjeron un vacío en la fase más crítica de sus operaciones, hacia finales de agosto y principios de septiembre de 1793, creo recordar. Es decir, en el momento de intentar tomar Perpignan, cosa que no se pudo realizar tras la derrota posterior de Peyrestortes. Y la fuerte armada que debía apoyarle por la costa en esos tiempos se malgastó en ese conocido pasaje militar donde el Corso obtuvo sus primeros reconocimientos oficiales. Entiendo que esa revuelta federalista francesa -contrarios a los jacobinos parisienses- y el premio de la flota francesa surta allí era una atracción necesaria para la Royal Navy, sobre todo, pero debimos participar con menos medios, la verdad.
Una vez desembarcados y asegurados en el perímetro defensivo de Tolón, las fuerzas españolas se comportaron con profesionalidad y destreza ante los republicanos franceses. Un ejemplo puede ser la reconquista de la vital posición de Mont Faron por tres columnas aliadas, una con notoria presencia española al mando del gran Gravina, en octubre de 1793, y que contraatacó a los revolucionarios comandadas ese día por un tal Víctor, sí, el futuro mariscal napoleónico que usted bien conoce, por la zona central de aquel disputado monte testigo. Tampoco lo hicieron mal en la salida de finales de noviembre hacia las obras de asedio republicanas en torno al pequeño puerto. En definitiva, el nivel táctico del ejército español a finales del XVIII no estaba ni mucho menos obsoleto, ni atrasado con respecto a las potencias imperantes. Y en ese 1793 demostraron ser superiores en batalla a los entusiastas franceses en repetidas ocasiones.
(El Rincón de Byron): The reconquest of Toulon by the Revolutionary armies was one of the first acts of arms that made the young Bonaparte known among his superiors and in Paris, thanks also to the trust placed by General Dugommier, his commander-in-chief. Among the defending troops, in the naval base or in its perimeter forts, apart from French royalist forces and various foreign contingents, there was also a strong Spanish contingent of about 6-7,000 men, with commanders such as Juan de Lángara or Gravina, and a good war fleet. Could you give us a rough comment on their performance during the siege and what was the fate of those troops once they left the roadstead of Toulon?
(Enrique F. Sicilia Cardona): The first thing here is to indicate that this diversion of Toulon was strategically detrimental to the Spanish arms in Roussillon. I explain. Ricardos lost, at a key moment, the troops of the Majorcan and Hibernian infantry Regiments, which would embark in Rosas for that company towards the French port of Toulon, we are talking about almost 2,000 skilled and highly trained men who, as said Ricardos himself, produced a vacuum in the most critical phase of their operations, towards the end of August and the beginning of September 1793, I think I remember. That is, at the time of trying to take Perpignan, which could not be done after the subsequent defeat of Peyrestortes. And the strong army that had to support him along the coast at that time was wasted in that well-known military passage where the Corso obtained its first official recognitions. I understand that this French federalist revolt – contrary to the Parisian Jacobins – and the prize of the French fleet supplied there was a necessary attraction for the Royal Navy, above all, but we had to participate with less means, really.
Once landed and secured in the defensive perimeter of Toulon, the Spanish forces behaved professionally and skilfully against the French Republicans. An example may be the reconquest of the vital position of Mont Faron by three allied columns, one with a notorious Spanish presence under the command of the great Gravina, in October 1793, and that counterattacked the revolutionaries commanded that day by a certain Victor, yes, the future Napoleonic marshal that you know well, in the central area of that disputed mountain witness. They also did not do badly in the departure at the end of November towards the Republican siege works around the small port. Summing up, the tactical level of the Spanish army at the end of the 18th century was by no means obsolete, nor was it behind the prevailing powers. And in that 1793 they proved to be superior in battle to the French enthusiasts repeatedly.
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(El Rincón de Byron): Lazare Carnot fue un personaje significativo durante la época revolucionaria y sobre todo con el gobierno del Directorio. Un matemático y militar a la que sin duda la Revolución francesa le debió su propia existencia en el tiempo, con sus medidas como la “Levée en masse” y la mejora de las condiciones del ejército revolucionario, así como sus tácticas en el campo de batalla. ¿Coincides en que Carnot y sus contribuciones son un ejemplo más de ilustre olvidado por la Historia moderna, ensombrecido -quizás injustamente- por los acontecimientos posteriores o por una figura históricamente más atractiva?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Sin lugar a dudas. Personaje sin el relumbrón histórico debido, pues Él fue el arquitecto de la respuesta masiva en 1793 que salvó a la propia Revolución, algo que el propio Jomini, mi tratadista militar favorito, confirmó. Un personaje excelso, con una gran capacidad para las ciencias matemáticas, la organización metódica y experto, como curiosidad, en abaluartamiento, y que fue fundamental en Francia, al menos, hasta 1795. En táctica marcial también destacó, como nos recuerda Bell, al apostar por la ruptura en masa en el campo de batalla, tal y como hizo en Wattignies. Sin olvidar que el propio Napoleón le debe ese ascenso posterior a la jefatura en Italia y, claro está, el Corso siempre le tuvo un gran respeto, a pesar de su oposición a la elevación personal e imperial en 1804, provocadas por el propio republicanismo pertinaz de Carnot, más los rescoldos de 1797 con el golpe de Fructidor. Para terminar, su decisiva contribución al decreto obligatorio de la Levée en Masse cambió las reglas de la guerra y esto no fue en sí una vuelta a la barbarie, como analizó Fuller, sino la evolución necesaria y racional de una nación en armas hacia la totalidad de sus recursos enfocados al único argumento posible en esos tiempos: la victoria frente a los agresores
(El Rincón de Byron): Lazare Carnot was a significant figure during the revolutionary era and especially with the government of the Directory. A mathematician and military man to whom the French Revolution undoubtedly owed its own existence in time, with its measures such as the «Levée en masse» and the improvement of the conditions of the revolutionary army, as well as its tactics on the battlefield. Do you agree that Carnot and his contributions are yet another illustrious example forgotten by modern history, overshadowed – perhaps unfairly – by later events or by a more historically attractive figure?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Without a doubt. Character without the due historical flash, since He was the architect of the massive response in 1793 that saved the Revolution itself, something that Jomini himself, my favorite military writer, confirmed. An exalted character, with a great capacity for mathematical sciences, methodical and expert organization, as a curiosity, in basting, and who was fundamental in France, at least, until 1795. In martial tactics he also highlighted, as Bell reminds us, gambling on the mass breakout on the battlefield, just as you did at Wattignies. Without forgetting that Napoleon himself owes him that subsequent rise to leadership in Italy and, of course, the Corso always had great respect for him, despite his opposition to personal and imperial elevation in 1804, caused by stubborn republicanism from Carnot itself, plus the embers of 1797 with the Fructidor coup. Finally, his decisive contribution to the mandatory decree of the Levée en Masse changed the rules of war and this was not in itself a return to barbarism, as Fuller analyzed, but the necessary and rational evolution of a nation in arms towards totality of its resources focused on the only possible argument in those times: victory against the aggressors.
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(El Rincón de Byron): Algunos han calificado a Napoleón Bonaparte como un “hijo de la Revolución”. No es un punto de vista que compartamos ya que él estuvo alejado algún tiempo de los escenarios bélicos principales en dicho periodo debido a sus estancias en su isla natal de Córcega y sus devaneos políticos a favor y luego en contra del jefe patriota local, Pascale Paoli. ¿Cuánto le debió Napoleón a la Revolución y cuanto le debió ésta a la figura del gran corso?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Con rotundidad, Napoleón a la revolución le debió todo, pues nunca hubiera escalado de una manera tan fulgurante en otro estado socio-político. Es más, en el Antiguo Régimen no hubiera pasado de ser un simple oficial, sin capacidad de decisión, ni mando sobre miles de hombres, pues aunque pertenecía a la nobleza local corsa, le hubiera sido complicado atraerse la atención de Francia como salvador de la patria ante enemigos exteriores. En resumidas cuentas, su evidente meritocracia hubiera tenido muy complicada salida al escenario principal. Las guerras, sin esa Revolución en curso, hubieran seguido siendo convencionales y limitadas, dirigidas por nobles de alta cuna y ante enemigos no tan predispuestos a arriesgarse durante un largo periodo. A luz de este sólido argumento contextual, respondo a la segunda parte. Para mí, como auguró el propio Guibert, Napoleón fue la culminación de la misma Revolución y hoy en día está indisolublemente unida a ella. Son complementarios, no excluyentes, y personifican, como trasunto mutuo, ese periodo clave de la Historia de la Humanidad
(El Rincón de Byron): Some have described Napoleon Bonaparte as a “son of the Revolution”. It is not a point of view that we share since he was away for some time from the main war scenes in that period due to his stays on his native island of Corsica and his political ramblings in favor and later against the local patriot chief, Pascale Paoli . How much did Napoleon owe to the Revolution and how much did it owe to the figure of the great Corsican?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Napoleon absolutely owed everything to the Revolution, for he would never have risen so brilliantly in another socio-political state. Moreover, in the Old Regime he would not have gone from being a simple officer, without decision-making capacity, nor command over thousands of men, because although he belonged to the local Corsican nobility, it would have been difficult for him to attract the attention of France as the savior of the homeland before foreign enemies. In short, his obvious meritocracy would have had a very difficult exit to the main stage. The wars, without that ongoing Revolution, would have remained conventional and limited, led by noblemen of high birth and before enemies not so predisposed to take risks for a long period. In light of this strong contextual argument, I respond to the second part. For me, as Guibert himself predicted, Napoleon was the culmination of the Revolution itself and today he is inextricably linked to it. They are complementary, not exclusive, and personify, as a mutual transcript, that key period in the History of Humanity.
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(El Rincón de Byron): El escritor francés Stendhal en su biografía de Napoleón contempló básicamente la primera campaña de Italia, donde ensalzaba la figura del Napoleón más «auténtico» que había habido. ¿Crees también que el mejor Bonaparte/Napoleón fue el de las campañas de Italia, o que sus campañas posteriores también dieron una medida de las capacidades de Bonaparte-Napoleón? ¿Crees que Bonaparte hubiera triunfado donde fracasó Napoleón? ¿Cuál crees que fue el verdadero punto de inflexión de su carrera?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Bonaparte, en 1796-1797 raya a un gran nivel. Su estresante, activa e inteligente defensa de atracción en Mantua es una de las mayores gestas de su carrera. Stendhal, que sirvió con él en 1800, lo inmortaliza en su obra como tantos otros, sí, pero las voces de sus compañeros en armas durante esa campaña le hablarían de las grandes heroicidades de Bonaparte en su anterior periodo de condotiero luchando en Italia influenciando, no me cabe duda, su opinión general. No debemos olvidar que en 1796, Alvinczy, un competente oficial general austríaco de origen magiar, estuvo muy cerca de sepultar en el olvido al joven corso, con sus consecutivas victorias en la segunda batalla de Bassano y, sobre todo, en la batalla de Caldiero, hasta su angustiosa victoria de Arcole, donde Bonaparte se lo jugó todo, incluida su propia vida en pos de la victoria. Para mí, no es en las campañas de 1796-1797 donde encontramos al mejor Napoleón. Estaba todavía, como estudió Chandler, en proceso su sistema. Él, realmente, no inventó nada nuevo, pero llevó a la máxima expresión los avances teóricos de la segunda mitad del siglo XVIII y las capacidades personales del combatiente francés salido de la Revolución. Y es en 1805-1806 donde encontramos al mejor Napoleón, con la Gran Táctica en todo su esplendor. En esos años, nadie hubiera podido con él. Ni Suvórov, ni Wellington, por citar otros grandes capitanes de esta época. Hablando del ruso, pregunté al conservador jefe de su museo en San Petersburgo qué hubiera sucedido en una campaña entre el viejo y experto líder enfrentado a la estrella emergente revolucionaria. No me pudo concluir una respuesta definitiva pero, como él, creo que Suvórov hubiera tenido oportunidades de derrotarle puntualmente entre 1796 a 1800. Después, no. Y Wellington mismo hubiera sido barrido en los campos de Europa central entre 1805-06. Los ejércitos rivales no se movían a esa velocidad, ni se concentraban con sus cuerpos independientes tan rápidamente estando en marchas dispersas. A Mack se le sentencia, con razón, por lo de Ulm, pero realmente pocos mandos hubieran escapado de ese magnífico movimiento con su prestigio intacto. Esa entrenada Grande Armée y su ejecutivo bataillon-carré eran una formidable máquina militar, con una de las mejores mentes en acción dirigiéndola en esos momentos. Además, algunos de sus subordinados en puestos relevantes eran brillantes en la táctica, véase Davout o Lannes. La minusvaloración del enemigo, la soberbia personal y la apatía posterior todavía no residían en él, y sus rivales aún tenían que amoldarse a su nuevo sistema marcial. Desde su triunfo en persecución en Alemania tras Jena, vino la vigorizada y cruda realidad rusa con Bennigsen (otro mando que debería enjuiciarse mejor) en Polonia, la úlcera española, el Desastre de 1812 y la batalla de las Naciones en 1813. Solo en 1814 volvió a ser, de nuevo, enérgico, rápido y contundente, pero sin medios humanos y equinos suficientes. Y en 1815, es posible que ese joven Bonaparte hubiera vencido la primera parte de la campaña llegando hasta Bruselas pues, o bien hubiera perseguido con más ahínco a Blücher tras Ligny y, si no, hubiera atacado antes a Wellington el mismo día 17 o, por qué no, el ilustre 18 en Waterloo. En definitiva, su habitual exposición y energía de 1796-1797, claves en su estilo de mando, le hubiera dado mayores probabilidades de victoria, en esos posibles nuevos escenarios de esa campaña final. En definitiva, creo que no hubiera delegado tanto en los detalles, ni hubiera dejado alguno de esos hechos sin la definición requerida.
Es complicado discernir cuál fue el comienzo del fin en Napoleón, su curva descendente, pues tuvo muchos comienzos y finales en su increíble vida. Pero si tengo que escoger uno diría que su errónea gestión de la paz. Me explico. En sus años terminales del imperio (1812-1815) tuvo oportunidades hacia la pacificación general que él desaprovechó conscientemente, imagino que por vanidad, posición conseguida y falso convencimiento en su fortaleza. Por ejemplo, en 1813, una vez ganadas las dos costosas batallas de Lützen y Bautzen vino el armisticio de Pläswitz, a la larga un error estratégico del corso pero que, bien llevado, pudo haberle ahorrado el sufrimiento posterior. Su negación en Praga a conseguir una paz duradera en esos momentos, como otro episodio similar de 1814, tras las victorias de la maravillosa campaña de los Seis Días, han pasado algo desapercibidos por la historiografía y creo que ahí reside el inicio de su caída definitiva, ya que tras Leipzig fue siempre en contramarcha a los acontecimientos políticos y en defensiva general, no dictando ya las condiciones del escenario europeo.
(El Rincón de Byron): The French writer Stendhal in his biography of Napoleon basically contemplated the first campaign in Italy, where he praised the figure of the most «authentic» Napoleon there had ever been. Do you also think that the best Bonaparte Napoleon was the one from the Italian campaigns, or that his later campaigns also gave a measure of the Bonaparte-Napoleon capabilities? Do you think Bonaparte would have succeeded where Napoleon failed? What do you think was the true turning point of his career?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Bonaparte, in 1796-1797, strikes a great level. His stressful, active and intelligent defense of attraction in Mantua is one of the greatest feats of his career. Stendhal, who served with him in 1800, immortalizes him in his work like so many others, yes, but the voices of his comrades in arms during that campaign would tell him of the great heroics of Bonaparte in his previous period as a condottier fighting in Italy influencing, I have no doubt, your general opinion. We must not forget that in 1796, Alvinczy, a competent Austrian general officer of Magyar origin, came very close to burying the young Corsican in oblivion, with his consecutive victories in the second battle of Bassano and, above all, in the battle of Caldiero. , until his harrowing victory at Arcole, where Bonaparte risked everything, including his own life, in pursuit of victory. For me, it is not in the campaigns of 1796-1797 that we find the best Napoleon. He was still, as Chandler studied, his system in the works. He did not really invent anything new, but he brought to the maximum expression the theoretical advances of the second half of the 18th century and the personal capabilities of the French fighter who came out of the Revolution. And it is in 1805-1806 where we find the best Napoleon, with the Great Tactic in all its splendor. In those years, no one could have beaten him. Not Suvorov, not Wellington, to name other great captains of this time. Speaking of Russian, I asked the chief curator of his museum in St. Petersburg what would have happened in a campaign between the old expert leader confronted the revolutionary rising star. He could not conclude a definitive answer for me, but, like him, I believe that Suvorov would have had opportunities to defeat him punctually between 1796 and 1800. Later, no. And Wellington itself would have been swept into the fields of central Europe between 1805-06. The rival armies did not move at that speed, nor did they concentrate with their independent corps as quickly while in scattered marches. Mack is rightly sentenced for Ulm, but few really would have escaped that magnificent move with their prestige intact. That trained Grande Armée and her bataillon-carré executive were a formidable military machine, with one of the best minds in action directing her at the time. Also, some of his subordinates in relevant positions were brilliant at tactics, see Davout or Lannes. The enemy’s underestimation, personal pride, and subsequent apathy did not yet reside in him, and his rivals had yet to adjust to his new martial system. From its triumph in persecution in Germany after Jena, came the invigorated and stark Russian reality with Bennigsen (another command that should be better prosecuted) in Poland, the Spanish ulcer, the Disaster of 1812 and the Battle of the Nations in 1813. Only in 1814 he was once again energetic, fast and forceful, but without sufficient human and equine resources. And in 1815, it is possible that this young Bonaparte had won the first part of the campaign, reaching Brussels, then, or else he would have pursued Blücher more hard after Ligny and, if not, he would have attacked Wellington earlier on the same day the 17th or, why not, the illustrious 18 at Waterloo. In short, his usual exposure and energy from 1796-1797, key to his style of command, would have given him a better chance of victory, in those possible new scenarios of that final campaign. In short, I believe that I would not have delegated so much in the details, nor would I have left any of those facts without the required definition.
It is difficult to discern what was the beginning of the end in Napoleon, his downward curve, as he had many beginnings and ends in his incredible life. But if I have to choose one, I would say its wrong management of peace. I explain. In his terminal years of the empire (1812-1815) he had opportunities towards general pacification that he consciously missed, I imagine that by vanity, position achieved and false conviction in his strength. For example, in 1813, once the two costly battles of Lützen and Bautzen had been won, the Pläswitz armistice came, in the long run a strategic error by the Corsican but which, well managed, could have saved him the subsequent suffering. His refusal in Prague to achieve lasting peace at that time, like another similar episode in 1814, after the victories of the wonderful Six Days campaign, has gone somewhat unnoticed by historiography and I believe that this is the beginning of his definitive downfall. , since after Leipzig it was always in counter-march to political events and in general defensive, no longer dictating the conditions of the European scene.
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(El Rincón de Byron): A menudo hablamos de las campañas de Italia desde el punto de vista militar, pero no hay que olvidar que, tras las victorias en los campos de batalla, el gobierno revolucionario francés (o Napoleón) reorganizaba a su antojo los territorios ocupados (las llamadas Repúblicas Hermanas) creando territorios satélites artificiales bajo la influencia francesa. ¿Crees que esta práctica de fragmentación territorial, a la larga, fue beneficiosa para la República, o lo sería posteriormente en el Imperio, o lo único que hizo fue procurarles más enemigos, atemorizados por dichas expansiones?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Creo que fue una medida inteligente la de fragmentar en pequeños estados satélites sus conquistas. Primero, porque así le conferían una mixtura de independencia-dependencia al territorio conquistado, más nominal que real vale, pero eficiente para mantener su idiosincrasia cultural, en la propia conciencia de los lugareños. Segundo, porque a las restantes potencias no le preocuparían tanto esos territorios, al no estar unidos territorialmente a Francia, aunque sí que habría un aprovechamiento humano y comercial significativo, por ejemplo con la Confederación del Rin o el Gran Ducado de Varsovia. Si anexionas un territorio a tu estado, lo consideras como parte integrante del mismo y la ocupación tiene entonces aspiraciones de perpetuarse, mientras que a los estados satélites, los mantienes dentro de tu órbita de influencia, ya que no los consideras indivisibles a tus fronteras e internacionalmente mantienen una cierta identidad propia alejada del estado o entidad política que las tutela. El temor de las otras potencias hacia Francia fue cambiando con el tiempo, pues no es lo mismo el cordón sanitario de los primeros años revolucionarios y la intervención antirrevolucionaria, que las últimas coaliciones anti napoleónicas enfocadas en derribar al Ogro, sobre todo, con la habitual perseverancia y el poder financiero de Gran Bretaña.
(El Rincón de Byron): We often speak of Italy’s campaigns from a military point of view, but we must not forget that, after victories on the battlefields, the French revolutionary government (or Napoleon) reorganized the occupied territories at will (the so-called Sister Republics) creating artificial satellite territories under French influence. Do you think that this practice of territorial fragmentation, in the long run, was beneficial for the Republic, or would it be later in the Empire, or all it did was to procure more enemies, frightened by these expansions?
(Enrique F. Sicilia Cardona): I think it was an intelligent measure to fragment their conquests into small satellite states. First, because in this way they conferred a mixture of independence-dependence on the conquered territory, more nominal than real, but efficient to maintain its cultural idiosyncrasy, in the consciousness of the locals. Second, because the other powers would not be so concerned with these territories, as they are not territorially linked to France, although there would be significant human and commercial use, for example with the Confederation of the Rhine or the Grand Duchy of Warsaw. If you annex a territory to your state, you consider it as an integral part of it and the occupation then has aspirations to perpetuate itself, while you keep satellite states within your orbit of influence, since you do not consider them indivisible to your borders and internationally they maintain a certain identity of their own away from the state or political entity that protects them. The fear of the other powers towards France was changing over time, since the sanitary cordon of the first revolutionary years and the antirevolutionary intervention is not the same as the last anti-Napoleonic coalitions focused on overthrowing the Ogre, above all, with the usual perseverance and the financial might of Great Britain.
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(El Rincón de Byron): ¿Podrías elegir, de entre las figuras históricas de la Revolución y el Consulado, tus cinco figuras más importantes (civiles o militares) y decirnos el porqué de tu elección?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Sí, encantado, aunque es un número corto para la elección. Son los siguientes:
• LUIS XVI: Fue el predestinado ojo de todo el huracán revolucionario. Todo giraba en esos primeros años en torno a él. Su caída y decapitación propiciaron el cambio de régimen y provocaron acostumbrarse a la guerra durante un largo periodo dentro de la Edad Contemporánea. Siempre me he preguntado qué hubiera sucedido con otro personaje real más capacitado y firme.
• CARNOT: El organizador de la victoria y salvador de Francia hasta 1795.
• ROBESPIERRE: Epítome del político revolucionario, exaltado, controvertido, ambicioso e ideologizado. Una figura capital de esos intensos años, elevada al imaginario popular.
• MOREAU: El otro rival en el generalato revolucionario de Bonaparte, una vez muerto Hoche. Y, de hecho, consiguió el mejor triunfo de todo el periodo marcial hasta 1802, con la batalla de Hohenlinden, en pleno consulado napoleónico. Su excesiva integridad y amor a los ideales republicanos, amén de su poca ambición política, le encaminaron hacia el exilio. Si llega a morir el Corso en aquellos años, un general capaz de llevar las riendas en el campo de batalla, por experiencia, prestigio y dotes de mando. Un maestro de la táctica del contraataque.
• NAPOLEÓN: Sobran las explicaciones. El Gran Hombre.
(El Rincón de Byron): Could you choose, from among the historical figures of the Revolution and the Consulate, your five most important figures (civil or military) and tell us the reason for your choice?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Yes, delighted, although it is a short number for the election. They are as follows:
• LUIS XVI: It was the predestined eye of the entire revolutionary hurricane. Everything revolved around him in those early years. His fall and beheading led to regime change and led to getting used to war for a long period within the Contemporary Age. I’ve always wondered what would have happened to a more capable and assertive real character.
• CARNOT: The organizer of victory and savior of France until 1795.
• ROBESPIERRE: Epitome of the revolutionary politician, exalted, controversial, ambitious and ideologized. A capital figure of those intense years, elevated to the popular imagination.
• MOREAU: the other rival in the revolutionary generalate of Bonaparte, after Hoche died. And, in fact, he achieved the best triumph of the entire martial period until 1802, with the Battle of Hohenlinden, in the middle of the Napoleonic consulate. His excessive integrity and love for republican ideals, in addition to his low political ambition, led him into exile. If the Corso dies in those years, a general capable of taking the reins on the battlefield, by experience, prestige and command skills. A master of counterattack tactics.
• NAPOLEON: Not words. The great man.
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(El Rincón de Byron): Vemos que en tu bibliografía tienes títulos que nos hablan de conflictos en lugares tan dispares como Nieuport, en la actual Bélgica, o Sekigahara, en el Japón. ¿Te atrajeron de alguna manera en particular estas batallas o podrías haber elegido cualquier otra batalla de los siglos XVII-XVIII? ¿Crees que se podría establecer alguna analogía en las tácticas empleadas en Occidente con las empleadas en el Japón del 1600, en especial con el uso de las armas de fuego?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Sí, la batalla de Nieuport es la primera derrota seria campal de los temibles Tercios Viejos de Flandes, las mejores tropas de aquellos tiempos. Me atrajo el discernir por qué se produjo y cómo pudieron perder ese día aquellas tropas tan temidas, tan acostumbradas a vencer, pues en castellano había poca investigación sobre la misma y nada en una monografía como la que hice. Se dice que las victorias suelen tener muchos padres, mientras que las derrotas no. Eso es lo que buscaba, material histórico sin excesiva investigación y, en pleno siglo XXI, es ahí donde debemos incidir, en lo no contado. Sekigahara tenía la particularidad de desarrollarse en el mismo 1600, pero en el confín de Asia, y con una cultura marcial, la samurái, muy diferenciada a la europea. Deseaba comparar aquellos dos sistemas marciales exitosos y tan diametralmente opuestos, sí. Una vez inmerso en ello, las sorpresas fueron considerables, pues pude comprobar el alto grado de aceleración tecnológica que habían tenido los daimios (clanes dirigidos por un señor) de esa periodo Sengoku (1467-1615), tras la llegada inesperadas de los arcabuces portugueses (con influencias técnicas de la India) a la isla de Tanegashima en 1543. Ellos crearon el llamado teppo o arcabuz japonés, un arma de antecarga más liviana que el europeo, que se disparaba con una caja menor apoyada en el carrillo, y con un grado de precisión en el disparo sensiblemente mayor. Asimismo, esa arma letal fue distribuida a unidades de infantería de origen rural llamadas ashigarus, los cuales con su entrenamiento y, sobre todo, mayor número suplantaron en el campo de batalla a la élite samurái como los principales causantes de las muertes en combate. Sus tácticas, influenciadas por las chinas, eran muy elaboradas en los despliegues para combatir y contaban con tropas uniformadas de caballería protegida samurái e infantería con largas lanzas (denominadas yaris, similares a nuestras picas), arqueros, más los decisivos teppos y una, eso sí, testimonial artillería. Con esas características en mente, voy a darle ahora un dato comparativo. Los hispánicos que lucharon en Nieuport no llegarían ni a 10.000 hombres. Bien, en Sekigahara cada ejército enemigo (alianza del Este con Tokugawa y del Oeste con Ishida) rondaría un mínimo de 60.000 a 70.000 hombres y es muy posible que fueran incluso más. Este dato numérico, apabullante, nos indica que en una confrontación entre las tropas de la Monarquía Hispánica presentes en Nieuport y las japonesas de esa misma época en Sekigahara, hubiera sido muy difícil el mantenimiento del terreno disputado por las tropas hispánicas. En los famosos combates de Cagayán (Filipinas), los españoles derrotaron contundentemente a una fuerte agrupación del wako japonés, piratería. No dudo en la alta destreza y determinación de las tropas españolas en aquellos tiempos, y en igualdad o con manejables números inferiores, no tenían rival. Ahora bien, estamos hablando de una diferencia de 50.000 a 70.000 hombres entre Nieuport y Sekigahara, a favor de los japoneses. Nuestro asentado etnocentrismo nos hace ver la Historia sólo desde nuestra óptica. Otro ejemplo atrayente y nada estudiado, Roma y sus legiones vencedoras de Aníbal en Zama. En ese mismo año, los Han de China movilizaban ejércitos de 200.000 a 300.000 hombres…
(El Rincón de Byron): We see that in your bibliography you have titles that tell us about conflicts in places as diverse as Nieuport, in present-day Belgium, or Sekigahara, in Japan. Were you attracted in any particular way to these battles or could you have chosen any other 17th-18th century battle? Do you think any analogy could be made in the tactics used in the West with those used in Japan in the 1600s, especially with the use of firearms?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Yes, the Battle of Nieuport is the first serious pitched defeat of the fearsome Old Tercios of Flanders, the best troops of those times. I was attracted to discerning why it occurred and how those troops so feared, so accustomed to winning, could lose that day, because in Spanish there was little research on it and nothing in a monograph like the one I did. It is said that victories tend to have many parents, while defeats do not. That is what I was looking for, historical material without excessive research and, in the XXI century, that is where we must influence, in the untold. Sekigahara had the peculiarity of developing in the same 1600, but in the confines of Asia, and with a martial culture, the samurai, very different from the European one. He wanted to compare those two successful and diametrically opposed martial systems, yes. Once immersed in it, the surprises were considerable, as I was able to verify the high degree of technological acceleration that the daimyo (clans led by a lord) of that Sengoku period (1467-1615) had had, after the unexpected arrival of the Portuguese arquebuses. (with technical influences from India) to the island of Tanegashima in 1543. They created the so-called teppo or Japanese arquebus, a lighter foreload weapon than the European one, which was fired with a smaller box resting on the cheek, and with a significantly higher degree of shooting precision. Likewise, this lethal weapon was distributed to infantry units of rural origin called ashigarus, which with their training and, above all, a greater number supplanted the samurai elite on the battlefield as the main causes of deaths in combat. Their tactics, influenced by the Chinese, were very elaborate in combat deployments and had uniformed troops of protected samurai cavalry and infantry with long lances (called yaris, similar to our pikes), archers, plus the decisive teppos and one, that yes, testimonial artillery. With those characteristics in mind, I am now going to give you a comparative data. The Hispanics who fought in Nieuport would not even reach 10,000 men. Well, in Sekigahara each enemy army (East alliance with Tokugawa and West with Ishida) would be around a minimum of 60,000 to 70,000 men and it is very possible that there were even more. This overwhelming numerical data indicates that in a confrontation between the troops of the Hispanic Monarchy present in Nieuport and the Japanese of that same period in Sekigahara, it would have been very difficult to maintain the land disputed by the Hispanic troops. In the famous fighting in Cagayán (Philippines), the Spanish forcefully defeated a strong group of Japanese wako, piracy. I do not doubt in the high skill and determination of the Spanish troops in those times, and in equality or with manageable inferior numbers, they were unrivaled. Now, we are talking about a difference of 50,000 to 70,000 men between Nieuport and Sekigahara, in favor of the Japanese. Our established ethnocentrism makes us see History only from our perspective. Another attractive and unstudied example, Rome and her victorious legions of Hannibal in Zama. In that same year, the Han of China mobilized armies of 200,000 to 300,000 men…
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(El Rincón de Byron): Aparte de tus actividades como historiador ejerces también labores de docencia en un colegio de tu comunidad. ¿Se explica correctamente la Historia a nuestros jóvenes estudiantes en los libros de texto? ¿No crees que hay un cierto riesgo en que algunas interpretaciones historiográficas actuales distorsionen una visión del pasado por querer explicarlo solo con valores y doctrinas modernas?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Lo fundamental aquí no es el libro de texto. Es el propio profesor, protagonista principal de la impartición y garante de una esperada calidad que depende de su propia profesionalidad. Él o ella deben conducir al alumnado hacia un conocimiento adecuado de la Historia, que es lo fundamental, nada de bondades, búsqueda de la felicidad, miradas actuales o emociones sobredimensionadas en el Colegio. La exigencia debe estar siempre presente y la rigurosidad en lo que se plantea también. Cuando veo algo que no me convence en los temarios siempre lo indico a mi alumnado. Deben poseer ese espíritu crítico pero, para ello, antes deben formarse y estudiar unos hechos, con estructuración, constancia y motivación, si es posible. Las interpretaciones partidistas o distorsionadas con algún fin, hacen un daño estructural y mental a la primera industria de un país, la Educación. Eso es innegable y la Historia no debería servir nunca como un vehículo de adoctrinamiento o de perpetua revisión con “novedosos” mecanismos pedagógicos.
(El Rincón de Byron): Apart from your activities as a historian, you also work as a teacher at a school in your community. Is History correctly explained to our young students in textbooks? Don’t you think that there is a certain risk that some current historiographic interpretations distort a vision of the past by wanting to explain it only with modern values and doctrines?
(Enrique F. Sicilia Cardona): The bottom line here is not the textbook. He is the teacher himself, the main protagonist of the teaching and the guarantor of an expected quality that depends on his own professionalism. He or she must lead the students towards an adequate knowledge of History, which is the fundamental thing, nothing of kindness, pursuit of happiness, current looks or over-dimensioned emotions in the School. The requirement must always be present and the rigor in what is raised also. When I see something that does not convince me in the syllabi, I always indicate it to my students. They must have that critical spirit but, for this, they must first train and study some facts, with structure, perseverance and motivation, if possible. Partisan or distorted interpretations for any purpose do structural and mental damage to the first industry of a country, Education. This is undeniable and history should never serve as a vehicle for indoctrination or perpetual revision with “new” pedagogical mechanisms.
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(El Rincón de Byron): ¿Nos podrías hacer partícipes de tus proyectos futuros, o si ya estás trabajando en estos momentos en alguna publicación que verá la luz próximamente?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Por supuesto. En pocos meses verá la luz mi quinto proyecto, siempre dentro de mi querida marcialidad del pasado, sobre la Guerra de Portugal (1640-1668) con la Editorial Actas, un conflicto determinante para la Península ibérica y que tampoco se ha analizado demasiado desde el punto de vista de las operaciones militares. Es un ensayo generalista que discurrirá por los hechos principales de aquel conflicto fronterizo. Vuelvo a los queridos Tercios y al siglo XVII, de nuevo. Y, una vez terminado, en el futuro es posible que acometa diversos artículos y profundizar en algún episodio o periodo no muy trabajado en español. Esto siempre es fundamental para mí. Huir de la ya estudiado o publicado. En la época napoleónica, ya que estamos, me interesaría algo de 1804 a 1815 ajeno al foco principal que todos sabemos. Hubo luchas en otros teatros secundarios, pero enormemente atractivos para un servidor. Hablo de campañas en Italia, Egipto, Finlandia, Tirol, Turquía, Persia, y de luchas navales, desembarcos, asedios a fortalezas y hechos no tan conocidos dentro de esta época, una de mis predilectas.
Un placer sincero esta entrevista y mi rotunda enhorabuena por su blog. En esta temática, es muy recomendable.
(El Rincón de Byron): Could you tell us about your future projects, or if you are already working on a publication that will be published soon?
(El Rincón de Byron):Could you tell us about your future projects, or if you are already working on a publication that will be published soon?
(Enrique F. Sicilia Cardona): Of course. In a few months my fifth project will be released, always within my beloved martiality of the past, on the Portuguese War (1640-1668) with the Editorial Actas, a decisive conflict for the Iberian Peninsula and that has not been analyzed too much since the point of view of military operations. It is a general essay that will run through the main events of that border conflict. I go back to the dear Thirds and to the seventeenth century, again. And, once finished, in the future it is possible that I will undertake various articles and delve into an episode or period not very worked on in Spanish. This is always critical to me. Run away from the already studied or published. In the Napoleonic era, as we are, I would be interested in something from 1804 to 1815 unrelated to the main focus that we all know. There were fights in other secondary theaters , but enormously attractive for a server. I speak of campaigns in Italy, Egypt, Finland, Tyrol, Turkey, Persia, and of naval struggles, landings, sieges of fortresses and events not so well known within this time, one of my favorites.
(Enrique F. Sicilia Cardona): Of course. In a few months my fifth project will be released, always within my beloved martiality of the past, on the Portuguese War (1640-1668) with the Editorial Actas, a decisive conflict for the Iberian Peninsula and that has not been analyzed too much since the point of view of military operations. It is a general essay that will run through the main events of that border conflict. I go back to the dear Thirds and to the seventeenth century, again. And, once finished, in the future it is possible that I will undertake various articles and delve into an episode or period not very worked on in Spanish. This is always critical to me. Run away from the already studied or published. In the Napoleonic era, as we are, I would be interested in something from 1804 to 1815 unrelated to the main focus that we all know. There were fights in other secondary theaters , but enormously attractive for a server. I speak of campaigns in Italy, Egypt, Finland, Tyrol, Turkey, Persia, and of naval struggles, landings, sieges of fortresses and events not so well known within this time, one of my favorites.
A sincere pleasure this interview and my congratulations for your blog. On this subject, it is highly recommended
Agradecer muy especialmente a Enrique F. Sicilia Cardona sus palabras y que nos haya atendido para la elaboración de esta entrada para el «El Rincón de Byron».
Enrique F. Sicilia Cardona nació en 1973. Obtuvo la Licenciatura en Geografía e Historia (UNED) y en Ciencias de la Información-Periodismo (UCM). Es vocal de la Junta Directiva de la Asociación Española de Historia Militar (ASEHISMI, socio nº 82), y conferenciante de temas histórico-militares. Ha publicado artículos en revistas de ámbito nacional como «Historia National Geographic», «Historia y Vida», «Desperta Ferro Moderna», «Muy Historia». «Ares Enyalius», «Revista Medieval», «Revista Española de Historia Militar» y «Revista de Aeronáutica».
Es autor a título individual de los siguientes libros: «La batalla de Nieuport 1600» (Editorial Almena), «La batalla de Sekigahara 1600» (HRM Ediciones), «Napoleón y Revolución. Las Guerras Revolucionarias» (Ediciones Nowtilus) y a titulo conjunto de «La Guerra del Rosellón (1793-1795)» (HRM Ediciones).
Contamos en nuestra entrada de esta semana con la grata presencia de Adam Gerard Quigley, que al igual que muchos de sus compatriotas británicos hace 200 y pico años, atravesó el Canal de la Mancha en este caso para venir establecerse en la ciudad de Tarragona el año 2006. Apasionado de la Historia, un fortuito hallazgo en un mercado de antigüedades de la ciudad catalana le llevó a tirar del hilo de la presencia del contingente británico durante el asedio de Tarragona de 1811 que iniciaron las tropas del mariscal francés Suchet.
El 23 de octubre de 2018, en el Museo del Puerto de Tarragona, tras una dilatada búsqueda a través de varios años en archivos y bibliotecas, finalmente Adam Quigley presentó el fruto de sus investigaciones, el libro “Antes morir que rendirse. Testimonios británicos en el asedio de Tarragona de 1811”, cuyo contenido nos comenta el mismo autor:
«Varios testimonios de una docena de británicos que participaron en el asedio, entre ellos capitanes de los buques de guerra que estuvieron delante del puerto, son el capitán Codrington, el capitán Charles Bullen, el capitán Adam, también hay personal militar, hay agentes militares enviados por el Foreign Office, como Charles William Doyle y el coronel Green. […] Son colecciones de cartas de esos oficiales y lo que encontramos es el intercambio de cartas entre, por ejemplo, Charles William Doyle y el general Contreras, el capitán Codrington y Campoverde y de esta forma sale más información que da más dimensión. […] Hay cartas muy interesantes que se han escrito a las 3 de la madrugada durante los hechos, son cartas que están reivindicando algo en acción, que se pusiesen las pilas, para hacer algo, para contraatacar, cosas así, también als cartas bastante interesantes que no tienen filtros son las cartas que escribió el capitán de la escuadra, el capitán Codrington que escribió a su mujer, que son cartas privadas, en estas cartas explica todo lo que ha visto el mismo día y hace que estos documentos sean una fuente primaria para los historiadores.» [1]
Os dejamos con la entrevista que amablemente nos concedió Adam Gerard Quigley, que junto a su libro nos da un nuevo y desconocido enfoque a unos hechos trascendentales en nuestra historia moderna desde la perspectiva del aliado británico.
LA ENTREVISTA
«Antes morir que rendirse»,de A. Quigley.
(El Rincón de Byron): Eres el autor del libro “Antes morir que rendirse. Testimonios británicos en el asedio de Tarragona de 1811”, sobre las acciones de los militares y marinos británicos en dicho asedio, publicado a finales del año 2018. ¿Cómo un nativo de Londres como tú se interesó por un asedio que había sucedido 207 años antes en otro país a unos 1.500 km de distancia de sus orígenes? ¿Recibiste algún tipo de apoyo oficial o subvención para el proceso de elaboración para tu libro? ¿Puedes destacar algún aspecto que te llamara la atención de manera significativa en las búsquedas que realizaste en los archivos ingleses o españoles para tu libro?
(Adam Gerard Quigley): Cuando me mudé a Tarragona en 2006, mi pasión por la historia me llevó a comenzar a leer sobre episodios del pasado de la ciudad. Un día, cuando visité el mercado semanal de antigüedades cerca de la Catedral, me encontré con una copia original de «El Sitio de Tarragona» escrita por D. Javier de Salas y publicada en 1911. La breve mención de la presencia de un escuadrón británico en Tarragona en 1811 fue suficiente para convencerme de que debería investigar más a fondo. Pronto me encontré en el Archivo Nacional de Kew, en Londres, consultando los registros originales del barco. El libro de registro del buque de guerra Blake, que era el barco del capitán Codrington, resultó ser una fuente primaria fascinante que inmediatamente transportó al lector de regreso a los eventos. Me enganchó. Durante los siguientes 5 años visité varios archivos más, incluida la Biblioteca Bodleian de la Universidad de Oxford, para compilar una base de datos fotográfica de cientos de documentos originales. Todos los gastos para este proyecto salieron de mi bolsillo.
Durante la investigación hubo muchos momentos emocionantes cuando descubrí cosas como transcripciones de conversaciones entre oficiales británicos y españoles o cartas privadas que contenían información controvertida y hasta ahora inédita. Además, pintaron una versión completamente diferente a la que se había contado hasta ahora. Estas hermosas letras, escritas con pluma y tinta, fueron una fuente primaria muy importante no solo porque fueron escritas con el sonido de los cañones en el fondo, sino porque pueden considerarse objetivas. Un momento emocionante fue cuando encontré una nota de enojo escrita en español por el oficial británico Charles William Doyle que demuestra sin lugar a dudas que Contreras no estaba defendiendo la ciudad lo mejor que podía. De hecho, muchos documentos posteriores que encontré contradicen totalmente todo lo que Contreras afirmó en su libro.
(El Rincón de Byron): You are the author of the book “Before dying than surrender. British testimonies in the siege of Tarragona in 1811”, about the actions of the British military and sailors in this siege, published at the end of 2018. How did a native of London like you get interested in a siege that had happened 207 years before in another country about 1,500 km away from your origins? Did you receive any kind of official support or grant for the process of writing your book? Can you highlight any aspect that caught your attention significantly in the searches you made in the English or Spanish archives for your book?
(Adam Gerard Quigley): When I moved to Tarragona in 2006, my lifelong passion for history naturally led me to begin reading about episodes from the past of the city. One day, when visiting the weekly antique market near the Cathedral I came across an original copy of “El Sitio de Tarragona” written by D. Javier de Salas and published in 1911. The brief mention of the presence of a British squadron in Tarragona in 1811 was enough to convince me that I should investigate further. I soon found myself in the National Archive at Kew in London, consulting the original ship’s Logs. The logbook of the warship Blake, which was captain Codrington’s ship, turned out to be a fascinating primary source that immediately transported the reader back to the events. I was hooked. For the next 5 years, I visited several more archives, including the Bodleian Library at Oxford University in order to compile a photographic database of hundreds of original documents. All expenses for this project came from my pocket.
During the research, there were many exciting moments when I discovered such things as transcripts from conversations between British and Spanish officers or private letters containing controversial and hitherto unpublished information. What’s more, they painted a completely different version of what had been told so far. These beautiful letters, written with Plume and ink, were a very important primary source not only because they were written with the sound of the cannons in the background, but because they can be considered to be objective. One exciting moment was when I found an angry note written in Spanish by the British officer Charles William Doyle which proves beyond doubt that Contreras was not defending the city to the best of his capacity. In fact, many subsequent documents I found totally contradict everything that Contreras claimed in his book.
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Charles William Doyle
(El Rincón de Byron): Durante el asedio a Tarragona vemos figuras como Arthur Goodall-Wavell o Charles William Doyle, que contribuyeron significativamente a la defensa de la ciudad. Hay otros casos paralelos como los de Samuel Wittingham que tendría un empleo elevado, tanto en el ejército británico como en el español. ¿Cuáles crees que eran las motivaciones de estos militares ingleses, en un país tan diferente del suyo en costumbres, religión o la idiosincrasia de sus gentes? ¿Crees que las experiencias de dichos hombres, en general las de los militares y marinos ingleses que participaron en nuestra Guerra de Independencia ayudaron a variar o no la percepción de España y los españoles en Gran Bretaña en dicha época?
(Adam Gerard Quigley): Creo que la razón de Arthur Goodall Wavell para venir a España y unirse al ejército español fue puramente su sed de acción y aventura. En su registro del servicio del ejército español, que se encuentra en el archivo militar en Segovia, encontramos relatos de cómo arriesgó su vida continuamente haciendo cosas peligrosas como, en una ocasión, liderar espontáneamente una carga de caballería contra el enemigo cuando solo se le había encomendado la tarea de entregar la orden para cargar. En Tarragona se ofreció como voluntario para dirigir ataques nocturnos contra las trincheras francesas, a pesar de tener solo el uso de un brazo. Los documentos afirman que dirigió estos ataques y que fue el primero en ingresar a las trincheras enemigas. Está claro que vino a España por la adrenalina.
Por otro lado, la presencia en España de Samuel Whittingham y una docena de otros oficiales británicos, todos ellos enviados por la Oficina de Guerra como agentes militares, cuenta una historia diferente. En primer lugar, estaban cumpliendo con su deber y originalmente estaban adscritos a las fuerzas españolas como asesores con el objetivo de proporcionar armas, suministros y entrenamiento a los ejércitos españoles, así como mantener al gobierno británico actualizado con el progreso de la guerra. Sin embargo, gradualmente se involucraron en el conflicto a un nivel más personal a través de la experiencia de peligros compartidos con sus nuevos colegas españoles y posteriormente desarrollaron amistades de por vida y un sentimiento apasionado por la causa de España.
Charles William Doyle fue inmensamente popular, tal vez por su profesionalismo, pero tal vez también porque era de Irlanda y católico. Se hizo muy amigo de los héroes de Zaragoza; Palafox, la condesa de Bureta e incluso Agustina de Aragón. La única posesión de Palafox durante su cautiverio en Francia fue un retrato en miniatura de Doyle. Después de la guerra, Doyle acudió en ayuda de Palafox cuando Fernando VII lo despojó de sus posesiones.
El capitán Codrington amaba a los españoles y defendió su causa, que apasionadamente hizo suya. Sus cartas privadas están llenas de elogios por el espíritu de lucha colectiva y sus descripciones de luchadores individuales, a quienes conocía con frecuencia en persona, pueden describirse como ilustraciones casi románticas. La opinión pública en Gran Bretaña se guió por descripciones románticas que hablaban de un pueblo sacrificado y heroico en una lucha épica contra un enemigo cruel y despiadado.
(El Rincón de Byron): During the siege of Tarragona, we see figures such as Arthur Goodall-Wavell or Charles William Doyle, who contributed significantly to the defense of the city. There are other parallel cases like those of Samuel Wittingham who would have a high rank, both in the British and Spanish Army. What do you think were the motivations of these English militaries, in a country so different from theirs in customs, religion or the idiosyncrasy of their people? Do you think that the experiences of these men, generally those of the English military and sailors who participated in our War of Independence, helped to vary or not the perception of Spain and the Spanish in Great Britain at that time?
(Adam Gerard Quigley): I believe that Arthur Goodall Wavell’s reason for coming to Spain and joining the Spanish army was purely his thirst for action and adventure. In his Spanish army service record, which is in the military archive in Segovia, we find accounts of how he risked his life continually by doing dangerous things like, on one occasion, spontaneously leading a cavalry charge against the enemy when he was only tasked with delivering the order to charge. At Tarragona, he volunteered to lead nocturnal attacks on the French trenches, despite only having the use of one arm. The documents state that he led these attacks and was the first to enter the enemy trenches. It is clear that he came to Spain for the adrenaline.
On the other hand, the presence in Spain of Samuel Whittingham, and a dozen other British officers, all of whom were sent by the War Office as military agents, tells a different story. Firstly, they were doing their duty and were originally attached to the Spanish forces as advisors with the aim of providing arms, supplies, and training to the Spanish armies, as well as keeping the British government up to date with the progress of the war. However, they gradually became involved in the conflict on a more personal level through the experience of shared dangers with their new Spanish colleagues and subsequently developed lifelong friendships and a passionate feeling for the cause of Spain.
Charles William Doyle was immensely popular, perhaps because of his professionalism, but maybe also because he was from Ireland and a catholic. He became very close friends with the heroes of Zaragoza; Palafox, la Condesa de Bureta, and even Agustina de Aragon. Palafox’s only possession during his captivity in France was a miniature portrait of Doyle. After the war, Doyle came to the aid of Palafox when he was stripped of his possessions by Fernando VII.
Captain Codrington loved the Spanish and championed their cause, which he passionately made his own. His private letters are full of praise for the collective fighting spirit and his descriptions of individual fighters, whom he frequently met in person, can be described as almost romantic illustrations. Public opinion in Britain was guided by such romantic descriptions telling of a self-sacrificing and heroic people in an epic struggle against a cruel and merciless enemy.
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Medalla conmemorativa de la Acción de La Bisbal en 1810
(El Rincón de Byron): Las actividades de la Royal Navy como apoyo a acciones anfibias de fuerzas regulares e irregulares españolas, se dio desde las costas de Andalucía hasta las costas de Valencia y Cataluña. ¿Crees que hubo un buen grado de cooperación entre los mandos británicos en el mar y los generales españoles, cooperación que quizás no se dio en otros frentes de la guerra terrestre en España? ¿La iniciativa o planteamiento de dichas acciones, por lo general, era británica, española o combinada entre los dos ejércitos?
(Adam Gerard Quigley): Hubo un muy buen nivel de cooperación y se llevaron a cabo muchas misiones, tanto logísticas como militares. Uno de los mejores ejemplos fue el ataque aliado contra Begur y Palamós en septiembre de 1810, cuando se tomaron más de 1.000 prisioneros franceses, incluido el general Schwartz. En esta operación participaron unidades de infantería y caballería españolas, así como marineros británicos y marines reales. El ataque al fuerte de Palamós vio a las tropas españolas atacando desde la ciudad, mientras que los marineros ingleses, usando botes de cañón, atacaron desde el mar. Se creó una hermosa medalla de oro para conmemorar esta acción. La relación entre británicos y españoles era tan buena que en 1812, el capitán Codrington y el barón de Eroles discutieron los detalles de un ataque en el puerto de Tarragona mientras cazaban faisanes juntos cerca de Reus. Cuando Eroles solicitó el apoyo de los barcos, se lo concedieron de inmediato, como es el caso cuando los marineros británicos arrastraron dos cañones del barco de guerra Invencible hasta Perelló para ayudar a sus fuerzas a atacar una casa fortificada llena de franceses. En Roses recientemente han presentado una estatua para conmemorar las acciones del legendario Capitán Cochrane en ese lugar. En cuanto a la iniciativa de tales misiones, vino de todas las fuentes; los líderes españoles, el agente militar Doyle y los capitanes de la marina real.
(El Rincón de Byron): The activities of the Royal Navy in support of amphibious actions by Spanish regular and irregular forces, took place from the coasts of Andalusia to the coasts of Valencia and Catalonia. Do you think there was a good degree of cooperation between the British commanders at sea and the Spanish generals, cooperation that perhaps did not occur on other fronts of the land war in Spain? Was the initiative or approach of these actions, in general, British, Spanish, or combined between the two armies?
(Adam Gerard Quigley): There was a very good level of cooperation and many missions were undertaken, both logistical and military. One of the best examples was the allied attack on Begur and Palamós in September 1810, when over 1000 French prisoners were taken, including General Schwartz. This operation involved units of Spanish infantry and cavalry as well as British sailors and royal marines. The attack on the fort at Palamós saw Spanish troops attacking from the town, while English sailors, using gunboats, attacked from the sea. A beautiful gold medal was created to commemorate this action. The relationship between the British and the Spanish was so good that in 1812, Captain Codrington and the baron de Eroles discussed the details of an attack on the port of Tarragona while hunting pheasants together near Reus. When Eroles asked for support from the ships, he was granted it immediately, as is the case when British sailors dragged two cannons from the warship Invincible all the way to Perelló to help his forces attack a fortified house full of French. In Roses, they have recently unveiled a statue to commemorate the actions of the legendary Captain Cochrane in that place. As for the initiative of such missions, it came from all sources; the Spanish leaders, the military agent Doyle and the Royal navy captains themselves.
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(El Rincón de Byron): Puedes describirnos a grandes rasgos los sistemas de comunicación principal entre el Gobierno inglés, su Ministerio de Guerra o Almirantazgo y las unidades navales en la flota del Mediterráneo. ¿Cuánto tiempo podía tardar un despacho o comunicado desde Londres hasta, llegar, por ejemplo, hasta Lord Collingwood en la flota en el Mediterráneo?
(Adam Gerard Quigley): La marina real usaba barcos veloces para llevar el correo. Uno de ellos era el Hyacinth, que podía tardar hasta dos semanas en transportar un mensaje, dependiendo de los vientos y las condiciones climáticas. En una ocasión, el Hyacinth, armado con dieciocho cañones, recibió la orden de cambiar de rumbo y participar en una misión cerca de Gibraltar, donde capturó dos corsarios franceses.
En tierra, los agentes militares, al escribir a sus superiores en la Oficina de Guerra, informaban en detalle sobre lo que estaba sucediendo, qué medidas habían tomado y qué suministros se necesitaban. En las circunstancias de comunicaciones lentas, naturalmente tomaron la iniciativa ellos mismos en lugar de esperar la aprobación de una idea o plan. El capitán Codrington solía numerar sus cartas privadas, para que su esposa supiera si una había desaparecido. Un aspecto interesante es que las cartas oficiales siempre se copiaron para que el remitente conservara una copia de la misma carta. Debido a esto, es común encontrar la misma carta repetida en diferentes archivos.
(El Rincón de Byron): You can roughly describe the main communication systems between the English Government, its Ministry of War or Admiralty, and the naval units in the Mediterranean fleet. How long could take a dispatch or communication from London, to say, to get to Lord Collingwood in the Mediterranean fleet?
(Adam Gerard Quigley): The Royal Navy used fast ships to take the post. One such was the Hyacinth which could take up to two weeks to transport a message, depending on the winds and the weather conditions. On one occasion, the Hyacinth, which was armed with eighteen cannon, was ordered to change course and take part in a mission near Gibraltar, where she captured two French corsairs.
On land, the military agents, when writing to their superiors in the War Office, reported in detail on what was happening, what action they had taken, and what supplies were needed. Under the circumstances of slow communications, they naturally took the initiative themselves rather than await approval of an idea or plan. Captain Codrington used to number his private letters so that his wife should know if one had gone missing. An interesting aside is that official letters were always copied so that the sender kept a copy of the same letter. Because of this, it is common to find the same letter repeated in different archives.
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(El Rincón de Byron): Los buques de la Royal Navy, tanto en sus acciones de bloqueo a la flota francesa en Tolón como de apoyo al ejército español y hostigamiento del ejército francés, se avituallaban en diferentes puntos de la costa española, para poder obtener madera, víveres o agua. ¿Cómo se organizaban estos intercambios, directamente con las autoridades locales o había alguna coordinación con las Juntas de cada región o provincia? ¿Había algún método de pago o pagaré por parte de los marinos británicos?
(Adam Gerard Quigley): Había una flota de barcos de transporte británicos que navegaban regularmente desde Mahón, Cádiz y Gibraltar trayendo todas las municiones, agua y suministros necesarios para los barcos británicos en la costa catalana. Cuando los suministros frescos, como el vino, se obtenían localmente, se pagaban con moneda.
(El Rincón de Byron): The ships of the Royal Navy, both in their actions to block the French fleet in Toulon and to support the Spanish army and harassment of the French army, were provided at different points along the Spanish coast, in order to obtain wood, food or water. How these exchanges were organized, directly with the local authorities, or were there any coordination with the civilian authorities of each region or province? Was there a method of payment or promissory note by British sailors?
(Adam Gerard Quigley): There was a fleet of British transport ships that regularly sailed from Mahon, Cadiz, and Gibraltar bringing all the ammunition, water, and supplies necessary for the British ships on the Catalan coast. When fresh supplies, for example, wine, were obtained locally, they were paid for with coin.
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Acción entre el HMS Hydra y el Furet (27/02/1806)
(El Rincón de Byron): El fenómeno de la guerra de corso por parte de Francia no es muy conocido y se relaciona mayoritariamente con el escenario del Canal de la Mancha. ¿Hubo actividad corsaria por parte francesa en las costas españolas en el Mediterráneo durante la Guerra de Independencia?
(Adam Gerard Quigley): Había corsarios franceses operando en la desembocadura del Ebro, uno de cuyos barcos era operado por desertores españoles. En 1813, durante los naufragios de Deltebre, los corsarios capturaron a marineros británicos que recogían escombros en la playa en la desembocadura del río Ebro. También hubo una base de corsarios en el puerto de Tarragona durante su ocupación por los franceses desde 1813 hasta 1814. Estos corsarios eran principalmente franceses y habían navegado desde Tolón. Uno de esos barcos con 50 franceses a bordo fue perseguido y capturado por los británicos después de una persecución que duró medio día. Se quedó atascado en aguas poco profundas en Montgat, donde los marineros y marines británicos remaron hacia él bajo una lluvia de fuego de mosquetes que no cesó hasta que lo abordaron. Los cincuenta franceses saltaron al agua y nadaron hacia la playa. Varios británicos fueron resultaron muertos.
(El Rincón de Byron): The phenomenon of the corsair war by France is not well known and is mostly related to the scenario of the English Channel. There was corsair activity by the French on the Spanish coasts in the Mediterranean during the War of Independence?
(Adam Gerard Quigley): There were French corsairs operating at the mouth of the Ebro, one boat among them being operated by Spanish deserters. In 1813, during the Deltebre shipwrecks, corsairs captured British sailors who were collecting debris on the beach at the mouth of the Ebro River. There was also a corsair base in the port of Tarragona during its occupation by the French from 1813 to 1814. These corsairs were mainly French and had sailed down from Toulon. One such boat with 50 Frenchmen aboard was chased and caught by the British after a persecution that lasted half a day. It got stuck in shallow water at Montgat where British sailors and marines rowed towards it under a hail of musketry which didn’t cease until they boarded it. All fifty Frenchman jumped into the water and swam for the beach. Several British were killed.
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Navío de línea.
(El Rincón de Byron): Las actividades de Lord Cochrane y su navío Imperieuse en las costas catalanas serían un buen argumento para una novela, de hecho, un estudioso como Robin Pedler asegura que la película “Master and Commander” es puro Cochrane y que Patrick O’Bryen que vivió en Colliure, en la frontera con Francia, se basó en la vida de Cochrane para su héroe, Jack Aubrey. ¿Podríamos decir que Cochrane fue el marino británico más famoso, o quizás el más carismático que actuó en las costas españolas de Levante?
(Adam Gerard Quigley): Cochrane fue un hombre con iniciativa legendario. No necesitaba que los piquetes de reclutadores obligaran a los hombres a convertirse en miembros de la tripulación en su barco debido a su fama de tomar trofeos. En aquellos días, cuando se capturaba un barco, se vendía y el dinero se compartía entre la tripulación. Algunos de los marineros de Cochrane se hicieron ricos. Su acción en Roses fue increíble por el hecho de que desembarcó a la mayoría de su tripulación para ocupar el castillo de Trinidad junto a las tropas españolas, donde lucharon y rechazaron oleadas de asaltos franceses. Otro personaje carismático presente en el Mediterráneo fue el Almirante Pellew, quien, como Capitán de fragata al comienzo de las guerras revolucionarias, se hizo famoso no solo por la primera victoria en esa guerra, sino también por perseguir y combatir a los barcos franceses en la bahía de Vizcaya incluso con tormentas severas. Se decía que a los 50 años aún era más rápido para subir a la punta del mástil que la mayoría de sus marineros.
(El Rincón de Byron): The activities of Lord Cochrane and his Imperieuse ship on the Catalan coast would be a good argument for a novel, in fact, a scholar like Robin Pedler assures that the movie «Master and Commander» is pure Cochrane and that Patrick O’Bryen who lived in Colliure, on the border with France, was based on the life of Cochrane for his hero, Jack Aubrey. Could we say that Cochrane was the most famous British sailor or perhaps the most charismatic that acted on the Spanish coasts of Levante?
(Adam Gerard Quigley): Cochrane was a legendary man of initiative. He didn’t need the press-gang to force men to become crew members on his ship due to his fame at taking prizes. In those days, when a ship was captured, it was sold and the money shared amongst the crew. Some of Cochrane’s sailors became rich. His action at Roses was incredible for the fact that he disembarked most of his crew in order to occupy the Trinidad castle alongside Spanish troops, where they fought and repulsed waves of French assaults. Another charismatic character present in the Mediterranean was Admiral Pellew, who, as a frigate Captain at the beginning of the Revolutionary Wars, became famous not only for the first-ever victory in that war but also for chasing and fighting French ships in the Bay of Biscay even during severe storms. At 50 years old he was said to still be faster at climbing to the top of the mast than most of his sailors.
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Barcelona en 1806, por Delaborde (b)
(El Rincón de Byron): Barcelona, la capital del Principado, estuvo ocupada por los franceses desde febrero de 1808 hasta finales de mayo de 1814. Algunas crónicas narran la presencia de buques británicos en su cometido de bloqueo frente a las costas de Barcelona, que eran atacados por las baterías costeras de la ciudad, al parecer con escaso éxito. Más allá de estas labores de bloqueo, ¿tienes constancia que se pensara en algún momento en algún ataque anfibio o ataque combinado por mar y por tierra para liberar la capital catalana? En caso contrario, ¿crees que había alguna razón fundamental para no intentarlo?
(Adam Gerard Quigley): Hubo un intento de Campoverde, el capitán general de Cataluña, de atacar Barcelona por sorpresa, pero fracasó. Quizás una de las razones para no intentar atacar más esa ciudad fue la naturaleza del campo circundante. Era un terreno abierto y llano cubierto por una fortificación increíblemente fuerte en Montjuich. Esto habría significado que cualquier fuerza que se acercara sería detectada fácilmente, y los franceses, que eran muy superiores en combate en terreno abierto, habrían podido desplegar sus fuerzas para repeler el ataque. Los españoles no tenían los números para llevar a cabo tales operaciones y tuvieron que atenerse a las tácticas de guerrilla.
(El Rincón de Byron): Barcelona, the capital of the Principality, was occupied by the French from February 1808 until the end of May 1814. Some chronicles narrate the presence of British ships in their task of blocking off the coast of Barcelona, which were attacked by the city’s coastal batteries, apparently with little success. Beyond these blockades, are you aware that an amphibious attack or a combined attack by sea and land was thought at some point to liberate the Catalan capital? If not, do you think there was a fundamental reason not to try it?
(Adam Gerard Quigley): There was an attempt by Campoverde, the Captain-General of Cataluña, to attack Barcelona by surprise, but it failed. Perhaps one of the reasons for not trying to attack that city more was the nature of the surrounding countryside. It was open and flat terrain overlooked by an incredibly strong fortification on Montjuic. This would have meant that any approaching force would be detected easily, and the French, who were far superior in combat in open terrain, would have been able to deploy their forces to repel the attack. The Spanish didn’t have the numbers to undertake such operations and had to stick to guerrilla tactics.
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(El Rincón de Byron): El frente occidental en la Guerra de Independencia debido a la presencia y acciones del ejército del Duque de Wellington, podría decirse que ha casi copado la historiografía británica y española, relegando el frente oriental a un escenario secundario. ¿Opinas que esa visión no da la verdadera importancia de la Guerra en el Levante Español?
(Adam Gerard Quigley): La lucha en la costa este fue épica en su propio sentido. Años de batallas, penurias, saqueo, sacrificio, resistencia, maniobras, emboscadas, asedios, victorias y derrotas. Sin embargo, a fin de cuentas, para Wellington y para muchos historiadores modernos era solo una cuestión de importancia estratégica, ya que evitaba que las divisiones francesas allí unieran fuerzas con otros ejércitos franceses más al oeste. Era una parte del tablero de ajedrez ocupado por peones que mantenía algunas otras piezas importantes inmovilizadas. Los historiadores británicos están asombrados de Wellington y, en general, incapaces de desviar su mirada de su posición geográfica. Creen erróneamente que toda la gloria se encontraba al oeste de Madrid.
(El Rincón de Byron): The western front in the Peninsular War due to the presence and actions of the Duke of Wellington’s army, it could be said that it has almost taken over British and Spanish historiography, relegating the eastern front to a second scenario. Do you think that this vision does not give the true importance of the War in the Spanish Levante?
(Adam Gerard Quigley): The struggle on the east coast was epic in its own sense. Years of battles, hardship, pillage, sacrifice, resistance, maneuvers, ambushes, sieges, victories, and defeats. However, in the bigger picture, it was, for Wellington and many modern historians only a matter of strategic importance in that it prevented french divisions there from joining forces with other french armies further to the west. It was a part of the chessboard occupied by pawns that kept some other important pieces pinned down. British historians are in awe of Wellington, and in the main, unable to avert their gaze from where he was geographically positioned. They mistakenly believe that all the glory was to be found in the west of Madrid.
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Adam G. Quigley en el archivo consultando el diario de a bordo del HMS Sparrowhawk, un bergantín de clase Cruiser, de 18 cañones, botado en 1807.
(El Rincón de Byron): Has realizado varias conferencias sobre el asedio de Tarragona durante estos últimos años y recorridos como guía por los principales lugares relacionados con el asedio en la capital tarraconense. ¿El público español, catalán, es receptivo para conocer la historia de estos sucesos de la Guerra de Independencia? ¿Crees que hay alguna diferencia significativa en como los ciudadanos ingleses o españoles tratan de conocer su propia Historia?
(Adam Gerard Quigley): Durante mis conferencias y las visitas guiadas, la respuesta emocional del público español y catalán es palpable y un público entusiasta que siempre me bombardea con preguntas inteligentes. Siempre que puedo, hablo sobre la historia desde el punto de vista de las personas, evitando las cosas de los libros de texto como distancias y pesos, lo que hacía que la historia en la escuela fuera tan aburrida, y concentrándome en la experiencia humana en el contexto de condiciones adversas. La gente puede relacionarse más con eso. He notado personas con lágrimas en los ojos cuando les cuento sobre las mujeres y los niños que intentaron escapar de la ciudad. Esta reacción me dice que las historias del pasado son relevantes hoy. Hay personas que incluso han repetido el recorrido. Creo que en Gran Bretaña hay más interés en la historia, en general. El departamento de Historia de la librería Waterstones, cerca de Picadilly Circus, tiene más de 200,000 libros y la historia militar tiene un público mucho más amplio que aquí.
(El Rincón de Byron): You have held several conferences on the siege of Tarragona in recent years and tours as a guide to the main places related to the siege in the Tarragona capital. Is the Spanish public, Catalan, receptive to know the history of these events of the War of Independence? Do you think there is any significant difference in how English or Spanish citizens try to know their own history?
(Adam Gerard Quigley): During my conferences and the guided tours, the emotional response of the Spanish and Catalan public is palpable and I am always bombarded with intelligent questions by an enthusiastic public. Where I can, I speak about history from the point of view of people, avoiding the textbook stuff like distances and weights, which made history at school so boring, and concentrating on the human experience in the context of adverse conditions. People can relate to that more. I have noticed people with tears in their eyes when I tell them about the women and children who tried to escape from the city. This reaction tells me that the stories from the past are relevant today. There are people who have even repeated the tour. I think in Britain there is more interest in history in general. The history department at Waterstones bookshop near Piccadilly Circus has over 200,000 books and military history has a much broader readership than here.
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(El Rincón de Byron): Volviendo al asedio de Tarragona, como señalaste en una conferencia ya recogida en nuestro blog, hubo presencia de buques españoles ayudando a la guarnición. ¿En general, sabes cómo se constituía la presencia de buques españoles en las costas catalanes o de Levante? ¿Estaban supeditados al mando británico o actuaban independientemente a las órdenes del Gobierno español?
(Adam Gerard Quigley): Actuaron de forma independiente y, como se puede leer en el libro, hubo, por un lado, capitanes realmente excelentes que trabajaron duro, y por otro lado, pícaros absolutos que no hicieron nada para ayudar durante el asedio, se negaron a evacuar a sus propios herido e incluso trataron de robar el dinero del ejército. Los pocos barcos que estaban presentes eran fragatas: La Paloma, La Prueba y La Diana. Codrington elogió al capitán Navarette, del Paloma, e intentó tirar de los hilos para que el segundo oficial de ese barco pudiera tomar el mando de la Prueba, cuyo capitán querían arrestar.
(El Rincón de Byron): Returning to the siege of Tarragona, as you pointed out in a conference already published in our blog, there was the presence of Spanish ships helping the garrison. In general, do you know how the presence of Spanish ships were constituted on the Catalan or Levante coasts? Were they subject to British command or did they act independently under the orders of the Spanish Government?
(Adam Gerard Quigley): They acted independently, and, as you can read in the book, there were, on the one hand, really excellent captains who worked hard, and on the other, absolute rogues who did nothing to help during the siege, refused to evacuate their own wounded and even tried to steal the army’s money. The few ships that were present were frigates; the Paloma, the Prueba, and the Diana. Codrington had high praise for captain Navarette of the Paloma, and tried to pull strings so that the second officer of that ship could take command of the Prueba whose Captain they wanted to arrest.
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(El Rincón de Byron): Según Cobbett’s Political Register, Volume 20, el comodoro Edward Codrington escribió el 29 de junio de 1811 desde su buque “Blake” a las afueras de Tarragona:
«No puedo concluir mi historia de nuestras operaciones en Tarragona asegurándoles que el celo y el esfuerzo de los que han estado bajo mi mando, en cada rama de los diversos servicios que les han caído en suerte, ha sido llevado mucho más allá de los simples dictados del deber»
¿Crees que hace justicia al comportamiento de los militares y británicos durante el asedio? ¿Como sentó en la opinión pública inglesa o en el gobierno inglés la caída de Tarragona en 1811? ¿Varió de alguna manera significativa la estrategia de la Royal Navy por la pérdida de la capital tarraconense?
(Adam Gerard Quigley): Aquí, Codrington está hablando de las personas bajo su mando, que operaban los barcos todos los días durante el asedio; los marineros y los marines reales, que operaban las lanchas cañoneras, disparando proyectiles contra las trincheras francesas toda la noche y los oficiales como Charles Adam del Invencible, que se encargó de permitir la evacuación gratuita de civiles sin dinero a bordo de la flota británica.
La Royal Navy, y especialmente Codrington, con la colaboración de Doyle, fueron responsables de prolongar el tiempo que Tarragona podría resistir. Coordinaron el suministro de municiones y refuerzos, sin los cuales el asedio habría terminado semanas antes. Estos dos hombres fueron responsables de negociar y traer más de 7.000 refuerzos de Valencia, lo que lograron con promesas y una generosa donación de uniformes y equipos. Sin embargo, había un límite a lo que la marina podía hacer, especialmente en tierra. Podríamos especular sobre lo que habría sucedido si los marineros y los marines hubieran desembarcado en la ciudad para ayudar a la guarnición a luchar en los muros defensivos. Los marines habrían luchado y algunos de los marineros habrían ayudado con los cañones, pero otros marineros habrían encontrado rápidamente alcohol y se habrían emborrachado. Sin embargo, para Codrington estaba claro que tal medida no era necesaria porque la guarnición que defendía la ciudad era, para él, una de las mejores tropas de España. Los relatos de los eventos de Codrington en Tarragona se publicaron en los periódicos para que el público británico los leyera y todavía son capaces de provocar emociones 200 años después de los eventos. La pérdida de Tarragona fue un golpe terrible para las fuerzas que lucharon contra la invasión francesa y, a partir de ese momento, aunque continuó la coordinación entre las fuerzas terrestres y marítimas, disminuyó considerablemente.
(El Rincón de Byron): According to Cobbett’s Political Register, Volume 20, Commodore Edward Codrington wrote on June 29, 1811, from his ship «Blake» on the outskirts of Tarragona:
“I cannot conclude my history of our operations at Tarragona assuring you, that the zeal and exertion of those under my command, in every branch of the various services which have fallen to their lot, has carried far beyond the mere dictates of duty.”
Do you think it does justice to the behavior of the British and military during the siege? How did the fall of Tarragona in 1811 set in the English public opinion or the English government? Did the strategy of the Royal Navy change in any significant way for the loss of the Tarragona capital?
(Adam Gerard Quigley): Here, Codrington is talking about the people under his command, who operated the ships every day during the siege; the sailors and royal marines, who operated the gunboats, firing shells at the french trenches all night every night and the officers like Charles Adam of the Invincible, who took it on himself to allow the free evacuation of penniless civilians aboard the British fleet.
The Royal Navy, and especially Codrington, with the collaboration of Doyle, was responsible for prolonging the time that Tarragona could resist. They coordinated the supply of ammunition and reinforcements, without which, the siege would have finished weeks before it did. These two men were responsible for negotiating and bringing over 7000 reinforcements from Valencia, which they achieved with promises and a generous donation of uniforms and equipment. However, there was a limit to what the navy could do, especially on land. We could speculate about what would have happened if sailors and marines had been disembarked in the city to help the garrison fight on the defensive walls. The marines would have fought and some of the sailors would have helped with the cannons, but other sailors would have quickly found alcohol and got drunk. Nevertheless, it was clear to Codrington that no such measure was necessary because the garrison who was defending the city, was, for him, some of the finest troops in Spain. Codrington’s accounts of events at Tarragona were published in the papers for the British public to read and are still capable of stirring emotions 200 years after the events. The loss of Tarragona was a terrible blow to the forces fighting the french invasion and from that moment on, although the coordination between land and sea forces continued, it was considerably diminished.
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Agradecer muy especialmente a Adam Gerard Quigley que nos haya atendido una vez más para la confección de esta entrevista y que nos haya facilitado amablemente el material gráfico que la acompaña.