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Hoy os traemos la segunda de las tres partes que dedicamos nuestra visita al Museo Naval de Madrid, a unos escasos 500 metros del Museo Nacional del Prado. Nos centramos básicamente en las salas que tratan de la Marina española desde mediados del siglo XVIII a principios del XIX, que podríamos considerar como la cara y la cruz de la suerte de la flota de guerra de España en aquella turbulenta época. En esta entrada veremos el la singladura de la Armada durante la guerra de la Independencia, algunos de los ilustres marinos que participaron junto con algunos objetos históricos de dicho periodo expuestos en las vitrinas del museo. También un apartado dedicado a la batalla de Trafalgar, que selló el destino de la flota franco española con la victoria de la Royal Navy a costa de la muerte de su ilustre vicealmirante Horacio Nelson.
EXPOSICIÓN SIGLOS XVIII – XIX (Cont.)

Arsenal de Cartagena. c. 1767. Madera, metal y fibras textiles
Las fragatas eran buques de tres palos, más ligeros que los navíos de línea. Disponían como máximo de dos cubiertas y normalmente sólo una estaba artillada, con un número total de piezas que no solían exceder de treinta. Este tipo de navíos se dedicaron principalmente a proteger el tráfico mercante y, por su rapidez de movimientos, también servían de apoyo a los navíos de línea.
LOS ARSENALES
Para sostener la política expansiva en el Mediterráneo, el Atlántico y el Pacífico, los monarcas del siglo XVIII invirtieron considerables recursos en la construcción de los nuevos arsenales. El arsenal militar del Ferrol, con capacidad para acoger 70 navíos, fue el más grande de Europa en su época y cumplió también una función defensiva, tanto propia como de la ciudadela. El arsenal de la Carraca fue concebido como un conjunto industrial y urbanístico del que aún se conservan importantes muestras, como el penal, la iglesia, y algunos diques y muelles. Por último, el arsenal de Cartagena fue en su tiempo el más importante complejo industrial del Mediterráneo.
LA BANDERA DE ESPAÑA
Las marinas borbónicas usaban como bandera nacional el escudo del soberano sobre fondo blanco, lo que hacía difícil la identificación en la mar. Presentadas doce propuestas a Carlos III, una Real Orden de 1785 ordenaba: “… que en adelante usen mis buques de guerra la Bandera dividida a lo largo en tres listas, de las cuales la alta y la baja sean encarnadas y del ancho cada una de la cuarta parte del total, y la de en medio, amarilla…” En 1843, Isabel II decretó que las unidades del Ejército y la Infantería de Marina usasen en sus banderas los colores y disposición ordenados por Carlos III. Posteriormente su uso se generalizó para todos los organismos de la nación.



c. 1850. Óleo sobre lienzo.

Tras ser destinado como profesor de navegación y matemáticas superiores, Gabriel Císcar y Císcar fue nombrado director de la Real compañía de Guardias Marinas de Cartagena en 1788. En 1798 viajó a París como representante de España en el congreso que debía fijar el sistema métrico decimal. Císcar intervino en la subcomisión encargada de fijar la medida definitiva del metro. A su regreso, trajo consigo el modelo de patrón nº 3 del metro.
Cosme Damián Churruca y Elorza fue destinado a la expedición de reconocimiento del estrecho de Magallanes en 1788 y se encargó de los estudios astronómicos y geográficos. Tras un breve paso por el Observatorio de Cádiz, participó entre 1792 y 1795, al mando de una división de dos bergantines en la comisión del Atlas de la América Septentrional, que tenía como misión el levantamiento de cartografía náutica de las ismas y canales de las Antillas.
Destacado marino, militar y científico, fue comandante del navío “San Juan Nepomuceno”. En 1805 se incorporó en el Ferrol a la escuadra franco-española, recién llegada de las Antillas bajo las órdenes de Federico Gravina. Murió en la batalla de Trafalgar. Después de su muerte, su navío fue apresado y llevado a Gibraltar, donde los ingleses colocaron una placa en la cámara del comandante en su honor.



Nicolás Boutet. c. 1800. Acero, Bronce y oro.
2. Faja y entorchados de cuello y bocamanga que pertenecieron a Francisco Javier de Uriarte y Borja
1ª mitad siglo XIX. Seda e hilo metálico
3. Cinturón con fiador de sable. Borja. 1ª mitad siglo XIX. Tela, cuero y metal.

Nicolás Boutet. c. 1802. Metal y madera
TRAFALGAR
Como resultado de los errores del almirante Villeneuve, la escuadra franco-española quedó bloqueada en Cádiz en 1805. Presionado por Napoleón, y contra la opinión de Gravina, Villeneuve salió a la mar y se enfrentó a la escuadra inglesa que superaba a la combinada en adiestramiento de las dotaciones y en la eficacia de la artillería. Cumpliendo lo prescrito en las Ordenanzas de 1802: “nunca se rendirá a fuerzas superiores sin cubrirse de gloria en su gallarda resistencia”, entregaron sus vidas marinos como Gravina, Churruca, Alcalá Galiano y Alsedo, entre otros muchos. Pero si la batalla es una manera de tomar el pulso a la nación, justo es decir que la arruinada España de principios del siglo XIX no cumplió sus objetivos.


Ángel Cortellini Sanchez. 1903. Óleo sobre lienzo

1ª mitad siglo XIX. Terracota.

Esta bandera perteneció al 6º regimiento de infantería creado por Real Decreto durante el reinado de José I Bonaparte, el 6 de marzo de 1810, con el nombre de Regimiento Fijo de Málaga. En 1812 se ordenó destruir todas las banderas e insignias relacionadas con el rey José I, lo que la convierte posiblemente en la única de su tipo que se conserva en España.
LA ARMADA EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA
El 2 de mayo de 1808 se sublevó en Madrid el pueblo español contra José I Bonaparte. Comenzaba así la Guerra de Independencia, que duraría 6 años. Garantizado el dominio del mar por la marina inglesa, ahora aliada de España, la Infantería de Marina se integró en el ejército para combatir en Tierra. También la gran mayoría de los oficiales del Cuerpo General – en ocasiones encuadrados en la maestranza de los arsenales – pasaron a combatir en el ejército. Así, mientras todos los recursos de la nación se destinaban a satisfacer las necesidades de las operaciones terrestres, la Armada se deshacía sin remedio, perdiéndose la herramienta que tanto había costado construir y que tan necesaria era para mantener los territorios de ultramar.

La experiencia y el adiestramiento en el combate naval de los corsarios vigueses llevaría a que, el 9 de junio de 1808, éstos capturaran al buque de guerra francés Atlas, de 74 cañones, que llevaba en la bahía de Vigo desde el 28 de julio de 1805 (Villeneuve no contó con él y no estuvo presente en Trafalgar), y que estuvo sirviendo como buque-hospital hasta 1806. La águila que estaba a bordo es la que se exhibe en las vitrinas del museo.

3. Sable de batallón de marinos de la Guardia Imperial Francesa. 1804-1814. Acero, latón y cuero

1804-1814. Acero, latón y cuero


5. José Napoleón – Medalla conmemorativa de su viaje desde Nápoles a Bayona para ser proclamado rey de España. F. Daniel. 1808. Bronce
6. Napoleón, emperador – Medalla conmemorativa de su traslado a Plymouth a bordo del “HMS Bellerophon”. Mudie y Brenet. 1815 . Plata
7. Medalla de distinción de la rendición de la escuadra francesa. 1808. Plata y esmaltes

Mudie y Brenet. 1808. Plata

2. Diadema Real de Marina. Insignia para oficiales. Anónimo español. 1816-1866. Oro, plata y esmalte


José Roldán y Martínez
1847. Óleo sobre lienzo

1ª mitad del siglo XIX. Óleo sobre lienzo

Vicente López y Portaña (Atrib.)
c. 1823. Óleo sobre lienzo
Superior derecha: Retrato del rey Fernando VII vestido con uniforme de capitán general común para el Ejército y la Armada, atribuido a Vicente López, primer pintor de cámara desde 1815. Fernando VII subió al trono en 1808 y estuvo exiliado en Valençay hasta el final de la guerra de Independencia. Durante su reinado la Armada sufrió un paulatino abandono que impidió contrarrestar el rápido proceso de emancipación de las provincias americanas.

Anónimo. Siglo XIX. Óleo sobre lienzo

Antonio María Esquivel. 1834. Óleo sobre lienzo
La carrera militar de Pablo Morillo, se inició en el Real Cuerpo de Infantería de Marina como suboficial. Estuvo en las batallas del cabo de San Vicente y de Trafalgar. Durante la guerra de la Independencia pasó al Ejército, distinguiéndose en diferentes batallas como las de Bailén, Ponte Sampaio, Tamames o Vitoria. Por sus méritos llegó a ser teniente general. Posteriormente participó contra las insurrecciones americanas.
El papel de Juan José Ruiz de Apodaca y Eliza tras la invasión francesa de la Península en mayo de 1808 fue decisivo. Estando al mando de la Escuadra del Océano, atacó a la escuadra francesa del almirante Rosily que aún permanecía en Cádiz desde la batalla de Trafalgar, consiguiendo que se rindiera. El retrato es obra de Antonio María Esquivel, uno de los retratistas más destacados del siglo XIX español.

Cañón fabricado en Sevilla, con bronce de Lima, tal y como indican sus inscripciones. Perteneció a la fragata “Santa María Magdalena”, construida en Ferrol en 1773, que naufragó en Vivero por temporal el 2 de noviembre de 1810. Formaba parte de la escuadra hispano-inglesa que, al mando de Joaquín Zarauz, tenía como misión defender la costa cantábrica contra los ataques de los franceses durante la guerra de la Independencia.
Fuentes:
1 – Paneles informativos del Museo Naval, Paseo del Prado, 3. 28014 Madrid
Imágenes:
a – Fotografías del autor