El Castillo de Monjuich (Barcelona), en el periodo 1808-1814

Vista del castillo en 1800, en un grabado de época (a)

La atribución tradicional de la etimología de la montaña de Montjuich ó Montjuïc (de ahora en adelante lo llamaremos Monjuich igual que en el periodo napoleónico) es la de Mons Judeiqus ó «Monte de los judíos«, supuestamente del catalán medieval, motivada por la existencia, confirmada por los documentos y la arqueología, de un cementerio judío en la montaña y por haber sido el lugar tradicional donde la comunidad judía barcelonesa enterraba a sus muertos.

El Castillo de Monjuich que hoy contemplamos es el resultado de la evolución de diversas edificaciones que se han ido construyendo, derribando, rehabilitando y perfeccionando a lo largo de, como mínimo, los últimos diez siglos. Así, el llano de la cima de Monjuich ha sido testigo y cimiento de faros, torres de vigía, fortines y castillos que han cumplido diversas funciones según la evolución social, económica, tecnológica y política del momento. Aunque los precedentes directos de un castillo datan del siglo XVII, la estructura esencial del castillo actual es heredera de una última gran reforma diseñada en 1751 por el ingeniero real Juan Martín Cermeño. Las obras de esta remodelación se iniciaron en 1753 y no se acabaron hasta 1779.2 

Como veremos más adelante, la historia del Castillo de Monjuich durante la ocupación napoleónica no se distinguió prácticamente por ningún hecho de armas significativo, más bien al contrario. El castillo fue ocupado por el contingente de franceses e italianos al mando del General Duhesme prácticamente sin pegar un sólo tiro, así como la Ciudadela, el otro gran complejo fortificado en la ciudad. Durante la ocupación francesa, de 1808 a 1814, el Castillo fue destinado a varios usos: hospital, prisión, almacén logístico y militar, aparte de usarse como depósito de las contribuciones con las que rápidamente se gravó a los ciudadanos de Barcelona por parte de los mandos franceses para el sostenimiento de las tropas invasoras. 

La pregunta que nos viene a la mente es: ¿Pudo haberse producido un motín en Barcelona como pasó en Madrid el 2 de mayo, o haber sido liberada por sus ciudadanos en una revuelta o con la ayuda de los somatenes y tropas regulares que circundaban la ciudad en el exterior?

El Conde de Ezpeleta.

Según nos cuentan los cronistas, episodios de tensión y altercados menores hubieron casi desde el primer momento de la presencia de los franceses e italianos en la Ciudad Condal, pero las autoridades municipales y gremiales no querían que la ciudad fuera un baño de sangre* y el capitán general José Manuel de Ezpeleta y Galdeano, (que había sucedido en el cargo al Conde de Santa Clara) tampoco tenía unas instrucciones concretas de la Corte** sobre como actuar en caso que los considerados «aliados» no resultaran serlo. Con el paso de los meses, la situación de las tropas francesas en Barcelona también se fue complicando: prácticamente estaban bloqueados dentro de la ciudad por las partidas de somatenes y regulares que circundaban las poblaciones limítrofes a Barcelona y que se alzaron a raiz de los episodios de Madrid; pero la situación cambió finalmente a favor de los invasores cuando el 17 de diciembre de 1808 las tropas de auxilio mandadas desde Francia por Gouvion Saint-Cyr entraron en Barcelona (también lo tratamos anteriormente en nuestro blog: Laurent de Gouvion Saint-Cyr (II).)

Los intentos más conocidos de insurrección en la ciudad fueron los del 7 de marzo de 1809, y casi a continuación el famoso Complot de la Ascension de 1809. Dos años después, el 19 de marzo de 1811 se intentaría un ataque armado a la fortaleza sin éxito. Hubieron algunos intentos de soborno de los oficiales italianos al mando (Incluso en el caso del mismo Lechi, que categóricamente los rechazó) sin resultado y hasta proyectos de envenenar a la guarnición utilizando el agua de las cisternas del castillo. Con todo, franceses e italianos permanecieron en la ciudad de Barcelona, ininterrumpidamente, hasta finales de mayo de 1814.

Vista de una parte del puerto, con el Castillo de Monjuich al fondo, en el año 1806. (b)

 

EL CASTILLO DE MONJUICH DURANTE LA OCUPACIÓN NAPOLEÓNICA

El 13 de febrero de 1808 entraban amigablemente las tropas francesas en Barcelona, pero sin concederles otros cuarteles que los de la ciudad y sin ser admitidos en la Ciudadela, Monjuich y Atarazanas . El general francés Duhesme, acompañado por el gobernador de la plaza de Barcelona, el 17 de febrero, visitó el castillo de Monjuich. Desde aquel día los acontecimientos se sucedieron precipitadamente. El 23 de febrero, el capitán general, Conde de Ezpeleta, destituía al comandante del fuerte, el brigadier Antonio Escalante, y nombraba para sucederle a Don Antonio García. Seis días despues, el 29 de febrero de 1808 -Lunes de Carnaval- las tropas francesas ocuparon la Ciudadela, entrando en ella con bandera y música, sin encontrar la menor resistencia, mientras otro destacamento al mando del coronel Floresti, con unos 800 hombres, se dirigió hacia el castillo de Monjuich. Según las crónicas: 

«La rabia ha subido de punto quando desde la misma plaza de palacio y muralla del mar, se ha observa do á la una y media que otra columna francesa cubría el camino de Monjuich , llegando su vanguardia á su rastrillo. Procuraban las patrullas y Autoridades dispersar y persuadir á la gente que retirasen, pero no había forma de conseguirlo.El General frances que está apostado con un cuerpo de observacion en las casitas de San Beltran situadas en la falda de Monjuich  ha tenido la avilantes de abrir dos de los pliegos cerrados que el Señor Álvarez enviaba á nuestro Capitan General Conde de Ezpeleta.4

El gobernador interino del castillo no era otro que el brigadier Alvarez de Castro, el mismo que más tarde dirigiría la enconada y decidida resistencia de Gerona, y se negó a permitir la entrada a Floresti, ínterin no recibiese para ello órdenes del capitán general del Principado, el Conde de Ezpeleta. Ni ruegos ni amenazas pudieron influir en el ánimo del militar español, pero sabedor Duhesme de lo que pasaba, recurrió a Ezpeleta, en vista de las órdenes que tenía de la Corte para recibir a las tropas francesas y tratarlas mejor que a las españolas, envió un parte a Alvarez*** ordenándole que abriese las puertas del castillo a los franceses. Cuéntase que, a pesar de este mandato, estuvo largo tiempo Alvarez dudando si obedecería, cediendo finalmente a la ley inexorable de la disciplina militar. Así fue como, por traición, los franceses se apoderaron de la Ciudadela y de Montjuich.1

«Son las 10 de la noche, y todavía no han entrado los franceses en Monjuich, reparándose desde esta Ciudad las fogatas que hacen en sus inmediaciones para hacer los ranchos ó calentarse. Hasta la misma hora queda todavía de planton el centinela avanzada del Castillo, después de levantados los puentes á la una de la tarde. Dicho sereno centinela es de los voluntarios de Cataluña.A las 11 de la misma noche estando los terrados de las casas de Barcelona coronados de frenéticos espectadores , se ha visto al favor de las fogatas entrar en Monjuich las tropas francesas. Qual haya sido la sensación que ha causado en Barcelona, qual el abatimiento y variedad de pareceres sobre la conducta de nuestro Capitan General Conde de Ezpeleta, se dexa todo para la Idea de mañana como á 1° de mes.» 4

Alborotos callejeros por la actitud solapada de los franceses. 29 de febrero de 1808 (c)
Álvarez de Castro.

A las dos de la tarde del dia 1 de marzo bajó la guarnición española, compuesta en su mayor parte por el regimiento de Estremadura, que tomó el camino de Madrid, mientras que la guarnición de la Ciudadela (casi toda de Guardias Españolas y Walonas) salía a las cuatro de la tarde y se acuartelaba en la ciudad (en los Colegios del Carmen y de la Merced).

La fuerza francesa que guarnecería a partir de entonces el Castillo de Monjuich sería el 2º Regimiento Italiano, con 1.200 hombres. Alvarez de Castro, que se había quedado sin empleo en Barcelona, pasaba los días en el claustro del convento de Santa Catalina, donde se le veía a menudo pasear.5

Durante el mismo mes, el día 23 de abril de 1808, los franceses reforzaron el artillaje de la fortaleza subiendo cañones a Monjuich, y levantaron planos en la muralla de tierra.

«Entre tanta nube de bravos y fieles Oficiales que sufren el peso de las presentes novedades, se notan algunos que en sus semblantes y movimientos llevan marcada la patriótica desesperacion que les devora. Descuella entre todos el Gobernador interino que fue de Monjuich, al tiempo de la entrada de los franceses en aquel Castillo, el Brigadier Don Mariano Alvarez. Obsérvase, que este Caballero se retira dias hace la mayor parte de las tardes al espacioso y hermoso Salon que los PP. Dominicos tienen en su Convento de Santa Catalina, y allí se pasea solo y meditabundo.« 4

Las autoridades del municipio que en su momento no juraron lealtad al rey José Bonaparte fueron recluidos durante meses en Monjuich: algunos fueron trasladados a la Ciudadela, y otros partieron al destierro a Francia. Se negaron a prestar juramento el regente, la mayor parte de los magistrados, el corregidor, el Alcalde y el Ayuntamiento casi en pleno. El general Villalba reemplazó al Conde de Ezpeleta. También se llevaron presos con el tiempo a varios religiosos a las mazmorras de la fortaleza. 

Las autoridades municipales camino de la cárcel y del destierro en abril de 1808. (d)

Los franceses podían ser dueños militares de la ciudad pero no de los alrededores de la misma. En pocos meses, varios contingentes españoles rodearon la ciudad, con enfrentamientos en forma de frecuentes escaramuzas y combates entre los imperiales y los patriotas. Ya el 26 de noviembre las fuerzas españolas de Vives y Reding forzaron a los defensores a buscar refugio en torno a la ciudad. Los franceses temían una insurrección popular y endurecieron las medidas de vigilancia y represión:  

BANDO.

«Manda S. E. el General de Division Lechi , Comandante superior de las Armas en esta Ciudad: Que todos sus habitantes cierren las puertas de las casas: que las personas que precisamente deban salir de ellas vayan solas; y se previene, que hallándose tres personas que vayan juntas se disparará por la tropa contra ellas,

Barcelona 8 de Noviembre de 1808;

Firmado — Lechi, Comandante superior.»

Los ciudadanos seguían los acontecimientos con mayor o menor disimulo:

«No atreviéndose los Barceloneses á salir de sus casas por no incurrir en la indignacion de aquel bárbaro Gobernador, suben á los terrados y torres de las mismas para divisar á escondidas algun tanto la general accion.- Digo algun tanto, pues como á mas de llover á cántaros, una espesísima niebla cubre toda la llanura, por eso no se logra de la funcion, sino lo que dexa claro el soplo del viento ó debilidad de la niebla. Se notan muchos movimientos en los Oficiales alojados en las casas particulares, sacando todos lo mas precioso y metiéndolo en la Ciudadela , ó subiéndolo á Monjuich. Madama la Ruga (la amiga de Lechi) sube á este castillo muy trastornada, y la acompaña Mr. Sofate, siguiéndola muchos cofres, y baúles muy pesados… ¡» 4

El castillo de Monjuic también se tenía como punto de control y defensa de la entrada al puerto y de los buques hostiles que se acercaran a la costa: el dia 14 de setiembre de 1808 una fragata inglesa se apostó frente al reducto de San Carlos, llevando en sus palos siete faroles, que se creyó eran para señas de algún plan combinado con los españoles de tierra: desde la Ciudadela, San Carlos, la Linterna y Monjuich se disparó furiosamente contra el buque ingles, que quieto en su puesto, parecía como no dignarse a intercambiar el fuego con los defensores de la costa. La presencia de buques enemigo se repitió el día 28 del mismo mes y:

«La gente ha celebrado (como siempre) la cachaza de los ingleses, que casi nunca se dignan contestar á tanto tiro perdido, no por estar fuera de él, sino por la mala puntería de los franceses.« 4

Las alegrías duraron poco a los habitantes de Barcelona. El 17 de diciembre de 1808, a la una de la tarde, el General Gouvion Saint-Cyr entraba en Barcelona en medio de una estrepitosa salva de cañones, acompañado de una partida de caballería: se alojó en casa de la Marquesa de Cartellá y Moya, pasando el General Devaux desde la de esta a la de Santa Coloma. Se había roto el bloqueo de las tropas españolas que asfixiaba a los franceses en su interior y éstos pasaban a partir de aquel momento a la ofensiva en Cataluña, gracias al nuevo contingente de soldados y material que vino de Francia.

Plano italiano descriptivo del frustrado bloqueo español de Barcelona
en 1808 contra los franceses (Instituto Municipal Historia) (e)

Las pocas tropas españolas que seguían en la ciudad, sufrían todo un rosario de cambios: a mediados de marzo de 1809 las guardias walonas continuaban siendo objeto de repetidas y contradictorias disposiciones del invasor: tan pronto se les retenía en la Ciudadela, como se les dejaba libres por la ciudad, o se les destinaba al edificio de la Aduana o se les enviaba a Monjuich.

La fortaleza también servía al propósito de almacenar y guardar los cofres de las duras contribuciones mensuales que habían de satisfacer los barceloneses, del orden de 160.000 duros de la época. Al efecto, los mandos franceses nombraron  un comisario especial para velar por la entrada de los ingresos:

«Duhesme decida qu’un commissaire spécial le Français Raynal, serait adjoint au receveur pour accélérer les rentrées de fonds el rendre compte chaqué jour de l’etat des caisses; tous les soirs il prendrait note des contribuables les plus arriérés «pour envoyer chez eux des soldats á discrétion, el pour indiquer au général ceux qu’il faudrait conduire au Monjuich comme opiniàtrement rebelles» 3

El 30 de julio de 1809, se leía en el Diario un terminante aviso del General Duhesme a los ciudadanos contribuyentes, amenazando con llevar presos a Monjuich a los que se hallaran atrasados en el pago. En los meses venideros hubieron varios intentos de sobornar a los Gobernadores del Castillo u oficiales franceses o italianos con nulo resultado y hasta proyectos de envenenar a la guarnición del Castillo emponzoñando su cisterna de agua.

Todavía en febrero de 1810 los franceses buscaban a sospechosos y encarcelaban en Monjuich a todos los que se negaban a prestar juramento a José Bonaparte. A mediados y finales de 1810 se producían algunas deserciones en la guarnición, pero sin aparente impacto en la moral de los ocupantes.

Foso actual y puente de entrada al Castillo. (f)

En 1811, el Marques de Campoverde quiso llevar a la práctica la intentona de asaltar el castillo de Monjuich, con el concurso de algunos de sus habitantes y la complicidad de algunos oficiales franceses. El intento debía llevarse a cabo el 19 de marzo de ese año. Las tropas españolas del general Campoverde se acercaron el día convenido a las faldas del castillo, esperando que se cumpliría el plan previsto para el asalto. Pero el caso es que la autoridad francesa de Barcelona, el general Maurice Mathieu, estaba enterada de todo: del proyecto, del número de hombres de los conspiradores, así como de los procedimientos de que iban a valerse. Por tanto, tenía la defensa preparada, alerta los vigías y a punto la guarnición para echarla sobre los asaltantes.

Serían las doce de la noche del 19 de marzo cuando un oficial español, al frente de un destacamento que había subido silenciosamente la montaña, tanteaba la poterna de la fortaleza para penetrar inmediatamente en ella. A un grito de alarma se iluminó el foso, los cañones de la muralla comenzaron a disparar contra los expedicionarios, los cuales al mismo tiempo fueron acometidos con fuego y bayoneta por los franceses. Campoverde tuvo que retroceder a Tarragona afligido por tan duro fracaso.7

Desde ese momento el Castillo de Monjuich intervendría ya muy poco en la Guerra de Independencia. Con todo, en un «Diario de hechos de la Ciudad» se consigna que el 13 de agosto de 1812, «aumentaban de piezas las baterías de La Linterna y San Carlos«.

El general Llauder.(g)

En los primeros meses de 1814, los franceses retenían todavía Barcelona. El 1 de febrero el Ejército anglo-español cortó las comunicaciones entre Suchet y la guarnición francesa de Barcelona. Los generales Manso, Wittingham, Sarsfield, Clinton y Copons acordonaron la ciudad, bloqueada también por mar por algunos paquebotes ingleses. El Baron Habert, encargado de defender la plaza por Suchet, dirigió el mismo día una resuelta proclama a los habitantes amenazando con castigar severamente a los que intentaran confabularse con las tropas sitiadoras. Pero el 26 de abril, tras la caída de Napoleón, se publicaba por todas partes la orden de evacuación definitiva de las tropas francesas. Finalmente el 28 de mayo de 1814 el mismo Habert salió por la puerta de D. Carlos. 

El general Llauder fue nombrado en ese momento gobernador de Monjuich. La ciudad se había librado de la dominación francesa y las tropas españolas entraban de nuevo en la fortaleza. La inspección del estado de las instalaciones del castillo puso de manifiesto que éstas requerían varios trabajos de reparación. Tal era el estado de en que quedó el castillo de Monjuich, después de seis años de guarnición francesa, que se precisaban más de 30.000 reales para repararlo.1 


(*) – Por su parte, los prohombres del Colegio de Gremios, el 27 de julio de 1808, decían que dominando los franceses las fortalezas de Montjuich y la Ciudadela, la prudencia y el amor a la Patria exigían que se procurara evitar la reunión de miles de catalanes por los alrededores de la ciudad, los cuales ignorando las verdaderas causas que habían obligado a los barceloneses a mantenerse quietos, podían atropellarlo todo y ponerlos entre dos fuegos, según se presentasen las circunstancias.1

(**) – «Le 16 de fevrier de 1808, le général Darmagnac, qui commandait les troupes françaises en Navarre, avait occupé, gràce à un stratagème, la citadelle de Pampelune. Cet évenement avail ému le prince de la Paix, qui avait aussitót recommandé au comte d’Ezpeleta de ne pas laisser les Français occuper les forts de Barcelone: mais en même temps il lui avail prescrit de maintenir la bonne harmonie entre les Français et ses administrés. Ces deux recomnandations contradictoires durent fortement troubler le capitaine général.» 3

(***) – «… le gouverneur intérimaire, le brigadier D. Mariano Alvarez. le futur défenseur de Girone, lit fermer les portes, posta le peu d’hommes dont il disposait sur les remparts et refusa net de rendre la forteresse. Duhesme envoya de nouvelles troupes, lit apporter des échelles et des cordes, et prepara l’escalade pour la nuit suivante. Mais le capitaine-général, mis au courant, ordonna á son subordonné d’évacuer le Monjuich «pour éviter d’agiter le peuple et parce que le fort n’avait ni provisions de bouche ni munitions».» 3


Fuentes:

1) – «Historia de Montjuich y su Castillo» – Pedro Voltes Bou, Ayuntamiento de Barcelona, 1960
2) – «Castillo de Montjuïc. Barcelona» – Folleto en castellano. Publicaciones del Ajuntament de Barcelona
3) – «Napoleon et la Catalogne (1808-1814) – La captivité de Barcelone (Fevrier 1808-Janvier 1810» – Pierre Conard, Felix Alcan Editeur, Paris, 1910
4) – «Barcelona cautiva ó sea Diario exacto de lo ocurrido en la misma ciudad mientras la oprimieron los franceses…» – R.P.D. Raymundo Ferrer, Oficina de Antonio Brusi, Barcelona, 1815
5) – «Historia de la Guerra de la Independencia en el antiguo Principado» – D. Adolfo Blanch, bajo la inspección de D. Joaquín Roca y Cornet, Barcelona: Imprenta y Librería Politécnica de Tomás Gorchs, calle del Carmen, junto a la Universidad, 1861.
6) – https://es.wikipedia.org/wiki/Montjuic_(Barcelona)
7) – «Barcelona durante la ocupación francesa (1808-1814)» – Juan Mercader Riba, CSIC. Instituto Jerónimo Zurita. Sección de Barcelona, Madrid, 1949

Imágenes:

a) – https://medipiratas.files.wordpress.com/2015/02/anexo-1-barcelona-1800.jpg
b) – https://medipiratas.files.wordpress.com/2015/02/anexo-2-barcelona-1806.jpg
c) – «Barcelona Histórica y Monumental. La Invasión Napoleónica» – Federico Camp, Ediciones Aymá, Barcelona, 1943
d) – «Barcelona Histórica y Monumental. La Invasión Napoleónica» – Federico Camp, Ediciones Aymá, Barcelona, 1943
e) – «Historia de Montjuich y su Castillo» – Pedro Voltes Bou, Ayuntamiento de Barcelona, 1960
f) – Foto del autor.
g) – «Barcelona Histórica y Monumental. La Invasión Napoleónica» – Federico Camp, Ediciones Aymá, Barcelona, 1943

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