Hoy, 10 de diciembre de 2020, se cumple el 211º aniversario de la rendición de Gerona (Girona) durante el tercer y último asedio que sufrió la ciudad durante la Guerra de Independencia. Siguiendo el relato del libro de Emilio Grahit describiendo los asedios que sufrió la ciudad en 1808 y 1809, rememoramos los instantes finales de la numantina resistencia de sus habitantes y defensores, tanto militares como civiles, liderados por la figura del general Álvarez de Castro, su gobernador militar y que fallecería en el cautiverio de los calabozos de la fortaleza de San Fernando de Figueras.
El inicio del tercer asedio con el bloqueo de la ciudad de Gerona comenzó a principios de mayo, y finalizó con la capitulación de la ciudad, fechada el 10 de diciembre de 1809, unos siete meses de lucha, privaciones, miseria y sobretodo muerte que, como nos relata Grahit: \»Por todas partes se percibían hedores infectos, miasmas de putrefacción, y la vista se horrorizaba no descubriendo más que ruinas, residuos de incendios, cascos de bomba, fusiles rotos, cureñas destrozadas, vestidos manchados de sangre, enfermos y moribundos, viudas y huérfanos sumidos en el mayor desconsuelo, miembros humanos desgarrados, cadáveres insepultos […]\». [1]
Germán Segura, Capitán de artillería y Doctor en Historia, nos lo compendia con las siguientes palabras [2]:
\»El asedio de Gerona de 1809 fue uno de los episodios más sorprendentes de la Guerra de Independencia. La ciudad, después de resistir dos intentos de ocupación por parte del Ejército Imperial, soportó un tercer ataque que duró más de ocho meses y que finalizó con la rendición de la plaza. El pueblo de Gerona, las fuerzas militares que estuvieron acuarteladas en la ciudad y los tercios de Migueletes que se unieron para socorrerla frente a un enemigo temible y poderoso fueron los protagonistas de los hechos. También lo fue, como no podía ser de otra manera, el controvertido general Álvarez de Castro, alma de la defensa y líder indiscutible de la plaza. Su actuación en este episodio, loada y magnificada en un primer momento fue relativizada posteriormente por la historiografía, desdibujando un tanto la visión de los acontecimientos y casi llego a difuminar completamente la figura del general.\»
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\»La rendición de Gerona\», grabado de M.Weber, a partir del original pintado por Laureano Barrau (1884) (a) |
LA RENDICIÓN
Desde mediados de septiembre el general Álvarez de Castro, el comandante de la plaza, había sufrido de fiebres intermitentes, que se agravaron a partir del día 27 de noviembre, llegando a padecer un síncope el 8 de diciembre con delirios durante toda la noche. En ese estado, el brigadier Julián de Bolívar quedó como gobernador interino, curiosamente el mismo cargo que había ostentado tras ser apartado del cargo el anterior gobernador, Joaquín de Mendoza.
Ante lo precario de la situación de la plaza, Bolívar quiso oír el parecer de la Junta militar: los comandantes de ingenieros y artillería informaron respectivamente de los rápidos progresos de los sitiadores y las pocas fuerzas, municiones y piezas que quedaban en condiciones en las murallas para la defensa; los comandantes de los cuerpos de la guarnición explicaron a la Junta que su tropa estaba muy debilitada por la falta de alimento(1) y fatigada en extremo por el excesivo servicio, mientras que los comandantes de las brechas pidieron refuerzos de la tropa, ya que solo tenían la mitad de los efectivos que les correspondían. Los médicos consultados sobre el estado de salud de Álvarez de Castro también confirmaron la incapacidad para el mando del hasta entonces comandante en jefe. La fuerza que aún podía emplearse en la defensa eran solo unos 1.500 hombres y el socorro prometido por la Junta general del Principado, acordado en Manresa el 20 de noviembre, cada vez parecía más una vana ilusión.
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\»El general Joaquín de Mendoza sirviendo de mantelete(2)\», J. Cusachs (1900) |
Era un general retirado y muy mayor, que tenía problemas para caminar y subir pendientes y escaleras. Fue general gobernador de la plaza de Gerona y de sus fuertes, antes del general Álvarez de Castro, el cual finalmente, y ante la insistencia del general Mendoza, hubo de autorizarlo a ocupar un puesto en la primera línea de defensa. Fue destinado al baluarte de \»Las Sarracenas\».
En la reproducción se ve al general Mendoza sentado en una silla sostenida por dos soldados u oficiales, para poder visualizar y calcular las distancias aproximadas en el mismo momento en que disparaban, y al mismo tiempo dar instrucciones a los artilleros defensores de este lado de la ciudad para corregir sus líneas de tiro con el objetivo de destruir o neutralizar los cañones enemigos.
El General Joaquín de Mendoza fue alcanzado por el fuego enemigo en la cabeza mientras llevaba a cabo estas peligrosas maniobras.
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Cualquier idea de capitulación era evitada inconscientemente, aunque se reconociera prácticamente imposible la defensa. Se ordenó organizar un nuevo convoy con pan y trigo para los fuertes exteriores en la mañana del día siguiente.
El estado de Álvarez de Castro parecía ya crítico, por lo que recibió la Extremaunción y entregó el mando de la plaza a Julián Bolivar.
Los fuertes exteriores de Condestable y Capuchinos, aún en poder de los defensores, fueron conminados a rendirse por los franceses, que ocupaban dos reductos y el fuerte del Calvario. Los comandantes de los fuertes rechazaron la propuesta y se volvió a reanudar el fuego por ambas partes. El lienzo de la muralla de Santa Lucía se hallaba muy maltratado, el campanario de la misma parroquia de Santa Lucía, que hacía las funciones de puesto de observación, corría el peligro de derrumbarse y en Alemanes, el cañón de su torreón estaba casi inservible por los escombros.
Parte de la guarnición quiso hacer una salida por el baluarte de Figuerola a media noche, y vadeando el Ter, huir del asedio, pero la intentona fue controlada de momento por las autoridades. Todo el mundo estaba convencido de que no podía resistirse más, pero nadie quería rendirse.
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\»Plano del sitio de Gerona en 1809\» (1810), 16×26 cm – ICGC (b) |
Durante la noche del 9 al 10 de diciembre, los centinelas de los fuertes de Condestable y Capuchinos y los vigías del campanario de la Catedral escudriñaron el horizonte, en busca del ansiado refuerzo del ejército de Cataluña que presuntamente salía de Vich para liberar la ciudad.
Al amanecer, todas las baterías francesas abrieron fuego, dejando casi sin abrigo de la primera línea de defensa a los sitiados. Bolívar volvió a convocar a la Junta militar, y sus miembros se expresaron con los peores términos: los comandantes de artillería e ingenieros informaron del desplome de parte de la muralla de Santa Lucía, se conoció en ese momento también el desplome de parte del campanario de la parroquia, los franceses habían trabajado toda la noche en una mina en la torre Gironella y los atrincheramientos de las cuadras de Alemanes habían quedado muy maltratados por el fuego enemigo. A media mañana se recibió un oficio de la Junta del Principado en Manresa donde se informaba que el día 29 se habían enviado comisionados a todos los pueblos de Cataluña para un levantamiento en masa. La noticia cayó como una losa entre los asistentes, ya que la Junta se dio cuenta de que toda posibilidad de auxilio a la plaza era una pura ensoñación. Hubo partidarios entre los mandos de realizar una salida nocturna para burlar el cerco, ya que la tropa no consideraba la capitulación ni el ser enviados a Francia como prisioneros de guerra. Finalmente se resolvió enviar un parlamentario al general francés, tomando como excusa la comunicación que se había entablado anteriormente con los fuertes exteriores, y se nombró al brigadier Blas de Fournás para dicho cometido.
Cerca de la una de la tarde, salió Blás de Fournás por la puerta del Areny, dirigiéndose a las avanzadas enemigas del arrabal de la Rutlla, y fue acogido como parlamentario, cesando el fuego entre ambos bandos. El general Augereau recibió con su estado mayor al enviado, y le señaló que concedía una hora a la plaza para extender los términos de la capitulación. Volvió Fournás a la plaza y reunido con la junta militar transmitió el mensaje de Augereau. Tras deliberar las posibles alternativas, se acordó volver a pedir a los franceses un alto el fuego y presentar en 24 horas los términos de la capitulación, ofreciéndose a cumplirlos siempre que la plaza no fuese socorrida antes de expirar dicha tregua.
Vuelto al campo francés con la propuesta, Fournás volvió a ser recibido por Augereau, pero este rechazó la propuesta y concedió dos horas de tiempo para redactar la capitulación, y nombró al general Rey para que acompañara a Fournás de vuelta a la ciudad para materializar para dicho cometido.
Mientras se deliberaba en el cuartel general francés, algunos representantes gremiales desaprobaron las conversaciones establadas por los franceses pero pronto se les hizo ver que se había hecho con la intención de salvar al pueblo de los estragos de un segundo asalto general y que la guarnición estaba extenuada para poder resistir un ataque en condiciones. Se instó a la gente para que recorriera los baluartes y murallas y pudieran comprobar por si mismos el alcance de los daños y las pocas (o nulas) posibilidades de defensa.
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\»Gerona caía desplomada como un cuerpo muerto, aniquilada por el hambre y las enfermedades. […] Gerona era un montón de ruinas, debajo del cual yacían sin vida más de 10.000 gerundenses ó forasteros refugiados en su recinto, y más de 5.000 hombres de su guarnición.\» [1]
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\»El gran día de Gerona (19 de setiembre de 1809)\», César A. Dumont (1890) |
La bravura de los gerundenses, de los hombres y mujeres de los pueblos de la provincia luchando a muerte, cuerpo a cuerpo ante el invasor, el ejército imperial napoleónico francés, en las brechas de alemanes y en la torre Gironella, detrás de la Catedral de Gerona. Frenaron, pararon y desalojaron el avance los regimientos militares de Ultonia y Borbón, juntamente con el tercio de migueletes y San Narciso, el bajo pueblo, los universitarios, la compañía de mujeres de Santa Bárbara, clérigos y monjes de la diócesis de Gerona -San Narciso-, bajo el mando presidencial y directo del general gobernador militar de la plaza y sus fuertes, Mariano Álvarez de Castro, con el lema sagrado: \»Dios, Patria y Rey\».
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A pesar de este episodio, a las once de la mañana del dia 11 volvió Blas de Fournás con la capitulación y los capítulos adicionales. Se enviaron órdenes a los comandantes de los fuertes del Condestable, Capuchinos y Santa Ana para que los entregaran a los franceses y a las ocho y media el general Rey entró con varios edecanes y los guardias que debían ocupar las puertas del Areny, de Francia y del Socorro.
La tropa salió por la puerta del Areny, depuso las armas, banderas y caballos del escuadrón de San Narciso. Los oficiales conservaron sus espadas, caballos y equipajes. Al tomar posesión de la plaza, los franceses observaron que la mayor parte de las piezas de artillería estaban desfogonadas (la parte del oído del cañón que estaba desgastada) por el incesante fuego. A mediodía entró el general Augereau, con sus ayudantes y un escuadrón de dragones.
La guarnición de Gerona pasó la noche en un campo cerca de Mediña. El 12 durmió en el castillo de San Fernando en Figueras, el 13 en el de Bellegarde y el 14 llegó a Perpiñan, siendo encerrada en los cuarteles a excepción de los oficiales, que fueron alojados en casas particulares. De Gerona a Perpiñan se escaparon unos 150 hombres, de modo que a excepción de los oficiales, solo se contaron 2.783 hombres entre soldados, cabos, sargentos, menores e inútiles para el servicio(4). La práctica totalidad permaneció como prisioneros de guerra hasta el año 1814. El convaleciente Álvarez de Castro fue desplazado de población en población en Francia hasta ser conducido a la fortaleza de San Fernando en Figueras, donde fallecería cautivo debido al maltrato, las privaciones y a su estado de salud(5).
Por su parte, los franceses impusieron a los habitantes una contribución extraordinaria de un millón de pesetas, por lo que tuvo que echarse mano de la plata de los templos, los vecinos empeñar sus bienes y fincas y al final los franceses condonaron el resto. Los grandes propietarios huyeron de Gerona, la ciudad quedó largos años despoblada y los habitantes que se quedaron, totalmente arruinados. La despoblación fue tal que en 1815 solo constaban unos 4.551 habitantes(6).
Gerona fue abandonada a su suerte durante el asedio y después de la capitulación, quedando en la ruina y en la miseria.
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\»El cadáver de Álvarez de Castro\», Tomás Muñoz Lucena (1887) |
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(1) – El hambre era tan extraordinaria que se arrebataba el pan de la mano al que no lo llevara escondido y se allanaban las casas para poder encontrar algo de alimento. Los excesos eran cometidos por todos, sin distinción de clase social, aunque sin ultrajar a las personas. Los ratones eran muy apreciados y se vendían a ocho reales cada uno (unos 50 € aprox.) y por un gato llegaron a pagarse 180 reales (unos 1.150 € aprox.). Cuando entraba algún paisano o espía enemigo con víveres, se compraban estos a precios exorbitados. Todo se compraba sin regatear y aun pujando los precios. [1]
(2) – \»Destituido Mendoza del mando no salió de Gerona, sino que allí permaneció relegado al olvido hasta que los franceses se presentaron por tercera vez á atacar la plaza; repetidas veces solicitó, como dijimos, un puesto para contribuir á la defensa, aunque solo fuera como simple soldado, ó «para servir de mantelete», según su propia expresión; y es fama que cuando no podía ir por su propio pie á las baterías ó puntos amenazados, se hacía conducir en silla de manos, animando con su presencia y su voz á los defensores.\» [3]
(3) – \»Capitulación de la ciudad de Gerona y fuertes correspondientes, firmada el diez de diciembre de 1809 á las siete de la noche.
\»Art. 1.º La guarnición saldrá con los honores de la guerra, y entrará en Francia como prisionera de guerra.\»
Art. 2.º Todos los habitantes serán respetados.
\»Art. 3.º La religión católica continuará de ser observada por los habitantes y protegida.
\»Art. 4.º Mañana a las ocho y media de ella la puerta del Socorro y la del Areny serán entregadas á las tropas francesas, así como las de los fuertes.
\»Art. 5.º Mañana 11 de Diciembre á las ocho y mediade ella la guarnición saldrá de la plaza y desfilará por la puerta de Areny. Los soldados pondrán sus armas sobre el glácis.
\»Art. 6.º Un oficial de artillería, otro de ingenieros y un comisario de guerra entrarán al momento en que se tomará posesión de las puertas de la ciudad para recibir la entrega de los almacenes, mapas, planos, etc.
\»Hecho en Gerona á las siete de la noche el 10 de diciembre de 1809. ~ Julián de Bolivar. ~ Isidro de la Mata. ~ Blás de Fournás. ~ Joseph de Layglesia. ~ Guillermo Minali. ~ Guillermo Nash. ~ El general en jefe del estado mayor general del 7º Cuerpo. ~ Rey. \» [1]
(4) – La oficialidad de la guarnición sufrió durante el asedio 160 bajas y ésta, constituida por 5.723 hombres el 6 de mayo de 1809, quedó reducida a 2.008 hombres el día de la capitulación. Durante el asedio entraron 3.648 hombres de refuerzo, de los cuales quedaban 2.240 al rendirse la plaza. Unos 300 enfermos y heridos quisieron seguir la suerte del cautiverio con sus unidades, y quedaron unos 1.090 hombres que permanecieron imposibilitados para levantarse por sus enfermedades o heridas. [1]
5) – Para conocer más sobre la figura del general Álvarez de Castro, nuestra entrada sobre su figura.
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Fuentes:
Imágenes:
a) – https://bvpb.mcu.es/independencia/es/consulta/registro.do?control=BVPB20080027643
b) – https://cartotecadigital.icgc.cat/digital/collection/catalunya/id/1859
c) – Exposición \»Homenaje a los defensores de Girona 1808-1809\», Plaça del Vi, 3, Gerona, 2017
d) -https://pandora.girona.cat/viewer.vm?id=238563&view=hemeroteca&lang=es