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Hoy os traemos la última de las tres partes que dedicamos nuestra visita al Museo Naval de Madrid, en sus salas dedicadas a los finales del siglo XVIII hasta principios del XIX, que vieron algunos episodios famosos aunque contrarios a los intereses españoles como las batallas del Cabo San Vicente y Trafalgar, el postrer esfuerzo combativo de la Real Armada española, que había crecido a costa de dejar exhaustas las arcas reales y cuyos primeros efectos se resintieron ya en la guerra de la Convención contra Francia. También se contempla el intento frustrado de asalto al archipiélago canario en 1797, por las fuerzas navales del famoso Horatio Nelson, que perdió un brazo en el combate, derrotado por el general Antonio Gutiérrez, que ya había derrotado a los ingleses en las Malvinas y en Menorca. Finalmente un episodio más reciente como el del litigio entre el gobierno de España y una empresa estadounidense por los tesoros del navío Nuestra Señora de las Mercedes, hundido en 1804 en la costa portuguesa de Algarve, y que acabó en los tribunales dando la razón al Estado Español.

EXPOSICIÓN SIGLOS XVIII – XIX (Cont.)

Lana, pluma, seda, cuero y fieltro



Finales del siglo XVIII. Hierro y latón

UN GIGANTE CON PIES DE BARRO
La alianza con la República Francesa volvió a enfrentar a España con Inglaterra, el verdadero enemigo estratégico, que amenazaba tanto los territorios de ultramar como el comercio con América. Pero el mejor momento para hacerle frente ya había pasado. La Real Armada, que había crecido considerablemente a costa de llevar al límite la capacidad económica de la monarquía, se resintió mucho de los enormes gastos de la guerra de la Convención. Se abandonaron las nuevas construcciones y hasta el mantenimiento de los buques. Los frecuentes retrasos en el pago de los sueldos contribuyeron a disminuir la cantidad y calidad de la marinería y dejaron vacíos los arsenales. En estas condiciones, la Armada no fue rival para una Inglaterra plenamente recuperada de su derrota de 1783.

Antonio de Brugada Vila. 1858. Óleo sobre lienzo
Batalla naval librada frente a las costas del Algarve portugués entre una escuadra española y otra inglesa en el marco de los enfrentamientos con Inglaterra tras el Tratado de San Ildefonso.
La pintura representa el momento en que el navío Santísima Trinidad, el mayor buque de guerra del momento con 130 cañones y navegando bajo la insignia de Córdoba, es atacado por el Blenheim de 98 cañones, el Orion de 74, el Irresistible de 74 y el Excellent de 74. Acude en su auxilio el navío Infante don Pelayo, de 74 cañones – a la izquierda del observador, navegando a un largo sobre las gavias, con la mayor y la de trinquete cargadas –, al mando de Cayetano Valdés. En primer plano, a la derecha, los tripulantes de dos lanchas abordadas de ambas naciones se combaten encarnizadamente; más al fondo, navíos en plena acción y a la izquierda, la costa cercana del cabo de San Vicente, lo que en realidad no sucedió. La batalla terminó con la derrota española y, como consecuencia de la misma, el jefe de la escuadra José de Córdova se enfrentó a un consejo de guerra, donde fue degradado. [2]




1805. Bronce.
Izquierda: Estandarte de la Marina Imperial Francesa que perteneció al navío “L’Atlas”. Casa Picot. Siglo XIX. Seda bordada de oro

Anónimo español. 1848. Óleo sobre lienzo.

c. 1850. Óleo sobre lienzo

A bordo del navío “Príncipe de Asturias”, Federico Gravina y Napoli estuvo al mando de la escuadra española en la batalla de Trafalgar, en octubre de 1805. Murió al año siguiente, a consecuencia de las heridas recibidas. De él había escrito Napoleón: “Gravina es todo genio y decisión en el combate. Si Villeneuve hubiera tenido esas cualidades, el combate de Finisterre hubiera sido una victoria completa”


1800. Óleo sobre lienzo
Marino con grandes dotes marineras y visión militar, Antonio de Escaño y García de Cáceres participó en la batalla del cabo de San Vicente donde, junto a Cayetano Valdés, consiguió salvar al navío “Santísima Trinidad” de ser apresado. En la batalla de Trafalgar, en 1805, fue mayor general de la escuadra de Gravina y combatió embarcado en el navío “Príncipe de Asturias”. Durante la guerra de Independencia fue miembro del consejo de Regencia y falleció en 1814.
Como teniente general, José de Mazarredo se esforzó por corregir el abandono en el que se encontraba la Armada, demostrados años después en las batallas del cabo de San Vicente y Trafalgar. En el ámbito científico impuso el método de las distancias lunares para resolver el problema del cálculo de la longitud. Esta obra fue pintada en Paris por el retratista del gobierno francés durante su estancia allí.

4. Trabuco de infantería de marina británica
Finales del siglo XVIII. Acero y madera

Acero, latón y madera



Vistas del ataque británico en Santa Cruz de Tenerife. Pedro de Maffiote y Arocha / Francisco de Aguilar Fuentes / Nicolás de Alfaro y Brieva. 1848. Óleo sobre lienzo
Representan el intento frustrado de asalto al archipiélago canario en 1797, por las fuerzas navales de Horatio Nelson, que perdió un brazo en el combate. El ataque se encuentra dentro del contexto de los enfrentamientos con Inglaterra a raíz del Tratado de San Ildefonso entre España y la Francia revolucionaria. Los tres lienzos fueron pintados en 1848 por encargo del Museo Naval para conmemorar la victoria.

Anónimo español. 2ª mitad del siglo XVIII. Óleo sobre lienzo.

Anónimo. 1781. Óleo sobre lienzo.

Francisco Fernández, Miguel Godoy, Francisco Tamayo y José Antonio Álvarez. 2012-2014. Madera
El 5 de octubre de 1804 la “Mercedes”, que formaba parte de la flota comandada por Bustamante que regresaba de América, fue atacada por una escuadra inglesa a la altura del cabo de Santa María, a pesar de estar en tiempos de paz con Inglaterra. El hallazgo del pecio por una compañía que pretendía lucrarse con el tesoro que transportaba, terminó en un litigio en los tribunales que favoreció a España.

Ceca de Lima. c. 1803. Cuatro escudos de oro. Reales de a 8 de plata
Bloque compacto de monedas de plata

Derecha: Miniatura de José Bustamante y Guerra, teniente general de la Armada. Anónimo. Segunda mitad del siglo XVIII. Óleo sobre pergamino.


1990-2000. Madera, cobre, hueso y fibras textiles.
Fue el navío de línea más grande de la época. Construido en el astillero de La Habana, según planos de Mateo Mullan, estaba armado con 120 cañones y tres puentes. Posteriormente se amplió en los astilleros de Cartagena a 140 cañones y cuatro puentes. En su construcción se utilizaron maderas nobles como caoba, júcaro y caguairán. A pesar de ser un barco de porte impresionante, era lento y complicado de maniobrar.
Fuentes:
1 – Paneles informativos del Museo Naval, Paseo del Prado, 3. 28014 Madrid
Imágenes:
a – Fotografías del autor