Las barajas de cartas en la España de Carlos IV y Fernando VII

Pasatiempo militar (a)

Para despedir este año 2019 que ya nos deja, una entrada sobre un aspecto histórico habitual en la vida civil y militar de siempre, como son los juegos de ocio y azar y, en especial, las barajas de cartas o naipes.

Los juegos de cartas han sido una constante en la vida de los europeos desde practicamente finales del Medioevo, época en la que también aparecieron en nuestro pais las primeras prohibiciones de los juegos de azar(1). En la vida civil, los naipes estaban ampliamente instaurados en las casas particulares, en las tertulias y en los salones de juegos. Las autoridades españolas, en una u otra época trataban de reglamentar con mayor o menor fortuna una práctica que a menudo llevaba consigo las apuestas con dinero, que ocasionaba grandes pérdidas de fortunas, se prestaba a hacer trampas y con frecuencia degeneraba en disgustos y peleas(2).

Para los soldados, pasados los aprendizajes de la vida militar, los períodos de inactividad eran frecuentes. Las tareas, los ejercicios o las caminatas rápidamente daban paso a la espera y al aburrimiento. Los campamentos y barracones no eran lugares de relajación o distracción. En el ejército francés de la época, por ejemplo, beber, fumar o jugar estaban, en teoría, prohibidos por la normativa interna. Para escapar de la vida cotidiana, los cabarets o las carpas de las cantinas se convertían en lugares para reuniones regulares y de relajación donde los soldados y oficiales (a menudo en diferentes lugares) se enfrentaban al aburrimiento jugando, entre los vapores del alcohol y el humo de las pipas o cigarros. Fáciles de transportar, los juegos de cartas se jugaban regularmente en campamentos y tabernas, utilizándose las más variadas reglas y juegos, al igual que en la vida civil. [3]

El mismo Napoleón fue un gran aficionado a los naipes, en especial al juego del Reversi o el Vingt-et-un, y varias fuentes coinciden en dicha afición (y por las trampas), en su estancia en los palacios o en los destierros de Elba y Santa Elena:

\»Solía bailar en las recepciones de Malmaison las noches dominicales, alababa las pequeñas obras de teatro que representaban sus hijastros, y \»se deleitaba con la vida patriarcal\». Cazaba ciervos y jabalíes, pero más por hacer ejercicio que por el placer de la caza, y en ocasiones hacía trampas jugando a las cartas, aunque entonces solía devolver el dinero que había obtenido al hacerlo; lo único que pasaba es que no soportaba perder\». [6]

Los cuatro ases, fabricante Felipe de Ocejo, circa 1810.

LOS ORÍGENES

Cartas francesas (b)

Los orígenes de los naipes aún nos son desconocidos y muy discutidos: hay muchas teorías y muy diversas, pero se acepta en general que aparecieron en la Europa de los círculos cortesanos en la segunda mitad del siglo XIV. Las primeras barajas eran muy diferentes las unas de las otras y estaban pintadas a mano, pieza a pieza, a la manera de las miniaturas. Debía haber tantos modelos como naiperos.

Las barajas gozaron de un gran éxito y ello forzó la aparición de nuevos métodos de fabricación seriada como la xilografía. De hecho, se convirtieron en una de las primeras artes gráficas, anteriores a la imprenta misma. Desde la aparición de la xilografía(3), el número de naiperos se multiplicó y, por primera vez, quedaron fijos los patrones: aparecieron las primeras barajas comunes o estándares:

– la latina o española (oros, copas, espadas y bastos)
– francesa o internacional (diamantes, corazones, picas y tréboles)
– centroeuropea (cascabeles, corazones, hojas o bellotas) y
– suizo (escudos, bellotas, cascabeles y flores).

La creatividad quedó relegada a otro tipo de baraja, no destinada al juego de azar y conocida como baraja de fantasía, que se continuó produciendo de forma paralela, como reminiscencia de su pasado lujoso(4). El éxito se manifestó en las prohibiciones del juego, que aparecieron por primera vez en toda Europa en un estrecho arco cronológico, 1370-80, y en la creación de nuevos impuestos que grababan la venta y la producción. España fue uno de los estados pioneros.

A finales del siglo XVIII se incorporaron dos innovaciones en el diseño: las pintas y los índices. Solo con estos dos recursos el jugador puede conocer la jugada sin tener que desplegar las cartas; puede esconderlas de las miradas indiscretas y conseguir la opacidad total que, a pesar de la incorporación de la decoración del dorso, era la asignatura pendiente de la producción de la época. Estos recursos que permiten un reconocimiento rápido de los naipes solo por los bordes liberaron el diseño de las figuras y los símbolos. Y ello se prolongó hasta la desaparición del gremio.

Prueba de baraja (1890) con moldes antiguos del 
naipero Juan Barbot (1761-1810)

Las pintas son unos recuadros con cortes que varían en número según el cuello (los oros presentan el recuadro entero, las copas tienen un corte, las espadas, dos, y los bastos tres). Los índices son la transcripción numérica del valor de la carta y ocupan los ángulos de la superficie (el 1 es el as, el 2, el 3, hasta el 12 del rey), y son posteriores a las pintas.

En una primera época, la tasa de recaudación recibió el nombre de bolla (R.A.E.: Derecho que se pagaba por fabricar naipes) y se representaba gráficamente con la firma o firmas del recaudador en determinados naipes que variaban según las ordenanzas: los más habituales eran el cuatro de copas o el cuatro de oros. A partir del segundo tercio del siglo XIX, se crearon sellos o timbres propios.
Caricatura de José Bonaparte como 
el \»Rey de Copas\». Grabado, sin fecha.

MÉTODOS DE FABRICACIÓN

El método de fabricación, la xilografía, se mantuvo prácticamente inalterado hasta el siglo XIX. Requería mucha mano de obra cualificada y un método de impresión muy similar a las indianas (tejidos de algodón estampados por una sola cara), cosa que facilitó el desarrollo posterior de esta industria, con la cual los naiperos tuvieron un contacto directo.
Era un proceso largo y laborioso, en el cual el papel había de pasar más de 100 veces por las manos de los operarios entes de convertirse en un juego. Hacía falta una gran capacidad de organización para obtener unos beneficios suficientes. Los primeros naiperos tenían la fábrica diseminada por toda la casa, que tenía que ser de grandes dimensiones para alojar todos los procesos de fabricación. Podemos decir que se trataba de una protoindustria, aunque en Barcelona (en un principio la artesanía del naipe se instaló en Sevilla, Madrid y Barcelona), por ejemplo, la casa no se separó del taller hasta el siglo XIX, con la aparición de las primeras fábricas.

Ejemplar del Diario de Barcelona con fecha 28 de abril de 1822, donde aparece la publicidad de la Baraja Constitucional. Fue confeccionada en recuerdo de los héroes de la Guerra de la Independencia y la Constitución de 1812. Probablemente sea la primera baraja de cartas española que se imprimió con el método de la litografía. Los naipes fueron impresos por Viuda e Hijos de D. Antonio Brusi, propietarios del Diario de Barcelona, y posteriormente por Jaime Sandiumenge Oliver.

As de oros de una baraja modelo fantasía editada por Clemente de Rojas en 1810, donde aparece el nombre del grabador José Martínez de Castro.

LOS GRANDES CAMBIOS

El panorama cambió completamente con la desaparición de los gremio, en el primer tercio del siglo XIX, y con la libre fabricación de los naipes aparecieron un gran número de nuevos fabricantes: el número de barajas se multiplicó, tanto las estandares como las de fantasía. Tanto en Cataluña como en el resto del Estado, cada región con tradición productora creó nuevos patrones, siguiendo las preferencias de los jugadores, siendo la mayoría derivaciones de los modelos antiguos.

El potencial de los naiperos catalanes, a pesar de todo, se hundió a finales del siglo XIX, cuando se produjo un gran cambio en la fabricación de naipes: la industria se sofisticó, y al final fueron a la quiebra muchas pequeñas empresas y se llevó buena parte del mercado el gran gigante alavés: Heraclio Fournier.

Las ordenanzas obligaban a los maestros naiperos a incorporar una señal (marca) en el cuatro de copas o de oros. Se ponía una imagen sencilla generalmente de temática astronómica o de animales u objetos. La señal tenía la doble utilidad de justificar la pertenencia al gremio y la identificación rápida del fabricante ya que la gran mayoría de los jugadores de naipes eran analfabetos.

(NOTA: La mayoría de los textos explicativos están elaborados a partir de la traducción de los originales en catalán de la exposición \»Una mano de cartas. La colección de naipes del Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona (1529-1988)\»)

– – – – – – o – – – – – –

(1) – La normativa penal sobre los juegos arranca en el Derecho romano, pero es en la legislación medieval donde encontramos que lo prohibido eran concretamente los juegos de azar como el de los dados, el primero de este tipo qu eestaba muy extendido en la Edad Media. El elemento del dinero y la apuesta, unido a las riñas y lances que se producían como consecuencia, solo eran agravantes que motivaban que los juegos de azar tuvieran que aparecer en las leyes, como en las Partidas de Alfonso X y el conocido como Ordenamiento de las tafurerías de Maestro Roldán. El rey Juan II sería el que por primera vez incluía la voz \»naipe\» en una ley, pues debido al protagonismo de los juegos de dados, el de naipes irrumpía a finales de la Edad Media. […]

Es en el XVIII con los Borbones en el poder cuando el panorama jurídico en general y, específicamente sobre el ocio, cambia radicalmente. Aunque ya Felipe V y Fernando VI habían introducido ciertas novedades en las leyes como nombrar algunos juegos directamente (banca, sacanete, el parar, faraón, lance, azar, baceta), solo estaban poniendo las bases para la gran obra legisladora del rey más importante en materia de regulación del ocio en nuestro país: Carlos III. Es él el que le dedica al ocio y, concretamente a los juegos de naipes, más atención y detalle en sus legislaciones (Real pragmática sanción del 6 de octubre de 1771), intentado a la vez unificar en una sola ley todo lo que se dispuso y lo que dispone él mismo sobre dicho tema. [2]

(2) – Según las memorias de la época:

«Hubiera continuado a no impedirlo el repentino alboroto, que escuchamos en la sala inmediata. Fue el caso que estando jugando al Mediator una niña de setenta años, con tres mocitos de la misma edad, poco más o menos, se alborotó de tal modo sobre si fue bien o mal pedido el Rey, que no se hubiera sosegado, aunque le volviesen el dinero que perdía. (…) Respingaba con la cólera todas estas facciones, y arrojando los naipes, se levantó, diciendo que eran unos desatentos, y que no respetaban a las Damas. No pudieron sosegarla los viejos a fuerza de Señorías, hasta que acudió Doña Fulgencia y otras amigas, con cuya mediación se apaciguó todo» [3]

(3) – La xilografía (del griego ξυλον, xylón, \’madera\’; y γραφη, grafé, \’inscripción\’) es una técnica de impresión con plancha de madera. El texto o la imagen deseada se talla a mano con una gubia o buril en la madera. Se utiliza habitualmente una sola matriz (llamada también taco) para cada página. [5]

(4) – El arte de echar las cartas o la adivinación también fue una actividad muy en boga durante los siglos XVIII y XIX. En realidad, es a partir del siglo XIV cuando los primeros naipes intervienen en las tareas adivinatorias y se hacen populares en las cortes europeas pero en el siglo XIX se popularizan enormemente las obras especializadas en la adivinación. De hecho, hay que citar a Marie Anne Lenormand (1772 – 1843), conocida como \»Sybille des Salons\» como una de las videntes más famosas de la época napoleónica y durante su vida publicó un gran número de libros que trataban aspectos relacionados con la cartomancia y donde explicaba sus propias experiencias en la lectura de cartas a personalidades de la alta sociedad europea. Fue muy estrecha su relación con Josefina de Beauharnais, de quien fue confidente y a quien vaticinó importantes sucesos, como su separación de Napoleón, asuntos que la llevaron a la cárcel en varias ocasiones. [9]

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Fuentes:

1) – Exposición \»Una mano de cartas. La colección de naipes del Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona (1529-1988)\» – Arxiu Històric. Ajuntament de Barcelona
2) –\»Los juegos de naipes: resistencias cotidianas en Rute (Córdoba) en la segunda mitad del siglo XVIII\» – Miguel Mohedano, ÁMBITOS Revista de Estudios de Ciencias Sociales y Humanidades, núm. 39 (2018), pp. 49-64. I.S.S.N.: 1575-2100
3) – “Espacios y prácticas de sociabilidad en el siglo XVIII” – Mª de los Ángeles Pérez Samper, Cuadernos de Historia Moderna, 2001, número 26, 11-55

4) -\»Les jeux à la Grande Armée\» – Houdecek, François, https://www.napoleon.org/histoire-des-2-empires/articles/les-jeux-a-la-grande-armee/

6) – “Napoleón: Una vida” – Andrew Roberts, Ed. Palabra, S.A., Madrid, 2016

8) – «L\’armée de Napoléon: organisation et vie quotidienne», Alain Pigeard, Ed. Tallandier, 2000

Imágenes:

b) – Nouvelles cartes de la Republique française: [placard publicitaire] : [jeu de cartes, estampe] – Source gallica.bnf.fr / Bibliothèque nationale de France
c) – Fotografías del autor

2 comentarios en “Las barajas de cartas en la España de Carlos IV y Fernando VII

  1. Byron, con tu permiso en la próxima edición de mis entradas dedicadas a las barajashttps://frodorock.blogspot.com/search/label/El%20Se%C3%B1or%20de%20las%20Barajaspublico alguna de estas y enlazo a la gente a este sitio.Cualquier duda sino avisame.Buena entrada!Que tengas un excelente fin de año y que el 2020 sea el mejor de todosSalud!

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