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Tras llegar a París las noticias de las derrotas francesas en Bailén y en Vimeiro (Portugal) y la consiguiente huida de su hermano José Bonaparte desde la corte de Madrid hacia Vitoria – donde llegó el 22 de septiembre – un Napoleón1 muy contrariado tomó personalmente las riendas de la situación y cruzó la frontera franco-española en Bayona con un contingente de unos 80.000 hombres de la Grande Armée el 6 de noviembre de 1808, con el fin de tomar la capital española, Madrid, a la que llegaría a primeros de diciembre, tras haber vencido claramente a las tropas españolas en las batallas de Gamonal, Espinosa de los Monteros y en el angosto paso de Somosierra.
Sabiendo de la presencia de las tropas británicas de John Moore en Benavente y Astorga, se dirigió hasta esta última, pero súbitamente volvió sus pasos hasta la ciudad de Valladolid, al tener noticias de la creciente y hostil actividad militar de los austriacos en Centroeuropa. El emperador valoraba la posición estratégica de Valladolid como nudo de comunicaciones hacia otros puntos importantes de la península, como Bayona, Zaragoza, Galicia, Santander, Madrid y el estar a solo cinco jornadas en correo a caballo de París, desde donde podría recibir noticias de la evolución de las hostilidades y planear sus próximos movimientos.

Autor desconocido. Grabado coloreado. (b)
Tras la huida de la ciudad de numerosos vallisoletanos, Napoleón entró a caballo en la ciudad por el Puente Mayor a las cuatro de la tarde del 6 de enero de 18092, acompañado de un contingente de 12.000 hombres, ante la indiferencia generalizada de los vallisoletanos que “no se le dio un viva, sino por los franceses y afrancesados, ni el pueblo se quitó el sombrero”, en palabras de Hilarión Sancho en sus diarios curiosos de Valladolid (1807-1849). [1]
La representación de la Chancillería, junto con las demás instituciones oficiales, le esperarían diligentemente durante horas en la plaza de San Pablo para mostrar sus respetos al emperador, pero este se limitó a dirigirse a su residencia en el Palacio Real, dejando las recepciones y protocolos para el día siguiente.


Valladolid no estaba preparada para alojar un número de militares tan grande, por lo que se ocuparon palacios y cuarteles para acuartelar a las tropas y la oficialidad en las casas de los ciudadanos principales. Los principales conventos fueron convertidos en acuartelamientos: Santa Clara, San Agustín, San Benito, San Francisco, San Ambrosio, Trinidad Calzada y el Monasterio del Prado (este último como hospital).
Valladolid se transformaría de alguna manera durante 11 días en la sede «oficiosa» del gobierno imperial, desde donde Napoleón despacharía un gran número de cartas y despachos (del orden de unas 175 misivas), como la siguiente, destinada al mariscal Berthier y fechada el 7 de enero:
«Mon cousin, je désire que vous me fassiez connaître quel est l’ordre donné à toutes les compagnies de marche, et à tous les régiments de marche dont vous m’avez envoyé l’état l’autre jour. Je suppose qu’on travaille toujours au Retiro avec la plus grande activité. Donnez l’ordre au général Léry (comandante en jefe de ingenieros de la Armée d’Espagne) qu’on commence les travaux [sur]les hauteurs du côté du château, afin que lorsqu’on s’occupera de ces travaux, cela ne paraisse plus une nouveauté. Cette hauteur est nécessaire pour le château et pour les casernes.» [CG8 – 19703. – Au maréchal Berthier, major général de l’Armée d’Espagne. Napoleónica.org]
En la fachada de la iglesia de San Benito el Real de Valladolid, se encuentra el que posiblemente sea el único símbolo existente del rey José I, hermano de Napoleón, que reinó tras la invasión francesa de 1808-1813.
Se trata de un blasón dividido en seis cuarteles: 1º Castilla, 2º León, 3º Aragón, 4º Navarra, 5º Granada y 6º las Indias, representadas por dos esferas terrestres flanqueadas por las columnas de Hércules; en el centro el sello familiar de los Bonaparte, el águila imperial con un haz de flechas y rodeado el conjunto por el Toisón de Oro. Cuando se restauró la fachada de esta iglesia en el año 2001 se descubrió este emblema, recuerdo de una complicada y triste historia de España, que permaneció oculto durante casi dos siglos.


San Benito se yergue en el antiguo solar del antiguo Alcazarejo y la muralla medievales, aún perceptibles, por donación de Juan I en 1390 a la orden benedictina, que a fines del s. XV tenía aquí ubicada la cabecera de su congregación. Durante la guerra de la Independencia fue cuartel imperial y almacén de municiones, como otros muchos edificios de la ciudad. [8]. En la actualidad cada uno de los tres patios que forman el complejo arquitectónico cumplen diversas funciones. El Patio herreriano alberga la sede del Museo de Arte Contemporáneo Español. [8 y 11]

El 7 de enero, se celebró una recepción con representantes de la chancillería para posteriormente recibir a miembros del Cabildo Catedralicio, la Universidad, el Ayuntamiento y otras corporaciones.
Pero durante los días sucesivos, quizás recordando también los pasados tumultos en la ciudad3, ordenó la detención y ejecución de cinco ciudadanos en la Plaza Mayor, acusados de conspirar contra los franceses (uno fue indultado a petición del clero). Una especial repercusión tendría el ahorcamiento de un hortelano del convento de San Pablo llamado Roche, que había matado a un soldado de la Guardia francés, sucediéndose la profanación e incautación de los bienes del mismo convento, más de veinte dominicos fueron encarcelados durante tres días y se requisó la plata para acuñar monedas con la imagen de José Bonaparte. También fueron arrestados varios nobles vallisoletanos y zamoranos por su implicación en la resistencia.


Napoleón también exigió una declaración pública de adhesión por parte de la Iglesia de la ciudad y que los clérigos predicaran la sumisión4 y la lealtad al gobierno de José Bonaparte. El 8 de enero, el vicario general publicó una pastoral que culpaba a los ingleses y alababa a Napoleón como protector de la fe.
Las tropas imperiales también incendiaron el convento de la Trinidad Calzada, causando gran temor entre la población. Las tumbas del cementerio fueron profanadas; sus lápidas se usaron como mesas en el Campo Grande. El vandalismo generalizado obligó al Ayuntamiento de la ciudad a emitir un bando contra el mercado negro de objetos expoliados.

El 9 de enero, la Junta General proclamó la capitulación de Valladolid y juró fidelidad a José I Bonaparte.
El 10 de enero, Napoleón pasó revista a 9.000 soldados en el Campo Grande, en un gran desfile, subrayando el control total de la ciudad y mostrando una vez más el poderío de la Grande Armée en España.
El 17 de enero, Napoleón abandonó Valladolid en secreto5 rumbo a Burgos. Dos días después, cruzó la frontera por el río Bidasoa hacia París para preparar la guerra contra Austria. El paso de Napoleón por la capital pucelana no sería sino el comienzo de una ocupación que se prolongaría hasta el año 1813, primero con el general Dufresse de gobernador militar hasta el año 1811 y que sería sustituido por el general Kellermann.
La Navidad que Napoleón pasó en Tordesillas
«En aquellos días de finales de diciembre, Napoleón se había visto obligado a perseguir en jornadas sin descanso al ejército británico del general sir John Moore, antes de que este pudiera comprometer sus líneas de comunicación con Francia. «Tras atravesar los pasos montañosos de Guadarrama, en medio de una gran borrasca de nieve, Napoleón y su ejército llegaron a Tordesillas (Valladolid). Era la mañana de Navidad del año 1808«, relata el historiador Francisco José Gómez en su «Breve historia de la Navidad» (2013).
El emperador se alojó en la hospedería que regentaban las madres clarisas al lado de su convento y en el locutorio del mismo las tropas francesas encerraron al cura de Tordesillas y otros dos españoles que habían sido sorprendidos espiando los movimientos franceses en la zona. Serían ejecutados. Al conocer esta circunstancia, «la anciana abadesa y sus aterradas monjas se limitan a rezar: ¿qué otra cosa pueden hacer?«, escribía Ramón Solís en su relato de los hechos.
Napoleón pasa la mañana descansando de la dura travesía hasta Tordesillas y por la tarde se viste con el uniforme de gala. El emperador ordena entonces que «la señora abadesa, doña María Manuela Rascón, anciana de más de sesenta años, saliese de la clausura y acompañada de los Mariscales del Imperio, fuese a visitarle en su habitación», según cuenta la «Historia de Tordesillas» (1914). Lo que parecía ser una visita de cortesía, se va convirtiendo en una larga y cordial entrevista. Napoleón manda encender el fuego y que les sirvan café, una bebida hasta entonces desconocida para la abadesa.
Al término de aquella tarde de charla y café con la abadesa, Napoleón entrega a la monja una bolsa con mil monedas de oro para su comunidad y le concede el privilegio de que nadie pueda asaltar el monasterio, ni a sus personas, ni a sus tierras, así como el título de «abadesa-emperatriz». María Manuela Rascón, agradecida, pide, en cambio, otra gracia: la libertad para los tres españoles que iban a ser ejecutados. «Napoleón se la concede y a la mañana siguiente, cuando comienza la parada militar que anuncia la marcha de Bonaparte, hace ya tiempo que los presos han sido puestos en libertad» prosigue Gómez.
Aunque aún existen dudas sobre el tiempo que pasó Napoleón en Tordesillas, de si fue una única jornada o dos o tres días, nadie cuestiona la historicidad de este episodio que quedó registrado en un pliego de la época en el Real Monasterio de Santa Clara. Ninguna placa o inscripción recuerda, sin embargo, estos hechos en este impresionante palacio mudéjar construido por el rey Pedro I de Castilla y que ya era convento de clarisas cuando Juana la Loca llegó a Tordesillas.» [10]

1Cuando se comenta que Napoleón dijo la famosa frase: «En España no tengo generales, tengo jefes de posta«, una cita de carácter apócrifo o anecdótico, significando una crítica mordaz a sus oficiales españoles y sobre todo franceses en la península.
2El Ayuntamiento era sabedor de la llegada del corso desde el 26 de diciembre, retrasado por la persecución del contingente de Moore, hasta el aviso en firme el 5 de enero de 1809. [9]
3Entre octubre de 1807 y febrero de 1808 se sucedieron revueltas y disturbios en Valladolid con la llegada de los ejércitos imperiales de los generales Junot y Dupont, el 24 de marzo nuevamente con las noticias de la caída de Godoy y la proclamación de Fernando VII y en mayo de 1808 con un gran levantamiento que terminará con el aprisionamiento de las tropas francesas acantonadas en la ciudad. [1]
4«Il faut precher la paix et la tranquilité» [9]
5La salida se guardó en secreto, comunicándose únicamente a los mariscales Soult, Ney y Lannes, al rey José I y al mariscal Berthier, intentándo aprovechar el factor sorpresa hasta su llegada a la capital gala. [9]
Fuentes:
1 – «Napoleón y la Chancillería de Valladolid«. Díptico – David Marcos Díez y Verónica Rodríguez Hervada, Archivo de la Real Chancillería de Valladolid y Subdirección General de los Archivos Estatales. https://www.cultura.gob.es/dam/jcr:4b001dbd-868b-4125-8e48-da840f25ea51/triptico-napole-n-archv.pdf
4 – http://www.domuspucelae.blogspot.com/2011/11/historias-de-valladolid-napoleon-en-el.html
5 – https://www.info.valladolid.es/blog/napoleon-en-valladolid/
7 – https://vallisoletvm.blogspot.com/2011/01/napoleon-en-valladolid-el-asesinato-de.html
8 – https://memoriamagica.com/el-ultimo-escudo-de-la-ocupacion-napoleonica-en-espana/
9 – «Valladolid durante la Guerra de la Independencia Española» – Jorge Sánchez Fernández, Tesis de Doctorado, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Valladolid, 2002
10 – «La Navidad que Napoleón pasó en Tordesillas» (19/12/2014). Mónica Arrizabalaga. (Versión resumida). https://www.abc.es/historia/20141219/abci-navidad-napoleon-paso-tordesillas-201412111415.html
12 – Paneles informativos de la ciudad de Valladolid.
Imágenes:
a – Fotos del autor.
b – http://www.grabadoslaurenceshand.com/product/vista-de-valladolid-del-siglo-xviii/
c – Foto de Óscar Pérez Quesada. Abril 2023 (Google Maps)
d – http://www.patrimonionacional.es/visita/real-monasterio-de-santa-clara-de-tordesillas
