Hoy os traemos la última de las tres partes que dedicamos nuestra visita al Museo Naval de Madrid, en sus salas dedicadas a los finales del siglo XVIII hasta principios del XIX, que vieron algunos episodios famosos aunque contrarios a los intereses españoles como las batallas del Cabo San Vicente y Trafalgar, el postrer esfuerzo combativo de la Real Armada española, que había crecido a costa de dejar exhaustas las arcas reales y cuyos primeros efectos se resintieron ya en la guerra de la Convención contra Francia. También se contempla el intento frustrado de asalto al archipiélago canario en 1797, por las fuerzas navales del famoso Horatio Nelson, que perdió un brazo en el combate, derrotado por el general Antonio Gutiérrez, que ya había derrotado a los ingleses en las Malvinas y en Menorca. Finalmente un episodio más reciente como el del litigio entre el gobierno de España y una empresa estadounidense por los tesoros del navío Nuestra Señora de las Mercedes, hundido en 1804 en la costa portuguesa de Algarve, y que acabó en los tribunales dando la razón al Estado Español.
Entrada al Museo Naval, ubicado en el famoso Paseo del Prado, en Madrid.
EXPOSICIÓN SIGLOS XVIII – XIX (Cont.)
Bicornio de teniente general. 1805. Lana, pluma, seda, cuero y fieltro
Pistola reglamentaria en la Real Armada modelo de 1802. 1802. Hierro, latón y madera
Banda y placa de la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III. c. 1805. Seda/Plata y esmalte
Espada de corte con guarnición de platillo posiblemente de Federico Gravina Finales del siglo XVIII. Hierro y latón
Miniatura de Horatio Nelson, almirante inglés. Anónimo. 1805. Temple sobre tabla.
UN GIGANTE CON PIES DE BARRO
La alianza con la República Francesa volvió a enfrentar a España con Inglaterra, el verdadero enemigo estratégico, que amenazaba tanto los territorios de ultramar como el comercio con América. Pero el mejor momento para hacerle frente ya había pasado. La Real Armada, que había crecido considerablemente a costa de llevar al límite la capacidad económica de la monarquía, se resintió mucho de los enormes gastos de la guerra de la Convención. Se abandonaron las nuevas construcciones y hasta el mantenimiento de los buques. Los frecuentes retrasos en el pago de los sueldos contribuyeron a disminuir la cantidad y calidad de la marinería y dejaron vacíos los arsenales. En estas condiciones, la Armada no fue rival para una Inglaterra plenamente recuperada de su derrota de 1783.
Combate de San Vicente. El navío “Pelayo” acude en auxilio del navío “Santísima Trinidad” Antonio de Brugada Vila. 1858. Óleo sobre lienzo
Batalla naval librada frente a las costas del Algarve portugués entre una escuadra española y otra inglesa en el marco de los enfrentamientos con Inglaterra tras el Tratado de San Ildefonso.
La pintura representa el momento en que el navío Santísima Trinidad, el mayor buque de guerra del momento con 130 cañones y navegando bajo la insignia de Córdoba, es atacado por el Blenheim de 98 cañones, el Orion de 74, el Irresistible de 74 y el Excellent de 74. Acude en su auxilio el navío Infante don Pelayo, de 74 cañones – a la izquierda del observador, navegando a un largo sobre las gavias, con la mayor y la de trinquete cargadas –, al mando de Cayetano Valdés. En primer plano, a la derecha, los tripulantes de dos lanchas abordadas de ambas naciones se combaten encarnizadamente; más al fondo, navíos en plena acción y a la izquierda, la costa cercana del cabo de San Vicente, lo que en realidad no sucedió. La batalla terminó con la derrota española y, como consecuencia de la misma, el jefe de la escuadra José de Córdova se enfrentó a un consejo de guerra, donde fue degradado. [2]
Detalle del anterior.
Miniatura de Federico Gravina. Julio García Condoy. Siglo XIX. Óleo sobre cobre.
Superior: Lord Horatio Nelson y Bronte, vicealmirante – Medalla conmemorativa de su muerte en el combate naval de Trafalgar, 1805. Bronce. Izquierda: Estandarte de la Marina Imperial Francesa que perteneció al navío “L’Atlas”. Casa Picot. Siglo XIX. Seda bordada de oro
Combate entre el navío «San Francisco de Asís» y tres fragatas y una corbeta británicas. Anónimo español. 1848. Óleo sobre lienzo.
Domingo Pérez de Grandallana y Sierra, secretario de Estado y ministro de Marina. Lino García. c. 1850. Óleo sobre lienzo
Federico Gravina y Napoli, capitán general de la Real Armada. Anónimo. 1806-1850. Óleo sobre lienzo
A bordo del navío “Príncipe de Asturias”, Federico Gravina y Napoli estuvo al mando de la escuadra española en la batalla de Trafalgar, en octubre de 1805. Murió al año siguiente, a consecuencia de las heridas recibidas. De él había escrito Napoleón: “Gravina es todo genio y decisión en el combate. Si Villeneuve hubiera tenido esas cualidades, el combate de Finisterre hubiera sido una victoria completa”
Antonio de Escaño y García de Cáceres, teniente general de la Real Armada. José Sánchez. 1850. Óleo sobre lienzo
José de Mazarredo Salazar, teniente general de la Real Armada. Jean-François-Marie Bellier 1800. Óleo sobre lienzo
Marino con grandes dotes marineras y visión militar, Antonio de Escaño y García de Cáceres participó en la batalla del cabo de San Vicente donde, junto a Cayetano Valdés, consiguió salvar al navío “Santísima Trinidad” de ser apresado. En la batalla de Trafalgar, en 1805, fue mayor general de la escuadra de Gravina y combatió embarcado en el navío “Príncipe de Asturias”. Durante la guerra de Independencia fue miembro del consejo de Regencia y falleció en 1814.
Como teniente general, José de Mazarredo se esforzó por corregir el abandono en el que se encontraba la Armada, demostrados años después en las batallas del cabo de San Vicente y Trafalgar. En el ámbito científico impuso el método de las distancias lunares para resolver el problema del cálculo de la longitud. Esta obra fue pintada en Paris por el retratista del gobierno francés durante su estancia allí.
2. Trabuco británico de viaje. Finales del siglo XVIII. Acero, latón y madera 4. Trabuco de infantería de marina británica Finales del siglo XVIII. Acero y madera
Pistola civil española. c. 1789. Acero, latón y madera
Vista I
Vista II
Vista III
Vistas del ataque británico en Santa Cruz de Tenerife. Pedro de Maffiote y Arocha / Francisco de Aguilar Fuentes / Nicolás de Alfaro y Brieva. 1848. Óleo sobre lienzo
Representan el intento frustrado de asalto al archipiélago canario en 1797, por las fuerzas navales de Horatio Nelson, que perdió un brazo en el combate. El ataque se encuentra dentro del contexto de los enfrentamientos con Inglaterra a raíz del Tratado de San Ildefonso entre España y la Francia revolucionaria. Los tres lienzos fueron pintados en 1848 por encargo del Museo Naval para conmemorar la victoria.
Carlos IV siendo príncipe de Asturias Anónimo español. 2ª mitad del siglo XVIII. Óleo sobre lienzo.
Francisco Javier de Winthuyssen y Pineda, jefe de escuadra de la Real Armada Anónimo. 1781. Óleo sobre lienzo.
Modelo de la fragata de 34 cañones “Nuestra Señora de las Mercedes” Francisco Fernández, Miguel Godoy, Francisco Tamayo y José Antonio Álvarez. 2012-2014. Madera
El 5 de octubre de 1804 la “Mercedes”, que formaba parte de la flota comandada por Bustamante que regresaba de América, fue atacada por una escuadra inglesa a la altura del cabo de Santa María, a pesar de estar en tiempos de paz con Inglaterra. El hallazgo del pecio por una compañía que pretendía lucrarse con el tesoro que transportaba, terminó en un litigio en los tribunales que favoreció a España.
Doce monedas recuperadas del pecio de la fragata “Nuestra Señora de las Mercedes” Ceca de Lima. c. 1803. Cuatro escudos de oro. Reales de a 8 de plata Bloque compacto de monedas de plata
Superior: Bloque compacto de monedas de plata recuperadas del pecio de la fragata “Nuestra Señora de las Mercedes” Derecha: Miniatura de José Bustamante y Guerra, teniente general de la Armada. Anónimo. Segunda mitad del siglo XVIII. Óleo sobre pergamino.
Modelo de navío “Santísima Trinidad” de 136 cañones (1769-1805). Félix Moreno Sorli. 1990-2000. Madera, cobre, hueso y fibras textiles.
Fue el navío de línea más grande de la época. Construido en el astillero de La Habana, según planos de Mateo Mullan, estaba armado con 120 cañones y tres puentes. Posteriormente se amplió en los astilleros de Cartagena a 140 cañones y cuatro puentes. En su construcción se utilizaron maderas nobles como caoba, júcaro y caguairán. A pesar de ser un barco de porte impresionante, era lento y complicado de maniobrar.
Fuentes:
1 – Paneles informativos del Museo Naval, Paseo del Prado, 3. 28014 Madrid
Hoy os traemos la segunda de las tres partes que dedicamos nuestra visita al Museo Naval de Madrid, a unos escasos 500 metros del Museo Nacional del Prado. Nos centramos básicamente en las salas que tratan de la Marina española desde mediados del siglo XVIII a principios del XIX, que podríamos considerar como la cara y la cruz de la suerte de la flota de guerra de España en aquella turbulenta época. En esta entrada veremos el la singladura de la Armada durante la guerra de la Independencia, algunos de los ilustres marinos que participaron junto con algunos objetos históricos de dicho periodo expuestos en las vitrinas del museo. También un apartado dedicado a la batalla de Trafalgar, que selló el destino de la flota franco española con la victoria de la Royal Navy a costa de la muerte de su ilustre vicealmirante Horacio Nelson.
EXPOSICIÓN SIGLOS XVIII – XIX (Cont.)
Modelo de arsenal de la fragata Santa Rosalía (1767-1802) Arsenal de Cartagena. c. 1767. Madera, metal y fibras textiles
Las fragatas eran buques de tres palos, más ligeros que los navíos de línea. Disponían como máximo de dos cubiertas y normalmente sólo una estaba artillada, con un número total de piezas que no solían exceder de treinta. Este tipo de navíos se dedicaron principalmente a proteger el tráfico mercante y, por su rapidez de movimientos, también servían de apoyo a los navíos de línea.
LOS ARSENALES
Para sostener la política expansiva en el Mediterráneo, el Atlántico y el Pacífico, los monarcas del siglo XVIII invirtieron considerables recursos en la construcción de los nuevos arsenales. El arsenal militar del Ferrol, con capacidad para acoger 70 navíos, fue el más grande de Europa en su época y cumplió también una función defensiva, tanto propia como de la ciudadela. El arsenal de la Carraca fue concebido como un conjunto industrial y urbanístico del que aún se conservan importantes muestras, como el penal, la iglesia, y algunos diques y muelles. Por último, el arsenal de Cartagena fue en su tiempo el más importante complejo industrial del Mediterráneo.
LA BANDERA DE ESPAÑA
Las marinas borbónicas usaban como bandera nacional el escudo del soberano sobre fondo blanco, lo que hacía difícil la identificación en la mar. Presentadas doce propuestas a Carlos III, una Real Orden de 1785 ordenaba: “… que en adelante usen mis buques de guerra la Bandera dividida a lo largo en tres listas, de las cuales la alta y la baja sean encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total, y la de en medio, amarilla…” En 1843, Isabel II decretó que las unidades del Ejército y la Infantería de Marina usasen en sus banderas los colores y disposición ordenados por Carlos III. Posteriormente su uso se generalizó para todos los organismos de la nación.
Propuestas presentadas para el diseño de la bandera.
Gabriel Císcar y Císcar, teniente general de la Real Armada. José Roldán y Martínez c. 1850. Óleo sobre lienzo.
Cosme Damián Churruca y Elorza, brigadier de la Real Armada. Anónimo español Siglo XIX. Óleo sobre lienzo
Tras ser destinado como profesor de navegación y matemáticas superiores, Gabriel Císcar y Císcar fue nombrado director de la Real compañía de Guardias Marinas de Cartagena en 1788. En 1798 viajó a París como representante de España en el congreso que debía fijar el sistema métrico decimal. Císcar intervino en la subcomisión encargada de fijar la medida definitiva del metro. A su regreso, trajo consigo el modelo de patrón nº 3 del metro.
Cosme Damián Churruca y Elorza fue destinado a la expedición de reconocimiento del estrecho de Magallanes en 1788 y se encargó de los estudios astronómicos y geográficos. Tras un breve paso por el Observatorio de Cádiz, participó entre 1792 y 1795, al mando de una división de dos bergantines en la comisión del Atlas de la América Septentrional, que tenía como misión el levantamiento de cartografía náutica de las ismas y canales de las Antillas.
Destacado marino, militar y científico, fue comandante del navío “San Juan Nepomuceno”. En 1805 se incorporó en el Ferrol a la escuadra franco-española, recién llegada de las Antillas bajo las órdenes de Federico Gravina. Murió en la batalla de Trafalgar. Después de su muerte, su navío fue apresado y llevado a Gibraltar, donde los ingleses colocaron una placa en la cámara del comandante en su honor.
Dionisio de Alcalá Galiano, brigadier de la Real Armada. Anónimo. Siglo XIX. Óleo sobre lienzo
Alejandro Malaspina y Melilupi, brigadier de la Real Armada. Anónimo. Siglo XIX. Óleo sobre lienzo
1. Sable de honor de Francisco Javier de Uriarte y Borja, regalado por Napoleón Bonaparte Nicolás Boutet. c. 1800. Acero, Bronce y oro. 2. Faja y entorchados de cuello y bocamanga que pertenecieron a Francisco Javier de Uriarte y Borja 1ª mitad siglo XIX. Seda e hilo metálico 3. Cinturón con fiador de sable. Borja. 1ª mitad siglo XIX. Tela, cuero y metal.
Estuche con pareja de pistolas de honor de José de Rojas, capitán de navío de la Real Armada Nicolás Boutet. c. 1802. Metal y madera
TRAFALGAR
Como resultado de los errores del almirante Villeneuve, la escuadra franco-española quedó bloqueada en Cádiz en 1805. Presionado por Napoleón, y contra la opinión de Gravina, Villeneuve salió a la mar y se enfrentó a la escuadra inglesa que superaba a la combinada en adiestramiento de las dotaciones y en la eficacia de la artillería. Cumpliendo lo prescrito en las Ordenanzas de 1802: “nunca se rendirá a fuerzas superiores sin cubrirse de gloria en su gallarda resistencia”, entregaron sus vidas marinos como Gravina, Churruca, Alcalá Galiano y Alsedo, entre otros muchos. Pero si la batalla es una manera de tomar el pulso a la nación, justo es decir que la arruinada España de principios del siglo XIX no cumplió sus objetivos.
Vista general del combate de Trafalgar. Rafael Monleón y Torres. 1870. Óleo sobre lienzo
Combate de Trafalgar. Vista de la acción entre el navío español “Santa Ana” y el británico “Royal Sovereign” Ángel Cortellini Sanchez. 1903. Óleo sobre lienzo
Busto de Cosme Damián Churruca y de Elorza. L. Savadell 1ª mitad siglo XIX. Terracota.
Izquierda: Bandera del 6º regimiento de infantería de línea, Málaga, del Ejército de José I Bonaparte. 1810. Seda y tafetán. Derecha: La versión coloreada basada en un diseño de D. Cueto.
Esta bandera perteneció al 6º regimiento de infantería creado por Real Decreto durante el reinado de José I Bonaparte, el 6 de marzo de 1810, con el nombre de Regimiento Fijo de Málaga. En 1812 se ordenó destruir todas las banderas e insignias relacionadas con el rey José I, lo que la convierte posiblemente en la única de su tipo que se conserva en España.
LA ARMADA EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
El 2 de mayo de 1808 se sublevó en Madrid el pueblo español contra José I Bonaparte. Comenzaba así la Guerra de Independencia, que duraría 6 años. Garantizado el dominio del mar por la marina inglesa, ahora aliada de España, la Infantería de Marina se integró en el ejército para combatir en Tierra. También la gran mayoría de los oficiales del Cuerpo General – en ocasiones encuadrados en la maestranza de los arsenales – pasaron a combatir en el ejército. Así, mientras todos los recursos de la nación se destinaban a satisfacer las necesidades de las operaciones terrestres, la Armada se deshacía sin remedio, perdiéndose la herramienta que tanto había costado construir y que tan necesaria era para mantener los territorios de ultramar.
1. Águila naval modelo 1804 para estandarte de la Marina Imperial francesa que perteneció al navío “L’Atlas”. Pierre-Philippe Thomire. Siglo XIX. Bronce y oro.
La experiencia y el adiestramiento en el combate naval de los corsarios vigueses llevaría a que, el 9 de junio de 1808, éstos capturaran al buque de guerra francés Atlas, de 74 cañones, que llevaba en la bahía de Vigo desde el 28 de julio de 1805 (Villeneuve no contó con él y no estuvo presente en Trafalgar), y que estuvo sirviendo como buque-hospital hasta 1806. La águila que estaba a bordo es la que se exhibe en las vitrinas del museo.
2. Peto y espalda de coracero de caballería francesa. Zurdebell (Atrib.). 1800-1830. Acero y cuero 3. Sable de batallón de marinos de la Guardia Imperial Francesa. 1804-1814. Acero, latón y cuero
3. Sable de batallón de marinos de la Guardia Imperial Francesa 1804-1814. Acero, latón y cuero
4. Placa de chacó modelo 1806, perteneciente a un soldado francés del regimiento 101 de infantería de línea
5. José Napoleón – Medalla conmemorativa de su viaje desde Nápoles a Bayona para ser proclamado rey de España. F. Daniel. 1808. Bronce
6. Napoleón, emperador – Medalla conmemorativa de su traslado a Plymouth a bordo del “HMS Bellerophon”. Mudie y Brenet. 1815 . Plata
7. Medalla de distinción de la rendición de la escuadra francesa. 1808. Plata y esmaltes
3. Duque de Wellington – Medalla conmemorativa de su llegada a la Península Mudie y Brenet. 1808. Plata
1. Medalla de distinción batalla de Bailén. 1808. Tela, metal y esmalte 2. Diadema Real de Marina. Insignia para oficiales. Anónimo español. 1816-1866. Oro, plata y esmalte
4. Sable de tropa de Infantería de Marina. 1820-1840. Acero y latón
Cayetano Valdés y Flores, capitán general de la Real Armada y gobernador militar de Cádiz durante la guerra de la Independencia. José Roldán y Martínez 1847. Óleo sobre lienzo
Ignacio María de Álava y Saénz de Navarrete, capitán general de la Real Armada. Anónimo español 1ª mitad del siglo XIX. Óleo sobre lienzo
Fernando VII, rey de España Vicente López y Portaña (Atrib.) c. 1823. Óleo sobre lienzo
Superior derecha: Retrato del rey Fernando VII vestido con uniforme de capitán general común para el Ejército y la Armada, atribuido a Vicente López, primer pintor de cámara desde 1815. Fernando VII subió al trono en 1808 y estuvo exiliado en Valençay hasta el final de la guerra de Independencia. Durante su reinado la Armada sufrió un paulatino abandono que impidió contrarrestar el rápido proceso de emancipación de las provincias americanas.
Pablo Morillo, conde de Cartagena, teniente general del Real Ejército y sargento del Real Cuerpo de Infantería de Marina. Anónimo. Siglo XIX. Óleo sobre lienzo
Juan José Ruiz de Apodaca y Eliza, primer conde de Venadito, capitán general de la Real Armada. Antonio María Esquivel. 1834. Óleo sobre lienzo
La carrera militar de Pablo Morillo, se inició en el Real Cuerpo de Infantería de Marina como suboficial. Estuvo en las batallas del cabo de San Vicente y de Trafalgar. Durante la guerra de la Independencia pasó al Ejército, distinguiéndose en diferentes batallas como las de Bailén, Ponte Sampaio, Tamames o Vitoria. Por sus méritos llegó a ser teniente general. Posteriormente participó contra las insurrecciones americanas.
El papel de Juan José Ruiz de Apodaca y Eliza tras la invasión francesa de la Península en mayo de 1808 fue decisivo. Estando al mando de la Escuadra del Océano, atacó a la escuadra francesa del almirante Rosily que aún permanecía en Cádiz desde la batalla de Trafalgar, consiguiendo que se rindiera. El retrato es obra de Antonio María Esquivel, uno de los retratistas más destacados del siglo XIX español.
Cañón de bronce de a 4 libras. 1791. Bronce
Cañón fabricado en Sevilla, con bronce de Lima, tal y como indican sus inscripciones. Perteneció a la fragata “Santa María Magdalena”, construida en Ferrol en 1773, que naufragó en Vivero por temporal el 2 de noviembre de 1810. Formaba parte de la escuadra hispano-inglesa que, al mando de Joaquín Zarauz, tenía como misión defender la costa cantábrica contra los ataques de los franceses durante la guerra de la Independencia.
Fuentes:
1 – Paneles informativos del Museo Naval, Paseo del Prado, 3. 28014 Madrid
Hoy os traemos la primera de las tres partes que dedicamos a la visita al Museo Naval de Madrid por parte de nuestro infatigable Byron, a unos escasos 500 metros del Museo Nacional del Prado. Nos centramos básicamente en las salas que tratan de la Marina española desde mediados del siglo XVIII a principios del XIX, que podríamos considerar la cara y la cruz de la flota de guerra de España en aquella época. Tras una etapa muy floreciente tal como nos narra Carlos Martínez-Valverde: «La Armada de 1808 era una sombra, una caricatura de la de los tiempos de esplendor de la Marina de la Ilustración, de la potencia que tuvo 15 años antes, en 1793, cuando bajo el gobierno del baylío don Antonio Valdés Bazán [Antonio Valdés y Fernández Bazán, Secretario de Estado del despacho universal de Marina y de Indias], alcanzó su apogeo con 79 navíos, 54 fragatas y 156 buques menores en sus listas. […] En 1805, a la vista del cabo Trafalgar, se inmoló la Armada por exigencias de la política de Napoleón, contraria a los intereses españoles. […] Con las arcas del Estado exhaustas y la reducción del comercio marítimo por las prolongadas guerras en la mar, los barcos se pudren en los Arsenales por falta de carena, incluso algunos se desguazan para dar trabajo a la Maestranza de Arsenales, que tanto esfuerzo, tiempo y dinero había costado formar y que al final, al no tener ocupación acabó por desvanecerse». 1
«Antonio Barceló, con su jabeque correo, rechaza a dos galeotas argelinas (1738)». (1902), Ángel Cortellini Sánchez, óleo sobre lienzo
EXPOSICIÓN SIGLOS XVIII – XIX
LA EDAD DE ORO DE LA CONSTRUCCIÓN NAVAL EN ESPAÑA
S. XVIII
Con la Ordenanza de Arsenales de 1723 y la creación de los Departamentos Marítimos de Ferrol, Cádiz y Cartagena en 1726, se inició un proceso de reestructuración de la construcción naval militar que culminaría con la creación de un arsenal en cada una de sus cabeceras, con la doble misión de ser astillero y carenero para mantenimiento. Mientras los nuevos arsenales se ponían en funcionamiento, los buques se seguirían construyendo en Guarnizo, la Habana y Cavite.
A lo largo del siglo se implantaron distintos sistemas constructivos, ideados por marinos y científicos, que irán incorporando los avances de la técnica. Entre ellos destacaron Antonio de Gaztañeta, Jorge Juan y Santacilia, Francisco Gautier y José Romero y Fernández de Landa. A sus diseños pertenecían, respectivamente, navíos tan emblemáticos como el “Glorioso”, el “Santísima Trinidad”, el “San Juan Nepomuceno” y el “Montañés”.
LOS ARSENALES
Para sostener la política expansiva en el Mediterráneo, el Atlántico y el Pacífico, los monarcas del siglo XVIII invirtieron considerables recursos en la construcción de los nuevos arsenales. El arsenal militar del Ferrol, con capacidad para acoger 70 navíos, fue el más grande de Europa en su época y cumplió también una función defensiva, tanto propia como de la ciudadela. El arsenal de la Carraca fue concebido como un conjunto industrial y urbanístico del que aún se conservan importantes muestras, como el penal, la iglesia, y algunos diques y muelles. Por último, el arsenal de Cartagena fue en su tiempo el más importante complejo industrial del Mediterráneo.
Modelo del navío “San Vicente Ferrer” (1768-1797), c. 1768. Madera
Modelo de casco de lancha cañonera blindada según diseño de Antonio Barceló. Siglo XVIII. Madera y plomo.
Pareja de obuses españoles de a 4 libras circa 1780. Bronce
Pareja de obuses españoles de a 4 libras circa 1780. Bronce
EL REAL COLEGIO DE CIRUGÍA DE LA ARMADA
El Real Colegio de Cirugía de la Armada, fundado en Cádiz por Pedro Virgili en 1748, fue la primera institución en España en la que se otorgaba el título de médico-cirujano. Los titulados embarcaban con un estuche de instrumentos pagado por la Hacienda Real, haciéndose cargo de no estropear ni extraviar ninguno de ellos. Los cirujanos eran oficiales mayores, seguidos por los sangradores como oficiales de mar.
Estuche de cirugía. Pablo Hartmann. Siglo XIX. Acero, madera y terciopelo
1. Sierra de arco para cirugía s. XVIII. Acero y ébano 2. Trépano de trinquete s. XIX. Hierro 3. Lanceta para sangrar. Kolb. s XVIII-XIX. Acero y latón.
5. Torniquete. s. XVIII. Metal, fibras textiles y cuero 6. Legre. s. XIX. Acero y ébano 7. Trocar. Luer (París). s. XIX. Hierro, plata y hueso 8. Trocar. Luer (París) s. XIX. Hierro, plata y hueso 9. Estuche de bolsillo de cirujano Mu. Charrière Collin, París, s. XIX
Superior: Daga de oficial para uniforme de gala. Siglo XVIII-XIX. Acero, latón y nácar.
Inferior: Daga o «cutó» de paseo de Guardia Marina. Siglo XVIII-XIX. Acero, latón y hueso
LOS DEPARTAMENTOS MARÍTIMOS
Cuando Patiño ocupó la Secretaría del Despacho de Marina e Indias, en 1726, instituyó los Departamentos Marítimos de Cádiz – que incluyó la Dirección General de la Armada – Ferrol y Cartagena. Sus Capitanes Generales tenían autoridad sobre todo lo marítimo en su área de jurisdicción. Cada departamento debía contar con un astillero en su cabecera y, a partir de 1732, contaría también con su propia escuadra. Años después, el Marqués de la Ensenada mejoró la estructura con la construcción de los tres grandes arsenales peninsulares y el de la Habana.
José Patiño de Rosales, intendente general de la Real Armada Rafael Tegeo Díaz. 1828. Óleo sobre lienzo
Quirico Aristizábal y Sequeira, capitán de navío Anónimo. c. 1810. Óleo sobre lienzo
Desde 1717, José Patiño estuvo al frente de la Secretaría de Marina. Una vez establecido el Departamento Marítimo de Cádiz, completó el traslado de la Casa de la Contratación a dicha ciudad, y creó una academia para la formación de los oficiales de marina. Ese mismo año publicó las Ordenanzas de la Armada que aunaban en una sola flota las galeras del Mediterráneo, los navíos del océano y los galeones de Indias.
CUERPOS DE BATALLONES, DEL MINISTERIO Y DE INGENIEROS.
Entre otras medidas imprescindibles para la recuperación de la Armada, Patiño necesitaba homogeneizar las aptitudes de los mandos embarcados, cualquiera que fuera su procedencia. Ese objetivo tenía el Cuerpo de Oficiales de Guerra de la Real Armada, cuyos miembros podían servir indistintamente en buques, en las unidades del Cuerpo de Batallones de Marina, creado en 1717 para la guarnición de los buques e instalaciones, o en las Brigadas de Artillería que se crearían poco después. Con los veedores, comisarios y pagadores de la época anterior, Patiño formó el Cuerpo del Ministerio, que tenía responsabilidades sobre los astilleros y los asuntos económicos. La estructura se completó en 1770, con la creación del Cuerpo de Ingenieros de Marina, a instancias de Francisco Gautier.
LA REAL COMPAÑÍA DE GUARDIAS MARINAS
Fundada en 1717, la Real Compañía de Guardias Marinas se creó para formar a los oficiales de la Real Armada, combinando la exigente formación académica de la marina francesa – que incluía estudios de Matemáticas, Náutica, Artillería y Maniobra – con la práctica de mar que caracterizaba a la marina inglesa. La dureza del programa, de duración variable dependiendo del rendimiento de cada alumno, y la acertada selección de los mandos pusieron a la Real compañía a la cabeza del desarrollo científico español del siglo XVIII. La Real compañía tomó de la prestigiosa Guardia de Corps el uniforme y armamento, además del privilegio de combatir en vanguardia.
«Mi bandera». Augusto Ferrer Dalmau (2014) Óleo sobre lienzo
El Cuerpo de Batallones de Marina inicialmente estaba formado por cuatro batallones, que fueron aumentando a lo largo del siglo hasta llegar a doce para cubrir las necesidades de una Armada que crecía deprisa. De entre los muchos héroes del cuerpo en el siglo XVIII destaca el granadero Martín Álvarez que, en 1797, durante el combate de Cabo San Vicente, defendió hasta caer sin sentido la bandera de combate del navío “San Nicolás de Bari”.
Fernando Casado Torres de Irala, comandante general del Cuerpo de Ingenieros
Eusebio Zarza, 1858. Óleo sobre lienzo
Destacó como director de la Real Fábrica de Artillería de La Cavada, en Cantabria. La reorganización de esta institución le supuso un gran prestigio dentro de la Armada. Junto a Gaspar Melchor de Jovellanos proyectó la canalización del río Nalón en Asturias, con el objetivo de transportar carbón desde las Reales Minas de Langreo y poder abastecer un horno de coque con el que obtener hierro para cañones y fundición.
1. Esmeril o trabuco de borda español. Ariuziaga. 1826. Acero, Latón y Madera 2. Esmeril o trabuco de borda inglés. c. 1780. Acero, bronce y madera 3. Esmeril o trabuco de borda inglés. c. 1780. Acero, bronce y madera 4. Esmeril o trabuco de borda. s. XVIII-XIX. Acero, bronce y madera
Fragmento del mastelero mayor del palo del navío “Reina Luisa” (1791-1809), después “Fernando VII” (1809-1815).
Museo Naval. 1846. Madera
EL NAVÍO DE LÍNEA
El navío de línea fue el buque más representativo del siglo XVIII. Era una evolución del galeón del XVI y XVII, que se iría perfeccionando progresivamente a lo largo de todo el siglo. Su nombre se debía a la formación que el creciente número de piezas de artillería, situadas en los costados de los buques, imponía a las escuadras. Llegado el momento del combate, todos los navíos se situaban en línea de fila para poder disparar simultáneamente con el mayor número de cañones.
Modelo del navío “Real Carlos” (1766) proyecto original del “Santísima Trinidad” (1769-1805) c. 1766. Madera, marfil y fibras textiles.
Ideado por Mateo Mullan como un navío de tres cubiertas, representa el sistema de construcción de Jorge Juan, que permitió aumentar el porte de los navíos e incrementar así su capacidad artillera. El modelo del “Real Carlos” sirvió como referencia en el diseño del “Santísima Trinidad” construido en La Habana. El proyecto original se modificó para pasar a ser un buque de cuatro puentes, convirtiéndose en un navío único en el mundo.
Modelo de carronada. Siglo XIX. Madera y bronce
Maqueta del peñón de Gibraltar. Siglo XVIII. Madera y escayola
Modelo de fragata “La Flora”, de 58 cañones, rebajado para transporte de pertrecho. Pedro Serrano. c. 1760. Madera y fibras textiles.
Modelo de navío de 60 cañones. c. 1750-1770. Madera
FRANCISCO GAUTIER
Al cesar el Marqués de la Ensenada, se solicitó al arquitecto francés Gautier que se hiciese cargo de las construcciones navales españolas con el objetivo de mejorar las características de los buques. El sistema que desarrolló – del que salieron buques más largos, de mayor velamen y más veloces – fue adoptado en 1767 por todos los astilleros militares españoles. Bajo su dirección se construyeron navíos como el “San Juan Nepomuceno” y el “San Francisco de Asís” y fragatas como la “Santa Catalina” y la “Santa Gertrudis”. En 1770 se creó en España el Cuerpo de Ingenieros de Marina, siendo la organización de dicho cuerpo encomendada a Gautier, que fue el primer ingeniero general con la categoría militar de brigadier de los Reales Ejércitos.
Modelo de arsenal del navío “Velasco” (a) “San Luis” (1764-1797) de 74 cañones c. 1764. Madera y Metal
Modelo del navío «Santa Ana» (1784-1817). Arsenal de Cartagena. c. 1824. Madera, hierro y fibras textiles
Fuentes:
1 – «La Marina en la Guerra de la Independencia» – Carlos Martínez-Valverde (cpt.), Editora Nacional, Madrid, 1974
2 – Paneles informativos del Museo Naval, Paseo del Prado, 3. 28014 Madrid
Imágenes:
a – Foto de portada del autor: Ático original de la Puerta del Mar, llamada de San Fernando, del arsenal de La Carraca. c. 1750. Madera
Conjunto escultórico que toma su nombre del muelle al que daba acceso. Representa, bajo cornisa, el escudo de Castilla y León con el escudo borbónico, rodeado por el Toisón de Oro, rematado por la corona real y flanqueado por dos ángeles. En su parte inferior muestra una inscripción que traducida significa: “Tú, español, acuérdate de gobernar los mares con autoridad”. Fue trasladado al Museo para evitar su deterioro.
A menudo cuando se estudia la Guerra de la Independencia de España el elemento naval se trata en un plano secundario o menor dando más énfasis a las operaciones militares terrestres y a las batallas campales. Este enfoque es a todas luces incompleto, por cuanto la península con sus miles de kilómetros de costa era un elemento fundamental en el aprovisionamiento de materiales, suministros armas y transporte de tropas, en el hostigamiento a los enclaves ocupados por el enemigo y en la estrategia naval en el Mediterráneo y Atlántico en el conflicto entre las grandes potencias de la época.
Kenneth G. Johnson en este artículo (que amablemente nos ha permitido traducir) nos lo recuerda, como arranque del mismo y punto fundamental de su narrativa, el tener en cuenta que la guerra de Independencia tuvo su génesis en la ocupación encubierta de España por las tropas imperiales francesas uno de cuyos objetivos principales era ocupar los principales puertos españoles e intentar liberar a lo que quedaba de la escuadra francesa que se hallaba refugiada en Cádiz, tras la derrota de Trafalgar.
LA GUERRA MARÍTIMA DE NAPOLEÓN EN LA PENÍNSULA
El renovado interés en la brutal guerra de guerrillas durante la Guerra de Independencia española, gracias en parte a las guerras en Irak y Afganistán, ha llevado a un resurgimiento en los estudios académicos, que han examinado temas que van desde los orígenes sociales de la guerrilleros españoles a la eficacia de las tácticas francesas de contrainsurgencia.1 Mientras tanto, el duque de Wellington atrae continuamente la fascinación de los historiadores anglófilos.2 Sin embargo, el enfoque en la campaña de Wellington y la guerrilla española ha creado un retrato incompleto de la guerra. Con ganas de representar la expedición británica a la Península Ibérica o el ascenso de la insurgencia española, los historiadores con demasiada frecuencia pasan por alto los orígenes de la guerra, por lo que pasan por alto su influencia en la fase inicial de la guerra. Se debe recordar que Napoleón invadió la Península Ibérica principalmente como parte de su guerra marítima contra Gran Bretaña y que muchos de los iniciales movimientos de tropas franceses tenían como objetivo asegurar Portugal y los activos navales de España. Además, incluso después del fracaso inicial de Napoleón, la Guerra Peninsular siguió siendo en parte una guerra marítima, ya que las armadas jugaron un papel papel importante en el suministro de los ejércitos británicos y franceses.
Le regain d’intérêt pour la guérilla brutale pendant la guerre d’Espagne, en partie grâce aux guerres en Irak et en Afghanistan, a conduit à une résurgence des études universitaires, qui ont examiné des sujets allant des origines sociales des guérilleros à l’efficacité des tactiques françaises de contre-insurrection.1 Pendant ce temps, le duc de Wellington attire continuellement la fascination des historiens anglophiles.2 Cependant, l’accent mis sur la campagne de Wellington et la guérilla espagnole a créé un portrait incomplet de la guerre. Désireux de décrire l’expédition britannique dans la péninsule ibérique ou la montée de l’insurrection espagnole, les historiens négligent trop souvent les origines de la guerre, négligeant ainsi son influence sur la première phase de la guerre. Il faut se rappeler que Napoléon a envahi la péninsule ibérique principalement dans le cadre de sa guerre maritime contre la Grande-Bretagne et que bon nombre des premiers mouvements de troupes françaises visaient à sécuriser le Portugal et les actifs navals de l’Espagne. De plus, même après l’échec initial de Napoléon, la guerre de la Péninsule est restée en partie une guerre maritime, car les marines ont joué un rôle important dans le ravitaillement des armées britanniques et françaises.
La pérfida «Albion» había dominado durante mucho tiempo los planes estratégicos de Napoleón. Con la firma del Tratados de Tilsit en julio de 1807 y el final de la Cuarta Coalición, Napoleón fue capaz de volver su atención del Continente y volver a su enfoque de su incesante enemigo al otro lado del Canal. En efecto, Incluso antes de la batalla de Friedland, Napoleón había informado a su Ministro de Marina, Denis Decrès, que: «Todo me lleva a creer que la guerra en el continente se acabó. Ahora se debe hacer todo lo posible para la Armada«.3 Si bien la campaña naval de 1805 culminó en el desastre frente al Cabo Trafalgar, Napoleón no había perdido la esperanza de renovar la campaña naval contra Gran Bretaña. De hecho, muchos de los diseños estratégicos de Napoleón de 1807 a 1808 fueron dirigido específicamente a aumentar las fuerzas navales a su disposición. En una carta a su hermano Luis en abril 1808, Napoleón presentó un análisis preciso de la guerra naval llevada hasta entonces. Mientras que las potencias continentales de Europa «también tenían colonias y un comercio marítimo estaban desunidas; Inglaterra había luchado con sus Armadas por separado; ha triunfado en todos los mares; todas las armadas han sido destruidas. Rusia, Suecia, Francia, España, que poseen tantos medios para tener barcos y marineros, no se atreven a aventurar una escuadra fuera de sus puertos.» Incluso si una «coalición de potencias marítimas» pudiera formarse, Napoleón pensó que era «imposible» mantenerse debido a «distancias y diferencias en intereses nacionales«.4 Por lo tanto, las maniobras de Napoleón para expandir el Imperio francés y su control sobre los aliados pueden verse en gran parte como su plan para unir a los armadas de la Europa continental bajo su mando directo, además de ampliar el alcance del sistema de embargos de Napoleón conocido como el Sistema Continental. Con su hermano Louis gobernando Holanda y una alianza establecida con Rusia, Napoleón centró su atención en Dinamarca, los estados italianos, Portugal y finalmente España.
La perfide « Albion » a longtemps dominé les plans stratégiques de Napoléon. Avec la signature des traités de Tilsit en juillet 1807 et la fin de la Quatrième coalition, Napoléon a pu détourner son attention du continent et se concentrer sur son ennemi implacable d’outre-Manche. En effet, avant même la bataille de Friedland, Napoléon avait fait savoir à son ministre de la Marine, Denis Decrès, que: «Tout porte à croire que la guerre du Continent est finie. Tout doit maintenant être fait pour la Marine».3 Bien que la campagne navale de 1805 se soldant par un désastre au large du cap Trafalgar, Napoléon n’avait pas abandonné l’espoir de renouveler la campagne navale contre la Grande-Bretagne. En fait, de nombreuses conceptions stratégiques de Napoléon de 1807 à 1808 visaient spécifiquement à augmenter les forces navales à sa disposition. Dans une lettre à son frère Louis en avril 1808, Napoléon présente une analyse précise de la guerre navale menée jusqu’alors. Alors que les puissances continentales de l’Europe «avaient aussi des colonies et un commerce maritime étaient désunies; l’Angleterre avait combattu avec ses marines séparées ; elle a triomphé sur toutes les mers ; toutes les marines ont été détruites. La Russie, la Suède, la France, l’Espagne, qu’elles ont tant beaucoup de moyens d’avoir des navires et des marins, ils n’osent pas risquer une flotte hors de leurs ports.» Même si une «coalition des puissances maritimes» pouvait être formée, Napoléon pensait qu’il était «impossible» de tenir en raison des «distances et des différences d’intérêts nationaux«.4 Ainsi, les manœuvres de Napoléon pour étendre l’Empire français et son contrôle sur les Alliés peuvent être considéré en grande partie comme son plan d’unir les marines de l’Europe continentale sous son commandement direct, ainsi que d’étendre la portée du système d’embargos de Napoléon connu sous le nom de système continental. Avec son frère Louis au pouvoir en Hollande et une alliance établie avec la Russie, Napoléon tourna son attention vers le Danemark, les États italiens, le Portugal et enfin l’Espagne.
La derrota en la batalla de Trafalgar (21/10/1805) selló el destino de la flota franco-española y de los intentos de Napoleón de disputarle a corto plazo el dominio de las costas europeas a la Royal Navy. (c) La défaite à la bataille de Trafalgar (21/10/1805) scelle le sort de la flotte franco-espagnole et les tentatives de Napoléon de défier la Royal Navy pour le contrôle des côtes européennes à court terme. (b)
Con su sustancial armada, Dinamarca se vio envuelta rápidamente en esta renovada guerra naval. Atrapada entre las crecientes demandas tanto de Gran Bretaña como de Francia, Dinamarca intentó permanecer neutral; un arreglo, sin embargo, que no complació a ninguno de los beligerantes. Ya asustado por la perspectiva de que la flota danesa cayera en manos de Napoleón, el gabinete británico convenció al rey Jorge III a mediados de julio de 1807 para que autorizara una expedición para vigilar Copenhague y posiblemente tomar la ciudad si fuera necesario. El 26 de julio, el almirante James Gambier partió hacia Copenhague con 17 barcos más numerosos barcos más pequeños que transportaban alrededor de 18.000 soldados.5 Mientras tanto, el 31 de julio, Napoleón ordenó a su ministro de Relaciones Exteriores, Charles de Talleyrand, que presionara a Dinamarca «tienen que elegir entre hacer la guerra contra Inglaterra o contra mí«.6 Mientras que los daneses rechazaron las demandas británicas y francesas, los británicos tomaron la iniciativa lanzando un ataque preventivo el 16 de agosto sin una declaración formal de guerra.7 Cuando los informes del ataque llegaron a Napoleón, ofreció asistencia militar a Dinamarca, pero no se preocupó de inmediato ya que «una ciudad tan grande y fortificada [como Copenhague] no será tomada en dos meses, y el hielo proporcionará los medios para asegurarla«.8 Sin embargo, después de resistir solo varios días de bombardeo, los daneses se rindieron. Como parte de los términos, los daneses entregaron su flota a los británicos. Si bien los británicos consideraron que solo 4 de los 15 barcos de línea daneses merecían ser reparados, esto fue de poco consuelo para Napoleón. Incluso si la mayoría de los barcos necesitaran reparaciones importantes, Napoleón podría haber usado su propia existencia para atar un número igual de barcos británicos al Báltico. Un golpe importante adicional fue la pérdida de más de 20.000 toneladas de pertrechos navales muy necesarios, incluidos troncos y mástiles que a menudo escaseaban en Francia.9 Según Joseph Fouche, Ministro de Policía de Napoleón, la noticia de este evento llevó a Napoleón a una «rabia violenta» que no se había visto desde el asesinato del zar Pablo I que había echado a perder las esperanzas de Napoleón de un acercamiento a Rusia.10
Avec sa marine substantielle, le Danemark a été rapidement entraîné dans cette nouvelle guerre navale. Pris entre les demandes croissantes de la Grande-Bretagne et de la France, le Danemark a essayé de rester neutre; un arrangement, cependant, qui ne plaisait à aucun des belligérants. Déjà effrayé par la perspective que la flotte danoise tombe aux mains de Napoléon, le cabinet britannique convainc le roi George III à la mi-juillet 1807 d’autoriser une expédition pour jalonner Copenhague et éventuellement prendre la ville si nécessaire. Le 26 juillet, l’amiral James Gambier partit pour Copenhague avec 17 navires et de nombreux navires plus petits transportant environ 18.000 soldats.5 Entre-temps, le 31 juillet, Napoléon ordonna à son ministre des affaires étrangères, Charles de Talleyrand, de faire pression sur le Danemark «ils doivent choisir entre faire la guerre contre l’Angleterre ou contre moi.»6 Tandis que les Danois rejetaient les demandes britanniques et françaises, les Britanniques prirent l’initiative en lançant une frappe préventive le 16 août sans déclaration formelle de guerre.7 Lorsque les rapports de l’attaque parvinrent à Napoléon, il offrit une assistance militaire au Danemark, mais ne fut pas immédiatement inquiété car «une ville aussi grande et fortifiée [comme Copenhague] ne sera pas prise avant deux mois, et la glace fournira les moyens de la sécuriser«.8 Cependant, après avoir résisté seulement plusieurs jours de bombardement, les Danois se sont rendus. Dans le cadre des conditions, les Danois ont remis leur flotte aux Britanniques. Alors que seuls 4 des 15 navires de ligne danois ont été jugés par les Britanniques comme méritant d’être réparés, cela n’a guère réconforté Napoléon. Même si la plupart des navires avaient besoin de réparations majeures, Napoléon aurait pu utiliser son existence même pour attacher un nombre égal de navires britanniques à la Baltique. Un coup dur supplémentaire a été la perte de plus de 20.000 tonnes de stocks navals indispensables, y compris des troncs et des mâts qui étaient souvent rares en France.9 Selon Joseph Fouché, ministre de la Police de Napoléon, la nouvelle de cet événement a conduit Napoléon à une «rage violente» inédite depuis l’assassinat du tsar Paul Ier qui avait anéanti les espoirs de Napoléon d’un rapprochement avec la Russie.10
«La noche más terrible». Vista de Kongens Nytorv en Copenhague durante el bombardeo inglés de Copenhague por la noche entre el 4 y el 5 de septiembre de 1807. (c) «La nuit la plus terrible». Vue de Kongens Nytorv à Copenhague pendant le bombardement anglais de Copenhague la nuit du 4 au 5 septembre 1807. (c)
La estrategia marítima de Napoleón también tenía como objetivo expandir la presencia naval francesa en el Mediterráneo, particularmente a lo largo de la península italiana. A principios de julio de 1807, Napoleón informó a su hijastro y virrey del Reino de Italia, Eugene Beauharnais, que «la guerra continental probablemente terminará pronto«, recomendando que se impulsara la construcción naval para tener fuerzas suficientes «para controlar el Adriático«.11 Sin embargo, Napoleón tenía la mirada puesta más allá, ya que planeó anexionar toda la costa del Adriático de los Estados Pontificios para el Reino de Italia, extendiendo así su costa hasta llegar al Reino de Nápoles.12 En particular, Napoleón estaba interesado en el puerto de Ancona mientras buscaba determinar cuántos barcos cabían en el puerto.13 Las tropas francesas e italianas rápidamente se apoderaron de la costa del Adriático de los Estados Pontificios en noviembre de 1807, como precursor de la anexión formal al Reino de Italia en abril de 1808.14
La stratégie maritime de Napoléon visait également à étendre la présence navale française en Méditerranée, notamment le long de la péninsule italienne. Début juillet 1807, Napoléon informe son beau-fils et vice-roi du royaume d’Italie, Eugène Beauharnais, que «la guerre continentale sera probablement bientôt terminée», recommandant de faire avancer la construction navale afin de disposer de forces suffisantes «pour tenir l’Adriatique».11 Cependant, Napoléon avait d’autres vues, car il envisageait d’annexer toute la côte adriatique des États pontificaux au royaume d’Italie, étendant ainsi son littoral jusqu’au royaume de Naples.12 En particulier, Napoléon était intéressé dans le port d’Ancône alors qu’il cherchait à déterminer combien de navires le port pouvait contenir.13 Les troupes françaises et italiennes s’emparèrent rapidement de la côte adriatique des États pontificaux en novembre 1807, précurseur de l’annexion formelle au Royaume d’Italie en avril 1808.14
Federico VI de Dinamarca (1d)
Jean A. Junot (2d)
Eugène de Beauharnais (3d)
En la costa occidental de Italia, Napoleón estaba igualmente ocupado. En mayo de 1808, Napoleón ordenó la anexión del Reino de Etruria, un estado cliente de Francia que había sido creado en la Toscana en 1801. Napoleón sintió que incorporar este territorio era necesario para «aumentar nuestra costa y, por lo tanto, el número de nuestros marineros«. Además, esto también pondría una zona de seguridad alrededor del puerto de La Spezia, que Napoleón ordenó transformar en un puerto militar igual a Tolón.15 Para facilitar el establecimiento de este nuevo puerto, todas las instalaciones navales de Génova serían transferidas a La Spezia. La ubicación central de este puerto facilitó la importación de madera de las montañas de los Apeninos y otros recursos de Livorno. Napoleón quería que este puerto fuera capaz de construir 3 barcos y 2 fragatas a la vez.16 De hecho, Napoleón imaginó que La Spezia eventualmente reemplazaría a Tolón como principal puerto militar de Francia en el Mediterráneo.17 Así, Napoleón extendió su control a casi toda la costa italiana a lo largo de los mares Mediterráneo y Adriático. Cuando se ve en este contexto más amplio, es difícil descartar los intereses navales de Napoleón como un factor principal para atraer a Francia a la Guerra Peninsular. Si bien la extensión del Sistema Continental sirvió como justificación para el ataque a Portugal, Napoleón también estaba interesado en obtener el control de los recursos marítimos de Portugal, en particular de su flota.18 Los historiadores han desestimado la importancia de la armada portuguesa, afirmando que «la mayoría de sus barcos de línea eran meros «4ª clase».19 De hecho, la armada portuguesa en Lisboa constaba de siete barcos armados con 74 cañones o más y cuatro barcos con 64 cañones o menos.20 Si bien no era tan sustancial como la flota danesa que se rindió recientemente, incluso los expertos navales británicos contemporáneos elogiaron a la marina portuguesa, cuya construcción era «igual, si no superior a la británica«.21 La plétora de órdenes de Napoleón al general Jean-Andoche Junot, comandante de la invasión de Portugal, le reclamaban continuamente el asegurar la flota portuguesa en Lisboa.22 Según Napoleón, «Tu misión será perfectamente hermosa si puedes capturar la flota«.23 Con este fin, Napoleón envió un contingente de varios cientos de oficiales navales franceses y artilleros para tripular rápidamente los barcos portugueses capturados.24 Escapando por poco del avance de los ejércitos francés y español, la familia real portuguesa huyó hacia la seguridad de Brasil el 29 de noviembre de 1807 a bordo de 8 barcos de línea, 4 fragatas y muchos barcos más pequeños.25 Al entrar en Lisboa al día siguiente, Junot descubrió que los portugueses habían dejado atrás solo 4 barcos y 5 fragatas.26 Con varios de ellos en estado ruinoso y sin posibilidad de reparación, los franceses finalmente salvaron solo dos barcos de 74 cañones y 3 fragatas.27 Una vez más, los esfuerzos de Napoleón para expandir rápidamente su armada mediante la captura de una armada extranjera habían sido frustrados una vez más.
Sur la côte ouest de l’Italie, Napoléon était également occupé. En mai 1808, Napoléon ordonna l’annexion du royaume d’Étrurie, un État client français qui avait été créé en Toscane en 1801. Napoléon estimait que l’incorporation de ce territoire était nécessaire pour «augmenter notre côte, et donc le nombre de nos marins«. De plus, cela mettrait également une zone de sécurité autour du port de La Spezia, dont Napoléon ordonna la transformation en un port militaire égal à Toulon.15 Pour faciliter l’implantation de ce nouveau port, toutes les installations navales de Gênes seraient transférées à La Spezia. L’emplacement central de ce port facilitait l’importation de bois des montagnes des Apennins et d’autres ressources de Livourne. Napoléon voulait que ce port soit capable de construire 3 navires et 2 frégates à la fois.16 En fait, Napoléon prévoyait que La Spezia finirait par remplacer Toulon en tant que principal port militaire français en Méditerranée.17 Ainsi, Napoléon étendit son contrôle à presque la toute la côte italienne le long des mers Méditerranée et Adriatique. Vu dans ce contexte plus large, il est difficile de rejeter les intérêts navals de Napoléon comme un facteur primordial pour attirer la France dans la guerre péninsulaire. Alors que l’étendue du système continental a servi de justification à l’attaque contre le Portugal, Napoléon était également intéressé à prendre le contrôle des ressources maritimes du Portugal, en particulier sa flotte.18 Les historiens ont rejeté l’importance de la marine portugaise, déclarant que «la plupart de leurs les navires de ligne n’étaient que de la «4e classe»».19 En fait, la marine portugaise à Lisbonne se composait de sept navires armés de 74 canons ou plus et de quatre navires de 64 canons ou moins.20 Bien qu’elle ne soit pas aussi importante que la flotte danoise récemment rendue, même les experts navals britanniques contemporains ont fait l’éloge de la marine portugaise, dont la construction était «égale, sinon supérieure, à celle des Britanniques«.21 La pléthore d’ordres de Napoléon au général Jean-Andoche Junot, commandant de l’invasion du Portugal, l’appelait continuellement pour sécuriser la flotte portugaise à Lisbonne.22 Selon Napoléon, «Votre mission sera parfaitement belle si vous pouvez capturer la flotte«.23 À cette fin, Napoléon envoya un contingent de plusieurs centaines d’officiers de marine et d’artilleurs français pour équiper rapidement les navires portugais capturés.24 Échappant de peu à l’avancée des armées françaises et espagnoles, la famille royale portugaise s’enfuit vers la sécurité du Brésil le 29 novembre 1807 à bord de 8 navires de ligne, 4 frégates et de nombreux navires plus petits.25 Entrant à Lisbonne le lendemain, Junot découvre que les Portugais n’ont laissé derrière eux que 4 navires et 5 frégates.26 Avec plusieurs d’entre eux dans un état de délabrement irréparable, les Français n’ont finalement sauvé que deux navires de 74 canons et 3 frégates.27 Encore une fois, les efforts de Napoléon pour étendre rapidement sa marine en capturant une marine étrangère avaient été ratés une fois de plus.
«Vista del puerto de Lisboa. Tomada desde el centro del puerto, entre el monte Santa Catalina y el pueblo de Almada, a bordo del buque de guerra San Sebastián.” (1788), por Alexandre Jean Noël. (e) Vue du Port de Lisbonne Selon le titre, elle a été prise «du centre du port, entre le mont Sainte-Catherine et le village d’Almada, à bord du navire de guerre Saint-Sébastien.»(1788), par Alexandre Jean Noël(e)
Ya descontento con las maquinaciones de Godoy, Carlos IV y el príncipe Fernando, la decisión de Napoleón de derrocar a la monarquía borbónica española se basó también en su deseo de controlar los activos navales de España. Teniendo en cuenta el descontento verbal de Napoleón con los retrasos menores en su programa de construcción naval en los puertos franceses, italianos y holandeses, la absoluta escasez de cualquier actividad vigorosa en los puertos españoles debe haber sido exasperante. Al justificar la guerra, Napoleón vio a España como:
«mal gobernada, sirviendo mal o nada a la causa de Francia contra Inglaterra. Su armada está descuidada; apenas se pueden contar varios barcos en sus puertos y están en las peores condiciones. Los almacenes carecen de provisiones; los trabajadores y marineros no están pagados. En los puertos no se realizan reparaciones, construcciones ni armamentos. El desorden más horrible reina en todas las ramas de la administración».
Acusando a España de «abandonar su armada«, Napoleón se enojó porque «la situación en España comprometía la seguridad de Francia y el destino de la guerra contra Inglaterra. El país europeo que ofrece los mayores medios marítimos es el que menos tiene«.28 Napoleón creía que una vez bajo su control, España podría concentrar todos sus medios para restablecer su otrora orgullosa armada.29 Una vez que la invasión encubierta francesa de España estuvo en marcha, Napoleón bombardeó repetidamente a su comandante, el mariscal Joachim Murat, con solicitudes de detalles sobre el estado de la marina española y órdenes de movilizar las flotas españolas lo antes posible. La impaciencia de Napoleón era clara: «Debo tener barcos porque quiero dar un gran golpe hacia el final de la temporada«.30
A principios de 1808, los planes de Napoleón para atacar a Gran Bretaña contaban con su control sobre las armadas de Portugal y España. En marzo, Napoleón esperaba amenazar a Inglaterra con expediciones desde Cádiz, Lisboa, Boulogne, Brest y Texel.31 En abril, Napoleón creía con optimismo que tendría 111 barcos de línea a su disposición para noviembre, incluidos 25 barcos españoles, 3 barcos ex-españoles entregados a los franceses y 4 barcos equipados desde Lisboa.32 A mediados de mayo, el optimismo de Napoleón parecía haber disminuido un poco, ya que solo contaba con los españoles para aumentar su flota de Tolón con varios barcos.33 No mucho después, Napoleón cambió su enfoque de operaciones futuras a septiembre de 1809, donde calculó que tendría «119 barcos bajo [su] dirección inmediata«, incluidos 10 barcos holandeses, 1 barco danés, 3 barcos ex-portugueses y 20 barcos españoles.34 El estallido de la insurrección española finalmente disuadió a Napoleón de cualquier noción de contar sobre flotas de la Península Ibérica para su guerra naval contra Gran Bretaña.
Déjà mécontent des machinations de Godoy, Carlos IV et du prince Ferdinand, la décision de Napoléon de renverser la monarchie espagnole des Bourbons était également fondée sur son désir de contrôler les actifs navals de l’Espagne. Compte tenu du mécontentement verbal de Napoléon face aux retards mineurs de son programme de construction navale dans les ports français, italiens et néerlandais, la rareté totale de toute activité vigoureuse dans les ports espagnols a dû être exaspérante. En justifiant la guerre, Napoléon considérait l’Espagne comme :
«mal gouvernée, servant mal ou pas du tout la cause de la France contre l’Angleterre. Sa marine est négligée ; plusieurs navires se comptent à peine dans ses ports, et ils sont dans le plus mauvais état. Les magasins manquent de vivres; les ouvriers et les marins ne sont pas payés. Aucune réparation, construction ou armement n’est effectué dans les ports. Le désordre le plus horrible règne dans toutes les branches de l’administration.»
Accusant l’Espagne «d’abandonner sa marine«, Napoléon s’indigne que «la situation en Espagne mette en péril la sécurité de la France et le sort de la guerre contre l’Angleterre. Le pays européen qui offre le plus de moyens maritimes est celui qui en a le moins«.28 Napoléon croyait qu’une fois sous son contrôle, l’Espagne pourrait concentrer tous ses moyens pour rétablir sa marine autrefois fière.29 Une fois l’invasion française secrète de l’Espagne en cours, Napoléon a bombardé à plusieurs reprises son commandant, le maréchal Joachim Murat, avec des demandes de détails sur l’état de la marine espagnole et des ordres pour mobiliser les flottes espagnoles dans les plus brefs délais. L’impatience de Napoléon était claire: «Il me faut des navires parce que je veux faire un grand coup vers la fin de la saison.»30
Au début de 1808, les plans de Napoléon pour attaquer la Grande-Bretagne comptaient sur son contrôle sur les marines du Portugal et de l’Espagne. En mars, Napoléon s’attendait à menacer l’Angleterre avec des expéditions en provenance de Cadix, Lisbonne, Boulogne, Brest et Texel.31 En avril, Napoléon était optimiste sur le fait qu’il aurait 111 navires de ligne à sa disposition d’ici novembre, dont 25 navires espagnols, 3 d’anciens navires que les Espagnols ont remis aux Français et 4 navires équipés de Lisbonne.32 À la mi-mai, l’optimisme de Napoléon semble avoir quelque peu diminué, car il ne compte que sur les Espagnols pour augmenter sa flotte toulonnaise de plusieurs navires.33 Peu de temps après, Napoléon reporta ses opérations futures sur septembre 1809, où il estima qu’il aurait «119 navires sous [sa] direction immédiate», dont 10 navires hollandais, 1 navire danois, 3 navires ex-portugais et 20 navires espagnols.34 Le déclenchement de l’insurrection espagnole a finalement dissuadé Napoléon de toute idée de compter sur des flottes de la péninsule ibérique pour sa guerre navale contre la Grande-Bretagne.
James Gambier (1f)
Denis Decrès (2f)
Honoré J.A. de Ganteume (3f)
Para derrotar a los británicos, Napoleón adoptó una estrategia de tres frentes. Primero, lanzó una serie de embargos contra el comercio británico, conocidos colectivamente como el Sistema Continental. Aunque comenzó en noviembre de 1806, el embargo económico de Napoleón sobre Gran Bretaña no fue una amenaza sustancial hasta que fue reforzado por alianzas con Rusia y Dinamarca, la extensión del control francés de la costa italiana y el cumplimiento forzoso de Portugal y España. Si bien el elemento más referenciado de la estrategia de Napoleón, de ninguna manera fue el único componente. Ya que no buscaba invadir Inglaterra directamente, Napoleón preparó sus fuerzas navales para amenazar con ataques contra las posesiones coloniales británicas o sus aliados.35 Con las flotas repartidas por todo el continente europeo, Napoleón sintió que la situación podría «dar lugar a grandes oportunidades contra Inglaterra«.36 En particular, Napoleón veía a Irlanda, las colonias en América, Surinam, Brasil, Argel, Túnez, Egipto y Sicilia como «puntos vulnerables».37 Si bien un plan para invadir Sicilia en febrero de 1808 solo resultó en el reabastecimiento de la guarnición en Corfú, la flota de Tolón pudo regresar a puerto sin ser molestada.38 Aunque decepcionado con el ataque abortado en Sicilia, Napoleón creyó erróneamente que el regreso seguro de la flota «prueba que en el mar, en la posición en la que estamos, podemos hacer lo que queramos«.39 En mayo, Napoleón consideró despachar sus flotas de Brest y Lorient para amenazar las colonias de Inglaterra en el Océano Índico y la flota de Tolón para invadir Argel, Sicilia o Egipto, mientras que las flotas del Canal amenazaban con lanzar un ataque contra Irlanda.40 Sin embargo, a principios de julio, con «los asuntos en España habiendo empeorado seriamente«, Napoleón estaba menos inclinado a «arriesgar una cantidad tan grande de fuerzas en el mar, así como en tierra».41 Esperaba que una vez que su hermano José asumió el trono que las cosas mejorarían, sin embargo, esta oportunidad nunca se materializó.
El tercer elemento de la estrategia de Napoleón incorporó un concepto conocido como «flota en existencia». La idea era que la existencia misma de barcos franceses obligaría a los británicos a gastar más recursos en su armada para contrarrestar esta amenaza. Napoleón empujó a Decrès para armar continuamente más barcos en toda Europa, ya que obligaría a «los ingleses a gastar mucho y diseminar sus fuerzas, porque están obligados a tener barcos en los mares alrededor de España, Portugal, América, Báltico, etc.«.42 Su objetivo era «hostigar [a los ingleses] con gastos y fatiga«. Al obligar a Inglaterra a enviar expediciones a Sicilia y Suecia, mientras mantenía flotas en el Báltico y el Mediterráneo, Napoleón buscó obligar a Gran Bretaña a pedir prestado más dinero, mientras que el Sistema Continental dañaría la economía británica, disminuyendo así los ingresos fiscales del gobierno británico. Napoleón «deseaba poner todas [sus] fuerzas en juego en [sus] puertos, además de zarpar«. Como entendió Napoleón, el concepto de flota en existencia solo funcionaba de manera efectiva si las flotas amenazaban activamente al enemigo. El Emperador ordenó que un pequeño escuadrón de Brest y varias fragatas de Nantes salieran a menudo y «pasaran el verano jugando al pilla-pilla«.43 Más allá del costo de mantener las estaciones en el extranjero, tener que permanecer constantemente en el mar, particularmente durante el invierno, afectó a la armada británica. Entre 1808 y 1810, la armada británica perdió dos navíos de línea, 14 fragatas y 45 barcos más pequeños en el mar.44 Por lo tanto, la estrategia de Napoleón contra Gran Bretaña abarcó ataques directos a sus posesiones coloniales, al mismo tiempo que debilitaba su economía mediante el embargo de su comercio y obligando a Gran Bretaña a gastar más en su Armada para defender sus intereses generales.
Pour vaincre les Britanniques, Napoléon a adopté une stratégie à trois fronts. Tout d’abord, il a lancé une série d’embargos contre le commerce britannique, connus collectivement sous le nom de Système Continental. Bien qu’il ait commencé en novembre 1806, l’embargo économique de Napoléon sur la Grande-Bretagne n’était pas une menace substantielle jusqu’à ce qu’il soit renforcé par des alliances avec la Russie et le Danemark, l’extension du contrôle français de la côte italienne et la conformité imposée par le Portugal et l’Espagne. Bien que l’élément le plus référencé de la stratégie de Napoléon, ce n’était en aucun cas le seul composant. Ne cherchant pas à envahir directement l’Angleterre, Napoléon a préparé ses forces navales pour menacer d’attaquer les possessions coloniales britanniques ou leurs alliés.35 Avec les flottes réparties sur le continent européen, Napoléon a estimé que la situation pourrait «donner lieu à de grandes opportunités contre l’Angleterre».36 En particulier, Napoléon considérait l’Irlande, les colonies des Amériques, le Suriname, le Brésil, Alger, la Tunisie, l’Égypte et la Sicile comme des «points vulnérables»37. Alors qu’un projet d’invasion de la Sicile en février 1808 n’aboutit qu’au ravitaillement de la garnison de Corfou, la flotte de Toulon put regagner le port sans encombre.38 Bien que déçu de l’attaque avortée de la Sicile, Napoléon crut à tort que le retour sain et sauf de la flotte «prouvait qu’en mer, en position à nous pouvons faire ce que nous voulons«.39 En Mai, Napoléon envisagea d’envoyer ses flottes de Brest et Lorient pour menacer les colonies anglaises dans l’océan Indien et la flotte de Toulon pour envahir Alger, la Sicile ou l’Égypte, tandis que les flottes de la Manche menaçaient de lancer une attaque contre l’Irlande.40 Cependant, début juillet, «les affaires d’Espagne s’étant sérieusement aggravées», Napoléon était moins enclin à «risquer une si grande nombre de forces en mer ainsi que sur terre.»41 Il espérait qu’une fois son frère Joseph monté sur le trône, les choses s’amélioreraient, cependant, cette opportunité ne s’est jamais matérialisée.
Le troisième élément de la stratégie de Napoléon incorporait un concept connu sous le nom de «flotte en stock». L’idée était que l’existence même des navires français obligerait les Britanniques à consacrer plus de ressources à leur marine pour contrer cette menace. Napoléon a poussé Decrès à armer continuellement plus de navires dans toute l’Europe, car cela obligerait «les Anglais à dépenser beaucoup et à étaler leurs forces, car ils sont obligés d’avoir des navires dans les mers autour de l’Espagne, du Portugal, de l’Amérique, de la Baltique, etc.«42 Son but était de «harceler [les Anglais] de dépenses et de fatigue». En forçant l’Angleterre à envoyer des expéditions en Sicile et en Suède, tout en maintenant des flottes dans la Baltique et la Méditerranée, Napoléon a cherché à forcer la Grande-Bretagne à emprunter plus d’argent, tandis que le système continental nuirait à l’économie britannique, diminuant ainsi les recettes fiscales du gouvernement britannique. Napoléon «a voulu mettre toutes [ses] forces en jeu dans [ses] ports, ainsi que mettre les voiles«. Comme Napoléon l’avait compris, le concept de flotte existant ne fonctionnait efficacement que si les flottes menaçaient activement l’ennemi. L’Empereur ordonna à une petite escadre brestoise et à plusieurs frégates nantaises de sortir souvent et de «passer l’été à jouer au chat».43 Au-delà du coût d’entretien des stations outre-mer, le fait de devoir rester constamment en mer, en particulier pendant l’hiver, a pesé sur la marine britannique. Entre 1808 et 1810, la marine britannique a perdu deux navires de ligne, 14 frégates et 45 navires plus petits en mer.44 Ainsi, la stratégie de Napoléon contre la Grande-Bretagne comprenait des attaques directes contre ses possessions coloniales, tout en affaiblissant simultanément son économie en interdisant son commerce. et forçant la Grande-Bretagne à dépenser plus pour sa marine pour défendre ses intérêts généraux.
Territorios reclamados u ocupados por los británicos antes de 1793 hasta 1814 (g). Territoires revendiqués ou occupés par les Britanniques avant 1793 à 1814 (g).
El deseo de Napoleón de controlar los activos marítimos de Portugal y España no solo precipitó la Guerra de la Independencia, sino que también tuvo un papel clave en la conducción de la propia invasión. Antes del estallido de las hostilidades con España, Napoleón deslizó en secreto tropas francesas a través de la frontera para que estuvieran en el lugar para llevar a cabo su intento de golpe, utilizando como pretexto la preparación de una expedición naval desde Cádiz. Esta artimaña permitió a los franceses acumular fuerzas cerca de Madrid, que estaba ubicada a lo largo de la supuesta ruta a Cádiz.45 Una vez que las tropas francesas ocuparon Madrid, Napoleón ordenó a Murat que enviara fuerzas para asegurar los principales puertos españoles de Cádiz, Cartagena y Ferrol.46 Mientras tanto, Napoleón tuvo que manejar decenas de miles de tropas españolas y portuguesas cuyo apoyo a la toma de poder francesa era, en el mejor de los casos, sospechoso. Para disminuir cualquier posibilidad de problemas, Napoleón distribuyó estas tropas sospechosas a través de su Imperio. Después de invadir Portugal, Junot enviaría de cinco a seis mil soldados portugueses a Francia.47 Al tomar el control de España, Napoleón ordenó que 8.000 soldados españoles se dirigieran a Portugal para reforzar a Junot, mientras retiraba 6.000 soldados franceses de Portugal para ayudar a asegurar España.48 Era especialmente imperativo tomar rápidamente el control de Cádiz, ya que un escuadrón francés de cinco barcos había estado confinado aquí durante varios años, los restos de la enorme flota franco-española que se hizo añicos en Trafalgar en 1805. Mientras que Napoleón ordenó 10.000 tropas españolas, bajo el mando del general español Marqués de Socorro, para asegurar Cádiz y el área alrededor de Gibraltar, el Emperador no confiaba en dejar sin supervisión una fuerza española tan grande.49 Así, Napoleón envió al general Pierre Antoine Dupont con una pequeña fuerza de 9.000 soldados franceses y un contingente nominalmente suizo de 8.000 hombres a Cádiz para asegurarse de que los españoles se mantuvieran en línea.50 De manera similar, Napoleón envió al mariscal Bon-Adrien Jeannot de Moncey con una división para asegurar Valencia y eventualmente Cartagena, mientras que el general Guillaume Duhesme tomaría Barcelona.51 Repartidas por toda España, estas fuerzas estaban mal situadas para hacer frente al estallido de la insurrección española. Mientras Duhesme tomaba Barcelona por sorpresa el 29 de febrero de 1808, pronto se vio asediado por un ejército español más numeroso. Mientras que Moncey pudo extraer sus fuerzas después de varios intentos fallidos de asaltar Valencia, Dupont no fue tan afortunado. Una combinación de refuerzos insuficientes, números abrumadores de españoles y una serie de errores atroces por su parte, Dupont entregó todo su mando, en total más de 17.000 hombres, en Bailén a mediados de julio de 1808 sin llegar nunca a Cádiz. Mientras tanto, en Portugal, los británicos habían desembarcado un gran fuerza expedicionaria bajo el mando de Sir Arthur Wellesley. Después de sufrir varias derrotas, el Ejército de Portugal de Junot se vio atrapado en una situación precaria. Sin embargo, Wellesley fue reemplazado por nuevos líderes británicos, quienes optaron por otorgar términos sorprendentemente generosos a Junot en la Convención de Sintra. El ejército de Portugal no solo retuvo su equipo, sino que también se le otorgó un pasaje seguro y gratuito de regreso a Francia a bordo de barcos británicos. Fue solo este cambio fortuito en el liderazgo británico lo que salvó a Junot de sufrir un destino similar al de Dupont. Por lo tanto, fue el plan demasiado ambicioso de Napoleón para apoderarse rápidamente de las flotas y los puertos de Portugal y España lo que dejó al ejército francés extendido por la Península Ibérica. Con cuerpos a menudo fuera de su alcance para apoyarse entre ellos, estas unidades aisladas se enfrentaban a serios riesgos de ser aplastadas.
Le désir de Napoléon de contrôler les actifs maritimes du Portugal et de l’Espagne a non seulement précipité la guerre d’Espagne, mais a également joué un rôle clé dans la conduite de l’invasion elle-même. Avant le déclenchement des hostilités avec l’Espagne, Napoléon a secrètement glissé des troupes françaises à travers la frontière pour être en place pour mener à bien sa tentative de coup d’État, en utilisant la préparation d’une expédition navale de Cadix comme prétexte. Cette ruse a permis aux Français de rassembler des forces près de Madrid, qui était située le long de la route supposée de Cadix.45 Une fois que les troupes françaises ont occupé Madrid, Napoléon a ordonné à Murat d’envoyer des forces pour sécuriser les principaux ports espagnols de Cadix, Carthagène et Ferrol.46 Pendant ce temps, Napoléon a dû gérer des dizaines de milliers de soldats espagnols et portugais dont le soutien à la prise de contrôle française était au mieux suspect. Pour atténuer tout risque de trouble, Napoléon répartit ces troupes suspectes dans tout son empire. Après avoir envahi le Portugal, Junot enverra cinq à six mille soldats portugais en France.47 Après avoir pris le contrôle de l’Espagne, Napoléon ordonna l’envoi de 8.000 soldats espagnols au Portugal pour renforcer Junot, tandis qu’il retirait 6.000 soldats français du Portugal pour aider à sécuriser l’Espagne.48 Il était surtout impératif de prendre rapidement le contrôle de Cadix, car une escadre française de cinq navires y était confinée depuis plusieurs années, les restes de l’immense flotte franco-espagnole qui tomba en pièces à Trafalgar en 1805. Alors que Napoléon en commanda 10.000 troupes espagnoles, sous le commandement du général espagnol Marqués de Socorro, pour sécuriser Cadix et les environs de Gibraltar, l’empereur n’avait pas confiance en laissant une si grande force espagnole sans surveillance.49 Ainsi, Napoléon envoya le général Pierre Antoine Dupont avec une petite force de 9.000 soldats français et un contingent nominalement suisse de 8.000 hommes à Cadix pour s’assurer que les Espagnols ont gardé en ligne.50 De même, Napoléon envoie le maréchal Bon-Adrien Jeannot de Moncey avec une division pour sécuriser Valence et de temps en temps Carthagène, tandis que le général Guillaume Duhesme prendrait Barcelone.51 Réparties dans toute l’Espagne, ces forces étaient mal placées pour faire face au déclenchement de l’insurrection espagnole. Alors que Duhesme prend Barcelone par surprise le 29 février 1808, il se retrouve bientôt assiégé par une armée espagnole plus nombreuse. Alors que Moncey a pu rassembler ses forces après plusieurs tentatives infructueuses de prendre d’assaut Valence, Dupont n’a pas eu cette chance. Une combinaison de renforts insuffisants, d’un nombre écrasant d’Espagnols et d’une série d’erreurs flagrantes de sa part, Dupont rendit tout son commandement, en tout plus de 17.000 hommes, à Bailén à la mi-juillet 1808 sans jamais atteindre Cadix. Pendant ce temps, au Portugal, les Britanniques avaient débarqué un important corps expéditionnaire sous le commandement de Sir Arthur Wellesley. Après avoir essuyé plusieurs défaites, l’Armée du Portugal de Junot se retrouve prise dans une situation précaire. Cependant, Wellesley a été remplacé par de nouveaux dirigeants britanniques, qui ont choisi d’accorder à Junot des conditions étonnamment généreuses à la Convention de Sintra. L’armée française a non seulement conservé son équipement, mais a également obtenu un retour sûr et gratuit vers la France à bord de navires britanniques. Ce n’est que ce changement fortuit de leadership britannique qui a évité à Junot de subir le même sort que Dupont. Ainsi, c’est le plan trop ambitieux de Napoléon de s’emparer rapidement des flottes et des ports du Portugal et de l’Espagne qui a laissé l’armée française dispersée à travers la péninsule ibérique. Avec des corps souvent hors de portée pour se soutenir, ces unités isolées couraient de sérieux risques d’être écrasées.
Entrada de tropas imperiales en la Península hacia los puertos españoles y portugueses, entre octubre de 1807 y junio de 1808. (h) Entrée des troupes impériales dans la Péninsule vers les ports espagnols et portugais, entre octobre 1807 et juin 1808. (h)
La geografía de la Península Ibérica también aseguraba que el poder marítimo jugaría un papel importante, particularmente en el ámbito del apoyo logístico. Esto fue más evidente para los británicos, cuya armada les permitió no solo desplegar un ejército en ultramar sino también financiar los ejércitos de sus aliados ibéricos.52 En comparación con los británicos, las operaciones navales francesas en apoyo de la campaña española han sido generalmente olvidados en las narrativas de la Guerra de la Independencia, a pesar de su importante impacto en el curso de la guerra. Aunque Francia compartía frontera con España, los Pirineos presentaban un importante obstáculo para trenes de suministro terrestres. Tan pronto como Barcelona cayó en manos francesas, Napoleón planeó utilizar este puerto para recibir los envíos de trigo y galletas de Marsella.53 Durante un tiempo, Napoleón incluso contemplaba enviar provisiones a Junot en Portugal utilizando barcos más pequeños, que podrían navegar en aguas costeras poco profundas y, por lo tanto, evadir a los cruceros británicos.54 En agosto, con Barcelona sitiada por tierra por un ejército español y bloqueada en el mar por una flota británica, Napoleón tuvo que desviar los envíos de provisiones a la cercana Port-Vendres. En el transcurso de octubre y noviembre, los trabajadores en Marsella cargaron 30 barcos mercantes con alrededor 500.000 raciones. Divididos en dos grupos, estos barcos con escolta ligera zarparon a finales de 1808.55 Mientras que la segunda división llegó a salvo a Port-Vendres, la mayor parte de la primera división fue capturada por el famoso capitán británico, Thomas Cochrane, en diciembre de 1808, quien había estado quemando estaciones de telégrafo francesas a lo largo de la costa mediterránea.56 Las pérdidas sufridas por este convoy pueden haber sido el catalizador para que Napoleón ordenara posteriormente pequeños escuadrones para escoltar futuros convoyes. A finales de marzo de 1809, Napoleón ordenó al almirante Honore Ganteaume, comandante de la flota de Tolón, que enviara una escuadra de 5 barcos y 2 fragatas para escoltar varios transportes a Barcelona.57 El 24 de abril, la escuadra del almirante Julien Cosmao partió con 17 transportes cargados con 100.000 kilos de pólvora, un millón de balas y 25.000 quintales de trigo y harina. Después de descargar estos suministros en loa bahía de Rosas, Cosmao navegó de regreso a Tolón el 30 de abril sin ser molestado, aunque por poco se encontró con una flota británica de 14 barcos.58 Dado el éxito de esta salida, otro envío de un millón de balas, cien mil kilos de pólvora, 32,000 quintales de trigo, harina, galletas se cargó a bordo de 17 transportes en septiembre. Inicialmente, Ganteaume contemplaba zarpar con los 15 barcos de la flota de Tolón, creyendo que superaba en número a la flota británica de 11 barcos bajo el mando del almirante Cuthbert Collingwood. Cuando Collingwood abandonó su estación frente a Tolón, Ganteaume sospechó que la flota británica había regresado a su puerto en Menorca. Ganteaume, aprovechando esta oportunidad, optó por enviar sólo una pequeña escuadra de 3 barcos, 2 fragatas y 2 embarcaciones menores, al mando del contralmirante François Baudin, para escoltar el convoy hasta Barcelona.59 Sin embargo, la partida de Baudin el 21 de octubre , no pasó desapercibido ya que Collingwood había dejado dos fragatas británicas para seguir a Toulon; corrieron a Menorca para informar de los movimientos franceses.60 Aunque la flota británica efectivamente había zarpado hacia Menorca, Collingwood no permaneció mucho tiempo en el puerto. Al escuchar los rumores de la partida inminente de la flota de Toulon, Collingwood ya había zarpado con 15 barcos y 2 fragatas el 13 de octubre. Deduciendo fácilmente que el convoy francés se dirigiría a Barcelona, Collingwood estableció un crucero para interceptar a Baudin y su convoy.61 Al divisar el convoy francés en la mañana del 23, Collingwood envió al contraalmirante Thomas Martin con los ocho de sus barcos más rápidos para perseguirlos. Mientras una de las fragatas francesas corría de regreso a la seguridad de Marsella, el resto del escuadrón de Baudin huyó hacia el norte, hacia la costa francesa. Aunque una fragata británica logró capturar cinco transportes, la mayoría del convoy francés eludió la captura y continuó su curso. Mientras tanto, al llegar al puerto de Cette, solo un navío de línea de Baudin y una fragata pudieron navegar con éxito en las aguas poco profundas; los otros dos barcos encallaron.62 Temiendo su captura, los franceses prendieron fuego a ambos barcos. En cuanto al convoy, los barcos restantes llegaron a la bahía de Rosas y comenzaron a descargar rápidamente su carga. Para cuando los británicos pudieron lanzar una expedición exitosa para aislar a los barcos franceses durante la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, los barcos ya habían logrado descargar la mitad de su carga de manera segura en tierra.63 Por lo tanto, los esfuerzos de Frances para reabastecer su Las fuerzas en España por mar habían tenido un éxito mixto y pérdidas significativas. Mientras Napoleón pensaba en intentar otro envío a fines de 1810, advirtió a Decrès que «sobre todo, no quiero arriesgar ninguno de mis navíos de línea, quiero usar solo fragatas«. Incluso contempló si una cantidad suficiente. de los suministros pasarían, incluso si solo un tercio de los barcos llegara a su destino.64 Finalmente, Napoleón abandonó todos los planes para enviar suministros a España, prefiriendo intentar que la campaña se financiara sola a través de contribuciones forzadas del pueblo español.
La géographie de la péninsule ibérique garantissait également que la puissance maritime jouerait un rôle important, notamment dans le domaine du soutien logistique. C’était surtout évident pour les Britanniques, dont la marine leur permettait non seulement de déployer une armée outre-mer mais aussi de financer les armées de leurs alliés ibériques.52 Comparées aux Britanniques, les opérations navales françaises en soutien à la campagne d’Espagne ont été largement oubliées dans les récits de la Guerre d’Espagne, malgré son impact important sur le déroulement de la guerre. Bien que la France partageait une frontière avec l’Espagne, les Pyrénées présentaient un obstacle majeur aux trains de ravitaillement terrestres. Dès que Barcelone tombe aux mains des Français, Napoléon prévoit d’utiliser ce port pour recevoir des expéditions de blé et de galettes de Marseille.53 Pendant un certain temps, Napoléon envisage même d’envoyer des fournitures à Junot au Portugal en utilisant des navires plus petits, qui pourraient naviguer dans les eaux côtières. et ainsi échapper aux croiseurs britanniques.54 En août, alors que Barcelone était assiégée sur terre par une armée espagnole et bloquée en mer par une flotte britannique, Napoléon dut détourner les expéditions de ravitaillement vers le port voisin. Au cours des mois d’octobre et de novembre, les ouvriers marseillais ont chargé 30 navires marchands d’environ 500.000 rations. Divisés en deux groupes, ces navires légèrement escortés mirent les voiles à la fin de 1808.55 Alors que la 2e Division atteignit Port-Vendres sans encombre, la majeure partie de la 1re Division fut capturée par le célèbre capitaine britannique, Thomas Cochrane, en décembre 1808, qui avait brûlé des Français stations télégraphiques le long de la côte méditerranéenne.56 Les pertes subies par ce convoi peuvent avoir été le catalyseur de la commande ultérieure par Napoléon de petits escadrons pour escorter les futurs convois. Fin mars 1809, Napoléon ordonne à l’amiral Honoré Ganteaume, commandant la flotte de Toulon, d’envoyer une escadre de 5 navires et 2 frégates pour escorter divers transports vers Barcelone.57 Le 24 avril, l’escadre de l’amiral Julien Cosmao il part avec 17 transports chargés de 100.000 kilos de poudre à canon, un million de balles et 25.000 quintaux de blé et de farine. Après avoir déchargé ces approvisionnements dans la baie de Rosas, Cosmao retourna à Toulon le 30 avril sans encombre, bien qu’il se heurta de peu à une flotte britannique de 14 navires.58 Compte tenu du succès de cette sortie, une autre cargaison d’un million de balles, cent mille kilos de poudre à canon, 32.000 quintaux de blé, farine, biscuits ont été chargés à bord de 17 transports en septembre. Au départ, Ganteaume envisageait de mettre les voiles avec les 15 navires de la flotte de Toulon, estimant qu’il était plus nombreux que la flotte britannique de 11 navires sous l’amiral Cuthbert Collingwood. Alors que Collingwood quittait sa station au large de Toulon, Ganteaume soupçonnait que la flotte britannique était revenue à son port de Minorque. Ganteaume, profitant de cette opportunité, choisit de n’envoyer qu’un petit escadron de 3 navires, 2 frégates et 2 navires plus petits, sous le commandement du contre-amiral François Baudin, pour escorter le convoi vers Barcelone.59 Cependant, le départ de Baudin le 21 octobre , ne passa pas inaperçu puisque Collingwood avait laissé deux frégates britanniques suivre Toulon; ils se précipitent à Minorque pour signaler les mouvements français.60 Bien que la flotte britannique ait effectivement mis le cap sur Minorque, Collingwood ne reste pas longtemps au port. Aux rumeurs du départ imminent de la flotte de Toulon, Collingwood avait déjà appareillé avec 15 navires et 2 frégates le 13 octobre. Déduisant aisément que le convoi français se dirige vers Barcelone, Collingwood installe un croiseur pour intercepter Baudin et son convoi.61 Repérant le convoi français le matin du 23, Collingwood envoie le contre-amiral Thomas Martin avec les huit de ses navires les plus rapides pour les chasser. Alors que l’une des frégates françaises retournait à la sécurité de Marseille, le reste de l’escadre de Baudin s’enfuyait vers le nord en direction de la côte française. Bien qu’une frégate britannique ait réussi à capturer cinq transports, la majeure partie du convoi français a échappé à la capture et a poursuivi sa route. Pendant ce temps, arrivés au port de Cette, seuls le navire de ligne de Baudin et une frégate ont pu naviguer avec succès dans les bas-fonds; les deux autres navires s’échouèrent.62 Craignant d’être capturés, les Français mirent le feu aux deux navires. Quant au convoi, les navires restants atteignirent la baie de Rosas et commencèrent à décharger rapidement leur cargaison. Au moment où les Britanniques ont pu lancer une expédition réussie pour isoler les navires français dans la nuit du 31 octobre au 1er novembre, les navires avaient déjà réussi à décharger la moitié de leur cargaison en toute sécurité à terre.63 Ainsi, les efforts des Françaises pour réapprovisionner ses forces en Espagne par voie maritime avaient rencontré un succès mitigé et des pertes importantes. Alors que Napoléon envisageait de tenter une autre expédition à la fin de 1810, il prévint Decrès que «par dessus tout, je ne veux risquer aucun de mes navires de ligne, je ne veux utiliser que des frégates«. Il a même envisagé si un montant suffisant. des ravitaillements passeraient, même si seulement un tiers des navires arrivaient à destination.64 Finalement, Napoléon abandonna tout projet d’envoi de ravitaillement en Espagne, préférant plutôt essayer de faire financer la campagne par des contributions forcées du peuple espagnol.
Mapa donde se grafían de manera general los intentos de avituallamiento por mar de los franceses desde Marsella al ejército de ocupación en Cataluña. Por parte inglesa, la situación de Menorca y sus puertos, permitía que en un día, con vientos moderados, se pudiera llegar a las costas españolas, francesas o a las islas italianas. (i) Carte où sont représentées les tentatives françaises d’approvisionnement par mer de Marseille à l’armée d’occupation en Catalogne. Côté anglais, la situation de Minorque et de ses ports fait qu’en une journée, avec des vents modérés, il est possible de rejoindre les côtes espagnoles et françaises ou les îles italiennes.(i)
En general, los esfuerzos de Napoleón por expandir rápidamente su armada para derrotar a Gran Bretaña en la guerra marítima terminaron con pésimos resultados. No solo no logró hacerse con el control de las flotas danesa, portuguesa y española, sino que su estrategia también le costó siete de sus preciosos barcos. Ya atrapado en el puerto de Cádiz por un vigilante bloqueo británico, el escuadrón de cinco barcos del almirante Francois Rosily pronto se vio amenazado por la misma ciudad que lo había cobijado durante los últimos dos años y medio. Los problemas estallaron durante la noche del 27 de mayo y finalmente culminaron unos días después cuando una turba mató a puñaladas al general español Marqués de Socorro. Rosily intentó sacar a su flota de esta situación cada vez más precaria declarando neutralidad, pero sus esfuerzos fueron rechazados tanto por británicos como por españoles. Al ver a los españoles instalar morteros y cañones para bombardear sus barcos, Rosily intentó navegar con su flota hacia el cercano arsenal de Carraca, donde esperaba que sus tripulaciones pudieran ocupar las fortificaciones y resistir hasta que la fuerza del general Dupont los relevara. Sin embargo, soplaron vientos contrarios durante varios días, frustrando la táctica desesperada de Rosily cuando los españoles finalmente dedujeron sus intenciones y cortaron esta vía de escape hundiendo varias carracas en el estrecho canal que conducía al arsenal. Después de rechazar varios llamados a la rendición y resistir un bombardeo masivo durante varios días, Rosily finalmente se rindió «para no derramar inútilmente sangre de las tripulaciones y evitar la destrucción total de los barcos«.65 Junto con los dos barcos hundidos de Baudin, la pérdida de estos cinco barcos fue un revés adicional para los planes marítimos de Napoleón. Mientras que sus armadas continuaron creciendo lentamente a través de un programa de construcción ampliado, nunca logró los más de 100 barcos de línea que había esperado.
En conclusión, es importante recordar que la Guerra Peninsular comenzó como una guerra naval. Napoleón no solo quería apoderarse de armadas extranjeras para sus propios proyectos, sino que también quería acceder a su suministro de marineros y almacenes navales. Estos intereses apremiantes, junto con el exceso de confianza, llevó a Napoleón a dispersar demasiado sus fuerzas en la Península Ibérica. Sin estar preparadas para la feroz resistencia española, las fuerzas francesas dispersas se vieron asaltadas por fuerzas españolas numéricamente superiores, particularmente Dupont, cuya rendición en Bailén fue un duro golpe para el prestigio marcial francés. Además, el poder marítimo desempeñó un papel fundamental en el abastecimiento de los ejércitos durante la Guerra de la Independencia. Incapaz de enviar provisiones sin peligro significativo, Napoleón tomó la fatídica decisión de colocar el peso de la logística en la población española. Por supuesto, el carácter de la guerra cambió drásticamente con el estallido de la insurrección española a mediados de 1808. Esta última fase de la guerra ha captado la atención de historiadores y teóricos militares. Sin embargo, es importante recordar cuáles eran los objetivos de guerra originales de Napoleón para comprender mejor por qué los franceses sufrieron un revés tan importante durante la fase inicial de la guerra en 1808.
En général, les efforts de Napoléon pour étendre rapidement sa marine afin de vaincre la Grande-Bretagne dans la guerre maritime se sont soldés par des résultats lamentables. Non seulement il n’a pas réussi à prendre le contrôle des flottes danoise, portugaise et espagnole, mais sa stratégie lui a également coûté sept de ses précieux navires. Déjà piégé dans le port de Cadix par un blocus britannique vigilant, l’escadron de cinq navires de l’amiral François Rosily se trouva bientôt menacé par la ville même qui les abritait depuis deux ans et demi. Les troubles ont éclaté dans la nuit du 27 mai et ont finalement culminé quelques jours plus tard lorsqu’une foule a poignardé à mort le général espagnol Marqués de Socorro. Rosily a tenté de sortir sa flotte de cette situation de plus en plus précaire en déclarant la neutralité, mais ses efforts ont été repoussés par les Britanniques et les Espagnols. Voyant les Espagnols installer des mortiers et des canons pour bombarder leurs navires, Rosily tenta de faire naviguer sa flotte vers l’arsenal voisin de Carraca, où il espérait que ses équipages pourraient occuper les fortifications et tenir jusqu’à ce que la force du général Dupont les relève. Cependant, des vents contraires ont soufflé pendant plusieurs jours, contrecarrant la tactique désespérée de Rosily lorsque les Espagnols ont finalement compris ses intentions et coupé cette voie de fuite en coulant plusieurs caraques dans l’étroit chenal qui menait à l’arsenal. Après avoir refusé plusieurs appels à la reddition et résisté à un bombardement massif pendant plusieurs jours, Rosily finit par se rendre «pour ne pas verser inutilement le sang des équipages et empêcher la destruction totale des navires».65 Avec les deux navires sabordés de Baudin, la perte de ces cinq navires était un nouveau revers pour les plans maritimes de Napoléon. Alors que ses marines continuaient de croître lentement grâce à un programme de construction élargi, il n’a jamais atteint les 100+ navires de ligne qu’il avait espérés.
En conclusion, il est important de rappeler que la guerre de la péninsule a commencé comme une guerre navale. Napoléon voulait non seulement s’emparer des marines étrangères pour ses propres projets, mais voulait également accéder à leur approvisionnement en marins et en magasins navals. Ces intérêts pressants, couplés à un excès de confiance, ont conduit Napoléon à trop disperser ses forces sur la péninsule ibérique. Non préparées à une résistance espagnole féroce, les forces françaises dispersées se sont retrouvées agressées par des forces espagnoles numériquement supérieures, en particulier Dupont, dont la reddition à Bailén a porté un coup sévère au prestige martial français. De plus, la puissance maritime a joué un rôle fondamental dans le ravitaillement des armées pendant la guerre d’Espagne. Incapable d’envoyer des ravitaillements sans danger significatif, Napoléon prit la décision fatidique de faire peser le fardeau de la logistique sur la population espagnole. Bien sûr, le caractère de la guerre a radicalement changé avec le déclenchement de l’insurrection espagnole au milieu de 1808. Cette dernière phase de la guerre a retenu l’attention des historiens et des théoriciens militaires. Cependant, il est important de se rappeler quels étaient les objectifs de guerre initiaux de Napoléon afin de mieux comprendre pourquoi les Français ont subi un revers aussi important lors de la phase initiale de la guerre en 1808.
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1Por ejemplo, Charles J. Esdaile, Fighting Napoleon: Guerrillas, Bandits and Adventures in Spain, 1808-1814 (New Haven CT, 2004), Ronald Fraser, Napoleon’s cursed war: Spanish popular resistance in the Peninsular War, 1808-1814 (New York, 2008), Mark A. Reeves, The Iberian Leech: Napoleon’s Counterinsurgency Operations In The Peninsula, 1807-1810 (MA Thesis, US Army Command and Staff College, 2005).
2Recientes ejemplos incluyen Joshua Moon, Wellington’s Two-Front War: The Peninsular Campaigns at Home and Abroad, 1808-1814 (Norman OK, 2011) and Huw J. Davies, Wellington’s Wars: The Making of a Military Genius (New Haven CT, 2012)
3Napoleon Bonaparte a Denis Decrès, 4 June 1807, 12848, Correspondance de Napoleon Ier [CN], XV, 382.
4Napoleon Bonaparte a Louis Bonaparte, 3 April 1808, 13718, CN, XVI, 470-4
5Eventualmente, esta flota se reforzaría a 25 navíos de línea y 40 fragatas y embarcaciones más pequeñas a mediados de agosto.(Finalement, cette flotte serait renforcée à 25 navires de ligne et 40 frégates et navires plus petits d’ici la mi-août.) Rory Muir, Britain and the Defeat of Napoleon, 1807-1815 (New Haven, 1996), 23-4; William James, Naval History of Great Britain, IV, 284-5.
6Napoleon a Talleyrand, 31July 1807, #12962, CN, XV, 459-60.
7Muir, 24.
8Napoleon a Champagny, 29 August 1807, #13089, CN, XV, 559.
9William James, Naval History of Great Britain, IV, 295.
10Fouché, Memoires de Joseph Fouche (1824), I, 362-3.
11Napoleon Bonaparte a Eugene Beauharnais, 4 July 1807, 12850, CN, XV, 385.
12Napoleon Bonaparte a Eugene Beauharnais, 5 August 1807, #13000, CN, XV, 478.
13Napoleon Bonaparte a Denis Decrès, 23 Oct 1807, 13292, CN, XVI, 114.
14Napoleon Bonaparte a Eugene Beauharnais, 3 Oct 1807, 13210, CN, XVI, 64; Napoleon Bonaparte a Champagny, 2 April 1808, #13714, CN, XVI, 468; Napoleon Bonaparte a Eugene Beauharnais, 2 April 1808, #13716, CN, XVI, 469.
15Napoleon a Cambacérès, 11 May 1808, #13846, CN, XVII, 87-8; Napoleon al Prince Camille Borghese, 11 May 1808, #13855, CN, XVII, 94.
16Napoleon a Denis Decrès, 11 May 1808, #13848, CN, XVII, 88-9.
17Si bien La Spezia sería el principal puerto militar y la construcción se trasladaría a Port-de-Brouc, al oeste de Marsella, Tolón ya no construiría barcos, sino que simplemente los equiparía o repararía. (Alors que La Spezia serait le principal port militaire et que la construction serait déplacée à Port-de-Brouc, à l’ouest de Marseille, Toulon ne construirait plus de navires, mais se contenterait de les équiper ou de les réparer.) Notes to Minister of Interior and Navy, 7 October 1809, #15905, CN, I9, 551.
18Napoleón ordenó a Talleyrand que informara al ministro portugués que tenía hasta el 1 de septiembre para cerrar los puertos portugueses a Inglaterra. Al mismo tiempo, debía hacer planes con los españoles para enviar 20.000 soldados a Bayona el 1 de septiembre. (Napoléon ordonna à Talleyrand d’informer le ministre portugais qu’il avait jusqu’au 1er septembre pour fermer les ports portugais à l’Angleterre. En même temps, il devait faire des plans avec les Espagnols pour envoyer 20 000 hommes à Bayonne le 1er septembre.) Napoleon to Talleyrand, 19 July 1807, #12928, CN, XV, 433.
19Esdaile, Napoleon’s Wars (New York, 2011), 320.
20Los barcos de cuarta categoría seguían siendo útiles, ya que los británicos todavía usaban varios barcos de 64 cañones para tareas de escolta o se convertían en grandes transportes. (Les navires de quatrième rang étaient toujours utiles, car les Britanniques utilisaient encore un certain nombre de navires de 64 canons pour le service d’escorte ou convertis en grands transports.) List of the Portuguese Fleet that came out of the Tagus on the 29th of November 1807, Naval Chronicle, I8, 508; List of Portuguese ships that remained in Lisbon. Naval Chronicle, I8, 509.
21Naval Chronicle, I8, 330.
22Napoleón a Junot, 31 October 1807, #13314, CN, XVI, 128-30; Napoleón a Junot, 8 November 1807, #13340, CN, XVI, 147-8; Napoleón a Junot, 12 November 1807, #13351, CN, XVI, 156.
23Napoleón Bonaparte a General Junot, 8 Nov 1807 13340, CN, XVI, 147-8.
24 Napoleón a Decrès, 2 Nov 1807, #13320, CN, XVI, 134-5 ; Napoleon to Junot, 12 Nov 1807, #13351, CN, XVI, 156.
2584 cañones (1) – Principe Reale, 74 guns (4) – Rainha de Portugal, Conde Henrique, Meduza, Principe de Brazil ; 64 cañones (3) – “Alfonso d’Alburquerque, D. Joao de Castro, Martino de Freitas. Fragatas (4) – Menerva (44), Golfinho (36), Urania (32), y otro desconocido. Bergantines (3), Goletas (1) List of the Portuguese Fleet that came out of the Tagus on the 29th of November 1807, Naval Chronicle, I8, 508.
2674 cañones (2) – Maria Prima [inservible, para ser batería flotante, pero aún no instalada], Vasco de Gama [En reparación y casi listo]; 64 guns (2) – S. Sebastiano [inservible sin una reparación completa], Princesa de Beira [condenado, a ser una batería flotante]. Fragates (5) – Fenix (48) [necesita reparación a fondo], Amazona (44) [necesita reparación a fondo], Perola (44) [necesita reparación a fondo], Tritao (40) [reparación pasada], Veney (30) [reparación pasada]. List of Portuguese ships that remained in Lisbon. Naval Chronicle, I8, 509.
27Dispatch by Sir Sidney Smith, 1 December 1807, Naval Chronicle, I8, 508-9.
28Se considera que este informe refleja los puntos de vista de Napoleón, ya que editó en gran medida este informe. (Ce rapport est considéré comme reflétant les vues de Napoléon alors qu’il a fortement modifié ce rapport). Minister of Foreign Relations to Napoleon, 24 April 1808, #13776, CN, XVII, 33-36.
29Napoleón al Czar Alexander of Russia, 8 July 1808, 14170, CN, XVII, 359-60.
30Napoleón a Murat, 9 May 1808, #13835, CN, XVII, 80-1 ; Napoleón a Murat, 11 May 1808, #13858, CN, XVII, 96-7; Napoleón a Murat, 11 May 1808, #13859, CN, XVII, 97-8; Napoleón a Murat, 14 May 1808, #13885, CN, XVII, 121-4; Napoleón a Murat, 16 May 1808, #13906, CN, XVII, 142-3; Napoleón a Murat, 19 May 1808, #13939, CN, XVII, 162-3; Napoleón a Murat, 28 May 1808, #14013, CN, XVII, 224-6; Napoleón to Murat, 28 May 1808, #14014, CN, XVII, 226-7.
31Napoleón a Decrès, 29 March 1808, #13698, CN, XVI, 454-5.
32Napoleón a Decrès, 12 April 1808, #13738, CN, XVI, 493-4.
33Napoleón a Decrès, 13 May 1808, #13877, CN, XVII, 112-4.
34Con 42 barcos franceses y 35 más en construcción, Napoleón esperaba tener 77 barcos franceses, complementados con 42 barcos extranjeros. Curiosamente, 18 de los 35 barcos se estaban construyendo en puertos no franceses. (Avec 42 navires français et 35 autres en construction, Napoléon s’attendait à avoir 77 navires français, complétés par 42 navires étrangers. Fait intéressant, 18 des 35 navires étaient construits dans des ports non français.) Napoleon to Decrès, 28 May 1808, #14005, CN, XVII, 218-220.
35«Inglaterra, preocupada por Irlanda, amenazada en la India por un ejército francés y ruso, finalmente será llevada ante los principios de la razón.» («L’Angleterre, troublée par l’Irlande, menacée dans l’Inde par une armée française et russe, sera enfin amenée devant les principes de la raison.») Napoleón a Louis Bonaparte, 17 Feb 1808, #13573, CN, XVI, 337.
36Napoleón a Decrès, 29 March 1808, #13698, CN, XVI, 454-5.
37Napoleón a Decrès, 12 April 1808, #13738, CN, XVI, 493-4.
38Napoleón a Joseph, 15 February 1808, #13561, CN, XVI, 332; Napoleón a Decrès, 29 Mar 1808, #13698, CN, XVI, 454-5; Napoleón a Joseph Bonaparte, 29 March 1808, 13701, CN, XVI, 457; Napoleón a Joseph Bonaparte, 18 April 1808, #13763, CN, XVII, 23-25.
39Napoleon to Decres, 11 May 1808 #13850, CN, XVII, 89.
40Napoleon a Decrès, 12 April 1808, #13737, CN, XVI, 492-3; Napoleón a Decrès, 13 May 1808, #13877, CN, XVII, 113-4; Napoleón to Decrès, 17 May 1808, #13915, CN, XVII, 149; Napoleón a Decrès, 26 May 1808, #13997, CN, XVII, 207-12.
41 Napoleón a Decrès, 7 July 1808, #14161, CN, XVII, 353.
42 Napoleón a Decrès, 8 May 1808, #13829, CN, XVII, 75.
43Napoleón en realidad se refiere al juego de «barres», que es una versión medieval del pilla-pilla. (Napoléon fait en fait référence au jeu des «barres» qui est une version médiévale du chat). Napoleón a Decrès, 12 May 1808, #13873, CN, XVII, 107-9.
44See William James, Naval History, Vol. 4.
45Napoleón a Murat, 14 March 1808, #13652, CN, XVI, 417; Napoleón to Murat, 16 March 1808, #13656, CN, XVI, 420-1.
46Napoleón a Murat, 7 May 1808, #13823, XVII, 72-3; Napoleón a Murat, 8 May 1808, #13830, XVII, 75-77.
47Napoleón ordenó a Junot que concediera el derecho a retirarse a un soldado portugués, después de tomar su arma. (Napoléon ordonna à Junot d’accorder le droit de retraite à un soldat portugais, après avoir pris son fusil.) Napoleon to Junot, 12 November 1807, #13351, CN, XVI, 156-8; Napoleon to Junot, 20 December 1807, #13406, CN, XVI, 204-6
48Napoleón a Murat, 9 May 1808 #13835, CN, XVII, 80-1.
49Napoleón a Murat, 6 May 1808, #13818, CN, XVII, 69; Napoleón a Murat, 7 May 1808, #13823, CN, XVII, 72-3; Napoleón a Murat, 13 May 1808, #13879, CN, XVII, 115-8; Napoleón a Murat, 14 May 1808, #13885, CN, XVII, 121-4
50Napoleón a Murat, 10 May 1808 #13839, XVII, 82-3; Napoleón to Murat, 11 May 1808, #13856, CN, XVII, 94-6; Napoleón a Berthier, 18 May 1808, #13929, CN, XVII, 158-9; Napoleón to Murat, 18 May 1808, #13930, CN, XVII, 160; Napoleón a Murat, 19 May 1808, #13938, CN, XVII, 164-6; Napoleón a Murat, 22 May 1808, #13965, CN, XVII, 186-7.
51Napoleon al General Clarke, 28 January 1808, #13496, CN, XVI, 281-2; Napoleón a Murat, 30 May 1808, #14029, CN, XVII, 242-4;
52Ver Brian De Toy, «Wellington’s Lifeline» Naval Logistics in the Peninsula» Consortium on Revolutionary Europe: Selected Papers, 1995, 359-368 Paul C. Krajeski, «British Military and Naval Cooperation, 1808: The Precondition for Allied Victory in the Peninsular War,» Consortium on Revolutionary Europe: Selected Papers, 1998, 481-91; C.D. Hall, Wellington’s Navy: Sea Power and the Peninsular War, 1807-1814. (Chatham Publishing, 2004).
53Parece que este envío temprano nunca fue porque el grano llegó tarde y los barcos fueron retenidos por un agente de aduanas en Marsella. (Semble que cette expédition précoce ne soit jamais partie car les céréales sont arrivées en retard et les navires ont été retenus par un agent des douanes à Marseille.) Napoleón a Clarke, 10 March 1808, CN, 13635, XVI, 406 ; Napoleón a Cretet, Minister of Interior, 11 March 1808, #13638, XVI, 409; Vincent Brun, Guerres maritimes de la France: Port de Toulon, ses armements (H. Plon, Paris: 1861), vol. 2, 491.
54Napoleón a Junot, 30 May 1808, #14032, CN, XVII, 245-6; Napoleón a Champagny, Minister of Foreign Relations, 1 June 1808, #14037, CN, XVII, 253.
55Brun, Guerres maritimes de la France, vol. 2, 492.
56Cochrane a Collingwood, 28 September 1808, Naval Chronicle, vol. 21, 73-4; Cochrane a Collingwood, 2 January 1809, Naval Chronicle, vol. 21, 499.
57Napoleón a Ganteaume, 29 March 1809, #14970, CN, I8, 401-2.
58Brun, Guerres maritimes de la France, vol. 2, 504-5.
59Brun, Guerres maritimes de la France, vol. 2, 507-9
60Collingwood to Secretary of the Admiralty, 30 October 1809, Naval Chronicle, vol. 22, 500-1.
61Private letter from aboard HMS Sultan, 1 Nov 1809, Naval Chronicle, vol. 22, 457-60.
62 Estos dos barcos pudieron regresar sanos y salvos a Toulon el 19 de noviembre. (Ces deux navires ont pu rentrer sains et saufs à Toulon le 19 novembre).
63Collingwood al Secretary of the Admiralty, 30 October 1809, Naval Chronicle, vol. 22, 500-1; Martin a Collingwood, 27 October 1809, Naval Chronicle, vol. 22, 501-2; Collingwood al Secretary of the Admiralty, 1 November 1809, Naval Chronicle, vol. 22, 502-3; Hallowell a Collingwood, 1 Nov 1809, Naval Chronicle, vol. 22, 503-5
64Napoleon to Decrès, 20 Sept 1810, #16935, CN, vol. 21, 137-8; Napoleon to Decrès, 28 Sept 1810, #16955, CN, vol. 21, 147-8.
65Las fuerzas españolas tenían hasta 162 cañones, 33 morteros, 46 cañoneras y 14 bombarderos al final. (Les forces espagnoles avaient jusqu’à 162 canons, 33 mortiers, 46 canonnières et 14 bombardiers à la fin.) Account given to Emperor, 15 June 1808 , SHD – Marine, CC7 Alpha 2186; Tomás de Morla, Captain General, a Admiral Rosily, 9 June 1808, SHD – Marine, CC7 Alpha 2186; Admiral Rosily a Thomas Morla, Captain General, 10 June 1808 @ 3:45 PM , SHD – Marine, CC7 Alpha 2186; Rosily a Decrès, 3 September 1808, SHD – Marine, CC7 Alpha 2186.
El profesor Kenneth G. Johnson obtuvo su doctorado en historia diplomática y militar de la Universidad Estatal de Florida en 2006. Especializado en la historia de la Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas, su disertación doctoral fue una biografía del almirante Louis Thomas Villaret de Joyeuse, un destacado almirante francés durante la Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas. Además de enseñar en la Academia Militar de los Estados Unidos y en la Universidad Estatal de Florida, el profesor Johnson ha dado conferencias como invitado en el Naval War College.
Ha presentado aspectos de su investigación en la Conferencia de la Sociedad de Historia Militar y el Consorcio sobre la Era Revolucionaria, 1750-1850. También ha contribuido con artículos a la Encyclopedia of the French Revolutionary and Napoleonic Wars (ABC-CLIO, 2006) y a la base de datos en línea United States at War: Understanding Conflict and Society (ABC-CLIO, 2006).
le professeur Kenneth G. Johnson a obtenu son doctorat en histoire diplomatique et militaire de la Florida State University en 2006. Spécialisé dans l’histoire de la Révolution française et des guerres napoléoniennes, sa thèse de doctorat était une biographie de l’amiral Louis Thomas Villaret de Joyeuse, un éminent amiral français pendant la Révolution française et les guerres napoléoniennes. En plus d’enseigner à l’Académie militaire des États-Unis et à l’Université d’État de Floride, le professeur Johnson a précédemment donné des conférences au Naval War College.
Il a présenté des aspects de ses recherches à la Conférence de la Société d’histoire militaire et au Consortium sur l’ère révolutionnaire, 1750-1850. Il a également contribué des articles à l’Encyclopédie des guerres révolutionnaires et napoléoniennes françaises (ABC-CLIO, 2006) et à la base de données en ligne United States at War: Understanding Conflict and Society (ABC-CLIO, 2006)
Fuentes:
1 – «The Peninsular War: Napoleon’s Maritime War» – Kenneth G. Johnson, Air Command and Staff College, Napoleonic Scholarship – The Journal of the International Napoleonic Society Number 5, December 2013
2 – «The Peninsular War Atlas» – Colonel Nick Lipscombe, Osprey Publishing, 2010
g- Mapa del autor a partir de «Illustration from page 521 of The outline of history; being a plain history of life and mankind, the definitive edition revised and rearranged by the author, by H.G. Wells, illustrated by J. F. Horrabin», «The British Empire in 1815 [Mercator’s Projection]» y https://www.bbc.co.uk/history/british/empire_seapower/britain_empire_01.shtml
h – Mapa del autor a partir del «Atlas to Alison’s History of Europe, 1850», by Alex. Keith Johnston, published by William Blackwood and Sons in 1850. Plate 48. «Map of Spain and Portugal to illustrate the campaigns of 1808 etc.» http://www.maproom.org/00/13/present.php?m=0048
Hoy dedicamos nuestra entrada semanal a la Guerra del corso en España entre 1808-1814, un episodio que no es muy tratado en la historiografía del conflicto que centra sus textos en los grandes enfrentamientos navales como Trafalgar o el Cabo San Vicente, y que sin embargo es una manera de hacer la guerra que discurre de manera complementaria a los mismos, buscando principalmente dispersar las fuerzas enemigas, no dispersar en exceso las propias y dañar el comercio del enemigo hasta obligarle a pedir la paz.
Paralelamente a la guerra terrestre, las costas españolas vieron un continuado devenir de acciones navales a pequeña escala entre los buques corsarios franceses y aliados, que se disputaban las capturas o luchaban por la protección de los buques de transporte con materias primas y armamento, vitales para el esfuerzo de guerra en ambos bandos.
La estrategia empleada por los corsarios por a capturar un barco era el abordaje, a fin de causar el menor daño posible a la embarcación y la su carga, ya que era el potencial botín, y, por tanto, eran bastante remisos a utilizar la artillería contra el buque. En las imágenes que se han conservado de corsarios franceses de la época, los representan persiguiendo a su víctima para abordarla por el lado de popa (trasero) y el bauprés (el mástil saliente de la proa decantado de un costado para utilizarlo de improvisada pasarela de abordaje. [1]
Nous consacrons aujourd’hui notre entrée hebdomadaire à la Guerre corsaire en Espagne 1808-1814, un épisode peu traité par l’historiographie du conflit qui concentre leurs textes sur les grands affrontements navals comme Trafalgar ou le cap San Vicente, et qui pourtant c’est une manière de faire la guerre qui leur est complémentaire, cherchant principalement à disperser les forces ennemies, non à disperser excessivement les leurs et à nuire au commerce de l’ennemi au point de l’obliger à réclamer la paix.
Parallèlement à la guerre terrestre, les côtes espagnoles ont vu un flux continu d’actions navales à petite échelle entre navires corsaires français et alliés, qui se disputaient les captures ou luttaient pour la protection des navires de transport de matières premières et d’armement, vitaux pour l’effort de guerre sur des deux côtés.
La stratégie utilisée par les corsaires pour capturer un navire était l’abordage, afin de causer le moins de dégâts possible au navire et à sa cargaison, puisqu’il s’agissait du butin potentiel, et, par conséquent, ils étaient assez réticents à utiliser l’artillerie contre le navire. Dans les images qui ont été conservées des corsaires français de l’époque, ils les représentent pourchassant leur victime pour l’approcher par la poupe (arrière) et le beaupré (le mât saillant de la proue incliné d’un côté pour l’utiliser comme une passerelle d’embarquement improvisée. [1]
«Entre las guerras que en el mundo han sido, una de las más interesantes es la guerra de España dentro del marco de la estrategia general, que abraza la acción de los ejércitos y de las flotas. Predominan en ella mutuas relaciones y se desarrollan en gran parte, por operaciones combinadas de gran envergadura y alcance»
Almirante Raoul V. P. Castex [12]
«Parmi les guerres qui se sont déroulées dans le monde, l’une des plus intéressantes est la guerre d’Espagne dans le cadre de la stratégie générale, qui embrasse l’action des armées et des flottes. Les relations mutuelles y prédominent et s’y développent en grande partie , par des opérations combinées de grande ampleur et portée»
Amiral Raoul V. P. Castex [12]
El barco East Indiaman Kent (izquierda) luchando contra el Confiance, un barco privado comandado por el corsario francés Robert Surcouf en octubre de 1800. Pintura de Ambroise Louis Garneray. (b) L’East Indiaman Kent (à gauche) combattant la Confiance, un navire privé commandé par le corsaire français Robert Surcouf en octobre 1800. Peinture d’Ambroise Louis Garneray. (b)
EL CORSO ESPAÑOL AL FINAL DEL ANTIGUO RÉGIMEN
La guerra contra la Convención (1793-1795) no significó un aumento de la flota corsaria española, ya que, pese a los estragos de la Revolución en los mandos de la marina francesa, el arma corsaria francesa era superior en número y el comercio francés marítimo no era todo lo numeroso en aquel momento para justificar una inversión en ese sentido. Entre 1797 y 1801 hay cerca de unas 80 embarcaciones dedicadas al corso, pero también para defender los buques mercantes (el llamado “corso y mercancía”) hacia Hispanoamérica, preparados para actuar desde los puertos gallegos y desde San Sebastián.
LE COURSE ESPAGNOL A LA FIN DE L’ANCIEN REGIME
La guerre contre la Convention (1793-1795) ne signifiait pas une augmentation de la flotte corsaire espagnole, puisque, malgré les ravages de la Révolution dans les commandements de la marine française, l’arme corsaire française était supérieure en nombre et le commerce maritime français était pas tous nombreux à l’époque pour justifier un investissement dans ce sens. Entre 1797 et 1801, il y a environ 80 navires dédiés à la course, mais aussi à la défense des navires marchands (ce que l’on appelle «la course et la marchandise») vers l’Amérique latine, prêts à agir depuis les ports galiciens et depuis Saint-Sébastien.
EL CORSO EN EL CANTÁBRICO
Solo en el año 1799, tras la Paz de Basilea (1795) y la apertura de hostilidades contra Gran Bretaña, los buques del Cantábrico Occidental con base en puertos gallegos con patente de corso lograron apresar 21 mercantes ingleses y ciudades como Vigo vivieron una etapa de prosperidad. Hasta 1808 se armaron en Galicia 20 barcos corsarios y 6 mercantes pidieron patente de corso y mercancía para sus viajes a Ultramar, y desde San Sebastián también se armaron siete lanchas que actuaban desde Galicia.
La experiencia y el adiestramiento en el combate naval llevarían a que, el 9 de junio de 1808, los vigueses capturaran al buque de guerra francés Atlas, de 74 cañones, que llevaba en la bahía de Vigo desde el 28 de julio de 1805 (Villeneuve no contó con él y no estuvo presente en Trafalgar), y que estuvo sirviendo como buque-hospital hasta 1806. La águila que estaba a bordo es la que se exhibe en el Museo Naval de Madrid. [4]
Por su parte en el Cantábrico oriental debido a la ausencia de buques de la armada española que pudieran defender las aguas con garantías, se intentó promover el armamento de diferentes embarcaciones en corso, quedando en manos de los vascos la defensa de sus costas. Pero los los corsarios guipuzcoanos, que habían gozado de la hegemonía en el cantábrico, habían desaparecido rápidamente alcanzando niveles de actos anecdóticos, debido al desarrollo del libre comercio con América durante el s. XVIII, actividad mucho más rentable y menos arriesgada que la del corso. En total el número de patentes de corso que se otorgaron en el Señorío de Vizcaya y la provincia de Guipúzcoa entre los tres períodos de guerra durante el reinado de Carlos IV, fueron alrededor de las 50 embarcaciones. En general, del puerto de Bilbao fue de donde más corsarios salieron, seguido del de San Sebastián y en menor porcentaje Bermeo, Lekeitio y Pasaia. En el conflicto con Francia fueron cuantas más fianzas se constataron, aunque la diferencia de cifras con el período bélico con Inglaterra no está tan alejada. [17]
LE COURSE EN LA MER CANTABRIQUE
Ce n’est qu’en 1799, après la Paix de Bâle (1795) et l’ouverture des hostilités contre la Grande-Bretagne, que des navires basés dans les ports galiciens avec des lettres de marque réussirent à s’emparer de 21 marchands anglais et que des villes comme Vigo connurent une période de prospérité. Jusqu’en 1808, 20 navires corsaires et 6 navires marchands étaient assemblés en Galice, demandant des lettres de marque et des marchandises pour leurs voyages outre-mer, et sept vedettes opérant depuis la Galice étaient également assemblées depuis Saint-Sébastien.
L’expérience et l’entraînement au combat naval conduiront à la capture du navire de guerre français Atlas, avec 74 canons, le 9 juin 1808, qui était dans la baie de Vigo depuis le 28 juillet 1805 (Villeneuve il ne comptait pas sur lui et il n’était pas présent à Trafalgar), et qui servit de navire-hôpital jusqu’en 1806. L’aigle qui était à bord est celui exposé au Musée Naval de Madrid. [4]
De son côté, dans la partie orientale de la mer Cantabrique, en raison de l’absence de navires de la marine espagnole capables de défendre les eaux avec des garanties, une tentative a été faite pour promouvoir l’armement de différents navires corsaires, laissant la défense de leurs côtes entre les mains des Basques. Mais les corsaires du Gipuzkoa, qui avaient joui de l’hégémonie dans la mer Cantabrique, avaient rapidement disparu, atteignant des niveaux d’actes anecdotiques, en raison du développement du libre-échange avec l’Amérique au cours du s. XVIII, activité beaucoup plus rentable et moins risquée que la course. Au total, le nombre de lettres de marque qui ont été accordées dans le Señorío de Vizcaya et la province de Guipúzcoa entre les trois périodes de guerre sous le règne de Charles IV, était d’environ 50 navires. En général, le port de Bilbao était celui où partaient le plus de corsaires, suivi de Saint-Sébastien et, dans une moindre mesure, de Bermeo, Lekeitio et Pasaia. Dans le conflit avec la France, plus de garanties ont été trouvées, bien que la différence de chiffres avec la période de guerre avec l’Angleterre ne soit pas si éloignée. [17]
Una imagen de un combate al abordaje entre un navío inglés el Windsor Castle, de 150 toneladas, y el francés Jeune Richard, de 250 toneladas. (c) Image d’un abordage entre un navire anglais, Le Château de Windsor, de 150 tonneaux, et le français Jeune Richard, de 250 tonneaux. (c)
EL CORSO FRANCÉS Y ESPAÑOL EN ANDALUCÍA
En Andalucía los puertos de Málaga (ya 1796 en pleno periodo revolucionario) y Almería fueron los únicos en practicar el corso por parte francesa en aquella parte del litoral español y el propio Soult, verdadero virrey de la región, en carta a Berthier (5 de octubre de 1810) no dejaba de incentivar la ilegal práctica solicitando 400 marinos más para reforzarla en los dos puertos, a pesar de todo el impacto negativo que tenía para la economía de la zona. Sobre unos 19 barcos corsarios (faluchos y jabeques entre otros) fueron armados en Málaga, entre marzo y noviembre de 1810, que era considerado como una verdadera base de entrenamiento, un “semillero” de corsarios.
Almería, más distante y aislada, servía como descarga para la actividad de Málaga, bloqueada en varias ocasiones por la Royal Navy, y que el 29 de abril de 1812 realizó un ataque nocturno demoledor al puerto, que se saldó con varias decenas de muertos y heridos, las baterías costeras de defensa destruidas y dos embarcaciones capturadas.
En los puertos ocupados por los franceses debía haber una flotilla más o menos amplia que se dedicaba al corso, pero también a otras actividadesI. Los capitanes debían ser franceses, o de una zona agregada al Imperio, aunque varios españoles ostentaron el empleo (cerca de un 20%), a pesar de algunas deserciones que llevaron a Soult a prohibir el reclutamiento de marinos españoles. Los hubieron detestados, algunos hasta denunciados por los jefes josefinos españoles y otros condecorados con la Legión de Honor. Para los corsarios, como en el caso de uno de los más famosos corsarios de la zona Serafín Seriolo, la actividad era harto lucrativa, llegando a constituir una flotilla de corsarios a su mando. Soult y anteriormente el general Sébastiani incentivaron como hemos comentado la actividad, y el primero exigía una parte de las capturas para el ejército (1/3 o 4/5 partes) y extendiendo la comisión hasta las capturas hechas en puertos tan distantes como Génova o Porto-Ferraio.
La actividad corsaria francesa disminuiría a partir de la toma de Badajoz por los británicos en 1812 y el aislamiento de las fuerzas francesas de tierra en Andalucía, aumentada por el efecto del bloqueo naval británico y el apoyo de los Regentes berberiscos, que próximos a Inglaterra comenzaron a capturar a su vez barcos franceses. [2]
Por parte española, hasta mayo de 1808, España y Francia, unidas contra Inglaterra, permiten una gran actividad corsaria en la zona contra barcos neutrales o ingleses, aunque éstos iban siempre armados hasta los dientes. A partir de ahí, cambian los bandos, España se alía con Inglaterra, y las acciones de corso conjuntas descienden radicalmente.
LE COURSE FRANÇAIS ET ESPAGNOL EN ANDALOUSIE
En Andalousie, les ports de Málaga (déjà en 1796 en pleine période révolutionnaire) et d’Almeria étaient les seuls à pratiquer la course du côté français dans cette partie de la côte espagnole et Soult lui-même, véritable vice-roi de la région, en une lettre à Berthier (5 octobre 1810) ne cesse d’encourager la pratique illégale en demandant 400 marins supplémentaires pour la renforcer dans les deux ports, malgré tout l’impact négatif qu’elle a sur l’économie de la région. Environ 19 navires corsaires (felouques et chébecs entre autres) furent armés à Malaga, entre mars et novembre 1810, qui était considérée comme une véritable base d’entraînement, une «source» pour les corsaires.
Almería, plus éloignée et isolée, servit de relais à l’activité de Malaga, bloquée à plusieurs reprises par la Royal Navy, et qui le 29 avril 1812 mena une attaque nocturne dévastatrice sur le port, qui fit plusieurs dizaines de morts et blessés, les batteries de défense côtière détruites et deux navires capturés.
Dans les ports occupés par les Français, il devait y avoir une flottille plus ou moins nombreuse vouée à la course, mais aussi à d’autres activitésI. Les capitaines devaient être français, ou originaires d’une région rattachée à l’Empire, même si plusieurs Espagnols occupaient le poste (près de 20 %), malgré quelques désertions qui conduisirent Soult à interdire le recrutement de marins espagnols. Ils avaient été détestés, certains même dénoncés par les chefs josefinos espagnols et d’autres décorés de la Légion d’Honneur. Pour les corsaires, comme dans le cas de l’un des corsaires les plus célèbres de la région, Serafín Seriolo, l’activité était très lucrative, constituant une flottille de corsaires sous son commandement. Soult et précédemment le général Sébastiani encourageaient l’activité, comme nous l’avons dit, et le premier exigeait une partie des captures pour l’armée (1/3 ou 4/5 parts) et étendait la commission aux captures faites dans des ports aussi éloignés que Gênes ou Porto Ferraio.
L’activité corsaire française va décroître après la prise de Badajoz par les Britanniques en 1812 et l’isolement des forces terrestres françaises en Andalousie, accentué par l’effet du blocus naval britannique et le soutien des régents barbaresques qui, proches de l’Angleterre, commencent capturer à leur tour des navires français. [2]
Du côté espagnol, jusqu’en mai 1808, l’Espagne et la France, unies contre l’Angleterre, autorisent une grande activité corsaire dans la région contre des navires neutres ou anglais, bien qu’ils soient toujours armés jusqu’aux dents. Dès lors, les camps changent, l’Espagne s’allie à l’Angleterre, et les actions corsaires conjointes chutent radicalement.
Balandra española (1807) del porte de 19 cañones ciñendo el viento por estribor (d) Sloop espagnol (1807) de la taille de 19 canons au près à tribord. (d)
LOS CORSARIOS FRANCESES Y ESPAÑOLES EN CATALUÑA Y LEVANTE
En la zona noreste de las costas de Cataluña, existían Juntas locales de corsarios en Sant Feliú de Guíxols i Palamós (las más numerosas) y en otras localidades como Rosas, Bagur o Cadaqués. Iniciada la guerra, el principal objetivo de las juntas locales, coordinadas en ocasiones con las autoridades militares españolas, era dificultar les comunicaciones e intentar que el subministro de provisiones que llegaba por mar a las tropas imperiales de Barcelona se viera interrumpido. También los corsarios franceses desde Portvendres actuaban en las costas catalanas por lo que también eran un objetivo de los corsarios locales, así como los buques mercantes al servicio de FranciaII.
La actividad para las Juntas de corsarios, sobre todo entre 1808-1809, resultó ser un negocio muy lucrativo, interceptando numerosos laudes cargados de cuarteras (unos 70 Kg.) de trigo y de arroz que se dirigían a Barcelona para sostener a la guarnición de la ciudad, embarcaciones con soldados y correspondencia para el general Duhesme, y dirigiendo las capturas hacia los puertos de Palamós y Sant Felíu de Guixols. Lógicamente dichos puertos se consideraron objetivos de las tropas imperiales francesas, siendo conquistados los diferentes pueblos costeros y ya en septiembre de 1809, la actividad corsaria catalana había disminuido, que no cesado, en la zona. Con el tiempo a partir de 1811 el puerto de Palamós se convirtió en un centro administrativo para los franceses al mando de un Intendente de Marina.
La ocupación francesa de los puertos de Cadaqués, Roses y Palamós favoreció la llegada de barcos corsarios franceses desde Marsella que tenían la doble misión de entorpecer las comunicaciones entre las embarcaciones catalanas y los ingleses y evitar el comercio con otros puertos libres del Principado (a la vez que ofrecían mayor protección a las naves francesas que hacían la ruta por la costa). Algunos de estos corsarios franceses no sólo fondearon a menudo en el puerto de Palamós, sino que también se acercaban parar vender sus capturas o en otros puertos dominados por los franceses, como en el caso de los barcos “Vengeance” del capitán F. Blanc el “Filibustier”, capitaneado por Cipriano Caraccioli (de Córcega) y armado en Barcelona por un comerciante marsellés. [1].
En la zona sureste de Cataluña, tras el cese de hostilidades entre los gobiernos de España e Inglaterra, que también practicó el corso en aguas catalanas, conduciendo sus capturas al puerto de VilanovaIII y entregándolas a la autoridad naval. Al mismo tiempo armadores de corso privados, españoles y británicos, hacían su guerra personal, afanando todo lo que encontraban por delanteIV.
Como un ejemplo concreto en el puerto de Tarragona, el Juzgado Militar de Marina emitía un veredicto sobre la legalidad de la captura y se vendía en subasta pública. Lo curioso de estas subastas es que si se celebraba en un puerto dominado por los franceses, podían acudir personas que residían en zonas “no dominadas” por los franceses y comprar embarcaciones para la causa española.
En tierras del reino de Valencia el fenómeno sería parecido. La conquista de los territorios por las tropas del por entonces general Suchet y sobre todo la rendición de la capital Valencia en enero de 1812, conllevó que se pudiera aprovechar su puerto como base logística para los transportes y la actividad de los corsarios franceses. Prueba de ello fue el hallazgo en julio del 2017V de los restos del buque corsario francés Zéphir o Zefarin que fue hundido según las crónicas entre los días 13 y 14 de mayo de 1813, en el contexto de los episodios bélicos navales que se producían en la zona. Al parecer el Zéphir o Zefarin procedente de Valencia, que navegaba bordeando la costa fue detectado por una fragata inglesaVI que haría embarrancar al corsario en la costa frente a los Molinos de Polart en Denia (Valencia).
LES CORSAIRS FRANÇAIS ET ESPAGNOLS EN CATALOGNE ET AU LEVANT
Dans la partie nord-est de la côte catalane, il y avait des Juntas corsaires locaux à Sant Feliú de Guíxols et Palamós (le plus nombreux) et dans d’autres villes comme Rosas, Bagur ou Cadaqués. Une fois la guerre déclenchée, l’objectif principal des Juntas locaux, parfois coordonnées avec les autorités militaires espagnoles, était de rendre les communications difficiles et d’essayer d’empêcher que l’approvisionnement en ravitaillement qui arrivait par voie maritime aux troupes impériales à Barcelone ne soit interrompu. Les corsaires français de Portvendres opéraient également sur les côtes catalanes, c’est pourquoi ils étaient aussi la cible des corsaires locaux, ainsi que des navires marchands au service de la FranceII.
L’activité des Juntas de corsaires, surtout entre 1808-1809, s’est avérée être une activité très lucrative, interceptant de nombreuses laudes chargées de cuarteras (environ 70 kg.) de blé et de riz qui se dirigeaient vers Barcelone pour soutenir la garnison de la ville, bateaux avec soldats et correspondance pour le général Duhesme, et dirigeant les prises vers les ports de Palamós et Sant Feliu de Guixols. Logiquement, ces ports étaient considérés comme des objectifs des troupes impériales françaises, les différentes villes côtières étant conquises et déjà en septembre 1809, l’activité corsaire catalane avait diminué, voire cessé, dans la région. Au fil du temps, à partir de 1811, le port de Palamós est devenu un centre administratif pour les Français sous le commandement d’un intendant de la marine.
L’occupation française des ports de Cadaqués, Roses et Palamós a favorisé l’arrivée de navires corsaires français en provenance de Marseille, qui avaient la double mission d’entraver les communications entre navires catalans et anglais et d’empêcher le commerce avec les autres ports francs de la Principauté (à l’époque offrait une plus grande protection aux navires français qui faisaient la route le long de la côte). Certains de ces corsaires français mouillaient non seulement souvent dans le port de Palamós, mais venaient également vendre leurs prises ou dans d’autres ports dominés par les Français, comme dans le cas des navires «Vengeance» du capitaine F. Blanc le «Filibustier», commandé par Cipriano Caraccioli (Corse) et assemblé à Barcelone par un négociant marseillais. [1].
Dans la zone sud-est de la Catalogne, après la cessation des hostilités entre les gouvernements espagnol et anglais, qui pratiquait également la course dans les eaux catalanes, emmenant ses prises au port de VilanovaIII et les remettant à l’autorité navale. Dans le même temps, les propriétaires corsaires, espagnols et britanniques, menaient leur guerre personnelle, pressant tout ce qu’ils trouvaient devantIV.
À titre d’exemple concret dans le port de Tarragone, le Tribunal Militaire de la Marine a rendu un verdict sur la légalité de la capture et il a été vendu aux enchères publiques. Ce qui est curieux dans ces ventes aux enchères, c’est que si elles se tenaient dans un port dominé par les Français, des personnes résidant dans des zones «non dominées» par les Français pourraient venir acheter des bateaux pour la cause espagnole.
Dans les terres du royaume de Valence, le phénomène serait similaire. La conquête des territoires par les troupes du général Suchet et surtout la capitulation de la capitale, Valence, en janvier 1812 signifiaient que son port pouvait servir de base logistique pour le transport et l’activité des corsaires françaises. Preuve en est la découverte en juillet 2017V des restes du navire corsaire Français «Zéphir» ou «Zefarin» qui aurait été coulé selon les chroniques entre le 13 et le 14 mai 1813, dans le cadre des épisodes de guerre navale survenus dans la région. Apparemment, le Zéphir ou Zefarin venant de Valence, qui longeait la côte, a été détecté par une frégate anglaiseVI qui s’échouerait sur le corsaire sur la côte devant les moulins de Polart à Denia (Valence).
El corsario Les Trois Monts Rouges del capitan François Rougemont atacado por dos bricbarcas de guerra aproximándose a la costa de Barcelona, el 17 de julio de 1810, cuya metralla resistió dos horas y entró en el puerto a las ocho de la mañana. Se puede distinguir al fondo la silueta de la montaña de Montjuich y en el centro la torre del fuerte de La Linterna (e) Corsarie Les Trois Monts Rouge, capitaine François Rougemont, attaqué par deux Bricks de Guerre a l’Aterrage de Barcelone le 17 Juillet 1810 à la Mitraille desquels il a resisté deux heures et est entré dans le port à huit heures du matin. En arrière-plan, on distingue la silhouette de la montagne de Montjuich et au centre la tour du fort de La Linterna (e)
EL CORSO ESPAÑOL EN LAS ISLAS BALEARES
Por lo que respecta a las Islas Baleares, los corsarios de inicios del s. XIX trabajaban para el “Reial Consolat de Mar i Tierra”, organismo privado que controlaba el comercio, y que estuvo vigente durante 300 años antes del estallido de la Guerra de Independencia.
Los corsarios isleños en las baleares defendían los convoyes de barcos, algunos de hasta un centenar de embarcaciones, que viajaban desde Mallorca hacia Tarragona y Cádiz cargados de arroz, legumbres, cereales, cañones, plata, papel moneda o tropas con los que abastecer la Península. Con el final de la guerra y por Real Orden comenzó el declive del “Consolat”, y de los corsarios que a falta de oficio la mayoría tuvieron que desguazar sus barcos, siendo algunos muy nombrados como el ibicenco Antonio Riquer o Fabio Buccelli, este último «quien había estado al mando de la Armada nacional» y «no eran hombres de guerra, eran de escolta». [5]
LE COURSE ESPAGNOL AUX ÎLES BALÉARES
En ce qui concerne les îles Baléares, les corsaires au début du s. XIX ont travaillé pour le «Reial Consolat de Mar i Tierra», un organisme privé qui contrôlait le commerce et qui était en vigueur pendant 300 ans avant le déclenchement de la guerre d’Espagne.
Les corsaires insulaires des îles Baléares ont défendu les convois de navires, certains allant jusqu’à une centaine de navires, qui voyageaient de Majorque à Tarragone et Cadix chargés de riz, de légumineuses, de céréales, de canons, d’argent, de papier-monnaie ou de troupes pour approvisionner le Péninsule. Avec la fin de la guerre et par ordre royal, le déclin du «Consolat» a commencé, et des corsaires qui, faute de commerce, ont dû pour la plupart démolir leurs navires, certains d’entre eux étant bien connus, comme l’Ibizan Antonio Riquer ou Fabio Buccelli, ce dernier «qui avait commandé la Marine nationale» et «ce n’étaient pas des hommes de guerre, c’étaient des escortes». [5]
Relación orientativa de los días de ocupación por las tropas imperiales de las poblaciones y puertos costeros durante la guerra. En aquellas poblaciones con una ocupación más prolongada, se observa, lógicamente, una presencia más acusada de corsarios franceses y de buques de transportes para el aprovisionamiento de las tropas. Relation indicative des jours d’occupation par les troupes impériales des villes et ports côtiers pendant la guerre. Dans les villes d’occupation plus longue, il y a, logiquement, une présence plus marquée de corsaires français et de navires de transport pour ravitailler les troupes
LA REGLAMENTACIÓN CORSARIA EN ESPAÑA
Durante los siglos anteriores surgieron diferentes reglamentaciones para regular la guerra de corso en España. Dentro del periodo que nos ocupa, a últimos del s. XVIII se promulgaría la Real Cédula de 1779, seguida de la Ordenanza del corso de 11 de Octubre de 1796, con la adición de 21 de mayo de 1799 y finalmente a principios del s. XIX, la Ordenanza de 20 de junio de 1801, que estará vigente durante la parte final del reinado de Carlos IV y durará hasta la Codificación (mediados s. XIX)
El buque corsario debía arbolar el pabellón del país beligerante y debía llevar la patente expedida por autoridad legítima. La actividad del buque estaba destinada a la visita (si era el caso) o captura de buques, incluso los neutrales que transportaran contrabando de guerra. Los efectos capturables no podían ser los personales de los tripulantes, al no tener la condición de comerciales. Por tanto, podemos hablar de 4 momentos en el encuentro de un buque corsario con su teórica presa: detención, visita del buque, pesquisas (averiguaciones) y ocupación de la mercancía o captura del buque, aunque esta última correspondiera a un buque de guerra en sentido estricto. Si había resistencia, se daba lugar a la lucha armada. [4]
LES REGLEMENTATIONS CORSAIRES EN ESPAGNE
Au cours des siècles précédents, différentes réglementations ont surgi pour réglementer la guerre corsaire en Espagne. Dans la période qui nous concerne, à la fin de l’art. XVIII l’arrêté royal de 1779 serait promulgué, suivi de l’ordonnance corsaire du 11 octobre 1796, avec l’ajout du 21 mai 1799 et enfin au début de l’art. XIX, l’ordonnance du 20 juin 1801, qui sera en vigueur pendant la dernière partie du règne de Charles IV et durera jusqu’à la codification (milieu du XIXe siècle)
Le navire corsaire devait battre pavillon du pays belligérant et porter le brevet délivré par l’autorité légitime. L’activité du navire visait à visiter (le cas échéant) ou à capturer des navires, y compris des navires neutres qui transportaient de la contrebande de guerre. Les effets qui pouvaient être captés ne pouvaient pas être les effets personnels des membres de l’équipage, puisqu’ils n’avaient pas le statut commercial. On peut donc parler de 4 moments dans la rencontre d’un navire corsaire avec sa proie théorique: détention, visite du navire, enquêtes (investigations) et occupation de la marchandise ou capture du navire, bien que cette dernière corresponde à un navire de guerre en sens strict. S’il y avait résistance, la lutte armée avait lieu. [4]
(1) Normalmente era gente del gremio de la mar, comerciantes o pescadores, que cuando estallaba una guerra decidían dedicarse al corso. Era una actividad completamente legal, que estaba incluso regulada por reales patentes concedidas por la Corona Española. Actuaban por un interés económico, pero también por motivaciones ideológicas, para defender al Rey de sus enemigos y de paso hacer caja. Todo el mundo salía ganando. [15]
(1) Normalement, il s’agissait de gens de la guilde de la mer, marchands ou pêcheurs, qui, lorsqu’une guerre éclatait, décidaient de faire la course. C’était une activité tout à fait légale, qui était même réglementée par des brevets royaux accordés par la Couronne espagnole. Ils agissaient par intérêt économique, mais aussi pour des motivations idéologiques, pour défendre le Roi de ses ennemis et, accessoirement, gagner de l’argent. Tout le monde gagnait. [15]
*Podían proveerse en los Arsenales y Almacenes Reales, siempre que no fueran de uso para la Armada y dando un plazo de 6 meses de pago si no podían pagara al contado.
**Excepto personal de reserva en servicio del Rey o que estuviera actualmente en él.
***En el caso sobre todo de las embarcaciones neutrales, especialmente con las de las naciones cuyas banderas gozaran de inmunidades o privilegios fundados en los tratados o convenios hechos con ellas. Por RO 20.05.1806, se exceptuó también a los buques con pabellón norteamericano por regla general.
****También los corsarios podían acudir a los tribunales si no estaban de acuerdo con las sentencias.
*Ils pouvaient être fournis dans les Arsenaux et les Entrepôts Royaux, tant qu’ils n’étaient pas utilisés par la Marine et donnant un délai de paiement de 6 mois s’ils ne pouvaient pas payer comptant.
**Sauf les personnels de réserve au service du Roi ou qui y étaient actuellement.
*** Dans le cas surtout des navires neutres, en particulier ceux des nations dont les pavillons jouissent d’immunités ou de privilèges fondés sur des traités ou des accords conclus avec eux. Par RO 20.05.1806, les navires battant pavillon nord-américain étaient également exemptés en règle générale.
**** Les corsaires pouvaient également aller en justice s’ils n’étaient pas d’accord avec les peines.
PREMIOS POR LAS PRESAS Y PRISIONEROS QUE SE HICIEREN (art. 7º Ordenanza 20 junio 1801) RÉCOMPENSES POUR LES BARRAGES ET LES PRISONNIERS QU’ILS FONT (art. 7 Ordonn. 20 juin 1801)
Rs. Vn*
Por cada cañón del calibre de á 12 ó mayor, tomado en bajel de guerra enemigo: Pour chaque canon de calibre 12 ou plus, tiré d’un navire de guerre ennemi :
1.200
Por cada cañón de 4 á 12, ídem: Pour chaque canon de 4 à 12, idem :
800
Por cada prisionero hecho en los buques de guerra: Pour chaque prisonnier emmené sur des navires de guerre :
200
Si las embarcaciones fueren Corsarias, por cada cañón apresado de á 12, ó mayor calibre: Si les navires étaient des corsaires, pour chaque canon capturé de calibre 12 ou supérieur :
900
En las mismas por cada uno de 4 á 12: De même pour chacun de 4 à 12 :
600
Por cada prisionero: Pour chaque prisonnier :
160
En los bajeles mercantes por cada cañón de á 12, ó mayor calibre: Dans les navires marchands pour chaque canon de calibre 12 ou plus :
600
Por cada uno desde á 4 á 12: Pour chaque canon de 4 à 12 :
400
Por cada prisionero: Pour chaque prisonnier :
120
Rs. Vn* = 1 real de Vellón con un valor aproximado de 0,616 € (2014) / Rs. Vn* = 1 Real de Vellón d’une valeur approximative de 0,616 € (2014) [7]
LA REGLAMENTACIÓN CORSARIA EN FRANCIA
En el caso de Francia, que tenía una reglamentación de la guerra del corso similar a la española, la actividad estaba controlada por el “Conseil des Prises”, instituido por decreto del 6 de Germinal del Año VIII. Una vez comprobada la legalidad de la captura, antes de cualquier distribución, se deducía del 13 al 15% de la suma obtenida para diversos fines, incluido el 6% para Aduanas. El resto iba en una proporción de 2/3 a los armadores. Pero en principio sólo recibían su dinero en la liquidación general del crucero, mientras que la tripulación recibía 1/3 que les correspondía tras cada venta de captura, calificada como liquidación parcial. La escala era la siguiente: doce partes para el capitán, diez para el primer oficial, seis a ocho para los oficiales, dos a cuatro para el mayordomo, una y media para los marineros y media para los grumetes. [13]
RÉGLEMENTATION CORSAIRE EN FRANCE
Dans le cas de la France, qui disposait d’une réglementation de la guerre corsaire semblable à celle d’Espagne, l’activité était contrôlée par le «Conseil des Prises», institué par décret du 6 germinal de l’an VIII. Une fois la légalité des prises vérifiée, avant toute distribution, 13 à 15 % de la somme obtenue étaient prélevés à des fins diverses, dont 6 % pour la douane. Le reste est allé dans une proportion de 2/3 aux propriétaires. Mais en principe ils ne recevaient leur argent qu’à la liquidation générale de la croisière, alors que l’équipage recevait 1/3 qui lui correspondait après chaque vente de prise, qualifiée de liquidation partielle. Le barème était le suivant : douze parts pour le capitaine, dix pour le second, six à huit pour les officiers, deux à quatre pour le intendant, une et demie pour les matelots, et demie pour les mousses. [13]
– – – o – – –
“El corso era una inversión capitalista para los armadores y una forma de vivir con poco esfuerzo para los marineros”
Agustín Corrales Elizondo [4]
«La course était un investissement capitaliste pour les armateurs et un mode de vie sans effort pour les marins»
Agustín Corrales Elizondo [4]
¿Qué armamento llevaba un corsario? / Quelles armes portait un corsaire ?
Armamento que llevaba el jabeque corsario «Intrépido», según el inventario del 1 de agosto de 1813. AHT [1]
Artilleria, municiones, Armas Blancas y de Chispa
– 2 cañones de a 8 de hierro con 2 cureñas para ídem, 2 Banquetas, 2 Almohadas, 3 Astas con atacador y Lanada, 1 ídem con cuchara y sacatrapo.
– 41 Balas rasas de a 8, 4 Palanquines guarnecidos con vetas de cáñamo, 4 Planchadas de plomo, 2 Bragueros de gancho.
– 2 cañones de a 6 de hierro con 2 cureñas para ídem; 2 Banquetas; 2 Almohadas; 4 Palanquines guarnecidos con vetas de cáñamo; 2 Bragueros de gancho, 2 Astas con atacador y lanada, 1 Ídem con cuchara; 1 ídem con sacatrapo, 3 Espeques, 1 Pie de cabra.
– 49 Balas rasas de a 6, 29 Ídem de diferentes calibres, 18 saquillos de metralla del calibre de a 6, 1 Pasabalas de a 6, 1 Molde de madera para hacer cartuchos de a 6.
– 25 Cartuchos de a 6 llenos de pólvora, 200 Libras de pólvora en 2 barriles, 4 Guardacartuchos, 1 Cajón de embage, 5 ChiflesVII con agujas.
– 55 Libras de cuerda mecha, 150 libras de metralla suelta, 10 Paquetes de cartuchos de fusil con bala, 50 libras de balas de fusil; 2 Sacatrapos y rascador de fusil
– 1 Destornillador, 6 Botafuegos, 3 Cananas, 1 Mechera de hoja de lata, 8 trabucos, 28 fusiles, 16 Pistolas, 24 Sables, 27 Bayonetas, 1 Caja grande con cerradura y llave para poner las armas
– 200 Libras de jarcia trozada para tacos
Armement porté par le corsaire chébec «Intrépide», selon l’inventaire du 1er août 1813. AHT [1]
Artillerie, munitions, armes blanches et à étincelles
– 2 canons en fer 8 livres avec 2 affûts à canon pour le même, 2 tabourets, 2 oreillers, 3 hampes avec écouvillon et laine, 1 même avec cuillère et tire-bourre.
– 41 Balles rases de 8 livres, 4 Palanquins garnis de veines de chanvre, 4 Plaques de Plomb, 2 Fermes à Crochet.
– 2 canons en fer 6 livres avec 2 affûts pour le même; 2 bancs ; 2 oreillers ; 4 palanquins garnis de veines de chanvre ; 2 fermes à crochets, 2 hampes avec écouvillon et laine, 1 idem avec cuillère ; 1 idem avec tire-bourre, 3 Espeques, 1 Pied de chèvre.
– 49 balles rases de 6 livres, 29 Idem de différents calibres, 18 pochettes de metraille calibre 6 livres, 1 pasabalas calibre 6 livres, 1 Moule en bois pour fabriquer des cartouches 6 livres.
– 25 Cartouches de 6 livres pleines de poudre à canon, 200 Livres de poudre à canon dans 2 fûts, 4 Protège-cartouches, 1 Tiroir d’emballage, 5 SiffletsVII avec aiguilles.
– 55 livres de corde d’allumette, 150 livres de metraille lâche, 10 paquets de cartouches de fusil avec balle, 50 livres de balles de fusil ; 2 tire-bourres et grattoir du fusil.
– 1 Tournevis, 6 Boutefeus, 3 Cartouchières, 1 Allumette en Tôle, 8 Tromblons, 28 Fusils, 16 Pistolets, 24 Sabres, 27 Baïonnettes, 1 Grande boite avec serrure et clé pour mettre les armes
– 200 livres de gréement haché pour les queues
UN POCO DE LÉXICO…
Bergantín. – Es la embarcación de dos palos (mayor y trinquete), con su bauprés, velas cuadradas, estáis, foques, etc.
Corsario. – El corsario actúa con una autorización escrita de su soberano, atacando a barcos enemigos o a neutrales con contrabando de guerra y librando sus presas a los tribunales de su país.
Falucho. – Su aparejo principal consiste en un solo palo muy inclinado hacia proa, en el cual se larga una vela latina.
Filibustero. – Los filibusteros o bucaneros atacaban a los buques del país enemigo, sin ningún permiso oficial, pero estando protegidos por el gobierno del Soberano contrario.
Jabeque. – Embarcación del Mediterráneo , que navega á vela y remo, tiene tres palos arbolados; el trinquete en latino, el mayor casi en candela y el mesana en cangrejo.
Laúd. – Embarcación pequeña , también del Mediterráneo , larga y angosta, semejante á un falucho, sin foque, aletas ni mesana. Usase también en la pesca. Algunos llevan un pequeño palo de mesana y un botalón para un foque.
Pirata.– El pirata, se encuentra en disposición de atacar a todo barco que se encuentre en su camino y no ha de rendir cuentas a ningún tribunal.
Polacra o Polacra goleta. – Barco de vela de dos palos, de una o dos piezas, sin cruzamiento y sin cofas, con vergas, pareados como los de los bergantines.
UN PEU DE LEXIQUE…
Brick. – C’est le bateau à deux mâts (grand-voile et misaine), avec son beaupré, ses voiles carrées, ses étais, ses focs, etc.
Corsaire. – Le corsaire agit avec une autorisation écrite de son souverain, attaquant des navires ennemis ou neutres avec de la contrebande de guerre et remettant ses prises aux tribunaux de son pays.
Felouque. – Son gréement principal est constitué d’un seul mât très incliné vers la proue, dans lequel une voile latine est larguée.
Flibustiers. – Les flibustiers ou boucaniers ont attaqué les navires du pays ennemi, sans aucune autorisation officielle, mais étant protégés par le gouvernement du souverain adverse.
Chébec. – Navire de la Méditerranée, qui navigue à la voile et à la rame, a trois mâts en bois ; le cliquet en latin, le major presque en candela et l’artimon en crabe.
Barque. – Petite embarcation, également méditerranéenne, longue et étroite, semblable à une felouque, sans foc, ni nageoires ni artimon. Également utilisé dans la pêche. Certains portent un petit mât d’artimon et une bôme de foc.
Pirate. – Le pirate est en mesure d’attaquer n’importe quel navire qui se trouve sur son chemin et n’a pas à rendre compte à un tribunal.
Goélette Polacra ou Polacra. – Bateau à voile à deux mâts, une ou deux pièces, sans traverse et sans hune, à vergues, appariées comme celles des brigantins.
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IEl apoyo táctico al ejército de tierra imperial, la defensa costera, vigilancia del contrabando, transporte de víveres o minerales estratégicos y la evacuación de heridos. [2]
II«Ynsiguiendo las órdenes del Sor Gobernador de la Plaza de Rosas, hemos salido esta manana de aquel puerto,con el objeto de hacer el crucero de estas costas, para interceptar alguno de los buques ricamente cargadosque segun noticia positiva de dicho caballero Gobernador, se proponen salir cuanto antes de Barcelona con destino a Francia» (Relación de José Bajandas, corsario de Palamós que operaba en la bahía de Rosas) [1]
IIIVilanova era un población poco frecuentada por los franceses excepto cuando pasaban a cobrar los impuestos sobre el que gravaban a la población. En el caso de que, por azar del destino, una embarcación llegara con su captura a puerto en aquel momento, los soldados también se apresuraban a apoderarse del botín, y el patrón tenía que volver a “comprar” su propia embarcación. [1]
IV«El capitán Jolm (sic) del bergantín inglés «Mentor», armado para el corso, anclado en la rada de Vilanova, manifestó, el 5 de diciembre de 1811, por medio de su intérprete Pere Farlet, comerciante de la villa, que habían finalizado amistosamente los tratos que el propio capitán había mantenido tocando a la captura que hizo, el día 3 del mismo más, del laúd de transporte llamado «San Antonio», de un arqueo de 8 toneladas, que patroneaba Sebastián Bas de matrícula de Vinaroz. El barco fue intervenido, en las aguas de la bahía de Vilanova, a 8 millas de tierra (unos 13 kilómetros). Pactaron que, abonándole 400 duros de plata (entre 4.000-5000 €), al capitán John, el laúd volvería a manos de los antiguos propietarios. El escribano de marina legalizó la operación. Otra operación fue la del comodoro Edward Codrington, como comandante del barco insignia de la flota británica «Blake», el día 31 de diciembre de 1812, que entregó en el Juzgado Real Militar de Marina, un laúd de transporte de un arqueo de 10 toneladas, para que fuera vendido y el importe resultante entregado al barón de Eroles. Este barco había sido también capturado en el puerto de Tarragona la noche del 27 de septiembre de 1812.» [1]
VUn descubrimiento realizado el 29 de julio de 2007, por una familia francesa que veraneaba en Denia, y que se mantuvo en el más absoluto sigilo, principalmente para evitar daños al yacimiento. Se trataba de los restos de un barco corsario hundido frente a las costas de Denia con cerca de un centenar de tripulantes en el año 1813, en plena Guerra de la Independencia. El hallazgo fue posible gracias a la familia francesa de los Marrel, que en una inmersión localizó los restos a unos 350 metros frente a la costa de les Marines y a tres metros y medio de profundidad, semienterrados por la arena. El padre, Julianne Marrel, lo puso en conocimiento del área municipal de Arqueología. El hallazgo se bautizó como el yacimiento arqueológico subacuático INVJASUB 811. Derelicte Orianne. Corsario francés Zefarin. Lleva el nombre de Orianne, la hija de Julianne Marrel, que lo descubrió entre la arena. [3]
VI13 y 14 de mayo de 1813 «Dia 13 = Se mantuvo hasta medio dìa frente à Denia y à cosa de las 2 se fuè hacia el mar, porque divisó al Corsario Zefarin francés que venìa costeando desde Valencia, hechò 4 botes al agua y le embistieron, la fragata no podia cubrir porque no havia viento, las 4 lanchas le hicieron embarrancar al corsario frente los molinos de Polart, la fragata se hizo ir à bordo cerca de ella dos parejas de Gandia, y una de Denia que pasavan por su frente y dos lauds que pasaron cargados de sal para Valencia para valerse de todos ellos en caso necesario; acudió tropa de Ondara y Denia à defender al corsario, y la gente de este juntamente con la tropa hicieron mucho fuego y las 4 lanchas tiraron muchos cañonazos y fusileria, este durò desde las 2 hasta las 7 de la tarde, en que parò totalmente el fuego, se dijo aquella noche que el barco del corsario havia quedado destrozado, y se havìan ahogado todos ò muchos de los marineros ò los havìan muerto, eran unos 100 de tripulación, y que soldos havian quedado muchos muertos y los otros se retiraron à Ondara, mañana se dirà; en este dia à las 8 de la mañana se llevaron algunos cajones de moneda de la Admon acompañados de guardas, y tropa y por la tarde à las 7 los señores de la ciudad hicieron pregon para que todos los vecinos acudiesen à pagar dentro del tercero dia la reparticion de carne que se havia hecho para contratación de raciones de carne. Dia 14 = Estuvo la fragata toda la mañana à vista del corsario que estava bajo el agua casi todo, y trabajavan los marineros para ver si sacarian alguna cosa y sacaron un cañon que lo pusieron con su carreta detras de uno de los molinos para de allo hacer fuego en caso que viniesen las lanchas de la fragata, y à las 5 de la tarde se arrimó la fragata muy à tierra y tirò mas de 30 cañonazos al corsario y gente que trabajavan para ver si la sorprendian y la sacarian, el cañon de detrás del Molino tirò algunos cañonazos à la fragata pero no le hizo nada, y la fragata despues de haver ajuntado à los marineros y ver destrozado del todo el barco corsario, ser fuè hacia fuera.»
VIIFrasco de cuerno, cerrado con una boquilla, en el cual solía guardarse la pólvora fina para cebar las piezas de artillería. (RAE)
IAppui tactique à l’armée de terre impériale, défense côtière, surveillance de la contrebande, transport de vivres ou de minerais stratégiques et évacuation des blessés. [2]
II«Suivant les ordres du gouverneur de la Plaza de Rosas, nous avons quitté ce port ce matin, dans le but de faire la croisière de ces côtes, pour intercepter certains des navires richement chargés qui, selon des nouvelles positives dudit monsieur gouverneur , ils proposent de quitter Barcelone au plus vite pour la France» (Relation de José Bajandas, corsaire de Palamós qui opérait dans la baie de Rosas) [1]
IIIVilanova était une ville rarement fréquentée par les Français sauf lorsqu’ils allaient percevoir les impôts sur lesquels ils taxaient la population. Au cas où, par hasard, un bateau arriverait au port avec sa capture à ce moment-là, les soldats se précipiteraient également pour saisir le butin, et le patron devait à nouveau «acheter» son propre bateau. [1]
IV«Le capitaine Jolm (sic) du brick anglais «Mentor», armé pour la course, ancré dans la rade de Vilanova, déclara, le 5 décembre 1811, par l’intermédiaire de son interprète Pere Farlet, un marchand de la ville, qu’ils avaient conclu à l’amiable les affaires que le capitaine lui-même avait soutenu concernant la capture qu’il a faite, le 3 du même jour, du luth de transport appelé «San Antonio», pesant 8 tonnes, commandé par Sebastián Bas, immatriculé Vinaroz. Le navire est intervenu dans les eaux de la baie de Vilanova, à 8 milles de la terre (environ 13 kilomètres). Ils ont convenu qu’en payant 400 duros d’argent (entre 4.000 et 5.000 €) au capitaine John, le luth reviendrait aux mains des anciens propriétaires. Le notaire a légalisé l’opération. Une autre opération fut celle du commodore Edward Codrington, en tant que commandant du vaisseau amiral de la flotte britannique «Blake», le 31 décembre 1812, qui livra un luth de transport de 10 tonnes à la Royal Military Court of the Navy, de sorte qu’il fut vendu et le montant résultant livré au baron d’Eroles. Ce navire avait également été capturé dans le port de Tarragone dans la nuit du 27 septembre 1812.» [1]
VUne découverte faite le 29 juillet 2007 par une famille française qui passait l’été à Denia, et qui a été gardée dans le secret absolu, principalement pour éviter d’endommager le site. Il s’agissait des restes d’un navire corsaire coulé au large de Denia avec près d’une centaine de membres d’équipage en 1813, pendant la guerre d’Espagne. La découverte a été possible grâce à la famille française des Marrel, qui lors d’une plongée a localisé les restes à environ 350 mètres au large des Marines et à une profondeur de trois mètres et demi, à moitié ensevelis sous le sable. Le père, Julianne Marrel, a informé le domaine municipal d’archéologie. La découverte a été nommée site archéologique sous-marin INVJASUB 811. Derelicte Orianne. Le corsaire français Zefarin. Il porte le nom d’Orianne, la fille de Julianne Marrel, qui l’a découvert dans le sable. [3]
VI13 et 14 mai 1813
«Jour 13 = Il est resté jusqu’à midi devant Denia et vers 2 heures il s’est dirigé vers la mer, car il a repéré le corsaire français Zefarin qui venait le long de la côte depuis Valence, il a mis 4 bateaux à l’eau et ils l’a percuté, la frégate n’a pas pu couvrir Parce qu’il n’y avait pas de vent, les 4 bateaux ont fait échouer le corsaire devant les moulins Polart, la frégate a fait embarquer près d’elle deux couples de Gandia, et un de Denia qui passaient par son front et deux luths qui passaient chargés d’aller à Valence pour les utiliser tous si nécessaire; des troupes d’Ondara et de Denia sont venues défendre le corsaire, et son peuple avec les troupes a fait beaucoup de feu et les 4 bateaux tiré de nombreux coups de canon et de mousqueterie, cela a duré de 2 heures jusqu’à 7 heures de l’après-midi, lorsque le feu s’est complètement arrêté, on a dit cette nuit-là que le navire du corsaire avait été détruit, et tous ou plusieurs des marins s’étaient noyés ou ils était mort, il y avait environ 100 membres d’équipage, et que les soldats havian q J’ai eu beaucoup de morts et les autres se sont retirés à Ondara, demain on le dira ; Ce jour-là à 8 heures du matin, ils ont pris des caisses de monnaie à l’administration accompagnées de gardes et de troupes et l’après-midi à 7 heures, les seigneurs de la ville ont fait une proclamation pour que tous les habitants viennent payer dans le troisième jour le distribution de viande qui avait été faite pour contracter des rations de viande. Jour 14 = La frégate était là toute la matinée en vue du corsaire qui était presque complètement sous l’eau, et les marins travaillaient pour voir s’ils sortiraient quelque chose et ils sortirent un canon qu’ils placèrent avec leur charrette derrière l’un des moulins pour qui font feu au cas où les lancements de la frégate arriveraient, et à 5 heures de l’après-midi la frégate s’est approchée du sol et a tiré plus de 30 coups de canon sur le corsaire et les gens qui travaillaient pour voir s’ils la surprendraient et la sortiraient, le canon de Derrière le Moulin, il tira quelques coups de canon sur la frégate mais n’y fit rien, et la frégate, après avoir rassemblé les marins et vu le navire corsaire complètement détruit, sortit.»
VIIJarre en corne, fermée par un embout buccal, dans laquelle de la poudre fine servait à amorcer les pièces d’artillerie. (RAE)
Fuentes:
1 – «Aproximació a l’activitat corsària, a les costes de la província marítima de Tarragona, durant la guerra del Francès» – Josep Maria Sanet i Jové, Revista TAG, Setembre 2002
2 – «Deux modèles économiques de la course française dans l’Espagne occupée : Almería et Málaga (1810-1812)» – Jean-Marc Lafon, Revue d’Histoire Maritime nº 17, PUPS, 2013
4 – «Regulación del corso y la piratería marítimas» – Agustín Corrales Elizondo, “Piratería y Corso en la Edad Moderna”. XXIX Jornadas de Historia Marítima. Ciclo de Conferencias – IHCN, Marzo 2004
9 – «El cors a l’Empordà durant la Guerra del Francès» – Gabriel Martin Roig, Revista del Baix Empordà / pàgina 6, 2010
10 – «La piratería y el corso en Flandes y el Cantábrico» – Enrique Otero Lana, “Piratería y Corso en la Edad Moderna”. XXIX Jornadas de Historia Marítima. Ciclo de Conferencias – IHCN, Marzo 2004
11 – «La Marina en la Guerra de la Independencia I» – XXXV Jornadas de Historia Marítima. Ciclo de Conferencias, IHCN, Octubre 2007
12 – «La Marina en la Guerra de la Independencia», Carlos Martínez Valverde (Cp. Navío), Editora Nacional, Madrid, 1974
13 – «Alger et les corsaires françaises 1808-1814» – Pierre Boyer, Navigation et migrations en Méditerranée, 1990, pages 377 à 390
14 – «Les Corsaires et la Guerre Maritime» – Henry Brongniart, Augustin Challamel, Ed., Paris, 1904
19 – «Vous irez porter le fer et la flamme : les corsaires français de la Révolution française et du Premier Empire en Caraïbe, 1793-1810″ – Myriam Alamkan, Matoury: Ibis rouge, c2015.
c – https://collections.rmg.co.uk/media/328/635/pw4766.jpg Capt. Rogers of the Windsor Castle Packet of 150 Tons & only 28 Men Capturing the Le Jeune Richard French Privateer of 250 Tons & 92 Men (National Maritime Museum, Greenwich, London) William Henry Brooke, 1 Oct 1807
Soldado de Infantería de marina en uniforme de gala de verano (1805), por Carlos Urbez Cabrera.
La entrada de esta semana es de alguna manera complementaria nuestra entrada de la semana anterior, donde revivimos la actividad que tuvo el edificio (por entonces cuartel y maestranza de artillería) de las Reales Atarazanas durante la ocupación francesa durante la Guerra de Independencia
Con el devenir de los años, hasta bien entrado el siglo XX el edificio norecuperó parte de su función asociada a la actividad marítima: en 1927 se aprobó el abandono del edificio para usos militares y en el año 1935, el ejército donó la propiedad del edificio que pasó a depender del Ayuntamiento, y se propuso que se destinara para alojar el futuro Museo Marítimo de Cataluña. Este fue creado finalmente en el mes de octubre de 1936, poco después de iniciada la Guerra Civil.
A causa de la guerra el museo no pudo abrir sus puertas al público hasta 1941 bajo el nombre de Museo Marítimo de Barcelona, dependiendo de la Diputación y tan solo ocupando una parte del conjunto monumental. En ese mismo momento se iniciaron los trabajos de recuperación de un conjunto monumental que había resistido más de siete siglos de actividad ininterrumpida. [1]
Tras esta pequeña introducción, si que me gustaría realizar una pequeña reflexión (no suelo hacerlas, pero esta vez lo considero convenientes) sobre el objeto de la entrada de hoy y sobre lo que uno hubiera esperado como visitante de este tipo de museos:
Independientemente de que a uno le puedan gustar los navíos de guerra, los remolcadores, las redes de pescar o los farolillos para iluminar las barcas de pesca por la noche, entiendo que una parte importante tanto de la Historia marítima como de la Historia en mayúsculas es la historia de los hechos militares, y uno tiene la impresión que colocando dos cañones y un mortero, con cuatro espadas y hablar un poco de piratas, ya queda todo explicado, y no es así. El que ha visitado este museo de pequeño (mi caso, como el de otros miles de barceloneses y foráneos) se sorprende que muchos hechos militares que constaban (la Guerra de Cuba sin ir más lejos) pasen desapercibidos o directamente se obvien en la actualidad, incluso con personajes de raigambre catalana. Muchas maquetas y representaciones que los comentaban estén desaparecidas o fuera del alcance del público. Se pueden ver algunos en los fondos de la página web del Museo, sí, pero con poca resolución y sin poder ampliar la imagen, y desde luego no es lo mismo que verlos in situ. Algunos también podrían decir que se menciona la batalla de Lepanto en algunos paneles, pero si con una réplica de una galera construida en 1971, de 60 metros de eslora y 10 de manga no hablas de galeras, galeotes y de Lepanto, «apaga y vámonos», como vulgarmente se dice.(I)
Para finalizar, si que quisiera dedicar esta entrada de hoy a la memoria del almirante Pascual Cervera y Topete. Y sin más dilación, os dejo con un pequeño reportaje fotográfico del Museo Marítimo de Barcelona.
APUNTES DEL MUSEO MARÍTIMO DE BARCELONA
Fachada lateral interior.
Por el año 1918 se comenzó a hablar en Barcelona de la conveniencia de crear un museo que pudiera explicar la historia marítima catalana y mostrar también el presente de la marina mercante. Hasta algunos aventuraban que el lugar ideal para tener un museo marítimo en la ciudad serían las Reales Atarazanas, por entonces Parque y Maestranza de Artillería.
Por una serie de circunstancias, la Escuela de Náutica de Barcelona, fundada en 1769, disponía de una colección de modelos y de instrumentos con el nombre de Museo o Gabinete Naval. Junto con libros y documentos antiguos, ya obsoletos para la enseñanza, se conservaba una parte de la memoria del pasado marítimo.
Cuando se inició la construcción del edificio actual de la Escuela el año 1929, se creó el Instituto Náutico del Mediterráneo, que quería ser una especia de Universidad de Mar, y que incorporaba, como un valor añadido, el pequeño museo y una biblioteca especializada. [1]
Sonaja- silbato de plata. Siglo XVIII
Mascarón de San Miguel. Madera policromada. Siglo XIX
Desde la antigüedad los bastimentos llevaban en la proa imágenes con funciones mágicas, bélicas o sencillamente para identificarlos. En el siglo XVIII las proas se hacen más lanzadas y aparece el mascarón propiamente dicho. En el siglo XIX, con el apogeo de la arquitectura naval en madera, los mascarones de los veleros adquieren una gran belleza y aparecen algunos tallistas de renombre. En este mascarón, San Miguel, con un casco de plumas y pisando el dragón, representa el comandante de la infantería celestial.
Plano de las Rías de Ferrol, Coruña y Betanzos, Levantado por el Brigadier de la Real Armada D. Vicente Tofiño de S. Miguel (II) (1787)
Herramientas de construcción naval. Conjunto de herramientas de carpintero de ribera que permitían trabajar la madera para dar forma al barco en construcción. Las herramientas básicas de trabajo en un astillero eran la azuela para vaciar la madera (primer plano, a la derecha), la maza para clavar (primer plano, centro), los cepillos para labrar (primer plano, a la izquierda) y las sierras para cortar (centro, en segundo plano.
Herramientas de construcción naval. (Cont.): Las barrenas para perforar (primer plano, izquierda y centro) y los hierros de calafatear que ayudaban a introducir la estopa entre las maderas del casco.
En la construcción del buque trabajaban los carpinteros de ribera, los calafates, los herreros, los veleros, los cordeleros y los remolares. El conjunto de trabajos realizados de forma coordinada permitía la botadura del barco(III).
– o –
El gran reto de la navegación por mares desconocidos es conocer la posición, es decir, la latitud y la longitud. La primera se puede saber con un sextante, midiendo la altura del sol o de un astro. La segunda solo se puede determinar midiendo exactamente el tiempo de un lugar comparándolo con la hora en otro lugar determinado, lo que fue imposible de hacer antes de la invención del cronómetro.
Teodolito (izquierda) y sextante (derecha)
Los navegantes deben describir con todo detalle las costas, los peligros y también las tierras descubiertas y sus recursos (agua y comida primero, y materias primas después). En sus cuadernos, a mano y ayudándose de aparatos de medida más sofisticados que se iban inventando, como el teodolito -inventado en 1787-, dibujaban los nuevos territorios.
Maqueta de las Reales Atarazanas. Madera. 1867.
Interior de la nave central, conformada por la unión de dos de las naves longitudinales, para poder construir embarcaciones más grandes. En su interior, en el siglo XVIII, estaba ubicado un pozo para fundir el material de bronce para fabricar los cañones del ejército.
Bombarda. Desconocido. Siglo XVIII
Grabado de Antonio Barceló.
Entre muchos otros, Antonio Barceló(IV) puede simbolizar el esfuerzo para neutralizar el peligro de los corsarios norteafricanos y pacificar las costas españolas, para dejar libre la puerta hacia el Atlántico.
A fuerza de victorias contra los corsarios, este marinero mallorquín de origen humilde fue ganando fama y fortuna hasta convertirse en Teniente General de la Real Armada Española. Su aventura personal nos recuerda los hombre y mujeres que vivían el peligro de los enemigos en su piel y que dependían de los hombres como Barceló para su defensa.
Cañones navales.
Modelo de la fragata «Mataró». Último cuarto del siglo XVIII
Navío de 80 cañones.
Superior izquierda: En las escuelas de náutica se utilizaban modelos como este de una fragata(V) armada para que los futuros capitanes estuvieran familiarizados no sólo con las artes de la navegación sino también de la guerra.
Superior derecha: Dominar el mar es dominar el mundo. En una época en que los barcos no se hacían con planos, los astilleros solían tener unos modelos tridimensionales que les servían de pauta para la construcción de los barcos a tamaño natural. Este modelo construido por el Arsenal de La Habana hacia 1740 probablemente sirvió de guía para la construcción de los navíos San Carlos, San Luis y San Fernando, botados entre 1765 y 1767. Este modelo pasó de La Habana a Cartagena, y luego a Ferrol. En 1808 el ejército napoleónico se lo llevó a Francia. Acabó en Estados Unidos, hasta que finalmente, en 1985, el New Bedford Whaling Museum lo dio al Museo Marítimo de Barcelona.
Modelo de marfil que representa la fragata Felicité. Autor desconocido. Siglo XIX. Los modelos hechos con hueso, madera y cabellos humanos son tradicionalmente atribuidos a prisioneros de las guerras napoleónicas, encerrados en barcos-prisión. Los cautivos hacían los modelos con los materiales que tenían a su alcance, para pasar el rato o venderlos. Más tarde, algunos modelistas copiaron su idea pero utilizando materiales nobles, como el marfil o el ébano.
Cañón (S. XVIII?), montado sobre cureña de ruedas.
Patente de corso del rey inglés Jorge III.
Diversos modelos de espada de época.
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(I) – Es cierto que no me tendría que extrañar que esto se de en una ciudad como Barcelona, mi ciudad, cuyo Ayuntamiento desmontó de raíz un museo militar en el castillo de Montjuic y negó el pan y la sal al Ejército para poder reabrir otro en unas dependencias militares en la Rambla. Pero habría que darse cuenta -mal que les pese a muchos- que la Historia es cultura y la Historia Militar es cultura también, para poder conocer, poder comprender y sobre todo para no repetir los errores que se dieron en el pasado, en nuestro presente y futuro.
(II) – Vicente Tofiño de San Miguel y Wanderiales (o Vanderiales) (Cádiz, 6 de septiembre de 1732-San Fernando, Cádiz, 15 de enero de 1795) fue un marino y cosmógrafo español. Estudió física experimental y se enroló en el ejército, del que salió. En 1755 fue llamado por Jorge Juan, como maestro de matemáticas de la Academia de Guardia Marinas de Cádiz, permitiéndole, a su vez, pasar a la Armada como alférez de navío. En 1768 será nombrado director de la misma y en 1773, simultáneamente, también director de las Academias de Ferrol y Cartagena. Participó en la expedición contra Argel (1775) y en el sitio de Gibraltar (1782), ascendiendo en 1784 a brigadier de la Armada y, en 1789, a jefe de Escuadra. [2]
(III) – «Los generales españoles y los aliados ingleses realizaron levas forzosas de hombres para nutrir sus vapuleadas tropas y arramblaron con cualquier hombre o material útil para sus fines. Se llevaron a los marinos y a los operarios, carpinteros de ribera, calafates y cuantos eran duchos en la construcción de buques pasaron a engrosar las filas del ejército, incluyendo los cañones destinados a los buques en construcción y su parque. […] Por esa razón, en los seis años que duro la guerra de independencia española, solo se entregaron a la armada las fragatas de 40 y 34 cañones respectivamente llamadas Cornelia (construida en La Habana en 1808) y Carmen (La Habana 1812), la corbeta de 12 cañones Abascal (construida en Cavite en 1812) y en 1814 los bergantines de 14 cañones Alerta, Vengador y Voluntario construidos en Filipinas como la anterior.» [3]
(IV) – Antonio Barceló y Pont de la Terra (Palma de Mallorca, 1 de enero de 1717-ibídem, 25 de enero de 1797) fue un marino y militar español, Almirante de la Real Armada Española. Antonio Barceló fue un destacado marino al servicio de la Armada española. De simple marinero ascendió a los más altos grados de la Armada debido a sus méritos de guerra, distinguiéndose en la marina sutil, con pequeñas embarcaciones. Inventó las barcas cañoneras usadas durante el Sitio de Gibraltar de 1779. [4]
(V) – Las fragatas eran los veleros de mayor porte y envergadura. Su porte solía oscilar entre las 200 y las 350 toneladas. Tenía tres palos: el de proa era denominado palo trinquete; el del medio palo mayor, y el de popa, palo mesana. Constaban todos de tres piezas, y estaban provistos de vergas, foques, crucetas , etc. Sólo difería de la corbeta en tener el aparejo de palo de mesana semejante al de los otros dos, en la misma disposición que el bergantín. [5]
Fuentes:
1 – Paneles explicativos de la exposición permanente del Museo Marítimo de Barcelona/ Página web MMB.
Dedicamos nuestra entrada de esta semana a uno de los edificios más singulares en España como es el de las Reales Atarazanas de Barcelona, y su turbulenta historia durante la ocupación francesa durante los años 1808-1814. El edificio es destacable por varios motivos, entre ellos, el ser un testimonio palpable de la potencia económica y política de la corona de Aragón en el Mediterráneo de los siglos XIII a XV, un ejemplo de la arquitectura del gótico civil catalán y uno de los pocos ejemplos casi intactos de atarazanas medievales que subsisten actualmente en las costas del Mediterráneo.
Como edificio militar de la ciudad no se sustrajo a la ocupación francesa desde el primer momento, y el por entonces cuartel militar y maestranza de artillería sería ocupado, como el resto de la ciudad, hasta prácticamente el final de la guerra. Sus usos serían ampliados por las necesidades de los ocupantes franceses durante la contienda, pasando a ser también prisión -tanto de los soldados españoles capturados como de los barceloneses detenidos- y más tarde hospital militar, reconvirtiendo el espacio que estaba destinado a las cuadras.
Raymundo Ferrer, vicario de la Iglesia parroquial de S. Justo y S. Pastor, anotó con paciencia franciscana todos los acontecimientos que casi diariamente se dieron durante el periodo de ocupación imperial, por lo que sus anotaciones han sido la fuente primaria que nos ha permitido conocer este trágico periodo del pasado del edificio y de la ciudad de Barcelona
Litografía de José Coromina (1814) del panorama la franja costera de la ciudad de Barcelona, con el edificio de las Atarazanas, destacado en rojo, y tapado parcialmente en primer plano por la torre del Fuerte de la Linterna.
LAS REALES ATARAZANAS. LOS ORÍGENES.
En el siglo XIII, Barcelona era el principal puerto de la Corona de Aragón. La ciudad ya contaba con unas atarazanas gestionadas por el Consejo de Ciento de la ciudad (el «Consell de Cent»), ubicadas cerca del actual edificio de Correos, que se revelaron insuficientes en una época de clara expansión política y económica. A finales del siglo XIII, Pedro II El Grande (hijo de Jaime I El Conquistador) reservó unos terrenos al final de las Ramblas, fuera de los muros de la ciudad que fueran de jurisdicción real y con una finalidad más militar, proyecto que ya había vislumbrado su padre.
El edificio original se comenzó a construir entre 1282 y 1285. Estaba formado únicamente por un gran patio, de planta rectangular, cerrado por tres lados y abierto hacia el mar, con porches adosados a los muros por la parte interior y 4 torres defensivas en cada uno de los vértices de este gran rectángulo. Posteriormente, en el siglo XIV comenzaron las primeras reformas, con el cubrimiento de las naves de Poniente e incluyendo las Atarazanas dentro del trazado amurallado de la ciudad. Las reformas fueron constantes en los siglos sucesivos, sobre todo en el siglo XVI, Como resultado de la construcción del primer dique portuario, por su parte sur los edificios más próximos al mar (como Atarazanas), sufrían las embestidas del mar, quedándose sin cimientos y comenzando a hundirse, por lo que se inició una reconstrucción del edificio, más retrasado de la línea de mar, y con pilares más grandes para aumentar su altura(I).
El trazado original de las atarazanas del s. XII, en azul, superpuesto a la planta del edificio actual. En el interior de la nave más ancha y alta, en el siglo XVIII estaba ubicado un pozo para fundir el material de bronce para fabricar los cañones del ejército.
En el s. XVII, ya gestionado únicamente por la Generalitat, se construyeron dos grandes unidades arquitectónicas: las «Naves de la Generalitat”, que se construyeron mucho más alejadas respecto a las naves originales y por otro, las naves del lado de montaña, que actualmente reciben el nombre de Sala Marqués de Comillas.
Durante los siglos XVIII y XIX las atarazanas siguieron teniendo un carácter militar, pero perdieron su función naval. El edificio fue parcialmente destinado al ejército, en concreto al arma de artillería, hasta que en el año 1745-46, durante el reinado de Carlos III, el edificio de las Atarazanas dejó definitivamente de tener su función original de construcción y mantenimiento de embarcaciones y pasó a ser gestionado por el ejército como cuartel de artillería y fundición. Se instalaron almacenes de municiones, planchas de plomo, artillería y carruajes. En 1767 se pusieron en marcha los hornos para fundir el bronce de los cañones y las máquinas de barrenar y tornear cañones.
Las características arquitectónicas del edificio y la proximidad de la caserna garantizaban una mayor seguridad y facilitaban su vigilancia. Al mismo tiempo el hecho que la maestranza instalada en 1802 también estuviera dentro de las instalaciones disminuía los costes de transporte y facilitaba la entrada y salida de materias primas y piezas fabricadas en la fundición por vía marítima o terrestre. El recinto entró a formar parte de un complejo militar mucho más amplio, que se extendía hacia las Ramblas de la ciudad. [2]
El ejército levantaría dos casernas en la década de 1930 y adaptó el edificio a sus necesidades. (b)
LAS REALES ATARAZANAS DURANTE LA OCUPACIÓN FRANCESA
El 11 de febrero llegó a la ciudad de Barcelona el nuevo Gobernador, el Conde de Ezpeleta, enviado por la Corte como sustituto del anterior, el Conde de Santa Clara. Las tropas italianas y francesas que habían entrado desde la frontera habían entrado en Gerona el día 10, y presumiblemente tres días después llegarían a la Ciudad Condal. El Ayuntamiento barcelonés era reacio a permitir la entrada de tropas extranjeras que de hecho superaban en número a las españolas que guarnecían la Plaza (por entonces la ciudad contaba con unos 200.000 habitantes), pero Ezpeleta solo llevaba la consigna de que las tropas que venían «fuesen recibidas y tratadas mejor que las Españolas«.
Finalmente, el 13 de febrero de 1808 entró por la Puerta Nueva de Barcelona la 1ª división francesa al mando del general Duhesme y su segundo al mando, el general Lechi, comandante de las tropas italianas. En total 5.427 hombres, 1.830 caballos y 25 carruajes. La comitiva, como es lógico, despertó gran expectación en la ciudad y un considerable gentío acudió a presenciar el paso de las tropas por las calles hasta la Plaza de Palacio donde hizo un alto toda la división franco-italiana. Posteriormente las tropas se acuartelaron en Estudios, Atarazanas, S. Agustín y Barceloneta, y la Plana Mayor, oficialidad y Velites en casas particulares, aunque estos últimos se reubicaron después también en las Atarazanas.
La Plaza de Palacio («Pla de Palau»). La litografía está fechada en 1842, aunque los edificios son prácticamente los mismos que se hallan presentes en la actualidad.
A pesar de que las noticias que se tenían eran que el contingente franco-italiano se dirigía a Cádiz, pronto dichas tropas se apresuraron en ocupar las puertas de la ciudad, la Ciudadela y el castillo de Montjuich, este último a pesar de la resistencia a dejarlas entrar de su Gobernador interino, Mariano Álvarez de Castro. La conducta del Capitán General, Conde de Ezpeleta, para con los ocupantes generó diversidad de opiniones, pero por una parte, las instrucciones que le llegaban de la Corte eran las de colaborar con las tropas francesas y procurarles lo que necesitasen, aunque por otra parte, el propio Ezpeleta no podía esperarse que la conducta de los franceses e italianos en la ciudad fuera la de unos conquistadores en vez de la de unos aliados.
No pasó mucho tiempo para que comenzaran los primeros roces y disputas entre los barceloneses y las tropas ocupantes, que degeneraron en peleas y algunas muertes. Viendo el curso que tomaban los acontecimientos, los militares españoles que pudieron salieron de la ciudad con mayor o menor fortuna: al 3er batallón de las Guardias Españolas se le fugaron sus gastadores, también hubieron fugados en las Guardias Valonas y en un arranque de bizarría, 25 jinetes de Borbón salieron por la Puerta Nueva con su comandante al frente y con el trompeta tocando marcha: en definitiva, un lento goteo de soldados y mandos (el afamado Álvarez de Castro entre ellos) que pronto llegó a las 600 ausencias. El general Lechi, convertido de facto en el jefe militar de la ciudad, publicó diferentes bandos para proteger a las tropas francesas, recortando las libertades de los ciudadanos y amenazando con represalias(II) a los que no cumplieran sus disposiciones. Las tropas españolas que quedaron por entonces y sus oficiales fueron confinados en diferentes edificios militares y conventos de la Ciudad.
Grafiado de las Atarazanas y sus instalaciones a través del siglo XVIII y principios del XIX. Cabe puntualizar que algunas ilustraciones son bastante dispares, por lo que habría que cuestionar su fidelidad a la realidad de la época, pero podría ser un ejemplo de las trasformaciones que sufrió al perder su uso original de astillero: 1. Gaspard Bailleul, Paris, c. 1726; 2. Antonio Ponz Piquer, Madrid, 1788; 3. Moulinier, Lartigue, Vicq, Laborde, Didot, Paris, 1806; 4. Juan López, Madrid, 1807; 5. Felipe Bauzà, Cádiz, 1813; 6. Antonio Monfort, Barcelona, 1818.
Los mandos franceses e italianos por su parte no perdieron el tiempo: los cañones que se hallaban en las murallas fueron introducidos en los castillos y los 40.000 mosquetes que se hallaban almacenados en las Atarazanas pronto fueron distribuidos entre el castillo de Montjuich, la Ciudadela y las propias Atarazanas. El propio Lechi comunicó por carta al general Reille el 26 de julio de 1808 que ocupaban la Ciudadela unos 1.500 hombres, Montjuich unos 1.000 y Atarazanas unos 500, y que estimaba del todo insuficientes para defender la ciudad. En junio se habían dado los combates del Bruch y las montañas vecinas a Barcelona estaban ocupadas por somatenes y miqueletes españoles.
Paralelamente los barcos ingleses que patrullaban las costas sin oposición, realizaban incursiones nocturnas contras los fuertes de Atarazanas, la Linterna y San Carlos, que estos contestaban con un estruendoso cañoneo, aunque sin ninguna consecuencia, lo que provocaba las chanzas de los ciudadanos que llenaban los terrados y torres de las casas limítrofes viendo el espectáculo.
LAS CASAS Y LOS MUROS SON LOS QUE ESTAN CAUTIVOS, NO LOS CORAZONES QUE A CADA MOMENTO EXHALAN SU LEALTAD = = = LEALTAD A TODA PRUEBA ACIA FERNANDO VII. Decreto de la Junta Central de 21 de julio de 1809. Vista de la Ciudad de Barcelona ocupada por los franceses y bloqueada por mar por el Almirante ingles Hollowey, y por tierra por los exércitos aliados español é inglés del mando de los Generales Dn. Francisco de Copons y Navia y Lord Clinton. Esta hermosa ciudad invadida con la mayor felonía por los franceses el dia 13 de febrero de 1808 ha quedado libre por la constancia y heroismo de los españoles en 28 de Mayo de 1814. Contiene dicha ciudad 13000 casas, una catedral magnífica, 7 parroquias, 36 conventos, 6 colegios, 6 hospitales, una hermosa lonja, la aduana, casa de caridad, de comedores, las academias de buenas letras y de ciencias naturales, teatro anatómico, paseos deliciosos, fabricas de todas manufacturas y gran comercio maritimo, con 200 mil habitantes. (Jose Coromina lo grabó en Barcelona, año 1814)
Los franceses, no obstante, no se olvidaban nunca de los aspectos más formales: el 15 de agosto de 1808 se anunció a las tropas la fiesta de San Napoleón, que sería saludada con 100 cañonazos, 20 de ellos desde las Atarazanas.
Pronto las instalaciones de las Atarazanas serían utilizadas como prisión (tanto de soldados capturados(III) como de civiles que no pagaban las contribuciones exigidas por los franceses) y sus cuadras de los caballos como hospital militar para los heridos en los combates e incursiones que se daban ininterrumpidamente contra los españoles, ya que el Hospital de San Pablo no era suficiente para el número de heridos que llegaban. Cabe comentar que pronto los franceses permitieron que puntualmente las contribuciones en metálico de los ciudadanos fueran hechas en sábanas, mantas, colchas y jergones, y entregadas al administrador del recién creado Hospital de Atarazanas.
Vista aérea del recinto de las Atarazanas en la época actual (e)
La situación de tensa calma siguió en la ciudad prácticamente durante toda la ocupación franco-italiana: por una parte las tropas españolas no eran lo suficientemente fuertes en tropas y armamento como para intentar un ataque a la ciudad y por otra parte los ocupantes y sus mandos administraban férreamente la ocupación de los enclaves estratégicos de la ciudad y la vida de sus habitantes(IV). En todos estos años, hubo algún intento de sobornar a las autoridades militares, Lechi entre ellos, sin ningún resultado; hubieron intentos fallidos de ocupar el castillo de Montjuich en el año 1811, e incluso de envenenar a la guarnición, que quedaron todos en simples intentonas.
Cabe destacar que la ciudad no era tampoco insensible a los acontecimientos militares en Europa: en el año 1813, al igual que en muchas otras ciudades y villas de Europa, los soldados alemanes aliados hasta entonces de los franceses (unos 1.500-1.700 hombres en Barcelona), fueron desarmados y confinados, para evitar insurrecciones(V), lo que también deparó lógicamente un curioso espectáculo en la ciudad.
Pero a medida que el curso de los acontecimientos variaba también en Cataluña, pronto se produjo el traslado definitivo de grandes cantidades de armamento de la ciudad hacia Francia, en concreto Perpignan (ya se había hecho parcialmente con anterioridad) o la extracción de la artillería de todos los calibres de las fortificaciones de la ciudad y depositada junto a la costa para ser inutilizada. Las unidades más experimentadas volvían a Francia, junto con los heridos franceses de los hospitales y llegaban conscriptos de Francia, inexpertos y bisoños, muestra evidente de la fragilidad militar francesa en Cataluña por aquel entonces.
En los primeros meses de 1814, los franceses retenían todavía Barcelona. El 1 de febrero el Ejército anglo-español cortó las comunicaciones entre Suchet y la guarnición francesa de Barcelona. Los generales Manso, Wittingham, Sarsfield, Clinton y Copons acordonaron la ciudad, bloqueada también por mar por algunos paquebotes ingleses. El Baron Habert, encargado de defender la plaza por Suchet, dirigió el mismo día una resuelta proclama a los habitantes amenazando con castigar severamente a los que intentaran confabularse con las tropas sitiadoras. Pero el 26 de abril, tras la caída de Napoleón, se publicaba por todas partes la orden de evacuación definitiva de las tropas francesas. Finalmente el 28 de mayo de 1814 el mismo Habert salió por la puerta de D. Carlos.
Restos de la muralla medieval que delimitaba las instalaciones de las Atarazanas, en la actualidad.
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(I) – Las últimas obras de envergadura llevadas a cabo en el recinto el año 2010, en concreto el rebaje del subsuelo, permitieron datar la estructura original en el siglo XIII y conocer que el edificio actual se construyó a finales del siglo XVI. También se encontró una necrópolis romana, con 36 enterramientos. [4]
(II) – B A N D O.
«El General de Division Lechi, Comandante superior de las Armas de esta Ciudad y sus Fuertes, Manda: que no haya reunion de personas en las plazas, paseos ni calles en los casos de alarma, ú otros, como ya se mandó anteriormente.
Manda así mismo, que lo dispuesto por Bando de 20 de Octubre último, de que nadie transite sin luz despues de las nueve de la noche, se observe rigurosamente.
Manda tambien que en los campanarios no permanezca persona alguna, y que las que sean halladas en ellos sean arcabuceadas inmediatamente.
Barcelona 11 de Noviembre de 1808.=Firmado=Lechi, Comandante superior.» [3]
(III) – Los generales españoles Castelldosrius, Caldagués y varios oficiales prisioneros.
(IV) – Bando del general Lechi de 8 de marzo de 1809:
BANDO para que al oír los Barceloneses tres cañonazos tirados de las Atarazanas, Monjuich y Ciudadela se encierren en sus casas.
«Se manda à los habitantes de esta Ciudad, que al dispararse tres cañonazos de Atarazanas, Monjuich y Ciudadela, en señal de alarma, se retiren y encierren en sus casas: los que no lo hubieses executado media hora después, se les acuchillará o disparará por la tropa y patrullas que les encuentren.
Barcelona, 8 de marzo de 1809. = Firmado=Lechi, General de División, Comandante Superior de esta Ciudad y sus fuertes. Por copia conforme= R. Casanova, Comisario General de Policia.» [3]
(V) – «Leiase en el Diario la orden del dia del Exto. de Aragón, y Cataluña, firmada por Suchet en el Quartel General de Gerona á 21 de diciembre último. La dirige a los Cazadores de á Caballo de Nassau, á la caballería ligera Westfaliana, á la Infantería de…, todos tropa alemana al ancho de la Francia, intimandoles a quedar desarmados, y prisioneros.» [3]
Fuentes:
(1) – «Redescubriendo las Atarazanas» – Publicación Museu Marítim de Barcelona (2016)
(2) – «Les Drassanes Reials de Barcelona» – Antoni Sella, Museo Marítimo de Barcelona (2018)